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6 de septiembre

No soy un gran ejemplo, pero quisiera serlo, o al menos un poco.

Eran las 10 a. m. del 6 de septiembre, me encontraba en viaje hacia el lugar que pronto sería mi nueva mala y, a la vez, buena experiencia.

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Llegué; era oscuro, se sentía casi como un túnel recuerdo que hacía frío, mucho.

“Agarre su colchón y camine”, me dijeron.

Y así comenzó lo que aún es mi peor pesadilla.

Cerraron la celda y se fueron.

Me sentía sola, angustiada, perdida y arrepentida.

Sí, arrepentida.

Arrepentida de no haber disfrutado los gritos de mamá, los berrinches de mi hermana, las discusiones con papá y los ladridos de Toto.

/ VALENTINA ACOSTA SANTAELLA /

siosa. Aprendan a no estar cansados: créanme que lucho cada día por no estarlo. A no perder la fe: la fe es lo último que se pierde, pero yo jamás la perdería ni en la situación más límite.

▶ Soportar el agobio de los largos días en los que no sucede nada: tuve que luchar contra esto, encontrarle la solución a la nada misma. Ocupar el tiempo en cosas que te hacen feliz (estudiar, estudiar, estudiar).

/ AGUSTINA ANRIQUEZ /

Arrepentida de quizás no haber salido a ver el hermoso brillo del sol y sentir su calor en la piel.

Arrepentida de mi indiferencia y casi nula demostración de cariño hacia los demás.

Arrepentida de no haber abrazado un poco más fuerte a los que quiero, sin razón.

Hoy, casi nueve meses después, creo poder decir: disfruten abracen besen valoren vivan su mejor vida y sean felices.

Muy felices demasiado felices.

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