SIMÓN
dice…
¡SILENCIO!
Viernes De Chavos Rucos
PHUBBING
SILENCIO
El tema de hoy es… Ensayo pedagógico sobre la autoridad en el aula. TREINTA PORCIENTO. La experiencia no basta para salir bien librado en una situación límite en el salón de clases. Su rostro de incredulidad más no de fastidio es la expresión que muestra cuando me saluda con su franca sonrisa al encontrarnos en uno de los pasillos de la escuela. Tocándose la frente como queriendo secar un sudor inexistente, me ve directamente a los ojos, coloca su mano derecha sobre mi hombro izquierdo y me dice en un tono firme e irónico, «Me declaro incompetente, ya agote mis recursos pedagógicos con esta señorita, no sé qué más puedo hacer por ella» Esta afirmación del Maestro Ángel, es sincera, firme y clara, llena de un suave matiz de incredulidad. El maestro Ángel es un hombre maduro, de uno cincuenta años de edad, con al menos veinticinco años de experiencia como maestro de educación primaria y de educación secundaria. Elegante en su andar y en su vestir, cortés y de buenos modales propios de un caballero, de palabras elocuentes siempre optimistas, sin decir de más o que falte el acento en algo. Mentor de muchos, alumnos y educadores, jóvenes todos ellos, impregnados de su ejemplo vocacional. Admirable, creíble, memorable, confiable son adjetivos que describen su presencia, tanto en la escuela como fuera de ella. Después de escucharle me limito a esbozar una leve sonrisa, dudando de su precipitado juicio. Viéndolo a los ojos, queriendo encontrar en él, el temple oculto del maestro ejemplar, ese signo de autoridad que da el ser apóstol de la educación. Le digo con gestos casi
imperceptibles que ese Maestro que lleva dentro de su ser, no tiene ninguna duda, que él sabe bien lo que sabe, que debe confiar en ese Maestro interno y seguir adelante, que ande con paso firme, con certeza absoluta en cada una de sus acciones en el aula. A la par de estos gestos balbuceo de manera afable «¡Échele ganas Prof.! Y vámonos que ya tocaron el cambio de clase.» Así concluye un evento circunstancial de una situación límite dentro del aula, que difícilmente se repetirá en el año escolar con el mismo profesor. Por supuesto no hablo de la alumna, ella sí que repetirá lo mismo, a no ser que la sociedad en su conjunto redireccione su comportamiento social. El maestro Ángel es quien no repetirá esa afirmación sin sentido, que se atrevió a confiarme en los blancos pasillos de la escuela. Afirmación que muestra el rostro de la duda. Duda que enriquece la sabiduría magisterial de maestro Ángel, duda que transforma a quien bien tiene el valor de aceptarla pues representa un reto a superar; duda que fortalece el liderazgo de los
hombres que desde su sencillo lugar confían en que están conquistando y cambiando al mundo. Han pasado varios años, más de mil días desde esa íntima comunicación con el maestro Ángel, y hasta el día de hoy no hemos vuelto a platicar del asunto. Existen múltiples explicaciones para este silencio virtuoso y todas ellas en su conjunto aportarían su granito de arena para su claro entendimiento; yo, prefiero quedarme con la llana y sabía explicación del mundialmente célebre maestro mexicano, el “Profesor Jirafales” «La única vez que me he equivocado, es la vez que creí que me había equivocado» frase que sintetiza la certeza, la seguridad, la confianza, la fuerza interior, el carácter, en fin el liderazgo de un verdadero maestro.
PHUBBING Desde hace aproximadamente cinco años, todos hemos sufrido al menos una vez “phubbing” durante una reunión de trabajo o una comida familiar. Esta práctica masiva carecía de nombre hasta hace poco pero sus consecuencias eran apreciables por cualquier comensal. Se inició hacia el año 2007 con el nacimiento del smartphone o teléfono inteligente, que sintetizaba en pocas pulgadas la potencia de un ordenador de sobremesa. Con la posibilidad de mantenerse conectado a Internet a cualquier hora y en cualquier lugar, se generalizó esta obsesiva práctica que muchos perpetúan sin ni siquiera saberlo. El “phubbing” (término formado a partir de las palabras inglesas phone y snubbing) consiste en el acto de menospreciar a quien nos acompaña al prestar más atención al móvil u otros aparatos electrónicos que a su persona. Ha sido recientemente bautizado en EE.UU. y son muchas las plataformas virtuales que combaten activamente este descortés hábito. Sus argumentos aluden al protocolo más básico a la hora de sentarse a la mesa, que reprocha empezar a comer antes de que todos hayan sido servidos o coger comida del plato de otros comensales, y que por ende reprueba el acto de ignorar a quien tenemos al lado.
Los promotores de estas iniciativas “antiphubbing” aseguran que casi el 90 por ciento de los adolescentes prefieren el contacto vía texto que cara a cara y que los restaurantes experimentan 36 casos de “phubbing” en cada sesión de cena, y advierten de que este fenómeno puede acabar reduciendo las relaciones sociales al intercambio de mensajes virtuales.
VIERNES CHAVOS RUCOS UNA NOCHE DFERENTE
DE