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El gran reto de ser padres
En días pasados estuve observando, en diversos medios de comunicación, noticias relacionadas a accidentes en los que se involucraban menores de edad; algunos de ellos con desenlaces muy lamentables. Esto me hizo pensar en cómo los tiempos actuales nos han mostrado significados tan distintos.
En lo personal me da la impresión de que, para muchos padres, los hijos son cargas u obstáculos. Parece que tenemos prisa de que crezcan y se vayan de casa para que nosotros volvamos a respirar, a ser de nuevo personas.
En los dos artículos anteriores, correspondientes a mayo y junio, les he abierto mi corazón y les he confiado la gran madre que he tenido. Cuando era jovencita, me daba miedo tan solo el pensar la gran responsabilidad de tener hijos y formar una familia, sobre todo porque no consideraba que tuviese las herramientas para lograrlo. Sin embargo, con el paso de los años, al encontrar el compañero que consideré era el correcto, todas esas dudas se disiparon y de pronto me vi esperando a mi primer bebé. En aquel entonces trabajaba de tiempo completo y como muchas familias que trabajamos del otro lado de la frontera, me vi envuelta en largas filas para poder llegar a casa. Para mí fue muy natural el trabajar, ser esposa y luego convertirme en madre. Porque tenía en la madre que me educó, un gran ejemplo. Realmente no recuerdo, a pesar de que éramos muchos el que mi mamá se quejara por no poder ir con las amigas o por no poder ser ella.
Creo que eran otros tiempos. Cuando mi madre se quedó solita y tuvo que enfrentar el reto de nuestra crianza, lo hizo como algo muy natural. Creo que fue capaz siempre de encontrar todos esos elementos que le eran necesarios para continuar en su labor de madre. Conforme mis hermanas se casaron y fueron llegando los nietos, mi madre los disfrutó uno a uno, les tuvo paciencia y los amó. Parecía no estar cansada o enfadada de cuidar niños. Al contrario, para ella era una gran alegría el recibirnos en su casa, pero, sobre todo, el recibir a sus nietos.
Si algo me llego a preocupar y de cierta manera “asustar” fue el hecho de pensar en la posibilidad de estar lejos de ella. No quería que mis hijos se perdieran la oportunidad de estar cerca de su abuela. Al correr de los años, mis miedos se fueron uno a uno, mis hijos pudieron disfrutar de esa gran abuela que tuvieron.
No recuerdo que mi madre me hubiera dado consejos en cuanto a realizar de tal o cual manera las cosas, sin embargo, recuerdo con gratitud ese ejemplo que me dio al tratar de tener siempre un detalle con cada uno de nosotros (sobre todo en nuestro cumpleaños) y con cada uno de sus nietos y cómo les enseñaba ciertas labores, de acuerdo con su edad. Era capaz de encontrar siempre un detallito, que con una enorme sonrisa nos entregaba.
Casi siempre, al llegar a visitarnos, lo hacía con algo en las manos.
Aprendí de ella, tantas cosas. Repito, nunca fue de hablar mucho, pero su ejemplo era incuestionable. Ella enfrentó el reto de ser madre y lo hizo muy bien. No puedo decirles si fue el hecho de verla esforzarse tanto, que mis hermanos y yo sentíamos como ese deber secreto de poner el máximo esfuerzo. Solo cuando ya todos crecimos, mi mamá nos confesó lo mucho que le gustaba viajar al pueblo para ver a mis tías. Recuerdo con que emoción cuando nos compartió la gran felicidad que sintió al volar en avión por primera vez. He de decirles que a partir de ese viaje ya no hubo más en camión, solo hubo viajes en avión. realizar ese viaje de pareja o ese viaje entre amigas. Como informática que soy, me gusta buscar en las redes, tengo por ahí varias impresiones de artículos que me leía y me sigo leyendo desde que iniciamos con esta aventura de ser padres. He realizado un resumen de varios de ellos para poder compartirles los siguientes puntos que espero les ayuden también a ustedes en esta gran misión.
Mi madre fue una persona sencilla, de una fortaleza inquebrantable que nunca pudo ni el cansancio, ni el no contar con estudios, minar su fuerza para sacarnos a todos adelante. Pensar en ella, me da nostalgia, porque hoy en día tenemos tantas herramientas que nos permiten lograr ese gran reto de sacar adelante a la familia. Existe un montón de literatura y, sobre todo, existen profesionales a los que podemos acudir, con el firme propósito de cumplir con la gran labor que implica el educar a los hijos.
Estoy tan consciente de que los tiempos han cambiado y que las mujeres sentimos el gran deseo de realizarnos, de viajar, de conocer personas, de sentirnos libres. Yo solo puedo decir que los hijos no estarán para siempre con nosotros, que crecerán y los años pasarán sin que nos demos cuenta.
• Dales tiempo: Hay un dicho popular que dice que a lo que más amamos es a lo que más tiempo le dedicamos.
• No escondas tu cariño: El que quizás hayas crecido en un hogar donde no se expresaba amor, no es pretexto. Si no sabes, aprende. Alguna vez mi hijo me comentó: “Mami, en mi corazón guardaré todos los besos que me diste. Cuando tú no estés y necesite de uno, lo sacaré de ahí”.
• Que en tu hogar exista un ambiente de amor y respeto. Jamás hables a tus hijos mal de su padre o de su madre. Sean cuales sean las circunstancias de su nacimiento, son tuyos, son una extensión de ti. Respeta y fomenta su independencia, que se sientan libres de expresar su opinión.
• Aprovecha cada oportunidad: Desde hacer con ellos la tarea, ir de comprar, cuidar sus mascotas, etc., recuerda que cada minuto con ellos vale oro.
La invitación que te hago, en estas cuantas letras, es que no te conviertas en una estadística; que, si aún tienes hijos pequeños, les dediques el tiempo necesario para formarles en valores y sobre todo en el amor. Ya habrá tiempo para poder
• Comunícate en forma positiva: Que sientan que la puerta de mamá o de papá, siempre está abierta para escucharlos.
• Lee con tus hijos: Recuerda que el leer no solo es bueno para ampliar nuestra imaginación, sino también nuestro vocabulario, sobre todo si son pequeños.
• Disciplínalos con amor y paciencia: Esto no quiere decir que no haya reglas, sino que estas sean de acuerdo con su edad, que sean claras. No permitas que el enojo o la emoción desbordada te nublen la mente. Date tiempo para que cualquier corrección siempre sea en pareja (aunque no vivan juntos)
• Enséñales con tu ejemplo: Albert Einstein dijo alguna vez que “educar con el ejemplo no es una forma de educar, es la única.”
• No los sobreprotejas: Es importante enseñarles que en la vida se toman decisiones y que cada una de ellas tendrá consecuencias. Sin embargo, es bueno que sepan que pueden contar contigo para poder aprender de sus errores.
• Crea memorias, guárdalas, y compártelas con ellos: A pesar de la importancia que le demos al trabajo y a las cosas materiales, estas no duran para siempre. Mas el recuerdo de cada vivencia que compartas con ellos forma parte de ese gran tesoro espiritual que llevarán con ellos para siempre.
Que en tus hijos encuentres la continuación del amor y que ellos sean para ti bendición.
por Marcia Reyes Mare Escritora