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Utopías y distopías

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Los Premios “Macondo” y la Academia Colombiana

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Publicaciones

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Dos destinos frustrados

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creación y vida

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ENSAYO Biblioteca del dragón

Utopías y distopías nidosos, tontos, sin sentido común y pueden llevar a la sociedad a la perdición total. No obstante, la visión científica optimista y esperanzadora, en parte del siglo XVIII y en el siglo XIX, condujo al predominio de la utopía de base científica en la mayoría de obras literarias. La obra descomunal de Julio Verne es un ejemplo del utopismo científico del siglo XIX y sus nexos con la sociedad capitalista. Pero también otros libros como Mirando hacia atrás (1888) de Edward Bellamy y Noticias de ninguna parte (1890) de William Morris son utopías científicas asociadas a la ideología socialista. Bellamy sitúa su héroe en el año dos mil, donde se ha logrado la prosperidad material y psicológica de todos los ciudadanos, gracias a la combinación de un socialismo político y un gran desarrollo tecnológico que libera del trabajo pesado a los hombres. En la utopía de Morris las máquinas están al servicio de las necesidades humanas porque el socialismo tiene claridad de la prioridad de las personas sobre la esfera económica. Esta tendencia optimista se cierra con el Wells tardío de Una utopía moderna (1905).

La obra de Julio Verne es un ejemplo del utopismo científico del siglo XIX. Las distopías del subgénero del ciberpunk desarrollan una relación ambigua entre cibertecnología y naturaleza humana. “No lugar”. Orlando Mejía Rivera* - Papel Salmón

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a República de Platón es el paradójico origen simultáneo de la utopía y de la distopía. Su sociedad ideal es la respuesta a las preguntas que él se hizo a sí mismo en su libro de Las Leyes: “¿Cuál es el mejor modo de organización para una comunidad, y cuál es el mejor método para que una persona disponga de su vida?” El arquetipo de esta estructura platónica ha estado presente siempre en el pensamiento occidental: el sistema de castas, el rey filósofo, la eugenesia, la expulsión de los poetas y de los disidentes, el arte oficial, la sociedad cerrada como símbolo de un orden perfecto que justifica el poder ilimitado de lo político. Desde La Utopía (1516) de Tomás Moro hasta Neuromancer (1984) de William Gibson, la literatura utópica/ distópica ha tenido al libro de Platón como su matriz intertextual y el énfasis positivo o negativo ha dependido de la manera como se ha leído el libro en las distintas épocas de la historia. De hecho, libros clásicos como El mundo de los tontos (1552) de Doni, Cristianopolis (1619) de Valentín Andrae, La ciudad del sol (1623) de Campanella y la famosa Nueva Atlántida (1627) de Francis Bacon, son variantes utópicas de La República. Sólo un autor anterior al siglo XVII fue precursor de una lectura distópica y satírica de la sociedad platónica. Me refiero a Rabelais

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y su famosa Abadía de Thelema que aparece en el libro primero de su Gargantua y Pantagruel (1532). Allí su personaje, el hermano Juan, arremete contra el orden arquetípico del filósofo y defiende una sociedad donde la única ley que se debe cumplir es la siguiente: “Haz lo que quieras”. Nace así la tensión entre el totalitarismo colectivo y el libre albedrío individual. Por eso, los héroes de las futuras distopías son personajes que luchan por la preservación de la intimidad y el pensamiento propio, ante sistemas que buscan la uniformización de los ciudadanos.

El otro gran antecedente de la línea distópica es Jonathan Swift y el tercer viaje de su héroe Lemuel Gulliver a la isla de Laputa (1726). La importancia contemporánea de este texto es que corresponde a la primera crítica directa a una utopía científica, mediante la satirización de La casa de Salomón del libro de Bacon. En la Nueva Atlántida el pensador inglés defiende la sabiduría, la responsabilidad y la prudencia de los científicos y, por ello, le parece obvio que su sociedad se someta a sus directrices. Sin embargo, Swift al crear La gran academia de Lagado muestra la otra cara de los científicos: son va-

El siglo XX abandona el utopismo científico y la utopía política. Leemos y reescribimos el texto de Platón en una sola clave: la distópica. Si la utopía fue, de acuerdo con el neologismo de Moro, “un buen lugar que no existe”, la distopía en el siglo XX ya no es sólo la definición decimonónica de Stuart Mill: “un mal lugar que no existe”; si no algo más radical y paradójico: un no lugar que siempre existirá. Me explico: El antropólogo Marc Augé en su libro Los no lugares, espacios del anonimato (1992) los definió así: “si un lugar puede definirse como lugar de identidad, relacional e histórico, un espacio que no puede definirse ni como espacio de identidad ni como relacional ni como histórico, definirá un no lugar”.


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ENSAYO imágenes televisivas del Gran Hermano del 1984 (1948) de Orwell y su lema “la guerra es la paz”; del blanco Centro de incubación y condicionamiento del Londres del Mundo Feliz (1932) de Huxley y su personaje Forster diciendo: “Este es el secreto de la felicidad y la virtud: amar lo que uno tiene que hacer. Todo condicionamiento tiende a esto: a lograr que la gente ame su inevitable destino social”; de las vitrinas abarrotadas de cosas inútiles de Mercaderes del espacio (1953) de Pohl y Kornbluth, donde los individuos sólo se pueden realizar como personas a través del consumo. Sin embargo, esta definición espacial de distopía no agota otros matices de su interpretación literaria en el siglo XX. La utopía científica está unida al concepto de progreso, es decir, a la esperanza en un futuro mejor. Pero la llamada crisis de la modernidad tiene Es decir, en este contexuna relación estrecha to las distopías del siglo XX con el cuestionamiento son espacios congelados y de la idea de progreso y, repetidos, vacíos de símboa su vez, el escepticismo los y de tradiciones históante el progreso se interricas, donde los individuos conecta con la problemásin memoria habitan artica de la racionalidad, la quitecturas sin memoria. historia y las consecuenLa imagen arquetípica de cias sociales y políticas este “No lugar” universal del proyecto moderno de es el centro comercial de William Gibson. la ilustración. cadena, idéntico en todas las regiones de la tierra, que desplaza 3 los colores locales de los individuos, Los escritores de ciencia ficción han que transforma en consumidores a los recibido el doble legado de los pensaciudadanos, que uniformiza la mente y dores posmodernos de no creer ni en el cuerpo de acuerdo con el estrato soel progreso científico, ni en la racionalicioeconómico. dad instrumental ejercida por los cienEn esta postal universal, en que se tíficos. El resultado ha sido la creación ha convertido el mundo, todo está lleno de luminosidad y de vidrios transpa- de distopías donde la tecnología está al rentes. Es el nuevo panóptico del higié- servicio de la alienación y la destrucnico mercado infinito, donde la gente ción humana por medio de la guerra. sólo aspira a consumir los productos Como ejemplo de esta relación está, de sus estantes, desde el nacimiento entre otras, Limbo (1952) de Bernard hasta la muerte, y huye de las sombras, Wolfe, quien fue guardaespaldas de de las ruinas, de la suciedad. Desde la León Trotsky. Esta es una de las nociudad burbuja de edificios de cristal velas distópicas más brillantes y desen Nosotros (1922) de Zamyatin, hasta carnadas en donde queda explícito el las calles de Chiba City, en el Neuro- vínculo entre la guerra y la tecnología. mancer de Gibson, donde las luces de En un futuro orwelliano la guerra es un estado permanente donde todos los neón brillan las veinticuatro horas. Las arquitecturas, de buena parte adolescentes están obligados a particide las distopías literarias del siglo XX, par. El desespero y la opresión llegan representan los no lugares de una so- a tal punto que algunos se amputan ciedad humana que ha llegado a la últi- sus extremidades de manera voluntama escena de la película de la especie: ria, para evitar ser reclutados por el en un “zoom” perpetuo se repiten las ejército. Pero la cibernética se orienta

a reconstruirlos para que recuperen su capacidad de guerreros letales. De otro lado, las distopías del subgénero del ciberpunk desarrollan una relación ambigua entre cibertecnología y naturaleza humana. William Gibson, Bruce Sterling, G.A. Effinger, Neal Stephenson (precursor del tema de la nanotecnología en la ciencia ficción contemporánea con su novela La era del diamante, manual ilustrado para jovencitas (1995)) han construido atmósferas del futuro cercano que se pueden sintetizar así: dominio neofeudal de las megacorporaciones, contaminación ambiental del mundo real, disolución del cuerpo humano a expensas de su virtualización simbólica y mental, invasión y penetración de la realidad digital en la realidad material. Case, el antihéroe de Neuromancer de Gibson, es un “vaquero” de “inteligencias artificiales” que trabaja para la mafia japonesa obligado a “hakear” dentro de la red. Es en esta novela donde por primera se mencionó la expresión “ciberespacio” como: “Una alucinación consensual experimentada diariamente

J.G. Ballard

Fotos/Tomadas de Internet/Papel Salmón

por billones de legítimos operadores, en todas las naciones, por niños a quienes se enseña altos conceptos matemáticos... una representación gráfica de la información abstraída de los bancos de todos los ordenadores del sistema humano”. En esta atmósfera ya no hay un por qué ni un para qué, ni proyectos, ni destino, sólo confusión y alienación. Para Case no existe el triunfo, ni la derrota, sólo sobrevivir y maldecir su “vieja carne” en la que se siente “prisionero”. Ni futuro, ni pasado, más bien un eterno presente virtual, un infierno digital de luces y sonidos que embotan su cerebro. La desconfianza en el uso del poder tecnológico lleva también a las distopías ecológicas, ocasionadas de manera directa o indirecta por la soberbia y la prepotencia de las grandes potencias tecnocráticas. En Todos sobre Zanzibar (1968) de John Brunner la contaminación y la superpoblación es tan asfixiante que las personas pagan por estar solas unos pocos minutos. En Hagan sitio, Hagan sitio (1966) de Harry Harrison la superpoblación mundial y el desequilibrio alimenticio conduce a grandes hambrunas y a que la humanidad termine utilizando la tecnología para reciclar en forma de alimento los propios cadáveres humanos. La versión cinematográfica de este libro fue la película Soylent Green (1973) del director Richard Fleischer, con un Charlton Heston inolvidable para mí, por encima de su papel en el Planeta de los simios. Pero la distopía ecológica paradigmática del siglo XX es la trilogía de J.G. Ballard Mundo sumergido (1962), La sequía (1964) y Mundo de cristal (1966). Con su cruda narrativa habitual él aborda las catástrofes derivadas del abuso tecnológico manejado con estupidez y ceguera ambiental: la contaminación por el agujero de la capa de ozono, la polución del agua dulce, la aniquilación de las especies vegetales y animales, la llegada a un punto de desequilibrio donde la especie humana ha generado su propia destrucción. La contemporaneidad de esas novelas en este siglo XXI es asombrosa e inquietante PS *Escritor. Profesor titular de la Universidad de Caldas. Departamento de Salud Pública.


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CINE Filmes con autenticidad e independencia estética

Los Premios “Macondo” y la Academia Colombiana Tres películas concebidas por jóvenes directores que en los próximos años podrían ensanchar la calidad del cine latinoamericano. Autenticidad e independencia. Jorge Abel Carmona Morales* - Papel Salmón

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oma, uno de los más bellos, críticos y mordaces filmes creados por el gran Fellini, nos muestra, en una de sus secuencias más memorables, la fastuosidad, la pompa y el glamour de la estética vaticana. Los hábitos, las mitras y el báculo, desfilan sobre la alfombra en un espectáculo carnendolero de contenidos profanos, desafiantes y auscultadores de la moral católica, apostólica y romana. El año 1928, inicio de la entrega de los premios “Oscar”, constituye una declaración de continuidad del espectáculo con poco rigor crítico y un marcado respaldo a la industria cinematográfica, en detrimento de la obra de arte. Con 82 años de distancia, el pasado 21 de octubre se entregaron los premios “Macondo”. Sus artífices son los miembros de la recién fundada Academia Colombiana de Artes y Ciencias Cinematográficas -ACACC- en la que funge como presidente el experimentado de mil batallas y ni una sola película decente, Lisandro Duque Naranjo. En los “Oscar”, se premian 23 categorías, en un proceso que se desarrolla en tres momentos. En el premio se seleccionan las películas por parte de los trabajadores de cada modalidad. Luego, todos los miembros de la Academia escogen el filme ganador en la sección respectiva. Algo similar se hizo aquí, pero con algunos aditamentos como el premio del público a la mejor película y el otorgamiento del premio al mejor largometraje nacional por parte de un jurado internacional, compuesto, entre otras personas, por la directora peruana Claudia Llosa quien cuenta entre sus obras Made in usa y La teta asustada, recientemente nominada al “Oscar” al “Foreign Film”.

Los filme nominados

En el “Macondo” (denominación, a mi parecer restrictiva de los complejos cauces de nuestros contenidos identitarios como colombianos), obtuvieron nominaciones películas como Los viajes del viento

(2009) de Ciro Guerra con cuatro galardones, Retratos en un mar de mentiras (2010) de Carlos Gaviria con tres, La pasión de Gabriel (2009) de Luis Alberto Restrepo con dos, La sangre y la lluvia (2010) de Jorge Navas con uno y El vuelco del cangrejo (2010) de Óscar Ruiz Navia con uno. También se nominaron películas como Del amor y otros demonios (2010) de Hilda Hidalgo; PVC-1 de Spiros Stathoulopoulos; Contracorriente de Rafael Gutiérrez, Elisa Salinas, y Sergio Basáñez; Los pecados de mi padre (2009) de Nicolás Entel, que quizás, especialmente la primera, hubieran aspirado aun poco más en la obtención de premios. Este preámbulo extiende la alfombra para el análisis de tres películas, que entre nominadas y premiadas, destacan por su autenticidad e independencia estética concebidas por jóvenes directores que en los próximos años podrían ensanchar la calidad del cine latinoamericano. Nos referimos a Los viajes del viento, La sangre y la lluvia y Del amor y otros demonios. Hallamos en las anteriores propuestas un progreso en la elaboración técnica de los productos, sin descuidar una visión particular de mundo, mostrando que se puede aspirar a desarrollar un cine propio, en el que destaquen percepciones individuales de creadores sensibles, con unos altos niveles de conciencia frente a la complejidad de nuestra realidad colombiana. Las tres películas descuellan por el desgarramiento, por aquello que se ha ido y amenaza un no retorno entre las fronteras físicas, temporales y emocionales de todos y cada uno de los contextos de un país limitado por su topos, con la desesperante necesidad de jalonar unos contenidos de modernización que vibren al ritmo de la vida moderna.

Los viajes del viento

Los viajes del viento se erige como una obra de autor, provinciano o no, parado en algún lugar de las coordenadas de nuestra configuración nacional. El desencadenamiento de los sucesos, en realidad, ocurre en la exhibición de los paisajes colombianos, desde un modo de ser Caribe. Con desiertos desolados y montañas acomodadas en lo alto de la Sierra. Es el mismo tema de la realidad latinoamericana, aquella soledad arrinconada por la geografía, confinando inevitablemente a los individuos y a los grupos humanos en parcelas territoriales de un país, enquistado en

los más profundo de las entrañas, extramuros de un continente apenas en ciernes. El homenaje surte efecto. Es una deuda de sangre que había de saldarse, caminando los andurriales del país, desnudando las enconadas propensiones de fundar lo otro, el otro y los otros, en una clara manifestación de no reconocimiento de modos de ser y de hacer tan distintos pero tan nuestros, tan cercanos pero tan alejados de la región andina colombiana. Pensamos, entonces si los Wayúu son ciudadanos también o si sus hábitos de vida que los construyen como pueblo hacen parte de un conjunto de rasgos que nos catalogan como colombianos. Quizás, el canto del juglar vallenato cada vez más, hunde su voz y su acordeón en el fondo de la tierra por la revitalización de un género musical que ha sido banalizado hasta sus máximas consecuencias. Denota la película, una regionalización cultural de proporciones enormes. Cada centímetro de geografía tiene dueño, cada habitante que recorre los caminos de la Costa Caribe, dirige su mirada hacia el acceso a un trozo de poder para acentuar el desbalance. Parece que la música, pudiese aliviar un poco, el sufrimiento conferido a personas sentenciadas, desde su mismo nacimiento, a la plena marginalidad social.

Del amor y otros demonios

Por otro lado, Del amor y otros demonios, de la novela homónima de Gabriel García Márquez nos lleva del paisaje exterior hacia un mundo replegado, introspectivo, arraigado en lo más intrincado del alma humana. En la Cartagena del siglo XVII, se respira ese


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CINE viento de un Caribe joven. Las murallas de la ciudad aún vibran por los chasquidos de la piedra fresca. Su directora, Hilda Hidalgo, una realizadora costarricense, es capaz de auscultar en los intersticios de una relación prohibida en tiempos de inquisición y de rechazo, de filosofías heréticas, de ciencias perversas que descubren eclipses y enmarañan el espíritu del hombre bajo la empalizada de leyes racionalizadas hasta la saciedad. La rabia es el diablo encarnado en dos seres que se aman por primera vez, que se encuentran en circunstancias que están precedidas por el catedralicio tamaño de la historia. Sierva María de todos los Ángeles, representada por la hija de Jorge Alí, Elisa Triana, exhibe su naturalidad como una garantía de su trabajo. Sus cabellos largos y rojos, se confunden con su albino rostro para convertirse en una víctima del demonio. Su salvador, el padre Cayetano de Laura, encarnado por el actor español, Pablo Derqui, refleja la tensión en su rostro, ese torturante mundo que se revela como un diluvio interior, ardiendo por el amor que toca en su alma y se debate con Dios sin darle tregua. Cada plano merece un detenimiento, un reconocimiento de elaboración, para ponerse en él. El juego de luces y sombras alumbran y apagan el universo de los amantes que descubren sentimientos jamás desarrollados ante ningún mortal. Entre la edad y el amor, la novela del Nobel colombiano no se empobrece, no parece una obra distinta de las películas anteriores en las que se adaptaron al cine otras de sus creaciones.

luces nocturnas en semáforos que titilan irrefrenablemente. La sangre y la lluvia, por su atrevimiento, es una propuesta valiosa, que, creo, inaugura una posibilidad de cine urbano luego de los intentos desarrollados por Carlos Mayolo y Luis Ospina en algunas de sus películas, en la ya lejana década de los 80 del siglo anterior; algunos realizadores se propusieron desplegar la violencia de la ciudad, la del día a día, en cualquier esquina de una Bogotá o Cali. Por el contrario, afortunadamente, los instrumentos técnicos y tecnológicos, hacen de este filme una obra que merece mostrarse en distintos países, con la seguridad de estar enseñando un producto de muy buena calidad. Si bien, la otra parte del conjunto de películas mencionadas, requiere un análisis separado, las propuestas aquí tratadas conforman una buen trilogía, que en lo sucesivo, marcarán una pauta para los realizadores que se atrevan a hacer cine en nuestro país.

Un verdadero edificio cinematográfico

La sangre y la lluvia

Otra propuesta de forma y contenido distintos nos remite a los padecimientos de los urbanitas modernos. La sangre y la lluvia, del director caleño Jorge Navas, muestra con acertada nitidez las extensiones de la violencia social y política de nuestro país, aquella que se sufre a diario, que no requiere de un camuflado y un fusil, para seguir mellando las posibilidades de crecimiento como nación. Entre “desmovilizados” paramilitares, delincuencia común y ciudadanos atormentados por la muerte y por las drogas, surge la atracción entre dos almas suburbiales, un hombre que extraña a su hermano y una mujer que vive al ritmo de la noche, vagando por las calles, pesquisando en unos gramos de cocaína, una especie de paliativo para su acendrado sufrimiento. Su estética es conmovedora. La noche oscura, las luces reverberantes, la lluvia serena y constante, revelan otro mundo: un arrabal en la enmarañada urbe que amenaza destruir a los habitantes que osan transitar en momentos, donde “la normalidad” duerme. Ángela (Gloria Montoya), se masturba entre las paredes de una habitación para intentar olvidar esa desolación que disimula con el brandy, buscando una compañía que alivie su endémica enfermedad: una soledad a prueba de nada. Jorge (‘Quique’ Mendoza), chasquea los dientes para contener la rabia por su pérdida, aquel hermano muerto por la policía, atrapado por bandas delictivas en una ciudad atiborrada por los “anormales”, seres que se difuminan, con las

La creación de la ACACC debe recibirse de muy buen agrado, siempre y cuando, se disponga de los recursos, del conocimiento de la formación y de toda la parafernalia cinematográfica, capaz de avanzar en la realización de un número y una calidad apropiados de filmes nacionales. La propensión del manejo fílmico como empresa y solo como una empresa, no concibe un espacio para propuestas originales, verdaderas creaciones de artistas que se puedan expresar y que puedan vivir cómodamente con el producto de su trabajo. No es que la creación de la academia deba rechazarse, esgrimiendo un carácter imitativo de otras organizaciones en otros países, ni que el premio “Macondo”, corresponda únicamente a exaltar sólo los aspectos formales del cine colombiano, sino que, como lo mencionamos anteriormente, el trabajo de crear un verdadero edificio cinematográfico en el que se estructuren todas y cada una de las partes de un esfuerzo planificado, de buena calidad, y en el que las mismas obras, comprendan las necesidades de expresión de nuestros artistas audiovisuales, considerando la importancia de la construcción de propuestas serias que permitan configurar una conciencia estética de contenidos sólidos, es algo que debe emprenderse de manera urgente. Por fortuna, dada la escasez de dinero, el premio “Macondo” no obedece, por ahora, al carnaval estilístico de los “Oscar”, en el que, parece, se producen las “legitimaciones” del éxito, de la fama, de la moda, más que los esfuerzos cinematográficos de artistas que han sido marginados. Mientras esto ocurre, seguiremos disfrutando del desfile papal y continuaremos sumergiéndonos en los planos del genio italiano PS *germaniavive@live.com


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PUBLICACIONES en estantería

P R E C I S I Ó N ¡A bailar!

Del amor, del olvido

Este nuevo libro de la serie de Villegas Editores “Cosas de niñas” incluye un dvd con bailes animados, música y coreografías, con la animación e ilustración de Garabato Animación, la asesoría profesional de baile y coreografías de Sajeeva Hurtado, y la composición y musicalización de Nicolás Ramírez. Además de enseñar a bailar rock and roll, salsa, tango, danza árabe, rumba flamenca, vals y cancán, mostrando cada uno de los pasos del baile, las lectoras podrán potenciar al máximo los beneficios que nunca se mencionan en el baile, como socializar, subir la autoestima, mantenerse en forma, expresar sentimientos, combatir el estrés, aceptar el cuerpo y quemar energía.

Este libro de poesía es una antología que tiene como tema el amor. Es publicado por una casa editorial independiente, que publica libros sobre diversos temas de América Latina, humanidades, poesía, ensayo y narrativa, Luna Libros. Los poemas publicados vienen de los libros De poemas de amor (1986), De cantar por cantar (2001) y los dos últimos son del libro Cuadernos de música (2007). Además están divididos en los capítulos “Poemas de amor”, “Amores imposibles”, “Cuaderno para olvidar”, “Apariciones”, “Encuentros” y “Some present moments of the future”, poema escrito en dos versiones. Uno de los poemas dice: “Sé que el amor/ no existe/ y sé también/ que te amo”. (pag. 14)

VILLEGAS, María/KENT, Jennie. ¡A bailar! Villegas Editores. Bogotá. 2010. Pp. 256. $43.000.

JARAMILLO AGUDELO, Darío. Del amor, del olvido. Luna Libros. Bogotá. 2009. Pp. 106. $28.000.

Yo no vengo a decir un discurso

Yo, La Pola Flor Romero nació en Guadas (Cundinamarca) al igual que Policarpa Salavarrieta. La autora, a partir de la leyenda de esta heroína, cuenta de manera ficticia y basada en el saber histórico, su intuición y empatía, la vida de La Pola. Según Jacques Gilard, escritor francés experto en sus homólogos colombianos, dice: “Esta novela de Flor Romero propone regresar a la figura más íntimamente popular de la historia colombiana, la de La Pola, heroína por antonomasia, imagen ejemplar de la mujer que se sacrifica por una causa sagrada, en su caso la causa de la Independencia”. Flor Romero es periodista de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá y estudió Ciencias Políticas en La Sorbona de París.

Los textos que Gabriel García Márquez ha reunido en este libro fueron escritos por él con la intención de leerlos en público, y recorren prácticamente toda su vida, desde el primero que escribió a los 17 años d edad, hasta el que leyó ante las Academias de la Lengua y los reyes de España al cumplir 80 años. Estos discursos pronunciados durante 63 años ayudan al lector a comprender mejor su vida, su fervorosa vocación por la literatura, la pasión por el periodismo, su inquietud ante el desastre ecológico que se avecina, su propuesta de simplificar la gramática, los problemas del país o el recuerdo de amigos escritores como Julio Corazar o Álvaro Mutis, entre otros.

ROMERO, Flor. Yo, La Pola. Intermedio Editores. Bogotá. 2010. Pp. 209. $39.900.

GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel. Yo no vengo a decir un discurso. Random House Mondadori. Bogotá. 2010. Pp. 151. $32.000.

convocatoria

C O N C E P T U A L

Hechos y lógica Luis E. García* - Papel Salmón

Educación hedonista vs. educación de calidad De acuerdo: el gobierno y todo el mundo esperan una educación de calidad: que los recursos físicos, humanos y financieros invertidos en el sistema educativo en Colombia alcancen los objetivos y las metas esperadas (como lo hemos esperado, igualmente sin éxito, en los sistemas político, jurídico y militar, bien onerosos por cierto). Y también es un hecho que las horas invertidas por los estudiantes para obtener su cartón de bachiller fueron casi todas “horas nalga” en lugar de “horas cerebro”. Llegan a la universidad semivacíos, no obstante puntajes aceptables en pruebas de estado. Las centenares de horas dedicadas al inglés, las matemáticas, la historia y demás asignaturas, sólo les sirvieron a la mayoría para obtener una nota aprobatoria. ¡Y todos contentos! Lo grave es que con ese espíritu de ligereza y superficialidad llegan a la universidad, y en no pocas la nivelación académica la imponen los menos comprometidos y, por ende, por lo bajo. A menudo son los vagos quienes imponen su ley: se pegan de cualquier pretexto o “causa” para decretar paros, evalúan mal a los buenos profesores exigentes, pretenden que las notas sean negociadas (y no faltan pedagogos que los amparan), y qué resulta de todo eso: la falta de calidad de bachilleres y profesionales. Fue a un destacado educador, rector de la Universidad de Caldas, Decano de la Facultad de Economía de la U. de Manizales… un buen hombre, el Dr. Alfonso Delgadillo Parra, a quien le escuché por primera vez esta sentencia: La excelencia sólo se logra con la exigencia. De acuerdo, finado y recordado Dr. Delgadillo, pero ¿dónde o en qué exigir para llegar a la calidad, paso previo a la excelencia? Nuestro sistema educativo sí tiene exigencias, pero la mayoría de ellas son formales, de mera apariencia. Por mencionar sólo una, insistir en el valor hora-clase como equivalente a hora-resultado. Y da grima ver cómo padres de familia casi arrastran a sus niñitas semidespiertas con unos uniformes que las hacen lucir cual tomacorrientes, para acudir a clases tempraneras donde todo les resbala mientras apenas logran despabilarse. Ya en la secundaria, el obstáculo de la calidad es, entre otros, la actitud educativa HEDONISTA, entendida en su sentido más amplio: el gusto inmediato sobre el esfuerzo y la voluntad a largo plazo. Pero ¿cual es el antónimo de hedonista? Intentaré encontrarlo para la siguiente columna. *precision_conceptual@yahoo.com

Música Con el fin de fortalecer y consolidar la acción de las escuelas municipales de música del país, MinCultura y el Sena abren convocatoria para el programa ‘Tecnólogo laboral en Coordinación de Escuelas Municipales de Música’. La convocatoria se realiza a través del Programa Nacional de Estímulos y el cierre de inscripciones será el próximo 16 de

diciembre. El programa tiene una duración de dos años y pueden participar las personas mayores de 25 años. Informes en la oficina de prensa del Ministerio de Cultura, teléfono: (1) 3424100 Ext. 1255, de Bogotá, o al celular: 310 8844539. También en la página web http://www.mincultura.gov. co/?idcategoria=41443

Director: Nicolás Restrepo Escobar Editora: Gloria Luz Ángel Echeverri Diseño: Virgilio López Arce Circula con LA PATRIA todos los domingos Cra 20 No.46-35. Tel 878 1700 Impresión: Editorial LA PATRIA S.A Portada: Gilberto Alzate Avendaño. Foto/Archivo LA PATRIA/Papel Salmón


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IN MEMORIAM Gilberto Alzate fue una de las figuras cimeras de la intelectualidad y la política colombianas del siglo XX. Fundador del Diario de Colombia. En una conferencia radial, alertó al país sobre las graves consecuencias de reformar la Constitución. Destino. Affan Buitrago Valencia* - Papel Salmón

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omo sabe que yo soy uno de los pocos sobrevivientes del grupo que acompañó a Gilberto Alzate Avendaño en sus campañas políticas y, sobre todo, en la producción del Diario de Colombia, por allá en los años 50 del siglo pasado, se le ocurrió a mi buen amigo Augusto León Restrepo, ex director de LA PATRIA, sugerirle a la señora directora de este Suplemento, que yo podía hacer algún aporte a este número dedicado, entre otras cosas, a registrar, este 26 de noviembre, el 50 aniversario de la prematura e inoportuna muerte del Mariscal, como le decíamos sus partidarios y amigos. Yo no quería aceptar el encargo, pues soy poco amigo de figuraciones, pero he resuelto atender la solicitud y aprovechar la ocasión, no para hacer un recuerdo más de Alzate y de sus excelsas cualidades intelectuales y políticas, a las que me referiré brevemente, indicando más bien los textos que pueden consultar los eventuales interesados, sino para aventurar una especulación histórico política, basada en la magistral conferencia radial que Alzate pronunció el 15 de noviembre de 1957, 15 días antes del plebiscito que dio origen al Frente Nacional. Gilberto Alzate fue una de las figuras cimeras de la intelectualidad y la política colombianas del siglo XX; y su temprana desaparición privó al país de una alternativa única, como espero dejar en claro al final de este artículo. Antes quiero invitar a los lectores, cuya gran mayoría no tuvo la fortuna de conocerlo, a familiarizarse con su vida y obra, a través de los pocos intentos biográficos que se han hecho de él; de los importantes textos que reunió mi amigo y paisano, Jorge Mario Eastman, cuando presidió la Cámara de Representantes; y de los que, con motivo de la muerte de Alzate se recogieron bajo

lio Reyes y José Constante Bolaño, que nos ayudaban a Marco Alzate y a mí, a llenar las muchas páginas, huérfanas de pauta comercial, que teníamos que hacer todos los días. También colaboraban el poeta Héctor Rojas Herazo y Juan Roca Lemus (Rubayata).

En los aniversarios de Gilberto Alzate Avendaño

Dos destinos

frustrados el título Alzate: Variaciones en torno a un nombre, en un libro editado por la Imprenta Departamental de Caldas, del cual salió muchos años más tarde una segunda edición, con prólogo del ex Consejero de Estado Augusto Trejos Jaramillo.

mírez Moreno, Aurelio Caicedo Ayerbe, y Eliseo Arango.

Las Variaciones también incluyen otros textos de importantes personajes como Mariano Ospina Pérez, los Caballero Calderón, los Naranjo Villegas, Roberto García Peña, Alfredo Vásquez CarriEntre los pocos ensayos biográficos zosa, Antonio Álvarez Restrepo y Jorge sobre Alzate recuerdo los de José Luis Gaitán Durán, y la elegía que compusiera Lora Peñaloza, Héctor Ocampo Marín, el poeta Eduardo Cote Lamus. Álvaro Salom Becerra y Evelio Henao Ospina, todos de difícil consecución, El volumen compilado bajo la direcpor lo limitado y antiguo de sus edicio- ción de Jorge Mario Eastman comprennes, excepto el de Ocampo, reproduci- de tres ensayos históricos, especialmente do en el libro Variaciones. Esto podrá uno dedicado a Bolívar; numerosos artícompensarse algún día, si el profesor culos y discursos, entre los que destaca, de la Universidad Nacional, César Au- además de la conferencia citada al pringusto Ayala Diago, logra llevar a cabo cipio y que servirá de base a lo que viene la investigación que hace sobre Alzate más adelante, una entrevista concedida a y su época y que, según el autor, podrá Arturo Gómez Jaramillo, entonces direcllegar a tener tres volúmenes, de los tor de LA PATRIA, en junio de 1959; más cuales ya salió el primero. de 120 editoriales del Diario de Colombia, cuya lectura continuada permite reLa sola lista de los autores de los memorar los cruciales acontecimientos ensayos agrupados en Variaciones en de aquella época, y en los que no se sabe torno a un nombre da idea de la impor- qué admirar más, si la asombrosa erutancia histórica de Alzate, y de las di- dición, o la soberbia prosa, con su eficaz versas reacciones que despertaba entre cadencia marcial; y otros ocho escritos los colombianos más distintos. Allí es- literarios de parecida factura. Entre están, entre otros, Juan Lozano y Lozano, tos quiero destacar, para los caldenses, Hernando Téllez, Fernando Londoño el titulado ‘Semblanza y Apología del Londoño, Abelardo Forero Benavides, Maestro’--discurso pronunciado en hoRafael Lema Echeverri, Luis Yagarí, nor del educador Francisco Marulanda Jorge Santander Arias, Lucio Pabón Correa, rector durante mucho tiempo del Núñez, Guillermo Hernández Rodrí- Instituto Universitario de Caldas. guez, y Gerardo Molina. La de quienes hablaron en las exequias del caudillo es El hecho de que yo hubiera conocido todavía más impresionante pues com- al doctor Alzate, y hubiera tenido el priprende, entre otros, a Carlos Lleras vilegio de trabajar a su lado en el DiaRestrepo, Silvio Villegas, Augusto Ra- rio de Colombia, no puede explicarse

Gilberto Alzate Avendaño fue uno político recordado por la vehemencia de su oratoria y la solidez de su inteligencia. Fotos/Archivo LA PATRIA/Papel Salmón

sino porque desde mi primera juventud me interesó la política, no como ejercicio electorero, ni como destino personal, sino como disciplina intelectual, como herramienta auxiliar para entender la historia, el devenir del género humano. Y porque, aunque vengo de familia conservadora por tres de los cuatro costados, probablemente nunca hubiera militado en las filas godas, si no hubiera sido por Alzate, y por lo que éste representaba en el panorama histórico político nacional. Habiendo leído a Bertrand Russell, y a otros pensadores de la libertad, antes de terminar mi bachillerato, no estaba dispuesto a participar en actividades gregarias que implicaran someterme a dogmatismos de ninguna clase, y en política no me atraía sino lo que propugnara la liberación del individuo, el progreso social y la redención de los desposeídos. Para entonces ya sabía que no había esperanzas en el llamado “socialismo real,” y como no simpatizaba con el talante excluyente

y reaccionario del “laureanismo”, ni pertenecía a las oligarquías representadas en el “ospinismo”, estaba un poco a la deriva en materia de vinculación partidista, cuando llegué a Bogotá a empezar mis estudios universitarios. Coincidió eso con la fundación, por Alzate, del Diario de Colombia. Y allí me presenté con la ilusión de aportar algo al movimiento renovador del conservatismo, a su ala popular y antirreaccionaria, que refrescaba el ambiente, cargado de angustia como consecuencia de varios años de violencia entre los partidos, originada en la mal llamada “resistencia civil,” que los jefes liberales le habían decretado al gobierno, tras la muerte de Gaitán, y en la reacción consiguiente. Llegamos juntos Alberto Acosta Penagos, el periodista que fuera jefe de redacción; Mario Montoya Hernández y Alberto Giraldo, quienes venían de El Siglo; Héctor Polanía Sánchez que fungía como secretario privado del Mariscal, y Corne-

mer turno en lugar de Valencia, vetado rrillas y, por consiguiente, el del paramipor Gómez para empezar la alternación, litarismo, que sobrevino como defensa como consecuencia de un viejo rencor. privada contra los guerrilleros.

En esa nueva tónica concedió Alzate la entrevista ya mencionada. Leyéndola podemos ver la voluntad patriótica con la que Alzate iba a llevar a cabo su nueva Trabajábamos con entusiasmo bajo la actividad política, lo cual puede darnos animadversión del régimen imperante, pie para imaginar lo siguiente: que se derrumbó en tres años como conConocida la antipatía que Laureano secuencia de las batallas del periódico y del hastío y el repudio de la opinión pú- sentía por Guillermo León Valencia, y blica. Mi memoria está llena de recuer- aunque éste estaba prácticamente acordos del Mariscal, de su diario intervenir, dado como sucesor de Lleras, no es destanto en el periódico como en el Congre- cabellado pensar que para 1962, cuando so. Bajo el gobierno siguiente, Alzate fue terminaba el período de éste, hubiese nombrado Embajador en España. Yo ya podido surgir la candidatura de Alzahabía terminado mi carrera de Derecho te --quien conservaba sus viejas caudas y me había ido a hacer lo que llamaban electorales, lo que le daba ventaja sobre “judicatura rural” -requisito entonces Valencia-- y por quien ambos Lleras tepara graduarse- desvinculándome así del nían gran consideración. periódico. No volví a ver al Mariscal hasEntonces, si Alzate no se muere tan ta su primer regreso de España, cuando se adelantaban allá las conversaciones inoportunamente en noviembre de 1960, entre Lleras y Gómez que llevarían al habría podido ser el presidente sucesor de Alberto Lleras, en el período 1962-66; Frente Nacional. y como no había sido coautor del FrenFue entonces, 15 días antes del plebis- te Nacional, y era tan ducho en materias cito, cuando Alzate pronunció esa histó- constitucionales, habría podido encaurica conferencia radial, en la que alertaba zar la política, tanto en el Congreso como al país sobre las gravísimas consecuen- en el Gobierno, hacia una reforma que, cias de reformar la Constitución, para al volver a permitir la libre expresión y la consagrar irrevocablemente la exclusión participación legítima de todos, nos hude toda corriente de opinión que no fue- biera evitado el surgimiento de las guera la liberal y conservadora del tipo más rancio y tradicional, por lo que esto implicaba como riesgo futuro, ya que quien no pudiera participar en la vida pública por medios legítimos, se vería obligado a recurrir a los ilegales, como la insurrección y las actividades clandestinas. Esa conferencia es una muestra de los profundos conocimientos jurídicos que en materias constitucionales tenía Alzate, y de su ya larga experiencia de la manera como se hacía política en Colombia. Una lectura cuidadosa de la misma tiene que convencerlo a uno de los argumentos allí expuestos y posibilita llegar a las conclusiones que voy a exponer enseguida. Aunque Alzate se opuso inicialmente a la instauración del Frente Nacional y recomendó votar negativamente el plebiscito, cuando éste fue aprobado se sometió a la voluntad nacional, como todo buen ciudadano; y, cuando regresó definitivamente, trabajó dentro de los nuevos parámetros. Había pasado ya el gobierno de la Junta Militar, y estaba avanzado el de Alberto Lleras, que ocupaba el pri-

No es posible saber si salvados de esas dos plagas, nos hubiéramos salvado también de la del narcotráfico, ya que como este fue iniciado por los ricos contrabandistas de marihuana y café de la Costa, era probablemente inevitable. Pero hubiera sido más fácil controlarlo y someterlo, porque no habría tenido la protección y defensa que le han dado la guerrilla y los paramilitares. El día uno de los corrientes mes y año, publicó El Espectador en su página 27 una información relacionada con la carta que le enviaron los campesinos no reinsertados y concentrados en el sur del Tolima, al entonces presidente Valencia, en la que le pedían lo mismo que ya habían logrado “cachiporros” y “chulavitas” en el programa de reinserción: un diálogo con los gobiernos civiles locales, para no irse a la lucha armada. (Esos reductos de campesinos no reinsertados habían sido ya calificados por Álvaro Gómez como “repúblicas independientes que tenían que ser sometidas por la fuerza”). La carta, suscrita por “Tirofijo” y otros veinte, fechada y remitida el 20 de mayo de 1964, no aparece radicada en el despacho del Ministro de Gobierno sino hasta el 17 de junio. Para entonces ya el gobierno había ordenado la “Operación Soberanía”, que sacó a los campesinos de Marquetalia y los hizo concentrar en Río Chiquito, y esto fue lo que ocasionó el nacimiento de las Farc, el 5 de mayo de 1966, como volvió a recordarlo El Tiempo, el pasado 10 de los corrientes. Si Alzate hubiera sido el presidente, esa carta no hubiera tenido que escribirse porque para entonces ya habrían sido otras las condiciones políticas. Pero si hubiera sido escrita, seguramente no se habría perdido. Se dice que soñar no cuesta nada, y esto ha sido una mera especulación. Pero podemos pensar, entre frustrados y nostálgicos, en lo dramáticamente distinto que hubiera sido el destino de Colombia, si Alzate no se muere, de sólo 50 años, en 1960 PS

Gilberto Alzate Avendaño nació en Manizales el 10 de octubre de 1910 (hace 100 años), y murió en Bogotá el 26 de noviembre de 1960 (hace 50 años).

*Abogado de la Pontificia Universidad Javeriana, especializado en Administración Pública en USA, y en Economía en Londres.


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