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Carta al juez »»»
from Desatadas Nº3
by Taller Colectivo de Edición: La Resistencia, Los Monstruos Tienen Miedo y Desatadas
/ CAMI /
Esta carta enviada al juez de la causa de Cami fue inspirada en la “Carta abierta a los jueces de la Argentina”, publicada en Desatadas 1, escrita por Candela Gutiérrez.
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Ezeiza, 29 de agosto de 2022
Solicita pronto despacho
Señor Juez:
Siendo 29 de agosto del año 2022, me presento en tiempo y forma ante V.S. Quien suscribe por derecho propio, Camila, a disposición del Juzgado de Bahía Blanca, respetuosamente digo:
Mi nombre es Camila, tengo 23 años, me encuentro alojada en el Complejo Federal de Mujeres N.° IV (Ezeiza) desde el 23 de julio, pero me encuentro privada de mi libertad desde el 19 de marzo del corriente año. Desde ese día pusieron mi vida dentro de un congelador y todos mis planes se frenaron.
Mis planes eran seguir capacitándome en lo que me gusta y seguir trabajando junto a mi pareja, Maximiliano (quien también se encuentra detenido en el marco de esta causa en el Complejo Penitenciario Federal N.° II de Marcos Paz). Él es apicultor y se encontraba trabajando en relación de dependencia, donde aún lo están esperando. Yo me dedicaba a ayudarlo, alimentando las abejas, cosechando y extractando la miel, para algún día poder independizarnos, tener nuestras propias colmenas, crear una pequeña empresa y, en un futuro, generar algún puesto de trabajo. Todo esto para el día de mañana poder retribuir a mis padres todo lo que hicieron por mí, ya que son mayores y mi objetivo es que puedan descansar de todo lo que trabajaron durante toda su vida. Y mi pareja, darle un mejor futuro a sus dos hijos: Juan Francisco, de cinco años, y Abril, de ocho.
Abril, su pequeña hija, es quien, debido a toda esta situación, está sufriendo mucho, ya que recibe malos tratos, violencia verbal y física por parte de su madre. Además de todo esto, muchas veces Abril falta a la escuela por varios días sin ningún justificativo, y queda al “cuidado” de personas que no la cuidan de una manera adecuada. Por todo esto ella nos manifiesta que no quiere vivir más con su madre y nos pregunta cuándo vamos a volver para poder vivir junto a nosotros. Realmente es muy desesperante escucharla decir todas estas cosas y no poder solucionar nada.
También está mi padre, Alberto, quien tiene 70 años y quedó totalmente desamparado y solo desde que sucedió todo esto, ya que mi madre, que era quien se hacía cargo de él, también se encuentra detenida en el marco de esta causa. Mi padre, a su avanzada edad y con varias enfermedades a cuestas, como poliglobulia, artrosis, hipertensión nerviosa y hernias de disco, tuvo que volver a trabajar, subiéndose nuevamente a un camión y viajando para poder ayudarnos acá adentro, pagar el alquiler, los servicios y los alimentos, además de otras cuentas, ya que con lo que cobra de su jubilación no hubiera sido posible mantenerse. Por otra parte, él también se siente muy solo, lo que temo que pueda desencadenar una depresión. Mi madre, Mónica, quien era la encargada de acompañar a mi padre, con 53 años, también está atravesando por esta situación injustamente. Ella es una persona noble, buena, colaboradora, trabajadora, entre otras cosas, y no lo digo yo por ser su hija, cualquier persona que la conoce un poco diría lo mismo. Jamás en su vida se hubiese imaginado estar acá, detrás de unas rejas, porque nunca hizo nada indebido. Siempre trabajando, siempre estudiando y capacitándose para poder darnos una vida digna. Y cuando digo trabajo, hablo de trabajar de verdad, no a lo que llaman trabajar acá adentro, que es salir a robar, secuestrar o extorsionar, porque claramente eso NO es un trabajo.
El fin por el cual le cuento todo esto es pedirle que se pueda poner en el lugar del otro, para que al momento de decidir poner una firma que influirá definitivamente sobre la vida de otro ser humano, pueda tomar esta decisión con conocimiento completo de las consecuencias que esto acarreará para la persona acusada (potencialmente inocente en primera instancia).
Le escribo estas líneas desde el CPF N.° IV de Ezeiza, en carácter de procesada (para la Ley soy inocente, pero para Usted no). Llevo detenida ya cinco meses y la única palabra que escucho desde que entré detenida es PACIENCIA, nos piden que entendamos los tiempos de la justicia, pero… ¿y a nosotros, quién nos entiende? Nosotros somos los que estamos pasados de encierro, pero eso no es lo peor, lo peor es la sensación de incertidumbre, esa sensación que te come por dentro, que muchas veces no te deja dormir, ni comer, ni vivir, ni salir a los talleres y tampoco a estudiar, porque es en lo único que piensa tu cabeza. ¿Cómo le explicamos a nuestra cabeza que una prisión preventiva puede durar un mes, un año o una eternidad?
Esperamos, esperamos, esperamos… Esperamos una audiencia que acelere el proceso, esperamos que aprueben la excarcelación, esperamos que los papeles suban a cámara, esperamos que los papeles bajen de cámara, esperamos una buena noticia, esperamos una noticia al menos, esperamos que el abogado nos atienda una de las miles de llamadas, esperamos. Y el tiempo sigue pasando, pero es un tiempo detenido, inerte, el mundo sigue pasando ¿y nosotros?; nosotros seguimos acá… esperando(te).
El encierro no vuelve más “correctas” a las personas, el encierro no “corrige”, ni las vuelve más buenas y compasivas; el encierro destruye, y más cuando no sos culpable de lo que te acusan, y más cuando no estás acostumbrado a ver y vivir lo que pasa acá adentro. Entonces, en medio de todo esto, nos dignamos a INTENTAR “sobrevivir”, y ya no importa tanto cómo nos vemos, ni cómo nos sentimos, sino más bien agradecemos día a día haber terminado sin una discusión, agradecemos que esta vez no hayan prendido fuego un pabellón, agradecemos no estar en el lugar (por ahora) donde los problemas se arreglan a los “facazos” o te cortan la cara, y nos vamos a dormir pensando que quizás mañana usted (o el fiscal, o su equipo) agarre nuestro expediente. Pero es ahí donde nos damos cuenta de que solo nos “ven” a través de un montón de papeles que hablan de nosotros, pero NO SOMOS nosotros, pero al menos nos ven. Ojalá que cuando eso suceda recuerden que lo que tienen entre sus manos no son unos simples papeles, en esos papeles hay seres humanos igual que ustedes, que estamos esperando una decisión, estamos rogando que toquen nuevamente el botón que “descongele” nuestra vida.
La cual está congelada desde el día 19 de abril del corriente año cuando decidieron firmar nuestra prisión preventiva por “potencial riesgo de fuga”.
Proveer de Conformidad.
Será Justicia.