LA LITERATURA DEL ARTE NUEVOS CUENTISTAS Y POETAS DE AMÉRICA LATINA
Patricia Iglesias, fotógrafa argentina. Obra, Ave del amor.
CONTENIDO
GÉNESIS 4-8
LOS MAESTROS 9 - 16
LOS ARTISTAS CONSAGRADOS 17 - 30
LOS DE HONOR 31 - 36
NOTAS MÁGICAS 37 - 42
LOS OTROS ARTISTAS 43 - 70
NUESTRO TEMPLO 71 - 73
GÉNESIS GÉNESIS
INCREÍBLES FICCIONES INTERMINABLES Al despertar; el hombre en el mundo, vive todo un destino de visiones extrañas. Desde lo etéreo, se desplaza por lo espacial y va por diferentes lugares de colores hasta llegar a lo artístico. Así, sin demora, cada ser pensante, experimenta la invención ficcional durante su concurrida existencia. En la rutina del día o en la serenidad de la noche, muchos de los artistas, presienten de repente un cúmulo de espejismos y por tal motivo, resuelven plasmarlos afuera de su mente, para reflejar lo visionado en la realidad física, usando algunos elementos de la materia más substancial. De este modo, ellos crean la ficción y la poetizan con fantasía en donde lo natural se fusiona con lo increíble. Más para el instante, cuando forjan su arte, durante los tiempos de armonía elevada, consiguen ir a la fastuosidad del infinito, trascendiendo por formar las invenciones, que provienen de sus vivencias realistas y experiencias fabulosas. Mientras claro, sucesivamente la virtualidad, transcurre sin temporalidad ni un cierre determinado, progresa es por lo ilimitado. Esto bien sucede, porque desde cuando es pensada por un hombre, se conforma incesantemente como sempiterna. De hecho, los literatos en su mayoría, traspasan las estructuras creacionales y mejor residen en sus imaginaciones libres y luego las exteriorizan con innovación, plasmándolas en la prosa y la poesía. Ellos por lo tanto; creen en lo fantástico, que es del gran parnaso. Estos artistas, igual mediante la creatividad, superan los artificios terrestres en la medida como piensan en la complejidad de lo desconocido, luego posible. Aquí entonces, por lo expresado, pretendo demostrar que el ideal de ficción es infinito, porque una obra con orígenes abstractos, sean místicos o sean mágicos, renace también de otras obras antes realizadas, entre los tiempos, más la nueva obra si consigue ser muy bien concebida, revela mayor evolución.
De tal modo, que por cierto el escritor Julio Cortázar, ya apuntaba en un cuento suyo lo siguiente: “Todos los fuegos el fuego”. Esto lo cual; quiere declarar evidentemente esta otra certeza; todas las creaciones literarias, la literatura. Así, un escrito de belleza maravillosa se puede comparar con otro escrito maravilloso de trasfondos semejantes. Aparte el poema del joven poeta a veces consigue ser combinado y sublimado con los poemas de algún viejo poeta. Y en ocasiones, una narración resulta influenciada por otra narración novedosa. En tanto, lo que reflexiono, se concentra dentro de lo metafísico y es hermoso cavilarlo, para uno pasar a la metamorfosis del futuro. Más a propósito, al estudiar los textos sobre composición ficcional, me parece que es irse a un campo misterioso. Los pensadores, por lo general, hacen sus textos sobre historia literaria a medida que van esparciendo sus idearios personales, ante todo con sus enigmas y con exuberancia. Igual es buena la retórica de ellos y sin embargo son a veces tendenciosos en sus saberes explicados. Por esta razón, los conceptos de ellos, tramados sobre arte, giran en constancia, respecto a sus estructuras creativas. A tal caso, muchos de los eruditos, permanecen adentro de sus finales, circunscritos con sus historias cerradas para sus escritos. Así entonces, yo estoy mejor de acuerdo con el literato, Graham Greene, quien dice lo siguiente: “Una historia no tiene principio ni fin”. De hecho, tal planteamiento del escritor británico, resulta muy sensato, luego tantos siglos de teorizaciones sobre literatura. Bien por cierto, la salida de nuestro laberinto puede estar en este umbral de luz. Ya que en arte, si me pongo a escribir un cuento breve, una vez consiga formarlo y realizarlo, cuando acabe por darle el final, luego puedo abrirlo en otro nuevo escrito, que fusione como una gran obra y quiera desarrollar con genialidad, por medio del urdir fantástico. Además, sea como fuere, puedo expandir las vidas suscitadas de los personajes, que van quedando descritos y asimismo consigo agrandar la historia, toda hasta lo más inconmensurable.
GÉNESIS GÉNESIS De conformidad entonces, por esto aludido, revelo y aclaro que la literatura, se concibe con libertad, siempre y cuando la inspiremos con un lenguaje, previamente acordado entre los mismos individuos, que son a su vez los lectores. Así de propiedad, bueno es reflexionar sobre la invención ficcional como un acto de infinitud creativa. De hecho, la ficción es creada por el mismo ser humano y su arte y su universo no se extingue, mejor crece a lo extraordinaria, se reinventa y se propaga por los muchos destinos inexplorados. Más claro, siempre hay un drama por unir con otra narración dramática, antes relatada, donde el artista, hace en esencia, renovación escritural con efusión imaginativa. En tanto, para uno inspirar la fantasía, cabe ahondar en los recuerdos antiquísimos así como importa adentrarse en los futuros muy soñados, personales y de otros artistas, para poder descifrar lo increíble y tiempo después, uno ponerse a contar y recrear sobre la hoja lo que ha divisado y sorprendido, poetizándolo ya todo con agrado, por medio de la artística luminosa y así acrisolar lo más divino del parnaso.
De los creadores, La literatura del arte.
Hugo Schieble, fotógrafo colombiano. Obra, Zuliban de fantasía.
LOS MAESTROS
LOS MAESTROS
JOSÉ NIVIA MONTOYA
Filósofo moderno; Licenciado y especialista en matemáticas, laureado por la Universidad del Tolima. Maestro en docencia universitaria. Tiene dos libros científicos publicados. Es además novelista y cuentista colombiano. Ha publicado cuatro novelas; Violencia en el Paraíso, El Demonio de la Sierra, El Canciller de los Tulipanes y El Mercenario Gringo. Se encuentra en la mayoría de bibliotecas de habla hispana. Ha tenido varios reconocimientos a nivel nacional. Y fue finalista del concurso internacional de cuento; La Cesta de las Palabras, España.
AMOR EN SUEÑOS Yo no sé, si tu boca fresca y roja, la besaba, o si eran sueños febriles, vividos como fantasías, pero el desliz onírico de la noche en madrugada, me dijo que bebí el almíbar dulce de tu alma. Y al despertar, la ausencia de tu amor, mis ojos lloraban, al suave rumor del viento en la arboleda, cuando con sus trinos las aves me arrullaban, en el desolado cuarto de mi casa en la alameda. Y aún con el tiempo, interrogo a mi alma fatigada; si fueron realidad los sueños del amor, cuando te besaba, o las líneas de tu cuerpo, por mi esencia deseada, o las ilusiones, que en mis delirios te profesaba. Yo sólo sueño que soy la sangre que corre por tus venas, el que contempla la suavidad de tu belleza, el ángel que te abraza para suavizar tus penas, el único amor que recorre y acaricia tu primavera. De José Nivia Montoya; el poema, que inspira en su libro, Prosas de la conciencia.
LOS MAESTROS
AMPARO MORENO PRIETO
Dama mayor de la poesía, nacida en León, España. Es una gran inspiradora de versos. Vive su mundo entre pinturas poéticas. Trabaja en un equipo de Protección a Menores en Guadalajara. Y como lectora del maestro, Federico García Lorca, diría al encanto: La poesía no quiere adeptos, quiere amantes. En tal misterio está ella.
BONDAD La poesía ha caído del cielo, libre está de pudor para ti, llena de tu mismo amor, sería mejor llorar y tú, limpia mi alma impura y arráncale su oscuridad, conviérteme en ser albo, clama por mí, puede ser fe, la herrumbre saborea mi boca, desgasta mis dientes, mis labios, conviérteme, depura mi fe oxidada y agotada a la que me aferro como claro de luna, toda en silencio.
De Amparo Moreno, los poemas, que inspiran esperanza.
SALVACIÓN Amor de la luz, recoge mis dolores y hazlos tuyos, estrújalos y remuévelos, hasta que se hagan polvo, entre las estrellas. Extraña escarcha del cielo, que me seduces, alimenta mi alma. Destellos que hipnotizan, calma este anhelo conmigo, cura que libera y me aleja de este exilio.
LOS MAESTROS
RUSVELT NIVIA CASTELLANOS
Poeta y cuentista de la ciudad musical de Colombia. Es al mérito, Comunicador Social y Periodista, graduado por la Universidad del Tolima. Y es un especialista en Inglés, reconocido por la Universidad de Ibagué. Tiene dos poemarios y cinco libros de relatos publicados. Es creador del grupo cultural; La Literatura del Arte. Ha sido finalista de varios certámenes de cuento y poesía internacionales. Fue segundo ganador del concurso literario, Feria del Libro de Moreno, organizado en Buenos Aires, Argentina, año 2012. A mayor crecimiento, fue premiado en el primer certamen literario, Revista Demos, España, año 2014. Bien por su virtud creativa, destacado es este artista en su país.
CRISIS COMUNES Había violencia en el pueblo costeño de Macondo. Y por supuesto esta realidad, puso al escritor ansioso hasta exasperarlo. De lleno, se atormentaba su cabeza al presenciar tanto caos. Era cada vez más fuerte el malestar que padecía, las muertes ajenas lo alteraban y obvio con los días, sintió que no podía sobrellevar más este problema solo. De modo que este literato, se fue una tarde para la casa de su mejor amigo, una vez pudo volarse del periódico donde laboraba. En cuanto dejó el despacho suyo, salió a la calle y paró el primer taxi que pasaba por allí despaciosamente. De seguido, se montó en el puesto trasero del auto, saludando al señor moreno y al debido tiempo, pidió ser llevado a su destino. Durante el viaje por la carretera, el literato caviló sobre la incultura de su gente. Según avanzó en el carro, yendo por entre las palmeras, reflexionó a las personas pobres y a ellos sin educación. Los razonaba en general como unos seres imperfectos. De terquedad, la mayoría de sus compadres, no querían la lectura, preferían era la villanía. Asimismo este hombre, fue profundizando estos pensamientos durante todo el recorrido. Ya cuando el literato, llegó a donde vivía su amigo, pagó el pasaje al taxista y le dio unos centavos de propina, luego abrió la portezuela y pronto pasó a la calzada, más se fue distanciando del conductor, caminando a pasos rápidos por la calzada. De recorrido, yendo en subida, cogió rumbo por un sendero de piedras y empezó a trotar hasta cuando estuvo de frente a la casa. Allí claro, tocó precipitosamente a la puerta. Entonces, Mario en el instante se levantó de la mecedora y pasó a abrirle al maestro Gabriel. De querencia, lo saludó al recibirlo, más con buena cortesía, lo invitó a seguir al salón de los libros. De acuerdo en compañía, recorrieron el pasillo de la entrada, rodearon por ahí unas estatuas Incas y sin demora, ingresaron al recinto de las obras literarias. Una vez acomodados en los sillones, se tomaron un café que les sirvió la empleada y cultos, fueron conversando sobre la literatura. Entre tanto, Gabriel le contó la desgracia que tenía: -Hermano, sabes, hoy estoy muy mal. La verdad, Macondo ahora está explotando en guerra. Los pobladores, perdidos en sus crisis mentales, conspiran es ataques con odios y pues la situación es preocupante, yo no sé ya qué hacer para remediarlo, ayúdame, todo este desconcierto, me trae enfermo, no puedo casi ni dormir. Tras las palabras, así de franco, Mario le respondió: -Escucha; Gabo, pero si yo sufro del mismo mal que tú, sólo que a mí me sucede es en Pantilandia. Dudó unos segundos en volver a hablar y de repente, dijo: -Y bueno, qué nos inventamos, Gabo, una revolución artística. De Rusvelt Nivia Castellanos; el cuento, que perdura en su libro, Poetas de libertad.
De los creadores, La literatura del arte. Obra, El guardián del campo.
LOS ARTISTAS CONSAGRADOS
LOS ARTISTAS CONSAGRADOS
LAURA DANIELA FAJARDO Nació el 3 de abril de 1993 en la ciudad de Bogotá. Lleva a cabo estudios universitarios en el área de lenguas modernas y literatura. Ha realizado especialización en literatura, con la intención de hacer más profesional sus conocimientos junto con sus habilidades en escritura creativa. Es una artista, que ama los cuentos. Ha empezado a escribir desde los quince años. Así mismo, dirige un grupo de escritores de habla hispana en la comunidad internacional de artistas online, donde promueve el uso de la lengua materna en las creaciones literarias.
ARTURO AGUILAR SAMANIEGO Nació en Zaruma, Provincia de El Oro, Ecuador. Escritor enamorado y fascinado con la vida. Es una persona firme y menos volátil, responsable de sus actos, lleno de bondad para ofrecer y consciente de la realidad mundial. Su primer trabajo literario, fue la novela intitulada; Génesis de la perplejidad inolvidable. Posee también algunos cuentos y por siempre alterna, objetividad y fantasía poetizada.
JEFFERSON LEANDRO ECHEVERRÍA Artista de Bogotá, nació el 21 de octubre de 1989. Actualmente cursa Licenciatura en Lingüística y Literatura en la Universidad La Gran Colombia. En el año 2016, publicó su primer cuento llamado; La Otra Ciudad, para la revista Canéfora. Influenciado por Chéjov, Iriarte, Onetti, entre otros. Este artista, ha visto la lectura y la narrativa como un medio de aprendizaje constante, para la formación de estas múltiples vidas.
LOS ARTISTAS CONSAGRADOS
LAURA DANIELA FAJARDO LAS ORQUÍDEAS TAMBIÉN RÍEN Hace muchos años pasó esta historia, la violencia había destruido una parte del corazón del pueblo que ferviente creía en paz, pero aunque la guerra siempre deja una herida, esa herida tarde o temprano cicatriza. Orquídea, una chiquilla de tal vez seis o siete años, era la prueba, que a pesar de las adversidades, un ápice de esperanza siempre surge. Era huérfana y vivía en la calle alimentándose de la caridad de algunas mujeres del pueblo, que en ese entonces era muy pequeño. Orquídea no sonreía, pero su presencia inundaba de calma cualquier estancia, su melena espesa y llena de crespos parecía a una pequeña leona achocolatada y su tez tan morena y tan linda, la hacían lucir como una muñeca parecida a las artesanías que se vendían en el pintoresco pueblito. Ella casi no hablaba, solamente lo hacía para dar gracias o para pedir un favor y algo que nadie lograba entender era cómo lograba perderse desde el mediodía hasta casi las seis de la tarde. Ya la gente después de un tiempo, dejó de buscarla, después de todo, Orquídea reaparecía por la entrada del pueblo como si nada hubiese pasado. Lo que la gente no sabía era que Orquídea, aquella morenita adorable, caminaba por entre un sendero que había encontrado hacía tiempo, escondido en una desviación que tenía la vía principal, a unos diez metros del pueblo. Iba al bosque y ahí, entre pasto, flores y animales se quedaba, se sentía llena y podía decir que definitivamente estaba en casa. Cierto día, unos hombres fueron al bosque, su trabajo era cortar árboles para llevar leña y venderla al pueblo, eran buenos hombres, pero no pensaban más allá del dinero, tenían una sección del bosque totalmente devastada y aun así continuaban con su tarea.
De la colombiana, cuento a la paz fantástica.
Orquídea, había presenciado aquella matanza, porque para ella era lo mismo matar un árbol que a un ser humano y armándose de todo el valor, que en su metro diecinueve podía cargar, se acercó a los hombres justo cuando descansaban tomando café, que ingeniosamente habían guardado en una especie de vasija portable y sin esperar les habló en su tono más severo y molesto: -De ella venimos y a ella debemos amar. Nuestra madre ama nuestras pisadas, pero teme a nuestras manos. Con esto terminó su breve discurso, los hombres comprendieron casi como si hubiera sido una señal divina. Esa niña era especial y tan linda que conquistó a uno de ellos. Aquel hombre bondadoso y trabajador la acogió como suya, pero las cosas no siempre son como deberían ser. Orquídea, tuvo que apegarse a las costumbres del pueblo, ya no era un alma libre, ya no podía vagar entre las ramas, no sentía el viento y su madre poco a poco dejó de susurrarle al oído. Ahora usaba zapatos y su conexión con la tierra solamente de vez en cuando la tenía y a sabiendas de que sería reprendida, caminaba descalza por el patio que carecía de pasto. No era una mala vida, pero para Orquídea esa no era vida. Más enfermó, cuando el invierno entró con todo su furor. Los médicos atribuyeron la enfermedad de la pequeña al clima, pero eso no ayudaba, porque culpando algo o alguien no se hallaría una cura. Orquídea, pasó por manos de médicos, brujos, ancianas y un sinfín de personas que juraban podían sanar, pero nada dio resultado. Orquídea escapó de casa. La chiquilla se fue al bosque bajo la intensa lluvia, que cubría el valle antioqueño. Y allí entre la densa arboleda, dejó salir el sonido melodioso y dulce de su risa. Su melena sola recibía la lluvia como si hubieran pasado mil años sin llover y sus manos se extendían a lo ancho, que le permitía su pequeño cuerpo, tocando, deleitándose con el suave roce de las flores y hojas que parecían darle bienvenida. Ya no había zapatos, podía sentir la tierra lodosa en sus pies, ya no había ataduras para su alma.
LOS ARTISTAS CONSAGRADOS
Esta podía volar lejos y estar por siempre en su hogar. Su frágil cuerpo se derrumbó tras una larga sesión de risa infantil, risa que solamente denotaba felicidad en su estado más puro. Aquella risa la escuchó el pueblo y no valió lluvia ni invierno, todos salieron a la plaza confundidos pero con una sensación de paz, de felicidad. Cuando pronto, Orquídea se transformó entre las gotas de lluvia y su alma etérea, poco a poco tomó una forma sutil, toda de una belleza incomparable, una flor única y que hasta ahora ni en Colombia ni en el mundo, se había visto, sus pétalos se extendieron con gracia, mientras que un color perfectamente armonioso se apoderaba de la extensión de aquella divina creación, la nueva Orquídea se levantó entre el invierno e iluminó la estancia con su mágica presencia. Bien y el pueblo jamás volvió a ser el mismo, todos sabían que había algo especial y aquel que llegaba, podía experimentar su fantasía, que inundaba el alma y asombraba, asombraba con tal intensidad al instante, que sabían de la madre tierra muy extensa e infinita. Y Orquídea, finalmente estaba en casa, en el lugar al que pertenecía y su espíritu se volvió emblema para las personas, allí donde el recuerdo de la guerra y la desesperanza, que encogía antes el corazón, fue desvanecido por la luz y la bondad, por la alegría de vivir y por la paz.
ARTURO AGUILAR SAMANIEGO CUENTO Y POESÍA Sentado frente y conexo al horizonte, la niebla fluye a moldear. Fuerte y preciso deciden arribar. La bruma lejana principia de ocultar; ojos aparentes pierden el control. Cuando después de todos modos, prefieren abolir esos muros invisibles, de la sociedad. Vienen del producto sobre una condición hermética y sublime; aparecen de la Diosa creada en fantasía; pues una luz descomunal enorme, siempre hizo compañía. En mundo nuevo la luna estableció quedarse en el espacio gracias a su tierna rebeldía. Todo era felicidad, cuando decidió facilitar energía; creía no tener refugio ni abandono; pero enseguida surgió una claridad infalible y lo sublime amaneció. La ola gigantesca que no amainaba dilucidó ser parte de la imaginación; las aves volaban coloridas en su espacio con un Dios; millones formaban la importancia de una vida llamada humanidad. Las dulces y originales melodías provienen desde el cielo. Al inicio de una rivalidad siempre viajaba una amistad; habían formado tantos moldes, cuando la sinceridad principiaba. Reiterados, señalaban el llamado interrumpido de las fuerzas ignoradas; jamás comprendían el bochorno de la época; pero gracias a su instinto natural, existir juzga sentido. La generosidad se hizo realidad.
Del ecuatoriano, poesía del parnaso.
LOS ARTISTAS CONSAGRADOS
A sus inicios el viento armonía y compañía compartían; la sinceridad repetían eternamente. Olvidaban la utopía y transformaban la alegría; perennemente fue algo sublime, Nada más acontecía. Por donde se lo mire desde aquella cima las luces irradiaban; el espacio compartía la energía, sus cuerpos invisibles rechazaban la apatía, rodeaban a su hijo con anhelo de triunfar. Conquistar; fue de repente cuando culminó todo. Actuaban de manera sorprendente y jamás buscaban la igualdad; parecía comprensión del estímulo existente; un cuerpo resistía y el otro discernía. la inercia estaba a punto de agotar. De pronto un fenómeno intangible que va tomando vida, es difícil de aplacar. Las guerras destruían y empezaba el fin de la humanidad; pocas historias aun habían; La comunidad acribillaba por salvaje; las leyendas de la vida son memorias infinitas. no tenía más opción que batallar. Inició tanta maldad sobre la impredecible fuerza. Entendían es su origen de la mente; no soportaban la angustia de su gente; lloraban y luchaban con valor. Sus razones no existían; un suelo iluminado reflejaba con temor; pues el ensayo de la vida procedía con terror. Al crepúsculo de triste oscuridad, por medio del camino una sonrisa floreció; fue de su planta evolutiva que se rindió jamás.
La razón mundial por fin aparecía luego de esconderse en el fondo del planeta; sus niños eran más felices; sentían porque de repente sólo vivir querían; las flores por su lado respiraban bienestar, no entendían al malestar. Jugaban al cuidado del entorno; el aire soplaba y las nubes tan blancas reposaban; un pájaro en su estancia decidió rodear la fantasía; por demás encantador lo recibió sin compañía. La criatura del espacio comprendió de su firmeza. Sus grandes hijos en Luna realidad desconcertada, viajaban en penumbra de la noche inusitada; persistían reencontrar al sueño original; no guardaban rencores ni problemas desde el mundo con dilemas; más el viento de la vida inmejorable, sus razones actuaron, siempre tan afable. Conscientemente el pensamiento y la actuación gobernaban; Ellos imponían tantas esperanzas, cuando la cautela terminó; el fuego relacionaba con los dos; sólo fue divinamente dónde su capacidad, sugería a la amistad. Con todas esas formas dentro del espacio, cadencia y simetría elaboraban, los nuevos integrantes del planeta, fusionaban libertad; tanta sabiduría en medio de la nada, era toda una verdad; las flores como siempre de la tierra, dimanaban prosperidad. ¡Nada lo comparaba!
LOS ARTISTAS CONSAGRADOS
JEFFERSON LEANDRO ECHEVERRÍA NUESTRA OTRA VIDA EN LA TIERRA Atrás ha quedado aquel aroma pestífero que solía despertarnos en la madrugada. Era el primer anuncio de nuestra primera agonía. Sumidos todos en la vieja angustia de vivir otro día, muchas veces sobrellevada por los bocados amargos de comida trasnochada y servida en botas malolientes, mientras pasábamos la sed con tragos amargos de agua de alguna quebrada, emprendíamos el extenuante viaje por las veredas desoladas, donde las huellas de nuestras cotizas y las botas de los armados, plasmaban múltiples señales de un rumbo incierto. Por fin no volveremos a experimentar los filos de piedras, hiriendo nuestros pies, sobre todo en las noches a ciegas cuando la ola de luciérnagas era el único rastro de luz que nos guiaba por el amplio trecho. Ni siquiera teníamos permitido usar linternas. Sólo en los casos de peligro, cuando alguno de ellos percibía algún movimiento extraño, tras los árboles, solía decir uno de ellos: “Uno nunca sabe, puede ser una culebra o en el peor de los casos uno de los enemigos que está por ahí infiltrado”. En cuanto a lo otro habitual, cuando se quedaban varios vigías, podíamos jugar diecinueve con los naipes incompletos, mientras a manera de susurros, contábamos nuestras anteriores vidas en la tierra, casi siempre viendo con cierto pesimismo este nuevo retorno. Y bien atrás se han quedado las largas procesiones por los cerros empantanados donde el golpe de las armas que nos lastimaban los brazos, las extremidades, los rostros, nos recordaban que estaba prohibido desvanecerse, sobre todo cuando alguien se tiraba por culpa del cansancio. Las injurias se convertían prontamente en amenazas de muerte.
Del colombiano, cuento a la paz espiritual.
Teníamos igual que olvidar cuanto antes aquella tarde. No tanto por el aguacero crepitante que formaba grandes charcos y obstáculos deslizantes, dificultando nuestro ascenso hacia otro cerro mucho más empinado, cuyas rocas resbalosas nos obligaban a agarrar casi con las uñas las ramas más resistentes, sino por el tiro inesperado en el pecho que uno de ellos impasiblemente le lanzó a un anciano. Precisamente era uno de los optimistas que hablaba de un pronto regreso. Siempre conservaba una lámina de la Virgen y la foto diminuta de su único hijo, que había sido reclutado antes de la invasión. Así la situación, pálidos, atormentados por el frío y el miedo, comprendimos la necesidad de someternos con mayor diligencia a sus mandatos. Ya ni siquiera chistábamos como antes. Sabíamos que cualquier bramido era una razón más para codearnos con la muerte. El trauma tardó varios meses o quizás años, cuando supimos lo de nuestra libertad. Aparte de todo, nos decían cuando a alguien se le ocurría lagrimear con sigilo: “Esto también es por culpa de ustedes, si tan sólo se unieran con nosotros para acabarlos, todo sería distinto”. Sin embargo, nunca encontramos una razón para que después nos golpearan, nos encadenaran y luego hasta tiraran cadáveres a los barrancos, donde últimamente habían adoptado nuevas voces en las incómodas madrugadas. En ocasiones las presentíamos, lejanas, abrumadoras. La manera como surgían de algún precipicio estas voces nos producía una angustiosa pero a la vez esperanzadora incertidumbre. Por lo menos como dijo uno de nosotros, sabemos que están bien y todavía nos acompañan. Ya lo más triste de todo es que por decir, que ni de vainas nos uniríamos a ellos, se unieron a los pocos días unos coros de voces, que después nos seguirían a todas partes. A veces creemos que se quedarán allá, bajo aquellos árboles acacios, lejos de nuestras fincas, junto a los silbidos estrepitosos de las tranquilas noches. Nosotros también recordamos el día de nuestra libertad, fue casualmente cuando no nos dejaron prender el único radio que teníamos. Queríamos escuchar alguna música carranga para asegurarnos que era domingo y de que por lo menos teníamos derecho a un mínimo rato de ocio. El único sacerdote del grupo, quien a lo último, se rehusaba a acompañarnos en la misa y teníamos que insistirle, para que por favor se animara a darnos un monótono sermón de media hora, nos predicaba más por compromiso que por persuadirnos a mantener una esperanza, por muy mínima que fuera.
LOS ARTISTAS CONSAGRADOS
Luego de un amén débil, nos contagiamos de miedo cuando uno de ellos nos obligó a conformar una fila, mirando hacia el frente, siempre con la vista puesta al inmenso muro montañoso. Nos mantuvimos durante un largo rato con las manos enlazadas en la nuca. Temblorosos, obedientes a la orden de no desviar la mirada, ni siquiera para intentar cualquier murmuración, no parábamos de llorar en silencio. Con la frente en alto, empezamos a creer en el único consuelo que teníamos por reencontrarnos con las voces de los anteriores cadáveres, allá en todos los precipicios del mundo. Por lo menos asustaríamos a mucha gente para no sentirnos tan muertos. Ni siquiera con la secuencia de crujidos en nuestras espaldas nos percatamos del instante tan añorado. Las armas se perfilaban en nuestros oídos, dispuestas a dispararnos, pero fue sólo un breve instante, porque durante un largo rato ni un carraspeo percibimos. Fue el impulso del sacerdote al girar valerosamente la cabeza y lanzar un grito, que nos espantó a todos, cuando supimos la ausencia de los armados a nuestras espaldas. Nosotros incrédulos, nos mantuvimos toda la noche en el mismo lugar, asegurándonos de no ser víctimas de alguna broma. Pero fue al otro día, en pleno rayo de sol, que nos percatamos de no encontrar ya ningún rastro de armas ni hombres merodeando por los bosques; habíamos experimentado otra libertad. Así que ahora este viento parece distinto. Lo reconocemos por la manera en como liviano, nos desnuda las sonrisas entremezcladas con llantos y clamores discretos. Realmente no sabemos si es por causa de este simple retorno o simplemente por querer murmurarle a la nueva borrasca sobre las viejas penurias, para que su viento de súbito se las lleve, sin dejar ni siquiera márgenes, ni cenizas de nuestra pasada memoria. Ya lo único cierto es que hemos regresado a la misma tranquilidad de antes, la que en un momento nos fue arrebatada sin justa causa.
ARTISTAS DE LA PAZ GRANDES LOAS
Esperanza Castellanos, fotógrafa colombiana. Obra, Jardines del amanecer.
LOS DE HONOR
LOS DE HONOR
VLADIMIR VÁZQUEZ Poeta y narrador de Querétaro, México, nació el 17 de Mayo de 1980. Es licenciado en Pedagogía, egresado de la Universidad del Centro de México, UCEM. Docente de profesión, humanista por convicción. Apasionado por la literatura clásica y la literatura contemporánea, en especial de la poesía. Ha recibido varias menciones y reconocimientos nacionales y también internacionales. Tiene como escritores favoritos a Gustavo Adolfo Bécquer, Gabriel García Márquez y Octavio Paz, quienes han influido sobremanera en su creación literaria.
KATHERIN AYALA LASSO Nació el 6 de junio del año 1992, ciudad de Barranquilla, Colombia. Es joven escritora y poetisa del arte. Desde el bachillerado, ha recibido varias menciones de honor, por el área de lengua castellana y el teatro. Merecedora de premios de ortografía nacionales. En bien, una dama dedicada a la lectura y la literatura.
VLADIMIR VÁZQUEZ DECRETOS DEL ALMA Deseo borrar de mi mente tantos pasajes violentos y que la guerra y el miedo sean sólo un tortuoso recuerdo, deseo que todos los pueblos usen palabras sensatas y que el buen entendimiento, concilie cualquier discrepancia, deseo sembrar en la tierra granos de fe y esperanza y que la gente germine el amor y la tolerancia, deseo se tienda la mano a todo hombre en desgracia y erradicar por completo, adversidades mundanas, deseo no existan fronteras ni ideologías de raza, donde igualdad y respeto sean filosofía del alma, deseo que una sola bandera navegue la mar en calma y a cada puerto que llegue, lleve la paz anhelada.
Del artista mexicano, un poema a la paz.
LOS DE HONOR
KATHERIN AYALA LASSO YO SÍ CREO EN LOS UNICORNIOS La lejanía de un sueño de libertad, agobiada existencia sumida en penas y dolor. Penumbra llena de confusión y tristeza, qué oscura penumbra, la que mata la inocencia, la que cautiva los sueños y ahoga la nobleza. Aunque un día el sol brillará, su refulgente luz toda disipará, no más temores, no más lágrimas, la vida se unirá en un canto de esperanza y amor. No más pequeños soldados jugarán a la guerra, esa que desangra y asesina la belleza de sus almas, ninguna madre llorará jamás la ausencia de sus niños. No volverá a reinar la violencia, ni los cañones silenciarán la vida, esa vida que se consume cuando el amor se pierde, cuando el poder transforma la más noble de las etapas en un vivir, sin esperanza. Por qué los hombres se matan unos a otros hombres, por qué es más sencillo disparar que hablar bien, será que el amor se ha perdido, qué la vida ya no tiene sentido.
Cuando el niño vuelva a reír en las praderas, se olvidará la lluvia de miserias. Cuando las armas sean reemplazadas por los libros, las marchas por canciones y el miedo por amaneceres llenos de aves y brillo de sol, nunca volverás a sentir miedo ni soledad. La vida te abraza, la esperanza te impulsa. Este es el momento de dejar atrás el pasado y caminar confiado hacia el futuro de un mejor porvenir. En este país si es posible soñar, cantar y reír de alegría, vivir, no hay muro que una sonrisa no derribe. El susurro de un te amo. El más dulce de los besos, la más noble caricia, el atardecer en tu mirada. Sé que dijeron que era imposible soñar, aunque me repita que la vida no es color de rosa, que no existe el hada mágica y que no se debe pensar en lo inalcanzable.
De la artista colombiana, un poema de esperanza.
Apuesto todo por ti, por lo que puedes brindarme. Sé que no estás lejana, te siento cerca, no es imposible, tú eres visible. No importa cuánto duden de ti, sé que un día volverás a surgir y sin preocuparme por lo que digan te espero. Creo en los amaneceres infinitos y en la armonía del corazón y la razón, creo en los acordes de la vida y sin importar lo que digan, yo si creo en los unicornios, porque vale más creer en lo aparentemente imposible, que ser un alma sin fe, sin pasión, sin razón de ser.
Johana Alejandra Nivia, fotógrafa colombiana. Obra, El libro de Gabo.
NOTAS MÁGICAS
NOTAS MÁGICAS
DANIELA HENAO OSORIO
Técnica Profesional en Diseño de Modas, poeta y escritora de la ciudad de Cali. Ha publicado en Antologías literarias, revistas nacionales y también internacionales, en los géneros de poesía, cuento y ensayo. Vinculada al Museo de la Palabra en España, en su evento, Día Internacional de la Palabra, como Vínculo de la Humanidad, desde el año 2013. Actualmente, Coordiandora del Parlamento Internacional de Escritores, Capítulo de Cali, Colombia.
DE LA NOCHE Y SUS MUSAS Llega la hora en que la luz cae y me atrapa la quietud la hora en que el sol descansa.
De Daniela Henao Osorio, un poema místico
Laméntase su sombra colega de las íncubas voces. No duerme la noche contagia su insomnio a los poetas.
Crece infatuada la noche y madura en su poesía.
Canta la noche su canto se convierte en letras de incalculables pergaminos.
Nace niña, jocosa y festiva muere misántropa, gamberra, meretriz.
Duermen los poetas sueñan los poetas.
Los labradores de sus versos conviven con su esquizofrenia. La noche inocula en sus coros su locura somete al autor carnal de sus obras. Sangran los lápices, lloran los manuscritos en la agonía de la noche. Sufre el poeta en la puerta del alba fenece al penetrarla.
NOTAS MÁGICAS
FERNANDO CHELLE
Artista de Mercedes, Uruguay, 1976. Poeta, narrador, ensayista, corrector de estilo y crítico literario. Autor de los libros: Poesía de los pájaros pintados ,Colombia, 2013; Curso general de lectoescritura y corrección de estilo Colombia, 2014; El cuento fantástico en el Río de la Plata, Colombia, 2015, Muelles de la palabra, Colombia, 2015 y Las otras realidades de la ficción, Colombia, 2016. Su obra poética forma parte de diversas antologías. Ha participado como conferencista en diferentes encuentros de escritores y ferias del libro. Sus poemas, ensayos y críticas literarias se han publicado en revistas, periódicos y portales literarios de numerosos países. Parte de su poesía ha sido traducida al italiano y al portugués. Es Cónsul en Uruguay, del Parlamento Internacional De Escritores de Cartagena, Coordinador en Cúcuta, del Parlamento Nacional de Escritores de Colombia y miembro de la Asociación de Escritores de Norte de Santander. Ha recibido varias menciones de poesía, tanto a nivel nacional como internacional.
REFLEJO Algunas veces veo en el estanque sobre un tapete de luz infinita temblar de frío a la luna. Pienso que el agua, no la culpo por eso, al sentirse presa y sola en las noches heladas, sueña y se cobija con historias de apariencias.
De Fernando Chelle, poesía del otro mundo
A VUELO DE PÁJARO Siempre es bueno que el pájaro me encuentre trabajando que observe con sus nerviosos ojos mis torpes romances y mis improvisados sonetos hechos al modo itálico. Cuando él llega el que debe volar soy yo elevarme desde mi rústico escritorio sobrepasar los falsos tejados planear sobre las antiguas catedrales de la palabra y crear por fin un nuevo verbo con que expresar la poiesis.
De los creadores, La literatura del arte. Obra, Nuevos tiempos.
LOS OTROS ARTISTAS
LOS OTROS ARTISTAS
CUENTISTA: ÁLVARO LOZANO GUTIÉRREZ BOGOTÁ, COLOMBIA OBRA: ESTA TIERRA QUE HABITAMOS
CUENTISTA: IRMA LILIANA AYALA LANÚS, ARGENTINA OBRA: LA PAZ
CUENTISTA: MAURICIO JARAMILLO LONDOÑO MANIZALES, COLOMBIA OBRA: LA CULEBRA EMPELOTA
CUENTISTA: GUILLERMO HORACIO PEGORARO CÓRDOBA, ARGENTINA OBRA: INJUSTICIA CUENTISTA: MANUEL IBARRA, CARACAS, VENEZUELA OBRA: RICARDO Y LUCRECIA
POETISA: ADRIANA SILVIA VANINETTI BUENOS AIRES, ARGENTINA OBRA: PAZ POETA: GONZALO MEDINA LA PATAGONIA, ARGENTINA OBRA: DESTINO DEL PRESENTE
POETA: FABIÁN JESÚS ESPITIA MEDELLÍN, COLOMBIA OBRA: UN SUEÑO DE PAZ POETA: JORGE ALFONSO RUIZ TUILTITLÁN, MÉXICO OBRA: LA INSURRECCIÓN DE LA PAZ
POETA: LUCAS POSADA GONZÁLEZ BOGOTÁ, COLOMBIA POETA: OBRA: MARIO ALBERTO MORALES QUECHECHE SALTILLO, MÉXICO OBRA: POETA: MUNDO Y HUMANO RENÉ ARTURO CRUZ OZATLÁN, EL SALVADOR POETA: OBRA: SILVIA ALEJANDRA GARRO LOS OJOS DE LA PAZ BUENOS AIRES, ARGENTINA OBRA: PALOMAS AL SOL
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NUESTROS CUENTISTAS
ÁLVARO LOZANO GUTIÉRREZ ESTA TIERRA QUE HABITAMOS Volvieron a ver su tierra después de muchos años en el exilio. La curva del camino, ya reconocida hace tiempo, les indicó que estaban cerca de la parcela, donde alguna vez fueron felices. Manuel acarició la cabeza de su hijo, mientras miraba los ojos melancólicos de Martha, tratando de contagiarle esa esperanza que hoy sin embargo, se dibujaba sólo como una promesa. Caminaban lentamente como buscando olvidar la violencia, que los había obligado a dejar abandonado todo lo que poseían. Hacía ya un año la guerra había terminado. La paz se firmó entre aplausos de unos y la indiferencia y el escepticismo de otros. El perdón y el olvido se impusieron por decreto. Se habló mucho de víctimas y de reparación. Miles de hombres y mujeres colmaron las oficinas del gobierno, buscando que el Estado les reconociera sus muertos y les devolviera la tierra que hacía mucho tiempo los poderosos les había arrebatado. -Desde aquí ya queda poco para el rancho. Lo primero será acomodar la cerca, yo me acuerdo que antes se nos metían mucho los animales del compadre José y nos dañaban las matas. -Estoy cansado y tengo hambre. -No se preocupe; Esteban, apenas lleguemos, su mamá nos preparará algo, más bien súbase al caballo y ayúdenos a guiar las demás bestias. Martha levantó los ojos y vio su antigua casa al final del sendero. Era sólo una ruina. Cuatro paredes seguían levantadas en medio de una tierra gris, que daba testimonio de tiempos de violencia y muerte. Amarraron los caballos y las mulas, entraron respirando largamente como quien despierta de un terrible sueño, donde sólo quiere reconocerse en el mundo de los vivos. -En esta habitación, nació usted.
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Martha y Manuel acariciaban las paredes y acercaban el oído como queriendo que estas les reconocieran y les dieran la bienvenida. -Aquí en este patio mataron a su hermano; Julián, le dispararon tres veces. Se detuvieron mirando un árbol muerto, abrazándose y sabiendo que lo siguiente más duro, recuperar la tierra también era añorar a los muertos, seguir adelante a pesar de la tristeza. En la Mañana Braulio y José, saludaron desde el recodo del camino. Encontraron a la familia entre herramientas, acomodando el techo y descargando las últimas cosas que traían consigo. -Compadre esta tierra está enferma, ya no crece nada. Los señores de la oficina del gobierno, nos dicen que es mejor venderla. Manuel miraba un puñado de ceniza, que se encontraba bajo sus pies. La tomó en sus manos tratando de olerla. -Sembraron palma los últimos quince años, el señor que compró toda esta hacienda, tenía mucha plata, trajo maquinaria, trabajadores y muchos químicos. La tierra se agotó y ahora es un puñado de ceniza, sólo ceniza, Manuel, sólo eso nos dieron. -¿Y entonces que van a hacer ustedes? -La cosa va muy mal; Manuel. Nosotros con otros, hemos decidido vender, veníamos a decirle a usted, para ver si siendo muchos, nos pagan un poco más. -¿Y nuestros muertos? ¿Los que nos mataron? Esta tierra es nuestra y no la vamos a dejar. -Compadre, no es cosa de muertos es cosa de vivos, si nos quedamos aquí va a ser para morirnos de hambre. Manuel sintió que el sol castigaba su cuerpo. Miraba con pena a su familia, pero con más pena y dolor a los dos hombres, que ahora sólo hablaban de vender todo y volver a una ciudad que no les pertenecía, que siempre los había tratado como extraños. -Gracias compadres, pero yo me quedo. Si alguien les pregunta, digan que prefiero el hambre aquí en mi tierra que en los tugurios de la ciudad. Sí, para mí esa hambre es peor.
Las semanas que vinieron fueron terribles. Efectivamente la tierra agotada, se había convertido en un puñado de ceniza y sal. Sembraron primero las semillas, que les dio el gobierno, pero ni un brote hacia avizorar que la situación cambiaria. Ahora sólo les quedaba el maíz, el mismo que Martha recogió en un tarro el día cuando mataron a su hijo, el día que abandonaron todo. Manuel y su hijo tomaron los azadones y cavaron lo más profundo que pudieron. Al fondo la promesa de una tierra negra y fértil, nunca los esperó. Todo era igual, un hollín que se extendía hasta donde alcanzaba la mirada. Esa tarde, una camioneta lujosa se estacionó afuera del rancho. Adentro de esta, un hombre obeso y una mujer joven, que a Esteban le pareció hermosa, los miraba con desprecio a ellos y lastima. No se bajaron del vehículo, no hablaron con nadie, sólo esperaban como buitres a ver que la familia cayera, para apoderarse del miserable terreno que habitaban. -Yo creo que no es la sal lo que mató esta tierra, fue la sangre de tanto muerto. La sangre de su hijo y el mío, que nos mataron en este mismo patio. Sembraron el maíz, lo regaron trayendo el agua de muy lejos, porque incluso los ríos se negaban a dar el consuelo del agua. Los días pasaron y sólo se veía el mismo paisaje triste. Cuando se agotó el alimento, supieron que tal vez habían vuelto a esta tierra sólo para morir. -Martha, mi amor, que nos queda. -Un puñado de harina y unas cucharadas de café. -Entonces llegó la hora, prepare la comida, después sólo nos queda morirnos. Comieron amargamente, no dijeron nada, sólo se miraban pensando que la vida se había ensañado siempre con ellos, que eran los condenados de la tierra. Salieron del rancho y contemplaron las estrellas, se acostaron en medio del campo y esperaron, así hasta que Dios cerrara sus ojos. Cuando despertaron los primeros brotes se levantaban orgullosos, habían vencido.
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GUILLERMO HORACIO PEGORARO INJUSTICIA Tomadas de la mano, Sara y Fátima no salen del asombro. Transitan por los esponjosos senderos bordeados de girasoles y crisantemos. Un claro arrollo serpentea a la izquierda y formidables montañas se imponen a sus diestras. Los ruidos dejaron de golpear sus cabezas. No más ajetreado frenesí citadino, ni histéricas voces adultas. Ahora, todo es silencio, sólo interrumpido por el murmullo de la brisa. El sol se acurruca en sus cuerpos y aunque no se crea, sus sombras exhiben sonrisas. La realidad ha quedado varada, en algún oscuro rincón de sus historias; hoy se impone la fantasía, antónimo de prohibición, sinónimo de alegría. Corren y no se cansan, tampoco tienen hambre y aún menos, miedo. Son hermanas disfrutando la aventura prometida por su fe. Si hubo desconfianza, se ha fugado; si tuvieron imaginación, esto lo supera. No entienden el por qué demoraron el viaje, si todo es idílico y son felices con sus padres. No quieren regresar, son exploradoras de mundo nuevo. No más escuelas, no más plazas, no más juegos, fin de la deseducación, exterminio del crecimiento. Algún impropio ha decidido tocar el timbre del destino, para que la vida se tome un eterno recreo. En la penumbra siguen los egos en pugna, las razones perdidas, lo inmaduro gozando, los valores a un lado y el desquicio triunfando. No siempre alejarse de la desdicha y alcanzar la anodina paz es justo, porque lo indebido seguirá reinando en un territorio de activas cenizas. De vez en cuando a Sara; la invaden pensamientos: Que joven está mamá. ¿Hace cuánto no sonreía papá? ¿No se había extraviado nuestro perro Firulete?
Y Fátima de repente se echa a correr y abraza a dos ancianos, que nunca antes había conocido, pero sabe que son sus abuelos. De pronto, ellas advierten una gran belleza. En medio de la estepa, una alborotada fiesta. Allí sus amigos y seres queridos le dan la bienvenida a su nueva morada. Atrás quedan los ruidos de las bombas impactadas, el rodar de tanques, el estruendo de los aviones obuses, los llantos de civiles, los gritos en uniforme. Más en la lejanía se pierde la Damasco destruida. Y entre escombros; muchos cuerpos sin vida, sólo ahora dos hermanas, han burlado a la absurda muerte, para tomadas de la mano, correr en busca de la paz.
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IRMA LILIANA AYALA LA PAZ Mientras no estés en paz contigo mismo, no podrás estarlo con los demás. Anónimo En un lugar muy lejano, casi perdido al norte, la tierra seca, el viento formando remolinos, el sol ardiendo, el águila surcando el cielo se eleva, vuela. Yo con la necesidad de estar sola, como el águila, sola camino buscando, tranquilidad. La ciudad, me aturdió, nadie ve más allá de sus propias narices, el trabajo, las responsabilidades, el ir y venir casi sin rumbo a diario. El cemento invadiéndolo todo hasta los corazones, que se va apoderando de cada ser humano, volviéndonos grises. Salí huyendo, podría haber venido corriendo con tal de escapar de la feroz rutina que me estaba ahogando, vivía dando manotazos de ahogada, ya sentía que no había salida. Hasta la familia me molestaba, ya no quería escuchar ni ver, en cada situación era apretar mi cabeza entre las manos, pidiendo paz. Así fue que volé al norte, sabía que aquí el ritmo de vida era diferente, calles angostas, gente silenciosa, aire, sol, tierra, buscaba la soledad. Me alojé en una casa pequeña, humilde, tranquila, pocos muebles, sin televisión, sin tecnología, la única compañía, un perro casi ciego, que iba tanteando de su casita al plato de comida, que le traían sus dueños. Estaba recostada leyendo y golpearon la puerta, la abrí, ahí estaba parado un niño con una jarra con jugo y un vaso: -Hola doñita, le traigo esto para que se refresque. -Está haciendo mucho calor, le agradezco. Enseguida le digo, que sí, porque realmente tengo un poco de sed.
Así, comienza esta historia. -¿Cómo se llama? -Juana ¿y vos? -Pilliku, así me llamo. -Que nombre raro -le digo. Y él me responde -Significa, amante de la libertad, que es en Aymara. Me resulto simpática su aclaración y sonreí. -¿Quiere salir a caminar? Yo conozco todo, siempre llevo a los turistas a recorrer el lugar y ellos me dan unas monedas, pero si usted no tiene, no importa, vamos. Entonces él aceptó y comenzamos a caminar por una de las calles angostas, que iban cuesta arriba, me miraba y sonreía. -¿Cuántos años tienes? -Once ¿y vos? -Cuarenta y cinco. -¡Vas a la escuela? -Sí, pero hoy no -¿vos de dónde venís? -De Argentina ¿conoces? -No, pero mi hermano mayor está allá, se fue hace dos años, está trabajando con un amigo, hace mucho que no lo veo, cada tanto manda carta o lo llama mi mama, dice que está bien, que le gusta, porque hay mucha gente, muchas luces a la noche y muchos autos. -Pensar que yo vengo escapando de eso. Al mismo tiempo, me miró con asombro y con una sonrisa muy amplia, mostró todos sus dientes blancos, su carita redonda, sus ojos grandes y expresivos, caminaba tranquilo, sin apuro. Sin darme cuenta nos encontrábamos, ya fuera del pueblo. El paisaje era imponente, montañas verdes cubiertas de pasto, tierra casi colorada, muy seca, uno que otro cactus decoraba el panorama, que era muy amplio, la tranquilidad era absoluta. El clima era cálido, apenas una brisa, el sol entibiaba, daba gusto estar ahí, pero la caminata fue larga y le pedí sentarnos un rato.
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Nos quedamos un poco en silencio y no sé por qué razón, comencé a sentirme algo inquieta, supongo que la falta de costumbre al silencio o la altura, él noto mi cambio. -¿Estás bien? -Sí, me gusta mucho estar acá, necesitaba esta quietud, allá donde vivo todo es locura, movimiento, ruido, vine a buscar un poco de paz. Me miró serio y con una voz firme y segura, me dijo: -Mientras no estés en paz contigo misma, no lo estarás con los demás, ni acá ni en ningún lugar. Esas palabras me sacudieron, era como si ese niño, de repente hubiera crecido convirtiéndose en adulto y me estuviera dando una lección en tan sólo un minuto. -Eso me decía mi abuelo, él se llamaba Amaru, que significa, serpiente de gran tamaño, el era muy sabio, siempre contaba historias y podía saber lo que estabas pensando. -Cuando yo estaba enojado y le decía que quería estar tranquilo, él me decía, escúchame atentamente Pilliku, las batallas más importantes de tu vida, van a ser las que pelees a diario en el silencio de tu alma, si no estás en paz con vos mismo, vivirás constantemente en guerra con tu interior. También me decía; no basta con querer estar tranquilo, hay que creer en la tranquilidad, y aun así aunque creas, debes esforzarte y trabajar para conseguirla, sólo ahí encontraras la paz. No pude hacer ningún comentario después de sus palabras, evidentemente su abuelo sabio, había dejado una huella imborrable en ese niño, que a su vez había marcado huella en mi ser viviente. Volvimos casi en silencio al pueblo, su mamá nos esperó con la cena, la caminata nos había abierto el apetito, arroz con queso y pollo frito, una delicia y una jarra de tojori, una bebida a base de puré blanco de maíz, azúcar y canela. Dentro de tanta humildad, mucha generosidad. En la sobremesa charlamos de la Argentina y su hijo y de distintas tradiciones de este lugar. No me despedí de ellos, sin antes decirles lo maravilloso que es Pilliku y de cómo en unos minutos, me enseñó que huir no es la solución a mis problemas. De más, pronto volvería a mi país, pero no sería la misma mujer. Me quedó unos días más, siempre acompañada por mi pequeño sabio, la despedida no fue fácil, hubo emoción y alegría y la promesa de volver a vernos, porque claro, mi amigo con pocas palabras me enseñó, que no hay camino hacia la paz, sino que el camino es la paz.
MANUEL IBARRA RICARDO Y LUCRECIA Con el morral a cuestas; Ricardo camina rumbo a la escuela, atrás ha dejado el hogar y el fugaz desayuno, por delante tiene el camino pedregoso y las ganas de llegar para encontrarse con sus compañeros de clase. En este apartado pueblo de la Sierra Colombiana, todo queda lejos, la medicatura, la escuela, los negocios de víveres, la plaza, la iglesia y el camposanto. Lo único visible a la entrada es el puesto de vigilancia del ejército y de los soldados, con cara de pocos amigos y para quienes hasta un niño de nueve años de edad como Ricardo, puede parecer sospechoso de colaborar con información para los insurgentes. Cansado y sudoroso, por fin llega a la escuela y sentándose sobre el pupitre, saca cuaderno y lápiz para hacer las anotaciones del pizarrón. Hoy la maestra Lucrecia ha pedido un resumen escrito sobre el valor universal de la paz. Interesante tema, piensa Ricardo y muy acorde con la realidad colombiana, en donde la radio, prensa y televisión, reseñan muy a menudo los avances de acuerdos de paz entre el gobierno y la guerrilla. Que lastima no tener en el hogar a su tío Antonio, viejo revolucionario marxista y quien imbuido en esta ideología, marchó hace dos años hacia la montaña en apoyo a la lucha armada, quizás podría hablarle de la paz. De todas maneras puede recurrir a su primo el sacerdote Raimundo, para que le oriente sobre el tema. Por todos, él es conocido y aceptado, puesto que siempre apoya la paz. Ya seguidos los minutos, suena el timbre indicando la hora del receso escolar y guardando el cuaderno, agarra la mochila para salir junto a sus demás compañeros para saborear una galleta y tomar algún refresco.
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De regreso en el salón de clase; Ricardo se concentra en el resumen, sus demás compañeros lo animan a formar equipo, se muestra renuente, pero al fijar su mirada infantil en la bella Lucila, decide integrarse. Las horas de la mañana transcurren velozmente y llegado el momento, la maestra Lucrecia da por terminada la clase, razón por la cual los alumnos deben traer para el día siguiente el resumen solicitado. Levantándose del pupitre Ricardo, le dice a Lucía: -Oye, si quieres podemos terminar el resumen en mi casa. -Okey, pero te propongo que sea en mi casa, así mis padres nos pueden orientar sobre el tema. Una picara sonrisa, ilumina el rostro de Ricardo al pensar en el encuentro con la bella Lucía, quizás esa sea una gran motivación para terminar el resumen sobre la paz.
MAURICIO JARAMILLO LONDOÑO LA CULEBRA EMPELOTA Mi mujer gritó como gritan las mujeres con un grado de alarma, tal que uno piensa que el mundo se va a acabar, pero al fin de eso se trata, llamar la atención sobre el peligro. -¡Una culebra, una culebra! Mi cucha gritaba con el pavor que a esta alimaña y a los ratones, tienen las mujeres. A mí, lo confieso sin sonrojarme las arañas me provocan el mismo miedo, terror absoluto. -¿Dónde cucha, dónde? Nos dirigimos al cuarto con la linterna. No teníamos energía hacía tres días, pues el transformador se quemó con un rayo en medio de la tremenda tempestad del lunes. Alumbraba la cucha y yo no veía moverse nada. -¡Allí, allí! Miré con atención y vi un forro, un vestido de culebra, el traje elegante que la señora serpiente se había quitado. En el transcurso del día jueves, la casa permaneció en silencio y tranquila, pues la cerramos con candados al salir madrugados hacia la sabana de Bogotá. La culebra de un metro y medio de largo, eso medía su piel de la cabeza a la cola, seguramente en el silencio de nuestro hogar, serena y sigilosa como todas las culebras, así son las de las deudas, las de los chanchullos, las de los entuertos, se debió retorcer poco a poco quitándose el ropaje desde la cocorota hasta la cola, contorsiones, estremecimientos de varias horas, hasta dejar sobre la cama de huéspedes, su antigua piel brillante, escamosa, blancuzca, impecable, sin puntada ni costura alguna.
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Como sé que las culebras al cambiar de piel entran en una especie de sopor, pensé dos cosas; la primera, el que muchos visitantes, amigos, parientes, nieta, hijos, probablemente durmieron cerca de ese basilisco silencioso. Claro y eso me hizo reír muchísimo; la segunda cosa, que la culebra debería estar dentro de la casa, bajo un mueble, en un closet, en los baños, tras las puertas. En la oscuridad a las diez de la noche, alumbré cuanto sitio se me ocurrió, me asomé bajo las camas, miré tras las cortinas, busqué en los rincones y nada, qué peligro. La cucha me dijo: -¡Yo aquí no me duermo sola, necesito que te acuestes conmigo ya! Agradecí a la víbora el que mi esposa, me insistiese en yacer en el camastro juntos, en tinieblas, abrazados, besándonos y quien sabe haciendo qué picardía. ¡Qué vivan las culebras! me dije. Pero en serio, la cucha se quedó conmigo resistiéndose a ir sola a la habitación. Yo prendí seis velas; rodeé el libro de José Donoso en el que leía su fantástica novela, El lugar sin límites. Luego le comenté a la cucha que nos tranquilizáramos, que las culebras son seres calmosos, si no se los molesta y que con la luz del día entrante, me encargaría de buscarla hasta dar con ella. La cucha me miró con cara de angustia, se le descolgó la barbilla, le brillaron húmedos sus hermosos ojos azul grisáceos, por el miedo. Hacía frío; las noches de lluvia en Villeta son muy frescas. La cucha se dirigió al cuarto, levantó un suéter y salió gritando, pataleando como los niños cuando se queman con la llama de las velas, brincando: -¡La culebra, la culebra! En lo personal, me fue difícil calmarla. Ella señalaba nuestro cuarto. Le dije que me acompañara, ella no quería. -Cuchita linda, tranquila que necesito ver dónde está doña culebra desnuda, cambiada de ropa, empelota.
La convencí y temblando me mostró el lugar; la serpiente, adormilada, enchipada, enroscada, lisa y brillante, de colores amarillos y verdes, estaba feliz metida entre la ropa de mi cucha. La alumbré, ella se despertó, sacó una lengua hendida y vibrante, me miró con ojos diminutos, pero luminosos y se volvió a acomodar. Ahí va la serpiente de tierra caliente, que cuando se ríe se le ven los dientes. Y cómo agarrar este animal relativamente grande y probablemente venenoso, para que no me mordiera. Entonces, se me ocurrió envolver mi mano en un toallón, acercarme poco a poco, alumbrado por la valiente cucha que enfocaba hacia la culebra y a la velocidad de la luz, le agarré la porra y la saqué del cuarto. En el salón comedor, pude acomodar al reptil que se enroscaba en mi brazo y se sacudía con fuerza. La culebra no era gruesa sino larga, fría y babosa, muy babosa. Le coloqué un bastón en la porra y la eliminé con mucho pesar de mi parte, pues cada que me encuentro una siempre la llevo viva al monte y allá la dejo tranquila. Pero esa noche tenebrosa, sin luna, lluviosa, sin luz y con algo de miedo al posible regreso de la serpiente, tuve que matarla, qué lástima. Muerta la culebra murieron bastantes días difíciles, repletos de problemas, de dificultades, de desencuentros y de angustias. Con el ofidio sacrificado, desaparecieron los males y al otro día brilló el sol, se fueron las nubes del terrible invierno y todo entró en calma.
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NUESTROS POETAS
ADRIANA SILVIA VANINETTI PAZ ¿Cómo alcanzarte, residencia efímera? Tembloroso momento entre dos fuegos. Remanso, que en instantes, fluye y canta. Paz; semilla en el amnios de los vientres. Crepuscular calma, sabiduría de anciano. Canto joven por justicia. Madre paz, te convoco. Envuelve al mundo con tus resplandecientes alas leves. No permitas los cuerpos destrozados, ni los niños descalzos, ni los viejos en soledad, ni a una mujer golpeada. Madre paz, que despierten las conciencias. Que se oiga tu llamado entre los hombres. Que despierten las manos y las voces y hagamos de tu elusiva presencia, territorio posible, que así sea.
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FABIÁN JESÚS ESPITIA UN SUEÑO DE PAZ He soñado con un sol que despeje los miedos de los vivos y un cielo azul, que calme esta ansiedad, de morir en manos de mi país. He soñado con un bello arcoíris que me lleve hacia un mundo de paz; justo allí, al paraíso donde mora Dios. He visto palomas blancas llenas de paz; He imaginado un mundo sin guerra en mis sueños el mar lava mis heridas, para ya no sufrir; de las interminables guerras. he soñado que el viento borra mi pasado, de aquellos recuerdos donde fui maltratado. He soñado con una tierra donde no haya maldad con estrellas que alumbran mi camino, y he soñado contigo encontrar mi destino, he soñado un nuevo mundo para vivirlo a tu lado y que olvidemos la amarga guerra, que nos mantiene separados.
GONZALO MEDINA DESTINO DEL PRESENTE ¿Hasta cuándo esta venganza? No perdona mi memoria ¿Hasta cuándo esta agonía? Acechan mis manos como lanza El perdón me invade me aleja de esta suerte la juventud que renace me rescata de la muerte Flotas en el aire me aconsejas desde siempre empieza una nueva historia sin triunfos y sin muerte
Respira, aire intenso, dulce vuelve, es un nido, sonríe y enciende, es el tiempo, reinicia en agua, mis penas, se conectan El silencio no calla es el tiempo que acompaña rompe el muro que divide y sólo escribe para siempre que la lluvia limpia el rostro del destino hasta el presente.
LOS OTROS ARTISTAS
JORGE ALFONSO RUIZ LA INSURRECCIÓN DE LA PAZ Entre lo negro del aire empolvorado, se oye un eco de suspiro en la trinchera. Y cansado el hombre que vive de soldado, entona un canto navideño entre la guerra. Confundidos los daltónicos colores, surgen pinos que opacaron las ballestas y en las zanjas destellando los fulgores, se cuestiona quien gobierna nuestra tierra. Entre sacos de arena que dividen, las fronteras entre el justo y el malvado. Camaradas de ambos bandos hoy sonríen, por espacios de las armas que callaron.
Chocolates, cigarrillos y unas mentas, se comparten con historias a las señas y se ignoran las continuas reprimendas de quien hace los rencores cual banderas. Insurrecta la paz hoy nos libera en parajes que antes fueron infranqueables y en las manos de Dios está la sangre y los pechos de los hombres vulnerables.
LUCAS POSADA GONZÁLEZ QUECHECHE El advenimiento de mentes y corazones enrojecidos por el odio, han de ser sepultados, bajo el crepúsculo sanguinolento del perdón. Echarse andar todos por caminos de indulgencias, en estrépitos relámpagos de esperanza y humildad, donde historias de brumas sagradas renacerán con el aullido de viejos lobos guerreros. Harán los hijos del sol, llamaradas de libertad y pactos profundos de amor, con los espíritus de los antepasados chamánicos, para que reine una nueva raza de tolerancia y respeto entre los hombres. La nueva conciencia de la humanidad, será guiada por amonitas cósmicas de energía limpia y renovable. Música de cristales, sanadores e inmortales. Filamentos luminiscentes abrazarán con agua de cascada, la mente de la igualdad, oda al canto del grillo y a los lémures de la naturaleza.
Ahora las armas disparan ráfagas de niebla de lluvia, que riegan los campos, para que la semilla nazca de la tierra y alimente el alma. Que la sal de mar te abrace y te regrese con los atlantes, en naves pleyadianas. La guerra ha caído al lodo para allí hundirse, inmutable y suspendida, sin posibilidades ni gritos de poder regresar. Se ha erguido la flor blanca del loto transfigurando las auras de la soledad, en ayuntamientos proféticos de salvia. Aférrate salvando una vida, para llenarla siempre de paz.
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MARIO ALBERTO MORALES MUNDO Y HUMANO Mundo, como amigo inigualable, todo nos diste a manos llenas, con prodigiosa armonía las aguas y las montañas combinaste ensalzadas por el calor de un sol sin fronteras y en la noche por estrellas que igual brillaban para todos. Entre tus valles dorados; pudimos ser felices, el canto de las aves debió ser la única alerta, la sonrisa de los niños, la ambición del futuro, y el estruendo más fuerte el choque de nubes.
Hoy la esperanza está en tu naturaleza que es la bondad, la hermandad conmueve los más dormidos corazones, se nota en tu mirada triste, cuando un niño sufre, tienes la mano amiga que se extiende al necesitado, hoy el futuro no está escrito, sin el tintero de tus actos, el mundo espera que tú muestres amor, sin armas ni fronteras.
Humano, en perfecta situación, el universo te colocaba, más egocéntrica y ambiciosa fue tu razón, usaste el fuego para crear armas y acabar vidas, inconcebile fue humano, usar las estrellas para llegar y conquistar tierras ajenas, antepusiste tu interes y raices de otros pueblos pisoteaste, usaste la belleza del río para poner fronteras a tu conquista, pero no le pusiste nada a tu ambición, hoy del pasado tu proceder se explica.
RENÉ ARTURO CRUZ LOS OJOS DE LA PAZ Los ojos de la paz son sublimes y hermosos ellos solamente son capaces de prodigarnos un mundo maravilloso. Están revestidos de amor llenos de pureza aunque los atrape el dolor no los vence la tristeza.
Son como dos cielos que inundan de alegría el alma son mariposas en vuelo llevándole al mundo la calma.
Cuando ve el mundo llorar la paz sufre tanto que los quisiera callar bebiéndose su llanto.
De blancura son sus colores que nos llenan de pureza aunque los atrape el dolor no los vence la tristeza.
Sus ojos son tan hermosos que parecen dos universos deshojando amor desojando versos.
Sus ojos tanto aman que siempre están contentos aunque los inunde el llanto o los sacuda el viento.
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SILVIA ALEJANDRA GARRO PALOMAS AL SOL LVientos rugen a destiempo cuando silban las palomas que cual soles de alas blancas baten melodías en tu nombre será la paz de tu sonrisa que mueva vientos en tiempos exactos porque la paz de paloma no ahuyenta las sonrisas del alma si fueras un inmenso jardín tres mil rosas sólo para ti por tener la mirada al bueno que calla por sonreír con tus palomas de vida en rondas de sol y si fuera un gorrión compartiría migajas al sol con palomas que danzan a vientos de gigantes risas porque sólo en paz
la vida es buena y por esas cosas de la tierra donde es mejor hundir caricias que cientos de arañas furiosas entre ti paloma que toma al sol y entre todos los que piden amor anda la paz al hechizo de ser mujer porque sabe el género más sensible que piden palomas al viento que la paz no se rinda entre soles de buenos días.
De los creadores, La literatura del arte. Obra, Sinsajo de luz.
NUESTRO TEMPLO
NUESTRO TEMPLO Amigos y artistas, nos pueden encontrar en este portal web. Aquí estamos presentes, entre los escritos y las lecturas.
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https://www.facebook.com/laliteratura.delarte http://issuu.com/laliteraturadelarte Y claro; aquí están nuestros correos electrónicos para que nos escriban, conforme a cualquier solicitud o colaboración.
laliteraturadelarte@hotmail.com laliteraturadelarte@gmail.com
GRATITUDES A TODAS Y TODOS LOS ARTISTAS; INSPIRADORES DE ESTA NUEVA BLANCA MARÍA, RECONOCEMOS LAS BELLEZAS ESPIRITUALES, QUE BIEN USTEDES HAN DADO A LA PAZ, CON SUS FANTASÍAS Y POESÍAS, MÁS AL IDEAL, POR LAS CLARIDADES AMADAS, LES DESEAMOS LO MEJOR DEL ALMA, POR NUESTRA AMÉRICA LATINA, LIBERTADORES DE LA SERENIDAD ETÉREA.
CREADORES DE LA REVISTA JOSÉ NIVIA MONTOYA RUSVELT NIVIA CASTELLANOS
NUESTROS COLABORADORES ESPERANZA CASTELLANOS ARIAS patricia iglesias MARCO PEÑA AYA
JOHANA ALEJANDRA NIVIA
AMPARO MORENO PRIETO HUGO SCHIEBLE DANIELA HEANAO OSORIO FERNANDO CHELLE JAIRO ANCÍZAR MOSQUERA
DISEÑADOR DE LA PORTADA Y EDITOR GRÁFICO RUSVELT NIVIA CASTELLANOS
ISSN: 2357 - 5085 . QUINTA EDICIÓN. LA LITERATURA DEL ARTE. AÑO 2017.
LA LITERATURA DEL ARTE