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¿Y si la muerte no nos separa?

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Las bandas sonoras

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Unas cuentas pendientes

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Publicaciones

Espacio propio para Trujillo Magnenat, en su centenario

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creación y vida

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LA BIBLIOTECA DEL DRAGÓN

LA BIBLIOTECA DEL DRAGÓN

Prólogo a la novela de Roberto Vélez Correa

¿Y si la muerte no nos separa?

La madurez narrativa que venía alcanzando Roberto Vélez Correa se refleja en su renuncia a poblar de citas filosóficas y eruditas la voz de sus personajes. En esta nouvelle predomina lo implícito sobre lo explícito. Tono existencialista.

Orlando Mejía Rivera* - Papel Salmón

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Roberto Vélez Correa, escritor caldense, quien se destacó más como ensayista, sobre todo de la literatura caldense, fue también novelista y columnista de LA PATRIA. Foto/Cortesía Fabio Vélez Correa/Papel Salmón

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omo en un cuento de Lovecraft las palabras nuevas de Roberto Vélez Correa surgen del pozo profundo del pasado y vuelven a poblar la memoria de sus amigos y de sus lectores. Por supuesto, que no lo hemos olvidado y sus libros continúan habitando nuestras bibliotecas y con frecuencia son tomados de los estantes y los subrayados son releídos. ¿Y si la muerte no nos separa? es una nouvelle, inédita hasta ahora, cuya primera versión conocí por su autor meses antes de que a su propia vida, al igual que a su personaje Rodrigo, un médico le anunciara que una enfermedad grave se había manifestado en su cuerpo. Sin embargo, más allá de la premonición o la casualidad, es claro que su personaje tiene mucho de él en la manera como asumió su inminente partida del mundo. *** Roberto, como Rodrigo, recibió la “mala noticia” con una aparente tranquilidad y de alguna manera confió en que sus lecturas literarias lo hicieran comprender mejor su crítica situación vital, pero tal vez intuyó luego con su personaje que: “El consuelo de la literatura es un bálsamo que prende mientras exista la conciencia de contar con una existencia más o menos larga, pero nunca, cuando estamos abocados a la inmediatez del final, como en mi caso. Entonces, ¡qué importaba si la muerte se deslizaba confianzuda entre los personajes de las grandes obras de la literatura universal! La muerte que realmente impor-

taba, que sólo debía importarme era la mía y no la de ningún otro ser, ni siquiera la de un ser de ficción.” *** El momento epifánico de Rodrigo debió ser idéntico al de Roberto, cuando la lucidez de la conciencia les reveló lo mismo que sintió el poeta Virgilio, en la novela La muerte de Virgilio de Herman Broch, cuando es bajado enfermo del barco en el puerto de Brindisi, postrado en una litera y al ver a los jóvenes y fuertes soldados erguidos y mirando al sol, entiende que el mundo de los acostados es la dimensión donde se debe renunciar a las ilusiones del poder, del amor y a la literatura. *** Pero las similitudes entre el autor y el personaje deben terminar acá, pues no debemos confundir un relato autobiográfico con esta nouvelle que tiene todas las condiciones para ser una obra de ficción, autónoma del destino de su creador. En ella cuatro personajes, Rodrigo y Marco Uriel, María Eugenia y Zulma, viven en una atmósfera minimalista lograda gracias a la voz narrativa protagónica de Rodrigo, quien con el diagnóstico de una grave enfermedad del corazón, decide poner orden en los acertijos sin dilucidar que tuvo en su existencia, mediante las preguntas a otros, la reconstrucción de su memoria y la sensibilidad que da el saberse alguien con los días contados.

Rodrigo nunca es explícito y esto le da riqueza interpretativa a la obra, ya que permite al lector encontrarse con potenciales explicaciones de una historia

que se intuye oculta casi toda en lo no-dicho. *** En cierta forma Rodrigo descubre, más allá de los hechos y los enigmas sin resolver, que su vida ha transcurrido de ilusión en ilusión: la de la amistad, la del amor, la del padre y esposo responsable y satisfecho. El engaño de Marco Uriel o la ambigüedad de María Eugenia son, en realidad, las manifestaciones de una imposibilidad epistemológica de todo ser humano: percibimos lo que deseamos creer como verdadero, los otros no nos engañan, somos cada uno de nosotros los que falseamos la propia existencia, para intentar encontrarle un sentido a esa sumatoria de días transcurridos que llamamos con pomposidad la “vida íntima”. *** De ahí el tono existencialista de esta novela, que por momentos recuerda a La Nausea de Sartre. Pero la madurez narrativa que venía alcanzando Roberto Vélez Correa se refleja en su renuncia a poblar de citas filosóficas y eruditas la voz de sus personajes. Lo que hace es más difícil desde el punto de vista técnico: encarnar en las acciones cotidianas de ellos las consecuencias prácticas de esas teorías. De allí ese minimalismo que permite la construcción de unos seres de ficción contenidos, silenciosos, taciturnos, que parecen incómodos frente a las explicaciones y justificaciones abundantes. *** En esta nouvelle predomina lo implícito sobre lo explícito, lo fragmentario sobre lo unitario, el mundo interior de los personajes sobre sus acciones exteriores, lo escueto sobre lo redundante, lo no-dicho sobre lo dicho. Por ello, el poema de Cavafis que Zulma está leyendo en una banca del colegio me parece la llave simbólica que arroja el autor a los ojos curiosos del lector, para que se percate de ella y busque la cerradura que le abra la puerta al plano de los significados más profundos de su obra. El fragmento que nos hace conocer dice: “Y si no te es posible hacer la vida que deseas/ Intenta al menos esto/ En la medida que puedas: no la envilezcas/ En el contacto asiduo con la gente,/ En asiduos ajetreos y chácharas.”

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*** Estos versos corresponden al poema titulado Cuanto Puedas, publicado por el poeta de Alejandría en 1913, y allí Cafavis ha capturado la tragedia arquetípica de la naturaleza humana, que también fue plasmada por el Goethe de Fausto. Sólo poseemos el esfuerzo de intentar vivir como queremos, pero ninguna acción nos garantiza que ob-

tendremos resultados. Somos esas briznas movidas por el viento del poema homérico que confabulamos destinos grandiosos o trágicos, que sólo están en nuestra imaginación. *** Ahí se encuentra el núcleo simbólico de esta novela: es la historia de simples seres humanos, como cada uno de nosotros futuro lector, que inventamos

las tramas de la vida propia para justificar nuestra razón de ser en el mundo y donde sólo nos queda, quizá, la dignidad de la aceptación de lo inesperado y la lucidez postrera del desengaño de todo aquello que creímos sólido como las rocas y verdadero como los aforismos de Nietzsche. *** Con esta obra se nos revela un Roberto Vélez Correa cuya ficción estaba ya alcanzando la madurez, que sólo la logra un novelista cuando los años le permiten que sus lecturas se tiñan con la sangre y las lágrimas de sus propias experiencias vitales. Tal vez, por ello, he sentido una gran nostalgia cuando su personaje Rodrigo dice: “En la existencia de un ser humano pueden darse la cancelación de uno o dos episodios claves que hagan pensar que después de los agitados torrentes llegan por fin las aguas mansas. El deslizarse bondadoso de la barca por la superficie silenciosa del río.

Pero, también las aguas del averno son serenas y garantizan al barquero Caronte y sus pasajeros, un recorrido en cámara lenta que los conducen a la audiencia definitiva, la eterna.”

Es el regreso a Ítaca que poetizó de manera esplendorosa el mismo griego Cavafis, ese viaje final y marítimo para el cual todos tenemos reservado un pasaje que pagaremos con los últimos sueños que habitan nuestro corazón de seres vivos PS *Escritor. Profesor titular de la Universidad de Caldas. Departamento de Salud Pública.

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octubre 23 de 2011

ARTES PLÁSTICAS

Afiches de los Juegos Deportivos Bolivarianos en el IV Centenario de Bogotá

ligencia y claridad del concepto y si la obra establece o no un diálogo visual con el que la contempla.

G. Rubiano Caballero preguntaba un día: “Un cartel bien hecho, bien diseñado, ¿no puede ser una obra de arte?”

El problema nace en que si no es óleo, lienzo, bronce o piedra que perdura, el público pone en duda la validez de la que pretende ser una

Espacio propio para Trujillo Magnenat, en su centenario

Trujillo Magnenat ocupa un sitial de honor entre los artistas caldenses del siglo XX. Era pintor, muralista, escultor, dibujante e ilustrador. Fue más como ilustrador que alcanzó reconocimiento. Para contemplar.

Octavio Hernández Jiménez* - Papel Salmón

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ice el Libro que todo mundo tiene un espacio bajo el Sol, y agregamos que con mayor razón si se trata de un artista pues la obra de arte es prolongación de la mente y la sensibilidad de un creador empeñado en encontrar un espacio particular para perpetuarla.

En cuanto a las artes plásticas, puede tratarse de un espacio amplio del tamaño de una ciudad, como pretendió Botero hacer con Medellín; una plaza, un museo, una esquina, la pared de un edificio o una sala.

Concretándonos en Manizales, el Aula Máxima del Instituto Universitario, desde 1961, cuando Fernando Londoño Londoño era Alcalde, fue escogido como espacio insignia de la obra de un bachué como fue Sandy Arcila.

El Teatro Fundadores, en cuanto a artes plásticas, es un espacio compartido por Luciano Jaramillo con su incomparable telón de boca como también por la obra de Guillermo Botero que ha capturado, por más de 45 años, la atención de los que circulan por el hall del primero y del segundo piso.

La obra de Alipio Jaramillo tenía como espacio de confluencia, luego del éxodo político de la Universidad Nacional en Bogotá, la Biblioteca Central de la Universidad de Caldas como lo solicitaron los profesores de Bellas Artes, a finales de los setenta del siglo XX. Sin embargo, un jefe de Planeación de dicho centro, ante presiones de cualquier índole, decidió desplazarla, de nuevo, al Edificio de Ciencias para la Salud en donde perdió unidad, visibilidad y público. De ser una obra que irrumpía ante los ojos de incontables estudiantes que a diario la contemplaban orgullosos pasó a minimizarse como simple serie de cuadros deco-

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derón, De Greiff, Carranza y Arciniegas.

Los caldenses hemos tenido un conocimiento distante y libresco de la obra de nuestro paisano. Si mucho, las ilustraciones de los libros o una que otra obra que llegaba a Manizales como parte de una muestra y, a los pocos días, regresaba a su sitio de origen.

Basta con revisar los catálogos de obras que poseen nuestras colecciones de plástica regional y nacional para notar que Trujillo Magnenat nos ha llegado más bien de oídas.

rativos en un espacio cerrado, en la mayor parte del tiempo.

La Plaza de Bolívar de Manizales perdió mucho de su ángel desde cuando suprimieron los árboles que servían como discretas cortinas para disimular la incoherencia de estilos y fachadas. La obra original contaba con esas pinceladas de verde que, luego de haber prescindido de los sauces, pudieron ser reemplazadas por una hilera de esos pinos estilizados como llamas que abundan en la campiña florentina de Italia, en las mansiones mexicanas, en la Plaza Botero de Medellín y en la Avenida de Cristo Rey en Manizales. Pero, todo lo solucionaron por la vía rápida: con árido cemento.

A pesar de las obras de Rodrigo Arenas y de Guillermo Botero que exhibe nuestra mal conservada Plaza, mientras no se reorganice ese espacio de acuerdo con el proyecto original del arquitecto Héctor Jaramillo, no dejará de ser más que una antesala de ingreso a la Gobernación y la Catedral.

Carteles de Trujillo Magnenat

El artista

Sergio Trujillo Magnenat (Manzanares Caldas 1911- Bogotá 1999), ocupa un sitial de honor entre los artistas caldenses del siglo XX. Viajó por Europa aunque la mayor parte de su vida transcurrió en Bogotá. Fue profesor en la Nacional y la Javeriana.

El apogeo de su obra coincidió con la de los Artistas Bachué como Pedro Nel Gómez, Luis Alberto Acuña, Gonzalo Ariza, Ignacio Gómez Jaramillo, Rómulo Rozo, Hena Rodríguez, Miguel Sopó, Santiago Martínez Delgado y, en Caldas, Alipio Jaramillo y Sandy Arcila.

Por recomendación del propio Picasso, esos artistas dejaron de insistir en la Academia europea para fijarse en los rostros y paisajes americanos, en sus mitos ancestrales, sus hazañas y costumbres. Trabajada al lado de la de aquellos, la obra de Trujillo no es bachué.

En 2005, con motivo del Primer Centenario de la creación del Departamento de Caldas, el Museo de Arte de Caldas realizó una muestra de “5 maestros del arte caldense” (Alipio Jaramillo G., Sergio Trujillo M., Luciano Jaramillo T., David Man-

Afiche sobre la competencia de tenis de los Juegos Deportivos Bolivarianos en el IV Centenario de Bogotá -1938- realizado por Sergio Trujillo Magnenat Reproducciones/Darío A. Cardona/Papel Salmón

zur L. y María de la Paz Jaramillo G.).

En la nota del catálogo se cita a Jorge Zalamea que, hablando de la relación de Trujillo con lo bachué, testifica que el pintor era “un protestante ante la época y su contorno”. Para él no eran gratas “ni las inquietudes de sus gentes, ni las preocupaciones de su época”.

Sergio fue pintor, muralista, escultor, dibujante e ilustrador. Como pintor quedan sus paisajes puntillistas y retratos femeninos que dejó diseminados en casas particulares, muchos de mirada lejana, de pobre paleta, colores desvanecidos y cier-

tos movimientos corporales al estilo Art Deco de “alargamiento vertical de la figura y el predominio de las sombras convertidas en áreas negras”.

Sin embargo, fue más como ilustrador que alcanzó un reconocimiento que no cesa. En 1937 realizó los carteles que promovían el censo nacional de 1938 y en este año realizó los afiches para los Juegos Deportivos Bolivarianos realizados en Bogotá. Fue Director Artístico de la Revista de las Indias. Realizó ilustraciones para el suplemento literario de El Tiempo e ilustró libros de Caballero Cal-

En la nueva sede que, en 2011, inauguró el Banco de la República para su Área Cultural, en el primer piso del Edificio Versalles Plaza, ubicado en la Avenida Paralela con el túnel de Los Ángeles, Sergio Trujillo cuenta con un espacio reservado para unos carteles suyos que, esperamos, que permanezcan, ahí, por muchos años más.

Se trata de cinco afiches hechos con motivo de los Juegos Deportivos Bolivarianos organizados con ocasión del IV Centenario de Bogotá (del 6 al 22 de agosto de 1938) y en los que algunos han visto un acercamiento al arte ruso realizado después de la Revolución que cantaba las epopeyas seudo místicas de los trabajadores.

Los motivos de los carteles en mención son: la natación, el disco, el tenis, el fútbol y el básquet. En tres se exalta el dinamismo de los varones y en dos la sensualidad de las mujeres deportistas. En todos hay concentración y energía. Son demiurgos que forman un ballet de cuerpos resueltos a abandonar los estrechos espacios de los marcos.

En estas obras se admiran sus elementos plásticos, lenguaje, sobriedad, diseño publicitario de acuerdo a la época y creatividad. Carteles con poesía. Imaginemos los negocios, las oficinas, las vitrinas y los muros externos de Bogotá engalanados para su cuarto centenario con estos bellos carteles.

Sentado cómodamente frente a las cinco obras de Trujillo Magnenat se puede

divagar sobre la apoteosis del cuerpo humano que constituye el arte clásico griego, la obra impetuosa de Miguel Ángel con sus escorzos sobrehumanos y, entre los colombianos, las ilustraciones que Martínez Delgado hizo para la revista Vida, algunas de las cuales son del mismo rango de los carteles de nuestro paisano.

El emplazamiento de estas obras, en el nuevo recinto, se debe a la intervención directa de Ángela Pérez Mejía, Directora General del Área Cultural del Banco de la República, en Bogotá, por cierto manizaleña, y de Claudia Villegas Yepes, Directora de la Sucursal en Manizales. Acertaron porque se trata de dinámicas imágenes con gran eficacia ante los espectadores.

Su valor

Comentaristas y críticos resaltan en Sergio Trujillo M., el acierto en los planteamientos, la tensión, el colorido y el impulso que imprimió al desarrollo del arte de los afiches o carteles en Colombia.

Preguntan si se puede considerar al autor como animador de una escuela de acuerdo a sus postulados o si se puede formular una teoría sobre la gráfica antes de él y después de él. ¿Se podrá aludir a códigos singulares presentes en su obra?

En 1938, fecha de los afiches que han llegado a ocupar un lugar bajo el sol de los caldenses, faltaban trece años para que Luis Rengifo fundara la cátedra de grabado (1951), con nuevos recursos tecnológicos al servicio de un arte para las masas.

En 1938, faltaban 30 años (1938-1968) para que Alfonso Quijano y Umberto Giangrandi abrieran sus talleres en donde se

cambiarían visiones, tensiones y hasta la poética visual. Con estos autores la obra gráfica dejaría de ser un arte menor.

Cuando tiene lugar, en Bogotá, la V Bienal del Afiche (entre el 8 de septiembre y el 24 de octubre de 2011), con la participación de 714 artistas de los que se escogieron las obras de 50 finalistas, no se puede echar en saco roto la obra de Trujillo Magnenat que acertó en los planteamientos subjetivos y en la utilización de los recursos disponibles en su época.

Como recuerda Alain Weill, “comercial, cultural o políticamente el afiche está omnipresente a lo largo del siglo XX. Si bien al principio atrajo a la vanguardia artística –Chéret, Toulouse-Lautrec- … todo ese movimiento será finalmente revisado y corregido en EE.UU. en donde se establece el modelo del afiche internacional tal y como lo conocemos hoy y cuyos principios inventó Bill Bernbach.”

¿El afiche es considerado arte?

Vale la pena contextualizar al artista con la etapa de la publicidad y la propaganda. ¿Cuáles son sus características, cuál es su valor y sus aciertos?

Martha Granados, la papisa de los afiches en Colombia, podrá dilucidar estos interrogantes, aunque para ella, y por anticipado, el cartel sigue siendo “el esquivo y el ausente de nuestra cotidianidad cultural, urbana y callejera”.

Para las pesquisas ante la obra de cualquier artista, Martha Granados insinúa preguntar por la riqueza creativa, la inte-

obra de arte.

Sin embargo, es de advertir que al tratar de afiches se cambia de código y si no se comprende el código tampoco se entenderá la obra.

En el código de los afiches, el concepto de temporalidad es primordial. Los artistas de los afiches comprenden que su obra es más efímera que muchas otras que se realizaron antes y que lo que sale de sus manos son documentos para temporadas fugaces. Un afiche como una revista, en corto tiempo, entra en proceso de descomposición.

Mientras se suponía que las obras plásticas gozaban de una extraña inmortalidad, con el arte de los carteles se comprobó que esa intemporalidad era engañosa o que no existe. Se lleva al límite del desecho. Su durabilidad queda expuesta al deterioro de la atmósfera, del sol y la lluvia, de la incuria y la saña de los transeúntes.

En este sentido, las cinco litografías son una muestra de una etapa de ese arte aplicado en que se convirtió el fenómeno cada vez más creciente de los afiches y que no pasa de moda a pesar de que David Carson se atrevió a proclamar, como una vez lo hizo Nietzsche con Dios, “the end of the print”.

Con esta sentencia como soga al cuello, quedan, ahí, estas cinco litografías admirablemente conservadas, a la espera de lectores de paso y espectadores que ansíen contemplarlas, al subir la escalera de madera que conduce a la Sala de lectura informal, en esa pared sobria que acaban de dedicar a uno de los más versátiles artistas caldenses del que, en 2011, se están cumpliendo cien años de su nacimiento PS *Escritor.

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octubre 23 de 2011

CINE

HISTORIA

La relación entre la música y el cine

Las bandas sonoras Simples acordes de una música permiten identificar de inmediato películas y escenas determinadas. Las bandas sonoras más vendidas son aquellas que han acompañado las superproducciones y fueron reforzadas por la llegada de los videos musicales. Famosas.

Leonardo Pineda* - Papel Salmón

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l cine siempre ha estado acompañado por la música, en las primeras funciones de cine mudo se tenía una orquesta que iba matizando las escenas para hacer mucho más emocionante la experiencia. Cuando apareció el cine sonoro, era obvio que se tenía que sacar partido a tan importante acontecimiento y nada mejor que hacerlo con la historia de El cantante de Jazz (1927), basada en una obra teatral de Broadway de 1925. Desde ese momento y lejos de líos morales, la música se apoderó de la pantalla grande, volviendo eternas e inolvidables una serie de canciones que se han quedado en el aspecto cultural e histórico del séptimo arte.

Entre lo que se escucha y lo que se ve

Desde las famosas interpretaciones realizadas en La novicia rebelde (1965), independientemente de que la película fuera o no musical, el espectador ha hecho asociaciones entre lo que escucha y entre lo que ve. Asociaciones que a veces son complejas y disímiles como en Buenos Días, Vietnam (1987) en la que utilizan en la escena más violenta la melodía de Louis Armstrong What a Wonderful World, la dosis de ternura de la canción soportada en las sangrientas imágenes de un ataque militar, hacen uno de los momentos más densos y angustiantes del cine.

No sería lo mismo ver la escena de la ducha de Psicosis (1960) de Alfred Hitchcock sin el atormentante sonido de violines, violas y violonchelos que va incrementándose a medida que el cuchillo se dirige al blanquísimo cuerpo de Janet Leigh, es un claro ejemplo de

la innegable relación entre lo que vemos y lo que la música nos hace sentir. Ya sea el momento más dramático en el que Julie Christie y Omar Sharif se despiden en Doctor Zhivago (1965) ambientado en la música del Tema de Lara o en la travesía de Scarlett y Rhett Butler por la incendiada Atlanta en Lo que el viento se llevó (1939), las bandas sonoras se hacen absolutamente necesarias cuando se han pensado con propiedad para una escena concreta. Incluso simples acordes permiten identificar de inmediato películas y escenas determinadas, como la pegajosa canción de Dorothy cuando va a buscar El Mago de Oz (1939), de donde sale también la hermosa canción Over the Rainbow (Sobre el arcoíris). O la inmejorable Mrs. Robinson de El graduado (1967), que aún hoy suena como un clásico absoluto del rock sesentero.

Ahora bien existen bandas sonoras inherentes a la trama de la película como en Cantando bajo lluvia (1952) con un inolvidable de Gene Kelly (en la realidad cuando hizo la escena se encontraba muy enfermo, grabando bajo litros de agua que le ocasionaron una neumonía). Otro ejemplo de cuando la canción sobrepasa el filme es Qué Será, Será, cantada por Doris Day en El hombre que sabía demasiado (1956), también de Alfred Hitchcock.

La música disco también tuvo sus bandas sonoras inolvidables, que se convirtieron en hits mundiales como Stayin’ Alive de Fiebre del Sábado a la Noche (1977) y que hizo famosísimos a los Bee Gees; la muy hippie Aquarius de la película Hair (1979), un verdadero himno de la época. Por la misma década estuvo en auge absoluto

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Con la desaparición del tren Manizales, Pereria y Armenia perdieron una valiosa comunicación con el océano Pacífico. La visión parroquial impidió que Manizales tuviera la primera Facultad de Ingeniería Mecánica en Colombia. Oportunidades perdidas.

Saturday Night Fever, película estadounidense de 1997 con John Travolta y Karen Lynn Gorney como protagonistas, de la cual la pieza Stayin’ Alive, de los Bee Gees, es una de las más recordadas.

Superproducciones y superbandas

Pero las bandas sonoras más vendidas y de registro más popular son aquellas que han acompañado las grandes superproducciones que fueron reforzadas enormemente por la llegada de los videos musicales, no sólo servían para promocionar la película sino que la canción se quedaba en la mente del cinéfilo preparándolo para sensibilizarse con la aparición de la película.

Los ejemplos más famosos de este matrimonio por conveniencia pueden ser: Fame de la película Fama (1980) interpretado por Irene Cara e infaltable en cuanta sesión de aeróbicos se realizaba, recién inventados en esa época por cierto. Otra canción muy popular fue de la misma Irene Cara llamada What a Feeling de la película Flashdance (1983) de Adrian Lyne. Sin duda una canción que se quedó para siempre en la memoria de los espectadores, a pesar de haber sido grabada en los años cincuenta, fue Unchained Melody la muy famosa banda sonora de Ghost, La sombra del amor (1990) y que sigue trayendo a la memoria la escena de una tiernísima Demi Moore untada de lodo en un juego de manos con Patrick Swayze (q.e.p.d), eso es lo

Unas cuentas pendientes

1- Según la ANDI no se necesitaban ingenieros mecánicos sino “un elemento intermedio entre el ingeniero y el obrero”.

2- En la ciudad no había talleres para respaldar las prácticas.

3- Los egresados no tendrían ocupación.

Alfredo Cardona Tobón* - Papel Salmón

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Foto/Cortesía Leonardo Pineda/ Papel Salmón

New York, New York, cantada por Liza Minnelli en el filme del mismo nombre (1977), dirigida por Martin Scorsese.

Historia reciente de Manizales

que logran las buenas bandas sonoras: rememorar.

Punto a parte lo logrado por My Heart Will Go On, cantado por Celine Dion en Titanic (1997), canción que sonaba (y suena) inagotablemente mientras el espectador sigue pensando en el romance imposible y fatídico de Jack y Rose. Por el mismo estilo se encuentra I Will Always Love You, interpretada por la otrora maravillosa Whitney Houston para la película El Guardaespaldas (1992) y cover de la original de Dolly Parton, quien la grabó en 1974, sin duda una de las más importantes y vendidas bandas sonoras de la historia del cine por contar con todos los elementos para hacerla un producto perfecto de consumo masivo. *** Ahora lo más usado por los productores es poner en sus películas canciones famosas de otras décadas y que, aunque funcionan, dejan ese vacío de las originales, de las escritas para una escena determinada o para una historia específica… Pero en fin, la lista es inagotable y lo mejor de todo el asunto es que el interesado puede tenerlas fácilmente bajándolas a su reproductor, dejándose llevar por su memoria a esas inolvidables escenas y organizándolas de tal manera que puedan constituirse en la banda sonora de su propia vida PS *leonardopinedatanaka@hotmail.com

os dolemos de los corruptos incrustados en la estructura del Estado, lamentamos el dinero despilfarrado en obras inútiles, inconclusas y mal hechas, pero no hacemos el balance de las oportunidades desaprovechadas por la ineptitud o la desidia de los personajes que han manejado nuestros destinos o por la falta de compromiso de la comunidad que debía respaldarlas.

Por ello conviene dar a conocer lo que pudo ser y no fue y pasar la cuenta a los responsables, así sus cenizas se las haya llevado el viento o estén bajo dos metros de tierra.

Par empezar hablemos de tres casos recientes: uno muy conocido por todos y los otros ignorados por la mayoría de los ciudadanos:

La reconexión del ferrocarril de Caldas

En un infortunado día de 1959 algunos pereiranos levantaron los rieles del ferrocarril que comunicaba a Manizales con el Pacífico. El presidente se lavó las manos y el ministro Barco prohijó el atropello.

Diez años más tarde las principales entidades cívicas y económicas de Manizales, Pereira y Armenia solicitaron la reconexión del ferrocarril y el gobierno contrató a una firma francesa que recomendó la variante Belmonte- Gutiérrez; en una visita a la capital de Caldas el presidente Lleras Restrepo prometió adelantar la obra y como sucedió con los antecesores fue mero contentillos.

A la falta de interés del gobierno central se sumó el poco afán de los políticos, la amputación de Caldas y la abulia ciudadana, todo lo cual desanimó a los pocos que insistieron en unir los tramos aislados y en fortalecer el ferrocarril. La muestra palpable de esa situación se puede ver en el editorial de LA PATRIA del 3 de mayo de 1972 con las siguientes frases: “Por lo tanto, nosotros, que desde las columnas de este periódico hemos acompañado infatigablemente a los abanderados de la reconexión, tenemos que decirlo, con dolor pero sin pena, arriamos esta bandera. Hoy somos decididos amigos de no seguir quijoteando las causas imposibles.”

Con la desaparición del tren Manizales, Pereria y Armenia perdieron una valiosa comunicación con el océano Pacífico; una vasta región agrícola quedó aislada y se evaporó lo que pudo ser el primer medio

Ignorancia supina y peregrina decisión

Los manizaleños reciben alborozados el primer tren.

Foto/Cortesía Alfredo Cardona/Papel Salmón

masivo de transporte entre Cartago y Pereira y entre Chinchiná y Villamaría.

La primera facultad de Ingeniería Mecánica de Colombia

El 29 de marzo de 1948 se inauguró la Facultad de Ingeniería Mecánica en la Universidad Nacional de Manizales. Al año de fundada le salieron enemigos, adentro y de afuera de la ciudad. El rector de la U. Nacional, José Gómez Estrada, propuso que la trasladaran a Medellín, porque, según dijo, se creó sin planificación ni recursos y por ello era conveniente ubicarla en una ciudad con mejores medios para su desarrollo.

El periódico LA PATRIA se opuso a lo dicho por Gómez Estrada y en vibrante editorial el director lo consideró como un desafío a la ciudad y una dolorosa advertencia sobre la manera torcida como trataban los intereses de Manizales. Agregó que la ciudad se había defendido de los incendios, de los desprecios, de la incomprensión… de los abismos geológicos y también se levantaría contra aquellos que quisieran malograr esa conquista dolorosamente lograda.

El Concejo de la ciudad y la Sociedad de Mejoras Públicas enviaron notas al presidente Ospina, tratando de impedir el traslado de la Facultad de Mecánica a otra ciudad, pero fueron los propios manizaleños quienes hicieron el daño: el 27 de septiembre de 1949 el ingeniero Arcesio Ramírez con los decanos de Arquitectura y Química de la U. Nacional, apoyados por la ANDI de Manizales, resolvieron transformar la Ingeniería Mecánica en Ingeniería Civil, basados en los siguientes puntos:

La visión parroquial de Arcesio Ramírez, de los decanos de la Nacional de Manizales y de la ANDI impidió que Manizales tuviera la primera Facultad de Ingeniería Mecánica en Colombia.

Los mencionados personajes conocían tan poco el entorno nacional que no cayeron en la cuenta de las necesidades en el campo de la mecánica de las petroleras, hidroélectricas, cementeras, textileras y empresas de bebidas y alimentos que funcionaban en todo el territorio nacional. Pensaron que el ámbito de la Facultad de Mecánica estaba limitado a Manizales y ello dio pie para que la Universidad Industrial de Santander, UIS, montara el primer programa de Mecánica en Colombia y le siguieran la Bolivariana de Medellín y la Universidad América en Bogotá.

Cuarenta años después del aborto de la Facultad de Ingeniería Mecánica en Manizales, la Universidad Autónoma de Manizales estableció el programa. ¡Muy buena esa!, pero Arcesio Ramírez y sus colegas le quitaron a los manizaleños la oportunidad de tomar la delantera y ocupar las posiciones en las grandes industrias que les dejaron a los bumangueses, antioqueños y bogotanos. La capital de Santander no estaba en mejores condiciones industriales que Manizales y sin embargo aceptó el reto y sin muchos talleres graduó excelentes ingenieros mecánicos, porque esa rama de la ingeniería es algo más que tornos y fresadoras. Uno se pregunta qué habría pasado con la industria manizaleña si desde un principio hubiera contado con ingenieros además de la aguerrida clase empresarial que hizo posible las importantes empresas que hoy son orgullo en diversas ramas.

La falta de garra para defender el ferrocarril y la miopía con la Ingeniería Mecánica son una pequeña muestra de las oportunidades perdidas. La triste historia se repitió con el aeropuerto de Santágueda, con las fuentes termales inaccesibles para el pueblo y la pérdida reciente del Centro Nacional de Automatización del SENA, trasladado a Bogotá, sin que nadie se opusiera, que quitó a la ciudad la posibilidad de ir a la vanguardia de las más modernas tecnologías PS *http://www.historiayregion.blogspot.com

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PUBLICACIONES en estantería

IMPRE(CI)SIONES

Malabares en tacón aguja

“Estas no son verdades ni patrañas, son solo aproximaciones tímidas a un misterio que nadie ha podido desentrañar: esto de ser mujer”, dice Josefina Barrón, poeta y comunicadora peruana, quien desde una perspectiva personal, desentraña las dudas, preguntas, curiosidades de la mujer de hoy: independiente, valiente, coqueta, descontrolada y llena de contradicciones. Las mujeres son tremendas malabaristas. “Cuando el mundo era de los hombres, usamos esa destreza para garantizar nuestra sobrevivencia. Hoy simplemente para conseguir lo que deseamos: todo. Hoy podemos ser hembras alfa, mafaldas, juanas de arco, cenicientas.

Grandes conspiraciones en la historia de Colombia

En esta crónica sobre las grandes conspiraciones en la historia de Colombia, Enrique Santos Molano cuenta quiénes, cómo y por qué desarrollaron célebres golpes que, exitosos o fracasados, tuvieron profunda influencia en las distintas etapas de la vida nacional.

Este volumen abarca ocho conspiraciones que sucedieron entre 1715 y 1867. La primera, de los oidores contra el presidente Francisco Meneses Bravo de Saravia, y la última, de los gólgotas y los conservadores contra el presidente Tomás Cipriano de Mosquera. Es un recorrido por las confabulaciones, intrigas y traiciones más importantes de la historia del país.

BARRÓN, Josefina. Malabares en tacón aguja.

Cómo ser una mujer feliz (con ellos, sin ellos, a SANTOS MOLANO, Enrique. Grandes pesar de ellos). Editorial Norma. Bogotá. 2011. conspiraciones en la historia de Colombia.

Random House Mondadori. Bogotá. 2011.

Pp.225. $34.000.

Pp. 271. $39.000.

La maldición del pasillo secreto

¡Calcio!

Este es el primer libro de la serie escrita por Ulrike Rogler y Simone Veenstra, donde el fiel mayordomo de la familia real les relata al príncipe Tommy y a Hui Buh una antigua historia sobre un pasillo secreto de las profundidades de Burgeck.

A pesar de sus advertencias, los inseparables amigos se aventuran a explorar en el fondo del castillo donde encuentran una singular puerta: ¿Será esta la entrada al legendario pasillo secreto?

A este episodio le seguirán tres títulos más: Secuestrado en el mundo de los espíritus, El misterioso libro fantasma y La sombra del cazador de fantasmas.

Esta obra de Juan Esteban Constaín es premio Espartaco 2010, que crea una “prehistoria” del fútbol en el siglo XVII. Eruditos dicen que el primer partido de fútbol de la historia fue en Florencia en 1530, donde se enfrentaron el imperio español contra la república florentina. En esta novela, el autor confirma su ingenio al valerse de la historia para crear universos ficticios. La aparición de Carlos V, Miguel Ángel Buonarroti, Clemente VII, Ximénez de Quesada y otras figuras de la academia inglesa del siglo XX, es de una naturalidad tan verosímil que, después de leerla, resultarán sin duda necesarias en las referencias históricas del lector.

ROGLER, Ulrike/VEENSTRA, Simone. La maldición del pasillo secreto. Panamericana.

Bogotá. 2011. Pp. 128. $19.000.

CONSTAÍN, Juan Esteban. ¡Calcio! Seix Barral. Biblioteca Breve. Bogotá. 2011. Pp. 208. $39.000.

convocatoria Poesía inédita

La Tertulia de Gloria Luz Gutiérrez convoca al IV Premio Nacional de Poesía Obra Inédita, conde los participantes deben enviar el libro original en cinco copias con un mínimo de 60 páginas y un máximo de cien. Las obras deben enviarse a: IV Premio Nacional de Poesía “Obra inédita” 2012, a la carrera 7 No. 72-13 Piso 9 en Bogotá, antes

del próximo 3 de febrero de 2012. El jurado integrado por reconocidos escritores nacionales e internacionales, otorgarán un primer premio único de 25 millones de pesos y para el segundo lugar la bolsa es de 5 millones de pesos. En ambos casos se publica el libro. Informes en www. latertulialiteraria.org

Camilo Gómez Gaviria* - Papel Salmón

La universalidad del tango de Piazzola Si hay algo que consiguió el músico y compositor argentino Astor Piazzola fue convertir el tango en un género universal. No sólo porque existan adaptaciones de su música para diferentes formaciones y que sus composiciones se hayan ganado la estima, tanto de músicos de jazz como de intérpretes clásicos, sino porque ésta lleva un sello distintivo que es reconocible sin importar el país de origen del intérprete. Un ejemplo de esta universalidad es la que ofreció hace poco la agrupación belga Soledad, que estuvo de gira por Colombia presentándose en Cali, Cartagena, Medellín y Bogotá.

Aunque este sexteto de acordeón, violín, piano, guitarra, contrabajo y percusión, no interpretó exclusivamente obras del compositor argentino, piezas como Adiós Nonino fueron sin duda de las más aplaudidas. Una ocasión para recordar a este gran intérprete del bandoneón y su aporte al tango y a la música del siglo XX. Aunque reconocido como bandoneonista y por haber renovado el tango, Astor Piazzola tuvo también una formación clásica. Fue alumno de Alberto Ginastera (para muchos el más grande compositor argentino) y fue becado para estudiar en París con la célebre maestra Nadia Boulanger, siendo ella quien lo motivó a aceptar y a desarrollar su estilo particular.

El encuentro con Boulanger fue decisivo. Al llegar a la capital francesa, Piazzola llevaba consigo una gran cantidad de partituras compuestas por él pero que en el fondo no reflejaban su estilo musical personal. En esas partituras no se podía identificar la impronta propia del compositor. Esto fue lo que le hizo saber Boulanger, cuando un poco incómodo frente a la maestra (a quien inicialmente le había ocultado su pasado como intérprete del bandoneón) se vio obligado a tocarle un tango de su autoría. Este fue el momento mismo de la epifanía, pues al finalizar, Boulanger le hizo caer en cuenta de que ese era el camino que debía seguir como compositor. A partir de entonces el maestro del bandoneón decidió seguir el consejo, abriendo con su estilo particular nuevas posibilidades para que el tango se nutriera de otras vertientes musicales.

Esta pequeña revolución fue la que inauguró el camino que han seguido numerosos músicos e intérpretes del tango desde que Piazzola renovara el género hace ya más de medio siglo. Actualmente se puede decir que lo que entonces se llamó ‘nuevo tango’ se ha internacionalizado. De ahí que hoy en día podamos escuchar grupos como Soledad, cuyos miembros provienen de un país tan distante del que vio nacer el tango, interpretando este tipo de música. *camezmigolo@hotmail.com

Director: Nicolás Restrepo Escobar Editora: Gloria Luz Ángel Echeverri Diseño: Virgilio López Arce Circula con LA PATRIA todos los domingos Cra 20 No.46-35. Tel 878 1700 Impresión: Editorial LA PATRIA S.A Portada:Afiche sobre la competencia de natación realizado por Sergio Trujillo Magnenat.

Reproducción/Darío A. Cardona/Papel Salmón