LA LITERATURA DEL ARTE 8

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fotográfica, El paraíso encantado.

De los creadores, La Literatura del Arte. Obra
CONTENIDO GÉNESIS 5 - 8 LOS MAESTROS 9 - 26 LOS CUENTISTAS 27 - 42 LOS POETAS 51 - 80 NUESTRO TEMPLO 81 - 82
De los creadores, La Literatura del Arte. Obra fotográfica, El árbol enamorado.

GÉNESIS

PERIODISMO Y LITERATURA

De génesis principal, la escritura es una inspiración que apasiona a muchas mujeres y hombres. Desde el pasado; nos ha gustado crear este arte como una alegoría de nuestra memoria, relacionada con la vida del mundo. Sobre un modo semejante, la ponemos en el lienzo de papel como reflejos de experiencias, viejos recuerdos o realidades fantásticas, para nuestra gente lectora. En tanto, para su crecimiento, hay que ocasionarla a lo grande, ella incitarla con esfuerzo y elevarla a punta de sabiduría. De igual conformidad, creo que es imprescindible profundizar en su simbología para elucubrar las abstracciones propias, complementar diversas concepciones y decantar nuevas composiciones. Si entonces así la realizamos, ferviente por medio de la real esencialidad, nosotros lograremos trasmutar con eficacia las próximas creencias y demás invenciones sobre el futuro.

Por esta responsabilidad tan importante, el ser escritor es una vocación juiciosa y a la vez muy artística. De más, cuando invocamos el hacer literario con el periodismo, nuestra obra escritural cobra un sentido humanista, ella toma una razón social con el mundo. Todo este ideal claro, si procuramos templarlo a querencia, ultimándolo con solvencia luminosa. De hecho, al haber compromiso sobre lo que escribimos, surgirá por efecto la belleza creacional y uno brindará fulgores de esperanza al exterior, obvio toda vez cuando indaguemos la situación social, que no rodea en vida. Así por cierto, surge el amor por hacer periodismo literario, resultan violaciones por destapar a la verdad, salen humillados de los pueblos, por ayudar a rescatar del abandono. Más debido a estas tragedias, sufridas en las sociedades duramente

pobres, uno enciende su vehemencia literaria, para así expresar los desordenes sociales y mejor fraguar una nueva vida en el mundo.

Es entonces al tiempo; un trabajo para los periodistas, ponernos a desarrollar y reivindicar los saberes del periodismo literario. Ello debe ser inobjetable en verdad. Así lo sé, porque esta corriente investigativa nos acerca más a nuestra vocación como relatores de historias. Evidentemente desde aquí en lo detectivesco y lo creativo, podemos examinar mejor las problemáticas rurales y ciudadanas de nuestros países. De otra conformidad, por la independencia narrativa, tenemos mayor participación en lo personal, siendo sugerentes ante los conflictos humanos, exponiendo posibles soluciones al porvenir. Además de todo, si nosotros somos perseverantes en las pesquisas, serios durante las entrevistas con las personas, llegamos a conocer de manera única a ellos, los entrevistados. De consecuente resultado, ya cuando empecemos a contar sus desgracias o aventuras existenciales, vamos a tener varios reportajes para salvar del anonimato, cuales hay que narrar con exactitud y prorrumpir en bien, después cuales escritos, toca desbrozar a punta de prosa fina hasta que queden terminados y realmente poetizados.

Ya ahora; por los ideales aquí vertidos, vale la pena estudiar con dedicación la verdad del periodismo literario. De hecho; una vez queda realizada la investigación conjunta con la narrativa creacional, tienden a sobresalir obras realmente notables y hasta obras maestras del periodismo con la literatura.

De los creadores, La Literatura del Arte.

De los creadores, La Literatura del Arte. Obra fotográfica, El viejo Mohan.

LOS MAESTROS

JOSÉ NIVIA MONTOYA ARTISTA DE COLOMBIA

Licenciado y Especialista en Matemáticas, por la Universidad del Tolima. Maestro en docencia universitaria. Profesor de tiempo completo para diferentes universidades de Colombia. Ha escrito para varios periódicos y revista nacionales. Tiene dos libros científicos publicados. Es además novelista y cuentista colombiano. Ha publicado cuatro novelas; Violencia en el Paraíso, El Demonio de la Sierra, El Canciller de los Tulipanes y El Mercenario Gringo. Se encuentra en la mayoría de bibliotecas de habla hispana. Ha obtenido varios reconocimientos a nivel nacional. Creó también un libro de cuentos, llamado; Prosas de la Conciencia. Y fue finalista del concurso internacional de cuento; La Cesta de las Palabras, España.

LA DAMA DEL PARQUE

Bajo un calor sofocante, los rayos del sol, caían en el parque primaveral. La mañana se venía encima sobre la vida radiante. En medio del calor y la luz matinal, una abuela pensionada, salió de su mansión de pinturas, adornada con caballos blancos, ante el fondo azul y bridas de plata, que años antes hacía creado su nieto pintor. Enseguida ella con un recatón, un rastrillo y unas semillas de jazmín en sus manos, fue como siempre por el camino florido, vestida de overol, camisa y gorra de amplias alas, para la ocasión.

Era por aquella época el día de la madre. La abuela parecía algo enfadada, así que se dirigió con decisión al parque para iniciar su labor. Sus manecitas suaves y blancas como la flor del gladiolo, estaban prontas a sacrificar su tersura, para continuar sembrando el jardín que siempre soñaba, donde se permitiera departir las conversaciones alegres con sus amigas vecinas.

Dios del infinito, cuánto placer le causaría hacer tertulia con la esposa del profesor Anselmo y la compañera del alemán. Si se atreviera a sacar una bolsa de semilla de jazmín, para dispersarla en la tierra rojiza, tal vez nacería. Si algunas de las otras habían nacido, porque esta no. De más, ella se imaginaba cómo se verían de hermosas las tres amigas, digo las cuatro, puesto que faltaba la gorda del barrio en medio del frondoso jardín.

Ella se sentó en una de las bancas de la plazoleta, que gestionara para el bienestar del barrio. El ideal de esta abuela, por cierto era continuar con la remodelación de las zonas verdes del barrio. El calor calentaba el alerón de su gorra aguadeña, adornada con ancha cinta satinada de color negro, su cuerpo sudaba copiosamente; pero no se atrevía a regresar a su casa; sabía que durante esa fecha, siempre había dado el peor de sus malestares familiares para el alma. La selva que había sido el parque, antes de iniciar ella su gestión

ecológica, era muy gigante, tenían una cuna de jóvenes viciosos o amantes furtivos, que hacían el amor en la placidez nocturnal, cuando los murciélagos en vuelo siniestro, arrebataban a la Pera de Malaca sus frutos rojos, como la sangre que emitían las señoritas vírgenes, sin control, donde eran ocasionalmente desfloradas en las banquetas de madera, ocultas bajo las frondosas ramas del árbol, cuando el viento soplaba allí con furia.

Mientras tanto, la abuela soñaba despierta, cuando una idea llegó a su mente por aquel tiempo y una sonrisa iluminó su rostro. La solución era recolectar ofrendas de dinero, para luego diseminar en las materas, tierra cultivable y mantener la primavera del parque. Así bien, porque no empezar con la vecina solterona, quien durante el día de la instalación de las banquetas, pusiera problemas a todos los vecinos, pues ella se creía la dueña del barrio y esta señora amargada con la disculpa de no traer más drogadictos ni parejas sexuales, ya que ella no podía amar, amenazó con furia a la abuela. Pero como las almas perdonan, la abuela, se dijo en alto:

Ella, la solterona, puede ser la mujer elegida para contribuir con la tierra del parque.

Más de repente, apareció tras ella el nieto pintor, quien con gran rabia, la tomó de la mano y la devolvió casi a rastras hasta el interior de la casona. La abuela a su momento tambaleaba y rodaron las semillas de girasol, camelias y gardenias, y debido a los estrujones del nieto. Gimiendo del dolor, ella le enseñaba las semillas al joven, para que la dejara hacer su labor; sin embargo en mal, todas las semillas rodaron por el suelo.

Para la abuela, aquel jueves fue un mal día, pobre abuelita. Los rayos del sol iluminaban sus largos cabellos rubios, peinados con bucles, luego desgreñados por el atrevido nieto al regresarla a su casa. Ya adentro de su casa, había asado rojo, ponqué de chocolate, vino y otros manjares, servidos

en la mesa del comedor, con una cinta de color lila, que imitaba ser llevada por el jinete de un caballo nacarado, que decía: Feliz día de la madre abuelita. Momentos después, el nieto vio el pasó de una estrella fugaz y la abuelita le dijo: -Nieto mío, si no me sueltas, mi alma subirá en este instante al trono de Dios.

Los días pasaron en el barrio y no regresó la abuela, dicen en el barrio que viajó a un país del norte, otros que se intoxicó el Día de las Madres, también cuenta su muerte de un ataque al corazón. Pero en fin, lo cierto es que las semillas, regadas aquel día soleado de Mayo, ofrendaron un hermoso jardín y las tres vecinas en las noches, ven a una viejecita de blancos cabellos, vestida de hojas verdes y una gorra aguadeña; recogiendo flores coloridas, para luego elevarse al cielo.

ADRIANA AYALA REYES ARTISTA DE MÉXICO CONSAGRADA

La artista, nació en Morelia, Michoacán en 1978. Actualmente, vive en Zapopan, Jalisco, México. Es Licenciada en Ciencias de la Comunicación, Maestra en Publicidad, Diplomada en Creación Literaria por la Sogem, Guadalajara y Maestra en Literatura y Creación Literaria, por Casa Lamm. Es autora de la novela; Cómo llegaste aquí. Historia de una madre adolescente, año 2013, bajo el sello Vergara, Ediciones B, México. Participó con la publicación de tres cuentos en Caleidoscopio XII de la Escuela de Escritores Sogem, Guadalajara; así como con poemas para el colectivo de poesía, Entre Tintas Tinto IV. Ha sido considerada una artista reconocida en el Diccionario de Escritoras en Guadalajara, año 2017. Le otorgaron Mención Honorífica en el Premio Nacional de Cuento, Beatriz Espejo, año 2018.

EL BUSCADOR DE HISTORIAS

Una mañana del mes de abril, el señor Corinto se levantó sin nada qué contar. Al parecer, las historias se habían marchado de su casa. Por si les hubiera dado la cosquilla de jugar a las escondidas, las buscó dentro del armario, en el baúl de las cosas inservibles, en el cuarto de la alacena, en el refrigerador, en el frasco de mermelada y en la caja de colores, pero las historias simplemente habían desaparecido. El señor Corinto suspiró largo, preparó un té de romero con tila y se sentó a esperarlas en el balcón.

La vista del pueblo de Anglés era fantástica desde el balcón, allí se apreciaba la plaza con su laberinto en miniatura, la casa de la torre que tocaba el cielo, las escaleras de los dobles con su acabado de dominó, la vecina tejedora que quedó varada en el espacio y en el tiempo, los gemelos con sus capiruchos altos que les cubría las cabezas, el inventor de máquinas en su taller en medio de un sinfín de artefactos rebuscados, el bosque puerto, delimitado por un lago infinito de aguas cristalinas.

Al caer la noche, el señor Corinto decidió que dejaría de esperar a las historias, que hasta entonces había creído eran de su propiedad. Con tristeza nostálgica, descubrió que había vivido en el error. Durmió bajo el brillo tenue de la luna, que una vez más estaba enjaulada por aquella pintora bruja, quien no paraba de decir que todos los habitantes de Anglés eran producto de su imaginación. Y en cuanto los hombres pájaro trinaron en la madrugada, el señor Corinto colocó este letrero en la puerta de su casa:

“Se buscan personajes ordinarios con historias extraordinarias”.

En cuestión de minutos, comenzaron a desfilar seres inverosímiles; la sombra de un minotauro corredor, el espejo de la mujer que por las mañanas

era bella y por las noches fea, el gato siamés que era incapaz de enamorar a un sapo, el relojero que había perdido el pulso.

El señor Corinto entonces los recibió y escuchó con atención. Todas las historias eran idóneas para contarse bajo la luz del fuego en una noche estrellada, pero no para escribirlas. Parecía como si el letrero dijera:

“Se buscan personajes extraordinarios con historias ordinarias”.

Así que mejor lo quitó, cerró la ventana del balcón y se puso a llorar. El llanto fue inundando poco a poco su habitación, luego el baño, la sala, la cocina, la casa entera. La fuerza del agua abrió las ventanas, incluida la del balcón. El señor Corinto salió arrastrado por sus lágrimas, cada vez más y más copiosas. Bajaron por la calle y se encarrilaron hacia el bosque puerto, allí donde uno podía llegar al infinito. La gente del pueblo intentó rescatarlo, pero el agua salada se deslizó con prisa y se mezcló con el agua cristalina del lago. Y el señor Corinto no tuvo más remedio que dejarse llevar por el vaivén de las olas pintadas del rojo atardecer y fue cuando en medio del lago, se sintió más vivo que nunca y mágicamente olvidó el abandono de las historias; las lágrimas dejaron de brotar y sus ojos se abrieron como grandes bocas de pez, incluidos los ojos de su alma y los de los seres de otros mundos que seguían el curso de su vida. Todos los ojos vislumbraron a lo lejos a las historias, que nadaban y jugaban como si fueran niñas pequeñas. El señor Corinto embelesado, las contempló por largo tiempo, las dejó hacer su magia y en cuanto descubrieron su presencia, corrieron presurosas para fundirse en su pecho.

La búsqueda de historias había terminado.

Adriana Ayala Reyes

Artista de México

MARÍA FERNANDA TLALOLÍN ARTISTA DE MÉXICO CONSAGRADA

La artista, nació en Puebla, México, año 1995. Es estudiante de Lengua y Literatura en el instituto de estudios superiores. Ganadora en el Slam Poetry del Festival Eros de Puebla, año 2019, participante como poeta en la 31 Feria Nacional del Libro, BUAP 2018, participante en diferentes eventos de poesía y cultura en Puebla y Tlaxcala, México.

BICICLETA

Pedaleas zigzagueante, fuerte y rápidamente sobre las comisuras de mi boca, te apoderas de la colina movediza de mi lengua mientras por fin el escudo de mi sexo mengua. Vienes hacia mí, cálido, lloviendo por la espalda y temeroso de atravesar la montaña, pero no te detienes y pedaleas aún más fuerte.

Y la montaña se abre dejando escapar el río virtuoso, poderoso, hambriento y sediento que pronto cubrirá tu miembro. Y tomas mi mano como timón y mis pies se enredan en tus cadenas mientras tu ciclope se apodera de mis caderas. Ahora soy yo quien monta tu cuerpo como bicicleta; lento, torpe, salvaje, más está a punto de caer en tu nombre y tu orgasmo mar salado, expulsión saciante para el hombre, gemidos de mujer, quien ya no cree que encamarse es lo peor que le pueda suceder.

Nos aupamos juntos; cada uno en su ciclovía, el fruto dulcísimo entre tus muslos es la mía; caliente, mojada, dura y rugosa, que me eleva al cielo como una diosa y tu camino, el surco miedoso entre mis piernas, te succiona hasta terminar con estas ansias tiernas.

Pedaleamos hasta llegar a la cima o como el mundo le llame al clímax y nos detenemos para mirarnos a los ojos y reír de terminar este camino sinuoso.

Así los aros dejan de rodar, tu cuerpo empieza a descansar y mi sexo se abre para dejar a mi alma encamarse y así mostrarle que se puede amar después de fornicar, mientras el placer y el amor vienen en bicicleta: Pedaleas zigzagueante, fuerte y rápidamente sobre las comisuras de mi boca.

María Fernanda Tlalolín Artista de México

RUSVELT NIVIA CASTELLANOS ARTISTA DE COLOMBIA

Poeta y cuentista de la ciudad musical de Colombia. Es al mérito, Comunicador Social y Periodista, graduado por la Universidad del Tolima. Y es un especialista en Inglés, reconocido por la Universidad de Ibagué. Tiene tres poemarios, una novela supercorta, un libro de ensayos y siete libros de relatos publicados. Es creador del grupo cultural; La Literatura del Arte. Sobre otras causas, ha participado en eventos literarios, ha escrito para revistas nacionales, revistas de América Latina y de habla hispana. Ha sido finalista en varios certámenes de cuento y poesía mundiales. Ha recibido varios reconocimientos literarios tanto nacionales como internacionales. Fue segundo ganador del concurso literario, Feria del Libro de Moreno, organizado en Buenos Aires, Argentina, año 2012. A mayor crecimiento, fue premiado en el primer certamen literario, Revista Demos, España, año 2014. De otra conformidad, mereció diploma a la poesía, por la comunidad literaria, Versos Compartidos, Montevideo, Uruguay, año 2016. Tiempo después, recibió un reconocimiento internacional de literatura, para el premio intergeneracional de relatos breves, Fundación Unir, dado en Zaragoza, España, año 2016. Mereció diploma de honor por sus recitales poéticos en la Feria del Libro, Ciudad de Ibagué, año 2016. Posteriormente, por su obra artística de poemas, mereció una mención de honor en el parlamento internacional de escritores y poetas, Cartagena de Indias, año 2016. Y el poeta, recibió diploma de honor en el certamen internacional de poesía y música, Natalicio de Ermelinda

Díaz, año 2017. Bien por su virtud creativa, destacado es este artista en su país.

AQUELLA GRAN INUNDACIÓN

Hace unos días, comenzó a llover en la ciudad de Cartagena. El fenómeno torrencial fue todo descomunal. El agua caía a chorros desde el cielo gris. Y el mar sobresalía embravecido con sus olas, subía la marejada hasta las casas antiguas. Todo este clima persistía rugiente entre los truenos y las centellas. En cuanto a mi posición, pude protegerme escasamente de la tempestad. Yo estaba refugiado en la cabaña del marinero, Raúl Gómez, quien era un buen amigo y allí juntos, nos supimos pendientes ante el peligro.

De hecho, cuando llegó el domingo de aquel agosto invernal, me escondí con Raúl en el ático. Sucesivamente, la mañana se hizo cada vez más borrascosa. Fue tanto lo arrasadora, que se originaron arroyos por las calles. En crecida, los barrios se inundaron. A esa hora, la gente nadaba ya desorientada, desigual iba sin esperanzas. Así sabida esta situación, me tocó subir con Raúl a su bote. Sin demora, nos acomodamos sobre los asientos, más levamos la vela y con fuerza, pasamos a remar en vanguardia, salimos por la ventana y fuimos navegando por los riachuelos.

Durante la travesía, por supuesto vimos a unas mujeres desnudas, nadando hacia las escuelas para tratar de encaramarse en las azoteas. Angustiadas, impulsaban su mejor esfuerzo para aún vivir. Todo este cuadro lo comprobaba con mis ojos, lo retenía en la mente y se me hacía desconsolador. Lo que allí pasaba era abismal. Algunas de esas señoritas bonitas, lastimosamente no alcanzaban sus aspiraciones, ellas eran arrastradas por las avalanchas de agua y solas se iban hundiendo, bajo los remolinos turbulentos.

Por lo demás, crecían las nubes densas, sombreando los edificios con el diluvio. Y a cada tiempo aparecieron nuevos nadadores, surgiendo de los torrentes estrepitosos. Por ahí entre las casas, descubrimos a varios jóvenes,

saliendo de las profundidades, librándose del naufragio a punta de brazadas, ellos chapaleaban con esfuerzo y ansiosos, cogían un gusano con cara de payaso, se montaban sobre su espaldón, más pronto iban yendo por la marisma, viajando hacia el cerro de la Popa para alcanzar tierra.

En cuanto a nosotros; tomamos otra ruta, resolvimos arrumbar hacia las cantinas y los bares. Durante el recorrido, dimos varias vueltas complicadas, siendo intrépidos, cruzamos unos y otros monumentos, por donde rebasamos distintos callejones encharcados.

Ya tiempo después, llegamos a los sitios bohemios. Por allí, fuimos avanzando con cuidado, remamos entre unos desechos y botellas de aguardiente. Estando expectantes en el bote, nos deslizamos por el ambiente enlagunado. Pese al vendaval, nosotros procuramos hallar por esos lados a Rubén Saker, nuestro mejor amigo. Era él un hombre jocoso, mantenía en los bares, más nos estimaba como sus compadres. Por eso lo buscamos con amor; nos pusimos a reburujar en los barriles para ver si estaba escondido, también examinamos los cuchitriles con detalle para intentar hallar su presencia, pero nada, no aparecía Rubén. Luego, redondeamos los escombros y exploramos el panorama hasta cansarnos, no lo encontramos en ningún rincón. Así que la realidad, se volvió cada vez más descolorida, Saker, había desaparecido de nuestro mundo.

Por tal motivo, nos tocó irnos en huida para las lomas, no hallamos otra alternativa, debimos encauzarnos por aquel destino. En procura de nuestra salvación, ilusionamos atracar en el boscaje para allá protegernos de la tormenta. Eso con emprendimiento, surcamos varias avenidas de cauces cenagosos. De a poco nos fuimos acercando a las montañas, progresamos con intrépida velocidad. Más para colmo, cuando dimos una curva en la vieja Cruz, Raúl cayó al agua y fue devorado por un tiburón tigre. Esa bestia se lo

tragó de un solo mordisco. Yo pues entre el pánico, remé hacia adelante, di unos empujones frenéticos, yendo por entre el oleaje. Obvio en lo personal, tuve miedo a la muerte en esos momentos, lloraba ya con agonía, pensé que iba a naufragar, la profundidad del fangal se hizo más amenazante y el arroyo se puso muy revuelto como una vorágine.

A pesar de todo, yo seguí navegando en el bote por los canales de Cartagena. Marché a un ritmo excedido hacia el fondo del paisaje. Fui fluyendo por la marea entre varios cadáveres y fui sorteando los barcos encallados. Por ahí adelanté unas cuadras y varias esquinas penumbrosas. Cuando de sorpresa, vi a lo lejos el castillo colonial. El avistarlo a esa hora era algo impactante. Desde las murallas, caía una cascada de aguas negras, descolgándose precipitosa y hasta iba con pirañas. La situación era por desboque ya espantosa. Asimismo, las muertes se habían vuelto un hecho común, las personas a cada rato resultaban ahogadas. Y de pronto, salían los cocodrilos de las cloacas, mirando a ver qué presa atrapaban de la superficie contaminada.

Ante tal desastre, yo pues progresé a mayor velocidad. Sin rendirme, mariné directo hacia las orillas parduzcas. Di lo mejor de mí en medio de la lluvia. Con fuerza, surqué las cuencas hasta que por fin toqué puerto en las lomas y ahí al instante, grité libertad. Luego, me bajé del bote y caminé por entre los árboles hasta llegar al rancho de la linda, Catalina. Más una vez estuve allí adentro en su hogar; me fui recuperando de los dolores y gracias a ella, salvé mi alma de artista y pude vivir para contarla.

Rusvelt Nivia Castellanos

Artista de Colombia

De los creadores, La Literatura del Arte. Obra fotográfica, Aquí donde Gabo en Macondo.

LOS CUENTISTAS

DAVID IREGUI DELGADO CUENTISTA DE COLOMBIA MENCIÓN DE HONOR

El maestro es de Bogotá, Colombia. Abogado de la Universidad Nacional de Colombia, tiene especialización en Creación Narrativa de La Universidad Central de Colombia y Maestría en Derechos Humanos, Paz y Desarrollo Sostenible, por La Universitat de Valencia, España.

EN ALGÚN LUGAR

No olvido la vez que caí. Los recuerdos precisos son fangosos, pero ciertos destellos circundan mi mente. En aquel momento empezó mi desdicha. Si me lo permiten, mientras deambulo por esta selva, quisiera contarles cómo ocurrió.

Soy Godot. Vengo de un pueblo, el mejor de todos. Nos llaman los Bandar log. Más que un interés individual, buscamos el bien común. Somos solidarios, trabajamos como un equipo y disfrutamos en grupo de nuestros logros. Vivimos por lo alto, no sólo por lo que les he contado sino también porque permanecemos en los árboles. Estamos siempre más cerca del cielo que los demás y ello para quienes se queman y lamentan allá abajo, pareciera inaceptable. Ellos nos envidian y yo los compadezco. Cuando permanezco arriba, en la cúspide, me siento como el Quijote de las alturas, el mayor de los aventureros. Ello se debe a las épicas historias que con el tiempo, han llegado a mis oídos. Al oírlas las imagino y luego las saboreo como una banana, me deleito con ellas e intento vivirlas, craso error.

Ocurrió hace muchos días. Todo lo habíamos planeado. Luego de poner en marcha nuestra estrategia, el niño estaba en nuestras manos. Lo habíamos sorprendido mientras dormía entre sus amigos. Con sigilo, uno de los nuestros lo tomó de su taparrabo y empezamos a llevarlo de mano en mano sobre los árboles que se tambaleaban por el fulgor de nuestros actos. Él gritaba como un salvaje, aunque no lo parecía. Cuando permanecía con sus acólitos y yo lo apreciaba desde mi enramada, había llegado a pensar que era uno de los nuestros, pero aquella reflexión se desvaneció cuando a la distancia, lo escuchaba vociferar, un salvaje.

Acodado en lo alto de uno de los árboles, yo esperaba por mi turno. Auscultaba el ruido cada vez más cerca. Sabía que eran ellos, que lo tenían en sus manos y yo estaba preparado para una épica actuación. Debía tomarlo en el aire y pasarlo a mi compañero quien como yo, como todos, ansiaba su momento de gloria que llegó instantes después. Sander, el más gordo y peludo me lo había lanzado y yo me había botado hacia su encuentro, como Patroclo antes de su derrota ante Héctor. Mi Héctor fue la pantera negra, Bagueera. Justo cuando había agarrado al cachorro humano de su pie y lo había arrojado

hacia mi compañero, el félido había golpeado el árbol. Me desestabilizó. A pesar de intentar anclarme a cualquier rama, había dado de bruces contra el suelo. Con el golpe, perdí el conocimiento.

Desperté llegada la oscuridad. Abajo, todo era tan lóbrego como lo imaginaba. Sentí dolor al intentar levantarme. Mi cuerpo no respondía. Dos de mis patas sangraban y cojeaba para avanzar. Intenté subir al primer árbol en donde encontraría tranquilidad, pero la situación me contradijo. Escuchaba ruidos y sentía desconfianza, sobre todo por cualquier salvaje que se abalanzara sobre mí. Permanecí cauto, esperando que en el camino que habría de emprender, encontrara alguno de mis compañeros.

Fueron días, incluso semanas de un diurno deambular; sin embargo nadie llegó por mí. Comía bananas malolientes caídas de las alturas que se estrellaban contra el suelo, casi como yo. Y en lo personal agradecía no haber sido el alimento de cualquier andante. Emitía sonidos de auxilio y llegada la noche, buscaba guarecerme del peligro en altos pastizales o cuevas tenebrosas. Bajo el imperio del silencio intentaba escuchar por alguno de los míos, pero todo era en vano. Las veces en que lograba conciliar el sueño, alucinaba que Vladimir, uno de mis amigos, me llamaba y que al escucharlo, yo subía a los árboles a buscarlo. Despertaba delirante, aturdido, y miraba alrededor anhelando el soñado encuentro. Luego caía en cuenta de lo pretencioso de mi deseo, de la selva trepidante, de mi realidad, y me apenaba por mi pueblo que creía, me estaría buscando.

Ya en lo alto los cuervos me acechaban. Escapé de la serpiente negra, de los lobos que indagaban por el cachorro y del rey tigre. Lo había creído amigable hasta que me acerqué. Nos miramos de frente y me sentí petrificar, como si estuviese ante La Medusa. Se abalanzó sobre mí y debí huir hacia una gruta de la cual no salí hasta saberlo lejos. Alcanzó a herirme con sus filosas garras. Supe que en mi condición no debía confiar en nadie. Quería contar todo a mi pueblo, pero su ausencia, hacía de mi anhelo una quimera.

Luego de días y noches en que mis extremidades se fortalecieron, subí a la cresta de uno de los árboles. Fue un esfuerzo honroso, porque mi gesta fue recompensada, cuando vi a poca distancia, alzarse el templo de mi pueblo. Como no podría saltar entre los árboles, temí un nuevo desplome, decidí entonces caminar por la tierra profana. Tras una noche de viaje profundo, al día siguiente llegué hasta mi destino. Escudriñé hasta encontrar la entrada y

cuando la hallé, para mi sorpresa el lugar estaba desolado. No había alguna señal de ellos y pensé, seguramente me buscan.

Después de varios días en que esperé inútilmente la entrada de algunos de mis compañeros, supe que salir de allí era la única opción. Temía de nuevo una aventura de tal índole, pero debía insistir en la búsqueda, daría con ellos en algún lugar.

Han sido muchos días desde que salí de aquel lugar, desde que deambulo por esta jungla. Y mis esperanzas por encontrar a mi pueblo, se han ido difuminando con cada paso que doy. Con el tiempo, cada bocanada de aire se hace más difícil, todo es incierto a excepción de una cosa; mi nombre. Ahora que lo pienso, ya sé por qué me llaman Godot. Todos estos días me han estado esperando y estén donde estén, tengo la certeza de que me alejo cada vez más de ellos, que nunca llegaré a mi Ítaca, aunque como Odiseo, no por ello dejaré de caminar o al menos no, hasta que mi nombre se evapore junto conmigo y mis pocas ilusiones.

Cuentista de Colombia

YOLANDA SEPÚLVEDA ARANGO CUENTISTA DE COLOMBIA

Artista de Bogotá, Colombia, nominada a los Premios Emmy, mejor campaña para Univisión. Comunicadora Social y Periodista, Especialización Opinión Pública, también especialista en Imagen para Cine y Televisión, graduada por la Pontificia Universidad Javeriana. Reconocida a nivel internacional, por su obra literaria en Colombia, Argentina, Uruguay, Estados Unidos, España y otros países del mundo.

TEJIDO

Si pudiera tejer tus sentimientos y colgarlos en mi cuello, para que cuando debas irte, yo sepa encontrarte.

Danza sobre tapias filudas y lanza lo nuestro, rompe en polvo de estrella, lo que nos habita.

Mariposas aleteando, coleccionan el color de nuestros besos, surcos de aire elevan corazones rojos en fuego.

Si pudiera tejer tus sentimientos y colgarlos en mi cuello y por sus hilos mirar que florecimos; templar las sabanas limpias y sumergirme en el lago color borgoña de tus encajes finos.

Arrastrar mis pasos y beber de las botellas silenciosas y porosas, cuando abandonaste lo que nos dimos; sellar mi carta y enviarla en luciérnaga luminosa, posarla en tu vientre plano y escuchar tu acuerdo.

Si pudiera tejer tus sueños y colgarlos en mi cuello, te en contraria en la tumba como el himno, perenne de mi esencia.

Yolanda Sepúlveda Arango

Cuentista de Colombia

RODRIGO TORRES QUEZADA CUENTISTA DE CHILE

El artista nació el año de 1984, artista de Santiago de Chile, Chile. Licenciado en Historia de la Universidad de Chile. Ha publicado los siguientes libros: Antecesor, editorial Librosdementira, 2014; El sello del Pudú, Aguja Literaria, 2016; Nueva Narrativa Nueva, Santiago Ander, 2018; y Filosofía Disney, Libros de mentira, 2018. También ha publicado la trilogía de cuentos; Podredumbre, La Maceta Ediciones, año 2018. Además ha publicado en diversas revistas internacionales y hace reseñas de cine para la página, Cine y Literatura, creada en Chile.

TEREMOTO

El terremoto había devastado al país y en la pequeña localidad, no había electricidad, el agua de las llaves salía oscura y el frío invadía con inquina las noches.

Los que se ofrecieron para ser vigilantes, llevaban tablas con clavos, bates, escopetas y pistolas. En caso que algún grupo se viese presa del pánico o fuese atacado por una turba, debía hacer sonar un pito que los hombres llevaban colgando en el pecho.

David y Germán custodiaban el sector norte. Se sentaron en un promontorio de tierra, frente a un bosque de eucaliptos. El olor de los árboles resultaba molesto. Sin embargo, pronto se dieron cuenta que no era sólo el aroma del bosque sino de los cuerpos, que en uno y otro lado el terremoto había sepultado a medias bajo la tierra.

-Jamás pensé que pasaría algo así de terrible-Exclamó Germán.

David sacó una caja de cigarrillos, se llevó uno a la boca. Luego le ofreció a Germán. De pronto, David le hizo un gesto a su cuñado para que no hablase. Por unos minutos pusieron atención.

¿Escuchaste eso? David temblaba, una mano sostenía trémula la escopeta. Con la otra, sujetaba un palo con clavos.

No escucho nada Entonces de pronto Germán, rió a carcajadas.

David fumó con prisa.

-Escuché algo, un silbido, lo sé.

Germán continuó riendo.

¿Qué pasa? Le preguntó incómodo su cuñado.

-Es que me acordé, que fue en este bosque donde follé con tu hermana por primera vez. Fue muy divertido. Me picó un bicho maldito. Todavía tengo la marca de la picadura- Germán se levantó y bajó sus pantalones mostrando la nalga izquierda. David observó con terror.

¿Te hago una confesión? Preguntó David. Una extraña sonrisa se apoderó de sus facciones.

A unos pasos, los murciélagos envolvían de misterio la tranquilidad del bosque. Abajo a varios metros del promontorio, las mujeres, los niños y los

hombres que resguardaban el pueblo en su interior, se contaban historias frente a la fogata y a la olla común en la cual habían hecho un estofado de champiñones, legumbres y pastas. Aunque el agua salía contaminada de las cañerías, igual la desesperación los hacía beberla, hirviéndola. Los niños jugaban con sus móviles. Ninguno funcionaba. La señal estaba caída hacía días y lejos, se escucharon unos gritos.

Nunca me caíste bien Expresó David con naturalidad.

Germán lanzó una risotada. Los murciélagos parecían polillas girando alrededor de sí mismos.

Eso siempre lo supe. Por eso me pareció raro que quisieras con tanto entusiasmo hacer la ronda conmigo Contestó el cuñado.

David fumaba un poco más tranquilo. Observó su escopeta, se preguntó si acaso la turba no iría armada también.

-Llegaste un día a mi casa-Prosiguió David-Como un gran señor, te instalaste a vivir, robaste la intimidad de mi familia.

Cuando de repente sonó un grito. Era como un aullido delgado. Una llamada que sólo las bestias pueden reconocer. Germán se aferró a su bate y su revólver y avanzó hacia el interior del bosque. David lo siguió, unos murmullos los confundían; podían ser las hojas que crujían con sus pasos o las ratas que deambulaban, emitiendo sus molestos chillidos.

Algo se acerca, ¿no crees? Dijo Germán.

-Contéstame-David tenía los ojos ceñidos a las cejas-¿Qué es lo que quieres de mi familia?

Germán rió.

-No llegué por mi propia cuenta. Tu hermana quiso que me fuese a vivir con ella a la casa. Además lo hizo por nuestra hija. Yo debo estar ahí a su lado.

Abajo en el pueblo, los niños entraban a lo que quedaba de sus hogares y hurgaban entre el desorden para encontrar juguetes y frazadas. Las madres los amonestaban, puesto que era inmenso el peligro de entrar en las habitaciones. Podía surgir una réplica y con ello se desencadenaría otra tragedia. Los hombres estaban nerviosos, había mucha tranquilidad, demasiada. Sin embargo de súbito, sonó un disparo. La gente se conmocionó, los niños lloraban.

-¡Miren!-Gritó una mujer.

Un hombre bajaba por la colina, cargaba a alguien.

No sé lo que quieres Dijo David con energía Estás esperando a que mi madre fallezca para quedarte con mi casa, ¿no? Eso es lo que buscas.

Germán rió.

¿Qué me quiero quedar con tu casa? ¿La que se acaba de derrumbar? David, cuñado, todos estamos en la calle, termina con tus paranoias estúpidas.

La noche calaba en los huesos. Los árboles eran testigos de la infamia de la naturaleza, los gritos aumentaban. David levantó su escopeta.

-Están cerca-Dijo.

La turba se aproxima Contestó Germán. Se aproxima.

¿Por qué tienes tanto miedo de que yo me apodere de tu casa? Preguntó Germán. Había levantado el revólver, sostenía el silbato en su otra mano.

-Porque es lo único que tengo.

Entonces, David hizo un rápido movimiento. Luego, el disparo.

Cuando bajó por la colina, cargando el cuerpo, le salió a recibir su familia. La hermana de David se abalanzó al cuerpo de Germán. La anciana sostenía a su nieta en los brazos, lloraba con impotencia, observó a su hijo. Este hizo a un lado la vista.

¿Quién lo mató? preguntó la anciana antes que cualquiera.

Fue la turba contestó David.

-¿Y por qué no hiciste sonar el silbato?-Inquirió un hombre del pueblo.

De pronto, ante las miradas atónitas y los gritos llenos de temor de la gente del pueblo, una turba de al menos treinta personas, bajaba por la colina. Era como una jauría de animales corriendo hacia sus víctimas con toda la crueldad en la mirada, llevaban cuchillos y armas en sus manos. Aventaron palabrotas y se apresuraron en dirección al pueblo y su gente. Alguien tocó un silbato para llamar a los demás hombres que estaban armados, pero ya era tarde.

-Y ustedes no me creyeron-Dijo David-Fue la turba. ¡Ellos fueron!

Rodrigo Torres

Cuentista de Chile

ILAÍN DE LA FUENTE CUENTISTA DE CUBA

Destacada artista de América Latina, nació el año de 1971 en La Habana, Cuba. Es profesora Auxiliar de la Universidad de las Artes, Máster en Lingüística Hispánica, Editora creativa de la Editorial; EnVivo del Instituto de Radio y Televisión, ICRT. Y es coautora de los libros; EnseñArte para la enseñanza de ELE en el ISA.

BENDITO PECADO

Lentamente el día invadió sus pupilas. A través de la ventana, se filtraba un único rayo de sol que daba de lleno en su rostro, abrió los ojos con dificultad, se despegó la sábana para comprobar que su níveo cuerpo estaba desnudo, miró a su alrededor y se preguntó dónde estaría. Algunos fragmentos de la noche anterior se reproducían de manera incoherente: música, baile, risas, extravío, letargo. Básicamente, sólo podía recordar lo que parecía haber soñado; dos cuerpos ajenos, desnudos, alguien sin rostro cabalgaba sobre su cuerpo, una explosión de placer y luego la oscuridad. Cerró los ojos en un intento de concentración, pero no pudo obtener nada en limpio de este último esfuerzo por entender qué hacía en ese lugar desconocido.

De repente se abrió la puerta del cuarto, una mujer de unos veinte años largos, entró sonriente con una bandeja en las manos, con lo que parecía un desayuno romántico. La examinó desde los pies inmensos y negros hasta el cabello matutino indócil, su enorme figura le resultó familiar; sin embargo no podía asociarla con ninguno de los sitios que frecuentaba, ni siquiera tenía que ver con las imágenes, apenas recordadas del día anterior. Ella se acercó gatuna y servicial, le ofreció café y un beso. Él los aceptó desorientado y condescendiente. De hecho, necesitaba averiguar dónde estaba, cómo había llegado allí, entre otras incógnitas. Sorbió su café. Después del primer trago, se aclaró la garganta:

-¿Dónde estamos?-Preguntó serenamente.

En mi casa Respondió mientras le sonreía maliciosa no te preocupes, estamos solos. Anoche le pedí a mi hermana que se quedara en casa de una amiga y mi padrastro está de viaje esta semana.

¿Nos conocemos?

-¿Queeeé?

Perdona, no quiero ofenderte… Es que estoy desorientado… No recuerdo exactamente qué hice anoche ni cómo llegué hasta aquí; pero lo peor es que desde que entraste por la puerta estoy intentando rastrear tu rostro en mi memoria y no lo consigo.

-Bien-Dijo ella. Después de una larga pausa, suspiró contrariada y continuó Si necesitas saber dónde estás, asómate a la ventana. Del otro lado de la calle, vives tú.

Él saltó de la cama, sorprendido ante tal revelación y comprobó que había dormido a escasos metros de su habitación. Las persianas de su cuarto estaban entreabiertas y podía distinguirse el ir y venir de su madre, mientras ordenaba, limpiaba y realizaba cualquiera de las tareas típicas de esa hora.

Afuera el viento jugueteaba con las palmas a la vera de la plaza, intercambiando secretos con el moño de los ocujes del otro lado, podía vislumbrarse la rutina silenciosa de sus vecinos, que sólo era interrumpida por el operístico y muy conocido grito del vendedor de ambientador. Unos iban a trabajar; otros regresaban de la velada anterior, aún consumiendo los residuos de las latas de cerveza sin terminar; algunos simplemente esperaban que la vida continuara.

¿Desde cuándo vives aquí?

De toda la vida…Fuimos a la misma primaria…

-¿En serio? ¿Cómo te llamas?

¿Y acaso eso importa ahora? Caminó despacio hasta el otro extremo de la habitación y continuó casi en un susurro doloroso Esperé toda la vida una mirada tuya, soñé con cada parte de tu cuerpo Un sollozo interrumpió la confesión, recostó la frente a la pared, se recompuso y prosiguió Anoche, cuando te acercaste a mí, debí saber que estabas muy borracho, pero una siempre tiene la esperanza de que una merece que los sueños se le cumplan. Fue mi primera noche de amor Rompió a llorar.

-Perdóname…No recuerdo nada que parezca real…Tengo imágenes como si hubiese sido un sueño…De hecho, ni siquiera sé por qué debo disculparme…

El llanto se confundía con la algarabía que comenzó a sentirse debajo de la ventana. Por cierto, llegaban como cada mañana a La Academia de Ajedrez, el grupo de los abuelos amantes del juego ciencia. Roxana le pidió que se alejara de la ventana.

Muchos de esos viejitos son amigos de mi padrastro, no sabría qué explicarle-Manuel se llevó la mano a la boca

-No necesitas explicarlo, es lo justo Volvió a la cama, miró el desayuno y le sonrió ¿Por qué no probamos estas delicias que hiciste? Después nos preocupamos de lo demás.

Ella asintió. Desayunaron en silencio. Ella recordaba las infinitas tardes, cuando sentada junto a la ventana, lo veía ir de una casa a otra ayudando a los vecinos, a Martha le tomaba la presión casi todas las tardes, Juan sólo se inyectaba con él, los hijos de Felicia lo perseguían para que fuera a cambiarle la sonda a su mamá y demás actividades. Mientras desde su posición, él cavilaba las distintas maneras en que le diría la verdad. Esa auténtica y única verdad. Esa también había sido su primera vez con una mujer. Terminaron el desayuno, se despidieron, no hicieron falta las explicaciones, no volvieron a verse ni a hablar hasta hoy en que ella lo llamó para anunciarle el nacimiento de su hijo.

Ilaín de la Fuente Cuentista de Cuba

HÉCTOR IVÁN CHÁVEZ CUENTISTA DE MÉXICO

Artista de Ciudad de México, México. Es un escritor muy reconocido a nivel nacional. Ganador del primer lugar en el quinto concurso de cuento macabro, Universidad Nacional Autónoma de México; Muertos vivientes, con el cuento, Nudo de Corbata. De más fue ganador del primer lugar en el cuarto concurso de cuento erótico, Universidad Nacional Autónoma de México; Del amor y otras pasiones, con el cuento, Asíntota con Arturo J. Flores. Es en la actualidad editor de la revista; Playboy México. Participante del evento; La juventud y sus voces, organizado por La Casa del poeta, Ramón López Velarde. Ha publicado en la antología literaria; Donde se escuchan las voces, Editorial Nado Mundo Literario.

MORRIÑA

La plaza de las tres culturas, cayó en calma, únicamente rota por el rítmico andar de las fuentes detrás de El Templo de Santiago; su puerta principal permaneció rígida, las ruinas frías, el memorial en silencio.

Para las siete y media de la mañana del miércoles, los sonidos del tráfico en la avenida eran absorbidos por la extraña verja de círculos negros, que rodeaban la plaza. Con el viento quieto, el sol naciente y la pila de piedras con nombres tallados, llegó un anciano al lugar, quien caminaba por el pasillo cercano al teatro. De manera lenta, pero decidida y constante, el anciano avanzaba encorvado por el peso de su memoria y su guitarra enfundada. Su sombrero cubría su sudor, su jorongo tapaba sus temblores, sus anteojos negros, reflejaban con desdicha los nombres caídos y las palabras de Rosario, las cuales se fundían en el paisaje de la gloria que quedaba en la tierra.

Luego él subió las escaleras del pequeño monumento y sacó de su morral cuatro veladoras, las cuales ya estaban al punto de terminársele la cera, con el vaso adornado de colores y santos chamuscados. El anciano las dejó en la base de piedra y las prendió con las ultimas cerillas que tenía en su cajita, cuyas de letras casi invisibles, imágenes percudidas por el uso. Se sentó con mucha dificultad en la barda y miró fijamente hacia el basamento central a su derecha, tatuó esa imagen en su mente, cerró los ojos, tranquilo.

Los dedos redoblaron su fuerza oculta y sacó su guitarra magullada. Afinó un poco las cuerdas y dejó pasear a sus manos entre la figura del instrumento, el mástil de madera y el ligero velo del tiempo que llegó a su encuentro, salido de las grietas de su rostro y de la tierra; de sus cuerdas y de los templos.

En sus pies las vibraciones del pasado lo mecían, el anciano llevaba el ritmo mientras los hilos de la guerra y la protesta, daban potencia a su armonía. La funda de su guitarra por su parte se llenaba de admiración y risas de recuerdo, que se enfrentaban contra la edad que martillaba sus descuidados acordes; su talento corroído pero no vencido, su último llamado desesperado. Su voz y su canción eran coreados por las voces donde saqueaban un almacén que suponía una fortaleza de fe y traición, por las consignas jóvenes incansables y por los gritos de resistencia de los guerreros, pero estas voces continuaban secuestradas en aquellos bloques de piedra, catacumbas de resistencia y esperanza, de compañerismo y anhelos, de rebeldía y libertad

El anciano percibía a las ánimas que se aglomeraban a su alrededor y sintió su pasión, su fuerza, su valor; fantasmas que la historia arrebató junto al brillo de sus ojos o el calor de su presencia.

Y continuó tocando, pese a ya no ser él. Tocaba por los muertos, por los perdidos que brotaban del hilo de humo de sus veladoras, aquellos que nunca se encontraron y que la multitud de sinfonías, marcaba en otro comienzo.

Todo se armonizaba, hasta que los ruidos de los cascos de caballos, interrumpieron en exigencias de conquista. Las explosiones a su espalda, imponían reglas sobre libertades y los disparos exterminaban conciencias y futuros. Los dedos del anciano guitarrista, volvieron a entorpecerse y endurecer. La melodía paraba, las tragedias se repetían, las culturas se extinguían y las últimas llamas de las veladoras se apagaban. El choque del metal entre los recuerdos, lo sobresaltaba a presenciar los restos de balas, la sangre derramada, pero oculta, las pilas de escombros ennegrecidos.

No terminó su concierto. El anciano cortadamente se despegó de la guitarra, antes de abrir los ojos de golpe. Su vista cayó en sus pies y en su funda desgastada, dos monedas relucían entre la tela negra. Lo que lo

sorprendió, fueron dos jóvenes que imitaban a su lado burdamente su melodía. Ellos, entre acorde y rasgueo, reían satisfechos jugando con los ritmos.

Y el anciano sonrió con melancolía al poder escuchar entre cada nota, los ecos del pasado que se encerraban en las piedras y que creyó enmudecerían como debieron de hacerlo en el tiempo.

VIVIANA TORRES MESTEY CUENTISTA DE PUERTO RICO

Ella es periodista, fotógrafa y actriz de Puerto Rico, quien se ha desempeñado a su vez como directora y productora de teatro en su País por los pasados diecisiete años. Como actriz ha tenido la oportunidad de interpretar múltiples personajes y actualmente se encuentra de gira por la Isla, trabajando a nivel Internacional con el monólogo; Lolita, sobre la vida y obra de Lolita Lebrón. Tiene un Bachillerato en periodismo de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras y completó la Maestría en Fotografía, reconocida por el Academy of Art University de San Francisco, Estados Unidos. En el 2012 fundó la Organización sin Fines de Lucro Enfocarte, una compañía artística dedicada a la creación de eventos culturales, artísticos y educativos, dentro y fuera de Puerto Rico. Ha trabajado como periodista radial y para prensa escrita en múltiples medios locales. Asimismo, ha viajado con sus trabajos fotográficos y de teatro a Cuba, México, España, Colombia, Estados Unidos, Moscú y Paris. Ha sido instructora de actuación infantil, profesora en la Universidad de Puerto Rico en Cayey y en la Universidad del Sagrado Corazón. Tiene un libro de cuento cortos, llamado, Ella. Y en la actualidad, ofrece clases de fotografía en la Atlantic University College.

LA NIÑA INTERIOR

Ambas se miraban a los ojos en silencio. Se estudiaban mutuamente y se fijaban minuciosamente en el color de sus ojos, la textura de sus cejas, el ancho de sus labios y la forma puntiaguda de su nariz. Buscaban verse la una en la otra como en un espejo, que mezcla los tiempos. Ella se fijó en la otra con mucha más atención. Necesitaba distinguir en qué eran diferentes. Sintió dulzura al mirarla, al notar sus rizos sueltos e insurrectos, sus ojos de forma almendrada y de color café, acabado de colar. No era difícil ver las semejanzas, después de todo se miraba a ella misma veinte años más joven y es que estaba allí ella, frente a su niña interior.

Estaban sentadas en un sube y baja, en el centro de un gran parque verdoso y solitario. Sólo estaban ellas dos; la una tan verdadera y real como la otra, pero ninguna se atrevía a romper el silencio. Entonces ella, la adulta, estiró sus piernas con un movimiento suave y bajó el sillón donde se suspendía la otra. La niña tocó la tierra con la punta de sus zapatitos negros de charol y dio un empujoncito para regresar arriba, más alta, más arriba que su yo adulto. Ambas sonrieron ante aquel movimiento inocente en aquel juego de la infancia.

-¿Por qué estoy aquí?-Le preguntó la niña.

Porque necesitaba verte, hablar contigo Le contestó la otra.

Bien, háblame Le dijo con una voz que pareció de una persona mayor.

A ella le retumbaron en la cabeza las palabras de la niña, que aún se suspendía en el asiento color cereza, con sus piernas colgando y su mirada fija. Entonces se sintió consciente del lugar dónde estaba. Era un parque donde solía jugar cuando niña, cuando era la otra, pero ahora estaba desarreglado y descuidado. Desvió por un momento la mirada para observar el paisaje a su alrededor. La chorrera, el pasamanos, los columpios, vestigios de una época en la que fue esa niña con la que ese día, necesitaba hablar.

Devolvió sus ojos a la niña, que seguía mirándola fijamente desde el sillón elevado. Estaba vestida con un mameluco azul celeste, una camisa blanca con mangas bordadas y un lazo blanco en la cabeza. De sus zapatos negros salían unas mediecitas con puntillas un poco más arriba del tobillo.

Me vas a abandonar Le dijo la niña con los ojos aguados.

-Nunca-Le contestó ella. Y entonces, ¿para qué me buscaste? Inquirió nuevamente la pequeña.

Quería que supieras que estoy bien, que ya todo ha pasado. Ya no quiero que llores ni grites de dolor. Quería decirte que ya puedes estar feliz porque estoy bien, estamos bien Le respondió finalmente con un nudo en la garganta.

A ambas les rodó una lágrima por la mejilla izquierda, en perfecta sincronía.

No llores Le dijo la mayor y volvió a estirar las piernas para poner en función el sube y baja. Lo hizo varias veces y la niña logró sonreír con el subir y bajar mientras el viento le enredaba más los rizos.

Eso, quiero que estés feliz Dijo ella . Si tú estás feliz, yo también. Estoy aquí para cuidar de ti. Sé que sufriste mucho, pero tienes que saber que todo se poner mejor Añadió.

Estiró las piernas una vez más para dejar bajar a la niña. Una vez en pie, fuera del sube y baja, ambas se miraron otra vez detenidamente. La mayor ya podía ver los rasgos en la cara tersa de la niña, se fijó en su piel sedosa, donde le saldrían las líneas y pequeñas arrugas que ahora ya se asomaban en su rostro. Se encontró ella misma con un semblante más fresco, aún sin ojeras y con la mirada aventurera de una niña de diez años, que no tiene idea de lo que le deparará el destino. La adulta le extendió los brazos y la niña corrió hacia ella con todas sus fuerzas y se aferró a su cintura rompiendo en llanto.

-No te vayas-Le decía entre sollozos.

No me voy, vendré a visitarte todos los días.

Y bien, ¿qué se dijeron? Se escuchó una voz masculina a lo lejos.

Ella miró hacia arriba y de pronto todo desapareció. La niña, el sube y baja, los bancos azules y los columpios. Más pronto estaba frente a frente a él. Era un hombre muy bien vestido, de cabello engominado hacia atrás y con un bigote bien peinado, adornándole la nariz. Era su doctor.

¿Se despidieron? Volvió a preguntar.

-No fue un adiós, no la puedo abandonar-Respondió ella.

Claro que no, siempre que la quieras ver ella estará ahí, en tu subconsciente, lista para tu visita. Lo importante es que ahora está tranquila. Y si ella está tranquila, tú estás tranquila-Explicó el doctor.

Y ¿usted cree que ahora ya no voy a llorar y a gritar más de dolor? Preguntó de nuevo, esta vez con los ojos inundados.

-No deberías; has comenzado el proceso de hacer las paces con tu pasadoPuntualizó el médico.

Es un buen comienzo, todavía nos queda camino por recorrer Añadió.

Aquellas palabras le causaron alivio y a la vez inquietud. Pero al menos ese día había podido identificar la fuente de su llanto incontrolable. Su niña interior, su yo de diez años, aún sufría sola por las marcas del pasado y había podido tranquilizarla y abrazarla.

Saber que esa pequeña, quien compartía su rostro y su corazón estaría en sus pensamientos, cada vez que quisiera verla, le llenó el corazón. Y lloró, pero lloró de alegría, de ternura, de compasión por su niña y por ella. Luego se secó las lágrimas con el dorso de sus manos y respiró profundo. Al salir de la consulta, se sintió más liviana, se arregló el cabello, se acomodó los lentes y salió por la puerta hacia el mundo y la vida, para seguir su camino siempre de la mano de su niña interior, cuidándola y ofreciéndole todo su amor.

Viviana Torres Mestey Cuentista de Puerto Rico

De los creadores, La Literatura del Arte.

Obra fotográfica, El río de los milagros.

LOS POETAS

ELSA TIÓ POETISA DE PUERTO RICO MENCIÓN DE HONOR

Artista y poetisa de San Juan, Puerto Rico, nace el año de 1951. Es hija de un escritor y es una mujer descendiente de poetas. En dos ocasiones, recibe el Premio Nacional de Poesía, otorgado por el Instituto de Literatura de Puerto Rico. A los siete años se publica su primer poemario titulado Poesía en una edición cerrada destinada a amigos y familiares con un prólogo del maestro, Eugenio Florit. En 2010 la editorial SM, publicó una edición ilustrada de esos poemas titulado; La rosa va a caminando.

HOLOCAUSTO MARINO

En el hondo abismo del silencio la hora de no ser se precipita, todo es perdido, se derrama la muerte en tus entrañas. Ya la ola no aplaude tu alegría, un luto mortal esparce su veneno, peces sin agua, pájaros sin aire, vida muerta, pudriéndose en tus sueños. En las trágicas raíces de los vientos, las escamas, las olas no respiran ante un mar torturado y desolado, los rayos luminosos no penetran, un ala moribunda bate al viento. Y mi mar de colores se hace tumba, con su lápida de plástico flotando a la deriva, asfixiado, impotente y malherido.

Elsa Tió

Poetisa de Puerto Rico

EXTRAVÍO

Se me perdió el silencio.

En este desorden que entorpece mi vida no encuentro mis llaves, hasta el silencio se me perdió en el cuarto, todo es un bullicio de cosas regadas por mi mente, se acrecentaron impacientes los instantes y reviví emociones que aparecieron debajo de mis sombras. Salgo a la calle, recorro la ciudad y no encuentro una flor, ni un árbol, ni un saludo, vivo el caos de un mundo que ha abandonado la belleza, y acorrala los cielos y los mares. Entonces sucede que mis ojos, vienen de conocer la plenitud del tiempo, de intuir que el tiempo es una grieta por donde nacen la libertad y el miedo.

Elsa Tió

Poetisa de Puerto Rico

JONATAN BAUTISTA GONZÁLEZ POETA DE MÉXICO MENCIÓN DE HONOR

Desde muy pequeño, tuve una inquietud por la literatura clásica, cada autor me llevó a las diferentes maneras de percibir la vida y los múltiples caminos, que un hombre puede tomar. Actualmente soy estudiante de lenguas y literaturas francesas, miembro activo en la Iglesia de Dios, líder de la Banda de los Líderes Victoriosos, soy además escritor de cantos. Mis días en este espacio han sido gratos, percibo mi desarrollo espiritual en cada momento del tiempo.

ANTIGUA VISIÓN

Mi cuerpo erguido sobre tierras secas de laderas inhabitables. La mirada puesta sobre el colibrí, sobre los pintorescos plumajes del quetzal. Mi envidia fija en el vuelo de aquellas aves del cielo. Y los dioses decepcionados de mí al ver tanto ego.

¡Silencio!

Mi corazón canta sin parar, bella melodía. dulce como la miel, fresca como el agua, penetra como el viento.

Los dioses se han agradado de un mortal, mi alma consigue el vuelo dejando mi cuerpo en el Mictlan. Sobrevolando las tierras, los montes, los valles las aves, guían el vuelo hacía el árbol sagrado.

Mi ego se transforma en bellos rosales sobre tierras secas.

El canto de mi corazón sigue sin parar.

Jonatan Bautista González Poeta de México

AL VIENTO

Acaricias todo el horror y toda la desgracia de mi corazón, incluyendo toda la miseria. Acaricias toda la belleza y todo el amor que se encuentra en mi alma, incluyendo toda la vida. Mis ojos se empañan de una desdicha, las flores, los árboles y los arbustos exhalan tu muerte, una y otra vez, hasta que la muerte se hace presente en cada uno de nosotros.

Como un ser no visible te miro envuelto en los pechos de las mujeres, envuelto en el placer de aquellas aves.

Y en la tormenta existe un furor, una tristeza y un amor consumado. Pero cuando la luz se presenta aparecen los caminos de la paz, también los caminos de la tranquilidad y de nuevo comienza el ciclo.

Jonatan Bautista González Poeta de México

ALEJANDRO MEDINA POETA DE PUERTO RICO

Artista de Corozal, Puerto Rico, 1989. En el 2012, coeditó y diseñó la revista de arte y literatura Parhélios, número1 y 2. En el 2013, editó la revista de arte y poesía, Poliedras. En diciembre del año 2015, obtuvo el segundo premio, en el Certamen Nacional de Poesía, José Gautier Benítez, en el Municipio de Caguas. Ha publicado tres libros de poesía: Al cigoto, 2014, Halorizonte, 2016, El fuego y la palmera, 2018. Y en su país, ha organizado diversos recitales de poesía en distintos pueblos de la isla.

LUNAS DEL OYENTE

La noche comenzaba a poblarse. José Lezama Lima

I

Alta está la luna de la noche llenando todo con su luz. sobre las hojas brilla en el esmalte dejado por la lluvia propiciando la orquesta de los grillos.

II

Aún adentro escribo caluroso, el sol del día duerme adentro. entre los dos le dimos forma. mi padre y yo resucitamos.

III

Del roble sólo quedaba la escultura pasada de óxido y alambre. ahora el roble mira sobre el muro la vida vegetal que nos persigue, si alumbra la luna las historias que se hacen de lumbre y de madera.

IV Concibo en la noche el lirio del papel en que pulula la abeja si es de mieles, ahora entendido todo duerme y afuera la lluvia está llegando.

Alejandro Medina Poeta de Puerto Rico

SOFÍA GONZÁLEZ POETISA DE MÉXICO

La artista, nació en Mérida, Yucatán, México, año de 1999. Ganadora del tercer lugar nivel juvenil del premio nacional de poesía Jorge Lara Rivera 2016, ha publicado en las revistas electrónicas; Los Heraldos Negros y Bistró y colaboró en el poemario; Mar de primavera de la editorial, Ojos Verdes Ediciones.

HE MUERTO

Me duelen las lumbres del pecho Que se apagaron al llegar el invierno, el calor de mi cuerpo no es suficiente y los lunares del cielo dicen que he muerto. He muerto porque he querido, porque las luces ya brillaban igual y los días pesaban más. He muerto porque la vida no me abraza, me quiere, pero no me da calma, he muerto por mí, porque mientras muero vivo y de vivir muriendo no me he cansado. Muero cada día en llanto, hasta secarme y vaciarme de lágrimas como si fueran sangre, para poder resurgir luego.

Sofía González Poetisa de México

NEITHAL GABRIEL LIDUEÑA POETA DE COLOMBIA

Soy un artista de Cartagena, Colombia. En lo personal, busco identificarte y conectar con el arte, alcanzar el mínimo reflejo del lector en estos versos. Y a través de la experiencia individual, descubrir la belleza, donde quiero producir un reencuentro con el lector desmotivado.

ESTOS DÍAS LA MUERTE

De patetismo aquella escena arrasó, demolió mis sentidos, en la calle a sus hijos, arropaba un rincón a lengüetazo y gemido, siendo su cuerpo el manto; en cuerpo sobre cuerpo daba a su cría calor, de inevitable tortura.

De la calle los perros, entre ellos lamían, no esperaron medicina, convivieron en manadas, sus amos en jaurías, a nadie le interesó.

¡Cuánto mató su desprecio!

Hasta las esquinas mentían, carteles enfermos colgaban de cura la promesa se oía en día miserable de sol que pronto terminara la vida.

¿Se recordará el amor? De la guerra más se escribió de la peste y su hedor el odio atestado de ego.

De tu mal escurridizo, un siglo aporreado pasó y la peste a estornudo la ventana nunca abrió, pareció enfermiza la vida.

Entre la peste y esta guerra, primera en protagonismo de era, el desánimo parió, mientras tu puerta tocó como vil acreedor de la usura por si alguna vez recuerdas.

En tu holganza ten presente, fue a peste y temor, fuiste a muerte y tragedia; cuando desaparece el amor se hace insoportable la vida.

Neithal Gabriel Lidueña Poeta de Colombia

YANNIELLE RAMOS POETA DE PUERTO RICO

El maestro es poeta, actor, columnista, comentarista y biólogo, oriundo de Fajardo, Puerto Rico. Posee un Bachiller en Ciencias en Biología General, con concentración en Gerencia y Química. Comenzó a escribir desde hace varios años y es autor del poemario; Versiones en Verso, Lágrimas Monárquicas y Sollievo. También ha publicado varias columnas con el periódico el Nuevo Día. Está en las antologías internacionales; Lámparas, Versos compartidos, Escritores Cosquín, El paso de los años y El oro del Parnaso. Ha publicado varias veces para la revista, Boricua Beauty y fue invitado como representante de los poetas jóvenes al Festival Internacional de Poesía, en Puerto Rico. Participó del Encuentro Internacional de Escritores 2019, EIDE, celebrado en Cosquín, Córdoba, Argentina. Actualmente trabaja en dos poemarios, una obra teatral y una novela.

IL PIANTO

En un sorbo de lágrimas, decanto el sabor delicado de los recuerdos.

Sólo se hace un cáliz de nostalgia al final de cada lagrimal.

¡Oh, cuánta ternura en estos ojos! Los ojos que lloran no saben mentir.

Serás siempre esa pieza restante, esa palabra impronunciable esa sensación sin descripción.

Estos ojos sumergidos en verdad, buscan construir un río por el que puedas navegar segura, sin olas o tempestad.

Estos ojos rotos acarician un pálpito que susurra sólo la gracia de los espacios vacíos, como el cordón de tres dobleces que se estira a cada extremo, que tuerce mi interior con cada pequeña lágrima, cada una más pequeña y más salada que la anterior.

¡También lloro entre gotas de sangre y también suplico para que me pase esta copa de delirios!

No vienen ángeles, no vienen palomas, no viene nadie, sólo se oye el disimulado fluir de un río y el inconfundible aroma de un corazón resquebrajado.

Yannielle Ramos

Poeta de Puerto Rico

CORALYZ REYES LLIRAN POETISA DE PUERTO RICO

La artista, nació el 3 de enero de 1998 en San Juan, Puerto Rico. Actualmente, estudia su bachillerato en Ciencias Sociales con concentración en Psicología. Trabaja en la industria hotelera como Hosts en uno de los restaurantes del Condado, Vanderbilt Hotel en Condado, Puerto Rico. Desde pequeña se interesó la literatura, en especial la poesía, razón por la cual tiene libretas llenas sobre sus mejores poemas con el sueño de algún día poder publicar su poemario y que el mundo pueda leerlos. Su amor por la psicología y las relaciones humanas impactan y ayudan a hacer sus poemas. Así bien es la poesía su principal manera de desahogo emocional. Y ella, pone todo su empeño y amor en sus escritos, siempre como un sueño el cual piensa alcanzar para el bien del mundo.

MI ÁNGEL, MI DEMONIO

Digo que hay dos amores en esta vida. Tú que me lees, quizá ya los has identificado, porque no son difíciles de caracterizar, uno es el bien y el otro es el mal. Llámalo Ángel, llámalo Demonio. Uno te causó risas y el otro insomnio, Ángel te brindó alas para volar, Demonio te sujeto a la tierra, cerca del mar; Ángel te quiso bien, Demonio te quiso fatal, Con ambos seguiste, porque eran fáciles de amar, difíciles de dejar, drogas al besar. Uno te brindaba paz, el otro causaba malestar.

Cuando te aburrías volvías a divertirte en su infierno, cuando dolías, volvías al paraíso del consuelo. Ambos eran extremos, muy parecidos en causar sentimientos, Te gustaban los dos, pero ninguno te explicó, que los pactos eran de por vida y con solo uno te quedarías. Ángel te ofreció villas y castillas, Demonio te ofreció maravillas y tú tan confundida, no sabias lo que querías.

Con la calma no se juega, ni mucho menos con el fuego, pero tú seguiste con el juego, hasta que un día ambos se reunieron, Ultimátum dieron para tomar una decisión, escoger un amor, Ángel o Demonio, nunca los dos, pero tú decidiste escogerte a ti misma y respondiste:

“Mi ángel, mi demonio, los amo a ambos, pero a ninguno quiero, mejor sola me quedo”.

Coralyz Reyes Lliran Poetisa de Puerto Rico

GALVARINO ORELLANA POETA DE CHILE

El maestro es poeta, periodista y Presidente Nacional de la Unión Hispanoamericana de Escritores, con sede en Perú, Representante en Suecia de la Asociación Internacional de Poetas del Mundo, con sede en Brasil. Es Secretario General del Frente Cultural Bolivariano Internacional con sede en Suecia y Embajador de la Palabra y el Idioma español de la Fundación, Cesar Egisto Serrano, Museo de la Palabra, con sede en España y es Miembro de la Sociedad de Escritores de Chile, SECH. Tiene publicados los poemarios, La Memoria Secuestrada, años 2006 y Postales para no Olvidar, años 2011. Ha obtenido más de noventa premios en Festivales y Concursos Internacionales de poesía y narrativa en Chile, Argentina, Uruguay, Venezuela, México, Estados Unidos, Italia y España, entre los cuales destacan; Pluma de Platino en el Festival de california 2012, Estados Unidos. Mejor Poema en el Festival de Las Vegas 2013, Estados Unidos. En el 38 Festival de la Canción Latinoamericana de California 2018, obtuvo el Diploma, Prensa de California, como autor de la canción; Poeta de los versos sangrantes, Homenaje a Cesar Vallejo.

SIMPLEMENTE LATINA

Eres del paraíso una flor con pétalos de arco iris que llenan mi geografía para amarte celestial.

Tu estampa latina, mezcla de trigo y jugo tropical, tú eres el regalo que atrapo con la mirada dejándote prisionera en mi interior.

Tu piel tersada por un artesano excita la yema de mis dedos y con el éxtasis del amor abro las puertas al placer.

Como dibujos de niño, son tus ojos de ternura que me seducen sin pudor, más allá de las fronteras de mi cuerpo.

Rocío del amanecer, néctar del vino y amor son tus labios, que atrapan los míos y no pretendo escapar.

Seductor alimento de mi América, que mi cuerpo degusta como fruto divino, Eva incomparable con el pecado ardiendo, te amo por tus raíces, simplemente bella.

Galvarino Orellana Poeta de Chile

los

La Literatura del Arte.

Obra fotográfica, La isla del cielo.

De
creadores,

NUESTRO TEMPLO

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A TODOS LOS CREADORES LITERARIOS, INSPIRADORES DE ESTA NUEVA ROSA MARÍA, DEDICAMOS LUMINOSAS FELICIDADES, POR LOS BUENOS AMORES DEL ARTE, QUE USTEDES

DECANTADO,

CUENTOS Y POEMAS, PARA NUESTROS

AMÉRICA LATINA,

MEJOR PARA SUS VIDAS,

NIVIA MONTOYA

NIVIA

NUESTROS COLABORADORES

CAMPOS ARIAS

GRATITUDES
HAN
MEDIANTE SUS
LECTORES DE
SEA ENTONCES LO
GRANDES BELLEZAS DE FANTASÍA, LIBERTADORES DEL PARNASO. creadores de la revista JOSÉ
RUSVELT
CASTELLANOS
ESPERANZA CASTELLANOS ARIAS RUBÉN
REIVER JIMÉNEZ JOHANA ALEJANDRA NIVIA JAIRO ANCÍZAR MOSQUERA VALENTINA OLIVERO AUGUSTO HERNÁNDEZ VARGAS HUGO SHIEBLE diseñador de la portada y editor gráfico RUSVELT NIVIA CASTELLANOS issn: 2357 5085 . OCTAVA edición. lA LITERATURA DEL ARTE. año 2019.

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