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PADRE JORGE ENRIQUE LONDOÑO LEMA (1957-2009)
EL CONFESOR
Tenía una habilidad especial para confesar, así era el padre Jorge Enrique Londoño Lema quien falleció el 3 de enero a sus 52 años luego de padecer una dura enfermedad. Tenía una devoción especial por la Virgen María, por lo que la ceremonia religiosa de su funeral se hizo en el Santuario mariano de Fátima. Para su amigo Jorge Manrique Andrade, Notario Segundo de Manizales, el padre Londoño era un gran confesor: “llegaba a permanecer hasta siete u ocho horas en completa charla con sus feligreses a través del sacramento de la reconciliación, el que se le ponía por delante lo confesaba”, comentó. Agrega que el padre era una persona que entendía que el sacerdote es un ser escogido por Dios para trasmitir la gracia y esta se trasmite a través de los sacramentos, en especial de la Comunión y la Confesión, por eso la razón de su vida era esa: celebrar la eucaristía,
entregar la comunión y confesar. Le llamaba la atención el cine, era aficionado a los deportes, por lo que el ciclismo fue una de sus grandes pasiones, a parte del sacerdocio, orden que recibió en el Santuario de Nuestra Señora de Torreciudad (España) en 1987. Pertenecía al Opus Dei, cursó sus estudios de medicina en la Universidad del Rosario, donde se graduó con honores. Ejerció la profesión en Colombia y más tarde en Italia y España y fue en este último país donde obtuvo el doctorado en teología, antes de su ordenación. Este sacerdote será recordado por sus grandes contribuciones en la religión, por haber sido capellán del Gimnasio Los Cerezos, por madrugar a las 4:00 de la mañana a practicar el ciclismo en el velódromo y porque fue un posible candidato a obispo, según lo manifestó monseñor Fabio Betancur durante su funeral.
Personajes
para recordar LA PATRIA presenta en estas páginas a las personas que se han ido, pero que dejaron una huella en Caldas. Sus enseñanzas, sus aportes, acciones, escritos y obras estarán por siempre en la memoria de aquellos con los que se relacionaron. Incluimos algunos, puede que no estén todos, pero esto hace parte de un homenaje para que su nombre no se olvide. Instantes. Nathalia Cabal Redactora/LA PATRIA Manizales
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VÍCTOR RENÁN BARCO LÓPEZ (1929-2009) El 19 de enero después de una cirugía falleció el senador Víctor Renán Barco López. Considerado uno de los más veteranos en la política, sus honras fúnebres se realizaron en la Asamblea de Caldas, donde estuvieron los representantes de la política caldense y sus despojos mortales los sepultaron en Cali. El accidente del senador Barco sucedió en su vivienda ubicada en La Dorada. Según declaraciones de su hermano Rubén Darío Barco a uno de los noticieros de televisión, a la casa del senador llegó un hombre de apellido Zuleta, pero este lo confundió con un presunto delincuente llamado ‘Cometa’. Al parecer Barco se tropezó y se cayó al suelo, sufriendo una fractura en la cadera. La atención médica la recibió en el Hospital Santa Sofía. En el lugar le practicaron una cirugía en la cadera y según el reporte médico salió bien de la operación, pero falleció por una embolia pulmonar. Este economista y abogado nació hace 80 años en Aguadas. Fue Senador de la República desde 1970 hasta el 2008 y representante a la Cámara 1968 hasta 1970. En La Dorada a Barco le reconocen la gestión para la construcción de cerca de 10 mil viviendas, en unos siete barrios de la localidad. Además, la gestión para levantar colegios y dotar el Hospital. Sin embargo, también lo critican por el apoyo a algunos políticos investigados por corrupción y parapolítica. Jorge Augusto Ortiz instauró una acción de tutela ante el Juzgado Quinto Promiscuo Municipal de La Dorada asegurando ser hijo del senador, a su vez, Ana Milena Bustos Barco, jefe de Unidad Investigativa del CTI, solicitó practicar la prueba de ADN para que se estableciera su parentesco, la cual fue positiva, contrario a lo que sucedió con Ortiz. En total fueron tres las personas que se declararon herederas de la cuantiosa fortuna que dejó Barco. La primera fue Luz Estela Escalante, a quien el senador reconoció como hija por registro público cursado en una notaria de Bogotá en 1948, y Dayssi Valbuena, quien se presentó como presunta viuda, adjuntando documentos de un presunto matrimonio efectuado en Táchira (Venezuela).
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ORLANDO DE JESÚS MORENO RAMÍREZ Marmato le dio el último adiós el pasado 5 de enero al concejal Orlando de Jesús Moreno Ramírez, de 45 años, quien murió en un accidente laboral en la mina El Corozo. Al edil le cayó una carga de material encima. Nació en Bugalagrande (Valle del Cauca) y desde hace años se radicó con su familia en el Municipio caldense. Era considerado uno de los principales líderes políticos. Se desempeñó como concejal del partido Cambio Radical. De acuerdo con el Subcomandante del Cuerpo Oficial de Bomberos del Municipio, teniente José Hernando Gallego, la víctima se encontraba en un socavón a medio kilómetro del casco urbano, en su labores de búsqueda de oro. Al parecer, al estar dentro de la mina unas piedras se le vinieron encima y terminaron con su vida. Antonio José Cruz, Presidente del Concejo de Marmato, recordó a su compañero como un hombre luchador y que defendía el deporte y la niñez. “Desde el 2008 estaba en el partido. El día que murió hablé con él y me dijo que iba a solicitar el arreglo de la cancha de fútbol de la vereda el Llano. Se fue un gran hombre”, sostuvo el edil. Mientras tanto, su hermano medio Carlos Humberto Arias, expresó que era una persona recochera, parrandera y muy querida en el pueblo. Tenía cuatro hijos con dos esposas y estudió en Supía donde fue sepultado.
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CÉSAR GÓMEZ ESTRADA (1917-2009) A T S I JUR Sus familiares, amigos y las quienes agregaron a la familia las evaluaciones, tanto que su personas que compartieron con él, lo describieron como alguien que brilló en todo. Este era César Gómez Estrada, quien falleció a sus 91 años el pasado 7 de marzo. Fue Gobernador de Caldas entre 1961 y 1962, Ministro de Justicia y magistrado de la Corte Suprema, entre otros cargos. Era considerado uno de los grandes maestros en Derecho, un deportista ávido y un hombre de familia. Falleció en Bogotá, al lado de su esposa, Mercedes Estada de Botero, con quien tuvo ocho hijos: Guillermo, Mario, Gloria, Patricia, César (quien fue Gobernador), Claudia (q.e.p.d.), María Eugenia y Enrique,
15 nietos y tres bisnietos. En el deporte se destacó como centro delantero, fue el goleador de los Juegos Nacionales en 1935, triunfo por el que le propusieron ser jugador profesional, pero rechazó la oferta. “Por fortuna no aceptó porque ahora seríamos, si acaso, dueños de un restaurante de carnes”, comentó su hijo Mario. Pe r s o n a l i d a d e s c o m o H e r n a n d o Ye p e s A r c i l a , Humberto de la Calle Lombana, Óscar González Salazar, Diego López Torres, Fernando Londoño Hoyos, entre otros, integraron su grupo de alumnos. Coinciden en que era una persona muy puntual, riguroso con su cátedra y con
hijo Mario casi pierde la materia por fallas, pero antes de terminar las clases su padre se fue a trabajar a la Corte Suprema de Justicia. En 1976, durante el gobierno de Alfonso López Michelsen, César Gómez Estrada fue nombrado Ministro de Justicia. Culminando su presidencia se trató de hacer una pequeña constituyente, pero la sala constitucional de la Corte no la aprobó. Humberto de la Calle Lombana, ex vicepresidente de Colombia, lo recuerda como el maestro de maestros. “Fue un personaje central de mi formación profesional por su sabiduría infinita con la que manejaba cada detalle del de-
recho civil. Era aparentemente frío, pero resultaba muy simpático y cálido. Fuera de clase se tomaba sus aguardientes y dominaba la literatura y la poesía”, dijo el caldense. Aparte de su faceta como jurista también se le recuerda como un lector constante de poesía. Entre sus autores estaba el poeta de Aranzazu, Javier Arias Ramírez; también Miguel Hernández y Ovidio Rincón, de quien guardó por varios años un poema en su billetera. Fue un seguidor de Lorca y Neruda, y se dice que manejaba muy bien la lírica castellana. Hace apenas cuatros años dejó de trabajar, costumbre que no abandonaba ni los fines de semana y menos los festivos.
CARLOS ARTURO HOYOS CARMONA (1956-2009) Se destacó como creativo y fotógrafo. Así será recordado Carlos Arturo Hoyos Carmona, ansermeño que fue encontrado muerto el 7 de mayo en Bogotá. El Coptervision fue uno de sus grandes inventos, constaba de un helicóptero a control remoto que servía para tomar fotografías aéreas, grabar comerciales y hacer cortometrajes. Antes de su muerte estaba incursionando en el cine. Tenía 53 años y deslumbraba por su fotografía. Era hijo de Justiniano Hoyos, también fallecido, conocido en Anserma como “Fotohoyos” y quien prácticamente había retratado a todas las personas de su época en el municipio, ubicado en el Bajo Occidente de Caldas. Los libros de Hoyos Carmona con fotografías de Colombia y el Eje Cafetero estaban entre sus últimas producciones. Su amigo Luis Montoya, ex consul en Puerto Rico, dijo a LA PATRIA que Hoyos en la actualidad tenía como plan tomar fotografías de la cultura inca, ante petición del Gobierno de Perú. Con su esposa Sarita Spikwat estuvo radicado durante muchos años en Estados Unidos, donde creó aparatos robóticos para realizar producciones en cine y televisión. Publicó libros con fotografías desde el aire de Cartagena, Medellín y el Eje Cafetero, hace tres años. En Anserma recibió, hace dos años, la distinción de los caballeros de Santana, por su trabajo en el campo de la fotografía, y aporte al desarrollo del Municipio, ya que varias de sus fotos ampliadas fueron donadas a la Administración municipal y permanecen en varias oficinas del palacio municipal. Para Jorge Mario Corrales, Alcalde de Anserma la muerte de Hoyos Carmona es algo para lo que no estaban preparados. “Fue un ansermeño que nos dio renombre a nivel nacional e internacional y siempre estuvo orgulloso de su tierra natal, deja un gran legado y un ejemplo de creatividad y trabajo para todos”, dijo el funcionario. Muchos sueños del genio se hicieron realidad. Sin embargo, con su muerte quedó truncada una de sus más grandes ilusiones: donar a su patria chica un estudio con todas las fotografías de Anserma, que hoy llora la ausencia de quien era considerado como su luz más brillante en la actualidad, cuya labor fue reconocida por diferentes medios como Discovery Channel, CNN, NBC, The History Channel, Telemundo y Univision, Los Angeles Times, New York Times, entre otros.
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LIBARDO FLÓREZ MONTOYA (1928-2009) Considerado el Maestro de las juventudes aguadeñas, Libardo Flórez Montoya falleció en Manizales a sus 81 años. En su formación docente fue egresado de la Escuela Normal Rural de Caldas en 1946, con varios cursos de especialización. Y en su actividad pedagógica formó numerosas generaciones de estudiantes en Aguadas en el Colegio Francisco Montoya; en Calarcá en el Colegio Robledo, y en Manizales como profesor en el Instituto Universitario de Caldas; en el Colegio Cooperativo de Manizales y en el Instituto Tecnológico Francisco José de Caldas, en donde durante 19 años fue Rector desde 1977 hasta 1996. También fue Director y profesor de varias Escuelas y Concentraciones en Caldas: en las Coles (Pácora); en Belalcázar (Caldas); y en Aguadas como Director en la Escuela Simón Bolívar y en la Concentración Pedro Antonio Garcés. Fue supervisor de Educación en Caldas y catedrático en varios colegios de Manizales, Armenia y Calarcá. Fue un líder sindical y cultor del Cooperativismo; Gerente de la Asociación de Profesores de Caldas, Presidente de la Asociación de Docentes Directivos de Caldas y Alcalde de Aguadas en los años del Sesquicentenario. Las entidades gubernativas le otorgaron condecoraciones muy significativas por su gran excelsitud y meritoria labor en la educación, que es ejemplo para los pedagogos que tienen bajo su cuidado la formación de las juventudes caldenses. La condecoración “Simón Bolívar” otorgada por el Ministerio de Educación Nacional al gran educador en 1994; La “Orden de la Democracia” concedida por el Congreso Nacional; la medalla “Francisco José de Caldas” conferida por la Secretaría de Educación de Caldas; y la “Orden del Sombrero Aguadeño”, grado de oro, otorgada por su tierra natal.
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AJE N O RS FRANCISCO FRANCO VALENCIA (1909-2009) EL PE ‘Pachofra’ o Francisco Franco Valencia será recordado por su labor pública, cívica y religiosa. Falleció el 23 de mayo a sus 99 años de edad en el Hospital San José de su natal Aguadas. Era hijo de Francisco Franco Rodas y María Luisa Valencia, tenía una hija, Grecia, quien lo recuerda como un hombre religioso y mariano. Sus estudios primarios los hizo en la Escuela de Niños y los Secundarios en el colegio Francisco Montoya, actualmente conocido como Institución Educativa Marino Gómez Estrada, del cual alcanzó a ser el ex alumno más antiguo. A los 18 años empezó su vida como funcionario público y de proyección a la comunidad, al igual que su labor periodística, como auxiliar, director y corresponsal de varios periódicos. Fue Alcalde de Aguadas en los períodos de 1951, 1955 y 1966; mandatario de Santa Rosa de Cabal, Riosucio y Apía; Juez Municipal en Viterbo y la Dorada; Personero Municipal en La Dorada; Auxiliar del Tribunal Superior de Pereira y de Manizales en tres ocasiones. Además, gestor de la creación de la Casa de la Cultura, dirigió las primeras pavimentaciones de calles del municipio, gestionó los terrenos para la construcción del cementerio San Jerónimo, instaló
la primera planta telefónica automática y organizó la primera biblioteca pública de Aguadas. En su labor periodística se destacó como Director de los periódicos: El Centinela, El Derecho y El Médico a Palos. Auxiliar de dirección en Robinson, El Heraldo, Progreso, Aguadas Cultural, Centinela Social, Pregón Cívico, Perestroika, La Chispa y Ventana Cívica. Corresponsal de los periódicos El Tiempo, LA PATRIA, El Colombiano y La República. Sus pensamientos los expresó en los libros: Visión de Aguadas Tomos I y II, El Padre, El Árbol y El Abuelo, Antología: Padre, Madre y Reinas, Aguadas de Ayer; y en las obras inéditas: Aguadas en Imágenes y Aguadas
desde 1920. Se destacó como Presidente de la Sociedad de Mejoras Públicas de Aguadas, miembro del Club de Leones de Santa Rosa de Cabal, miembro de la Sociedad San Vicente de Medellín, secretario de la Confraternidad Seglar Franciscana, gestor de la parroquia Nuestra Señora de Chiquinquirá, gestor del templo de la Sagrada Familia en la vereda Viboral, gestor del traslado del cementerio de Pore hacia la sede actual, gestor de la Fundación Segundo Hospital y gestor del Encuentro de Escritores.
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RODRIGO CARREÑO BUSTAMANTE (1953-2009) El 9 de junio los seguidores del teatro se despidieron de Rodrigo Carreño Bustamante, quien fuera el fundador del Teatro Independiente Chipre (Tich). Nació en Armenia (Quindío) en 1953. Estaba casado con Piedad Eugenia Jurado, quien cuenta que a los cinco años Carreño llegó a vivir a Manizales con su familia. Estudió en el Instituto Chipre e inició su actividad teatral con el Teatro Chipre que posteriormente, en 1979, buscó autonomía y creó el Tich. Carreño estudió formación actoral en 1987, fue discípulo de Enrique Buenaventura, Julián Romeo, y estuvo en intercambios con directores de la BBC de Londres, de Italia, de Estados Unidos y de Chile. “Fue toda una vida dedicada al teatro. Tuvo su formación y disciplina y quiso que el oficio de actor se viera de una manera muy profesional, como una carrera cualquiera que hay que estudiar y dedicarse para que sea respetable”, recuerda Piedad. Leonardo Arias y Liliana Díaz, de Actores en Escena, y Augusto Muñoz, de Punto de Partida, fueron sus alumnos. En el departamento se cuentan unos 300 jóvenes que han pasado por la Escuela de Teatro de Caldas, que fundó Carreño hace 13 años. “Rodrigo murió pensando en que hacer teatro en Manizales es muy difícil, por lo escaso de los recursos, era consciente de que esa misma falta estaba reflejando una baja producción de obras en la ciudad, pero también era muy optimista de que con trabajo se podrían lograr muchas cosas, así fuera sacrificando un poco lo personal”. El Tich está conformado por cinco personas, quienes se encargarán de seguir su legado, es decir con la formación de actores, con las temporadas de teatro, las visitas pedagógicas, la Escuela de Teatro. Rodrigo Carreño Bustamante montó 58 obras de teatro. El Tich, grupo que fundó, seguirá funcionando en su sede del barrio San José.
OL C L E ANTONIO MEJÍA GUTIÉRREZ (1940-2009) Será recordado por ser el columnista de La cueva del oso de LA PATRIA. Antonio Mejía Gutiérrez falleció el 2 de julio a sus 69 años. Este escritor, abogado y sociólogo de la Universidad Nacional de Bogotá estaba casado con Lucero Montes Ochoa, con quien tuvo tres hijos: Miguel de 34 años, Felipe de 30 y Simón de 24. Su familia lo recuerda por su gran sentido del humor, generosidad e inteligencia. “Era una persona humilde y sencilla, que tenía gran sensibilidad por el sufrimiento de las personas y un gran amor hacia la justicia social”, comentó su cuñada, María Eugenia Amézquita. Antonio fue bachiller del Ins-
tituto Universitario de Caldas, el quinto de 10 hermanos, todos nacidos en Marsella. Se destacó como contralor departamental en la administración de Pilar Villegas de Hoyos. Además, concejal de Manizales y columnista por cerca de 30 años de LA PATRIA con sus textos en la Cueva del Oso, que en sus inicios se llamó Sociología de lo cotidiano. Algunas obras de su producción bibliográfica son: Palabras al hijo para que no use cauchera, La otra casa, Luis Tejada,, La historia del árbol enano, Cuando la paz y cuando la guerra, El extraño caso del policía brumoso, El buscador de tesoros, Canaguay, entre otras.
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O PEDRO PABLO RAMÍREZ (1933-2009)
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El viajero Pedro Pablo Ramírez dejó un legado de recuerdos de sus recorridos. Falleció el 24 de octubre a sus 76 años. Será recordado como un hombre correcto y servicial, un apasionado del fútbol y de los carros, los cuales hicieron parte de su vida durante 20 años cuando trabajó como conductor de LA PATRIA. Marina González López fue su esposa durante 57 años, quien dice que él se destacaba por su gran sentido del humor, su compañerismo y rectitud. Don Pedro trabajó durante 32 años en la Universidad de Caldas, especialmente transportando a los estudiantes de Agronomía y quienes llamaban a su vehículo ‘La guacamaya’. “Él guardaba la esperanza de que lo volvieran a llamar de la empresa. Decía que se le medía hasta el puesto de celador, porque no quería quedarse quieto. Su amor por el trabajo era impresionante”, recuerda su esposa, con quien se conoció en Manizales, pero se casó en Pereira. Tuvieron siete hijos: cinco hombres y dos mujeres. Rafael Ruiz Restrepo era uno de los mejores amigos de don Pedro Pablo. Era su confidente y amigo. Todos los días acostumbraban a caminar y a comadrear sobre fútbol y la situación del país. “Fuimos compadres unos 36 años. Lo conocí en la Universidad de Caldas, donde le vendía ropa. Se hacía querer muy fácil por su humildad. Decían que con él volaba la noticia, porque no se le perdía ninguna. Inclusive mantenía informados a los periodistas”, afirma Ruiz Restrepo, quien tampoco cree en la muerte de su amigo, hasta el punto de esperarlo en el Cementerio San Esteban, para seguir con su rutina de ejercicio. Antonia Ramírez Gaviria, una de sus nietas, dice que lo que más recordará de su abuelo serán sus consejos y forma de ver la vida. Acostumbraba a sentarse con él para conocer un poco de su pasado, la crianza de sus hijos y las historias familiares. “Me decía que siguiera con los sueños y que lo más importante era sentirme bien con lo que hacía. Era divertido, aunque tenía sus días de genio que con el tiempo uno los sabía llevar. Era cuestión de entender su achaques”. Para Pedro Pablo Ramírez, que conserva el nombre de su padre, el mejor legado que les pudo dejar su “viejo” fue la responsabilidad y el ser humilde, independiente de lo que cada uno tenga. Igual concepto comparte su otro hijo Carlos, quien considera que lo mejor que pueden hacer para honrar su nombre es seguir dando su testimonio. “Una pérdida irreparable, pero la vida tiene que seguir. Es cuestión de entender la realidad y arropar a mi mamá para salir adelante. Quedan los recuerdos y son ellos los que nos marcarán el camino”, concluye Carlos.
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ARTURO SALAZAR MEJÍA (1921-2009) El Obispo emérito de la diócesis de Pasto, monseñor Arturo Salazar Mejía, nació en Salamina en 1921 y falleció el primero de noviembre, día de todos los santos, después de una larga enfermedad que lo alejó de lo que más amaba, su trabajo apostólico con la comunidad. Después de hacer sus estudios de primaria en Aranzazu pasó al Seminario de La Linda donde hizo la secundaria y luego tomó el hábito en el Desierto de la Candelaria en 1936. Su carrera eclesiástica la hizo en el El Desierto, Manizales y Bogotá y en 1944 recibió la ordenación sacerdotal. Según el sacerdote Juan Francisco Tinjacá, párroco del templo del Sagrado Corazón de los Agustinos Recoletos, monseñor Arturo fue uno de los fundadores del colegio Agustianiano Centro donde permaneció hasta que recibió el nombramiento de Obispo para el Casanare. “Muchos de los frailes decían que no tenía la capacidad y el talante para asumir el trabajo en un lugar tan difícil como eran las misiones del Casanare; no obstante, monseñor superó con creces todas las expectativas pues como hombre humano y sencillo supo llegarle a la comunidad”, comentó. El sacerdote lo definió como un hombre en extremo sencillo, que nunca se le subió el episcopado a la cabeza, al contrario este cargo fue un medio para convertirse en el servidor de los demás. Durante su episcopado en Casanare desarrolló una labor que se reflejó en el campo educativo, pastoral y cívico. “Recibió el nombramiento como Obispo
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JAIME MEJIA DUQUE (1933-2009)
El escritor aguadeño Jaime Mejía Duque falleció en Santa Marta el 16 de julio. Fue catalogado como uno de los más grandes críticos literarios de Colombia. Es reseñado y citado en múltiples textos, pero su biografía generalmente se limita a señalar su año de nacimiento, 1933, y su obra literaria. Desde los años 90 su producción se apaga. Su esposa, Cecilia Villazón Zubiría, argumenta que nunca dejó de escribir, pero que desde aquella época las editoriales le dieron la espalda e incluso varios periódicos le cerraron las puertas. “Nunca arrodilló su pluma. Dijo lo que tenía que decir y eso lo marcó porque era un hombre de pensamiento moderno”. Perdió la visión de su ojo izquierdo en 1985 después de una cirugía, pero nunca abandonó la lectura, por lo que se dedicaba a ella desde las 7:00 de la mañana. No tuvo hijos porque argumentaba que no podía dedicarse de lleno a la literatura que era su proyecto de vida. Para su esposa, Jaime era un hombre de letras, serio, comprometido con la sociedad en contra de un mundo desigual. Era absolutamente centrado y con tales conocimientos en literatura, filosofía e historia, que podía dar una conferencia sobre lo que fuera. Mejía Duque era egresado del Instituto Universitario, de Manizales, y rápida-
mente se volvió un gran contertulio de Otto Morales Benítez, quien cuenta que su compañero de charlas estudiaba dos cosas: marxismo e idiomas. Lo segundo lo hacía para poder leer a los autores en sus lenguas originales. En cuanto a su personalidad, explica que el que no fuera su amigo pensaría que semejante persona tan seria era malencarada o evitaba el contacto con la gente. No obstante, aclara que el de Mejía Duque era uno de esos casos de timidez, no de antipatía. Admiraba a Aquilino Villegas y Victoriano Vélez, a quienes llamaba los epígonos, es decir, los sucesores de una generación literaria. También fue colaborador de LA PATRIA, donde escribió bajo el seudónimo de Mefistófeles, trabajo que le sirvió para costearse sus estudios. Culminar la página Web sobre su esposo y tratar de publicar su obra inédita son los proyectos de Cecilia Villazón Zubiría. Junto con algunos amigos de Mejía Duque esparció las cenizas de su esposo en las playas de El Rodadero, en Barranquilla, lo cual era la última voluntad de este escritor quien decía que no era un narrador experimental, sino que narraba historias paralelas a lo real, que parecían reales. “El novelista tiene que secuestrar al lector todo el tiempo y tenerlo pendiente hasta la última línea”, expresó para LA PATRIA Jaime Mejía Duque.
titular diocesano de Pasto, donde trabajó en la promoción humana y la dignidad de las personas. Al lado de este trabajo se encargó de conformar un clero que tuviera identidad propia y poner todo lo que tenía al servicio de la Iglesia”, afirmó el padre Tinjacá. Agrega que desde su llegada fue como un amigo y hermano para todos. “Visitaba con frecuencia los pueblos y veredas, en donde desarrolló una especial labor pastoral. Allí le tocó celebrar con gran alegría las bodas de oro sacerdotales”. Cuando aún era obispo de Pasto y se recuperaba de una cirugía en su ojo izquierdo, monseñor Salazar Mejía sufrió un desprendimiento de retina que lo obligó a someterse a otra intervención quirúrgica, pero a partir de allí comenzó su calvario. Poco a poco perdió la visión lo que lo obligó a renunciar a la Diócesis de Pasto, donde estuvo 18 años. Monseñor regresó a su comunidad: la provincia de la Candelaria, el Seminario Mayor Filosofado de la Linda y la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús en Manizales, lugares preferidos para su residencia. Se especializó en filosofía y letras en la Universidad Javeriana de Bogotá, fue representante del Episcopado colombiano al primer Sínodo de Obispos en Roma, asistió a la clausura del Concilio Vaticano II. Sus exequias se celebraron en el templo del Sagrado Corazón en Manizales. En la parroquia de la Inmaculada Concepción en Suba y sus despojos mortales fueron trasladados al Cementerio del Convento Desierto de la Candelaria.
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GERMÁN CANAL VALDÉS (1940-2009) ‘Canalito’ o Germán Canal Valdés como era conocido en Chinchiná desapareció el 28 de noviembre a sus 69 años, su cuerpo fue encontrado en su casa ubicada en el parque principal del Municipio. Ante la muerte de Germán, pensionado de Inravisión, Gloria García, su novia, manifestó que le quitaron a Chinchiná a un personaje con un gran corazón. “Él era una persona caritativa y le gustaba ayudar a todos los que necesitaran su ayuda. Tenía un dispensario y le gustaba el
servicio social. Parte de lo que ganaba lo invertía en servir a la gente”, comentó su compañera. Este tolimense llegó a Chinchiná hace 23 años y se quedó en el lugar por amor, “lo conocí trabajando en medios, en Inravisión pasó por todos los puestos. Fue camarógrafo, luminotécnico y en algunas ocasiones le tocó actuar. Se quedó en Chinchiná porque se quedó conmigo”, manifestó Gloria. Era reconocido por su trabajo, su buen corazón y las ganas de ayudar a la gente.
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JAIME TOBÓN DE LA ROCHE (1925-2009) El 3 de diciembre fue una madrugada triste para los amantes de la radio. Ese día falleció a sus 84 años, Jaime Tobón de la Roche, uno de los fundadores y propietarios de la cadena Todelar. Dicen que llevaba la radio en sus venas, por lo que se consolidó como un visionario del periodismo deportivo. En 1953 extrajo de su apellido el de Todelar, la cual creó con sus hermanos Bernardo y Jairo (fallecido en el 2006). Además. Fue promotor de la agremiación Cicrodeportes Antioquia, que en la actualidad se conoce como la Asociación de Cronistas Deportivos (Acord). Jaime Tobón de la Roche fue uno de los grandes impulsores de la radio en Colombia. Vivió su infancia y juventud en Manizales y estudió en el Colegio de Cristo. También fue Gerente del Deportivo Independiente Medellín en 1972. Según el Director de la Emisora Oxígeno de Caracol Manizales, Duván Marín Martínez, Jaime fue uno de los encargados de narrar el partido histórico entre la Unión Soviética y Colombia, en el Mundial de Fútbol Chile 1962, uno de los recuerdos más memorables. “Al portero ruso lo llamaban ‘La araña negra’ y Colombia iba perdiendo 4 a 1. Rada, Coll y Klinger lograron anotar para nuestra selección y fue tanta la emoción del cuarto tanto, con el que empatamos, que Jaime
olvidó decir gol y simplemente narró que habíamos logrado el empate”, relata Marín Martínez. Este locutor también afirma que Tobón de la Roche era muy amigo de figuras del fútbol argentino como ‘El Charro’ Moreno, y que hizo trasmisiones con grandes de la radio como Wbeimar Muñoz, Iván Mejía y Gabriel Muñoz, con quien estuvo en el Mundial de Chile. Por su parte, el periodista Orlando Cadavid Correa, quien reside en Medellín, comenta que hace unos 20 años Jaime compró una emisora pequeña en Envigado (Antioquia), porque después de jubilarse no quería abandonar su afición. Se llamaba Radio Metropolitana y la mantuvo hasta que sus fuerzas se lo permitieron. “Jaime Tobón fue una leyenda. Con su muerte, se va un emblema de la radio nacional, pues aunque no la ejercía, fue uno de sus precursores. Ahora el medio es otra cosa, que ya no comparte el amor por el fútbol que él vivió”, agrega Cadavid Correa. Este año, Jaime Tobón de la Roche fue galardonado por el Círculo de Periodistas y Comunicadores Sociales de Antioquia (Cipa). Recibió el Premio a la excelencia periodística en la categoría A una vida. No obstante, su salud ya estaba muy deteriorada, razón por la que su esposa tuvo que representarlo.
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ISABEL MEJÍA DE VÉLEZ (1950-2009) Para muchos será uno de los ángeles del cielo. Así definen la mayoría de los que la conocieron y tuvieron alguna relación con Isabel Mejía de Vélez, más conocida como ‘Isabelita’ quien falleció el 20 de diciembre. Su nombre retumba y se hace notar ante la sociedad manizaleña quien la conoció como una mujer pujante y emprendedora, que luego de la muerte de su hija Alejandra cuando tenía 14 años de leucemia, le cumplió el sueño de crear una fundación para ayudar a los niños con cáncer. Hace 15 años nació la Fundación Alejandra Vélez Mejía, con la que ‘Isabelita’ mantuvo vivo el recuerdo de su hija, las ganas de luchar y mantener a su familia unida por un fin común. Isabel estaba casada hace 37 años con el intelectual Jorge Eduardo Vélez Arango y con él tuvo dos hijas: Alejandra (fallecida en 1994) y Mariana. Estudió en el Colegio de la Presentación y cursó Desarrollo Familiar en la Universidad Católica de Manizales. Cinco años después de crear la Fundación, le diagnosticaron cáncer de seno, tuvo una recaída hace dos y desde mayo de este año estaba interna en la Clínica San Marcel. Entre los reconocimientos que obtuvo están el ser Mujer Confamiliares 2000, Caldense del Año 2001, Mérito social de la sociedad de mejoras públicas en el 2000, Estrella solidaridad en 1998 y Forjadora de Paz Cruz Roja Colombiana en 1999. La Radioteletón Alejandra Vélez Mejía es uno de los eventos a beneficio de los niños con cáncer, que creó Isabel Mejía de Vélez. Gloria Cecilia Betancur Marín es tan solo una de las personas que ha acompañado esta labor desde su creación y aseguró que ‘Isabelita’ dejó esta entidad muy organizada para seguir funcionando por mucho tiempo. “Ella es un ejemplo de tenacidad, coraje y valentía”, comentó.
El Gerente del Hospital Infantil, Juan Carlos Alzate, también afirmó que el equipo que trabajó con Isabel es muy comprometido, por lo que de seguro, la labor continuará por muchos años. “La comunidad pierde a una mujer de gran trabajo social y que deja un legado para que gremios e instituciones lo sigan”, agregó. Aunque es de ascendencia antioqueña, su corazón estuvo anclado a esta ciudad y sus semillas de solidaridad se sembraron tan profundo en estas tierras, que los frutos han salvado a muchos niños con cáncer. Sus allegados reconocen sin titubear que su terquedad y su confianza la hacen valiente. Su único hermano, Carlos Alberto, decía que cuando ‘Isabelita’ era pe-
queña era sumisa, bien educada, respetuosa y tierna. Siempre fue muy religiosa y en parte se debió a sus raíces antioqueñas y a su formación educativa con monjas. “Se fue una amiga, una colaboradora, se fue un ángel. Solo nos queda seguir con su legado y luchar por las personas que tienen esa enfermedad, la cual hace 14 años se llevó a Alejandra y este año a su madre”, comentó Melva Chica de López, una de sus grandes amigas. El día de sus honras fúnebres la acompañaron sus seres queridos, su familia y aquellos que la hicieron parte de la propia, al tener un corazón de oro que ayudó a todos los que buscaban su respaldo, por eso la definen como un ángel en el cielo.
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MARTES 29 DE DICIEMBRE DE 2009
ELVIA ALZATE DE YEPES (1917-2009) Trece hijos, siete hombres y seis mujeres, forjaron en doña Elvia Alzate de Yepes un espíritu templado y noble. Falleció el pasado 21 de diciembre a sus 92 años y sus familiares cumplieron el deseo de que sus despojos quedaran al lado de su esposo, don Floro Yepes Gómez. Madre del senador Ómar Yepes, de la concejal Lucelia Yepes, del candidato al senado Floro Arturo Yepes y del Director del Hospital Santa Sofía, Jorge Hernán Yepes; doña Elvia será recordada por forjar un camino conservador en su familia. Nació en Calarcá, vivió en Pijao y Génova y llegó a Manizales hace unos 50 años, donde trajo sus raíces campesinas como las cacatúas, los pelícanos australianos y un loro que la acompañaron durante varios años. "Quería que sus hijas hicieran una carrera y no que se quedaran en la casa. Para darles ejemplo, se puso a estudiar el bachillerato hasta que
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ellas empezaron a estudiar. Al fin no se graduó", recordó Ómar, a quien le celebraron sus años de vida política un día antes de fallecer su madre, festejo que contó con la mayoría de los integrantes de la familia. Doña Elvia fue la que consiguió los primeros apoyos para que su hijo emprendiera la campaña parlamentaria en los 70. "Se caminaba los barrios e iba a las veredas para ayudar a su hijo”, comentó Amparo Gutiérrez, su nuera y amiga entrañable. Tenía 35 nietos, 36 bisnietos y dos tataranietos, con los que muchas veces se reunía a rezar y a contarles historias. Dicen que era muy "rezandera" que a las 2:30 de la tarde comenzaba la coronilla a la Divina Misericordia, continuaba con el rosario y la novena a algún santo, y remataba con la eucaristía que veía a diario por televisión. Entre oraciones iba tejiendo los ropones, así como las conversaciones con las personas presentes. Tras la muerte de Floro Yepes, quien murió en la época de la violencia bipartidista, Elvia Alzate se convirtió en una especie de fortaleza y motivó la unidad de su familia, por lo que luego de la reunión en la que estuvieron celebrando, ahora todos están listos para recordarla como la gran madre que fue.
nte e c o EL d RODRIGO RODAS VALENCIA (1953-2009)
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AZAEL OSORIO GIRALDO (1932-2009) Fue docente durante 37 años en el Colegio Nacional de Oriente, hoy Institución Educativa Pensilvania. Azael Osorio Giraldo falleció el 4 de marzo como consecuencia de varias enfermedades que le aquejaban. De él dicen que cumplió su misión en su paso por la vida. A sus 77 años se convirtió en un personaje típico del Municipio caldense. Gerardo Trujillo Ospina, alumno de don Azael hace 30 años, lo recuerda como orientador de Filosofía, Educación Religiosa e Historia. “Fue el gran filósofo de su época en el colegio; hombre íntegro, ético y moral que deja el recuerdo de una excelente persona y un modelo para seguir porque como maestro dejó huella en Pensilvania”. La profesora Luz Astrid Chala fue compañera de labores de don Azael en el colegio Técnico de Pensilvania
y expresa que fue muy responsable, tolerante y un gran administrador cuando se desempeñó como vicerrector. “Nos dejó grandes enseñanzas con sus aportes, por su calidad de vida y como un ser humano asertivo y al servicio de los demás, pues siempre se preocupó por el bienestar de los compañeros, estudiantes y padres de familia, fue de gran calidad humana”, comentó Chala. Osorio Giraldo se retiró en 1998 del magisterio para disfrutar de su pensión de jubilación y se radicó en Manizales con su esposa, Cielo Cardona Henao. Le sobreviven sus hijos Rubén Darío, Fanny, Carlos Alberto, Jorge, Nhora y William. Como maestro también impartió cátedra en la Normal Superior de este municipio. Hijo de otro recordado educador de Pensilvania Azarías Osorio y de doña María Giraldo. Azael terminó su bachillerato en el Seminario Menor de Manizales e ingresó a los estudios de filosofía y teología en el Seminario Mayor Nuestra Señora del Rosario, de la ciudad, de donde se retiró para dedicarse a la docencia, luego de contraer matrimonio. Fundó la Cooperativa de Trabajadores de Pensilvania, Cootrapen en 1963 y se desempeñó como presidente de la junta del Asilo de ancianos durante 20 años, se destacó por el apoyo que brindó a las actividades de la parroquia de Pensilvania y recibió la Medalla de Honor al mérito en 1994 otorgada por la Alcaldía de la localidad. Uno de los sueños de don Azael era recorrer los lugares bíblicos en Tierra Santa, ya que como profesor de religión e historia se refirió a esos lugares en muchas ocasiones. Ese anhelo se cumplió en 1999.
Dicen que vivió por la academia y por los niños autistas. Este era Rodrigo Rodas Valencia quien falleció el pasado 17 de noviembre. Para los estudiantes de psicología de la Universidad de Manizales fue una gran pérdida para la facultad, pues Rodas se destacó como docente en esta institución y director del Instituto Desarrollo Integral del Niño Autista (DINA). "Se murió siendo intelectualmente brillante", dice entre lágrimas Sandra Campuzano Castro, compañera de DINA. "Su epitafio sería: 'vivió'", sostiene su mamá, Lucía Valencia, refiriéndose al mundo que recorrió, a sus virtudes y vicios. Los cuatro paquetes de cigarrillo que fumaba a diario se convirtieron en armas mortales y lo llevaron a la muerte luego de sufrir de cáncer en la garganta. Tenía 56 años, nació en Cartago (Valle del Cauca) y su madre dice que desde pequeño veía en él a un auténtico conductista, que
es el enfoque psicológico en el que se hizo experto. "Rebelde por naturaleza y apasionado por los animales. Tuvo una liebre a la que le enseñó a montarse en triciclo", comentó. Se graduó en 1968 de la Universidad Javeriana. No alcanzó a terminar su tercera obra, pero cumplió la meta de graduarse en septiembre de este año como doctor en Ciencias de la Educación de Niñez y Juventud. Hace varios meses le diagnosticaron la enfermedad y lo incapacitaron. DINA es su huella más profunda. Le inquietó el autismo por ser una de las patologías más extrañas del desarrollo humano y con sus investigaciones intentó comprenderlo para mejorar el tratamiento con los niños y jóvenes. Viajó a varios países para compartir el conocimiento adquirido y creó una escuela de padres y madres coterapeutas. "Su apoyo fue confortante. Nos obligaba a ir a las capacitaciones y empezamos a ver los progresos", afirma Amanda Castaño, una de esas madres.