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El desempleo y el mercado laboral El “Estado emprendedor” y el gas
from 16-06-2023
El plan “Gas para Chile” fue anunciado hace un año, como “una reforma estructural que pretende mover el tablero de la industria del gas licuado”. Los resultados del plan piloto implementado el segundo semestre del 2022 y que consideraba la participación de Enap en toda la cadena de distribución estuvieron lejos de lo esperado y han reactivado la discusión acerca de la actividad empresarial del Estado.
En Chile, el estado empresario fue un protagonista central en la economía durante la mayor parte del siglo XX, a través de la acción de Corfo y empresas como Endesa, CAP y Iansa. En nuestro país y en el resto del mundo, la ola privatizadora iniciada en los años 80 fue reduciendo este ámbito de participación.
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El programa de Gobierno del Presidente Boric en la primera vuelta incluía propuestas para la creación de múltiples empresas estatales, entre las que estaban la Empresa Nacional del Litio, la Banca de Desarrollo, la Empresa Estatal de Redes de Telecomunicaciones, la Empresa Pública Autónoma Comercializadora de Materiales para la Construcción, las Empresas Públicas Regionales para la Construcción Sustentable, y una serie de iniciativas que involucraban la mayor participación del Estado en distintos sectores de la economía.
En los últimos años a nivel global hemos observado el regreso a un mayor rol del capitalismo de Estado y de las empresas públicas, reflejando las secuelas de la crisis subprime y de la pandemia del Covid-19.
También ha sido importante la influencia de economistas como Mariana Mazzucato
-referente importante para el gobierno-, quien propone reactivar la acción estatal a través de un “Estado emprendedor”, que sea capaz de “crear y dinamizar mercados” y que actúa como líder en la toma de riesgos en industrias nuevas y con alto potencial de crecimiento. La industria del gas licuado no corresponde a tales características.
La experiencia fallida del plan piloto vuelve a poner en evidencia las limitaciones a la efectividad de la acción empresarial estatal. Ahora se indica que el proyecto será reformulado, limitando la participación de Enap al ámbito mayorista.
Sin embargo, la Fiscalía Nacional Económica en su análisis de esta industria presentado el 2021, proponía una serie de medidas para incrementar la competencia, entre las cuales no estaba la participación directa estatal. Insistir en un rol activo en este mercado crea el riesgo de que tal intervención termine con un Estado, que citando nuevamente a Mazzucato, no sea más que un “pobre imitador de los comportamientos del sector privado”, usando en forma ineficiente los recursos públicos.
Recientemente fue publicada la cifra de desempleo del instituto Nacional de Estadísticas correspondiente al trimestre febrero – marzo – abril, que alcanzó un 8,7%, un 1% más que igual período del año pasado, lo cual confirma lo que ya esperábamos: el mercado laboral sigue debilitándose.
Si bien las expectativas apuntaban a tener una cifra mayor en este período, el escenario que se proyecta no cambia, al menos para el corto y mediano plazo, con una economía ralentizada, disminución de la inversión, altos niveles de incertidumbre, entre otros factores que generan un ambiente poco alentador, pero que, sin embargo, tenemos el deber de transformar en oportunidad.
La Ley de las 40 horas recientemente promulgada en nuestro país, junto con el aumento del salario mínimo a $500.000 en julio 2024, no nos pueden paralizar y solamente hacer pensar que los costos de contratación serán mayores. Sucumbir ante ello sería un error.
De hecho, este nuevo escenario nos desafía a ser capaces de transformar nuestro mercado laboral en un ecosistema más atractivo, de manera de no perder competitividad en este mundo que avanza sin frenos. Para ello será necesario que tanto los colaboradores, las empresas, las instituciones educacionales y el Estado, se alineen en las nuevas competencias que requiere el mercado laboral, hoy y a futuro, y a la vez trabajen en delinear, de manera correcta, la vida formativa de una persona que viva en Chile. Tal como se entendió que el inglés era una competencia necesaria de enseñar en la etapa escolar, debemos comprender que las habilidades digitales, como la programación, ya son parte de esta urgencia de capital humano, la cual debe trabajarse desde una edad temprana para no sentirse ajeno a ella.
Desde el punto de vista de la vida laboral, hoy tan solo el 4,97% de las personas contratadas han recibido algún tipo de capacitación durante el último año, mientras que las empresas preferentemente optan por cursos específicos (muchas veces de baja cualificación), en lugar de generar planes de formación que lleven a los colaboradores a un aprendizaje sostenido en el tiempo. En esa línea, es importante recordar que generar conocimiento constante es clave para el futuro de nuestro país, sin el capital humano adecuado, difícilmente podremos avanzar como sociedad.
Obteniendo mejores herramientas de trabajo, competencias laborales e incentivando un mercado de contratación formal (de manera de disminuir la precariedad que conlleva la informalidad), seguramente podremos tener un país más pujante y más competitivo en estos nuevos tiempos.
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