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Al sonar el timbre

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Eduardo Zazo

Eduardo Zazo

“Ayudar en la cafetería es una experiencia profesional muy buena, porquetodoslosdíashaymuchagenteyhayquetrabajarmuydeprisa”

Elmiércoles6deoctubrenosinfiltramosenlacafeteríaparaconocerdeprimeramanocómofunciona y para entrevistar a tres de los alumnos que trabajan en ella: Ahinoa, Oliver y Sergio.

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Eran la 10:55 de la mañana y salimos de nuestras clases para poder llegar a la cafetería antes de que sonara el timbre. Después de saludar a Josué, el encargado, que ya estaba allí preparándolo todo, nos pusimos detrás de la barra y empezamos a preguntarle antes de que esa tranquilidad desapareciese.

¿A qué hora llegas al centro y empiezas a prepararlo todo? JOSUÉ: Llego al instituto a las 6:30 de la mañana para preparar y cocinar todo y me suelo quedar hasta las tres, salvo los viernes que la cafetería cierra antes.

Faltancincominutosparalahora cero y unos de sus ayudantes, Oliver, que ahora es un ex alumno, es el primero en llegar y ayudar. Aprovechamos para preguntarle sobre eso.

¿Cómo supisteis que podíais trabajar aquí?

OLIVER: Algunos simplemente preguntamos y a otros nos lo dijo Mili.

Y tú, Josué, ¿siempre has tenido alumnos ayudándote? JOSUÉ: Sí, desde hace cuatro años creo. Al principio empecé con un ayudante, y cada año voy teniendo más. Suelen ser alumnos a los que les viene bien contribuir en casa con algo de dinero, y normalmente es Jefatura la que les comenta la opción de trabajar en la cafetería.

Mientras preparan todo y el timbre está a punto de sonar, nosotras aprovechamos para observar los humeantes paninis en bandejas plateadas y los bocatas colocados en una pirámide; las chuches y bolsas de patatas, intactas todavía; los refrescos, que hace un momento estaban en la nevera, y ya preparados fuera; y los bollos recién horneados mostrándose en una vidriera. Y entre tanto, seguimos hablando con los alumnos ayudantes.

¿Haces esto por tener una experiencia profesional?

OLIVER: En parte sí, porque experimento el trabajar y eso me prepara para el futuro, aunque además lo hago porque me gusta.

Aunque no ha sonado el timbre todavía, los primeros clientes se acercan. Y vemos a Josué y a Oliver en acción. Mientras nuestras manos apuntan rápidamente lo que vemos, suena el timbre y en cincosegundoslacafeteríasellena y llegan Ahinoa y Sergio, alumnos que trabajan ahí, a echar una mano. Los golpecitos de monedas contra la mesa repiquetean en manos de alumnos que ya empiezan a pedir bocadillos, paninis y refrescos.

¿Cómo os sentís al atender a vuestros compañeros de clase?

SERGIO: No solemos verlos aquí porque ellos son mayores y salen afuera en los descansos.

¿Qué días y a qué hora tenéis que estar en la cafetería?

AHINOA: Estamos todos los días durante el primer patio cuándo salimos de clase, salvo que tengamos algún examen como le ha pasado hoy a una compañera nuestra. Y luego en el recreo de séptima sólo está Josué.

¿Cómo os sentís al trabajar aquí?

SERGIO: Es una muy buena experiencia, pero como os habréis dado cuenta son un poco estresantes los primeros minutos porque hay mucha gente y hay que trabajar muy deprisa.

Decidimos atender a algunos clientes para vivir la experiencia completa, y mientras lo intentamos escuchamos: “Unas pringles de pizza, cuatro chicles de melón y un bocata” , y rezamos por que a nosotras no nos pidan tantas cosas.

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Sergio, Ahinoa, Pamela y Oliver posan junto a Josué, el encargado, en la barra de la cafetería del centro, donde trabajan.

Llega una alumna pero no pide nada, sólo viene para pagar el bocata de ayer, que dejó a deber por no tener dinero. Nos preguntamos cuáles de los productos de la cafetería son los más vendidos, o los que primero se acaban, y preguntamos a Ahinoa sobre ello.

¿Qué es lo que más se vende? AHINOA: El panini de salchichas y el bocadillo de bacon son los productos que primero se acaban. De hecho, como podéis ver ya no quedan de ninguno.

Ya ha pasado la peor parte y la cafetería empieza a vaciarse. Aunquevienealgúnclientedevez en cuando, aprovechamos para seguir preguntando.

¿Dejan propina los alumnos? OLIVER: La gente no suele dejar propina, aunque a veces contamos como propina olvidarse monedas en la mesa, que pasa mucho. No mucho, pero 20 céntimos o así.

Quedan pocos minutos y ya se ve la diferencia en los productos. Vienen algunos profesores a pedir café, que Josué hace en la máquina y luego le echa la leche. Cada vez quedan menos Doritos, Bits, Filipinos y Pringles.

¿Por qué sacrificáis los recreos?

SERGIO: La verdad es que veo esto mucho más productivo que estar sentado con el móvil, algo que puedes hacer siempre.

Apenasquedanunosminutosynos fijamos en que hay una puerta a nuestras espaldas, que es la despensa,yotraenfrente,queesel cuarto donde está el horno. De repente suena el timbre que anuncia el fin del recreo, pero nos quedamos un rato más preguntando sobre dinero y cuentas. Sobre lo primero, nos confirman que sí les pagan por el trabajoquehacencadarecreoenla cafetería, y sobre lo segundo, que noesdifícilllevarlascuentasodar el cambio, pero que depende de las habilidades de cada uno con los números y las matemáticas, aunque, nos confiesan, con las prisas siempre es peor.

Habiendo comprobado de primera mano lo difícil que es llevar la cafetería, nos despedimos hasta el día siguiente, que volveremos, aunque esta vez, ¡del otro lado de la barra!

Última llamada.

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