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COSTA MAYA

Novela Inedita

DE RODRIGO A. OSEGUEDA VILLARRUEL

Capitulo Ii

LOS MASCARONES DE KOHUNLICH

A la mañana siguiente despertó Edgardo en la lujosa suite de Carolina en el Hotel de México y vio dos botellas de champaña vacías en la mesita de noche, Carolina aún dormía a su lado y las delgadas sabanas dibujaban su estilizado cuerpo sin ocultar por completo su desnudez.

Con razón la resaca, será mejor que me dé una ducha - pensó Carolina despertó en ese momento y Edgardo se acercó a darle un beso en los labios, a lo que ella correspondió con agrado. Buenos días, como amaneciste- dijo Edgardo.

- Contenta de estar contigo, pero aun algo mareada ¿Qué hora es?

-Casi mediodía, se nos pegaron las sába nas, que te parece si vamos a un restaurante típico que conozco a desayunar unos chi laquiles o barbacoa para quitarnos la resaca.

-No puedo Edgardo, ya es tarde y debo tomar un vuelo a Nueva York, pues estoy invitada a la inauguración de la exposición temporal de cultura Inca en el museo Metropolitano, desayunaré algo en el aeropuerto.

-Es una lástima, pues pensaba que podríamos pasar algunos días juntos, hay algunos lugares interesantes que me gustaría mostrar te.

-Será en otra ocasión, pero por ahora debo irme, pues de Nueva York volaré a Berlín, donde veré algunas personas para tratar tu asunto, y me comunicaré contigo en cuanto resuelva algo.

-Gracias Carolina, sabía que podía contar contigo.

Y tú nunca me has decepcionado- dijo ellacon una picara sonrisa. Aquí estaré cuando gustes- dijo Edgardo arrogantemente captando el doble sentido de sus palabras.

-Me refería a tus hallazgos arqueológicos tonto.

Por supuesto- replicó Edgardo - con una amplia sonrisa siguiendo la broma y besándola nuevamente.

Mas tarde ya en el avión Carolina pensaba en Edgardo, él era diferente a otros hombres que siempre trataron de controlarla y hacer una relación de dependencia, pero a ella le gustaba su libertad, no quería que se sintieran con derechos y ella tampoco quería tenerlos.

Edgardo es una piedra rodante, no desea controlar a nadie, ni siquiera a si mismo – pensó. Eso le agradaba y aunque sus encuentros eran ocasionales e inesperados siempre eran apasionados. Recordó cuando se conocieron hace cinco años mientras estaba en la entonces colonia británica de Belice1 , que está entre Guatemala y México en la costa caribeña, en un viaje para visitar sitios arqueológicos de la región con el fin de conseguir piezas interesantes para una exposición temporal en su museo.

Y para tal fin se encontraba con funcionarios y arqueólogos locales, entre estos últimos su amigo el inglés Raymond Ca meron, quien le dijo mientras visitaban el sitio maya de Caracol que quería presentarle a alguien que podría interesarle para conseguir lo que pretendía cuando estuvieran de regreso a la ciudad de Belice. Entonces Edgardo se encontraba al sur del territorio mexicano 2 de Quintana Roo, cerca de la frontera con Belice visitando hacía unas semanas un pequeño pueblo de nativos mayas en una región llamada Kohunlich. Se había enterado que ahí había unos montes de piedras cubiertos de maleza que tenían unas figuras talladas Se hacía pasar por funcionario del gobierno y se ganó la amistad del cacique del pueblo Tatich Balam “Jefe Jaguar” con presentes, utensilios de cocina, herramientas, despensa y algo de licor que compartía con él.

Tatich le confió, – yo conozco el lugar ese que dices de las piedras con figuras, pero es necesario abrirse paso con machetes por la vegetación.

Entonces jefe - dijo Edgardo- si usted me proporciona varios de sus hombres para llegar ahí y despejan terreno suficiente para que aterrice una avioneta, el gobernador vendría a ver el lugar, para escuchar sus necesidades y traer su apoyo, además de un generoso pago por su ayuda.

Eso interesó a Tatich, pues el pueblo era carente de todo, en medio de la selva, incomunicado y sin nombre en el mapa, sólo era un grupo de pequeñas chozas de palos y techo de paja con piso de tierra y vestían únicamente largas túnicas de manta blanca, usaban el cabello largo y suelto y andaban descalzos, así que accedió a darle una decena de hombres para hacer lo que solicitaba.

El plan de Edgardo, que ya había realizado en otros sitios, era hacer una pista para que aterrizara la avioneta de su amigo el cubano americano Orlando Alves quien era experto piloto y contrabandista para llevarse las piezas arqueológicas a Miami y ahí venderlas a un traficante de nombre Camilo Guillen, que a su vez las revendería con alguno de sus clientes millonarios quienes eran artistas famosos, políticos, empresarios, hasta narcotraficantes.

Así que partieron abriéndose paso por varias horas a través de la sabana, que es similar a la africana, un terreno pantanoso cubierto de pastizales y arbustos hasta llegar al sitio que le habían mencionado y pudo ver con asombro las ruinas casi intactas,aunque cubiertas de vegetación de un grupo de pirámides de unos veinte metros de altura.

Una de ellas con estructura escalonada y en sus muros se apreciaban frisos de estuco de unos dos y medio metros de alto por tres de ancho en cada escalón y que disminuían de tamaño progresivamente hasta llegar a la cima, eran mascarones con la imagen del rostro del dios maya “Kinich Ahau” Señor del sol,emergiendo de las fauces del monstruo del inframundo, de cara al oriente, aún se notaban restos de pintura ocre.

Sin duda un templo dedicado a la deidad solar – pensó - en el que se realizaban ce remonias en días especiales al amanecer para celebrar el renacimiento del sol desde Xibalbá, el reino del inframundo y de la muerte, y deben ser del periodo Clásico, alrededor del siglo V de nuestra era, cuando en Europa apenas iniciaba la edad media.

Entonces procedieron a limpiar de la maleza dos de los mascarones más grandes y con una motosierra los seccionaron separándolos de la pared para luego cortarlos en pedazos más pequeños y empacarlos cuidadosamente, ahí pernoctaban en un improvisado campamento y luego emprenderían el camino de regreso con ellos a cuestas para encontrarse con Orlando en la pista que le habían preparado.

Pero mientras Edgardo estaba en el sitio de las pirámides, otros hombres del pue blo que desconfiaban de él se encami naron hasta llegar al rio Hondo en la frontera con Belice y ahí en unas canoas que tenían ocultas navegaron rio abajo hasta llegar a la ciudad deChetumal capital del territorio, donde pidieron hablar urgentemente con el gobernador, el licenciado Javier Rojas, quien los recibió en el Palacio de Gobierno y le contaron lo que hacía Edgardo en su pueblo. Al enterarse, el gobernador se sintió sorprendido y molesto por el engaño del que habían sido víctima esos hombres por lo que se dirigió a su director de obras públicas y hombre de confianza, el ingeniero Rodrigo Alonso.

Quiero que vaya mañana temprano con estas personas a ese lugar con los vehículos necesarios y que lo acompañe el jefe de policía el teniente Benito Pech con sus hombres – ordenó el gobernador.

El ingeniero era la única persona capaz de llegar a ese lugar ya que conocía bien la región pues se encargaba de realizar obras para el gobierno como escuelas y carre teras en poblados en medio de la selva, sin importar las dificultades de semejante tarea a pesar delos escasos recursos con que se contaba, con gran tenacidad, lo que fue fundamental para el desarrollo posterior de la región.

A la mañana siguiente partieron al sitio con vehículos Jeep Land Rover, de tracción 4x4, equipados con “winch”, es decir un carrete en la defensa frontal del auto conectado al motor, con un cable de acero con un gancho que le permitía sujetarse a algún tronco cercano para jalar el vehículo, pues se atascaban con frecuencia en el terreno pantanoso, ya que no había carretera y solo se podía avanzar abriendo una brecha con machete.

Después de varias horas llegaron al pue blo justo cuando Edgardo terminaba de subir su cargamento a la avioneta, enton ces el jefe de policía les gritó – ¡¡¡deténgase o disparo!!! – a lo que aquel hizo caso omiso y se apresuró a subir a la aeronave diciendo – ¡vámonos ya Orlando antes de que nos alcancen! – y se desplazaron por la pista a toda velocidad para hacer el despegue, entonces el teniente Pech ordenó a sus hombres que hicieran disparos, los cuales para su fortuna no los impactaron directamente pero una de las balas perforó el tanque de gasolina.

Ya estando en el aire Orlando notó la fuga de combustible – ¡no alcanzaremos a llegar a Miami, tenemos que buscar un sitio cercano para aterrizar o nos estrellaremos! - exclamó.

Edgardo le respondió rápidamente - ¡estamos cerca de la frontera con Belice, volemos sobre el rio Hondo y busquemos donde aterrizar, ahí no nos buscarán! Al cruzar la frontera y ya en territorio beliceño observaron un terreno despejado, Orlando intentó hacer el aterrizaje lo más suavemente posible pero lo irregular del terreno hizo dar varios tumbos a la avioneta antes de detenerse con un brusco golpe contra el suelo.

Notas del Editor

1.- Belice adquirió su independencia del Reino Unido en 1981,actualmente es miembro de la Mancomunidad Británica de Naciones.

2.- Quintana Roo dejó de ser territorio para convertirse en Estado Sobe rano de la República Mexicana en 1974.

Nota del Autor

El ingeniero Rodrigo Alonso es mi padre, quien me contó la historia del robo de los mascarones de Kohunlich.

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