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FERNANDO ADRIÁN: «El silencio de Madrid es hasta más especial que su rugido»

Por GONZALO BIENVENIDA

Fernando Adrián venía anunciado en la feria de San Isidro 2023 en un cartel de ‘tapados’. En 2022 tuvo ocasión de confirmar la alternativa en uno de los carteles de mayor expectación de la feria tras ganarse a pulso su inclusión ganando la Copa Chenel 2021. Cerró la temporada con nueve paseíllos. El pasado 31 de mayo abrió la Puerta Grande en la corrida de Santiago Domecq y unos días después cuajó al gran ‘Secuestrador’ de Juan Pedro. Dos salidas a hombros que le posicionan ya como el torero revelación del 2023.

¿Qué significa Las Ventas para usted?

El calificativo de la primera plaza del mundo lo tiene bien ganado. Es la que me ha posicionado donde yo quería estar. La que obra el milagro, la que da importancia a las carreras de tantos toreros que hemos salido lanzados de ella.

¿Qué siente cuando torea en su ruedo?

Son muchas sensaciones, muchas emociones. Lo que más me impresiona es cómo ruge cuando se siente identificada con lo que está pasando en el ruedo. Cuando uno consigue que la faena a un toro tenga esa dimensión no se puede comparar con nada. También he tenido la oportunidad de escuchar el silencio de Madrid, impresiona más que el rugido todavía y para mí significa expectación, cariño, atención a lo que está haciendo el torero o a lo que está por hacer.

¿En algún momento soñó que iba a abrir la Puerta Grande dos veces seguidas?

La verdad es que no. Uno sabe que está preparado, tiene esa confianza. Espera el compromiso con la preocupación y responsabilidad que supone Madrid pero al mismo tiempo con la sensación de que podía pasar algo grande porque era consciente del punto en el que llegaba. La primera tarde estaba muy contento pero sabía que el triunfo gordo son dos orejas a un toro. En la tarde de la Beneficencia, cuando logré esas dos orejas del toro que Dios me puso en mi camino me di cuenta que había confirmado todo. La sensación fue muy completa, sentí cosas que solo se viven en esta bendita profesión. Pero volviendo a la pregunta, son cosas que ni se sueñan porque todos los toreros sabemos lo difícil que es que pase.

Hasta la salida a hombros fue distinta.

En la primera hubo un cordón policial muy rígido incluso con los caballos alrededor. En la segun- da noté el calor y el cariño de los aficionados. Se lanzaron al ruedo muchísimos chavales para acompañarme salir a hombros. Fue algo maravilloso. Son momentos únicos que solo se viven en el toreo.

Si tuviera que escoger entre Contento y Secuestrador… No puedo escoger. Está claro que sin la aparición de Contento hubiera sido imposible torear en la Beneficencia para encontrarme con Secuestrador. Cada uno de ellos me hizo vivir sensaciones muy especiales. Fueron dos toros bravos, cada uno con sus diferencias. Solo puedo estar agradecido a los dos ganaderos, a Santiago Domecq y a Juan Pedro Domecq. Pude hacer con cada uno cosas que solo estaban en mi cabeza hasta que las pude materializar con ellos. Los dos han sido fundamentales.

Cuando vio entrar la espada baja tras la emotiva faena, ¿llegó a pensar que se iba todo por la borda?

Sabía lo que me estaba jugando en esa estocada. Por los años que llevo en la profesión tuve la agilidad de no soltar la espada al ver que se me fue. Intenté tranquilizarme, respirar hondo y volver a entrar lo antes posible. Esa vez no se me escapó. Además, coincide que le tengo cogido el sitio a la suerte suprema. Sé que es algo fundamental para llegar donde quiero estar. Analizando lo que ocurrió, me parece que al tocarlo con la muleta el toro se desplaza y de ahí el metisaca. Me entregué tanto entrando a matar como en la faena. Lo quería matar perfecto, lo conseguí la segunda vez.

¿Cómo vivió los días que separaron un compromiso del otro?

Lo viví con tranquilidad. Cuando me confirmaron que participaría en la Beneficencia me dije a mí mismo que debería seguir entrenando con normalidad. Si la preparación de todo el tiempo atrás me había servido para abrir la Puerta Grande en la corrida de Santiago Domecq pensé que debería seguir el mismo camino para la siguiente corrida. En la plaza pude dar la imagen que quería, dio resultado.

¿Sintió la presión de que se encontraba ante el último cartucho? Cabe recordar que confirmó la alternativa en el San Isidro 2022 sin pena ni gloria con José María Manzanares y Roca Rey con toros de Victoriano del Río. Otra tarde como esa hubiera podido relegarle de nuevo al banquillo.

La presión está ahí. Uno intenta sobrellevarla pero es realista. Sabía perfectamente la situación que me esperaba, se me podía poner un panorama muchísimo más difícil. Lo bueno es que he conocido la parte más dura de esta profesión, la de no tener contratos y entrenar como si fuera a hacer una gran temporada.

De la confirmación, ¿qué lectura saca?

Soy el más crítico conmigo mismo. Fue un golpe, algo duro de asimilar. Llegué ese día con toda la ilusión del mundo y me estampé contra un muro. En la vida de lo que más se aprende es de los errores, de los golpes. Son los que te dan realmente la experiencia para afrontar todo tipo de situaciones. Creo que todo pasa por algo y seguramente si el año pasado hubiera tenido el triunfo de este año no lo hubiera asimilado igual. Doy gracias a Dios por haberme dado la temporada que tengo por delante con la preparación psicológica que tengo ahora. Lo que está claro es que el seguir y seguir es lo que de verdad cuenta, tener fe en uno mismo.

Volviendo a la época oscura del banquillo - tomó la alternativa en Ávila en 2013 y hasta el 2021 sumó ocho paseíllos en ocho temporadas (alguna de ellas en blanco) - ¿Durante ese tiempo se planteó dejar de torear en algún momento?

Me pregunté con qué era realmente feliz. La respuesta siempre fue que con el toro. Sé que lo que quiero conseguir es muy difícil, pero tenía claro que para alcanzar la felicidad tenía que ser a través del toro. Por eso me he entregado a la profesión sin reservas.

Hasta que llegó la Copa Chenel, que lo sacó del ostracismo. Francisco de Manuel abrió la Puerta Grande en octubre 2022, usted por partida doble en 2023. Ambos han salido catapultados por el certamen madrileño.

Como todo hay gente a la que le gusta más que a otros. Lo que hay que valorar es el trabajo que están haciendo por la fiesta desde la Fundación Toro de Lidia junto a la Comunidad de Madrid. Sin ellos nunca hubiera nacido este certamen que además ha tenido la difusión de Telemadrid. Gracias a ellos tanto De Manuel como yo hemos tenido la oportunidad de entrar en carteles muy buenos y de darnos a conocer. Nada ni nadie es perfecto, todo tiene margen de mejora pero lo verdaderamente importante es que se están lanzando nombres nuevos a la fiesta. Es un escaparate importantísimo.

¿Estos triunfos le acercan a la felicidad a la que aspira?

Hombre te hace sentir bien. Aunque lo que de verdad me hace sentir feliz es la tranquilidad de haber dado el cien por cien al toro, el sacrificio diario. La entrega que le he dado al toreo y que le quiero seguir dando ha sido máxima. Se ve en los triunfos pero sobre todo uno sabe a nivel interior lo que ha depositado en el toreo. He pasado muchísimos días malos, otros muy buenos, pero el balance es positivo por esa sensación que te decía.

¿Le da vértigo lo que viene detrás de ser la “revelación de San Isidro”?

Para nada. Estoy preparado para lo que tenga que venir. Soy consciente de lo que he conseguido, quiero que se me respete y se valore el camino que llevo recorrido. Sé la posición en la que estoy y también sé lo que soy capaz de hacer.

Se le ve en muchas ocasiones en el tendido de Las Ventas, pendiente de otros festejos y muchas veces acompañado por Manuel Sanz ganadero de Los Eulogios.

La vida me ha puesto en el camino grandes amigos. Uno de ellos es Manolo que ha confiado en mí en los peores momentos. Ese apoyo se agradece mucho especialmente cuando hay que tirar del carro porque no hay grandes expectativas por delante. Ver a otros compañeros me ha ayudado a estar metido cuando tenía poco que torear.

Fernando Adrián tiene todo el futuro por delante. Cuenta con 31 años de edad, una década como matador de toros. Conoce la dureza del olvido y la alegría de la resurrección.

Madrid le guardaba la palanca que cambiará su vida, pero tuvo que persistir. Ahora, lanzado por la feria de San Isidro y la corrida de Beneficencia, espera recoger los frutos a lo largo de la temporada pese a que ya están muchas ferias cerradas. No tiene prisa pues lleva esperando muchos años su momento.

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