Domingo, 25 de Enero de 2008 - Edición 69 / www.lapatria.com
El milagro de un niño pobre
Editorial Prepara Sopita de fideos Adquiere conocimientos y enseñanzas Conoce los destacados en las artes
Cuadro de honor de la semana.
T
oby presenta en estas ediciones los ganadores del concurso de cuento que realizó el Centro Comercial Bulevar Centro (las historias están escritas tal como fueron enviadas). El tercer puesto lo ocupó Laura Alejandra Ardila y esta es su historia: Érase una vez, un niño muy juicioso en su casa, él creía mucho en la navidad aunque su mamá fuera pobre. Él decía que la navidad se podía pasar en familia aunque no hubiera dinero. Como su mamá no tenía dinero para comprar con que decorar el pesebre, a él se le ocurrió hacer el pesebre utilizando sus pocos juguetes, entre ellos: muñecos, caballitos, vaquitas y con cartón se ingenió la manera de hacer unas cuantas casita, pero no sabía como hacer el rebaño, ni el pasto, entonces pensó en una cobija que tenía
desde que era bebé, demasiado colorida, donde el color que más predominaba era el verde, y manos a la obra. Empezó con su pesebre, teniendo su cobijita en el rincón de su humilde casa, le puso encima los muñequitos antes mencionados y las cositas antes elaboradas, y así concluyó con el pesebre. Llamó a su mamá muy contento para mostrarle lo hermoso que le había quedado. La madre feliz lloraba a solas por no poderle brindar lo que se merecía, pero aquél pequeño le daba cariño y ternura y le decía que no se sintiera mal
por no tener dinero. Así pasaron los días y ellos eran muy creyentes, realizaban sus novenas día a día hasta que llegó el 24 de diciembre. El niño ansioso por que llegaran las 12 de la noche oraba con mucha fe ante ese humilde pesebre por su mamita, él ilusionado guardaba la esperanza de que el Niño Jesús se acordara de él y le trajera algo para alegrarle su navidad, así fueran unas galletas para compartirlas con su mamá. Cuando llegaron las 12 apareció una luz que era el Niño Jesús que había nacido, el niño
asustado cerró los ojos y de repente alguien le habló, era un niño hermoso, blanco y de ojos azules que le decía: Eres un niño digno de admiración, igual que yo eres humilde y agradecido por lo único que tienes, lo único que te ha importado es permanecer al lado de de tu mamita sin exigirle juguetes caros, siempre agradeciéndole por lo que pobremente te puede dar, por eso quiero premiarte con algunos juguetes para que los disfrutes, que Dios te bendiga y sigue cuidando así a tu mamita, yo me voy pero seguiré iluminándote, sigue así agradeciéndole a Dios por todo como lo has hecho hasta y llegarás muy lejos. Así con esas palabras, de repente dejó de brillar aquella luz, el niño muy alegre y con lágrimas en sus ojos salió en busca de su mamita y le contó lo que había pasado, los dos agradeciendo ante el pesebre, disfrutaron de lo que el Niño Jesús les había dado. Fin