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EL ARTE DE HACER TONELES

Los hermanos Argüelles, José y Carlos, fabricando un tonel nel so taller. Semeya: Xurde Margaride.

Los hermanos Argüelles, José y Carlos, son la cuarta generación de maestros toneleros y los únicos que quedan en España. Su taller, ubicado en Breceña (Villaviciosa) y en el que miman al máximo cada pieza de madera, recibe encargos de todo el mundo

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Eniba, toneles fechos polos hermanos Argüelles. Abaxo, esterior del taller, asitiáu en Breceña (Villaviciosa). Semeyes: Xurde Margaride.

Anguañu los llagares nun merquen toneles nuevos de maera, lo que fain ye conservar los que tienen cuasique de manera testimonial

Carlos y José Argüelles han nacido y crecido entre madera, aprendiendo el oficio y convirtiendo cada uno de sus trabajos en auténticas obras de arte. Son la cuarta generación de una estirpe que arrancó, a principios del siglo XX, con su bisabuelo, Canor Llera, que trabajaba como bodeguero en el llagar El Escanciador, encargándose del mantenimiento de los toneles y de donde parte el nacimiento de esta empresa familiar. Una vez que El Escanciador se traslada a Villaviciosa, ambos negocios se desvinculan y la tonelería se mantiene, donde continúa en la actualidad, en Breceña. Aunque en sus inicios la empresa nació vinculada a la tonelería, la situación del sector sidrero, que empezó a apostar más por toneles de acero inoxidable, hizo que muchos negocios similares cerrasen y los Argüelles tuvieron que diversificar sus tareas con carpintería de obra y muebles, quedándose, a su vez, como el único taller de maestros toneleros que hay en España, porque la tonelería, como explican, “es un arte y no solo es hacer toneles, sino que hay que saber tratamientos para alargarles la vida, conocer bien la madera y repararlos para que no tengas problemas en el futuro”. En la actualidad, cada vez es más difícil hacer sidra en madera, porque los llagares, como apunta José, “no compran toneles nuevos de madera y lo que hacen es conservar los que tienen y mantenerlos de manera testimonial, porque, por desgracia, al desaparecer la figura de los bodegueros, es difícil llevar un buen

Sobro estes llínies, ún de los trabayos rializaos polos hermanos Argüelles pa un negociu d’hostelería. Abaxo, José y Carlos acabando rematar dos toneles de maera. Semeyes: Xurde Margaride.

mantenimiento”. Donde sí ha habido un aumento de ventas es en los pequeños elaboradores de sidra casera que compran toneles pequeños de unos 2000 litros, ya que “los toneles de grandes dimensiones, prácticamente, han desaparecido, porque los últimos que hemos hecho son de hace más de quince años”. Todo lo contrario pasa en el mundo del vino que, después de decantarse por el tonel de acero, ha decidido volver al grande de madera. El motivo se debe a que “la carga eléctrica del acero inoxidable es la misma carga que genera la fermentación, lo que hace que el líquido no repose y no filtre, impidiendo que los sedimentos bajen y teniendo que aportar un químico para cambiar la carga eléctrica, mientras que en el tonel de madera, ese proceso es natural no hay que interferir y se evitan coste y problemas, dándose cuenta de que cuanto más grandes sean mejor, porque trabajan solos”. Algo que, según apunta el mayor de los hermanos Argüelles, “también pasará con la sidra, que acabará volviendo a la madera, porque el acero no tiene poro ninguno, mientras que la madera transpira más y en el proceso de fermentación se generan gases que se expulsan más fácil con la madera, sin olvidarnos de los famosos taninos que sirven para fijar la acidez, el color y dar pegue a la sidra”. La cuestión económica es una de las razones por las que se ha dejado de comprar toneles de madera, ya que, de inicio, requieren una mayor inversión, pero “a la larga es muchísimo más rentable porque va a durar en perfectas condiciones unos 50 años”. Casi el 95% de los toneles de sidra se hacen de castaño porque “es una madera más neutra que el roble, con lo cual los aportes son más suaves y hace que sea una sidra menos fuerte de sabor”. Para realizar un tonel de 2000 litros, con una media de diez horas diarias, tardan unos 4-5 días, desde la fabricación de la duela hasta el curvado, mimando al máximo cada pieza. Todo un proceso artesanal en el que no usan productos químicos ni colas. Con encargos de todo el mundo, cada trabajo de los hermanos Argüelles es una pieza única y una auténtica obra de arte.

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