Equipo editorial: Mo. Eduardo Ángeles, Erich Tang Lerma, Pedro M. Serrot, Lizeth Briseño y Jesús Reyes. Fotografía: Diana Enríquez Figueroa. Consejo Editorial: Manuel Bañuelos, Miguel Escamilla, Salvador Huerta, Pedro M. Serrot, Erich Tang, Mo. Eduardo Ángeles, Jesús Reyes. Agradecimientos especiales a la Facultad de Lenguas y Letras de la Universidad Autónoma de Querétaro, a Tzolquín Montiel, a Diana Enríquez, a Mónica Montes, a Ojos de León y a David Morales por los apoyos recibidos. Contacto: latestaduraliteraria@gmail.com latestadurliteraria@hotmail.com México; Noviembre 2012. Los derechos de los textos publicados pertenecen a sus autores. Cuida el planeta, no desperdicies papel.
Cristian Martín Padilla Vega (Querétaro, Qro. 1976)
Poeta, autor del libro La Emancipación del aire (UAQ, 2009), docente universitario, diversas publicaciones en México y España.
La noche en un suspiro A Berenice Campos Campos, por tomar mi cuerpo por asalto.
CONTENIDO La noche en un suspiro Visi贸n La soledad amiga Tu ausencia No permitiremos Tomo este cuerpo por asalto Canto a la joven con mirada de estrella Protagonista Contemplaci贸n
La noche en un suspiro Es la noche tan cotidiana como el dĂa, es la luz de las estrellas y la luna igual de quemante que la del sol, ya no sĂŠ si tus besos estĂĄn hechos de desconsuelo o de abrigo. Tu discreta entrega a mi voraz deseo se pasea en los lindes de la luz tenue La Testadura
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del amanecer y de la densa oscuridad que cubre las noches de mi invierno, cuando el fuego ha partido hacia la nada. Ahora concibes a mis caricias, a tu cintura paseรกndose en mis manos, como clandestinos emigrantes, como letras salidas del margen de la hoja, como poemas sin ritmo ni rima. Sin embargo, yo atesoro cada gesto, cada voz surgida del eco del deseo, las miradas perdidas en suspiros de sal, La Testadura
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tu pecho contrastando con el mĂo, tus manos sujetando a mi destino de arena.
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Visión Seré la voz de tu deseo, llamándome; seré la luna que te espía desnuda, por las noches; seré tus caderas de porcelana, ante mis ojos; seré el río que moja tu cuerpo, al mediodía; seré tus besos que se escurren, por todo mi cuerpo; seré tus pechos, refugiados en mis manos; seré la muerte de tu sol, al terminar el día; seré la tierra, que reciba tu descanso. La Testadura
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La soledad amiga Mi soledad es una gran compaĂąera, leal amante y veladora de melancolĂas, la llevo al parque para leerle a Auden, camino con ella en calles vacĂas y le enciendo un cigarro para conversar. Algunos la malentienden y hasta me aconsejan abandonarla, una furibunda La Testadura
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mujer, quiso echarla con insultos, pero la tomĂŠ en mis brazos y la defendĂ del mundo, del diablo y hasta de Dios.
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Tu ausencia Es esa boca sublime la que me hace vibrar confundiendo el mar con el cielo y el cielo con el mar. te entrego mi amor y fuerza con cada mirada a lo profundo de tu cuerpo, que se ilumina La Testadura
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con los dientes del deseo. he llegado al angustiante camino de tu ausencia, de tu extravĂo; soy acompaĂąado en mi lecho por la nada sin forma, sin cielo. Con la locura de un ĂĄrbol sediento me aferro al recuerdo de tu vientre, de tus caderas, de tu cuello atrapado entre mis labios, que ahora sangran.
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No permitiremos No permitiremos que el olvido y la ausencia se devoren tus manos, nuestras piernas, no los dejaremos que nos quiten caderas, falo, besos, ni las caricias que de tantas penurias nos rescataron. El viento no dejarรก de recordarnos que, alegre nos cantaba al entregarnos; La Testadura
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la noche estarĂĄ pendiente de cobijarte, con mis lĂĄgrimas y tus sollozos. Esos son los aliados, pero la fuerza con la que la garra del dolor acaricia mis ojos deseosos de verte, me quiere arrastrar hacia el extravĂo de la noche.
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Tomo este cuerpo por asalto Tomo este cuerpo de mujer por asalto, para cuidarlo y llenarlo de caricias tibias, juro que no se secará por falta de besos, ni se sentirá solo en madrugadas frías. Tomo este cuerpo por asalto, y me abrazo a su frágil cintura igual que la luna abraza a la noche, La Testadura
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y me paseo en ella maravillado. Tomo este cuerpo por asalto, lo asumo y me prometo amarlo, mojarlo para que no se seque, soĂąarlo para que no me olvide. Tomo este cuerpo por asalto y lo toco y lo doy por vivo, para asĂ, regalarle mi noche, mi dĂa y mi tarde. Tomo este cuerpo por asalto, La Testadura
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mientras lo beso y prometo regalarle toda mirada de vida y toda luna y estrella de luz.
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Canto a la joven con mirada de estrella A Berenice Campos Vienes acaparando la luz de este día con tu mirada, tu sola presencia advierte, un ventarrón de ilusión acabada, que se deshará como fresca brisa en mi rostro de niñez elaborada. La Testadura
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Mujer, eres una delicada sombra del cielo en alborada la perpetuidad de tu juventud, en esa tibia piel est谩 reflejada, como un lago en completa quietud, que a mis manos tiene de invitadas. Recorro sin demora tus aguas, es un paseo del todo clandestino, que ennegrece y degrada las almas, de los que escogen ese camino. Sin embargo, a este coraz贸n no le La Testadura
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importa, convertirse en paria de la lagrima trunca. Si por estos amores seré perseguido a través de la tundra de plata con la luna de joya y de vino habré de vender ésta, mi alma barata. Mi cuerpo parece ahora vivir de espejismos, y como nunca se ha vuelto muy dócil por la añoranza de verte crecer en este sueño, que se enarbola La Testadura
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y que no debiera volver.
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Protagonista Eres la primera visiĂłn del mar, en una maĂąana con neblina, estĂĄs tan llena de arena que te llamo Playa
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Contemplación La contemplación del poeta por el mundo, es la misma que tienen dos amantes extasiados, viendo una ventana con rosas en el jardín y un cielo nublado, amenazando con estallar; Así que no interrumpas mi visión del mundo con un reclamo o recordándome que tome mi [medicina. La Testadura
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el ser y el tiempo de Heidegger en el suelo, con media lata de cerveza, 2 gotas de sudor y un vaso de whisky rebosante y gallardo. Me mojo la cara como un boxeador, antes del tercer [asalto y te beso, sintiendo tus dientes mordiĂŠndome un [labio, y te miro tranquila y yo ansioso, como una gota de [rocĂo a las 6 de la maĂąana de un verano tibio, pero rabioso. Las manifestaciones del alma, son los deseos de un La Testadura
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[Dios que no existe, pero castiga implacable y radiante. Me veo al espejo y me digo. Muérete siendo Quijote y no Quijano. Esta vez corrí de casa, saltando por la azotea, gritaba y reía como un loco, como un poseído, estaba cansado de ser un hombre resignado que reía falsamente con luces complacientes. Finalmente, todos los hombres exhalarán su última bocanada, algunos con aire puro, otros con humo bien o mal, nos recordarán por lo que hicimos y no La Testadura
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por lo que dejamos de hacer o dejamos atrás. Mandaste, Señor, a tu único hijo a reafirmar el mundo, pero resulto ser un rebelde, por eso dejaste que lo [crucificaran; pareciera ser que fuiste muy duro, mas que sabía él, sino que la primavera es dócil y el invierno atroz. Esta última y primera parte de mi vida en la que no sé qué pasará, esta tarde que es mía, no es de mis padres, ni de mis hermanos, ni siquiera de mis hijos, es sólo mía, como mis manos y mi falo. La Testadura
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Por tanto, pretenderĂŠ que la vivo como quiero, igual que cuando miro al cielo y creo mover a las nubes con solo desearlo, como cuando lanzo una moneda a la fuente pidiendo un deseo amorfo.
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¡¡¡Que la voz corra!!! La Testadura. Literatura de paso hecha para olvidarse en lugares públicos y/o salas de espera lat es tad ura lit e raria @ gma il. co m lat es tad ur lit er ar ia @ho tm a il. com
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