La Juguera Magazine

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n o 11 JULIO - AGOSTO 2015 / DISTRIBUCIÓN GRATUITA

La cultura de los sordos Ser feminista aquí y ahora El largo desexilio del escritor Omar Saavedra Anticipo del libro La Generación Porteña

EL GRINGO Historias de vida del

fotógrafo Michael Jones.

Financia:


Editorial Gráfica

Por Neto Iturrieta Andrades sonriaimagen.com

/ JULIO - AGOSTO 2015

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Escribe Amelia Carvallo Alman / Fotografía Freddy Ojeda

Según datos de la Organización Mundial de la Salud tomados en febrero de 2013, más del 5% de la población mundial, es decir cerca de 360 millones de personas, padecen de pérdida de la audición de carácter incapacitante. Muchos de ellos tienen poca escolarización y soportan una alta tasa de desempleo. Pero, acá en Valparaíso, hay una verdadera joya para el mundo de la cultura sorda, una que cuida María Teresa Hidalgo: se trata del Centro de Estudios y Capacitación para Sordos Valparaíso, CECASOV, único establecimiento educacional gratuito en Chile que imparte educación completa para ellos.

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/ CRÓNICA

“La cultura sorda es la forma de ser y de actuar que tiene las comunidades de sordos al interior de cada país y que comparten con los oyentes. Son formas de reaccionar, de ver la vida, es la cosmovisión que la persona sorda desarrolla respecto al mundo: principios, valores, costumbres. Formas de comportarse distinto, que la sociedad quiere pasarlas desapercibidas”, dice María Teresa Hidalgo.

Un fuerte timbrazo resuena en el zaguán de antiguas baldosas albinegras, que me recibe en calle Blanco 1501. Un niño asoma su cabeza, sonríe y me abre paso desde el vestíbulo a una preciosa galería, enorme, techada en madera. Un grupo juega básquet, otros más pequeños empujan un carro amarillo. El inspector Carlos Torres me presenta a un grupo que de inmediato quiere saber mi nombre para asignarme una seña. Mi seña atiende a mis rulos distintivos: círculos al costado de la cabeza. Hay gente de Valparaíso, una niña de Viña del Mar (seña de reloj), un niño de Quilpué (seña de rieles de tren) y el más locuaz es Bastián de Playa Ancha que siempre busca mi rostro, feliz de mostrarme unos dibujos de Dragon Ball que hizo. Estoy en el CECASOV, el lugar que María Teresa comenzó a gestar hace ya 27 años.

Oralismo versus Bilingüismo María Teresa estudió Educación Diferencial y el mundo de los sordos le interesó a partir de las clases que tuvo sobre esa temática. Cuando empezó a trabajar se fue dando cuenta de las inmensas necesidades que había, especialmente, entre los adultos sordos que nunca habían estudiado porque el sistema escolar les exigía que articularan y hablaran, cuando ellos usaban lengua de señas. Hoy María Teresa, convencida por su experiencia, afirma que esa es la lengua madre de los sordos: “No hay cómo comparar el desarrollo cognitivo de un niño que se enfrenta tempranamente a la lengua de señas, con otros que la adquieren después. Mientras más temprano el niño tenga contacto con ella, mejor será su desarrollo cognitivo y tendrá mejores proyecciones en lo académico y, sobre todo, en lo emocional”. Recién en el año 2010, la ley chilena reconoció a la lengua de señas como un medio de comunicación natural. Recién en

junio de 2010, se retractó a nivel mundial lo estipulado en 1880 en el llamado Congreso de Milán, que excluía a la lengua de señas de la enseñanza de los sordos e imponía como objetivo principal enseñar el habla. Muchos adultos sordos recuerdan los castigos y golpes en las manos que recibieron para que no las usaran. Días por cierto donde se llegó a esgrimir que si un sordo no era capaz de repetir la palabra de Dios no era digno hijo de Dios. -En las escuelas que eran de la Iglesia Católica la obligación era hacerlos hablar para que se parecieran a los oyentes. Eso tuvo un gran peso y fue muy conveniente para los papás que estaban en shock por tener un hijo sordo y querían hacerlo parecer a los otros niños, detalla María Teresa. En 1988, junto a un grupo de colegas, la ahora directora del CECASOV empezó a darle forma a un proyecto de tipo voluntariado que consistía en dictar talleres a una asociación de sordos. Las ganas de hacer aumentaron y empezaron a buscar fondos para crear una escuela. “Justo en ese tiempo el Colegio Alemán de Valparaíso se trasladaba a Viña, así que nos dieron mobiliario”, recuerda. La escuela comenzó en un local de Avenida Argentina con 70 sordos de la zona, abocada principalmente a la educación para adultos, el segmento más desatendido. “En esos años fui considerada casi una loca por pensar que el sordo podía adquirir una educación igual a la de cualquier otra persona. Me decían que tenía una escuela de monos por el uso de la lengua de señas”. En 1990, cambiaron la orientación hacia la enseñanza media, convencidos de que debían prepararlos para continuar sus estudios. Adaptaron el currículo oficial completo, para cursos de no más de ocho personas, a cargo de tutores pedagógicos con manejo fluido de lengua de señas. En el 2000, decidieron convertirse en una escuela bilingüe para sordos, lo que significó empezar a recibir a niños pre-escolares para que su primera lengua fuera la lengua de señas.

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A futuro esperan transformarse en un liceo técnico profesional y potenciar más la atención temprana: “Vemos con mucha pena que en los jardines infantiles se les hace una daño irreversible. Si un niño no toma contacto antes de los seis años con la lengua de señas, que es su lengua materna, el daño cognitivo es irrecuperable. Hay cosas que jamás va a poder entender”, dice María Teresa.

Identidad, cultura y familia “El mundo sordo es una cultura, de hecho de todas las discapacidades la única que tiene su lengua propia es la comunidad sorda”, dice María Loreto Retamales, madre de un niño sordo de siete años. Para un sordo, como para cualquier persona, es esencial construir identidad y cultura. Y lo que llamamos integración e inclusión muchas veces pasa por encima de ambas y más parece una forzada adaptación. Loreto relata: -Hace seis años supimos que Gisse era sordo y empezamos a pensar qué tipo de educación queríamos darle. Una opción era implantarlo mediante una operación donde les sacan la cóclea, que es la parte que conecta al oído con el cerebro, y les ponen un dispositivo electrónico que tiene una antena FM. Finalmente, junto a su esposo, Jecek López, decidieron no hacerlo por lo invasivo y riesgoso que es. Su hijo no tiene ningún problema cognitivo, solo una sordera profunda que le permite reconocer únicamente sonidos muy fuertes, desde 120 decibeles, mientras que el habla se da a 20. Frente a la opción por el oralismo, que implicaba el implante coclear, y el bilingüismo escogieron a esta última: “La lengua de señas les permite la cognición, elaborar conceptos, entender el mundo y desarrollar una lengua propia para expresarse. Nosotros como familia elegimos el bilingüismo y aprendimos desde temprano lengua de señas”.


“El mundo sordo es una cultura, de hecho de todas las discapacidades la única que tiene su lengua propia es la comunidad sorda”, dice María Loreto Retamales.

Un gran rodeo tuvieron que dar antes de llegar al CECASOV. De hecho, pasaron casi siete años en Argentina, en La Falda, cerca de Córdoba, donde Gisse iba a un colegio bilingüe pero solo con niños y sin educación media. Enterados por Facebook de la existencia del Centro en Valparaíso, la familia se trasladó este año para asegurar que Gisse tenga educación media en un ambiente donde tiene contacto con toda una comunidad, con gente de su edad, adulta y adolescente. “Hemos tenido que volver a aprender lengua de señas porque hablábamos la argentina y la chilena es muy diferente. Ahora estamos en un proceso en que Gisse cada vez habla más lengua de señas chilena y cuando le hablamos en argentino él nos dice cómo se dice en chileno”, acota. Para Loreto, el aporte desde la familia es fundamental a la hora de contener al sordo y conectarlo con la comunidad. También nota clasismo en el hecho de que la clase alta prefiera la oralidad y el implante cloquear al bilingüismo, porque lo relacionan con gente de escasos recursos. Nuevamente, se trata

de buscar la asimilación de los sordos a la comunidad oyente, en vez de respetar su diversidad.

Orgullo sordo Nelson Ortiz de la Unidad Técnica Pedagógica del CECASOV, cuenta que no tiene claro por qué llegó a trabajar con sordos, pero sí cree que tiene el perfil de persona que se requiere: cercano y resistente a la frustración. Enfatiza en la poca calidad con que les llega a los sordos la información. Recuerda que cuando fue el desastre aéreo de Juan Fernández algunos chicos pensaron que habían sido cientos los soldados rescatistas que se habían lanzado al agua desde helicópteros, ya que una y otra vez veían esas imágenes por televisión.También se acuerda de uno que llegó indignado con el titular de un diario: allí donde se leía “sórdido crimen”, él entendía un “sordito crimen”. Conversamos sobre la aceptación, los contactos entre comunidades distintas y el concepto de normalidad que hace tabla rasa de las diversas subjetividades. pág · 5

Finalmente, me hace un recorrido por algunas salas donde, en cada puerta, hay un retrato y datos biográficos sobre estudiosos que se consagraron a develar el mundo de los sordos: el profesor y otorrino Jorge Otte Gabler, que fundó el Instituto de la Sordera en Chile; Edward Miner Gallaudet, educador de sordos y filántropo estadounidense; Lorenzo Hervás, jesuita precursor y la profesora Anne Sullivan que enseñó a la famosa Helen Keller. Es Óscar Candía, el profesor de Historia, quien ha montado esta galería de notables que enseñan a la comunidad sorda a empoderarse y enorgullecerse de sus logros. Óscar enseña también en un liceo de Valparaíso y cuenta que les pasa la misma materia a sus alumnos de aquí y allá. Ahora mismo están viendo los poderes del Estado y ha sido todo un desafío convenir en la seña que representa términos tan abstractos como “ejecutivo”, “legislativo” y “judicial”. Tan complicado como llegar a dar con la seña para la palabra “bacteria”, tarea pendiente en el ramo de Biología, pero que de seguro en las muchas horas que destinan a laboratorio lingüístico darán con ella.


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/ PERFIL


Michael Jones Garvin

EL CURIOSO VIAJE DEL GRINGO Escribe Diego Bravo Rayo / Fotografías gentileza de Jaime Atenas, Marta De La Vega y Pedro Sepúlveda

Tenía doce años cuando recibió un regalo que determinó su porvenir: una cámara fotográfica. Fue el primer y único manager del grupo Congreso y, según sus integrantes, clave en la consolidación de la banda. A principios de los 80 fundó el primer bar-restorán vegetariano -y sin sal- de la región de Valparaíso que, a la vez, fue uno de los pocos espacios en Chile destinados al arte durante la dictadura. Inquieto por naturaleza, luego se consagró a la fotografía y a su enseñanza en la UPLA durante 24 años. Tiempo después, su búsqueda espiritual lo llevó a Ovalle donde entabló una profunda amistad con el fotógrafo Sergio Larraín. A tres meses de su partida, presentamos extractos de su historia de vida.

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Michael recorrió el planeta gracias a la magia de su lente, con más de 14 exposiciones, entre ellas “Cosas de Nueva York, Cosas de Valparaíso”, en la que hizo un paralelo entre ambas ciudades. Trabajos como éste fueron su forma de registrar en obra una de sus mayores convicciones, que solía afirmar como una sentencia: “No encuentro lugar mejor para vivir que la costa de esta región”.

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Fotografía Tamara Marbán / CRÓNICA

Carolina Lafuentes, feminista desde los 27 años.

Siglo XXI, año 2015. Hace más de 200 años que existe el feminismo. La lista de mujeres (y hombres) que han teorizado y actuado para sacar a las mujeres del lugar de inferioridad que les impone el sistema patriarcal es larguísima. El pasado martes 9 de junio, a sus 83 años, murió una de las teóricas y activistas del feminismo radical en Chile, Margarita Pisano. Su muerte no fue titular en la prensa nacional, a pesar de que sus ideas son reconocidas en círculos feministas y afines no sólo del país sino de Latinoamérica, acaso del mundo. La omisión responde a que el feminismo en gran medida sigue siendo un tabú, algo que se silencia y tergiversa. En Chile, comúnmente es visto como la expresión de mujeres amargadas que se quejan de lleno. Frente a estos prejuicios, surgen las preguntas: ¿Qué es ser feminista hoy? ¿Qué implica en el cotidiano? ¿Qué es aquello que llaman patriarcado y cómo afecta a todos, mujeres y hombres? Aquí, un acercamiento a esta forma de pensar y vivir a través de las experiencias de dos mujeres feministas. Escribe Montserrat Madariaga Caro

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ser feminista aquí y ahora En 1995, Margarita Pisano publicó su primer libro llamado Los deseos de cambio o… ¿el cambio de los deseos? Allí se lee: “Podemos, sin temor a equivocarnos, decir que no tenemos idea de cómo relacionarnos, que no hemos descubierto aún el secreto del “cómo hacer” una sociedad y una cultura que nos contenga a todos y todas en legitimidad. Nuestra forma de relacionarnos es sobre la base del dominio, de ejercer dominio sobre animales, ríos, árboles, seres humanos y todo lo que nos rodea”. Con estas palabras, Pisano expresa la base del sistema patriarcal contra el que se rebela el feminismo. En la cumbre de estas relaciones de poder jerárquico está el hombre, pero no como ser biológico sino como construcción cultural. Es decir, vivimos en un mundo donde lo masculino es lo superior y manda, en cambio lo femenino, como parte de este sistema, es inferior y obedece. Existen múltiples corrientes feministas con sus propias teorías y dinámicas pero, en general, todas concuerdan en que la Historia ha sido narrada y constituida por hombres. Por ejemplo, la misma Pisano revisa el mito cristiano del pecado original donde el cuerpo de la mujer es el más “culposo”, aquel que debe ser dominado por la razón masculina. Como resultado la mujer no tiene soberanía ni siquiera sobre su propia corporalidad. Esta interpretación se puede vincular con la “violencia estructural contra las mujeres” de la que habla, entre otras, Victoria Aldunate, influyente feminista chilena. Ella afirma que todas las mujeres experimentan esta violencia en diferentes niveles. Es la regla, no la excepción: “La que cree que no la ha vivido es que no ha aprendido a ver, es que está tan desconectada de su cuerpo que no logra identificar lo que siente y ha normalizado las burlas, la venta de lo que sea a costa del cuerpo de las mujeres, la subvaloración, el despojo de la tierra, el dinero de su propio trabajo doméstico que en el patriarcado no se cuenta como trabajo”, dijo Aldunate en una entrevista el año 2009 al periódico Correo del Sur de Sucre, Bolivia.

ser autónoma “El patriarcado está en todas partes”, dice Carolina Lafuentes, psicóloga de 33 años, actualmente viviendo en Valparaíso, que se unió al feminismo cuando tenía 27. Antes de eso siempre se sintió incómoda con las costumbres machistas. Reclamó desde pequeña contra las acciones que le parecían injustas, como que las mujeres tuvieran que servirle la comida a los hombres. De adolescente le molestaba el acoso callejero, pero no sabía cómo nombrarlo. La cultura en que había crecido no le proporcionaba las palabras necesarias para expresarse. Entonces se fue. Viajó a Barcelona a estudiar un magíster y el cambio fue grande. “Vi relaciones mucho más humanas, más libres que acá. Mis compañeras de trabajo no podían creer que en Chile había que conseguirse una pareja hombre para ir a un matrimonio”. En las asambleas que se realizaban para los becados por el Estado de Chile escuchó a un grupo de mujeres de variadas edades y profesiones, que expresaban sin tapujos. Sus ideas eran las suyas, pero no tenía con quién hablarlas. “Fue un alivio haberlas encontrado”, dice hoy. Carolina cuenta que cuando les comentó esto, ellas le dijeron: “Lo que pasa es que tú siempre has sido feminista, solo que no lo sabías”. Tres años después, volvió a Santiago de Chile y en seguida buscó dónde apuntarse como activista, encontrando a la Red Chilena Contra la Violencia Hacia Las Mujeres. Además, discutió con todos: con la familia, los conocidos, el colectivero. A veces lo sigue haciendo. No puede evitar dar su opinión cuando escucha un chiste que le parece violento, porque, como dice, “el feminismo es una transformación radical de la manera en que pensamos. Es un cambio epistemológico, pero pensado desde las mujeres, para deconstruir el patriarcado y construir otras formas de relacionarse, horizontales y colectivas, libres y desde los afectos, no desde el poder”.

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La periodista Natacha GómezBarahona, feminista desde los 18 (hoy tiene 46), piensa como Carolina que el feminismo apunta a una revolución: “El feminismo no es un sistema que proponga relaciones de dominación, como que las mujeres queramos ser iguales a los hombres. Sino que queremos ser sujetas de derechos, autónomas, válidas. Queremos crear nuevas éticas, fuera de la domesticación en que el patriarcado nos pone”. Natacha conoció a mujeres en el movimiento cuando participaba en organizaciones sociales y políticas contra la dictadura. Se integró a los Talleres de Mujeres que se daban en varias poblaciones de Santiago al alero de la iglesia, sin ser de culto religioso: “Eran espacios políticos súper potentes, de mucho aprendizaje, resistencia y toda la creatividad que las mujeres poníamos para sobrellevar el cotidiano, en medio de enormes carencias de todo tipo”, recuerda. Para Natacha, así como para Carolina, compartir experiencias de vida con otras mujeres, poder reflexionar vivir emociones juntas, como la rabia que es parte del proceso, fue muy importante en sus aprendizajes de esta nueva forma de interpretar la realidad. “Una vez puestas las ‘gafas del feminismo’ –afirma Carolina– comienzas a ver las diferentes formas y niveles en que la mujer es subordinada al hombre. La palabra patriarcado se va llenando de experiencias que ves, escuchas y analizas”. Hoy, desde su trabajo como psicóloga, lo ve claramente en la subjetividad de la mujer: -Hay casos en que la mujer se siente vacía y frustrada cuando su pareja comienza a ser más independiente, a tener intereses propios donde ella no cabe. Pero no es culpa de esas mujeres sentirse así, pues están reproduciendo un modelo donde su rol es complementar al hombre. En esta sociedad, de verdad se cree en “la media naranja”. No le buscan un sentido propio a sus vidas. Es un vacío abismante, dice. En este sentido, Carolina afirma que el feminismo es preventivo, pues prepara a las mujeres para no caer en la trampa del patriarcado de ser a partir de otros.


/ CRÓNICA

“El feminismo es una transformación radical de la manera en que pensamos. Es un cambio epistemológico, pero pensado desde las mujeres, para deconstruir el patriarcado y construir otras formas de relacionarse, horizontales y colectivas, libres y desde los afectos, no desde el poder”, dice Carolina Lafuentes. Lo que relata Carolina tiene que ver con uno de los mitos del patriarcado que el feminismo descubre como relación de dominación: el “amor romántico”, donde la mujer acepta maltratos, sufre y depende por “amor”. Desde su postura feminista, Carolina ha logrado una relación de pareja con un hombre que no gira en torno al poder. Él tuvo una profesora feminista que lo marcó. Viven juntos pero no están pendientes del otro a toda hora del día. Carolina planea sus viajes a congresos sin preguntarse si debe conversarlo antes con él. Incluso, dice que le cuenta cuando se siente atraída por otra persona sin que eso provoque un ataque de celos o furia. “No es una relación posesiva, no es esto de soy tuya y eres mío”. Se quieren y respetan como personas autónomas.

institucionales o políticas, ni ninguna acción que pretenda reformar el sistema ‘desde dentro’ ni menos adaptarse a él. Me convoca un proyecto político feminista desde el marxismo que sea anticapitalista y antipatriarcal, en la lógica de la abolición de estos dos sistemas que se retroalimentan y sostienen.

El paradigma cultural sobre cómo debe comportarse la mujer en pareja es parte del modelo de familia del patriarcado. Carolina recuerda que hace poco en una conferencia dijo: “Hay que destruir a la familia”. Para el feminismo es ahí, en el núcleo familiar, donde están alojadas todas las prácticas de poder que violentan a la mujer: el rol de esposa, de ama de casa, de profesional exitosa y, sobre todo, el rol de la madre: “Las mujeres tienen hijos sin sopesar todo a lo que deben renunciar para serlo, ¡es un lugar sagrado!”, reclama Carolina.

La cooptación del feminismo por parte del sistema patriarcal , agrega razones para realizar acciones públicas desde agrupaciones independientes que interpelen a la sociedad y al Estado. Actualmente, Natacha está en tres colectivos a la vez. Con las mujeres de reSueltas, Feministas Populares (Santiago) va a celebrar 20 años de activismo. Comenzaron a mediados de los 90 y plantearon su trabajo desde la clase, desde las condiciones de vida de las mujeres pobres. Durante todos estos años, han realizado una labor sistemática con escuelas feministas y teatros-foros, entre otras actividades. En compañía de esa colectiva, Natacha se educó y creció en el feminismo.

ser activista El periodo de la “transición democrática” en Chile fue para el feminismo, como para otros grupos sociales, una desilusión. En el prólogo a la segunda edición (2011) de Deseos de cambio o… ¿El cambio de los deseos?, Margarita Pisano acusa a la nueva democracia de levantar un feminismo funcional “ilusionando a las mujeres con una falsa participación y desmontando, de esta manera, su poder de cambio”. En la misma línea, Natacha dice: -No me convocan las luchas por los derechos ni por la igualdad, la equidad, ni sus correspondientes representaciones

En sintonía con Natacha, Carolina dice: “Hoy día el feminismo está de moda. Existe ONU Mujer pero ¿qué significa eso si sigue funcionando dentro del orden patriarcal? El liberalismo se ha tomado el término y se habla del ‘empoderamiento’ de las mujeres. Pero la mujer no necesita empoderarse, necesita liberarse. El feminismo no se trata de competir ni de envidia entre mujeres”.

El año pasado, junto a otra compañera, Natacha creó el Observatorio de Mujeres y Medios (OMM), con base en Valparaíso: “En esta primera etapa buscamos monitorear, visibilizar y denunciar el tratamiento informativo y la presencia de las mujeres en los medios y la publicidad. Creemos que la violencia contra las mujeres está muy naturalizada e incluso ‘justificada’. Por ejemplo, se dice que las mujeres medio desnudas en los diarios no están obligadas... lo hacen porque les gusta mostrarse. Con eso se aprende y reproduce la violencia, lo que es muy fuerte si se considera a los medios como fuertes agentes de socialización”, dice Natacha.

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La tercera colectiva en la que participa es La Huacha Feminista (Valparaíso), donde también estuvo Carolina desde su fundación hasta fines del año pasado. La Huacha ha acaparado la atención de los medios independientes y tradicionales de la región por las Caminatas del Silencio, que realizan para sensibilizar a la comunidad sobre los habituales y crueles femicidios que se cometen en el país (ver recuadro). Carolina ya no pertenece a la colectiva, aunque sigue participando de las actividades, porque decidió concentrarse en la reflexión personal. Reconoce que es un trabajo largo e intenso el desprenderse de todo lo enseñado dentro la cultura del dominio. Respecto a esto, Natacha piensa: “Estamos tan socializadas y acostumbradas al patriarcado –justamente en eso consiste– que no lo percibimos o nos acostumbramos y lo vamos recreando en todos los espacios, admitiendo relaciones jerárquicas, dominantes y avasalladoras. Complicitamos así contra otras y otros, contra nuestra propia autonomía y bienestar”. Para Carolina, es esa naturalización la que provoca el rechazo al feminismo. “En general –dice- siempre es por lo mismo, ignorancia y miedo. Miedo de los hombres a perder su lugar de poder tan cómodo, tan acostumbrado, y miedo de las mujeres a empezar de cero, a no saber qué hacer”. En la lógica feminista de la colaboración, Carolina ya encontró otro espacio donde hacer un trabajo en conjunto, pero respecto a la espiritualidad: “En el Círculo de Terapeutas de Valparaíso me encontré con mujeres libres. Porque la revolución también pasa por estar sanas, por el autoconocimiento. Conocerme más es mayor autonomía”, dice Carolina. En el caso de Natacha, ella no se imagina su vida sin estar organizando acciones públicas, dice que hay demasiado por remover y desmontar. “Una vez, hace muchos años Margarita Pisano me decía que una no podía estar en todas, que hay que elegir la fiesta donde una quiere ir. Y esta es de alguna manera mi fiesta”, dice Natacha.


Fotografía Ángela Tobón

Los días 25 de cada mes, La Huacha Feminista convoca a esta acción política y pública en Valparaíso. Caminan en silencio desde Plaza Victoria hacia Plaza Aníbal Pinto cuando toca día laboral, y lo hacen en la feria libre de Avenida Argentina cuando es fin de semana. Las mujeres en fila visten de negro. Llevan colgando de su cuello una hoja, cada una con los datos y la fotografía (cuando existe) de una mujer asesinada por un hombre. Ya van 33 en lo que va del año, al cierre de esta edición. Además, portan carteles con frases como “Los celos no son parte del amor. La libertad sí” o “El Estado opresor deja libre al violador”. Es un ritual que con la repetición busca instalar su mensaje en la opinión pública y en el ámbito privado de los ciudadanos. Y ha dado resultados. En la calle han visto parejas comenzar un diálogo a partir de la lectura de los carteles. Han escuchado a mujeres expresar lo que a ellas les pasa. También les han hecho el quite y han visto a señoras decirle a su hijo que mire para otro lado. Hasta les han gritado cosas. Pero el ambiente es cada vez menos adverso y ha aumentado el número de mujeres que caminan con ellas. Incluso en Quillota se organizaron para hacer sus propias caminatas.

El sentido de las Caminatas, según La Huacha, es provocar un impacto para romper con la naturalización de los femicidios y transformar la indiferencia en conmoción. También es una manera de instalar a estas mujeres en la memoria colectiva y de honrarlas, de darles la corporalidad que perdieron en un acto de sororidad. “El femicidio es la expresión más extrema y brutal de violencia contra las mujeres por nuestra condición de ser mujeres. Es un crimen de odio”, afirman en la colectiva. Según la ley chilena, el femicidio sólo es tal en un contexto de pareja, pero el feminismo amplía esa definición a todo asesinato de mujeres perpetuado por un hombre independiente de la relación que hubiera entre ellos. Por ejemplo, un cliente que mata a la trabajadora sexual con que estaba. “No ponemos la atención en el vínculo con el hombre que comete el femicidio, sino en la relación de poder que hace pensar al hombre que tiene derechos sobre el cuerpo de la mujer, que puede quitarle la vida a una mujer”, afirman. Para La Huacha, “es la representación más clara del dominio del patriarcado”. Lo demuestra el hecho de que por mucho tiempo se usó el eufemismo de “crimen pasional” para tapar la sistemática brutalidad de los hombres hacia las mujeres con arranques de celos o locura temporal. Con la palabra femicidio y las Caminatas se lleva algo considerado por mucho tiempo como “doméstico” al ámbito de lo público.

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/ MEDIO AMBIENTE

Escribe Sebastián Labra / Fotografía Fernando Thumm

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En agosto de 2011, profesionales de diversas áreas, además de estudiantes universitarios y vecinos conformaron la Agrupación Ambiental de Concón para denunciar las amenazas que afectan al Humedal de Concón y crear conciencia en la comunidad acerca de su valor ecológico. Se reúnen cada 15 días para analizar los temas ambientales que enfrenta su entorno y tomar acciones ciudadanas. El humedal es uno de los ecosistemas más importantes de Chile, refugio para unas 70 especies de aves migratorias. Fue declarado en 2009 por la entonces Comisión Nacional de Medio Ambiente (actual Ministerio) como una de las 56 zonas de biodiversidad en riesgo de Chile. Arturo Díaz Loyola (57 años), habitante de Concón y líder de la Agrupación, advierte que este refugio ecológico se encuentra constantemente amenazado, es usado como basural y como espacio para cabalgatas, dice. “En el sector de La Isla, está lleno de basura de todo tipo, incluso materiales de construcción que afectan al paño del humedal. Cualquier situación de contaminación afecta, es como un efecto dominó”, denuncia. Asimismo, están alertas a las acciones ejecutadas en el sector por la Empresa Nacional de Petróleo ENAP, como el proyecto termoeléctrico que la petrolera planea desarrollar. “Esto implica que van a sacar agua del río. No poca. Una cantidad estratosférica, lo que nos perjudicaría a largo plazo, independiente de que estamos en una sequía hídrica. No hay caudal, solo agua, no fluye”, reflexiona Díaz. El proyecto durante el 2013, logró ser paralizado gracias a un recurso de protección presentado por el municipio, la agrupación liderada por Díaz y otras agrupaciones unidas bajo el Frente Amplio Contra la Termoeléctrica. A fines del año pasado, llegaron a un avenimiento que dejó sin efecto este recurso. Eso sí, lograron que ENAP se comprometiera a construir una planta de menor generación de MW (77) , en vez de 165 MW, con una turbina a gas natural para generar energía eléctrica y producir vapor de proceso. La menor dimensión de la planta permitiría disminuir las emisiones y evitaría el consumo de agua adicional. «Aquí hay una organización completa que defiende un territorio. No nos gusta ser bruscos ni violentos. Nos gusta el diálogo porque así se llega a una solución. Si se llega a hacer la termoeléctrica impactará negativamente a todo el ecosistema. Mantener este lugar es sumamente importante», dice Díaz.

Sigue las acciones de la Agrupación a través de su fan page de Facebook: https://www.facebook.com/RedAgrupacionAmbientalConcon

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nยบ11 JULIO- AGOSTO 2015

BEtarrAga / JAVIERA MARIN


/ E N T R E V I S TA

En 1974, Omar Saavedra partió al exilio desde su natal Valparaíso donde hasta el Golpe Militar trabajó como Jefe de Redacción del diario El Popular. Radicado en Alemania (RDA), desplegó una fecunda carrera literaria publicando novelas, cuentos, obras dramáticas, guiones de cine y televisión. Galardonado, su teatro se sigue representando en Alemania y sus obras han sido traducidas a varios idiomas. Sin embargo, su retorno a Chile después de 35 años lo convirtió en “un perfecto desconocido”. En sus palabras, que su trabajo se conozca poco en su propio país es resultado de un desinterés generalizado, provocado por el consumo como instrumento de poder. Pero Saavedra persiste en su oficio. Por estos días termina de escribir el montaje teatral Fausto Sudaca, adaptación latinoamericana de la tragedia de Goethe, que dirigirá Alejandro Quintana y tendrá en su elenco a su hija, la actriz Catalina Saavedra. Escribe Alejandra Delgado / Fotografía Nelson Campos

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Las luces de la Sala Upla se encienden tenues. Omar Saavedra introduce con voz clara la lectura dramatizada de su comedia Borges mata a Jünger, aparentemente sin motivo. En escena vemos a Arnaldo Berríos, Naldy Hernández y Silvio Viancos, destacados actores porteños, miembros fundadores de ATEVA (Agrupación Teatral de Valparaíso), el grupo de teatro independiente más antiguo de Chile y del que Saavedra también formó parte en los ’60. La obra mezcla teatro y literatura con mordaz ironía, ficcionando un encuentro entre el argentino Jorge Luis Borges y el alemán Ernst Jünger en el ocaso de sus vidas. En realidad, ambos escritores sostuvieron una sola cita en octubre de 1982 en casa de Jünger, en esta pieza, la cual quedó documentada. En ella Saavedra se inspira para construir un segundo acercamiento imaginario que señala atractivamente los puntos de unión y conflicto entre estos dos relevantes personajes de las letras. Hay algo de Borges en Omar Saavedra, piensa el académico y crítico teatral Agustín Letelier. “Sin haber sido bibliotecario como él, Omar Saavedra pasó mucho tiempo yendo prácticamente todos los días y todo el día a la Biblioteca Estatal de Leipzig, mientras hacía sus estudios de literatura. Su manejo de la literatura universal de todos los períodos debe haberse cimentado allí. En sus historias intercala citas o hace paráfrasis de cientos de obras que normalmente no identifica pero que el lector puede reconocer o, en algunos casos, al menos darse cuenta de que pertenecen a fuentes clásicas. También como en Borges se puede pensar que tal cantidad de textos no puede estar en su memoria y que algunos de ellos son apócrifos. Pero también puede ocurrir que sean verdaderas. Por tal afinidad resulta natural que Omar Saavedra haya escrito una obra en que su personaje central es Borges, a quien acompaña una secretaria japonesa que aunque se llame Fukusawa no puede ser sino una paráfrasis de María Kodama”*.

-¿Porqué no llevar este texto completo a escena? -Porque es muy largo.

¿Qué hay del Fausto Sudaca? -Estoy terminando de escribirlo. Tuvimos la suerte de ganarnos la lotería del Fondart. Es un proyecto de “excelencia” que le llaman, lo cual suena bastante rimbombante. Es un espectáculo teatral, una lectura latinoamericana de la saga alemana del Fausto, la obra de Goethe.

-¿Cómo abordaste esa lectura latinoamericana? -Vamos a ver lo que pasa, está todavía engendrándose, estoy terminando el texto. La pregunta que ronda la obra es qué hemos hecho con el progreso, para qué lo hemos usado. Los ensayos empiezan en octubre y el estreno está fijado para fines de diciembre. Tiene un elenco bastante top, como se diría, está Pancho Melo, María Izquierdo, Daniel Alcaíno, Catalina Saavedra, mi hija, y muchos más.

-¿Por qué escoger el Fausto de Goethe?

“Repito lo que digo siempre: desgraciadamente el exilio chileno es la provincia más grande, más extensa, más variopinta de Chile y es la más desconocida”.

-Es una forma de presentar una de las obras fundamentales de la lengua alemana, una piedra angular de la literatura alemana que se ha hecho muy poco en América Latina. Existe el Fausto Gaucho (Fausto, Impresiones del gaucho Anastasio el Pollo en la representación de esta Ópera) de Estanislao del Campo de 1866, pero más nada. Es un homenaje nuestro a lo que es la cultura y las letras alemanas con las cuales yo me siento absolutamente El poeta porteño Juan Cameron escribe en su agradecido y comprometido. reseña sobre El último, novela de Saavedra publicada en 2005, que estamos ante “uno de los escritores más prolíficos entre los nacidos en Chile”. Referente para él de la narrativa nacional, este “astronauta retornado a destiempo”, como lo llama, “nos trae la memoria y nos advierte que la imagen de país -Tiene que ver con mi relación con el teatro que nosotros en este país hemos construido alemán que no fue buena. No es un teatro que de nuestro país, no existe; que no es la misma me entusiasme particularmente, salvo algunas allá afuera; que se ríen de nosotros; que ya no excepciones. Es de un alto grado profesional nos quieren, que debemos recobrar la memoria y de institucionalidad también, pero hacen antes que sea demasiado tarde”. un teatro que por lo general a mí me interesa poco. Y acá, desgraciadamente, ha ganado mucho terreno, hay una exacerbación de determinadas formas de hacer teatro que no me terminan de gustar…

LA FLOJERA DE PENSAR

-¿Por qué piensas que tu amor por el teatro no es correspondido?

-¿Cuáles? -El Teatro de Dirección, en el que se ha divorciado el texto literario del suceso teatral o donde se obliga a la palabra literaria a desaparecer del teatro, lo que me parece un exabrupto porque, en mi opinión, teatro y literatura están unidos por la sangre. No se puede hacer teatro sin literatura y la literatura también necesita del teatro. De otra manera, no terminaríamos de explicar un fenómeno como Shakespeare en Inglaterra, o un fenómeno tan popular como Molière en la literatura francesa. Se ha llegado a un estadio en la producción del espectáculo teatral en que el autor fue relegado a una calidad de mucama de cocina. No tengo nada en contra de los experimentos teatrales, pero tienen que tener un grado de respeto frente a los que hacen teatro. En este caso estoy hablando como autor. pág · 19

-Has dicho que el exilio es parte activa de la desmemoria chilena. ¿Cómo ha sido tu desexilio?

-La verdad es que después de un tiempo tan largo en el exilio, uno no termina de regresar definitivamente, de la misma manera que uno no termina por quedarse en el país que lo alojó. Es una especie de limbo. Somos muchos los chilenos que hemos vivido tanto tiempo fuera por este motivo, que no podemos negar nuestra biculturalidad. No somos solo chilenos, sino que nos hemos apropiado de otra lengua y de otra cultura. Repito lo que digo siempre: desgraciadamente el exilio chileno es la provincia más grande, más extensa, más variopinta de Chile y es la más desconocida. Chile tiene, por razones muy precisas, poco interés por lo que significó y significa el exilio hasta el día de hoy.


“Hay que mirar la vida con un ojo diferente al que ofrece la televisión chilena, pensar que existe algo más allá del consumo. Eso no está y eso se nota, lo notamos todos”.

/ E N T R E V I S TA

-¿A qué se debería ese desinterés?

UN GOZNE LLAMADO CHILE -Tu retorno está más relacionado entonces con las personas…

-Yo creo que hay cálculo político ahí. El exilio pertenece a una parte de la historia de Chile que a los chilenos no les gusta recordar y se hace todo lo posible para que la olviden. Por eso digo que el exilio es parte activa de -Es que no concibo otra forma de país que no sea una hecha de personas. Una la desmemoria chilena. sociedad está hecha de personas, no de problemas. Y yo creo que eso es lo que hace falta mucho acá. Hay un desinterés no solamente por el exilio, eso es una de las tantas cosas por las que Chile muestra un absoluto desprecio y una indiferencia catastrófica. Hay desinterés por la literatura, -El Golpe militar fue algo más que un golpe, por ir a un espectáculo. Hay que mirar la fue también una amputación de una cultura vida con un ojo diferente al que ofrece la que estaba en ciernes. Fue una lobotomía televisión chilena, pensar que existe algo a la cultura nacional. Nos educaron en más allá del consumo. Eso no está y eso se el olvido. La dictadura nos educó en el nota, lo notamos todos. desinterés, en la flojera de pensar.

-¿Por qué no querríamos recordar eso?

-¿Con qué imagen te fuiste de Chile y con cuál te encontraste al retornar?

-¿El consumo ganó?

-El consumo es una señal de algo, no es consumo en sí. El consumo es una señal de que no se está pensando. El consumo es una señal de que están manipulando tu forma de pensar. Eso es el consumo. El consumo como instrumento de poder de -Yo no venía con ningún recuerdo ideal, una determinada clase, de un determinado no esperaba encontrarme con ningún deseo político de que la gente no haga otra paraíso perdido, no, no, no, no. Yo era muy cosa más que consumir. consciente de a lo que regresaba, porque había estado en Chile algunas veces antes, de paso. Ya no somos los mismos y uno mismo reconoce su propia edad, sus defectos, su propia experiencia en el rostro de las otras personas con las cuales conversa. -¡En todas partes!

-¿Eso se observaría también en el mercado literario?

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-Toda tu obra gira en torno a Chile, sin embargo, las grandes editoriales acá te son esquivas… -O sea, yo soy un escritor perfectamente desconocido en este país. Aunque, como dices, toda la obra mía gira en torno a un gozne que se llama Chile, porque uno no puede saltar por encima de sus propias sombras.

-¿A qué crees que se debe el poco conocimiento de tus obras en nuestro país? Yo creo que hay varias razones, algunas de ellas ya mencionadas. Una cifra estadística que me aterra y que me entregó gente que trabaja en la Cámara Chilena del Libro: se venden al mes 1.000 libros de literatura, de prosa, en una ciudad como Santiago de Chile de 8 millones de habitantes. Y en esa misma ciudad de Chile se venden al día 1.000 autos nuevos. Esa es la relación. Entonces, yo creo que es parte del desinterés por la cultura, el desinterés por el devenir de la literatura. Yo no estoy defendiendo la literatura lectura de los libros a ultranza, pero es una señal muy significativa de que algo NO está pasando.


-Tú mismo has dicho que el libro que no se publica, no existe…

Entre las novelas y libros de cuentos publicados por Saavedra destacan: Prontuarios y Claveles, (Ed. Simplemente Editores, Santiago, 2011); El legado de Bruno, (Ed. Alcalá, Madrid, 2010); El último – Sumarísima relación de la historia de Samuel Huerta Mardones (Ediciones del Escaparate, Concepción, 2004); Erótica de la Resistencia y otras historias de resentidos, (Ediciones del Escaparate, Chile, 2003); Magna Diva – Die Oper der Mörder (Ed. Rhinoverlag, Weimar, Alemania, 2003); Die Große Stadt (Ed. Schwarzdruck, Berlín, Alemania, 2001); Spätes Wiedersehen (Jahrbuch f. Literatur, Husum, Alemania, 1992); Frühling aus der Spieldose (Ed. Aufbau Verlag, Berlin-Weimar, Alemania, 1990).

-No existe. Y el libro que no se lee tampoco, porque para que exista un libro tiene que existir alguien que lo escribe y alguien que lo lee. Y el mediador también tiene que existir, que es el editor.

-¿En que están los editores en Chile? -Se ha publicado mucho libro, pero son editoriales pequeñitas, con ediciones tan pequeñas que llegan a dar pena. Los editores pequeños sobreviven. Acá, y como en todo el mundo, el mercado está dominado por los consorcios, que ya sabemos cuáles son.

-Tus derechos de autor te permiten dedicarte a tu vocación de escritor… -(Sonríe) Sí, me puedo dedicar a escribir. Yo escribo porque vivo. O, como decía Lihn, porque he escrito no me he muerto.

* En Dramaturgia de Omar Saavedra de Agustín Leteler, Anales de la Literatura Chilena, Año 15, Junio 2014, Número 21.

REVISA EXTRACTOS DE LA OBRA DE OMAR SAAVEDRA EN

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/ MÚSICA

En el año 2012, cuatro mujeres que el destino juntó en Valparaíso decidieron seguir un difícil camino: el de la música docta en Chile. Sabían que no iba a ser fácil, pero ya han grabado dos discos y lograron validarse como compositoras en el conservador mundo de la Academia. pág · 22


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/ CUENTO INÉDITO

Escribe Walter Koza* / Ilustra Picaflor

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Pamela padece mal de amores. Está angustiada, deprimida. Decide empezar terapia y consultar con un analista. A medida que avanzan las sesiones, ella se va entregando por completo al profesional. Este la ayuda a olvidar al hombre que tanto la hace sufrir. Pero, en contraposición, Pamela se termina enamorando de él. Las cosas empeoran. ¡Es inconcebible que un paciente se enamore de su analista! Ella cada día lo ama más, pero no se lo dice. Quiere abandonarlo y no puede. Prefiere sufrir viéndolo en las sesiones antes que alejarse. Aquejada por este flagelo, decide consultar con otro analista. El nuevo trata de ayudarla. Es muy comprensivo y amable. Además es buen mozo. Como consecuencia, Pamela también se enamora de él. La angustia y la desesperación se multiplican. Opta por ver a un nuevo psicólogo. El resultado es idéntico. Intenta con otro, pero le sucede lo mismo. Así entonces, llega el quinto analista y el quinto amor imposible de Pamela. Como ya no puede costearse un nuevo profesional, trata el problema del amor que siente por el último, con el primero. Pamela le cuenta al primero que está enamorada del quinto, nada dice sobre los otros. Al segundo, le habla únicamente del primero. Al tercero, del segundo. Al cuarto, del tercero. Al quinto, del cuarto. Pamela hace terapia de lunes a viernes.

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Lo que Pamela ignora es que sus analistas también están enamorados de ella. Comparten una misma angustia. Tratan de superarla mediante terapia. El primero se analiza con el segundo. El segundo lo hace con el tercero. El tercero con el cuarto. El cuarto con el quinto. El quinto con el primero. Ninguno menciona el nombre de Pamela en sus sesiones, pues, por más angustia que deban soportar, de ningún modo van a violar los sacrosantos designios de la ética profesional, revelando el nombre de uno de sus pacientes.

*Walter Koza, originalmente de Rosario, Argentina, vive en Viña del Mar y es profesor universitario. Ha escrito la novela El guardameta (Expreso Nova Ediciones, Buenos Aires, 2015) y el libro de cuentos El pez por la boca come (Ed. Ciudad Gótica, Rosario, 1997). También realizó el guión de la historieta La patria también es mujer (Las Juanas Editoras, Buenos Aires, 2010).

revisa la convocatoria en nuestra Web.

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Es uno de los mejores restaurantes de Valparaíso y del país gracias a su impecable cocina de mercado y una singular selección de vinos, pero también es un símbolo de lo bien que hace funcionar como negocio que mira al turismo, respetando a quienes viven por generaciones en cerro Bellavista.

/ GASTRONOMÍA + CINE

Escribe y fotografía Carlos Reyes M.* No queda tan claro por qué el carácter de cerro Bellavista sigue siendo el de un barrio. Allí está La Sebastiana con su diario transitar de fetichistas nerudianos; el Museo a Cielo Abierto mostrándose como el ancestro académico de la graffitería que rebosa la ciudad. Hay hartos turistas con mapas, aplicaciones y miradas desde lo pintoresco y a veces desde lo paternal. Es un punto de partida como varios en el puerto, con todo para figurar como otra cáscara semivacía, llena de pasantes para la foto como el Cerro Alegre y el Concepción. Pero aún con ese hándicap sigue habiendo niños jugando pichangas, señoras conversando en las esquinas, estacionamientos liberados, silencio. Es singular Bellavista porque allí se cumple mucho de lo que llaman turismo sustentable. Ahí funciona Espíritu Santo.

se tratara de un cierto tipo de energía. Un poco de eso se trata, del reflejo de un espíritu de comunidad en equilibrio. En el fondo, ese es el gran valor de este restaurante aparte de su calidad gastronómica. No se trata de un sitio del día a día sino de un comedor especial, gourmet en concepto y precios, un pequeño lujo desde lo cotidiano y por eso, quizá, es apreciado por afuerinos que ven cómo la buena comida de mercado se les escapa de las manos en sus lugares de origen. No como allí, instalado en un sitio donde aún se vive conociendo al vecino, y con comida rica.

Es hostal y restaurante. Ambos de alto nivel, de élite para el porteño promedio. De un lado cinco habitaciones y del otro uno de los mejores restaurantes de Valparaíso y del país. Lo dice el libro de visitas, la crítica y quienes viven la experiencia de comer en un sitio claro y cómodo mientras la vida del barrio pasa por el lado. No hay estridencias ni una infraestructura hecha para ponerle el pie encima al vecino; sólo una cocina de mercado impulsada por Manuel Subercaseaux y secundada por su madre Laura Moreno desde la administración. Un dúo que conoce el medio desde hace un buen rato, desde 2005 para ser exactos, cuando el chef abrió Apolo 77 en los primeros años patrimoniales del Cerro Alegre. Allí moldeó su estilo cocinero actual, y también la idea de convivir con respeto con quienes habitan desde hace -al menos- un par de generaciones en la casa del lado. Así funciona hoy y ese respeto llega a la cocina, donde el cuidado por los ingredientes, por conocer su origen y tratar de saber quién es el agricultor, el pescador o el proveedor de carne, forma la base de lo que luego llegará a la mesa. Así el pescado del día, que suele ser de roca y llevado por buzos especializados, luce sencillo pero impecable en su frescura, expresada también en tiraditos suculentos y llenos de chispa.

*Periodista, editor de la revista LA CAV (Club de Amantes del Vino). Autor de libros-guías de restaurantes de Valparaíso y Viña del Mar.

Suele haber pulpo a la parrilla, en uno o dos tentáculos rechonchos y bien formados, que son tanto color como textura blanda y suave, con sabor intenso. Lo mismo que las ensaladas con mariscos, o pastas del día con rellenos generosos, haciendo juego con una selección de vinos acotada en relación a otras cartas de la ciudad, pero cuidada en extremo: etiquetas alternativas, hechas con frutas orgánicas, muchas de ellas de productores cercanos como Casablanca o Leyda. Gente que hace el vino y luego lo muestra, lo explica y lo comparte, para que el mensaje de la viña se transmita a la mesa del restaurante como si

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FICHA Héctor Calvo 392, Cº Bellavista, Valparaíso. Tel. (32) 327 0443


Escribe Marcelo Macellari / Imagen gentileza de Miradoc

Un tío que estuvo preso por matar a un tipo en un riña en un bar de Matucana allá por los años 60. Una hermana profesora de artes plásticas que vivía con otra mujer que era más que su amiga, según decía la nuera metiche, y más “viva” que todos juntos. Los primos pobres que la familia arribista no invitó al matrimonio porque no se sentirían “cómodos” entre las nuevas amistades de los novios. Una foto guardada en un cajón de lata, que se mojó con la lluvia en el patio de luz. O que apareció de improviso cuando desembalaron los libros con el cambio de casa. Una foto. Una imagen del recuerdo, olvidada por descuido -o quizás a propósito- es el punto de partida de Genoveva, documental de la realizadora nacional Paola Castillo.

Y claro, la realizadora lo entiende y hasta ironiza con ello, al poner a Anita Tijoux, la más global y “étnica” de las cantantes chilenas, en las escenas que evocan a la protagonista de este trabajo audiovisual. Y es que en el Chile de hoy, moderno y ecologista, el de las redes sociales y de contacto, pero tan clasista y arribista como en los tiempos de la Belle Époque tercermundista, lo mapuche está de moda, como antes lo estuvo lo francés. Es hasta “pro” casarse en una ceremonia araucana con un cóctel ídem, usar joyas mapuches, que aparecieron en la revista femenina feminista de papel couché, combinadas con un pañuelo Pucci. Y, por supuesto, comprar hierbas en la farmacia mapuche, porque son mejores que los genéricos que comercian en las boticas coludidas. Y harto más baratas.

Genoveva Soto Vásquez es la bisabuela de la directora del documental. De Genoveva solo quedan cinco recuerdos y un acta Genoveva es una obra audiovisual que ofrece una radiografía de defunción. Se sabe de ella que era morena, trabajó de lavandera, social y étnica del país que está en el vecindario equivocado. “Aquí tuvo tres hijos y que fumaba mucho. Y que era mapuche. Mapuche hay un problema antropológico cultural, de raza (…). Nos llaman en Chile. huincas”, le señaló el Presidente Salvador Allende al realizador estadounidense Saul Landau, hablando de la cuestión mapuche, en La opción de la persistente directora de títulos como 74 una entrevista del año 1971, en pleno auge de las movilizaciones en metros cuadrados y La última huella, así como productora de la obra la zona de Cautín. El mandatario habló, como está registrado en premiada en Cannes Allende, mi abuelo Allende, es ética pero también una joya documental de 13 minutos llamada Ahora te vamos a llamar estética, algo que a veces olvidan los documentalistas chilenos por hermano, de “una raza negada, degradada física y moralmente”. Han ese afán realista, de reportaje periodístico a lo “Informe Especial” pasado 44 años de esas palabras y nada parece haber cambiado. Es noventero, que un adelantado como el surrealista Luis Buñuel ya en triste, pero a la vez esperanzador, porque las nuevas generaciones la década de 1930, con “Las Hurdes”, demostró puede importar un tienen en sus manos hacer el cambio. O sus hijos, que ojalá se soberano rábano. sientan orgullosos de su bisabuela o su tío abuelo mapuche, como lo demuestra la directora de este documental Paola Castillo. A veces, a Paola Castillo se le pasa la mano con lo estético y Genoveva se pone hasta ondera, como un buen video de Gepe. Pero, en definitiva, esto no es lo esencial del documental. O tal vez sí, porque la mirada es de una cineasta que comenzó a filmar en la FICHA TÉCNICA década del 2000 y no de un director formado en la Universidad de Chile a principios de los 60, cuando por las venas de la América Dirección: Paola Castillo / Producción: Paola Castillo / Duración: 68 Latina pobre y analfabeta corría sangre e ignorancia que presagiaba minutos / Guión: Paola Castillo / Fotografía: Pablo Valdés / Montaje: ya las dictaduras setenteras, los planes con nombres de aves de Coti Donoso / Sonido: Boris Herrera – Roberto Espinoza / Casa rapiña y las élites que hacen vista gorda e incluso colaboran para Productora: Errante Producciones. mantener el orden. El orden social y, sobre todo, el económico, que en definitiva es lo importante y que no por nada lo legitimó la Premios y Festivales: Mención Especial del Jurado, Competencia democracia del arcoíris y sus estadistas amarillos, el presidente Cine Nacional, Sanfic 2014 / Selección Competencia Largometraje gerente y la madre de todos los chilenos, que protege, consiente y Documental Antofadocs 2014 / Selección Competencia defiende a su vástago como leona. O como jaguar. Iberoamericana Femcine 2015. pág · 27


/ LIBROS

Bahía de Valparaíso de Roko Matjasic.

Anticipo del libro

LA GENERACIÓN PORTEÑA Escribe Marcela Küpfer

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A fines de la década del ’20, Celia Castro, considerada la primera mujer profesional en la pintura, regresa a Chile desde Europa e instala un taller en Valparaíso, abierto a “los pintores jóvenes” del Puerto. Allí Celia Castro – abuela del ex Presidente Salvador Allende- recibe a artistas incipientes, sin recursos económicos ni escuela, quienes en las décadas subsiguientes darían forma a un nuevo movimiento artístico, de características únicas, particulares e irrepetibles pero que, por las condiciones precarias de sus integrantes y su condición de provincianos, no obtuvo el reconocimiento de la academia: la “Generación Porteña”. Los artistas Roko Matjasic, Carlos Lundstedt, René Tornero, René Quevedo, Jim Mendoza, Chela Lira y Manuel “Marinero” Araos son los integrantes del movimiento. Cada uno dentro de su individualidad, ajenos a influencias y herencias artísticas, pintan afanosamente Valparaíso, privilegiando nuevos temas: la febril actividad portuaria, los oficios, la bohemia, los personajes extraviados en la urbe porteña. Ignorados por la Academia y el establishment, permanecen durante décadas sin reconocimiento ni valoración. La trágica muerte de algunos de sus integrantes y sus precarias condiciones de vida contribuyeron a opacar su legado, el que hoy es rescatado en el libro La Generación Porteña, de los autores Carlos Lastarria y Marcela Küpfer, que será publicado en agosto por editorial Narrativa Punto Aparte. Este es un adelanto del capítulo dedicado al pintor croata Roko Matjasic, considerado el padre de la “Generación Porteña”.

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/ LIBROS

Club de Yates de Roko Matjasic.

Roko Matjasic, espíritu indomable Uno de los personajes más singulares de la Generación Porteña fue el croata Roko Matjasic, pintor prolífico, guía y maestro de varios de sus contemporáneos y dueño de una personalidad y porte recios, que le hacían sobresalir del molde del artista de la Academia. Su muerte, ocurrida en el camino costero en extrañas y nunca aclaradas circunstancias, sólo contribuyó a consolidar la leyenda en torno a este artista. Roko Matjasic nació en pueblo de Pucisce, en la costa de la isla de Brac, en Croacia, el 8 de agosto de 1900. Luego de combatir en la Primera Guerra Mundial, decidió abandonar su derruida patria y construirse un nuevo futuro en América. Llega a Sudamérica en 1919. Visita Ecuador y trabaja en las minas de estaño de Bolivia, donde estudia dibujo y pintura por correspondencia y aprovecha de retratar las costumbres del pueblo. Su espíritu aventurero lo obliga a moverse y en 1924 arriba a Chile. Ya dominado por su vocación, ingresa a la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile, en Santiago. pág · 30

En ese establecimiento se le consideró como uno de los alumnos favoritos de Juan Francisco González. De él aprendió las pinceladas sueltas y abocetar con grandes trazos. Una vez titulado, Roko Matjasic viaja a Valparaíso y tiene un encuentro fulminante con el Puerto, ciudad que será su hogar hasta el fin de sus días. En esta ciudad conoce, además, a Chela Lira, la extravagante pintora que se convertiría en el gran amor de su vida y con quien tendría dos hijas, a quienes él mismo retrata. Instaló su taller en un cerro de Valparaíso, el que fue un punto de encuentro con otros artistas de la ciudad y donde, sin expresamente ejercer enseñanza, compartió con otros pintores. Artísticamente cercano al Grupo Montparnasse, Roko Matjasic poseía rasgos personales propios, aunque con una notable influencia de su maestro Juan Francisco González. En sus telas


saltan recuerdos de aquello que Cézanne llamó modulación, tan cabalmente adecuado a los grandes planos de su pintura, a su pincelada ancha, a su ordenación escultórica y a su robusto monumentalismo. Pintó los cerros, el Puerto, Quilpué, el camino a Concón, las grúas, los barcos, los roqueríos. Hizo también retratos de mujeres tenues, delicados, sutiles y de un colorido singular. Incursionó en el óleo, así como en la acuarela, en el grabado y en los tallados en madera, aunque hoy es casi imposible encontrar obras en esta última técnica. Sus pinturas fueron siempre inspiradas del natural, donde la luz del sol le daba el tono para cada una de sus obras. Por eso, recorrer los campos, los cerros de Valparaíso y la costa era su mayor satisfacción. Roka Matjasic era un mocetón alto y atlético, de palabra entusiasta y de acento sincero, que predisponía a la amistad. Más de alguna mujer, cautivada por su impronta, se refirió a él como un ser imponente, casi un antiguo gladiador romano. Tuvo muchos amigos, atraídos por su ademán franco y desenvuelto, por su acogida amable y por su disposición a compartir sus conocimientos sobre arte. “Era el hombre más sociable que me ha tocado conocer (…) Sus ideas se llamaban libertad, se llamaban igualdad, y así las pregonaba, sin estridencias, pero con esa voz firme, ronca de macho diferenciado. Nunca se sabía cuándo aparecería por la casa la figura sólida de aquel hombre con cara de gladiador que sabía decirlo todo con la sencillez y modo de un niño”, escribía un anónimo cronista en una nota panegírica publicada en la prensa local, tras la extraña muerte del pintor, ocurrida el 11 de noviembre de 1949. Ese día, como de costumbre Roko salió a pintar en los roqueríos, específicamente en el sector de puente Los Piqueros, en Concón, en un sitio conocido entonces como “la bajada de los negros”. Iba alegre y animoso, a trancos largos, con su caja de pinceles y el caballete plegado bajo el brazo, entonando canciones de su patria. Dejó en un sitio abrigado la pesada caja y salió a reconocer el lugar desde donde miraría bullir el oleaje contra las rocas -porque Roko no pintaba esas marinas románticas, con veleritos caprichosos danzando sobre las olas iluminadas: sentía el mar en libertad, prefería la furia de las espumas lanzadas contra las bastillas graníticas a la tranquilidad del horizonte-. Nadie sabe a ciencia cierta qué ocurrió, pero aquel luminoso día, el mar recibió a Roko Matjasic para siempre. El artista croata avecindado en Valparaíso desapareció y sólo se encontraron su abrigo, su caja de pinceles y su caballete entre los roqueríos. Roko tenía entonces 49 años, pero conservaba su espíritu juvenil.

La prensa local dedicó largas y numerosas crónicas a la misteriosa desaparición del pintor. La búsqueda del cuerpo y la recompensa de 5.000 pesos ofrecida por el hermano del pintor contribuyeron a mantener el tema en el tapete público por varias semanas. “¿Fue asesinado el pintor yugoslavo Roko Matjasic Martinic? ¿Dónde se encuentra actualmente? ¿Hay alguna organización criminal decidida a eliminarlo?”, escribía el diario El Mercurio. Por los hechos fueron detenidos e interrogados dos pescadores, quienes encontraron los implementos de trabajo del pintor y su abrigo. Debido a su menuda contextura física, se descartó que hubiesen podido dominar al fuerte y recio croata, para luego lanzarlo al mar. Pero fueron formalizados por profanación de cadáver pues, según relataron al tribunal, habrían encontrado el cuerpo de Matjasic flotando en el mar, tres días después de su desaparición. Los pescadores confesaron que sacaron el dinero (1.200 pesos) y un reloj desde el cuerpo, así como el abrigo. Intentaron dejar el cuerpo en una roca más alta, para cobrar luego la recompensa, pero aparentemente una ola se los arrebató y lo perdieron de vista para siempre. Hubo otros sospechosos. Una de las hipótesis que circuló era que Roko había sido atacado por matones enviados por el jefe de los bajos fondos porteños, al que el enamoradizo Roko le habría quitado su amante. De acuerdo a esta versión, seis días antes de su desaparición, cuando celebraban su cumpleaños, le habrían advertido a Roko del peligro de las amenazas recibidas de parte de un apostador de carreras de caballos a quien el artista le había “levantado” una amante. Pero él, temerario e impulsivo por su carácter, desechó el peligro. También se habló de funcionarios de una institución policial, a cuyo jefe también Roko podría haber ofendido, al conquistar a su pareja. Todas tesis que apuntaban a líos con mujeres y celos de antagonistas, alimentadas por la fama de galán de Roko, por su espíritu sociable y cautivador y por su atractiva impronta. No obstante, ninguna de estas teorías fue verificada policial o judicialmente. El caso se cerró sin culpables. Sólo treinta años después, en mayo de 1978, su muerte fue decretada por resolución judicial, luego de que su hermano Marko Matjasic ingresara una declaración de muerte presunta en un tribunal porteño. A partir de ese momento, a su dinámica y activa trayectoria artística se agregó el misterio de su trágica partida.

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