LAUDE
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EDELVIVES
Carolina Lesa Brown María Jesús Santos Heredero
Los abrazos son una de las expresiones físicas más representativas de las emociones humanas. Hay abrazos de consuelo, de amor, están los que dan fuerza y valentía, los que dan cuenta de la alegría de un encuentro o de una victoria, aquellos que muestran compasión y misericordia, y los que simbolizan el perdón y la aceptación, entre otros. En este sentido, creemos que los abrazos nos permiten acercarnos a escenas bíblicas de gran trascendencia, y que son parte de nuestro acervo cultural, pero desde un punto de vista original y emotivo, invitándonos a múltiples lecturas y a ubicarlos en diferentes tiempos y espacios.
Entre mis brazos Carolina Lesa Brown María Jesús Santos Heredero
LAUDE
Entre mis brazos
Este libro recoge algunos de los encuentros más significativos de la Biblia, visualizados a través de un abrazo. Se han incluido encuentros de los que hay testimonio escrito en el texto bíblico, y en los que nuestra imaginación puede intuir el abrazo.
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Entre mis brazos Carolina Lesa Brown MarĂa JesĂşs Santos Heredero
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ÍNDICE
Hay abrazos para todo «Un momento para abrazarse / y un momento para separarse». Este es el texto de Eclesiastés 3,5b que sirve como base de este en el que se recogen todos los abrazos que son sinónimo de encuentro o desencuentro, porque incluso las separaciones pueden darse tras un abrazo de despedida.
La primera vez del amor Adán y Eva, el primer hombre descubre a la primera mujer (Génesis 2,18-25).
Aprisionado en el abrazo Abraham e Isaac, después de que Isaac fuera librado de su sacrificio (Génesis 22,1-19).
¿Estarán tus brazos abiertos? Jacob y Esaú se encuentran después de muchos años separados tras la huida de Jacob por temor a Esaú. Ese encuentro está marcado por el temor de Jacob al rechazo, pero que se convierte en sorpresa por la acogida aunque sin abandonar la desconfianza de no sentirse completamente perdonado por Esaú (Génesis 32 y 33).
El silencio de tu nombre Jacob ante la muerte de su esposa Raquel durante el parto de su hijo Benjamín (Génesis 29,14-30 y 35,16-20).
Supe que eras tú José y su padre, Jacob, cuando se encuentran en Egipto después de haber creído, el padre, que su hijo estaba muerto (Génesis 46,26-31).
Nana para mi niño de las aguas La hija del faraón recoge a Moisés de las aguas donde ha sido dejado, y decide criarlo como su hijo (Éxodo 2,1-10).
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Libertad Moisés y el pueblo de Israel celebran la liberación de la esclavitud de Egipto tras cruzar el Mar Rojo (Éxodo 15,1-21).
Toma el testigo Moisés ya anciano, sabiendo que no va a entrar en la Tierra prometida por Dios, encomienda a Josué la tarea, le pasa el testigo (Deuteronomio 31,1-8).
Contigo donde tú vayas Rut decide ir con su suegra Noemí en su retorno a Judá (Rut 1,6-22).
La promesa La amistad de David y Jonatán, el hijo del rey Saúl, es tal que son como hermanos. David tiene que esconderse de Saúl que quiere matarlo, y Jonatán le ayuda a escapar de su padre (1 Samuel 18,1-5 y 20,1-42).
Amar con los cinco sentidos El encuentro de los enamorados, una historia de amor humano (Libro de Cantar de los Cantares).
Más que siete promesas capitales Dios guía y rodea «con sus brazos» a su pueblo, al que promete un amor eterno que no cambiará aunque las circunstancias cambien (Isaías 54,1-10).
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Por ese hijo que nace José abraza a María embarazada; en su encuentro con el ángel, ha comprendido y acepta a María y al hijo que esta espera (Mateo 1,18-24).
Corazón Jesús acaba de nacer y, como cualquier bebé, calma su llanto y su hambre en el pecho de su madre. El latido del corazón de María es el sonido que aleja el temor del bebé Jesús (Lucas 2,1-18).
Pensar y sentir María encuentra a Jesús: siendo un niño de doce años se había quedado en Jerusalén sin que lo supieran María y José, que se dan cuenta tres días después en el camino de vuelta a Nazaret. Los dos vuelven a Jerusalén y lo encuentran en el templo (Lucas 2,41-52).
El movimiento del agua Cuando Jesús es bautizado por Juan el Bautista, el Espíritu de Dios, en forma de paloma, le cubre y muestra la complacencia de Dios Padre (Mateo 3,13-17).
Un manto para tus pies Una mujer de mala fama derrama perfume sobre los pies de Jesús y los seca con su cabello, para Jesús esto es un reflejo del amor de esta mujer al saberse perdonada (Lucas 7,36-50).
El rescate El hijo más joven ha vuelto a casa y ha sido perdonado por el padre, pero el hermano mayor no quiere recibirlo y se siente dejado de lado; el padre va a su encuentro para hacerle entender la necesidad de la reconciliación con el hermano menor (Lucas 15,11-32).
El pedido de los invisibles Un leproso se acerca a Jesús para pedirle que le cure (limpie) de su enfermedad, que le mantiene en una muerte en vida, fuera de la comunidad. Jesús tiene compasión y le sana, devolviéndole no solo la salud física, sino la vida social (Marcos 10,13-16).
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El secreto Jesús toca y bendice a varios niños y niñas que son traídos por sus familiares, a pesar de la oposición y desagrado de los discípulos (Marcos 10,13-16).
Alegato de la muerte implacable Lázaro ha muerto, y su hermana Marta sale al encuentro de Jesús para lamentarse por la muerte del hermano; Jesús llora, pero él, que dice de sí mismo que es la Resurrección y la Vida, arrebata de los brazos de la muerte a Lázaro devolviéndole a la vida (Juan 11,17-44).
Son de la traición Judas ha traicionado a Jesús, le ha entregado a cambio de unas cuantas monedas y con un beso lo ha señalado (Mateo 26,20-25; 47-49; 27,3-10).
Como un hijo Jesús ha sido crucificado; su madre, María, junto con otras mujeres y su discípulo Juan están junto a la cruz; entonces Jesús pide a su discípulo que cuide a María como a su madre; pedido que Juan acepta (Juan 19,25-27).
Ellas Algunas mujeres van al sepulcro de Jesús el domingo temprano; van tristes a cumplir con un rito funerario: perfumar el cadáver; pensando cómo lo van a hacer y cómo moverán la gran piedra que cierra el sepulcro; entonces se la encuentran movida y el sepulcro vacío; de la tristeza pasan a la angustia de pensar que alguien se puede haber llevado el cuerpo; y de repente se encuentran con un hombre, al que, tras un momento de confusión, reconocen como Jesús resucitado; pasando de la angustia, a la sorpresa y a la alegría (Mateo 28,1-10 y par).
Abrazad y.. Jesús resucitado se encuentra con sus discípulos y les encarga que lleven su mensaje a todos los seres humanos, prometiéndoles que estará con ellos hasta el fin del mundo (Mateo 28,16-20 y par).
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¿Un libro de abrazos? Entre mis brazos es un libro que recoge algunos de los encuentros más significativos de la Biblia, visualizados a través de un abrazo. Se han incluido encuentros de los que hay testimonio escrito en el texto bíblico, y otros que nuestra imaginación puede intuir. ¿Por qué un libro de estas características? Una de las maravillas de la Biblia es que es un texto absolutamente actual: hay amor, muerte, celos, venganza, despedidas, ternura, amistad… Además de su contenido religioso, la Biblia es un libro de gran riqueza literaria y cultural, en cuyas historias se refleja y se debate sobre la condición humana. Los abrazos son una de las expresiones físicas más representativas de las emociones humanas. Hay abrazos de consuelo, de amor, están los que dan fuerza y valentía, los que dan cuenta de la alegría de un encuentro o de una victoria, aquellos que muestran compasión y misericordia, y los que simbolizan el perdón y la aceptación, entre otros. En este sentido, creemos que los abrazos nos permiten acercarnos a escenas bíblicas de gran trascendencia, y que forman parte de nuestro acervo cultural, pero desde un punto de vista original y emotivo, invitándonos a múltiples lecturas y a ubicarlos en diferentes tiempos y espacios.
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Los «abrazos» que hemos elegido compartir con el lector corresponden a veintiséis encuentros, trece del Antiguo Testamento y trece del Nuevo Testamento; entre los escogidos están Adán y Eva en su primer encuentro, o Moisés rescatado del río por la hija de Faraón, o ya Moisés entregando el testigo a Josué para que conduzca al pueblo a la Tierra prometida. Del Nuevo Testamento: el niño Jesús recién nacido sobre el pecho de su madre María; Jesús tocando a un leproso, o besando y abrazando a los niños; también María y el discípulo Juan se acogen mutuamente ante la cruz de Jesús; y este ya resucitado se encuentra con sus más fieles seguidoras, y, para terminar, con sus discípulos a los que promete un encuentro hasta el fin de los tiempos. Te invitamos a disfrutar y dejarte abrazar por la poesía de los textos, y la luz y el color de las ilustraciones; ambos, en su conjunto, forman este maravilloso libro que te transportará a un mundo de emociones diversas.
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Hay abrazos para todo «Un momento para abrazarse y un momento para separarse». Abrazos para el tiempo y otros para el destiempo. Abrazos para sembrar y otros para cosechar. Están los abrazos que recorren largas distancias y los que llegan muy pronto. Los abrazos que sueñan y los que despi ertan. Los que aman y los que sufren, aunque a veces son el mismo. Hay abrazos que piden y otros que gritan. Abrazos que necesitan morir para nacer, y nacen la misma noche en que amaron. Hay abrazos que despiden y otros que no saben decir adiós. Abrazos de duelo, porque duelen, y abrazos que callan al encallar. Hay abrazos que andan, desandan y vuelven a andar. Abrazos de principio y de final, de duda y de venganza. Abrazos que esperan, anhelan y cantan. Abrazos. Simplemente abrazos. Encuentros que suceden una y otra vez, porque nadie les enseñó a morir.
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La primera vez del amor Adán y Eva; el primer hombre descubre a la primera mujer. Te vi por primera vez besando el sol. Eras tan hermosa que la luz de la tarde te abrazaba, protegiéndote. Eras tú y eras yo. Eras la caricia y el temblor, las mariposas y el mundo. Sonreíste y pusiste mis manos en tu cintura. En tu piel conocí la lluvia, la tormenta y la vida. Dibujé todos los nombres y, en un rincón de tu espalda, escribí el mío. No podía hacer otra cosa. Eras la música, Eva; y en mi cuerpo, el tiempo.
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Aprisionado en el abrazo Abraham e Isaac, después de que Isaac fuera librado de su sacrificio. El fuego aún crepitaba y el cordero todavía ardía entre sus llamas. Era la única luz en la tierra de Moria. Era noche cerrada, pero Abraham no dormía. Sabía que Dios estaba de su parte, pero no podía conciliar el sueño. Con sus brazos había construido una jaula para Isaac. Aprisionado por el amor, su hijo dormía con la paz de los que están a salvo. Abraham observó la inmensidad del cielo, del monte vacío y lo apretó más fuerte. En su corazón había entrado la muerte y en su mente, la idea de futuro y de destino. El cansancio avanzaba, Abraham luchaba. Contra su voluntad, sus brazos comenzaron a ceder. Antes de caer en el sueño profundo se preguntó cuál era el auténtico sacrificio.
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Los abrazos son una de las expresiones físicas más representativas de las emociones humanas. Hay abrazos de consuelo, de amor, están los que dan fuerza y valentía, los que dan cuenta de la alegría de un encuentro o de una victoria, aquellos que muestran compasión y misericordia, y los que simbolizan el perdón y la aceptación, entre otros. En este sentido, creemos que los abrazos nos permiten acercarnos a escenas bíblicas de gran trascendencia, y que son parte de nuestro acervo cultural, pero desde un punto de vista original y emotivo, invitándonos a múltiples lecturas y a ubicarlos en diferentes tiempos y espacios.
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Este libro recoge algunos de los encuentros más significativos de la Biblia, visualizados a través de un abrazo. Se han incluido encuentros de los que hay testimonio escrito en el texto bíblico, y en los que nuestra imaginación puede intuir el abrazo.