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ivino Salvador del Mundo”
Agosto VI 1456-1457
El sultán Mehmed II llevaba al imperio Otomano a las puertas de Europa, amenazando así la existencia del mundo cristiano, avanzaba por los reinos de los Balcanes justo tres años después de la conquista de la ciudad de Constantinopla, sufriendo su primera gran derrota en manos de el conde Juan Húnyadi y sus aliados durante el asedio a Belgrado del 4 de julio a 6 de agosto de 1456.
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El Papa Calixto III - Nombre secular Alfonso de Borja, fue conocido como el que iniciara la saga de los Borgias en el Vaticano y excomulgara a un cometa que años más tarde se le nombrara “cometa Halley”, pero eso ya es otra historia. Volviendo a lo nuestro, él es quien instaura el 6 de agosto 1457, la festividad de la transfiguración de “El Divino Salvador del Mundo” como un recordatorio de esa gran victoria que logró frenar al imperio Otomano, batalla que como dijera el Papa, “decidió el destino de la cristiandad”.
La Transfiguración es uno de los episodios clave en la vida de Jesús. El Señor tomó a tres apóstoles: Pedro, Santiago y Juan; subió con ellos al Monte Tabor en Israel a orar. Mientras rezaban, la apariencia de Jesús cambió y sus vestiduras se volvieron de una “blancura fulgurante”. En ese momento, se aparecieron Moisés y Elías y hablaban con el Señor sobre su muerte inminente. Una nube cubrió a todos y se escuchó la voz de Dios Padre que desde la nube decía: “Este es mi hijo, mi elegido; escuchadle”.
La Transfiguración se refiere al cambio de apariencia del Señor de la forma mortal del cuerpo con el cual sufriría y moriría a una forma glorificada con la cual resucitaría de entre los muertos. La raíz latina del término es la siguiente: “trans” indica “a través”; y “figura” señala la “forma”.