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ÁNGEL MARTÍN. Y FUNDADOR DE CLÍNICA MENORCA: ESTÁ REVIVIENDO GRACIAS A QUE CADA VEZ VA MÁS GENTE JOVEN»
Por LUCAS PÉREZ ESTÉVEZ
Fundador y director de la Clínica Menorca de Madrid y consolidado como una eminencia dentro de la cirugía estética, Ángel Martín presume a pecho descubierto de su afición por la Tauromaquia y confiesa una ingente admiración por los toreros, a los que ha conocido de primera mano gracias a su profesión: “Son de otra pasta”, confirma. Su pasión por el toreo, forjada en su Navarrevisca natal y consolidada en Las Ventas como abonado desde los 17 le llevó hace unos años a dar un paso más y apostar junto a César Molero por la Taberna La Tienta, que se ha convertido en el punto de encuentro mundial de aficionados antes y después de cada festejo en la Cátedra.
¿Cuáles són sus primeros recuerdos y sus vínculos con la Tauromaquia?
Bueno pues el vínculo surge sobre todo por mi padre. Él era ganadero de reses mansas y también traía reses bravas porque compraba mucho a Cuvillo. Teníamos cebaderos, teníamos vaca avileña… Compraba mucho por Sevilla y él es el que empezó a llevarme a los toros con Gabriel de la Casa por los pueblos de alrededor de Ávila como Burgohondo, Navaluenga, por el Valle del Tiétar... Yo le acompañaba desde que tenía 6 o 7 años y a partir de ahí fortalecí esa afición hasta el punto de que cuando fui un poco más mayor yo me metía a torear en las capeas.
¿Llegó a plantearse en serio ser torero?
Bueno en aquellos momentos, siendo un crío con 13 o 14 años, sí. Incluso llegué a apuntarme con un amigo a la Escuela Taurina pero cuando se enteró mi padre me dijo que a lo que había ido a Madrid era a estudiar y al final es lo que hice.
Pero siguió toreando, aunque fuera en capeas… Sí. Yo soy de Navarrevisca (Ávila), y tanto en mi pueblo como en toda esa zona había y hay mucha tradición taurina. Recuerdo que siempre había un viaje a Salamanca que todos estábamos esperando cada año en el que se compraban las vaquillas que se iban a soltar en las fiestas. Luego se toreaba de pueblo en pueblo y se vivía todo en torno al toro. Era una fiesta y una tradición que no se perdía porque en aquellos tiempos no había móviles y tampoco había tantas alternativas de ocio como hay ahora.
¿Y su relación con Las Ventas cuando empieza?
A los 17 años yo ya me aboné a la plaza. Había unos abonos especiales de estudiante y me acuerdo que me veía 25 corridas de 25. Empecé abonado arriba del todo, me fui bajando al tendido alto del 8, donde estuve muchos años. De ahí pasé a la fila 4 del 9 y desde hace dos años me pude cambiar a una barrera del 8 pegado al 9. Madrid es una plaza en la que se disfruta mucho viendo toros.
Relacionando su profesión con el toreo, a lo largo de su trayectoria ha tenido que tratar muchas lesiones relacionadas con percances frente al toro…
A mí me gustaban tanto los toros que yo me iba con el doctor Crespo Neches (padre del actual doctor Enrique Crespo), un eminente cirujano, a la vaca del aguardiente de Navalcarnero, a Parla, a Leganés… a todos los encierros en los que desgraciadamente había muchos heridos cada día. A mí me gustaba la cirugía, me gustaban los encierros y me gustaban los toros y gracias a poder acompañar a ese equipo médico en esa época pude aprender mucho en esas experiencias.
¿Cuál fue el primer torero al que tuviste que tratar?
Bueno traté a bastantes mozos y toreros cuando acompañé al doctor Crespo Neches y después a lo largo de mi trayectoria, dentro de la especialidad de cirugía estética, pues he tratado muchas lesiones, cicatrices, secuelas… Hay que tener en cuenta que una cornada grave hay que operarla ‘in situ’, en el momento y a toda velocidad, por lo que hay veces que esas heridas que quedan hay que tratarlas a posteriori para que no se den más complicaciones. Al margen de eso, en la clínica tenía un fisioterapeuta, David, que en aquella época, había estado en la Escuela Taurina con Jesús Pérez, ‘El Madrileño’. A través de ese contacto hubo un momento en el que en la clínica tratábamos a Antoñete y a Curro Vázquez, a los que recuerdo con mucho cariño. Había días en que surgían charlas interminables e interesantísimas. A muchos de esos toreros David incluso les trataba en el hotel pocas horas antes de las corridas.
¿Es verdad que son especiales los toreros?
Sí, lo son. Tengo relación sobre todo con José María Manzanares, Morante de la Puebla, Alejandro Talavante…con muchos. Por mi profesión he tenido la suerte de conocer a grandes matadores y te das cuenta rápido de que son distintos, de que son de otra pasta.
¿Hasta qué punto se puede complicar la cicatriz de una cornada?
Las cicatrices pueden dar muchos problemas. Imagínate que estás operado de una mano y tienes una cicatriz que hace queloide (engrosada y elevada). Pues eso puede limitar el movimiento. Y hay que actuar para eliminar las durezas que surjan y mejorar la atrofia que ellas provocan.
Recuerda eso que dice, precisamente, a la lesión en la mano que tantos problemas le dio a José María Manzanares.
Exacto. Es que José Mari se tuvo que operar hasta 11 veces por ese problema. Así que imagina el riesgo que puede llegar a tener un problema en una cicatriz. José Mari es una persona con una sensibilidad espe- cial, como persona y como torero. Tiene un don. Y eso le hace superar adversidades como esa o como las que está sufriendo con la espalda.
Hablamos de las manos, como ejemplo, pero los toreros están expuestos, evidentemente, a las llamadas ‘cornadas de espejo’, en la cara, que tanto marcan.
Sí, siempre va a ser un reflejo de algo que te ha pasado y que te miras todos los días. Pero los toreros son tan especiales que creo que no miran mucho sus cicatrices, sobre todo a las que no son en la cara, a las que quedan ocultas. Recuerdo un día cuando otro gran amigo, Pepín Liria, me enseñó las cornadas que tenía en una pierna. Eran unas 15. Y no les daba apenas importancia.
Pero en la que trató por ejemplo a Ángel Teruel, tan aparatosa, ahí sí tuvo que activar el lado psicológico que también tienen los médicos.
Sí, es que bueno, estamos hablando de una cornada que le abrió toda la cara. Y tuvimos que estar tratando esa cicatriz durante seis meses. Ángel lo pasó fatal. Se sentía muy mal, hundido, se veía todos los días en el espejo… Psicológicamente no estaba bien. Pero es también nuestra función, tienes que conocer mucho al paciente y tratarle anímicamente porque cuando uno sufre una cornada así y tienes una secuela, la afectación psicológica es muy grande y tienes que preparar al paciente en ese sentido para lo que le viene, para decirle que tenga paciencia y para explicarle que va a mejorar, pero con el tiempo. Al principio, en este caso, yo dudaba, pero a base de varios tratamientos y de láser le quedó muy muy bien para lo que tenía.
Más allá de las intervenciones forzosas por cornadas, ¿se hacen retoques estéticos los toreros? ¿Son cuidadosos con su imagen?
Por supuesto que sí. Por privacidad no voy a decir ningún nombre pero los toreros, como cualquier otra persona, buscan mejorar su imagen y se hacen algún retoque, claro.
Otro acercamiento al mundo del toro surge cuando decide vincularse a la conocida Taberna La Tienta, cerca de Las Ventas, y que se ha convertido en un punto de encuentro casi internacional entre aficionados.
La Tienta era un bar al que yo iba siempre. Su dueño era de mi pueblo y tenía muy buena relación con él. Cuando se jubila, siguen con el bar sus hermanos, y luego solo César (Molero), que tenía mucho entusiasmo en el proyecto y bueno, pues decidimos hacer una apuesta grande, buena para que la Fiesta no decaiga, y para que hubiera un lugar de referencia, y a partir de ahí pues ampliamos, dos veces, cambiamos la decoración y ha quedado un local muy bonito y se ha convertido referente de la zona y del aficionado.
Supongo que es motivo de orgullo haber logrado congregar allí a tal cantidad de personas en torno al toro.
Sí, por supuesto. Tenemos allí gente que viene exclusivamente al bar desde México, Colombia, Venezuela… Es una satisfacción muy grande, porque además hemos recuperado un espacio que faltaba al haber ido cerrando otros históricos de la zona.
¿Qué no puede faltar en una taberna taurina?
Sin duda un buen rabo de toro, una oreja buena, una ensaladilla buena… Esa taberna nació en el año 1952 y se vendía solo oreja, sangre y mollejas. Y ahora ha aumentado hasta tener una carta variada y de calidad. A mí que me gusta mucho la gastronomía, lo primero que quiero en mi bar es que se coma bien, producto de mercado de calidad. Que la gente que vaya no salga solo con la idea de que ha estado en un sitio agradable y con un buen ambiente, sino que además salga diciendo que ha comido muy bien.
Principalmente allí se ve un público joven, lo que viene a ser un reflejo de lo que está pasando en los tendidos de Madrid: un ‘boom’ de aficionados nuevos y en masa.
Es muy importante eso. La Fiesta está reviviendo y lo está haciendo gracias también a que cada vez va más gente joven. Este año en San Isidro ha habido 14 o 15 llenos. Eso es una barbaridad. Creo que Plaza 1 lo está haciendo muy bien para la Fiesta, para cambiar ciertas cosas que se quedaban un poco antiguas. Por ejemplo, sacar los carteles muy pronto es fundamental para que la gente se organice. Eso le ha venido muy bien a este espectáculo. Como sacar esa cantidad de abonos para los jóvenes, como multiplicar la oferta de ocio en la propia plaza antes y después del festejo…
Y en lo estrictamente taurino, ¿qué valora de Las Ventas?
Desde mi abono se ve a la perfección la suerte de varas y es una maravilla verlo aunque donde más disfruto es de una buena faena de muleta, donde se alcanza la mayor pureza. Los aficionados, de cualquier manera, disfrutamos de cualquier detalle de la lidia: de un lance, de un buen par de banderillas…
¿Y lo que menos le gusta?
Pues en este sentido habría que valorar un poco lo del tendido 7. No sé si tienen razón o no tienen razón pero lo único que pido es respeto para el torero cuando está toreando. Una vez que termina uno es libre de aplaudir, de pitar o de lo que quiera, pero cuando se está delante del toro habría que respetar. A mi me sienta mal que un torero se esté jugando la vida y les estén silbando o le estén diciendo ‘miau’. En Sevilla no pasa. Solo pasa en Madrid, es muy desagradable, y se debía de prohibir.
¿Con qué otras plazas, al margen de Madrid, se identifica?
Me gusta mucho Sevilla, me gusta mucho el Puerto de Santa María, me gusta mucho Bilbao, Nimes… Son aficiones serias, silenciosas, donde sale el toro bien presentados y se ven siempre cosas muy importantes.
A través de su profesión ha podido conocer a muchas personalidades importantes (sobre todo futbolistas) ajenas al toro a los que ha ido aficionando e incluso les ha llevado a los toros.
Bueno, son muchas las amistades que tengo y a mi me gusta que vengan y que conozcan la Fiesta desde dentro. Creo que hace bien también para el toreo. He estado en los toros con Iker Casillas, con Ceballos, con Nacho, con Sergio Ramos, al que llevé yo a los toros con 20 años por primera vez… Hay un caso, el del tenista Feliciano López, que se sabe incluso todos los vestidos de torear que José Tomás se ha puesto cada tarde. Con él fui precisamente a la última corrida de toros celebrada en Barcelona. Es muy taurino y a partir de ahora, como ha dejado el tenis, seguro que disfruta mucho más tiempo para presenciar los toros en la plaza.
Volviendo al campo, y sin dejar de lado a los futbolistas, ¿sigue toreando? ¿ha compartido tentadero con alguno de estos rostros famosos?
Hace poco estuve en un tentadero en la finca de José Escolar, con Roberto Gómez, y a Schuster, que salió el primero, le revolcó la vaca. Recuerdo otra vez, hace mucho, que a Feliciano una vaca le dio la vuelta entera. ¿Futbolistas? Joaquín torea muy bien, Sergio Ramos torea fenomenal y Raúl también lo hace de manera extraordinaria.
Por rematar, y aprovechando que acaban de celebrarse unas elecciones generales donde la
Tauromaquia ha sido incluída, para bien o para mal, en el programa de algunos partidos, ¿qué le parece que se utilice el toreo como arma electoral?
A mi me da mucha pena de los políticos. Sobre todo de los políticos que pretenden prohibir. Vivimos en un estado de derecho y yo entiendo que haya mucha gente que no le gusten los toros y que por lo tanto no vayan. Pero esa persecución que hay hacia todo lo taurino no me parece nada bien. Por eso aplaudo a la presidenta de la Comunidad de Madrid Isabel Díaz Ayuso, por la valentía de apostar por los toros, que es un espectáculo que está presente en nuestra historia y en nuestra cultura reflejada por gran cantidad de importantísimos artistas que no estaban tan equivocados. Que cada uno tengamos la libertad de elegir dónde vamos y que dejen de prohibir.