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CONTROL Y GESTIÓN DEL MIP. UN ROMPECABEZAS POR COMPRENDER
El trabajo del control de plagas, en el sentido amplio, puede ser emocionantes, excitante y muy gratificante. Se habla de ser un noble oficio que con solo un poco de esfuerzo brinda ganancias suficientes para atraer a muchos a esta actividad. Sin embargo, suele parecer también ingrato cuando no se le otorga el reconocimiento que se desea. Luego de un sinnúmero de conferencias y cursos sobre la biología de hormigas, moscas o ratas, acerca de los más modernos equipos y productos químicos o charlas motivacionales donde coaches y gurús nos hablan de todo lo que merecemos y valemos; los clientes, prospectos, auditores o autoridades siguen sin apreciar el valor del gre- mio. En una gran cantidad de reuniones, formales o informales, presenciales o en línea, surgen los temas complicados sobre bajo pago por los servicios, las complicaciones en el cumplimiento de requisitos legales y la llamada competencia desleal (si es que en algún momento algún competidor debiera ser leal). Entonces muchas veces emerge alguien que con voz decidida y, a veces, hasta autoritaria, reclama que los ahí reunidos no son simples “fumigadores” ni “exterminadores”, quizás fueron controladores de plagas y siempre enarbolaron el aplicar el MIP en sus tarjetas de presentación, publicidad y hasta en el nombre de su empresa. Otro participante toma la palabra y afirma que ellos ya no hacen “manejo integrado de plagas”, menos “integral”; ahora todos aplican (y en ese punto levanta la voz, orgulloso de recalcar lo que dirá) “gestión integrada de plagas”. Ese día todos vuelven a casa sintiéndose orgullosos de este nuevo título nobiliario. El mundo ha cambiado y es mucho mejor, al menos hasta el siguiente servicio.
BREVE CONTEXTO HISTÓRICO.
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El hombre se ha enfrentado a la naturaleza desde su origen. La supervivencia ha implicado el enfrentarse al medio. Competir por alimentos, sobrevivir a enfermedades y enfrentar a depredadores, como el resto de los seres vivos. El factor clave del desarrollo de las sociedades ha sido la cooperación y reparto de actividades, lo que ha llevado al humano a modificar su entorno a niveles que lo hicieron prácticamente irreconocible en comparación al original. Pero esto no limitó que otros organismos también aprovecharan el nuevo ambiente urbano, al nivel que algunas especies resultaran mucho más exitosas viviendo con y del hombre que en su ambiente natural, como la cucaracha alemana (Blattella germánica) que es muy rara de manera silvestre o la rata parda (Rattus norvegicus) que en muy poco tiempo se convirtió en cosmopolita. En diferentes regiones se han tomado medidas distintas para evitar la presencia de organismos que, inicialmente les ocasionaban incomodidad o mermas en sus alimentos. El concepto de enfermedad tardó aún muchos años en asociarse a los organismos, ya sea como portadores o transmisores. En un principio, solo se buscó ahuyentarlos o, simplemente, aceptarlos. Con el desarrollo de las sociedades se empezaron también a crear ciertos estándares de forma de vida que hacían necesaria la ausencia de animales molestos. Esta historia es al mismo tiempo larga como interesante, y refleja en gran medida la evolución de la relación del hombre con la naturaleza; pero la contaremos en otra ocasión. Para el propósito de este artículo empezaremos con el principio del siglo XX.
A inicios del siglo pasado ya se habían usado diversas sustancias, principalmente de origen orgánico, pero es en esta época cuando se empiezan a desarrollar las formas de aplicación. Existen ya personas especializadas a la actividad quienes se usaban diversos apelativos como exterminadores, fumigadores o atrapa ratas, que no eran de manera alguna ofensivos sino todo lo contrario, creaban una imagen casi heroica. Su forma de trabajar era esencialmente eliminando a los organismos identificados como plaga. Aunque desde mucho tiempo antes ya se habían usado métodos distintos a los químicos, el auge de las nuevas máquinas incrementó el uso de sustancias dada la facilidad que brindaban en su aplicación. Por ese entonces empiezan a formalizarse grupos especializados o asociaciones de personas y empresas del gremio. Es en 1914 que se registra oficialmente la re - sistencia como mecanismo de defensa por parte de los insectos, lo que derivará en la búsqueda de estrategias.
El uso alternado de plaguicidas de diferentes clases químicas, o rotación, fue primero propuesto por Cayne en 1951, pero aún sin un análisis profundo de los modos de acción. En la búsqueda soluciones reduciendo el uso de químicos, en 1949 Smith y Smith, proponen control de insectos supervisado por entomólogos calificados con las aplicaciones de insecticidas basadas en conclusiones obtenidas del monitoreo periódico de las poblaciones de plagas y enemigos naturales. Stern y sus colaboradores introdujeron en 1959 el concepto de control integrado basado en el equilibrio ecológico en los ecosistemas. En estos años ya se hablaba de control de plagas a la actividad de reducción de organismos nocivos. Durante los sesenta la preocupación por el ambiente se incrementa, influenciado por la aparición de la obra de Rachel Carson, “La primavera silenciosa” en 1962 al tiempo del desarrollo y del nacimiento de nuevas áreas de la ecología como la dinámica de poblaciones, la ecología urbana e industrial comienza a gestarse lo que sería conocido como Manejo Integrado de Plagas o MIP, que fue ya establecido por V. M. Stern, Ray F. Smith, Robert van den Bosch, and K. S. Hagen en 1957 (Bosch y Flint, 1981). Una perspectiva de esta evolución es posible consultarla en la edición 7 de Latamplagas. El MIP fue incorporada a la Agenda 21 de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo en 1992.
No podemos olvidar que los servicios son realizados por personas o empresas. La teoría básica habla de que el objetivo de las organizaciones es obtener utilidades para los accionistas o el propietario. Un enfoque financiero centrado en los rendimientos. En 1984, el premio Nobel Milton Friedman establece el modelo de partes interesadas (stackholders) en la que además de los accionistas, se deben generar beneficios para los diferentes grupos relacionados con el negocio. Estos beneficios son entre otras cosas el lograr que los clientes estén satisfechos con el servicio y sus resultados, alcanzar el bienestar de técnicos y otros empleados, obtener beneficios financieros, cumplimiento de requerimientos legales y normativos, demostrar compromiso con la comunidad y responsabilidad ambiental. Para ellos es necesario administrar de manera eficaz los recursos necesarios para el cumplimiento los objetivos, además de la reducción de un organismo en situación de plaga. En otras palabras, realizar una adecuada gestión del programa de manejo integrado de plagas.
ALGUNAS DEFINICIONES.
Con frecuencia nos resguardamos de las definiciones de las palabras que usamos en nuestro trabajo, para respaldar lo que hacemos. Una definición es el significado o descripción usada para objetivar un concepto. Es por eso por lo que antes importante comprender el concepto como representación mental cualitativa y abstractas. Los conceptos suelen ser muy relativos, razón por la cual existen en ocasiones varias definiciones, lo que suele generar confusiones.
El primer concepto para comprender es el obvio, plaga. Entre las diferentes y múltiples definiciones se habla de crecimiento poblacional que causa algún daño o perjuicio. Tradicionalmente se llega a definir a un organismo como plaga por ser el organismo que es. Esto significa que típicamente se interpreta que una cucaracha es plaga por ser cucaracha, una mosca es plaga por ser mosca, una rata es plaga por ser rata. Esto ha llevado a asumir que el control de plagas deba enfocarse en la reducción y ataque de los organismos que se relacionan con el efecto negativo. En el ámbito agrícola resulta fácil evaluar el umbral económico y de daño en función de la población, medida que se complica cuando de trata de problemas urbanos, en los que un individuo en un empaque puede causar efectos reputacionales graves. Empecemos desde el principio. Plaga deriva del latín plaga, que significa herida profunda, llaga, golpe o desgracia. Por otro lado, la palabra en inglés “pest” proviene también del latín pestis , que se refiere a una enfermedad contagiosa, grave o un mal olor (que era un indicio de una enfermedad). Por lo tanto, la palabra clave común en las diversas definiciones de plaga no es “población” sino daño. Podría ser algo menor, salvo que este cambio de perspectiva facilita la forma de abordar un problema de plagas enfocado a los daños y no en la cantidad de individuos. En otras palabras, la plaga es el riesgo de que un organismo ocasione un daño al hombre, su salud o sus bienes.
Un segundo concepto es control, que viene del francés antiguo controle que se refiere a los registros u observación cuidadosa usados para una comprobación. Se enfoca en el proceso creado para verificar o supervisar que los protocolos o planes cumplen con los requisitos y objetivos planteados. Tomando el concepto de plaga discutido antes desde el punto de vista de riesgo, implica poner los márgenes para medir el avance del plan. Justamente es el control lo que permite definir los umbrales económico y de daños, lo que significa no solo medir los niveles poblacionales sino los márgenes de los daños que se han identificados como resultado de la presencia de los organismos. En este punto es útil recordar otra definición, la de riesgo, que según la ISO 31000 es el efecto de la incertidumbre que puede desviar los resultados del objetivo. Los controles establecen los límites ante esa incertidumbre que no deben rebasarse para lograr la meta.
Pasemos ahora al manejo, del italiano maneggiare, manus, mano, y agere, llevar a cabo; se refiere a la acción de guiar. Lo que se hace para conducir algo hacia un objetivo e implica contar con destrezas, habilidades y capacidades apropiadas para ello. Como puede suponerse, se trata del conocimiento y uso de las diferentes herramientas conocidas para reducir el riesgo de plaga. Las medidas físicas, químicas, culturales y biológicas útiles, aplicadas de manera integral, entendido como compatibles y sinérgicas, primero para reducir la capacidad de reducir la homeostasis de los organismos, el mantenimiento del equilibrio con su ambiente, y posteriormente prevenir su ingreso, supervivencia o dispersión, especialmente a los sitios donde los daños son detectados o pudieran presentarse.
Por último, el término gestión, del griego gestionis, acción de llevar a cabo, y gerere , ejecutar, emprender. El asumir y administrar las responsabilidades sobre un proceso, que incluye la disposición de los recursos y la coordinación de las actividades para que el MIP pueda llevarse a cabo conforme a los planes. La gestión incluye la identificación de procesos y su descripción y mejora, la coordinación y el control del funcionamiento, la documentación, así como el sistema de información para el seguimiento de los resultados. Con una adecuada gestión se garantizan los recursos materiales y humanos adecuados y suficientes para el cumplimiento del plan, satisfaciendo o superando las expectativas de las partes interesadas, tanto del prestador del servicio como del contratante. Cuando alguien se refiere a gestión en inglés, se usa la palabra management , que también se llega a traducir como manejo, de donde proviene muchas veces la confusión cuando se usa el concepto en español. Por ello, en ocasiones se prefiere usar el término operation o driving para referirse al manejo y diferenciarlo de la gestión.
EL ARMADO DEL PLAN MIP
Volvamos a ese luminoso momento de la reunión en la que todos salen orgullosos de ser “gestores de plagas”. La necesidad de reconocimiento es independiente de la capacidad de realizar una tarea. Se puede ser todo un gran experto, el más productivo o eficiente en lo que se hace, pero no sentirse satisfecho al no sentir la aprobación de quien se espera recibirse. Esto lleva frecuentemente a buscar ese reconocimiento desde uno mismo, mediante afirmaciones o adjetivos que lo resalten, herramienta que usan frecuentemente los coaches y motivadores, pero que está fuera de la realidad.
Una disonancia cognitiva sucede cuando se evitan ideas o conceptos que entran en conflicto con aquellos que nos permiten mantenernos en nuestra zona de confort o un estatus, ignorándolos o desacreditándolos. La teoría de la autopercepción se refiere a la deducción que tomamos de nuestras actitudes, sobre todo cuando no estamos seguros de ellas, especialmente si un tercero nos lo hace pensar (o nosotros suponemos que lo tienen). Por otra parte, generamos un autoconcepto que es un conjunto de características que buscamos que nos definan, consciente o inconscientemente. En resumen, generamos una imagen para nosotros y otra como queremos que nos vean; lo que no sería un problema a no ser que influya en una falsa concepción de aspectos relacionados con el desarrollo de nuestro trabajo. Como hemos podido ver, el hablar de control, manejo o gestión, no se trata de crecimiento jerárquico, un plan de carrera o un logro, premio o título por antigüedad, experiencia (figura 1). El uso de un adjetivo suele usarse también para reforzar la imagen que se busca fijar en las partes interesadas, especialmente a los clientes. Un caso muy ilustrativo es la evolución de la organización que agrupa a empresas y profesionales dedicados al control de plagas en los Estados Unidos, la NPMA. En 1933 se fundó la primera asociación, la National Association of Exterminators and Fumigators, que solo 4 años después, en 1937, cambió su nombre por National Pest Control Association (NPCA), para que en 1999 se decidiera cambiarlo por National Pest Management Association, con el argumento de que “management” es más amigable y con connotaciones positivas (además de más fácilmente comprensible) para clientes y sociedad (PMP, 2013).
La gestión el manejo y el control son en realidad piezas de un mismo rompecabezas que se han ido agregado conforme la forma de abordar el riesgo de plagas ha evolucionado, de la mano de cambios de paradigmas, especialmente en el siglo reciente. Para obtener los mejores resultados es muy importante tratar los problemas de plagas desde un punto de vista integral en un marco de mejora continua del MIP en diferentes puestos relacionados con el problema o riesgo o selección de los productos químicos ideales y sus formas de aplicación, según cada caso. Se establecen los controles que permiten dar seguimiento y monitoreo regular del plan, tendencias desarrollado a partir de las incidencias de los organismos en situación de plagas y las evidencias de los daños.

El éxito del desarrollo del plan depende de garantizar el número y competencia de personas involucradas en la aplicación de cada estrategia, los el que resulta útil tomar como referencia el famoso Círculo de Deming o PDCA (PHVA) (figura 2). Al definir las estrategias de manera estructurada y compatible entre ellas para el manejo del riesgo de plagas, como son limpieza, cambio de mobiliario, correcciones o ajustes estructurales, cambios en la cultura de los empleados o los como lo es por ejemplo los niveles poblacionales, pero también los registros de daños, índice de reclamaciones, niveles de satisfacción de sus clientes o aumento de productividad en la producción, entre otros; a fin de ajustar, corregir o mantener dichas estrategias, que normalmente es lo que indicaría un adecuado análisis de técnicos, responsable de ventas, atención al cliente, supervisores o quien impartirá la concientización de los empleados del contratante; también es importante garantizar tener el inventario necesario de los plaguicidas considerados, el estado y funcionamiento adecuado de los equipos, el abasto suficiente de gasolina en los vehículos.
Por supuesto, el servicio no podrá hacerse si no se cuenta con la licencia o permiso correspondiente, si no es compatible con el cumplimiento normativo o legal del cliente o si hay algún tipo de oposición por parte de los vecinos. Sin una correcta gestión, el plan sería en el mejor de los casos, deficiente (figura 3).


El tratamiento del riesgo de plaga depende de su buen manejo, control y gestión, no solo con promoción y buenas intenciones.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Flint, M. L. y R. van den Bosch. 1981. Introduction to Integrated Pest Management. Springer US, 1. Cloyd, R. A. (2010) Pesticide mixtures and rotations: are these viable resistance mitigating strategies? Pest Technology 4 (1), 14-18
Coyne FP (19519
Proper use of insecticides, British Medical Journal 4736, 911-912
PMP (2013) 80 Game Changers in PMP History. 80th Anniversary Issue
Smith, R. F. y G. L. Smith (1949) Manual of supervised control, Division of Entomology and Parasitology, University of California, Berkeley. 27 p.
