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Salvador, Fiestas agostinas en San Salvador”
La festividad de la Transfiguración se realizaba por los habitantes de San Salvador durante la colonia; sin embargo, como destaca el antropólogo Guillermo Cuéllar en su publicación “Divino Salvador. Fiestas Agostinas“, la festividad contaría con una imagen distintiva de Jesucristo hasta bien entrado el siglo XVIII.
El 30 de mayo de 1776 un violento terremoto, que según los cálculos actuales fue de 7.5 grados en la escala de Richter, deja la capital de la provincia de San Salvador devastada, este percance fue visto como un castigo divino.
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Ante los vaivenes de la tierra, el horror se apodera de los pobladores al grado tal que a partir de ese momento abarrotaron las iglesias y ermitas en busca del perdón de los cielos por los pecados cometidos. La oportunidad no fue desaprovechada por el párroco Isidro Sicilia, quien encargó la elaboración de una imagen portátil del Salvador del Mundo al más notable y hábil artista de toda la región, al señor Silvestre Antonio García.
Silvestre cumplió el encargo sacerdotal y para agosto de 1777 una nueva imagen fue colocada en el altar mayor de la iglesia parroquial de la capital provisional.
El pueblo le acogió de inmediato y le denominaron el “Colocho” cumpliendo con la tradición española de colocar nombres cariñosos a las efigies religiosas más populares. Como tributo complementario, García se hizo cargo de organizar y pagar las celebraciones agostinas hasta el día de su muerte, ocurrida a mediados de 1808.
El presbítero José Matías Delgado, prócer
el Salvador del Mundo: Patrono de un estado
de la independencia de El Salvador, determinó que debía tenerse “un templo digno y una simbología preeminente”.
Para entonces Delgado tenía el objetivo de separar San Salvador de la arquidiócesis de Guatemala, consiguiendo su objetivo tras la muerte de García quien también había donado una fuerte suma de dinero para que el presbítero cancelara a los obreros y materiales pendientes de la reconstrucción del principal templo de la capital de intendencia de San Salvador.
Delgado se apropia de la iniciativa de García y asocia la imagen, cofradía, exhibición pública y efeméride del 6 de agosto, decretada por el Papa Calixto III.
A partir del mismo año, la municipalidad asumió la organización y conducción de los festejos agostinos. Para lo cual, cada mes de mayo asignaban a un comité de 16 personas, entre hombres y mujeres, quienes tomaban sus cargos como mayordomos o capitanes de barrio.
Cuatro años después, en 1811, mientras los aires independistas convulsionaban San Salvador, los nuevos organizadores de la fiesta del Divino Salvador del Mundo construyeron un carro de madera que era tirado por bueyes, adornado con papeles de color y muchas flores, entre las cuales se colocó al “Colocho”, portándolo en procesión por las principales calles, entrando a la Plaza de Armas, actual Plaza Libertad; en donde tuvo lugar por primera vez el tradicional descubrimiento o cambio de ropas para el Cristo Transfigurado, dando origen a un ritual que perduró hasta 1999. Luego fue trasladado de la primera Catedral de San Salvador a la tercera Catedral al norte de la Plaza Barrios.
Un decreto ejecutivo del 24 de junio de 1905 elevó las fiestas patronales de San Salvador a la categoría de feria y permitió que desde el 1 al 6 de agosto, se diera una mayor solemnidad y capacidad comercial en la capital salvadoreña.
Dieciséis años más tarde las fiestas revistieron un carácter especial, debido a la cercanía de la conmemoración del primer centenario de la independencia centroamericana. Durante la misa del 6 de agosto de 1921, fue interpretado en la nave central de la segunda Catedral Metropolitana (1888-1951) un himno al Divino Salvador del Mundo, cuya letra y música fueron escritas por el poeta Belisario Calderón y por el filarmónico Pedro J. Guillén.
Dos años después, un acuerdo ejecutivo del 23 de junio de 1923 declaró que las fiestas de San Salvador serian Feria Nacional de El Salvador, pues están dedicadas al patrono religioso del país, símbolo que cobró más fuerza con el monumento donado por la familia del presidente Araujo en 1942, que aún reviste la capital salvadoreña en la Plaza de las Américas o mejor conocida, como la Plaza del Salvador del Mundo, también se hicieron emisiones de sellos y tarjetas postales, recuerdos religiosos y hasta un espacio en las recientes placas de automóviles salvadoreños.
Ya son más de dos siglos de la Fiesta del Divino Salvador del Mundo. El patrono acompaña la formulación de la identidad de un pueblo llamado El Salvador.
La fiesta del Divino Salvador del Mundo es conocida por cada salvadoreño, ya sea que resida dentro o fuera de la nación y sin importar su creencia religiosa. Es una fiesta que ha trascendido.
divino Salvador del Mundo
Conocida como: Insignia imagen donado por: Emperador Carlos V de Alemania y I de España año: 1546 función: Patrono de San Salvador
Cuerpo: Lámina de oro ojos: Cristal de roca café oscuro eventos: Ha sobrevivido a dos terremotos y un incendio de la catedral.
divino Salvador del Mundo
Los Trajes De La Imagen
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El primero que usa la imagen es cuando realiza la visita a la iglesia El Calvario y de ahí la procesión de traslado a la Basílica del Sagrado Corazón.
El segundo cambio es el traje de estreno de cada año para el inicio de la procesión de la Transfiguración.
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El tercer traje es el totalmente blanco, que simboliza la transfiguración.
Conocido como: El “Colocho”
Creado por: Silvestre Antonio García n el año: u función: Imagen de procesión de la Transfiguración ltura:
1.70 Metros eso:
80 Libras, aproximadamente Cuerpo esta hecho
Cedro real jos: Cristal café claro intura: 80% de capa original en óleo estauración: Año 2003
Monumento al divino Salvador del Mundo
Diseñado por José María Barahona Villaseñor, consiste en la figura de Cristo, patrón del país, sobre el mundo que a la vez está montado sobre un pedestal. En un principio la imagen estuvo en la tumba del Dr. Manuel Enrique Araujo, presidente de la República de El Salvador a principios del siglo XX. La familia del mandatario obsequió la imagen al arzobispo de San Salvador Monseñor Luis Chávez y González en ocasión de celebrarse el Primer Congreso Eucarístico Nacional en 1942. Cabe destacar que fue reconstruido, tras el terremoto del 10 de octubre de 1986.
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