Tic Tac - El joven del puente

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Crónica | XII

XII.

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SE APRENDIÓ A RELATAR ACONTECIMIENTOS, QUE BIEN PUEDEN SER HECHOS HISTÓRICOS O ACTUALES, REALES O FICTICIOS, CON UN ORDEN TEMPORAL, EN TIEMPO Y ACCIÓN, QUE SIGUEN O NO EL ORDEN CRONOLÓGICO DE PRINCIPIO A FIN, A PARTIR DEL GÉNERO QUE MÁS SE APROXIMA A LA LITERATURA.

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XII | El Ojo Derecho de Polonio

EL JOVEN DEL PUENTE D

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de pasar por varias ciudades en donde no podía conseguir trabajo, el señor se estableció, en una ciudad del noreste mexicano en una casa de renta, con su pequeña familia, su esposa y su hijo. Éste era un joven alto, de alrededor de 13 años. Un día por la mañana los papás fueron caminando a dejar al joven a la secundaria que está como a dos o cuatro cuadras de la casa; lo dejaron en la secu y se fueron a esperar un taxi a una de las esquinas que estaban cerca de la avenida.

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una bolsa de la mamá, en donde solamente traía un recibo de agua de 100 pesos, y una foto en donde estaban los tres miembros de la familia. El oficial al ver que no eran de esta ciudad, decidió ir a buscar al joven que también aparecía en la foto. La única pista que tenía el elemento federal, era la dirección que venía en aquel recibo de agua, de un municipio inmediato al lugar del accidente.

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Esperaron como 10 ó 15 minutos hasta que al fin se paró uno. El papá le preguntó al taxista que cuánto le cobraría para llevarlos al parque industrial de Ramos Arizpe. El taxista le dijo que 80 pesos, el papá le dijo: “Está bien” y se subieron al carro, pero nunca se imaginaron que el chofer del taxi iba medio amanecido, algo así como todavía borracho.

Se llegó la hora de salida de la escuela para aquel joven, y ni se imaginaría nada de lo que la vida le tenía preparado. Caminó para su casa; al llegar, buscó a sus papás y miró que todavía no estaban, se quedó sentado en un sillón de aquella vieja sala, mirando la televisión. Cayó la noche y no llegaban los papás. Amaneció al día siguiente. El joven decidió irse a fijar a la esquina donde hay una tiendita.

En el transcurso del camino iban demasiado rápido, tanto que en una curva se quedó dormido el chofer y el carro saltó de la carretera dando varias vueltas y dejando sin vida a los papás del joven. Llegaron varias ambulancias, patrullas, pero nada podían hacer, pues los tres perdieron la vida al instante.

Estando en la tienda, en una base para periódicos, el joven volteó y miró a sus papás. Se quedó como pálido, pues en primera plana venían tanto la foto como los nombres de sus papás, mismos que habían muerto en un accidente. Se regresó con el corazón hecho pedazos, pues era lo único que tenía en la vida.

Cuando un oficial llegó al lugar del accidente, e inspeccionó el vehículo, buscó identificaciones y papelería tanto del vehículo como de los pasajeros, y encontró

El policía llegó a la casa en donde vivía aquella familia, claro, sólo quedaba el joven. El oficial se bajó de su unidad de trabajo y se dirigió a tocar la puerta de la casa; al tocar 200


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varias veces se dio cuenta que estaba sola y se marchó. Antes de que el policía saliera del lugar, venía el joven con su mirada triste y miró al patrullero que estaba en su casa. Él sólo se dio la media vuelta y nunca volvió a esa casa donde vivía con su familia.

flaco, de piel morena, ojos claros y sumidos, y de pelo corto, como de corte militar, le dijo al joven que las armas no eran de juguete, que son pistolas que matan y no reviven a nadie, como en las películas. Ya había pasado casi un año, y de tanto que miraba las armas, el joven se atrevió a disparar una calibre 38. Disparó a una vaca de tamaño grande que estaba amarrada aproximadamente a 500 metros, donde cayó por los disparos de aquel pistolón. En ese mismo momento llegó aquel señor de la troca que le dio casa y comida. El señor tenía una estatura alta, moreno, de barba de candado, gordo y ojos de psicópata. Tendría como 36 años más o menos, y le mandó hablar a aquel joven para entregarle 15 mil pesos y explicarle lo que tenía que hacer para tenerlo.

Caminando se la pasó por toda la ciudad, cayó la noche y después, la madrugada fría. El joven miró un puente en donde se podía tapar con unos cartones que recogió en el camino. Así estuvo varios días y varias noches sufriendo y viviendo, frustrado, pues no lo podía superar. El joven durante el día bajaba de aquel puente para ir a buscar o pedir dinero para comprar comida... Así pasaron unas semanas. Un día cerca de un restaurante, estaba un señor en una camioneta de lujo. Se arrimó el joven y le pidió para un pan, pues había un señor en un triciclo que vendía el pan al lado de donde estaba aquel señor de la troca. El señor le regaló 200 pesos y lo invitó a que se fuera a vivir con él. Aquel joven de tanto sufrir, no lo pensó y se fue con aquel señor.

El joven estaba tan emocionado por lo aprendido, que no lo importaba nada de lo que necesitaba hacer; este señor al verlo tan entusiasmado, le explicó que no sería fácil, pero tampoco era imposible, sólo tendría que cuidar la plaza, o sea la ciudad, y esperar instrucciones por radio. Las instrucciones consistirían en diferentes acciones como transportar droga, eliminar a los contras, secuestrar gente, cobrar cuotas y descuartizar personas que no eran del grupo.

En el camino le explicó al joven que podía salir adelante, que podía tener lo que quisiera cuando lo quisiera. Solamente tendría que pasar por un adiestramiento para luego empezar una vida diferente. El adiestramiento consistiría en diferentes cosas: Primero, tenía que hacer ejercicio, como correr, tierra y aire, pesas, resistencia, durante dos meses. Segundo, le enseñarían varias armas largas y cortas, así como granadas de fragmentación y expansivas.

Hizo varios trabajos de los cuales uno salió mal. Lo planeó diferente. Él iba manejando una camioneta negra de cuatro puertas; en la parte de atrás del asiento trasero, en donde queda un hueco para poner equipaje y herramientas, traía a una persona amarrada con cinta canela de pies, manos y la boca, que estaba medio inconsciente.

Luego de conocerlas y enseñarse a usarlas, el joven se sintió con mucha confianza y pidió que le enseñaran a disparar un cuerno de chivo. El instructor quien también era joven, pues habrá tenido como 24 años, era

Él tenía la orden de entregarla en Matamoros, Coahuila después de levantarla 201


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en Ramos Arizpe. El joven iba a toda velocidad por la carretera Satillo-Torreón en el kilómetro 140, cerca del libramiento para Parras. Se le hizo fácil desviarse para comprar más marihuana, misma que se había terminado en el camino. Estando en Parras se topó con unos amigos de la misma compañía y les preguntó dónde podía conseguir yerba, los amigos le dijeron que sí, pero tendría que invitarles unas cheves. El joven les dijo: “Está bien”. Pero tendrían que irse en la parte de adelante. Ellos nunca se dieron cuenta de la persona que traía amarrada.

en el asiento de atrás vieron a la persona secuestrada que traía el joven, y le dieron los primeros auxilios. Esta persona, ya estando en sus cinco sentidos, denunció al joven de la camioneta. Pero el joven quedó inconsciente, no supo nada de lo que pasaba; en ese momento fue trasladado y fuertemente custodiados; tanto los dos amigos como el joven, fueron llevados hacia el cuartel de los Huachos. Estando en el lugar, los alivianaron con torturas en todo el cuerpo. Al no poderles sacar información sobre el grupo delictivo al que pertenecían, a lo que se dedicaban, y lo que iban a hacer con la persona secuestrada. Encima de ello, les interrogaron y culparon sobre otras personas desaparecidas.

Pasaron por varias cuadras del centro, en la madrugada, antes de llegar a la tango -le llaman así, pues ahí venden droga-, había un retén federal desde el cual un oficial les marcó el alto para que detuvieran la marcha.

Ya después de cuatro días, los tres fueron trasladados a un penal. Al llegar, fueron nuevamente torturados por un grupo de personas -de las cuales no recuerdan detalles, pero que estaban con el poder, como si ellos fueron la autoridad en ese penal-. Finalmente fueron sentenciados.

El joven pensó en la persona secuestrada y huyó a toda velocidad; en el camino el joven les confesó a sus compañeros que traía una persona privada de libertad, y unas armas que traía abajo del asiento trasero. Les pidió un último favor, que aventaran por las ventanas de la troca las armas que encontraran.

Ahí estuvieron varios años; el joven se dedicó a aprender cosas buenas dentro del penal como carpintería y talabartería, entre otras, y se arrepentía de haber seguido las instrucciones de aquel señor. Los amigos del joven también cambiaron su vida pues los dos se casaron, y ahora incluso predican la palabra de Dios.

Las aventaron como si nada; los Federales los comenzaron a perseguir por varias colonias de Parras. En una de ellas, los Federales les pusieron un cuatro, y los rodearon en donde no tuvieran la posibilidad de seguir huyendo. El joven, al verse acorralado, chocó la troca contra una de las patrullas que lo rodearon, quedando mal herido, al igual que sus colegas.

Ésta es la historia del joven del puente, quien tomó la vida muy aprisa y terminó en una prisión

Los Federales se acercaron cuidadosamente a la troca para ver cómo estaban y luego arrestarlos por el delito de resistencia a la detención. Pero no era todo,

- Juan Muñoz

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