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AVENTURA EN LAS COSTAS MAYAS
Novela Inedita
Capitulo Vii Tulum
Al día siguiente después de la reunión que tuvieron en el hotel El Presidente de Cozumel, el grupo de aventureros fueron al muelle del puerto a ver el barco que Geraldine consiguió, era un bello yate llamado “Nereida”, como la ninfa del mar hija de Poseidón.
Geraldine explicó; tiene sesenta pies de eslora como dicen los marineros, o sea veinte metros de largo, con una velocidad de crucero de 25 km por hora, aunque con velocidad máxima de 40 km/h, con cuatro camarotes y la cabina del capitán, además cuenta con radio VHS, lo último en tecnología de comunicaciones.
Bonito barco - dijo Antón – subiendo a la cubierta, tiene una pequeña terraza para tomar el sol y un bar, más parece un yate recreativo por la comodidad de sus instalaciones.
Así es – asintió Geraldine – conozco a su propietario, es un americano que vive en Miami y que vino a Cozumel con su familia a pasar unas vacaciones. Pero decidieron regresar en avión pues tuvieron un compromiso imprevisto en Chicago y decidieron dejar aquí el yate.
Por eso hable con él y le pareció una buena idea rentarlo pues el tiempo que permanece aquí en el puerto cuesta bastante dinero.
Time is money – agregó Mike.
¡Es perfecto! - aprobó Edgardo – pues sirve para nuestro propósito de hacernos pasar por turistas en viaje de placer.
Pues salgamos al mar a probarlo – dijo
Antón, pero vamos a aprovisionarnos con algo de comida y agua, hay una pequeña tienda cerca de aquí, seguramente encontraremos algo – dijo Geraldine. Yo voy contigo – se apresuró Camila. Yo también -se agregó Mike – les ayudo a traer las cosas.
Poco tiempo después regresaron con sus compras y Mike cargando una caja de cerveza.
Solo encontramos algunas naranjas y limones, galletas saladas, cebollas, chiles y jitomates – dijo Geraldine- pero en el yate hay cañas de pescar, seguro atraparemos un sabroso pez para hacer ceviche.
Seguramente – afirmó Edgardo – este mar es abundante en peces, así que podemos zarpar.
¿A dónde? – preguntó Antón.
¿Qué les parece Tulum? - continuó Edgardo – no está lejos, solo un poco al sur enfrente de aquí, en la costa de Yucatán. Muy bien, - contestó Antón - es un bello lugar, ahí podemos apreciar las ruinas mayas que están frente a la costa.
Me gusta Tulum – dijo Geraldine. De acuerdo, si no hay objeción salgamos para allá, levemos el ancla - dijo Edgardo. ¡A la orden capitán! ¡manos a la obra! –respondió Mike sonriente.
El mar estaba tranquilo y en él se apreciaba el color azul turquesa característico del caribe, el cielo soleado, la brisa fresca en un bello bote con hermosas chicas y buenos amigos, ¿qué más se puede pedir?
Edgardo piloteaba el barco y mientras
Mike y Antón intentaban pescar algo las chicas bailaban en la pequeña terraza escuchando la canción hit del momento “I will survive” con Gloria Gaynor “La reina de la discoteque” en una radiograbadora de casetes portátil de pilas, que era lo más nuevo y popular, pues se podía escuchar la música favorita en cualquier lugar y momento.
Al poco rato Mike pescó un hermoso pez dorado y presumió - ¡debe pesar como cuatro kilos por lo menos! Luego Antón exclamó emocionado – ¡yo tengo un gordito huachinango en el anzuelo!
Preparemos la comida pues ya tengo hambre.
Si quieren yo preparo el dorado - dijo Camila – con limón, cebolla y chile. Yo haré con el huachinango un ceviche con naranja y la cebolla morada que tanto se usa por acá – dijo Antón. Qué bien pues ya casi llegamos a Tulum –dijo Edgardo.
Después de poco rato avistaron las ruinas mayas de El Castillo del sitio arqueológico de Tulum sobre la costa. Era un sitio estratégico para el comercio que tuvo su apogeo en la época postclásica de los mayas – comentó Edgardo – entre los siglos XIII y XV de nuestra era, aunque se encuentran inscripciones que datan del siglo VI, de hecho el edificio servía como referencia para la navegación de día y faro por las noches pues la única entrada hacia la playa es por el paso del quebrado frente a éste que es una abertura natural en el arrecife y permite el paso de los barcos que de otra manera encallarían, por ahí entraremos.
Qué bello lugar - dijo Antón - solamente las ruinas y selva por todos lados frente al mar, los mayas escogieron un hermoso lugar ojalá se conserve así.
Ojalá- asintió Edgardo – pero se sabe que hay planes para convertir el lugar en un sitio turístico con hoteles y un gran desarrollo inmobiliario, además también piensan hacer un aeropuerto.
Sería una lástima – contestó Antón - pues afectarían y contaminarían este bello lugar.
Pues ya iniciaron con el plan de desarrollo de Cancún al norte y de allí seguirían hacia acá y son capaces de construir hasta un tren por la selva - ironizó Edgardo.
¡¡No creo que alguien sea capaz de hacer tal estupidez!! – dijo incrédulo Antónsería terrible ver hoteles y centros comerciales cubriendo de asfalto cemento y basura esta bella selva virgen, además de turistas borrachos que no respetarían este lugar sagrado para los mayas que construyeron esta gran civilización y mostrarla como curiosidad de circo.
¡¡Sería una barbaridad!! - intervino Mikepues en esta región los ríos son subterráneos y se conectan con grutas y cenotes que son como grandes lagos bajo tierra y forman parte de un gran y complejo sistema fluvial antes de desembocar en el mar.
Sí, aquí el suelo es calizo, blando y poroso, - añadió Edgardo - lleno de hoyos como un queso gruyere, no soportarían la construcción y habría daños que afectarían el sistema de cavernas y corrientes.
Pero también dañarían asentamientos arqueológicos que están diseminados por toda la selva, conozco bien la región y se puede decir que a cada paso se encuentran vestigios mayas.
Pero en México cualquier cosa puede suceder – concluyó Edgardo.
Bueno, pues hasta aquí es lo más cerca que podemos llegar a la playa o el oleaje y la marea nos podrían hacer encallar en la arena.
Es suficiente, Camila y yo podemos llegar nadando hasta la playa para recorrer las ruinas – dijo Geraldine.
Yo me quedo por si hay que maniobrar el barco – dijo Edgardo.
Yo ya tengo hambre, prefiero comer – dijo Antón
Yo también – se agregó Mike. Pues ya está listo el ceviche, pueden empezar y nosotras comeremos cuando regresemos – dijo Camila.
Edgardo, Antón y Mike se sentaron a comer compartiendo unas cervezas.
¿Recuerdan cuando buceamos cerca de aquí, en el cenote Hoyo Negro? – inició Antón la conversación.
Sí, - contestó Edgardo – es prácticamente desconocido, en medio de la selva y no hay camino, tuvimos que ir en jeep y abrirnos paso con machete por la jungla ayudados por un par de nativos que conocían la zona.
Es un lugar increíble e inexplorado, recuerdo que ahí encontramos sumergidos huesos de animales prehistóricos, cráneos de tigres dientes de sable, mastodontes y osos.
Hasta me pareció ver un cráneo humano, pero sería imposible pues por la profundidad de la zona no es posible llegar sin equipo de buceo.
Los restos tendrían que haber llegado ahí en las épocas glaciales hace más de diez mil años cuando el nivel de las aguas era más bajo y se supone que la península no estaba habitada por seres humanos entonces.
Quien sabe, - comentó Mike - los cenotes son como capsulas del tiempo, completa- mente selladas por las aguas a una temperatura y ambiente constante por miles de años, aún falta mucho por descubrir. Así es – confirmó Antón – además están conectados unos con otros por ríos subterráneos como un gran laberinto.
Recuerdo que en esa ocasión Mike encontró un pasadizo en el cenote que se fue estrechando tanto hasta llegar a un agujero por el que ya no pudo pasar y se quitó el equipo de buceo por completo, lo metió al otro lado y luego se pasó por la abertura y ahí se puso nuevamente el equipo para seguir explorando.
¡Hace falta estar algo loco para hacer eso! – concluyó Antón riendo.
¡No es requisito, pero ayuda! – contestó Mike divertido – y es que allí la corriente era muy fuerte y eso me hizo pensar que había una comunicación con otro cenote, probablemente Dos Ojos que está cerca, son sistemas diferentes, aunque es probable que estén conectados, pero ya no me alcanzó la reserva de aire para continuar explorando, tal vez algún día se pueda comprobar la comunicación. De ser así – dijo Edgardo – estamos hablando de una red de ríos y cenotes conectados de cientos de kilómetros de extensión, como un Amazonas subterráneo.
Escuché una nueva teoría – comentó Mike – de que los cenotes se formaron por el impacto de un gran cometa en el norte de la península de Yucatán en la época de los dinosaurios agrietando el suelo calizo lo que propició la formación de grutas y ríos subterráneos en la época glacial, formando grandes cavernas y que ahora están sumergidas por la elevación del nivel de las aguas.
He sabido de esa teoría – dijo Antón - y que fue la causa de la extinción de los dinosaurios por los cambios que ocasionó en el clima. de los hombres y que rige el cosmos para los antiguos mayas. – comentó Edgardo. Que interesantes son los mayas– dijo Antón – tenían tanto conocimiento, conocían la escritura y dominaban las matemáticas, incluso conocieron el cero antes que los romanos, lo que les permitió hacer exactos cálculos astronómicos.
Es posible, – dijo Edgardo – pues en cenotes hay grandes cámaras donde se observan estalactitas y estalagmitas formadas por el escurrimiento de agua de lluvia durante cientos de miles de años antes de que se inundaran y que formaron grandes columnas con nervaduras.
¡Como una gran catedral gótica sumergida! – intervino Antón – casi puedo oír música sacra de órgano al bucear allí, como en la catedral de Notre Dame en París.
De hecho, - comentó Edgardo – para los mayas los cenotes además de ser valiosas fuentes de agua dulce también eran un lugar sagrado, porque para ellos era la entrada al inframundo.
Pues representaban el universo con el árbol de la vida, la copa eran los cielos, el reino de Itzamná, el tronco el reino de Chaac dios del agua la lluvia y los ríos y en las raíces de lo profundo Xibalbá reinaba el inframundo.
Sí, - dijo Antón – como la gran ceiba que vimos en la orilla del cenote y sus raíces que se sumergían muy hondo. Exacto – confirmó Edgardo. Al poco tiempo regresaron Geraldine y Camila quien exclamó emocionada - ¡yo no conocía el lugar y me gustó mucho, sobre todo las pinturas de los monos, son divertidas!
Sí, – dijo Geraldine – entramos al templo de los frescos y también vimos la figura de Itzamná el dios descendente que parece caer de cabeza desde el cielo.
Sí, – dijo Geraldine – pero su cultura y sus ciudades desaparecieron súbitamente y se las tragó la selva, aunque no sin dejar huella.
Tal vez esas huellas nos dejaron una lección, – respondió Antón – los mayas creían que tenían el mundo bajo su control y se sintieron amos del universo, como nosotros ahora y al igual que ellos explotaron los recursos naturales hasta agotarlos ahora nuestra civilización puede desaparecer tal como la conocemos con una catástrofe climática, como les pasó a los dinosaurios, pero en esta ocasión provocada por nosotros mismos.
¡Pero espero que no sea ahora! - interrumpió Edgardo-pues para nosotros llegó el momento de regresar a Cozumel.
¡Y pronto saldremos a la búsqueda del tesoro!
por
Rodrigo
A. Osegueda
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