HACÍA UN ORDEN ANTI-PATRIARCAL: ADOLESCENCIAS Y MASCULINIDADES.
Índice
Qué es La Lleca?------------------------------------------------------------------------------- 5 ¿Para qué y desde donde escribimos estos manuales?---------------------------------- 7 Adolescentes, jóvenes, crisis, conflicto y privación de libertad…---------------------10 Masculinidad, más allá del ser hombre…-------------------------------------------------27 Ejercicios para continuar terminando con el orden patriarcal--------------------------35 Ejercicio 1--------------------------------------------------------------------------------------40 Ejercicio 2--------------------------------------------------------------------------------------41 Ejercicio 3--------------------------------------------------------------------------------------42 Ejercicio 4--------------------------------------------------------------------------------------44 Ejercicio 5--------------------------------------------------------------------------------------46 Ejercicio 6--------------------------------------------------------------------------------------49 Ejercicio 7--------------------------------------------------------------------------------------50 Ejercicio 8--------------------------------------------------------------------------------------51 Ejercicio 9--------------------------------------------------------------------------------------52 Ejercicio 10-------------------------------------------------------------------------------------54 Ejercicio 11-------------------------------------------------------------------------------------56 Algunas ideas finales-------------------------------------------------------------------------57
Qué es La Lleca?
La Lleca es una colectiva feminista, artística, y abolicionista conformada por artistas visuales, psicólogas, antropólogas, ex-presos, músicos, compañeras de medios libres, bailarinas y educadoras sociales. Hemos trabajado desde el año 2004 en centros de reclusión de la Ciudad de México, en las llamadas comunidades de atención para adolescentes en conflicto con la ley penal y de manera puntual (por unos días o en algunos casos por varios meses): en un centro de reclusión para mujeres en el Estado de Morelos, en un centro de reclusión de mínima seguridad en Castilla la Mancha, en el movimiento de inmigrantes en Barcelona durante 2005, 2008 y 2013, con algunas organizaciones de familiares de presos en España, con adolescentes en libertad condicional en la ciudad de Houston, Tejas. La Lleca es la construcción de un espacio dentro de los reclusorios. Está construcción la hacemos a través de la performance, el afecto y la pegagogía radical.
La Lleca ha sido un espacio de educación para muchas personas. Nuestra pedagogía ha sido radical en el sentido de despertar el sentido crítico de las personas pensando que de esta manera podrían entender de donde provienen muchos de sus malestares personales. Y siempre yendo más allá del nivel de la crítica para juntos ir transformando esas cuestiones que nos causan malestar desde el presente, y no esperando a que en el futuro vayan mejorando las cosas. En La Lleca seguimos la propuesta pedagógica que hemos armado desde los feminismos en la cual las relaciones son horizontales, se construye la autoridad en común y se politizan los afectos. Las sesiones se ven atravesadas por emociones que dan congruencia a las reflexiones y los saberes que vamos generando, pues no se quedan sólo en el plano racional ni como mera praxis. En La Lleca el espacio que construimos cada vez que nos reunimos dentro de la cárcel con los presos está armado a través de la afectividad. Ésta nos da la base para todo el trabajo que hacemos: para las colectividades provisionales que intentamos construir: la práctica amorosa está dentro de la comunicación que entablamos en cada sesión, y en la generación de nuevos conocimientos a través la creación de espacios y subjetividades compartidos.
Por que creemos que es imprescindible continuar con prácticas de vida que terminen con el patriarcado:
1.
Por que no aceptamos el orden masculino en su actual facha ética. Es decir un orden masculino desde el cual se legisla y se pretende alcanzar una equidad entre géneros.
2.
En nuestra vida subvertir este orden es algo cotidiano que está presente todo el tiempo. Estamos construyendo un desorden desde la ética feminista.
3.
Porque en la etapa que cruzan los adolescentes se re-afirma y se hace propia la lógica patriarcal.
4.
Porque queremos seguir compren diendo y reconociendo cuánto nos molesta y nos entristece ese orden y para seguir pensando en como podemos cambiarlo o cómo podemos movernos de lugar, desordenarlo y desaprenderlo.
¿Para qué y desde donde escribimos estos manuales?
La Lleca*, que se asume como un colectivo de acción cultural feminista, no es, sin embargo, un colectivo de mujeres, sino un colectivo mixto. La mixidad en el trabajo feminista en México no ha sido todavía asimilada como una posibilidad, y de hecho no hay más grupos que se reivindican feministas desde la mixidad, es decir la co-educación en valores no patriarcales de mujeres y hombres, que no es precisamente la paridad, ni la igualdad, sino el reconocimiento que la sociedad es mixta y que puede ser interpretada y vivida como tal desde el pensamiento feminista. Muchas propuestas de acción educativa e intervención social se concentran en abordar las problemáticas del orden patriarcal únicamente como si lo que se buscará fuera restablecer equidad entre los géneros. Como si lo equitativo significará justicia y respeto a la multiplicidad de géneros. Es decir que se parte de pensar que lo único que se debe hacer
es poner a las mujeres y la multiplicidad de géneros en el plano del orden masculino, como dicen las políticas de género: con los mismos derechos y las mismas oportunidades. Si nosotras siguiéramos este presupuesto ético e histórico de tanta importancia política en nuestros días tan sólo estaríamos contribuyendo a la destrucción de la vida, pues el orden patriarcal al ser el motor del capitalismo ya sólo nos está llevando en una dirección: la devastación del mundo. Este cuadernillo está escrito en dos registros. Las primeras dos partes escritas en un tono más académico, queremos que sean útiles para quienes desean trabajar o desarrollar acciones educativas, artísticas o sociales. Y que busquen algunas claves teóricas para describir las masculinidades y las adolescencias. El segundo registro proviene de nuestra experiencia trabajando en encierro desde hace 10 años en diferentes cárceles del D.F. Intentamos plantear de la
manera más simple algunos ejercicios que hemos realizado en estos tres años con adolescentes en los distintos espacios. La narración es una forma que desde los feminismos hemos adoptado para compartir nuestra experiencia, para poner en común aquellos saberes y formas de educación radical desde la que afrontamos el sistema patriarcal-capitalista.
* Este párrafo lo hemos tomado del trabajo de tesis doctoral de nuestra compañera Lorena Méndez Barrios, sus reflexiones hechas en colaboración y surgidas del trabajo de la colectiva nos han permitido ir comprendiendo mejor lo que hacemos desde hace 10 años.
En la actualidad existe la controversia sobre el uso de una categoría que permita hablar con mayor profundidad de los individuos que se encuentran en constantes transformaciones físicas, psicológicas y sociales, las cuales marcan su acceso a la participación de manera reconocida en cualquier sociedad, dicha etapa –por llamarla de alguna manera – se encuentra mediada en la mayoría de las ocasiones por rituales que señalan la transición de una estadio a otro. Ello es dictaminado por las concepciones de los actores institucionales –como profesores, médicos, juristas– de generaciones anteriores quienes buscan la repetición de fenómenos que se han convertido en estándares por su repetición más o menos regular pero que conforme se han desarrollado las tecnologías de la comunicación e información, dichos fenómenos se han ido diluyendo o modificando significativamente. Es importante recalcar que esta serie de cambios es
variable tanto en duración física como en significado social, según el espacio, la cultura y el ordenamiento institucional. Sin duda, los cambios internos y externos por los que atraviesan los sujetos en transición es innegable pero la forma en que serán y son concebidos, caracterizados y denominados por el conjunto de la sociedad y de los tomadores de decisiones es importantísimo. Debido a que de ello depende su reconocimiento social en tanto al grado de participación que puedan tener en la vida política, económica, jurídica y social. Además en el desarrollo y construcción de políticas públicas que aseguren un desarrollo adecuado y libre de sus capacidades y oportunidades. De esta manera es que, por un lado, muchos estudiosos e instituciones hablan de dichos sujetos como adolescentes, adjetivo según Le Breton “la etimología del término “adolescente” remite a una noción de crecimiento,
Adolescentes, jóvenes, crisis, conflicto y privación de libertad…
de transformación, de evolución. La adolescencia es una crisis de identidad más o menos aguda y duradera” (2012; 16 en Duarte, 2012; 3). Llevando ésta categoría como eje rector el discurso biologicista y psicologicista cuyo trasfondo es visto como la etapa intermedia entre la niñez y la adultez, dichos puntos académicos ven a los sujetos desde un cuerpo que se transforma físicamente y psicológicamente; estos lugares de sentido de quienes producen el discurso del adolescente ven su campo de acción (los cambios físicos propios del aumento hormonal y los cambios psicológicos que se traducen en cambios cognitivos) como el sitio idóneo para buscar la mejor transición durante el proceso. Es decir, implementar acciones que se traduzcan en la mejor forma de y para crecer, nivelar las hormonas y los cambios físicos secundarios o de inducirlos en el caso de que se hayan atrasado según las reglas sociales de la edad, mantener un nivel
educativo propio conforme a la edad y los estándares de lo que se debe de saber, sentir, se mide el comportamiento y los estados de ánimo, dichos argumentos son el material de discusión para médicos, psicólogos y pedagogos apegados a las normas y estándares internacionales. Lo que los convierte en constructores de un sujeto que aun es inacabado (Nateras, 2002; 10, Duarte, 2012; 3)). Del otro lado se encuentra la categoría de Juventud, que es concebida por otro grupo de especialistas de corte menos positivo y más social (contextual); cuyo argumento plantea el quiebre de un “ya no” que se refiere al momento en el que los sujetos salen del estado de infancia para ser un “todavía no” que sería la edad adulta. Proceso que no necesariamente tiene que ser visto de una forma rígida o por el que es necesario transitar de la misma forma para todos. Es un momento que se caracteriza y se entiende
como la experiencia en la vida de los sujetos que se encuentra determinada o condicionada por una serie de factores de carácter social, económico y cultural (Rivera, 2013; 10). Se estructura como una categoría de corte socio-cultural y se concentra en un tiempo y espacio social por lo que se puede decir que es una “edad social” que responde a una construcción histórica, de tal forma que lo joven se puede entender como heterogéneo, diverso, múltiple y variante según las condiciones del contexto en el que se encuentre inmerso. Lo que le otorga su condición de situación particular y diferenciada, por lo tanto, se crea en el ámbito social ya que deja a un lado las explicaciones médicas para enfocar su atención en las imágenes que están construidas a partir de las propias instancias de la sociedad (Nateras, 2002). De esta manera, se apela a los imaginarios colectivos que son aprovechados por los jóvenes para crear identificaciones, lo que se traduce en formas de organi-
zación, creación de códigos en el lenguaje, vestimenta y espacios propios además del aprovechamiento que a la par de las industrias culturales y las instituciones sociales buscan incorporar a estos sujetos juveniles. Es posible dilucidar un punto de encuentro y desencuentro entre ambas categorías, la primera es de corte etapista y homogeneizante que busca la asimilación, la otra, es una categoría explicativa que apela a la situación que viven los individuos, y a los que se les otorga voz, mostrando su capacidad creativa exponiendo la búsqueda de un lugar dentro de la sociedad de la que forman parte. Ambas expresiones pueden describir a los individuos según las intenciones del productor del discurso al ser referentes que hablan del proceso del sujeto desde perspectivas distintas. La adolescencia como una transición que va de la salida de una fase para la entrada de otra, de manera casi automática, en donde se espera que el final ideal sea una transición
encuadrada a la reproducción de las formas sistemáticas consolidadas. Por su parte, la juventud, como una etapa propia del sujeto que amortiza la entrada a una situación adulta que puede ser transformada y moldeada según las experiencias y emergencias individuales y colectivas dado su carácter de construcción social al interior de un contexto socio-históricopolítico-cultural determinado. En este documento se prioriza la segunda categoría, la de juventud, aunque es necesario recalcar la imposibilidad de ver una sola juventud, debido al carácter no reglamentado e imprevisto dictaminado por los múltiples factores que intervienen en su construcción según el lugar dónde se desarrollen los sujetos y el contexto socio-histórico-político-cultural. Se considera que esta categoría es mucho más descriptiva y analítica para entender la realidad de los jóvenes que viven la situación de encierro en la Ciudad de México y con los que se realizan las intervenciones.
En la explicación del concepto de juventud, considerando el caso particular de los jóvenes que viven en la Ciudad de México y el área metropolitana, es necesario contextualizar la situación en la que se encuentran sumergidos a nivel macro y nivel micro. Según al sector de los jóvenes a los que deseemos referirnos, debido a que no todos gozan de las mismas condiciones de vida en lo económico, lo familiar, lo escolar y laboral; por lo anterior, se considera complementar la discusión de lo qué es la juventud en la Ciudad de México con énfasis en los jóvenes en situación de riesgo, en tanto que es evidente el cúmulo de contradicciones con las que conviven a diario. Los siguientes puntos son algunas de las observaciones que la CEPAL hace en el documento “La juventud en Iberoamérica: tendencias y urgencias. (2007)” para describir la situación que padecen los jóvenes a lo largo de América Latina y la península Ibérica, y que recoge José Guadalupe Rivera Gonzales (2013):
1. Mayor acceso a medios de comunicación pero se tiene menos acceso a empleos formales. 2. Los jóvenes poseen mayores capacidades y habilidades pero por la marginación urbana y la falta de movilidad social y económica se ha colocado a los jóvenes en una posición de mayor vulnerabilidad hacia la violencia y el delito. 3. Tienen mayor acceso a la información pero a la vez menos al poder y a las instancias donde se toman decisiones importantes para su vida y desarrollo. 4. Se tienen mayores expectativas de autonomía gracias al acceso a la educación y al fomento de destrezas y habilidades pero al mismo tiempo menores posibilidades de acceder a espacios de oportunidades. 5. Existen mejores condiciones de salud pero los jóvenes son más vulnerables a sufrir una muerte violenta o de otras causas distintas a la natural. 6. Mantienen una conducta más dúctil
lo que les permite mantener una mayor movilidad pero en los últimos tiempos sus trayectorias migratorias han sido de mayor violencia y peligro. 7. Las formas de cohesión han aumentado, formando identidades simbólicas en las que se crean diferentes universos simbólicos pero al mismo tiempo se han vuelto menos intolerantes a grupos o identidades diferentes a la propia. 8. Evidencian su capacidad para los cambios productivos pero se les excluye de las oportunidades en donde se pueden demostrar sus capacidades. 9. Los países de América Latina han puesto su interés en los jóvenes y han arrancado programas sociales y servicios que atiendan sus demandas y necesidades pero los jóvenes parecen ir más allá en el sentido que ellos son productores de nuevas oportunidades e identidades. 10. Mantienen altos niveles de consumo material y simbólico a la vez de que son creadores.
En lo anterior es posible que se vea la gestación de un proceso de inclusión/ exclusión, cuyo sustento se encuentra en la pobreza, el desempleo, la precarización laboral, falta de seguridad social, la inseguridad, el miedo y la violencia; factores a los que refieren diversos autores han sido provocados por crisis de índoles: económicas, políticas, sociales, institucionales y generacionales, dando por resultado que el tejido social se vea mermado. Se detecta que la condición de clase es una de las determinaciones principales que participa como elemento estructurado y estructurante de la desigualdad social entre los jóvenes (Valenzuela, 2010; 318). Debido a la función que ejerce sobre las formas de interacción con los medios y posibilidades materiales que marcan muchas de las experiencias que pueden vivir los sujetos, lo que crea identificación. Este proceso llamado juventud, como se ha expresado en líneas anteriores, no
se hace presente de la misma manera en todos los sujetos que se identifican así. No es una categoría que explique de forma general, sino por el contrario, se debe de dotar de valor particular las diferentes juventudes que se viven en la realidad social, condicionadas por el contexto socio-histórico-político-cultural y por las posiciones de clase. Que deriva en mirar los capitales culturales y sociales, entendiendo por capital cultural aquella información que es transmitida en el seno de la familia a través de la enseñanza e imitación, es decir, es adquirido por herencia social. Así, la información que es apropiada por el sujeto mediante el interés que tiene por aprender nuevas cosas de manera consciente, será capital cultural incorporado. Adquiriéndose por la vía de la educación formal o no, formando un habitus; y será determinado por la primera adquisición de capital (aquel que proviene de la infancia, indicado sus huellas más o
menos visibles, como por ejemplo en la manera de hablar de una clase, región o grupo étnico), puede objetivarse por reconocimientos o títulos lo que deriva en prestigio y capital simbólico, lo anterior puede institucionalizarse cuando una institución “formal” le proporciona reconocimiento expreso al capital cultural de los sujetos (Bourdieu, 2001; 136-148). Por otra parte tenemos el capital social, al que entendemos como la red de relaciones más o menos institucionalizadas de conocimiento y reconocimiento mutuo desde la pertenencia a un grupo. Que se dan en la práctica a partir del intercambio material y simbólico, unidos en todo momento. Su volumen depende del tamaño de la red de relaciones y conexiones más o menos duraderas, que se puedan movilizar en función de los capitales que los miembros de la red cuenten en su haber y el provecho que el sujeto pueda obtener a diferentes tiem-
pos. Para su reproducción la inversión es de tiempo y de actos permanentes de intercambio (Bourdieu, 2001; 148-156). Para ejemplificar lo anterior en la juventud, se pueden ver dos situaciones muy comunes en la actualidad, aunque con sus matices. Por ejemplo, se puede encontrar al joven que proviene de una familia en cuyo interior uno de los padres –o ambos– tiene una educación formal extensa, es decir, preparatoria, carrera técnica o profesional, puede faltar alguno de ellos pero no implica que su medio sea agresivo con él, puede existir violencia o no, habita en un espacio con servicios y comunicaciones, se le inculcaron valores tradicionales y aspiraciones que van acordes al sistema económico actual de competencia. La situación económica que vive le permite extender su educación formal sin problemas al tener sus necesidades básicas cubiertas, teniendo tiempo libre para otras actividades cul-
turales, deportivas y de entretenimiento, prolonga los compromisos formales o la espera de descendencia. En este hipotético caso, tenemos a un joven que puede acrecentar su capital cultural de manera libre, aumentando las posibilidades de prestigio y de capital simbólico que al tiempo le traerán beneficios del tipo social al establecer relaciones de identificación dada la objetivación de su conocimiento en títulos o reconocimientos, creando redes y estableciendo vínculos que mediante las adquisiciones culturales y sociales a lo largo de sus diferentes formaciones fortalecerán su capital social diferenciado. Otro ejemplo se puede construir pensando en un joven cuya procedencia familiar, los padres tienen una educación nula, básica o pobre, habita en un espacio que puede o no tener servicios y comunicaciones o en su defecto ser de difícil acceso. La educación familiar
está basada en valores tradicionales y marcada por la precariedad de las condiciones de vida, desarrollo personal y social, puede o no existir violencia física o abandono, la educación formal del joven debido a su contexto social es truncada y es lanzado al mundo laboral dentro de la formalidad o la informalidad, su tiempo es limitado para realizar otras actividades, puede o no buscar otro tipo de alternativas para sufragar sus gastos que pueden estar dentro de la legalidad o no, es posible que busque la concreción de los cánones socio-culturales mediante una pareja y descendencia de manera planeada o no. De tal modo, en este otro caso hipotético, el joven trunca su posibilidad de acrecentar su cúmulo de conocimientos por vía formal a partir de la imposibilidad del medio familiar de ofrecerle cubrir sus necesidades, sin embargo acrecienta su capital cultural por la vía informal adquiriendo cono-
cimientos que lo harán hábil en otras circunstancias y cuyo reconocimiento no será oficializado por ninguna institución. Siendo su prestigio construido a partir del nivel de excelencia que logre alcanzar mediante su labor y, de ello depende que tanto capital simbólico y social pueda acumular. Por tanto al hablar de jóvenes, en particular de aquellos que viven en situación de riesgo o que la padecieron, y por tanto, cayeron en el sistema penal encontrándose privados de su libertad, para ellos es necesario crear un eje de intervención considerando las características que se hagan presentes con mayor regularidad como la pobreza, falta de escolaridad, violencia, machismo, falta de oportunidades laborales, y verlos como temas fundamentales. Al ser características que se hacen presentes en su realidad social y se reproducen al interior del seno de lo familiar y las relaciones sociales que entablan entre sí –como parte
de sus capitales culturales y sociales-. Para ello es fundamental considerar el fenómeno de exclusión, el cual según José Guadalupe Rivera se puede entender como un fenómeno que se manifiesta en la acumulación de desventajas que mellan la relación entre el individuo y la sociedad, resultado de la sucesiva acumulación de procesos generadores de rupturas que poco a poco van limitando la capacidad del individuo para integrarse a redes de carácter simbólicocultural, imposibilitándolo al acceso de bienes materiales que lo lleven a adquirir prestigio. Lo que genera identificación, la marcada por la marginación o poca participación política en los espacios tradicionales. (Rivas, 2013; 16), Dada la marginación social de los jóvenes y en particular de aquellos cuyos orígenes son clases bajas y de posibilidades escasas, comprendemos la existencia de presiones que empujan a muchos de ellos a solventar sus
necesidades basados en la obtención de recursos de manera ilícita o buscar identificación y/o aceptación de sujetos con los que comparten su entorno a través de actos que son arriesgados y muchos de ellos sortean entre la legalidad y la ilegalidad por su nivel de violencia y consumo de estimulantes. Lo que ha desatado que en las esferas de lo institucional se les considere hasta un enemigo social en tanto que las políticas públicas fortalecen los “derechos” pero no otorgan oportunidades efectivas, lo que repercute en los sistemas de internamiento al endurecer leyes bajo consideraciones infundadas y contradictorias con la realidad. Con la exposición anterior, consideramos que brindar atención a jóvenes que padecen situación de encierro es una tarea importante, debido a que no sólo son excluidos de toda participación social sino que además enfrentan una fuerte estigmatización en ámbitos fuera de su contexto o zona de confort, es
decir, que en situaciones cotidianas son rechazados o temidos, lo que deriva en un afianzamiento a círculos de violencia, pobreza y marginación. Por ello, pensar en una intervención enfocada a procurarles alternativas que los lleven a explorar otras posibilidades para el ejercicio de sus capacidades y medios, y así desenvolverse procurando incentivar el impulso a explorar posibilidades vistas como prohibidas o imposibles para ellos, amén de mejorar su vida y alejarlos de la violencia sistemática que padecen y reproducen, considerándolos no como el futuro de un lugar, región o del país sino como el presente vivido y tangible. El cual es merecedor de oportunidades, afectos y confianza, capaz de crear y transformar su contexto y con él las relaciones de las personas involucradas, dejando atrás al sujeto pasivo que únicamente reproduce el sistema para convertirse en el joven que produce y crea un nuevo sentido de vida y relaciones sociales.
Masculinidad, más allá del ser hombre…
Existe una distinción expresa entre los conceptos que se refieren al ser varón y ser masculino, por un lado, el primero es de carácter designativo y se refiere directamente a la biología, es el sexo que se le determina por sus características físicas de los genitales al momento de nacer –generalmente-; el segundo, es una construcción socio-histórica-cultural que forma parte de uno de los roles que se les adjudica a los sexos, cuya función es dotar de identidad, valores y producciones simbólicas a los hombres incorporándoselos a través de procesos de socialización (González Pagés, 2001; 9). La historia de la humanidad ha sido marcada por la construcción de géneros a lo largo del tiempo. Éstos de manera general tienen por función designar roles de comportamiento y obligación a los sujetos, lo que no es más que los “deber ser” que se asignan a las personas a partir de su sexo, repercutiendo en las instancias de la vida en comunidad. Un
ejemplo de ello es la división sexual del trabajo, en la que los hombres salen a la caza y a actividades relacionadas con fuerza física mientras que las mujeres permanecen en el espacio doméstico al cuidado de la descendencia y la recolección de alimentos, este argumento lo han esgrimido diferentes autores. En esta misma línea, que se sigue considerando este proceso como natural, en el que los hombres han tomado la vida pública como medio de desarrollo al instaurarse en las instituciones que dictaminan el proceder de la sociedad, tales como el Estado, la religión, el ejército, la escuela y muchas organizaciones de la sociedad como creadores de bienes y servicios, al otro extremo, en el espacio privado se encuentran las mujeres, que han sido encasilladas al espacio doméstico y al cuidado de la descendencia como su medio de desarrollo. Es decir, se naturalizan contraposiciones o dicotomías en las que el hombre termina por ser dotado
de rasgos tales como la fuerza, valentía, guía, ser el proveedor, hípersexual, entre otros, mientras que las mujeres son definidas por la debilidad, abnegación, cuidado, ternura, subordinación y pasividad sexual. De tal manera que forman un “complemento” (Gonzáles Pagés, 2010; 10-11) dentro del par humano fundamental que se ha organizado para la reproducción del capitalismo. Lo anterior es una explicación que juega en términos generales con la historia socio-cultural de la especie humana, explicada a partir del dominio masculino, y procede de la acumulación de dos operaciones. Primero se legitima una relación de dominación inscrita en una naturaleza biológica que es en sí misma una construcción social naturalizada (Bourdieu, 2000; 37), esta construcción social es producto del androcentrismo (entendido como la construcción de la realidad desde la perspectiva de los hombres, incluyendo las perspectivas femeninas)
adquirido por los hombres al legitimarse dentro de las instituciones que generan relaciones de poder a partir de su trayectoria en la vida pública. Entonces, se convierte en un principio masculino hegemónico que instituye un parámetro a través del cual se mide todo lo demás: relaciones sociales, comportamientos afectivos y sexuales, actitudes físicas, formas corporales (García Cortés, 2002; 13-15). Cabe destacar que esta dominación masculina se encuentra cargada por una jerarquización en la que los hombres dominan sobre las mujeres y a los hombres más jóvenes, es decir, una jerarquización a partir del sexo y la edad, por tanto, a lo que nos referimos es al patriarcado. El concepto de patriarcado es el único con el cual se pueden atrapar las especificidades de la sujeción y opresión de las mujeres y que ayuda a distinguirlas frente a otras formas de dominación. Si se abandona el concepto de patriarcado,
el problema de la sujeción de las mujeres y la dominación sexual se desvanecería nuevamente dentro de las teorías de la individualidad y de clase. Por un lado, el orden masculino en el patriarcado ha conseguido impregnar el inconsciente colectivo de unos esquemas estructurales, tanto éticos como sociales y simbólicos que vienen a acreditar el orden masculino no sólo como el único posible, sino como un orden neutro al servicio del conjunto de la sociedad y sobre el cual no se puede discutir pues es “natural”, permanente, y, por tanto inevitable (García Cortés, 2002; 13-15). Por otro lado, considerando lo expresado por Martínez Oliva, que la masculinidad se construye a partir del “mito de la identidad viril”, que está armado desde un estereotipo agresivo hacia los demás y hacia los propios hombres que se autodenomina como “hombre de verdad” y cuyas principales cualidades son el no tener rasgos femeninos, el tener confi-
anza en sí mismo, la fortaleza moral y la agresividad (Martínez Oliva, s/a; 14-15); es que retomamos el tipo de relaciones que los hombres crean entre los sujetos de su contexto. Es necesario considerar otros factores que van acumulando y moldeando la subjetividad –formas en las que se percibe e interpreta la realidad a través de los filtros aprendidos al interior de la cultura- tales como el nivel económico, la raza y el nivel educativo. Por la manera en que se construyen las subjetividades de los jóvenes partiendo de los arquetipos hegemónicos antes mencionados en los que se definen el cómo y qué debe ser un hombre, así como el tipo de relaciones que entabla con las mujeres, con otros varones y consigo mismo, nosotras generamos procesos de intervención artística-educativa al interior de un sistema de internamiento para jóvenes varones. Para quiénes la mayoría de las veces escapar a estos rasgos de la ideal forma de ser
hombres no les resulta fácil y muchas veces imposible, provocando confrontaciones violentas con su medio, y generando malestar en sus espacios de convivencia cotidiana. Es así que para abordar el tema de cómo destruir el patriarcado partimos de que la forma en que las ideas que nos han enseñado, o mejor dicho impuesto, muchas veces no nos permiten ver las cosas con claridad. Cuando nosotras, quienes formamos la colectiva “La lleca”, abrimos el espacio para discutir sobre como se construye el machismo en la masculinidad de los mexicanos nos enfrentamos a una serie de ideas preconcebidas sobre los roles, obligaciones y derechos que tienen los hombres en nuestra sociedad. Entonces hacemos ejercicios de teatro foro o teatro del oprimido o de performance (muy al estilo la lleca) para ir pensando en otros roles, otros derechos y otras obligaciones para los hombres en el que las relaciones no sean tan desiguales y opre-
sivas, en el que los hombres podamos vivir en un mundo pensado y construido desde la crítica al patriarcado. A veces tenemos que recurrir al pensamiento lógico puesto que abordamos desde perspectivas históricas y antropológicas la cuestión del patriarcado; también a veces recurrimos al pensamiento causaefecto propio de las ciencias pero no para comprobar que una cosa lleva a otra sino para reconocer que una acción puede tener muchas repercusiones y a muchos niveles. La cultura establece ideas que la educación difunde y legitima, nosotras creemos que el espacio educativo debe permitir el cuestionamiento de esas ideas, debe abrir la posibilidad de pensar el mundo de otra manera. Nuestra labor consiste en entrar a lugares de encierro: cárceles y correccionales para mujeres y hombres de la Ciudad de México para cambiar algunas situaciones que causan malestar físico, psicológico y emocional en las personas que están cumpliendo
su condena. Esto lo hacemos a través de la formación de un grupo de trabajo junto con los presos, presas y adolescentes encerrados. Realizamos entre todas una investigación en torno a la politización de la inseguridad y de la delincuencia, la creación de un Estado policíaco-militar y la criminalización de la pobreza y la juventud porque creemos que la principal causa de incertidumbre, descontento, inseguridad personal y baja autoestima es un problema que se produce a nivel social e ideológico y no directamente en los individuos que han sido privados de su libertad bajo la intervención jurídica del estado. Todo el trabajo de creación de conocimientos a través de prácticas artísticas lo hacemos de manera colectiva: los saberes de todas forman parte importante de la creación de un espacio de reflexión que nos llevan a realizar diversas acciones, que van desde cómo nos comportamos cotidianamente hasta presentaciones públicas para los
demás presos, presas y adolescentes en reclusión. Con este brevísimo marco podemos explicar que las dinámicas grupales que empleamos para trabajar en La Lleca son imprescindibles. En todas las sesiones hacemos lo que denominamos “asamblea general”, porque como trabajamos con un grupo de 40 adolescentes en promedio nos dividimos en 4 grupos que trabajan con una de las personas de la Lleca. Formamos 4 grupos de aproximadamente 10 adolescentes y un coordinador, por seguir la jerga pedagógica. Al final nos reunimos todas en un círculo muy grande y entonces cada grupo expone las actividades que hayan realizado y las ideas que hayan construido o que se hayan compartido. Con esta dinámica hacemos varias cosas: los adolescentes se atreven a hablar frente a un grupo lo cual no sólo significa la adquisición de habilidades para la comunicación grupal, sino que a aquellos adolescentes a
quienes se les concibe como subordinados ganan un cierto respeto por parte de aquellos que tienen mayor control en los dormitorios; ayudamos con esto a la cohesión del grupo pero también a que se aprendan a comunicar colectivamente en el dormitorio, con lo cual los índices de violencia bajan; y finalmente el compartir los conocimientos y las actividades nos ayuda a darle entre todas un seguimiento al avance de cada grupo y esto nos impulsa a pensar en trabajar de otra manera las subsecuentes sesiones. La dinámica “asamblea general” en ocasiones no funciona bien, pues en algunas ocasiones los adolescentes no tienen ánimo de hablar porque entran en estados depresivos cuando les dictan su sentencia, o cuando han tenido alguna pelea, o cuando no los visitan sus madres. Nosotras debemos estar atentas a los estados emocionales del grupo y entonces la asamblea general se convierte en un juego. Literalmente nos ponemos a jugar, inventamos algo
entre todas. Planteamos juegos donde el contacto, el sentirse afectado por otros cuerpos sea lo más importante. Jugar nunca es en la Lleca una actividad de relleno, en realidad todo el tiempo estamos jugando mientras hacemos conocimiento, mientras vamos construyendo relaciones de afecto y confianza.
EJERCICIOS PARA CONTINUAR TERMINANDO CON EL ORDEN PATRIARCAL
Las propuestas que presentamos a continuación son sólo una parte de muchos ejercicios que hemos realizado junto con los adolescentes, mujeres y hombres que viven en encierro. Estos ejercicios no los realizamos de manera aislada, no los preparamos para un solo día de encuentro. Los temas y las dinámicas para abordarlos se van retomando sesión tras sesión, cada nueva conversación sobre la resistencia al patriarcado nos va dando nuevas claves para plantear desde el presente un nuevo desorden. Generalmente quienes nos involucramos en La Lleca vamos re-inventando formas de interacción cotidiana que desbordan aquellas que nos han sido impuestas y que reproducimos –muchas veces con demasiado malestar– desde el sistema capitalista y en el orden patriarcal. Por ejemplo, al abordar el tema del sometimiento y de la marginación como guías del conjunto de relaciones todas comenzamos por reconocer cuánto mal-
estar nos provoca tanto el ser sometidos como el someter. En varias ocasiones los grupos de adolescentes deciden romper con el orden jerárquico que se ha instituido en los espacios donde pasan la mayor parte del tiempo mientras viven en el encierro, donde duermen y donde conviven con muchos otros adolescentes. En estos espacios hay dos o tres adolescentes que intentan tener el control de los dormitorios a partir de continuos actos de agresión y humillación hacía el resto de los adolescentes, cuando estamos trabajando en formas de resistir al patriarcado estas formas instituidas de sometimiento y marginación los adolescentes subvierten el orden al organizarse de manera menos vertical, arrebatándole el control a unos cuantos y desmarcándose de los múltiples malestares que generan las relaciones violentas. No podemos decir que esto suceda cada vez que intentamos desaprender nuestras formas cotidianas y normalizadas
de reproducción del sistema patriarcal, pero al abordar continuamente las formas de ordenamiento de nuestras vidas y de nuestras relaciones con las otras y otros siempre se generan quiebres. Las actividades que compartimos a continuación surgen del encuentro que hemos tenido hombres, mujeres, adolescentes que viven en el encierro y quienes vivimos afuera –aunque está distinción entre el afuera y el adentro no sea tan clara– desde hace diez años. Mientras vamos armando relaciones de respeto, amor y solidaridad aprendemos a reconocer las emociones y sensaciones que nos producen las formas patriarcales de relación. Lo común sería pensar que quienes vamos de afuera a los lugares de encierro llegamos armados de una serie de actividades completamente desarrolladas para hacer participes a quienes necesitan alejarse del orden masculino-patriarcal, como si las mujeres y hombres que vivimos en el afuera
no estuviéramos inmersos en relaciones que nos causan dolor, malestar y rabia. No podríamos sumarnos a aquellas iniciativas que pretenden ir a los espacios de marginación y con grupos que supuestamente viven en violencia (física, verbal o psicológica) continua para erradicarla, casi para salvarles del virulento hoyo en el que han caído. No queremos pretender que hemos superado el orden patriarcal-masculino y que vamos a iluminar el camino de estas mujeres, hombres y adolescentes. Es por eso que decimos que las actividades que ponemos aquí abajo se van creando mientras aprendemos juntas a reconocer, pensar y sentir los malestares que nos provocan a todos el orden patriarcal-masculino. Parte importante de este andar juntas es lo que intentamos poner sobre la mesa en el cuadernillo sobre afectos y pedagogía feminista –que hemos publicado a la par de éste– romper con la lógica masculina que pone por un lado
la razón y por otro menospreciado: la emoción, el afecto y el cuerpo. Por eso recomendamos que al mismo tiempo que se confronta el orden patriarcal se vayan generando formas de interrelación afectivas, amorosas y solidarias, en lo que hacemos en La Lleca Colectiva nuestros cuerpos siempre están ahí. Porque muchas veces la reflexión sobre el patriarcado se hace desde la razón, desde lo que le sucede al otro y a la otra, desde una perspectiva histórica o antropológica pero pocas veces desde lo vivenciado, desde lo que cada una estamos viviendo o desde lo que queremos vivir.
1 Primero hablamos sobre cómo en nuestros cuerpos se va inscribiendo nuestra historia. De diversas maneras se van haciendo marcas en nuestra piel, en nuestros órganos internos, en nuestros cabellos, en nuestras caras. Algunas marcas nos las hacemos por accidente, otras surgen por el paso del tiempo y otras veces decidimos marcarnos con tatuajes o perforaciones. Nos ponemos a hablar sobre cómo una cicatriz, un piercing o un tipo de corte cabello –por poner algunos ejemplos– está relacionado con algún suceso importante en nuestras vidas. Compartimos las vivencias que hayamos tenido con respecto a las diferentes marcas corporales. Luego intentamos conectar esas historias personales con aquello que hayamos sentido en ese momento. Empezamos hablando del dolor físico pero muy pronto empezamos a conectar lo afectivo, lo emocional con nuestras histo-
rias. Abordar desde las emociones y la afectividad nuestras vivencias abre de tajo el orden masculino en el que estos dos ámbitos básicos de nuestra vida quedan supeditados a formas más racionales, aunque algunas veces muy violentas, de abordaje de nuestras vidas. Normalmente hacemos dibujos de nuestros cuerpos con las marcas y a partir de ahí explicamos y narramos lo que nos trae la memoria.
Este ejercicio es tomado de un juego de los años ochentas en la Ciudad de México que se llama “Stop”. Se hace un círculo que se divide en el número de participantes y cada uno elige el nombre de un país. Para este juego se necesita espacio para correr. En el juego original se elige el nombre de un país al que se representa. Y una jugadora o jugador se acerca al círculo para decir: “Declaro la guerra en nombre de alguno de los países representados”. El resto de personas corren hacia fuera del círculo hasta que quién declara la guerra dice en el centro “stop”. Las personas corren y quién declaro la guerra tiene que adivinar cuantos pasos se necesitan para llegar hasta el compañero o compañera. Se tiene que decir si son pasos cortos, medianos o largos. Entonces si adivina se le coloca una rayita a su país y pasa al centro la persona que alcanzaron con los pasos. Lo que hacemos es cambiar el nombre del juego en lugar de “Stop” es “Estamos hartas del sistema patriarcal que… : militariza, controla los cuerpos, permite los feminicidios, mercantiliza los deseos, etcétera. Entonces una persona dice “Estamos hartas del sistema
patriarcal que legitima la militarización y el resto corre, sólo la persona que está en el lugar donde está escrita “legitima la militarización grita “Basta” y todas se detienen. En esta experiencia lo más importante es la preparación, la discusión sobre el sistema patriarcal se hace muy profunda. Y luego de terminar el juego, nos sentamos todas a pensar en formas de cambiar estas situaciones. Bueno no tenemos que decir que jugar nos pone frente a una forma menospreciada de hacer conocimiento.
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Meterse papelitos en los bolsillos y escondidos entre la ropa. El calcetín, entre el pelo, en el resorte de los pantalones, etc. En los papelitos vienen frases incompletas o preguntas desde las cuales se plantea cuestionarnos sobre lo que somos y lo que debemos ser como mujeres y hombres, o con cuestiones culturales que generan posiciones moralistas. Se pone de pie frente al resto del grupo una persona y algunos de los participantes se ponen a buscar el papelito. Quien lo encuentra lo lee en voz alta y entonces se abre la discusión.
¿Qué piensas sobre el respeto a ti mismo? Si Juan fuera homosexual, ¿cambiarías tu comportamiento para con él? De una mujer que quiere abortar pienso que..... Si tuviera una hija y no llegara a casa en toda la noche, me sentiría..... Si veo a una persona triste, siento.... Si Romina o Sonia fueran lesbianas, ¿cambiarías tu comportamiento hacia ella?
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¿Le has dicho quieres?
a algún amigo que le
¿Encuentras diferencia entre el respeto a un hombre y a una mujer? Cuando tengo soluciono......
un
problema
lo
De una mujer que no quiere tener hijos pienso que.....
4 Sobre la construcción del género Después de haber charlado sobre la construcción de los géneros pasamos a la siguiente dinámica. Nos ponemos en una línea y hacemos una serie de preguntas, si respondemos afirmativo es un paso al frente, si decimos que no, es un paso hacia atrás. Las preguntas puedes ser, por ejemplo: ¿Una pareja de hombres pueden educar personas desde su nacimiento? ¿Un hijo o hija de dos mujeres va a ser lesbiana? ¿Los hombres homosexuales se sienten atraídos por todos los hombres? ¿Las mujeres lesbianas siempre tienen hábitos de machos? Está dinámica fortalece los contenidos que reflexionamos en la charla. Al finalizar nos volvemos a sentar en círculo para hablar de los momentos en los que tuvimos duda y por qué.
5 Este juego se llama “Salvada” y es lo contrario a un juego popular que se llama “Ahorcado”. Queremos dedicar la explicación de este juego a los compañeros presos del reclusorio norte que disfrutaron de aquel día en que salimos a la población a encontrarnos. Tenemos presente sus miradas sorpresivas, su atención al juego, la emoción puesta en el juego, y las ilusiones de volver a encontrarnos para trabajar. Con una tiza delineamos el cuerpo de una compañera en el piso. Luego hacemos dos equipos de jugadores. Nos ponemos de acuerdo en cada equipo para elegir cinco palabras que se relacionen al tema que estamos trabajando, por ejemplo: Comunicación no violenta. Entonces tenemos palabras como: solidaridad, respeto, amor, confianza, prudencia, etc. Vamos a contar las letras de la prim-
era palabra, entonces la ponemos en el piso, las siguientes letras tendrán que adivinarse, ponemos sólo rayitas para que el equipo contrario sepa de cuántas letras consta la palabra que van a adivinar. Conforme se van adivinando las letras, vamos salvando cada una de las partes del cuerpo de la silueta que tenemos, se le van pintando o rellenando cada una de sus partes hasta que queda completa la imagen. Es importante cada vez que se van adivinando las palabras que las personas que coordinen el juego den abrazos a cada una de las personas del equipo. Está dinámica nos hace pensar y sentir que podemos cambiar algunas de las cosas que se nos han enseñado y las cuales nos crean malestar en nuestras vidas. El trabajo en grupo fortalece nuestro desarrollo personal.
Sobre las emociones y los afectos en la masculinidad. Intentamos reconocer los conflictos que podemos tener internamente por la contradicción que existe entre el sentir y la intensidad con que se siente y el orden cultural y social, racista y patriarcal de lo que tenemos permitido sentir y lo que debemos evitar sentir. Algo que nos caracteriza en el orden patriarcal y que siempre se discute cuando se habla de masculinidades es la dificultad que tenemos para poder abordar nuestras propias emociones, ya no digamos para compartirlas, vivenciarlas y pensar en estas junto a otras personas. La actividad consistía en dibujar un cuerpo. Alguien se tira sobre un papel y se va trazando su contorno hasta obtener la figura completa. Luego se escribía dentro del cuerpo las emociones o los sentimientos que nos guardamos que no exteriorizamos. Y fuera del cuerpo escribimos aquellas emociones que no nos cuesta exteriorizar, que están socialmente permitidas en general. Esta actividad se escapaba del orden social y político, incluso económico de las emociones, pues había quienes escribían emociones que quizá no son socialmente aceptadas como emociones que se exteriorizan. El enojo lo ponían tanto dentro como fuera, hay quienes se permiten mostrarse enojados y quienes prefieren guardárselo. La inseguridad, el dolor, la inconformidad eran emociones que se quedaban dentro de los cuerpos. Por el contrario la felicidad siempre se muestra hacía afuera, nadie se la esconde.
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Se pone una línea con cinta para dividir el espacio. Se para la mitad de los asistentes de un lado y la mitad del otro lado. Se hace una línea y se paran unos frente a otros, es decir, que quedan uno frente al otro. Se lanza una frase con una emoción, si alguna se siente identificada con lo dicho se avanza hasta pisar la línea en ese punto si la personas que está del otro lado de la línea también avanzó en ese momento deben darse una muestra de afecto. Que puede ser: un abrazo, un beso, una caricia, incluso una mirada. En cada frase se va cambiando de pareja, es decir que se van rotando las personas para quedar frente a una distinta con cada frase nueva. A veces siento: tristeza, alegría, enojo, soledad, estrés, odio a mi padre, apatía, enamoramiento, etcétera.
Traemos papel, lápices, colores, plumones e incluso crayolas. Encontramos un lugar donde recargar el papel, normalmente el lugar menos disparejo del piso. Luego empezamos a hablar un poco de cómo se pretende acorralarnos a cumplir con ciertos estereotipos de género. ¿Cómo se controla la construcción de la identidad masculina y femenina, en diversos planos que van desde las ciencias médicas hasta la religión pasando por medios electrónicos y formas cotidianas de interacción? ¿Qué nos dicen en casa, en la calle, en la tele, en el Internet, en pareja, entre amigos, etcétera? Luego pasamos a dibujarnos, sólo que debemos dibujarnos como si fuéramos hombres si somos mujeres o como si fuéramos mujeres si somos hombres. Como uno de los rasgos básicos de la masculinidad se centra en la oposición a lo que pueda parecer femenino, entonces nos encontramos con una gran resistencia a pensarse como mujer. Al dibujarte como si fueras mujer debemos reflexionar sobre cómo te gustaría
8 vestir, qué te gustaría que te dijeran, qué actividades elegirías tener, y que tipo de relaciones amorosas quisieras tener. Al terminar todos de dibujar y a pesar de que en el proceso de la creación de la imagen se van expresando sentires, ideas, saberes y vivencias que van configurando un importante proceso de reflexión y conocimiento sobre la relación que mantenemos como hombres con las mujeres, ponemos todos los dibujos en el suelo y luego algunos se describen, se leen o simplemente se muestran par ser observados con detenimiento.
Escribir con un marcador en el cuerpo de los compañeros que participan cuáles son los adjetivos que se usan para definir cómo debe ser un hombre. Para esta practica es importante descubrirse lo mas posible el cuerpo. Pasan al frente los compañeros con el cuerpo descubierto y de uno a uno pasamos el resto de participantes a escribir. Después leemos lo que se ha escrito y desarrollamos una discusión sobre las experiencias de cada persona. Hacemos lo mismo con las compañeras. Pedimos escribir en el cuerpo de las compañeras qué es lo que se dice sobre las mujeres. Las compañeras que pasan al frente deben tener descubiertas las piernas y lo más posible del tronco. Igual que en el primer caso, leemos lo que está escrito y abrimos un debate. La parte final del ejercicio es, juntar partes del cuerpo de las compañeras y de los compañeros para escribir que adjetivos calificativos comparten ambos. De esta manera nos damos cuenta de que tenemos muchas veces características semejantes hombres y mujeres, y que va a depender de las personas, del entorno y de las preferencias.
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QUINCEAÑEROS Como los grupos tenían una calidad de estancia fugaz tuvimos que apresurar la primera acción grupal a la que llamamos “Quinceañeros”. Esta fue la derivación de una tradición mexicana al cumplir esa edad. En las jóvenes es una ceremonia que oficializa la entrada a la “madurez” sexual abriendo la posibilidad al matrimonio, por medio de una disfrazada presentación en sociedad, muy insertado en el sistema patriarcal. Cuestionamos el tema de género por dos lados: Uno era la mercantilización de la mujer que desde ese ritual se considera y consagra su estatus de objeto, y el otro reflexionar sobre la falta de un equivalente ritual social para los jóvenes, que no fuera necesariamente el tener relaciones sexuales en un prostíbulo para demostrar su “hombría” casi a la fuerza. Al inicio cuando comentamos la idea al grupo, ésta aterrorizó a más de un chico. Afirmaban que este festejo-ritual-ceremonial es casi exclusivo de lo femenino y les generó conflicto, pero como es-
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tábamos muy seguros de lo que hacíamos hubo hasta quienes se juntaron en un grupo que comenzó a organizar una coreografía y escoger la música para “el baile”. Así el día de los “Quinceañeros” hubo un festejo tratando de difuminar la distancia de conceptos y también de edades. Estos chicos heredaron de boca en boca o como un mito local, una identificación con La Lleca a las generaciones que los prosiguieron en CDIA.
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El proveedor, el exitoso empresario y el mujeriego. Describimos como se construyen estas masculinidades hegemónicas en nuestra sociedad para pensar en como transformarlas si son problemáticas. Se trabaja en grupos describiendo lo que hacen cotidianamente estos tres estereotipos de masculinidad. Se traza el contorno de algún participante so-
bre papel kraft y luego se realizará una especie de retrato de los tres tipos de masculinidad. Los grupos explicarán sus retratos, señalando cuáles son aquellos aspectos que deberían de transformarse. Finalmente se proponen formas de rebelarnos y de-generar estas formas hegemónicas masculinas.
Algunas ideas finales
Nuestra labor consiste en entrar a lugares de encierro: cárceles y correccionales para mujeres y hombres de la Ciudad de México para cambiar algunas situaciones que causan malestar físico, psicológico y emocional en las personas que están cumpliendo su condena. Esto lo hacemos a través de la formación de un grupo de trabajo junto con los presos, presas y adolescentes encerrados. Realizamos entre todas una investigación en torno a la politización de la inseguridad y de la delincuencia, la creación de un Estado policíaco-militar y la criminalización de la pobreza y la juventud porque creemos que la principal causa de incertidumbre, descontento, inseguridad personal y baja autoestima es un problema que se produce a nivel social e ideológico y no directamente en los individuos que han sido privados de su libertad bajo la intervención jurídica del estado. Todo el trabajo de creación de conocimientos a través de prácti-
cas artísticas lo hacemos de manera colectiva: los saberes de todas forman parte importante de la creación de un espacio de reflexión que nos llevan a realizar diversas acciones, que van desde cómo nos comportamos cotidianamente hasta presentaciones públicas para los demás presos, presas y adolescentes en reclusión. Con este brevísimo marco podemos explicar que las dinámicas grupales que empleamos para trabajar en La Lleca son imprescindibles. En todas las sesiones hacemos lo que denominamos “asamblea general”, porque como trabajamos con un grupo de 40 adolescentes en promedio nos dividimos en 4 grupos que trabajan con una de las personas de la Lleca. Formamos 4 grupos de aproximadamente 10 adolescentes y un coordinador, por seguir la jerga pedagógica. Al final nos reunimos todas en un círculo muy grande y entonces cada grupo expone las actividades que hayan realizado
y las ideas que hayan construido o que se hayan compartido. Con esta dinámica hacemos varias cosas: los adolescentes se atreven a hablar frente a un grupo lo cual no sólo significa la adquisición de habilidades para la comunicación grupal, sino que a aquellos adolescentes a quienes se les concibe como subordinados ganan un cierto respeto por parte de aquellos que tienen mayor control en los dormitorios; ayudamos con esto a la cohesión del grupo pero también a que se aprendan a comunicar colectivamente en el dormitorio, con lo cual los índices de violencia bajan; y finalmente el compartir los conocimientos y las actividades nos ayuda a darle entre todas un seguimiento al avance de cada grupo y esto nos impulsa a pensar en trabajar de otra manera las subsecuentes sesiones. La dinámica “asamblea general” en ocasiones no funciona bien, pues en algunas ocasiones los adolescentes no tienen ánimo de hablar porque en-
tran en estados depresivos cuando les dictan su sentencia, o cuando han tenido alguna pelea, o cuando no los visitan sus madres. Nosotras debemos estar atentas a los estados emocionales del grupo y entonces la asamblea general se convierte en un juego. Literalmente nos ponemos a jugar, inventamos algo entre todas. Planteamos juegos donde el contacto, el sentirse afectado por otros cuerpos sea lo más importante. Jugar nunca es en la Lleca una actividad de relleno, en realidad todo el tiempo estamos jugando mientras hacemos conocimiento, mientras vamos construyendo relaciones de afecto y confianza.
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www.lalleca.net www.lallecacolectiva.org
Este cuadernillo/manual se ha publicado con el apoyo del FONCA a travĂŠs del Programa de Apoyo a Proyectos y Coinversiones Culturales 2013.