Corazón Delineado de Williams Viveros

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Viveros Williams Corazón Delineado 1ª Ed. Chile, La Maricartonera, 2018. Diseño de Portada: José Manuel Simons 74 Págs.

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ARTERIAS Este libro no es un diario de vida, no es una novela ni menos tiene un final feliz. Este libro aún se está escribiendo en alguna esquina o contigo mismo que ahora lo tienes en tus manos y te haces parte de esto. Este libro es una mezcla de todo lo que nos hizo ser persona, ser cola es cargar con un estigma de pequeño, de no saber qué se es, no poder jugar de igual manera con otros niños, el rechazo constante, una mirada de una madre avergonzada, es cargar con la sombra del VIH, ya que todos los slogan nos la tiran, es llegar a vieja sin una caricia… es un montón de ideas previas que se nos cargan a todos quienes salimos de un closet, del cual salimos sin siquiera haber querido estar ahí. Estos son micro cuentos sobre momentos que tal vez nunca existieron o que en este mismo momento se está repitiendo la historia.

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CORAZÓN DELINEADO Y aquí termino y comienzo Con el corazón al descubierto de sangre eterna Con el lodo que nos cargaron de pequeños Y luces que cerraron nuestros sueños. Aquí me quedo con todas las burlas y el dolor Con tus prejuicios por mi amor Y con otros abrazos de amor En las sombras jugando con muñecas Mirando colas viejas riendo solo por llegar vivas a los setenta. Somos los que no tienen cabida Que con garra vamos mirando la vida Lamiendo con chistes negros nuestra herida Haciéndonos los tontos con chistes del sida. Este corazón es de todos y del viento El corazón se delineó con cada trueno alrededor El corazón se quebró con amigos muertos Los primeros avecinaban que esto sería parte del destino Que si la cola se muere siempre es por su sangre y después en otro tino. Aquí va todo lo que soy, todo lo que me construyó Un corazón en la sombra de la cordillera Y ahora tú lo tienes en tus manos y es tu momento de escupirlo o abrazarlo ¡Pero haz algo! 7


Que la sangre se coagula y un motor sin movimiento se oxida Ya no hay más que ocultar sólo esperar que estas letras no se las lleve el viento Y que estos cuentos ayuden a otros a delinear su propio pasar Que ya no le tememos a las balas ni a las patadas Nuestro momento es ahora Caminando juntas por la calle, por las plazas y colegios De la mano, abrazados y dándonos besos “No hay identidad”, gritan los canutos Pero todos llevamos por dentro el dolor del Zamudio Con los que no están y nos dejaron Por los que ya no tienen más fuerzas para luchar Por los que no encontraron trabajo por su identidad Por las más viejas que no encuentran consuelo en su soledad Somos todas juntas en algún lugar En estas letras que nos ayudan a pensar Que por más mierda que nos tiren Si tuvimos y tenemos una cultura que rescatar Y cuando ya no respiremos seremos eternas… Y en ese momento terminaré y comenzaré de nuevo En este infinito corazón Nuestro corazón delineado.

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“He tenido que luchar para ser yo misma y para ser respetada. Para desnudar este estigma, para mí, es algo para estar orgullosos. He tenido que hacer frente la sociedad, la Iglesia, que dice 'homosexuales sean condenados'. Es absurdo. ¿Cómo se puede juzgar a una persona que ha nacido así? No estudié para ser una lesbiana. Ellos no enseñan que yo sea así. Yo nací de esta manera, desde el momento en que abrí los ojos” Chavela Vargas.

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NOCHE EN LA DIVINE Esa noche en el puerto prometía tanto, -“Llegamos toas de Chanel, de Dolce & Gabbana, de Franell… weás que una inventa porque en Santiago, ahí en Rosas, con la oferta del retazo nos armábamos trajes soñados”- me dice la cola. La noche, la costa, la brisa, la vida, todo era un momento perfecto, nada faltaba. La amiga me mira y me dice -“¿Cómo que nada, weón? Falta el Armando, dijo que me iba a pasar a buscar a las diez y son las once y na’ que pasó”-. -“Ya va a llegar hija, tranquila”- le dije pa’ darle ánimo. Él de la puerta de la disco nos revisan a regañadientes. Ya al entrar, entre las sombras que bailaban, distinguimos a la Luis, la Aurora y la Celeste, la Pablo venía en camino, como siempre atrasada. Mientras nos dirigíamos a la pista, la amiga me lanza una mirada sobre el hombro y en tono serio grita: -“Sírveme un trago y siéntate a mirar que esta noche es mía y nada puede fallar”-. Y comienza a delirar con el bum… bum… bum que retonaba en el piso, moviéndose en pasos de contorsionista, que si la hubiera 11


visto el Tomás Gonzáles, hasta le hubiera dado un diez por sus movimientos; dime tú, quien más que ella era capaz de hacer que el de la barra le diera dos tragos por el precio de uno. Ella no más po, y sí le dai´ cinco minutos va a la barra y vuelve con tres por uno, si esta tiene una mirada que hasta la Cleopatra le tenía envidia, habían mitos que decían que era capaz de hacer pelear a los marinos de Valparaíso solo por sentarse con ella. -“Algo tendré po´niña”-. Éramos tantas sin nombre bailando esa noche, escondidas del mundo exterior, endiosando nuestro cuerpo pecaminoso, sin ser juzgados, escondiéndonos hasta de nuestras sombras. El 93 fue difícil porque la democracia hasta nuestra pista de baile nunca llegó, el “NO” fue un triunfo que también negó nuestras existencias. Un hombre sacó a bailar a la ésta así que de un minuto a otro dio su mirada a todas las que estábamos bailando y dijo: -“Me voy weonas, pero no se vallan sin mí”-. -“¡No niña! Vuela tranquila que aquí te espero”- dijo la Luis mirándola marchar, que en ningún momento dejó sus plumas. Nosotras acostumbradas a su amar fugitivo sólo hicimos un brindis por su nuevo amor. -“¡SALUD!”-.

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En medio de “Mama mía” de Abba la Aurora dijo: -“Weona, en esta disco, puta que fuman los maricones, tanto humo niña”- y toas hicimos un salud por ese humo, porque a las locas el humo nos daba un efecto de ser siniestras, de mala vida, de ese algo que renegamos pero a la vez nos daba luz. Los colas y el humo éramos uno. Y la música seguía fuerte, hasta que la ésta vuelve desde del baño gritando: -“¡Fuego weonas, corran!”- y toas pensábamos que estaba copetiá, así que también sacamos otro salud por eso y no la pescamos, hasta que vimos a un weón correr histérico por los pasillos. -“Weona calmate, ¿qué está pasando?”- le pregunté. -“Escúchame yo vi fuego en la otra pista”- y en eso las luces comenzaron a encenderse, los vidrios comenzaron a tronar y todos corrieron hacia la salida. Todas corrieron y comenzaron a encaramarse una sobre otras para lograr escapar de ese infierno que nos quemaba vivas. La puerta de entrada ya no abría, el colapso era total. -“Weona, sígueme por las escaleras”- dicho esto, todas la seguimos porque con sus dotes de atleta era capaz de saltar a tanto maricón histérico que se nos tiraba. Corrimos hasta llegar al tercer piso, pero la Isidora se quedó abajo en el cúmulo de 13


personas tratando de salir por la puerta principal. Ya arriba, el fuego casi tocaba mi espalda. -“Weón, no mirí pa’atrás, están toas ardiendo y mira mi vestido de Chanel, parece el vestido de la esclava Isaura”-. Ya no teníamos escapatoria así que con la adrenalina a mil la Luis saltó del tercer piso de la disco a la calle, toas quedamos tostadas mirando esa cofradía. La amiga me dice: -“Salta tú, vamos”- y le respondo un entrecortado -“Weona salta tu primero dame valor”-y ésta confió en mi palabra y se lanzó al vacío, no sin antes darme una última mirada maternal, esa mirada que se da cuando algo te dice que llegó el final y que ya nada puede cambiar. Cuando fue mi turno de saltar un grupo de hombres en la desesperación de salvar sus vidas me tomaron del hombro para abrirse espacio, saltando uno tras de otro, aplastando su silencio en la caída. Para mí fue tarde… el fuego me consumió en minutos. Ese 4 de septiembre del 93, la discotec Divine ardió, muchas otras terminaron irreconocibles física y moralmente, muchos de nuestros familiares ante la vergüenza de saber que su hijo iba a una disco gay prefirieron darnos por desaparecidos y no reconocer nuestros cuerpos dejándonos abandonados. La puerta de emergencia abría hacia adentro y con el tumulto nunca se pudo abrir, es por eso que la Isidora fue de las primeras en morir. El 2008 se cerró la investigación indicando en el informe que nunca hubo un ataque homofóbico como 14


señalaron los testigos, que vieron a unos weones echar bencina por el baño, pero según las pericias, fue un problema eléctrico, un corto circuito, pero como dijeron los que se salvaron esa noche: -“La música nunca dejó de sonar”- y al ritmo de ABBA muchos terminamos nuestra vida aquel día.

Texto homenaje a los fallecidos que hasta el día de hoy no son reconocidos. Texto basado en los relatos de la Lemebel. Discotec Divine 4 de Septiembre del 93. 15


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“¿Quién es quién para decir que en el transformismo hay perfección?” Katiuska Molotov.

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CEMENTERIO GENERAL El otro día fui con la amiga al Cementerio General, porque a ésta otra se le ocurrió que para que nos fuera bien en los estudios había que pedirle un favor a un muertito, pero no a cualquiera… era al más difícil de encontrar. El sol estaba fuerte, treinta y tres grados de calor, dándonos en el mate y el cementerio sólo porque éramos las únicas locas ese dieciocho de septiembre. Comenzamos a caminar por la parte de las tumbas más antiguas, una al lado de otra, pegaditas, como simulando las mañanas del metro de Santiago, los nichos estaban a medio caer, a medio pintar y a medio olvidar, alguno que otro resaltaba por tener flores aun sin deshojar. Casi de casualidad nos encontramos con el memorial del Daniel Zamudio, weona, en ese momento un escalofrio recorrió mi espalda y la rabia se empoderó de nosotras. Todas esas imágenes de dolor y sufrimiento que vimos en los noticiarios revivían en nuestra memoria. Le hablamos, y con el corazón lo abrazamos. Luego de sentarnos y hablarle un rato continuamos, pero algo de él en nuestro corazón por siempre llevamos. Después de esa imagen, nos encontramos con una pared inmensa con los nombres de los muertos por la dictadura, miré a mi amiga y le dije: -“¿Una pura pared?”-

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-“Es que el dolor debe ser sobrio según ellos po’”- me dice la amiga, igual se notaba que falta pared para tanto nombre que tal vez nunca se va a reconocer. -“Weona por acá esta la tumba de la Violeta Parra”- grita, y como locas nos pusimos a mirar hacia lo alto, entre las tumbas para ver el monumento, y de un sopetón la encontramos. Así como una más, como pidiendo permiso para tener un espacio en aquel cementerio, sin un monumento ni nada, sólo una tumba con la fecha de su nacimiento, muerte y nombre, ni una referencia de quién fue, como si su pasada por estas tierras hubiese sido un grito y nada más. Su tumba no tenía nada de distinta a la del vecino, ni una trascendencia a ojos del turista que pasaba al lado con su gran cámara fotográfica sin prestarle atención, que si hubiera un letrero, ese gringo podría saber que ahí estaba la más grande artista de Chile, pero nada de nada, estaba ahí pasando piola la tumba de la Violeta. -“Este es un país sin memoria ni reconocimiento”- susurré como dándole explicaciones a la Viole. Después de caminar nos fuimos al final del cementerio. Un sector que parecía un sitio eriazo, una parte de tierra sin asunto, me decía en la mente, pero entre el pasto seco y en hilera salían cruces negras de fierro, con nombres gastados, algunas sin una letra, de gente que ya ni importa quién fue, que a lo mejor ni un familiar vivo queda para ir a cuidarla, y ahí estábamos mirando con la amiga con esas típicas preguntas de weonas ociosas. 20


-Weona ¿te cachai estar aquí de noche?-Vo’tai viendo mucha película- me dice. Después de atravesar ese patio de nadie llegamos a unas tumbas que ya no eran solo tierra, eran de cemento, y ahí estaba la nueva tumba del Víctor Jara, la amiga se apuró a sacar el Post it rosado y un lápiz de pluma para dejarle un mensaje. -“¿Qué le vas a pedir?’”-“Nada, sólo quiero saber si alguna vez se sintió libre”-. Y de repente como un taldo lanza un: -“¡Ya me acordé de quien era la tumba que vine a buscar!”-“Habla niña, que ya me tienes los pies agonizando”-. -“La tumba de Manuel Montt, que una profe me dijo que a él se le pedían los favores para entrar a la universidad”. Negra quedé, que caminamos tanto para pedirle un favor a un presidente, y del puro impacto yo me hubiera despedido ahí mismo si no fuera porque la amiga se veía tan feliz de haberse recordado de su misión dentro de su cabeza de pollo, y como ya no tenía más nada que hacer, seguí en su compañía. 21


Después nos fuimos al otro lado del camposanto… Y entonces fue como cambiar de mundo en esta otra mitad del cementerio, era todo tan bonito, arboles verdes, nichos familiares, si era otra cosa mariposa, habíamos entrado al barrio alto del Cementerio General. Tanta decoración faraónica, algunas están hermosas hasta para vivir, habíamos entrado al lado cuico, onda La Dehesa de los difuntos. Muertos con apellidos que costaba tanto pronunciar, y otros más manoseados como los Errázuriz, los Gumucio, los Mackennas, y uno que otro González o Pérez aparecían para desteñirle el panorama de este Oasis de cuiqueríos en plena Recoleta. Weona, gente con tanta plata que le seguía pagando al jardinero hasta después de muerta, ¿qué me decí’tú? Tenían bancas mientras que en el otro patio le pedíamos permiso al difunto para sentarnos en su cemento y tomar un descanso. Aquí estaban los presidentes, grandes arquitectos… -“Las cooperativas sin fines de lucro”- dijo la amiga entre risa, porque sus grandes nichos no decían lo mismo. Acá no estaba la Violeta Parra ni el Víctor Jara, ellos quedaron en la otra parte del patio, entre el pueblo… hasta después de la muerte sin ningún privilegio, pero siendo leales a su gente. Si con la muerte no se acaba la diferencia de clases po niña, nos decíamos, mientras le íbamos pegando Post its al memorial de Salvador Allende, y de la Gladys; weona, si hasta a Andrés Bello le pegamos Post its pidiéndole una manito pa´ los estudios, de arriba nos habrá estado mirando con espanto y medio dudosa de si ayudarnos o venir a tirarnos las patas por dejarle Post its 22


rosados en su memorial. Ya nos estábamos acostumbrando al calor cuando de repente aparece el gran nicho del general Carlos Ibáñez del Campo, y ahí sin decir agua va la amiga cual guanaco, se encargó de sacarle brillo a escupos a aquel asesino de tanta cola en otra época, que según muchos, el barco con colas nunca existió y que sólo sería un invento contra su “Gobierno” y que si bien él era homofóbico, no los mataba y sólo mandaba a las primas a un campo de concentración en Pisagüa junto a tanto comunista revoltoso, según él, y que si alguna vez se mandaron a nadar a las colas fueron en menor medida, y en botes, y nunca en barco que la prensa hubiera hecho un escándalo, pero aun así nunca negó tanta muerte, tanto dolor; y tan inconsecuente es el cementerio, que tiene el memorial del pobre Zamudio al otro extremo y a este asesino homófobo de este lado recalcándole su gloria asesina, por eso mi amiga lo limpia con escupos de rabia por tanta cola muerta en su maldad, tantas mariposas que por más que gritaron, les cortó las alas y con ello, la vida. Al final, después de tanto sudar y quedar sucias como puerco, nunca encontramos al bendito presidente pa’pedirle que la amiga entrara a la universidad pero encontramos tanta diferencia de clases niña, de gente que cuando respiraba se encargó de cagarles la vida a otros. Al final todas terminaron juntas, con más o menos plata, se quedarán por siempre pudriéndose en el Cementerio General.

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LA COLA ESTÁ VIEJA Miren al cola, ya está vieja y la amargura no se le quitó; lleva su vista cansada, la piel arrugada y se siente poco deseada. El amigo nos presta su casa pa’l carrete, y después de unos copetes, recuerda a sus amigos perdidos en la dictadura, otros a manos de la homofobia, y los más en la epidemia rosa. Con gracia ironiza cuando vivía dentro del closet: -“Un día no se dieron cuenta y salí con bombo y platillo niña”-, dice entre salud y salud. La discriminación más grande que sintió fue la de Cupido, tirando sus flechas a todos lados y a él lo ignoró: -“Al primero, en los tiempos de jóvenes idealistas, se lo llevó la dictadura; a Pablo se lo llevó la droga, a Sergio... a ese hueón se lo llevó un maricón más joven; si soy como la canción de los diez perritos, pero cuando llega a uno nadie vuelve”. Siempre se anda riendo y tirando la talla, la palabra le brota como challa, entonces, ¿Por qué se habla de amargura? ¿Por qué se habla de “amargo”? Porque los hombres sólo la miran como el payaso, como el buen amigo, y sin copete no la tocan. Cuando habla de sexo, hasta muecas hacen los otros.

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“Huuuuuy niña si yo te contará hace tiempo que na’ni na’, pero de eso no puedo hablar”-. ¿Acaso nunca llegarán a viejos? ¿Creen que la vejez es un cuento? Si pa’una que es joven, un beso cola en la calle es difícil de mirar, imaginen al octogenario con otro de su edad. La gente se pone más cruel, el amor no discrimina edad, se debe aprender a tolerar.

Trabajo le costó encontrar, y por afeminado en una oficina no iba a quedar. -“No iba a quedar de guardia ni de obrero menos de secretaria”-.

De qué le sirve una Ley Zamudio, un Acuerdo de Unión Civil, si en libertad nadie la quiere ver. Él igual se ríe y sigue tomando de su vaso, de mi vaso… y del de al lado; y cuando nos descuidamos se hace un bigoteao. Vive de una pensión, en la casa que de su madre heredó, y de vender ropa usada en la feria, fue lo que la sociedad le dejó. En la villa los vecinos lo quieren, si quien lo hunde es nuestro propio ambiente elitista y machista. Cuando está cocía, después de tanta copa grita:

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-“¡Llegó la Sofía!”- y cambiando de rol imagina que la alfombra es su escenario, e imita a la Yuri y a la Rafaela Carrá, antes de que le venga su apagón de tele y termine muerta de curá. Si todos queríamos ser reinas de cuatro reinos sobre el mar, ¿a mi amigo qué reino le fue a tocar? Con sus últimas ganas se levanta, pide silencio y dice: -“La homofobia me cagó sin remedio, así que tómense esta cerveza sin miedo… miedo a llegar a vieja, y que de esta cola lesa hagan su vida una moraleja”-.

Ilustración: Marcia Molina. 26


“¿Tiene miedo que se homosexualice la vida?” Pedro Lemebel, Manifiesto.

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SEÑOR ¿Es necesario que siga respirando? Te lo pregunto porque la dura que no me enojo si me mandaí' a dormir antes de tiempo, tu avísame y estamos... de hecho, no me enojo si no me avisai', so lo que no arreglé en 27 años, en diez minutos nica las mejoro. ¿Tai' seguro que debería seguir? Te lo pregunto porque de repente vení' con el "Aquí te las traigo Pitter", y mandaí a dormir a gente na' que ver. Weona, si re-evalúas mi situación de verdad que no me enojo. ¡Ah niiña! Te tuteo por que igual te tengo como admiración, ¿quién más que tú ha logrado que su libro dure tanto en el tiempo? ¡Nadie! Casi tan fantástico como “El señor de los anillos”, y niiiiiña la estrategia de Marketing de matar al que no lo leía, la rompió en su tiempo. Igual siento que deberías venir a actualizarlo porque dejaste muchas cosas a doble interpretación, yo misma soy una doble interpretación, pero como te digo, tu libro no me gustó, me deja mal parada y como degenerada siendo que en tu libro se metían entre parientes, con palomas, sí claro, una paloma, y mira que pedirle a un hombre que matara a su hijo por ti, weona veleidosa, ni Stephen King se animó a tanto… pero cuando la mataste fue cuando el protagonista de tu libro prendió el carrete cambiando el agua por vino, jajajaja… ¡ÍDOLO! Pero niña, me fui por las ramas… te pregunto, así sobrio y sin humo en el cuerpo: ¿Es necesario que yo siga respirando? Señor, seguí ahí o te estaí haciendo la loca de nuevo? Porque pa´ hacerte la loca taí da, te lo digo con respeto, siempre con 29


respeto, por que a ti no se te puede decir nada, que la delicada después es una; alguna vez fui a cagarme de calor a Lo Vásquez, sí, ese mismo templo que aún no se reconstruye, qué duuuuuuuuura niiiiña, tanto tiempo, sí yo seré abogada y ustedes duramente estarán buscando peso a peso pa’ la causa. Niña, yo te apaño tanto, tú sabes que antes de subirme a la moto me persigno tres veces, y no es por ti, lo hago por acordarme de mi abuela que lo hacía antes de irse a trabajar, en eso años en que su mano de obra importaba, porque después de los sesenta la llaman pa’ los puros velorios, ¿tú sabes que a los viejos en este mundo se les desecha? Pero niña, tú que las cachas toas debes saber de eso, ¿o también estás mirando pal’ lado? ¿Tai’ segura que debería seguir respirando? Porque te digo que las palabras ya no cambian nada y si mandaste a alguien una vez a arreglarlo, ahora está la pura cagada. Créate una cuenta en Facebook y conversamos, mira que lo de ámense los uno a los otros, a las colas y a mis amigas travestis no nos está resultando. Así como les pido a los otros, si te la diste de creador y si aún te acuerdas de lo que hiciste, no cierres los ojos y también hazte cargo, que aquí abajo la cosa está en colores grises

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LA FICHA CAS Más de alguna vez me han dicho: “Qué bueno que saliste buen cabro, siendo que vivías en un sector re malo”. En una villa en que nadie daba un peso más que la asistente social, que según ella, nunca entendía por qué el puntaje no salía tan alto, tal vez era porque no teníamos piso de tierra, o porque mi abuela a pesar de no tener la enseñanza básica completa, sí contaba con un trabajo… Siempre me cuestioné lo mismo, hasta que el otro día pasé por la villa a dar una vuelta y vi muchos cabros que ni me acuerdo de sus nombres, algunos se acuerdan de mí y ni me saludan, otro que está parado en una esquina pidiendo una moneda al que ve pasar y a mí me la pide diciéndome: -“Weeeena maricón, engancha una moneda pal’ pito”-. De chico se me notó entonces que no era igual que ellos, de chico lo notaron y aunque en ese momento parecía parte del grupo, nunca lo fui, habían insultos y tonteras, habían temas que no me interesaba tratar con ellos, que no me gustaba fingir que me gustaba una niña, que sus palabras me hacían sentir mal, pero aun así me quería sentir parte de ese grupo… de esa jauría de cabros que estaban en la esquina después del colegio, donde tampoco aprendí de mi diferencia y no lo supe hasta que crecí… tal vez sí hubiera salido como ellos por el tema de “las juntas”, o ellos como yo, pero esas juntas no eran tan juntas como parecían, que estaba para el chiste y la tontera, pero nada más… entonces su infancia no fue la mía… por eso cuando me ven tal vez ni se acuerden o no lo quieran recordar, y me da rabia por 31


ellos y pena entremedio, porque tal vez si en el colegio nos hubieran enseñado más, ellos si hubieran sido mis juntas y yo la de ellos. Si de cabros hubiéramos tenido ganas de leer, hubiéramos entendido que mi diferencia era la misma diferencia de cada uno de ellos, y que tal vez ahora los saludaría y prepararíamos algo de vez en cuando. La señorita de la ficha CAS nunca supo que en el colegio no nos enseñaban tanto y que eso debía restar más puntos en su ponderación y pedir que en la escuela nos enseñaran más, que ella no sabía que ni nuestros papás NO conocían los libros que no estábamos leyendo y que ellos nunca pudieron conocer… y ya no importa el por qué los cabros de la villa eran así conmigo, sólo importa que hay uno que alguna vez lo sentí parte de mi pandilla y que ahora pide una moneda pal’ pito, y que pueden haber otros insultados en silencio porque a los niños nadie le resta puntos por no tener acceso a un libro.

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CON EL DE TURNO En realidad yo no sé por qué referirme al de turno si ni yo sé quién será, mejor llamarlo “El cliente sorpresa”, pero no paga. Una vez más, por impulso nocturno, de la mano de la soledad en la cama de invierno, prendo el computador esperando tener una buena charla con alguien que quién sabe cuál es su pasado, porque ni el presente te lo pintan de color natural, que todos los defectos los oculta y las virtudes las maximizan; si con 27 caracteres un par de caritas felices hasta el más tímido se embala en una cruzada poética y te escribe que te baja el sol, que está aquí por casualidad y bla, bla, bla… como si la ventana del chat se le abriera sola, y la web cam se activará por arte de magia en sus piernas. Pablo, me dijo que era su nombre, pero yo no lo voy a cuestionar si es real o sólo es una chapa pal’ chat. Su forma de hablarme se leía bien, luego de unos segundos me invitó a salir, en ese momento supe que él sería el de hoy. Nos juntamos en un pub de Calle Brasil, hasta ahí nada fuera de lo común. Encontrarlo en esa página en la que Cupido dispara flechas al aire ceñidas de lujuria y un sueño prometedor, era una rutina, uno más. Nuestro encuentro fue algo tímido. -¿Hola que tal tu día?-Bien, gracias… algo movido, hace frío ¿y el tuyo?- le respondí al momento que pensaba en qué lugar iríamos a tomar. 33


-Bien también, eres lindo- me decía mientras daba una sonrisa de nervios o de gran manejo en esta situación. Y así fuimos caminando a un pub, con las típicas conversaciones que rompen el hielo, nos miramos de vez en cuando; cuando la pregunta del otro incomoda o simplemente para recordarnos que no caminábamos solos en esta oscura calle en que la luna no era testigo de nada, porque ni yo sabía qué me conducía a este encuentro casual, menos sabría ella a cientos de kilómetros con su belleza y elegancia de dama nocturna, de dama de bien, recatada y siempre sola, como le gusta tanto a este país, no como yo, que ando en estas andanzas medias raras. Escojo un lugar en que la música suena bajo para poder escucharlo. -Pablo, cuéntame ¿qué buscas en internet?- en vez de preguntar por qué me encontró a mí en internet, esperé la respuesta con mucha atención, como si en los próximos minutos fueran lo crucial del resto de la noche. -Conocer personas, estoy soltero hace mucho rato y no voy a discos gays y no me interesa buscar sexo casual, lo que me interesa es conocer a alguien a quien pueda entregarle amor…y continuó con su verborrea sin quitarme la mirada de encima y con una sonrisa prometedora. Luego de escuchar las primeras frases, sabía que el discurso sería el del “Te prometo amor eterno si estás conmigo, no quiero estar solo”, y su discurso se centró en un grito inconsciente de soledad y ganas tremendas de amar y ser amado.

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Lo sigo escuchando atentamente, me empapo de su historia de vida, rara vez le hablo de la mía, ¿me estaré convirtiendo en un fetichista de la desesperación ajena?, de vez en cuando le doy algunos datos de mi vida, migajas apenas, para no abrir un mayor compromiso, algunos reales y otros tergiversados según me convenga en este momento… total ¿no hicimos eso en el computador cuando nos conocimos? -Me pareciste genial, la raja me gustaría seguir siendo tu amigo- me dijo luego de dos cervezas -Si po’ obvio Pablo, no perdamos el contacto- respondo con tres cervezas en el cuerpo. La conversación se pone cada vez más entretenida y pierdo vaso a vaso la compostura y siento que él es el indicado, que debía haberlo conocido antes, y me pregunto ¿Por qué mi copa está vacía y no la vuelven a llenar? El garzón trae una nueva ronda y siempre con la sonrisa serena y coqueta en los labios no dejo de seducir a Pablito que con su mirada me invita a que este momento no se acabe, que ya con el cuarto vaso lo veo más bonito y tierno, y voy cayendo redondita en sus palabras. Miro mi celular y ya es las una de la madrugada, ya es tiempo de irme, después de todo, no seré La Cenicienta, pero tampoco soy tan loca pa’ lanzarme con un posible psicópata del chat. -¿Te quieres quedar un rato más?, o podemos ir a mi depa, es cerca- me dice con la sonrisa casi de silicona, que con los cinco vasos bebidos no se le ha caído.

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-No, vale amigo, te pasaste, gracias por la invitación y la buena compañía- Recalco la palabra “a-mi-go” para que sepa que el cuento por esta noche se terminó, y debo volver a estar detrás de la pantalla donde nos conocimos. -¿Te tinca si nos vemos dentro de la semana?- dice Pablo lleno de esperanzas. - ¡Ya!, teniendo tiempo te aviso, ¿me vas a dejar a la micro?sé que no lo llamaría en esta ni la otra semana, también sé que no podría decirle otra cosa porque la noche aún no acaba y dentro de mi fetichismo no está el vernos con caras largas al terminar una cita. Y así fue como sin darme cuenta comencé a salir con uno por noche, ya ni me acordaba de los siguientes nombres, más bien me acordaba del lugar al que fuimos, lo que comimos y uno que otro detalle anecdótico que me cuenta mientras siento el sabor de la cebada en mi boca, y sí su nombre es fácil de aprender lo recordaré un par de días. Como el que me contaba que su pololo lo cagó tantas veces que ya no creía en el amor hasta hoy; o el que no podía salir hasta tan tarde ya que tenía que dejar a los niños en el colegio; o el que me decía que sólo era para amistad y hasta ahí bien, con el detalle que al otro día se le olvidaba la promesa de que nunca tendría pareja y comienzan las lluvias de los mensajes de texto y las palabras sacadas de un Corín Tellado. Y mi fetichismo sigue intacto, alguien que me haga sentir deseado, al llegar a casa mi cama sigue vacía, mi mano solitaria recorre mi cara, y mi alma sigue embriagada, y si esto está mal espero el karma aquí acostado, prometo no reclamar ni llorar, 36


pero piensen ustedes que si esto pasa es porque también soy parte de algún karma por amar a un ideal detrás de una pantalla sin alma. Por dejarse llevar por la soledad y ansiedad de amar. Y mientras escuchan esta historia me pregunto, ¿qué hombre me estará esperando en el chat al irme a acostar? ¿O este juego cuánto durará hasta que alguien me llegue a matar?

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“La belleza es un espacio sensacionalmente efímero y volátil por nuestra peculiar forma de apreciar las cosas y ver la vida. Lo que para algunos es bello, muchas veces es el ejercicio condicionado de ver lo que quieren que encontremos bello. Yo por ejemplo, veo belleza en lo que la gente encasillaría como horrible” Hija de Perra.

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FRANKLIN El fin de semana fui a Franklin a cambiar un juego, atravesé por un montón de puestos, en que cada uno de los comerciantes me cantaba las ofertas al oído y con un don para convencer que lo quisiera cualquier político; weón, estuve a punto de comprar una pecera con la arena, la comida y el pez, ¡todo en oferta! Y yo como weona, tentada por la gran oportunidad, tuve que pensar tres veces en el bienestar del animalito que no merecía que me lo llevará (más encima ni pasearlo podría, si son más adornos que amigos). Más allá, un tipo vendía libros piratas más baratos que los mismos piratas. -“Aproveche ahora, los mismos que en la tienda están a dieciséis lucas se los tengo a dos”- y era verdad po’ weona, pero si le compraba estaría apoyando a la piratería, pero estaba seguro que ese weón se cagó al que fabricaba el libro pirata y ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón, según mi abuela, que quizá con que ladrón aplicó esa trampa, aun así seguí estoico a la oferta. Más allá, la ropa americana a luca, justo necesitaba una polera y un short, así que me embauqué en la cruzada de encontrar algo de mi talla, mi mamá decía cuando chico que si me cabía la cabeza, cabía el cuerpo entero, pero este cuerpo cambió, y cabezón y todo, debían entrar dos cabezas para que mi cuerpo cupiera. En eso, las señoras a mi lado se llenaban hablando de lo linda que era la ropa americana, no como la que vendían en las ferias en un pañito, y yo pensaba que estas ya discriminan 41


hasta la ropa, que si viene de un gringo es “americana”, que suena más lindo y comerciable y así la marca de Gringolandia que llegó en fardos apretadas como buscando una oportunidad en este país porque en el suyo fue desechada, toma más valor… ante todo esto, para mí, es ropa usada y punto, ¡mira que andar discriminando a la ropa de donde viene! Por cuatro lucas me llevé un conjunto, dijo la amiga top. Al fin cambié el juego, que era a la mierda que vine, pero aún me cuestionaba el haber dejado al pez dorado atrás queriendo volver para llevarlo, pero no debía y volver sería perder tiempo en algo innecesario en este momento, y ese pez que lo imaginé mío, nunca lo fue, que debo dejar de ser impulsivo y morderme las manos antes de actuar, que tal vez si la culpa la tenía alguien era la vendedora que tenía un poder de convencimiento increíble, que con su palabra domó mi voluntad, y pensé que mejor idea era pagarle para que escribiera una carta de amor por mí, que con su don hubiera retenido tanto weón que se me fue por falta de la palabra, por falta de convencimiento. La niña vendedora me tiene pensando en ella y en su don, y tú que te fuiste, tal vez ni te acuerdas que alguna vez me prometiste regalarme una pecera y que cada vez que veo una no importa quien la venda, ni si la niña me convence, así como contigo, siempre me dan ganas de volver por ella.

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DURMIENDO EN POSITIVO Desde que mi sangre se puso delgada el sol me comenzó a esquivar, al igual que los abrazos, los besos y los te quiero de las mañanas en que aún me arropaba en las sábanas. Desde que la sentencia me dio positivo perdí todo derecho a apelación, el amor me esquivó. Hace cinco años, mi vida ronda en las esquinas, acompañado siempre de mis pastillas, el eslogan del Gobierno me higieniza con el lema “Siempre condón”, limpiando mi imagen, poniéndome saludable para la foto, que con un beso no pasa nada, con el abrazo no se pega y no hablan de mis dolores y de mi diarrea, no hablan de qué se hace cuando ya eres positivo, o peor, qué hacer cuando te enamoras de uno, sólo hablan de cómo esquivarme. Da lo mismo en qué esquina me contagié, o con qué pareja, o en qué trio, o si el condón estaba vencido… si esa noche prometía tanto, el loco me dijo que estaba limpio, yo de caliente le creí y fui a la guerra con fe en que no iba a cagar a la primera y aquí me ven, no hay reloj que marque en retroceso, decir que me da lo mismo sería un cuento, como cuando la de la terapia me dijo que esto es como la gente que es diabética, que si no te cuidas puedes empeorar, pero a esa gente todavía le dicen te amo después de confesar que su sangre es más dulce, todavía quieren dormir con ellas, mas cuando le digo que amarme es despertar con un cero positivo cada mañana, la historia cambia y desaparecen apenas les cuento, aunque sea de madrugada. Como la otra vez que conocí al Andrés en la disco, bailamos, me 43


cantó al oído, con los días nos seguimos conociendo y recorriendo nuestras vidas hasta que le conté que mi sangre no es como la de otros, sin esperar que terminara mi helado en aquella plaza, me increpó: -“Soy terrible maricón, por qué no me advertiste”-, me deseó lo peor y me dejó, se fue, corrió y voló. Me pregunto: ¿y cuándo es preciso contar? ¿Apenas les saludo? ¿A la primera cita? ¿O después de un año? A otro que después de un mes ya me estaba bajando la luna, en el décimo piso de su depa, después de un carrete en que me la ganó el copete, le conté sobre mi bicho; en un dos por tres, no le importó que estuviera sin polera, me tiró las cosas por la ventana y a las cuatro de la mañana me dejó con las ganas, me desechó, ni siquiera me recicló, me botó y así con todo esto se me fue delineando el corazón, comencé a acumular decepciones y empujones que me acercaban cada vez más al abismo. Con el tiempo comencé a optar por el amor clandestino, hoy un Rodrigo, mañana un Camilo y después un suspiro, a veces hasta un pepino, la estabilidad y los vibradores no son lo mío, y no me interesa forzarle la mano al destino; una vez por semana el psicólogo me encamina y el psiquiatra me droga, no hay cambio, lo único que me tiene respirando y por las fiestas mujereando es la risa de los compañeros, esos que en cada recaída están limpiándome los vómitos, limpian los vómitos de mi soledad… ni la familia, porque no sabría cómo contarles que tengo esto que me limita a sonreír completamente, que no hay política pública que dé abasto. Mientras una derecha nos quiere 44


invisibilizar, una izquierda me muestra de lo más normal, casi como si fuera una pulsera que llevar, como si fuera un pajarito de cristal al que tienen que adornar con brillos, luces y colores, y amarme sólo porque sí, porque mi lepra así lo obliga, espero que este sistema no me la gané y decir al final de mis días: todo esto de aguatar porquerías de verdad sí valía.

Ilustración: Marcia Molina

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HAZTE CARGO ¿Te acordai que me dijiste que estaríamos juntos toda la vida? Puta, yo si me acuerdo po’, yo sí tengo memoria Te vuelvo a hablar para que te hagas cargo de tus promesas ¡Weón… hazte cargo! Te acordai que en el oído me decías un montón de cosas bacanes, cosas que según tú, eran para siempre. ¡Oye, por último mírame a la cara ahora! Que mañana ya no estaremos. Oye, quiero que te hagas responsables de los sueños que construimos, de las veces que caminamos borrachos a la casa, por las veces que me sujetaste mientras lloraba, por las palmadas en la espalda que me diste por mi nuevo trabajo, por las navidades que vivimos. Oye, por ultimo respóndeme, no te quedes mirando el piso, ¿pa’ qué mierda me presentaste a tu familia, me hiciste encariñarme, pa’ qué mierda tomaste mi opinión cuando compramos una cama? Sé que en los últimos meses te metiste hasta con el que creí que era mi amigo, te grité, te lloré… ¡Me cansé! ¿Qué más iba a hacer? Sé que los recuerdos no me hablan, parezco loco aquí sentado en el pasto esperando una respuesta, igual te voy a dejar las 46


flores aquĂ­ al lado, te voy a retar cada vez que te venga a ver, por no hacerte cargo de tus promesas.

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“No se puede corregir a la naturaleza; palo que nace doblado, jamás su tronco endereza” Willie Colón, canción “El Gran Varón”.

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LA MENTIRA PERFECTA ¿Se me nota cuando miento? ¿Que no sé mentir? Soy el mentiroso casi perfecto. Mentí desde que nací, si hasta el primer beso lo escondí. La mentira la desarrollé con el tiempo. No aprendí a mentir por un par de votos en una urna, lo mío fue pa’ que no me sacaran la cresta. Seguí mintiendo cuando en la fiesta saqué a bailar a una “Esta” y no a un “Este”. Fui buen mentiroso, si hasta le hubiera gritado “Maricón”, al que caminaba medio afeminado, sólo por rabia de verlo tan revelado. Porque uno tiene que ser sumiso, porque el tema no se toca. Que primero se habla de la bencina, del colegio o de la malaria, antes de hablar de esa mariconada. Un día mentí mal. Me pillaron las muñecas de papel escondidas bajo la cama, y con un combo de una madre inadaptada me dejó la cara marcada. No podía volver a errar al mentir. Pero luego lo corregí. ¿Qué no se mentir? Que hasta los goles gritaba para que no se me notara, y si andaba de ánimos hasta lo celebraba, con muecas disimuladas. Con el tiempo conocí a otros mentirosos, ellos pulieron mi técnica. Con ellos no era necesario mentir. Tenían hijos y familia, toda una vida escondida.

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Seguí mintiendo con los primeros pololeos. Las primeras erecciones, con estas nace la culpa, siempre de la mano de la mentira, que sin espejo retrovisor continuaba en mi vida. El sudor de las manos me delataba si un chico guapo se acercaba, por eso con una mirada insidiosa lo atacaba. La mentira comenzó a aflorar, era sólo cosa de esperar. Después de años de aguantar, una mano caída me comenzó a delatar. La voz más delgada y elocuente, con gustos poco frecuentes. El deseo sexual ya no lo podía aguantar, de alguna forma el maricón quería aflorar, recordando a mis compañeros comenzaron los pajeos. Mi lado femenino no lo podía demostrar, y como coartada, a una amiga lesbiana de polola a mi padre la fui a presentar. El trato era no besos, sólo abrazos, pero en esa puesta escénica los papeles no me quedaron claros, ¿yo era la sumisa, o era el de las riendas? No nos alcanzó para el Oscar en esa mentira, pero de pura emoción la familia puso empeño para seguir el juego. Siempre con la ilusión que de mi boca no saliera la palabra “Maricón”. Porque la familia, la esperanza nunca perdió, justificando mis gustos raros, con lo del internet, que el niño es más educado, o simplemente miraron para el lado. Yo por mi parte podría haber mentido toda mi vida y ser el mentiroso perfecto, pero a alguien no podía engañar, y esa es a mi propia felicidad. 52


EL ARIEL “Si la educación sexual en Chile es mala… ...imagina para una homosexual desorientada”

El Ariel era bacán, su piel, sus ojos, su nombre, y todo lo que a él lo envolvía era hermoso. En las tardes que me dejaban salir a jugar, corría hasta su casa, lo llamaba desde el otro lado de su reja para hablarle, de las Sailor Moon, de Gokú y de las tareas. Él me atraía más que otros amigos y amigas. Él se entraba cuando su hermana mayor lo llamaba enojada porque ya estaba conversando con el cabro amanerado. Yo, ¿cuál otro? Si era el único que no andaba pichangueando. Él tenía catorce años, un año más que yo, nunca me cuestioné que si estaba bien o malo sentir tal necesidad por otro hombre, hasta que un día no aguantamos más y entre risa y juego salió nuestro primer beso. Primer exquisito y último beso, porque salió la mamá y de un grito en el cielo el Ariel a su casa cagando se tuvo que entrar. Pasaron los días y yo dura pal concurso lo seguí buscando, “No está, está enfermo, hoy tiene tareas, está castigado”… y así pasaron las semanas sin vernos y para mi mala suerte no estábamos en el mismo colegio, si lo conocí por pura casualidad, 53


porque al niño afeminado en la calle no lo dejaban jugar, así que insistente como yo solo, un día le fui a hablar. Pasado el tiempo en que no lo dejaron salir me resigné, ya no podía seguir pegado buscándolo, pero una pregunta me daba vueltas: ¿Y sí me embaracé con ese beso?

Que uno era pavo, pero de esos pavos con “P” mayúscula, porque en el colegio nos enseñaban de la cigüeña, del beso de amor y que si la mamá era soltera, era regalo de Dios, y no había más opción. Entonces me comencé a perseguir, no asumí que mi crecimiento de estómago era por comer tanto pan, o por gorda y punto, pero no... De todas las opciones me quedé con que yo estaba preñada. Hasta ahí era raro, porque no sabía cómo debía sacarme la guagua, pero sí sabía que estaba creciendo, y de todas las teorías enseñadas en el colegio la del beso de amor era la que más sentido me daba, aunque fuera entre dos hombres, era beso de amor igual po’, pensaba yo, así que como desquiciada y trastornada me comencé a pegar en la 54


guata todos los días para ver si la guata bajaba y nada, nada de nada. Si mi familia se enteraba, yo cagaba, iban a cachar que si estaba embarazado era porque había otro hombre y hasta ahí llegaba todo. Según yo, iba a la perfección, pasando piola, hasta que un día salí de compras con una tía, y producto de no comer por los nervios de esos días, o qué se yo, comencé a sentir mareos en esa micro amarilla, que si bien eran rápidas daban las vueltas como condenadas, y mi tía lanzó su frase de oro: -“Si estás mareado, ¿no vas a estar embarazado?”- y soltó la risa más profunda que me condenó. Con la impresión de esa pregunta sentí que iba a parir ahí mismo. Debía pensar rápido, no había tiempo ni Internet, así que debía buscar cómo parar un embarazo no deseado y pasaba el día entero en el colegio ensimismado buscando la brillante luz que me diera la respuesta. Hasta que un día llegando de clases escuché por la tele: “María perderá el hijo porque la patrona la empujo de la escalera”, tate dije yo, mis ojos se abrieron de par en par, bendita comedia, gracias María por la respuesta, y me fui al segundo piso, mierda, sin mirar que había una mujer en la teleserie llorando del dolor al final de la escalera. Ya arriba solo pensé: “Esto o nada”, me desaté una zapatilla, me persigne, cerré mis ojos, pero mi cobardía sólo me dejó caer desde la mitad de la escalera “¡Que esto funcione, porfa!”, y a ojos cerrados me lancé. Con el ruido llegaron todos: -“Que mierda te pasó”- dijo mi mamá recogiendo mi dignidad del suelo. 55


-“Nada… me tropecé con el cordón”- le dije. No sé por qué, pero sentí que en ese momento tuve pérdida, fui tan feliz que no sentí los dolores de la caída hasta el otro día, ni los charchazos correctivos de mi mamá por caerme. Pasaron los días y fui a ver nuevamente al Ariel, dura pal’ concurso como yo sola, y esta vez salió su hermana muy enojada para decirme: -“Al Ariel lo mandamos a vivir a otra parte, así que no vuelvas más”- y me cerró la puerta. Se me vino el mundo completamente encima y solo pensé: “Tal vez el embarazado de ese beso no fui yo, fue él… y por eso se lo llevaron”, me fui triste pensando que la madre se enojó conmigo porque no quería ser abuela tan joven, ni menos de un enfermo que le gustan los hombres.

Ilustraciones: Rodrigo Durán

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ALGO DE MÍ MUERE Amo mi arte, me transformo, soy una drag. Comencé por juego y por querer a las grandes divas imitar. Al principio era una peluca con unos tacos bajos, luego cambiaron a 15 centímetros y un vestido que cualquier Miss lo quisiera. Las luces del escenario, los aplausos, todo lo amaba, pero al volver a ser Francisco algo se apagaba, mi alter ego comía mi vida, o más bien, le daba sentido a mis días. No es tarea fácil entrar a una tienda y conseguir algo de mi talla, o conseguir con estos grandes hombros algo que me acomodara. Siempre hay una mirada inquisitiva, una señora que te mira más de la cuenta o más de alguna vendedora me invitaba a abandonar la tienda, ya con el tiempo eso ni me dolía, era como contar que dentro de las posibilidades estaba ser humillado sólo por vestir como no debía. Amaba el ritual de transformación, comenzar aplicándome una base en mi cara, luego hacerme los pómulos, darle carne a mis labios, resaltar todo mi espíritu en mis ojos y rellenar mi cuerpo con esponjas de algún sillón que la vida olvidó. Al final de la función, cuando las luces se apagaban yo debía guardar a la Uran en una maleta, con tristeza veía cómo ante un espejo comenzaba el ritual homicida hacia esa mujer que se negaba a dejar de brillar, pero que por miedo la mataba hasta la noche siguiente cuando otro escenario me permitiera volver a soñar. 57


Llegó un momento en que al sacarme el maquillaje seguía la Uran apoderada de mi ser, sólo que sin maquillaje, lo que para mí era un detalle porque lo que importaba era este corazón que latía más por ser la mujer que soñaba, la más amada, aunque amada por mí y por nadie más, ya que en los 90 ser una mujer en cuerpo de hombre nadie iba a aguantar, ni mucho menos llegar a amar. En escena era una diva, una woman, pero cuando comenzó la transición algo de mi personaje murió… dicen que perdí la chispa, que debería retirarme del ambiente, hasta yo lo notaba, pero al mismo tiempo andaba más calmada, me sentía empoderada. Mi nombre social cambió a Francisca, en realidad Francisca debió ser mi nombre de siempre, y es verdad, tal vez algo de la chispa de la Uran se desvaneció, y era lógico, porque ella mató a Francisco y ahora Francisca se empodera de mi mente y de mi ser, ahora al apagar las luces la tristeza ya no me acompaña de vuelta a casa. Ahora la Uran es un personaje que está feliz y calmada sin necesidad de gritar por nada. Cuando decidí reconocerme como mujer trans, algo de mi personaje murió, Urandrag se apagó, pero al mismo tiempo algo de mi vida real resucito, la mujer que nunca nació, al fin respiró.

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“Hay besos que pronuncian por sĂ­ solos la sentencia de amor condenatoria, hay besos que se dan con la mirada, hay besos que se dan con la memoriaâ€? Gabriela Mistral.

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QUE SI LAS LETRAS… Que si las letras me hablan, que sea ahora cuando lo hagan Que mi puño anda frío y mi corazón esquivo La puta que conocí anda de farra La sumisa que odié está en casa La golondrina perdida en vuelo Y la noche un desvelo. Que si las letras me hablan que no se hagan las locas Que la loca era yo, y para mí, una cuerda La nicotina es mi anfitriona y la cerveza su bandejera La preocupación al ritmo del reloj Y mi corazón, de mí se adueñó Llamen a la conciencia que vacaciones no le di yo. Que si las letras me hablan, que se manifiesten ahora Que mi brújula está en un desierto Mis labios duros como tenazas de cangrejo Y la ilusión es cuento añejo. Que si las letras me hablan, que sean las de ella Que venga La Gabriela a enseñarme cómo guardó tanto amor sin descontrolarse Cómo escribió esas cartas desenfrenadas en silencio sin querer ahorcarse Que la Mistral tome mi puño pa’ gritar lo que yo por cobarde voy a callar. 61


Que si las letras me hablan, que sean más claras Que esto no es matemática fría buscando un resultado Que ya no me siento a gusto a mi lado con el PH más salado Que quiero entender esta tormenta Creado en un vaso de cerveza Que consciente me creo La Cenicienta Callando mi sentir con chelas Con ironía Con poemas.

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LA MUJER QUE VIAJA Cada vez que a sus manos llegaba un imán nuevo, imaginaba todos los kilómetros que tuvo que recorrer antes de llegar a la puerta de su nevera. -“Este es de Punta Arenas, lo sé por los pingüinos; este es de Pomaire, fíjate en la greda que tiene; este de acá, es de Chiloé y lo diferencio por ese hombre feo que aparece con una pata mala”-. Y así se pasaba tardes enteras limpiando alrededor, entre uno y otro y siempre se detenía en alguno distinto e imaginaba lo hermosos que sería aquel lugar de donde vino. Como cuando le regalaron el de Barcelona con la iglesia de la Sagrada Familia. -¡Guaaa, qué increíble sería estar allí!- se decía mientras presionaba sus dientes y comenzándosele a dibujar una leve sonrisa, la imaginaba envuelta de grandes edificios, con gente muy amable. Otros días en que no estaba de buenas, la miraba y veía aquella iglesia en medio de una selva cerca de un río y habitada solo por animales salvajes. Otros momentos, al ver a la pareja bailar tango en su nevera se ponía de pie y cerraba los ojos y los podía ver cómo se movían entre sus muebles de cocina al son de Gardel, y ella inconsciente, les seguía el ritmo hipnotizada por los movimientos de ella y la mirada de él, hasta los aplaudía cuando la canción dejaba de sonar, o a veces

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interrumpida por el ruido de la tetera que le avisaba que dejara esa bohemia noche de tango de lado, para volver a su rutina. Un día se le resbalo el Cristo de Río, y sin esperar más, lo puso sobre la mesa tratando de pegar cada parte en su sitio imaginando qué dirían los brasileros si vieran que de un minuto a otro, por su descuido, se han quedado sin su monumento. Eso no se lo podrían perdonar, se lamentaba. Amaba cuando llegaban visitas a su casa luego de algún viaje, porque sabía que vendrían con algún imán nuevo para ella… Londres, Isla de Pascua, Valparaíso y más lugares que ya ni recordaba, pero que reunía en ese rectángulo de fondo blanco en su hogar. Viajar cada tarde con sus figuras era su pasatiempo, y el de sus vecinas escuchar el relato del cómo había llegado esa diminuta figura de aquel lugar tan lejano, cuántas historias decían, cuantas fantasías tenía ella gracias a sus hijos y amigos, que mientras viajaban, ella con ansias los esperaba para luego, y en silencio, comenzar su propio viaje imaginario a algún lugar que tal vez en su vida conocería desde su diminuta cocina.

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“Tengo cicatrices de risas en la espalda� Pedro Lemebel, Manifiesto

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ADIÓS YEGUA Hoy las letras están de luto, la narrativa guarda silencio y el cielo es más rojo. Chile pierde historia, esa que nadie quiso contar, y tú te atreviste. Iluminaste las noches de frío y tierna calentura con la loca de la esquina, la Nunca-Nunca, Margarito, La Leona, y tanta otra loca que contaste su historia para que no pasaran desapercibidas, ahora lloran tu partida. Gritaste en un tiempo en que otros estaban apagando sus voces, levantaste el puño y golpeaste fuerte por los que veníamos en el futuro. Nunca te vendiste a ningún abrazo hipócrita. Creaste una orgía en tus letras, con la política, la pobreza y la homosexualidad, estos 2 últimos tópicos nadie quería hablar y tú loca, sin censura te atreviste a gritar. Sacaste de la oscuridad un mundo que todos sabían de su existencia pero que nadie quería mirar. Hablaste del poto, del Sida, de las pobres en las poblaciones, de cuando se agarraron viva a la esta y a ti de paso, de cuando desaparecieron algunos compañeros a manos de un dictador, de las noches de carrete en Valpo, de la Divine y del esquivo amor… hablaste tanto, niña, y mira qué raro el destino que te fue quitando la voz de a poquito, pero tu pluma jamás la pudo detener. ¿Cuántos abrazos te faltaron dar? ¿Cuántas disculpas te debe esta sociedad? La última vez que te hablé te conté una historia, luego te dije ¿nos sacamos una selfie? A lo que sólo respondiste:

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-“Cola ridícula”- con una sonrisa y un abrazo pero igual te sacaste la foto. Pedro, te agradezco de corazón todo el camino que pavimentaste, ahora es tiempo que descanses, y sin tus letras, por ahora, soy yo quien dice con dolor en el alma: -“Tengo miedo torero”-.

Ilustración: Paul Andre Bichon

Texto leído en homenaje del pueblo a Pedro Lemebel en El Chancho 6. Viernes 13 de marzo del 2015. 68


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AGRADECIMIENTOS Quiero agradecer a todos quienes permitieron delinear este corazón… A quienes lo rompieron, A quienes lo hicieron reír, A quienes le comprendieron, Y a todos quienes inspiraron este libro. Gracias a Paul Bichon, Rodrigo Durán y Marcia Molina por hacer tan bellas ilustraciones y sumarse a este libro sin condición alguna. Gracias a la Lemebel, la Hija de Perra, la Katiuska Molotov, a la Chavela y a tanta otra por crear resistencia desde su trinchera para las generaciones futuras. Infinitas gracias. Gracias a mi madrina por ser la primera persona en hacerme la pregunta liberadora que me permitió ser quien yo soy ahora. Gracias a mi pololo José Manuel Simons por ayudarme a crear este libro, por ponerle tanta energía a este proyecto y hacerme el hombre más feliz del mundo y reconstruir mi corazón.

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SOBRE EL AUTOR

Williams Viveros, estudiante de 28 años, ganó el primer lugar del concurso literario organizado por la Universidad Santo Tomás con la temática “Migrantes”, su primer libro “Desde la otra vereda” fue publicado por La Grullita Cartonera. Ha participado en antologías como Fronteras, La pelota no se mancha, Venganza, entre otras… tiene una obra llamada “Perra bien perra” publicada con Felipe Mayorga y Demián Guzmán. Después de tres años vuelve a publicar una novela en solitario llamada “Corazón Delineado”. Ha llevado sus letras a bares, colegios, universidades y juntas de vecinos. “Las letras por medio del humor es otra manera de hacer activismo y volverlo más cercano a la gente, porque no busco que todos piensen así sólo busco que lean para que entiendan por qué somos así", nos cuenta.

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ÍNDICE ARTERIAS……………………………………………………………..………………………….5 Corazón Delineado……………………………………………………………………….….7 Noche en la Divine……………………………………………….………………………...11 Cementerio General…………………………………………………………………….…19 La cola está vieja………………………………………………….………………………...24 Señor……………………………………………………………………………………………..29 La Ficha Cas…………………………………………………………………………………….31 Con el de turno……………………………………………………………………………….33 Franklin………………………………………………………………………….………………41 Durmiendo en Positivo…………………………………………………………………..43 Hazte cargo……………………………………………………………………………….…..46 La mentira perfecta………………………………………………………………………..51 El Ariel…………………………………………………………………………………………...53 Algo de mí muere........................................................................……..57 Que si las letras…………………………………………………………………………..….61 La mujer que viaja…………………………………………………………………………..63 Adiós Yegua………………………………………………………………………….………..67 AGRADECIMIENTOS…………………………………………………………………..….71 SOBRE EL AUTOR……………………………………………………..……………………72

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