indice sobre poesía boliviana contemporánea

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ÍNDICE DE LA POESÍA BOLIVIANA CONTEMPORÁNEA

Juan Quirós García

OBRA CUSTODIADA POR EL

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MANUEL MARÍA PINTO N.1872. M. 1942.- Poeta exótico y autóctono a la vez, siempre vigoroso. Su atuendo exterior ha engañado a todos aquellos que han pretendido despojarle de su interior iluminación. Se le debe considerar un precursor del modernismo, con el derecho con que son considerados precursores de ese movimiento José Martí, Manuel Gutiérrez Nájera, Julián del Casal y José Asunción Silva. Más aún: para ser modernista de cuerpo entero y de los más representativos, ninguna nota le falta de las que al modernismo asigna Pedro Salinas: “Vida interior, sensualidad y opulencia decorativa, temas de artificioso refinamiento, exotismo, sobre todo musicalidad, colorismo, ritmo, lujos y juegos verbales". En la poesía indigenista, Manuel María Pinto es también un auténtico predecesor. Es ya tiempo de no repetir lo que con tanta insistencia se repite, copiándose los unos a los otros, a saber: que Pinto - como poeta - lo es sólo con impasibilidad parnasiana y marmórea frialdad. Es fácil desbaratar el juicio y ya lo hizo Oscar Cerruto, cuando escribió acerca de Pinto estas palabras finas y certeras: “Fue un poeta de osadas acrobacias intelectuales, pero que supo, al propio tiempo, posar una de sus plantas en suelo de exaltación, como quería Goethe". La Inspiración poética de Manuel María Pinto está volcada en tres obras fundamentales para la literatura boliviana: "Acuarelas", 1892; "Palabras", 1898; y “Viridario", 1900. LETANIA En tu camarín de plata que un monje te cincelara, vegetaría la rara y espléndida crisobata. Y contando sus plegarias en la rica orfebrería cada gema te diría su armonía, lapidaria. La ligura como un lampo de apacible sol de Jonia: La pálida calcedonia al lado de un crisolampo.


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El jaspe azul y el zafiro, la celeste zafirina con marco de aguamarina sobre púrpuras de Tiro. Como un cielo de Corinto que oscura nube atraviesa; en la celeste turquesa proyectándose un jacinto. Como una pálida brasa la crisolita relumbra, y como un lago deslumbra la más bella crisoprasa. Fuera tremante pistilo en un lirio de amatistas con sus vetadas aristas la violeta del berilo. Egranate que reintegra El anhelo suspirado de los rubís; incrustado e en la calcófana negra. La sardónica sangrienta en la crisólita gualda llorará, por Ti, Esmeralda suplicándote crüenta. De las ágatas en las favetas incrusta sus lampos rojos el carbunclo – los enojos de los ardientes profetas. Como obligatorio elipsis el ónix del ofertorio buscando propiciatorio para el rudo Apocalipsis.

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En tu camarín de plata que un monje te cicelara, vegetaría la rara y espléndida crisobata. QUIA SUNT Son Ellos, llegan fatigados, llegan de las opuestas playas. Y en acentos lúgubres extraños nos entregan himnos que vuelan a los cuatro vientos. Con las alas abiertas peregrinan las zonas, como cóndores erróneos, y riegan las semillas que germinan bajo el arco de triunfo de los cráneos. Es tiempo. La simiente reverbera, anida muchos soles en su seno, y se extiende feraz la amplia pradera con su pulmón exuberante y pleno. Cosecha. ¿Es el Indus que recoge la sazonada mies? –Es que la planta derrama el fruto dentro el limpio troje(cerebro secular como arca santa)? Escucha: ¿Son los ecos del abismo que desespera con clamos profundo cuando, bajo el siniestro cataclismo, crujen todas las vértebras del mundo? ¿son acaso los perros de la Fata Morgana; de los antros corroídos que en el cielo sin luz del Mahabarata amedrentan con lúgubres aullidos? ¿O es acaso ese gran diamante lucio cuya uniface como hornalla brilla cuando al son de sus cánticos, Confucio amamanta la ergástula amarilla?

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Es que en el Sinaí las tablas labra Moisés. Es que derrama su ubre leche la vaca egipcia. Y la palabra ideales Atlántidas descubre. Es que Dios a las glebas miserables dormidas en sus místicos beleños, les enseñó los mundos inefables, los mundos encantados de los Sueños. Y tuvieron sus ritmos las montañas, y tuvieron sus cánticos los ríos; la tierra en sus prolíficas entrañas cantó al sol con la fiar de sus estíos. Y los hombres crearon sus altares e hicieron de los símbolos ideas del estrépito ronca de los mares el himno colosal de las mareas. E hicieron de sus lenguas atalayas, de sus roncas gargantas grandes faros, e hicieron emerger las flores gayas en los desnudos mármoles de Paros. Y al bosque secular le abrieron brechas al dulce son de cítaras ufanas: con florido carcaj lleno de flechas, recorrió el bosque la inmortal Diana. Y alumbró los cerebros en su pleno fulgor el Arte - padre de las Gracias cantó a la luz el Partenón sereno, la sacra luz que amaneciera en Asia. Emigraron los Dioses y los Mitos. Los tiempos florecieron como brotes de extraña flora e inventaron ritos los geniales, Poetas-Sacerdotes.

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A los ojos se abrieron los benignos secretos: y las cosas en su idioma, en la rara liturgia de los signos, dijeron del amor de la paloma. Del amor que florece en primavera, del amor que se abisma en el abismo, del amor secular que unce a la fiera, y del amor de Todo, de Dios mismo. En la boca inspirada fue cauterio la palabra. Y contrajo nupcias sacras en el bendito templo del misterio con los cielos, las flores y las lacras. Y dijo en los exámetros de Homero (pirámide soberbia, eterna y fuerte), las luchas del Amor de Aquel guerrero que lucha cara a cara con la Muerte. Con las alas abiertas peregrinan las zonas, como cóndores erráneos y riegan las semillas que germinan bajo el arco de triunfo de los cráneos. Como una sombra gigantesca asoma por el cielo. Destacan sus siluetas las victoriosas águilas de Roma ungidas por la luz de sus poetas. Cantan la loba que nutriera el Lacio: Ovidio con sus églogas de exilio; con sus vibrantes dáctilos Horacio, con sus visiones místicas Virgilio. Y antes que baje de su solio Roma, mientras roen los bárbaros su muro; bañada en termas de inmortal aroma hace surgir el arte a su conjuro.

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Y ritman los poetas argenteos, los grandes bardos de la edad de plata, evocando los rojos Himeneos de las Gracias, cantando el alma oblata. Pasan siglos. Envuelta en el Misterio de los oscuros tiempos medioevales; surge en la soledad del monasterio y alumbra como un sol las catedrales. Paloma que trayéndonos la oliva arrulló en las basílicas de piedra, y puso sobre el marco de la ojiva junto al acanto la impasible hiedra. Y como un gran poema de granito, como una catedral soberbia: El Dante en su visión genial del infinito construyó la pirámide gigante. Son ellos. Llegan fatigados, llegan de las opuestas playas, y en acentos lúgubremente extraños, nos entregan himnos que vuelan a los cuatro vientos. ¡Hosanna al hombre que la idea labra! ¡Salve a la magna y nutridora urbe! ¡Coronemos de mirto a la palabra que ideales Atlántidas descubre! HUANKARAS Enteramente rítmicos son los pausados pasos de las dulces tokjoris, las púberes imillas; con las pfantas al brazo, con azules almillas y polleras con cintas pompadour de áureo raso: Y la huanka tejida con afilado hueso del huri o de la alpaka que murió en su belleza, con añil, cochinilla, con la roja corteza del nogal de las selvas: teñida con exceso.

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(El verde es preferido y el blanco de la espuma, casi rojo el naranja, y el rojo, rojo, rojo, pero siempre prefieren el verde del abrojo, verde de la totora, verde de la tutuma). La pichica con tullma de irisados colores. Artístico, redondo, turgente el alto seno. Con la vara trigueña, con los ojos morenos, color de vino añejo los labios como flores. Y con el paso rítmico, rítmico enteramente, al son de las huankaras, de las grandes huankaras, las púberes tawakos, las brillantes pankaras se enlazan con los huaynas que aman eternamente. Los traviesos kusilus, los traviesos bufones hacen reir la risa de la alegría humana, la risa del sarcasmo, la risa que engalana los cadáveres fríos de tantas emociones... Ya callan las huankaras. ya callan los pinquillus, se paran las imillas, callan los corazones, y radian en los ojos antiguas ilusiones, y callan las huankaras y callan los kusillus. Ya se sienta la rueda y en círculos oscila. En pequeños tilinquis el licor se derrama. Con el pulgar y el índice saluda a Pacha-Mama el de cabellos ralos demacrado achachila. Y dice: Pacha-Mama, mama-huakaychaquita: tú, fuente de la vida, conserva mi existencia. Y dice: Pacha-Mama suma yujra churita: Tú, sangre de la sangre, da a las mieses tu esencia. Y beben aullando, como sedientos cerdos, los hombres y las hembras: revientan las huankaras sus distendidos parches, y beben los aymaras y con sus ebrias lágrimas enturbian sus recuerdos.

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LOS AJUSTICIADOS Llegamos... Era tarde... Y en la villa el sol de los crepúsculos sombrío, ponía hacia el poniente su áurea quilla. ¡Cuán hondo y cuán sutil era aquel frío! ¡Cómo las sombras en bandada oscura prodigaban su intenso calofrío! El viento sollozaba de amargura: pasaba en el silencio, misterioso, el Cuervo, mensajero de tortura. En el templo -cuartel y calabozovelando su dolor, los condenados pálidos, mustios, flacos, silenciosos. Eran aquellos rústicos soldados que la justicia -¡militar justicia! los condenara a ser ejecutados. Soldados que tuvieron la codicia de buscar, renegando de la oliva, del sangriento laurel rama propicia. Soldados que en las hordas impulsivas siguieron el impulso y olvidaron que eran de humilde grey, bestias pasivas. Y carne de cañón que idiotizaron la bacanal, la corrupción impía de la gleba ruin que sustentaron. La carne de cañón, carne de orgía y carne de borrascas: carne inerte que condenó a morir la hipocresía. Soldados que miraron a la Muerte cara a cara en los campos de batalla: y que en la buena o en la adversa suerte

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acompañaron su bandera, y valla le hicieron de sus pechos generosos contra el extraño y contra la canalla. Pálidos, mustios, flacos, silenciosos: Solos con su dolor, solos y a solas sentían los minutos presurosos batir en sus cerebros como olas que rasgaran sus negras contexturas en un salmo de afónicas violas, de tristes y dolientes amarguras: en una lasitud de dulce ensueño, en una lasitud de ansias oscuras. ¡Acudiera el Olvido con beleños! ¡Cómo hubiera siquiera un refrigerio para la fiebre! ... Se aproxima el Sueño con la fría caricia de un salterio, con sus helados pavorosos dedos indicando el país del gran misterio, el país del Misterio y de los miedos. El toque de llamada vibra hiriente, percute el tambor con sordo ruido: con la mirada vaga, alta la frente, continente marcial, el busto erguido, solemnes en su rústica inconsciencia: van canino del mal desconocido. ¡Quién viera en el doble de esas conciencias! ¡Quién viera marchitadas ilusiones revivir ilusorias florescencias! Y para envilecer, degradaciones infamantes, mancillan esas suertes, esos nobles, soberbios corazones.

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La explosión de la cólera se advierte en esos impasibles rostros rudos que ven su infamación más que su muerte. Fríos y estoicos, ríspidos y mudos, contemplan profanados sus despojos que fueron para la Nación escudos. Y se advierte la cólera en sus ojos, en el soberbio rictus de sus bocas; y en esa contracción de sus enojos donde rodaron como fieras locas. BAUDELAIRE Aroma de flores del mal, y fragancias de opulentas carnes, de opulentas pomas: en cáliz de lirios, sangre de palomas; ansias virginales y priapescas ansias. Alcobas radiantes de las elegancias donde rojas rosas esparcen aromas de besos de sangre que dicen Sodomas, besos de sangre que pueblan la Francia. Como alegre trío de abejas de oro que labran panales que el Arte repuja con el polvo de oro de áureo meteoro; así este Poeta, virtuoso cartuja del Arte, sus "Flores del Mal" como un coro de crótalos rima. (Le inspira una bruja). IN ILLO TEMPORE Benditos los que creen. Y mil veces benditos los que saben que su ciencia principia con el credo; y su conciencia no la embarcan en cáscaras de nueces.

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Y benditos los Santos que en las heces de la duda moral y su inclemencia no infestaron las almas; y a la esencia del Bien final – de Dios - dieron sus preces. Y bienaventurado el que ha creído que sabe que no sabe; y que es locura no creer que es limo lo que limo ha sido. Y bienaventurado el que la impura, la insana corrupción ha resistido, Quijote de la mística aventura.

RICARDO JAIMES FREYRE N. 1868. M. 1933.- Adolfo Costa du Rels lo llama “ el condestable de nuestras letras”. Por derecho propio, es uno de los tres vértices del modernismo, con Darío y Lugones. Abanderado del versolibrismo, lo insufló en el mundo de habla española a través de sus “Leyes de la versificación castellana”, 1912, que contienen una teoría métrica del verso –“la única verdaderamente científica que existe”, al decir de Julio Cejador. Sus libros “Castalia bárbara”, 1899 y “Los sueños son vida”, 1917, constituyen dos obras maestras en la lírica del continente. en ellos el poeta avanza con elegancia suprema, armonioso y exacto, las pupilas pobladas de visiones. Guillermo Francovich distingue tres dimensiones en esta poesía: “Un exotismo y un paganismo voluntarios que están en la superficie de la obra; un conjunto de confidencias no muy variadas pero que fisonomizan el temperamento meditativo y desolado del poeta; y una serie de vivencias en que luchan obsesiones de guerra y de sangre con visiones sedantes del agua en sus múltiples formas”. a Jaimes Freyre le reprochan su exotismo, su paganismo y su evasión a países extraños, aquellos que piensan que sólo lo circunscrito al ámbito inmediato del poeta tiene validez en poesía, sin tener en cuenta que cuando quiso volvió de su ostracismo estético y geográfico, para cantar con timbres de exaltación la victoria del Cristianismo sobre todas las teogonías así como las glorias de la estirpe y de la patria. Jaimes Freyre es el poeta por excelencia de Bolivia, el más puro, el más límpido, el más acendrado.

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SIEMPRE… Peregrina paloma imaginaria que enardeces los últimos amores; ala de luz, de música y de flores, peregrina paloma imaginaria. Vuela sobre la roca solitaria que baña el mar glacial de los dolores; haya, a tu paso, un haz de resplandores, sobre la adusta roca solitaria… Vuela sobre la roca solitaria, peregrina paloma, ala de nieve como divina hostia, ala tan leve como un copo de nieve; ala divina, copo de nieve, lirio, hostia, neblina, peregrina paloma imaginaria… EL CANTO DEL MAL Canta Lok en la oscura región desolada, y hay vapores de sangre en el canto de Lok. El Pastor apacienta su enorme rebano de hielo, que obedece, -gigantes que tiemblan- la voz del Pastor. Canta Los a os vientos helados que pasan, y hay vapores de sangre en el canto de Lok. Densa bruma se cierne, Las olas se rompen en las rocas abruptas, con sordo fragor. En su dorso sombrío se mece la barca salvaje del guerrero de rojos cabellos, huraño y feroz. Canta Lok a las olas rugientes que pasan, y hay vapores de sangre en el canto de Lok. Cuando el himno del hierro se eleva al espacio y a sus ecos responde siniestro clamor, y en el foso, sagrado y profundo, la víctima busca, con sus rígidos brazos tendidos, la sombra del dios, canta Lok a la pálida Muerte que pasa y hay vapores de sangre en el canto de Lok.

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LOS HEROES Por sanguinario ardor estremecido, hundiendo en su corcel el acicate, lanza el Bárbaro en medio del combate su pavoroso y lúgubre alarido. Semidesnudo, sudoroso, herido, de intenso gozo su cerebro late, y con su escudo al enemigo abate, ya del espanto y del dolor vencido. Surge de pronto claridad extraña, y el horizonte tenebroso baña un mar de fuego de purpúreas ondas, y se destacan, entre lampos rojos, los anchos pechos, los sangrientos ojos y las hirsutas cabelleras blondas.

LA NOCHE Agitadas por el viento se mecen las negras ramas; el tronco, lleno de grietas, al rudo empuje vacila, y entre el musgo donde vagan los rumores de la noche rompen la tierra y se asoman las raíces de la encina. Van las nubes por el cielo. Son Endriagos y Quimeras y enigmáticas Esfinges de la fiebre compañeras, y Unicornios espantables y Dragones, que persigue la compacta muchedumbre de las venosas Hidras; y sus miembros desgarrados en las luchas silenciosas ocultan con velo denso la faz de la luna lívida. Saltan sombras de las grietas del viejo tronco desnudo, y hacia la selva en fantásticas carrera se precipitan, sobre el musgo donde vagan los rumores de la noche y amenazantes de yerguen las raíces de la encina.

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Extraños seres que visten singulares vestiduras, y abandonan su heladas, misteriosas sepulturas, en el sueño pavoroso de una noche que no acaba… Mientras luchan en el cielo los Dragones y las Hidras, y sus miembros desgarrados en los choques silencioso, ocultan con velo denso la faz de la luna lívida.

LOS ELFOS Envuelta en sangre y polvo la jabalina, en el tronco clavada de añosa encina, a los vientos que pasan cede y se inclina, envuelta en sangre y polvo la jabalina. Los Elfos de la oscura selva vecina buscan la venerable, sagrada encina. Y juegan. Y a su peso cede y se inclina envuelta en sangre y polvo la jabalina. Con murmullos y gritos y carcajadas, llena la alegre tropa las enramadas; y hay rumores de flores y hojas holladas, y murmullos y gritos y carcajadas. Se ocultan en los árboles sombras calladas, en un rayo de luna pasan las hadas llena la alegre tropa las enramadas y hay rumores de flores y hojas holladas. En las aguas tranquilas de la laguna, más que en el vasto cielo, brilla la luna; allí duermen los albos cisnes de Iduna, en la margen tranquila de la laguna. Cesa ya la fantástica ronda importuna, su lumbre melancólica vierte la luna, y los Elfos se acercan a la laguna y a los albos, dormidos cisnes de Iduna.

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Se agrupan silenciosos e el sendero, lanza la jabalina brazo certero; de los dormidos cisnes hiere al primero, y los Elfos lo espían desde el sendero. Para oír el divino canto postrero blandieron el venablo del caballero, y escuchan, agrupados en el sendero, el moribundo, alado canto postrero. LAS HADAS Con sus rubias cabelleras luminosas, en la sombra se aproximan. Son las Hadas. A su paso los abetos de la selva, como ofrenda tienden las crujientes ramas. Con sus rubias cabelleras luminosas se acercan las Hadas. Bajo un árbol, en la orilla del pantano, yace el cuerpo de la virgen. Su faz blanca, su faz blanca, como un lirio de la selva; dormida en sus labios la postrer plegaria. con sus rubias cabelleras luminosas se acercan las Hadas. A lo lejas, por los claros de los bosques, pasa huyendo tenebrosa cabalgara, y hay ardientes resoplidos de jaurías y sonidos broncos de trompas de caza. Con sus rubias cabelleras luminosas se acercan las Hadas. Bajo el árbol, en la orilla del pantano, sobre el cuerpo de la virgen, inclinadas, posan, suaves como flores que se besan, sus labios purpúreos en la frente blanca. Y en los ojos apagados de la muerta brilla la mirada.

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Con sus rubias cabelleras luminosas se alejan las Hadas. A su paso los abetos de la selva, como ofrenda tienden las crujientes ramas. va la virgen blanca. LA ESPADA La rota, sangrienta espada del soldado, cuando el Corcel luminoso con su roja crin la baña, cubierta de polvo yace, como un ídolo humillado, como un viejo Dios, hundido en la montaña. EL WALHALLA Vibra el himno río. Chocan los escudos y las lanzas con largo fragor siniestro. De las heridas sangrientas por la abierta boca brotan ríos purpúreos. Hay besos y risas. Y un cráneo lleno de hidromiel, en donde apagan, abrasados por la fiebre, su sed los guerreros muertos. AETERNUM VALE Un Dios misterioso y extraño visita la selva. Es un dios silencioso que tiene los brazos abiertos. Cuando la hija del Nhor espoleaba su negro caballo, le vio erguirse, de pronto, a la sombra de un añoso fresno. Y sintió que se helaba su sangre ante el Dios silencioso que tiene los brazos abiertos. De la fuente de Imer, en los borde sagrados, más tarde, la Noche a los Dioses absortos reveló el secreto; el Águila negra y los Cuervos de Odín escuchaban, y los cisnes que esperan la horra del canto postrero; y a los Dioses mordía el espanto de ese Dios silencioso que tiene los brazos abiertos.

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En la selva agitada se oían extrañas salmodias; mecía la encina y el sauce quejumbroso viento; el bisonte y el alce rompían las ramas espesas, y a través de las ramas espesas huían mugiendo. En la lengua sagrada de Orga despertaban del canto divino los divinos versos. Thor, el rudo, terrible guerrero que blande la maza, -en sus manos es arma la negra montaña de hierro.va a aplastar, en la selva, a la sombra del árbol sagrado, a ese Dios silencioso que tiene los brazos abiertos. Y los dioses contemplan la maza rugiente, que gira en los aires y nubla la lumbre del cielo. ………………………………………………………… Ya en la selva sagrada no se oyen las viejas salmodias, ni la voz amorosa de Freya cantando a lo lejos; agonizan los Dioses que pueblan la selva sagrada, y en la lengua de Orga se extinguen los divinos versos. Solo, erguido a la sombra de un árbol, hay un dios silencioso que tiene los brazos abiertos

DEJA QUE EMPOLVE TU CABEZA BLONDA Deja que empolve tu cabeza blonda ¡oh, mi amada, maligna y hechicera! Serás, bajo la nívea cabellera, una joven duquesa de la Fronda. Inconstante y fugaz, como la onda, te llevó tu capricho a mi ribera: ya sentí florecer tu primavera sobre mi pena, misteriosa y honda. Y pues mi cielo tu sonrisa irisa, haz que sus alas, en gentil sonrisa, el ave roja de tus labios tienda…

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Aunque después me hieran tus desvíos, acuñaré en tu honor los versos míos, con tu busto ducal y tu leyenda. VOY EXTRAÑA Voz dulcísimo y extraña, que murmura extrañas cosas, por los sueños de la virgen ignoradas… que penetra en sus oídos, suavemente, como una caricia musical y vaga; como una armonía que se enredara en sus trenzas, blondas y largas, y a través del oro crespo de la trenza, en sus oídos resonara. Desfallece como un crepúsculo, el eco de las palabras. Blanco y rosa es tu cuerpo armonioso ¡oh virgen blanca! Cruzan por él, temblorosas y sutiles, sierpes azuladas, en las nacientes colinas, sobre la nieve, botones de rosa se alzan, y hay alburas de cisnes en tu garganta. ¿Por qué no juegan Amores y Deseos con los botones de rosa que sobre tu seno se alzan? ¿Por qué los besos no corren sobre tu cuerpo por tus venas azuladas? Desfallece como un crepúsculo, el eco de las palabras. En tus labios hay caricias, moribundas, como una larga esperanza; en tus ojos hay ensueños que velan la azul aurora de tu mirada. a tu oído suspirantes voces hablan, como murmullo de olas lejanas.

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¿Por qué la abeja no busca la miel que tus labios entreabiertos guardan? ¿Por qué no junta tu Ensueño con otro Ensueño sus alas? Desfallece como un crepúsculo, el eco de las palabras. La sangre en las rosas no dura siempre y las rosas se apagan, dibuja junto a los labios un surco la risa amarga; los ojos y las mejillas son camino de las lágrimas. En tu cuerpo donde el triunfo de la curva .la suma Belleza exalta, pondrá el Invierno sus hielos mañana. ¡Oh, el calor de las caricias! ¡Oh, los besos!... Desfallece como un crepúsculo, el eco de las palabras. VENUS ERRANTE I Sigo a la nave, que vacila sobre las olas; oigo a los vientos que se quejan entre las jarcias y sobre el mástil veo posarse a las gaviotas. Los turbios ojos de los peces miran la quilla temblorosa,, y sus escamas a los rayos del sol relucen y forman nubes de alba espuma sus negras colas. Tierra lejana... no se vislumbran de la orilla les altas rocas y la mirada se detiene sobre la cresta de las ondas.

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II Venus errante, tú le guardas suaves caricias; rió vio tu rostro el marinero, pero te adora. Venus errante... sobre los mares soñó acaso contigo, a solas. Tocó su nave en las riberas de nieve y bruma; sintió su beso entre los labios la Venus blonda, y contemplaron la bronceada faz del marino, garzas pupilas soñadoras. Tocó su nave en las riberas que el sol abrasa, la Venus negra fugaz beso dejó en su boca, y se enlazaron a su cuello brazos de ébano y de sombra. Venus errante, tú le esperas sobre la playa. ¿Eres la ardiente bayadera voluptuosa? ¿Sabes de amores? No vio tu rostro el marinero, pero te adora... III Evocan sueños y visiones las soledades misteriosas; y se dibujan a lo lejos entre las nieblas, sus indecisas vagas formas...

CANCION DE LA PRIMAVERA Sangre de las venas de las rosas rosas baña las mejillas, purpura los labios... en las fugitivas horas voluptuosas hay fuego en las venas de las rosas rosas. Hay fuego en las venas de las rosas rosas y el Fauno contempla, desde la espesura, las primaverales luchas amorosas, la sangre en las Ninfas de las rosas rosas.

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En el oro crespo de las cabelleras ríe el sol y enreda sus rayos de oro, y hay huellas de locas caricias primeras en el oro crespo de las cabelleras. En el oro crespo de sus cabelleras se adornan las Ninfas con hojas y flores, heraldos triunfales de las Primaveras, en el oro crespo de las cabelleras. En la fría y suave marmórea blancura Eros labra el nido con risas y besos, y hay rojos rubores y fuego y ternura en la fría y suave marmórea blancura. La fría y suave marmórea blancura se tiñe con sangre de las rosas rosas, y el Fauno contempla, desde la espesura, la fría y suave marmórea blancura...

CRISTO I Selva espesa. Pasa el viento sollozando entre las hojas; incendian el firmamento sangrientas serpientes rojas. Con largo y ronco lamento se arrastra en su cauce el río; por entre el ramaje umbrío de los bosques seculares, se siente el jadear bravío de pumas y de jaguares. Y entre el umbrío ramaje, la postrera luz del día ilumina la salvaje toldería.

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La blanca Cruz en la mano – presa de extraña alegríava el Misionero cristiano; y en su rostro se adivina la suprema fe divina y el vago terror humano. II Nubes de incienso. La nave del gótico templo, llena murmullo lento y suave... Va la plegaria serena como una ave de alas blancas. Desfallece sobre el frío pavimento, la luz del sol, que parece crepúsculo somnolento. Abierta en el muro obscuro, la ojiva contempla el cielo, y el incienso sobre el muro tiende perfumado velo. El símbolo, alado y puro, cubre al apóstol, que advierte que hay, para el alma abatida, tras la angustia de la vida la esperanza de la muerte.

EL HOSPITALARIO A la luz, difusa y fría de la aurora que ilumina la colina, con su dulce voz sonora reza la campana su plegaría matutina, la colina, bajo el son de la campana,

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se engalana con un manto de armonía, y en el dorso abrillantado de las rocas se refleja la luz fría de la aurora. A los ecos temblorosos da la voz de la campana su armonía soñadora, y ondulando, suavemente, va en los ecos la oración de la mañana. El tropel de los villanos se encamina hacia el templo, que domina la colina, y la pálida mañana va poblándose de voces y de risas argentinas. A la sombra de una roca, destacando su silueta sobre el fondo oscuro y triste de la gruta, donde habita con la Noche y el Espanto, el leproso sonríe, a la pálida mañana, y por su sonrisa lívida pasa el Horror. La campana clama, y reza su plegaria matutina. El tropel de los villanos hacia el templo se encamina, y a lo lejos, en el fondo nebuloso de la pálida mañana, se destaca la silueta del leproso; a lo lejos, a la entrada de la gruta de la Noche y el Espanto, a la sombra de la roca, con la lívida sonrisa de sus labios devorados por la Muerte. Por la senda solitaria que a la gruta se avecina, van los jóvenes guerreros; en sus negras armaduras se refleja la luz fría de la aurora, y el piafar de sus corceles puebla de ecos y rumores la colina soñadora.

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El leproso sonríe a la pálida mañana, y hunde, el sueño de sus ojos en lejanos misteriosos horizontes. La guerrera cabalgata se aproxima. Sobre el místico clamor de la campana, sobre los ecos que pueblan la colina soñadora, pasa un lúgubre alarido; todo el terror de la noche, de la fiebre, todo el sombrío cortejo de gemidos de la Angustia; hondo, intenso, doloroso, como una ansiosa agonía; como una desesperada agonía. Los villanos enmudecen y se signan, a lo lejos. A la entrada de la gruta los guerreros aterrados se detienen. A la entrada sombría de la gruta, el leproso gime extrañamente. Dominando su horror, tranquilo y fiero, refrena un caballero su corcel erizado, junto al mísero cuerpo doloroso, baja sobre él la sudorosa frente, y alzándolo en sus brazos sonriente, besa la faz monstruosa del leproso.

LUSTRAL Llamé una vez a la visión y vino.

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Y era pálida y triste, y sus pupilas ardían como hogueras de martirios. Y era su boca como una ave negra de negras alas. En sus largos rizos había espinas. En su frente arrugas. Tiritaba. Y me dijo: - ¿Me amas aún? Sobre sus negros labios posé los labios míos; en sus ojos de fuego hundí mis ojos y acaricié la zarza de sus rizos. Y uní mi pecho al suyo, y en su frente apoyé mi cabeza. Y sentí el frío que me llegaba al corazón. Y el fuego en los ojos. Entonces se emblanqueció mi vida como un lirio. CREPUSCULO Por estrecha hondonada pasa el sendero, entre rotos peñascos y ardua maleza, y tiembla, en las rojizas cimas abruptas, la luz desfalleciente de las estrellas. Con su lúgubre risa rueda el arroyo, arrastrando sus aguas, hondas y negras, y erguidas en los flancos de las montañas, hacen signos burlones las ramas secas. DESDE LA FRAGIL BARCA... Desde la frágil barca vi ya las dos riberas. Respetaron las olas mi esquife de quimeras, como en el viejo-circo las plegarias postreras del confesor cristiano respetaban las fieras.

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He estrechado en mis brazos fantasmas y mujeres; probé todas las copas de todos los placeres, y oí una voz que dijo: -¡Cuán dulcemente mueres! Y cuando me moría: -Puedes vivir, si quieres... La voz que en otros tiempos a mi oído decía: -En nombre de los hombres a Margarita, un día, la clave de las ciencias dio Fausto: -Gretchen mía, eres principio y término de la sabiduría. ¡Pobre juez de la vida quien antes no fue reo! Crear... Amor y genio dicen al par: -Yo creo. ¿Quién encendió en tus ojos la pasión y el deseo, ¿oh Julieta divina? ¿Fue Shakespeare? ¿Fue Romeo? Toda visión, entonces, es realidad dormida. (Viejo ya Segismundo, con el alma abatida, quiere hallar en los sueños su fe desvanecida y amargamente sabe que los sueños son vida). Cuando el triste crepúsculo las viejas cimas dora tiende el alma sus alas como un ave a la aurora. ¡Oh, la lejana aurora! ¡La daga blanca y fría con que hiere a las sombras visionarias el dia! ¡Mensaje oscuro y vago de la oculta armonía del cielo y de la tierra! ¡Otro día, alma mía! Otro día... ¡Quién sabe! Cuando la luz se encienda, si en medio de la vida clavo otra vez mi tienda, cuando ciña a mis ojos la ya olvidada venda y bajo el sol sus alas mi pensamiento tienda, veré cómo, extinguidas las plegarias postreras, destrozan a su víctima las garras de las fieras, y cubrirán de sombra mi esquife de quimeras los ojos de la Esfinge desde las dos riberas... Pero enterré en mi espíritu un rayo de sol; oro, como rezan los libros de un alquimista moro; cuando caiga la nieve gozaré mi tesoro.

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Y al margen de la vida descubriré el sendero, bañado con la espuma del naufragio postrero. (Sobre un corcel jadeante va el pobre caballero, la vista en las estrellas y el gesto noble y fiero). LO FUGAZ La rosa temblorosa se desprendió del tallo, y la arrastró la brisa sobre las aguas turbias del pantano. Una onda fugitiva le abrió su seco amargo, y estrechando a la rosa temblorosa la deshizo en sus brazos. Flotaron sobre el agua las hojas como miembros mutilados, y confundidas con el lodo negro, negras, aún más que el lodo, se tornaron. Pero en las noches puras y serenas se sentía vagar en el espacio un leve olor de rosa sobre las aguas turbias del pantano.

SIEMPRE ¡Tú no sabes cuánto sufro! ¡Tú, que has puesto más tinieblas en mi noche, y amargura más profunda en mi dolor! Tú has dejado, como el hierro que se deja en una herida, en mi oído la caricia dolorosa de tu voz. Palpitante como un beso; voluptuosa como un beso; voz que halaga y que se queja; voz de ensueño y de dolor... Como sigue el ritmo oculto de los astros el océano, mi ser todo sigue el ritmo misterioso de tu voz.

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¡Oh, me llamas y me hieres! Voy a ti como un sonámbulo, con los brazos extendidos en la sombra y el dolor... Tú no sabes cuánto sufro; cómo aumenta mi martirio temblorosa y desolada, la caricia de tu voz. ¡Oh, el olvido! ¡El fondo oscuro de la noche del olvido, donde guardan los cipreses el sepulcro del Dolor! Yo he buscado el fondo oscuro de la noche del olvido, y la noche se poblaba con los ecos de tu voz...

FRANZ TAMAYO N. 1879. M. 1956.- Rubén Darío le dio el espaldarazo apenas viera el volumen primero del poeta boliviano. Escribió entonces Darío con penetrante visión y palabra profética: “Bolivia tiene un representante en el joven poeta Franz Tamayo, autor de un libro de “Odas” (1898) muy meritorias, que se dirían calcadas en Hugo. Este culto talento, cuyo contrapeso está en la difícil digestión de unas cuantas filosofías y variedad de erudiciones, honrará, si su voluntad persevera, al pensamiento de su patria, ya glorioso en el mundo de la nueva poesía con el solo nombre de Ricardo Jaimes Freyre". Después, Tamayo hace su irrupción en el modernismo. Es un aluvión órfico. Aparecen sus obras poéticas, unas tras de otras, frente al alzarse de hombros de los indiferentes y la sonrisa zumbona de un ambiente ajeno al arte. Es la poesía rara de un indio griego. Llaman más la atención los desplantes del autor y las numerosas anécdotas que de él corren de boca en boca. Sus libros exhiben títulos extraños: “La Prometheida”, 1917; “Nuevos rubayat”, 1927; “Scherzos”, 1932; "Scopas", 1939; y “Epigramas griegos”, 1945. La poesía de Tamayo es poesía de ideas y de disonancias, que se refugia en cantos grandílocuos y densos, ásperos a menudo, o en vasos leves. Poesía retorcida y abstrusa muchas veces y otras de acento filosófico, enraizada al ser y a la muerte, que desprecia lo fácil y cotidiano, forjadora de perdurable belleza. “La obra de belleza es para siempre”, fue su lema.

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HABLA WERTHER Di, misteriosa, rebelde esclava o enemiga diosa, alma mía, alma mía, ¿por qué esta estéril agonía? Cuita insomne que ahondo, melancolía sin fondo. Dí: ¿quién eres tú, pena que vive en mí?

LA PROMETHEIDA (Fragmentos) Cantaba el mar. Rubor de rosa el iris dilataba al palor de los nelumbos. La Tierra era Memnón de un nuevo Osiris. Sobre los diáfanos erectos tumbos labraba el sol en lazulitas rubias líricas bóvedas de altos retumbos. Como tropel de caravanas nubias iban los montes en sus mantos blancos que esmaltó el ampo de las níveas lluvias. En el verde cantil de ocultos bancos Tetis telaba sus azules túnicas, mientras bañaba el sol sus nudos flancos. Trazaba en fina arena y cifras rúnicas l`alba espuma sus leves desvaríos y el mar vestía ya púrpuras púnicas. Fue esa la hora de los sueños míos, ese fue el día de mi gloria llena de águilas que eran dáctilos bravíos.

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Unía el alma a un vuelo de falena una certeza y rigidez de dardo. Aún era terra incógnita la pena. La senda florecía rosa y cardo, y era ya, de mirar flores y setas, un manso Abel que fuese un Abelardo. Hada rosada o bruja de mil tretas, la vida amanecía fascinante: risas y rosas, tórtolas inquietas! Y así, con mi ceguez de luz delante y el olvido detrás, llevando iba paz de paloma y calma de elefante. Así fluyó la infancia pensativa, claro arroyo escondido, perla a perla, fugitivo cristal, de riba en riba. Llegó la hora del ardor. Al verla cantaba el mar. El mar era mi alma con voz de ola y tez de madreperla. Fastigio de laurel, prez de la palma, osadías que sois corceles rábidos, cómo turbásteis la impoluta calma! Águilas fieras, dáctilos impávidos, cómo saltásteis en tropel entonces de alas flamígeras y picos ávidos! La nota de cristal y el son de bronce luchaban, y latía en mí un afán como ala de zafir en áureo gonce. Sobre mis labios un oculto imán derramaban los cálices florales de rojo ardiente y pálido azafrán. Y como dulce grey de recentales, vellones níveos sobre verdes gramas, balando se derrama en los riciales,

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mis ansias en tropel, fiebres y bramas, los hondos valles y las altas lomas poblaron con sus cantos y oriflamas. Cual se truecan al fin flores en pomas, y qué milagro vencedor y ufano transforma en gerifaltes las palomas! Creció sobre el zenit el tallo enano; la liviana burbuja se hizo un monte, y algo divino floreció en lo humano. Al fin mostró su faz el Dios bifronte; bajo el azar cantaba el mar su oda, y el ensueño llenaba el horizonte. Carne vil y alma luz, celeste boda, trenzaron sus nupciales frenesíes, y fue sólo una flor la vida toda! Oh fuga montaraz de jabalíes al raudo aparecer de gerifaltes, bajo un cielo de rosas carmesíes! Rompió la espada de épicos esmaltes la turba vil, y en cerúleo raso grabó su gloria en líricos resaltes! Ululaban procela y lobo al paso; silbaba el áspid, zollipaba el buho, mas ya en Tabor trocábase el Parnaso! Y al fin bronce y cristal, lírico dúo, la Musa maridó, que ahogara válida de la fiera cercada el ronco arrúo! La vida dio su flor, L`áurea crisálida ya es mariposa azul al aire rosa, y es pomo de oro la corola pálida. Sobre la frente que nubló la prosa ya riega azahares de sus dedos puros, sonrisas nieva el labio de la Diosa.

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No más, no más los vórtices oscuros! Salud, desde los vértices etéreos, yertos Arquitas, tristes Palinuros! Tras la noche letal de humos cinéreos brotó un capullo que era un sueño vivo: para rosas de luz campos sidéreos! Sobre el canoro mar de canto esquivo, oh invictos gerifaltes del orgullo, de ala audaz, pico férreo, vuelo altivo! A vos la Lira de apolíneo arrullo, que unís bronce y cristal, laurel y palma! A vos el vivo sideral capullo, a vos el alma en flor, la flor con alma! Irrevertible, irrevertiblemente pasa el río cantor y la hora muda. No hay prez enronquecida, ojo escaldado, palma tendida ni rodilla en sangre que el vuelo tuerzan del instante huido. Huevo es el Hoy de víbora o paloma que una vez roto no se suelda nunca. Dos veces no se vive el mismo día, y lo escrito en la nieve o en la roca, si una vez se ha borrado es para siempre! Lirio del mar, capullo de la onda que embriagas de amor el aire vago con sólo sacudir tu cabellera! Hija del Dios marino que en tu carne puso el tesoro de su reino undoso, sus ámbares, sus perlas, sus corales y el jugo lácteo de su espuma hirviente! Tú que en los ojos misteriosos llevas el verde turbador de los remansos, y en la fragante boca la frescura de los sagrados antros submarinos! Tú que a la majestad de Hera armonizas en tu única beldad la pecadora

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gracilidad de la mujer terrestre! Pídeme el don más caro a tu capricho y el voto que soñó tu fantasía... Pídeme que la lid desencadene como un alud; que caiga el héroe espléndido como tronchado mástil; que la sangre tremole, su oda fúnebre y radiosa. Pídeme el trono a que se asciende sólo sobre cabezas mútilas; el lauro que lágrimas regaron seculares y fecundó sangre ancestral; las grímpolas pídeme, y las panoplias inmortales donde escogen su espada la victorias y vibran con un timbre de epopeya. Pide el corcel que arrasa las ciudades, la llama que devora mies y pámpano y el carro en que viaja el negro Excidio. Es ésta, oh Psiquis, la montaña ingente; de aquí se mira la llanura inmensa, horizontes que siguen a horizontes, lontananzas detrás de lontananzas! Al claror de un crepúsculo supremo, muy lejos ya, a tus ojos se ilumina del mar natal la costa blanca y fresca, y el dulce despertar de tus mañanas. Ves a un lampo irreal un mar de ensueño, bajo un cielo espectral un mar fantasma? Y oyes un canto mágico y distante cual insonoro son que suena en sueños? Es el pasado luminoso y yerto que se levanta visional y agita el lírico bailar de sus delfines bajo el vuelo cantor de sus azores! Es el pasado que revive efímero, espuma o bruma que se esfuma en suma, ampos y lampos de pasadas pompas, rayo de luz fugaz tras de una nube que forja leves alcázares y monstruos para desvanecerse en polvo gris!

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LUZ DE LA TARDE Luz de la tarde, tórtola que ahora, plañir del mar, otoño que se dora! Nada hay más dulce ni más triste a un tiempo que ese amor de mujer que ruega y llora!

AL AGUA Al agua digo, al viento, ayer como hoy: -Pasáis como un alud que fuese un sueño!Mas yo ¿de dónde vine y dónde estoy? -Como agua vine y como viento voy!-

LUNA QUE IRISAS Luna que irisas el azul oscuro magnética y fatal como un conjuro! Cuántos te contemplaron, dulces ojos, ayer llamas de amor, hoy polvo impuro!

NI LLORO TRAGICO Ni lloro trágico ni heroica risa. No soy alud. ¿Por qué vivir de prisa? La vida, alegre desdichada, tiene un refugio supremo, la sonrisa!

¡PARA SIEMPRE! ¡Para siempre! es el canto de la vida, y todo son es son de despedida. Brota un adiós de cada boca ,abierta, y es toda boca en flor boca de herida!

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YO ERA EN MI JUVENTUD Yo era en mi juventud un nigromante que hace oro el plomo y el carbón diamante, y hoy en la noche del olvido apenas un astrólogo ciego y delirante!

EN EL SEPULCRO En el sepulcro no hay bastante olvido para aquesta injusticia sin sentido: penar por una deuda no debida y por la vida que no se ha pedido!

EN HUSOS DE MARFIL En husos de marfil vellón de oro hilé mi juventud, y el fiel tesoro, cual se deshila en lluvia estiva nube, se agotó canto a canto y lloro a lloro!

TODO EL DESEO Todo el Deseo lo ilumina y dora como en las formas en sopor la Aurora. Una mujer, estatua empedernida, sólo al sol del Deseo canta o llora!

TENDIDA COMO UN ARCO Tendida como un arco el alma tuve y un deseo como águila que sube. Partió la flecha, y se perdió en el aire; lanzóse el ala, y se perdió en la nube!

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TODO ASI ES VANO Todo así es vano y cuanto vive fuye. Todo, suicida triste, se destruye. La vida es polvo y el destino viento, y ni la muerte nada al fin concluye!

FESSI RERUM Por la senda espinosa que sobre el vórtex cuelga, donde urde Arachne y la serpiente huelga sabe la caravana tumultuosa. Todos ascienden resignados el árido peldaño de sus hados. Se rompe cada pie bajo la carga de alguna cruz amarga, y un ahogado lamento se entrega al viento. Cada alma con su pena, como una taza llena de un propio vino que el experto busca, corre en silencio hostil la senda brusca, e ignora humilde o ya desesperada si es eterno el azar o si es la nada. Y van la estéril senda con planta horrenda, y el monte van que la procela escarpa el bardo con su arpa, todo mesías con su leño y cada fiebre con su empeño. De pronto alguien exclama, agonizante que la vida llama: “Hay algún lago azul, algún cielo, que al dios desmiente, mísero consuelo! Se para a esa voz mágica la caravana trágica. Cómo en los ojos brillan fiebre y sed, y scintiIlan

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la piedad, la venganza miseria y esperanza! Oh rencores que ahoga impotencia y dolor, trenzada soga! Oh ensueños rotos como ánforas frágiles! Huidas alas ágiles de la fe, para siempre ausente irreversiblemente! … Viste caer los fuertes? Nada hay como esas muertes. En el celeste campo se apagan las soberbias lampo a lampo. Una hoz asesina siega el junco y la encina. Cuanto más ruda la embestida, tanto más cierta la caída, y al fin, bajo el oprobio o los loores, los más vencidos son los vencedores. Pero algo todavía rompe mejor el corazón que siente: es la verdad que miente, es la virtud que pliega, y la agonía de la ciencia impotente; y algo más triste todavía: el sollozo silente de la sabiduría!

BALADA DE CLARIBEL En la desolada tarde, Claribel, al claror de un sol que no arde, Claribel, me vuelve el amante alarde, aunque todo dice "es tarde Claribel”.

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Lleva en sus alas el viento, Claribel, tu nombre como un lamento, Claribel, y en vano mis ansias siento volar tras aquel concento, Claribel. Voz con que pía la ausencia, Claribel! Saudade, canora esencia, Claribell Añoranza, transparencia que la ausencia hace presencia, Claribel! Mar profundo y alto monte, Claribel, ¿es posible que tramonte, Claribel, tras el húmedo horizonte, y que las nieves remonte, Claribel?

El tiempo es por siempre ido, Claribel, y eres quizá toda olvido, Claribel! Mas yo, iluso descreído, aún pienso que me has querido, Claribel! El pan amargo en que muerdo, Claribel, hecho está de tu recuerdo, Claribel! Y el pasado nada cuerdo es un sueño en que me pierdo, Claribel!

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Oh mañana azul y rosa, Clac bel, en que te vi, mariposa, Claribel! Reina y mujer, niña y diosa, oro, nácar, nieve y rosa, Claribel! Cantaba en el aire un ave, “Claribel” Suave cual la suave Claribel. Y unía el plumado clave dulce risa y lloro grave: Claribel! Una música escondida, Claribel!, eres por siempre en mi vida, Claribel. Manan de mi eterna herida leche rosa y luz florida: Claríbel! Vierte mi labio un perfume: Claribel, musgo y clavel que resume Claribel. Mirra que eterna zahume, óleo que no se consume, Claribel! De un nigromante el compás, Claribel, trazó en mi afina "nunca más Claribel”. Y así a mis ojos jamás como el alba volverás, Claribel!

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SONETO EN HONOR DE DON LUIS DE GONGORA Y ARGOTE Gran Don Luis, la rosa ha florecido en vuestras manos de oriental orífice. a un pagana donaire de pontífice el garbo unís de príncipe garrido. Ya Galatea y Tisbe os han sonreído cual dos estatuas a su amante artífice. Ya por siempre el canoro dios munífice guardará vuestras rosas del olvido. Indaga el peregrino apasionado vuestra morada de cruzado moro en el país lejano de Eldorado; y una ciudad señala el dios canoro donde en Alhambras de cristal calado alza la gloria sus Giraldas de oro! LA VÍBORA INVISIBLE Romance aymara

Qué sabor tiene el perfume que exhala tu oscura tez! Como una flor se consume mi beso en tu oscura tez. Qué tibio imán invencible envuelve tu oscura tez? - Una víbora invisible virtió su magia en tu tez! Desmayan en pleno vuelo las aves si oyen tu voz. Dulce envenenado anhelo, la muerte fluye en tu voz. ¿Qué caricia aborrecible rompe en cristales tu voz? - Una víbora invisible canta ardorosa en tu voz!

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Amar tu cadera enarca y vierte su fiebre en ti! Como en mecedora barca mi afán apareja en ti! ¿Qué sortilegio terrible sacude tu cuerpo así? - Una víbora invisible, baila enloquecida en ti! PLAÑE EN SU ALVEO DESIERTO Plañe en su álveo desierto un río ausente, y el cristal de la fuente calla aun despierto. Es lontananza. de un país sin tristeza, sin esperanza! UNAS AURAS SUTILES Unas auras sutiles pasan durmiendo. Lejos de todo estruendo de afanes viles, son melodía sólo hecha de recuerdos y lejanía! COBRA UN PRECIO INFINITO Cobra un precio infinito lo inapreciable. Se siente lo inefable y lo inaudito! Quién siente? Nadie. Un nadie que es más que alguien que un algo irradie!

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A UN AIRE A un aire irrespirable de ápteros vuelos, rasgan todos los velos del ser instable. Telar sin dueño; unas manos sonámbulas tejen un sueño! SU LETRA ESTA EN LA ENTRAÑA Su letra está en la entraña de toda la vida, y es la trama escondida de la maraña. Insensitivas tumbas callan; pero hablan las tumbas vivas! CANON Apolonida américo, ténte en ti mismo! Sólo harta el propio abismo, no el exotérico! Con alma toda opón el canto eterno al canto en moda! COTA DE MALLA Desdeña, artista euríndico, la fácil obra. Sólo en viril zozobra se ara el val píndico! Cinge a tu talla regla y rigor como una cota de malla!

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HABLA OLYMPIO Yo fui el orgullo como se es la cumbre y fue mi juventud el mar que canta. ¿No surge el astro ya sobre la cumbre? ¿Por qué soy como un mar que ya no canta? No rías, Mevio, de mirar la cumbre, ni escupas sobre el mar que ya no canta. Si el rayo fue, no en vano fui la cumbre, y mi silencio es más que el mar que canta.

SCOPAS (Fragmentos)

ADONAIS En torres de cristal campanas de oro repicaron el alba de tu muerte. En estuarios de luz dio el sol su lloro. No ya en violas de tristeza Inerte labró de lazulitas sus terlices y topacios la pena de perderte. … Adonais, Adonais, que diste al suelo júbilo y al cielo envidia, íncola fúgido de un mundo triste! Sobre el hervor de celos y perfidia tu sonrisa posó, alción celeste que mar ni viento arrastra en fiera lidia.

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De belleza inmortal era tu veste que arde un instante para ser eterna. Corolas róscidas, frescor agreste, perlas del alba en tez de rosa tierna y un musitar de ninfas y de efebos halló tu tránsito en la senda interna! … “Pasó algún dios efebo”, el bosque dijo: y lejos un espectro moribundo: “Era un niño adorable y era mi hijo! Limosna de agua al labio sitibundo! A la agonía exangüe aliento vivo! Soplo de abril al piélago iracundo! Sus torres de cristal de la mañana blanden campanas de oro de la vida que tañen no al ayer sino al mañana. Adonais, Adonais, convida ya un nuevo día al inmortal ensueño de vivir sin adiós ni despedida. Fluye volátil y sutil beleño del mismo lago oscuro de la muerte que es del vivir el verdadero dueño. La que fue pena es gloria de perderte por siempre vivo en la belleza eterna y en juventud triunfal por siempre fuerte. No más serás la sed, sino cisterna. No más lucha exicial sino victoria; para siempre fulgor, no más caverna. …

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Olvida Adonais, el cruel hado. Tus torres de cristal ya en oro cantan un alba sin mañana y sin pasado. A un cielo sin crepúsculo se imantan de una mística fe imperecedera, y en un país sin lindes se agigantan. La primavera es más que primavera donde la dicha dura y nunca pasa, y es como un mar sin fondo y sin ribera. De incandescente tul y leve gasa, ya son los dueños más que realidades y arde a su lado el sol, caduca brasa. Al alma fiel instantes son edades y en su breve pupila hay universos: sólo fue negra pesadilla el Hades, fuga veloz de lémures dispersos, legión de grifos, de dragones coro. ¿No cantan ya cual númenes diversos en torres de cristal campanas de oro con voz que dice: "Adonis no ha muerto”? Guarde la tierra este pregón de coro: Ya sólo el canto de la lira es cierto! HABLA SCOPAS El goce de crear que al Dios me iguala... No sabes, Doris, lo que dices triste. ¿Conoces la agonía del artista al instante fatal que inspira y crea? Fluye su genio como sangre vívida de vientre maternal que alumbra a gritos. No hay dolor igual. De las tinieblas se arrancan formas cual jirones mútilos de alma. Y esas tinieblas desgarradas

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son el artista mismo. A sus criaturas si da un contorno, de su carne talla, y si un gesto, es la mueca de su pena transfigurada en luz. Cada sonrisa que en barro admira el vulgo cuesta lágrimas ocultas, y si es Niobe estupefacta la desesperación en Paros fúlgido, el creador desesperó al crearla! … La obra de belleza es para siempre! Mira cómo la muerte nos acecha. Nuestros instantes como moscas caen en su tela de araña ineluctable. Cada hora que vivimos es su presa. Ni los imperios que alza en bronce el genio perduran a su amago. El arte sí! El ser nacido de mujer un día sólo tiene una ley: sobrevivirse! Hambre de eternidad fatiga al mundo redivivo incurable y recidivo. Y es la inmortalidad lo que el sol canta cada alborada oriente. En vano arguye la astucia humana de argumentos fútiles. Leyes y credos, hierofante y sabio, los sueños de la espada y de los trípodes, sólo pretextos son contra la muerte! HABLA DORIS Este día vernal de ardor estivo preludia un trance como mi ansia lánguido. Me siento viva en este cielo púrpura, y ese arrebol me inunda y transverbera. Crepúsculo! Ansiedad! Naturaleza! Dora los montes el titán que cae como mi alma que suspira y trema. No sé por qué, ya espejo de este cielo, siento en mi pecho como un sol poniente. Son de alegría hay en la fuente próxima.

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El rumor del follaje es una queja al aura vesperal como un suspiro. Langor de amar; sufrir de haber amado; en plena dicha columbrar la muerte, y al sentirse morir clamar por vida! Igual desmaya este arrebol sangriento, puente de oro de las Horas leves, himno triunfal que el nochecer preludia! Jardín nielado en héspero oricalco, dice enredor toda tu gloria. Scopas. Mira cómo tus mármoles sin ojos nos miran, faces rojas, torsos rútilos bañados en la sangre que les falta que el sol fugaz les da por despedida! Tanta gloria no te habla, Scopas fiero, de reposar como un titán cansado y amar dichoso cual triunfante Heracles! Blanquean continente y archipiélago del don fulgente de tus manos mágicas. Vuela tu fama cual aural Pegaso. Cerca tu nombre un loor como un parhelio. ¿Qué quieres más de gloria a tus anhelos? GREGORIO REYNOLDS N. 1886. M. 1948.- Empezó a escribir poesía a los 27 años. En 1927 dio a la estampa “El cofre de Psiquis”, libro de sonetos sensuales y voluptuosos pero perfectos, en lo que no hay una vacilación, un tropiezo, y donde el mármol parnasiano fulge transido de pasión. Del soneto pasa Reynolds a cuanto módulo haya en la versificación, prestándoles a todos ellos una flexibilidad, fruto de su extraordinario oficio, que no se ha dado igual en la poesía boliviana. Vale decir que del metraje -si es lícito hablar así- pasa al kilometraje. Esto puede escandalizar porque créese, por lo común, que el perfume de la lírica únicamente puede contenerse en frascos breves. Esa poesía tumultuosa de Reynolds comienza en “Horas turbias”, 1922, y continúa en “Redención”, 1925, “Prisma", 1937, "Beni", 1942, “Caminos de locura”, 1943, "Illimani", 1945, "Tunari", 1945, etc., hasta llegar a su libro postrero "Poesías escogidas”, 1948. Podría pensarse a través de tanto torrente, de tanta época, de tanta experiencia, de tantas civilizaciones y culturas como por su obra

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pasan, que la inspiración sintiese vahidos. Nada tan lejos de la verdad. Sea en las composiciones mayores o en las de corte menor, cante al amor o a la muerte, un hecho o un personaje, nos encontraremos siempre en Reynolds con un poderoso aliento que las impulsa, con un temblor de la carne o del espíritu, con un incendio interior, con un arrebato que agota toda palabra, pujando tras la búsqueda de la expresión totalizadora. Místico a su modo, pagano hasta la médula, poeta maldito a ratos y a ratos satánico, se dieron cita en su arte todos los acordes y las notas más encontradas. Su canto es de una turbia raíz, pero también de un acento pleno de humanidad. Entre nosotros, nadie ha cantado como Reynolds a todos los sentimientos que forman el cuadro del tránsito del hombre por la tierra. LA LLAMA Inalterable, por la tierra avara del altiplano, luce la mesura de su indolente paso y su apostura, la sobria compañera del aymara. Parece, cuando lánguida se para y mira la aridez de la llanura, que en sus grandes pupilas la amargura del erial horizonte se estancara. O erguida la cerviz al sol que muere, y de hinojos, oyendo el miserere pavoroso del viento de la puna, espera que del ara de la nieve el sacerdote inmaterial eleve la eucarística forma de la luna. QUECHUA Indiecita que llevas tus andrajos por los zarzales de las rutas viejas, has aprendido a sofocar tus quejas sin que claudique tu alma en los trabajos.

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Sigues, medrosa, con los ojos bajos y las facciones graves y perplejas, la blanca procesión de las ovejas en su lento ondular por los atajos. Padeciendo sin culpa y sin alivio, por los abrojos del fatal declivio tu vida igual que hoy irá mañana en busca de su mísero sustento, con el fluir indefinido y lento del hilo que en tu rueca se devana. GAMA DE NIEVE De un vago azul etéreo la infinita nieve del Illimani se engalana, cuando el beso sutil de la mañana sobre las cumbres cándidas palpita. Es soberbia su albura selenita en la quietud de la hora meridiana, al fingir en bruñida porcelana el esbelto alminar de una mezquita. Muestra el ocaso un vaporoso rosa en la magnificencia portentosa del sueño delirante de un artista, y al fenecer el día entrega al viento, desnuda de la clámide amatista, su palidez romántica de argento. DECADENCIA Entre música y flores la Corte se divierte: luciendo ambiguas formas, un efebo camina, y con invitadora sonrisa femenina, el vino de falerno en áureas copas vierte.

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Turbados los sentidos por el perfume fuerte que dan los pebeteros, con laxitud felina en suntuoso triclinio se recuesta Agripina, y sueña que la aguardan el poder y la muerte. Pensando en Alcibíades, en Platón, en si mismo, el ático Petronio platica sobre ciencias, y en sus labios sutiles florece el humorismo. Y en el ambiente cálido de capitoso aroma, Nerón compone versos de indolentes cadencias para cantar el vuelo flamígero de Roma AQUELLAS NOCHES... Cafetín con gramófono: fracturada armonía que repitió, implacable, su plebeyo cantar; nervios atormentados que el chirrido mordía en una sinuosa cosquilla medular. Y la nébula amarga del ajenjo en la fría y traslúcida fiebre de los ojos de Agar, ojos casi nictálopes, sonámbulos, que un día clavados en los míos echáronse a llorar. Espejos en la sombra, fantasmales y turbios, y luego por la lúgubre quietud de los suburbios, el fortuito encuentro con alguna mujer de escurridizos pechos y blandicie rastrera... Y el alejarme solo, y el paso por la acera, furtivo, de aquel alguien que nunca pude ver. CRONOS Viejo reloj de cuco del estante, al oírle evoqué mí tarambana vida de niño, tanto más cercana en el recuerdo, cuanto más distante.

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Amenguó mi sufrir perseverante y distrajo la murria cotidiana, ese viejo reloj de filigrana que para siempre se paró un instante. ¡Oh, pulsación del tiempo! Sus latidos no me hablarán ya más de los floridos días de ayer. Mi corazón desea, péndulo del dolor, -aciaga suerte-, que el ritmo arcano de mi sangre sea detenido de pronto por la muerte. PECADORA Los desmayados ojos de Isabel, provocan mórbidos antojos de perversiones de burdel. La boca de Isabel es roja como la sangre de una herida recién abierta al rebasar el pomo de un puñal que detiene una vida. El cuerpo de Isabel -sierpe y vampiroondula y sorbe. Turba su sombra el monacal retiró y es la culebra que se enrosca al orbe. Es la doliente y placentera carne de mancebía que en plena primavera ha de podrirse un día. Es la mujer del mundo, grado a grado mordida por el tósigo sexual de tantos cuerpos que han pasado por su cuerpo trivial. El alma de Isabel, profunda y procelosa, se tiende como el alma de Luzbel desde la cuna hasta la fosa. Alma de dolor, infinita alma del mal,

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por todos los siglos maldita desde el pecado original. ¿CUANDO? ¿Qué podría librarnos de este horrendo tener miedo a no ser y a seguir siendo?... Un poco, un poco nada más, de calma, de olvido de nosotros mismos... ¿Cuándo podremos reposar?... El alma cansada de esperar, sigue esperando. No nos deja un momento este esperar constante de la vida atormentada por el pensamiento. ¿Cuándo será nuestra postrer partida? ¿Cuándo podremos aliviar la mente de su inquirir profundo? ¿Cuándo cerrar los ojos a este mundo definitivamente?

IMPOSIBLE Mariposa Ilusión de alas azules, leve y fugaz, me atrajo tu fantástica hermosura, me fascinó tu veleidad. Como una flor mi corazón abrióse para que en él libases al pasar; mas no quisiste hacerlo, hada del aire y de la luz, efímera y falaz. Por ti mi alma tendió el vuelo, y por quererte cautivar, quebró sus alas como un frágil insecto que tropieza en un cristal.

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Mi juventud perdió sus horas; inútil fue el afán de alcanzarte, Ilusión... Estabas cerca y siempre más allá. KEMPIS Incrustado en el mío siento tu pensamiento, intenso y doloroso como un deslumbramiento. Tremendas concepciones que me causan pavura, como puertas abiertas a la noche profunda. ¿Qué es el presente? Nada. No dura ni un segundo. El porvenir, atropelladamente, se convierte en pasado sobre el mundo. La existencia pregunta, y la muerte responde. Todo camino es un destino Irisación de planos y aristas del poliedro, trémulas luces de prisma, fugitivos colores, frío incendio de estrella y de diamante, eso es la vida en los ojo helados del Tiempo, en los radiados ojos del enigma en que dispérsanse los nervios como imantadas antenas tendidas a la diversidad del Universo. Perpetuamente y fugazmente va pasando el instante al más allá. Nuestra existencia está regida por un isócrono tictac; está sujeta al engranaje del reloj que respira eternidad.

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Tiembla la eternidad en el minuto que se va. Tras él pasan las horas, como los siglos pasarán. El minuto que viene, es el que huye. Tejer y destejer, eso es la vida; tejer y destejer sin descansar. Por la senda ya recorrida, regresar. Cristianos y paganos peregrinos encontraron a Venus crucificada en dos caminos. Dejando una ilusión que nos traiciona, vamos en pos de otra ilusión, que es otro engaño. Viene un amor, un desencanto: el mismo goce fugitivo; otro amor... No hay remedio, no hay remedio. Sentimos cada vez más despótico el deseo, y el amor cada vez mas desabrido. En el decurso de los años, las ilusiones son los imposibles, y los recuerdos son los desengaños. Más y más cada día, el hombre confía en todos Hasta en sí mismo confía Vida mundana, pobre vida entretejida de sospechas: mentidos esplendores, joyas falsas, falsas sonrisas. ¡Ah el egoísta empeño de serlo todo y a la vez! ¡Lo vemos todo tan pequeño desde nuestra pequeñez!

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¿Por qué nos espantamos de todo aquello que con sus ojos vacíos la calavera ve? Siempre ante nuestros ojos y nuestras hondas ansias, está el enigma del camino, está el arcano del mañana. Urgidamente, sin saber por dónde, marchamos con la muerte en los talones. Andamos entre escombros, la corona de espinas en la frente, y el peso de la cruz sobre los hombros. Llevan en la jornada, los que se van, el desencanto, y los que llegan, la esperanza. Para la muerte y de la muerte somos Somos de la tierra, de ella nos nutrimos, volveremos a ella ¡Más allá! ¡Más allá! Ya nos empujan los que vienen adonde los que fueron ya. Pausado declinar de la existencia: telarañas de tedio en la conciencia. ¡Ah vida mal vivida y mal gastada! Bregar y fatigarse por el éxito, hasta alcanzarlo... Y todo para nada. Ya es tarde... Siempre es tarde. La tierra, nos llana. La tierra ha de acogernos ¿cuándo? Cuando quedemos en tinieblas. Todo es hueco y enorme.

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¿Si morir será descansar? Mientras Hamlet se pierde en su dilema la muerte mulle un tálamo de magnolias de espuma para Ofelia. Sobre los labios de la Esfinge se congeló el silencio: un silencio abrumado por el turbio pasar de los milenios. ARCANIDAD Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce horas, las mismas siempre, monótonas, pasan y pasarán hasta que venga la otra: la que esperamos o tememos, la que de golpe corta con su espada de espanto, desde lo más profundo de la sombra, el hilo que nos une a esta existencia de imprevisiones y zozobras para la que pedimos misericordia... LUNAS Luna de ocaso elevándose: luna de ausencia y nostalgia que va escarchando de alburas las cumbres en lontananza. Media luna a media noche - sortilegios y fantasmas -: luz de las almas en pena y de las penas del alma.

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Luna que igual que una hostia se deslíe en la alborada; luna de buena fortuna, la luna en la madrugada, la que doquiera difunde dulce aroma de esperanza; la que te besa la frente, la que te lleva mis ansias en el trinar de las aves y en los, suspiros del aura. TIAHUANACU Una heraclida puso los cimientos de la antigua ciudad del altiplano. Ante los destrozados monumentos evócanse recónditos portentos y se admira el esfuerzo sobrehumano. Puerta del Inti, partenón de piedra pulido por el tiempo. Guarminara, acrópolis quizá donde afianzara el Inca su pendón. Hoy sólo medra la paja del erial en la albacara. Lanza el silencio en ella un sordo grito preñado de infinito, un inaudito. grito de horror sin eco en el ambiente, que recorre la base de granito de la gran cordillera de occidente... AUGURIOS I Entre un montón de huecas armaduras y de oriflamas ígneos, la locura sacude su estrepitoso tirso, sin advertir que poco a poco

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llegará la farándula al abismo. En auras de pavura y de vesania, de espanto espectaticio, delata horrendas proporciones la demencia belígera del siglo, y en la conciencia universal se cuaja la convicción del cataclismo. Avanza, incontenible, la tragedia. Avanza como un río que ha de arrollado todo con sus crecientes remolinos. Retumba como un trueno el Dios Irae de los nefarios vaticinios. Con su cortejo de desastres se acerca el Anticristo. Rebullen los océanos, luciferinamente enfurecidos. Las fauces de los cráteres parecen atragantarse en gargarismos. Gorgona y las euménides a Eolo dan sus rufos cabellos serpentinos. Erinas, grifos, salamandras, escapan de los ámbitos fatídicos, y la hidra de Lerna resucita con sus siete cabezas de vampiro. Hirsutas crestas aserruchan el bifurcado tronco del Destino en el cual ejercita su destructor poder el basilisco. Silbadoras erízanse las crines del gran león alado que consigo trajo con sus pronósticos Daniel del fondo del hebraico libro. Desmelenada y ululante

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Viene Medea de Corinto, y la sentencia del Eterno fulge en el festín de Baltasar, ¡oh Ciro! II Hay un aliento de Orestiada, una concentración de exaltaciones. Atacan a las viejas dinastías la traición, la hemofilia y los rencores. Y Mata Hari, Rasputín, Vabrilo Prinzis, para operar esperan ocasiones. Funesta trinidad de la Amenaza: la delación, la mántica, el revólver; noticias en dislate que transmiten las radios y el telégrafo de Morse; palacios con infantes recluidos; engalanados y blindados coches… Como las del murciélago se extienden las alas de Belial, urbi et orbi. La oprobiosa manzana del planeta, la poma del Edén se descompone: la van estrangulando los anillos de la serpiente de Laoconte. Desgarrada bandera de combate, en las astas del toro pasa Antíope, y las pezumas de la bestia desencajan terráqueas conmociones. Ares sofrena tempestades, bárbaro, para lanzarlas en tropel, de golpe. Llegan desde el Antiguo Testamento ecos de admonición, broncos clamores: Eclesiastés, Oseas, Isaías con sus execraciones.

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Ráfagas rojas, los presagios se propagan doquier, aterradores. Grita Moisés en la montaña de las revelaciones. Chilla el Bautista enajenado, guardado por barrotes, y son venablos sus vocablos. Parten a clavarse, certeros como arpones. Cual un derrumbamiento de montañas, cual un rodar de formidables bloques, el vidente de Patmos hace escuchar sus metagoges. Y Leviatán, con más potencia que los alborotados aquilones, hacia los cuatro puntos cardinales lleva los ecos precursores. Avanza el carro de Isaías con la celeridad de un tagarote. Bajo el conjuro de Daniel contempla Nabucodonosor su estatua fonge, y el mane thecel phares fosforece junto a la espada de Damocles. Al huracán asestan las sibilas de Endor y Cumas sus airadas voces. Nemrod, "el cazador ante el Eterno", y el sagitario zodiacal, escogen los dardos más sutiles para hundirlos en el seno de angustias de la noche de Job desamparado: "la noche solitaria y sin rumores". Sangre del fratricidio, inagotable, se cuaja por doquier sobre los goces Se aproximan Perseo y la Quimera que degolló Belerofonte,

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Quetzalcoatl con su tizoc, el ara de sacrificios del Anáhuac prócer, y Astarté, Kali, Calibán y Siva, genios devastadores. Frente a Teseo, el Minotauro hace temblar sus corvejones. Tifón y Encélado levantan el inmenso peñón que desde el borde del gran cráter del Etna, matriz de ardientes aluviones, Polifemo lanzó contra las naves del náufrago de Estrófades. Plutón y Proserpina se revuelcan en el valle del Bove, y ladra el mar mediterráneo en los macizos faraglioni. El martillo del cíclope destroza el basamento de los montes, los contrafuertes milenarios, para extraer, por surtidores, la exudación de Flagetón, oleosa: el petróleo, quebranto de naciones. El cancerbero, desde el báratro, lanza miradas híspidas, feroces, y vacilan niveles y estaturas frente a sus ojos avizores. Las cien cadenas de Briareo chocan con un estruendo de ciclones. Vulcano en el volcán del Mongibelo como una salamandra se recoge y se distiende, furibundo, bajo un chocar de formidables moles. Cruzan la tempestad los estiletes del rayo entre mugientes nubarrones.

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El vientre en llamaradas de la tierra la pétrea costra de las cumbres rompe, y se estremecen piélagos y playas con sus retortijones. Cibeles se retuerce descoyuntada entre los bores, con la matriz martirizada por las internas igniciones. Tormentas, rachas, terremotos, amargas ondas que la tromba sorbe, calamidades, plagas, pestes, envuelven a la esfera en sus horrores. La voraz absorción de la vorágine deja sentir sus degluciones. Disparan los cuadrúpedos centauros por los campos aspérrimos de Dólope y en sus encabritados palafrenes las amazonas van al Termodonte. Apercibe sus flechas Artemisa junto al león nemeo de la Argólide. Por Poseidón y Anfítrite se inquietan sirenas, hipocampos y tritones. Se oye gemir a las oceánides por el varón encadenado al monte. Brama y se hincha, en formidables olas la gran masa tundida por ciclones. El bóreas. triza con su soplo las alas diáfanas de Alcione, y plañe Eurídice en el seno de las eternas combustiones. Ulula el alalí de las Walkirias y el Walhala los héroes muertos van. El negro bosque donde lucharon fieramente se cubre de nubíferos crespones.

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Brindan icor en calaveras. Son calaveras los tibores. Wotan husmea el tufo de la orgía saciada de funéreas libaciones. Feurir, lobo famélico, devora en el invierno de Fimbul pastores. Hamlet, escruta nuestro enigma en su castillo de Elsinore. "Ser o no ser es el problema”. Ser o no ser. Partir. Partir ¿adónde? Revolotean brujas de los sábados del Walpurgis de Brocken. Pausadamente en la intempesta suenen las campanadas de las doce. Salmodia el vate Nostradamus, trenos agoradores. Está Aníbal ad portas. Belial prepara sus peroles. Tentacular, siniestro, airado, el monstruo de la guerra absorbe al orbe. Persevera, severa, en la justicia, la Palas Athenea de la Acrópolis. Grecia nutricia, Hélade materna, que amamantaste semidioses, te ves de nuevo amenazada por Hécate trifronte. ¿Renovará lord Byron su aventura marcial en Misolongbi? … Ya la fatalidad del exterminio difunde sus sangrientos arreboles.

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OJOS (Fragmentos)

Ojos indígenas, absortos, que están como soñando, que están como perdidos en la desolación del altiplano. Ojos aymaras que no han visto nada más que los campos ilimites, sin nadie, fatigadoramente rasos. Ojos al sesgo, finas golondrinas sobre el páramo: vuelo elegante y ágil de los esquifes en el lago de más altura de la tierra: origen del gran imperio incásico; vuelo de cóndores andinos por sobre gélidos picachos; reptar de víboras yungueñas; acelerada fuga de huanacos. Dilatadas pupilas de vicuña; ojos ingenuos o azorados ojos de niño de la casta esclava, tristes ojos de can de esos muchachos que deambulan por calles y caminos mendigando. SILENCIO Con su estridente silbato los grillos, como con un diamante, van rayando el cristal empañado de la tarde. Danzan las hojas - oro y bronce – sobre el regazo de la tierra madre.

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Los árboles tiritan, palúdicos, al deshojarse. Y al deshojarse de ilusiones, el corazón también, como los árboles. No digas nada, Amor. Las quimeras sobre la nieve del hastío caen como un montón de mariposas muertas y de marchitas hojas... Late el silencio... Recógete y recoge, en lo infinito del instante, la voz sin voz de la Natura que aconseja el reposo de la carne y el vuelo del espíritu, en su anhelo de renovarse y superarse. Al pensamiento en un segundo la eternidad se abre. Nada de nada digas ni de nadie. No quieto saber nada. No quiero que me hables. Hasta los grillos han dejado de estremecer el aire con sus sonoras flechas. La quietud de la tarde penetra en los espíritus cono la luz en un estanque. Bajo el frágil fanal del silencia tan sólo la añoranza puede alzarse CLAUDIO PEÑARANDA N. 1883. M. 1921.- Autor de “Líricas”, 1907; y “Cancionero vivido”, 1919. Poeta a la manera modernista, mas del modernismo se le quedaron sólo las palabras, lo epidérmico y circunstancial. El fervor que empleó en la causa se le deslíe en fácil música de mandolinata, cuyos sones, hay que reconocerlo, eran pegadizos al oído. Cuando se olvidaba de pierrots y duquesitas, desaparecía el poeta

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declamador y vocinglero, y daba paso a otro, trémulo, de nervios crispados, capaz de producir estrofas como las que llevan por título “De una pesadilla”, las mejores del repertorio de Peñaranda. Hay otra composición suya populariza por diarios y revistas. Es la “Oración por la paz”. Una oración con timbales, extensa y enfática. En su celebrada elegía para la muerte de Darío, amén de pensamientos levantados y generosos, aparecen otros materiales puestos ahí por fuerza del sonsonete o porque así lo requería el consonante. El mérito de Claudio Peñaranda consistió en que fue una especie de embajador de Rubén Darío en el país. DE UNA PESADILLA Noche fría y silenciosa. Yo de pie junto a una fosa. Lento tañir de campana muy lejana da la una. La necrópolis, desierta. Sobre el mármol de las tumbas, cual mirada de una muerta la caricia luminosa de la luna, Y cual aves desoladas, procelarias, roncos vientos quejumbrosos, como un eco agonizante de plegarias palpitantes de sollozos. Salmodiando su siniestro cancionero en la rama de un ciprés estremecido, lanza un pájaro agorero su graznido. Y un can negro, flaco, hambriento, busca en vano entre las criptas algún mísero sustento. En el borde del osario, dos esqueletos confunden sus maxilares con besos, y crujen, crujen sus huesos en un abrazo nefario... Y de repente uno de ellos del otro se desenlaza.

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(Se me erizan los cabellos.) Corre a mi lado y me abraza...; y me estruja, me sofoca con su vehemencia insensata; ansioso muerde mi boca...; y, derribándome al suelo, el cruel espectro me mata con sus ósculos de hielo.

EL ULTIMO RONDEL Dando al viento que pesa sus armonías, ya sonaron las tristes horas postreras, y vibran como un alma las trovas mías, en el silencio augusto de las praderas. Volaron las alondras de mis quimeras, dando al viento que pasa sus, armonías; y al enflorar ensueños mis primaveras, vibraron como un alma las trovas mías. En el silencio augusto de las praderas, volaron las alondras de mis quimeras; y en la guzla que canta melancolías, ya sonaron las tristes notas postreras, dando al viento que pasa sus armomías.

ELEGíA A RUBEN DARLO Padre y Maestro mágico, liróforo celeste que al instrumento límpico y a la siringa diste tu acento encantador: (agreste Panida! Pan tú mismo, que coros condujiste hacia el propíleo sacro que amaba tu alma triste, al son del sistro y del tambor.

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I Así rezaste un día, con hondo desconsuelo, cuando el divino sátiro quiso llevar al cielo su pobre pierna de hospital; cuando su última lágrima, tornada en una nube hecha de los pecados de un alma de querube, fue todo el Bien y todo el Mal. Así rezaste un día… Fue cuando Sor Quimera era tu hermana monja, cuando la Primavera querida fue del Rey Rubén; cuando todo era Azul...; cuando tristes campanas lloraban con los sones de las Prosas Profanas la santa muerte de Verlaine. El abuelo sublime de la pierna anquilótica, el de cara de diablo y de niña clorótica te dio de herencia pena y sol; esa peña risueña que es florida cadena, ese sol de alegría que hace negra la pena, y un dulce ensueño con alcohol. Y el ladino veneno no mató tu energía, y la mísera vida no robó tu alegría, serena como un Partenón, porque siempre te diste y el que da nada espera, y cada rima nueva es la rima primera, y luz, consuelo y oración. Eras bueno, eras noble, ¡Padre y Maestro Darlo! Eras como si un águila, en pleno bosque umbrío de oculta y torva ingratitud, extendiera las alas que besara la aurora y rizaran espumas de brava mar sonora sobre un nidal de juventud.

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Por eso sonreías con inmensa amargura (amargura, vinagre de un vino de ternura) ante el injusto frenesí... Y mirabas sin odio cómo las cien portadas, hechas para tus hijos, caían profanadas, caían todas sobre ti... ¿Qué importa esa tristeza? Es la sombra del genio. Es la fea tramoya del glorioso proscenio. ¡Velar la estrella con un tul! ... (Era un aire suave... Y un rumor de violines. Una escena grotesca: centauros y arlequines... Y un torpe insulto: "El indio azul”.) II Yo quisiera cantarte, a la sorda sordina, ahogando en un sollozo, cual una golondrina que en vano busca el nido fiel... Yo quisiera llorarte con fervor infinito... Y siento que se aduerme la intención de mi grito en una sombra de laurel. ¿Te acuerdas, Padre y Maestro, de aquella Margarita deshojando los pétalos de la primera cita que nunca, nunca volverá? ¿Te acuerdas de los pinos, como frailes ancianos, hermanos por la gracia, por la tristeza hermanos? ¿Y el cruel pensar del más allá? ¿Te acuerdas del coraje de la Marcha Triunfal que cual mágica tromba de tonante raudal enciende llamas de valor? ¿Y aquel rojo leproso a quien el caballero Rodrigo de Vivar - a falta de dinero le da su mano, lis de amor?

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¿Te acuerdas que has cantado las risas y las bocas, las lindas risas rosas, las guindas bocas locas, la carne blanca del placer? Después, como el abuelo, también sentiste el frío del asco de las copas, el bostezo de hastío y el ansia rota del deber. Y perdido ya el rumbo de tu voluble aguja, anhelaste la calma de fúnebre cartuja cual un humilde hermano Asís... Y tus sueños de fiebre - alas, besos y aromas – revolares de blondas y arrullo de palomas fueron nostalgia de París... Y así como termina un claro curso de agua, llevaste tus dolores y amor a Nicaragua, con ansias de apagar tu luz... ……………………………………………………….. (El sátiro contempla sobre un lejano monte una cruz que se eleva cubriendo el horizonte ¡y un resplandor sobre la cruz!

JOSE EDUARDO GUERRA N. 1893. M. 1943.-- Espíritu desgarrado por la solicitación metafísica. Posee el sortilegio de la propia tortura. Se atormenta, preguntándose qué es el ser, su propio ser, qué la vida, qué la muerte. Quiere descifrar el misterio de la muerte. Este tema se le torna dramático y azorante ritornello. Nadie entre nosotros buceó en su propia alma cual lo hizo el. Como poeta que se sumerge en los meandros de la existencia y su final destino, Guerra es la voz trágica y terrible que no tiene par en nuestra literatura. Obras: “Del fondo del silencio", 1915; y “Estancias”, 1924. Es también autor de la antología "Poetas contemporáneos de Bolivia”, 1920.

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NOCTURNO Se proyectó mi sombra, desmesurada y negra, en el camino... Un cielo sin estrellas, desoladoramente lívido, como el tumbado de una cripta limitar parecía el infinito. Detrás de mí, la luna - deforme, opaca - sobre el filo de las montañas áridas surgía como un inmenso cirio que velara cadáveres de cíclopes en un cósmico sueño empedernidos y amortajados por el hielo eterno que ignora el beso del estío... Y yo seguí a mi sombra sobre la arena del camino. De pronto vi que, poco a poco, con un alongamiento indefinido, se prolongaba y se perdía en la remota vaguedad de un limbo... y vi después que se estrechaba, que cada vez más imprecisos se iban tornando sus contornos... Luego, por indecible horror sobrecogido advertí que ya nada quedaba de mi sombra en el camino... A mis plantas el páramo sentí que vacilaba. Un frío de ultratumba colóse hasta mis huesos perforando mi carne.

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Con el ritmo del cerebro detuvo mi corazón en trance sus latidos. De la raíz de mis cabellos un sudor repentino resbaló por mi cuerpo... y en mis ojos encendiáse la llama del delirio... Detrás de mí, la luna - deforme, opaca - sobre el filo de las montañas áridas paralizó su curso en el vacío, y ni un ser, ni una planta, ni un guijarro proyectaban su sombra en el camino. Entonces bajo el peso de la angustia que aguzaba mis nervios en martirio, comprendí que aquel ser que caminaba sin camino y sin luz, no era yo mismo sino mi propia sombra en el futuro de viaje por la estepa del olvido... Y al sentir como ríspida cadena detenerme el terror en el camino, de mí garganta estrangulada por la congoja inenarrable, un grito brotó con estertores de agonía... Y de las fauces del abismo, rasgando el desconsuelo del silencio, el eco con un lúgubre alarido me devolvió una voz que no era mía...

TUS AMBICIONES QUEDARAN... Tus ambiciones quedarán abandonadas al vaivén de los instantes que se van y que al vivirse no se ven;

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por tantas cosas que hoy están has de llorar cuando no estén y buscarás con hondo afán lo que hoy merece tu desdén: ¡irremediable indecisión que va agostando en tu jardín las ilusiones en botón mientras la niebla del esplín envuelve ya tu corazón en un crepúsculo sin fin! ESTE TU INÚTIL CAMINAR Este tu inútil caminar en incesante ir y venir únicamente ha de acabar si te resuelves a morir; no tienes fuerzas para obrar, para pensar, para sentir: ¡estás cansado de esperar lo que jamás ha de venir! Ya no es tu voz la del amor y para ti no ha de volver la primavera siempre en flor... ¿Por qué te obstinas en querer cerrar los ojos al dolor si lo que pudo no ha de ser? CAMINO QUE SE TUERCE A CADA PASO Camino que se tuerce a cada paso, argumento sin fin y sin principio que nos deja - fracaso tras fracaso – un hueco que se llena-con un ripio.

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Lección que se repite hasta el cansancio y que nunca se da por aprendida: mendrugo sin sabor y vino rancio que se masca y se traga sin medida. Sañudo aburrimiento que discurre, aquí y allá, su sombra inoportuna mientras el tiempo atómico transcurre sin amor, sin belleza, sin fortuna. Sombría encrucijada, nudo ciego de sitios y de nombres y de fechas que dejan un mortal desasosiego en el alma y la carne insatisfechas. Confuso malestar, pequeña insidia de la eterna inquietud por el mañana; hipótesis pueril que nos fastidia complicando la vida cuotidiana. Implacable carcoma del minuto que con diente menudo y escondido va royendo la médula del fruto que antes de madurar se habrá podrido. Complicidad cobarde de la duda cuando, de subterfugio en subterfugio, damos la espalda a la verdad desnuda y buscamos a tientas un refugio. Tortura de la carne por la furia de la imaginación, en el hastío, que embota los sentidos de lujuria mientras se asfixia el alma en el vacío. Incuria, pesadez, apocamiento, inconsciencia y ausencia de uno mismo como si se estancara el pensamiento en la inmovilidad del idiotismo.

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Astuta mal suerte agazapada y en acecho por todos los resquicios combinando en la sombra la jugada preñada de infalibles maleficios. Proseguir caminando y caminando sin saber el por qué ni el hasta dónde en este eterno diálogo del cuándo con ese no lo sé que nos responde. Hilo sin ilación de la comedia que de nosotros mismos nos separa porque el miedo risible nos asedia de hallarnos y mirarnos cara a cara. ES EL HOMBRE UN HOMBRE DOBLE Es el hombre un hombre doble: el otro sombra del uno; uno móvil, otro inmoble, pero en reposo ninguno. El terror los enajena de mirarse cara a cara y de romper la cadena que, uniéndolos, los separa. Se buscan cuando están lejos, cuando están cerca se huyen; si se hallan quedan perplejos y sin quererlo se excluyen. Es una misma su pena porque del mutuo desvío cuando el abismo se llena sólo lo llena el vacío... Mas ni uno ni otro comprende que del abismo a la cumbre hay una sombra que asciende y al ascender se hace lumbre;

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y en su noche es uno mismo el error que los oprime pues aunque ven el abismo no ven la luz que redime... Siguen diverso camino mas no es su meta diversa; de la cuerda del destino tiran los dos a la inversa; y en esa pugna secreta ni el uno ni el otro sabe si llegarán a la meta cuando el camino se acabe... (Cuando se arranque la cuerda ¿se arrancará su destino o, sin que nada se pierda, proseguirán el camino?) Sólo en el trance oportuno dejarán de ser - por suerte – uno en dos y dos en uno para ser uno en la muerte. CON CALIDA EMOCION Con cálida emoción - óleo lustral en el pecho, en las manos y en la frente – ser en cada momento, íntegramente, sentimental, sensual, intelectual; anhelo de morir y renacer con todo lo que muere y lo que nace, vivir desde el proemio al desenlace en la novela del acontecer; ansia de ubicuidad - al más allá del tiempo y del espacio proyectada desde siempre basta nunca - todo y nada – viene del sueño y hacia el sueño va;

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¿viril orgullo o vanidad pueril? llama y humo a la vez, ola y espuma; mundo fecundo de la acción y - en suma – pompa irisada en el azul sutil... MI CORAZON QUE SE LANZARA... Mi corazón que se lanzara - en pos de la gran ilusión - al infinito, plegó las alas trémulas, contrito ante el tremendo incognoscible: Dios; perplejidad, desasosiego, atroz congoja en que se quiebra el pensamiento (llanto, sangre, sudor hubo en mi intento del que sólo un temblor queda en mi voz); y entre carne y espíritu - los dos enigmas que saturan la existencia – en lo profundo de mi subconsciencia una conciencia vigilante: Dios. A LO LARGO DEL ARDUO CAMINAR A lo largo del, arduo caminar a que me urgieron tantas impaciencias, enfermo de distancias y de ausencias en cuánto sitia estuve sin estar… por el constante trashumar, después - sintiendo todo albergue transitorio – esclavos de su sino ambulatorio ya no pudieron arraigar mis pies; y hoy que de tantas tierras el confín violaron - afanosos peregrinos – saben cómo son cortos los caminos que en el ensueño no tuvieron fin.

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JUGUE TODOS MIS SUEÑOS Jugué todos mis sueños a la vez contra una realidad (que era otro sueño) sin reparar que en el doloso empeño jugándome la vida iba tal vez; y tan porfiado en la ceguera fui de arriesgar mi existencia en el envite, que por perderlo todo, y sin desquite, hasta la gracia de soñar perdí. FUI POR EL AUTOANALISIS Fui por el autoanállsis precoz en la efusión sentimental tan seco, que al no encontrar en su ansiedad un eco en larga pausa enmudeció mi voz; (en esa pausa refluyendo fue la fuente de mis lágrimas, y fueron palabras que en la entraña me nacieron las palabras que nunca pronuncié); y esa mí voz nostálgica al volver se muestra tan cansada y tan dolida, que yo no sé si vuelve envejecida o envejecida se mostró al nacer. NOCTURNO Eran sus pasos inaudibles como los pasos del silencio. Y sin embargo aquella noche en la oquedad de mi cerebro rimando con el vago zumbido del silencio en obsesora persistencia con un largo rumor repercutieron.

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Eran sus ojos apagados como dos extintos luceros. Y sin embargo aquella noche sus dos ojos de fuego se fijaron inmóviles como dos enigmáticos luceros enigmáticamente pensativos en mis ojos sin fuego. Eran sus labios invisibles como los hálitos del cierzo. Y sin embargo aquella noche yo vi sus labios negros que a los míos se fueron acercando y sentí que mi cuerpo se estremeció al contacto imaginario de aquellos labios negros. Se hicieron más precisos los rígidos contornos esqueléticos y sobre el fondo espeso de la sombra que saturaba el aposento con ese olor ultratumbal que tienen las cosas y las épocas que fueron - fondo de pesadilla, escenario borroso de un mal sueño – vi que cobraban poco a poco plasticidad y movimiento. Y sentí más distintos sus pasos percutir en mi cerebro, me pareció que de sus ojos se avivaban los círculos de fuego y vi que se movían en confuso temblor sus labios negros. Y se aguzaron mis sentidos. Con dolorosa prontitud mis nervios en la inmovilidad de mi reposo que colmaba el horror se distendieron

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y oí que murmuraban con una voz sin voz sus labios negros lo que nunca se dice, lo que acaso sellado por el sello del secreto sólo una vez - y para siempre – se murmura al oído del silencio... Y se alejaron sus pisadas. Las luces de sus ojos se extinguieron. Y se fundió en la sombra la mancha negra de sus labios negros. Mas desde aquella noche - realidad o mal sueño por siempre y para siempre en la oquedad de mi cerebro percutieron sus pasos y mis ojos conservaron el fuego de sus ojos insomnes y en mis labios quedó la huella de sus labios negros.

JUAN CAPRILES N. 1890. M. 1953.- Juan Capriles, quien tenía “el alma al viento y el corazón al fuego”, fue sonetista por antonomasia. Su universo lo constituían diversos elementos como. el amor, la angustia y el hastío, que supo encajar en unos cuantos sonetos admirables y temblorosos de emoción que patentizan la efervescencia en la cual vivió el espíritu de este poeta de significación metafísica y voz dramática. Lo esencial de su obra está recogida en "Evento”, libro del cual se han hecho dos ediciones, la primera en 1936 y la segunda en 1955.

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EL SONETO El hondo misticismo del vate florentino palpita en los vitrales de augusta catedral, y cuando suena el órgano, el soneto divino emerge como un cáliz del sueño medieval. El amor del Petrarca, armonioso nos vino con amable tristeza, en galante ritual, y en Ronsard, el pagano, un hierático pino eterniza su gloria ante un blanco rosal. Con las rosas de Italia y los lises de Francia, la mandrágora Ibérica destila su fragancia para hablar de la muerte en idioma español. Y en la América ignota de vastas horizontes, a la sombra tranquila de sus gélidos montes será canción de vida bajo la luz del sol. CORRESPONDENCIA Las naves que mirásteis partir hacia el Oriente seguidas por las blancas gaviotas marineras, han tornado de gala, y con albas banderas anclaron en las playas de un puerto sonriente. Alejad la tristeza que anubla vuestra frente y llenad vuestros cantos con amables quimeras; las alas de las blancas palomas mensajeras de su sueño despierten a la Bella Durmiente. Yo he de seguir, hermanos, ese buque fantasma que su trágica sombra entre la bruma plasma y da al abismo el ronco vibrar de su sirena; o, entre Scila y Caribdis, en la mar tormentosa, escucharé, doliente, un canto de Sirena o del viejo vigía la angustia que solloza.

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MITOLOGICA Son las Sirenas, sirtes mitad aves; quien quiera que tú seas, las conoces. Se tornan altaneras y feroces después de modular cantos suaves. Al ver que nunca viran esas naves, que van con sus velámenes, veloces, has de escuchar mejor las hondas voces de las sirenas lúgubres y graves. Si llegas a sus playas... entre rocas te ofrecerán las mieles de sus bocas. Es tiempo; y pon tu barca a la deriva, porque sus garras abrirán tu pecho; y ellas querrán en vano que reviva tu ya callado corazón deshecho. VESPERO HELENO La ninfa al son pausado de la panida flauta ocultó entre los mirtos su frescura de rosa; se oían los lamentos de la mar cadenciosa, y era el cielo un prodigio de la divina pauta. Una fragante estela siguió a la nave incauta, tendieron las nereidas su cabellera undosa sobre el verdoso lecho de la marina diosa donde soñó conquistas el glorioso argonauta. Hubo un sosiego lánguido de la mar en la playa... Anfitrite, en la arena de Lesbos, se desmaya al mirar de Jacinto el cuerpo adolescente, que al venir al Océano a contemplarse, mira reflejado en el cuerpo de la diosa la ira de los tres elementos que luchan sutilmente.

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LA HORA LUGUBRE En esta tarde hostil bulle en mi mente la sorda tempestad que fragua el orto y compungido y pávido soporto su anunciación ignífera y rugiente. Nada calma mi angustia persistente como el amor en el que vivo absorto, y nada me entristece como el corto fulgor de su relámpago en mi frente. Hoy que el viejo esquilón llama con queda voz de piedad, supersticioso queda mi enfermo corazón todo sombrío, que al sentirse obsedido por lo ignoto oscilando en un báratro de hastío suena en mi pecho como un bronce roto. FLORES DE INQUIETUD Por todas partes donde anduve he sido siempre un soñador, y si en tu huerto me detuve fue porque estaba todo en flor. Y al comprender que era la nube igual que el sueño de mi amor, que va formando mientras sube las tempestades del dolor, llegué temblando hasta tu huerto, donde ha sentido desconcierto mi tormentosa juventud, porque entre nardos florecía un pensamiento que tenía evanescencias de inquietud.

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ARIA DI SORTITA Era en la corte de Oberón: En la dulzura vespertina, se oyó una flébil cavatína... ¿Era un violín o un corazón? Como una angélica visión vestida de alba muselina, surgió Titania venusina, plena de ensueño y de pasión. Así también de su palacio salió a pasearse en el espacio tu alma de pronto ilusionada; y vagorosa por el viento, fue la libélula de un cuento sobre una fuente perfumada. ALAS Y CUMBRES En amplio azul de soledosas cumbres, donde toda tensión es cristalina, de la nevada cordillera andina - límpidas luces, rápidas vislumbres -, se alza el vuelo del cóndor entre lumbres al sol que nace en brisa matutina y se cierne despacio en la neblina o se lanza veloz entre relumbres. Símbolo alado, el ímpetu refrena en la región de los silencios grandes con majestad hierática y serena. Y cuando el astro cenital fulgura se eleva por encima de los Andes para crecer su sombra con la altura.

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MAN CESPED N. 1874. M. 1932.- No escribió versos, pero de sus poemas mas en prosa surge una poesía de mágicos toques. Mago de la palabra y sutil artífice de la misma, penetra en sus más ocultas significaciones. Abre los ojos y las criaturas, especialmente las pequeñas y triviales, le ofrecen sus maravillas. Panteísta amable, Man Césped, seudónimo de Manuel Céspedes, es un desengañado de los hombres y prefiere vivir en comunión con la naturaleza. Obras: “Símbolos profano”, 1924; “Sol y horizontes”, 1930.

VASO DE AGUA Reposa sobre mi mesa un límpido vaso cristalino, de roca prístina, lleno de agua de manantial. Cáliz diurno, que contiene la serenidad del alba. Bálsamo vital para el cortado tallo de la flor; fresco alivio para el ansia de férvida sed. Cerebración del mundo; mentalidad de astro cuyos pensamientos son las nubes y cuyo verbo es el torrente. La dócil quietud del amor es como tu pureza: un cuerpo lleno de gracia, en cuya transparencia está el prisma en que laten las bellezas del universo. Espíritu rico y generoso: quiero aspirar la fecunda idealidad de tu inspirada sabiduría. Óleo celestial del sacramento de la vida, quiero ser tu pontífice y consagrarte a la voluntad y al pensamiento en el milagroso vaso del ensueño. Virgen pureza del agua, alma de cisne, sueño de loto: ven a mis labios, beso de dulce ondina, conforta mi naturaleza con tu vino de luz. Santos anhelos de ternura, generosos deseos de plenitud: ¡Salud a la gloria del ser!

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COPO DE NIEVE Copo de nieve, flor abuela, abuela de las flores. Abuela: madre de cabeza blanca, como un copo de nieve. Flor blanca del cariño de los niños, flor decorativa del jardín de los recuerdos. Blanco final de esas dos blancuras entre las que empieza y acaba la mujer: la virginal blancura de la azucena, y la virgen blancura del copo de nieve. Madre: volcán de amor que la nieve de los años apaga y virginiza; al florecer de la primavera de tus primaveras, te sientes nuevamente madre, pero ya te falta el fuego del amor de los amores. Mas no importa que el tiempo haya cambiado la melodía del nombre de madre, por la palabra hueca del título de abuela. Ya no necesitas títulos de nobleza, porque ya gozas de abolengo de santidad. La corona de estambres de oro de tu edad de rosa, ya pasó a lucir en las sienes de tu hija; pero no es menos hermosa tu corona de hilos de plata, que te asemeja a un copo de nieve. MADRE SELVA Pálidos cirios seráficos, con que las madres religiosas del claustro selvático, alumbran su perfumada oración. Aureos clarines floridos, que rompen el aire con las armonías de su fragancia, anunciando la presencia de las bellas princesas del oscuro romántico castillo, de la vera del jardín. Madreselvas: mujeres que aman en esencia, señoras que saben de caridad, que guardan ,segura miel para la abejilla menestral y abrigan en su seno e los desnudos hijos del gorrión. Madreselva: nombre en que se abrazan dos bellezas: el sentimiento del perfume y el perfume del sentimiento. Selva: armonía primitiva, bondad natural, belleza sin arte, moral sin preceptos. Madre: ser único del afecto puro, del sacrificio sin gloria, del amor sin interés. Selva: almas que se disipan en la penumbra; corazones que se consumen en el misterio: amor del silencio. Madre: anhelos guardados en el blanco corpiño de la veste; congojas ocultas en el negro manto de la Dolorosa: silencio del amor. Madreselva, conjunto de dos madres: la selva, madre de los árboles, y la madre, selva de amores.

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LA ABEJA Virgencita aldeana, que va de fantasía con refajo de terciopelo y alas de tul. Rauda navecilla que surca veloz el mar ambiente, por los puntos ideales de un camino imaginario, tomando carga de ricos materiales en los puertos aéreos de la flor. Experta rutinaria. Exploradora de prados y jardines. Maestra de la geografía de las flores. Religiosa de góticas abadías. Defensora de señoríos de encantadas ciudadelas. Esgrimista del ardiente estilete fórmico con que cura sus mieles y castiga las ofensas. Urdimbre de la inteligencia orgánica del instinto. Célula del cerebro de la colmena. Genio silvestre, del espíritu de la previsión y del ahorro. Obrera de la miel hiblea y de la cera seráfica. Moralista sin códices. Laborera en la oscuridad, cuyas obras nos dicen: -Malhaya la lengua mentirosa para cifrar el bien; que ni la luz se precisa pera la buena obra, porque el empeño, es mudo y nictálope el querer. Apiladora de oro nectarino para su reina, para sus larvas, y para su zángano honorario: el mercantilista rey de la creación. Abeja: hermana de las ideas, abejas del pensamiento que recogen la gracia de la belleza para hacer miel de luz. Humanidad, vieja sibila, tú que lees en tan grandes libros, acerca tu oído a la colmena que suena como una caja de música de alas.¿Oyes?¿Entiendes el alma de la abeja? - ¿Percibes en ese rumor del instinto la revelación del edificador y generoso socialismo de la naturaleza?

LAS HERMANAS GOLONDRINAS Era el caballero Francisco. El caballero sin fantasía, el de la armadura de jerga, el descalzo caballero. Sin mancha de dolo, sin tacha de interés. Su Dios un crucificado; su dama la humanidad. El más valiente caballero: el caballero Francisco de Asís. Era el campo, la montaña o el poblado, que lo mismo eran, todo campo, para sus aventuras de pobreza, para sus heroísmos de

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caridad. Con su palabra, que era flor de piedad y manantial de amor, arengaba el buen caballero a timoratos escuderos, que tenían miedo al valor de ser humanos y a la hidalguía de ser buenos. Escuchaban los neófitos, como viejos niños, y el caballero les hablaba con candor propio a su inocencia de pecadores. Posadas, no sé si en viejo alero, blanco campanario o agria breña, unas pizpiretas golondrinas, oían también el ardoroso platicar, con notoria irreverencia y falta de seriedad. Inquietas y bulliciosas, cuchicheándose , decían: - Cuentos, cuentos. Locuras del buen señor. El varón virtuoso, que había entendido a Dios, y que ya había hablado con el lobo, tenía inteligencia con grandes y pequeños. Oído el secreto, que no hay misterios para la luz, el caballero Francisco, que como santo era bueno y como caballero cortés, dirigiéndose a las bullangueras avecillas, les habló de este modo: Hermanas golondrinas: no es de hembras honestas insultar a un caballero; honrad mi palabra, tomad conmigo esta bendición que brindo a vuestra salud, y servidas seáis de vuestro vuelo. Las golondrinas hicieron unos pucheritos; inclinándose a la unción de la gracia, tomaron el retazo de bendición que les tocó por cabeza, se santiguaron con cualquier ala, que no saben dónde les cae la diestra, y se echaron a volar, a volar... bajito como el interés; a volar... altísimo como el amor. Benditas las hermanas golondrinas. Son aves de paz; no riñen vida con el hombre, no dañan en el campo, no zorzalean en los huertos, no pican la uva, no roban miga al pan. Son aves del cielo: patria infinita, donde la senda es ancha como su extensión azul, donde no se disputa el sitio, donde no tiene nombre el lugar. Bien hayas, hermana golondrina, para decir al hombre: - Aspira al cielo; sea tu alma libre como mi vuelo, y tu vida como la mía: honradez y paz. ORACION FINAL Madre Naturaleza, óyeme con la perspicua mudez del sentido óptimo de tu inconsciente sabiduría. Cuando mi cuerpo vuelva a tu seno de tierra, y con los despojos de

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mi vida nutras los gérmenes de otras existencias: trasmíteme a la perfección, no me alejes del bien, no me separes de mi amada, la Belleza. Guárdame de los vientres que se arrastran: no me hagas culebra. Líbrame de los vuelos execrables: que no me agite en sus alas bestiales el vampiro. No me pongas en el pigmento que jerarquiza las osamentas humanas: No me destines a. los glóbulos rojos de los odres de la guerra. Deposítame en la vesículas de la albura, disuelve mí polvo en la clorofila con que esmalta les frondas tu pincel de cristal. En mi nueva vida, apártame del ritmo de la sangre y conságrame a la silenciosa ascensión de la savia. Madre Naturaleza, vuélveme árbol. Y seré puro y bueno como esos seres imperturbables y sencillos, y como ellos sólo amaré la luz, y no tendré otro deseo que el agua clara, y vistiéndome de mí mismo, miraré en mi corazón con mis ojos sin pupilas, y en la silenciosa poesía del paisaje: en vez de pensamientos daré flores.

PRIMO CASTRILLO N. 1896.- Primo Castrillo es un caso asombroso. A los 46 años escribe los primeros versos en Port Chester, donde ha muchos años reside, cerca de Nueva York. Sus libros contienen alta y vital poesía. Pictórico, lírico, angustiado y luminoso; terrígena a la vez que universal, Castrillo se ha situado en los primeros planos de nuestra poética de hoy. No se puede decir que su poesía sea poesía pura, porque sus elementos pertenecen al mundo real y material; pero sí es poesía absoluta, porque en Primo Castrillo todo es poesía. Obras: “Valle y mundo", 1947; “Hombre y tierra", 1958; "Raíz y tiempo", 1960; “Ciudad y selva", 1961; y "Kantutas", 1963. SICURI Bombo, tambor y platillo, carraca y timbal. Bailando esto Rosendo Mosquera, alias el Macho Rose.

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Cholo macanudo baila. Baila su calle, baila su plaza, baila el férvido amor de su pueblo y bailando corta el silencio de cada patio en cuatro esquinas de alegría Hombro, espalda y pecho. Soplo de huracán en la zampoña. Badajo borracho en la campana. Uva de cuatro viñas en la plenitud de la copa y centella de cohete buscando la trémula boca de la luna. Cholo macanudo baila. Entra, sale, desliza... Ahinca y profundiza con la punta, con la punta, con el taco, con el taco, con el potro de su cuerpo, con el mulo de su codo, con el buey de su puño, con el jabalí de su nuca. Baila un sueño, baila un mundo... baila los caminos de todos los vientos, baila los recuerdos de todos los años esparcidos entre las arrugas de la llanura. Bombo, tambor y platillo, carraca y timbal. Bailando está Rosendo Mosquera, alias el Macho Rose. Cholo macanudo baila...

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- ¡Qué cholo más guapo y rudo, compadre! Hay un lirio de cada techo en su garbo de vicuña. Hay un corazón de cuatro quimeras en la jaula de su pecho. Hay un clavel de Sorata en su ritmo de totora. Hay un gusto a niño y pan de sol en el gesto de su boca y su alma es un Illampu ebrio de azul en las ondas del Titicaca. - ¡Yérguete así, cholo macanudo de mete y saca! Zampoña hembra y zampoña macho, siete suelas de Santa Cruz y un ventarrón de Oruro. - iDale así, cogollo de oro florecido, cimborrio de plata, corva, nuca, puño y corona, con la cadera, con la cadera, con la yunta del lomo y con la cabeza, con la cabeza, hijo de tu padre, nieto de tu abuelo, padre de tu hijo y mamá de tu baile! Bombo, tambor y Platillo, carraca y timbal. Bailando está Rosendo Mosquera, alias el Macho Rose. Cholo macanudo baila. Baila su calle, baila su plaza, baila el férvido amor

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de su pueblo y hallando se va por la bocacalle de la siempreviva …………………………………………… Cholo macanudo baila en el extramuro del silencio. Ventarrón del páramo corusca una manzana en el cobre, de su mejilla. Luna de medianoche platea el polvo de su remolino y una hoz afilada de sombras azabache está velando su baile y el ritmo de la vida en el apogeo de su corazón. FORMULA Exactitud. Tiempo limitado... Camino que no se conoce más allá del recodo. Ondulación de tierra morena. Distancia… y horizonte siempre lejano para los árboles que huyen de mí. El cielo exalta la blanca espuma de una orilla El viento resume `todas las fragancias del campo en una sola ráfaga de amor. El sol hila un hilo de oro en el contorno de la sombra. Exactitud. Número concreto... Número…Cada racha de luz, una velocidad encerrable en fórmula de guarismos. Cada vuelo de pájaro,

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una distancia diluida en pequeñas olas de instantes blancos. Cada paso mío, un latido en horizontal, un fragmento de pasado sin retorno, un olvido tan diminuto y exacto como la ecuación donde entra la edad de un insecto o la edad de una montaña.

VOZ DE AIMARÁ Esas almas de narices torcidas, esos corazones en cuadrilátero carmesí, esas bocas de risas fingidas, vuelven por mí, pasan por allá, pasan por aquí. Mil veces los he visto pasar por este umbral de mi puerta, con los mismos ojos saltones, los mismos impulsos, los mismos tizones en sus puños de blanco guante. Cuando vienen por aquí esos hombres de aire arrogante siempre llegan de mal ceño a mi casa y como hurones buscan y rebuscan por todos los rincones mis anhelos, mis esperanzas, mis ilusiones.

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Y si no los hallan cortan a una rosa que tengo guardada, como un tesoro frutal de mañanas, y me la devoran de canto a canto con una saña que llena de espanto a las cobijas, a los adobes, a las campanas. ¿Por qué no toman el camino del sudor donde el brazo hace florecer el campo? ¿Por qué vienen por aquí y por aquí esas almas de narices torcidas, esas bocas de risas fingidas, 'esos corazones en cuadrilátero carmesí? ¡Mujer, cerrad la puerta! Yo no quiero verles más. Yo no quiero oír nunca más esas roces de trompeta en sordina de medianoche. Ganas me dan de gritar bajo la garra de la impotencia. Ganas me dan de llorar... ¡Mujer, cerrad la puerta! Cuando yo sufro sufren los pajonales. Se rasgan los ojos las piedras y los canchales y se despojan de su vellón las vicuñas. Cuatro siglos de salvaje rencor me queman sin tregua las entrañas. Uñas de mil dedos iracundos me desgarran el pecho y caballos con heridas mortales me hincan sus dientes agónicos de dolor.

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Pero yo soy aimara yo no Iloro. Yo no lloro aunque vuelvan por aquí, por aquí y por aquí esas almas de narices torcidas, esas bocas de risas fingidas, esos corazones en cuadrilátero carmesí. EL JAZZ El bombo anuncia un MUNDO NUEVO en el ámbito del tabaco voraz. Tergiversa el tambor la historia sutil de un pensamiento y envuelve una teoría en galopar de caballo, caballero y viento. Borda la flauta una simple armonía de astro en el rastro del crepúsculo sumergido en las ondas del río. La trompeta empuja una pena estelar en el amor profundo que el saxofón eterniza en su telar. ¡Ay, mi vida! solloza el clarinete, desabrochando su chaqueta de luto. ¡Ay, la mía! responde el trombón desde la sombra orquestal de su soledad. Una mujer abre en cáliz la boca y ávida bebe la copla azul del imberbe cantador. ¿Por qué tanto duelo y revuelo en este valle de consuelo donde el momento brota a ríos del pie bailador? modula el violín, escalando las nubes rosas del piano.

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¡Ay, tú no sabes lo que pasa por este camino breve de la vida! solloza el bombo en su corazón de mundo oprimido por una obsesión. ¡Ah, sí, yo conozco tu palpitación que acumula pasados, acorta futuros y de súbito rompe, con una maza de realidad, el cristal de mis ensueños! replica aplastado el pecho del platillo. La cebra se pone lista de oro, La jirafa una corbata de loro. El oso una boina de papelito. El caballo un pito en la boca. El toro un cuerno en la frente y la gacela una falda sutil de gala y el jazz resbala, resbala… Resbala por el pasillo y el ascensor, por la terraza y el jardín, por la magnolia y la medalla y en el vértigo de la tórrida batalla toma de su altura el corazón y lo cuelga debajo … Al despertar el alba, ala tras ala, el jazz todavía resbala. Resbala y se menea. Suspira y se menea. Solloza y se menea en impulso, golpe, sacudón de palmera, junco, algodón. Hacia abajo, hacia abajo, en arco, tangente, curva y badajo, hasta que todo amanece en colgajo siempre hacia abajo. Siempre hacia abajo de hombre, mujer y tambor, de beso, boca, platillo y sudor.

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EN LOS CUATRO CAMINOS Ahora... esta mañana o mañana, lo mismo da. Un golpe en la puerta será la hora de la partida fatal. Me llevarán a pie, en vagón o en coche cerrado como un cajón, lo mismo da. Está escrito en los libros que me llevarán o te llevarán, ahora... esta noche o mañana, lo mismo da. El mundo está en la encrucijada donde el cuchillo espera al cañón. No hay bosque celoso que me guarde en sus entrañas, ni inaccesible montaña que me otorgue un asilo de amor. No hay llanto de mujer que detenga el brazo de la furia sobre el hombre nacido en este siglo. No hay niño en pañales, ni doncella en flor que encienda calor en el frío corazón del vencedor. El mundo está en la encrucijada donde el cuchillo espera al cañón. Ahora… esta noche o mañana me llevarán o te llevarán o nos llevarán juntos. Iremos a pie, en vagón, en coche cerrado como un cajón o en carretón de hortaliza, lo mismo da...

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MI TIEMPO Mi tiempo se coagula como madera camino de papel o como papel camino de libro o como libro camino de tu mano o como mano camino de tu cabeza para apuntar el punto fijo donde mi tiempo hecho libro planta su turbadora semilla. Mi tiempo de rosa y laurel, mi tiempo sutil y delgado en ágil cintura de viento se escurre como río sediento sediento de beber tragos de mar y sediento de ser nube marina y sembrar golondrinas sobre campos de cielo y retamar y viajar lento... lento... como un barco de vela lleno de niñas rubias y morenas y llegar sobre cumbres de montaña y caer a cántaros sobre bosques de tierra fecunda y encantada y dar sustancia a la raíz para que el tronco sea duro y la madera olorosa y jaspeada. La madera camino de papel y el papel camino de libro y el libro camino de tus manos y tus manos camino de tu corazón para apuntar que allí en sus venas y en su sangre golpean los trigos de mi libro.

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ARCANO En la orilla del bosque los caballos pacen hierbas de blanca niebla. Un mundo de sueño acumulado se cobija en silencio bajo el arcano del puente y un hombre de pura pena reciente ofrece un corazón descarnado en su mano de fraterno saludo. Flotante la cabellera como una nube de cóndores surge la cabeza del fondo oscuro de los dolores. Un sillón violeta recibe con amor el impacto tibio del cuerpo verde y una cara pensativa de ojos amoratados hunde su meditación en lo más nocturno de la cabellera. Un pájaro azul de primavera picotea el pecho tornasol de una paloma y un regazo celeste abre un lecho de espuma para acallar un llanto del niño. Un busto de blancos pechos asoma su contorno alucinante a un inmenso balcón sin ventana y una ventana sin casa yace en la orilla del río sin nombre. Un azul de mapa y una semiluz de eclipse lunar envuelven de misterio el torso de la mujer en el acto final del drama. La cara en meditación

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es apenas ahora una pena esculpida en el hueso de mi vida. Pero... la sonrisa de amor en la tarde de su boca y el azul del dolor en la noche de sus ojos viven todavía la vida que fue y ya no es. INVISIBLE ¿Dónde está esa palabra invisible? ¿Es tal vez el espíritu humano perdido en el Universo diseminado en el Universo buscando un nido pequeño en el corazón del hombre o es el hombre hecho semilla flor y fruto, o es la voz del fruto hablando al hombre del gozo de la semilla de la dicha de la flor del júbilo de la mañana cantando por todos los vivos orando para todos los muertos?

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¿QUE SERA? ¿Qué será? Será acaso el múltiple anillo ahorcando el tallo de la rosa. Será acaso desamor... o quizá simplemente la perdición destruyendo belleza de golfo ajeno. Será acaso la maldad con la piedra en la mano y el cuchillo en los ojos. Será acaso el cuerpo harto de placeres midiendo y juzgando el sol y la luna la ola y la flor en términos de pesos y centavos. Será acaso el alma enterrada en un átomo de la masa tan llena de riqueza y opulencia. Será acaso la vida huyendo con arcadas en el vientre y sabor de limones podridos en la boca y dolor en los ojos de ver tanto múltiple anillo ahorcando el tallo de la rosa. ¿Qué será? Será tal vez el triunfo de la noche sobre la agonía de la tarde sangrando en cúpula de campanario. Será tal vez la risa ancha y brutal o será tal vez la mirada salvaje del bárbaro sentado sobre cumbre de metal. Será tal vez la satisfacción de haber devorado un buey bebido un tonel de vino ensuciado la boca de siete mujeres o será simplemente

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ese pito de niño en boca de adulto con nueve años en la copa del sombrero. ¿Qué será?... Será acaso el múltiple anillo ahorcando el tallo de la rosa o será tal vez un clavo, un pulpo vestido de lirio y cordero o será el lobo de nuestro siglo derramando sangre de hombres sobre escombros de templos asolados comiendo salud de niños sobre restos de padres agotados bebiendo juventud de madres sobre huesos de abuelos enterrados. ¿Qué será?...

NOCHE DE PAVOR ¡Ay berraco, barracuda, barracón! En aquel rincón... ¡Dios mío! .. en aquel rincón grita escondido el negrito Stanley Ramón. ¡Ay berraco, barracuda, barracón! Lo buscan al negrito blancos armados de odio, soga, cañón. ¡Ay Dios mío! que el negrito se haga más negro que el rincón para que los blancos no sepan dónde descargar su odio, su cañón. ¡Ay berraco, barracuda, barracón! De rodillas ante Ti reza el negrito Stanley Ramón. ¡Señor del Gran Perdón! no te pide que le hagas blanco armado de odio, soga, cañón. Sólo te pide con fervor que le hagas negro más negro

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que la sombra negra del rincón para que los blancos no sepan dónde descargar su odio, su cañón. ARBOL -El tiempo... es un carpintero borracho y enamorado. Con un serrucho bien amolado tus lindas ramas ha cortado. Ahora, ocupado está con el tronco mismo de tu hermosa trabazón. Rodarás pronto valle adentro, resonando por última vez como todo árbol maduro y caído. De tu follaje de tu sombra de tus flores de tus frutos no quedará en la montaña más que un recuerdo fugaz para los pájaros... si recordar saben los pájaros. - Sí.... valle adentro rodaré como todo árbol maduro, centenario... Pero el Tiempo... como todo carpintero borracho y enamorado no sabe qué semillas dejé en la montaña para cada día del calendario. Tampoco sabe el Tiempo... que de mi tronco un Picasso visionario esculpirá un Cristo coloso y legendario. Un Cristo coloso... caminando certero y lento: erguida la cabeza, de llama viva los ojos

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apretados de cólera los labios y el puño crispado tan grande... Tan grande como un Chimborazo en actitud de romper de un puñetazo la hedionda risa en; la podrida boca del MUNDO.. .

CIUDAD Estoy como perdido entre muchedumbre de empuje y algazara que hormiguea en la ciudad buscando y buscando su identidad. Perdido como brizna de paja en campo de trigo segado. Sosegado y sin alarma corro la vista sobre tantos ojos y corazones en palpitación sobre tantas bocas de secos labios sobre tantas voces que tal vez buscan una nueva lengua para cantar y preguntan sin preguntar y sufren sin saber que sufren y mueren sin saber que mueren. Cae la noche... y la luna iza su disco de agua en el dedo gordo del pino. Surge una estrella sobre la torre ...una sola... y parpadeando como ojo sin sueño mira a la muchedumbre confusa y apretada que de reojo cambia miradas, frustraciones, tristezas, desdenes...

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Estamos en la noche de la confusión. Confuso... confundido vagabundo camino sin rumbo en busca de una salida. Pero en cada salida vibra vértigo de muchedumbre rumorosa y exasperada. Sin exasperarme salto la valla de las rosas y me veo libre en campo de otra realidad. Realidad libre sin muchedumbre. Realidad mía con dolor en el pecho donde las rosas con ser tan hermosas me cortan heridas con sus espinas. La torre vuelca horas y campanas en la catacumba de la calle y afina la ansiedad de la multitud hasta darle resonancia de tímpano, violín y tambor. El eco, en rumor reacio de teléfono me golpea los oídos me hace más consciente de mi ser y se aleja tierra adentro mientras camino yo hacia la mar envuelto en celaje de distancia y bañado en fragancia de lontananza. De repente... una sombra... una voz y el regocijo infantil de encontrarme con mi propia persona. Le reconozco por la cara triste y por el bolsillo sin fondo rebosando amor, fe, esperanza... Anhelante… le estrecho la diestra ganadora de pan y con toda la voz ancestral de mi océano interno, le grito: - ¡Huyamos por allí... !

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SELVA La selva duerme en el sopor de la cálida noche. En la quietud del aire no tiembla ni el sueño leve de la mariposa. No se oye rumor de hoja en caída ala despierta o crepitar de hierba pisada. El sueño embarga al roble copudo como al trébol dulce de la aguada, a la fiera de garra afilada como al grillo moroso de la sempiterna guitarra. Duermen los ríos, sueñan los lagos, acallan su llanto los sauces y el silencio... es un resorte apretado en el rosal del huerto como en los nervios del hombre soñando despierto. FRAGANCIA Fragancia de sombra y distancia viene con las olas se va con el viento. Fragancia abierta como la que exhala la huerta apenas, despierta. Amo esta fragancia que penetra hondo como olor de madreselva o sencillamente como la fragancia que tú dejas al cortar aire con tu donaire de oro y jazmines.

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Fragancia…eco de fragancia... como la que va, toca y vuelve a remozarse y a vitalizare en las rosas y rasos de tu elegancia. Elegancia cultivada con agua , sol, aire, verdín. Fragancia de vaso frágil, ágil como salto de cascada o como roce de beso apagando embeleso de festín. ARENAL Habrá orilla de césped maduro y lengua de mar lamiendo guijarros de arenal. Habrá niño descalzo y mujer desnuda derramando arena entre sus muslos y habrá hombre de pelo en pecho sin arena, alga ni coral buscando trecho para cavar un lecho de esperanza. Sin tardanza, el niño será una rosada teoría... y la mujer, una guitarra buscando pecho y brazos de hombre para cantar y sollozar su amor: - No me hieras tanto... ni me digas que las gaviotas son ilusiones rotas. No me hieras tanto ni me digas que el mar no tiene ojos ni las olas llevan en sus ojos ojos de amores que cayeron en el fondo del mar. No me hieras tanto con sólo mirarme derecho.

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Mírame... si quieres pero guárdeme en la sombra de tu pecho y arranca de las cuerdas de mi corazón un latido que sea confesión un latido como palpitación de mar enterrando ecos en boca de coral. Un latido... como el tuyo... devorando las luces de mi razón. CABRERO Aire de niño verde soleado por el sol azul de la roja montaña. En la entraña verde plata de la cabaña parpadea, lumbre cansada. Sentados en el umbral de la puerta padre y niño miran el blanco nocturno de la nevada cordillera. La noche aprieta sus tuercas de oscuridad y hace resaltar con claridad el brillo de la lumbre cansada. Aire de niño verde... y padre de viento morado, sentados en el umbral de la puerta hilan entre sus dedos brisas de horas invisibles. Olvidados parecen ambos seres de aire y viento en la puerta maternal de la triste cabaña. Pero en. la roja montaña amigos casi humanos son el perro y las cabras.

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El perro y las cabras y las flores de los; cactos y los olores de las retamas y los loros de la mañana y la luces de los peñascos y las sombras en el fondo del valle y los venados de la cumbre tienen algo de oloroso a misterio de mundo primitivo a vida de niño verde a vida de padre morado en estado de viento soñoliento, cansado. PAN Pan… que allí está en la canasta cantando en moreno caliente. Pan dorado, sabroso, rico. Trigo de oro hecho círculo y terrón blando con cara buena y contenta que nos dice: ¡comedme! Pan… que nos llama y nos invita a tocarnos el vientre y a pensar en el mordisco feliz que nos llene la boca con el placer de que el pan está con nosotros. El pan de la canasta nos mira nos quiere y nos desea. No entiende por qué no lo tornamos cuando nuestros ojos nuestro diente y nuestra hambre le dicen:

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Cómo te quiero y te deseo cómo sueño con la mejilla morena de tu hermosa cara de luna llena. Pero no te tomaré nunca pan mío y pan ajeno. No te tomaré jamás de esa canasta que no es mi canasta. Mi canasta es el hueco de mi mano y el hueco de mi mano es canasta de ilusión que sólo lleva pan de viento pan de esperanza. Pan... que allí estás en la canasta cantando en moreno caliente. Mira... cómo te miran y te siguen los ojos del niño. Mira... cómo te vigila el soldado para que de seco te arroje tu dueño al basurero. Pan... que no darás energía al hombre que te desea ni darás solaz al pájaro que te busca ni alegría al niño que te clama y llora. Una migaja tuya... una migaja para el niño que llora una migaja para el pájaro que canta una migaja para el hueco de mi mano que sólo lleva pan de viento pan de esperanza una migaja, una migaja, una migaja... El soldado acaricia el ombligo de su pistola: -Ni una migaja pal niño que llora

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ni una migaja pal pájaro que canta ni una migaja pal hueco de tu mano, ¡poeta inútil! migaja y toditito es del señor amo que no quiere el pan pa comer, sino pa vender, pa vender... y si no vende pal carro basurero y de allí ¡zas! al quemadera onde ya no será pan, sino ceniza. -Si la hambre canina os muerde como un jabalí id al horno basurero y comed la ceniza...

EL MAR CANTA MI SUEÑO Mar en el fondo arena en la costa salitre en el litoral... galopa la cabalgata lejos del mar. Cada jinete lleva en sus entrañas su pequeño mar interior y en la sangre su pequeña canción de cuna de inolvidable infancia frente al mar. Galopa la cabalgata hacia tierras ignotas de leyenda y de misterio hacia valles de rosas y uvas hacia techos de rojas agonías hacia muros de blancas muertes. Galopa la cabalgata lejos del. mar. Tiene de fondo las vértebras del Ande. Tiene de ensueño el azul del lago. Tiene color de esperanza en el llano, en el yunga en el oscuro silencio de la selva en el luminoso tambor de la Meseta. Piafan los caballos en los blancos patios de La Paz.

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Se confunden con el grito de las calles can el cerezo de los cerezales con el coro y el salmo de las catedrales. Tambor, abeja, cisterna... sueño... Sueño grande frente al titán del Illimani. Sueño inmenso de liquido panorama. Sueño huracanado de cóndores visionarios. Galopa la cabalgata lejos del mar. Le acosa nostalgia de lontananzas de calas con hervor de pájaros de carne de yodo, de espuma, de coral. Le acosa hambre y sed de navíos rompeolas y tripulantes. Hambre y sed de pensar en lenguas nuevas amar mujeres costeñas conocer gentes extrañas de pecho tatuado y manos cuadradas. Verse cara a cara con lobos marinos rostros de aventura poetas en exilio, y acoger calor de amistad de todos los climas y latitudes. Aun más, quiere ser navegante vestido de auroras y crepúsculos y pescador libre como los pájaros y lleno el alma de horizontes pescar de norte a sur sueños, canciones, peces vitales que son los panes más nutricios del mar. Mar de encanto, de mito y de poesía. Inagotable tesoro de vida palpitante. Madre de la luna y puente liquido de grandes éxodos e inmigraciones. Mar que en sus entrañas incuba montañas de silencio y en silencio recoge silencios azules

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que caen de los espacios puros como un llanto de niños y estrellas. Mar bronco, mar de ansiedad esfinge fluyente de misterios indescifrables dice cordial... voluble se contradice y tenaz vuelve a decir su historia y promesa de frutos a los oídos unidos de hombre, pájaro, piedra y viento. Incesante hojea verdes infolios de orígenes y auroras del mundo. Incesante hace y deshace páginas de memorias y fechas olvidadas en millones de noches acumuladas. En paz, en querella, en combate el mar canta... canta mi sueño... Aun construyendo y destruyendo en su laboratorio de cavernas y ojos en su dédalo de células en palpitación el mar siempre canta como si toda obra de creación necesitara para tomar forma y verdad el soplo misterioso de una canción. Galopa la cabalgata lejos del mar y el mar canta... canta mi sueño... y su canción antigua y milenaria es a la vez nueva y eternamente renovada. Tiene edad de insecto con ser tan inmenso en su soledad. Tiene hora de astro año de galaxia con ser tan pequeño en su movilidad. Mar dulce, mar de miel, mar de leche. Mar donde maman luz los ojos azules y comen y beben las pupilas verdes y tienen su vino y religión los torsos negros los vientres amarillos las rojas barbas

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los pómulos de cobre. Mar -músculo como el hombre que nutre su sangre de montañas. Mar -montaña ...parpadea azules eternidades y envía vientos salados cargados de semillas y empujes de vitalidad. Despierta niños y enciende poesía en los pechos de los hombres. Hace palpitar cinturas de mujer con hambre de brazos, canastas, peces. Mar fuerte, irresoluto, abstracto bifronte, testarudo, bisexual. Galopa la cabalgata lejos del mar y el mar canta... canta mi sueño... como si su canto fuese mi vida, mi luz, mi salvación. Aun bebiendo escarchas de luna y devorando odios e injusticias huesos, sangres e hipocresías siempre canta. Cada ola de su eternidad es una garganta de angustia... de esperanza... -mi esperanzagolpeando canto ronco de siglos contra puertas y aldabones de milenio. Mar dulce, mar de miel, mar de leche. Ovario de ansiedad y célula germinal de silencio, drama, palpitación. Tímpano tenso de radar y gran oído de la tierra todavía escucha en el barro vital de su lama rumor de navíos fantasmas y tremolar de banderas tricolor en mástiles de verde viento.

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Mar de amor, mar de esperanza. Mar que hizo cantar a Camoens y colmó de promesas doradas y mundos verdes los sueños y visiones de Balboa, Magallanes y Colón. Mar de paz... Pacífico azul como una ilusión espera sin jamás olvidar con su implacable tiempo de mar que en un claro de madrugada volverá a ser pulmón de montaña y brazo de Illimani extendido mar adentro con un saludo fraterno, mundial. COPLA DE SAN ISIDRO Del valle brota la voz del mirlo. Del monte bajo la luna y por el llano trota el mulo negro con don Ignacio a cuestas. En el horizonte un árbol es un abanico de viento. En la orilla del río un buey amarillo es un sueño de lunes muerto. Don Ignacio lleva una copla de San Isidro en el corazón un recuerdo de Potosí en las espuelas un clavel de Chuquisaca en el ojal de la chaqueta verde.

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Don Ignacio va hacia Cochabamba por la ruta olorosa a lluvia. Lleva canela en las alforjas para Santiago y una cruz de romero en el sombrero para salir de la montaña y entrar en el amor de la vega. Del valle brota la voz del mirlo. Del monte baja la luna. Don Ignacio está ya lejos del árbol que en lontananza es un abanico de viento. Se oye la copla de San Isidro y el llanto desolado de la guitarra. Cae sedienta la noche y se bebe la copla y se bebe a don Ignacio y se bebe al mulo negro. La noche está ahora tras de mi llena de don Ignacio y la copla de San Isidro.

ANTONIO AVILA JIMENEZ N. 1898.- La voz más pura de toda la lírica boliviana. Más aún: es el poeta puro, por excelencia. Su poesía está hecha, entre otros elementos inasibles, de soledad; de la visión crepuscular de las cosas, a lo Samain; y de la “musicienne du silence", a lo Mallarmé. Entre brumas azules y penumbras, el silencio le muestra sus misterios. Se puede afirmar que este poeta y su poesía escapan a las definiciones. Para los que miran sólo el sobrehaz de las cosas y se detienen en la fachada, poco dirá la poesía de Ávila Jiménez porque es “romance para violines", habitado por un inmaterialismo

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etéreo; menos aún la comprenderán quienes en la poesía buscan versos-discursos, proclamas e imprecaciones. Autor de "Cronos”, 1939; "Signo", 1942; “Las almas", 1950 y “Poemas”, 1957. BRUMA Las chimeneas en suspiros enormes, desahogan la pena de las fábricas ha llovido en los ojos a ha nevado en las almas. DE LA CONCIENCIA VEGETAL Los árboles talados a flor de tierra sufren en el silencio de los crepúsculos, sufren al mediodía y en las auroras… los árboles truncados en su vehemencia son las venas abiertas de la tierra… ATARDECER Pupilas fijas... cielo, gris… lamparitas de aceite… goteras: ranas de luz!... barcos: cofres de mil ausencias.

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COMPRIMIDO DEL TIEMPO A la luz de mi lámpara la lluvia teje su red. con un ritmo cansado las boyas luminosas hacen señal de adiós. paisajes de agonía se tiñen en los ojos y en las manos unidas se mueren los olvidos. PUNA Chichisbea la paja con el frío amortajando de quietud la pampa. CAMPESINA Llevan las cinco del alba cascabeles de cristal; cinco estrellas -cinco niñasvan recogiendo la mies… en el paisaje opalino el indio, el perro y el buey y en la casita trigueña la quietud.

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CUARTERO DE DUSSELDORF Adioses en los siete dolores de la noche... ausencia que refleja su imagen en la redoma del vacío... la palabra monótona y secreta que repito el silencio… la ausencia y la presencia en los polos opuestos de mí

EL DIA ESTA NUBLADO El día está nublado; la luz en el visillo es un poema de verlaine.. . vístete con tu traje de bruma… me escuchas? he tocado tus manos no sé en qué lejano pensamiento. ni vienes cuando llueve... he visto tu sonrisa tras las gotas de lluvia... el día es un poema de verlaine...

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MORELLA Morena viene en las noches de las lámparas azules! alta visión de misterio; cuerpo esbelto sin substancia; morella es niebla en "el mar" un sueño de debussy... cuando las aves nocturnas callan morella dice el secreto sin palabras de las cosas que serán siempre ignoradas... es su cintura de luz anillo de mis vigilias; es su mirada de sombra signo abstracto de mis horas... y sangre de luna tibia tiene morena en las venas y cabellera peinada dos jóvenes difuntas... morella viene en las noches de las lámparas azules... HE LLEGADO POR FIN He llegado por fin de llovizna a tu país de silencio, y de soles remotos... he llegado a las puertas de la palabra sin nombre,

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a la vera de tu nombre: mariposa azul en noche clara! ¿acaso fuimos algún día de brumas dos sombras en la pena de los campos? di: ¿fuiste tú o fui tan ego yo? GENERACION ¡Quién dice de le nocturna simiente de las ventanas sin luz! de los ojos lunares de las fontanas mojadas por almas líquidas... de los limbos celestes de la locura de tu voz, redoma armónica de los amaneceres... de la nuca del tiempo a medias sepultado, boca abajo, en el cosmos. libélula tallo brote de incertidumbre con cruz de lustros idos. el ternes del origen atraviesa tus venas. es comba de seres tu vientre enraizado en el futuro.

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PRIMAVERA Lente de los recuerdos en el pétalo de la rosa silente. hay ventanas abiertas a la alegría y ventanas que guardan recelosas las alcobas donde crecen los niños macilentos... los pinos perfuman los senderos! mensajes taquigráficos nos vienen de los grillos y cruzan las palomas bajo el esplín del sauce... FRAGMENTO DEL QUINTETO DE SCHUMANN Gárgolas de mármol negro al vértice de dos días. urna fantástica el bosque: recinto tibio de grillos. espectro de los luceros en las luciérnagas mudas. brazos en cruz de los muertos al borde de los caminos... tormento blanco en el lecho donde agonizan los niños! hay párpados cerrados en las tumbas y hay una voz eterna en el silencio

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MI PAIS Astas nevadas de ciervo; montañas: cúspides blancas; ventiscas de color rosa en el azul de los campos. enormes mares de sombra son las noches estrelladas y un lente de telescopio es el lago entre las cumbres. es mi esencia la conciencia telúrica de sus campos; de sus llanos, de su horizontes blancos; de sus palmeras que beben ansias en copas azules; del torrente de sus ríos y el zumo de sus naranjos! LOS CISNES NEGROS DEL ALMA Los cisnes negros del alma cruzan lagunas de llanto. en las manos alargadas florecen albas nostalgias. un pino de agujas finas engarza sombras de espanto... desde un grito en la tiniebla surge el alma a las pestañas... la angustia oficia rituales en párpados de magnolia… yo sé decir la romaza cuando se apagan los cirios.

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HAY LUZ DE ESTRELLAS MUERTAS Hay luz de estrellas muertas y miradas de muertos... lamentos de bestias y de rocas; ideas sin, palabras; silencio le solitarios aves y días plenos de mortal trizteza.

JAVEL Erguidas las chimeneas; humo gris y. cielo gris... un barco leva sus áncoras y extraño rumor tramonta de pretéritas regiones. el bosque duerme su siesta de lluvias y de ventiscas y los molinos del viento son rondines en los campos del esplín. en las barracas hay tedio y hay un poco de miseria bajo el cielo de parís... mañana será lo mismo cuando mis ojos no estén; erguidas las chimeneas humo gris y cielo gris…

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SINTESIS Resumidas ausencias en los pinos... olor de muerte tibia en las manos medrosas... luz en los astros y sombra en los aleros de la eesa dormida en el paisaje... en las tumbas, los seres pensativos... clamor en las campanas de la duda... carne de guinda y vuelo efímero de mariposas verdes... LA NIÑA Y EL ARPA Los ojos de los lagos tienen misterio como los ojos mismos de la niña que toca el arpa maduras lejanías en el pretérito tiene el horizonte de sus pupilas . quién diría en la sombra de las ojivas las pequeñas palabras de les tardes de lluvia al vibrar de las cuerdas en las manos ausentes de la niña que toca el arpa... detrás de sus cabellos indefinibles la música de siglos junta las manos!

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A GENEVIEVE Frasco de luz pupila de la tarde arpade los misterios recogida… voz de laurel florecida en el regazo austero de la noche sonámbula... mi soledad nimbada te presiente pequeñita y lejana como almendra en el alba! los marea han peinado su cabellera azul para pensar en ti y mis montañas que son tuyas se han erguido para mirarte! ausente más que la ausencia más remota que orión y más cercana que mi propia sangre! EL MISTERIO Desde tu bienvenida hasta tu pesadumbre desde tu voz ausente hasta tu voz de rosa desde tu noche blanca y sin recelos hasta tu mirada de golondrina transitoria desde un dintel del limbo hasta tu madrugada...

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desde la muerte austera hasta tu vida trunca desde mi pensamiento hasta tu pensamiento está el misterio de los troncos el misterio del agua de las lluvias el misterio de las pupilas sumergida en ánforas el misterio pensante que divaga en las frentes... el misterio de la verdad remota en la mirada sin tiempo de los ojos de cristo… BARRO INÚTIL Me iré al fin sin brazos y sin pies! con los sueños inútiles con los huesos inútiles y sin pupilas inútiles los hitos como inútil el barro! y la frente vehemente y los deformes cisnes y la voz de todos los confines y las estrellas mudas y el sol incandescente y tú... y mis manos azules y la celeste forma de mis sueños... y la vivienda humilde y el cerrojo y todas las auroras

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y la pena y la santa alegría y el motivo sin luz y la verdad.

Y UN SAUZ… Mi propia hoguera calcinará mis huesos cuando se cumpla, la señal y todos los caminos recorridos bajo todas las nieblas y loss fríos se quedarán ausentes y todas las congojas se harán cristal dentro de todos los tiempos y dentro de dos olvidos y dentro de los recuerdos angustiados de los seres pequeños... si hubo luz no la habrá si hubo sombra tampoco y el silencio, no será, ni siquiera silencio...! yo sé de todo esto: una tejo rosada en la casa y un saúz y un saúz… mi vida es una herida celeste en la fontana…

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OCTAVIO CAMPERO ECHAZU N. 1900.- Impregnado en las esencias de su natal terruño, Tarija, ha escrito una poesía sensorial, grácil y llena de aciertos, de un García Lorca incorporado a la poesía chapaca en cuanto a símbolos, manera y técnica se refiere, pero conservando avaramente la esencialidad del patrimonio de la tierra propia. Se le considera uno de nuestros mejores poetas vernaculares. Ultimamente ha ensayado otras maneras y otros tonos, más graves y solemnes. Obras "Amancayas”, 1942; "Voces", 1950; “Poemas”, 1958; y "Al borde de la sombra”, 1963. AMANCAYA... Amancaya, amancayita - lámpara de la alborada -, en tu cáliz una estrella se ha quedado rezagada. Ya en los ojos de los bueyes - pozos de paz de la casa -, amancaya, amancayita, despierta la madrugada, y la vida en los corrales ordeña leche de vaca. Amancaya, amancayita - primera copla del alba -, no hay mocita que no lleve tu perfume en la garganta, cuando te cuelga en su oreja por confidente del alma. Amancaya, amancayIta - frescura de la mañana -, cántaro al hombro, las mozas se van al río por agua, y en el aire flota un limpio olor de ropa lavada.

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Amancaya, amancayita - urna de esencias chapacas -, ¡bendita sea la tierra que te nutre con su savia! DE CAMINO Con un temblor de aguacero - perenne son de mi patio -, me despidieron al viento los pañuelos de los álamos. (Ya el alba azul se iba en sangre picoteada por los gallos.) Y me fui por el camino de tus pagos, desgrane que te desgrane una mazorca de cánticos... Mediodía. Por la cuesta iba a gatas mi caballo, bajo el resuello de fuego del verano. Con los brazos polvorientos tendidos al cielo raso, en rogativa de nubes se retorcían los cardos. ¡Ni la sombra de una nube! ¡Ni la del ala de un pájaro! ¡Ni el rumor de un hilo de agua en las quiebras del barranco! Quieto el sol. Dormía el viento en un profundo letargo, como un chapaco tendido a la sombra de los tackos...

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Y mordiendo sol y polvo yo soñaba con tu rancho; y con el agua de lluvia de tu cántaro, bebida a sorbos febriles en el vaso oloroso a hierbabuena de tus manos. ¡Y velay que te veía con los pies desnudos - gajos de margaritas silvestres en el vado cruzar la acequia dormida bajo el temblor de los álamos! Y correr por los viñedos entre alfalfares morados, propicios para la cita de los amores del campo. ¡Qué deliciosos racimos de tentación bajo el sayo! ¡Y qué vino el de les coplas en el lagar de tus labios!... Después, cayó la tormenta de tu cabello en mis manos... Y en la noche campesina de tus ojos asomaron estrellas humedecidas, como lirios del verano... Pero el camino era rudo y el caminar sin descanso. Con el poncho del sol iba cuesta arriba y cuesta abajo. Caminé todo aquel día, caminé diez años largos; y aún me encuentro en el camino, caminando, caminando...

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PORQUE VAN DIEZ AÑOS… Porque van diez años que dejé mi tierra, ya nadie me quiere conocer siquiera... Es cierto, he cambiado: mi madre está muerta, la casa vendida, y el molle - coplero de notas de pájaros - convertido en leña... Porque van diez años que dejé mi tierra, las gentes me miran con ojos de ausencia. Ayer una moza del campo - ánfora de greda colmada de soles y lluvias: ¡olor de la tierra!, amancaya rosa, que invertida es una lírica pollera -, no quiso conmigo bailar a la rueda, porque van diez años que dejé mi tierra ¡Pensar que yo pude colgarle zarcillos de dulces tonadas de Cella; enflorar con rosas y risas la flor de su oreja; trenzarme a sus largos cabellos color de tormenta, y aventar el trigo de sus sensaciones en doradas eras!... Pero aquella moza, fragante y huidiza como agua de acequia, se me fue con otro, con otro... - ¡malhaya mi sed de querencia! -, porque van diez años que dejé mi tierra.

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NAVIDAD Pastora, la contradanza que tejes sobre la tierra con los pies desnudos, huele a pastos de Nochebuena. Te enlazan dos zagalones, y entre sus manos labriegas - arbolito de diciembre – tu talle se balancea. Detrás vienen seis pastores con tres zagalas cimbreñas, como siguiendo el aroma de tus huellas. Y cantan un villancico - son crecido entre las hierbas – iniciado iniciado por el viento de las quenas. Desde el portal de sus voces, la tuya, como una estrella, los encamine hacia un verde retablo de Nochebuena... Ya los gallos campaneros dan las doce; y es la tierra, bajo el viento de los astros, cuna que se balancea... ¡El Niño Dio ha nacido!, - mies de luz sobre la vega.Y tus canciones, pastora, se tiñen de un alba nueva.

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MISA CAMPESTRE Cuando repican al viento del alba las campanitas, salta la luz de su lecho de sombras para la misa. El sendero viborea por la empinada colina, y va a enroscarse en el atrio con musgo de la capilla. A cuestas, por el atajo, los cardos siguen el Vía Crucis, con la cruz al hombro, mascullando letanías. Desde el púlpito del monte - predica que te predica -, un árbol echa en rumores su corazón a la brisa... De pronto, los bronces vierten la luz de la Eucaristía; y en el cáliz de la aurora comulgan las golondrinas. Hermano de Jesucristo, cae un cardo de rodillas, y ulalas de sangre brotan de su corona de espinas. ¡Ah, feligreses del alba - ojos de azoradas niñas -, mirad bien cómo se truecan en pétalos las heridas!

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PRIMAVERA Ya viene la primavera por los caminos del agro, trayendo un nuevo rebozo de hierba para los campos. Finos collares de lluvia se desgranan a su paso, y echa su mejor aroma el búcaro de mis pagos. Chispea el sol, de repente, en el ala de los pájaros, y pródiga de ilusiones se abre la flor del durazno. Las curvas ramas floridas se distienden como brazos de mujeres por la vega, río arriba y río abajo. Y el valle es como una inmensa sinfonía en rosa y blanco. La chulupía se ha puesto a ensayar, desde temprano, el tema del amor nuevo en claves de sol y orvallo. Y el iris brilla en el agua primaveral de su canto. ¡Ay primavera, a la altura del corazón, párame un gajo de renovadas corolas: que yo también soy un árbol! ¡VOS ME DARIS OTRO! - ¡Por qué sois tan malo! ¡Por qué sois tan zonzo! Velay, sin motivo

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te has puesto celoso. Cierto que en el pueblo me han mirla los cholos (pero yo no puedo mandar en sus ojos); que algunos me han dicho que soy... ¡no sé cómo!, y han seguiu jadiando mi pasos miedosos. (Detrás la cordera así van los zorros...) ¡Velay!, dende entonces pa' mi ya no hay modo de darte contento: te ponís jurioso, y jabláis zonceras de nada y por todo. Si en cuanto amanece me voy al arroyo, pa' lavar el sueño que aún queda en mis ojos, y aliso mis trenzas y priendo un cogollo de albahaca en mi oreja, decís que me enfloro pa' tentar, ¡de juro! a unos y a otros. Si bailo en lea ruedas, que soy como un trompo; si me quedo quieta, que aguaito a los mozos; si canto, que en coplas de amor yo los nombro; me callo, cansada de oir tus rezongos, y entonces, ¡mal hombre!, pensáis que te odio.

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¡Me tenía ya jarta con tus malos modos! Mejor es que el ñudo se rompa del todo: jacé tus alforjas, ensillá tu potro, seguí ese camino por donde el demonio te trujo un mal dia. Que el viento de Tojo jinche la tormenta debajo tu poncho, iy que el primer rayo te deje redondo! En eso la guagua, ajogada en lloro, despertó, y la magre - voz jecha sollozo deciya: -¡Mal hombre!, si por tu alboroto resulta que el crío se hai d'ir al joyo, entonces, !mal hombre!, vos me darís otro. LA SIEGA Los hombres se arrodillan para iniciar el vía crucis de la siega, y avanzan silenciosos, ritualmente, en desigual hilera. De las curvadas hoces brotan, breves relámpagos. Caldea el sol. Y las oscuras frentes campesinas se aljofaran de estrellas.

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Cae un rubio horizonte de gavillas el filo de la siega; el aire se azucara con el olor de las melladas hierbas. Rondas de golondrinas enguirnaldan la bíblica faena y con el tenue viento de sus alas enjugan las estrellas. RUTH Las mujeres, curvadas como gajos en flor sobre la tierra, recogen las primicias del tesoro que el segador les deja. Después, cuando en sus hombros doloridos la tarde se recuesta, retornan con un lío de sol, como escapadas de las églogas. Sólo una espigadora - mies de amor de la vega, olvidada del tiempo y de la muerte – se rezaga en la senda. Desde un lecho de parvas, el amo del rastrojo la contempla: ¡El quisiera ligar con sus miradas los finos pies de greda! Un encendido pulso de su sangre - campana en son de fiesta le augura el dulce arribo del amor a las nocturnas eras... La noche fluye como un ancho río de sombras. A su vera, cansado de esperar, un hombre triste encanece de estrellas.

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Y, en vez de Ruth, asoma el alba por la sierra. PASTORELA Tu pan tiene el aroma de los surcos donde madura el trigo; tu copa, la fragancia del viñedo cargado de racimos; el sol de la vendimia reverbera en tu vino. El cedro de tu mesa huele a bosque; la fresca espuma del mantel, a río; a nube de aguacero las cortinas que mece el aire perfumado y tibio. Todo lo que tú tienes - la fuente, el colmenar, la paz del nido, la bandera de humo que flamea sobre tu techo, al margen del camino – viene de antiguas églogas, en vuelo de paloma y son de grillo. Pero tú misma traes del más lejano idilio, frescor de mentas en los pies desnudos y en la alta frente, suavidad de olivo. BALADA DEL AMOR IMPOSIBLE - ... Gitana, pon la siringa de su nombre ya en mis labios. - Escúchalo en las campanas de la lluvia sobre el campo. - ¿En el agua de su voz pican sonidos los pájaros? - Su voz se afelpa en silencios como en el musgo el orvallo.

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- ¿Anuncia la primavera o el despertar del verano? - Ya en el tallo de su cuerpo la flor trasciende a durazno... - ¿Brisas del alba. aligeran la música de sus pasos? - Ella vendrá cuando el vino del sol madure en sus labios. - ¡Ah, qué vendimia de besos bajo el fuego de mis pámpanos! - Yo sólo veo ceniza, polvo y ceniza en tu mano... - ¿Gustará mi polvo, al rmenos, la caricia de sus rastros? - Ya las escobes del viento lo habrán barrido del pago. - Pero, ¡he de verla, he de verla, desde más allá del barro: Seré la luz que ilumine las pupilas de mis vástagos! PLAGA Ya el largo smefio de la tierra se evapora en neblina, y en la afilada ráfaga del viento la niebla se acuchilla. Sale el sol. Sube un pájaro como una tensa aspiración de dicha; con la cruz de sus alas el día se santigua. Por el camino azul de las acequias, llega la primavera a la campiña. Del verde pentagrama de los surcos, asciende la callada melodía

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de las huertas en flor. Tempranamente canta el maizal el canto llano de la vida, mientras se eleva al cielo la cándida oración de las espigas. ¡Qué promesa de oro, para la troj desnuda! ¡Y qué vendimia para el lagar sediento! Dios granará las uvas a medida que del collar del tiempo se desgranen las luminosas cuentas de los días... De improviso, en el campo, la sombra de la muerte se desliza. Ciego se ha vuelto el sol. Y crepitantes alas de pesadilla, agobiando los árboles, invaden la tierra estremecida... Después, no queda nada. Ni el aroma de una olvidada flor entre las ruinas: la plaga ha triturado con sus agudas sierras la campiña. - ¿En qué rastrojo espigarán los hombres su doloroso pan de cada día? Dan ganas de gritar una terrible palabra sin orillas, una sorda blasfemia que rebote del fango hasta las cimas de Dios... Pero los niños tañen las campanas de plata de su risa... Y, en vez de maldecir, hinco mi pena sobre el tapiz del valle ya en cenizas. Y alabo al cielo porque aún nos deja esta oscilante llama de la vida.

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SER COMO EL ARROYO Ser como el arroyo, una voz tan simple de canción que llora, de llanto que ríe. Llanto en la montaña. de heroicos perfiles, donde al primer rayo de sol, se deslíen las nubes en lágrimas; risa en el declive del agua; chasquido de espuma despeñada en iris.. Y luego, en el valle, canción de fugaces notas infantiles; música del sueño; campana. del alba, deshecha en repiques. Ser como el arroyo: vida de la humilde y encorvada higuera; jugo de las vides. Brotar, disparaise en flecha de espuma sobre el campo virgen; rodar sobre lascas y arenas de fuego, y, al fin, extínguirse. Ser como el arroyo ¡Qué cosa tan simple!

TRANSITO La cadena, de las horas nos encadena a los días; la de los días, al año. Y así se pasa la vida.

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De pronto, desde un espejo, una mirada marchita - ¡última luz! - nos anuncia que la noche se aproxima. Como en un sueño, evocamos solor, amor, alegría… ¡Ah, qué constante la pena, y qué pérfida la dicha! Y de la gloria de amor, de esa llamarada viva de otro tiempo, ¿qué nos queda? Sólo humareda y ceniza. Mañana descenderemos a la inevitable sima. Grabarán, tal vez, en piedra, nuestros nombres y una cifra. Pero hasta el más duro mármol también en polvo termina. Vano polvo sobre el polvo que desparrama la brisa. Nadie sabrá que pasaron nuestras sombras por la vida: breve relámpago en una oscuridad infinita. ¡Que a la luz de una plegaria Dios nos acoja en su orilla! GUILLERMO VISCARRA FABRE N. 1901.- Poeta intenso cuyo arte, impulsado por afanes terrestres y humanas preocupaciones, se ha impuesto por su “retórica de hondero”, como una de las figuras más originales y sobresalientes de la poesía boliviana contemporánea. Fino, aristado y hondo, Viscarra Fabre lanza sus cantos entre hermosas palabras e imágenes coruscantes. Crea su propia atmósfera en la que se mueven, como en una danza, ángeles buenos y malos cual los de Alberti, a quien

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recuerda más de una vez esta poesía de Viscarra Fabre. El poeta boliviano a esos ángeles los extrae de la tierra, son ángeles telúricos y también del orden social, pues parte de la suya pertenece a la llamada poesía social, pero donde lo social es sobrepujado por la poesía. Ha publicado: “Clima”, 1938; “Criatura del alba", 1949; “Carta confidencial sobre Rainer María Rilke", s/f. Tiene también una antología titulada “Poetas nuevos de Bolivia", 1941. RAINER MARIA RILKE, EL HOMBRE DE LOS CAMPANARIOS Nuestro amigo es un arpa descarnada envuelta en el polvo de viejos salmos. Es ázimo y es blanco y recién molido. Rainer María es una madera dulcísima antigua y magra, tiene a un ahorcado que se mece en su garganta y un vino en sus palabras, un vino - pequeño Julio - un viejo vino viajero de hojas, de animales solitarios y de monjas que arden lentamente. Junto a las manzanas muertas y a la sombra de retamas de la sangre, junto a los senos verdes y a la cintura del aire, sus manos lentas de liquen antiguo, de esqueletos de pájaros, picotean el arroz de las mejores palabras. Yo no puedo, poeta, decirte cómo es Rainer Marta Rilke, el hombre de los campagarios, de las luciérnagas y de las barbas de hinojo. Rainer Marta Rilke ama las medusas de oro, las lentas tortugas moradas que cargan el mundo por esas colinas abiertas del aire, del agua, del fuego. Rainer María Rilke con sus ángeles de azucena atisbando a las adolescentes vegetales que pasan su vida en el marco de las ventanas con vista al mar y a las altas montañas.

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Llegándose a las mujeres que pasan en actitud de algas con los muslos de yodo y la mirada de islas solitarias; dando una extremaunción de música a los agonizantes de ojos marchitos nomeolvides. Parado, Rainer María en el hueco que dejan en el aire las hojas que al otoño revuelan con los pájaros más tristes. Parado junto al hilo de humo de su corazón que estalla en uvas transparentes. Parado en el marco de la puerta que da al transmudo, como un retrato que toman los aviadores. Yo no puedo, poeta, decirte cómo es Rainer María, el hombre que deja huir por su rajado pecho graves y viejos salmos, un llanto de hojas, un crecer de hombres. ¿Qué media noche lenta, qué niños enfermos, qué alma de árbol asesinado se apoyan en su pecho, le llevan de la mano, le derriban en mitad de los campos? ¿Qué calles ardorosas y olvidadas con gentes solitarias le transpasan? ¿Qué musgos desolados e infantiles, qué sangres vegetales qué violín de mendigo, le hacen el hueso de la sien más blanco, el cabello más triste, la mano más atada y transparente? ¿Qué crepúsculos de oro y de lágrimas, le queman su perfil de santo antiguo? Yo no puedo, poeta, áecirte cómo es Rainer María, el nocturno y activo caminante que lleva náufragos celestes, hallados en la noche, en los vórtices del aire, en las calles del sueño. Rainer María, el hombre del gabán avellana y el hongo abarquillado que deja una estela de arcángeles al paso. El pulcro ciudadano que lleva una estrella tibia en la solapa, junto a las grises gentes que transitan. El eterno perseguido por el Job y el Moisés que le salen de dentro. El que murmura poemas para oscuros insectos solitarios, el que prende luciérnagas y abre la garganta clara de las ranas.

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¿Bajo qué farol sensible, en qué calle arrodillada le conociste, joven poeta? Rainer María, el casto, te ha regalado un trompo de música, hazle bailar, amigo, al igual que a una cósmica criatura, en el plato de sustancias vivas del aire. Hazle bailar, amigo. EPITAFIO PARA EL AMIGO POETA Sobre el errante pulso de finos aguaceros, por vagos arrecifes de viento y de neblina, por entre un aire opaco de llanto y golondrina, por un panteón ajado de mirtos y luceros. Por ahí vas, amigo, con tu antifaz de huesos, con tu pecho rajado de jardín y de rosa, con tu póstumo libro de grillo y mariposa, vas por ahí, regando tus amarillos besos. Tus ojos de profeta, anchos y solitarios, tus gaviotas inmóviles y águilas de ceniza, tus laureles de acero, tus acentos de brisa, tus amadas de esbeltos marfiles funerarios... Por ahí vas, amigo, con huellas de claveles, con los dedos trenzados sobre tu lira muda. Las ruinas de alabastro de tu carne desnuda son cribas congeladas de los gusanos crueles. EN ESTE PAIS DE PETRIFICADOS LLANTOS En este país de petrificados llantos en los que los huracanes baten sus negros bombos y hay halcones clavados con las alas inmóviles sobre el alto cristal del tormentoso cielo. ¿Quién eres tú, criatura de ojos anochecidos, de espada rota, de sollozo roto, de alas quebradas, de cabellos de náufrago? La piedra que bruñe al sol, la que madura bajo el dorado musgo y el liquen pálido,

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suspiran por su antigua cintura en la que queda el abrazo de fuego de las viejas tormentas. Lejos está, en el fondo de la vaga estatura de las rocas que sueñan, el bramar de los pumas, los hielos que se rompen, la plata virgen de las níveas campanas, las voces de aguacero de los indios y el viento que se lleva las culebras trenzadas de cabelleras de princesas kollas. En la miel transparente de un lenguaje de kenas, de cumbre en cumbre tiende la mañana puentes de leve bruma, lenta, cenicienta. Un desterrado pájaro deja gotear su congelado canto, como un rubí en el filo del pico de ónix. Las rocas que fueron altas doncellas antiguas, guerreros con sus cascos de ulalas y metales, ágiles cazadores de vicuñas del aire que despedían flechas de. peces por el cielo, duermen bajo la piel del roquedal lloroso. Este es el país de los tesoros, donde apretadas quedan las palabras en vetas anchas de encendidos labios. La retantá salvaje del desierto abre su quitasol de aroma pálido sobre el bostezo de coral ardiente del venado de niebla, soñoliento. Ayer le perseguía la asechanza, de cazadores cautos e invisibles, las flechas que venían de las constelaciones. Se la tragó el abismo a su hembra esbelta de aladas patas y lascivos ojos. Junto a los seres mudos que alientan en la piedra, bajo el dombo celeste de estas altas montañas, el agua está desnuda, milenaria, con sus voces dormidas en sus guitarras verdes.

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En los viejos caminos donde llueve el lento hollín de las cerradas noches, los pasos dejan huellas de aves y de corazones que viajan. Hay horas que acumulan el impalpable azúcar de los luceros y los menguantes incoloros, allí apoya sus manos la muerte silenciosa y vagabunda como en un viejo clave de “música callada”. Sólo el canto monjil de la lluvia en la arena sube como los juncos en dulces letanías, lamiendo el mirto amargo y las gramíneas. Enciende el capulí su sangre indígena en uvas de escarlata sacarina, y asciende por sus ramas un aroma de embalsamadas momias de arawikus. EL VIENTO Y LAS NOVELAS Para el único que cierran sus portadas las novelas de las ciudades es para el Viento. Un viejo de marfil y una mujer violeta de anchos pies de leopardo escriben las novelas de los pueblos y ciudades y las cierran con la carátula de las puertas de tela de sepulcro. ¡Cómo inclinan la frente colonial de sus portones sobre el hombro del crepúsculo las novelas de mi pueblo! Como María en el hombro de Efrafn. El viento con sus botas de azabache, y su calmo de añil y de mariposas, y sus látigos blancos y sus manos de flores de manzana, llega a las ciudades en su potro de agua, como el contrabandista de antifaz de amapolas a leer las novelas de las casas. Novelas de terciopelo subterráneo de Fedor Dostoyewski, novelas de carne de cantáridas y clérigos azules de James Joyce, absurdas novelas policiales. En este otoño de mariposas secas y caballos dormidos, de monjas ardientes al dorso de las paredes, el viento lee las novelas de mi pueblo.

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SOLEDADES... SOLEDADES I. Indómito corcel que se desboca en el duro metal de la distancia. Brusco retorno a mi llovida infancia. Dios cincelado en pavorosa roca. Horizonte que se abre y se disloca en nacarinas rutas de inconstancia, maravillosa y joven arrogancia florecida en los ojos y en la boca. Arco de la tormenta. Cóndor vago, electrizado ámbito sonoro, humilde florecida de la grieta. Obeliscos celestes que alza el lago, serranía erigida en monstruo de oro junto a la certidumbre del poeta. II. Avispa a todas horas perseguida, por su propia sustancia envenenada; piedra que por la sombra fue lanzada y por su mismo alcance detenida. Muerte que de sí misma enamorada se mira en todas partes repetida; luz que se siente fría y consumida por su propia ardentía devorada. Violín de las avispas en el viento, piedra, bajo la túnica del agua, y muerte y luz en rama florecida; obligado y constante . acercamiento al cráter fulgurante en donde fragua sus laberintos lúcidos la vida.

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III. Erguida sangre en salto de serpiente, fino cilicio, árbol de martirio; arranque detenido, humano cirio retorcido en su propia luz ardiente. Hondo lagar recóndito y candente, vieja viña de ensuefio y de delirio; maravillosa juventud del lirio bajo una tenue lluvia Indiferente. Húmedo trébol que en el pecho estruja certidumbres oscuras de la suerte; constelaciones, cielos cristalinos, y, al fin, humilde y frígida cartuja donde tejen las nieblas y la muerte en el ancho telar de los destinos. IV. Ciego rosal que en lo hondo reconstruye el lejano escarlata del celaje. Solitaria ansiedad, triste y salvaje, que me convierte en luz y me destruye. Fuego interior que asciende y se diluye en misterioso y fúlgido tatuaje. Víspera vagarosa del viaje que se inicia en el punto en que concluye. Inaudito naufragio pavoroso alimentado por oculto ombligo en un glauco arrecife del subsuelo. Destrucción subterránea y sin reposo. Homicidio sin arma ni testigo, y, al fin, fantasma que se cuaja en hielo.

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V. Lucero a un tiempo ardiente y aterido, reflejado en mi pecho de diamante, trino fugaz que en trémulo vibrante me tornas en un ser desconocido. Luz que me privas de vivir. Sentido que estalla en rosa de fulgor errante. Capullo fiel, verde laurel constante en las sienes de nieve del olvido. Trébol ardiente, aspa de molino que pulveriza pétalos y estrellas en un cielo sensible y constelado; rizo de sol, sortija de aire, trino que la garganta de cristal me huellas y me dejas sin venas, desgarrado. VI. Actividad distinta que culmina más allá del olfato y del oído, vitalidad e impulso detenido por un hilo de sombra diamantina. Lienzo de muerte, frígida cortina que vela un mundo ignoto y sumergido, súbito sueño y repentino olvido bajo una luna negra y cristalina. Hiperestesia lúbrica y sinuosa; endurecida sangre diferente; envenenados aires invisibles. Mano que abierta y pálida reposa sobre el lóbrego abismo subconsciente, como una flor de pétalos movibles.

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VII. Vida que en el crepúsculo se inclina sobre un otoño de hoja madurada a oir su propia voz encadenada, herida por el aire, a la sordina. Luz que me envuelve, tibia y serpentina, vino del viento, luna encarcelada en el cristal del cielo. Desolada certeza que en las cosas predomina. Panal bermejo, henchido en el otoño, infancia transparente de un retoño, cuya raíz asciende desde el sueño. Encendidas y frágiles cadenas que parece que vienen por mis venas en peligroso y obstinado empeño. VIII. Cielos de estaño. Arboles huidos, aire cautivo en blancas humedades; nieblas que se convierten en ciudades de ríos hondamente entristecidos... Voces y gestos desaparecidos en anchas y dormidas vastedades, acuáticas y azules soledades donde se mecen muertos ateridos... Crepuscularia alondra silenciosa que entre la sombra pálida se posa como la nieve cándida y desnuda. Lazo vertiginoso que en el viento estrangula la luz y el movimiento y en obstinada sordidez se anuda.

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IX. Vespertino mensaje que me aterra, sombra delgada, lívido recelo. Vara de sangre, convertida en hielo, que en transparentes ángulos me cierra. Pez de cristal que, en el dormido cielo, en su agonía fúlgida se aferra, ingenuo niño que desde la tierra hala haciaa abajo su invisible anzuelo. Pájaro de crepúsculo y de aroma que en el éter ondula y se estremece en inaudito vuelo sin sentido. Montaña que en la sombra se desploma, fuego que se recoge y ensombrece para extinguirse en bárbaro estallido. X. Viento curvado en líquidos anillos, vencida mies. Delito solitario; releído horizonte milenario por seres transparentes y sencillos. Alfabeto de plata de los grillos, agua dormida en límpido rosario; luna nacida apenas, lanmpadario que ilumina los campos amarillos. Esperanzas en la nube proyectada en bárbara y audaz arquitectura; soledad infantil, sangre cobarde. Puerta del horizonte, vigilada; límpida soledad que me tritura y que mezcla mi sangre con la tarde.

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XI. Rosal, del cielo, pétalos del aire, júbilo que en los ámbitos se llena, agua que al discurrir, como al desgaire, juega con los celajes de mi pena. Arboles afinados, luna llena, gracia de los perfiles. Luz. Donaire; prodigio que eslabona y encadena: bodas de la fragancia con el aire. Montañas altas, blancas y tranquilas; vuelo de las palomas intranquilas que huyen a un palomar vago y distante. Piedad maravillosa de la tarde, que a la vida más pálida y cobarde, le da un fulgor de joya coruscante… XII. Negro mar que me cerca oscuramente. Naufragio que en sus vórtices vislumbro. Lóbregos litorales., Continente perdido, que entre nébulas columbro. Lámpara solitaria con que alumbro un anfractuoso mundo subconsciente. Cima de la tormenta en que me encumbro para caed más hondo, fatalmente... Médula de león que me alimenta, como al mar ancho su amargor de menta que sus honduras abismales baña. Serenidad que fulge de repente sobre la vasta cumbre de mi frente, como un rayo de sol en la montaña.

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XIII. Impenetrable máscara de hielo que un soterraño fuego resquebraja; recóndita inquietud, hondo recelo que en nieve solitaria me amortaja. Urgente pulsación que en el subsuelo como un herrero bárbaro trabaja, empujón ancestral y loco anhelo que, como a un árbol ancho, me desgaja. Esperanza viajera que, de pronto, ilumina mi abismo en su tramonto con fuego dulce y a la vez perverso: - Job inconforme que se maravilla cuando en sus manos, palpitando, brilla como un lucero solitario el verso.YO Al borde de la vida fui como un dios de piedra pulido por los vientos. Grandes soles vacíos calcinaron mis ojos las lluvias coronaron mis sienes con sus llantos. Mis ojos ciegos miraban para adentro. Pasó la primavera, pasaron mil inviernos, junto a mis pobres manos tendidas hace mucho en un afán de espera, como dos perros blancos, al comienzo de todos los caminos.

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Inútil era caminar en busca de lo que pudo suceder un día... ¿Qué viento vino? ¿Qué primavera? ¿Quién disparó esta estrella, hasta incrustarla al oro de mi frente? Yo, sólo sé que un día sangraban mis dos manos anhelantes y mi cerebro estaba alumbrando mi vida. ORURO El viento de kopajira patina sobre los hombros de kirkinchos de aluminio dormidos sobre la arena. Vestida de marsupial la serranía de estaño, por sus cavernas moradas suelta fantasmas de humo. Los pulmones de cristal de los mineros sombríos se rompen con un martillo de tos verde y cavernosa. En tanto, el viento delgado baila una danza de arena sobre los lomos sonoros de kirkinchos de aluminio.

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LUCIANO DURAN BOGER N. 1904.- Dueño de una copiosa producción en verso donde existen muchas composiciones fáciles en demasía, junto a otras con aciertos que no son casuales.; Cuando se olvida del partido politico que profesa, Durán Bóger afirma el paso y camina con seguridad. Nada fía entonces a la improvisación, deia de ser, incoherente y aparece el poeta que hay en el. Ha recogido la mayor parte de su obra en “Geografla de la sangre”, 1963. ESTE DECIR NUESTRO Este decir nuestro no conoce la tristeza. Llevará siempre la canción del despertar del Alba. Tiene el entusiasmo de la electricidad. Con el móvimiento de la sangre hacemos nuestro, porvenir. SILENCIOS Signo grane en el fondo de este débil tic-tac de nuestra sangre. ¡Oh! responder de piedra en la agrietada redondez de nuestras vidas.

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Prolongado correr de río es esta interrogante de ser y no ser de lo que somos. iHay silencios de siglos en mis pasos! NOCHEBUENA Bella estaba la Madre del amor que besa el Aíre, del amor que arrulló Luz, del amor que mima el Agua. Sin una perla de llanto, juega sobre el planeta con lunas y con pañales. ¡Hijo del Hombre! Niño de carne y de sangre nació como nace el verso del corazón del Poeta. Esta noche es Nochebuena - y yo no tengo arbolitos, ni zapatitos, ni cena. BATINTIN Batintín del confin de mis venas. ……………………………………….. Sones son,

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sones viejos que se van, son – al fin – los mismos sones eternos… Son los sones sin entierro sones son del corazón. LA CANCION DEL CARRETERO Carretero! Carretero! Jii… Usa... Jii... Usa.. . Con mi overo, mi barroso y un relámpago en mis manos soy más guapo que el patrón. Rechinando van las lunas llenas de mi corazón. Jii... Usa... Jii.. Usa... El tapeque que yo llevo me lo dieron tus ojazos. Peladinga y olorosa está la pampa quemada, más linda que la pampinga es mi pelada! Jii… Usa… Jii… Usa… Chicoteando la esperanza, ¡Cuánto la quiero! Jii… Usa… Jii… Usa…

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PAISAJE, SANGRE Y ESPIRITU DEL BENI (Fragmento)

Hijo del Olvido y la Distancia. Te envolvió la Aurora con sus pañales rojos. La entraña verde y bárbara dio sangre a tus ensueños y espíritu a tu carne. La mópera del alba te oculta en el yomomo. Fragancia de vainilla de aromo y de cedrón. Tropel de cerriles truenos y un bramar de luz te araña con refucilos indómitos. Eres látigo telúrlco de un presente amargo, ¡amargo! Fuerza y ardor primarios de lo que serás mañana. Puestas de Sol en los ojos. Lo pequeño está cercano y está lo grande, distante. Pensamiento tus raíces con la lírica infinita de taquirari en la brisa y machetero en los puños. Cantar de vida y de gozo con las guitarras del Tiempo.

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Tus ríos son mis arterias y tus árboles mis nervios. La resina de tu, idioma es aroma de mil pomas talladas en- tmrncos verdes. Es acento y es bramido con diabólicos prosódicos de siringueros nervudos. hay magia verde en tu entraña y poder de maravillas. ¡Libertad hay en tu alas! Colmenares de gargantas que destilan siempre trinos. Vencedor de sed profunda. Vencedor de luz y espacio. Tú lacee la torada con un matico en el hombro. Arco salvaje de estrellas. Arco tenso de mi siglo. Chonta que no se quiebra. Tu destino frente el Tiempo es una flecha de anhelos. Todo ríe entre tus límites. Risa abierta de la pampa y carcajadas de truenos... Hasta la muerte se ríe por tu olvido y tu abandono.

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Han azotado tu cuerpo los cien bejucos porrudos. En tus espaldas desnudas te flajela el pajonal. Son caderas opulentas las barrancas de tus ríos. Polvareda luminosa de mi tierra sin caminos con sus caminos de agua a lo largo de la angustia. El yomomo está en tus manos, el curichi en tu cintura y en tu frente el jipijapa. Armonía de mi tierra sin carreteras ni rieles. Que no es plegaria tu canto entre alambradas de púas... ¿Qué serías tierra nuestra sin tus ríos y tus remos? ¡Ay el Beni... Beni... Beni...! de cinco trinos distintos. … Falta pan y falta luz, falta leche y falta carne. Ni pa` remedio se encuentra un terroncito de azúcar. Mucho jumechi en la esquina que quema venas y nervios. ¡Ay, mi Beni... Beni... Beni...! de cinco trinos distintos.

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¡Hay bravura en tus machetes y un hondo ritmo en tus remos! Tú no reclamas a nadie ni al pasajero que llega. Toco, café, tabaco y el agua de tus churunos con afecto lo das todo. A manos llenas regalas caña, algodón y cacao, mantequilla y tamarindo. El majan de las pascanas hace olvidar el dolor de campanas enterradas. ¡Hay bravura en tus machetes y un hondo ritmo en tus remos! ¡Ay, mi Beni.. Beni... Beni...! de cinco trinos distintos, que no es plegaria tu canto entre alambradas de púas... Florece el tiempo en tu espalda silbando las injusticias. El árbol de la codicia trajo fiebre de esterlinas: fiebre amarilla de oro que con sangre de india pura amasaron cien fortunas y fugaron hacia Londres dejando sólo en las playas cien cadáveres de lunas.

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Una cadena de deudas alárgase al infinito y un siringuero de sombras sin horizonte ni goce. ¡Ay, mi Beni... Beni... Beni...! de qué sirven las cachuelas de tu fiombrada Esperanza. Siete millones de hectáreas y otro tanto de esterlinas, jamás valdrán lo que valen si aún te quedan muchachuelas para endulzar la amargura de un siglo de desengaños. La malaria y la viruela pueden más que tus anhelos y la salud del saludo con que saludo con que saludas al Sol. La coqueluche golpea… golpea con golpe seco sobre el tórz de tu infancia Deja entonces que levante la polvareda del canto. Sí así te olvidan. lNo importa! Si así te quieren. ¡Te quieran! ¡Ay, mi Trini... Trinitaria! Se fueron los toros negros porque las vacas rosadas con que soñaban tus niños las degolló la distancia con su cuchillo insaciable de quien quita hasta lo ajeno. He de partir tus sandías, tus piñas y tus naranjas con mi cuchillo de sed.

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Tú levantarás un día las robustas manos llenas con naranjas olorosas. Filo de luna y de pena con mi alegría sin caña. ¡Te comiera el corazón para no desearte más! ¡Ay, mi Beni... Beni... Beni...! de cinco trinos distintos. De nada valdría el romance si no existiera el camino por donde va la Esperanza de tu inquietante destino. ¡Hay bravura en tus machetes y un hondo ritmo en tus remos! ¡Si así te quieren! ¡Te quieran! ¡Si así te olvidan! ¡No importa!

RAUL OTERO REICHE N. 1905.- Otero Reiche por cuyas estrofas pasan las imágenes como relámpagos, es el poeta más notorio de las tierras orientales, como antes fue el poeta boliviano de la Guerra del Chaco. Ha tenido varias etapas, pero la primera en la que captó las situaciones horrendas de la mencionada conflagración se sobrepone a las otras en las cuales describe o canta al bosque y a sus hombres, o aquella cuya expresividad asume tonos íntimos y de instrumentación puramente lírica. Sus poemas de la Guerra del Chaco van a ser recordados todavía por mucho tiempo. Señalemos sus obras principales: "Alba", 1925; “Poemas de sangre y lejanía” 1935; "Flores para deshojar; poesías infantiles", 1937; y “Poesías”, 1964.

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SOL DEL CHACO Luz de este sol del Chaco de un sábado cualquiera, sin nadie que reparta la esperanza de ver cuajarse en oro el infinito de mi nostalgia única. La vida verde de la selva en que el perfume arde y el sentimiento es el color más fuerte. Yo sé el secreto de la soledad que es la alegría de romper espejos y de beber el cielo en una lágrima. Rasco mi piel de tierra con las diez púas táctiles que pulimenta el hierro de la lucha y hay sangre, entonces, en las raíces rojas cuerdas de acero del charango trágico que en la explosión se templa, se estrangula, se rompe… Sol de esta luz del Chaco sin cenit, sin poniente… Claro que está de más… LA CARAMAÑOLA Labios grises los tuyos pero tan frescos como los de la novia aldeana bebedora de rocío. Eres la única bondad en este mundo de fuego, caramañola, compañera del fusil amigo. En los ríos azules o en el charco verdoso

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el glu-glu de tu risa resuena alegremente. Yo conocí un soldado que al entrar en combate te llenó de buen vino y una. bala cualquiera perforó tu barriga. El soldado bebía sin perder una gota, cuando estuvo borracho se acordó de, tu herida, te apretó contra su pecho y se puso a llorar. Otra bala cualquiera le partió el corazón y la sangre fluía burbujeando en tu seno. En esta guerra original tú eres la milagrosa así con tu forma de calabaza y tu vestido de invierno. ERAMOS VEINTISIETE Tres escuadras en una interrogación. En los labios silencio y en el pecho explosión. Crepitaban les bosques deshojados en llamas y en la noche rugiente ya éramos veintidós. Como una hoja de acero blandía nuestra voz. Latigazos sonoros fustigaban la selva en un solo temblor; y la bestia salvaje rugía de dolor. Desangraba la noche como una hoja vibrante de filoso puñal y éramos en el humo de fantásticos incendios la visión pavorosa de una mente infernal. Estampido incesante, pulsaciones isócromas de la fusilería

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y como puñaladas los gritos de otro valiente que caía. Eramos veintisiete bajo la indiferencia de las constelaciones y, al resplandor purpúreo del nuevo amanecer, tan sólo se escucharon cinco detonaciones. CANTO AL HOMBRE DE LA SELVA Yo soy la selva indómita, la tempestad de aromas de la tierra insurgiendo en galopes de torrentes. Por mis venas sonoras fluye el perfume líquido del sol, padre del fuego. Mi pensamiento fulge en llamaradas de estrellas. Nací del parto de oro de la tormenta verde. No me falta ni el látigo del rayo ni las riendas del viento, para ser el jinete de la aurora con mi poncho de nubes y la guitarra de cristal del río sobre los hombros anchos del infinito. Yo soy el que esperaban los jaguares manchados de luceros, los toros ígneos de crepúsculos, los caimanes de hierro, las palomas de seda, para la transfusión de sangres bárbaras. Yo soy el arquetipo de esta raza salvaje que quiso limitar el horizonte, pisar el borde mismo del planeta y con el cigarrillo entre los labios dejarse caer, dejarse arrebatar súbitamente por la inmensa cachuela del espacio.

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Hombre de la llanura sin fin, más larga que la vista, más amplia que mis brazos extendidos en una imploración de pueblos. La extensión se me escapa de las manos rojas de palmear en el vacío para que nos escuchen los silencios. Tengo en los ojos los diamantes de nuestras minas de Chiquitos, la Colquida oriental, la que da chonta para el arco y guayacán para la hoguera. Mi corazón es la colmena y mi cerebro el hormiguero. Vibran mis músculos de boa, se abren cantando mis arterias. Mis labios sangran en el grito de luz y aroma del clavel. Yo soy el hombre de la selva, perfume, cántico y amor, pero encendido de relámpagos, pero rugiendo de huracanes. Yo soy un río de pie. TARDE DE LLUVIAS Se nubla la ciudad de espejos de silencio. Y hay un temblor de músicas sutiles en el viento. Al fin mujer, la lluvia se pinta en cada beso los labios con el rouge de los relámpagos.

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¡Qué sensación más honda de frescura! Pájaros de cristal surcan el cielo en algazaras frágiles. Sus nidos de colores cayeron desgajados por el hacha del rayo. Repique de campanas azules, luminosas, llenan sonoramente el horizonte. De cada son ha de nacer la rosa clara de pétalos de agua. Los campos se estremecen de rocío, se inundan de perfume. Yo respiro el paisaje detrás del paraguas de colores del arcoiris. MOTIVO Escucho el grito del rosal con su carga de aromas. ¡Cuántos pétalos llora; labios y besos! ¡Sangre! Mi niño cortará una rosa, el ángel le dará su espada. Volarán las luciérnagas libres, esta noche. CACERIA Se desgarran los ecos fijando la jauría y allí mismo la presa sorprendida se para, un extraño deleite se dibuja en la cara del cazador suspenso de aquella montería.

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La pintura es antigua y el cuadro en la vacía pared de la casona fue dejado allí para recordarnos en esa cacería tan rara la estirpe de sus dueños y su holganza bravía. El crepúsculo invade la solitaria estancia donde parece oirse la ronca resonancia del cuerno clamoroso. Se caza el jabalí. De pronto percibimos un acezar creciente; viene del bosque, llega, pasa como un torrente, se oye un lamento... ¡el cuadro! ¿quién lo apartó de ahí?

LUIS FELIPE VILELA N. 1906. M. 1963.- Autor de una “Antología poética de La Paz”, 1950; y de un libro de versos, “Clamor”, 1939. ¿Vanguardista? El nombre poco importa. Lo importante es que se salve la esencialidad de la poesía. Empieza entregándose al manipuleo de la palabra. En sus manos, la palabra asume nuevas tonalidades. A esto únese el buceo en la metáfora. Además, Vilela es un representante puro de la poesía social, de aquella que no es dirigida ni de propaganda. Poeta escueto sin sequedad, con el poder de síntesis de casi todos los poetas andinos. SOLEDAD Lejos de mí la fragancia del espliego y la mística voz de la azucena. Emerges del paisaje obstinado del sueño entre palomas bíblicas y estrellas vegetales. Con un rumor azul de tarde y lumbre de plegaria que los pájaros mudan en arpegios acuáticos. Fuente de piedra es tu silencio, rama ceñida a mi soledad.

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Un poco de cenizas abstractas perfuman tu cabellera de húmeda eternidad. Vagueo musical aroma la clepsidra gris del alma herida por la espada de un lucero... ¡Oh humedecidas sombras virginales, encrespados celajes de mi orgullo en el vértigo luminoso del espíritu! Se arrodilla en tu estancia el ángel seráfico del alba e irrumpen centauros de ansiedad en mis venas. Nostalgia, viñedo de brumas y de luceros muertos, ¿qué nos queda de ti?... Las pupilas absortas del esqueleto de los sueños. Serás la agreste substancia de una espiga, la imagen sumergida en las nieblas dolientes de mi sangre...

PRIMAVERA Primavera sencilla, fresca agua de ternura, brota de su regazo la mañanita lírica. Y en- su vestido tenue donde la brisa canta mis pupilas errátiles repican su alegría. Fresca lluvia de octubre. Giran las golondrinas y se llevan el lento carruaje de las nubes. La Primavera espiga los soles del sendero y avanza en la llanura luminosa del cielo. A su paso se encienden mis pensamientos tristes y en su cintura tiemblan las rosas de mi ensueño.

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Luce fragante y pura, su emoción el paisaje, y medran los arroyos la sombra de los sauces. La esperanza viajera abandonó sus naves. Palpita en nuestras almas su lámpara de amor. EL COLLA Un paisaje de trinos y de auroras en la sierra matizan las kantutas. Detrás la peña agreste de una nube perfiló su silueta el viejo cóndor. Vibraron como notas las aguas del torrente y en la grupa del viento descendió la mañana. El indómito colla disparó su arco tenso. Un sollozo ancestral desgarró las montañas. Y la lírica lluvia de las flautas indianas con sus manos cobrizas enjugó la mañana.

PAISAJE DE EXILIO Ingrávidas palmeras abren sus brazos verdes sobre el río. Tórrida calma, sopor, monotonía Decórase el profundo cristal de la mañana con un vuelo de garzas. Los horizontes apoyan en el agua su soledad.

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Viajadora canción ciñe sus velas. Y en la undívaga quietud de la espesura, se aleja el batelón de los proscritos. NOCTURNO Pata besar tu frente diáfana de estío brotan de los rosales humedecidas Iámparas. Solloza su nostalgia el violín de los pinos bajo la transparente carabela del alba. iCómo no amar tu nombre, medallón de romance! Tierna luz de magnolia, aromada de ensueño. Viene un rumor de orvallo con pies de plata fina, cuando enciende la fuente su boca estremecida. ¡Oh trémula penumbra, cabellera dorada! en ti curva el paisaje su fragante sonrisa. Relucen en tu ojos soles de melodía. Y en las manos del aire se abren las siemprevivas.

OLGA BRUZZONE N. 1909.- Desentraña las propias emociones con palabras vigorosas y vibrantes. Por sobre todas las cosas es una poetisa maternal. Ningún matiz que se roce con el tema de la madre falta a sus versos, desde el diseño leve hasta el grito encrespado, disconforme y bronco.. Olga Bruzzone de Bloch es autora de "Hondo, muy hondo”, 1960.

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MANOS DE MADRE Manos tibias de madre que en la noche temblaron esperando el milagro y al lado de la cuna tejieron su esperanza con el hilo argentado de la silente luna. Manos que cobijaron junto al materno seno dulcemente al infante y escondieron su anhelo en los sedosos bucles de dorado misterio. Manos tiernas de madre que enjugaron el llanto que acompañó el suave brillo de las áureas pupilas. Manos tiernas de madre que bordaron la alfombra de esmeraldas y estrellas donde fueron marcando las diminutas huellas. Manos tibias de madre que calmaron la fiebre de las quemantes sienes en las noches sin sueño. Manos infatigables en la dura jornada despiertas hasta el alba. Manos tiernas de madre que atajaron las sombras y alejaron al miedo. Manos que protegieron... manos que defendieron... Manos, manos de madre, hoy vacías de espanto... manos desesperadas en la implacable noche

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del dolor y del llanto... Manos desconcertadas presas de incertidumbre que en loco desvarío acarician y palpan el cuerpo inerte y frío del hijo que se ha ido... Manos, manos vacías que retuercen su angustia en la plegaria muda. Manos que al cielo claman, manos que el cielo imploran y acongojadas tiemblan con honda pesadumbre y caen vacilantes, exhaustas y vencidas por el dolor tronchadas por la pena abatidas. Manos, manos vacías, manos que envano buscan, manos que en vano esperan… Manos, manos de madre que calladas y mustias van pasando en silencio su rosario de penas... Manos fría, marchitas, que la sombra acarician y trémulas y solas esperan el gran sueño.

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DESPEDIDA Mi corazón quedó despedazado debajo de las ruedas del tren que te llevó. Mi corazón quedó despedazado en desgarramiento del adiós. Cierro los ojos para guardar en ellos la mirada de niño que dejaste perdida en el andén. Entre mis brazos tu calor oprimo y mis manos estrujan su dolor. Me golpean la pena y el vacío y resuena tu voz. Se ha parado el reloj de mis recuerdos en la hora del adiós. Hijo, te he dado el ansía de mis alas para que vayas en busca de otro sol. Hijo, te he dado el ansia de mis alas y mi alma ha quedado mutilada en el rincón oscuro del dolor. ALMA DEL SUELO Indio: recio vocablo, indómito y sonoro. Canción del pajonal libre del hierro. Luz replegada en ardientes lavas. Petrificada audacia de los Andes. Adjetivo del Sol.

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Bronce de eco distante enraizado en la paja brava. Polen del páramo. Vendaval retenido en el surco, en la huella. Oteador de la Aurora. Dios de ti mismo. Conoces el lenguaje de la estrella, el idioma del agua, la voz de las tormentas. Autóctono. Telúrico. Fecundado en la tierra por el viento. Agresivo, desafiante, audaz, tímido, desconfiado, huidizo. Huanacu y Cóndor. Inmersión de la altura en el abismo. Vivificada piedra. Alma del suelo. Trasmutación estática del tiempo. Rastreador de milenios. Zampoña del dolor, amante quena. Rebelión encerrada en el pututu. Enturbiado caudal, remanso claro.

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Tienes los ojos nuevos y aunque en el día leas la cartilla, lees en la noche las estrellas.

OSCAR CERRUTO N. 1912.- Consagrado por la crítica del continente, Oscar Cerruto es poeta sutil, refinado y arduo que horada la imagen y se apodera de sus símbolos. Gracia, primor, raíz profunda, voz de la sangre, entraña de la tierra, signo y alquimia, mesura y sobre todo técnica, son los motivos y la realización de sus dos volúmenes de poemas: “Cifra de las rosas”, 1957; y “Patria de sal cautiva”, 1958. Oscar Cerruto constituye el exponente máximo de la poesía boliviana actual y uno de los nombres más conocídos - es también novelista y cuentista - de la literatura patria más allá de nuestras fronteras. CANCION DE CUNA PARA MADELEINE De sus torres de olvido baja ya el suño, baja por una escala de terciopelo. Se arremansa el arroyo, calla el silencio, y el humo se recuesta en el alero. Golondrinas de pólvora van por el cielo para encender tu nombre colmo un lucero. Sopla el joven relente su verde cuerno, y la rana su flauta de caramelo.

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La resedá y el mirto y el vasto espliego te dan las buenas noches desde el cantero. Con capa ensimismada llega ya el sueño, una pluma de escarchas en el sombrero. Toca apenas tus ojos con suave dedo y te pide que duermas con voz de enero. ENUNIERACION DE TU HEREDAD Es tuyo este cielo de agua donde las nubes transcurren como barcos y saltan como peces los relámpagos. Tuya es la nieve, tuya la cordillera, y el silencio azulado que en sus alturas se congela. Ira pampa mineral también te pertenece con los cincos voraces de los vientos que le arrancan sonidos musicales. El río de piel oscura y melancólica, en el que se implican los idus del mito y los tumultos de la historia. La soledad, tan vasta como su poderío, pero que una sola de tus palabras deja sin destino.

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En cambio la luz es suave, tómala en tus manos, ¿ves cómo se te escurre como polen dorado? Y allí al fondo está el lago de eléctrica cintura, corona de alabanzas, proverbio transparente de la puna. Y la antigua ciudad en que has nacido sale a tu encuentro, calicanto del aire y su hermosura, vestida de aguaceros. Urdida está como los sueños y como tu linaje: al tope de las torres de la bruma, banderas de combate. CLAROSCURO De pronto lloras y la luz se llena calladamente de profunda pena. Y en un rincón, temblando, se amontona dolida del dolor de tu persona. Pero estalla tu risa y se ilumina la casa con su lumbre repentina. Como ad alguien abriera una ventana y en la casa irrumpiera la mañana. CIFRA DE LAS ROSAS Ramo de claras espumas tus rosas de luz vestidas.

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Huelen a ese dorado rumor del aire que a enamorarlas en el aire se detenía Prisioneras ahora de cristalino encierro el agua alumbran por el vaso esculpida. Su librada fragancia sueña la brisa. Rosas altivas, irradian tu prestigio, y asumen los desmedros de mi espacioso día. Miro tu luz en ellas y descifro el mensaje que tu hermosura me transfiere por sesgada vía. ODA A AQUELLA LUZ FELIZ ANTES DE MAYO Leve como la pluma que enamora el aire y la sostiene, baja aurora por peldaños de miel madrugadora. Si gananciosa, tiene la pisada, baja a encender tu lámpara librada en la lumbre feliz de su mirada. Corre por la mañana desmedida: que su imperio establezca en la cernida transparencia la rosa esclarecida. La brisa alce sus diáfanas banderas; los glaciares alturas altaneras de cal diurna y premisas verdaderas.

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Escúdala silencio recoleto, con tu adarga de sándalo secreto, y la asista el asfódelo discreto. En alabanza de su lozanía resplandezca la alterna geometría de la nube, la mies, el mediodía. Y, espejo de la dieta sin usura, prodigue la sonrisa su dulzura, magisterio virtual de la hermosura. Y al influjo del cielo así adquirido el reflujo de todo lo sufrido se rezuma en un páramo de olvido. CANTARES I. Por entre andariveles el viento andaba También mi corazón. Por entre andavireles te soñaba. Papeles y papeles, mi corazón. La luz de los papeles te nombraba. También mi corazón. II. Como en la primavera, es apenas rocio la lágrima primera.

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Tu lágrima, navío de la luz marinera Mejillas de la rosa jamás han conocido su traslumbre radiosa. Navío anochecido, Estrella esplendorosa. III. La luz en las cortinas cuelga en tu ausencia. La luz en los espejos y en la escalera. Corre por los pasillos clareando apenas. La luz del sentimiento de puerta en puerta. Silenciosa espesura. Nadie contesta. IV. Si vas por los limonero, detrás irá mi amor. Cruzarás la cordillera y yo en pos. Y al pasar los cafetales mi vos. Y sabrás que el verde verde limón

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que se desangra en la rama soy yo. V. Mi patria tiene montares, no mar. Olas de trigo y trigales, no mar. Espuma azul los pinares, no mar. Cielos de esmalte fundido, no mar. Y el coro ronco del viento sin mar. VI. Ay bienes del mundo, nada sino su mirada. Nada os reclamo, agonía de la pena ensimismada. Nada, hervor de la alegría. Nada, noche azul, baldía vertiente de la alborada. Nada, sino su mirada. VII. El céfiro en los fresnos lloraba.

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Tú en el agua, amar mío, con anillos de espuma en el agua. Si son de compromiso devuélvelos al río. Si son de agua, amor mío. El céfiro en los fresnos llorando tu desvío. SOLEDAD, UNICA HERENCIA Degradados templos de arena que la noche lame y el tiempo lame y desintegra y pacientemente reconstruye la soledad de nuevo. Su anillo es infinito y es consubstancial, quema mis sienes como un remordimiento. Con desvelado oficio alumbra la fuga de mi sangre. Mi soledad, esposa taciturna de, toda hora. o cicatriz que no se borra. Si sueño que la sueño me embriaga como un vino. Pero no basta y sólo cuando solos, ya redimidos ambos y ordenados, la imperturbable atmósfera sin esplendores del enigma y la ceniza compartamos, será incesante nuestra alianza.

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LA NOCHE No en silencio, delirante caes de la inclemente atmósfera donde los astros mecen sus vacías aguas. Y tu voz precipitas de sombra y negaciones, apenas conjurando la rosa de la calle, los sonidos, la muerte que industria falsedades. Te anuncia la llovizna, demarca tus estragos, ampara la sordera del asesino, algo consigues. Con tu impudor empañas las conciencias, el rostro de la certeza, acaso la desnudez de algunos solios corroídos por el desprecio. Pero no llegas nunca a tiempo noche de llama devorante. PATRIA DE SAL CAUTIVA Bosque de espumas talado. Mar encontrado y cedido. Tu caracol rescatado zumba de nuevo en mi oído. De nuevo, titán herido, pecho de varón, te has dado a mi fervor, y en el ruido de tu bronce encadenado escucho tu voz que canta. Se amotina tu onda, el viento colérico se levanta de tu hondo seno violento. Y reconozco el acento de la sangre en tu garganta.

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LOS DIOSES ORIUNDOS I En los principios del mundo os veo, oh dioses de los páramos y de las cordilleras, dioses que alimentaron el pavor, las vigilias de mis antepasados, reinando desde la hosca montaña sin auroras, el ceño cruzado de centellas, la mano sobre el trueno. Vuestras miradas encienden las primeras amapolas, corrompen las ofrendas, envejecen la piedra de los templos. La sienten sobre el lomo como un agravio las bestias y atraviesan sus aullidos la infamada floresta. Abajo está cuajado de vuestra eternidad el yermo. El cóndor en sus torres de nubes y glaciares o el insular sarmiento de la puna custodios son de vuestros misterios. (Llama de hielo apenas en el lunar erial, y cegadora llama del ave sideral en la pupila armada.) Todo conviene en alabanza vuestra: el árbol y su altura, los proverbios del fuego, la certidumbre mineral de la roca, los idiomas, el viento, algunos llantos. ¡Todo canta! II Y de pronto, ¿qué nubes que no hinchó vuestro aliento

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plantan su pie a la orilla de vuestro imperio? ¿Por qué resuena forastera la tierra y destila humores el canto del lagarto? ¿Por qué los ríos bajan bramando y el ábrego cercena litorales? ¿Por qué el llano empapado de sudor amanece, la lanza hundida en un costado? ¡Ah vulnerable oráculo! No la arena, los hombres arremolina el viento, los convoca el delirio de la tierra partida por un grito. En las tinajas se agria la luz del día con el vino del maíz. Y arriba detenida en su quehacer la transparencia. Y los himnos que ascienden como la lluvia. III Arañas de sangre, las manos las armas empuñan y su ira. La voz de helado esparto, granizo la alegría. IV Pero la muerte cae, cae sobre los pueblos como gota de rencores. Oh ved cómo bajan las espadas del cielo. Oid aullar el hacha. Mirad los estandartes de pólvora su follaje extendiendo. Relámpagos del mar acuchillan las costas y las naves en la arena vomitan sus aguas de odio y de codicia.

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Oid, aún se oye, el infinito galope de los cascos, la devota cruzada de exterminio, la siega de los tallos gentilicios desplomándose en haces. Y luego sólo escombros, polvo, duelos. Ah cáncer del corazón, copa de sueños, ¿a qué rostro arrojar vuestras rotas blasfemias? V ¡Montañas, cordilleras, territorio entrañable, soplad, soplad silencio! Caída raza de réprobos, más abajo caída, mordiendo sangre y hierro. Como vosotros gangrenada por la soledad, dioses dé la tierra. Sola en su vilipendio y sus discordias, deshabitada. VI ¡Qué mudos estáis, dioses! en los tronos ulcerados por la luna, un nimbo de pluma en las cabezas, mientras caen las lágrimas de vuestros ojos oxidados. ¡Qué frío de altas cumbres os ladra, qué diente, qué estalactita se hinca en vuestras carnes de neblina! VII Y el aire fino y muerto y abrogada la altura dela dicha por el légamo del tiempo.

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SOLO EL MIEDO Venid, venid a mí, sonora luz y metal del mediodía. Altas, ardientes torres. Voces. Vivas espadas de loe gritos. Por las mesetas va mi sangre clamando, apenas sustentada por tanta altura y soledades y tanto olvido. No le pidáis, hermanos, lágrimas ni testimonio a la agonía: si la asechanza es más cobarde que el ministerio de mi llanto. Romped el cerco de espesura con que la noche me invalida, su crespo musgo de pavores, la honda provincia. La brisa suena intermitente en los laureles. ¿O es el tiempo? Y el río baja entre las sombras con su corriente enceguecida. Dejad que,crezcan los salitres y sus cabellos en las puertas cuelguen, dejad que sople el páramo sobre mi techo. No detengáis la agria carrera de los corceles de la lluvia; que sus eléctricos alambres rieguen de sueño los caminos. Y sólo el miedo me reclame, la pertinaz lastimadura que el arenal amargo barre del cautiverio.

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CANTO A LA HEREDAD ENTRAÑABLE Si yo mirara al fondo de tus ojos como se mira el tiempo o los presagios como se busca en el destino las líneas que el agua borra o el surco de las golondrinas en la niebla, verla crecer tu inmanencia mojada por las lluvias y tus aéreas cornisas, ciudad traspasada de sueños, alta de_ lámparas y campanarios, como flor de ternura, como rama de espumas, sola en tu aire cernido, con las alas forjadas por la muerte y buitres royéndote el costado. Así alumbras de piedra en tus moradas así tu historia corre precipitándose como un río, corre y suena entre peñascos, entre lágrimas por la comarca huraña. - Y siempre es tarde para sus heroísmos. Flecha húmeda de velocidad y de rocío suspendida en el viento de las edades, huyes y permaneces bajo las altas torres mientras caen los días y las noches abjuran y las catedrales se desgastan por el roce de los pájaros. No aspiro a amarte sino en tu laberinto inmemorial, no aspiro a revestirte de arambeles lunares, viendo tu rostro alzado hacia el misterio dulcificada la sien por los alisios de la leyenda. Ciudad hecha del lujo de la alborada: trabados mi litigio y tu férula, tu verdor y mi nombre,

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respiramos la misma tempestuosa galerna, los hálitos que asuelan calladamente el ábside virtual de tu esplendor, la gota de desmedro. Bandera de granito mordida por los sátrapas de cabezas humeantes que yacen en el polvo de tu abrupta intemperie una a una aplastadas bajo tu pie, soplando todavía la ritual cornucopia. Cofa del mundo, amparo de los exonerados hijos de la roca y de su alcurnia de proscritos, ¡sigue ardiendo en tu lengua la tea memorable, adalid de la furia!, y con mano abrasiva conduces investida de vértigos en tu sitial altivo la cruzada de las manumisiones y la muchedumbre del trueno. ¡Tú que asumes, ciudad madre mía y del rayo, la condición del diamante, escarchada, purísima campana, planta de luz andina, copa de soledad, apartando tinieblas deja oir siempre el grito de nuestra angustia, grita con nuestras voces de tierra en el destierro de la altura, híncalo en los ijares del agravio, para que tu corona primacial recobre las perdidas estrellas!

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ALTIPLANO 1. El Altiplano es inmensurable como un recuerdo. Piel de kirquincho; toca con sus extremos las cuatro puntas del cielo, sopla su densa brisa de bestia. El Altiplano es resplandeciente como un acero. Su soledad de luna, tambor de las sublevaciones, solfatara de las leyendas. Pastoras de turbiones y pesares, las vírgenes de la tierra alimentan la hoguera de la música. Los hombres, en el metal de sus cabellos, asilan el caliente perfume de los combates. Altiplano rayado de caminos y de tristeza como palma del minero. 2. El Altiplano es frecuente como el odio. Ciega, de pronto, como una oleada de sangre. El Altiplano duro de hielos y donde el frío es azul como la piel de los muertos. Sobre su lomo tatuado por las agujas ásperas del tiempo los labradores aymaras, su propia tumba a cuestas, con los fusiles y la honda le ahuyentan pájaros de luz a la noche. La vida se les tizna de silencio en los fogones mientras las lluvias inundan sus huesos y el canto del jilguero. 3. Altiplano sin fronteras, desplegado y violento como el fuego. Sus charangos acentúan el color del infortunio. Su soledad horada, gota a gota, la piedra.

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NADA INVADA NADA Aire temible, en insidiosa servidumbre no acudas de nuevo a hablar a ras del suelo, a mancillar mi desventaja, volcada la corona de vidrio y a manera de una pica el vencimiento. No, el muro pases y traspases, aire, y la asamblea y su flaqueza. Deja la espina cotidiana, deja que se consuma el rayo por sí mismo. Si ésa es la ley, que el polvo la socave, cada día más próxima a su falible desarrimo. A tiempo está tu quebradiza mano de conjurar las precisiones, pero tu inclinación al luto la detiene.

POCO ANTES NADA, Y POCO DESPUES HUMO Ay más que sangre somos huesos, cal que nos roe lágrima a lágrimas. Huesos encorvados por el fuego del orgullo, astillándose de rencor, helados. Tallos voraces, eso somos. Y así es nuestra fénila ciega y cae en torno como gota de plomo. También caemos, más abajo caen nuestros pronombres pedazo a pedazo, despeñándose en horrendos cráteres.

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Eso somos, rescoldos de caducidad, dioses llameantes, hundidos hasta el cuello, y todavía llenos de fiebre y polen.

CANTICO TRASPASADO Dónde estáis, días en flor, joyas de claridad. Tumultos. Ebrias emanaciones aurorales. Dónde, color de dicha, rosa. Rosa lustral, abierta al puro cielo del mundo impuro. Dónde cayó enn qué fango tu delicia. Palia del desamparo, frío. Oh sólo noche ahora nombra tu nombre. Sólo nada ahoga la sonrisa huida, muerta. Dónde estáis, flechas de alegría, encendida hermosura. Cantos, promesas, goce. Sólo espuma.

PEQUEÑA BALADA EN LA MUERTE DE MI HERMANA 1. Eras tan niña, hermana, para un viaje tan largo. 2. Lejos de tu suave muerte, no pude verte partir.

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Pero te imagino distraída, intacta en la costumbre de alterar la oscuridad del duelo encendiendo una sonrisa. Y te veo alejarte con paso cauteloso por la calle del cielo, como para asomarte a la ventana. Aletearía el júbilo en tus pestañas cuando echaste a correr por los campos de estrellas; quizá si te olvidaste de nosotros en el primer momento. ¡Qué voz nueva, qué aire limpio, qué resonancias claras en tu sueño! 3. Pero después has debido sentirte tan sola, junto a los ángeles tranquilos. 4. Corre el agua clara de las Escrituras y manos de vírgenes pulsan la lluvia de las liras; y el coro de los querubines pasa sobre el lomo de las nubes - albo vellón de sacrificios lo mismo que en las páginas de tu Historia Sagrada. Tú estarás cultivando rosas místicas mientras suben, dulcemente, las campanas de la tierra. Y me verás perdido en la hojarasca de los días, por las plazas del mundo, lejano... E inútilmente gritarás mi nombre y agitarás la mano. Qué tristeza la tuya en el teatro azul de los milagros ¡si sólo hay desconocidos a tu lado!

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5. ¡Eras tan niña, hermana, para viaje tan largo! UNA ROSA SE PUDRE Hasta mi altura, junto al hielo, donde los vientos cuelgan del altiplano enérgico subiste con tu ajena voz y tus milicias de prebendas. Sobraba luz entre mi pelo, sobraba amor en el rescoldo crepitante. Allí aprendiste, la sien conmovida, que no todo es señuelo, pútrida dulzura o sólo jarcia de litigios. Oíste cantar a Hénide. Supiste que el geranio es pródigo en respuestas. (Fúlgido alción, en el aire transparentábase el día). Pero tu alma era indemne como el esparto. No hubo, no, ntngun signo ni magia perdurable. El tiempo pasó su ahincada mano y todo borróse pronto, trivialmente. CASA DE LOPE Parva propria magna magna aliena parva.

¿No he pisado antes este suelo? ¿No, he sido yo el que ha plantado junto al brocal del pozo esa aspidistra?

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Cuántas edades tiene si fue mano la de él quien le dio vida, la formó como obra de su aliento. Calle de los Francos, todavía salobre de mis lágrimas; piedras de mis entrañas, dolidas por diligencia del agravio. Ah vosotros fantasmas más vivos que la vida, sostenidos por su amor que os permite bullir en aposentos y braseros. Qué solo estoy, Antonia Clara, qué amargo rey con mis memorias y este dolor por ti humillados de espinas y de olvido. Los cuervos de la tarde graznan ya en las torres de las Trinitarias. Campanadas que la hora tiñe de presagios. Afana de muerte me consumen, clamo, el eco me responde y con mi, propia voz me desengafia. No sangre, miedo por mis venas sangra. Ya es noche; noche larga. Artificios del mundo, ingratitudes, menos sois que soflama de pavesa, mientras Dios, que es sustancia, permanece. El hombre es nada, hombre solamente, aunque la fama a cumbres de fulgor lo exalte, si el vejamen del vivir todo lo iguala.

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CASA DE BEETHOVEN He aquí que nadie sino las inscripciones saben que se alza la madera de ojos entrecerrados, vibrante la natural clausura y cerca la plaza que alborota y espanta a las palomas. Qué suponer cuando alguien rompe el aire habitado por los sueños. Las vigilias responden a su desorden con sólo mirto en los búcaros donde se asienta como polen de muchos años el inaudible fragor de las esferas, en tanto se alejan calle abajo los pasos del penitente, el húmedo juglar cuando amanere. Y el dolor, siempre el mismo, que los años no gastan, impregnándolo todo.

CASA DE EAUDEURE Gran padre de la iglesla penitencial y armado sin embargo cercado de días como llamas. Aquel ,a quien escarnece el polvo del derrumbe y los cuervos comen los ojos hundido hasta el cuello en los aceites vitandos.

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A quien en el ultraje como una epitimia menesterosa llamaron los jueces el Poeta vistiéndolo de miel y plumas huracanadas. Vivir es devorar. La boca del Héroe condenada está a conocer cien muertes ejercidas por el coro de inexistencias. Los cancelarios del templo le negaron la puerta calafateándola de sorna. Y sólo el Gran Viejo del Siglo reconoció pasando los dedos de grandeza por el rostro. “Un solo grano de impureza hará de su noble substancia moivo de escándalo” habla dicho la Ardiente Voz de Avon. El enviaba ya en su defensa un Ángel de Oro flamígero.

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Sabía por qué brillaban sus uñan y quien tocaba sus manos retiraba las suyas Iluminadas. ¿Y esas lámparas que arden ahora en la lengua de los sensatos? Quisiera despertar en esa Casa de los Limbos el Donador y reir como un delito. Quisiera sentir que se parten los muros con su risa mientras la luna golpea en su garganta o canta el vino de la muerte rodando abajo por los bulevares, Desde el fondo del Infierno levanta la copa inmemorial colmada de ascuas. ¡Oh apúrala apúrala como infinitamente águila del corazón!

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JAVIER DEL GRANADO N. 1913.- Javier del Granado pertenece a la Academia Boliviana de la Lengua, correspondiente de la Real Española y - ¡oh asombro! escribió su discurso de ingreso en la "docta corporación”, en verso. Ha ganado premios de poesía en múltiples concursos y ha construido sonetos, al modo de José Eustasio Rivera, rotundos y bien burilados. Si es poeta lírico, lo es también épico y me atrevería a decir que mejor se mueve en los dominios de lo que los preceptistas llaman poesía “objetiva". Obras: “Rosas pálidas”, 1939; “Canciones del hombre y de la tierra", 1945; y “Cochabamba", 1959. LA MONTAÑA Flagela el rayo la erizada cumbre, el huracán en sus aristas choca y arranca airado con la mano loca, su helada barba de encrespado alumbre. Rueda irisado de bermeja lumbre el turbión que en cascada se disloca, y hunde á combazos la ventruda roca, para que el oro en su oquedad relumbre Bate el cóndor tajantes cimitarras y atropellando al viento de la puna, estruja al rayo en sus sangrientas garras. Reverberan de nieve las pucaras, y soplando el puthuto de la luna, se yerguen en la cumbre los Aymaras.

EL LAGO Sobre el terso cristal de malaquita que aprisiona el soberbio panorama, el carcaj de la aurora se derrama y el bridón de los Andes se encabrita.

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Su ala de nieve la leyenda agita. Muerde las islas una roja llama y de la ola el sonoro pentagrama el hachazo del viento decapita. Sofrena el sol su cuadriga en el lago, salpicando de lumbres los neveros y, en el lomo de fuego del endriago. emergen de la bruma del pasado la sombras de los incas y flecheros, bajo el palio de un cielo constelado. EL VALLE Embozado en su poncho de alborada, la lluvia de oro el sembrador apura y el cielo escarcha la pupila oscura del buey que yergue su cerviz lunada. Bajo al radiante luminar caldeada de agua clara, la tierra se satura, y la mano del viento en la llanura peina de sol la blanca marejada. Cuaja el otoño las espigas de oro y las imillas en alada ronda vuelcan su risa: crótalo sonoro. Se curva el indio y en su mano acuna de un haz de mieses la cabeza blonda que siega la guadaña de la luna.

LA SELVA Con salvaje lujuria de pantera se enardece la selva en el estío, y el huracán con ímpetu bravío destrenza su olorosa cabellera.

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Turbia cascada de hojas reverbera sobre el ramaje trémulo y sombrío que hiere el rayo en rudo desafío, incendiando el plumón de su cimera. Se retuerce la jungla acribillada por dos pupilas de rubí llameante que desgarran su carne alucinada. Palpita una luciérnaga en las huellas. El celoso jaguar huye jadeante y en su lomo chispean las estrellas. EL RIO Rastreando emerge del cristal de cromo un caimán de pupilas de esmeralda, y serpentea entre la hierba gualda bajo el fogoso luminar de plomo. Relampaguea en su quebrado lomo el polvo de oro que la orilla escalda, y un chiriguano de tostada espalda acecha al saurio con feroz aplomo. Rasga el ramaje su mirada oscura y, estrangulando el pomo de la daga, hiere a la bestia con sin par bravura. Resuella el monstruo y de venganza hambriento, la hirviente sangre con su lengua halaga y con su cola decapita al viento. LA VICUÑA Esbelta y ágil, la gentil vicuña rauda atraviesa por la hirsuta loma, y en su nervioso remo de paloma las graníticas rocas apezuña.

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El sol de gemas en su disco acuña el busto erguido que al abismo asoma y en sus pupilas de obsidiana doma la catarata que el alfanje empuña. Su grácil cuello como un signo alarga interrogando ansiosa a la llanura, y envuelta en el fragor de una descarga, huye veloz por el abrupto monte y se pierde rumiando su amargura como un dardo a través del horizonte.

JULIO AMELLER RAMALLO N. 1913.- Autor de "De la sombra y el alba”, 1961. Empezó remedando a Lorca y adquirió cierta notoriedad. Después de un silencio prolongado ha reaparecido portando un manojo de versos con problemas, debidos a la complejidad de la vida y a los cuales él se enfrenta con una actitud entre azorada y desafiante. A veces pesimista, aunque otras lo contrario, optimista, hay en su territorio algunas composiciones de expansiva humanidad. TU LA CONOCES, RILKE Tú la conoces, Rilke. Es el río de sangre que viene de los muertos y florece en los niños. Por ella las gaviotas renunciaron al vuelo y el huracán del sexo se convirtió en gemido. Yo la siento tan mía, que no tiene adjetivo. Alondra en las mañanas, en las tardes olvido.

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Es todo, todo lo que el hombre sueña cuando ya le duelen los caminos. Tú la conoces, Rilke. La conoces, amigo. EXORO Huir.. basta hallar el camino que me lleve tan lejos, que no pueda seguirme ni el propio pensamiento. Huir a la comarca, la remota comarca sin nombre ni recuerdo, donde están detenidas las agujas del tiempo y las playas tienen la soledad de los desiertos. Huir hacia las dunas del silencio donde yacen sepultados e inmóviles los ecos. Olvidar toda ruta y las huellas que inducen el regreso. Borrar del propio corazón la brújula y a solas, con el viento, libre al fin, con la infinita libertad de un muerto, encontrarme a mí mismo más allá de los límites del éxodo. Pero, ¿cuál el camino que me lleve tan lejos que no pueda seguirme ni el propio pensamiento?

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NUNCA... Esta palabra amarga, la que llega de la distancia última golpeando las entrañas, esta palabra “nunca" vestida de silencio, vestida de congoja, traída por el viento que nace de las dunas y azota los cantiles de final amargura, esta palabra donde todas las voces se pierden y se truncan, hoy retorna inclemente; hecha hielo, desnuda, preñada de la inmensa soledad de las tumbas que, perdidos sus muertos, no han de cerrarse nunca. LAURA LILIANA Llegaste cuando el otoño me hablaba de soledad, cuando mis viejos laúdes ya no snbiaa cantar Tus claros ojos trajeron Signos de viento y de mar, una lágrima temblando con infinita ansiedad y algo tan nuevo, tan limpio, con sabor de eternidad, que mis laúdes de muevo han aprendido a cantar

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MARIA DE LA NURIA Para reemplazar el llanto, nos trajiste tu sonrisa y tu carne hecha de mieles donde la luna cautiva. detuvo sus pinceladas. Por ti amanece la vida. balbuceante de ternura y se restañan heridas cuando tus pequeñas manos y tus absortas pupilas abren surcos de milagro dando razón a la vida.

FERNANDO ORTIZ SANZ N. 1914.-- Autor de "Prólogo al adiós”, 1954. La modalidad que emplea es honda y sugerente, con algo de misterioso y mágico, de niebla, nostalgia y bruma. Le seducen los afanes y los problemas del hombre que lleva adentro, y los expresa con palabra que perfuma "el aire y el alma”, no con fatigadas metafísicas o énfasis desesperados. Usa las imágenes con sabiduría y aunque es acento el suyo arduo por lo castigado, sin embargo nos da la sensación de una fluencia natural y espontánea. PROLOGO AL ADIOS Partir. Eso es. Partir hacia la niebla la lluvia y el jamás.

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Partir sin regreso sin es usted o has vuelto o te esperábamos sin nada más. Desvanecerse un día a la hora del crepúsculo en medio de la muchedumbre de una ciudad. Atrás el sol los caminos el viento las rompientes azules de la fatalidad Atrás la vida (la pequeña vida) una marca de cigarrillos el diario de costumbre el cinema habitual Atrás los escaparates de la joyerías y ese empresario de cretinos el ideal Atrás (se comprende) muchos encuentros muchos adioses alguna vez la dicha algún dulce atardecer en la soledad. Atrás en fin cuántas cosas.

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Todo lo que fue nuestro hace tiempo un modo de vivir una manera de amar y (acaso) un recuerdo entre tantos al alba lejos una mujer dormida después de las orquestas el portaligas y el champán Todo esto y todas las sonrisas y el resplandor del mar Todo ésto yo te digo debe quedar atrás Tú mismo (escucha) el timbre de tu voz los ojos de tu perro interrogantes tu pasaje de vuelta atrás atrás atrás Después (ah después) sólo la niebla en los andenes la lluvia en el asfalto y el jamás.

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CARTA DEL AHOGADO Amigo he comprado esta palabra en la orilla del mar es la última palabra. Te la entrego por nada. Me llaman los árboles de las Islas sin Historia y todo aquello que perfuma el aira y el alma (Tú sabes que nosotros tenemos solamente gestos distraídos como lirios inútiles y palabras). Lo que quería decirte está muerto acabado ¿comprendes? como una catedral en ruinas sin Dios y sin campanas Todo está muerto excepto el mar y esta palabra.

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Ella guarda espumas fragores el color verde y la distancia que cubre mi corazón y canta amigo es tuya para siempre. Los árboles de las Islas sin Historia y la catedral deshecha me bastan. EL SECRETO Si quieres yo te digo la clave del secreto. Es sólo una palabra ligera como el viento. Si quieres te la digo también como secreto. Y dentro (todavía) Un cofre más pequeño que guarda la envoltura de un cofre diminuto con otro cofre dentro.

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NOSTALGIA Algo yace en tu corazón. Algo oscuro y terrible hermoso y terrible sin voz. Desciende desciende por el mar de plomo oh soñador.

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Buzca en la niebla en el agua impenetrable de la palabra adiós. En el abismo bajo los hielos eternos y las rugientes olas yace un sol. (Tal vez un sol) O la gema perdida de una agotada predestinación. Quizás encuentres los escombros del Templo del Horror porque en la pradera nocturna en la tierra sumergida en el misterioso origen de la muerte hay extrañas substancias indiscernibles que son como los ojos y las manos de Dios.

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Nadie sabe nadie puede saber qué cosa yace en tu corazón. Tú desciende por el mar de plomo busca en la niebla y la ceniza de la palabra adiós. porque algo oscuro y terrible hermoso y terrible yace en tu corazón. LA VOZ DESNUDA Amigo no me busques por la playa nocturna y desierta ni entre los árboles sombríos ni en las errantes aguas. No me busques ya nunca por las noches silenciosas en el rumor del mar o en el breve universo de las estrellas solitarias. No pretendas hallarme en los espacios que terminan ni en los años que pasan porque yo vivo ahora con Dios en la dulce colina de las lágrimas en el mundo sin formas del ser restituido a las dimensiones acabadas.

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Mis manos arden como cirios profundos en el corazón de la nostalgia y mis sueños son olas de cristal que amanecen y ruedan por las arenas de la Gracia. Yo soy feliz amigo en la dulce colina de las lágrimas. Atraviesa la noche cruza por el silencio y rescata mi voz en la que viven las aves del amor perfecto y esta nada de los horizontes del exilio y las tormentas olvidadas. Yo te entrego mi voz mi última voz desnuda con fulgores de lámpara. Guarda esa voz (en mi memoria) y la infinita paz de las cenizas apagadas. Guarda también esta mi remota tristeza de pinos y bahías solitarias. Pero ya no me busques no me busques porque yo soy feliz en la eterna colina de las lágrimas.

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ROSA DE LOS VIENTOS De lo que queda todo está en la noche del desierto en las cenizas y las sombras en las arenas y en el viento. Los espejismos de la vida las tardes del adiós ya discurrieron. Lentas dunas errantes avanzaron sobre las praderas y sepultaron los antiguos templos. Ahora una luna milenaria vuelca sobre oasis difuntos sus fulgores de hielo y yo estoy hecho de costillas blancas fémures desnudos y un cráneo polvoriento. De osamentas roídas por el beso de los siglos semienterradas en la arena abandonadas como signos míliares en las rutas de la nada junto a los caravasares del misterio. Estoy hecho de cosas calcinadas del último paraje donde batiera el ala de los cuernos

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y del pavor sombrío de las noches eternas y calladas sin astros y sin perros. Ahora ya sólo soy la sombra que me llamaba desde los espejos y tengo sitio propio en el resonante anfiteatro de la asamblea de los muertos. Busca mis enseñanzas en la algebraica rosa de los vientos pues todo cuanto puedo decirte desde acá es el silencio.

REQUIEM PARA LA MUERTE “¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?" SAN PABLO: I Corinthios XV - 55.

Desde las olas de mi frente por las arenas de mis párpados se eleva ahora tu tempestad oh Muerte tu final tempestad entre relámpagos. Es un viento nocturno que alberga alas y cánticos

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un lento torbellino que arrebata mis sombras y se lleva mis astros. Extraña tempestad la tuya Muerte con corales religiosos y esta fuga de estrellas y de pújaros. Ahora mientras mis oídos se llenan de tu lento rumor descansa oh Muerte sobre mi corazón. La vida cae en tus parajes glaciales con un fragor de espejo destrozado y tu cosecha sombría apega solamente los fragmentos del mundo porque yo era la unidad de lo mulltiple y la luz de lo oscuro. Vacío del orden de mí alma el universo mensurable torna al caos. y así queriendo aniquilarme apenas si te has aniquilado. Ahora otros mundos incontables avanzan a mi encuentro lentos

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perfectos fulgurantes desde la gloria del espacio. Ellos me llaman son los míos (ya no los tuyos) mis mundos acabados. En ellos vive el eterno destino otros corales otras alas otros astros y la armonía de las cosas inmortal esta vez restablecida sobre tu muerte Muerte sobre el ciprés y sobre el mármol. Tu tormenta se lleva pedazos de la vida astillas del espejo destrozado cosas humanas hechas de ondas errantes y efímeros relámpagos. Pegaefas cosas que yacían en mis nostalgias en mi tiempo fugaz en mis caminos desolados leves cenizas que arrebatas en tu gran viento solitario para llevarlas sin saberlo desde la orilla de mis manos al encuentro del orden sempiterno a la resurrección en el milagro.

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Descansa en paz oh Muerte sobre mis sienes de basalto. ¿Dónde está tu victoria en la tempestad que me devuelve al corazón pacificado? ¿Dónde tu furia Muerte perdida y agotada entre vanos espejos destrozados? Ahora estoy tranquilo pues devuelvo a la substancia sin espera la substancia de todo lo esperado. Ahora estoy tranquilo acá en donde siempre estuve en donde estaré eternamente no importa si desnudo y solitario. Estoy acá. Lo que es tu mundo de fantasmas y espejos tu inmenso mundo que naufraga en el pequeño hueco de mis manos

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Descansa Muerte le tu' gran tempestad en la última sonrisa en el finaI desprecio de mis labios y sube o tus altares polvorientos y mudos en la abandonada catedral de los gusanos

YOLANDA BEDREGAL N. 1916.- Es la más representativa figura de mujer que ha producido la poesía boliviana. Ha recorrido todas las gamas. Su voz desvelada le viene desde las zonas más recónditas del ser. Desde la ternura tenue hasta la rebeldía que modera el buen gusto, vibran en su plectro las más diversas tonalidades. Obras: "Naufragio", 1933; “Poemar", 1937; "Ecos" (en colaboración con Gert Conitzer), 1940; “Nadir", 1950; “Del mar y la ceniza", 1957; “Antología poética", 1961. INVITACION AL VIAJE Quiero que veas mi país. Voy a poner postes de kilometraje con las fechas. Voy a darte migas de pan y piedras blancas de Pulgarcito para que sigas los caminos, espantando las huellas de los días que son las horas. Volanderas de todo color, de toda forma. Blancas, largas, flexibles: garzas y cisnes; pesadas, feas; avestruces; pequeñas, livianas, sin rumbo; vuelo de las horas y de los pájaros sobre el mundo. Horas que vuelan una vez sobre las alas y caen en el hueco de todo lo pasado. Pequeñas aves de los minutos negros, volando en cruz a picotear las primaveras: golondrinas. Te daré piedras preciosas de las grutas de Aladino. Tengo tantas en los ojos, en las manos. En el suelo de mi cuarto está tendido el arcoiris. Pedrería multicolor de mis rutas. (La gente alargaría, ávida, las manos sobre la huella).

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Mejor, toma hitos en las honduras que han de florecer hoy día para tus ojos y que después han de hundirse, como todo lo demás, en la obsesión de los naufragios. Me faltan las lineas isotérmicas e isotópicas para que sigas por mis mundos. No podré guiarte a través de ellos.- Pero tú vendrás a mí misma. Y entonces yo te llevaré. Será como esas cajas de sorpresas que empiezan en una grande y encierran otras más pequeñas. Podrás ir abriéndome hasta hallarme, como un regalo de la Primavera, inédita, igual que el interior de la última caja: vacía TUS MANOS Canción de la esperanza en el camino inútil de mi vida, tus manos cruzan como dos alas cargadas de ternura. SOMBRA Se hace cristal la sombra en las estrellas. La estrella es un sollozo de la sombra Siento que de mis párpados cerrados ha brotado una lágrima: el milagro de brotar los diamantes en la sombra. SED No quiero agua ni sangre ni vino para mi sed. Quiero lo que ha sido y nunca más será.

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Lo que pudo ser y no fue. Lo que pasó, lo que será. Tengo sed de Eternidad en la copa de vidrio de un instante fugaz VIAJE INUTIL ¿Para qué el mar? ¡Para qué el sol! ¿Para qué el cielo? Estoy de viaje hoy día, en viaje de retorno hacia aquella palabra sin orillas que es el mar de mí misma y de tu olvido. Después de que te he dado mar y cielo, me quedo con la tierra de mi vida que es dulce como arcilla mojada en sangre y leche. Ahora me sobra todo lo que tuve porque soy como acuario y como roca. Por mi sangre navegan peces ágiles, y en mi cuerpo se enredan las raíces de unas plantas violetas y amarillas. Tengo en la espalda herida cicatrices de alas inservibles, y un poquito en mis ojos todavía hay humedad inútil de recuerdos. Pero ¿qué importa todo esto ahora? cuando estiro los brazos y no hay nada que no sea yo misma repetida. ¿Acaso no soy mar y no soy roca?

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Misterios de colores en mi vida suben y bajan en mareas altas, y extraños animales y demonios se fingen ángeles y helechos en mis grutas. Estén demás el mar, el sol, la tierra. Ahora que he vuelto de un amor inmenso, tengo ya en la palabra sin orillas lo que pudo caber entre sus manos.

BALADITA DE LA ARAÑA FEA La joven ataña díjole esta queja a su madre un día: - ¿Por qué soy tan fea, dime, madrecita? Hilando la rueca, tú pareces de oro sobre fina seda. M padre es moreno, mas si te contempla, lo cubre la gracia que el nardo quisiera. Yo, madre, tan flaca, tan peluda y negra; jamas ningún canto me dijo una abeja. Cuando las guitarras de los grillos suenan, es la serenata bajo de otra reja.-

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la araña ese día sin mostrar tristeza, preguntó al esposo si la hija era fea. - ¡Cómo dices eso! ¡Es como una perla suave y transparente la dulce pequeña! Durmió auella noche la madre serena; al día siguiente se fue pr las huertas a recoger todas he plateadas telas que en vida afanosa de araña tejiera. Y cuando el ovillo, más grande que ella, era como el símbolo de su vida austera, hizo con los hilos una bata fúlgida con vuelos y encajes fingiendo la espuma. La joven araña con su nueva túnica era una movible gotita de luna. Y llegó el domingo. A misa de fiesta se fueron los padres y la ataña nuestra.

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Todos los insectos, al verla tan bella, en musical ronda se fueron siguiéndola. Pero esta mañana... - ¿por qué oculta pena? flotaba en el agua la arañita muerta. Tal vez el estanque que un cielo le ofrenda, la tentó a entregarce su fugaz belleza. Flota el cuerpecito de la araña fea con vaga ternura de apagada estrella... FRENTE A MI RETRATO Enmarcada en rectángulo de sombras - como de una ventana en el vacío mi cara adolescente me contempla. Viene de lejos la mirada limpia bajo el ala extendida de las cejas y se arrodilla, tímida, en los labios. Limpia mirada en la que cae el mundo intacto como gota de rolo. Me confronto distante en esa imagen, mejillas con pelusa de durazno, y un hoyuelo infantil como si un ángel hubiera hundido un dedo pequeñito. En el vaso del cuello la premura del latido invisible que enraíza el diminuto pie a las manos finas; palidez matinal bajo la noche, partida en dos, de relucientes trenzas.

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Cinco años están fijos esos rasgos hendiendo la ventana del vado. Mientras tanto llovieron muchas lágrimas - pinceles en la pulpa de la vida -. Un expectante albor flota en el rostro; pero de norte a sur, de este a oeste, tormenta en primavera hirió mi frente. Una ausencia, una muerte y una vida desdibujaron el retrato antiguo. Estoy ahora como he sido siempre y como nunca más habré de ser. Estaba escrito todo en hoja blanca. Aprendo a deletrear mi adolescencia; y sólo podré leer mi vida toda cuando, como hoy me miro en él retrato, pueda un día, mirarme desde el marco sereno, inmarcesible de la muerte. HOLOCAUSTO Ob Cristo, yo quisiera de tu augusta cabeza desclavar los espinos; endulzar tu martirio; darte mi adolescencia como incienso en delirio; alabándote en salmos, restañar tu tristeza. Te volcaría en mi alma con la dulce certeza de corporal expolio a cabezal de lirio. Me inmolaría entera como ala sobre cirio votivo que, al quemarse, con su llame te besa. El humo, en holocausto, de mi cuerpo ofrendado empapara en perfume la esponja de la hiel y, hundida entre la llaga, mi vida en tu costado,

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- la culpa redimida y el mundo sin pecado – a la última palabra de Dios Crucificado, ungiría con rosa de amor tu humana piel. ANGELUS Por las cuatro cámaras de mi corazón ha pasado el ángel de la Anunciación! Fue como en un sueño de luna dormida; están todavía frescas las pisadas, sépalos tendidos en forma de cruz. Fue como un misterio de agonías lúcidas en que una marea de goces astrales henchía mi cuerpo de pasos de Dios. Fue como un milagro de embriagada sangre que en mí edificaba recóndita cripta en donde ese ángel me dejó una flor. Por las cuatro cámaras de mi corazón ha pasado el ángel de la Anunciación... NOCTURNO EN DIOS Señor, cuando oscurezca, te necesito mucho; cuando las hojas tiemblen para caer del árbol, parece que un lamento contenido se acerca. Señor, cuando sea otoño y la flor no esté firme, quiero que me acompañes a ver el desnudarse del mundo. Caerá mi primavera en un volar de estambres. ¿He de pisar acaso mi propia alma caída? Llévame de la mano a donde nada piense, donde en ti me cobije sin que se mueva el tiempo.

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Tú eres inmarcesible, y yo quiero agostarme como hierba en tu pecho, que no me lleve el viento. Tengo miedo al crujido que hace el pie en el otoño. ELEGIA HUMILDE Un auto ha arrollado a la vieja sirviente. ¡La pisó como a una hoja! Era una flor del campo, toronjil, yerbabuena. En la casa hubo duelo por su muerte de plata Era mujer oscura de noble cepa criolla endulzaba la vida de seres y de cosas. Llena está nuestra infancia de su imagen de Mamita Copacabana; debajo de su manta de casulla siempre traía la sorpresa de frutas, empanadas o juguetes. ¡Ay, dulce abuela nuestra de las macetas y del canario! Tendida en su mortaja con unción le besamos las santas manos toscas quietas por fin del cotidiano afán. Parecían avergonzadas del reposo; dos ángeles muy blancos bajaron a cubrirlas. Su nombre era Mama Usta, y nada más. Las hadas humildes sólo tienen un nómbre pero es varita mágica de gracia y bendición. De la mano llevaba a mi padre a la misa; la conocieron los abuelos y bisabuelos. Era lazo entre nosotros y lo perdido. Todo lo daba, todo, su bondad, su alegría, el cobre de la dádiva, el óleo del consuelo.

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Cual sombra milagrosa colmaba de manjares la olla de la pobreza, y con agua y con sol daba celajes a las viejas cortinas y manteles. Ella prendía el fuego del hogar cada día. Un auto la ha matado. ¡Ay, Dios mío! Su frente estaba herida y su cuerpo nunca tocado salpicado de barro. Cuando llegaba al cielo con sus pobres zapatos y su mantón raído, un coro conmovido le cantaba aleluyas. Con humilde inocencia debió de imaginar que era fiesta pascual para nosotros. - ¿Cómo para ella el aleluya? ¿Cómo para ella nuestro llanto? Sencilla y limpia entró en la gloria cuidando todavía la canasta para la cena de hoy. Nuestra Mama Usta ha muerto. ¡Ay canario, ay macetas, patio y agua, doblad vuestra rodilla para rezar por ella! SALADA SAVIA Padre mío, el invierno - espada de tu muerte – sus varillas de hielo sobre mi pecho. inclina. Crujen las hojas secas en desolada sombra al filo del minuto que te arrancó a la luz. Ya no hablaremos nunca del verdeciente pino aunque giren los meses hacia la primavera; yo veré conmovida hundirse contra el cielo la erguida copa oscura, y ya estarán tus ojos perennemente mudos en el carbón azul.

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Se esponjarán los días, descenderán las noches hacia asoladas playas del Siempre y el Después, mas la salada savia del amor está herida al filo del minuto que te quitó de mí. Contigo platicamos del trino y la gavilla, el libro y el amigo, la reja y la parábola, del agridulce zumo en el cristal humano. Fraternales rondaban por tu voz de maestro San Francisco de Asís, Don Quijote y Jesús. Padre mío, en las horas del hogar, apacible devanarnos la laos del cotidiano afán; y siempre tu sonrisa tendía el hilo de oro que bendecía el agua y suavizaba el pan. Presagio de ventura, flotaban nuestros nombres con halo de alegría si los decías tú; hoy nos duele hasta el nombre que tú ya no pronuncias, y nos pesan las manos tendidas hacia tí! Tus ojos amparaban la senda de mi verso. Mi infancia en tus rodillas todavía mecía la muñeca de trapo que el tiempo sepultó. Ahora me llueven años por cada hora que faltas. Nuestro pino ha llorado hasta su último espino. Aúlla la madera de tu sillón vacío; los platos en la mesa tienen sonido a roto; y se empaña la atmósfera de girasol nocturno. Esta salada savia del amor se hace niebla al filo del minuto que te llevó a la luz.

FLUJO Una mansa locura de amor el ser invade. La ceniza inicial de la sangre se evade a la porción recóndita de salobre marea que, en vigilante insomnio, cada orilla golpea.

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Tremor que llega herido para herirnos la herida, otra vez en la pulpa de la poma mordida. Mi cal desmenuzada acéndrase en mi mano: Cáscara transparente, hoja que, de su arcano, busca la geometría mínima del pistilo donde, antes de ser lámina, fue punto y después hilo. Fatal ya se presiente la potestad sañuda - maciza telaraña sobre larva menuda de abstruso pensamiento que tendrá que aplastar la pequeñez rebelde, la sed de perdurar. Va desvelando el noto huella oculta en el pasto, y la tímida bestia rompe su sueño casto. Esqueleto amasado de polvo en turbias horas cede sin equilibrio, Amor, si lo desfloras. Espuma, cuarzo, líquido, acosado deseo, empinado alarido en oscuro tanteo aguza voz de muertos en la cintura abierta del mar que suda cantos en unidad desierta. REFLUJO Baja a ribera inmóvil de secretos afluentes. Desátame el enigma. Subirán las simientes solemnes a beberte, trizada la luz mía cuando el maligno abrazo la tiniebla deslía. Como algas en la orilla flota mi pelo negro, y, en un girar moroso de siglos, desintegro aquel rumor nostálgico que aceza en el fanal de las conchas calcáreas en rítmica espiral. No quiero que mi boca consuma harina lenta. ¡Hay un grumo de sombra que en éxtasis fermenta! He de imprecar al vicio si de esta agua desnuda no brota el amén místico que la oración anuda.

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No en vano lanzó el fondo del mar contra la proa su saliva de angustia que es bramido y es loa. No en vano la madera de selva sometida implora por el nido y la yema perdida. En el nocturno espanto oigo el jadear atlántico, y ningún eco aplaca mi soledoso cántico. ¿QUIEN? Alguien ronda la voz con fingido abandono, alguien altera el, compás, mueve el silencio si callamos. ¿Es muerto a quien no dimos silla en la velada? ¿Es amor que golpeó alguna vez a la casa cerrada? Rasca suavemente la almohada, agita el tul de las cortinas cuando hablamos a oscuras. Alguien solapadamente nos atisba de los cajones olvidados, cruje en el borde de un papel, transita en nuestro aliento sin acordarnos quién, de, dónde, cómo.. . Su presencia insistente sobrecoge, levanta un aire de misterio. Deambula con rastros intuídos y reminiscencia de lejano espliego. ¿Quién es éste que viene desde dentro? El intruso, el no admitido, que se soló en la sangre, retornando en el aire rechazado. Sin pie, nombre ni forma, circula desvía el orden, tuerce el contorno de la idea.

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¿Quién apaga esta lengua en la penumbra? Convierte el olvido en recuerdo de la nada. Torna naranja el vermellón. Ya no podremos nunca dirigirnos mientras este subsuelo nos domine. Raíz de la discordia. Resquicio de la esfera filtra en la herida su veneno ajeno. ¿Quién destroza la letra cuando hablamos? ¿Quién agrieta el silencio si callamos? Nunca estamos a soles con la vida. ¡Retrocede, canción! No estamos solos. CONFIDENCIA A MI ALMA Alma, alma lustral de mi vigilia, ¿cuántas caídas ya llevamos a cuestas? ¡Vergüenza de la luz! Deberías ser espadaña de nardo, escala de olor, emblema firme y vertical en campo pardo. Deberías, alma, ser Gabriel lúcido, inquebrantable, anunciador; y estás mísera y triste con cíngulo y veste de verdugo. ¿Qué nos pasa, hermana, qué nos pasa? Me lloraría hasta lavarte; temo, temo mancharte. Me quemaría a reducirte; la Nada me horripila. Te ahogaría en caricias, pero eres intangible e inasible. ¡Tú me huyes, y yo te amo! Uncida a cuerpo magro, vencida en porfiado batallar, no logramos roturar la cáscara de este crepúsculo altiplánico. Se proyecta nuestra sombra doble y larga en la pampa.

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Tú debieras ser enhiesta vivo ciprés en camposanto; y vas conmigo renga, pobre, pobre alma mía. Descansemos bajo este palio nuevo, espalda con espalda, ligadas, discontinuas, amándono, odiándonos, bifrontes, monocordes. El sumirse sin vernos restituirá la heráldica: Emblema erguido, tú; en campo pardo, yo. FUGA I ¡Cómo te ríes del mar, hermano loco! Tu carcajada es más potente que el rugir del océano; llena el día, rebota a mi pecho y, desde el mío, en otro y otro, como olas que se persiguen. ¡Ríe del mar, hermano! ¿Qué podemos hacer? Tú viajas en tercera, ¡ríete del mar! Tus ojos, sin permiso, escapan de sus cuencas a pasar sobre el agua; no se hunden; son salvavidas de lo en ti naufragado. Son islas vivas de tu mar muerto. ¡Camina sobre el mar! ¡Cuán poco nos separa tan profundamente! Somos todos manzanas del mismo árbol. A ti, por fruta delicada, te ha mordido primero la serpiente. Estás inmunizado de podrirte.,

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Nosotros, los cuerdos, los normales, satisfechos (tan feas suenan estas palabras, ¡qué asco!) llevamos el veneno de la razón y hemos de ir cayendo antes que tú en el pozo para tornarnos humus que alimente otras locuras.. Tú viajas en, tercera, camarada, cántale al mar, cántale al mar! Para escucharte tiene un enorme caracol; el hombre sólo tiene una oreja limitada, que no alcanza a la voz de las hormigas ni tampoco a la canción del universo. A ti el agua te escucha, te mira su ojo azul; son tuyos su alegría y su dolor. A ti te entiende el mar. II Tienes un vigilante en la cubierta; claro: no debes asustar a los viajeros con tu gesto incoherente. No comprenden que, a ti, por sensitivo, te mordió la serpiente antes que a ellos. Un vigilante cuerdo - ¡pobre tonto! – ¿sabe él acaso de tu mundo sumergido entre boscaje encarnado de corales mientras chispeaban perlas tus dolores? Tu vigilante ignora psicoanálisis; no puede hurgarte el alma. (Menos mal). Como vas en tercera, el médico de a bordo está tranquilo. ¡Qué suerte para ti! Dame la mano, descuida al marinero; el cielo es buen guardián: ¡Vamos al mar! ¡Cuán poco es el matiz en el abismo! El que no es loco, es tonto.

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En la popa es tercera, aquí, primera. Un barrote de hierro, y está hecha la línea divisoria. Yo te pido perdón. Juguemos con el mar, amigo loco. III Cuando te dan, aislado, la comida, en plato de aluminio y sin cuchillo, pienso que a mí me atiende un camarero : - pechera almidonada y reverencia y me avergüenzo, aunque me guste el camarero, de que no estemos en la misma mesa tú y yo. Me sabe amargo pan no compartido por igual con toda la humanidad. Hermano, te propongo: ¡Invitemos al mar para la cena! Todo al mismo nivel, disfrutaremos tu embriaguez y la mía confundidas; tendremos un ofertorio de amapolas con tu abierta locura y mi locura presa. Eres más libre tú. Sin inhibiciones ni mentira. Beberemos el cielo haciendo copa de nuestras manos, mascaremos nubes, fumaremos el palo mayor, haremos cenicero del timón. Me vestiré de gala con la capa de mi cabello suelto y un cinturón de luna. Tú, hermano loco, no vistas etiqueta ni uses en la solapa silogismo ni paradoja. Orión sobre tu pecho ha de bastar. Estando en entrepuente, podemos ser sinceros.

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Juan llamaremos al mar. Yo, María; tú, Pedro. ¡Qué bien vamos a estar para la cena! Por fin diremos la verdad. Vendrá el mar con nosotros. Llegaremos a puerto mucho antes. ¡Invitemos al mar; Tú viajas en tercera ¡Ríete del mar! ¡Riamos con el mar! ¡Salud, hermano! ALEGATO IMPACIENTE Qué lágrimas, Señor, gotean las campénulas en funeral de primavera. En las ramas, promesas de fruta: Unas se detienen en pistilos impúberes, otras apresuran incipiente flor y no maduran. Mas todas van uncidas a la muerte, apoyándose en ella como en dulce cayado, ingenuas, inconscientes. El trigal columpia pan al aire abierto; su aroma va descalzo por la acequia y se remonta a golondrina. El gesto humano en hermandad quisiera asirse en rondas; valla y cerco lo frustran. El ruego clama a los tímpanos, y su sordo aluminio se desplaza entre balas. Se enciende amanecida en Ia promesa; llega la noche en procesión de fugitivos. La plegaria se hinca a tierra, y la mujeres bajo la saya esconden rodillas desolladas, avergonzadas, como amarillas rosas

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El candil de la confianza tiene centinela en la bocamina, y el yunque - dale y dale – gasta contra el aire su martillo. Ay, Señor, la súplica impaciente no deshile la orla de tu manto, por si hayan de cortar de él nuestro sudario.

ÓSCAR ALFARO N. 1921. M. 1963.-- Autor de "Alfabeto de estrellas”, 1950, y de "100 poemas para niños!, 1955, recreó a éstos con composiciones fáciles y sentidas, no limpias siempre porque a menudo enseñaba consignas políticas a los pequeños. Los romances que escribió llevan el sello de la gracia y de la espontaneidad. Hay en los mismos una indisimulada influencia de Campero Echazú. VIAJE AL PASADO Desde adentro, desde adentro, desde el fondo de un abismo, viene corriendo a mi encuentro un niño que soy' yo mismo. Iluminando el olvido con este niño en los brazos, yo voy haciendo pedazos los años que ya he vivido. En el fondo del pasado hallo mi casa materna donde está mi madre eterna frente a un Dios crucificado. Junto al molino coplero, lleno de antigua fragancia, sigue jugando mi infancia con la hija del molinero.

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En los vientos pastoriles desgranan su florilegio de canelones infantiles las campanas del colegio. Y, perforando los años, desde el abismo profundo salgo de nuevo a este mundo lleno de niños extraños, EL LORO Mientras ensaya su coro la escuela de ruiseñores, como un verde bardo el loro dice versos soñadores. En los árboles cantores suelta su pico canoro sonoras palabras de oro, cual perlas multicolores. Trovador de estas campiñas llenas de rosas y niñas que florecen en la sierra. Es el iris que en las flores se hizo un ave de colores para cantar a mi tierra. EL SAPO Con sus pupilas de cobre empapadas de dolor, yo lo vi; llorando sobre el cadáver de una flor. Desde tiempo inmemorial este viejo enamorado vivió siempre arrodillado a los pies del rosedal.

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Y, en el campo del honor, venció a fieros batallones de apalancas y escorpiones por la rosa de su amor. Pero gentes despiadadas, una roja tarde en flor, ¡lo mataron a pedradas en el huerto del dolor!... EL BORRIQUILLO El borriquilo del cerro cruza sembrando canciones con su canoro cencerro por caller y callejones. Y con ritmo cantarino los sellos de sus herrajes van dibujando tatuajes sobre el papel del camino En el paisaje de estío toma su líquida orquesta las ranas que están de fiesta bajo la aguas dei río. Y por el dulce sendero que cruza los olivares sigue regando cantares el borriquillo coplero. Sobre su lomo de seda descienden los ruiseñores corno una lluvia de flores desde la fresca arboleda. Y el borriquillo paciente, cubierto de aves y trinos, es un concierto viviente que viaja por los caminos...

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UNA JAULA DE CANARIOS Empapando de armonías el silencio de mi cuarto, se columpia en la ventana una jaula de canarios. Luminosos como estrellas y amarillos como rayos, de un alambre al otro alambre van y vienen dando saltos. Son cual notas musicales encerradas por milagro en el fino pentagrama de la jaula de hilos blancos. Un trinar de mandolinas se derrama en el espacio cuando vierten sus canciones temblorosas en el patio. Y al mirarlos tan alegres y tan limpios y tan claros... ¡Este pecho se me vuelve una jaula de canarios! PESCADOR El niño viene surcando el lago cual si anduviera sobre las aguas… Y suena el alma del vi nto helado en su doliente zampoña aimara. Tirando al cielo gallos de espuma cae en las aguas su red de plata. Y como luces cristalizadas los peces de oro llenan la barca.

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Vien flotando la vaga orilla viene en la oilla su choza blanca EL DIA Desde los cerros viene a galope el luminoso caballo blanco. Trae en las crines la luz en flecos y cuatro estrellas bajo los cascos. Mientras galope por los caminos todo despierta sobre los campos. Y en sus relinchos canta la vida y en sus tendones vibra el trabajo. Niño que quieres ganar el mundo, ¡monta este alegre caballo blanco! LA HORMIGUITA NOVIA Va por un puente de paja un tren de hormigas morenas que dibujan en el agua sus diminutas siluetas... Las viajeras tienen hambre y no hay nada en la pradera. Bajo el puente los luceros como peces aletean. - ¡Las estrellas son de azúcar, comeremos las estrellas! ... Dicen y saltan al agua trazando circunferencias. Pero el arroyo se eriza de vocecitas pequeñas y las hormigas ya flotan duras lo mismo que letras.

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Señor de capa y espada, salta un grillo en la rivera. Y a la náufraga más linda le alcanza su mano negra. - Preciosa, ven a mis brazos. Pero saca una cadena de hormiguitas enlazadas que lo abrazan y lo besan - Un momento, señoritas. Pórtense ustedes más serias. Pedí la mano a una sola y me he de casar con ella… Otra vez se pone en marcha el tren de hormigas morenas. Y agitando su pañuelo llora la novia pequeña apoyada sobre el hombro del grillo que la consuela... RUISEÑOR TELEGRAFISTA Un ruiseñor está escrito como una nota de música en los hilos del telégrafo - pentagrama estremecido -. Cantando telegrafía un mensaje cristalino… ¿Quién descifra el claro morse que transmite el pajarillo?

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Su compañera recoge el telegrama de trinos. ¡Y los dos son sur y Norte de una canción de infinito!... JAIME SAENZ N. 1921.- Poeta ultrarrefinado. Técnica sutilísima situada dentro del realismo mágico. Artista de la distorsión que se complace en lo ilógico y a quien no se puede negar cierto fondo de humana ternura. En el ambiente en que discurren sus esencias conjuga nebulosidades, alucinaciones fantasmales y obsesiones hiperestésicas. El de Jaime Sáenz es todo un caso por su extraño valor documental que detenidamente debe estudiarse. Obras: “El escalpelo", 1955; “Muerte por el tacto", 1957; “Aniversario de una visión”, 1960; y “Visitante profundo”, 1964. HAS VISTO - TE HAS VISTO - SENTADO FRENTE A ALGO Has visto - te has visto - sentado frente a algo pero nos has querido verlo porque quisiste palparte y tu cuerpo no había - entre ráfagas has visto y no habías - te has palpado y te acordaste de tus sueños pero no querías saber y por eso tu tacto no quería nada y no quisiste palparte para no dejar de creer que todavía no habías. En este residuo indefenso, en esto que queda de mi, no creo encontrar nada que interese a nadie las cornetas gimen tocadas por el mago oculto nada tienes que ver tú ni los tambores ni los valles negros que tocan para sí y por eso vivo para mí no importa que mi presencia aparezca en todas partes - he decidido olvidarme de mí y del resto de las cosas

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y de las personas en tanto el dolor milenario tenga como principio y como fin las coles con que adorna su olvido aquella mujer muerta durante los albores de la mañana diré: de no haber habido yo no habría este aposento, ni habría habido tampoco esa viejecita que me vendió una mesa cuadrada con patas torneadas y un cajón donde se guardan cosas con llave. De no haber habido yo no habría aquella pizarra ni la bata azul de paño que se salvó milagrosamente de las inundaciones ni este encendedor trastornado ni aquel puñal ni esto ni aquello es que este caso tan concreto de melancolía necesita un petardo que haga salir de su aflicción a aquel hombre dormido, dé una curva y venga a mí para recibirlo con un brazo en alto y estalle y forje así un sueño al pie del viento y de la lluvia. Nada puede convencerme dé lo enfermo que estoy, mascando lo que no se sabe, pensando lo que no se sabe, en espera de la revelación integrada por los ríos y la esencia de la música y por el desaliño de la vida yo no estoy existiendo otro existe en lugar de mí pero dentro de mí y es como lo mirara diez veces cada una de las diez veces que lo miro. Estoy cada vez más enfermo que todo, más enfermo que un colibrí. Los días, las lunas y las moscas aparecen forjados en la colina pálida que recorre deja que esa espada esté en mis sueños, esté en mis pobres sueños de ángel solitario y jubiloso.

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Te tocas y no hay música. Te tocas y súbitamente sabes que no hay tú, y lo que tocas no sirve más que para saber que no tocas lo que tocas no hay, no es ilusorio porque todavía no has muerto por qué no has de hablarte en serio y ver si pasa algo en el cielo que siempre es nuevo si pasa algo en tus manos y en la superficie de tu carne, cuando conspires contra la armonía y contra la propia mirada y revientes como un tallo sin haber dicho “a". El derredor de lo que no hay no podrá más y hará que estés callado y vistas al mundo con un ropaje inmenso y hondo para que nadie lo vea ni desde el principio ni desde el fin para que en el albor de la rítmica de lo desconocido vuelva los ojos hacia una totalidad ciega y callada y juzgues perplejo el que ahuyentan con agua a los perros - justifican jubilosos la vida para que otros duerman. las cosas son contempladas como si no fueran parte de uno mismo cual si no se fuese un decir más de la vida, uno más con los otros que también se hurgan las uñas y salen a las calles y miran la vida a través de sus hijos que a su vez miran la vida como si tuviesen hijos el instante de mirar la vida te tocas y no hay tienes miedo - sabes que no habrá formulas una sonrisa para la vida y ensayas tu tacto desconfías.

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Todo es movilizado por el tacto desde el principio de los tiempos. El tacto es el mayor milagro porque hace que rueden dos bolitas siendo tan sólo una y se confirma lo yerto por el tacto de qué te sirve el tacto si estás tan triste nadie dice que sin tristeza disfrutarás mucho del tacto sino que estarás más ávido el tacto al servicio de lo que has tenido y podido sin que un gesto de olvido te dé la medida del olvido el tacto al servicio de lo elemental de modo que nada turbe su uso y beneficio y tengas al fin algo más concreto que la mirada y que la vida. Se vaporiza el tacto y lo previo y lo sin remedio es mágico. Yo te digo: te esperaré a través de todos los tiempos. Siempre estaré aquí o allá, estaré siempre tanto en ti como en las coarta, y tú lo sabrás cuando te rodees de la melancolía por el tacto. Yo estaré siempre: conocerás que estoy, por el tacto; siempre estaré en ti, aunque tú no hayas; porque cuando no hayas, sabrás siempre que no eres. En la espera de ser, estaré siempre. En ti me quedo yo, confiado, y olvido a mí, y me cierro, y me vierto, y amo a todo y renuncio a todo. Yo me quedo en ti porque así es mágico y porque basta un instante para confirmarme por el tacto.

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TU RECORRIDO EN LAS CALLES... Tu recorrido en las calles te separa de mí, de igual manera que el día y las calles de por si - la ciudad es toda entera una araña que te guarda de mí y la luz te incomunica; te aparta, y me hace espiar lo bien que te vigila - brilla tu júbilo en las esquinas, a la hora de la desolación yo me pregunto si encontraré el alto azul profundo de tu vestimenta, mi país, el aire de tu voz al caer la tarde - y me pregunto por qué renunciaría jubilosamente al júbilo que tú me causas. Tu parecido a mí no se encuentra en ti, ni en mí, ni tampoco en mi parecido a ti pero en alguna línea trazada al acaso y que el olvido hizo memorable - y en el olor que se desprende de ciertos dibujos que nos hacen llorar y que a la vez nos causan júbilo, por ser un miedo al sabor de las evocaciones tu visión conmovedora, aquel suave testimonio que la juventud dejó de su partida: imagen escondida, sabor de juventud a la espera de fundirse con la hora de la muerte que es tu forma que camina con luz y con amor a lo largo de los días y las noches y los años para lastimar mi corazón - mi muerte se habrá llevado tu mirar, porque sentía dentro de ti cuando la buscabas, pues en ti se encubre y permanece; déjame nombrarte su ropaje, en ti se quedará la juventud.

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EN LAS PRODIGAS LUCES HUMEDECIDAS En las pródigas luces humedecidas y en los aires de navegación de las montañas, en las solitarias inmensidades de la limpidez y en las humaredas, al calor fugitivo de la grave curvatura del mundo - en las calles y en los árboles, la lluvia refleja la callada ternura de tu visión. Y de las tumbas un suspiro enciende perdidos y escondidos fuegos en tu sentida imagen, a la ascensión de aquel melancólico 'vaho desde las oscuridades, que ha resquebrajado los sudarios de tus rumorosos antepasados - y en las entrañas del agua, al compás que escucho del olvido, llueve, y llueve y yo no te miro, enn realidad puedo mirar que me miras tú - ¡cómo me miras!, de unos confines, de la infancia y de los mares profundos de la juventud - ¡me miras en el vacío y a través de la distancia, cómo llega tu mirar, de tanta lejanía y en qué conmovida manera, que me hace saber que yo no te miro! - y un gran llanto me sacude al deseo de encontrarte, y hablar contigo sobre la gratitud, sobre la primavera y la alegría y sobre cosas tantas y diversas, y a un tiempo te escucho - en la huella que ha quedado en mi frente, en una sombra que roza la pared -, te escucho hablar de todo cuanto me hace llorar - y así respondes a lo que digo en mi corazón.

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QUE SEA LARGA TU PERMANENCIA Que sea. larga tu permanencia bajo el fulgor de las estrellas, yo dejo en tus manos mi tiempo - el tiempo de la lluvia perfumará tu presencia resplandeciente en la vegetación. Renuncio al júbilo, renuncio a ti: eres tú el cuerpo de mi alma; quédate - yo he trasmontado el crepúsculo, y la espesura, a la apacible luz de tus ojos y me interno en la tiniebla; a nadie mires, no abras la ventana. No te muevas: hazme saber el gesto que de tu boca difunde silenciosa la brisa; estoy en tu memoria, hazme saber si tus manos me acarician y si por ellas el follaje respira - hazme saber de. la lluvia que cae sobre tu escondido cuerpo, y si la penumbra es quien lo esconde o el espíritu de la noche. Hazme saber, perdida y desaparecida visión, qué era lo que guardaba tu mirar - si era el ansiado y secreto don, que mi vida esperó toda la vida a que la muerte lo recibiese. ME VOY AL BOSQUE Me voy al bosque de hojas amarillas y quebradizas a ver lo que entraña la vida, la infancia del tiempo y el instante de la luz -al destello del sol conoceré las sonrisas y las volteretas y caminaré con los ojos cerrados, orientado por la fragancia de las transformaciones y de los fuegos - y llegaré al horizonte cuando la muerte se esfume.

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En mi sueño de vida, han de ser la alegría y el eco un juego nocturno para las abejas y un alimento para mi y al mirar en mis ojos la transparencia jubilosa, exclamaré: "De lo desconocido vivo, y le ofrezco mi gratitud posada en el mar". NADIE AMA Nadie ama y las cosas son las que aman, cuando miro el mundo y los vientos late suntuoso mi corazón en la congoja - veo los seres solos y ajenos al mundo, exploro y me aventuro por ellos al nacer y no aman ni se quieren estar, transitan y yo soy su solo amigo. Desde la soledad me aman las cosas, en este páramo yo me lamento por no escuchar tu suspiro y no ser agua para mirar el sonido, y me lamento por lo caviloso que me pone el amor que me tienen las cosas; escucho el murmullo con que ellas se aman y se pierde en los huecos que dejaste a tu paso. En la inmovilidad me escondo y te aferras a mí, y me muevo y te vas - y se sonríen las cosas, el corno y la trompa, y cantan canciones y me aman con una gran hambre: no es necesario vivir, pero es necesaria la vida - digo.

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COMO EL DIA Como el, día alimenta unos sueños estériles y lastima tu naturaleza angelical, has de partir en pos de la noche - y yo te diré que ella suele pedir, como un mendigo, toda la vida: raramente se conmueve. Pero tú, con tu tierna manera ~le, eres comunicativo y la conmoverás en aquella claraboya, -si le dices: "Quiero la muerte, pero no morir" - y los que descansan alejados del fuego, escucharán la palabra estremecida de tu vuelo y no querrán saber que están muertos al ver que te habrían amado. Y de tal modo conocerás las imaginaciones de la noche y lo indecible de muerte en tu forma, el júbilo mío: estoy de pie y con un fuego en las manos. (De noche tu ropaje con unos vivos de color blanco refleja una música de ciudades y de soles y deja mirar un otro, denso ropaje que hace vibrar los puentes y ocurrir los viajes, y hace que se quede la noche en tus ojos). COMO UNA LUZ Llegada la hora en que el astro se apague, quedarán mis ojos en los aires que contigo fulguraban. Silenciosamente y como una luz reposa en mi camino la transparencia del olvido. Tu aliento me devuelve a la espera y a la tristeza de la tierra, no te apartes del caer de la tardé - no me dejes descubrir sino detrás de ti lo que tengo todavía que morir.

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ERES VISIBLE Permaneces todo el tiempo en el olor de las montañas cuando el sol se retira, y me parece escuchar tu respiración en la frescura de la sombra como un adiós pensativo. De tu partida, que es como una lumbre, se condolerán estas claras imágenes por el viento de la tarde mecidas aquí y a lo lejos; yo te acompaño con el rumor de las bolas, miro por ti las cosas que amabas - el alba no borrará tu paso, eres visible. VEN Ven; yo vivo de tu dibujo y de tu perfumada melodía, soñé en la estrella a que con un canto se podría llegar - te vi aparecer y no pude asirte, a turbadora distancia te llevaba el canto y era mucha lejanía y poco tu aliento para alcanzar a tiempo un fulgor de mi corazón - el que ahora estalla ahogado por alguna lluvia compasiva. Ven, sin embargo; deja que mi mano imprima inolvidable fuerza a tu olvido, acércate a mirar mi sombra en la pared, ven una vez; quiero cumplir mi deseo de adiós.

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GUSTAVO MEDINACELI N. 1923. M. 1957.- Inquietador del ambiente y alma del segundo grupo de "Gesta Bárbara''. Poeta de muchos recursos tiene versos gráciles y finos. Gústanle la pirueta y el juego intrascendente. Cuando su palabra está exenta de malabarismo, el polvo enamorado que de ella se levanta es saeta en dominios de seguridad: algo - elemental y vagoroso - tiembla entonces y se nos introduce en el alma. Obras: “Santa X”, 1943; “Polícromas”, 1944; y “Cuando su voz me dolía”, 1958. LA NIÑA DEL SISTOLE INCONFORME (Fragmentos)

Mi niña tiene el sístole inconforme y una manzana en el bolsillo, y un nombre de Septiembre, y una cintura de Verano: en su voz tiene silencio y en sus pupilas olvido; su presencia inviolable tiene la magnitud de lo que existe, su estatura se la mide por dentro y su vida tiene la altura de mi muerte y yo me muero por dentro buscando su estatura. A mi niña la hicieron de Durazno un Domingo en mediodía y en los prados la hicieron con un tórax de mimbre flexible como un tallo, sobre un esquema que trazaron los pájaros. Mi niña tiene en los ojos agua y en la garganta lirios, (mi niña tiene trenzas) su párpado una flor atardecida y su latido un cisne en agonía. Pero también mi niña tiene manos y en las manos tiene frío. …

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Esta niña con su nombre judío con su temperatura de "kantuta" y con su Marzo sin idilios, tiene la consistencia del maíz y la expresión facial con norte en Mayo. Esta niña con las pestañas el nivel de la noche, no sabe que tiene el sístole inconforme, ignora que es como hecha en el silencio, como nacida de naranja, como arrancada de amapola, no sabe que es como un "en vano" dentro de un beso mío, contenida. Esta niña catalogada para el uso de la poesía, . tiene los Martes sin besos, todos los días cumple quince años y de ella podría hacerse pan, podría hacerse almíbar, podría hacerse celofán. … Esta niña tiene quince años despeinado el cabello y blanco el delantal Con su voz y su cintura de guitarra y aunque ella no lo sabe... de algo más... Ellas modelada por cuatro mil kilómetros de brisa y una sonora irradiación celeste, desde mi límite frutal ceñido de amapolas, hasta su limite banal donde terminan las palomas. …

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Esta niña formada por un poquito de otras. Imaginaria Ella, la del color del durazno, la de fluviales contornos, aunque nunca la vi. Ella tiene quince años despeinado el cabello y blanco el delantal. IMAGEN Y OBSESION Ala de mariposa que se esfuma como una débil luz y que titila cuando hila en la angustia y se consuma el hilo musical que la deshila. Digital alfabeto con que abruma la fría languidez de una pupila en la dúctil tensión que a ella se suma hay un milagro azul que la aniquila. Pero sopla también y decapita en sus manos el mar, y la retiene en su mística unción el cenobita; en ella los contrastes se dan cita; la hostia que en su orilla la contiene y el fuego en su pasión la hace infinita. EL PORTA DESCRIBE A PRELUDIO Era Preludio Ala de Ola sencilla y simple hasta más allá de lo invisible. Su corazón era una uva, para decir mejor. Preludio era una fruta que no cupo en todo el cuerpo.

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¿Su edad? la del indo, fresca como una aurora si acaso no era la misma aurora, recién nacida. Tiene Preludio el delicado tórax de una espiga, y para hacerla más mía, diría: se parece a mi madre cuando tenía los quince años y una forma de nube y una canción en sus manos para el hijo juglar que impresentía. Preludio, qué más para cantar el milagro azul de tu presencia inmaterial? ¿qué más Preludio; qué más?... DETEN TU ADOLESCENCIA Detén tu adolescencia. te lo pide mi alma, que guarda en recóndita diafanidad sonora, el mágico secreto de la infancia. Detén tu adolescencia Tiene tu simetría párvula aptitud para ritos pastorales y litúrgicos oficios de vestales en la ritual anunciación del nuevo día.

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Despeja lo que turbe tu líquida presencia y sigue siendo niña bajo la sencillez fluvial de mis canciones. Detén tu adolescencia. En tu tórax de mimbre flexible como un tallo, improvisa mi vida fantásticas quimeras y resume el misterio de su filosofía Detén tu adolescencia, chiquilla, detenla, bajo esta luna que perfila el triple lustro de tu vida. LA MIA DOÑA XIMENA (Fragmentos)

Lo textual se nos va haciendo carne con la serenidad de la estrella y el agua y con la oculta línea en el riel conductor de nuestros brazos. El germen es abundancia a corto plazo, mientras el dos por dos nos sigue dando el resultado de todo lo sufrido, como la quemadura que nos protege y ama en pleno polo sur o en pleno polo norte, como la quemadura a la que siempre vamos adheridos. Pero nos llega de repente una muchacha matutina como la víspera de lo que nunca se supone

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y nos trae el pronóstico de un perfil perdurable con su sabor de acuario y capricornio; y esa mi niña es útil como el aire, como el nuevo sistema de la estrella, y entonces inauguraremos en su frente un diciembre de guindas y amapolas para espetar despiertos y cantando la llegada estival de las palomas. … Todo va repitiéndose: el sol, la flor, el río, el hombre. Todo va repitiéndose. el eco es la presencia orgánica de la repetición; y fuera de esta soledad que es eco todo va repitiéndose; se repite el caballo y su galope, se repite el asalto, la crueldad y el sobresalto, nos repetimos todos el uno contra el otro. Como la luz al vino, como el sol al pan nuestro, como nuestro corazón al infinito pez donde la aurora ha establecido una normal continuidad de tus pequeños pasos muy parecidos a mis besos. … La soledad Ximena es de un color que se parece a la repetición. De ese mismo color es el geranio,

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el trébol, la amapola; de ese mismo color es el jardín oculto en tus pestañas. Es el eco que viene de tu padre repitiéndose pequeñamente en tu cerezo corazón. Aximenado estoy de ti sin ton ni son, con tu integral pared adherida a mi muro implacable con tu semilla original y con el viento que nos transmite de soledad en soledad. … Desde mejilla y corazón que se comprimen, desde el alba que se parece a tu pequeña anatomía, desde la planta de tus pies hasta la madrugada, desde tus ojos hasta la tranquilidad de cada noche, desde el labio a la palabra, desde el suspiro al aire, desde la golondrina hasta tu movimiento; todo va, aglomerándose en una suma tuya que hacen de ti un pais donde la vida se renueva, donde tus ojos purifican la atmósfera que te mantiene intacta.

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Antes, tú fuiste, (antes de antes) fuiste siempre primavera (primavera antes de antes) como mi madre, como la tuya, como todo lo que es jardín en primavera, como todo lo que es frío en invierno. El sol depende de tu pequeño corazón. El sol depende de tus ojos y del color que atisbo para ti. Tú fuiste una uva que se había equivocado en niña. Tú fuiste el beso que de repente se hizo palabra. Tú fuiste lo que sigues siendo: el alma aximenada en la vertiente de la luz de donde vienes, eres el sol tranquilo a las tres de la tarde en cada plaza de los pequeños pueblos donde la minería destroza nuestra infancia. Eres la línea férrea que me conduce, hacía tus brazos, hacia tus bellos brazos que son los alegres caminos de los niños del mundo. Y no hemos dicho nada sobre el puente que se extiende

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de tu mirada al río; el río es sólo la ingenuidad del padre, la infancia está en el río, la madurez en la montaña, (yo soy mitad, mitad la montaña y el río). En suma exacta yo soy tú. JULIO DE LA VEGA N. 1924.- Ha pulsado - no sin éxito - la cuerda social. Canta a la selva con vibración poderosa. Diríase que la selva duerme en él, despierta y se despereza. Mas, lo fundamental de su quehacer poético reside en el rastreo de la propia sentimentalidad y sus apetencias. Julio de la Vega ama a la vida sensualmente, y cuanto utiliza para expresarla está envuelto en un vaho de fuertes aromas.. Su inspiración se desborda en acentos enormistas que se alongan hasta que el poeta queda extenuado. Obras: “Ampliación temática”, 1957; y “Temporada de líquenes", 1960. ASI NACIO LA PATRIA DE LOS SUEÑOS... (Sinfonía) I °

Un día que ya es historia, apenas tiempo transcurrido, encima la aridez de un territorio yermo nació la Patria de los Sueños: fue un territorio despoblado, un alma sin océano, una llanura sin situación ni clima; una dolida superficie con árboles triuncados, con serranías sin aureola y proscripción de manantiales; allí el sonido era tan sólo trueno

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Basso ostinato"


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y una obsecuente oscuridad, cubría la extensión sin margaritas. Los cuatro puntos cardinales de esta nación del secano no se informaban en estrellas, eran cuatro candados velando la posible penetración del aire, borrando todo el perfil del horizonte. Este país sin rumbo, este hoyo de escombros donde se aposentó la muerte, esta portátil latitud de sombras, esta sangrada geografía inédita a la vida volaba virgen, impenetrable a risas, inexplorada su extensión de penas, flotando en los espacios como hoja sin procedencia de una vade rama… II “Adagio con ternezza” Pero un día de luciérnagas, oh, gloria de la tierra! Inmortal ave que aterrizó el destino: una luciente estrella caminante, la trashumante que exploraba sueños, oteando la rugida estepa sin latido posó su planta en las orillas, empezó a andar sobre las dunas, entró en la soledad y penetró el paisaje claudicante... III “Rondó allegro" Después nació el milagro: cuando miró la trashumante desde sus ojos salía luz, miradas que cuajaron en estrellas, suspiro de su boca que creó la luna. Y se alumbró el contorno: la negra noche se pobló de antorchas, el frío ambiente transformó su soplo y un vaho cálido se enseñoreó en los aires.

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A su pisada floreció la tierra y en beso vertical hacia las nubes un bosque de álamo se hizo, y fue creado el horizonte en adyacente abrazo hacia los árboles... La trashumante continuó su obra: trazando en vuelo ejércitos de aves y para que cantaran habló su voz y saí nació la música; y se pobló de ruidos el paisaje y fue una máscara de risa colgada a la derecha del lucero. Y lluvias fecundantes nacieron de sus lágrimas y sus pestañas inspiraron lianas y con sus labios fue besando árboles, porque sabía la trashumante que el territorio precisaba frutas. Irguió su pecho y sugirió colinas, girando el torso originó los ríos, y cuando al sol sus muslos se mostraron nacieron los espejos de los lagos... IV “Allegro molto vivace e finale arioso” Todo tenía la extensión dolida, los pájaros y risas y la extensión fecunda de arboledas. Pero sabia la trashumante que el territorio seguía despoblado... Así lanzó sus pensamientos salidos del carbón de su cabello en vuelo a los espacios; brotaron lar ideas como rayo de luz de su cabeza; y de su frente tersa partieron en miríadas luminosas los sueños, los anhelos, los deseos, las mariposas del contacto! Y se pobló la Patria de los Sueños...

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Y cuando cae el manto estivo de la noche donde hoy es territorio del verano, la caravana de los sueños en multitud arrodillada besando hierbas, deshojando rosas, llega al trono hecho de fibras en donde está la trashumante, a la montaña donde mora; y en infinitas voces, en coro que envidiaran cataratas, elevan su actitud de gracias, su verde ofrenda de alabanza... Así nació la Patria de los Sueños, y gira en los espacios su camino como una estrella que besó el destino... ! LOS PINOS DE ROMA Se diría un ejército, un batallón de paz. Como una multitud los pinos pintan la geografía de la ciudad; de qué distancia viene su verde simetría? desde qué punto de la historia sus paralelas líneas han llegado a nuestro siglo, a nuestra época de ruidos? Yo los he visto erguidos mirar hacia las nubes cuando los besan los aviones; en sus extensas copas, mesas redondas del alivio, multiplicaron nidos, desde antes de la luz, desde la cruz y por los siglos de los siglos. Sobre los siete montes, en los siete collados de la Ciudad Eterna he visto despeinarse sus melenas. Los he mirado hablando a las palmeras llamarlas compañera vegetal y acariciarlas y conquistar su talle

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con su amplia ramazón de clorofila. Van todos los caminos hasta Roma y de Roma partieron los caminos, así partió el reinado de los pinos; y ahora en todo bosque, en todo trompo de la infancia, en toda rueda de molino, duerme también la historia, duerme el imperio verde y alumbra el bienestar de sus maderas en la floresta universal... Yo los he visto en claras noches bajo la luz de las estrellas iluminar la música, cuando en las horas de Mazencio Beethoven era un dios y los pinos su guardia... Largas hileras sensitivas cobijaron sus ramas y consagraron a los pinos el rubio sol de los domingos... Yo he visto sus siluetas bajo el pincel del Domenechino quizá desde ese entonces, quizá desde el pretorio, desde el incendio histórico, están velando sueños y despertando nupcias junto a eternas murallas, desde piadosos himnos. Sobre los años y las piedras vienen y pasan sobre el tiempo y sobre el toldo de los siglos. Vienen y pasan como aurigas con su canción los pinos... Yo los he visto en Monte Mario distribuir el alba como una ronda de alegría girando al pie de las colinas... Yo los he visto en Porta Pía en ojivas augustas sublimizar el aire su resonante Ave María... Cuando el Foro Romano no era ruina

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y los mercados de Trajano, vieron pasar las multitudes, cuando se irguió la piedra y las columnas y este tiempo pasado era tiempo vivido, ya se sintió el perfume de los pinos, ya acarició el antiguo oído, su ronca voz en epinicios... Cuando se calla el ruido, cuando el Trastevere dormita su proletario esfuerzo cotidiana yo he visto caminar los altos pinos y perfumar los sueños y acariciar las sábana y el pobre dormitorio de los niños; he sentido sus pasos en la fábrica y en la hora que descansan los martillos, los he visto en la fonda de los pobres bendecir con amor el pan y el vino... El Campidoglio se ilumina con sus nocturnos bichos y en el momento de los grillos cuando la tarde dora su crepúsculo estivo, yo he visto concentrándose a los pinos para llamar al Angelus, para encerrar los ruidos para extender de la montaña hacia los barrios junto al río, el manto azul de los siglos... Cuando nació el color y renació el buril en incontables peristilos, cuando volcaron luces sobre Roma con su pincel los florentinos, en ese tiempo sobre la campiña inspiraron atmósferas iluminando las pupilas de los pintores místicos. Así pasaron sobre el tiempo bebiendo agua del Tíber acompañando al río en su vuelta de siglos; pasaran como pasan los marinos con su canción de los pinos...

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Ahora son el nuevo ejército la nueva aurora sobre el mundo viejo, la espera de la paz, el reinado de líquenes y el pabellón de enredaderas y el último jardín de los olivos. He sentido la historia de los pinos, los he visto pasar, los estoy viendo con un manto tendido sobre Roma, y me llevo como un beso sus animas…! TEMPERATURA AMBIENTE Oh, pedestal del cielo, oh, íntima aurora! Ya no la niebla que los rumbos hiela, ya no el glaciar. Ahora tú, tú con tu nombre y ritmo verde, tú, fibra y horizonte de palmera… Desde que fue la alfombra te trajo un negro candombero que se mató en tu nombre y el mar te trajo el negro y el mar murió... Pero es África sin mar y sin candombes ni timbales... Oh pedestal de cielo!, ya no la pétrea alcurnia, ya no la estalactita bajo cero ni él tiempo detenido. Ahora tú, pincel multicolor, violín perpetuo. Tú, carne de verano, tú, Santa Cruz de las luciérnagas. Desde que fue nacido el rostro ya hubo en tus axilas fiebre y desnudaron tu silueta en las orillas de los ríos. Tú, atmósfera caliente, cooperativa de los grillos.. .

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Tú, con tu cadera núbil de espaldas a la selva... Plataforma de oxigeno, corola de los siglos... Ya no el metal helado y el sol sin fuego, ahora tú, candente espuma, ensueños de agua hervida, tú, la esmeralda de la noche... Tu nombre fue inventado en la hora de la brasa y el manantial alerta... Sobre el tendido cuerpo del sigilo y un horizonte derretido un viento sin morir te está cantando... Tambor del alba, liana eterna, cintura de milímetro, alambique de auroras, en la Era de los Pianos te llamarás Concierto... ! Que no lo impida el sol...! Que siempre esté tu orilla palpitando hojas verdes, que te nombre la arena y tu alforja de dientes distribuya sonrisas... Carretón de las glándulas y hormonas de la fruta... Tú, castañuela del aire, guitarra de latidos, tú, sandía para siempre... Desde que fue nacido el verde tu origen de pradera alienta los tejidos... Tú, Santa Cruz de las luciérnagas...

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¿QUIEN ES NINOSKHA MENDEZ? Detectives, venid! Hombres del F.B.I., detectores de uranio, policías de la inglesa capital de brumas, los que buscáis al asesino entre la niebla, al guerrillero imaginario; los del bigote fino de la nombrada "Sureté", que perseguís al criminal adúltero; detectives del mundo! os doy una tarea para la vida, os brindo una celeste ocupación de paz: -¿Quién es Ninoskha Méndez? – Es mi amor - pero ¿quién es? ¡buscadla! Identificad su claro nombre... Como una rosa dejada por descuido en la vereda os regalo una pista: tiene los ojos más hermosos de vuestro mundo y de mi mundo: así, con este dato os será fácil encontrarla... No me veréis con ella nunca porque el amor es el secreto de la cita. Sabed que camino con ella entre árboles nocturnos, que su casa está situada en los límites de lo real y el sueño que para verla debo tomar el "Viento de las Once", que pasa por la ruta láctea y me deja en las luces de su puerta donde debo decir el santo y seña: "Vivo en la oscuridad y me estrello en la angustia como el mar en la roca, por eso vengo a ti a iluminar mi boca!"

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Sabed que llevo su presencia en mí, su huella digital en mis espaldas; llevad a los laboratorios mis pañuelos y analizad las manchas, ved de quién proviene el rojo y el aliento de rosas que me envuelve; analizad las gotas de rocío en mis labios, cuantificad lo tibio de mis manos y encontraréis temperaturas de su cuerpo, avisos luminosos por donde me ha tocado; con rayos X no!! porque la veríais radiante luciendo en mi cavidad toráxica y no es de detectives encontrar estrellas después de fáciles pesquisas... Para ayudaros detectives voy a deciros su prontuario. nació como la piel de las manzanas sin tiempo y sin edad, puede tener la antigüedad del aire o estar recién llegada como el río; todos los años del amor la tocan y tiene siglos de ternura en la mirada y quince primaveras en el rostro; la eternidad del alba está en su risa y está la adolescencia en su cintura y el ayer, el presente y el mañana caminan por el nido de su boca para volar en dulces golondrinas. Nació donde la selva edificó palmeras y enredaderas fuera de la ley y flores que no están inventariadas, creció como los ríos, como el árbol febril de sus campañas, con un canto de grillos en la cuna y un despertar de coros ancestrales; tenía que ser una gacela, pero el latido de la selva le hizo nacer dos senos y le otorgó dos muslos finos y morenos

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para que fuera un junco caminando y el río se encargó de su cadera y las silvestres frutas de su lengua. Como señal particular lleva en el muslo izquierdo la huella de un puñal y fue que la besó un relámpago en una negra noche de chaparrón y ruidos. El color de su piel el sol lo hizo en pinceladas para ella sola y su estado civil como la noche; es de quien sepa conquistarla, la altura tiene de los juncos y es su profesión la de las aves... Y está latiendo en mis poemas desde hace muchos años o por mejor decir desde hace muchos siglos en mis ansias! Detectives, venid! ¡Buscadla! ¡Os doy una tarea para la vida! - ¿Quién es Ninoskha Méndez? Justificad su lozanía, el inicio inmortal de mi latir, así aprenderéis a sonreír... EL TECHO Después que cierro puertas, después de amplios paredones, después de cal cubriendo las cenizas, después de oscuridad contra tu luz; igual que enredaderas escalando muros penetras en mi vida como una fruta que se pasa el cerco, como una claridad a través de intersticios de ventanas cerradas, como una primavera intempestiva, como la ola sube al barco, trepa hasta mis cabellos tu aquilón...

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Yo empiezo la elevación de diques para que no golpee en mí tu agua y cierro oídos a tu nombre. Trato de caminar sin ver atrás, pongo candados en mi boca para no llamarte y lanzo lejos esas llaves. Me tejo de alambradas circundantes para hacer frente a la añoranza; me hago un tejado sobre el pecho para que no me moje la eterna lluvia de tu eterno beso; me pongo cardos en los dedos para matar las ansias y no tocar tu piel ni andando por el sueño... Y siempre irrumpes como una marejada sin atajos, como la liana gana el árbol, como el zarzal en el jardín, como el sol en las casas y vences la madera en contra tuya; vences las sinfonías que hago brotar en mí para impedir la entrada de tu voz, vences la tropa de mastines que te lanzo para que no me toque tu ternura; vences el valladar de espinas que levanto y llegas sin heridas; soplas para arriba la tormenta que llamo contra ti, pasas el río de distancias y la pared de fuego que he inventado para mirarte lejos; vences al centinela que te anuncia para impedir tu paso, ganas el puente levadizo, las torres y los vados, y me invades como una eterna inundación...

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SOLO Castillo de interiores fortalezas, almenara en la noche de los muros iluminando dudas… Mar encerrado en la botella con diques mar adentro contra el mundo... Alto torreón atalayando esperas donde se hacinan lunas, puente desconectado de una orilla... Caracol que no asoma al borde superior de su cubierta... Terrado con cortinas de espaldas al paisaje... Rumor sin altavoces, sonido sin audífono, concertino en sí mismo.. . Alcatraz que no vuela, colibrí sin moverse... Mirada solamente oblicua hacia los cielos, sin rotación y fija... Intrínsecas visiones, exilio con paredes donde posan antorchas alumbrando el instante de encerradas estancias... Monólogo del viento, lluvia sin tocar tierra, turbión de río arriba, antena que se aisla...

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Mirada sin ventanas que resulta, carisma, patio incomunicado y alrededor la grita... CANCIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS "Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona..." ¡Qué bonito!!! El hombre oye cantar las multitudes, la lluvia universal besa su cara, el hombre oye cantar, oye llover y canta dentro de su alma: dadme un micrófono, uno solo con un alto parlante en dos esquinas y un gran balcón hacia la gente y proyectada en off mi imagen por ectoplasma o por T.V., busque a lo lejos indagando y encuentre un solo Hyde Park en todo el mundo... Pido la luz del ojo para todos, cuando mire el católico o cuando mire el hombre equivocado no toquen ha espadas a su equívoco. Nadie me estorbe el atabal templando, vibrando ritmos negros para blancos o acompañando cantos blancos igual que una berceuse para los negros y nadie coma a nadie. Dejadme hacer redoble al atabal para anunciar en reclame nuevo el color neutro en todo rostro...

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Que me torturen de manera inédita dándome azotes con claveles para que diga ¡os secretos, que me hagan una cárcel con frescos tallos de bambúes y me aprisionen en campo de concentración para perfumes. Que si se niego a recordar mi obstinación de preso me vuelquen cántaros de voces, la de Julieta Greco en mis oídos martillándome su ”¡oh, je voudrais tant que tute souvienes ”, que a mi lado ruidosamente zapatee José Limón y la Chunga descalza pise mi corazón, que hagan girar en mi meñique un L.P. de van Cliburn... Que me dejen citar al sistema solar para pedir más brillo, aleccionándolo a repartir calores para todos. Que me permitan asociar los grillos para fundar escuelas musicales, establecer con los principios atmosféricos las reglas por lograr un solo clima, catequizar una reunión de ríos logrando más que los estuarios... Que me permitan caminar la noche (porque es igual que caminar la vida) y amanecer por todos los poblados hollando las bahías, inscribiendo las cumbres; y cuando arañe las fronteras me encuentre ante cortinas de papel y así soplando solamente pueda entrar y salir de los países, o al menos residir, tal vez tendido, sobre una hamaca colgada de los polos...

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Que pueda entrar un día en oficinas públicas y al que me diga que mañana vuelva le pueda replicar lo mismo al día siguiente detrás de un largo muro de escritorios... Que yo salude en Santa Cruz, Bolivia, y me respondan en París. Que a mí paseando solo y a una mujer paseando sola nos tiendan una dulce soldadura, una cadena con unión de mandolinas al estilo de Nápoles juntando nuestros caracteres; y pueda yo multiplicar mi angustia proliferando en nuevas vidas que lleguen con un pan entre las manos amablemente distribuido por sociedades reales de protección social y dejen habitar a mi familia en la caverna de Altamira borrando el alquiler... Que pueda trabajar por donde quiera (y no si soy menor de edad) horadando horizontes con mis manos, construyendo los puentes inmortales o haciendo simplemente por las playas castillos con arena... Que pueda descansar aun sin cansarme (la vacación del Cid era luchar) echado bajo sombras de latanias... Que dejen afiliar al Sindicato a mis anhelos amplios...

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IMPROMTUS DE MI INFANCIA EN SANTA CRUZ ¿Por qué me enciende el corazón el sólo imaginar un viento huracanado doblegando palmeras; por qué me sale un canto por la boca como erosión de manantiales al decir Santa Cruz? Será porque mi grito, el primero de todos, bocanada inicial del aire de la vida o caída de bruces en zambullidas a la luz lo di entre manotadas por atrapar el aire que un beso me brindabas inaugurando el beso de mi madre y el paso debutante en mis auroras ya supo de caricias porque al dejar huellas pequeñas en la arena una temperatura de jaguares, un vaho cálido de impulsos sobre el hombro, una urgencia vital hecha de raíces, de hálitos vegetales, de alfombras verdes y ardientes soplos diseminando el polen oloroso me trepó todo el cuerpo.. . Supe que me nacía el olfato y el polen eras tú, mi Santa Cruz, ciudad nativa de mi infancia, tú, mi primer zapato de dedos imprimiéndose en la tierra; tú, estrenando en mi oído un sonido de grillos, la guitarra minúscula del grito... Tú, iniciando mi tacto sobre la piel de víboras, ondulantes alambres que colgaron mis sueños cuando aprendí a cerrar los ojos... Y me enseñaste a ver levantando telones de platanales intrincados, principiando un crepúsculo de hachazos

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al pecho de la tarde, dilapidando rojos horizontes para que aprenda lo útil de los ojos, rasgando un toldo de colores que ocultaba florestas, escuadras de tucanes aterrizando auroras... Y comenzaste el gusto de mi lengua abriéndome naranjas, precipitando lluvias en mi rostro cuando de cara al cielo te esperaba, metiéndose las gotas en los labios, amarrando enramadas en mis dientes, dándome a paladear frutas silvestres... Pero no es porque yo haya visto la estrella que me abrió las pestañas llegándome en oblicua línea de tu cielo ni porque el trueno primordial y el chaparrón del trópico se hicieron eco de mi llanto cuando estrenaba lágrimas, ni porque la tormenta fue mi canción de cuna resonando en los techos de lianas, depositándose en lo hondo del aljibe, ni porque te miraba sin saberlo yo te quiero, ni es porque soy tu hijo que te quiero, ni porque te he hecho mía desgarrando tus sábanas de hierba es que te quiero. Es porque tú eres cálida, porque eres amplia en ramazón de eternidades, por lo que eres y no por lo soñado, por tu savia perenne alimentando hormigas, irguiendo postes del futuro, cimentando horizontes para que crezca recta la esperanza, desgarrando la noche y apadrinando el día, bañando tu cadera en los arroyos para que sepa el hombre que está cerca el día de tocarte,

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de germinar en un telón de cañas, de cruzarte caminos en el cuerpo, de ver crecer desde tus senos un ancho río que arrastre troncos para salvar naufragios... Es por tu ancha falda, por tus sandalias dibujando sus pasos en la arena caliente señalada de rumbos y porque tú tendrás que ser de todos, como el telón que brinda Dios cuando ordena la noche, como tu misma noche que acaricia recuerdos y dispone mañanas sin limitarse en ámbitos, abriéndose al futuro... ¡Es por lo que tú eres que te quiero, te quiero!

ALCIRA CARDONA TORRICO N. 1926. Los dolores de la vida entran de lleno en su ámbito. Poesía social la suya, pero la verdadera, ésa que la poetisa siente con sinceridad absoluta y la vive patéticamente ante la comprobación de qué la miseria se halla en todas partes. Poesía traspasada de humanidad que grita a ahoga el grito porque el desposeído sufre y pudiera estar mejor. Alcira Cardona Torrico es en Bolivia la figura señera de la poesía social que ella cultiva sin fachadismos ni aspavientos redentores. Obras: “Carcajada de estaño”, 1949; “Rayo y simiente”, 1960. DESDE EL NEGRO LAGAR DE LOS OLVIDOS Desde el, negro lagar de los olvidos manchado vino me ofreció el cansancio; - muere - dijeron las voces -de la angustia ¡y no morí bebiéndome un calvario!

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POR EL FILO DE UN SUEÑO Por el filo de un sueño fue mi paso bamboleo de risa y de tragedia; nadie creyó en el viento, sin embargo, sorbió el abismo mi débil cabellera.

YO ERA A VECES UN GRITO NUNCA OIDO Yo era a veces un grito nunca oído y una pasión que al hombre dio tristeza; quien quiso mi razón la halló deforme, y cuanto más me huyó, más fui su fuerza.

DE TANTO ANDAR POR INCONEXAS FORMAS De tanto andar por inconexas formas tuve la meditación del ala muerta, sentirse aire y retornar a piedra, vivir como latiendo en cada cosa; y al cabo de tanto ver la luz, en tal quimera, juré no ser cenizas sitio tierra.

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CIELO Cuando ríes al par que cuando lloras, gimes en vano: - ¿quién me seguirá? si entre rocas echaste la existencia las piedras te son probas, y ellas, ni sufren ni se alegran; ¿por qué impasible, entonces, no ha de quedar el cielo si nunca lo has soñado? PESCA Volverán las redes trayéndote, pescador afortunado; pero esta mañana azul que palpitó en tu pecho se habrá tragado el mar ROSAS De tu dolor no culpes a las rosas Su existencia es la pena de haberlas poseído y no tenerlas. MI VOZ No sé qué voz - ¿la mía?, solloza en el vacío, se conduele de mi alma sin poderse explicar

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Solitaria y vencida se abraza a la distancia y a grandes pasos marcha por la vida, al azar El oído del mundo la arroja a la quimera y entre montes de ruido concluye por callar. No sé qué voz - ¿la mía?, es tan breve, que jamás quedarán para el acíbar; lo después nos hiere, hermana de las nubes, hizo nacer las rosas y adormiló el sauzal. Y AHORA SOY NADIE Como extinguido trueno ahora soy nadie, con la nada que vale una pestaña borrada de la mina. Ni palpitante forma bajo el árbol sin vida. Ni largo andar, ni erguirse en la montaña; sin un poco de alero tras el día, soy rostro apenas, pendiendo de una lágrima...! YO RESPONDO Dadme tan sólo el punto en que descubra el eje de la vida y os daré la razón de toda hechura.

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Poblaré la existencia de alegría. Anudaré los vientos, extenderé las ramas, dejaré encendida la luz más leve para el mejor paisaje. Azularé de brisas el estanque. Encenderé la luna y diré: - El mundo es la verdad en que palpitan, el corazón del sol, la fe del santo, y el espíritu bueno de la hormiga. Pero antes, dadme la razón en que descubra el eje de la vida. Sólo encuentro senderos sin holgura que dudan y retornan y se oxidan. APOSTROFE Y un día, Señor de los apóstrofes audaces llegándose al dolor, dijo a los plácidos: - iOidme todos, con desnudez y sed, y sin disfraces! Porque sangre que nunca más goteada, ya coágulo indeleble, mi verso, será para los que me lean, noche amarga Con Dios en la punta de los dedos, escrito con los ojos y el oído, abultarán el llanto, y entonces se sentirá terror de haber nacido.

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No me leáis en fresco atardecer junto al gentío. Leedme cuando os quemen las vísceras en la noche de espanto cuando sintáis sobre los hombros la viga que os cargaron por esclavos. Ni con madre, con hijos, con esposa me busquéis; leedme sollozando, que hay tedio y cólera en mi ser, y miedo de llevar adherido este mal rostro hasta el final del tiempo... Arañas del olvido tejerán las pupilas de ojos muertos que abrazan el silencio, y con ellas, yo traeré hasta vuestras sonrisas el desastre del cuerpo. Mi palabra, látigo del hambre repartida en preguntas de horror sobre los músculos, repetirá terrible hasta los truenos: - ¿Cuya es mi vida? Contestarán los nervios contraídos de afiebrado hospital, cuando mentida paciencia de enfermeras hiera el último suspiro de la angustia final. Entonces, serán bronca mí voz, mis pies de fuego, sin hora para ver, sin el silencio para sentir y comprender el ritmo de todo lo que existe y lo que pasa, lo que llega girando en círculos oscuros al cerebro del mal.

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Ya es tarde, os diré. En las trenzas gitanas, en las manos guerreras agazapada está la muerte, en las plazas y fiestas. Y vosotros, y aquellos que extendieron la mano, recibido ya el pago, os marcharéis aleves y cobardes, dejándome en silencio cabizbaja y burlada. Tan sólo quedaré yo, con las costillas clavadas en el alma, y mi sangre, ya coágulo en mi verso, para los que me lean, será en el infinito ¡noche amarga! SANTOS MAYTA Corto reposo en sus manos hinchadas de haber sufrido. Ojos colgados del cielo Vida de pasar girando lo mucho de sus conflictos Como bejuco en la arena a la espera del rocío, Santos Mayta clava en la noche su oído. Por su lengua coagulada cruza la canción del río.

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Su garganta es un barranco anudado en los espinos. Aunque le quema la sombra no busca luz por asilo. De los granos germinados escucha verdes vagidos. Acariciando la tierra que lo acurruca en el frío, vive contando las lunas a lo largo del vado. Y en la pampa salitrosa cuando apareced el camino, Santos Mayta agita el gorro irisado saludando: - ¡Buen vecino!... Frente a su alma solitaria, ensañados hombres pasan dejando nubes de olvido. LLANTO DE ABISMOS Yo encontré el delito y le eché sombras, yo que a látigos partí el rostro del mendigo, yo que negué el por qué de todo abismo, yo que alcé una paloma y un olivo, salgo con el dolor colgando de la vida, rasgado el corazón, el tiempo huido,

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comprendiendo el pecado y bendiciendo, la moneda pagana del cinismo. ¿Cómo negué la esclavitud sobre la verde llama del sentido, las fauces del dolor y la miseria que acechaban al niño, si estaba con el cuerpo entre las manos, esperando la imposible presencia del prodigio? Y predicaban: - Cristófilos, oid, con rostro reposado yo os lo digo, no hay mal, y el que delinque es simplemente un vulgar asesino. En tanto, del mejor corazón cayó un olvido, de los pechos de roble sangró el tiempo, se desgajó el amor y sobre el río murieron aves puras. Manos que fueron suaves llevó el viento, hasta tumbarlas con furioso golpe contra las negras rocas del destino. Para vivir punzaban los abrojos, lloraban los abismos, y ere duro correr o detenerse, o caer, o sepultarse en un terrible grito. Y los días gemían, y los males eran más y más y más, como látigo sobre ilotas vencidos. Apareció el terror; los astros, las colinas, la esencia de las cosas, sufrieron el castigo.

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Crecieron imposibles. Sobre los débiles cayeron los cuchillos y hubo que ser maldito, que ser procaz, ¡que ser impío! Entonces, me detuve tardía a responder la exactitud del siglo: Yo que eché sombras al llanto del caído, ¿cómo pude pasar así completamente tan yo misma? ¿Qué era esa mano que encontré colgada? ¿Cómo no recogí las no extinguidas huellas del camino? Y aquella soledad del ebrio mañanero ¿y ése que nada quiere ya, y ése que espera de su crimen y odio? ¿Cómo es que no advertí ultraje y despotismo? ¿Dónde estaba yo aquella tarde en que se condenó al ladrón de tímpanos destruídos? Lo amarraron al miedo y con cinismo le sacaron las fibras de la vida, le robaron su “yo mismo”, le clavaron las manos hasta dejarlo con las palmas vacías de un asilo. Después, sacudieron su pecho y cuando vieron que aún sus pobres vísceras latían, cuando era un loco andar su sombra ardiendo, desorbitado el imposible ser ya bueno, tiritando su culpa de mendigo, lo arrojaron al suelo, lo llamaron cretino y se quedaron a mancillar su nombre en las, humildes ramas de su engendro.

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¿Cómo pude negar el por qué del abismo con este nombre a miles de mi siglo? Alzaré la paloma y el olivo, me dice el corazón y apenas creo que hay olivo y paloma sobre el suelo. Mi llaga es más cruel que la agonía. He vertido hasta el último dolor. Ahora estoy indolente sin eco ni suspiro, desgarrado el amor y bendiciendo la moneda pagana del cinismo. CARCAJADA DE ESTAÑO Nadie más que yo ha de reírse babeándote mí olor sobre la cara, mascándote los huesos, los labios y los ojos. Enovillé tu fuerza en la media pulgada de tu descuido indio; ¡Pedro Marca!... arrúgate ahora corazón de coca y hiérete los pies hasta la cara. Cinco pelos de barba tenías al llegar, te trajo el no saber de nada y empezaste a golpear con ojos ciegos el fuego de mi entraña. Yo te di la ubre negra de mi estaño para sacarte arriba la canalla desnudándote el hambre, y hoy está canosa ya tu alma… ¡Te he tullido la risa, Pedro Marca!

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Ahora, bebe el sabor de copajira y sacude tu sangre congelada, que te guíe el carburo pestilente hasta encontrar tu nada. Molienda, gira y regírale el complejo, escupe Ingenio, ácido, hipnótico humo, agua, que tiemble la concentradora de sus huesos hasta qué de su llanto surja mi mañana. Ardan sus sesos en el horno rojo y agiganten mi duelo... ¡Pedro Marca! Arrastra hasta mis muelas a tus hijos, frescos como llegaste tú, sin saber nada, que aún siento hambre de tuberculosis de reír tanto, como río ahora... ¡Pedro Marca! De montaña me has hecho otra montaña e igual dentro la mina, que en la ciudad que habites, ¡he de aplastarte con esta carcajada! LA ULTIMA PARABOLA Oh cumbre cual yo en el último silencio! ¿No recuerdas que a tus plantas verdes praderas expandieron aire? Ahora cavilas sin saber, si estás, en el principio o el fin de tanto duelo. ¡Montaña! desesperada del espacio, vertiste tierra, piedras y espinas en lágrimas de fuego.

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Nadie cree que amas, tan lejos quedan las dolidas cumbres de tu ensueño, que hasta el copo de nieve negando suavidad te brinda hielo. Ahí está, cúspide fría, tu noble corazón disciplinado. Amaste al sol, pero a él ¿qué le importó de tu querer esclavo si estaba, el mar con aguas rosa, y la brisa en ondulación constante entre sus brazos? ¿Qué le importaste tú a la distancia? ¿Qué? ¿Y al universo? Cono amargo, nadie sabrá cuándo prestaste sombras ni cuándo defendiste el valle, cómo el viento te dejó maltrecho y por qué la profunda hendidura del abismo agrietó tu prestancia y tu bravura. Viertes tierra y el lodo te maldice. La sequía irrumpe hasta tus huesos, te esfuerzas por dar vida y te dan muerte. ¡Oh silencio adherido a tu palabra! ¿Por qué tuviste forma de sosiego? Bajo el poco de espacio que estrangula tu forma, con carne de existencia, con corazón de amor mides la espera y lloras para siempre...

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iOh cumbre! te olvidaron los grillos, las auroras y el cielo. Te dejaron atada a tu distancia cruda, al dolor que atenacea sin consuelo... Cuánto sufriste ya y sin embargo te yergues solitaria y dolorida triunfante en la distancia y el silencio... TIMONERO Eternidad, sedle propicia! El surco ha muerto, pero la sal existe. Y de este yermo infame en que la duna saca el viejo arenal de su codicia, libra su corazón, Naturaleza. Himnos entonan de los proclives héroes con bronces seculares los vencidos, y los profanos cantan desnudos de si mismos. - ¿Qué hacéis, terruño, al centro de la tierra con las minas gibosas, caudillo trenzado entre dos brumas? - Salid del fin a la primera causa entona el coro. Mansos rediles bailan a las seis terminada cuando parten brújulas densas y se esfuma la última claridad de la miseria. ¡Amanecen mineros taciturnos cavilando la sombra de la muerte! Repasa la sencilla silueta de los hongos

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la lánguida mirada de occidente. Al sur, queda la calma, al norte, el ojo desganado del silencio. Del pedazo de tiempo detenido en el pecho parten senderos largos, y la causa del hombre en la colina iza banderas lúgubres. Viejo lobo de trina, timonero en su barco, es también marinero. En sus labios rituales de silencio coagula el blanco amargo, sal de salares, sal de mares, sal que engendra tormentas en el alma. Azul metal, como las aguas, azul... Minas dolidamente amadas, mares nuestros da calma. Rugid también arenales, que os oiga el sentimiento. De la estrella que mira la existencia y la redime, sorbe lluvia la arena. Colillas de cigarro suben lentas por la piedra rodada del Ingenio. Y el coro canta: - Misioneros de amor, crece el hombre a lo largo del frío, hay luz... hay luz... – De los últimos corderos los vellones de la luna se evaporan, y el yermo crece dentro del corazón, y se coagula

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JAIME CANELAS N. 1927. M. 1961.- Comenzó en las líneas de la poesía Social. Pronto comprendió que ésa no podía ser su actitud definitiva, porque sobre todas las cosas era un poeta lírico. Encontró los temas de sus estrofas en la naturaleza y en el Paisaje. Se los metió muy dentro para entregarlos después iluminados por sus éxtasis interiores. Poco a poco fue cogido en la malla de los problemas trascendentales, hasta que un día desembocó en un arte insuflado de Cristianismo. Obras: “El joven río", 1952; “Transfiguraciones”, 1956; y “Un camino a la aurora”, 1961. ENCUENTRO En cada lecho tuyo, dulce valle, donde tus hombres guardan el pan nuestro, mi corazón se ha vertebrado en cáliz, como si fuese trigo nuevo. Ahora está el surco humedecido con la sal del aguacero... ¡Mira cómo han crecido mis raíces, llevándose mi corazón por dentro! Y está la tierra encima, como un poncho que hace girar el viento.. . - Dame tu beso, compañera, mientras el valle me hincha de contento! Aquí juntó la yunta grano, sudor, trabajo honrado y bueno. Yo he recogido en cada mano un poco de ese sueño... Aquí juntó el verano verdor y sentimiento, ¡ven a trillar el trigo de mi mano, buscando de la tierra mi corazón primero!

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VIDA QUE DEJASTE, PADRE... Padre, el molle que dejaste crece junto conmigo. El en la mano pétrea, cerca de la montaña. ¡Y yo en el río! El valle, dulcemente, se cubre de gavillas, como si fuese vid que pronto ha de ser vino. San Isidro, en la cúpula de la iglesia, dormido, sueña con el verano. El verde de los campos tiene ojotas de niño. Y de pronto en los años que son como tu vida las mieses se han dorado con el sol del estío, y una mano de gracia toca cada capullo de la flor de domingo. Valle tuyo, lo mismo que del tiempo, porque no tiene edad la pureza del lirio. Tuyo, porque en mazorca de amor creció tu nido; porque el sauce hace calle a tu riachuelo; porque el dulce membrillo tiene el aroma de tu buen recuerdo; porque, en fin, en el limo cada río que atraviesa el valle, está el abono de tu nombre tibio. Padre: el molle que dejaste crece junto conmigo. El en la choza humilde. Yo en mitad de los campos, como el trigo. Danos la lluvia fina que duerme en las alturas para dejar en cada surco el brillo de una gota de vida: ¡Milagro de pan y de verdor fue tu camino!...

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PERMANENCIA Lo mismo tu presencia que tu olvido. Igual en todo, en trigo o en sequía, tu corazón está conmigo. Viendo la tarde que dibuja rosas. O dejando el oído correr de prisa por los árboles. En día o en nocturno eres lo mismo. Y así en las eras eres mies granada. En los barbechos eres ya destino. Y en la esmeralda de los verdes campos, ¡el germen vivo! Lo mismo en la montaña, a tres mil metros sobre el nivel de lo perdido, o en la florida cuenca de los valles, ¡tu corazón está conmigo! Al fin de todo, igual que en un principio, en la alta estrella o en el hondo abismo, ¡serás cauce mortal del mismo río! RENUNCIAMIENTO ¡Qué vertical, qué sueño unido a los secretos de la bruma! Y los ojos, en ascensión de fuga, hacia el silencio del olvido. ¿Qué muerte irá, qué estrella alumbraré el sepulcro de esta noche? ¡Déjame, déjame con el capricho de no verte más, nunca!

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Mira cómo el cristal se quiebra y se transforma como el aire en la herida. Si quieres ver mi sombra búscame - cielo y nube en la primera lágrima nocturna! POR LA RAIZ AL SUEÑO Por el ala que entibia los ojos de los hombres al cielo de la infancia. Este dolor que suba, transparente y lejano, por suaves avenidas de murmullos y cánticos. Este dolor, tan mío, de no estar cerca de alguien. Déjame entonces flotar en pura niebla, bebiendo de la fuente de sueños infinitos, como esas criaturas que están hechas de cielo. Cuando el viento repique sus bronces de aguacero, mi humedad dará un lirio por los brazos del cuerpo! TAL VEZ LLAMO LA MUERTE Cuando el azul fragmento se detiene no sé qué de espantoso cautiverio se desata del día y de la noche. El corazón se inunda de interiores y medias luces. La sed no implora ya su vital alimento Traen supervivencias las flores más antiguas cuando un viento agorero clama, al doblar del bronce, los yugos invisibles.

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Tenue sopor no obstante, llama que poco a poco se aligera!... Y si esto no es la partida? Si aún nos quede el destino de la rama sujeta al tronco vivo? Qué bruma pende entonces, fiel racimo, de esta luz detenida? Por qué el agua se enturbia cuando asoma el aliento? Este anclar fecunda así de lutos de tiempo. Nacen días difuntos. Rosas de amanecida que semejan remotas catacumbas. … Volveremos al mundo con la savia del árbol o el gris del aguacero. Memorias insepultas empujarán las manos anhelantes al verde lejano todavía. Y un labio de ceniza consumirá otra vez un fragmento de vida... Su paso por la casa será un errar del tiempo! HÉCTOR BORDA N. 1927.- Duro y seco, el poeta social más visible después de Alcira Cardona Torrico. Su visión directa de la vida de nuestros mineros está cristalizada en .un haz de composiciones, que poseen una preocupación llena de piedad para la: condición miserable de los habitantes del subsuelo. Es la suya una poesía social pero no política.

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MINEROS 1.Son como son. Se anuncian taciturnos, a veces se miran entre sí sin comprenderse, imprecan por lo bajo, crispan los puños duros, imaginan violencias, contra los rubios capataces del estaño. Sueños de alcohol de reé...o en noche dura, riñón y tabla en noche dura y duradera; se duelen para sí amarrando en la coca sus silencios, se enredan en su miseria rudamente, vuelan su sangre pura, trajinan sus pulmones brozas de mineral. ¡Rosas de fuego lento los consume! Matan a veces buscando en los cadáveres su jornal y se vuelven al mundo desolados preguntando el por qué del alboroto, se vuelven hada Dios, pisan su sangre pura que es como pisar a Dios dos veces, patean en el suelo duramente, le dan a Dios la espalda castigada toman del brazo al tío y se nos pierden por las entrañas sangrantes de la roca. Son como son. Se miran entre sí sin comprenderse trajinando sus hambres renovadas. Escupen jugos alcaloides. Con los hijos al hombro renuevan su dureza, duramente imprecan por lo bajo

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sus violencias. Circula un grito sordo por sus venas, adjetivos enormes los circundan, tuercen su ceño amable, amasan su soledad de carne dura, letales ausencias trepan por, sus sentidos y afloran por sus ojos asombrados. Son como son. Idean maleficios contra los rubios capataces del estaño. 2.Y han de hacerse con bocas clausuradas sus muertes. Empaquetándose sus muertes llegarán con explosión, desgaje de cintura, desfloración de sueños minerales. Han de venir sus muertes con la piedra a la abierta exfoliadura, con el coágulo vegetal de una sonrisa hermética con las vísceras sueltas en el caldo recién amanecido de sus huesos. Y han de cantar sus muertes y han de decir que se cayeron en un hoyo pero sabemos que quien al hoyo llega suele subir, más alto con la muerte. Han de decir que reventaron como sapos, han de imaginárselos cayendo torvamente en charcos minerales, ensayarán sonrisas,

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dirán que se acabó, que se cortó el cordel por lo delgado. Dirán: no más. Terminemos con ellos, pero embozados de sangre y de tormenta se alzarás las rotas alpargatas, se alzarán los pequeños embriones del diablo, trajinarán heridas cotidianas, revolverán su herida con un palo, amasarán sus coágulos enormes y empinarán de nuevo sus banderas. Mamanis de calzón, alpargata y guardatojo la tez cobriza, las manos duras y el cansancio añejo. Caminaron a ciegas mucho tiempo, fueron ensayando sus pasos infantiles poco a poco, enterrando sus nombres en la tierra dejando la impronta profunda de su muerte, allí donde nacieron otros hombres de donde se levantaron a su tiempo sus jóvenes huesos sin anchos horizontes, sin raíces de tiempo enlodándose las manos en las charcas y las charcas pintándose de rojo con su sangre. Con látigos de plomo en las espaldas degollando palomas de tiempos minerales, fueron ensayando sus pasos infantiles,

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fabricando su historia rudamente, domando los serpentarios de su sangre, inventando adjetivos para nombrar a Dios en sus heridas, para nombrar a Dios en sus patatas, en su petróleo, en su salitre. Para salir del hoyo vaticinando pájaros y molles, para llegar al pan con hambres redimidas, para tomar a los niños con las manos mansas, hacerles una caricia dominguera, revolear al aire una moneda y afirmarse en la tierra como un árbol y afirmarse en la roca como estaño. Fabricaron su historia rudamente, haciendo de su sangre un instrumento, de sus eternos sueños minerales pájaros y frutos, y florecer hacia el sol en el tiempo preciso en que un pan colectivo se retuerza en los sueños del niño y del obrero. 3.Estaños inmaduros, complejos rosicleres, tiernos cobres con el salario de apenas medio día crecieron como llamaradas quemándoles las manos. Después,

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sus ojos se volvieron a la raíz profunda de la herida ¡Cómo se adormecieron las caobas! ¡Como las culebras de los trigos mordían terrosas soledades en las catástrofes rocosas! Estaños inmaduros de hondos cauces creciendo en cada huelga. Capataces de pétreas salamandras orillaban el hambre en las eléctricas crispaciones de unos panes amargos. Un amargo sudor les manchaba la sangre, una espina de frío les mordía las cama. Potros de estaño con raigambres de muertes verdaderas cabriolaban en la casta crispación de los jornales. Cuánto penetrarse y deshacerse en las secas entrañas de la roca, cuánto exudar saliva, cuántas cicatrices desveladas por encontrar la materia misteriosa. Los sémenes se sumergen en las negras raíces de la noche, y cómo vuelan coleópteros salvajes en torno al hambre y la miseria, y cómo los ásperos líquenes invernales fisuran los cimientos de los Kalasasayas y los doblados caminos del amauta. Un calcular, un deshacerse y un volverse a encontrar por dentro en las ásperas rocas ancestrales. Un caminar por mitimaes, inti raymis, ayllus, invasiones.

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Un desangrarse en látigo y en coyunda, un imaginarse nuevos rumbos en las venas ardientes del banano. Un hacer y deshacer, perennes los cabestros de la tierra, fuertemente ligada la sangre de los hombres a la roca impenetrable y duradera. Un levantarse en huiphalas y macanas, abandonar los tallos, el virginal rastrojo que cuece las patatas, los canales de los foscos designios de las noches, un arremeter pucaras y fortines, un lanzar por hondas libertarlas, fuertes chasquis de muerte. Un sacrificar los jugos de la vida a la vieja y tierna Pachamama. Un trajinar milenios para enterrar las sagradas corrientes de la vida y volver de nuevo al salario de huelga y barricada 4.Cómo les duele la sangre, cómo se doblan en nudo las entrañas, cómo el pan retorna al tiempo del madero, cómo los días suceden a las noches y las noches suceden a la herida. Cómo les duele trajinar un meridiano de duros tábanos invernales, los maderos al hombro y el bronco mineral cavando las ojeras de los niños mineros, que ni carne ni arroz ni la migaja entera pueden apagar la voz del hambre cotidiana. Cómo les raja el frío la piel

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que heredaron del abuelo, cómo un frío ancestral les tiembla en los cabellos, cómo el estaño duro les restaña las heridas y los dolores vuelven por las bocaminas de las radiografías. Cómo tiembla la roca desflorada. Cómo se prenden las gajos de las rocas a la entraña del hombre y sin embargo sienten en la garganta un globo mineral salino de esperanzas. Cómo está ausente en todo la sonrisa vital de las mañanas, con un aire paterno que ensanche los pulmones y un trigo candeal madurando su espiga elemental y cotidiana. Qué ganas de sentarse. en el límite exacto de la muerte y el hambre y dejarse venir los sueños insondables, anudando la herida solemne de la coca. Qué ganas de abrirse en las huiphalas y por las venas ardientes de la veta, florece hacia el sol en las blancas auroras augurales, para estrujar a grato abierto la espina dorad del privilegio. Cómo les duele la sangre, cómo se doblan en nudo las entrañas, cómo la herida retorna en bofetada, cómo los golpes se tallan en la muerte, cómo la muerte misma es empezar de nuevo labrando las heridas, las antiguas heridas, lo sempiternas heridas del minero.

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GONZALO VASQUEZ MENDEZ N. 1927.- Ha publicado "Alba de ternura”, 1957. El más lírico de nuestros poetas jóvenes, el más personal e intimista, tiene por reino la propia alma. Ahí contempla, se desazona y halla sosiego. Fluye su cántico con la naturalidad del árbol que da flores. Poesía la suya, de tono elegíaco, sin aspaviento, sin énfasis y sin anécdota. ADOLESCENCIA Cristalina presencia proyectada en el papado, la luz te cubre en ausencia de musgo. Estás fuera y adentro de cuanto siente la ternura... El acento del árbol despliega tu misterio en el coral nocturno del retiro... Plenamente te envuelves de azucenas y otorgas al asombro un pedazo de sol para la espera... Imagen de alegría tallada por el viento en los caminos, déjame lo que guardas en la recóndita pradera de tus años, todavía pequeños.. ESTE MI SENTIMIENTO Este mi sentimiento que te busca sin precisar la forma necesaria. Aguda resonancia que me brota del corazón de pena, sin palabras.

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Vislumbra tu perfil - lirio en la tarde -, al pasar de las cosas esperadas... Te quiere en la conquista de su mundo donde la lluvia es suave y más humana. Siente tu paso breve sobre el día venir donde consume la plegaria... Este mi sentimiento, ¡alerta siempre! sabe del frío cuando grita el ansia. Ha bebido del agua de los vasos confundidos, de sal y de nostalgia... Aún no ve tus pupilas en el río, pero escucha tu voz de madrugada... Quiere al minuto que condensa el sueño en una realidad de manos francas! DIMENSION DE TU PRESENCIA Algo de ti se escurre hasta el origen mismo de los árboles, hasta la plena posesión que hacen los pájaros de las ramas, hasta el rayo de sol que atraviesa la tempestad del cielo. Qué presencia la tuya que desborda incontrolable de belleza! Algo de ti se encuentra en cada surco de morenos rostros, en cada sembradío de los campos, en cada riachuelo que refresca el sudor del eucalipto... La tierra ha conquistado tu destino; ya no eres tú sola: eres tanto en mí como del agua, tanto del corazón como del lirio, tanto del porvenir como la sangre!

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HACIA LA BRUMA Hacia la bruma camino, alerta los sentidos... Mantengo el cuerpo unido a la estructura del paisaje... Me baila el sentimiento de la tierra cual surtidor de inagotable música! El beso sideral dejó su germen vivo en lo profundo de mi, ser... La plenitud del Universo está en mí: ardiendo en el aceite de mi lámpara! ... TU MUERTE Está tu muerte en mi, crecida llama, palpitando en la voz y el pensamiento, viniendo en la ternura que presiento, sumergida en la luz que se derrama. Viniendo sin descanso hasta mi rama, basta este corazón por ti sediento, hasta esta pena oscura de tormento que sale desde el fondo y te reclama. Está tu suerte en mí, como una herida siempre fresca y quejándose de ausencia, como un desierto sin clavel ni rosa. La conduzco presente y no perdida, la llevo entre las venas como esencia de tu figura intacta en cada cosa...

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ESTA AQUI Está aquí, tan presente, que la miro, que la toca mi vida, que la sigo a través de los caminos, que la beso incansable con el viento... Ella no ha muerto, no podía... Está cerca del pan que muerde la inocencia, de la espiga que duerme sin saber cuál será su destino, de la piedra olvidada en el arroyo. Cómo huele su nombre, cómo vuelven sus ojos alumbrando los campos de luciérnagas. Ella no ha muerto... Tan sólo es un paréntesis de palabras y manos encerradas en penumbra. Está aquí, perfectamente mía como siempre, como aquel día en que los nombres se encontraron al fondo de su cauce, y se dieron la sed encendida y despierta de los siglos!

INTEGRACION Rebaso de mi propio territorio, salgo del continente de mis venas, de la cárcel de piel que aprisiona mis símbolo internos.

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Camino lejos de mí mismo, a deshacer la voz, a repartir tu huella y tu vendimia, a disgregar el manantial de este oculto milagro de ser todo. Distante del lugar de mis secretos, con mi dádiva de taciturnos ángeles alertas, de cuerpos ateridos en callejas, de nardos peregrinos de blancura. Me separo de este mirar continuamente el sueño, del buceo dolido de mi sangre que se torna caudal profundo, incontenible canto de alegrías. Libre de la prisión de mi garganta, mi acento se introduce a la existencia vertical del hombre, y toco sus arterias conmoviendo el silencio de sus huesos. Me voy así, en transparente paso, desligado del tiempo que cerraba mis ojos en sus cuencas, que imponía a mi lengua la mudez del cadáver disecado. Rebaso de mi propio territorio, distante de la cueva donde el sol agostaba las semillas.

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BEATRIZ SCHULZE ARANA N. 1929.- Dedicada a los oficios del ensueño, muy femenina, ajena a modas y esnobismos, siempre despierta al imperativo de sus principios y a su voz interior, Beatriz Schulze Arana está exenta de sensiblería y de soda jugarreta verbalista. De sus versos para niños ha dicho Gabriela Mistral: "Van envueltos en un balo de verdadera belleza, además recrean, enseñan sin violencias, ejercitan la imaginación en los niños y abren surcos de bondad y de ternura". Obras: "Lejanías", 1954; “Surcos de luz”, 1947; "En el telar de las horas", 1950; "En el dintel de la noche”, 1951; “Desvelo de lámpara”, 1958; y “Pompas de jabón”, 1963. ARMONIA GRIS Llueve... Viste traje de niebla la adusta serranía. Llueve... Viste traje de sombras mi alma dolorida. Llueve... Cae el esplín de Dios sobre la serranía. Llueve... ¡Cae el esplín del mundo entre mis manos frías! AL CALOR DE TU AMOR Un brote musical de primavera es hoy la enredadera de mis sueños. El cálido verano de tu mirada honda la madura y la colora, y el otoño sutil de tu melancolía la riega blandamente de pálidas luces estelares.

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¡Ay¡ ¡Que el invierno de tu olvido no lo hiele con su canción de escarcha! SUS OJOS Mares lejanos cuajados en dulces aguamarinas. SUS MANOS Mariposas insomnes. Mariposas sedientas de las flores recónditas de mis cálidos huertos. Alas amplias y suaves bajo les cuales luce confiada el alma mía la desnudez intacta de sus líricos sueños. SU VOZ Armónica fontana furtivamente hollada por el loto rosado de mis sueños fugaces. Remedo de campanas, en el gris campanario de mis horas silentes. SU NOMBRE Llovizna intermitente sobre el jardín anímico de mi vida.

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REDENCIÓN Ve cómo brilla la moneda de tu nombre… Ya no hay vestigios de aquel matiz sombrío ¡tómala! Ardor y fe puseal bruñirla para que tornara a ser lo que fue un día: palapitante verdad, sinceridad desnuda. Ya no has vestigios de aquel matiz sombrío ya no tizna las manos… La redimió mi amor hecho canción herida. ¡Tómala! EN MEDIO TONO La irremediable señal de la “distancia” gravita en nuestra frente, aquel signo fatal de los caminos que trae y lleva a nuestro espíritu, negándole el puerto del descanso. ¡No! No nos es dada la gracia de! descanso ni de la música abierta. Sólo e! eco, la flor desdibujada, la nube huidiza, tienen cabida en el altar de nuestra alma. Apenas el rosal nos pertenece en el umbral de sus marchitas rosas y la vida en el adiós de las calladas naves.

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Sería inútil intentar que la aurora flamee sus sonrisas de madreselva en flor sobre el puente campanero de nuestras manos unidas. La irremediable señal de la “distancia" que gravita en nuestra frente pone a distancia tus pasos de los míos. MI ESCUELITA ¡Alegría del canario, del ruiseñor, del jilguero, en mi querida escuelita! Los niños, blancos mandiles. Los niños, blancas palomas, y el profesor, un severo y bondadoso pingüino... ¡Cuánto libro sabio en clases; en recreo cuánta luz y colorido! Y qué lejos y que lejos el gavilán de las penas.. ¡Alegría del canario, del ruiseñor, del jilguero, en mi querida escuelita! CANCION DE NOCHEBUENA Me ha dado la alondra pajas de su nido, yo le haré con ellas su cunita al Niño.

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Me han dado las nubes copos de algodón, albos como un sueño, tibios como el sol. Con don tan precioso a mi Niño Dios le haré una almohadita y un muelle edredón. Me ha dado la luna un jirón del traje que lució la noche de su primer baile; de seda tan fina yo le coseré bellos pañalitos al Dios de Belén. Me han dado los mares encajes de espuma, con ellos al Niño yo le haré una túnica. Agujita mía: corre, salta, vuela sobre el escenario del encaje y seda. Agujita mía: ¡corre! ¡salta! ¡vuela! que Jesús ya viene, que Jesús ya llega y yo no consigo terminar mi ofrenda. Agujita mía: ¡corre! ¡salta! ¡vuela!

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HECTOR COSSIO SALINAS N. 1929.- Es ante todo un sonetista. Como motivos -permanentes de sus versos podemos señalar el amor y la tierra. No tanto el paisaje como fluido plástico - valga la frase - sino la tierra en explosión de vida. Ha tenido una sólida educación adquirida pacientemente en el conocimiento de los poetas clásicos españoles, tanto antiguos como modernos. Autor de “Posada de los sueños”, 1956. SONETOS DE HUMILDAD Eres el pan presente cada día... Eres el pan abierto de blancura que en su interior creciente me asegura la humilde devoción de la alegría. Eres la espiga tierna que podría retenerme en su cáliz de ternura y conducirme al sueño que clausura esta vida recóndita y vacía. Eres el pan perenne y verdadero: infancia rubia, dulce levadura presentida de amor y de tibieza. Y eres el pan moreno que yo quiero, inmerso en el dolor que me inaugura para otra forma de eternal pureza. ¿Dónde está la sustancia verdadera que hizo del trigo pan; del amor, beso; de los sedientos labios, embeleso, y del sueño una eterna primavera? Vecina de la muerte y de la espera, ¿esconderá la noche - lirio preso, recóndito albedrío, amor confeso – tu presencia purísima y ligera?

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Compadéceme, amor, porque mi sueño se acercó demasiado a lo imposible del pretérito signo florecido. Compadéceme, amor, que no soy dueño de mi propia existencia en la terrible serenidad de tu postrer olvido... Trigo maduro y amarillo, trigo ofrecido en la tarde jubilosa desde la humilde mano silenciosa serenamente próvido de abrigo. Fruto lleno de paz, fruto mendigo del necesario amor de cada cosa. Al incluirme en tu alma luminosa de blancura recóndita, te digo. mi palabra de canto y alabanza, porque has llegado a mí con la esperanza de una vida de eternas claridades. Trigo maduro, de tu lado vengo y en las manos abiertas sólo tengo la serena emoción de otras edades. TENGO LOS PIES SOBRE TU AMANTE ESFERA Tengo los pies sobre tu amante esfera y he venido a cantar desde mi arado, desde el rastrojo azul y enamorado hasta el barbecho de tu cabellera. Salióme ronca por la vez primera y fue combate el aire colmenado; mi corazón al tuyo conjugado hace brotar la flor: trigo y mancera. Hace brotar la flor y me contengo, porque es vano morirse de alborozo cuando la espiga su color porfía.

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Crezco en mi soledad, pues voy y vengo multiplicado por el tierno gozo de saberte perfecta, ¡tierra mía! VIDA Hoy canta tu extensión sus atributos más allá de los signos minerales. Nuevo coro de voces primiciales hincha tus campos de lucientes frutos. Envidiable de brazos y tributos, abriendo sementera de trigales, sigue mancera - bueyes fraternales – uncida a los senderos absolutos. De tus llanuras nace mi cantiga, de tu mudar sin fuerza de atadura, de tú ofrecido idilio, tierra amiga. ¡Rama de tu pureza es mí aventura, fresco hontanar devuelto por la espiga, cosecha innumerable por su hondura!

FELIX ROSPIGLIOSI N. 1930.- Trabaja sin apresurarse. La poesía es para él una paciencia dilatada. Exigente consigo mismo, lo poco que ha publicado se distingue por su elaboración pulcra, digna y llena de armonía. Envuelven su obra las llamas de una emoción que el poeta trata de reprimir a menudo. Tiene un libro inédito: "Júbilo y dolencia". CLARO DE LUNA Diáfana luz posada en beso leve turbada apenas por mi gris ternura ¡por qué te niegas a pulir mi oscura noche petrificada por tu nieve!

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¿Quién te sustenta, qué milagro mueve tu estremecida y pertinaz altura, virgen irreverente a mi locura, y precipita dócil tu relieve? Dímelo, palma sideral nocturna, ¡dónde la flama tu presencia vierte, qué verde espectro mi vigilia turna! Yo te preciso mía, madre calma, túnica suave, silenciosa muerte para esta sombra que sepulta mi alma. TRIPTICO I Yo te cantaba así, con voz sencilla, con voz de niño enamorado y grave; niño galán, descubridor del ave, de la rosa y su tierna maravilla. Un beso tuyo, amor, daba semilla al verso adolescente... rima, clave, para dejarte en el oído el suave pétalo que nacía en tu mejilla. Yo te cantaba así... Cómo quisiera poner de nuevo en tu mohín la vida, hallar en ti la núbil primavera... y sobre un árbol delinear, turbado, mi corazón partido por la hendida flecha mal pagadora de tu enfado! II Copa de luz que niega mi substancia, cuándo podré libarte esclarecida desde mi lánguido rumor de vida donde la bruma su tortura escancia;

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cuándo fugar de mi mortal infancia, arquitecto tranquilo y deicida, y empaparme total de tu caída diafanidad que mueve mi distancia. Alzo de mí, genésico y rotundo, esta cautividad de ser un mundo patrocinando mi elegía lenta; y antes de asirte y apurar tu nube una cadena de mis labios sube y soy de nuevo oscuridad sangrienta. III Para qué habré crecido en agonía preguntando el motivo sin motivo, siempre oculto a mi mano, siempre esquivo, cada turbia mañana, cada día! ... Frente a frente una llaga me desvía y me arroja espiral humo cautivo, para ser solo un caos combativo corazón laberinto... lejanía... Para qué mi liturgia... ¡Qué estatura más dolida y atroz la que el incienso en su trémula audacia se procura! ¡Qué estatura, señor o piedra, o criba: quién pudiera otorgarme mi descenso en ceniza voraz... definitiva! LA MONTAÑA VIVA - Canto Primero -

De pie sobre un dolor igual al tuyo, - trémulo el cielo... un poco amargo el viento desde mi transparencia adolorida

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quiero escribir un canto: dar la vida a una flor, mas no distinta de tus llagas de cardo, de tu gran primavera... y de tu invierno, de tu arcano. De pie sobre un dolor, dolor humano, por el que conocí tu nacimiento, tu adulta angustia y lo que es más tu plenitud de cierzo, tu juventud de arrugas, quiero tu voz - raíz de mi silencio tu sonrisa de amor, de fe, de duda, para decirte un algo... que ojalá fuera todo. Vayamos de la mano. Dormía la luz tranquila sobre el patio empedrado de cascajo y de risas: solemnidad de bancos y ceñudos pupitres, y en el más duro de ellos; la dura omnipotencia del maestro imbatible... La campana imperiosa preludiando el dictado: la lección, la pizarra, la risa insolente, sigilosa en el labio... Las paredes severas, señoriales, vigilando los patios: la palabra vestida de misterio y el renglón borroneado sobre el número arisco y traicionero... Edificamos mundos, transfiguramos sombras... y al abrirse el portón sólido y mudo despertaban las alas huidizas del letargo obligado, para volar... doblando las esquinas.

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Y entonces ¿qué eras tú? Nombre compacto y duro, tumor de geografía y laberinto, tierra... mas, ni eso acaso: yerto y gris garabato sobre la hoja sin alma, de la mustia cartilla iluminada; un rincón, una estampa de una historia esquelética y temprana. Después, desmenuzada a golpes de pensamiento austero… granito.. cal… arena... piedra, nieve y sendero: ricas tus entrañas centelleaban, trágica si tu muerte te rondaba... Tierra... tierra... tierra. Cosa yerta... y a veces, murallón de los vientos en carrera. Nada más ¿Nada? No lo sé. Pero ya en las mañanas afiebradas te surcaban mis dedos de esperanza, esbozaba tu norte, ambulaba en el viento sin poder alcanzarte! Tu tristeza era mía y eran míos tu aliento y tu palabra! Ya eras carne en mí fe mas, no eras todo. Te buscaba los ojos en mil ojos distintos: devoraba tu rastro en mil caminos y no hallaba, ¡no! Eras río escondido en otro río! Sólo' tu corazón era mi arrojo. Mi ruta,

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mi guía, sólo la sed de hallarte en cada esquina! ¿Dónde estabas? ¿Acaso temblorosa en mi euforia adolescente? Pero no. Savia amarga me empapaba los labios; y mis ojos... ob, mis ojos nublados de ironías y olvidadas sentencias! Era preciso descarnar el labio, sacudir el letargo del minuto, ascender al dolor... descendiendo hasta el surco; beber del zumo ardido de las tumbas. Mas, no lo supe, sino cuando llegaste en mi pregunta. Pero estabas aquí, donde es tu signo tierra mortal y carne. Esperanza y dolor afirmativo. Y estalló en alaridos mi pregunta; balbuceando al crujir de los arados y corrió mi avidez sobre tus piedras presas del grito y ecos ignorados! Y tu voz fue sencilla, viva y honda: solemne en el sendero, dolorosa y aguda: nostálgico el incienso del recuerdo. La voz del ventisquero, la piedra acurrucada; secreta la honda del tenaz labriego... Desde allí... donde canta fugaz la voz del yermo!

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ÍNDICE DE LA POESÍA BOLIVIANA CONTEMPORÁNEA -Canto Segundo -

"Rubia la madurez de los maizales gráciles, tendidos, - desmadejados haces del sustento “enjugando los torsos sudorosos amaneció jugando, jubilosa después del aguacero; y el verde de los campos no fue camino gris de la esperanza, sino canto presente germinado. "Hombre y pétalo, arado: aguacero fecundo, surco abierto a la mano encallecida nunca frustrada en su hálito de esfuerzo. "Era la vida tierra y eran frutos los besos, el espasmo, siembra. "En el sagrario líquido del lago, incensario inconforme, la silenciosa huida de las ondas prometía en su vuelo ofrenda y canto al hombre. "Y el templo fue mi brazo, recortada colina, para cobijar hombres, mas no espectros. "El pecado: el negar a la tierra su exigencia, la verdad que fermenta entre las venas o el respeto a la vara vigilando el mutismo de las puertas... ". Evocaban las piedras, huyendo del sarcasmo de los siglos; de la gris dentellada, erigidas en pétrea remembranza;

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puertas rotas, abiertas al pasado, ojos ciegos, carmena de los tiempos, ojos ciegos, segados por la espada! "Era el hombre la meta y el motivo, y la tierra era fuerte, la semilla inviolada. "Era el río caudal enardecido y era el brazo del hombre barricada, lazo fuerte, palabra derramada: hacha, combo pata amasar en paz el pan de todos! “Trinidad de la tierra, el sol y el hombre: la siembra esquiva y tierna la parcela. Descifra más la palabra pensativa! Ascenderé las gradas de tus templos para bajar la incólume presencia que alimenta el latido de mi pueblo! Y entonces las murallas tenían en la mirada un himno, y las grietas el gesto de los dioses; la montaña era un grito y el hombre me miraba muy hondo, sin latidos; mudo como la tierra o acaso como espera: agazapado y hosco, el corazón celoso. Tierra y hombre, hombre y tierra, esperanza en maizal sin horizonte, ojos de la sequía traicionera!

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Sangre de vendaval, Chispa que de la ráfaga pervive.. “Escuchad! Por qué está ronco el eco de las nieves y la tierra torciéndose convulsa? “Escuchad! Ambos tiemblan de ignota y mortal fiebre. “Hijos! Si tenemos pavor en los latidos! “Ay, paloma... ya no te arrullarás en mi esperanza comiendo las espigas de mi corazón! “Ay, tristeza. No sé por qué la hierba en las mañanas sabe amarga, huele a sangre... y el hielo nos persigue desde el aire! “Ay, hermano, no sientes que a momentos se nos mueren los brazos espantados? "Madre, madre! Tal vez estés hilando la amarga vena que ha de darnos muerte. Congoja, congoja! Por qué estaría tan hoscas las mañanas! Cruz, aseo. Casco hiriente. Viene otro sol helado; brilla en las armaduras Se sacude afiebrado el belfo tembloroso que a ratos las empaña; los ijares grasientos que apretujan el ansia y la soberbia, se contraen altivos para echar bocanadas de potencia!

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Por les manos nerviosas cruzan las contracciones de la garra. Han pisado ya el atrio de la aurora y avanzan! «

Ay, paloma. Cómo nos duele la ansiedad del surco! Desde ahora la flor no brotará pare nosotros! La tropa adelante. Los ojos se vierten en la sementera y el fruto amarillo se esconde con miedo. Galope tendido. La espada que esgrime sangre y alarido desgarra los vientos con trágico esfuerzo! Mancha la pezuña rauda, los surcos tranquilos. Cruje la enramada y otra risa extraña curva la mañana! "Dejadle a mi mano! La mía os lo digo! Hincad en la espada la garra del Cid! “Más y más. Escuchen... La tierra se agranda! Ya somos! La Biblia ha vencido! "Qué largo es el brazo del Rey! Y luego, para encontrarte ahora debo invocar la trinidad en una: dolor, dolor, dolor...

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Tierra avara sin sal ni derrotero, páramo agónico, llaga viajando a pie por el sendero. Oh, hierba pisoteada sobre el tedio más sordo! Decidme! Qué lágrima solada desmenuzan mis labios! En dónde ha madurado! No sabéis que las piedras verticales también sollozan dentro! - Canto Tercero -

Y hoy! De dónde viene tu alba! De dónde tu simiente florecida! De dónde tu palabra, de dónde tu sollozo y tu alegría! Has incubado amor entre el bramido o aún tu viejo silencio te fatiga? Es que no sacrificas? Dime cómo! Dime dónde! El mutismo te ha ahogado en cuatro siglos... o fermenta tu voz en el cascote! Has esperado la explosión del mundo para nombrarte viva? Por qué callas? Yo quisiera inclinarme como Cristo guerrero y suplicarte: ¡anda! Mas, debo preguntar por qué todo pregunta! Y entre el escombro, la deidad y el sueño, la choza inerme, la sangrienta plaza, espigo tu verdad y tu secreto!

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Y tengo tu respuesta, madre gris del metal y de la espera, devoradora mística del hijo! Para encontrarte tuve que hallar la senda de la sangre, la escuálida mirada del hermano, los surcos afiebrados de la tarde, la enfermiza alborada, la comunión del árbol con el hambre, la espiga entre la paja machacada! Tuve que hallar tu rastro en la tortuosa nube, la desazón del aire, el grito que en el hombre se consume. Tu fibra corre potente a través del farol y la enramada; escarmena el cemento, se arrastra por la cuesta, canta, llama, y es tendón de muralla y de calzada. En la pompa más grande y satisfecha brotar fiera e intacta! En todas partes te encuentro; tienes las entrañas rojas por la anemia del minero. Te he visto enloquecida por las calles, te supe sofocada en la maraña... y en las noches, y en los días, y en las fiestas de mi pueblo ¡cómo gritas! Tierra quebrada en los cuartos, arrodillada en la trenza, trémula y rota en el huayño

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y acurrucada en la cueca... Atraviesas la reja y el cerrojo, te fusilas detrás de la visera, te traicionas detrás del escritorio; sufres en la mazmorra, estás presente en todos! Yo te he visto en las fauces de la sombra, sumergida en el lago y en el río; brutal y vengativa bufando por las plazas, desolada en la playa, dormida y acechante... Te he visto zarpa y olivo, puerto final de tus hijos, labriego, de tu propia alma: luz y sepulcro, lábaro y mancha. Desnuda en los panteones, bandera de los nichos, fuente de los rencores, yo te he visto brillando flor de sangre en el dorso de la mano! Y eres tú, carne viva de mi carne, quien escribe estas líneas! Eres tú los latidos apagados y el latido motor! Tu noche viene limpia! Tu día viene limpio! Alma montaña, corazón del hombre, trágica magnitud la de tu nombre: igual a ti y al fruto, de ti raíz, de ti la voz y el canto! Quién palpará tu gloria, quién tu razón que es nuestra...

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Y quién podrá negarnos que en el largo mutismo de los yermos no ha enrojecido hoy día la substancia de un nuevo derrotero?

JORGE SUAREZ N. 1932.- Autor, con Félix Rospigliosi, de “Hoy fricasé”, 1953, una colección de sonetos construidos risueñamente. Jorge Suárez ha cultivado de manera esporádica la poesía social; pero su mundo es otro. Un mundo de delicada ternura en que se impone la más exigente depuración estética, y donde el hálito emocional y la palabra transparente se hallan unidos para ofrecernos una realización artística de extraordinaria calidad. Ha publicado “Elegía a un recién nacido”, 1964. MULTIPLO DE LUNA Cada bosque se alumbra con su propio racimo, cada rama recoge su milésima luna; multiplicada en lagos de lagos cada luna reconoce su rostro luminoso en la aguas. Yo te miro y comprendo que mis ojos se miran en los ojos recientes de tus ojos profundos... Multiplicado en lunas por lunas repercute mi corazón la tierra tapizada por lagos; tu corazón en cambio se aleja rutilante por un claro y sereno laberinto de lunas. Yo crezco y le doy mástil en mi sien levantada, tú lloras y desnuda sollozando le ofreces tu morada profunda: y la luna se baja por arroyos lunares a fundirse en tus campos armoniosos y verse bajo el agua en tus senos, en tu cuerpo, en tus ojos,

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toda en ti difundida, toda en ti cuando siento que milagrosamente la ciudad reverbera guiñando sus faroles y en el parque recóndito de nuestro amor alumbra nuestra luna, la luna, nuestra mínima, luna, la que nos pertenece, la que no se nos niega, la que nunca se vende y que nunca nos cobra su alimento sencillo. SONETO Yo quiero en ti la rosa pura, la brisa elemental y transparente; yo quiero en ti la gota de la fuente y el rocío feliz de la ternura Vengo manchado por la piel impura, que la nocturna masa de la mente bota en mi corazón como un torrente y en soledad fatídica tortura. Yo quiero en ti purificar mi llanto, por tus piedras de nácar apacible dejar correr el río del espanto. Dejar lo gris, lo muerto, lo imposible y en columna de luz indestructible yo quiero en ti ascender hasta mi canto. CANCION DEL CUERPO AL ALMA Asumirás tu perfección primera, libre de mi prisión, vencido el muro, ala que partes de mi lodo impuro hacia un destino de alta primavera. Y serás dulcemente prisionera de tu infinito Dios; pues yo procuro devolverte, muriendo, al seno oscuro de donde procediste, forastera.

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Y cuando eternizada en su regazo perfumes, flor, el invisible vaso y olvides, humo, tu abatido leño; vuelve hacia mí los ojos de la vida, para que veas en la tierra herida cómo se pudre tu lejano dueño. INPANCIA MUERTA Excepto el agua virgen de la fuente, nadie, nadie sabía. Nadie nunca, ni el aire, ni el ojo azul del cielo. Lloraba el agua y nadie le secó la mejilla luminosa. Yo vine a verla y nunca dejó el agua de amarme. Si ves al fondo puro de sus ondas flotar el rostro mío, si ves a un niño muerto deslizarse bajo su transparencia, llora tu muerte y llora tu edad sucia y sin alma. Si ves a un niño muerto bajo el agua: es el hondo cadáver de la infancia. ELEGIA A UN RECIEN NACIDO Tu voz nace a la tierra quebrando su vajilla de tímidos cristales y una inmensa tarántula de acero baja maternalmente a ofrecerte sus senos de agua helada.

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En la probeta cálida palpitaste recóndita mariposa de carne, la sal bañó profética tus alas de crisálida, hacia la firme transparencia llegas en vivo salto, pero implacables muros que tú no reconoces toma tu vuelo en copo de ceniza. Aleteas por dentro de su propia sustancia, quieres hender la luz, cruzar el día, inmolarte venciendo los ámbitos azules; pero tu cuerpo es débil, es casi nada, un poco de miel solar tendida sobre un vasto sepulcro. Tu cuerpo echa sus frágiles tentáculos y busca... Tu cuerpo nace amando la claridad y toca los primeros objetos. Pero hay ojos, hay manos, hay voces. Hay algo extraño y húmedo, algo recientemente asesinado que propaga en tu sangre su marejada fúnebre. Algo llueve en la fuente recién brotada y algo trastorna al pez que irrumpe como un trozo de espuma. La gavilla se yergue amenazante, caen pájaros pétreos a la tierra. Hay algo que se viene de fuera, del espacio y deja en tu mirada palpitando su larva.. Algo fatal y triste Quizá el designio vasto del alba en el crepúsculo, quizá la íntima sombra que madura en la estrella. Empiezas a vivir tu luminosa muerte.

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No escuches los lamentos del que ya destronada baja desde tus huesos a la tierra. El tiempo con su fauce minúscula devora laberintos y lienzos, invade las bodegas y triza una por una las palmas ofertorias. Empiezas a vivir y el polvo asume sus columnas aéreas para velar tu vida, la hiedra desencanta su leyenda y se va de los muros, la vid se desenlaza entre dos cruces, los trinos abandonan su perfumado púlpito. Pero tú empiezas a vivir y llenas el aire de sonido. Tu frente nace invicta del oscuro naufragio, tu piel es la inocencia del día, en esta hora, en que no existe nieve para reconocerte, ni manantial sumiso para ungir tu llegada. Eres un cirio apenas en el gastado templo donde la noche bate su coro de vampiros. Eres la espiga flébil cuando la paz del viento pesa tristes aromas. Cuando siluetas de oropel y raso caen incineradas en el hueco, cuando esqueletos de metal se funden sobre la fatua lengua de la muerte, cuando rosales de sensualidad queman el interior de los espejos, cuando caen paredes y campanas y los insectos crecen desmesuradamente, cuando los cigarrillos dejan copos de sal en la penumbra, cuando planetas nuevos inician castamente su parábola, eres aún la vida,

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la soledad perfecta y la existencia en voluntad unánime. Llegas de la tiniebla donde seguramente legiones y legiones fulgurantes quedaron atrapadas. Tú traes el mensaje de los ignotos huertos, llegas de un cementerio anterior y compacto, de una dulce materia desoída. Aquí nosotros somos desierta orilla, caos de zarpa y reciedumbre. Nadie aguarda tu arribo. En mi estatura el padre yace como una sombra de otro tiempo y el amor es la fórmula del estrépito, el ojo que ha investigado tu retorno al polvo. Nada está en pie y acaso sólo el fragor ruinoso del relámpago pueda acunarte. En mi voz no procures escuchar el follaje. No veas cómo caen lentamente en el aire monumentos que antaño fueron reliquias graves del recuerdo. Ignora este derrumbe. Porque al fin desatada la vid sobre los pórticos, quedará roto el arco del amor en tus dedos, evaporado el vino, consumida la brasa. Y para entonces, nadie consolará el vacío. Inútilmente humana la ternura devanará su pómulo de lágrimas. Ardida ya la savia, inútilmente sonaré el arrullo sobre la rama sorda.

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Yo te dejo este leño mortal de mí arboleda, te doy esta mi angustia como dolido testimonio. Pues al verte nacer, siento las alas que alumbran tu costado, trato de ver las cosas con otros ojos, otras resonancias posibles. Curiosamente miro tu mueca, el fuego en flor, el rizo que ha tejido la vida en el silencio, tu candor, inasible pétalo de las horas. Trato de oír el claro corretear de los niños, mi corazón remoto, el rumor de esta infancia desolada que llevo. Ya no será la vida palomar ni merienda! Los panales del gozo yacen agusanados en un féretro, el aire bala conmovido por entre negras piedras y playas polvorientas; en el silencio aéreo veo la pantomima del ave limitada en su agónico vuelo. Crece tu voz, crece tu voz, en túneles sin resonancia, veo que mueres prisionero de la luz de este día. Y me siento yo mismo arañar los primeros dinteles de tu muerte. Crece tu voz, crece tu voz, asciende la intangible muralla, mis Palabras empañan su perenne impresencia y levanto los ojos al hondo firmamento para buscar la estrella.

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La muerte vino en ti, contigo vino, contigo en los cristales de tu primer vagido. Y ha de llegar el día en que la muerte pueda bendecir un anciano en cada cuna. Cantará rubio un sapo de sol, desorientado, cantará verde el vino, la voz del trigo manso cantará roncamente. Un día golondrinas de envilecida sangre volarán de tus dedos y pesadas gaviotas desovarán su mundo en tu garganta. Un día el barro espeso ha de parir ejércitos remotos y el hombre ha de volverse crisálida minúscula. Un día en que, por fin, la tierra enloquecida buscará quién le cante, le parta el vientre puro. Un día en que amaremos la muerte por humana y por desenterrados odiaremos la vida. EDGAR AVILA ECHAZU N. 1932..-- Hay en sus versos pasos de sombra y sonidos nocturnos que se mezclan a porciones iguales de alogicismo e iluminismo. ¿Realismo mágico? Puede ser. Ávila Echazú está notoriamente influido por la poesía de Jaime Sáenz. ELEGIA A CARL GUSTAD JUNG I Carl Justav Juan recolectaba sueños. Se sumergía en lo noches sin fondo donde el oscuro río del hombre flota como una nebulosa sin rumbo.

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- Y en África, asesinos con ojos de antílopes torturan, en los amaneceres tibios, las voces profundas que los siglos no acallaron. Solitario y con paso incierto penetraba en el callejón de los símbolos pervertidos. - En el altiplano, donde están petrificado los sueños, balas de estaño buscas las bocas que piden una flor para la mirada de sus hijos. "Hay un sollozo y un quebrado silencio nacidos en la piedad por ti mismo", - decía Jung. Pero yo no sé si pensaba en los presos aflorando sus montañas en el río donde los cielos se abren como jazmines, donde hay latidos agónicos que las palmas resguardan como a una tímida paloma. - En Nueva York, un negro agoniza, cada día, como una violeta sin sol y sin aire. Gentes con chiklets sonoros y miradas tiernas apalean su cuerpo: padre del infortunio. Los que mueren allí, con hambre de sol, saben de la relación existente entre el día y la noche: manantial aterido de afiebrada entonación; olvidan sus hábitos lejanos, el sollozo del hermano, el sonido que en su voz dejaron sus abuelos: - “Que nadie proclame ahora que el color de los días es más puro y que el aire acariciando a la vida es más suave y dulce que ella misma".

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II En la dura luz de la mañana predestinada, los que van a morir observan con dolor aquello que las paredes no olvidaron; en el silencio hueco de sus labios hay palabras que no se atreven a salir: guardan un luto prematuro por la tierra, por la ciudad que abre un lugar para los destrozados miembros y los ojos: piedras que la luna hacía latir. -En Zurich, Carl Gustav Jung sabía también que la muerte persigue el senso oculto que la vida le niega como un tesoro demasiado grávido de anhelos destinados a destruirla. Sintiendo el premonitorio rumor de los huesos, afirmaba todavía su inmensa sabiduría, tan grande coma, una ánfora llena de palabras yertas próximas a desvanecerse al soplo final de su garganta. ¿Pensaba que era inútil ya el hablar de los sueños cumplidos, de la fingida felicidad que las sonrisas nos entregan, y de la evasiva euforia que las noches expanden en el gesto adolescente? III ¿Se puede no oír las palabras que el aire dispersa, que los árboles han guardado para que sus raíces se endurezcan y resistan el golpe del hacha traidora?

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¿Quién ha dejado de escuchar cuando los fusiles vomitan el asco, la impotencia y la furia de las palabras que los subhombres asesinan? - "Que la noche no cubra los sueños y las piedras de sangre manchadas; que el día descubra la faz amortajada, con ceniza inmemorial, de los viejos sin techo y sin oraciones a la vida. Que el hombre se acurruque y espere, sin la paciencia de los árboles; porque hay frases que los cercan y tinieblas que no les pertenecen, que ya no son suyas. En las esquinas, agazapadas, con ojos lúbricos, esperan las tinieblas el paso inocente, la mano abierta y la mirada limpia». IV Calcinados sueños del doctor Jung. Esperanzas que descifrar y martirios sin develar: herencia encanecida de sus pensamientos. Espuma que la mar desliza, juego del tiempo por encima de la cabeza del sabio, y de los ateridos huesos del paria: ¿acaso ahora su furia aquietan las simples frases que a nadie hieren? ¿Existen huellas en la arena movediza que Jung ansiaba conocer? ¿Hay alma en el metálico canto que rompe en pedazos al cielo donde el niño prefigura su muerte próxima en el llanto?

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¿Carl Gustav Jung, hay futuro para el hijo del fusilado, para la agonía del que ya no sueña? ¿Existen sol y luz donde se muere de Improviso, donde el aire esquiva el color de la piel; hay futuro allí, hay futuro sin vigilias y sin rejas cercando la mirada y el corazón? V El doctor Jung miraba rosas, olía el tiempo amortajado del gerancio escuchaba la música que las estrellas entregaban el silencia de los amaneceres; en el viento descubría los latidos temblorosos de los árboles, de las palabras no escuchadas, de las imágenes olvidadas sin razón, - y en los ríos contemplaba la loca efigie evanescente de la muerte. Significados ebrios de ansiedad, cansados del azul tenebroso que los horizontes señalaban: - sus sueños ya sólo esperan las frases como máscaras que defiendan lo que él no puedo evitar…

MERY FLORES SAAVEDRA N. 1935.- Tiene abierta su inspiración a la rosa de los vientos. Empezó con sencillez, casi ingenuamente, con canción cristalina. Después, la sensación de una rara inquietud hace presa en ella. Más tarde, una problemática de conflictos y experiencias anubla su visión. Últimamente la serenidad ha vuelto a su espíritu y escribe versos delicados y finos. Obras: “Fervor", 1952; “Bruma", 1958; y “Cuatro poemas”, 1959.

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BIOGRAFIA Morelia es de tristeza, de tristeza infinita. Nombre escrito en nube lila sobre míticos azules. Morelia es de la lluvia y viene en las voces que despliega la noche: Morelia es de la noche. Nilamor es de nube, de nube de septiembre que llega con la lluvia. Nilamor es el vaso lleno de tu tristeza, de todas las tristezas. Es música en vez de llanto: los pies de Nilamor pisan la hierba fresca sin sandalias doradas. Sus labios se humedecen en la niebla del sueño, sus manos son pañuelos de llantos subterráneos que desbordan orillas que guardan otras islas. Nilamor es de nube, de nube de septiembre, es el velero loco que sigue a un barco errante por los mares del alma. Nilamor es el eco de todas las canciones y de todos los llantos. MENSAJE Cuesta dar a luz una palabra cuando ella está amasada, como el hijo, con nuestra propia sangre. Porque es más fácil, a veces, llorar que desgarrarse el alma para entregarla al viento en una frase. Verbo: jirón de angustia amanecido de una esquina del alma.

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La rosa de los vientos hoy te marca la ruta en la dársena norte donde va a anclar la vida... Allí, en la niebla, en la eterna niebla, donde calla adormida la voz canción de cuna, paloma trashumante de todos los senderos. Sangre mía, hermana de su angustia, hilvanada en palabras, derrámate en mi poema para llorar su sueño...! HIJO Y en mitad del sendero te has de abrir como la flor - anunciación del fruto-. Te espero, heridos los pulmones de la ansiedad del mundo y la mirada abierta al horizonte nuevo de tu presencia, sangre derramada en mis cofres vados de esperanza. Soy tierra que te aguarda a la orilla de un mar atormentado; final y principio de un camino vertical y distinto proyectado al infinito. Eres el sonido guardado en caracolas barridas por la niebla, capullo prometido a esta mi primavera desolada y tan mía... Aún tu nombre es mañana y en mitad del sendero has de ser el milagro.

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Soy la orilla infinita que aguarda tu llegada. INASIBLE Escala sin final, cuadrante cero, gota de agua, translúcida simiente de la bruma intangible, dulcemente retorna a ser la nube de aguacero. Ingrávida campana en el ligero paso del viento, dice suavemente la oración del otoño y el relente dispersa golondrinas del alero. Horas y lluvia, lágrimas; esencia de la vida, del tiempo que se esfuma en la niebla infinita de la ausencia Golondrinas inútiles, espuma inasible del sueño que silencia su canto de sirena entre la bruma. NORTE Dejaré que mi nombre se consuma junto al violín de voces acalladas y me iré dispersando en las miradas como nube que en el confín se esfuma. No importan las palabras ni la espuma del mar, las rosas deshojadas, las azules lámparas ya apagadas, la dársena por siempre entre la bruma. Sobre huella de lluvia pasajera marcado quedará por siempre leve este paso de tímida viajera;

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y herida de presencias, clara y breve gota de llanto, universal quimera, me hundiré en la pupila que me lleva. EDMUNDO CAMARGO FERREIRA N. 1936. M. 1964.- Poeta sugestivo y hondo, sacudido por vientos contrarios. Denso y tenso, proyectó la mirada a su alrededor y acudió a símbolos abstrusos y a las palabras grandes para expresar sus hallazgos. Su producción está esparcida en revistas y boletines literarios. HAY UNA ANCIANA Hay una anciana que siempre come sola, me ha hecho llorar el verla como si fuera el hijo que no llegó a tener. Me ha mirado en silencio; la he mirado gritando con mi alma tú no estás sola, abuela, tú no estás sola. Un foco ha llorado su lagrimón de vidrio, en la alcuza el vinagre se ha hecho dulce, y la anciana mascando su propio pensamiento, me ha mirado de nuevo, dulcemente. BATANES DE LA PENA Viejo el planeta tiene la forma de una lágrima que algún dios lloraría de un ojo ya sin llanto. La sombra da su sermón de fraile a la tierra mendiga, que arrastra en los caminos su sandalia de polvo y el árbol pasa lista a su alumnado de pájaros violetas. Yo quisiera esperarte sin este pergamino de pena, escrito con tu nombre. El tiempo te recorta del libro de la noche y sólo queda un hueco por donde pasan roncos los planetas.

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Si estás hecha de la plegaria que repiten los árboles, cuando juntan las hojas de sus manos y eres dulce como el verso desnudando la piedra. Hoy la noche ha llegado mordida por los perros y el aire cuelga un gallo difunto sobre el viento. Amor, ya no dejes tu paso junto al pozo; allí se ahogó la luna, y flota muerta. Pasa de largo hasta encontrar mi sangre creciendo hacia mi alma basta tocar el sueño, porque la muerte quiere medir nuestra existencia para su metro exacto de tierra hereditaria. Estoy solo, más hecho de silencios que de olvido, en tanto que la sombra es una plaga de ratones royendo este pedazo de luz trasnochadora y se enmohece la herrería metálica de un grillo. Ya mi voz va agotando su lenta concertina porque no llegas a borrar el cinema de otoño sobre el alma, acaso tu vacío puede zurcir las redes de la noche que aprisionan los astros y que hoy un mundo deshizo al huir de la nada. Mi dolor sale a gritos a predicar tu nombre en el camino, mas la tierra mendiga sólo extiende la mano donde cae la moneda de estaño de la luna. EL MAR El mar curva sus barrotes de hierro sobre un pájaro muerto enmohece en oficio corrosivo la sal las jaulas de mercurio los días lentos sobre escarabajos voraces. Sus esqueletos antiguos suenan en el fondo arroja a la arena sus cadenas sus carabelas de niebla

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sus agujereados paños de yodo echa a la playa redes llenas de aullidos de metales oliendo a eternidad. El mar tiene una antigua memoria bajo espinazos secos de constelaciones. Al fondo late el día en una vasta pulsación de flores venenosas en abejas de aceites duros espolvorea la siniestra primavera los estambres marítimos. Entre maderámenes rojos como las carnes de animales malheridos desovan especies multicolores. Yacen los barandales oliendo a golondrinas los hierros gangrenados yace el casco humeando amapolas entre medusas y vegetales poblados de extraño movimiento. Las herméticas cámaras encuentran el consuelo de sus viejos cadáveres y en proa la campana descarnada tacha, a veces, aires líquidos derramándose entre esos dedos peligrosos del óxido. La extraña tripulación yace en un idioma hecho a fósforo y en lo alto de la arboladura aún cree ver el vuelo posado de los pájaros sonrientes. El ciego capitán arde en la noche desde donde no zarparán a puertos de hollín alborotados y grúas trashumantes sudando sol. Un dios brusco y sumergido sopla una armónica de histéricos azules en el fondo del mar. Royó los esqueletos venerables fue telaraña crecida en tomo al hueso combatió los días flotando húmedos como los maderámenes de un naufragio. Dispersó las herencias sepultó los principios.

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Bate esquilas en manadas verdes incendia a niebla los abetos su tiempo es lleno de oscuras amenazas su cementerio herido de palomas sus caballos de metal temible. La sal trunca los arcoiris petrificados sus lienzos agujereados de fósforo y sus gorjeos en torno a un caracol. En catedrales que el hombre no verá roza páginas de agua en apoteosis flageladas. Sus bosques de cristal gotean pájaros de hierro. Los meteoros llovían y ahondaban sus campanas mudas sus voraces gaviotas dieron caza basílicas sobre tierra pesada de rostros y primaveras evaporando en el cerezo sus alcoholes bajo la arcilla recomenzaba el éxodo de un pueblo desgarrado por el lento relámpago del árbol. Sus senos fueron batidos manchados de mi como las páginas de una antigua biblia. Aun en su temible corazón fue el amor fecundando los humeantes líquidos los días de mercurio vibraron bajo celos incoherentes. Fue en ejes trepidantes en paleas de mareas férvidas bajo su vientre palpitaba un esqueleto de pájaro débil como la cruz en la punta de un naufragio. Entre escuderos de hierro enmohecido y oleajes de palomares desatados el mar combate en oficio corrosivo arroja a la arena sus badajos sucios carabelas tatuadas por los viejos alquitranes del alba pero en lo interno tiembla mujer arrodillada y sueña ser el agua que hundió allá en la infancia el barco de papel.

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ROBERTO ECHAZU NAVAJAS N. 1937.- En sus inicios tomó por maestros a Eluard, Tamayo y Cerruto, mas poco a poco ha ido abandonándolos en busca de la propia expresión. La poesía de Echazú Navajas acusa un poder de síntesis y valora la palabra al extremo de pretender encerrar en ella todo el volumen de su idea constreñida en imágenes duras. Es director del boletín de poesía "Sisifo", y publicó en 1961 un volumen de poemas con el título de “1879”. EN EL MAR 1. En el mar, hombrea colmados de tristeza, cargaban sus fusiles en el cielo. 2. Levantaban castillos de victoria en el azar de la justicia 3. La muerte no tiene cuerpo cuando se defiende no solamente la vida. 4. Mujeres y niños, hombres y viejos, morían alegremente. La fealdad los llenó de alegría ya madura la muerte. 5. Los que buscan tesoros en la disculpa injusta tienen más palabras con qué callar la vergüenza. 6. Sobre la miseria de su orgullo edificaron el porvenir.

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7. Para amar lloraban, para morir reían: el sacrificio de todos los tiempos. 8. El amor, la muerte, tienen idéntica confianza: la dicha y el coraje de vivir como se pueda, y la muerte que comparte lo mejor de la vida. 9. El odio que desata derrota y fracaso, la sangre que construye victoria y porvenir. Ya. no dudemos de la inocencia de los hombres cuando se ven mezclados, cómplices de una misma aurora. HOMBRES QUE LA PATRIA FERTILIZO... Hombres que la patria fertilizó en las cóleras, indiferencia y barro de un placer sin reflejos, más débil con la miseria ennegrecida de fealdad, más fuerte en el fondo de las masas. Olvidaron la razón donde las fuerzas del amor se renuevan de sentido; la razón del pobre, su miseria, donde fundaron el coraje que abreva la ignorancia. Amaban lo simple y cotidiano, lo útil y difícil del odio y del amor, la claridad del ayer sin limites sensatos, la transparencia del mañana, la transparencia del verdugo. Hombres: para vosotros, la vida y el calor se reparten a los niños como el sol a la alegría; la justicia, el color de sus pupilas a la verdad, como el amor da vida a la vida. Para vosotros que la muerte no tenía historia ni vuestros hijos porvenir, las palabras aplacan el odio más allá de los deseos.

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Las manos abiertas de las puertas abiertas de sus lechos, a pesar de la miseria y de todos los placeres, las manos fructifican semillas de manos, la vida entera, la miseria junta. La dicha es el buen tiempo de los temores vencidos. SI TODOS NOS ABANDONARAMOS A LA CONFIANZA... Si todos nos abandonáramos a la confianza de esperar, el futuro de las ilusiones volvería al mundo sensible. Pero con qué palabras enterneceremos al olvido, al saberlo todo injusto, todo vano!, la confianza de los destinos nos volvería locos; la paz, extraños; el amor, torpes. Si todo lo diéramos, sabríamos de una vez que nada nos pertenece. Todo tiene una muerte natural; nosotros, sólo la esperanza. La paz pura, el amor puro, desligado de su sombra, lavándonos la cara con su propia luz: un río donde los peces son acróbatas del cielo, y la inocencia pura, sólo su palabra. Si todo lo dijera, me bastaría como siempre, aun con la inocencia de saberlo olvidado. TU ERES PURA Tú eres pura como la luz que absorbe la soledad y el silencio de pueriles esperanzas. Tú eres pura con la monótona fuerza de los gestos y las risas;

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con los surcos vacíos del mundo sin raíces de alegría y la miseria mezclada al nacimiento de oscuras y amargas diferencias. Eres pura y desligas toda pesadumbre que hace nacer al mundo la mejor ignorancia. Tú tienes la inocencia que acrecienta lo más útil de nosotros. PEDRO SHIMOSE N. 1940.- Pedro Shimose aparece con "Triludio en el exilio", 1961, en el panorama literario del paz con vetas desconocidas por nuestros jóvenes poetas. Con voz que bien pudiera venirle de Paul Claudel o de Saint-John Perse se enfrenta a los problemas del destino humano y proclama los derechos del espíritu por sobre los de la materia. El elemento religioso crepita en sus estrofas iluminando oscuridades. Joven como es, Pedro Shimose ha obtenido una envidiable madurez estética y no constituye hipérbole afirmar de él que ya tiene sitial distinguido en el ámbito de la actual poesía boliviana. MEDGAR EVERS Buitres y chacales se disputan calaveras de reyes en las playas del exilio. La victoria es nuestra, Medgar Evers. Ves cómo quiebran los Bancos y se hunden las cotizaciones de la Bolsa? Ves cómo te imploran para que des tu sangre a la Tercera Guerra Mundial? Los blancos necesitan tu lágrima para sentirse fuertes, necesitan perseguirte, escupirte, flagelarte!

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Satisfechos en sus implicaciones abominables, en sus vicios y en sus idioteces, visitan sinagogas y hablen de religión como quien alivia su conciencia; después realizan sesiones truculentas. espiritismo, strip-tease, morfina y aguardiente; derrochan tu sudor en Tobruk, El Líbano o Palma de Mallorca; entre brujas beben champán y whisky, realizan sortilegios y recitan poemas obscenos escritos hace dos mil años en Gomorra al son de bongos que anuncian cataclismos y hechicerías en las grutas bohemias de Greenwich Village. Cansados de burlarse de tu piel, de tus labios, de todo lo que haces y dices, cansados de lanzar contra tu raza al Ku Klux Klan y de incendiar tu choza y volverla a quemar por sobre sus cenizas; cansados de explotarte, vendiéndote, encadenándote, despreciando a tus hijos, a los hijos de tus hijos y a los que vendrán después se van a sus palacios con su individualismo intransferible, a revolcarse con los cerdos, a vivir la moral de los farsantes, a besar a sus perras, a fornicar con sus esclavas mientras los presidentes se emborrachan en el sur, los ministros traicionan a su patria, los comerciantes se suicidan y las rameras y los sodomitas vagan por los bulevares y leen periódicos, fuman opio, caminan bajo la lluvia y una guitarra eléctrica y una batería sollozan blues en un bar de refugiados españoles. Afuera,

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un niño extiende su mano y una viejecita vende rosas a los enamorados. Este es el mundo, Medgar Evers, lejos de Dios. Nuestro barrio es un circo para divertir a turistas. Pero la victoria se acerca, Medgar Evers, ¡es tuya! Escucha los clamores de la humanidad convulsa. Bajo el puente los vagabundos cosen sus zapatos rotos. La desocupación trae llanto y convierte al obrero en incendiario. Los anarquistas conspiran contra el orden. Más allá, los militares firman pactos con la muerte. Patrullas policiales te buscan, Medgar Evers, con sus lebreles rojos; los detectives siguen tu rastro por los parques, las peluquerías, los cafés, los cines, los museos, las oficinas públicas... Tú no tienes derecho a amar ni a ser amado. Tú, guerrero en mil combates por la libertad, ¡no debes ser libre! ¡Los blancos necesitan tu lágrima para sentirse fuertes! ¡No puedes nacer bajo este cielo, es de los blancos! ¡No puedes vivir en esta tierra, es de los blancos! No puedes morir esta noche, es de los blancos! Ellos levantaron prisiones para tu libertad. Desde entonces el negro vale tanto. En pública subasta se ofrecen fórmulas mágicas y atavismos y desnudas jóvenes son llevadas a los mercados donde árabes y judíos regatearán su precio. Ellos te sumieron en los calabozos y no te permiten caminar por las calles; con tu paciencia compran goces, viajan a la luna, inventan emociones y sobre tu resignación y tu agonía construyen rascacielos donde no entran negros, construyen universidades donde no entran negros, mientras sus hijas se bañan en leche importada de los Alpes.

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Medgar Evers, la victoria es nuestra. Hasta hoy sólo has servido para el muelle, para bailar macumbas, para cantar en clubs y cabarets en el lamento de los saxofones y morir a puñetazos en la lona. Pero llega la hora de tu hora. Mira a tus amos con sus ojeras de plomo. Ellos juegan tu sangre en Montecarlo, pasean tu opresión por Saint Tropez, Las Vegas y el Lejano Oriente, ¡la muestran sin pudor al mundo! No duermen ante el temor de que vendrán ladrones esta noche a robarles lo robado. Y el círculo se amplía cuando la casa de los blancos se derrumba entre drogas y pirexias, entre odios como los que te odian. Prepara tu amor, Medgar Evers, precisamos construir un mundo nuevo sin clases, sin temor, sin razas, sin explotación y sin desprecios... ¡Un mundo para todos! CORPUS DOMINI Si pudiéramos habitar en Vos como en esta vestidura de gesticulaciones minerales inventando abismos y naufragios. Si vencernos fuera tan fácil como batir banderas de piratas, si descubrimos fuera tan fácil como derribar pirámides y lunas, no seríamos los pueblos sublevados a tu palabra despierta sobre el mundo. Seudoprofetas traducirán metafísicas para el vacío y a la casta de bribones que prolifera en los subterráneos de la sed perdida en el desierto le será dada esta angustia que no conoce sino mares jadeantes con olas mutiladas.

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Vuestro mal ¡fariseos de razas nunca extintas!, responsable de calamidades previstas por las Escrituras, será extirpado de este Yo pestilente cuando prevalezca en nuestros corazones las pompas de la Gracia. Sólo en Vos podremos superar nuestra vergüenza. No la mirra, no el incienso, no el oro. La historia trae cruces y laureles adheridos a crónicas de príncipes y esclavos. No es el tiempo custodio de verdades en la corteza humana. La luz de vuestra alcurnia trae valientes juventudes por sobre calendarios y marismas, por sobre mazmorras y flagelaciones, por sobre horcas y fusilamientos. El hambre de naciones proscriptas será saciadas en el altar de Melquisedec con campanas llamando a la estrella de Belén, porque sólo el fuego de los mártires y apóstoles y vírgenes y santos venció el miedo de sabernos peregrinos. De pie mi acento en la arena preludiando salmos de bienaventuranza. Grave compromiso el de mereceros en nuestra libertad costosa Esta conciencia de sabernos vivos en la Piedra que propaga vuestra voz nos induce a orar por los árboles aferrados a la holganza de la tierra. Alta voluntad la vuestra muriendo por nosotros a cada instante. Inmensa la responsabilidad que nos preocupa ante la lividez de multitudes magulladas. Ayudadnos a cubrir la deserción de los vencidos que chillan de espanto en los océanos de azufre. Inútil polémica la de las sombras a la sombra de los tamariscos. ¡Actos, actos, actos! ¡Cansado está el cielo de escribas y charlatanes! Sembrad, hermanos, la esperanza para el último día.

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Porque somos los pobres que naciendo con una paloma blanca sobre nuestras cabezas ansiamos encontraros para la eternidad. Venid Hijo del Padre con el Espíritu Santo en el fulgor de uvas y cereales consagrados. Somos los viajeros del infinito con el dolor a cuestas. Venid a nuestro exilio donde se funda el miedo, porque sólo Vos llenaréis la muerte con la Vida. Más allá de la isla de los cuervos, los ángeles nos llaman. Venid a multiplicar este amor, Divino Redentor hasta después del tiempo... BIOGRAFIA DE MI PADRE Hombre que se hizo hombre. Universal semilla de mi, isla de viento derramada en el viento, por su ola retumba el caracol con su canción de espuma en cofre de aire. Brazo de mar crecido, hacia ti convergen los violines de la noche con su luna de junio. He aquí el Rey labrador de sus hijos labradores, amigo de sus amigos y juez de sus enemigos. Vedlo en el nocturno madrigal con su rostro de sol y lluvia, con un ciclón en el pecho y una esperanza en la sangre. Es éste que siempre habéis visto por los cerezales, envuelto en surazos, soñando estrellas de rocío en el agua diurna de la rosa, y aquél que no habéis visto, padre de siete hijos, que por la yerbabuena va el mercado y riega sus luciérnagas con espliegos de tarde y se marcha al barranco a contemplar la muerte entre árboles azules y ríos de oro.

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Balandra de crisantemo alucinado. Eco del canto de la última sirena. El Rey sabía de una tierra donde las tortugas se asoleaban en las playas, donde las centellas doraban el plumaje de la noche y los árboles daban panes jugosos y rosados. Las palmeras cantaban con el mar y el viento cuando llegó el peregrino. ¡Oh, cómo amó esta tierra de ojos negros y hojas brillantes con lágrimas de luna! El Rey anduvo por senderos de tigres y maderas hasta que conoció a la Reina. Ella veló el sueño del Rey entre luceros, siemprevivas, nomeolvides y oncehoras, mientras él cosía trinos y encordaba laúdes. Mas aconteció que un día de malva y primavera el Rey dijo: "- Le partiré el corazón a la vida, con amor... ". Aró la tierra y le arrebató poemas a la tierra, fue al aire y le arrebató poemas al aire, sembró arroz y tuvo pan, sembró caña y tuvo azúcar y cultivó jazmineros de arrullos para las palomas del aljibe. El Rey me enseñó a amar la tierra. Me enseñó a ser de la tierra Por él amé a Dios y a todas sus criaturas. Por él precié mi libertad y aprendí a ser digno. Me educaba con parábolas mientras la lluvia de alazanes corría. Mariposas transparentes, pájaros de arcoiris, toros azules en la floresta de limón y una lengua invisible que llegaba en el, viento perfumado por las flores silvestres: "Es doloroso ser hombre... La vida exige doble recompensa... ". Los peces en el agua. Navegábamos, zambullida aleta y ola en el vuelo a ras del vidrio de los martín pescadores con sus redes y puñales.

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El Rey venia de la pólvora que lo perseguía como el rumor de su sombra. Lago y cielo de paz, ahora y siempre, no lo he visto guerrero, pero le he visto arrancarse la camisa para dársela al hombre de hambre y frío. ¡El Rey no amaba la guerra! ¡La guerra no era sólo muerte en la piel sino muerte en el alma! El Rey no amaba la guerra pero le incendiaron su vida y le despojaron de sus sueños. Los caballos se fueron echando chispas por la madrugada. ¿Qué culpa tenía el Rey de que los hombres se mataran? ¿Cuál era su participación en Pearl Harbor para estar incluido en la venganza? Perdonando fue a la cárcel con el desprecio de la gente en las entrañas. Allí lo visitábamos ante la mirada congelada del odio. Aún le veo entre la humedad de sus prisiones: encadenado a las sombras, mil dedos señalándole las manos hundidas en la noche; aún le veo: altivo como un Rey condenado a muerte, sereno como un Capitán de- barco en el momento del naufragio. Mas los cuervos pasaron con su ceniza sangrienta. "La vida hay que aceptarla primero, después hacerla... ", dijo el Rey y comenzó de nuevo a construir guitarras en su predio de árboles talados. Nos enseñaba a recobrar la risa. Juntos partíamos la sandía de fuego con su agua fresca. Juntos orábamos. Los duendes llegaban en sus carrozas de orquídeas y se iban en sus buques de niebla dejándonos sonetos de diamante.

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He aquí el Rey. Vedlo como yo lo veo: con un siglo en la cabeza, soñando su próxima aventura. He aquí el Rey. Más joven cada vez que vengo a visitarlo, con luceros en las manos, rodeado de sus hijos y de nuevas amistades Yo llevo mi naranjo florido para adornar la casa de la música. El me muestra su jardín de laureles, me dice que está construyendo un barco y me pregunta por mis amigos que son también suyos y si aprendí a fumar y si tengo novia... El Rey peregrino labrador de sus hijos labradores, sabe de su humilde grandeza de hombre y sabe que como él respeta lo respetan y como él amó lo aman. Este es mi padre. EN LA ISLA DE ANDROS Desgarraduras de cielo en el nacimiento de los dioses. ¡Oh amor desfigurado en Lesbos y en las alcobas áticas! ¡Oh crueles combatientes de la eternidad que navegáis en pos de lo infinito! Pasión, placer sobre la isla ¡oh Andros! El hombre eleva su grito desde el átomo y el cosmos de tiniebla redimida le responde con efluvios de arrobamientos místicos. Extasía en las playas del Egeo, en el brillo de la estrella, en el agua, el aire, el fuego, en el vuelo del astro sobre la noche redonda, la cifra en la palabra y la palabra tornando al. corazón del hombre. El cielo despertó a la tierra cuando el rayo caminaba sobre el mármol. La razón destruyó el oráculo

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y la pitonisa volvió al polvo con sus dioses borrachos y lascivos. Andros ¡oh Andros! ¡Oh cripta de héroes desamparados en la muerte! Desde la Acrópolis llega al mar el viento de la gloria transportando laureles... OTOÑO EN EL MEDITERRANEO La soledad me acerca a todas las cosas, me desata el espíritu hasta Dios, me trae tu sangre de oro y transmigra mi sombra hacia otro puerto, a otra gaviota de oscurecidas alas. ¿De dónde llegó este viento con sus escamas frías, con sus plumas de fuego, con sus alas dolorosas tendidas sobre el mar? Con el astro que espera la noche sólo queda la sonoridad de las palabras que perdieron sentido. La verdad de nuestra vida sin dioses derrotados se fue como una luna llena de muerte después de la marea... Navegamos sobre el tiempo, sobre las aguas encendidas del latido y nuestros huesos flotan angustiados esperando la ola que anuncia tempestades. Esta soledad sin tarde.... Esta soledad y mi orgullo de ser hombre!

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JESUS URZAGASTI N. 1941.- Arraigado a su tierra chaqueña, paso a paso va imponiendo su nombre en medio de nuestra más reciente promoción poética. Algo desigual ahora, pero con sentido de autocrítica y una innegable traza de hacer bien las cosas, Jesús Urzagasti se perfila como un poeta de muchas posibilidades. ALABANZA No. 2. AL GRAN CHACO Tu historia no es la más triste cuando la relato yo. Aquí estoy, mirando cómo se incorpora mi vida a la tuya. Cuando salto velozmente como un gato entre tus árboles sorprendidos por la primavera comprendo que te pertenezco desde mi origen salvaje. Y es que siempre estoy retornando a tu lecho; soy el jinete más veloz de tus regiones ardientes; yo bajo desde la Esmeralda y me detengo en Crevaux y mientras cesa la lluvia y el viento pasa hacia D'Orbigny, veo que no hay nada que me haga llorar después de mi galope enfurecido, después de tantas leguas que me separaban de tu punto más doloroso; sólo el estallido elegante de la noche se apodera de mis venas y te abruma de goces primitivos. Desde aquí salen los habitantes que sobrevivieron a la conquista y al fuego que devoró la mayoría de los árboles y se dispersan plácidamente en busca del verano, imitan tu voz, a gritos sonoros; cuando hablan de la libertad; levantan tu bandera de vegetales para cruzar, apartando las desdichas, tu largo océano sólido. PERFIL ACUATICO DE UNA PROVINCIA Chaco, perla legal del recuerdo, a mi pecho retornan tus materiales, aquí finaliza la lluvia que te reconforta como un largo camino de agua, como un volumen familiar de madera salvaje.

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Sin embargo, me parece que nunca podré capturar tu violín vegetal. Aunque vengan a mí las turbias promesas que derramas en el verano no podré tomar tu empuñadura, no podré disputar un lugar en ti, ni el arco ni la flecha que abandonaron tus tribus admirables, pese a que en el agua enjaulada de mi voz se sumerge el contorno verde de tu imagen. Tal vez eres más ajeno y también más dulce, como el clavel amarrado de mi infancia. Ay, pero cómo cuesta ser partidario de ti, unirse en el fondo de tu arena, asaltar tu castillo ausente o imaginarte en el sur, junto al invierno, merodeando la loca carrera del agua, con espuelas, cabalgando la soledad intermitente, devorando una ruta inventada que no da conmigo sólo cuando hablo de mí y te recuerdo irremediablemente. A UNA PROVINCIA CONSTRUIDA CON ÁRBOLES ...”Miro el mapa y te siento cerca", provincia dulcemente amarrada a las lluvias, compañera cálida, enérgica, nadie puede ser tan elemental como tú; dime quién te puso bejucos en los hombros, quién perturbó tu sueño, quién anduvo de barran en barranco hasta dar con tu ausencia.

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Siento aún el ruido de alpargatas oscuras en tu agua ciega; en las superficies derribadas por el invierno oigo cómo cae tu nombre junto a la materia plomiza, rojiza, ablandándose por la humedad, echándose a perder, resucitando en las curvas húmedas de los caminos donde no se torció tu tristeza. Tú que amamantas el extraño sabor del olvido de una manera especial vienes hacia mi sitio en estos días áridos con todo tu equipaje; tu autoridad triste e intocable aumenta cuando indeciso en los términos del campo, delante de mí, pasan atorándose los pájaros entre un claro perfume de flores silvestres. No sé cómo pudieron dejarte sola, desnuda, en la hora de nadie; ahora no permite que toquen tu cuerpo, yo no dejaré que el verano entre a tu cámara desabrochándose la camisa; los pedazos que yo no le faltan a tu felicidad están atrapados por el olvido; tu extensión geográfica se agrupa reúne su madera y aparta la pólvora quemada. Así salimos hacia este día delicioso, encaminándonos como un globo, retorciéndonos a causa de la brisa que proviene del mes de enero.

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OSCAR RIVERA RODAS N. 1942.- Donde otros ven cosas triviales y baladíes, Oscar Rivera Rodas ve realidades y aspectos insólitos. Aunque lírico, no monologa sino dialoga con los materiales de su inspiración y lo hace con una voz entrañable que parece evadida de parajes misteriosos y recónditos. EL MAR Y LAS PIEDRAS (Poemas asfixiados) Fragmentos

Hermano extranjero: mira; llevo en las venas la piedra desprendida en silencio de las cumbres más puras, tengo la garganta de los extraviados en desiertos y dormidos bajo la sombra inconclusa del árbol que nace al pie de las ilusiones; percibo el recuerdo enlutado de los cantos extraños que surgen del Mar, entre los moluscos de dientes pequeños y blancos, y las luciérnagas, y las espumas; pero mis sueños se deslizan por la arena, sonríen con las algas, y sé dónde extienden su nido las gaviotas para una eternidad respetuosa ante lo ajeno. A veces camino descalzo; y no hay escorpiones que me muerdan los pies como a ti te lamen cuando tus ojos se lanzan sobre el piélago, frente a los mariscos. Sólo llegan a mi árida boca, lluvias estremecidas que no son del camino prolongado a los navíos que desconocen mi cuerpo y el de mis hermanos.

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Sólo escucho - por las inmensas antenas que vienen de las entrañas ruidosas del viento - que otros hombres como tú, juegan con las olas, se tumban y ruedan por la playa. No te extrañe que no me conozcas. Porque mi voz se quema roncamente entre la carne de tierras que tienen semblantes sedientos de sal, porque a la sonrisa de mis orillas, las garras de buitres fogosos se han llevado hace mucho tiempo, porque nunca he salido a conversar con las caracolas, porque me amuralla una justicia digna del escupitajo! Algunos atardeceres como el de hoy, que tú no conoces; como el de siempre, que tú no conoces; como las lágrimas de las aves del Mar, que yo no conozco; como las lágrimas del Mar de las aves que yo no conozco; como incienso, como tristeza, como luz que desangra sus encantos; recuerdo queda niñez de mi suelo tuvo también en sus limites un Mar de sedas profundas y azules. Mira, cómo se desflora la piel a cada instante sordo, cómo cortan los largos alfileres del sol y no hay aguas que laven las heridas, aquí sólo tengo nieves y fuegos, mira; te cambio por un pedazo de ola para los labios de los niños, te cambio por un pedazo de ola para mis ávidas manos de largas raíces, te cambio por un pedazo de ola para el eco que se quema pavoroso... ¡No! ¡Espera!... Espera, hermano extranjero. No quiero pedazos. Prefiero decirte: hermano, mañana cuando sientas que la sangre hierve dentro de tu pecho, cuando las tardes de hoy ya no existan con la palidez de los seres

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disecados, cuando mis bordes recobren su húmeda brisa, retorna hermano extranjero, retorna mañana y báñate en mi Mar! … Antes entraban fiestas en casa cuando todos en la Patria acudíamos a una misma hora después de alimentar a la tierra. Recuerdo que las lluvias pasaban dejando un ambiente de seguridad opuesto a las tinieblas y las palabras cubrían la humedad de las cosas frescas frente al bostezo del Mar. Había para todos pensamientos necesarios y a punto de verter lágrimas de gozo cuando el hombre disponía de una conciencia de arroyo frente a las noches que dejaban gotas de cariño sobre las ventanas conociendo nuestros amores con el Mar. Casi siempre nos atraía el tiempo en cada ocaso para reunirnos alrededor de una imaginación sublime que lamía con bondad nuestro corazón hasta dormirnos lentamente con las plegarias de los niños. El Mar y sus caballos nos asistían como a un nacimiento sencillo entre los cerros, encendiendo una lumbre de querencia en el beso alejado de mis costas. La multitud de los mares venía a mis brazos y los peces y las aguas me pertenecían porque habitamos siempre la misma Historia. Y el Mar depositaba sus intimidades en el umbral de una noche no completamente abandonada, contigua a mi alcoba donde las esperanzas ya están crecidas como frutos conservados después de un diluvio. Nunca hubo límites entre los dos. …

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Aunque una enmohecida leyenda se descuelgue por los hilos remendados de una araña; en los tejados solitarios absorbidos por el permanente nacimiento de las horas, en cada trozo de nosotros que dejamos cada día para la agonía de las noches están adheridos los recuerdos del Mar. Escucha: para que los ojos de los hombres no se estrujen o se llenen de zarzas, para que sus cerebros no revienten de pronto con la voz quebradiza e inmóvil, anunciaremos que somos náufragos saciados por su propia desgracia; lejos de las alas destrozadas que cruzaron el Mar, lejos del humano trayecto de la tierra y de los siglos, lejos de nosotros mismos... Tú, como el Mar que se introduce por el tímpano, como fuego encendido sobre el párpado rutilante y la mirada sepultada como cruz de hielo que atraviesa el cuello sin refrescar la garganta. Yo, estrangulado por mis propias manos reventadas por la sed, con la boca entre el llanto y la tierra, más allá de las semillas consumidas por la sed. A veces cuándo los astros envían carretas de yunques que aplastan los labios, cuando siento que pies descalzos cubren con sangre los guijarros del recuerdo, cuando en el polvo de mi suelo se desmayan mis palabras y en las piedras se acumula el granizo, contemplo entre la niebla, la memoria y tu ilusión el inmenso Mar adorante, - mezcla de pasto, sonrisa y tristeza -, acercarse desde su gruta de mármol

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entre siluetas dolientes y la herida cubierta por cenizas que conservo en mis límites, se agranda como lápida que cubre una ciudad. … Mar, reúne mis dedos privados del agua sobre tu vientre de mujer virgen amante, sepulta. mi imagen bajo una máscara de cera en tus húmedas y tiernas arrugas, huye de las galerías que devoran tu murmullo donde en cada esquina se mira un desvelo. ¡Enséñame los frutos de nuestra sangre! Y en el tiempo, bajo cada escalón, entre las enredaderas que se esquivan hacia el vértigo, entre nuestros cuerpos tendidos lejos de su lecho agrupa sonrisas frescas de fiesta y de Mar. … Mar, símbolo de eternidad, cofre donde depositan su memoria los años, caudal de palabras que se empeña en el encuentro con el canto de los hombres, diosa disuelta en la grandeza que se anida en tus mejillas, deja que revienten junto a mi rostro por la mirada de las pálidas gaviotas las piedras que conservas en la boca pura de tu entraña. Entonces la Piedra frente al Mar, y yo detrás de la Piedra, junto a las aceras que no conocen la amistad,

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con una llave nueva mordida por la palabra inconclusa pellizcando la punta de mi corazón. Los ladrillos con su inmutable abstracción que delata el último desmoronamiento que cubrirá nuestra cabeza, conservan la sequedad de nuestros labios en el aullido de protesta que edificamos una tarde completamente diferente y en nuestra unión de seres despojados del Mar. … Tal vez la sombra somnílocua de un véspero que se encorva con su tristeza en el pecho esconda a los grillos que en espaldas resbalosas nos llevan, detrás de tu desconocimiento y el mío, lejos del Mar. Mientras tanto los puertos habrán roto su gratitud en dos nieblas sostenidas de la falta de luz, oscureciendo los derrames de tu semblante tibio. Recuerdo siempre en las hogueras de la fiebre que en el piélago lanzado para los huéspedes, las velas se hunden como copos de mármol que nos reprochan porque contemplamos bañarse a los peces simplemente, cuando detrás nos esperaban nuestras sombras con los senos molidos sobre sus manos... Quise acallar mi voz escondiendo mi miedo en tu frente y en tus cabellos que chorreaban desmayados. El Mar soportaba los azotes en el costado desnudo. …

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Y es que el Mar también llora cuando sabe que las penas se amontonan en mi puerta. Hay plantas pequeñas que se callan cuando llego con un lamento incrustado en los zapatos y en agua estancada de mis sueños desahuciados las horas se ponen verdes y espesas. Extraño el Mar. Cuando el viento succionaba a los troncos sin conocimiento, correteaba entre la hojarasca con la espina más larga entre los dientes, con el susto que traspasa a las sombras por la espalda, con el grito que desconecta a las paredes, y es que no buscaba el corazón del delfín para reventarle al instante. El Mar está muy lejos, tengo que retornar por el camino de la Piedra para que mis dedos acaricien las entrañas de las algas. Pero el Mar vivió en mi alcoba hace mucho tiempo, el Mar vivió en mi alcoba, vivió, y ha dejado colgada su fragancia en las paredes. Soy Mar también. … Mar, mírame crucificado en el vértice del horror. No hay flujo de sangre por mis heridas quebrantadas por la sal. Por mis sienes, por mis grietas, por mis poros, corre tierra enloquecida de fiebre.

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Es una cruz de piedra que cosieron a mi espalda con agujadas infestadas y torcidas. Quita las arenas que crecieron en mis ojos, arranca las hierbas que han cubierto mi garganta, apaga el fuego que carboniza mis entrañas. Mar, 40 grados y mis nervios se endurecen. ¡Oh, Mar! yo también tengo sed.

SILVIA MERCEDES AVILA N. 1942.- Ha publicado "Tú nominas los sueños”, 1963. Poesía sin estridencias, estallidos y sonajeros verbales. La joven poetisa busca para su canción la palabra pequeña y frágil, y la insinuación que, sin dejar deserto, dice con su lenguaje de sugerencia más que las enunciaciones rotundas y directas. ELEGIA Está el viento nuevo de este enero rodando por los días con su lluvia cortina dulce de las horas está la angustia con su palabra que ya crece en río. El plazo del ensueño está cumplido. Ha llegado una nueva soledad con tiempo nuevo. ¡Cuánto ha muerto en los iguales y pasados días! Ha quedado mi voz frente al misterio de brumosos jardines donde se escriben poemas en las hojas de un sauce y el llanto es un reloj de acuáticos minutos. Inerte está la muerte en su aposento de astros, inerte está la vida en los rostros amigos

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habitantes comunes de las noches añejas. ¡Cuánto ha quedado en la memoria azul de los caminos! TU NOMINAS LOS SUEÑOS I He esperado tu ser, he nombrado un aliento para sentir tus manos en todos los umbrales, eres una palabra que suaviza los rostros, cotidiana tibieza de regazo y caricia. Era aquella simiente una plegaria, un pequeño remanso de existencia sin tiempo, y vinieron la luz, tu voz, la noción de las cosas, que nominan los sueños. II Una ternura queda me llega de tu nombre cuando el día comienza y las voces se alejan por los recintos límpidos con tu imagen que lleva un aroma de espliego, de esperanza en los días que vendrán desde el tiempo. Juntas en el recuerdo zapatitos y mimbre, el primer paso, las trenzas rubias, los primeros versos.

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Entristece a veces con la pena de amor que todos traemos para decirte de ella muchas cosas. Hablamos de los pinos, del otoño y la lluvia, de las llaves perdidas, de las sombras azules. Una hermana mayor despierta en tu corazón cuando reímos juntas sin motivo. Para tu voz mis-poemas. Cuando el día termina una ternura queda me llega con tu nombre. CARTA A LEONARDO En qué infinito tibio. En qué recinto de astros eres tú con Morella? Te llega nuestra voz como eco insomne de licor nocturno? Como mensaje de penumbra y pena? Tan sólo está la noche de por medio para llegar a tu jardín de otoño, para encontrar tu voz y tu mirada que tal vez está triste con la angustia

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que sabes nos aguarda en todas las palabras, los poemas y tu nombre. DEL ÍDOLO Y SU SOMBRA I Esta pesada sombra de tristeza sobre la tarde queda como un ídolo, antiguo hito de pena sobre el tiempo. Rito final el humo como un cántico asciende su espiral en las colinas. Los parques se repliegan hacia el cielo, buscan su otoño adormeciendo cauces, viajando en el crepúsculo y la muerte. Esta pesada sombra de tristeza sobre la tarde queda como un ídolo. II He caminado a solas como un ángel por los puentes sombríos y en silencio He buscado las máscaras del viento

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y tu rostro ha venido a recordarme añejos vinos de canción sin nombre. Tu antigua voz está lloviendo pétalos dentro mi temeroso corazón abierto. III La mirada de Dios sobre la noche se parece a la tuya cuando llegas con nuevos nombres; paca tatuar mi piel para inventar peldaños y ascender el amor y magnolias y los aromas. Cuando partes del umbral oscuro cantan los ríos su visión nocturna. IV Mi sangre es un grito en los naufragios. Sacrifico mis venas a tu cauce. Hundo mis mástiles en el alba inquieta para juntar el tiempo y la ceniza en nuestro ardiente corazón de hoguera.

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El tiempo y la ceniza llevan siempre una presencia astral hasta la sangre. V Desde los álamos inquiere tu estatura de antiguo ídolo en mi pesadumbre -¿Qué hechizo viene desde las arenas? He buscado saber sí un sueño habita el aire de lo eterno que te ronda. He buscado saber y sólo tengo una imagen de dioses desterrados. VI Tu presencia de infinito aliento permanece en mi sombra con su rota quietud, con la sed y la angustia junto al día, como si fuera yo un corazón inmenso de rituales, profecía de esfinges, remota quemazón, lumbre innombrada. VII Este maligno amor como una ráfaga

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sume mi adoración en tu vorágine. - ¿Qué detiene tu voz? Quiero invocarte. Sacrificar mi tiempo a la resaca, quedar sobre la sangre derramada, y que duela tanta la agonía como esta piel que duele desvelada. VIII Un augurio de pena trae al día su símbolo mejor. He vuelto del camino que llevaba a los álamos y al viento... he vuelto para hablarte… Creo en ti por el amor maligno, por el ritual idólatra que exige tu antigua voz; por la deidad perversa que duerme en ti su eternidad. Un augurio de pena trae al día su símbolo mejor. Tu imagen y las máscaras dormidas.

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Imagino que el tiempo puede traerme la soledad con máscaras dormidas, temo entonces las angustias oscuras de tu ausencia junto a fuentes sin agua y parques tristes. Alargadas las calles y los álamos me devuelven tu imagen cada día X La noche guarda su dolor de incendios. He inmolado la piedra de mi canto, he roto las amarras junto al tiempo tu tiempo calcinado y tus recintos, he colmado los vértices del grito amando hasta la sangre derramada, hasta el desvelo de la piel dolida. Ídolo antiguo de mi sacrificio, gira mi corazón su ancestro de latidos bajo el umbral de tu silencio cierto. He roto mis amarras junto al tiempo

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tu tiempo calcinado y tus recintos.

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