Asociación Italiana de Socorro Mutuo Unione e Benevolenza Societá Italiana di Unione e Benevolenza
150 años de historia
Asociaci贸n Italiana de Socorro Mutuo Unione e Benevolenza Rosario 150 a帽os de historia
Investigación Histórica: Víctor Nardiello Corrección: Susana Cossettini de Talvo Diseño: DG Lalo Gómez Presidente Impreso en Argentina
Pattini Nestor José Vicepresidente Vignuda Ricardo Alberto Secretario Viani Romeo Donato Pro-Secretario Berlanga Miguel Ángel Tesorero Delizia Roberto Enrique Pro-Tesorero Befumo Juan Sebastián Consejeros titulares Mulasano Gladis Noelia
Patrimonio cultural Asociación Italiana de Socorro Mutuo Unione e Benevolenza. Ciudad de Rosario, Santa Fe, Argentina, 2013. 100 p. ; 21x15 cm. 1a ed. - 1000 ejemplares
Befumo Luis María Lerme Juan Carlos Ferrari Alberto José Maiolino Juan Carlos Rampello Paola Romina Basilio Roque Fiore Francisco Rubén
© Copyright 2013 Todos los derechos reservados Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723 Este libro no puede reproducirse, total o parcialmente, por nungún método gráfico, electrónico, mecánico u oralmente, incluyendo los sistemas de fotocopia, registro magnetofónico o de alimentación de datos, sin expreso consentimiento del autor. Patrimonio Histórico Cultural de la Ciudad de Rosario, Enero de 2013.
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Consejeros suplentes Carignano Graciela Grecco Natalia Andrea Órgano de fiscalización titular Pellegrino Hugo Ricardo Gaiteri Osvaldo Francisco Bertolissi Gastón Anibal
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Índice - Tabla de contenido
Introducción
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I. Rosario, su origen, su historia
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II. Rosario y la inmigración
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III. Rosario y los inmigrantes
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IV. Rosario y los sucesos político - militares
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V. Comienza la historia
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VI. La fundación
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VII. La casa. El edificio social
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VIII. La escuela
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IX. El panteón
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X. El hospital
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XI. La nueva sede
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XII. El presente
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Instituto de Lenguas y Cultura
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Epílogo
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Bibliografía
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Índice de láminas
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Introducción
cincuenta años y comenzaba a recibir la mayor ola inmigratoria que se conociera en esta parte del mundo.
La asociación Italiana de Socorros Mutuos “Unione e Benevolenza” de Rosario. (1861-2011) Introducción Hablar de la ciudad de Rosario y hablar de la inmigración no es difícil de entender. Ambos se conjugan. Y recordar los 150 años de la “Asociación Italiana de Socorros Mutuos Unione e Benevolenza”, institución fundada por italianos, en esta ciudad, que llegó a tener casi un 46% de extranjeros en su población y, de ellos, la enorme mayoría de esa nacionalidad, es una necesidad y una obligación. Este trabajo no tiene por objeto repetir lo que en ocasión de la conmemoración del Centenario de aquélla se dijo; sería más de lo mismo y no tendría sentido. Sí creemos que es importante volver a recordar el marco histórico en que se imaginó, fundó y desarrolló la “Unione e Benevolenza” por aquello de que “quien ignora de dónde viene no sabe adónde va”. Y es indispensable para los que lleguen en el futuro a esta institución, sea como asociado, adherente o directivo, no olvidar que lo que hoy se toca, se palpa y se ve nació de la imaginación y por necesidad, no sólo física sino incluso espiritual, de los inmigrantes italianos radicados en Rosario. Y de su esfuerzo.
Hoy, con el acceso a los correos electrónicos, la televisión, el teléfono, las distancias se han borrado. Pero cuánto debió haber sufrido aquél que, por el motivo que fuere, lo dejó todo y cruzó el océano para buscar lo que la vieja Europa ya no le podía dar: comida y trabajo, aunque con la sensación de que las posibilidades de recuperar lo que se dejaba atrás eran remotas. No obstante, fueron más de seis millones los italianos que, voluntariamente o llamados por los ya residentes en suelo argentino, llegaron al país; y, de ellos, casi la mitad, los que decidieron quedarse. Trabajaron sin descanso; fundaron familias, empresas, talleres; fueron jornaleros; se transformaron en profesionales. Empuñaron las herramientas para construir, junto a los nativos y demás habitantes, el país soñado por todos. Y, cuando tuvieron que empuñar las armas para defender esta segunda patria, tampoco dudaron. Por ello, éste es un reconocimiento profundo al inmigrante italiano y, en este caso particular, a su esfuerzo materializado en una gran obra suya: la institución que nació para, en los primeros tiempos, beneficiar a su par y luego, a la sociedad a la que pertenecía, sin distinción de miembros. Valga como homenaje, entonces, a todos aquellos que tanto hicieron por la ciudad de Rosario, a la que le dieron un alma de ciudad gringa, esta poesía italiana anónima del año 1953, casi cuando la última oleada de inmigrantes llegaba al país. L’immigrante italiano
Dicho así parece que habláramos de algo lejano. Pero el tiempo transcurrido no nos impide meritar todo lo que se puso en marcha para ayudar al “paesano” o incluso al “amico,” allá, a mediados del siglo XIX, cuando la Nación Argentina tenía un poco más de
L’immigrante italiano Che in America arrivò, Un sacchetto sulle spalle Solamente si portò.
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Introducción
Introducción
Piano, piano, poveretto La familia sua fondo, Notte e giorno a lavorare E iul lavor mai lo stancò.
El anónimo poeta supo en estas estrofas resumir todo el universo sentimental del inmigrante italiano. Aquél que, además de puertos, calles y vías férreas –como dice– también sembró campos y creó instituciones como la que hoy nos convoca. Esta es su traducción.
Ed or che l’mmigrante è vecchierello Coi figli che in America ci ha, Senza dimenticare el caro paesello Dove spera un giorno ritornar.
El inmigrante italiano
L’America, l’America, Terra di lbertà Ognuno che ci ha i figli Se debe respetar! L’America, l’America, Si debe aver l’onor Sol la bella nostra Italia Non posiamo mai scardar! Ponti, strade, le miniere, Ferrovie, egli impiantó, Del vecchietto italiano Ne conoscono il sudor. Ogni figlio d’italiano Qui in America lo sa, Sia dottore, sia avvocato Tutto debe al suo papà E voi vecchierelli lo sapete Che i vostri nomi sempre avanti van La vostra gioventú vi è andata bene In questa terra di felicità
El inmigrante italiano que a América llegó un saco en sus espaldas solamente aportó. Poco a poco, pobrecito su familia formó noche y día trabajando su labor jamás lo cansó . Y ahora que el inmigrante es viejecito con los hijos que en América tuvo sin olvidar su querido pueblito donde espera un día retornar. América, América, tierra de libertad cada uno que tiene hijos la debe respetar. América, América, le debemos nuestro honor solamente a nuestra bella Italia no podemos olvidar.
L’America, ’America …
Puentes, calles, minerías ferrocarriles él construyó del viejecito italiano se conoce el sudor .
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Introducción
Introducción
Cada hijo de italiano aquí en Argentina lo sabe sea doctor, sea abogado todo se lo debe a su papá.
los que pretenden escribir alguna historia lo harán por algún fin. Sin embargo, no son todos llevados por los mismos motivos: unos lo hacen para ostentar elocuencia, otros por lisonjear a aquéllos de quienes relatan proezas, algunos se toman ese trabajo para hacer públicas las acciones en que ellos tuvieron parte; otros finalmente para que no queden sepultadas en el silencio aquellas cosas que son dignas de que todo el mundo las sepa.
Y vosotros viejecitos lo sabéis que vuestros nombres siempre adelante van vuestra juventud ha sido buena en esta tierra de felicidad . América, América.
Por ello, porque la historia no nace con nosotros, porque desde su fundación los dirigentes de “Unione e Benevoleza” supieron crear un futuro sólido sin olvidar el origen del cual provenían, porque su obra y sus esfuerzos son cosas dignas de que todo el mundo las sepa, vaya, pues, este homenaje.
Porque en el marco del homenaje a los 150 años de existencia ininterrumpida de la Asociación Italiana de Socorros Mutuos “Unione e Benevolenza” de Rosario, esto es historia. Historia de la Institución y de un período importante del desarrollo de la ciudad de Rosario. Porque la Historia no es sólo lo que pasó ni lo que queda atrás. La Historia es, ni más ni menos, la causa del presente. Acertadamente un filósofo alemán1 supo definirla como “Un profeta que mira para atrás…” Gerardo Salinardi2, historiador italiano, lucano, en una obra suya sobre la historia del pueblo natal de mi abuelo –Ruoti– transcribe un pensamiento de Formentoni, que dice: Chi non si cura di sapere la storia della sua patria e da parangonare al trovatello che ignora i parenti o all idiota insensibile che non li vuol conoscere. Sea, pues, este pensamiento, dedicado especialmente a las generaciones más jóvenes, herederas del tremendo legado que es la “Unione e Benevolenza”. El que no se preocupa de conocer la historia de su patria se lo puede comparar con el niño abandonado que ignora a sus parientes o al idiota insensible que no los quiere conocer. Y tiene mucho que ver con el objeto de este trabajo. Ya que, cuando nos referimos a hechos o a personajes históricos, se lo hace siempre por algún motivo en especial. Parafraseando a Fernando Assuncao3 recordamos que... todos
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Notas 1.
Frederick von Schelegel, Athenaeum, Berlín, I, 2,20, cit por Cesáreo Goicochea Romano en Diccionario de Citas,” Editorial Labor SA, Buenos Aires, 1952, página 222.
2.
Gerardo Salinardi, L´antica “terra” di Ruoti, in Lucania, Circolo Culturale Ruotese, Ruoti, 1973.
3.
Fernando Assuncao, Prólogo a Relación de la conquista de la colonia por D. Pedro de Mendoza, Academia Nacional de la Historia, Buenos Aires 1980, cit. por Leopoldo A. Kanner en “El Superior de Comercio”, UNR editora, Rosario, 1993, pág.7.
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Capítulo I
I - Rosario, su origen, su historia
De todo este territorio, el funcionario beneficiario, don Luis Romero de Pineda, tomó posesión el 27 de diciembre de 16894.
Rosario, su origen, su historia
La presencia italiana en el territorio de lo que es hoy nuestro país podemos ubicarla ya en el siglo XVI, cuando la expedición española al mando de Sebastián Gaboto, fundó, cerca del río Carcarañá, el fuerte Sancti Spiritu, en el año 1527. Este asentamiento hispano fue el primero en el territorio del futuro virreinato del Río de la Plata. Debemos recordar que esta expedición fue financiada por genoveses y contaba entre su dotación a treinta italianos, de los cuales, catorce eran ligures. Pero en la historia nacional la presencia italiana estuvo siempre, de una u otra manera, presente. Baste recordar el origen del apellido Belgrano, por ejemplo.
La ciudad de Rosario, originariamente denominada Ciudad del Rosario de Santa Fe, constituyó uno de esos fenómenos urbanos difíciles de explicar a priori. Nacida “de la nada” –valga esta ilógica expresión– aquel mísero rancherío conformado en torno a la humilde capilla, a comienzos del siglo XVII, termina conformando una ciudad que, para el momento de su declaración como tal en el año 1852, ya se perfilaba como algo distinto. Fue superando etapas en su crecimiento: de Capilla del Pago de los Arroyos, en 1731, pasó a llamarse Capilla del Rosario, en 1741; luego, Villa del Rosario, en 1823, hasta culminar como ciudad del Rosario de Santa Fe, en 1852. Luego, por una cuestión puramente ideológica, se la privaría de su identidad, en cuanto a su nombre, ya que a partir de 1931, será denominada simplemente, Rosario. Vale la pena recordar que, por disposiciones de la Corona, durante el virreinato estaba prohibido el asentamiento o radicación de no españoles en lo que era el Virreinato del Río de la Plata. Cuando se establecieron, fueron más los franceses e ingleses que los italianos o españoles radicados.
Pero, debemos empezar esta historia desde su principio y, como en lo antiguos cuentos infantiles, comenzaremos diciendo “había una vez…”. Porque el inicio de todo esto se da allá, en el año 1689, cuando un funcionario de Santa Fe, en premio a sus esfuerzos a favor de la Corona española, recibe como “Merced Real” –donativo del rey– la superficie que se encontraba en el Pago de los Arroyos, superficie esta que comprendía desde el río Carcarañá al norte, hasta el Arroyo Ramallo, al sur. Dentro de la misma, el área comprendida desde el arroyo Salinas (hoy Ludueña) y el paraje conocido como La Matanza, localizado entre los arroyos Frías y Seco, al sur. Al este, el río; y al oeste, todo lo que estuviese sin dueño.
En lo que a Rosario se refiere, en 1763, año en que se practica un censo a cargo de Pedro Manuel de Arismendi, se puede inferir en 200 a 250 los habitantes de la Capilla del Rosario. Para 1771, eran 400. Donde se pudo localizar a un veneciano5. El origen italiano más remoto registrado es el del apellido Grandoli, cuyo arribo se lo conoce registrado en el año 1763, cuando Pedro Paulo Gandulli (o Grandoli) arribó a la Capilla del Rosario. Años después, cuando en el año 1814 el Gobierno ordena el censo, practicado por el Comandante militar de la entonces Capilla del Rosario, don Bernardino Moreno, entre los años 1815 y 1816, este vecino se proclamará de origen “americano”. Sólo dos denuncian como nacionalidad la italiana: un vecino de apellido Fonseca y otro, Nicolorich, cuyo apellido parecía denunciar otra
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I - Rosario, su origen, su historia
I - Rosario, su origen, su historia
cosa; se debía a que Dalmacia pertenecía al reino de Venecia. El total de los censados era 753 habitantes, ubicados en doce manzanas en el radio que conformaban el río Paraná y las calles San Juan y San Martín. La ciudad crecía. Pero, volviendo al relato de los hechos ocurridos en los primeros tiempos de nuestra historia, digamos que, generalmente, y con razón, se ha dicho que, cuando a la capacidad se le suma la ocasión, se da aquello que los envidiosos llaman suerte. Tal es lo que aconteció con nuestra ciudad, lugar en que Dios derramó sus dones: libre de indios, con un enorme río a su vera, con la interminable pampa a sus espaldas, con tierras magníficas que esperaban ser explotadas, sólo faltaba quien pusiera todo esto en marcha. Los primeros habitantes vinieron desde la ciudad de Santa Fe y se fueron concentrando en derredor de la humilde capilla: la Capilla del Pago de los Arroyos, luego Capilla del Rosario. Con el correr de los años, otros se sumaron a esta epopeya. Muchos de ellos llegaron allende el mar. La vieja Europa mandaba a sus hijos; no a conquistar sino, simplemente, porque ella no les podía ofrecer lo que aquí encontrarían en cantidad: comida y trabajo. Sería el comienzo de la inmigración. Dicho así parece que hubiera sido demasiado fácil. Nada lo fue. Ni partir dejando sus raíces, afectos, familia, sabiendo que, probablemente, jamás los volverían a ver, ni viajar durante interminables jornadas de navegación. De esa manera llegaron los primeros “gringos” a nuestro suelo. Y con esta adición de esfuerzos que se sumaba a la del criollo, se fue conjugando un elemento que en poco tiempo estallaría y pondría al rancherío original entre las primeras ciudades del país. Precisamente será lo que sorprenderá a los visitantes del siglo XIX que dejaron en las memorias de sus viajes descripciones maravillosas.
Plano de la Capilla del Rosario (1815-1816)
puerto por donde las provincias de Córdoba, Mendoza, San Luis y algunas otras realizan necesariamente su comercio exterior…6 Este viajero se lamentará no haber encontrado a ningún súbdito inglés. Sí a muchos italianos. Años después, se tienen registros del valor destacable de dos puntos importantes para nuestro tema: la actividad portuaria, animada por alegres genoveses, y el aspecto de la ciudad.
Será esa característica la que destacarán permanentemente aquellos viajeros que nos visitaron a partir de 1850. Rosario es el principal emporio de comercio en la provincia de Santa Fe y el
Rosario tenía, en 1854, una edificación compacta determinada por la plaza 25 de Mayo7, cuando, apenas unos años antes –en 1832– Darwin la describe como un caserío disperso8. El germen del crecimiento de la todavía Ilustre y Fiel Villa del Rosario, era notorio y continuo. A punto tal que, cuando en 1855 es Nathaiel H. Bishop el que registra sus impresiones, ya calcula en un veinte por ciento la población extranjera de la ciudad que según sus cálculos era de 7 a 8 mil habitantes. (El Censo provincial de 1858 cerraba la cifra en 9.785 habitantes). Pero va más allá de ese mero cálculo. El tuvo la capacidad de leer
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I - Rosario, su origen, su historia
I - Rosario, su origen, su historia
donde todo parece recién construido. El autor destacará la existencia de dos hoteles que califica de regulares, dos cafés montados mitad a lo gaucho y mitad a la francesa y muchos talleres de artesanos piamonteses. Y hace una descripción muy particular … La mayoría de los habitantes son además colonos europeos y, como hubiera llegado en el vapor con nosotros el cónsul del Piemonte, veíamos flotar la cruz sarda en la puerta de casi todas las casas. Lo que hacía parecer la ciudad en un día de fiesta…10 Tenemos, entonces, que un vulgar rancherío, devenido en villa y luego en ciudad, que aparece como un caso de generación espontánea, respondiendo a los misteriosos arrebatos del Paraná y de la Pampa11, sumó, a lo que la naturaleza le proveía, la laboriosidad de sus habitantes y, tal como lo describe un historiador rosarino, esta ciudad –que no nació de ningún despacho oficial– supo mantener su iniciativa; ganarse su propio sustento, no depender de otros para crecer y aprendió que era imprescindible no asilarse e integrarse al exterior, para lograr sus metas12.
Plano de la ciudad de Rosario en 1853 (Timoteo Guillon)
el estilo de los rosarinos de entonces que, con el tiempo, sería lo que hoy se da en llamar “marca rosarina”: la iniciativa; el propio impulso. Destacará la existencia del pequeño hospital, refiriéndose al de Caridad, hoy Provincial, sobre el cual remarca que se lo construyó con el “aporte de los vecinos, sin ninguna ayuda oficial”. También destaca el espíritu emprendedor y competitivo de sus pobladores. La gente de Rosario, a diferencia de la mayoría de los habitantes de otras ciudades hispanoamericanas parece sentir gran orgullo por el progreso del lugar que está comenzando a rivalizar con Santa Fe9, será su comentario. Este crecimiento se ve, también, reflejado en la opinión del chileno Vicuña Mackenna quien, en 1855, consigna que: … de ser una miserable ranchería, hace apenas dos años, hoy es un pueblo
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Repasar este crecimiento dará la clave para entender muchas cosas pero, en este caso, una en particular. Fundamentalmente, la inmigración italiana. Fue tal su impronta que bien puede afirmarse que no cambió o modificó a la sociedad argentina. Fue origen de otra sociedad. Tradicionalmente se reconocen etapas en el estudio del espectro social rosarino. Desde sus orígenes hasta 1823, cuando es declarada Ilustre y Fiel Villa del Rosario; hasta 1852, con su declaratoria como ciudad del Rosario de Santa Fe; hasta 1870; hasta 1890 y hasta 1914.13 Es cierto que desde 1914 hasta 1930-40 y luego a mediados de los años 50’ del siglo XX, fueron momentos en que se produjeron los últimos movimientos inmigratorios de los italianos en el país. En 1856 con la creación de la Colonia Esperanza, comienza a vislumbrarse la llegada masiva de inmigrantes y la ciudad crecerá permanentemente.14
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I - Rosario, su origen, su historia
1869 1887 1895 1900 1914
I - Rosario, su origen, su historia
26.169 habitantes 50.914 habitantes 94.025 habitantes 112.461 habitantes 226.000 habitantes
Ante estas cifras absolutas de crecimiento demográfico de la ciudad, la incidencia del extranjero en la composición de su sociedad tuvo una relación también en alza. Así, por ejemplo, la ciudad, que en el año 1895 tenía una población de 94.025 habitantes y un componente de extranjeros del 46%, en el año 1914, mostraba que sus habitantes eran 245.199 y la proporción de no nativos había bajado al 42.9 %.15 Comparando los datos conocidos respecto del origen de los inmigrantes italianos llegados a nuestro país, se da una lectura llamativa. Se pueden observar dos etapas bien definidas: la primera que comprende el período 1876 a 1894, donde sin duda la mayoría son piamonteses. Luego, en el período 1895 a 1914, se puede observar que los primeros años, la mayoría sigue teniendo como origen el Piamonte. Pero luego, entre 1899 y 1902, la mayoría es calabresa y desde 1905 a 1913, son los oriundos de Sicilia los que ocupan el primer lugar.16 Luego, y hasta la mitad del siglo XX, serán oriundos de la zona centro-sur de Italia.
Notas 4. Arch. Trib. Rosario, Escrituras Originales, I, fs. 1 t ss, cit por Juan Alvarez en “Historia de Rosario,” imprenta Léz, Buenos Aires, 1943, pág. 36. 5.
Miguel Angel De Marco- Osar Luis Ensinck, Historia de Rosario, ediciones Colmegna, Santa Fe, 1965, pág. 29.
6. William Mac Cann, Viaje a caballo por las provincias argentinas, Hyspanoamérica, Buenos Aires, 1986, pág. 223. 7.
Marta Frutos de Prieto, Rosario visto después de Caseros por un adolescente viajero, en Revista de Historia de Rosario, año XIX, nº 33, Rosario, 1981, pág. 121.
8.
J. Alvarez, ob cit, pág. 282.
9. Nathaiel H. Bishop, Las pampas y los Andes. Una travesía de mil millas. 10. José Luis Busaniche, Estampas del pasado, editorial Soler/Hachette, Buenos Aires, 1971, pág. 786. 11. Nicolás Amuchástegui, Las Ejecutorias rosarinas, publicación oficial, empenta Ravani, Rosario, 1939. 12. Miguel A. De Marco (h), La ciudad nacida de la confianza en sí misma, en Revista “Rosario, la fuerza de su historia,” año I, nº 1, octubre de 2000, pág. 2. 13. Adriana Beatríz Martino, Inmigración y Sociedad en Rosario (1870-1914), en revista “Todo es Historia”, año XVI, nº 188, enero 1983, pág.66. 14. Censo Nacional 1869. Primer Censo Provincial Santa Fe 1887, II Censo Nacional 1895; I Censo Municipal de Rosario 1900; III Censo Nacional 1914, cit por Adriana Marino, ob cit, pág. 69. 15. Censo Nacional 1895 y Censo Municipal 1914. 16. Commissariato Generale dell’emigrazione - Annuario Stadistico, cit por Vicente Vázquez-Presedo en “Estadísticas Históricas Argentinas” (comparadas). Primera parte (18751914), ediciones Macchi, Buenos Aires, 1971.
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Capítulo II
II - Rosario y la inmigración
Y semejante aporte inmigratorio dejó su sello en la ciudad. Somos una ciudad “gringa”. Fundamentalmente, en los veinte años que transcurrieron entre 1870 y 1890, la fisonomía ciudadana como su sociedad comienza a no ser la misma “de antes”.18 Luego, a partir de ese momento y hasta 1914 y al menos entre 1930 y 1950, la influencia será continua. Rosario y la inmigración
La corriente inmigratoria fue como un torrente humano que llenó las dársenas de los puertos de Buenos Aires, Montevideo o Rosario que por años recibiría miles de hombres y mujeres provenientes del Viejo Mundo. Atrás quedarían sus familias, sus recuerdos, su historia. Lo tremendo del desarraigo en tierras desconocidas pero promisorias era motivo suficiente para mitigar tanto dolor. Llegados, hicieron lo que hace todo recién llegado a tierras que no son las suyas, en el mapa de la Historia. Llegados, estos gringos lo hicieron de tal manera que algún autor definió de aluvional17 su arribo, haciendo alusión a lo que produce un aluvión, a su paso. En este proceso se conjugaron dos circunstancias opuestas que se complementaron. Desde Italia, por un lado, una enorme masa de agricultores fueron expulsados por el sistema que asomaba. Por el otro, allende el mar, un enorme territorio deshabitado en su gran parte, con tierras como no existían en ningún lugar del planeta, los esperaba para recibirlos generosamente. En el país se formaron Comités de Repatriación formados por los propios inmigrantes y el gobierno, a fin de facilitar el retorno para las ocasiones en que el sentimiento vencía a las ansias. Así y todo, no fueron muchos los que hicieron uso de esa posibilidad y, de los que lo hicieron, al poco tiempo, muchos ya habían regresado nuevamente.
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En cuanto a este flujo inmigratorio, existió lo que podríamos denominar “una etapa mediata”. Se dio entre los años 1820 y 1840 cuando, desde la Liguria, arriban contingentes de italianos vinculados con la actividad naviera que, por supuesto, traía consigo la mercantil. A partir de allí, algunos estudiosos diferencian diferentes períodos dentro de la inmigración. La primera, luego de Caseros, en 1852, que tiene su techo en 185719 con el establecimiento de las primeras colonias agrícolas. Casi 600 mil, se estima, fueron los arribados. La segunda, que es la “aluvional” en el decir de José Luis Romero. Se da la llegada masiva de italianos entre los años 1880 y 1920. Aquí, en este período, se acrecienta y asienta el inmigrante italiano y llega a estar presente en todos los campos de la vida argentina: en lo cultural, en lo social, y, fundamentalmente, en lo económico. Fue tal el empuje arrollador de esta corriente inmigratoria que despertó en Europa reacciones impensadas. En principio, desde las provincias alpinas, para luego atraer a los del centro y sur de Italia. A punto tal que, ante el hecho incontrovertible de que casi el 60% del aparato industrial y su parque estaban en manos de italianos, se llegó a publicar una obra paradigmática: “La italianización de la Argentina” cuyo autor fue Carlos Néstor Maciel. Fue editado por la Casa Editora de Jesús Fernández e Hijo en Buenos Aires, en el año 1924, quien en el subtitulado dejaba entrever el contenido: “Tras la huella de nuestros antepasados”. Finalmente la tercera etapa o “tardía”, se da entre 1818/1890 y 1930/1940 hasta culminar en los años 50 del siglo XX. En este último período, con la Segunda Guerra mundial termi-
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II - Rosario y la inmigración
II - Rosario y la inmigración
nada, se volvería a repetir el escenario: Europa, destruida y sin recursos, soportaría una enorme pauperización y miles de desempleados. En la Argentina, los planes de industrialización del país harían que los gobiernos acordaran tratados de inmigración. Para 1950, se calcula que medio millón de italianos llegaron al país gracias al mencionado mecanismo de “llamada” por el cual parientes o amigos, ya radicados, fueron el vehículo de conexión.
Righetti fue un conspicuo miembro de la colectividad italiana en la ciudad y el establecimiento al que se hace referencia era su herrería. Entre las obras que ejecutó, se puede contar la reja que cercó la columna de la Constitución o pirámide, como se la conocía, que, inaugurada el 25 de mayo de 1856, fuera demolida en el año 1879. Le sucedió desde el año 1883, la que actualmente conocemos como Monumento de la Independencia o Columna de la Libertad.
En este sentido es interesante recordar las conclusiones a las que arriba Juan Bialet Massé en su Informe sobre el estado de las clases obreras en la República Argentina20, que fue editado a comienzos del siglo pasado. Si bien se refiere a los comienzos de siglo XIX, su comentario atañe a todo el período inmigratorio. Cuando visitó la herrería y fundición de Santiago Righetti, en Rosario, informó: Es aquella casa como una especie de establecimiento de adaptación de los obreros italianos que llegan al Rosario. Hacen en él el aprendizaje del idioma y del modo de trabajar del país, y luego se van a las empresas ferrocarrileras u otras, y algunos se perfeccionan en sus respectivos oficios. La casa del señor Righetti es una gran escuela.
Notas 17. Romero, José Luis, La experiencia argentina, Fondo de Cultura Económica, 2ª edición, Buenos Aires, 1989, cit Osvaldo R.I. Agatiello en Hacia una ética de progreso, Fundación Banco de Boston, Buenos Aires, 1992, pág 43. 18. Adriana Beatriz Martino, ob cit, pág. 78. 19. La población en ese año era de 1.299.600 habitantes, cit por Zulma Recchini y Alfredo Lattes en La población argentina (compilación).
Rosario visto desde el río en 1865
20. Juan Bialet Massé, Informe sobre el estado de las clases obreras en el interior de la República Argentina, casa editora Adolfo Grau, Buenos Aires, 1904, cit Marta Frutos de Prieto, en Evolución industrial de Rosario (desde sus orígenes hasta 1900), publicado en Revista de Historia de Rosario, n° 34, 1982, pág. 128.
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Capítulo III
Rosario y los inmigrantes
III - Rosario y los inmigrantes
minar “elite”, que terminó, también, siendo modificada por la incorporación referida. Más que descriptiva la opinión de los genealogistas Sebastián Alonso y Margarita Guspí Terán, cuando abordan el tema de las primeras migraciones de italianos en Rosario. Explican con claridad el comportamiento y consecuencias sociales que tal arribo produjo. Los inmigrantes estaban ligados por lazos de parentesco y ocupacionales. También –agregan– una red de reciprocidad y de ayuda mutua22. Esta conducta irá condicionando, con el tiempo el mapa social de la ciudad; a su vez, el económico y el político.
Como bien afirma la doctora en Historia Ada Lattuca, La masiva inmigración italiana […] originó una heterogénea sucesión de hechos y situaciones que conmovieron los estratos mismos de la sociedad recipiendaria […] Los gustos culinarios, la vestimenta, el fervor por la música, el hábito tenaz del ahorro, la contracción al trabajo, la búsqueda afanosa del techo propio fueron algunas características comunes de aquellos paisanos que arribaban all’América.21 Porque con el tiempo, nada fue igual. Se alteraron usos, costumbres, modos de hablar y hasta surgió una nueva clase que, a los apellidos tradicionales, les opondría el poderío económico que, con los años, asumirían un rol protagónico en la vida nacional. Aunque esta transformación tuvo sus aristas. Los inmigrantes llegados a la ciudad no respondían, en general, al concepto idealizado que se tenía de ellos. No eran lo que la clase dirigente del momento había imaginado. No obstante, si bien en mayor número constituyeron mano de obra pues muchos se desempeñaron como agricultores o jornaleros, aportaron la presencia y el accionar de personajes exitosos en sus negocios que se integrarían de tal manera a la vida social, económica y política que llegarían a generar cierto rechazo. Rápidamente se dio una competencia social y de influencias con la clase más poderosa, que podemos deno-
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III - Rosario y los inmigrantes
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Y es esa situación la que generará en los recién llegados la actitud propia de las personas inmigrantes. Reunirse entre sí. Mantener las costumbres del país, de la región, de la familia. Y, así, estos inmigrantes comenzaron a dejar su marca. Lo primero que hacen es conformar las primeras asociaciones de Socorros Mutuos y, contrariamente a lo que se podía esperar, no serán las cuestiones de las regiones de origen las que provocarán disensos; esto lo provocarán las ideologías, luego, en el siglo XX23. Por eso, una vez afincados, los inmigrantes crearon innumerables instituciones. Pero en su mayoría orientadas a la ayuda mutua, tal como lo resalta Ada Lattuca: …como apelativo del profundo sentimiento de solidaridad fundante…, según lo declarado en sus respectivos Estatutos24. Así surgen cantidad de entidades fundadas por los inmigrantes. Entre las Asociaciones de italianos, se destacan, conforme lo explica la autora Alicia Megías25: Società Unione e Benevolenza di Mutuo Soccorso (1861*), Società La Lira (1886), Società Lago di Como (1888), Società di Mutuo Soccorso Giuseppe Garibaldi (1884*), Società degli operaii Italiani (1872), Società Filodramatica Roma (1877), Società Italiana Principe di Napoli (1889*), Circolo Napoletano di Mutuo Soccorso (1883*), Circolo Casino Campidoglio (1871*), Società Stella d’Italia (1889*), Circolo Filodramaticao Italiano (1893), Società Ocarinisti Montanari di Budrio (1895), Societá Imposibile (1872), Società Fratellanza Siciliana (1889*), Il Trovatori (1891), Società Fratesenza Repubblicana (1884), Reducci delle Patrie Battaglie (1889*), Società Italiana Patria e Umanità (1888*), Società Giordano Bruno (1899), Societa La Marina (1877*), Camara di Commercio Italiana (1885*), Società Umberto Primo, Circolo Democratico Italiano.
Tapa revista Todo es Historia, edición especial
La autora, de quien se toma esta cita, aclara que el asterisco indica la fecha de la fundación de la entidad. El resto, al desconocerse la misma, indica que, a esa fecha, aún existían. Algo conviene dejar en claro. La Società Unione e Benevolen-
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za di Mutuo Soccorso, es la única con presencia ininterrumpida durante estos últimos 150 años.
Gabriel Carrasco: …Sería necesario, por lo general, tomar una ciudad con triple número de habitantes para encontrar una actividad análoga a la nuestra…28
Se debe destacar que en la nómina precedente existen entidades de variada naturaleza. Por ejemplo, las recreativas, como la Società Imposibile o la Società degli Operarii Italiani. Otras fueron creadas para ciertos sectores de la población; generalmente populares. Su finalidad, atender con la forma de una asociación de asistencia o de protección recíproca, como la Sociedad Argentina de Socorros Mutuos de 1870. Este espíritu asociativo tenía la finalidad de reunirse con sus paisanos y ayudarse entre sí. Casi como en defensa propia. Y esto tendría una implicancia para nada menor en el futuro. El padrón municipal del año 1904 señala que existen más extranjeros que nativos. Si consideramos que cada inmigrante seguía con su voto a un connacional, basta para darse cuenta de la importancia que llegaron a tener. Esto tuvo su reflejo en el año 1884, cuando se produjo el anónimo asesinato del primer médico veterinario municipal: Giuseppe Piermattei26. Fue tan grande la influencia que la inmigración italiana alcanzó en nuestro país que, por ejemplo, entre los años 1870 a 1880, ocupa todos los sectores productivos y sociales, dado que su capacidad económica permitió encumbrarse en un estructura social móvil que permitió rápidos ascensos aceptados y convalidados por los criollos, en muchos casos poseedores de tierras y apellidos prestigiosos pero carentes de dinero y capacidad para provocar cambios sensibles y visibles en la vida personal, familiar y del área de influencia, como con certeza lo destacan los historiadores Viglione y Valenta27. El tema de la concentración económica quedará reflejado en los depósitos bancarios. Los italianos llegaron a concentrar el 44,17% de los depositantes que representaron el 28,23% del total de los depósitos, a comienzos del siglo pasado.
El vertiginoso crecimiento de la ciudad quedaba demostrado en sus números. El Censo de Bernardino Moreno de 1816 daba cuenta de 763 habitantes en la Capilla del Rosario, a 3.000 para el año 1851, a casi 50.000 en 1884 alcanzando la cantidad 220.000 habitantes en el año 1914. En todos, la presencia italiana en el quehacer rosarino ya estaba arraigada. Ya dominaba en gran medida el comercio y, en el ámbito social, sus apellidos tenían trascendencia única. En los fines del siglo XIX, la sociedad rosarina cobijaba a casi un 40% de extranjeros; de ellos aproximadamente un 38%, de italianos. Representaban más del 23% de la población total. Casi su cuarta parte29. Un dato revelador surge del hecho de los datos registrados en el Asilo de Inmigrantes de Rosario que estaba ubicado en la calle Urquiza 22, donde hoy está el edificio de la Aduana30. Entre los años 1870 y 1883 de los 42.214 inmigrantes arribados, se quedaron en la ciudad 28.178, de los cuales la enorme mayoría eran hombres solteros. Esta situación facilitó la relación con la población femenina nativa. De esos matrimonios entre americanas y europeos resultará una curiosa mezcla de apellidos extranjeros dando lugar a un fenómeno propio de la provincia de Santa Fe y, en especial, de la ciudad de Rosario: no es posible conocer la nacionalidad de una persona por la sola mención de su nombre, como ocurría en las provincias mediterráneas31.
Ese empuje arrollador que le dio la inmigración a la ciudad, se verá reflejada en la descripción que, en el año 1886, hiciera
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Capítulo IV
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Notas 21. Ada Lattuca, Acerca de un marco teórico para el estudio de la Mutualidad italiana en la provincia de Santa Fe, en Revista de la Junta de Historia, año XXX, n° 40, 1992, pág. 82. 22. Sebastián Alonso y Margarita Guspí Terán, Historia genealógica de las primeras familias italianas de Rosario, (S. XVIII y S. XIX hasta 1870), Rosario, 2009, pág. 9. 23. Hebe Viglione - Angel Valenta, 100 años - Hospital Italiano Garibaldi, Rosario, 1992, pág. 24. Ada Lattuca, ob cit. 25. Alicia Megías, ob cit, pág.203. 26. Víctor H. Nardiello, Giuseppe Piermattei. El primer médico veterinario municipal de Rosario, (inédito). Conferencia ante la Junta de Historia de Rosario, Centro Cultural Bernardino Rivadavia, Rosario, 6 de abril de 2004. 27. H. Viglione - A. Valenta, ob cit, pág. 19. 28. Gabriel Carrasco, Descripción geográfica y estadística de la provincia de Santa Fe, Stiller & Laas, 2ª edición, Buenos Aires , 1869, pág. 571. 29. Alicia Megías, ob cit, pág. 40.
Con el marco, hasta aquí desarrollado, podemos trazar una línea de tiempo que comience en 1861 y culmine en el año 2011. Ese recorrido de 150 años será un sendero hecho al andar por la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos “Unione e Benevolenza” de la ciudad de Rosario. En ella podremos ubicar la vida de la Sociedad. Sus anhelos, proyectos y logros. Lo cual, a la distancia, pareciera que, como ya está hecho, fue fácil. Veremos que no. Para comprender mejor el significado de este sesquicentenario institucional obligadamente debemos mirar hacia atrás. Hacer un alto en el camino y tomar conciencia del camino recorrido. El sólo hecho de pensar que, hace muy pocos meses conmemoramos el Bicentenario del país y estar ahora haciendo lo propio, en el 150º aniversario de la Sociedad, nos da la pauta de lo extenso del recorrido realizado. Es el momento de detener la marcha y mirar todo lo caminado hasta acá y comprobar cuánto se hizo, ya que ese recuerdo no sólo es necesario sino que permite tomar impulso para seguir con el compromiso heredado. Luego, habremos de seguir mirando hacia adelante…
31. Gabriel Carrasco, Descripción geográfica y estadística de la provincia de Santa Fe, imprenta Carrasco, Rosario, 1884, pág. 16.
Si, como dijo Aristóteles, el fin de la asociación –en el sentido del agrupamiento humano– es el bien común, tratándose de entidades mutualistas ello constituye un axioma… Así se lo recordaba en ocasión de cumplirse el Centenario de la Sociedad32. Pero en
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30. Ielpi, Rafael O, De inmigrantes y conventillos, en Vida cotidiana (Rosario, 1900-1930), La Capital, 1997, pág.3.
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el caso, el tema es aún más particular. Hablamos de cuál fue el propio origen de aquélla y el de sus inspiradores, los que le dieron el marco épico del inicio. Pero es fundamental recordar los episodios ocurridos en el año 1861 que fueron moldeando el futuro político e institucional del país y, por ende, de la ciudad.
Urquiza y los de Mitre, por la provincia de Buenos Aires. Se toparon en Cepeda, al sur de Santa Fe, en octubre de 1859. Victorioso, Urquiza marchó sobre Buenos Aires. Resultado: la firma del Tratado o Pacto de San José de Flores, del 11 de noviembre de 1859. Por el mismo, Buenos Aires se incorporaba a la Confederación y podía imponer reformas a la constitución. Pero el ambiente político no era el mejor. Con Derqui como presidente, Mitre a la cabeza de Buenos Aires, finalmente, otra vez los ejércitos estaban listos para la batalla. En esta oportunidad fue en Pavón, el 17 de setiembre de 1861. Misterioso desarrollo del combate, aún discutido, dejó a Mitre árbitro de la situación ante la defección de Urquiza. Le sucedería, en 1862, la presidencia de Mitre. En el medio, Rosario. La capital económica de la Confederación y su puerto, eran los objetivos en la mira de los intereses porteños. Había argumentos para vivir preocupados.
Rosario en julio de 1858 (Nicolás Grondona)
Al respecto, podemos ubicar el inicio de una etapa comprendida entre los años 1852 y 1861. Otra, a partir de este último año. Ambas desarrollándose en un momento en que Rosario fue el puntal de la Confederación33. Momento de crisis económica, de guerra entre la Confederación y Buenos Aires, momento en que se instala la Municipalidad rosarina34. Generalmente, a este período se lo menciona como el de la organización nacional, habida cuenta de que el 1º de mayo de 1853, en Santa Fe, se sanciona la Constitución Nacional, rechazada por la Provincia de Buenos que no había participado de dicho acontecimiento. Años después, producto de esa situación se enfrentarán los ejércitos de la Confederación, al mando de su presidente, Justo J. de
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Camino a este desenlace Rosario sufrirá los vaivenes propios de la economía regional. En 1858, Rosario había crecido a punto tal que superaba por tres a la ciudad de Santa Fe, superándola en tres mil habitantes. Pese a ese crecimiento, los años de guerra habían debilitado no sólo las cansadas fuerzas. También los espíritus. Temas como la salud y la educación fueron soslayados, como suele ocurrir en tales emergencias. En los primeros tiempos, se contaba con dos dispensarios que se hacían cargo del cuidado de los habitantes de la ciudad. En el año 1854, se crea la Sociedad de Beneficencia y, a través de su gestión, el Hospital de Caridad. Los residentes españoles, los franceses y los suizos, a su momento, hicieron lo suyo. En cuanto al tema educativo, ante la inoperancia oficial, nacían las escuelas privadas por cuanto el apoyo oficial era mísero. Es más, cuando se intentó abrir una escuela normal para maestros, la Cámara de diputados hizo fracasar el intento.
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En 1847 había dos escuelas en Rosario, llegando a tres, en 1858. En 1860 se había establecido la Municipalidad de Rosario y electos sus integrantes, los apellidos italianos, digamos que, aún, no se hacían sentir. Sólo José Caffarena, denuncia tal ascendencia. Con el paso del tiempo se irá revirtiendo esta situación. Veremos, más adelante, que esta referencia no será casual en la creación de la Sociedad. El año 1861 trajo a la ciudad los restos del general Lavalle provenientes de Bolivia. Después de recibir honores del Primer Batallón, fueron transportados a Buenos Aires en el vapor Guardia Nacional. En ese año, también, llegarían veintiséis religiosos franciscanos con destino el convento de San Lorenzo. Pero no todas serían noticias de esta índole. 1861 fue, recordemos, el año del terremoto que destruyó la ciudad de Mendoza. Asimismo, las consecuencias de la batalla de Pavón conmocionarían a la ciudad.
Hospital de Caridad con su Capilla
Por eso no extrañó que el periódico “La Confederación”36 publicara un artículo cuyo título era más que preocupante.”Proyecto contra
Rosario”. En él se anoticiaba lo que ya era una idea lanzada en el año 1859. Como puerto opositor al de Buenos Aires. Puerto natural de 10 provincias, posición estratégica y de desenvolvimiento asombroso en 6 años. Rosario será el futuro rival de Buenos Aires. El monopolio del puerto peligraba. Con él sus rentas, motivo por el cual había decidido la dirigencia de aquella provincia “conservarlo a toda costa.” Avergüenza una reunión de hombres de Buenos Aires para destruir a Rosario, proseguiría la publicación de Federico de la Barra, su director, a la vez que advertía que: El Consejo del gobierno, integrado por jefes del ejército han resuelto pegar el golpe de mano al Rosario… […] … El Dr. Obligado y los jefes militares han sostenido el pensamiento de 1859, atizando el fuego devorador de la guerra civil […] “…han demostrado la necesidad de ocupar este punto… El ideólogo estaba identificado. También sus palabras quedarían reflejadas en la publicación rosarina: …Es necesario pegar el golpe al Rosario y desbaratar su comercio. Es el corazón del tema. Seguidamente, Obligado descalifica a los rosarinos: …los comerciantes son como las gallinas que se ahuyentan todas a la vez y vuelven una por una y lentamente…
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No faltaron notas de color como la aparición, en la ciudad, de un tigre que deambuló por las calles rosarinas. Pero, en general, el estado de ánimo que dominaba a todos era de preocupación. Por su parte, la Sociedad de Beneficencia había mejorado ostensiblemente al Hospital de Caridad; incluso, se había terminado la capilla35. Pero para tener una idea de lo que acontecía en el país, en realidad, en Buenos Aires, y sus relaciones con la Confederación y, en especial, con la ciudad del Rosario de Santa Fe, basta recurrir a la prensa. El tema siempre fue y será el puerto: el de Buenos Aires, el que no aceptaría competencia alguna y el de la ciudad lo constituía.
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Mitre no era una garantía. Si bien se había opuesto a la agresión, ya había manifestado que se sometería a la voluntad de su partido y lo que la mayoría le ordenase. De allí que “La Confederación” lo calificara como el nuevo “Pilatos”. Finalmente, Federico De la Barra, su propietario y editor, publicaba la advertencia que no era sino el sentir del pueblo del Rosario: …aceptamos la lucha, nos encontraran preparados […] …recibirán una dura y tremenda lección… Esto es lo que se vivía en nuestra ciudad en el año 1861. Las heridas de la batalla de Pavón37 no cerraban y la certeza de que la guerra nuevamente estaría presente era, más que un sentimiento, una premonición. Estos hechos políticos generaban un clima de continua zozobra, mezclado con progreso e incertidumbre no fue impedimento para que un grupo de inmigrantes italianos tomara una particular iniciativa de llevar adelante el proyecto de constituir una asociación que los nucleara, contuviera y ayudase. Todo comenzó formalmente en el mes de abril de aquel año. Seguramente la cuestión venía conversada desde mucho antes. Si bien no hay documentación que lo respalde, la decisión tomada, concretada en la reunión iniciadora, evidentemente, no fue un hecho de generación espontánea. Quizás el disparador haya sido el catastrófico terremoto mendocino del 20 de marzo de ese mismo año el que haya despertado el sentimiento y la necesidad. Lo cierto es que un pequeño grupo de italianos residentes en la ciudad decidieron autoconvocarse. La ciudad ya conocía la existencia de una entidad de socorros mutuos; la de la otra colectividad mayoritaria de la ciudad. Y como modelo para organizarse apelaron a la similar italiana de Buenos Aires. Pero vayamos de a poco.
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Notas 32. Sociedad Italiana de Socorros Mutuos Unione e Benevolenza Rosario, 1961, pág. 1. 33. Miguel A. De Marco y Oscar Luis Ensinck, Historia de Rosario, ediciones Colmega, Santa Fe, 1979, pág. 109. 34. Juan Alvarez, Historia de Rosario, Imprenta López, Buenos Aires, 1943, pág. 338. 35. Ibidem, pág. 473. 36. La Confederación, 4 de junio de 1861. 37. Célebre combate que enfrentó, en el paraje de ese nombre, a las tropas de la Confederación Argentina, al mando del general Justo José de Urquiza con las de la provincia de Buenos Aires, al mando del general Bartolomé Mitre, el 17 de setiembre de 1861. Rosario, recordemos, respondía a la Confederación.
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Capítulo V
V - Comienza la historia
Comienza la historia
Vista de la calle del Puerto (hoy San Martín)
Por momentos pensemos qué pudo significar para la ciudad la aparición de este grupo de italianos fundando su entidad de ayuda y socorros mutuos en una urbe, paupérrima, con una más que modesta edificación, donde, en los primeros tiempos, sólo existían 19 casas de altos y los ranchos de paja y adobe sumaban 400. Que, luego, en el período 1860-70, podemos describirla, citando a Silvia Alicia Dócola, como… una ciudad con fachadas continuas, de edificios construidos unos junto a otros. En aquellas se reproducen los mismos elementos arquitectónicos: ventanas y puertas normatizadas, pilastras y arcos, ornamentos. Estos elementos, combinados de diferente manera, siempre responden a la misma ordenación: una base con un zócalo bajo, un desarrollo donde se insertan aberturas separadas por pilastras y generalmente rematadas por arcos, un remate formalizado por una cornisa sobre la cual se localizan trozos de mampostería que, unidos en ocasiones por rejas, configuran especies de remate almenados, fachadas continuas que cada unidad repite en la vecina. La primera reunión se realizó en el establecimiento comercial propiedad de uno de sus más destacados miembros, en ese momento: la que giraba bajo la firma de los señores Rezia y Sala, ubicado en la entonces calle Puerto –hoy San Martín– cuya antigua numeración era la de 129, dedicados a la ferretería, vidriería y pinturería.
Rezia y Sala construirían el magnífico edifico de la primitiva Aduana de Rosario, llamada la “de Sarmiento”, ya que la piedra fundamental se colocó en 1870, y que se habilitó en el año
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Primitiva Aduana de Rosario
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1874, con su característico aspecto de fortaleza por las almenas que adornaban sus torres, sobre un proyecto del sueco Enrique Gustavo Aberg, radicado en nuestro país en 1869, donde fue autor de otros varios.
Sala, José Landó, Félix Dalmasso y Jacinto Borelli, quienes lo hicieron conforme la declaración de objetivos que resulta de aquel documento para …fundar en esta ciudad del Rosario de Santa Fe, una Sociedad de Socorros Mutuos que se denominará Sociedad Italiana de Unione e Benevolenza…
Siguiendo el típico modus operandi de los inmigrantes, fueron quienes más se destacaban entre ellos los encargados de convocar al resto, reunirlos en su derredor y a partir de allí, ante la necesidad común, afrontar la creación de entidades como la Sociedad que homenajeamos. Gaspar Rezia había nacido en San Pietro, Cerdeña, en 1821 y Fidel Sala, en Chiavenna, Sondrio, Lombardía en 1837. Para conocer la cronología de los momentos fundantes de la Sociedad, comenzaremos diciendo que, de acuerdo a ciertas pautas que podemos rescatar de la historia, el hecho de que hayan decidido constituir la Sociedad en el año 1861, no es del todo casual. Al margen que coincidía con la Unificación de Italia, un año antes se había instalado la Municipalidad de la ciudad, cumpliendo con lo decidido por ley en el año 1858. ¿Por qué esta afirmación? Este tipo de asociaciones, de ayuda mutua entre los inmigrantes italianos, surgen indefectiblemente casi de inmediato del momento en que se instala la autoridad administrativa del lugar, llámese Concejo Municipal o de Fomento.38 Esa primera reunión se realizó el día domingo 28 de abril de 1861. En la oportunidad, una veintena de miembros de la colectividad se encontraron, como dijimos, en el establecimiento propiedad de los señores Fedele Sala y Gaspare Rezia que, dedicado a los rubros de herrería, vidriería y pinturería, estaba ubicado en la calle Puerto (hoy calle San Martín) N° 129 de la antigua numeración. Para entonces, esa cuadra tenía la numeración del 95 al 137. Fidel Sala
La reunión fue registrada en un acta que denominaron “Protocolo N° 1” y por la cual podemos conocer la identidad de los presentes. Fidel Sala, Esteban Arnolfi, Gaspar Rezia, Enrique Rivarola, Angel Questa, José Quaretta, Juan Fassio, Juan Perego, Angel Muzzio, Antonio Bosia, Luis Musso, Juan Boglione, Bartomé Boschetti, Santiago Garassini, Santiago Pusso, Antonio Runchi, Juan
Los congregados se fijaron dos objetivos: uno inmediato: …promover la idea entre los italianos conocidos… y otro mediato, el de…procurar nuevos suscriptores. Inmediatamente se comprometieron para una futura reunión que se llevaría a cabo el domingo 5
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de mayo en el café Peirano, propiedad de Esteban Peirano, confitería de jerarquía de la ciudad que, desde 1854 estaba ubicado en calle Córdoba al 800 y que, luego, en el año 1869, se trasladó a la calle Puerto, entre Córdoba y Santa Fe.
Para asegurarse contar con suficiente número de concurrentes, se fijó una multa de dos pesos bolivianos. Se estableció, también, una cuota de ingreso por esa misma suma y una mensualidad de un peso de similar moneda. De esa reunión surgió una Comisión Promotora o Provisoria, como la denominaron, y que estaba integrada por los señores Fidel Sala, como presidente; Esteban Arnolfi, secretario; Gaspar Rezia, tesorero y Enrique Rivarola y Angel Questa, como inspectores.
Notas Acta fundacional, 28 de Abril de 1861
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38. Ada Lattuca, ob cit, pág. 83.
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Capítulo VI
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culaba una moneda distinta a la que se utilizaba en Rosario. Se buscó un equivalente y de los pesos fuertes de aquélla se pasó al peso boliviano.
La fundación
Con entusiasmo y compromiso, se encontraron en la reunión, que se llevó a cabo el 5 de mayo del mismo año, según lo acordado. Trataron, en primer lugar, el Reglamento de la entidad, que tuvo como modelo el de su similar de la ciudad de Buenos Aires. Su inspiración estaba reflejada en dicha institución italiana que funcionaba en la ciudad de Buenos Aires desde el 17 de julio del año 1858, fundada por siete emigrados italianos que llegaron de manera clandestina al país y que contó con el padrinazgo de los dos Giuseppe de la Historia italiana: Garibaldi y Mazzini. Con ese modelo, y teniendo en cuenta que los motivos que llevaron a su creación se repetían en Rosario, no dudaron en hacer lo que hicieron aquel domingo de abril de 1861. Esto es, …aunar voluntades para el socorro mutuo de la colectividad, la educación, la previsión social y la cooperación, como consta en la documentación original. Y los hechos demostraron que la módica cuota de ingreso popularizó a la institución que, desde el comienzo, evidenció sus propósitos. Ello resulta de lo decidido en la segunda reunión, la del también domingo 5 de mayo: organizarse sobre la base de la ya existente en Buenos Aires, cuyo Reglamento fue adoptado.
El espíritu que inspiraba la creación de la Sociedad de Socorros Mutuos, bajo la denominación de “Società Italiana de Unione e Benevolenza” lo refleja el sistema asistencial convenido para sus socios: el socio enfermo sería asistido con la suma de un peso boliviano mientras durase la enfermedad, el pago del médico, los medicamentos y la asignación de un enfermero si era necesario. Este artículo fue propuesto por señor Juan Bautista Recagno y, lógicamente, aprobado por unanimidad. Finalmente, de esa reunión surgió la primera Comisión Directiva. Aprobado el Reglamento, se procedió a la elección de las Autoridades que arrojó el siguiente resultado: Presidente: Juan Bautista Monteverde, Vicepresidente: José Quaretta; Secretario: Esteban Arnolfi; Prosecretario: Gaspar Rezia; Tesorero: Enrique Piantelli; Vocales: Fidel Sala; Angel Muzzio; Enrique Rivarola; Juan Cafferata; Santiago Garassini, Juan Grasso y Juan Bautista Recagno. Luego de casi cuatro horas de sesión, nació la primera Comisión Directiva. Obviamente, se produjeron algunas renuncias. Como la del señor Juan Antonio Grasso, que a partir del 12 de febrero de 1862, sería designado Cónsul italiano en la ciudad lo cual demuestra el grado de compromiso con la colectividad que mantenían sus miembros, a la vez de la influencia en el ambiente social. Tampoco será casual esta circunstancia que se repetirá de manera constante en el desarrollo histórico del “fenómeno inmigratorio”. Poco tiempo después, la Sociedad no hizo distingo alguno entre sus miembros ni con los ingresantes: solamente el de gozar de buena salud y conducta. No hubo diferencias en cuanto a la región de origen de sus miembros.
Surgió una diferencia que no fue menor. En Buenos Aires cir-
Las diferencias –ideológicas– nacerían en el siglo XX y, con ellas, las divisiones dentro de la colectividad.39 Pero, en su mo-
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VI - La fundación
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mento, hubo emigrados políticos, exiliados republicanos, escapados de Italia. Y en el año 1865, el cónsul italiano en la ciudad, Lorenzo Chapperon informa a su ministro de Relaciones Exteriores, La Mármora, en nota del 22 de agosto de 1865, cumpliendo con el informe a su gobierno sobre el origen o lugar de procedencia y del perfil político de parte de la colectividad; y luego, con fecha 10 de setiembre del mismo año, hace lo propio, poniendo en conocimiento que … existe una sociedad […] de sediciosos republicanos italianos, infundada al partido de acción y apoyada sobre principios más funestos para el porvenir de Italia…40 Se refería a la “Unione e Benevolenza”. Se debe destacar que el cónsul tenía una conducta tendenciosa fundada en su cerrada oposición a los republicanos italianos.41
debemos destacar al rosarino, el abanderado Mariano Cleto Grandoli, muerto en Curupaytí el 22 de septiembre de 1866, a los 17 años de edad. Precisamente, descendiente de la familia italiana más antigua de la ciudad, como ya se mencionara.
En el año 1865, cuando se desarrolló la sesión del 12 de mayo, en el temario había uno muy particular para tratar: la incorporación de un sacerdote que, desde Italia, solicitaba ser miembro, asociado, aunque sin gozar de ninguno de los derechos que el estatuto le reconocía como tal. Este hombre de Dios abonó puntualmente sus cuotas hasta el año 1870. Es más, oportunamente remitió una copia de su testamento designándola albacea. Fue inscripto bajo el N° 417.42 Enumerar su obra pastoral excedería con creces el objeto de este trabajo. Al momento de su fallecimiento, el 31 de enero de 1888, su obra se había extendido hacia los cinco continentes. El hoy Santo de la Iglesia no era otro que Juan Melchor Bosco, Don Bosco. Como si hubiera sido una broma del destino, su relación societaria coincidió con la desgarrante, cruel e injusta guerra hecha al Paraguay. La de la Tripla Alianza, iniciada en 1865 y terminada en 1870. Convivieron, esos cinco años, la santidad con la barbarie. Su obra, a través de los padres salesianos, aún perdura en nuestro país, siendo la Patagonia, el lugar donde su sello, a través de los misioneros, ha quedado como una marca imborrable.
Don Bosco, el socio N° 417
Con la experiencia ya adquirida en las anteriores situaciones críticas, los directivos de la Sociedad fueron sorteando las innumerables dificultades que se generaban en ese ambiente angustioso, con la consiguiente multiplicación de pedidos de ayuda.
Por otro lado, recordemos que, entre los héroes de esa guerra,
Para mayor desgracia, el cólera, que hacía estragos entre las fuerzas combatientes, en marzo de 1867 alcanza a nuestra ciudad y produce gran número de víctimas. A punto tal que se debió designar un segundo médico que auxiliara al Dr. Francisco Riva, siendo nombrado a tal efecto al Dr. Juan B. Arnaldi, mientras ambiciosos políticos se levantan en armas contra el gobierno provincial del Dr. Nicasio Oroño, en enero de 1868.43
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VI - La fundación
VI - La fundación
No debemos olvidar que los genoveses y lombardos ya estaban asentados desde la primera mitad del siglo XIX.
de contar con una sede social propia. Ello lo propone en la Asamblea del 12 de junio del año 1864. Pero las reuniones comenzaron a ser organizadas en el único teatro con que contaba la ciudad en ese momento: el Teatro de La Esperanza, la segunda sala para espectáculos públicos, que había sido inaugurada el 21 de julio de 1857, con una función lírica y que, lamentablemente, se incendió el 19 de setiembre de 1868, perdiéndose definitivamente como sede de las reuniones societarias.
Se conocen los denominados “apuntes de un viajero” que, de paso por la ciudad, describe …tiene un puerto lleno de barquichuelos, de animados y alegres genoveses…44. Años antes, un inglés se lamentaría de no haber encontrado a ningún compatriota. …Los extranjeros son todos italianos,45 será su conclusión. Pero, volviendo a los miembros fundadores y primeros directivos de la Sociedad, ellos rápidamente advirtieron que no contaban con el sitio adecuado para reunirse en sus asambleas institucionales. La solución estaba a metros del establecimiento donde se reunieran por vez primera sus promotores. Sobre la misma vereda de la calle Puerto, pero casi en la esquina con la actual calle Santa Fe. En el nº 109 de la misma calle. A propuesta del vice presidente de la Sociedad, Santiago Garassini, se instaló el tema de la necesidad
Esta situación obligó a los directivos de la Sociedad a solucionar el tema de la falta de un sitio donde reunirse y sesionar.
Notas 39. Hebe Viglione-Angel Valenta, 100 años-Hospital Italiano Garibaldi, Rosario, 1992, pág. 21. 40. Alicia Megías, La formación de una élite de notables-dirigentes. Rosario, 1860-1890, editorial Biblos, Fundación Simón Rodríguez, Buenos Aires, 196, pág.68. 41. Ibídem. 42. Sociedad italiana de Socoros Mutuos “Unione e Benevolenza, ob cit, pág. 13. 43. Unione e Benevolenza, Ob cit, pág. 14. 44. La Confederación, 10 de junio de 1854 cit por Elías Díaz Molano en “Nicasio Oroño y su ciudad”, en Revisa de Historia de Rosario, 1964, N° 7-8,pág. 2.
Teatro La Esperanza
45. William Mac Cann, Viaje a caballo por las provincias argentinas, Hyspanoamérica, Buenos Aires, 1986, pág. 23.
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Capítulo VII
VII - La casa. El edificio social
Ubica lo que llamamos el centro de la ciudad en …ocho cuadras, limitadas al norte por la playa; al sur, por la calle Córdoba; al este por la Iglesia y al Oeste por la calle del Puerto….
La casa. El edificio social
Entre los años 1869 y 1870 se concretará la idea de la sede propia de la Sociedad. Para esa época, en las postrimerías de la Guerra contra el Paraguay, llegó a Rosario un famosísimo espía inglés que prestaba servicios diplomáticos en Brasil y traductor de obras de variado género. Acostumbrado, por su oficio, dejó una descripción más que pintoresca de la ciudad. Los detalles sobre sus habitantes, edificación, sociedad, entre otros, nos dan una idea sobre cómo era o cómo se veía, a la fecha, la ciudad del Rosario de Santa Fe. Estamos hablando de Richard Francis Burton46, quien –al igual que lo habían hecho anteriores viajeros– no hace sino destacar un aspecto que fue un ícono de la ciudad: su crecimiento; y anota: …El principal interés de la población radica en su prodigioso crecimiento… Y hace un vaticinio que con el tiempo se cumplirá: …Su importancia se basa en la ubicación que tiene como puerto fluvial para las vastas provincias del interior… […] …conectada por línea de diligencias con Mendoza […] …ha florecido gracias a la guerra del Paraguay y el ferrocarril que la une con Córdoba… […] pronto hará de Rosario otra Chicago… Además de remarcar la superioridad que tenía sobre Buenos Aires, en sus aspiraciones de pasar de ser la capital económica de la Confederación Argentina, la capital del país.
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De la población dirá que la mujer, a quien denomina “china” –y aclara que no se trata de la habitante del país asiático– es “alta y pulcra y de cabello negro”, “ojos de llama”, “labios sensuales” y “tez de bronce”. Menos gentil es cuando describe al gaucho rosarino a quien presenta como especialmente feo y de apariencia salvaje. En esa sociedad rosarina los inmigrantes, italianos, comenzaban a dar pasos firmes hacia su consolidación no sólo social, sino, luego, política. Y empezaban a dejar en la ciudad que los había cobijado, su sello: la Iglesia, la Jefatura Política y la plaza 25 de Mayo, con su columna que no es la actual, sino la que se conoció como “Columna de la Constitución”. Esos inmigrantes de los que puntualmente estamos hablando, se aferraron a sus propias pautas y, asegurado el trabajo, pasaron a construir la casa propia. Un primer paso trascendente para la entidad fue la adquisición, ante una oferta del socio Alberto Pedemonte, en el año 1869, de un terreno de 19 varas de frente por 36 de fondo, donde se construiría, luego, la sede social. Era el ubicado en la calle San Juan, entre la de Aduana (hoy Maipú) y Puerto (hoy San Martín). Finalmente, tras desechar la posibilidad de adquirir otro inmueble sito en calle Rioja, se concretó la operación el 16 de marzo, abonándose la suma de 1.120 pesos fuertes. El escribano Arzac formalizó la operación que hicieron realidad el presidente de la Sociedad, José Quaretta y el tesorero, José Bobone. El arquitecto Leopoldo Rocchi donó los planos y se ofreció para dirigir la obra.47 La piedra fundamental de la obra fue donada por el asociado
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Antonio Runchi y en ella se podía leer “En Rosario de Santa Fe el día 24 de enero 1870, la Sociedad Italiana Unione e Benevolenza fundada el día 28 de abril 1861 […] coloca la primera piedra del edificio que se propone levantar en este terreno para uso de sus reuniones, estando la comisión directiva compuesta de los señores Juan Campodónico, Presidente; Natalio Ricardone, Vicepresidente; Pedro Tiscornia, Tesorero; Tobías Coppola, Protesorero; José Bobone, Secretario, Antonio Magnasco, Prosecretario; Inspectores, Juan Borgonovo, Francisco Falcone, Benedicto Castagino, Juan Ruffo, David Carnesi, Juan Bautista Torelli, Miguel Montanaro, Gerónimo Conseglieri; Suplentes, Antonio Copello, Andrés Fontana.”
La ciudad había visto partir al batallón “1º de Santa Fe” integrado por 564 rosarinos, al mando del coronel José M. Abalos y de su segundo, el mayor Miguel Panelo del cual regresarían apenas 175. Y al regimiento “Rosario”, integrado por 500 soldados, de los cuales regresaron 212. Estos restos de las tropas rosarinas llegaron al mando del teniente coronel Spika, del 2° de Línea. Ese día, el presidente Domingo F. Sarmiento, que había arribado a la ciudad a bordo del“El Pavón” recibió a los sobrevivientes y diezmados batallones de la Guardia Nacional rosarina, en nuestra ciudad. El cónsul italiano, Campodónico, se plegaría al recibimiento portando el estandarte italiano.49
Vemos cómo ya aparecen apellidos de la colectividad italiana ligados e identificados con el progreso rosarino, en sus más diversos campos. El acta referida destaca quiénes fueron los padrinos de la obra: el excelentísimo señor Conde Della Croce, enviado extraordinario y Ministro Plenipotenciario de Italia ante el gobierno argentino y el presidente Domingo F. Sarmiento, representado en la ocasión por su ministro de Hacienda, Dr. Gorostiaga ya que …El Consejo directivo, atendiendo al pedido de muchos socios… así lo habían solicitado. También estuvieron presentes el gobernador de la provincia, Mariano Cabal; el jefe político de Rosario, Pascual Rosas; el cuerpo consular, representado por los cónsules de Italia y Bélgica. La piedra fue bendecida por el canónigo Martín Piñero, acompañado por entidades mutualistas, público en general y, en especial, de la colectividad italiana.48
La entidad no conocía de pausas y a poco de colocarse la piedra fundamental del edificio de la futura sede societaria, el 5 de setiembre de 1870, por Asamblea se aprobaban los planos del ingeniero Manuel Raffo, italiano de origen que tuvo destacada actuación en nuestro país en la segunda mitad del siglo XIX, cuando, entre otras, proyectó y ejecutó las obras del templo de Monserrat y varias iglesias que se levantaron en la provincia de Buenos Aires. La Casa de los Niños Expósitos es también de su autoría, labor que desarrolló gratuitamente. La obra se programó en tramos. En primer lugar, un salón con frente rústico, para lo cual se autorizó una inversión de cuatro mil quinientos pesos bolivianos, para la adquisición de materiales. Una idea del empuje de los directivos de la sociedad la da el hecho de que, cuando el 8 de enero de 1871 se reúne la Asamblea General de la Sociedad, la misma se desarrolló en la sala construida en el terreno de calle San Juan.
Pero, ese día, el 24 de enero de 1870, no fue un día más en la ciudad.
Posteriormente, el edifico fue reformado, a mediados del año 1885, con ampliaciones entre las que se contaron grandes salones especiales donde funcionaría, luego, la Cámara Italiana de Comercio.
El 19 de enero habían regresado las tropas rosarinas de la Guerra del Paraguay o de la Triple Alianza, como se la conoció. Es de suponer el clima que reinaba en la misma. De casi los 1.200 hombres y jóvenes que habían partido en 1865, apenas llegaban menos de 400.
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El edificio sería demolido en el año 1945. Del plano de Grondona del año 1858, podemos advertir la exis-
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tencia de la famosa “laguna de Sánchez”, que en período de crecida ocupaba una enorme superficie: desde la calle Mendoza, al sur, hasta cerca de La Rioja, hacia el norte; Corrientes le servía de límite oeste; y Entre Ríos, el límite este.
Adviértase que la Sociedad había adquirido su terreno a pocas cuadras de dicha laguna pero en lo que fue el casco histórico de la ciudad. En cuanto a su autor, el ingeniero Rocchi50, fue el constructor de un hotel famoso en la ciudad en el siglo XIX que tuvo la particularidad de cambiar no pocas veces su nombre. Así, se conoció como Hotel Argentino, Hotel de la Paix, Turín Hotel, Hotel Plata, Hotel Firenze, para terminar sus días como Hotel Litoral. Hay un antecedente en un acta de fecha 28 de noviembre de 1937, en la cual el presidente pide autorización a la Asamblea a fin de solicitar un préstamo para la construcción del edificio social. No era antojadiza la petición. La evolución de la entidad lo exigía. En esa ocasión se trataron dos aspectos que apuntaban directamente al futuro institucional: la construcción de un nuevo pabellón en el Hospital y la de un edificio social “para rentas.” Se planteó, también, la manera de encararlo. A través de un préstamo del Banco Hipotecario Nacional o de alguna otra institución pública o particular. En el medio de las discusiones y argumentaciones, propias de toda asamblea, el cónsul italiano, Lorenzo Nicolai, propone la fusión de las instituciones italianas de Socorros Mutuos, en trámite, y solicita el apoyo a la Comisión Directiva. Era evidente que el cónsul vislumbraba los inconvenientes de los esfuerzos individuales. “La unión hace la fuerza”, el emblema de los lictores romanos, el manojo de varillas de mimbre entrelazadas, sería su propio lema. Cuando se celebró la Asamblea del 25 de junio de 1939, a través del presidente José Giannone, se da cuenta que el 20 de mayo de 1938, con el secretario de la institución, Fernando Borlandi, habían firmado un contrato con Don Carlos Canosa Pérez, de la ciudad de Buenos Aires, para la construcción del edifico social.
Sede social en la calle San Juan 940. Demolida alrededor de 1945
Pero, dada la firme oposición que el proyecto había tenido entre los asociados, con buen criterio, el informante impuso a los asam-
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bleístas el contenido de la cláusula que habían hecho insertar en el mencionado contrato. Precisamente, era la 14ª que preveía que ese convenio se firmaba ad referéndum de la Comisión Directiva y de la Asamblea de los Socios de la Sociedad.
si la finalidad –de la construcción– debería ser para renta o no. Ahora había que volver a lo decidido en la Asamblea del 28 de noviembre de 1937, donde se había resuelto por unanimidad la autorización para la obra. Finalmente, la obra se inauguró el 25 de mayo.
Es interesante destacar varios aspectos que rodearon e integraron ese momento tan importante para la vida y futuro de la institución. En primer lugar, los argumentos expuestos por el presidente cuando informa a la Asamblea de los motivos por los cuales se firmó el convenio referido sujeto a la condición de la aprobación. Constituyen un manual de la prudencia de un dirigente. Fueron sus palabras, en la ocasión: … teniendo presente que la sociedad no tiene un propósito mercantil, que su objetivo es el mutuo socorro, que su patrimonio ha sido amasado á través de largos años con el sacrificio de miles de socios y teniendo en cuenta muy especialmente que la Honorable Comisión Directiva carece de atribuciones estatutarias para resolver por sí sobre esta cuestión y sin olvidar la fuerte oposición que el proyecto de construcción del edifico social despertó en el seno de los asociados…51 Lo cierto es que el tema no se resolvió favorablemente en esa ocasión, ya que la decisión mayoritaria fue por la desaprobación del convenio firmado. El principal argumento radicó en la falta de credibilidad que, en los asambleístas, provocó Canosa Pérez. No fue una crítica a lo actuado por el presidente y su Comisión Directiva. A punto tal que se propone que reinicie las tratativas con el mismo objetivo, ya que, opina el asociado Enrique Assanelli: …está en el espíritu de todos nosotros que debe hacerse un edificio social… […] … a fin de edificar la esquina de San Juan y Maipú, teniendo como mira no la grandiosidad sino las fuerzas propias de la Institución…52 Fue un debate prolongado y lleno de encendidos argumentos. La discusión giró sobre temas: si la obra la asumía la propia institución o si se recurría a un crédito del Banco Hipotecario Nacional. La otra vertiente del debate giraba en relación a definir
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Notas 46. Richard F. Burton, Cartas desde los campos de batalla del Paraguay, librería El Foro, Buenos Aires, 1998, pág. 365 y ss. 47. Sociedad Italiana de Socorros Mutuos “Unione e Benevolenza” - Rosario (1861-28 de abril-1961) publicación institucional, Rosario, 1961, pág. 15. 48. Sociedad italiana, ob cit, pág. 16-17. 49. Víctor H. Nardiello, Morir en Curupaytí, inédito. 50. En la documentación que pudo rescatarse el mismo figura como Ronchi. 51. Acta de Asamblea del 25 de junio de 1939. 52. Ibídem.
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Capítulo VIII
VIII - La escuela
La escuela
–además– estaba materializado en la poca calidad de los maestros existentes, situación que hizo que se los trajera del exterior. En medio de semejante estado de cosas, a partir del momento en que se crea la Municipalidad de Rosario, todo lo relacionado con la “ilustración” quedará bajo la órbita municipal. Quedan a su cargo el cuidado de las escuelas de primeras letras, las de arte y oficios y la de agricultura. La instrucción en Rosario, siguiendo a Mikielievich, tendrá su nota destacada en la reacción de las distintas asociaciones particulares ante la indiferencia oficial por el tema.
La inquietud de los pioneros de la Sociedad tenía una mirada por sobre el horizonte. Rápidamente advirtieron aquéllos la necesidad de la creación de una escuela para los hijos de los asociados que, de paso, recordemos, eran todos de nacionalidad italiana. La actividad educativa en la ciudad era muy pobre. Al momento de constituirse, en 1861 la Sociedad, en la ciudad sólo se contaba con apenas dos escuelas en funcionamiento; una de varones y otra para mujeres. Esta situación databa desde el año 1851. Claro, cabe una aclaración: para este año, la población era de apenas unos tres mil habitantes. En 1858, se había triplicado: ahora los rosarinos eran 9.785. La inoperancia oficial dio lugar a la aparición de las llamadas “escuelas pagas”, lo que alejaba aún más a una enorme cantidad de niños en edad de ser escolarizados. Durante una década la ciudad, que había multiplicado por tres su población, siguió contando con sólo dos escuelas. Una estadística oficial demuestra que en Rosario, por cada un niño que se educaba, había 20 que no podían hacerlo.
Las distintas colectividades extranjeras, como así también las instituciones religiosas, incluidas la de credos evangélicos, impulsaron la actividad. Del extenso trabajo de Antoniutti53, podemos reconstruir la nómina de los establecimientos educativos de la ciudad en el período 1855-1871 en la ciudad de Rosario. La primera entidad particular de que se tiene noticia data del año 1855, a cargo de los profesores Laurino R. Puentes y Julio Boach. La enumeración de los “Colegios” –tal su denominación– que se instalaron hasta el año 1874 es enorme: el Colegio Normal Mercantil (1858), la Academia Mercantil (1859), la Escuela del Progreso (1860), el Liceo y Escuela de Artes y Oficio (1863). (Este, quizás, el primer jardín de infantes de la ciudad). El Seminario Anglo-Argentino (1865), la Escuela Inglesa (1865) filial de la que funcionaba en Buenos Aires, el Colegio Concepción (1866), el Colegio Italiano (1866) que fue el primero de la colectividad, al que le siguió el Colegio Italo-Argentino que dirigió José Angelini Caraffa, en 1868. Este establecimiento estuvo ubicado en calle Aduana n° 67.
De allí la proliferación de institutos particulares, tantos para niñas como para niños, que surgieron para paliar ese déficit, que
El Colegio Francés (1869), el Colegio Inglés (1868), el Colegio Inglés e Instituto Comercial (1868), el Colegio del Litoral (1869), el Colegio del Rosario, el College Francais, luego transformado en Colegio Argentino (1869). El Nuevo Colegio Inglés (1869) y, en la misma fecha, la Scuola Commerciale Serale, con orientación
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comercial, fundada por el maestro italiano Angelo De Capitani. Como la necesidad de escuelas elementales se mantenía, en 1870 se crearon dos, fundadas por los maestros José Marcelino Ruíz y Gerónimo Ghiappano. En 1871, se creó el Colegio Cosmopolita. En el año 1871, el Colegio Unico Italiano de Antonio Muzzio, el Colegio Inglés y el Colegio Argentino. Cuando este último pasó a ser dirigido por el profesor italiano Prima Stella su denominación pasó a ser la de Colegio Argentino-Italiano. Se lo clausuró a fines de 1873. En ese mismo año nace el Colegio Americano. En 1871, el Colegio Franco-Argentino. A estos establecimientos, a los que se debían agregar las dos escuelas municipales de la ciudad y tres que funcionaban dispersas en el Departamento Rosario, se le sumaron otros institutos privados de enseñanza primaria y secundaria: el Colegio Santa Rosa, la Escuela Comercial, el Colegio Italo-Argentino, Colegio Único Italiano, el Colegio Primario.
VIII - La escuela
para concretar el proyecto. Entonces, se aceptó la propuesta del maestro Juan Primo Sella que, junto a Angel Muzzio, tenían en funcionamiento el llamado Colegio Italo-Argentino. El acuerdo fue, por lo menos, novedoso: el maestro abonaría $50 por la ocupación del local e instruiría a los hijos de los socios. Por su parte, recibiría de la Sociedad la suma mensual de $25 como secretario rentado. Ese mismo año se comenzó a recibir una subvención del gobierno italiano, a lo cual el cónsul, de su bolsillo, agregó una colaboración de $50.55 Se trató de estimular el estudio en los 20 alumnos cursantes invirtiendo la suma de $30 bolivianos en premios al estímulo.56 Tiempo después, y a raíz de la imposibilidad de continuar con dicha escuela, se propuso aceptar, por Asamblea, una nueva propuesta proveniente, esta vez, del maestro Alemano Grecchi.
Un dato es elocuente: asistieron 1.569 alumnos de los 5.128 de los que tenían entre 6 y 15 años. Si dijimos que, en 1859, de cada joven que se escolarizaba, había 20 que no lo hacían, trece años después, lo puede hacer 1 de cada 2,2. En 1873, aparecerán el Colegio del Litoral y el Anglo-Argentino. Evidentemente, algo había cambiado. Dentro de este marco, la Sociedad de Socorros Mutuos “Unione e Benevolenza” consideró que había llegado la hora de tener su propia escuela societaria, ya que hasta ese entonces subvencionaba a varios de los hijos de sus socios en el Colegio Italo-Argentino. Por asamblea del 26 de febrero de 1871 se crea una comisión encargada de estudiar la posibilidad de su creación. La misma se integró con los asociados Pedro Tiscornia, Juan Colli, Juna Bobone, Natalio Ricardone y Juan Costa.54 Pero se enfrentaron al problema de siempre: la falta de medios
Plano de la ciudad de Rosario de 1875
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Capítulo IX
La colaboración de asociados ya llegados permitió su apertura. Sus clases comenzaron el 9 de abril de 1874. Al año siguiente –1875– la escuela quedó a cargo de los maestros Luis Nasi y Nazario Ciaffardini. La Sociedad tuvo la escuela para los hijos de sus miembros bajo esta dirección durante muchos años.57 El panteón Finalmente, en el año 1912, la misma cesó, cuando se dispuso que las distintas escuelas italianas de la ciudad pasaran a formar parte y depender de la asociación italiana “Dante Alighieri.”58
Una colectividad como la italiana le daba trascendencia a la cuestión religiosa. De allí que la necesidad de contar con un panteón social motivó a los directivos del momento a iniciar las gestiones para obtener por parte de la Municipalidad las parcelas de tierra necesarias para su construcción. Las gestiones iniciadas se concretan cuando, en el año 1893, se obtiene la concesión gratuita de dos lotes que se identificaron como los Nº 8 y 9 de la 2ª sección en el llamado, por entonces, Cementerio Nuevo. Se refiere al que conocemos como La Piedad.
Notas 53. Valentín T. Antoniutti, La instrucción Pública en el pasado rosarino, Revista de Historia de Rosario, varios números (años 1963-1974). 54. Actas de la Sociedad. 55. Ibídem. 56. Ibídem. 57. Ibídem. 58. Ibídem.
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El otro cementerio, anterior, de allí esta denominación de “nuevo”, es el de El Salvador, que databa desde el 7 de julio de 1856, fecha de su inauguración y apertura, coincidente con el cierre del segundo cementerio de la ciudad, ubicado en el terreno delimitado por las actuales calles Jujuy, Brown, Corrientes y Paraguay, (la playa de embarque de la estación Rosario Central),59 que databa del año 1810 y había sido bendecido por el cura Julián Navarro. De paso, recordemos que el primer enterratorio funcionó dentro de la iglesia –la actual Catedral– cuyo primer registro data del 27 de agosto de 1731, “entierro de Ambrosio Morales, hijo de legítimo del Cap. Joseph Morales y Da. Juana López.60 Sepultado con entierro menor”. El mismo fue clausurado en el año 1810 por disposición del obispo Benito Lué (y Riega).
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Al respecto, cabe acotar que, a fines del año 1810, cuando Manuel Belgrano, camino hacia el Paraguay al frente de una reducida fuerza militar para lograr el reconocimiento del gobierno surgido de la Revolución de Mayo, dicta el Reglamento para las Misiones, ya tiene una consideración al respecto. En el art. 12 del mismo dispondrá: “….Los cementerios se han de colocar fuera de los pueblos […]“… desterrando la absurda costumbre, prohibida absolutamente de enterrarse en las iglesias.” Este Reglamento bien puede ser considerado como la primera constitución escrita de nuestro país, por sus previsiones y alcances.61 Volviendo a nuestra historia, debemos hacer aquí una salvedad. La pérdida de los Libros fundacionales motivada por una excepcional inundación, impiden ubicar la fuente documental de estos hechos. En los Registros municipales de esa fecha, tampoco se los encuentra. Pero sí se pudo localizar otra fuente documental. Es la que demuestra la “…cesión gratuita de terrenos en el Cementerio a la Asociación de Socorros Mutuos de Empleados Nacionales […] “terrenos de 10 m. x 5 m., con fecha 5 de octubre de 1893.62 Esto ocurrió siendo intendente Alberto J. Paz. También, y con la misma finalidad, se ceden terrenos la Sociedad Tipográfica Rosarina de Socorros Mutuos.63 El 9 de noviembre de 1893, durante la intendencia de Marull, otra disposición municipal otorga “… la donación gratuita de terrenos en el Cementerio á las Sociedades de Socorros Mutuos y Beneficencia […] “que así lo solicitaren y que carecieran de ello, en uno ú otro Cementerio (art 1°). En el artículo 2° ubica los mismos sobre los costados del predio y sus dimensiones varían según la importancia de la Sociedad requirente (art 2°). Con el impulso de su presidente, Esteban Frugoni, la Sociedad pudo abocarse a la concreción de tan caro proyecto. Posteriormente, en el año 1901, con el progresista intendente Luis Lamas en el gobierno de la ciudad, se reciben en canje de aquellos lotes una fracción de terreno de 7 m por 14 m., en la Tercera Sección del cementerio El Salvador. Con dicha adquisición se pudo concretar la construcción del
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Panteón Social, habilitado, finalmente, el 10 de mayo de 1903. La ceremonia de inauguración contó con la presencia de importantes personalidades, al margen de los directivos y asociados, como ser el cónsul de Italia en la ciudad, Cav. Uff. Luis Testa; el gobernador de la provincia de Santa Fe, Rodolfo Freyre; el Jefe Político de Rosario, Octavio Grandoli, el primer intendente electo por los rosarinos, en 1883; el intendente municipal Luis Lamas y representantes de distintas sociedades y asociaciones italianas.64 Se trató de un verdadero monumento funerario que enriqueció el patrimonio cultural de la ciudad y aún hoy, es recordado por los memoriosos con admiración por su estilo, espíritu y construcción. A la fecha, se encuentra remodelado ignorándose el paradero de las piezas escultóricas que lo engalanaban. El día 8 de mayo de 1903 se lleva a cabo la “Seduta Ordinaria” –sesión Ordinaria– entre cuyos temas del Orden del Día, en el N°3, se trataría el tema referente a “Relazione della Commsisione del panteón e feste”. Todavía los registros societarios eran llevados en el idioma italiano. Así, puede leerse que el Acta N° 802 relacionada con esta Sesión Ordinaria y con el punto referido se titula “Relazione della Commissione técnica panteón”. En esa reunión, que tuvo inicio a las 8.30 p.m., quienes conocían del tema asesoraron a los directivos de ese momento, aconsejándoles no entrar en conflicto con el constructor, el arquitecto Nalo, y abonarle una suma que solicitaba. Retrasos no previstos habían provocado esa situación con el constructor que fue, finalmente, resuelta convenientemente. Y llegado el momento de su inauguración, el 10 de mayo de 1903, la ciudad se enteraba a través de la prensa de los actos que se habían preparado para dicha ocasión. El diario La Capital65 publicaba el programa de los actos preparados para la oportunidad. Todo comenzaría el día domingo 10 de mayo a las 8 de la ma-
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ñana, con una reunión en el local de calle San Juan 926 y con una marcha hasta la plaza 25 de Mayo. Luego, a las 9 horas, en tranvía –vale la pena aclarar que lo eran a caballo– se trasladarían hacia el Cementerio “San Salvador”. Era la manera de denominarlo en esa época. A las 10, se produciría la bendición del panteón con la presencia del gobernador, Dr. Rodolfo Freyre; del ministro de Hacienda, Dr. Claudio Andino; del ministro de Gobierno, Dr. Julián V. Pera; el intendente Sr. Luis Lamas; el Jefe Político, señor Octavio Grandoli y cónsul italiano barón Testa, asociados y público en general, momento en que se repartirían medallas alusivas, con diseño del maestro Anfossio Constantino, de la inauguración de la obra, hecho muy común por entonces, serían padrinos, el Cav. Giácomo Pinasco y la señora Corina Arijón de Martinoli.66 Más tarde, a las 11 la comitiva oficial e invitados, se trasladarían a la quinta del señor Ottorino Costa. Los festejos seguían con una fiesta campestre en horas del mediodía. A las 13 horas se procedería a la entrega de medallas a los alumnos destacados en la escuela social. Los actos seguirían con la venta de medallas y flores, organizada por la Comisión de Damas, cuya presidenta era Erminia F. de Marchese. Esto ocurriría a las 14 horas. A las 15 horas tendría lugar la venta de una obra pictórica donada por el pintor Testa, a fin de recaudar fondos para a la sociedad. A las 15:30 se rifaría un donativo de un socio que no quiso darse a conocer: un anillo con brillantes. A las 16, los socios con más de 25 años como miembros de la sociedad serían distinguidos con la entrega de un diploma. Esta parte de la programación no pudo ser cumplida “por no haber concluido el trabajo la casa a quién le fue encargado.”67 Finalmente, a las 17 horas, se darían por terminados los actos y en tranvía se produciría el regreso, “a la ciudad”68 Fueron varias las líneas de tranvía previstas para el traslado. Dos, para las integrantes de la Comisión de Señoras y Señoritas, que partirían a las 9 desde Córdoba y Buenos Aires. Ocho coches para los socios e invitados, harían lo propio pero a partir de las 9 y 15 hs. y otros tres para los alumnos e invitados con horario de salida a las 12: 15 hs. Se aclaraba en la publicación que la banda de música dirigida por el maestro Torzello amenizaría la fiesta.
Para la ciudad fue un gran acontecimiento, no sólo por la importancia social que la inauguración representaba, sino porque la obra en sí misma era un aporte cultural muy importante dada la calidad escultórica y arquitectónica que representaba. Los asociados y público en general, en gran número, participaron del acontecimiento. En ocasión de celebrarse los 100 años de la Sociedad, la obra fue descripta como de características magnas y armoniosas líneas arquitectónicas, adornado con esculturas y símbolos adecuados a su destino.69
Panteón histórico
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Hoy, otro, remodelado, reemplazó al histórico y artístico panteón original, cuya expresión artística y calidad arquitectónica, lamentablemente, se perdieron en el pasado de la historia de la ciudad, ya que ni registros de su autor han podido ser localizados.
Notas 59. Héctor Jorge González Day, El Cementerio “Del Salvador”, Adaces, Rosario, 2010, pág. 11. 60. Eudoro y Gabriel Carrasco, Anales de la Ciudad del Rosario de Santa Fe, Imprenta, Litografía y Encuadernación de J. Peuser, Buenos Aires, 1897, pág. 59. 61. Mardoqueo Navarro, El territorio nacional de Misiones, publicación oficial, Buenos Aires 1881, pág. 17 y Hernán F. Gómez, Yapeyú y San Martín, Buenos Aires 1923, p. 56, cit por Mario Belgrano en “Belgrano”, Espasa Calpe SA, Buenos Aires, 1944, pág. 93. 62. Digesto Municipal (1892-1895), Litografía e imprenta J. Peuser, Buenos Aires, 1896, pág. 309. 63. Ibídem, pág. 318. 64. Sociedad Italiana de Socorros Mutuos Unione e Benevolenza Rosario, 1961, pág. 21. 65. La Capital, 10 de mayo de 1903. 66. La Capital, 12 de mayo de 1903. 67. La Capital, 12 de mayo de 1903. 68. Ibídem.
Panteón actual
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69. Sociedad italiana…. ob cit, pág. 22.
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Capítulo X
El hospital
X - El hospital
calle San Juan y Maipú, de un edificio: de “un gran edificio”. Finalmente el Dr. Mastrosimone presentó a la Asamblea Societaria, para su tratamiento, el contrato que él ya había firmado con el Dr. Bartolomé Vasallo, propietario del sanatorio que funcionaba en calle 3 de Febrero y Ayacucho. En esa Asamblea Extraordinaria del 9 de enero de 1921 no sólo se aprobó la adquisición del inmueble, sino también la creación del hospital por el que venía bregando el Dr. Mastrosimone. Nacía el “Ospedale Italiano Unione e Benevolenza”. Este episodio dejará una múltiple enseñanza. La de la convicción en las ideas, la del valor para concretarlas y el compromiso para sostenerlas.
A comienzos del siglo XX, la Sociedad no contaba con atención específica para sus miembros. En el año 1914 se decide impulsar la idea de habilitar consultorios propios para la cada vez mayor cantidad de asociados. Así el 29 de setiembre de 1914 se inaugura el primer consultorio, que estuvo a cargo del Dr. Alfonso Jannelli. La atención de los asociados de la Institución no cedía en su calidad, pese a las propias limitaciones de la época. Un episodio trágico para la humanidad, como la Primera Guerra Mundial, no fue óbice para que, en medio de semejante crisis, se inaugurara el primer consultorio médico societario. Para entonces, el Hospital de Caridad era el encargado de atender las cuestiones de salud de la población toda. Era imperioso para los miembros de la colectividad, a través de la Sociedad, el encontrar la solución de dicho problema. Terminada la guerra, en 1918, el presidente de aquélla era un médico: el Dr. Francisco Mastrosimone. Fue evidente que tal circunstancia influyó notoriamente en lo que vendría.
El Dr. Mastrosimone avalará con su propio patrimonio la operación, a la vez que hacía pública su promesa de no abandonar la dirección del hospital –con la que había sido designado– hasta que la deuda mantenida con el Dr. Vasallo no estuviese cancelada. Claro, tampoco ha de olvidarse el gesto generoso del que fuera el propietario del sanatorio, Vasallo. De la operación, que significó la suma de $200.000, hizo un donativo de $30.000, a la vez de ofrecer sus servicios como cirujano. No dudó la sociedad en enajenar dos propiedades inmuebles –sitas en Montevideo N° 1056 y Laprida 1483– para hacer frente a los primeros pagos. Los asociados no estuvieron ajenos a la situación y, con la adquisición de rifas por valor de $10, colaboraron en la medida deseada, adquiriendo las siete mil emitidas.
En el año 1920, el doctor Francisco Mastrosimone lleva adelante dos proyectos señeros en la vida de la Sociedad: la construcción de un hospital social propio y la construcción, en el inmueble de
Finalmente, el 6 de noviembre de 1921, se inauguraba el hospital con la presencia del presidente, Dr. Mastrosimone; del vicepresidente, Vicente Ferullo; el secretario, Miguel A. Marchese y el resto del Consejo Directivo de la institución. Al día siguiente, la prensa70 daba cuenta que en más de dos mil personas se calculó la concurrencia. La Banda de Policía de la ciudad amenizó el acto. Una guardia especial de agentes de uniformes y la Guardia de Seguridad, con la caballería de gala, dieron el marco necesario al acto. La correspondiente bendición
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estuvo a cargo del vicario foráneo presbítero Nicolás Grenon, haciendo uso de la palabra, luego, el director del Hospital, Dr. Francisco Mastrosimone. Las autoridades presentes fueron el vice gobernador de la provincia, señor Mendieta, el diputado nacional señor Calixto Rodríguez, el jefe del regimiento 11 de infantería, el gerente del Banco de la Nación Argentina, el doctor Padilla, el jefe de la administración sanitaria Dr. Coulín,71 el secretario de la intendencia municipal, el jefe político y su secretario, el jefe del Distrito Militar, el presidente de la Cámara de Diputados de la provincia, el gerente del Banco de la Nación Argentina, el jefe del Regimiento 11 de Infantería. Expresamente, desde Buenos Aires, vino el Dr. Padilla, el cuerpo consular, diputados nacionales, el jefe de la Administración Sanitaria, el cuerpo médico de Rosario, profesores y estudiantes de la Facultad de Medicina. Se sirvió un lunch y las damas presentes fueron agasajadas con un ramo de flores. Los actos culminaron al mediodía.72 La ciudad, que contaba con una población superior a los 250.000 habitantes, había recibido con gran entusiasmo la puesta en marcha del nuevo hospital. En el año 1939 se inauguraba, en el mismo, la sala de traumatología. En esa jornada del 30 de abril, sería el presidente José Giannone el encargado de tal inauguración que coincidía con el 78° aniversario de la creación de la Sociedad. Las crónicas recuerdan la presencia de numerosas autoridades de la ciudad, del cuerpo consular y de entidades italianas y del cuerpo médico y directivo. En la Asamblea General Extraordinaria del 16 de febrero de 1941, el escribano público Agustín Caputti explicaría el saneamiento de los títulos registrales del Hospital. Dichos terrenos, adquiridos en el año 1921, lo fueron en tres fracciones que fueron exhaustivamente explicadas. Será el 16 de febrero de 1941 cuando el presidente de la institu-
Imágenes publicadas por el diario La Capital el día de la inauguración
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ción someta a consideración y plantee formalmente la necesidad de …demoler el actual edificio de pertenencia de la sociedad ubicado en la calle San Juan esquina Maipú y la construcción, en su reemplazo, de un nuevo edificio, invirtiendo en dicha construcción
la obra encarada por la Sociedad. Y Fernández Díaz, continúa explicando: … El costo del edificio será de $500.000, más o menos… Se explica luego cómo se integrará la diferencia y el cálculo de los recursos previstos, sobre la base del alquiler de los 30 departamentos, la playa de estacionamiento y locales de la planta baja. Deducidas las cargas bancarias, quedaban para la sociedad una utilidad de $21.650 que se lo califica como “bastante apreciable.” Su conclusión, mirando al futuro era bien optimista: ...a los 30 años la Sociedad contará con un capital de $1.000.000, realizando esa operación. Durante mucho tiempo, los socios y la ciudad toda contaron con un servicio médico asistencial de jerarquía. Para una Asociación de Socorros Mutuos, primero estaba lo asistencial. Pero los tiempos económicos, a veces, no opinan lo mismo. Por esa razón, la actividad del Hospital, desde lo económico, comenzó a sufrir dicho impacto.
Foto del quirófano
el importe del préstamo hipotecario concedido por el Banco Hipotecario Nacional y los recursos con que cuenta esta institución…73 Completa su propuesta informando el cálculo de inversión, financiación y recursos sugerido por el arquitecto Fernández Díaz. El mencionado profesional, presente en la Asamblea, dio un pormenorizado informe y, en uso de la palabra, expondrá: …el Banco Hipotecario ha transferido el crédito en las condiciones más favorables… […]… sobre hipotecas sobre la Sociedad, $325.000 y sobre el Hospital, $95.000… Conviene reparar en el informe ya que, de esa manera, se puede apreciar la magnitud de
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Distintas etapas fue atravesando tratando de adecuarse a las épocas. En el año 1966, dada la situación general del país, se tratan en la Asamblea del 26 de junio,74 algunas posturas referidas a la posibilidad de desprenderse de parte del patrimonio, que incluía la autorización para la venta parcial o total del inmueble de calle 3 de Febrero 268/80 y/o del terreno baldío lindante con el edificio de rentas de calle San Juan, llegado el caso, para sanear las finanzas societarias. Pero, también se planteó la posibilidad del cese del Hospital si no se lograra su autofinanciación para el cumplimiento de las leyes sociales y de previsión, por lo cual se decide pedirle a la Comisión Directiva que, en un plazo de noventa días, eleve a la Asamblea un informe y las alternativas de solución. Se formó, a tal efecto, una Comisión especial, integrada por los miembros directivos y cinco socios que deberían cumplir con dicha tarea. Por eso y, más allá de que el Hospital llenó un espacio importan-
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La opción fue dolorosa para el sentimiento de todos. Se decidió su cierre y posterior alquiler del inmueble, donde hoy funciona una institución geriátrica. No obstante, la Sociedad había preservado su patrimonio.
Durante años en el frente del hospital, una placa recordaba el nombre de los socios fundadores: Monteverde; Juan Bautista; Quaretta, José; Arnolfi, Esteban; Rezia, Gaspar; Piantelli, Enrique; Sala, Fidel; Muzzio, Angel; Rivarola, Enrique; Cafferata, Juan; Garassini, Santiago; Grasso, Juan; Recagno, Juan Bautista; Frugoni, Esteban; Fantoni, Carlos y Questa, Ángel
tísimo en la atención de la salud de los rosarinos, los vaivenes de la política y economía nacionales fueron acotando su desarrollo a punto tal que, como tantas otras instituciones, se vio superada –pese a los enormes esfuerzos de directivos y asociados– por aquellos acontecimientos que estaban lejos de poder dominar, aunque sí eran capaces de soportar. La actividad sanatorial, fundamentalmente en entidades de Socorros Mutuos, nunca fue fuente de utilidades; por eso, cuando las condiciones externas lo impusieron, para mantener el servicio se apeló a su tercerización. Tampoco pudieron sostenerse quienes arriesgaron en tomar a su cargo la prestación asistencial. La decisión final fue dura y casi heroica: desprenderse del mismo. Era el sacrificio que la realidad imponía.
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Notas 70. La Capital, 7 de noviembre de 1921. 71. La Lectura Popular, n° 189, Rosario, 15 de noviembre de 1912, pág. 7. 72. La Capital, 7 de noviembre de 1921. 73. Libro de Actas. Asamblea Extraordinaria del 16 de febrero de 1941. 74. Libro de Actas de Asambleas, sesión del 26 de junio de 1966.
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Capítulo XI
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piedad de la sociedad, en donde luego se estableció la sede societaria, por calle San Juan75.
La nueva sede
Fieles, en definitiva, a la política del inmigrante, la mejor inversión era el ladrillo y, con gran visión de futuro, la Sociedad no se apartó del noble consejo de los ancestros. La modernidad exigía la construcción de la nueva sede social en el terreno sito en la esquina de las ya denominadas calles Maipú y San Juan, donde se llevó a cabo una famosa Asamblea de agricultores y delegados de la Federación Agraria Argentina fundada en Rosario el 1° de agosto de 1912, por el Dr. Francisco Netri, presidente de la Sociedad en el período 1908-1910. Precisamente en ese año, se abrió un concurso de proyectos que contemplaba la construcción de dicha sede, además de otras obras –casas de negocio y de familias– en el mismo terreno ubicado en la esquina de las actuales calles San Juan y Maipú. Finalmente, en los inmuebles sitos en calle San Juan 920 y Maipú 1070/79/90, con el proyecto de los arquitectos Picasso, Fernández Díaz y Carlos M. Funes, la construcción a cargo de la Empresa Constructora Arroyo y Spiler S.R.L., (quien también construyó el actual Palacio de Correos y Telégrafos de Rosario), con la ejecución de la estructura del ingeniero Civil J.C. Van Wyk, (quien dirigió, además, la construcción del Palacio Fuentes), se concretó la imponente torre de quince pisos, pro-
La torre de quince pisos y nueva sede
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La obra, terminada en el año1943, fue inaugurada el 25 de mayo de ese mismo año. Se trató de una inauguración simbólica, ya que los tiempos que se vivían en el mundo en plena Guerra Mundial, no permitían otra cosa. La fecha elegida no fue casual. En el Día de la Patria, los italianos dejaban sentir su presencia y colaboración en su desarrollo. Así como un fuerte sentimiento de pertenencia y reconocimiento a la Nación que los había acogido como hijos propios. Esta construcción, única en Rosario, tuvo por finalidad asegurar una fuente de ingresos dirigida al desarrollo de los servicios sociales de la Entidad, destino final de las sumas que por el arriendo de sus departamentos se esperaban obtener. La realidad impuso otra cosa cuando se dispuso la congelación de los alquileres que, por lustros, rigió en el país. Los vaivenes de la economía, las devaluaciones que se sucedieron, impidieron cumplir con el noble objetivo propuesto, causando severas pérdidas a la Entidad.
Capítulo XII
El presente
Entre los servicios ofrecidos a sus asociados se promueve el Servicio de Ayuda Económica Mutual, al que le seguirá el de Sepelio o su correspondiente subsidio por fallecimiento, como, asimismo, el Servicio de Vivienda y de Turismo, con su última adquisición de varios inmuebles que incrementaron el patrimonio societario. Así, los inmuebles de calle San Juan, de Av. Pellegrini y de calle San Luis. A la fecha, la Sociedad ha trasladado su sede a la antigua construcción de calle 3 de febrero, vecina al otrora hospital, remozando sus dependencias y haciéndolas funcionales a la par del moderno estilo de su decoración y equipamiento.
Notas 75. El autor agradece la colaboración de la Arq. Viviana Marini, Miembro de Número de la Junta de Historia de Rosario, por su asesoramiento en esta referencia.
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XII - El presente
El Instituto de Lenguas y Cultura “Unione e Benevolenza” Habían transcurrido 135 años en la vida de la Sociedad pero la fuerza inicial de sus fundadores seguía estando presente. Así, en el año 1996 asoma un proyecto en el seno de aquélla, que, de vastos alcances, tuvo trascendencia por la finalidad que lo inspiraba: recuperar la identidad institucional y retomar los objetivos que hicieron a su fundación. Era el embrión del futuro Instituto de Lenguas y Cultura. Durante ese mismo año comenzaron las gestiones y los primeros trámites para ubicar la nueva actividad en las pautas fijadas por el Gobierno de Italia, a través de sus autoridades locales, para la difusión de la lengua italiana. Fue todo muy veloz y no menos dificultoso. Pero se logró el objetivo propuesto. En el año 1997, con el expreso reconocimiento del Ministero degli Affari Esteri, Ministerio de Relaciones Exteriores, y del Consulado italiano de la ciudad, dio comienzo el primer curso de Lengua y Cultura italiana, con la entusiasta asistencia de un grupo de diecisiete alumnos, socios y familiares de la Institución que, de esa manera, tuvieron la posibilidad de mantener la tradición a través de la lengua ancestral. El comienzo de estos cursos necesitaba de una estructura para contener el entusiasmo de alumnos, profesores y directivos. Como ocurrió en 1861, las ganas volverían a imponerse a la carencia. A falta de un lugar adecuado para el desarrollo del curso, fue la sala de reuniones del Concejo Directivo el elegido. Ciento cincuenta años atrás, la casa del tesorero había sido el lugar donde los fundadores daban rienda suelta a su entusiasmo. La historia de los hombres tiene estas coincidencias. La nueva mutual, en 3 de Febrero 268
Terminado el primer curso, pasados los exámenes y otorgados los
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Instituto de Lenguas y Cultura
Instituto de Lenguas y Cultura
correspondientes reconocimientos, una doble satisfacción pudieron exhibir directivos y docentes: la demostración de un hondo e inalterable sentido de pertenencia hacia las raíces originadas en la cultura italiana y hacia la institución generadora de esa nueva actividad.
reconocidos de enseñanza del exterior para, de esa manera, poder hacer llegar a los docentes y alumnos la jerarquía necesaria en la calidad de la enseñanza impartida y recibida.
Había sido un éxito y los directivos fueron por más. Los cursos se abrieron a la comunidad toda. Por ese motivo, en el año 1998, ante la enorme aceptación lograda, se construye una nueva sala en el primer piso de la sede societaria, dotada con todos los elementos pedagógicos y didácticos necesarios. Inaugurada, se le impuso el nombre de “Juan Belmonte”, en homenaje al destacado directivo. Ahora, la actividad ya tenía un curso de segundo nivel y dos más en el primero. Cincuenta alumnos completaban la matrícula. La modernidad, los medios de comunicaciones, borran las distancias. Por eso, se decide que, sin dejar de ser prioridad la enseñanza de la cultura y lengua italiana, se produzca, también, una apertura hacia la enseñanza de otros idiomas. Se incluyó el portugués y el inglés. Las razones fueron más que obvias: el inglés, prácticamente un idioma mundial y el portugués llegaba de la mano del Mercosur y los lazos que con el Brasil se generaron a partir de ese momento. Socios y no socios, tenían ahora la posibilidad de ampliar sus conocimientos lingüísticos. El crecimiento no se detenía. Ya la sala destinada al dictado de las clases mencionadas, en el inmueble de calle 3 de febrero 268 resultaba insuficiente ante la cantidad de alumnos. Era el año 1999 y la urgente necesidad de contar con un ámbito adecuado a esos tiempos se imponía. La momentánea solución estaba cerca. A pocas cuadras se alquiló un inmueble que fue adaptado para el desarrollo de las actividades del Instituto, precisamente en 9 de julio y Juan Manuel de Rosas.
Más tarde, será la escuela Mariano Moreno, ubicada en calle Paraguay y Mendoza, la sede del Instituto y fue lo que decidió a los directivos de la entidad a plantearse la necesidad de adquirir un inmueble donde poder desarrollar estas actividades culturales que no cesaban de crecer. Se logró adquirir el inmueble de calle Mendoza 659 y se comenzó con la construcción del edificio donde hoy funciona. Pero debemos resaltar un detalle que no es para nada menor. Estos sucesos tuvieron lugar en el año 2001, momentos difíciles para la economía nacional si los hubo. El emprendimiento fue todo un desafío. Finalmente el coraje, la ambición, pudieron contra cualquier dificultad que se presentó y en el mes de abril del año 2002 era oficialmente inaugurado el “Instituto Unione e Benevolenza.” Ahora, con un ámbito adecuado no sólo a los tiempos, sino a las necesidades físicas de aquél, se le agregó una sala de computación e internet que permitieron el ingreso de un número mayor de alumnos. Desde el año de la inauguración, el Instituto amplió su oferta: también se comenzó a enseñar alemán y francés. Y los vínculos internacionales mencionados se ampliaron con entidades como la Universidad de Siena, la Universidad de Venecia y la Universidad de Caxia do Soul, que avalan la calidad de la enseñanza. Llegó, entonces, el momento de probar fuera del país los conocimientos adquiridos en terreno propio. Así nació la idea de los viajes de perfeccionamiento a Italia y con ellos el medio de tomar un contacto directo con la cultura italiana. Será el objetivo a cumplir desde ese momento y el propósito definido de su cumplimiento anual.
En el año 2000, ante la cada vez mayor cantidad de alumnos, se apunta a la excelencia. Para ello, se realizan contactos con centros
En el año 2009 se realiza el I Incontro di insignanti di italiano
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LS”, cuya organización estuvo a cargo de los docentes del Instituto y al cual concurren prestigiosos docentes de universidades italianas. Se contó, además, con el apoyo de editoriales especializadas. Más de 150 fueron los asistentes, todos docentes de lengua italiana de la Argentina.
Epílogo
En el año 2010 un contingente de profesores y alumnos se trasladaron a Le Marche, donde fueron recibidos en la D.A. De Cameritto. El año del 150° aniversario de la fundación de la Sociedad tiene al Instituto de Lenguas y Cultura italiana en pleno apogeo y desarrollo en su actividad, a la par de que su prestigio, día a día, crece en una ciudad que exige cada vez más la excelencia en este tipo de actividades.
La vida –de las personas y la de sus instituciones– tienen momentos irrepetibles. Momentos que –cada tanto– se impone la necesidad de recordar. Siempre es necesario voltear hacia atrás y no sólo ver, sino mirar el camino transcurrido. Es saludable –de tanto en tanto– detenerse y es inevitable hacer un balance. Y, en ese recuerdo, incluir las obras, los proyectos concretados y los otros; las frustraciones, los logros, las personas que los hicieron posibles, aquellos a quienes les debemos lo que hoy tenemos; lo que ayer tuvimos. En ocasión de conmemorarse el centenario de la Sociedad se recordó a las personas que imaginaron esta obra…y la concretaron. Hoy también los tenemos presentes pero, además, destacamos a quienes la conducen y apoyamos a quienes tendrán la obligación de llevarla más allá de este sesquicentenario. Toda esta enorme labor, esta fenomenal empresa, esta casi titánica tarea llevada adelante empeñosamente y sin denuedo por los inmigrantes italianos, nos toca muy de cerca y no sólo es parte de la historia de muchos sino que es el principio de la historia de cada uno de nosotros, sus descendientes.
El instituto de idiomas, en Mendoza 659
Cuando en 1961 se publicó76 el recorrido histórico de la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos “Unione y Benevolenza” de Rosario, bajo el título de “Una Centuria de Beneficencia y Mutualismo”, se recordaba el pensamiento del profesor Martignetti, hecho palabras en el marco de la Exposición Internacional de Torino del año 1911, cuando Italia celebraba el Cincuentenario de su nacimiento político, oportunidad en que será el pabellón argentino,
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Epílogo
que ocupaba más de 4 mil metros cuadrados, uno de los mejores y el primero en ser inaugurado. Fueron sus palabras: “Sin las sociedades italianas nuestros trabajadores, dispersos acá y allá, perderían grado a grado el idioma, los usos, las costumbres y tradiciones del país de origen, encontrándose así solos en un mundo nuevo, sin protección, sin ayuda, sin consuelo. Sin las Sociedades italianas quitaríamos a nuestros trabajadores esa satisfacción moral que es bálsamo para el corazón del emigrante. Que es incentivo para las nobles empresas, que realza y ennoblece el espíritu trabajador y le da fuerzas frente a todas las adversidades de la vida”. “En torno de otras tantas banderas con los colores de la patria, desplegadas con el santo nombre del socorro mutuo, se reúnen ejércitos de trabajadores italianos. En su mayor parte son los humildes, los héroes desconocidos, los mártires oscuros que luchan por la existencia combatiendo palmo a palmo, resistiendo las más rudas tareas, soportando continuas privaciones, realizando cualquier sacrificio sin ninguna queja, mientras ganan con el honrado sudor de su frente el pan para sus propias familias y para sí.” En aquella ocasión, tan sentidas palabras sirvieron casi de prólogo. Ahora, de epílogo. Todo continúa. El espíritu inicial perdura intacto. Que siga así es nuestro deseo.
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Rosario visto desde el río en 1865
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Inmigrantes
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Tapa revista Todo es Historia, edición especial
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Censo Nacional 1869. Primer Censo Provincial Santa Fe 1887, II Censo Nacional
Teatro La Esperanza
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1895; Censo Municipal de Rosario 1900; III Censo Nacional 1914.
Sede social en la calle San Juan 940. Demolida alrededor de 1945
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Commissariato Generale dell’emigrazione - Annuario Stadistico,
Plano de la ciudad de Rosario de 1875
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Panteón histórico
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Panteón actual
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Diario La Capital edición especial por su centenario (1967) Diario La Capital.
Diario La Confederación
Imágenes publicadas por el diario La Capital el día de la inauguración
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Historia de la Fotografía, Memoria del III° Congreso de Historia de la Fotografía
Foto del quirófano
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La Lectura Popular.
Placa en el frente del hospital
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La torre de quince pisos y nueva sede
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La nueva mutual, en 3 de Febrero 268
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El instituto de idiomas, en Mendoza 659
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