La Testadura no. 64: Tkila slimming por Enzo La Loba

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No. 64 Donativo: 10 pesos

En portada: P. Z. S. por Enzo la loba

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Dirección General: Mario Eduardo Ángeles. Textos: Enzo La Loba. Consejo Editorial: Diana Enríquez, Bardo Garma, David Morales, Miguel Escamilla, Mo. Eduardo Ángeles, Erich Tang y Jesús Reyes. Agradecimientos especiales a Roxana Jaramillo, Flor de Liz, Tzolkin Montiel, Enrique Ibarra y José Manuel Bañuelos. Contacto: l ate st adur ali te r ar i a@g m ai l. com México, Noviembre 2014. Síguenos por

Los derechos de los textos publicados pertenecen a sus autores. Cuida el planeta, no desperdicies papel.


Tkila Slimming por Enzo La Loba


Tkila Slimming Desperté sintiendo el cuerpo molido, percibía un sabor mineral en la boca y una sed insoportable. Mi cabeza no dejaba de martillear; y por si fuera poco, tenía un severo dolor abdominal que me obligaba a mantenerme en posición fetal. Lo bueno es que sabía lo que ocurría; por primera vez tenía una resaca pero no sabía como superarla. “¡Ay diosito ayúdame! sé que a veces la cago pero esta vez si me manché”, me santigüé a la primera La Testadura no. 64

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reprimenda. Me levanté quejumbrosa de la cama para darme cuenta que todavía tenía puesta la blusa y los jeans. No recordaba como había regresado ni a que hora. Había una calma inexplicable en la casa. Esperé inmóvil intentando captar algo, todo se mantenía en silencio. Deseé con todas mis fuerzas no haber realizado una escena de borracha mala copa, y por la cual hubiera desencadenado agobiantes sentimientos de culpabilidad en mis jefes. Tal vez pensarían haber fracasado en su labor paternal hacia mí. ¡Ay dios mío perdóname por ser tan mal hija! La Testadura no. 64

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Luego de minutos de arrepentimiento sincero, decidí cambiarme de ropa para alejar el recalcitrante olor a humo que mi ropa retenía. Luego tendría que afrontar las posibles consecuencias con mis jefes. Comencé a desnudarme entre repentinos mareos y náuseas. Tendría que bañarme cuando antes, puesto que mi cabello apestaba a cenicero. Pero eso no era todo, cuando me quité el bóxer un tufazo de alcohol casi me hace vomitar “qué pedo”, exclamé sacadísima de onda. Tuve que sentarme en el borde de la cama para intentar aclarar las ideas. Pasé mi mano por mi sexo y noté un flujo La Testadura no. 64

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anormal. Con el dedo índice y pulgar calé la consistencia del moco. Una punzada en el interior de la vagina me hizo respingar. Escuché unos pasos fuera de mi recámara. Me levanté de un salto, la adrenalina por ser descubierta en cueros y las dudas sobre lo ocurrido la noche previa, pudieron más que la cruda. Puse el seguro a la puerta y esperé junto a ella, el sonido de los pasos siguieron de largo. Los escuché alejarse escalera abajo. Suspiré aliviada. “A la chingada el baño”, pensé. Busqué de inmediato algo que ponerme: pants y tenis para estar cómoda. Sonó mi celular mientras me vestía, un La Testadura no. 64

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mensaje había llegado. El mensaje era de mi amiga Marucha, lo leí: ya dsprtast? No mams pinch Elsy, stubo kbrón anoch.

“¿Y eso qué?”, pensé. Volví a leer el texto sin recuperar indicios sobre lo ocurrido. Comencé a manipular el celular para contestar: Q p2 con eso? Q pasó anoche? Conectat al feis

Me tumbé de nuevo en la cama, prendí enseguida la Lap e inicié sesión en Facebook. Mientras Marucha se conectaba chequeé las actualizaciones. Había sido etiquetada en un par de fotos. Eran de la fiesta de anoche. Tanto yo como mis La Testadura no. 64

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amigas nos veíamos bastante felices, sacando la lengua o haciendo puchero, mirando para cualquier lado menos hacia la cámara, parecía que éramos unas niñas más en una peda. Y no es por ser mamona pero nos veíamos súper mega bien. ¡Aunque si supieran lo conflictivo que fue decidirse! Al mirar las fotos mi cerebro conectó los cables necesarios para hilar los hechos hasta ese momento. Recordé que tendríamos escasos minutos de haber llegado a la fiesta, lo sé porque aun podíamos posar de manera medio consciente; después todo se volvería confuso. Tendría que ir más atrás. La Testadura no. 64

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Había quedado con Marucha y Sandra ir a casa de Paco para celebrar su cumpleaños. Paco era el clásico chico popular amigo de todos y todas. Aunque hablar de una amistad era relativo y más si se trataba de las nerds que sólo babeaban por él. Nosotras lo ayudábamos con los apuntes y los exámenes para corresponder sus miradas coquetas y abrazos esporádicos. Éramos típicas chavas aburridas, sin desmadres ni recurrentes salidas al antro. Nuestro mayor desmadre era tomar unas Caribe o Viña Real, introducidas de contrabando a la casa de alguna de nosotras mientras estudiábamos La Testadura no. 64

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para algún examen. Incluso, tal vez éramos las más nerds de la Uni en general. ¡Éramos de verdad unas chavas de güeva! Pero en aquella ocasión habíamos decido alivianarnos un poco. Habíamos estado hablando sobre nuestra juventud y la idiotez que teníamos en experiencias. Nunca nos habíamos puesto pedas, nunca habíamos fumado ni un mísero tabaco, mucho menos mariguana y jamás habíamos tenido sexo. Y aunque a decir verdad no eran las cosas que nos quitaran en el sueño, también reconocíamos demasiada timidez por los riesgos. La Testadura no. 64

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Ocasionalmente escuchábamos pláticas sobre otras chicas más liberales. Niñas trendy y populares que constantemente eran tema de conversación. Las chavas las criticaban por su frivolidad y su altanería, aunque entre comentarios se asomara un toque de envidia. Y los niños se referían a ellas despectivamente como jaladoras o putas aunque no fueran tan así; como sea, detrás de sus palabras se escondía el deseo por poseerlas. Al escuchar todo eso, nosotras justificábamos nuestra actitud cobarde pues según no queríamos ser vistas ni llamadas de maneras tan desagradables. Pero al La Testadura no. 64

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notar que el mundo giraba sin pedos comenzamos a preguntarnos ¿quiénes estarían mal? ¿Nosotras o los demás? Pronto ya estábamos analizándonos. Marucha era delgada, más bien flaca, de pelo rubio, largo y lacio. Tenía ojos azules muy claros como el cielo despejado del Bajío. Quizás el detalle menos afortunado eran sus dientes frontales un poco grandes. Obvio, muchos mala onda la apodaban la coneja; aun así no era fea. Era seria, hablaba poco, pero siempre se podía contar con ella. Sandra era una niña sonriente, un poco llenita y por lo tanto, como toda mujer, preocupada por La Testadura no. 64

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su peso. Pero su preocupación era llevada al extremo porque en sí, tenía bonita figura, caderona y con bubis grandes; además la cintura se le marcaba donde debía, o sea, tenía curvas bastante atractivas que ella no consideraba. Era muy efusiva pero nunca canalizaba su energía para las cosas realmente valiosas. Y pues yo, este, pudiera describirme como una chica normal de estatura promedio, sin grandes atributos, demasiado simple. A lo mucho pudiera considerarme una persona analítica e inteligente, obvio para nada aventurera. El caso es que a pesar de las diferencias las tres coincidíamos La Testadura no. 64

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de cierta manera en nuestra formación religiosa. También hay que decirlo tampoco profesábamos con ahínco las ondas de dios, ni siquiera nos parábamos a menudo por la Iglesia. ¡Qué güeva aventarse un sermón de esos aburridones! Para pronto y estar claros, nomás reconocíamos que había algo así como un ojo divino sobre nuestras cabezas. Cuando nos agüitábamos por broncas íntimas, y no podíamos sacarnos de la depre, recurríamos al misticismo de los santos y de dios. Cada quien sus rollo pero buscábamos consuelo en algo más allá de nuestra pendejez. Así llevábamos la vida sin exceLa Testadura no. 64

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sos, bastante light para ser sincera. Deseábamos vivir mil cosas pero con responsabilidad. De tal manera que cuando muy rara vez no animábamos y salíamos para echábamos un par de miches; y según nuestras calenturas para poder conquistar a algún niño decente, las miches nos pegaban demasiado rápido y de a volada se encendían los focos rojos de alarma. Apenas se acercaba algún niño nos excusábamos diciendo que ya era tarde y teníamos que regresar. La verdad era que nos daba miedo cometer alguna locura, sentíamos que podíamos perder parte de nuestra identidad. No comprenLa Testadura no. 64

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díamos como había chavas que chupaban como esponja y ligaban con quien se les antojara. Tal vez no eran putas como solían llamarlas, pero se parecían bastante. Por eso terminaban confundiéndolas y padroteándolas. En definitiva, nosotras no éramos de esas. Sin embargo, aun cuando no coincidíamos con su manera facilona de convivir, tolerábamos su decadencia porque eran situaciones que nos sobrepasaban. Por ejemplo, como mujeres, ¿Qué podíamos hacer para frenar la prostitución y la trata de personas? No podíamos exigirle a nuestros compañeros que dejaran de pasarse pornografía La Testadura no. 64

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barata por bluetooth, ni que fueran al table a excitarse con mujeres falsamente felices y cachondas, ni siquiera podíamos evitar que miraran a las chavas de la Facu como vaginas andantes. Para detener tales conductas deberían existir leyes inflexibles, leyes baja-calentura-demadrazo. Pero nosotras solo éramos las nerds que un día ocuparían cargos notables para poder hacer algo, o eso esperábamos. Mientras tanto seguíamos con las ondas heredadas de nuestra familia, o sea, manteníamos la honra en todos los aspectos; por respeto a nuestros principios. Y es ahí donde surgió la controverLa Testadura no. 64

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sia. — ¡Cuáles pendejos principios! — soltó Sandra un día— el mundo es un asco y nosotras no somos la jerga para limpiar el desmadre. — Neta, a mí me late lo que dices. Y tú pinche Elsy, ¿Qué piensas? No pude responder ni siquiera una babosada para seguir el hilo de la conversación. Las palabras de Sandra me generaron un conflicto existencial, estaba tan frikeada con la repentina explosión de mis amigas que me dio mala espina, y no sabía para donde jalar. — Yo como que ya me castré de ser La Testadura no. 64

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tan mosca muerta. —continuó Sandra— Ya ves, siempre tratando de ser bonita y decente. Supuestamente así nos divertimos nosotras ¿verdá? pero la neta es que nos quedamos con ganas, no nos hagamos pendejas ¡Eso es ser mosca muerta! Y luego ya ves, las feas y culeras siempre terminan con novedades que contar. — Pues yo no sé si sean tan felices como aparentan —interrumpí— la neta, y tú lo sabes, muchas de ellas lo hacen por llenar espacios emocionales, o lo que es lo mismo: tienen pedos gruesos. —¡No mames, Elsy! ¿Ves? Ese es el pedo. O sea, siempre tenemos que justiLa Testadura no. 64

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ficar las pendejadas de otras y a nosotras quién nos justifica. El tono agresivo de Sandra comenzaba a fastidiarme. Percibía tanto rencor como si su vida hubiera sido desperdiciada. — ¿Y tú, Marucha?, ¿neta apoyas a Sandra? —inquirí buscando una aliada. — La neta, sorry pero yo creo que Sandra tiene razón. ¡Madres!, el trancazo fue directo a mi jeta con todos sus pensamientos infantiles. Ni que decir del putazo a mi alma, sentí como si de repente hubiera sido la única estúpida en el planeta Tierra conLa Testadura no. 64

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fiando en la buena voluntad de las personas. Cuando la realidad era que del planeta Tierra ya sólo quedaba el nombre porque el Apocalipsis ya había ocurrido, resultando ganadores los de allá abajo. Entonces bendito antipapa y anticristo para presidente. Y yo, Santa Elsy, lista para ser botaneada por Cerbero. Pasamos unos minutos viéndonos las jetas. El silencio se había puesto muy tenso. — No es mal pedo, Elsy —al fin, la voz desangelada de Sandra quebró la mala vibra— Neta lo único que pensamos es que no queremos ser de las señoras de la La Testadura no. 64

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vela perpetua, ¿me entiendes? Tu eres chida y te queremos un chingo, pero a veces como que te agüitas de más. O bueno, para no cargarte la mano, nos agüitamos las tres. Conflicto, conflicto, conflicto. No existe algo más cruel que la verdad. La opinión de Sandra era lo mismo que en silencio y en la intimidad a ratos creía. Pero por el otro lado, me cuestionaba sobre la forma de encarar a mi madre para decirle: sabes ma, me da güeva imaginar yendo a la Iglesia todos los domingos, como tú y mi abuela que lo han hecho por décadas. La neta prefiero ocupar ese día para La Testadura no. 64

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descansar la cruda. Presintiendo como el diablo metía la cola en mis pensamientos, pregunté: — Bueno, pues como ya que me chingaron… y no me quiero quedar así. Díganme que proponen. Decidimos ir al reven con la intención de cambiar de ideas. Tendríamos que ser fashion de entrada. Sandra optó por una micromini y una blusa larga que daba forma a sus amplias caderas. Tenía una sonrisa coquetamente irresistible. La verdad era una gordibuena bastante guapa. Marucha prefirió una onda más hippie chic, con banda y retoque floral en el La Testadura no. 64

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cabello. La falda larga de vuelo dejaba imaginar su feminidad debajo, usaba unas alpargatas amarradas a la piel blanca de sus tobillos. Sobre la blusa escotada llevaba puesto un chaleco vintage muy ad hoc. Yo decidí utilizar un denim strech con pequeños estoperoles alineados de manera curva en la parte del trasero, lo cual le daba una forma inusualmente sexy. Me puse una blusa ajustada algo retro y unos mules muy coquetos; la elevación, que los delicados centímetros me proporcionaban, provocaron una sensación de confort jamás sentida. Seguramente las tres nos dimos unos minutos La Testadura no. 64

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para contemplarnos frente al espejo. Pasé mis manos por mi cuerpo como si estuviera mudando de piel. El roce de mis dedos en mi cintura resultó erótico. Y por supuesto la alarma de incendio comenzó a chingar. No es fácil matar a alguien y menos cuando ese alguien es la personificación de la santa moral. ¡Ay, dios! ¿y ahora?... pues nomás robé una botella de whisky a mi papá. La metí en mi bolsa y salí de la casa antes que los ojos piadosos de mi madre con su eterna sumisión hacia el padre sentado en el sofá viendo el futbol, me hicieran querer rezar un rosario que no tenía ni sabría como hacerlo. La Testadura no. 64

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Marucha. Q onda, komo stas? Elsy. 2 2, k madrs izimos? Komunik! Marucha. no t akuerdas? stubo zpr mga chido! Elsy. :-s Marucha. Bno, pzz nos pusist bn pdas!!! Elsy. :-o komo q las puse? Marucha. no t akuerdas d la botella y…los tampax?

Sin saber lo que escucharía comencé a sentirme como el anticristo. Poco a poco los recuerdos vinieron. Cuando Marucha pasó en su coche por nosotras, lo primero que mostré fue la La Testadura no. 64

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toda la intención de tragárnosla hasta embrutecer. Nos estacionamos cerca de un parque, no hay mejor escondite que donde no hay peligro de parecer sospechosas. Entre sorbos pequeños raspamos nuestras gargantas inmaculadas. No pudimos soportarlo demasiado; un par de buches bastaron para que el estómago ardiera. Nos miramos entre sí sólo para notar nuestra decepción. Nuestros límites se mostraban nuevamente. “si quieren ya no vamos a la fiesta de Paco”, dijo Sandra desilusionada. Suspiró y miró con ojos llorosos hacia el cielo por la ventanilla como si buscara entre las estrellas La Testadura no. 64

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una señal que la perdonara y enseñara el camino a seguir. “No. Nosotras venimos a divertirnos”, les dije con toda la convicción que mi trasero ajustado en el denim me proporcionaba. “Tengo una idea, pero conste que pase lo que pase, esto es porque lo queremos”, me miraron sacadas de onda, no obstante tuvieron que olvidar los cuentos basados en el cielo y el infierno, para crear sus propias biblias. Primero fuimos a una farmacia a comprar tampones, luego regresamos al auto. Ahí, cuidando que algún mirón no metiera las narices, empapé el tampón con el whisky. “Chequen esto”, dije mientras me La Testadura no. 64

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bajaba los pantalones y el bóxer para meterme el tampax. Mis amigas miraron sacadísimas de onda. “¿Quién sigue?”, pregunté mientras me acomodaba la ropa y mi vagina comenzaba a calentarse. “Este es el verdadero infierno; el infierno que nosotras vamos a crear” Sandra de inmediato me arrebató la botella y los tampax. Elsy. Sí, ya m akuerdo d eso. Marucha. :-) Elsy. :-D y komo llegast a tu ksa? T regañaron o algo así Marucha. pzz en el coch, hahaha La Testadura no. 64

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luego de djart n la tuya. Sí, bno no, no+ izo feo mai moder Elsy. :-( Marucha. dont worry. weno t djo. Tngo q hcr 1 kosa. bsos, by Elsy. ok, by

Primero dejó a Sandra y luego a Elsy, manejando sola de regreso a casa, quitó la usb y con ella la música electrónica. Sintonizó alguna estación en el radio. Había un programa de música retro. Marucha tuvo la sensación que al amanecer toda la libertad de la noche se sometería a la purga de las veladoras en el altar de La Testadura no. 64

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su madre. No, ella quería fugarse por el espacio como lo hacían los vapores de alcohol. Pertenecer a la oscuridad por decisión propia y no temerle jamás. Sentía que sus creencias no eran suyas, si no de la sociedad cobarde que no aceptaba el cambio y la presencia del yo en la vida del individuo. Estacionó el auto con dificultad, pues seguía ebria, en una calle oscura cerca de su casa. En el radio, la voz de “la bruja cósmica” desgarrándose le hizo viajar a esa época que tanto admiraba y hubiera querido pertenecer. El horizonte tras el parabrisas oscilaba hipnóticamente entre penumbras. Sus penLa Testadura no. 64

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samientos ralentizados la llevaron a sus deseos reprimidos: los besos marchitos en sus labios de niña y las caricias muertas en la fugacidad del viento. Miró su atuendo hippie chic, supo que aun cuando estuviera fashion iba más allá de estar In, puesto que representaba la época de liberación femenina. “Venga Marucha, hoy Janis Joplin vibra en tu cuerpo”, se animó. Tarareando I need a man to love, levantó su falda ligera hasta la cintura y a horcajadas montó sobre la palanca de velocidades. Comenzó a moverse cadenciosamente, se masturbó viendo la oscuridad ceñida sobre el auto. Gritó con toLa Testadura no. 64

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das sus fuerzas cuando llegó al orgasmo. Algún perro solitario ladró en la inmensidad de la noche. Marucha miró su rostro en el retrovisor: la frente perlada de sudor, el cabello alborotado, los ojos rojos e inestables y el rubor en las mejillas. Ahora sí, era hora de llegar a casa. Sandra. q pex? Komo amanecist? Elsy. Bn, kreo, y tú? Sandra. prdí mi virgin anoch! Elsy. :-o omg! Comunik! Sandra. Bno, io ya staba kchonda kuando yegamos a la pda d Pako, y Vist q muxos d los chikos staban wapos no? Y platik y platik con 1 pss… La Testadura no. 64

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Elsy. aja y luego? Sandra. pss nada, pasó y ya :-p Elsy. cuentam +! :-@ Sandra. tiempo.

hahahaha, ;-) ya habrá

Elsy. noooo! Dim komo fue? T dolió? A q hora fue si t djamos n tu ksa? OMG! fue n ksa de Pako? Con kien fue? Dim! Plis :´( Sandra. sorry, x feis no, luego t kuento en przona va?

El alcohol sin metabolizar en la sangre de Sandra derrumbó todos prejuicios sobre sus lonjas. Al mirar a sus amigas platicando desinhibidas con los demás La Testadura no. 64

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sintió que la vida es percibida de manera distinta en cada ser. Que lo único correlativo entre sus amigas, su familia, y las demás personas del mundo era la posibilidad de respirar cada día. Fuera de eso, la manera de emborracharse con un tampax era una estupidez que cada quien aceptaría las consecuencias. Sus amigas reían y bailaban como nunca había visto hacerlo. Estaba feliz por ellas, sabía que también ellas compartían su felicidad. Pensaba que sólo por esa noche tendría la libertad por tanto tiempo reprimida. El tiempo trascurrió demasiado aprisa entre miradas enrojecidas y pérdidas. La Testadura no. 64

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Después de un rato, cuando la dosis de maldad en sus cuerpos disminuyó, las tres decidieron irse. Marucha zigzagueo por las avenidas, corrió con suerte de no ser detenida en el alcoholímetro. Dejaron a Sandra en la puerta de su casa, sin embargo, cuando el auto se alejó, sintió la soledad que únicamente la pérdida otorga. Esta vez la pérdida era el alejamiento de ese torbellino de destrucción tan excitante. El inicio de un nuevo día significaba la muerte de lo nunca vivido. Así que regresó a la avenida y tomó un taxi. Una vez de vuelta en la casa de Paco no hubo quien le negara otro trago. Alguien corrió La Testadura no. 64

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un porro y por primera vez intoxicó los sentidos. La sangre comenzó a hervirle y la cabeza le dio tantas vueltas imposibilitándola para mantenerse en pie. Sintió el abrazo de un chico sosteniéndola por la cintura. Él le hablaba al oído. Sandra escuchaba perdiendo a momentos el hilo de la conversación. Él le propuso algo, Sandra aceptó. Luego todo se convirtió en una fantasía. Subieron por unas escaleras con escalones de agua, como si de una cascada se tratase, ella daba un paso tras otro sobre un despeñadero acuoso, sólo pensaba en conquistar la cima. Fue guiada por calabozos de sombras La Testadura no. 64

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dentro de un castillo antiguo. Entró a una habitación cálida, se despojó de los zapatos y sintió el roce suave de la alfombra como pieles de animales sobre el piso. Los escenarios se transformaban en la medida que sus sensaciones se exaltaban. Imaginó caer lentamente en una cueva al ser recostada sobre un lecho de hojas. Se sintió primitiva, una cavernícola conociendo los olores, los sonidos y las sensaciones de la cueva húmeda que segregaba vida por las paredes. Sintió las manos del chico como rocas lijando la piel de sus piernas, los besos en sus senos fueron gotas de lluvia, sus bocas La Testadura no. 64

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amalgamadas creaban estalagmitas de sal y saliva en sus lenguas. Como una indefensa criatura se abandon贸 al mimo voraz y arcaico. Sinti贸 una mano rondando su pelvis, pens贸 entonces en el tampax. Pero cuando quiso quit谩rselo, fue sorprendida en medio de la oscuridad. Hay otros senderos para macular la virtud, y ella lo hizo entre suspiros vetustos. Elsy. y luego? Kuando vamos a tomar 1 kf? Pa ponernos al korrint Sandra. pss nos ponmos de akuerdo no? :-) Elsy. oyis, y krees volver a acrlo?

Era una pregunta demasiado pronto La Testadura no. 64

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para ser respondida. Mi vagina no dejaba de supurar un flujo anormal y las punzadas no cesaban del todo. Además la cruda moral había iniciado con un desagradable sentimiento de pesadez y falsedad de la personalidad. Sentía que me había fallado, que la forma de emborracharnos debía ser reconsiderada. Pero ¿qué más podía hacer? Presentía que una pesadilla estaba por iniciar. Sandra. no c, y tú?

Unos golpes en la puerta del cuarto me retacharon a la realidad. “¿Estás bien? ¿Qué no piensas comer algo?”, la voz La Testadura no. 64

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de mamá se escuchó afable como siempre. Hay cosas que no cambian. El amor de mis padres seguía existiendo aun cuando mi primera experiencia alcohólica haya sido inusual. “¡Sí, estoy bien!, ahorita bajo”, no tenía ya más que decir. Escuché alejarse a mi madre de la puerta unos segundos después, seguramente no estaba muy convencida de mi respuesta. Aun así, no mentía, el estómago comenzó a repelarme comida, tendría que dejar de meditar acerca de la salvación de mi cuerpo, en definitiva no sería por gracia divina. Me daba cuenta que la mano de dios no se acercaría a una chupadora de La Testadura no. 64

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alcohol por la vagina, una alcohgina. Había acertado en el clavo cuando comprendí que el infierno es invento del individuo, aun cuando la religión quiera adueñarse la patente. Elsy. no c… = Sandra. djemoslo pa luego. Aunq quizás 1 vez + no kreo q haga daño o sí? io pongo los tampax hahahaha. Elsy. hahahaha, io kiero probar el Tkila. By Cerré sesión.

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Eder León Camarillo (Orizaba, Veracruz 1982) “Enzo la Loba” Mención honorífica en el Premio Nacional al Estudiante Universitario “Sergio Pitol” 2007. Finalista del concurso internacional de microficción “Garzón Céspedes” 2008, convocado por la Cátedra Itinerante Iberoamericana de Narración Oral Escénica con sede en Madrid, España. He sido promotor, camillero, auxiliar administrativo, auxiliar de almacén, docente en área social y humanidades, asesor comercial, abogado, desempleado y lo que se acumule.

De mano en mano, de pantalla en pantalla

¡Que la voz corra! La Testadura, una literatura de paso, hecha para olvidarse en salas de espera y/o lugares públicos.


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