LA LITERATURA DEL ARTE 1

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LA LITERATURA DEL ARTE Nuevos cuentistas y poetas de América Latina


Patricia Iglesias, fotógrafa de Moreno. Obra, Madrugada argentina.


CONTENIDO

L E T R A S

GÉNESIS 4-6

LOS MAESTROS 7 - 14

NUESTRO TEMPLO

P O E S Í A

LOS ARTISTAS CONSAGRADOS

79 - 81

15 - 28

LOS DE HONOR

LOS OTROS ARTISTAS 39 - 78

29 - 34

NOTAS MÁGICAS 35 - 38


GÉNESIS GÉNESIS LA ESCRITURA ARTÍSTICA En hombre y mujer, nace primigeniamente la querencia por trazar escritura. A medida que uno prende sus sensoriales busca expresarse en emociones o videncias. La literatura la ingeniamos entonces en lo intimista. Como forma de creación, proviene de nosotros en voz silenciosa y vamos soltándola al lienzo, posándola con palabras que traman oraciones, cuales asemejan nuestros pensamientos, figurados en naturaleza de universos, que inferimos desde nuestra experiencia para después obrarlos en la prosodia sacralizada. Consecuente con la erudición, hacer un escrito artístico es vislumbrar la surealidad. Uno va más allá de lo meramente eventual. Muchas veces, se alcanza a fundir esta vida con la expectación increíble. Podemos complementar aquí abstracciones como fantasías, creídas en asombro. Esto lo cual, nos permite innovar alegorías para el cambio del mundo, además nos inspira a imaginar lo desconocido. En lo holista, escribir es un proeza mágica. Entre las composiciones aparece cualquier urdimbre fascinante. Esta actividad con letras; así nos divierte a lo grande, expande nuestra mentalidad, nos ilustra sobre las diversas culturas. Uno de a poco empieza a compenetrarse con lo histórico y la fantasmagoría. Por tanto, hay encuentro con el intelecto al ser escritor. Deviene en la mayoría de ellos, un buscarse sobre los dilemas y misterios supremos, que percatan. Con avidez, leen y releen libros por efecto enteros; incluso hasta estudian bibliotecas a la vez que meditan sus creencias para ya con disposición; tomar la pluma y solos decidirse a narrar lo inspirado, tramas de ficción. Porque cierto, tal como dice Gabriel Arturo Castro: “La escritura produjo de algún modo la liberación de la palabra, y los textos están destinados a ser fijados por la memoria de la humanidad, ya que las emociones se hacen estéticas a través de la reflexión, la perfección y la producción de ciertos ritos, valores e imágenes del mundo interior y exterior”. De modo tal que para el ser humano, ella es superlativa. Su desenvolvimiento, que ha tenido durante los siglos, nos sirve ahora para mejor reconocernos, para ser más fervientes, tal es su esplendor. Con la poesía, por cierto, podemos desahogar nuestros sentimientos, darle igual consuelo a los decepcionados, una visión profunda extasiar, las fragancias ahí encantamos. En el cuento, ya como género pulcro, abrimos múltiples dramas, tendiendo a ser infinitas por el narrador. Aunque claro, hay unos órdenes especiales para sobresaltar con eficacia eso que revelamos.


Y sólo se intuye su complejidad, cuando uno estudia las obras maestras, demás si son dedicados periodos de soledad a idear lo impensado. Por supuesto, con tal intención, pretendiendo ser creativos sobre lo contado. De crescendo, pasando a la novela, creo es la conjugación de muchas historias, que permite explayarnos en libertades. Ella nos da mucha acogida a nuestra creatividad. Uno si gusta de poner varios personajes protagónicos, dicho género nos lo permite y por tanto, se puede entramar hasta el mismo mundo, tal como lo hizo Miguel de Cervantes con El Quijote. Y en fin; la escritura en esencia es fantasía, más las incontables alegorías inusitadas, cuyos misterios iremos vislumbrando con la máquina de Wells. Avanzadamente, porque nuestro deber ser es erguirnos como una humanidad realmente letrada. Hacia allá habremos de elevarnos por medio de esta emancipación artística y junto a las demás invenciones cultas, si dedicados esforzamos la moral ilustración. De hecho, tal como anuncia Ernesto Sábato: “Les pido que nos detengamos a pensar en la grandeza a la que todavía podemos aspirar si nos atrevemos a valorar de otra manera la vida. Nos pido ese coraje que nos sitúa en la verdadera dimensión del hombre. Todos, una y otra vez, nos doblegamos. Pero hay algo que no falla y es la convicción de que únicamente los valores del espíritu nos pueden salvar de este terremoto que amenaza la condición humana”. Así que es hora de resucitar en conocimiento y en obrar literario. Debemos luchar por la realización de una mente lúcida, versada en poetas como en filósofos espiritualistas. Ya para con madurez, poder completar escritos sobresalientes de arte o de cosmogonía. A tal caso, bien por el saber, razona Immanuel Kant: “Nadie puede decirse prácticamente versado en una ciencia y a la vez despreciar la teoría, pues así mostraría simplemente que es un ignorante en su oficio. Entre tanto, no puede avanzar más que la teoría, mediante ensayos y experiencias hechas a tientas, sin reunir ciertos principios y sin haber pensado su tarea como un todo, que propiamente constituyen lo que se llama teoría”. De acuerdo con este maestro, lo propicio viene a ser estudiosos, nosotros repasar mucha teoría literaria, volver a la lectura de poemarios, libros de cuentos, remirar las novelas clásicas para ir forjando una conciencia pulcra. Entonces despejados, por esta corriente, los letristas iremos promoviendo renovaciones del pensamiento, propiciadas mediante apólogos impactantes, que sirvan de trasmutación al ser humano, quien es lector, con tal luego entre nuestros pueblos, ir columbrando esa maravillosa tan anhelada por los sabios, la revolución artística.

De los creadores, La Literatura del Arte.


Sebastián Garay, escultor colombiano. Obra, Albores ancestrales.


LOS MAESTROS


LOS MAESTROS

ALIRIO QUIMBAYO DURAN

Poeta de Girardot; Colombia. Es especialista en la enseñanza de la Literatura, Universidad del Quindío. Actualmente, trabaja como docente de Lengua Castellana e inglés en la Institución Educativa, Joaquín París, Ibagué, Tolima. Escribe además para distintos periódicos y revistas del país. En cuanto a sus reconocimientos ha sido varias veces Primer puesto durante el Concurso Departamental de minicuento, Colegio Champagnat. Por otra parte; Primer puesto, Día Universal de la Poesía: poetas leyendo y presentando su poesía inédita. Premio Nacional de Poesía El Quijote de Acero, con el poemario: Residencia en la otra orilla, Pereira, 2010. Y Premio Nacional de poesía Porfirio Barba Jacob, con el libro: El tiempo líquido de las mariposas, Envigado, Antioquia, 2011.


DONDE ANDAN LOS CREPÚSCULOS De repente, los crepúsculos abandonan el tejido de viento y plumas, de trinos y lluvia; donde manos invisibles hicieron con arcilla los ojos de las montañas. Vuelan tras el rastro de Ícaro como perros de caza; olfatean los arreboles, muerden los relámpagos hasta que el mar se llena de vacilaciones cuando la noche enciende pequeñas fogatas.

ME REFUGIO EN LAS PALABRAS Me refugio en las palabras, con sus ramas hago mi nido; flotan mis ideas entre sus significados ocultas a los ojos de las hordas de segadores; vienen con su hoz a redimir el tiempo de las voces milenarias. Me refugio en las palabras; caverna donde el silencio es fuego, la noche, un sendero de fantasmas tanteando puertas y ventanas hasta hallar el verbo exacto en las nervaduras de las hojas. De Alirio Quimbayo Durán; los dos poemas, que fulguran en su libro, El tiempo líquido de las mariposas.


LOS MAESTROS

JOSÉ NIVIA MONTOYA

José Nivia Montoya: Licenciado y especialista en matemáticas, por la Universidad del Tolima. Tiene dos libros científicos publicados. Es además novelista y cuentista colombiano. Ha publicado tres novelas; Violencia en el Paraíso, El Demonio de la Sierra y El Canciller de los Tulipanes. Se encuentra en la mayoría de bibliotecas de habla hispana. Ha tenido varios reconocimientos a nivel nacional. Creó también un libro de cuentos, llamado; Prosas de la conciencia. Y fue finalista del concurso internacional de cuento; La Cesta de las Palabras, España.


LA DANZA DEL YAGÉ El brujo de la tribu danzaba con la cara pintarrajeada, blandía sus utensilios silvestres que lo caracterizaban como amo y señor del baile del yagé. El Mama con su varita de mambiar se desplazaba en una orgía infinita por los laberintos espirituales, surcando la enmarañada selva, levitando sobre el dosel. Al consumo del bebedizo, aunado con su tribu, el Dios jaguar de ojos candentes que brillaban cual saetas en la oscuridad de la noche, dirigía el baile premonitorio del éxito. La ofrenda a los dioses ancestrales, contra los invasores que habían cambiado su cultura, saqueado sus tierras y violado a sus mujeres, estaba por cumplirse. Pasaporte que el alma de la tribu en su psiquis profunda al son de los efectos del ritual, prodigaba un epílogo en el desafío a muerte, durante la marcha del mañana. Sólo esperaban la danza de la diosa serpiente, interpretada por la hija del cacique Aiwa, que al compás del tintineo de las semillas del árbol de chocho, fundiría su cuerpo en el baile del yagé, reptando con la inmensa pitón que recorría su ser. La ceremonia estaba por concluirse. De la espesura, se escuchó el tropel de mil demonios que al tartamudeo de las ametralladoras silenciaron al Dios jaguar en compañía de sus súbditos. Sólo unos pudieron escapar. Los otros, no tuvieron tiempo de ver el amanecer del festejo de la serpiente. Cuerpos diseminados por las malocas hechos jirones, naufragaban en su propia sangre. Los capturados fueron torturados y obligados a confesar lo inconfesable, luego arrojados como presea a sus dioses en el río de las pirañas, sin el ajuar de sus ancestros. El fin llegó. Era evidente que las milicias del estado habían descubierto la futura minga de los Aiwa. De José Nivia Montoya; el cuento, que liberta en su libro, Prosas de la conciencia.


LOS MAESTROS

RUSVELT NIVIA CASTELLANOS

Cuentista y poeta de la ciudad musical de Colombia. Es al mérito, Comunicador Social y Periodista, graduado por la Universidad del Tolima. Y especialista en Inglés, reconocido por la Universidad de Ibagué. Tiene un poemario y cinco libros de relatos publicados. Ha sido finalista de varios certámenes internacionales de cuento y poesía. Fue segundo ganador del concurso literario, Feria del Libro de Moreno, organizado en Buenos Aires, Argentina, año 2012. De crecimiento, fue premiado en el primer certamen literario, Revista Demos, España, año 2014.


LA DIVINA ALEGORÍA Si la profunda memoria no me falla, durante este veloz instante, vuelvo a mi recordada fuga del castillo infernal; hace un siglo imaginario de ustedes, hombres de cuerpos móviles, ustedes seres mortales, seres miedosos al amor. Ya respecto al tiempo, me lo pasé sufriendo abajo de sus dominios terrenales, durante casi todo un milenio errático. Fui ciertamente para aquella existencia, una luminosa retratista en aquel mundo de sonámbulos; un mundo plagado de seres malsanos y bestias a la vez homicidas. Menos mal, mediante mi facultad creadora, sigo aún con vida; pero ya me sé residente en otro universo posible, descubierto años antes, por mi arte del dibujo. Desde la infancia, yo también traté de volarme de ese imperio tan temido. Procuré la huida rompiendo los espejos del enfoque equidistante. Pero nada, no podía ser libre en realidad. Más entre las casuales rutinas, me gustaba repasar los cuentos de Gabo, debido a su poder íntimamente fantástico. Y yo, una mujer prisionera en un cuerpo transformista, luché por reflejarme en los amores trágicos de aquel escritor. Sola entonces sola, bajo una noche de masacres, mientras leía alguno de sus cuentos, por fin pude llegar al final del abismo; sucedió cuando la pintura viva del horror, se abrió en mil pedazos y enseguida yo fui cayéndome hacía arriba del único castillo perdido, viéndolo todo rodeado de vidrios traslúcidos. Así bien, ahora yo piadosa, estoy en otros museos, me paseo por los anchos pasillos pintorescos. Ahora yo risueña, salgo a recorrer los largos patios floridos. Ahora yo encantada, miro cada decorado del jardín tan espiritual. Para mí es como sentir un paraíso de paz. Hay bosques azules, sembrados atrás de los mares hundidos; hay navíos, surcando ríos de nebulosas estelares. Para mí es como descubrir la tierra blanca. De hecho, aquí en esta fortaleza inmortal, siempre habitan los angeles y angelas, quienes mantienen jugando felices, entre los cielos abiertos, igual de libres a sus bailes inocentes, entre los vientos invisibles. Y así ya, sin ningún fin, así de voladora y de mágica; mi unción hoy es bella y bella como las madrugadas con lluvias escarchadas, hoy presenciadas en esta única divinidad.

De Rusvelt Nivia Castellanos; el cuento, que recrea al eternal, para los artistas.


LOS MAESTROS

RUBENSKI

Rubén Campos Arias, poeta de México. Es Licenciado en Lengua y Literatura Hispánica, Universidad Nacional de México. Magister en Letras Modernas por la Universidad Iberoamericana. Ha publicado los libros; La Obscuridad es la Reina, Coffee Shop Amsterdam, el libro colectivo, Perduración de la Palabra, Tocan a la puerta. Antología de escritores mexicanos. Y la obra, Un claro en la ciudad. Ha recibido además varios reconocimientos de poesía en su país, México.


HOTEL SANDBERGER

Mi habitación no está sola. El fantasma de una mujer se hace presente por las noches. Soy luz en ti ―me dice―. En la obscuridad bebo el resto de la botella de vino y lío un cigarrillo. Recuerdo mi llegada a la ciudad. En el avión un musulmán se sentó a mi lado. Me sonrió. Yo dibujaba, poseído, cabezas de dragón, absorto en sus líneas misteriosas. El humo danza en la habitación, y la mujer fantasma me observa: Su vestido largo y blanco ondea, casi lo tocan mis dedos eléctricos. De Rubensky; el poema, que fantasía en su libro, Coffee Shop Amsterdam.


Daniela Godovina, fotógrafa colombiana. Obra, Ardilla roja.


LOS ARTISTAS CONSAGRADOS


LOS ARTISTAS CONSAGRADOS SANTIAGO CLÉMENT Cuentista de Mendoza, Argentina. Ingeniero agrónomo. Maestro en Viticultura y Etnología. Como escritor ha publicado para varias revistas a nivel nacional como internacional. También ha recibido varios reconocimientos literarios, entre los cuales destacan; Primer premio en Concurso de cuento, Martha Beatriz Bustos, Mendoza, Argentina. Mención especial en III Certamen Literario de Cuentos y Relatos, Sociedad Italiana de San Pedro. Mención de honor en el Concurso de Narrativa Emilio Salgari, Sociedad del Véneto de Italia, Buenos Aires. Finalista en X Concurso Literario Internacional Gonzalo Rojas Pizarro, de la municipalidad de Lebú, Chile. Mención especial en VI Certamen Literario Eduardo Gregorio, de la Municipalidad de Junín, Mendoza. Y Finalista en el concurso literario, Guillermo Meneses, de Necedades del Cuervo, Arte y Ciencias Humanas, Venezuela.

ROLY AVALOS DÍAZ Poeta, narrador y repentista de La Habana, Cuba. Estudiante de Comunicación Social. Miembro de la Asociación Hermanos Saíz. Egresado del Centro de Formación Literaria, Onelio Jorge Cardoso. Ha colaborado en la siguientes revistas; Pionero, Alma Máter, Somos jóvenes, Convergencias, Piedra de molino, de España y Proyecto Esquife, revista digital. Fue Primer Premio en la categoría, Lengua Castellana del Concurso Internacional, St. Paul Scholl, Barcelona, España. Premio en VIII Certamen Internacional de Décima Espinela Tuineje, Santa Cruz de Tenerife, España. Premio Célida Cortina y premio al mejor cuaderno de autor más, joven en el Certamen Nacional Ala Décima, por su obra, Boca de Lobo.


ANGÉLICA PEDRAZA CABALLERO Nací en un pueblito de la cordillera oriental llamado Málaga, donde el olor a panuchas, dulce típico de mi región, me ha acompañado toda la vida. Mi pasión por la lectura comenzó años atrás, cuando leí la obra, Cien años de Soledad y posteriormente quise todos los libros del Nobel. Mi literatura se amplió a autores de todo tipo universal, y aunque eran pocos los escritores de Colombia, que llamaban mi atención como Gabo, nunca abandoné los de mi patria. Siento un gran amor por Colombia y sus símbolos que la representan nacional e internacionalmente. El doctor Patarroyo, Gabo, Botero y otra multitud de compatriotas, que engrandecen el nombre de nuestra nación son mis ídolos y espero algún día llegar a ser como ellos.


LOS ARTISTAS CONSAGRADOS SANTIAGO CLÉMENT CHARLA CON UN LOCO - ¡Amigo! ¿A dónde vas en esta fría noche? Un hombre sentado en un banquito debajo de un toldo acaba de llamarme. Miro hacia el costado sin dejar de caminar, cubriéndome del viento con la campera. Me esperan a cenar en casa. - ¡Siéntate amigo! y cuéntame tu pena. La frase es extraña… no se para qué, pero me detengo. El hombre está afeitado a la mitad, lleva medio mal puesto un gorro muy raro y ropa vieja, aunque limpia. - Ven amigo, cuéntame tu pena, y no te apures… que esta noche se la he robado al tiempo. No tengo una pena para contar… o si… no lo sé. Solo tengo una vida común, sin sobresaltos… el hombre mira sin fijar los ojos en mí, sino un poco más arriba, como si mirara a través de mi rostro, hacia el cielo. Pero es a mí a quien le habla; estamos nosotros dos solos. - ¡¿Cómo que no tienes una pena?! Si te he visto caminando con la cabeza gacha, arrastrando melancolía… siéntate y libera esa tristeza ¡que se la lleve el viento! Esta noche las estrellas serán las únicas espectadoras de tus lágrimas… y tal vez de las mías. Me esperan a comer, pero creo que decidiré llegar algo tarde. De qué está hecha la vida sino de momentos para recordar, de historias para contar. Ciertamente venía mirando el suelo, el hombre estaba atento, sucede que hoy me volví a preguntar si esto tiene algún sentido, si esta marcha lleva hacia alguna parte. Venía mirando el suelo, venía pensando… Aunque mi vida no lo refleje, y mis amigos no lo crean, soy un hombre reflexivo. - Siéntate aquí en este rincón, que me contarás tu historia y yo… yo te mostraré un mundo que no conoces. No sé si tenga sentido sentarme. Qué puede haber de interesante en un hombre desgarbado que dice frases ilógicas y extrañas… no sé por qué pero últimamente todo me parece vacío. Ya hace tiempo que nada me asombra, nada me atrae… fue con la edad… fueron pasando los años y un día me pregunté ¿hacia dónde voy? Y todo comenzó a aburrirme; el trabajo, mis actividades, hasta mi familia… todo; el sol saliendo al despertar, la luna apareciendo de noche y esfumándose de día… quedé ciego a la poesía del universo.


- La Luna no desaparece mi amigo, cuando todos despiertan ella sigue allí, apenas visible, medio oculta detrás del telón celeste que se cierra de día y se abre nuevamente de noche mostrando este inmenso escenario que puedes ver ahora mismo alzando tus ojos, con sus infinitos protagonistas brillando lejanos en el cosmos. El cosmos, ese cosmos caótico, antiguo, viejo… un reflejo de nuestra caótica existencia; amaneciendo sin ganas, cada vez más viejos, más torpes, más insulsos. Apretujándonos unos con otros en un engrudo humano, bajando del colectivo y caminando a los apurones para no llegar tarde al trabajo, pisando las hojas muertas sobre la vereda húmeda. - Las has visto muertas amigo, ¿pero no las has visto acaso moviéndose en el viento? en ese eterno balanceo, creciendo magníficas sin que nadie las mire… hasta que la gente distraída pisa sus hermosos cadáveres. Y cómo ver la alegría en el marrón insípido, en la decrepitud, en la decadencia de lo vivo, en lo gris, en la rutina. No sé para qué me detuve. ¿En qué estaba pensando? ¿Acaso iría a encontrar alguna maravilla en un hombre solitario, en un hombre sin amigos, sin destino, sentado solo debajo de un toldo en la vereda? - Lo decrépito tiene su encanto mi amigo. Camina despacio el decrépito ancianito, midiendo cada paso, absorbiendo cada hálito de vida como si fuese el último, saboreando cada efímero instante de su corto futuro, mirando la luna oculta, las hojas en el viento. Se lo ve ruinoso y alegre, queriendo pedir a toda la calle que frene, que haga silencio, que escuche esa voz que, ahora, a esa edad, habla tan clara desde adentro - ¿la escuchas? – dice que no solo la gente va corriendo, el tiempo también. Eso sí que es cierto ¡Si se ha vendido rápido el tiempo! si han pasado por encima los años, arrollando el pasado, aglomerando recuerdos. Si apenas ayer en esta esquina pasaba yo de pantalones cortos con mi pelota. Y hoy es una calle vacía en la noche, y mañana estará tan vacía como ahora, con una multitud de gente yendo y viniendo; una multitud de presos, llenos de nada. - ¡Amigo! Nunca está vacía la calle, no existe la nada. Si vienes mañana te mostraré el abrazo de aquel amigo que no conoces abrazando a ese otro amigo que tampoco conoces. Te mostraré sus sonrisas y seguramente sonreirás también cuando veas que gracias a esa mueca fantástica del ser humano es que se llena de vida el alma y también la calle.


LOS ARTISTAS CONSAGRADOS Qué es la vida, qué es el alma más que un ser que deambula con un cuerpo por un camino sin huella y sin llegada. O sí… la muerte, la nada… Dónde está la vida aquella que inventan los sueños en la noche. Ya me voy para casa. Aquí no hay nada, más que un hombre solitario y yo. - ¡Espera amiguito! ven aquí mañana y verás que pasa. ¡Que la vida baila y baila! Entre medio nuestro… te mostraré con cuánta destreza la esquiva la gente en la vereda, sin verla siquiera, sin apreciarla. Un hombre sentado debajo de un toldo que me habla mientras mira a la nada. Una calle desierta y un viento que cala las entrañas. Ni siquiera estoy seguro si es a mí a quien habla. Saldré corriendo para no llegar tan tarde a casa. - ¡Solo una última palabra hermano mío! Solo una palabra para acabar con tu nostalgia. Si logras ver estas cosas que te he contado, esa pena que traes se ira yendo. Que otros hombres han pasado por aquí corriendo y han vuelto en silencio. Que estoy acostumbrado a charlar con locos como tú, que andan corriendo, esquivando la vida todo el tiempo.

Del argentino, cuento existencialista.


ROLY AVALOS DÍAZ ANONIMATO Recién cumplidos los 80 años se preguntará por la mujer de su vida. Ya será uno de los grandes escritores del planeta. La candidatura al Nobel lo habrá convertido en personaje célebre casi de la noche a la mañana. Ahora la podré encontrar, se dirá ante el espejo del baño, ajustándose la dentadura postiza y la corbata, ahora soy una figura pública. Ahora sí, coño, ahora sí. En dos semanas se adaptará a la lógica y repentina aparición de enemigos, ex esposas, ex amantes, ex hijos incluso. Como si hubiese esperado esos instantes toda la vida, sobreactuará una pose de anciano feliz para las cámaras de una rueda de prensa internacional. Más tarde las muchachas periodistas le brindarán tragos y adulaciones. De repente una de ellas sacará de su bolso el The New York Times. Él no comprenderá ni una de las palabras en inglés, pero sí la ridícula foto de la primera plana. -¿Y esto?, preguntará nervioso, mirándolas. Ellas congelarán la risa y no sabrán qué responderle. Entonces él recordará que nunca le preguntó el nombre a la señora del parque. Pero esto ocurrirá después. La mujer de su vida lo había descubierto antes que la Academia Sueca. De adolescente ocultó sus libros como si estuviesen censurados. Después se acostumbró a leerlo en cualquier sitio; en inmensas colas a la entrada de los cines; bajo apagones, a la luz de una vela; caminando; de pie entre miles de cuerpos sudorosos dentro de cientos de guaguas; en el trabajo; embarazada, luego de acostar a la niña. El viejo autor, solo en casa, en calzoncillos y chancletas, cuando escuchó la sigilosa noticia radial, de las manos se le resbaló el vaso de agua con azúcar. Se sintió rodeado de gente que aplaudía su desnudez, sorprendido in fraganti. Respirando la humedad de un cuarto sin teléfono, televisor o computadora con acceso a redes, arrastró los pies hasta la sala, preguntándose al unísono por amigos, parientes, mujeres hartas del Dúo Literatura y Pobreza, y pensó en el hijo, su hijo único, y en la última vez que se dirigieron la palabra. Entonces, derrumbados los huesos sobre un sofá de más de un siglo, se dedicó a marearse oyendo cómo la onda lejana de una voz, algo escéptica, leía sin énfasis, un largo currículo. El viejo autor no entendía cómo, si nunca montó un avión ni gozaba de agente literario, y se encogió de hombros hasta vestirse y salir de la casa.


LOS ARTISTAS CONSAGRADOS -Perdone, señora, ¿puedo ayudarla?, ¿le pasa algo?

La señora rió negando con la cabeza. A primera vista su rostro no tenía una edad clara. Podía tener treinta, cuarenta o cincuenta años, cuando más. Dejó caer el libro sobre la saya y se secó ambas mejillas. -No se preocupe, señor, es que me emociono… El riesgo de ser una lectora empedernida, ¿no? -¿Y es tan bueno…? -¿El libro? La niña le dio una de sus flores a la madre. -Gracias, mi cielo. Muy bueno, señor. Una llovizna sirvió para que se protegieran bajo el techo de una parada inhóspita. La niña bañó las flores robadas. Cuando se sentaron, la señora declamó un párrafo que hablaba de la lluvia. -¿Lo ha leído? –se interrumpió. El viejo se encogió de hombros. -Empiece ya –ordenó y le puso, con un recelo exagerado, el libro sobre el pantalón-. Es genial, genial… único. Lea la primera oración. El viejo hojeó con pánico. Halló páginas amarillentas, gastadas y sucias en los bordes, líneas y párrafos subrayados. -Al menos sirven para aforismos. -¿Cómo? -Nada, nada, leía en alta voz. Había esquivado una sensación de pena. Temió no haberse mirado al espejo antes de salir. Sintió que si se comportaba amable y sonreía, su cara iba a semejar un cúmulo arrugas sonrientes. -¿Sabe qué? –dijo ella, de nuevo con los ojos humedecidos-. Solo me queda un sueño: conocer a este hombre extraordinario. -¿Quién? -¿Quién va a ser?: el autor. -Ah. Cuando escampó, la niña hundió la nariz en las flores. -¿Sabe cómo lo imagino? –continuó ella. -¿Cómo? Con una mano se cubrió la risa.


-Un poco mayor, claro, pero tan… Estoy segura de que me encantaré cuando lo vea. Porque algún día lo voy a ver, sí, ya verá. -¿No lo conoce? -En la contraportada de este libro hubo una foto, pero la niña… sabe como son los niños, la rompió. -¿Lo ha visto? -En vivo no. Ni una vez. Es que ni lo ponen en televisión. Le juro que no sé ni qué cara tiene, pero no me importa. Amo todos sus libros. Eso me basta. El viejo no sabía qué decir. -No lo conozco, pero debe ser hermoso. -¿Cómo lo sabe? - Lo siento aquí –se tocó el pecho y le fijó una mirada tan convincente que parecía irreal-. Sin pensarlo me casaría con él. -¿En serio? La señora se mordió los labios antes de echar otra lágrima y asentir con rapidez. -Me lo leo sin descanso desde el Pre, hasta mi niña se sorprende. El viejo comprendió que probablemente estaba hablando con la mujer de su vida. -A lo mejor no lo conozca nunca –dijo ella. -¿Por qué? Suspiró: -Sueño tanto con tenerlo así, como a usted, cerca, aunque sea unos minutos… quizá es un hombre ocupado, serio… no sabría ni qué decirle… supongo que tontería más tontería… jaja… es sólo un sueño incurable. La niña avisó que venía la guagua. La señora le tendió una mano al viejo y al abrazarlo le soltó: -Fue un placer conocerlo, mil gracias por haberme oído un rato. Él respiró profundo. -El placer fue mío. -El libro –advirtió la niña. -¿Cómo se me va a olvidar? El viejo pensó que la mujer de su vida estaba loca. « ¿Por qué no escogió a Gabo, a Vargas Llosa, por ejemplo, o a Hemingway?»


LOS ARTISTAS CONSAGRADOS La guagua dio un frenazo antipoético. Minutos después la niña bajó corriendo del vehículo, le entregó su ramillete de flores y le dio la espalda sin oír gracias. Luego del motor y el humo, regresó el silencio. El viejo cerró los ojos imaginando una historia de amor inverosímil. Debió permanecer allí sentado un par de horas, antes de la publicidad, las cámaras, las ovaciones, las entrevistas, los paparazzi extranjeros, las primeras planas, los dossiers, la enjundia de los homenajes, las demasiadas loas. No le importó tanto el futuro. No quiso saber si sus gestos ahora tendrían valor fotográfico. Hundió la nariz en las flores rojas y alguien, con medio cuerpo escondido detrás de un árbol, le disparó varios flashes. Al viejo le dio gracia el susto. Su corazón era un indocumentado adolescente con ganas de comerse al mundo. Oscurecía.

Del cubano, cuento de literatura.


ANGÉLICA PEDRAZA CABALLERO RECUERDO Con la memoria vacilante, Gabo aún recordaba los días de su infancia. Aquellos días en los que Cien años de soledad comenzaba a gestarse. Recordaba el olor a trapiche, recordaba las negras alegres, recordaba el calor abochornante y las risas estridentes. Hacían tanta parte de sí como su primer amor. Los recordaba a tal punto que podía extender la mano y tocar la tierra seca de Aracataca sin moverse de su casa. Y acreditaba a aquellos recuerdos que su obra, escrita en la efervescencia de la noche y la resaca de la mañana, hubiera tenido el impacto que tuvo. Porque su obra no se reducía a Macondo, su obra era su corazón mostrado en vivo y en directo mediante sus relatos, con un tono que variaba entre la tragedia y la felicidad, entre la corrupción y la santidad y que daba la ficción como una experiencia del diario vivir. Pero ahora, mientras recordaba aquellos viejos tiempos, venían a su memoria grandes espacios en negro que se difundían en una mazamorra con las palabras que había guardado después de innumerables tachones y de bloqueos de escritor que parecían interminables. De repente se veía jugando con Amaranta. Un minuto después, sentía que sus dedos traspasaban la dorada luz en la que navegaba el bote en Madrid. Y un momento luego, se veía tomado de la mano de su madre, acompañando el cadáver de un doctor que todos odiaban bajo el sol abrasador del medio día mientras al fondo se oía la llegada del tren. Su imaginación, que antes era un gatito domado que con ligeras caricias lograba inspirarlo era ahora un león desbordado que rasguñaba hasta romper su filtro de la realidad. Una vez había visto a Aureliano montando una patineta frente a su casa. Luego había pasado el señor Presidente cuyo deseo expreso era ponerse al mando de un movimiento renovador, pasando en bermudas, sosteniendo una taza de café en una mano y un cigarro en la otra, guiñándole un ojo mientras le daba una larga calada a este último. Tampoco sabía explicar porque la mujer más bella que hubiese visto en la vida se había detenido precisamente frente a él y le había preguntado donde estaba el aeropuerto y a qué horas salía el avión a New York. Con esas reflexiones en la cabeza, se dio cuenta de que los párpados le estaban pesando y unos segundos después, Morfeo lo estaba arrastrando a su reino.


LOS ARTISTAS CONSAGRADOS De lo que no se dio cuenta era que La Bella lo había arropado, había retirado el pelo de su cara y le había dado un angelical beso en la frente. Tampoco se dio cuenta de que en su sueño, en el cual presenciaba su propio funeral, sus amigos y dolientes habían sido reemplazados por los innumerables personajes de su obra, de que su ataúd estaba hecho de las páginas de sus libros, sostenidos por hormigas y de que en lugar de epitafio, su tumba tenía la certificación del Nobel.

De la colombiana, cuento a un escritor.


GRANDES LAURELES


De los creadores, La literatura del arte. Obra, Alcor.


LOS DE HONOR


LOS DE HONOR

MATÍAS MARTÍNEZ Soy cuentista uruguayo y Técnico en Turismo, Universidad del Trabajo de Uruguay. Poseo amplios conocimientos en todo lo relacionado a la realización de espectáculos. Hablo inglés y portugués fluidamente. Como escritor me encuentro dando los primeros pasos, participando en concursos literarios con obras originales. Hasta el momento me dedico a cuentos y narraciones breves, soñando algún día en poder completar una novela.

NATHALY GONZÁLEZ VARGAS Poetisa y Estudiante de tiempo completo, curiosidad insaciable, amante de la literatura, no podría vivir sin ella, pero seguro lo hará sin mí. Ferviente creyente de las palabras, no se las lleva el viento, si no que posan por siempre en la memoria del tiempo, y la dicha de ser una jornalera del amor, del amor como recurso, como esencia o como don, más principiante soy de este medio literario, y ávida por ser el puente en esta gran labor.


MATÍAS MARTÍNEZ ALGUIEN MÁS ALLÍ La oscuridad era total, no podía verse ni las manos frente a su cara; pero esto no le asustaba aún. La habitación era diminuta, mas la cercanía de las paredes no le provocaba claustrofobia aún. Estaba tranquila, relajada, incluso bajo sus ataduras que sólo le permitían efectuar leves movimientos para encontrar algo de comodidad en aquel minúsculo lugar. La temperatura era elevada, pero no agobiante: tibia y húmeda, ideal para el refugio del inclemente exterior que hacia notar su disgusto, con un silbido incesante entre las hojas de los árboles cercanos y las gotas que chocaban con fuerza contra las paredes de esa hermética cabina. De todas formas, esto no le provocaba otra cosa que seguridad, paz, alivio y placer, estaba como adormecida, aletargada. De repente una luz instantánea penetró como un fugaz reflejo entre los muros del lugar, y fue acompañada de un imponente trueno, que sobresaltó a la joven. La furia de ese golpe repentino fue tal, que le helé los huesos, le erizó la piel y su corazón de golpe aceleró su ritmo cansino y tranquilo. Aún así, su fortaleza parecía imbatible, impenetrable. Lo que la llevó a recuperar lentamente su placidez anterior, aunque ahora con una sensación de alerta más cercana. Pasaron los minutos y la angustia desaparecía, cuando algo sucedió dentro de su refugio. No lo vio, no lo tocó, no estaba segura si lo escuchó, pero sintió su presencia. Ya no estaba sola allí. Esa otra presencia era casi imperceptible, sin embargo, a la vez era notoria. No lograba definir que era. Su seguridad había sido violada. Inmediatamente se intento refugiar… no había donde. Y surgió aquí la característica mas humana de todas frente al inicio del miedo, la negación. Al instante intentó convencerse a sí misma de que no había nada. Si no lo puedo ver, ni tocar, ni escuchar, no hay nada, pensaba la chica, pero su adrenalina que fluía rápidamente por su sangre, la respiración agitada y el galope de su corazón le marcaban otra realidad. Algo simuló moverse en la oscuridad, no se notó que, pero derribó abajo todo pensamiento de soledad. Definitivamente ya no era la única en ese lugar. El sigilo de lo otro, no provocaba otra cosa que estremecimiento.


LOS DE HONOR

Intentó incorporarse… le fue imposible. No fue hasta entonces que reconoció lo limitado del espacio. Por tanto no pudo hacer más que arrinconarse contra las paredes, sin despojarse de aquello que limitaba sus movimientos. El terror la atrapaba, mil pensamientos corrían por su mente, el sudor aparecía en su frente provocado por aquella agradable temperatura que se había transformado en algo infernal. Sus ojos sobresaltados demostraban pánico, terror. Permaneció inmóvil, como si de esa manera pudiera burlar en la oscuridad a lo que la estaba acechando. Le fue inútil. Aquello se posó sobre su pierna; ella se congeló, quedó inerte, rígida, completamente abordada por el pavor. Lentamente, eso que parecía no tener forma, trepó hasta su abdomen, y con una furia descontrolada ella hizo todo lo que pudo para liberarse. Intento a toda costa escapar de lo que una vez fue su amparo y ahora parecía su sarcófago. Luchó incansablemente contra las paredes, que se elastizaban sin ceder ante sus esfuerzos. Logro sacárselo de encima, mas continuaba allí, ahora por todas partes, ya que no sabía donde. Rodeó como pudo la habitación hasta que encontró la salida y pudo escapar en busca de ayuda. Corrió tanto como pudo, pero sus fuerzas estaban disminuidas y estaba totalmente desorientada. Luego de unos minutos pensó que estaba a salvo, aunque en su piel sentía esa extraña sensación que se percibe cuando alguien nos observa. No lograba verlo, no lo escuchaba, pero incluso así se colmaba su cuerpo con la percepción de que continuaba detrás de ella. Giró y en la oscuridad del lugar intentó ocultarse. Sin emitir sonidos rezaba desaparecer. Fue tomada por detrás y sellada su boca. Casi instantáneamente sus escasas fuerzas se desvanecían una vez mas, la indeseada somnolencia, el despojo de voluntad, la total entrega a la merced de lo aún ignorado. Sus ojos desfallecían y antes de terminar, finalmente se dio cuenta que no habría escapatoria, su vida había llegado al crepúsculo sin nunca ver quien más estaba allí.

Del uruguayo, cuento de suspenso.


NATHALY GONZÁLEZ MAMÁ BERTA Me dijiste en tantas ocasiones, ¿Cuantas veces me lo repetías? que alejada yo quedara de cuanta angustia se me presentara, Que de ángeles sabias que en la tierra existían pero leve y amargada en la duda profesaba Credo y miedo por el tiempo porque es poco lo que tengo ¡Poco es lo que tengo! Siempre me lo repetía Y Aun llorando entre tus piernas desvelando cada pena desfiguras mis cadenas irradiadas por tu luz Sol o luz aun no recuerdo, y me cambias el dolor, el color de la desdicha la prisión de la aflicción

Que de ángeles sabias, …pues reflejo eres tú.

I Mamá lejos estoy de ti sin poder abrazarte mas cerca estás tú atrapada en el delirio La fidelidad a mi conciencia a mis actos, a tu presencia Abandonarme es lo último que tú pensarías mas el cuerpo débil y achacado por el tiempo Te ha llevado al viento y lo ha postrado en mis labios ¡Y nuestros recuerdos!

II Mujer tan dulce en tu forma tan frágil tu alma rozas el llanto aun presa de tu silencio de tus sublimes sentimientos ¡Sacudes tu mano Me revelas el secreto! Mujer tantos años padeciendo el desaire de mis días volátiles en la bruma escondida Pereciendo de miedo que de ti sofocaría los años, la vida el fragor de la consigna Y la dicha de mujer de mujer que he arrebatado de Ángel empedernido ha quedado en este lecho En el mismo que hoy lloro esperando tu llamada de un cielo provisto de un paraíso incierto

De la colombiana, poemas de amor.


De los creadores, La literatura del arte. Obra, Enamorados en rosa.


NOTAS MÁGICAS


NOTAS MÁGICAS NUEVOS LITERATOS, NUEVAS LECTURAS Realizar una reseña suele ser una tarea ardua. No es para nada sencillo, lograr expresar aquello que se ha sentido y reflexionado durante la lectura de una obra literaria. Además, la obra con letras mayúsculas, no sólo se caracteriza por estar bien escrita sino también porque nos deja pensando sobre el arte. En sí, cuando está bien inspirada, enciende nuestro ser y aparte de todo, moviliza nuestra concepción de mundo. Es por ello que Animaciones efímeras es una obra, cuya lectura deja una profundidad ultraísta. Su forma es exuberante en luminiscencia. Hay un rebosamiento de visiones cuales sacraliza. Por eso los tiempos giran entre lo infinito. Y a trasfondo, la invención proyecta otra perspectiva posible, tal sobre la esencia del ser y su interacción con la vida diaria, que muchas veces sin darnos cuenta, adormece nuestros sentidos. A seguimiento, con un vocabulario rico, metáforas y descripciones precisas va dando las pinceladas exactas para disfrutar de un cuento, que trasciende en la misma narración y traslada al lector, sin darse cuenta a otra realidad de vida. Ya sugestivo, su título provoca curiosidad, ya su lectura suscita a la cosmogonía. Un hecho, que bien podría pasar por casual; unos mimos haciendo reír a niños y un final, que sorprende por su sencillez y a su vez por su sabiduría, promueve la verdadera filosofía. Esto bien, por semejanza, así lo entendió el jurado durante la cuarta Feria del Libro de Moreno, realizada en Buenos Aires, Argentina, quien otorgó el segundo premio literario a este nuevo cuentista, Rusvelt Nivia Castellanos. Entre otras expresiones, la lectura de grandes escritores como Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Alfonsina Storni, me permite descubrir a los noveles escritores, quienes prometen crear y resucitar la literatura con maestría. Porque claro; los relatores son demasiados y hasta sobran, mientras que los artistas escasean porque son únicos, geniales. Además en palabras de Borges: "En el caso del poeta, todo lo que le pasa es una especie de arcilla que tiene que transformar, que moldear en belleza, y así todas las cosas se justifican, y los males también". En tanto aquí es donde está el dilema, en la belleza, cual difícil es alcanzarla hasta su máxima purificación. Solos unos seres, se aproximan a ella, la privilegian. Del cabo, leer es una cosa natural y escribir todo un cantar. Patricia Iglesias Especialista en bibliotecas y poetisa argentina


DANIELA GODOVINA Estudiante de Comunicación social y estudiante de Antropología. Escribo cuentos cortos, poesía y me apasiona tomar fotografías para convertir la realidad en un trozo de arte. Actualmente hago parte de la revista; Kogoró, Universidad de Antioquia. Y participo en múltiples investigaciones en el campo de antropología. Este año he publicado en dos ocasiones para la Revista Hummus, desarrollada en Chile.

CEMENTERIO Me embarga una profunda necesidad de hacerme un todo, una parcialidad que a la vez pueda ser nada. Hacerme una sola hora en el reloj que se detuvo. Ser la rima que marca los pasos de un corazón desértico y ensanchar el alma con las lágrimas de quienes lloran a sus muertos pegados de las tumbas, aferrados al asfalto, besando las letras de una lápida que habla en las noches que evoca con vileza la impalpable materia.


Jorge Pérez Torres, fotógrafo mexicano. Obra, Sunshine today.


LOS OTROS ARTISTAS


LOS OTROS ARTISTAS

CUENTISTA: ERNESTO PARRILLA VILLA CONSTITUCIÓN, ARGENTINA OBRA: EL MODERADOR DE CONTENIDOS CUENTISTA: FREDY HERNÁN DÍAZ IBAGUÉ, COLOMBIA OBRA: EL VIEJO

CUENTISTA: JUAN DE MATA APURE, VENEZUELA OBRA: CAMARADAS DE EXPIACIÓN

CUENTISTA: FACUNDO ADAMOLI BUENOS AIRES, ARGENTINA OBRA: EL JUEGO

CUENTISTA: JUAN CAMILO JARAMILLO MEDELLÍN, COLOMBIA OBRA: MI GUERRA CON SUS GRILLOS CUENTISTA: JUAN MIGUEL CRISTO CÚCUTA, COLOMBIA OBRA: AL LLEGAR NAVIDAD


CUENTISTA: LUISA AMAYA BOGOTÁ, COLOMBIA OBRA: CONRAD

CUENTISTA: MAGDIEL TORRES TEPALCATAPEC, MÉXICO OBRA: EL CONTAGIO

CUENTISTA: MARIANO CONTRERA BUENOS AIRES, ARGENTINA OBRA: EL HOMBRE QUE SIEMPRE USABA SOMBRERO

CUENTISTA: SANTIAGO GALEANO BOGOTÁ, COLOMBIA OBRA: COITUS INTERRUPTUS

CUENTISTA: SALVADOR CHAILA TUCUMÁN, ARGENTINA OBRA: EL DUENDE AMARILLO


LOS OTROS ARTISTAS

POETA: ALDO ROSALES COLONIA MISIONES, MÉXICO OBRA: ESTACIONES

POETISA: BRENDA ISELA CENICEROS CIUDAD JUÁREZ, MÉXICO OBRA: LA HIGUERA

POETA: ALEXÁNDER BUITRAGO BOLÍVAR BOGOTÁ, COLOMBIA OBRA: ESTAS PALABRAS SON SUSPIROS

POETISA: CAMILA ALEJANDRA GUTIÉRREZ IBAGUÉ, COLOMBIA OBRA: VALS DE STRAUSS


POETISA: FERNANDA VILLALOBOS COLOMBIA OBRA: QUIMERA DE SUEÑOS

POETA: JAIRO ZANETTI ENTRE RÍOS, ARGENTINA OBRA: DON DE LUZ

POETA: GONZALO SALESKY BUENOS AIRES, ARGENTINA OBRA: COMO HOY

POETA: MIGUEL ÁNGEL FIGUEIRAS BUENOS AIRES, ARGENTINA OBRA: SER MUJER


LOS OTROS ARTISTAS

NUESTROS CUENTISTAS


ERNESTO PARRILLA EL MODERADOR DE CONTENIDOS Me encontraba escribiendo delante de la computadora, como cada noche, cuando escuché el timbre. Me sorprendió tanto la hora en la que alguien me estuviera visitando como el propio hecho de que alguna persona se dignara en hacerme una visita. Al abrir la puerta de calle no encontré a nadie conocido. Pero había alguien. Era un hombre desgarbado, de sobretodo color ocre y sombrero a tono. Lucía una barba candado y llevaba un maletín que sujetaba sobre el pecho, aferrado por su brazo izquierdo. Me tendió su mano y se presentó: Augusto Locorso, moderador de contenidos. Respondí el saludo por educación y me quedé mirándolo. No sabía que venía a venderme y más siendo tan tarde. No necesité invitarlo a pasar, él mismo lo hizo, sin mediar palabra alguna. Cuando me di cuenta, estaba en mi sala. Se quedó allí, parado, esperando que cerrara la puerta. Lo hice, aún sin salir de mi asombro. -Un vaso de agua está bien - me dijo. No comprendí y lo debo haber observado de forma extraña, porque de inmediato agregó: - Digo, un vaso de agua, para cuando usted me ofrezca algo de beber. Me gusta anticiparme a los hechos, es vital contar con una respuesta para todo, más en estos tiempos que corren tan vertiginosos. Estupefacto, me dirigí a la cocina y regresé a la sala con el vaso de agua en la mano. Locorso ya no estaba allí. Me alarmé, como correspondía para una situación así. Había un extraño en mi casa y ahora se me había perdido. Podía estar robando en cualquier habitación. Sin embargo su voz me llegó desde el estudio. -Filomeno - Filomeno es mi nombre - ¿esto que tiene aquí es su próxima novela? Me apuré en llegar hasta la computadora, volcando gotas de agua por todo el camino. Nunca mostraba mis escritos en proceso y menos a un desconocido. Estuve a punto de recriminarle su actitud al entrar al estudio, pero verlo sentado en la silla, colocándose unos lentes al tiempo que tomaba control del mouse e iba al principio del texto, me shockeó.


LOS OTROS ARTISTAS Quedé mudo. Era como llegar temprano y encontrar a tú mujer leyendo el diario desnuda en las piernas del diariero. Sentí que estaban manoneseando mi manuscrito, que el mouse recorría sus partes íntimas, previo a haberle quitado toda su ropa. Logré vencer el síndrome de estatua que me dominaba y dejé caer el vaso. El sonido sobresaltó a Locorso, que desvió la mirada hacia donde me encontraba. -Filomeno, mire que dejar caer un vaso encima de esa alfombra persa, que derroche por favor. Pruebe de prestar un poco más de atención. Avancé decidido a tomarlo del cuello, pero el hombre me volvió a sorprender. -No, imposible Filomeno querido, imposible que esto pueda salir publicado así - vociferó, visiblemente ofuscado. Me detuve. ¿Se refería a mi novela? No podía creerlo. -Mire Filomeno, acá usted está criticando al estado. No se puede. Esto no saldrá impreso, está fuera de toda discusión. Para que no se olvide, hagamos lo siguiente... - tomó el mouse, marcó varios párrafos y oprimió Delete. Grité. Fue el "no" más fuerte que jamás había dicho. Locorso guardó los cambios y siguió leyendo, como si nada. Me agarraba la cabeza, sentía la impotencia ganándome. Busqué a tientas algo con que pegarle a ese tipo. Había un paraguas encima de una pila de libros. Lo agarré con firmeza, como si fuera una espada. Pero él habló de nuevo. -¿Y ésto? Es una barbaridad Filomeno. ¿Piensa que puede meterle esto a la gente en la cabeza? No me subestime por favor. Ante mis ojos borró todo un capítulo. Agité el paraguas en el aire y lo lancé hacia la cabeza del extraño visitante. Estaba seguro que le rompería el cráneo por la fuerza que llevaba. Pero el paraguas atravesó el aire y golpeó el respaldo de la silla. Miré hacia ambos lados. ¿Dónde se había metido? -Veamos - escuché su voz provenir de atrás del escritorio - En el tercer capítulo están de más los últimos cinco párrafos. Muy tendenciosos. Quedé atónito. El archivo de texto se marcó solo y se borró sin que Locorso estuviera sentado al frente de la máquina.


-Y en esta parte del quinto capítulo, esta que le subrayo - varias oraciones aparecieron de repente resaltadas en amarillo - lo que dice está fuera de lugar, así que no me queda más remedio que suprimirla. Corrí hacia Locorso, pero cuando llegué ya no estaba. Al girar lo vi de nuevo en la silla. Miraba de cerca la pantalla y su rostro se fruncía en gesto de reprobación. -Sinceramente Filomeno, mirando bien, no creo que nada de esto valga la pena. No le haga perder tiempo a los lectores. Borremos todo. Para cuando me abalancé encima de él, ya era tarde. La silla estaba vacía y el archivo había sido suprimido de la computadora. Busqué por todas partes a uno y a otro, pero no encontré en la casa a Locorso y en ningún pendrive o carpeta de backup al archivo de la novela. Grité fuerte, tan fuerte, que desperté a mi mujer. Puso una mano sobre mi hombro y me zamarreó. -Filomeno ¿estás bien? Desperté muy confundido, envuelto en el espanto. Fui comprendiendo de a poco que todo había sido una pesadilla. Ella me calmaba pero no era suficiente, tenía un pálpito extraño. No atiné a cambiarme, ni nada. Salí de la cama semi desnudo y corrí al estudio. La computadora estaba prendida. Me senté lentamente en la silla y me coloqué los anteojos que estaban al lado del mouse. Miré la pantalla y busqué el archivo. Allí estaba, donde siempre. Le hice doble click y se abrió. Estaba completo, tal como lo había dejado antes de acostarme. Suspiré aliviado. Volví a la habitación relajado, con el corazón mucho más tranquilo. Al entrar el estupor volvió a invadirme. Mi mujer estaba desnuda leyendo el diario, sentada sobre las piernas de Augusto Locorso que le pasaba crema en la espalda. -Hubiese sido muy fácil si todo era un sueño, Filomeno. Y ahora salga de la habitación, que lo que viene a continuación con su esposa, no puedo permitir que salga publicado.


LOS OTROS ARTISTAS FACUNDO ADAMOLI EL JUEGO Las travesías por la ciudad son estrictamente monótonas. A pie, en el subterráneo, en el colectivo. La ciudad es una jungla, que, con paciencia y cuidado, debe indefectiblemente atravesarse para vivir y sobrevivir. El ruido, el humo, la gente, ella esta anémica de dinamismo, la ciudad nos mueve en una marea lenta, densa, de la cual cuesta infiernos salir. Aun así, nos vemos obligados a abrir caminos que tejemos dentro de ella para probarle a la existencia de que aun tenemos un propósito. Nos sumergimos en la metrópolis, en la Babilonia, en la capital de todos los mundos, y suspendemos nuestras mentes. Vagamos sin cesar, como una suerte de difuntos activos, proponiéndonos ignorar la muchedumbre, la cansina y modesta circulación que la ciudad nos ofrece para poder cruzarla, para poder soportarla y finalmente, llegar a nuestras familias, trabajos, amantes, y despertar de aquel impasse urbano que muchos aplican para ignorar la tensión de la ciudad. Yo por mi parte, hago del caos que esta civilización ha nutrido, un juego. El colectivo llegó. Ahora puedo explicarles con mayor precisión. Al subir, busco un asiento en vano. Jamás están libres, ¿acaso existen? Voy parado, agarrado fuertemente. Parada tras parada, la gente comienza a subir y el colectivo va llenándose poco a poco, lo que, fundamentalmente, es excelente para el juego. La gente comienza a aglomerarse, y ya casi no me puedo mover, estoy totalmente atrapado entre cuerpos sin nombres. Es el momento justo para empezar. Doy una mirada general y me pregunto: ¿a quien voy a leerle la mente hoy? Miro a un viejo. No puedo saber su nombre. Es viudo. Se que tiene hijos, pero no los ve casi nunca. Nadie le da el asiento, pero no le importa. Hoy, como los demás días, nada tiene que hacer. Es jubilado y sus días son tan atareados como los días en el desierto. El teléfono que no suena, la televisión que ya sentido ha perdido, solo enaltece su esencia de vegetal. La radio ya no es más la compañía que antes solía ser. Solo puede disfrutar de un viaje en colectivo hacia ningún lado, porque solo acá, se siente acompañado. Le encanta caminar y caminar. A pesar de su edad, puede caminar varios kilómetros al día y sentir que aún está vivo.


Me cansé. A ver… Ese hombre de piloto gris. Su esposa les es infiel. Lo sospecha. No tiene la certeza. ¿Podría su mujer engañarlo de forma es forma tan vil? Están casados hace 20 años, pero ¿eso justifica algo? ¿Eso acaso puede borrar aquella paranoia que lo carcome? ¿Quien le regalo ese libro su esposa? ¿Y esa dedicatoria en la primera hoja del prologo? No puede quitarse de la mente la ultima oración: “…con muchos cariños, Martín”. El hombre se pregunta que clases de locuras estaría dispuesto a cometer. Me interrumpen. Sube demasiada gente al colectivo. Un hombre me empuja y quedo en una posición muy incomoda. Lo miro y con mis facultades mentales lo examino: Viene de trabajar de una fábrica. Gana muy mal y no sabe como llegar a fin de mes. Vuelve a empujarme. Ahí es cuando utilizo otra de mis increíbles herramientas. Lo miro a la cara y a través de mi pensamiento le digo: “me estas clavando el codo, sacalo o te rompo la cabeza. Fracasado.” Lo miro. Instantáneamente saca su codo y e intenta relocalizarse. Sí. Hoy el juego está divertido. El acatamiento de las ordenes mentales que les impongo, son el momento culmine del juego, allí es cuando verdaderamente, el mismo cobra sentido. El colectivo se va vaciando y encuentro dos asientos libres. Me siento. Veo que entra alguien al colectivo, paga, y ve que a mi lado hay un asiento libre. Lo miro y mentalmente y le digo: no, acá no. La persona se acerca, y amaga con sentarse, pero luego, va más atrás, y elige otro asiento. Hace calor. Miro a la persona sentada más próxima a la ventana. La miro a los ojos y con mi pensamiento le digo: Abrí la ventana, tengo calor. No lo hace. Nuevamente lo hago. Te dije que tengo calor, abrila. No lo hace. Es en estos momentos que el juego cobra sentido de juego y se vuelve algo tremendamente patético. Me siento un idiota y confirmo que no tengo la habilidad para hablar con el pensamiento ni saber de sus vidas con tan sólo desearlo. El juego tiene sus vaivenes, a veces se vuelve divertido, otras veces, siento que mis facultades mentales han sido severamente perturbadas… .¿por quién? Tal vez sea la locura que encierra Buenos Aires, el delirio, la fiebre de las horas pico en cada una de nuestras almas chocan unas contra las otras, amontonadas cual ganado, para ir rumiando hacia nuestras casas. Ahora veo entrar a una chica al colectivo. Es muy linda. Me gusta. Pasa a mi lado.


LOS OTROS ARTISTAS Pienso: Hola, ¿cómo estás? Ella me mira y sonríe. El juego vuelve a empezar. No encuentra asientos atrás, así que vuelve hacia el frente del colectivo y se sienta en un asiento que le da la espalda al conductor. Podemos vernos muy bien. Continúo jugando: Ella es una chica que estudia. Es muy inteligente y le gusta divertirse con sus amigas. No es de esas chicas que se entregan a cualquier amor inmediato, pero tampoco es de esas cuyos rodeos nos inducen a la locura. Vive bien y sin complicaciones. Lo más importante es que no está de novia, pero busca algo formal. Es interesante, pienso. Mírame una vez más. Así lo hace, sonríe, y mira por la ventana. El juego se está jugando mejor que nunca. A ver, ¿y si me mirás otra vez? Pasan dos segundos y vuelve a hacerlo. La noto tentada, como aguantando la risa. Comienzo a ponerme incomodo antes la invasión de un sentimiento de burla. La miro y con mi pensamiento le digo: Bueno, bueno ¿tan patético soy? ¿Por qué tanta risa? ¿Saldrías conmigo? discúlpame, soy directo, pero bueno, es un bondi viste, acá no va el histeriqueo. Te propongo algo ¿Por qué en vez de bajarte en tu parada no te bajás en la mía, allá por Barrancas? Podemos ir a tomar un helado, damos una vuelta por los bosques de Palermo, charlamos un poco, nos conocemos… ¿te va? La chica me mira una vez más, pero no se ríe. Luego mira la ventana nuevamente. El colectivo llega a Barrancas de Belgrano sin que me de cuenta. Al ver que era mi parada, rápidamente me paro y le aviso al conductor que debo bajar. El juego termina nuevamente hasta la próxima. Sin despedirla mentalmente o a través de una mirada, bajo del colectivo, y me dispongo a caminar hacia mi casa. Algo me detiene. Una mano. Sobre mi hombro yace una mano que logra en perfecta sincronía detenerme y acariciarme. Aquella mano conduce a una muñeca de artista, la muñeca conduce a un antebrazo de porcelana, el antebrazo conduce a la otra mitad del brazo esbelto, perfecto, el brazo conduce a un hombro de realeza, el hombro conduce a un cuello donde se concentra la tentación, el cuello conduce a una cara impecable, y, justamente la cara está sujeta a un cuerpo, todo un cuerpo que supo acaparar mi atención en el colectivo, un cuerpo que corresponde a la chica del juego. Ella estaba sonriente, con esa sonrisa mezclada de una burla compasiva y una pícara ternura. Por mi parte, yo no era más que una estatua, un ser incapaz de hilvanar silabas, ni siquiera capaz de sonreír. Luego, conocí su voz: “¿Te arrepentiste?” Y tomándome del brazo, caminó en dirección de los bosques de Palermo.


FREDY HERNÁN DÍAZ EL VIEJO El anciano caminaba ayudado por su antiguo bastón de madera; tembloroso, la mirada fija, brazos y piernas con desespero tratando de mantenerlo firme. La tienda se acercaba. Entre sus múltiples arrugas y gestos de esfuerzo, nadie hubiera adivinado que en su cara había una sonrisa. Era la primera vez que salía de su casa en casi cinco años de postración. Aunque la tienda quedaba a sólo dos casas de su hogar, era un gran logro realizar aquel recorrido. Por fin llegó, sus ojos brillaban de júbilo; justo cuando se decidía a entrar, el dueño del establecimiento prefirió cerrar y no atender en todo el día. La mirada del viejo resumió su vida.


LOS OTROS ARTISTAS JUAN CAMILO JARAMILLO MI GUERRA CON SUS GRILLOS De los grados del querer: hay cosas que uno quiere en el recuerdo, pero no puede ya actualizar, tolerar en presencia... sentir hoy lo que entonces fue. (Desajuste terrible y maravilloso entre la capacidad de amor de niño y el mínimo valor de lo que ama). Diario de Andrés Fava - Julio Cortázar No me molestaba la idea de que todo se pudiera terminar, más bien me preocupaban los grillos. Extrañar a Gabi no era lo que me acosaba, pero es que escuchar música instrumenta sin pensar en nada, es una de esas cosas que no me acostumbro a hacer. Los malditos grillos pensarían que me habían ganado, que me estaba escapando y dándoles la razón, al carajo lo que me dijera ella, desde el principio fue estúpido equiparar edades y similar acuerdos, yo siempre fui un cascarrabias y si de algo tenía que arrepentirme en estos meses, sería por tener que abandonar el proyecto del jardín antes de lo previsto. Es su casa y por eso soy yo el que me voy, pero los desgraciados grillos son más míos que suyos, por más que el terreno no me pertenezca, si de mí dependiera los empacaría en cajitas por separado, cuidando las normas de Ginebra y continuaría a pelea en mi casa, pero tenía que desocupar todo antes que me arrepintiera, mi voluntad no alcanza para ambas cosas, es dejar a Gabi o ganarles por fin. Deben estar preparando otro ataque, llevan varias noches sin hacer ruido, además la última palma debió de haber funcionado y estos días comieron de cuenta mía. Lo que me jode es no tener el tiempo para explicarles lo que pasa, que no estoy retirándome por ellos, que si por algún motivo seguía en esta casa era solamente por el amor a fastidiarlos y que pese a todo sentía cierto apego a los bochinches que armaban cuando empezaba a hacer calor. A Gabi no le voy a hacer falta, a ella le sobrará con quien discutir, pero estoy seguro que la casa no va ser lo mismo mañana. No es que yo sea un desalmado, pero las cosas son lo que deben ser, y si bien quiero mucho a Gabi, lo que sea que pretendíamos construir estaba mediado por mi terquedad y su delicado capricho.


Por lo menos con los grillos sabía qué tenía que hacer, era cosa de trampas y constancia, pero con ella siempre pasaba algo distinto, era como si mi guerra con sus grillos fuera lo único de lo que podía estar seguro. Puede que sea estúpido pensarlo, pero creo que con la plaga tengo más historias que con esa mujer; recuerdo perfectamente cada uno de los que mate en los últimos tres meses que llevo en esto, pero si me preguntan la fecha de cumpleaños de Gabi… Despedirme de un insecto nunca me había sido tan difícil, pero si no me voy ahora, todo va a quedar como los cuatro intentos anteriores, una maleta empacada, una explicación elocuente, una noche de buen sexo y un desayuno en la cama. Creo que quizás yo sea el único que los extrañe, cuando Gabi se canse de los alborotos nocturnos seguramente los mandará a exterminar de la manera más simplista que conoce, ignorándolos. Ellos perderán y yo estaré escribiendo algún pretexto para pensar que no me hacen falta, ni los grillos ni Gabi.


LOS OTROS ARTISTAS JUAN DE MATA CAMARADAS DE EXPIACIÓN De pronto se junta la llovizna con risas en el río. La mujer se emociona, sabe que alguien llamó a la puerta de la muerte y no se apartó. La irrupción de un mariachi estridente en su mente le trae la frase que el alma sugiere: “Los hombres buscan la muerte”. Sale al muelle y se enfrenta al río, enorme cosa viva y plata que vibra y va. Dos muchachos se alejan nadando del grupo que da pie, bracean hacia el poste de electricidad que va para la isla, es una apuesta, lo tocan y regresan nadando a cobrar el premio. Ya el nivel del agua superó el tramo grueso del poste. El año pasado se electrocutó el hijo de la mujer cuando nadó hasta allá a presumir de tiburón y la alta tensión le facturó la imprudencia. Nadie del gobierno vino a corregir en verano el problema. La mañana inventó una extraña melodía de pájaros agoreros. “Se jodieron aquellos dos, van a acompañar a mi Pedro”, dice la mujer, inmune a la compasión, disfrutando anticipadamente la solidaridad fea de la tragedia que progresa. El viejo va a indagar qué pasa. Se sobresalta al ver que los muchachos nadan hacia una muerte segura, y quiere alertarlos del peligro que corren pero no puede gritar, la traqueotomía que le hicieron en verano sólo le permite exportar un delta de silbidos y palabras fañosas. Hace señas a la mujer para que alerte a los muchachos pero ella hace caso omiso. Es enorme, impasible, no pudo echar nunca los huéspedes fúnebres de su memoria, que todos los días abonan odio por el mundo a su corazón. Los nadadores vencen las olas con pavorosa intensidad, parecen halarse del agua, están a unos quince metros de la muerte. El viejo se quita el sombrero, brinca haciéndoles señas que ignoran, hace un esfuerzo y emite un alarido insonoro que espelusca. Va hacia la mujer y la sacude agarrada por los brazos. “¡No los dejes morir!” grita en soplidos de pato. La mujer tiene ojos sin alma, llenos de coronas de flores con cintas violeta y letras doradas. Odia aquellos ruidos de su marido, le liman los dientes, la hacen carraspear. Se arranca las manos del viejo y las arroja lejos, como tirando al carajo su conexión con la humanidad, y sólo mira fijamente a los nadadores que van llegando al poste. El viejo llora, mira al cielo de escombros y nadie está allí. Un grito entre convulsiones anuncia que se electrocutaron. La mujer da una explicación al viejo. “Yo no me meto en las cosas de Dios”, dice.


JUAN MIGUEL CRISTO AL LLEGAR NAVIDAD Cuando llega esta época la mayoría de las personas están alegres y sólo piensan en sus compras de la víspera de navidad, pero otros sienten nostalgia o depresión por algo que han perdido o no tienen, este es el caso de Tino un hombre que creció solo y por el momento es un solitario sin emociones y no conoce la verdadera felicidad. Todos sus días son una rutina lo cual lo hace sentir como una máquina, pasa la gran parte de su tiempo en su trabajo monótono, pero en época navideña mientras todos celebran, Tino se siente muy mal y lo único que hace es sentarse en un parque a observar como las familias se divierten poniendo los adornos navideños. Tino como no tiene a nadie con quien celebrar, se deprime y piensa como sería la próxima navidad. Cuando este llega a su hogar ubicado en un viejo edificio, se acuesta temprano para que pase rápido esta fecha del año. Al amanecer Tino siempre se pregunta qué sería de su vida, luego respira profundamente y se dirige a su trabajo el cual consiste en ordenar y seleccionar herramientas en una ferretería cuyo propietario era un agradable anciano que siempre intentaba darle ánimo a Tino. Todas las mañanas decembrinas, muy pocas personas entran a la ferretería, ya que por esta temporada la mayoría de personas van a los almacenes a comprar regalos para su familia y al ver esta situación Tino se hunde más en la infelicidad. El viejo al ver a su único empleado triste, se acercó a Tino y le dijo: Que saliera a divertirse al cabo que nadie entraría al negocio a comprar. Tino no le refuta al viejo y dice que esta fecha era inventada por los comerciantes, luego le agradece a su patrón por la tarde libre diciendo que se iría a dormir. Tino sale de la ferretería y se dirige a su hogar, mientras caminaba veía a las personas hacer sus compras y divertirse y esto lo enfadaba más, cuando en ese momento ve a una mujer muy pobre con un niño mal vestido y maltratado y estos observaban quien podría darles algo de comer.


LOS OTROS ARTISTAS Tino al ver al niño y a la mujer se empezó a preocupar porque nadie los determinaba y los llamó. La mujer y el niño se le acercaron y le preguntaron: Por qué nos llama señor acaso le molesta nuestra presencia. Nada de eso contesto Tino solamente quiero darles comida y algo de ropa. El niño y la señora le agradecen y le dicen a Tino: Sabíamos que el espíritu navideño tocaría el corazón de alguien. Tino se molestó y les dice: Que acaban de decir, eso es ridículo, esa estupidez del espíritu navideño no tiene nada que ver, sólo sentí lastima por ustedes. Al escuchar esto la mujer y el niño quedan en silencio y acompañan a Tino, después de haber comido la mujer le pregunta a Tino cual fue la causa de su enojo cuando nombraron el espíritu navideño. Tino más calmado le dice a la mujer: No se da cuenta que eso de la navidad son puras patrañas, las fiestas, los regalos, adornos y ese Santa .Todo eso es una farsa, la gente sólo es buena y amigable durante esta fecha y el resto del año son egoístas y amargados. De todas maneras el niño y la mujer le agradecen por el gesto de Tino, se despiden y ruegan a Dios que algún día ese hombre encuentre la felicidad. Caminando por la calle Tino ve el reloj y darse cuenta que ya eran casi las diez, corre apresuradamente a su casa y choca con un niño, que le roba su dinero, Tino lo persigue, pero el niño corre a gran velocidad cruzando la calle entrando a un callejón oscuro donde un ladrón con más astucia embosca al niño y le quita el dinero. El niño atemorizado suplica a este hombre que no lo lastime: Por favor señor Osvaldo no volveré a invadir su territorio. El ladrón enfurecido le grita. Cállate Mario o te hago pedazos. En ese momento llega Tino y les dice: Devuélvanme ese dinero. Osvaldo se ríe y llama a tres ladrones más que atacan a Tino propinándole una golpiza dejándolo tirado en el suelo. Después de haber recibido esta golpiza los sujetos huyen y Mario al ver a Tino muy lastimado se acerca lo ayuda a levantarse sentándolo en un andén y luego Mario le pide disculpas. Tino muy adolorido le dice a Mario que no se preocupe de todas maneras le da a entender que en vez de estar mirando personas alegres celebrando la navidad debió estar durmiendo en su casa. Mario se sorprende al escuchar lo que Tino le dijo y le preguntó que por qué culpaba a la navidad. Tino le respondió que no sólo culpaba a la navidad por lo del asalto, sino por todos sus años de depresión que sentía cuando llegaba esta época.


Luego le pregunta como es su nombre, y él respondió: Mario señor y aunque me invade la pobreza y miseria soy más feliz que usted y a pesar de que he tenido una mala vida soportando golpes y castigos y no sé qué será de mi futuro tengo animo que algún día todo será mejor para mí. Al escuchar esto Tino siente lastima por Mario le da la mano y lo lleva a su casa, y al llegar allí Tino se sorprende al ver que la entrada era un pequeño laberinto con tablas como techo y otras más resistentes usadas como puerta. Cuando ambos entran a ese oscuro y húmedo lugar Tino ve a una mujer acostada sobre trapos tratando de dormir y a su lado un pequeño árbol de navidad. Tino se siente muy mal y al ver esta miseria y dice: Esta gente está peor que yo y aun así creen en la navidad. Tino cambia su cara estirada y con una sonrisa dijo: Todo este este tiempo he estado invadido por la amargura y me he privado de alegrías que da la navidad. Mario se le acercó y le dice: Señor parece que la navidad llegó a usted. Tino sonríe y les pide a Mario y a su madre que lo acompañen a la plaza a celebrar la navidad como si fueran una familia. Mario y su madre sonríen abrazan a Tino y se dirigen a la plaza a celebrar la navidad pues ya faltaba media hora para las doce de la noche. Cuando llegaron a la plaza toda la gente rodeaba un enorme árbol de navidad y cuando vieron a Tino se sorprendieron al verlo allí, sus conocidos lo abrazaron fuertemente y su patrón lo felicitó por haber cambiado su forma de pensar negativa sobre esta época cuando el reloj marca las doce Tino con una sonrisa gritó: Feliz navidad y gracias a todos por compartir su alegría.


LOS OTROS ARTISTAS LUISA AMAYA CONRAD A Conrad no le gustaba dormir, odiaba la noche, le temía, la oscuridad era su peor enemigo, quería huir ante ese ocultismo que propone la ausencia de la luz, sentía como en la oscuridad se abalanzaban sobre él todos sus miedos, queriendo apoderarse de su “luz” su ser, sus días eran cortos, y trataba de mantener siempre en su bolsillo un llavero que contenía una pequeña linterna, lo calmaba, así sentía que siempre cargaba un rayito de luz, un rayito de seguridad, era natural sentir tanto miedo, pensaba, pues apenas era un niño y creía que con el paso del tiempo la valentía se apoderaría de su vida y el podría vivir en el matiz, con lapsos de luz y lapsos de oscuridad. Pero con el tiempo su cuerpo creció, sus miedos cambiaron de forma, de tamaño, ahora eran más grandes, ahora les temía aún más, vivía paranoico, pálido, ojeroso, y el mundo lo notaba, se alejaban, él era el mayor de los miedos de cualquiera que lo conocía, lunático, loco, diferente, raro, así le describían muchos a Conrad, no le importaban los demás, sus miedos lo perseguían, sólo podía pensar en el momento en el que tomarían vida y se apoderarían de su espacio, de luz. Por aquellos días estaba aún más inquieto, en su corazón sentía un delirio de persecución, estaba siempre en peligro, ¿Quién podría salvarle? ¿Quién? Si toda su vida escuchó: Debes enfrentar tus miedos, así los vencerás. Vivía solo, pues su familia se había hastiado de lidiar con su batallas, sus monstruos, sus miedos, su realidad, había optado por el silencio, se consumía con cada día que pasaba, dormía poco, pues odiaba cerrar sus ojos y darse cuenta de que al cerrarlos apagaba su luz, temía no despertar, quedarse en la fría y vacía oscuridad en donde la realidad de sus sueños cobra una vida extraordinaria, capaz de consumir hasta el detalle más valioso, lleno de pureza y fulgor, así eran los sueños de Conrad oscuros, fuertes, pesados, soportarlo era imposible para él. Mantenía en su casa lámparas encendidas, de colores, formas, ya no importaba, el estilo, sólo necesitaba su luz, ese brillo que le daba calma a su alma, descanso a su vida llena de paranoia, seguridad a su presente lleno de miedos. Su corazón como su cuerpo estaban cansados, agotados, exhaustos, ¿cuándo terminaría su suplicio?


Si toda su vida escuchó: Debes enfrentar tus miedos, así los vencerás. Vivía solo, pues su familia se había hastiado de lidiar con su batallas, sus monstruos, sus miedos, su realidad, había optado por el silencio, se consumía con cada día que pasaba, dormía poco, pues odiaba cerrar sus ojos y darse cuenta de que al cerrarlos apagaba su luz, temía no despertar, quedarse en la fría y vacía oscuridad en donde la realidad de sus sueños cobra una vida extraordinaria, capaz de consumir hasta el detalle más valioso, lleno de pureza y fulgor, así eran los sueños de Conrad oscuros, fuertes, pesados, soportarlo era imposible para él. Mantenía en su casa lámparas encendidas, de colores, formas, ya no importaba, el estilo, sólo necesitaba su luz, ese brillo que le daba calma a su alma, descanso a su vida llena de paranoia, seguridad a su presente lleno de miedos. Su corazón como su cuerpo estaban cansados, agotados, exhaustos, ¿cuándo terminaría su suplicio? Había pensado en el suicidio tantas y tantas veces, pero imaginar el momento de la agonía, tendría que cerrar sus ojos, tendría que enfrentar su miedo a enfrentar sus miedos, no había salida, no había luz al final del túnel, sólo agonía. Aquella noche desafortunada Conrad se encontraba cenando, moviendo la vista de un lado a otro, pasando su comida sin masticar, ansioso, sombrío, asustado, su corazón podía escucharse, era como una sinfonía que se hacía aún más escalofriante cuando se unía al golpeteo de las gotas de la lluvia en su ventana, del cielo se escapaba uno que otro relámpago estruendoso, lleno de fuerza, intimidándole cada vez más, la luna estaba llena, las calles desiertas, quiso llamar a casa de su madre para escuchar su voz y encontrar un poco de serenidad pero fue imposible, las líneas habían colapsado y era imposible comunicarse. El miedo aumentaba en él, Conrad alistó un par de velas pues siempre temía que se fuera la luz eléctrica y aquel día tenía un extraño presentimiento, sentía que el mal que se ocultaba en la oscuridad y en sus sueños había tomado forma, y venía llevárselo, el mal del que había huido por tanto tiempo, ahora era una fuerza poderosa, peligrosa, escalofriante. Conrad terminó la cena y cauteloso observaba cada espacio de su casa, guardó una caja de fósforos en su bolsillo derecho, y se sentó en una esquina de su cuarto, a pensar, de pronto escuchó un ensordecedor trueno, y las luces se fueron, el pánico se apoderó de él, sus fuerzas empezaron a debilitarse, le faltaba la respiración y sentía que su alma, su cuerpo, él, estaba en un peligro inminente y del cual no podría escapar, tenía un par de relojes magnos e imponentes en la estancia, empezaron a andar lento, muy lento y en los oídos de Conrad retumbaron aquellos “tic - toc”, le parecía, eran la marcha de su fin, el conteo regresivo, era cuestión de minutos, la oscuridad venía a apoderarse de su luz, de su ser.


LOS OTROS ARTISTAS Trató de levantarse pero sus piernas estaban atadas al suelo con un extraño hilo, que al pugnar quemaba su piel, las lagrimas bañaban su rostro, intentaba gritar pero sentía en su boca una masa algo pegajosa que le impedía pronunciar sonido alguno, el eco de los relojes se hacía más y más fuerte “Tic-Toc” la desesperación, la angustia, el miedo, Conrad estaba a punto de enloquecer, trató de tomar los fósforos y las velas pero el dolor que provocaban aquellas quemaduras era insoportable, un viento golpeó con vehemencia la puerta de su habitación, y una fuerza extraña lo sacudió, Conrad, de rodillas, cubierto de sangre, lagrimas, y desesperación, con sus piernas quemadas, débil, sólo tuvo fuerzas para decir: ¡Termina, termina ya! Al día siguiente Conrad reposaba muerto en la esquina de su habitación, en la misma donde había ocurrido aquel horror, sostenía un par de velas y en su bolsillo derecho conservaba la caja intacta de fósforos, sin marcas, sin tortura alguna, sus ojos cerrados y su rostro con una expresión de calma, descanso, tranquilidad, luz. ¿Qué sucedió? A Conrad no lo mataron sus miedos, ni las fuerzas oscuras a las que le temía, sólo se rindió ante las necesidades de su cuerpo, se quedó dormido, lo imaginó todo, no fue la oscuridad, fue su mente, la fuerza de sus pensamientos, el horror que se escondía en ella, su mente lo mató. Los miedos de su subconsciente, controlaron su cuerpo, transformaron su realidad.


MAGDIEL TORRES EL CONTAGIO El contagio vino después de visitar a un amigo que había llegado de Las Indias con una rara especie de hongos para analizarla. Los hongos ocasionaron graves problemas en algunos manuscritos que habían sido prácticamente devorados por algo parecido a una tinta amarilla, única evidencia de esta especie maligna. Él escuchó atentamente las disertaciones de su amigo sobre cómo combatir el mal y las posibilidades de tener una audiencia con el mismísimo rey para explicar el avance de sus estudios. La corte veía con malos ojos la presencia de ese hongo que había imposibilitado algunas acciones de la Corona y de la Iglesia, pues había hecho ilegibles importantes reportes sobre las acciones en Las Indias. Pero él no había ido a la casa de ese amigo para escuchar las problemáticas de unos hongos exóticos sino para averiguar la forma de acudir a Las Indias. Aquel amigo la había visitado varias veces y él varias veces intentado la autorización para embarcarse para allá. No consiguió mayor consejo de su amigo que el de seguir intentándolo, pero se llevó una interesante explicación de cómo atacar el hongo con agua salada y vinagre. Como también él tenía sus textos creyó necesario limpiar sus papeles para evitar contagios, preocupado por estar en contacto con el hongo en la casa de su amigo. Pero aquella noche no solo fue decepcionante por no encontrar consejos prácticos para negociar un viaje a Las Indias, sino que tuvo que sufrir una fuerte lluvia de camino a casa. Sus medias no impidieron que el agua llegara a sus pies, su traje se adhirió a su cuerpo con cierta sensualidad, pero también con terribles consecuencias. No tardó en enfermar de gripe. La enfermedad le obligó a quedarse en cama y perder así la oportunidad de seguir insistiendo para conseguir un viaje al otro lado del Atlántico. Pero eso no fue lo peor del caso, lo funesto vino una mañana cuando, cansado por su enfermedad, se topó con letras tiradas en el suelo de su casa.


LOS OTROS ARTISTAS Se trataba de las letras que se habían desprendido de la novela manuscrita que había limpiado con el agua para impedir el contagio con el hongo maligno. Al parecer aquella limpia había dejado vulnerables a sus textos de la gripe que le azotaba y una tos insufrible no tuvo piedad con los manuscritos, a cada ataque de tos las palabras salían disparadas con violencia La novela estaba terminada y lista para publicarse, pero ante esta enfermedad tuvo que poner rápidamente manos a la obra. Se dedicó entonces a restaurar el texto dañado, pero había olvidado ciertas peculiaridades de la trama y tuvo que volver a reinventarla. La trama no era difícil de recordar: Un hombre se vuelve loco a causa de leer con pasión y entrega diversas novelas de caballería, su locura consiste en creerse caballero andante, se hace de armas antiguas, se hace de un escudero y viaja por España en busca de aventuras. Pero no recordaba bien el nombre de su personaje, era Quijada o Quijano, de eso estaba seguro, pero como no quiso ser falso ante el lector obedeció a la duda y la dejó como tal para que el que leyera escogiese el nombre de su preferencia. Lo mismo sucedió con el nombre del lugar de procedencia del personaje. Sabía que era un lugar de la Mancha y así lo sugirió en el libro. A fin de cuentas estos eran datos prescindibles. Pero el texto empeoró y los datos desaparecidos fueron más significativos, como la pérdida del rucio de Sancho, el escudero del personaje que adoptó el nombre de Don Quijote de la Mancha. El burro despareció en un capítulo y apareció en capítulos posteriores sin ninguna explicación. Ante estas y otras tantas vaguedades ocasionadas por la alta temperatura y escalofríos del texto, nuestro escritor tuvo que idear la presencia de otro escritor para explicar los errores. Así apareció Cide Hamete Benengeli. Pero la existencia del autor ficticio no fue suficiente. A pesar de la fama que adquirió nuestro escritor tuvo que afrontar la crítica por esas faltas de concordancia y nunca señaló la enfermedad, pues un buen escritor sabe que no existen pretextos ante estos errores. Tiempo después escribió una segunda parte de su obra y se recetó el olvido para encontrar las demás palabras de su novela, intento fallido. La muerte vino antes y las palabras salidas de su mano se escondieron en grietas y muebles para no aparecer jamás. Es posible que hayan escapado por la ventana y anden todavía por ahí en busca de otra mano que las amarre a la ficción.


MARIANO CONTRERA EL HOMBRE QUE SIEMPRE USABA SOMBRERO El humo de algún inescrupuloso vecino quemando basura inundaba el barrio de un tremendo hedor a goma quemada. Y de entre esa nebulosa toxica apareció la primera vez que lo vi, el hombre que siempre usaba sombrero. Surgió como un ser eterno y atemporal, despojado de edad y de tiempo. Frecuentaba el barrio humilde en que vivíamos, el cual no llegabas a ser una villa pero tampoco un country, se dice que vivía allí cerca, en una antigua esquina que falsamente creíamos abandonada, la recordábamos por un enorme y sinuoso palo borracho en el patio trasero. Impresionaba por su esquelética delgadez y por su enorme estatura, coronada por un sombrero de media copa. Siempre dé impecable ambo gris que se fusionaba con la palidez de su rostro, de serio semblante y fino bigote. Jamás se lo vio trabajar, ni se le conoció una novia (o novio), ni una sonrisa. El hombre que siempre usaba sombrero era un completo misterio para el barrio entero, de dónde vino, a qué se dedica, usa siempre el mismo saco o tiene varios iguales, eran las preguntas que nadie podía responder. Solía recorrer las calles con paso lento, como observando, diría apreciando el paisaje pero no había allí mucho por apreciar, hasta las jovencitas eran feas. Las viejas más viejas decían que era la muerte misma, que en la casa en la cual se detuviera en la puerta habría algún fallecido; otras juraban haberlo visto robando la fuerza vital de los más jóvenes; no faltaban las que decían que era vampiro. - ¡Tené cuidao, y ni se te ocurra pasar por la casa del palo borracho!- Gritaban las madres a los niños cada vez que salían a jugar. Era terror lo que sentía yo al verlo, cada vez que lo veía alguna pesadilla acudía a mi esa misma noche. Sentía que se me petrificaba el cuerpo, el miedo se apoderaba. Un día de invierno del '76, cuando en una esquina nos cruzamos, todo cambió.


LOS OTROS ARTISTAS Con sus huesudos dedos acarició mi cabellera, estaba a punto de gritar por ayuda, a punto de desmayarme, cuando de su bolsillo sacó un chupetín de frutilla. -Cuidado con el colectivo cuando cruzas la calle.- dijo con vos grave y cargada, era la primera vez que lo oía hablar. Lo observé por unos segundos mientras se alejaba, preguntándome que misterios ocultaría ese tipo, giré la cabeza para continuar y el 502 por poco no me arranca la nariz, dobló a toda velocidad a centímetros del cordón. A la semana volví a encontrármelo, y mangazo de chupetín mediante, me puse a interrogarlo. Si le gustaba el futbol, de qué club era hincha, si trabajaba…contestaba solo con monosílabos, hasta que le mencioné mi admiración por los trenes. Su rostro pareció experimentar algo similar a una sonrisa. - Yo amo los trenes, en casa tengo muchos modelos a escala, los colecciono, tengo una maqueta con vías y estaciones en la que juego con las máquinas y vagones. Si tu mamá te da permiso podés venir un día y jugamos juntos. No podía salir de mi asombro, El hombre que siempre usaba sombrero no era un mal tipo como decían la viejas, sino que compartía con los chicos y hasta jugaba. Al otro día, cerca de las tres de la tarde me aparecí por la casa del palo borracho, como solían llamarla. El árbol estaba siempre florecido, siempre con un tono azul violáceo que se escurría por encima del paredón, salpicando de color la calle. No le pedí permiso a mi madre porque sabía que no me lo daría, así que le mentí, le dije que iría a jugar a la pelota con Lucas. También le mentí al hombre que siempre usaba sombrero, cuando me preguntó si me habían autorizado a estar allí y le dije que sí. Me mostró sus trenes, era increíblemente perfecta aquella porción de universo en miniatura, con valles, montañas y túneles, peatones, autos y barreras. Jugamos por horas, me dejó manejarlos con el control remoto, subir y bajar las minúsculas barreras de juguete. A las cinco en punto merendamos, se apareció con dos tazas de té y galletitas Manón, mientras mojaba una no pude evitar comentarle: - Sabe una cosa, las viejas del barrio dicen que usted es la muerte, que se cobra la vida de las personas. ¿Puede usted creer esta estupidez?


- Sí, lo creo porque es cierto, pero ése es mi trabajo Nicolás, es lo que hago no puedo remediarlo; hace miles de años que me dedico a esto, pero que el trabajo no te impida vivir, jugar, disfrutar, es una valiosa lección que debes aprender. Terminamos las galletitas en silencio, jugamos un momento más y a las seis me fui de vuelta a mi casa. Jamás le conté a mi madre lo sucedido ese día. Al poco tiempo nos mudamos y jamás volví a verlo, pero lo estoy esperando. Cuando ineludiblemente nos encontremos de nuevo, le pediré que me deje jugar con sus trenes una vez más.


LOS OTROS ARTISTAS SALVADOR CHAILA EL DUENDE AMARILLO Detrás del saladero y antes del corral grande estaba una tapera con sus horcones clamando al cielo. Más allá el cañaveral esperaba su cosecha mientras un tímido sol se desprendía lentamente del cielo. El quebracho colorado había ofrendado su cuerpo de madera para que el techo sobreviviera al tiempo. Un halcón palomero revoloteaba en un cielo límpido buscando algo que comer. Su estridencia de guerrero impregnaba el mediodía campesino, amenazante y tibio. Arriba del horcón con las piernas al aire y el sombrero de lana cubriéndole la cara dormitaba un duende amarillo. En apariencias dormía pero eran solamente apariencias porque lo que estaba haciendo era montar guardia. El duende amarillo, pequeño, lánguido, sociable, risueño, enamoradizo, consecuente, difícil de convencer, era un guardián de algo que nadie sabía donde estaba. Un cambio de viento desde las cañas y el sombrero de lana se movía, lentamente hacia arriba y hacia abajo, buscando una posición adecuada, como una ventana, dejando ver la llamarada de sus ojos azules. Era un relampagueo en el polvaredal del Este. El zumbido de las avispas desmantelaba el rancio aroma de los corrales mientras la estridencia de los teros apuñaleaba el agua del surgente para enredarse en el vaho suspirante de la tierra, en el estío agrario y dolorido. Nadie puede ver el fulgurante traje amarillo del duende ni sus ojos ni su risita pequeña entrecortada de lunas y de soles. Pero alguien si puede ver al duende y son las novias. Tal vez se pregunten porqué y es muy simple, porque el duende amarillo es el duende de los enamorados, pero de éstos, solo las damas pueden verlo para tener la certeza de lo que les está pasando. Pero el duende amarillo es un acopiador de monedas de oro y las ha juntado a lo largo de siglos y las tiene atesoradas muy cerca de donde las vigila. Y las novias se desesperan por encontrarlo, para ponerse a hurgar escondrijos inalcanzables, para ver si pueden encontrar el tesoro celosamente guardado por el pequeño ser vigilante y escurridizo. Cuando ve aparecer una mujer se esconde en el hueco del horcón y es una hoja seca que el viento ha dejado sobre el cielo descolorido y pulcro de Leales. La mujer enamorada es inmune a la magia del duende y sus hechizos no surten efecto sobre ella. El duende no podrá desaparecer, transformarse ni huir.


Amelia Romano lo encontró un día. Cuando el duende se dio cuenta se hizo el dormido pero ya era muy tarde. Además, con la edad que ella tenía, es muy seguro que se puso de novia para ponerse a buscar la tinaja de oro del duende. Tarde o temprano la Amelia encontraría el tesoro y podría convertirse en una de las mujeres más ricas de la región. Eso era seguro. La Amelia sabía que muy cerca del horcón estaría enterrado un cofre, una cueva, un pozo, un socavón, donde el duende amarillo había escondido el fruto de su intensa búsqueda de monedas de oro por el tiempo. Amelia ya estaba cerca, el duende se compenetró de su papel de dormido. Ya no tendría escapatoria ni podría proteger más su tesoro de siglos. El mundo se desplomaba encima del diminuto ser. Una pequeña lágrima empeñada en mojar su traje reluciente se deslizaba en la quietud de todos los silencios. Amelia lo tomó con una mano, pensó que estaba muerto de frío, le acomodó el sombrerito de lana, le pasó un pañuelo con saliva por la sucia cara, se desprendió la camisa y lo metió entre sus grandes pechos para darle calor, volvió a prenderse la camisa y apuró su paso. El duende empezó a soñar en su nuevo lecho. La Amelia emprendió la búsqueda que podía ser infinita. Se dirigió hacia el brocal del viejo pozo, tapado por basura y una espesa maraña de enredaderas y salvias. Este pozo había pertenecido alguna vez a la tapera y hacía casi un siglo que nadie se arrimaba a él. El tiempo se detuvo, un jilguero se posó en el horcón donde antes había estado el duende y empezó una intensa melodía que cubrió los senderos del monte cercano y se perdió entre algarrobos y tunales. Amelia había sacudido las alas del pasado y entrado en el territorio de la fantasía con su pequeño duende metido dentro de ella. El jilguero interrumpió su canto cuando una bandada de tordos sobrevolaba el maizal recién cosechado. Alguien empezó a golpear un tronco con el hacha para sacar astillas y poder encender el fuego del atardecer. El humo espeso de un cañaveral quemado se elevó al infinito tiñendo de oscuro la nostalgia buscando el camino de los vientos. Un galope irrumpió la lejanía del pueblo y un viento suave comenzó a levantar el polvo del sendero envolviendo con un remolino de creencias los sueños de Amelia Romano. Las monedas del duende amarillo tendrían que estar cerca. De eso estaba muy segura.


No sé cómo se llama ni me interesa, no quiero saber si tiene esposo. No sé si trabaja. No sé en dónde vive ni se lo preguntaré. Ni siquiera hablamos, las palabras sobran, ambos sabemos lo que buscamos y lo que queremos. Además, la magia se puede dañar al querer buscarla en otro espacio, no quiero seguirla, ni mucho menos obsesionarme con esta mujer. Ya no aguanto más las ganas, no quiero terminar todavía, sin embargo, ella sí lo siente, me mira como queriendo estallar. Estoy preparado para la función final, los últimos movimientos que darán cuenta una vez más de una excelente actuación. ¡Quedará satisfecha! Una vez concluyamos la ciudad volverá a trabajar, las prostitutas saldrán a la calle, los ladrones hurtarán y el ruido bochornoso de los carros será parte de mí otra vez… Mierda… ¿Qué pasó? ¿Por qué se detuvo? Aún no lo hemos logrado. La máquina de sexo virtual me está pidiendo más crédito, no traje más dinero. De repente se apagó, se fue. Debo esperar hasta la próxima semana.


LOS OTROS ARTISTAS SANTIAGO GALEANO COITUS INTERRUPTUS Una vez más es martes. Cómo me gustan los martes, es un día que suena bonito. Me pongo mi mejor traje, no pueden faltar los lentes oscuros para el sol. Hoy no quiero colocarme una corbata, siento que pierdo mucho tiempo quitándomela y ella pierde su excitación. No es necesario recordarle sobre nuestra cita, cualquier evento puede ocurrir durante la semana, y ella allí estará, dispuesta a entregarme todo su calor. A las 3.00 de la tarde el mundo se detiene para los dos. El aire deja de soplar, no hay ruidos de automóviles en las calles de esta gran ciudad, no hay prisa, no hay bancos, no hay movimientos extraños. Los ladrones dejan de hurtar, las prostitutas no salen a las calles. Somos únicamente ella y yo. ¡Únicamente los dos! Yo llego primero siempre, la espero un par de minutos mientras me fumo un cigarrillo y empieza la acción. Su cuerpo ha sido tallado perfectamente por un escultor celestial. Lentamente le quito su abrigo, ella me seduce con sus coquetas miradas, sus ojos son extremadamente hermosos, grandes, muy grandes. Y ni hablar de sus labios, sus labios me producen sensaciones indescriptibles, me erizan la piel, me suda la frente, mi corazón palpita sumamente rápido. Acaricio sus senos y toco suavemente sus piernas. Es una locura tenerla a mi lado. Ya estamos totalmente desnudos, mientras la toco, ansío nunca tener que detenerme, anhelo quedarme por siempre con ella, pienso únicamente en hacerla feliz, en tratarla como se merece, pienso en llegar al borde del abismo su emoción y poder hacer que se estremezca en pasión y excitación. El roce de nuestros cuerpos embriaga el evento con nuestro sudor, la temperatura sube constantemente con sus gemidos, sus movimientos son paralizantes. ¿Ella? Ella se encarga de lo mismo, ella sí sabe de este negocio, sabe qué puntos tocar, sabe por dónde pasar su mano. Utiliza gran sutileza y ternura mezclada con algo de dureza y rasgos bruscos.


LOS OTROS ARTISTAS

NUESTROS POETAS


ALDO ROSALES ESTACIONES I Dolida y poco a poco va cediendo la noche helada de tu ropa; estalla en flor el botón de tus areolas. Cae la tibia cascada de tu cabello contra las rocas pulcras de tus hombros. Saltan peces de tu risa. Despiertan lentamente los girasoles en tu vientre al tiempo que la noche muere contra el suelo. Y entre tus piernas-delicados juncos que rematan en flor de cinco pétalos- se divisa un pastizal de donde brota íntimamente el río de tu primavera. Y porque el invierno ha sido arduo para ambos, hay que beber. II Antes que las hojas se den cuenta que son viejas y se arrojen al vacío, antes que alguien pise sus cadáveres como si insectos secos fuesen, antes que la nostalgia sea la única en mecerse en los columpios de los parques; antes que ahogues tus quejas en un trago de café asomada a la ventana, antes que el alma se te vaya por las pupilas y corra a esconderse en los tiempos mejores, antes de todo eso ven conmigo a la llovizna veraniega, deja que esas diminutas flechas de cristal caigan sobre nosotros, deja que esos juglares sin reposo y sin rostro allá en el cielo nos bañen con historias- cada gota un verbo y cada verbo vida- para que luego puedan partir en paz. Permítete un dejo de la infancia añeja, cuando por la gracia de las charcas el sol dormía entre las baldosas de la calle.

III Sin queja en el líquido apuras el trago y el vaso rueda herido entre un concierto de raíces y calzado; nada dices porque las silabas se te escaparon por la piel cuando con él danzabas. Sibarítico anhelo de ahogarme en las dunas de tu piel casi marchita, que transformes el deseo en deleite y de este último broten como esporas los recuerdos de cuando regué tu vientre por última vez. No es peligro el que todo lo que toques lo vuelvas aire, hablo de los riesgos de que mis pulmones sean pequeños, pero aún así aventuras la mirada más allá de los linderos de mi cuerpo inocuo; no es que no te importe la vida, es que te regocijas en la muerte ajena y no completa. ¿Se puede pedir a los árboles que no susurren guturales melodías cuando sienten el fálico fuste del viento que aburrido vaga por la tierra? Quisiera la respuesta fuera afirmación, pero bien sabemos que tu piel corteza al llamado de otros vientos siempre acude. Y desde aquí desde la maleza de tu olvido miro cómo danzas asida a sus raíces y su malta. Luego el otoño de tus ropas. IV A la vera de tu frente mármol, cerca del horizonte de tu nariz cantábrica, reposan dos aves de plumaje largo que huyen del frio de mis pupilas para posarse en el último rescoldo de mi pecho, luego vuelan hacia mis manos. Pero al entender que el invierno no ha dejado parte en mí que les sirva de refugio, arrancan el vuelo hacia la nueva vida mientras un remolino dentro de su pecho ámbar hace que por tu cara escurra el llanto.


LOS OTROS ARTISTAS ALEXÁNDER BUITRAGO ESTAS PALABRAS SON SUSPIROS

BRENDA CENICEROS LA HIGUERA

Que olvidó el mar en tu boca. Estas palabras aumentan su volumen de lluvia si escribo ventiscas y tacho relámpagos. Estas palabras deben guiarte hacia mis ojos y hacia las silencias calles que mi voz habita con solo llenar de pájaros sus sílabas, con solo lamer estas metáforas. Y si tu sonrisa es dulce o si tu caricia es suave, me basta para andar por el nocturno sueño.

Había una vez una niña que creció dentro de un árbol. Tenía una cara de corteza y nariz de ramita. Su cabello consistía en un arbusto de flores moradas que crecían en primavera, y en el invierno se cerraban para poder absorber nueva energía, que ayudaría al renacer de una vida nueva. Sus manos daban frutas que la alimentaban, que a su vez absorbían el agua y el néctar de la higuera. Dos entes en una, dos vidas unidas por la espiritualidad que las alimentaba a las dos, que las mantenía con vida, encerradas y libres al mismo tiempo.

Brenda Ceniceros, artista colombiana. Dibujo, La higuera.


ALEJANDRA GUTIÉRREZ VALS DE STRAUSS

FERNANDA VILLALOBOS QUIMERA DE SUEÑOS Disfrazada de amor atacas mi alma en su perpetua soledad en el confín de la mente en el aula laureada y libre que llamo pensar apareces como dios en la pupila de mis ojos y mi mente sometida añora lo que no le pertenece lo que fue y no fue lo que deseo de manera infinita en mis humildes sueños y lo que alguna vez como cualquier amante poseyó en lo profundo de su ser mi alma encadenada al pensamiento, mi cuerpo cediendo de amor mis ojos mostrando las ilusiones de tu rostro y tu semblante cálido y firme diciendo adiós.

Me vienen los aromas de violetas y arándano que se juntan y conciben un cielo lila. Me imagino bailando bajo un árbol otoñal, ver caer las flores de primavera, mientras Viena las enreda en mi larga y riza cabellera. Caigo plácidamente, no sé a dónde, si en las hojas que alfombran el suelo como nubes o en el gran vestido de ensueño. No sé qué me hizo caer, si el viento, que mientras daba un giro me derribó, el dulce aroma musical que me asfixió o el profundo suspiro que hace pensar en ti. No sé qué es más puro, la poesía que escribo para ti o lo que florece dentro de mí.


LOS OTROS ARTISTAS GONZALO SALESKY COMO HOY ¿Estás soñando en la misma dirección que va tu alma? ¿Adónde vas? ¿Tan lejos que tu piel te desconoce? Tu sombra espera. Mi boca se derrama y se despierta ante vos, ante tu pecho. Ante tu aliento y el mío, confundidos. Veo mi cuerpo en tus ojos, dibujo el viento que se agazapa en todos tus rincones y te prometo que siempre serás mía, como hoy. Quiero explorar tu cuarto, tu balcón, tu dormitorio. Tu mundo y tus planetas, tu vacío. Tu piel, robarla, en mil pedazos. Quiero llenarte de sal y de agonía, de sueños y fantasmas, de lo poco que valgo. Quiero que vuelvas siempre a mi llanura, que sepas cuánto mide el infinito porque aquí dentro está todo, como hoy.


JAIRO ZANETTI DON DE LUZ Tienes musas cuando hablas y mi muerte se convierte en semilla naciente. Desde tus raíces llevas un don ese mismo elixir grandioso de los cielos ese dichoso milagro, fraterno, omnisciente, ese humilde equipaje de edenes, de alas y bastones, esa sublime escalera hacia la historia de un tesoro. Tú eres un amigo, la palabra infinita, un don que nace y no se hace, una ventura, un fruto eterno. tú eres un hermano, siamés de mi alma absoluta, mi lágrima te duele, como si ese lodo líquido sea tu lluvia. ¿Y qué te importa si soy pobre, si el dinero es poco o mi mundo chico?

El amigo es el corazón hermano, el gemelo misterio, aquel que levanta y redime tu marcha, ¿y qué te importa si soy ciego o cojo, o si la limosna es grande? un amigo es el agua en el desierto, la mano gentil, desinteresada, aquel gorrión que levanta tu alma y la devuelve reluciendo al mundo. el amigo es bandera, es patria, un beso mundial hermanado, ni siquiera una palabra, solo un firme sentimiento, solo una cara sin careta, un abrazo, un poema silente, la paz honda y fervorosa, que puja y puja por la vida.


LOS OTROS ARTISTAS MIGUEL ÁNGEL FIGUEIRAS SER MUJER La mujer nacida luz y creación es más feliz dando que tomando, renovándose ante la vida su misterio de ser madre. Mujer, hechizo, mitad y esencia se suma a su fascinante vida, amor, clemencia, superación y serenidad también odio y agresividad, negación y locura, es realidad de vida pura que no posee otro ser.

Mujer ensueño y sugestión, los tulipanes más bellos florecieron para ti, arcaicos orfebres moldearon los más preciosos metales para ti, los juglares medievales se inspiraron en ti, los artistas esculpieron y los pintores descubrieron arco iris en el lienzo para ti, las ostras del insigne mar empollaron nácar y perlas para ti, todo cobra vida y esplendor al contacto de tu alma y el sueño de los sueños fue pensado para ti. El varón humano sin una mujer a quien amar en el comienzo envejecería sin remedio, viviría sin vehemencia ni delicia, y en el final de sus días sin consuelo su corazón moriría de frío en el primer invierno.


SINCERAS FELICIDADES


Patricia Iglesias, Fotógrafa de Moreno. Obra, Mariposa argentada.


NUESTRO TEMPLO


NUESTRO TEMPLO Amigos y artistas, nos pueden encontrar en este portal web. Aquí estamos presentes, entre los escritos y las lecturas.

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GRATITUDES A todos los que creen en nuestra revolución cultural, dedicamos esta rosa maría. y LA ILUMINAMOS, SÓLO POR ustedes; poetas QUE DESVELAN AURORAS, POR los cuentistas de magia y POR ustedes, ensayistas lúcidos, salvAMOS estas letras. aRRIBA SUS PLUMAS DE TRASPARENCIA, bELLAS SON SUS OBRAS, NOS LLAMAN A la ELEVACIÓN, QUE LA INSPIRADA, SIGA POR LA REGENERACIÓN DE NUESTROS PUEBLOS, NUESTRA GENTE FRATERNAL. MÁS Con alegría, RENACE ESTA creación conjunta pOR aMÉRICA LATINA. vERSOS DE ESPERANZA, INMORTALES DE LA sabiduría.

CREADORES DE LA REVISTA JOSÉ NIVIA MONTOYA RUSVELT NIVIA CASTELLANOS

NUESTROS COLABORADORES ESPERANZA CASTELLANOS ARIAS patricia iglesias MARCO PEÑA AYA ALIRIO QUIMBAYO DURÁN RUBÉN CAMPOS ARIAS daniela godovina

PINTOR DE LA PORTADA Y EDITOR GRÁFICO RUSVELT NIVIA CASTELLANOS

ISSN: 2357 - 5085 . PRIMERA EDICIÓN. LA LITERATURA DEL ARTE. AÑO 2014.


LA LITERATURA DEL ARTE


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