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eL DIABLo ilustrADO PRIMEROS DÍAS EN EL CUD
from La Resistencia Nº22
by Taller Colectivo de Edición: La Resistencia, Los Monstruos Tienen Miedo y Desatadas
El primer día que entré al CUD, de lo que menos hablamos fue de estudiar, qué loco.
Ese día elegimos el color de la pintura del CUD. Pero era el mejor lugar después de los barrotes, salir y ver algo diferente.
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Pienso que es algo fabuloso, que merece el apoyo de todos.
POR kevin joel correa
Mi primera experiencia con el CUD fue como volver a nacer, un mundo donde no conocía a nadie, donde no conocía en quién me convertiría. Deambulando por los pasillos sin rumbo alguno, ya que había escogido una carrera por mayoría de votos de personas que, con el tiempo, también se desinteresaron de lo que alguna vez me ofrecieron emocionadamente.
Luego, mediante algunos saludos, conocí personas de tipos de pensamientos distintos. Recreando fútbol, levantamiento de pesas, me topé con la Facultad de Filosofía y Letras.
Mi género musical favorito es el rap, donde escribimos o improvisamos lo que sentimos. ¿Letras? ¿Rap? Este es mi lugar, desde el día que el genio del Colo me integró a XTB Xtate Bien, acompañado del gran recibimiento de mis actuales compañeros.
Gracias a los profes, nuestro conocimiento sigue nutriéndose. Gracias.
POR maikel
Llegué en el año 2012 y me encontré con un amigo que no veía hacía más de diez años… De ahí en más, comencé la carrera de Filosofía y Letras. Si bien siempre fui respetuoso, el CUD, los profesores y los compañeros que compartían mi encierro, o mi condena, me enseñaron a ser más respetuoso de lo que era.
Después de una década, hice amigos que no me conocían físicamente, pero sí por la música... porque fui un fundador más de XTB Xtate Bien, un grupo musical que protestaba o se rebelaba ante la opresión del SPF. Volver al CUD, más allá del encierro y de mis equivocaciones, es seguir manteniendo esa resistencia que me caracterizó en el camino equivocado que tomé.
Mi historia en el CUD comenzó en el 2015 con varios de los talleres, todos muy interesantes. Hay veces que uno, en el lugar menos pensado, encuentra en su interior la tranquilidad, lo que realmente le gusta o lo apasiona, se siente libre de expresar. Encontré un lugar donde uno aprende a escuchar, a razonar, a opinar y a respetar la opinión de las personas. Cada vez que participo de estos talleres, me gusta porque es una puerta muy interesante que se abre, que siempre me llamó, me interesó; y ojalá en el afuera pueda continuar cruzándome con gente como la que se encuentra en este taller.
Por El Santia 2015
En uno de los encuentros del Taller Colectivo de Edición en el CUD, vino de invitada la escritora Lula Comeron para leer su cuento “El martirio del santo guacho”. A raíz del debate y las reflexiones que se generaron en clase sobre el texto, escribimos estas producciones.
POR maikel pvc Tiro libre
El silbato sonó y comenzó todo un juego que se encierra en una ciudad dentro de otra ciudad. “Mi barrio”, gritaba el que se olvidó la entrada. La entrada a los callejones sin salidas, coloridos y húmedos como si fueran un vestuario vacío.
“O juremos con gloria morir”
… le decía el capitán al arquero que nunca atajó ni una bala, porque todos los días sale un equipo a ganar y muchos quedaron en el camino.
Vamos todos al área y bajamos todos juntos.
Hay lemas propios que nos conducen a pensar que un tiro libre lo puede hacer cualquiera. El partido terminó, fue un empate que nos hizo ir a pedir un fiado.
Doña Clara nos conoce, sabe que no le vamos a pagar.
Pero si hubiéramos ganado o hubiéramos venido todos ganados, hasta una pulsera de oro se habría llevado
Doña Clara.
“O juremos con gloria a morir”.
Para Lula con mucho cariño.
Gracias por tu visita y por brindarme ese impulso de seguir escribiendo y leyendo. De corazón, Maikel.
El equipo está listo, el encuentro está programado para las 15 horas de nuestro país. El clima es de 18 grados en Capital Federal, los alumnos
Llega el profesor y reparte las hojas: comienza el partido. Una ojeada rápida al cuestionario, va a comenzar por la primera, pone su
La primera es fácil, movimientos de izquierda a derecha. El pálpito de los corazones es frenético, hay mucho nerviosismo y concluye la primera respuesta. Su compañero sale sobre la izquierda, se la pide, “pasámela” le dice, pero él sigue. Le hace una seña y sigue su carrera. Comienza la segunda y sigue sin dificultad. Llega a la tercera línea y tiene complicaciones. Mete una seña y, en un descuido del árbitro, se la pasa a su compañero. Su compañero no sabe qué hacer, el pase le llegó mal y pierde el machete, pero el árbitro no lo ve. Lo patea con la punta y logra tirarlo hacia atrás, para que su compañero en el medio del aula agarre y oculte el machete. El árbitro no lo ve, el equipo se impulsa
Estamos en el minuto 30 y la tensión se siente en el aire. Faltan 20 minutos para el final. Está todo dado, es ahora, vamos que quedan 20, que son una eternidad. Vamos, Argentina, vamos que se puede.
Era el año 2002, cuatro amigos se juntaron para ir al colegio. El 22 de mayo de aquel año estaba todo planeado lo que iban a hacer los cuatro amigos. Fueron al colegio, dieron el presente y se escaparon, salieron caminando hacia su barrio, La Tablada. Se subieron a un coche que habían robado dos días antes y fueron rumbo a su objetivo, el Banco Nación de Mataderos. Estacionaron el auto en la puerta, quedó Juanka al volante y entramos Ramiro, Maxi y yo. Ramiro redujo al policía mientras nosotros vaciábamos las cajas. Cuando estábamos saliendo escuchamos unos disparos: era Juanka tiroteándose con la policía. Enseguida respondimos a balazos. Ante esa balacera, caí cuetiado al piso y seguí disparando. En ese momento, quedé anonadado y sin balas, saqué de mi bolsillo una estampita de mi querido Gauchito Gil y le pedí vivir. Se dieron a la fuga Maxi y Ramiro, quedamos Juanka y yo. A mí me dieron siete disparos y hasta el día de hoy le digo gracias a