“Cogito, ergo ¡Pum!»

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Punto de encuentro

“Cogito, ergo ¡Pum!» «Cogito, ergo ¡pum!» (Pienso, luego ¡pum!) ¡Pum! A callar, chitón, a lo tuyo capullo, a otra cosa mariposa. ¡Pum! ¿Dios mío, por qué no me hiciste un poco más cobarde y resignado? Yo también, lo confieso, le temo al ¡Pum! Me estoy acordando hoy más que nunca de una frase célebre, pronunciada por una condesa italiana al enterarse de que Benito Mussolini, el Duce, había determinado que su país entrara en la guerra. Me refiero a la Segunda Guerra Mundial, claro. “Si aquí no nos damos prisa en perder, va a ocurrir una catástrofe”, dijo la buena señora. Pues bien, pasa igual en esta charca estancada que es Caldas. Si los de la oposición siguen por sus fueros, mal van a parar sus huesos, que acá eso de dar batalla se paga caro. De manera que el asunto se resuelve más fácil si se dan a la tarea de perder rapidito y dejan de hacer sudar la gota gorda a los poderosos; así se ahorra la catástrofe: no ver la honra hecha una cochambre y desollada viva toda aspiración. Ahí está el caso, para no ir muy lejos, de Luis Alfonso Hoyos. Desafió a los dioses del olimpo político de esta tierra y terminó en la hoguera crepitante de la coalición. Quemado, y con leña verde. Y es que acá tomar partido por el bien, es estar fuera de onda. Si Galileo Galilei fue reo de haber visto girar la tierra en torno al sol, según dice el poeta José María Valverde; acá sucede otro tanto: la oposición es rea de levantisca, de querer cambiar este baile que vienen bailando la misma pareja hace 30 años. Para la coalición, el infierno son los otros, de modo que hay que ponerlos en la parrilla, a que se asen en sus jugos por irreverentes. ¿Qué se han creído? *** Por supuesto que me ha dolido lo que le sucedió a Luis Alfonso Hoyos. Creo en su honestidad; aunque es inobjetable que se equivocó, así fuera por hacer un favor y que ello le ha costado la cadena perpetua de la muerte política. Su equivocación es sin duda ínfima frente al rosario de pecados de algunos de sus detractores; pero ella ha bastado para pasarle la cuenta de cobro por ser el chico difícil de nuestra política doméstica; por porfiar en la oposición en vez de aceptar algunas migajas de los dueños del poder. Su muerte política, cambia el mapa electoral de Caldas. La coali-


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