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y viejos
from 10-08-2023
Siempre se habla de que los jóvenes de hoy, “no están ni ahí”, con las cosas que les rodean, con las instituciones, con los valores y menos con las personas mayores, las de la tercera edad.
Pero ese juicio, es un juicio apresurado, porque puede aplicarse, ciertamente, a un grupo de jóvenes, la minoría. Porque la gran mayoría, piensa distinto, especialmente en lo que dice relación a la vejez.
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Esos jóvenes, son capaces de emocionarse, de verter una lágrima por el sufrimiento o el abandono, en el que están sometidos los viejitos nuestros. Y actúan en consecuencia. Se organizan, generalmente, ayudados por alguna institución, iglesia o, simplemente, ellos, salen a recorrer las calles y caminos de este largo y angosto país, para buscar allí donde estén a los viejitos que, tal vez sin familia, o abandonados por ellas, se cobijan bajo las estrellas. Y comparten junto, jóvenes y viejos, un café, un pan, una sonrisa, una palabra de aliento, un sentirse personas, algo que ya hace mucho tiempo, aquellos de más años, habían dejado de sentir. Es que los jóvenes, saben que la vejez, es parte de la vida, nos guste o no y que, algún día, llegarán también a ella. Pero los jóvenes son solidarios, son capaces de dar mucho de sí mismos, especialmente para esos abuelitos, que los ven llegar como si fueran verdaderos ángeles de la guarda y más que el calor del café, agradecen el calor humano, que esos jóvenes, casi niños, son capaces de entregarles cada vez que les visitan.
Y es realmente hermoso ver sonreír a los viejos, con sonrisas tristes, pero iluminadas de un nuevo resplandor. Y todo eso, gracias a la acción de los jóvenes.
La gran mayoría de los jó- venes, sabe que en la vejez está la sabiduría, y siempre es bueno, empaparse de ella, aunque provenga de alguien a quien todos consideran un estorbo. Los jóvenes de hoy, nos están dando una gran lección a los adultos. Nos están haciendo un llamado a todos quienes ya peinamos canas a darnos cuenta que nuestra vida avanza a pasos agigantados a esa temida, para muchos, vejez.
Nuestros jóvenes, “están ahí”. Son sensibles, solidarios, se saben emocionar con las cosas simples, han aprendido a compartir. Y no necesitan más que un poco de ayuda nuestra. De todos. De usted y de mí. De cada uno que pudiendo dar, aún no da: un poco de su tiempo, un poco de su amor, un poco de sí mismo.
Los jóvenes van por buen camino. Somos nosotros los que, en más de una ocasión, debemos enmendar el rumbo.