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LA EXPERIENCIA de un santiaguino

Fernando Lizama Murphy Julio 2023

¿Qué hace diferente a la Región del Maule que invita a tantas personas a radicarse en ella?

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Mi experiencia personal dice que, principalmente, la cordialidad de su gente. Trasladado por la empresa en la que trabajaba, llegamos procedentes de Santiago, junto a mi familia, a establecernos en Curicó. Era noviembre de 1979.

Hasta entonces, llevábamos tres años residiendo en un tranquilo sector de la capital. Tan tranquilo, que nuestro contacto con los vecinos se limitaba a un saludo protocolar cada vez que nos cruzábamos en la calle. Y no siempre respondían al saludo.

El día de la mudanza, mientras cargábamos en el camión nuestras pertenencias, por primera vez apareció una vecina para preguntarnos lo obvio -¿Se mudan? – Sí, nos vamos a vivir a Curicó.

Creo que, con mi mujer, ambos sentíamos ese cosquilleo que producen los grandes cambios en la vida de las personas. Pero, como dijo Julio César, la suerte estaba echada y con treinta años de vida, la juventud da fuerzas para enfrentar cualquier desafío.

Mi mujer cargaba en su vientre a nuestro tercer hijo y ese largo día viajamos hacia nuestro nuevo destino solos, detrás del vehículo de la mudanza, en un Fiat 147 recién entregado. Los hijos mayores quedaron en Santiago al amparo de sus abuelos.

Esa noche, cuando -luego de un día agotador bajando muebles y acomodándolos en la casa que habíamos arrendado- nos preparábamos para ir a descansar, apareció en la puerta un señor que se presentó, extendiéndome su mano y dándome un nombre que el tiempo borró de mi memoria:

-Buenas noches, con mi señora nos hemos dado cuenta que no han tenido tiempo de preparar nada para la cena. Soy su vecino de al lado y la mesa está servida para ustedes.

En ese momento, sin decírnoslo, con mi señora decidimos que nunca más abandonaríamos esta tierra.

El señor era el jefe de Estación de Ferrocarriles de Curicó y su señora, profesora en la misma ciudad. Ambos hicieron notables esfuerzos para facilitarnos la vida en un lugar donde no conocíamos a nadie. No fue la única muestra de afecto que recibimos. Cada persona con que nos tocó interactuar, nos dio la bienvenida. Luego, con los hijos en el colegio, la red de contactos se multiplicó con muchos amigos. Cuando comenzamos a recorrer los alrededores, los parajes del campo, de la montaña y de la costa, terminaron de seducirnos.

En 1986, cambié de empresa y de ciudad de residencia. Ahora fue Talca la que nos acogió con la misma cordialidad. Un cliente y amigo organizó una cena a la que invitó a sus propios amigos para que nos dieran la bienvenida.

En toda cartografía culinaria local no pueden faltar los completos

Y como si todo esto fuera poco, dada la ruralidad de la región también es posible encontrar otras preparaciones como la cazuela de pava y el charquicán, infaltables platos en toda mesa maulina, que distinguen el paladar de hombres y mujeres de esta tierra y seducen al visitante que viene de paso y termina quedándose en la región.

Luego ingresamos al Diplomado en Humanidades que impartía la Universidad de Talca y la cultura local nos atrapó. En esa casa de estudios comencé a sumergirme en el mundo de las letras y donde he tenido el privilegio de compartir con grandes creadores maulinos. Además, algunos medios, como el diario La Prensa, han tenido la gentileza de publicar mis aportes.

Nunca nos sentimos afuerinos en esta región ni en esta ciudad en la que reside nuestra descendencia. Y es muy poco probable que la dejemos.

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