brados artistas como Whistler, que en 1863 contaba con una extraordinaria coleción de grabados japoneses y adoptará el logotipo de la mariposa para firmar sus aguafuertes y grabados, también Manet poseía numerosos e inmortalizados grabados en sus cuadros (como por ejemplo el conocido retrato de Emil Zola, con un fondo donde asomaban algunas imágines de gradados japoneses). También se tiene que nombrar a Renoir, el cual se inicia en la decoración de cerámicas propio por esto comienza su interés por el arte japonés que le lleva a realizar una serie retratos de gran inspiración oriental, así como la introducción de elementos decorativos llegando a una verdadera busqueda da la naturaleza y de las flores en el mundo. Un gran ejemplo de esto es sin duda Monet, que en sus investigaciones acabará en una composiciôn simple y de fuertes componentes de carácter oriental, sobre todo en los últimos años de vida, cuando iniciando por su jardín oriental realizado de puentes y elementos inspirados en Japón le llevará a la gran obra de su vida, el ciclo de las ninfas. Estableció así el nacimiento de la pintura informal, que revolucionará el arte del siglo.XX ¿Qué decir de Gauguin el impresionista perdido? O de Van Gogh, que con sus investigaciones usará el Japón y su tradición figurativa casi al punto de copiarla y de alcanzar a través da ella un estilo pictórico de componentes totalmente derivantes da la pintura japonesa. Pero es en la pintura de Toulouse-Lautrec donde el arte Japonés toma aspectos innovadores e inconfundibles, aprovechando las formas y expresiones, para crear una nueva forma compositiva y establecer el nacimiento de una nueva comunicación y publicidad a través de la cultura oriental.
Amor y guerra en el antiguo Japón
En Europa el interés por Oriente y por Japón viene desde hace mucho tiempo y de forma mucho más intensa a partir del tardo-barocco. Es verdad, que el interés por el esotismo fue una de las atracciones principales de las grandes cortes europeas, pero fue el 31 de Marzo del 1854 lo que estableció un gran cambio, con la apertura de los puertos japoneses y el inicio de acuerdos comerciales cargo del célebre “commodoro” Perry. Desde entonce las continuas importaciones de mercancía y manufactura proveniente de Japón y de China invadieron Occidente. Como dijo Walter Crane, componente de los prerrafaelistas ingleses, “la apertura de los puertos japoneses al comercio ha tenido una gran importancia en el arte occidental, al igual que Europa ha influenciado el arte japonés.” Desde entonces, los grabados, sobre todos japoneses, ya conocidos en Europa se difundieron de forma numerosa en las principales capitales; sobre todo París, que conoce una invasión de xilografías, manga y grabados, algunos eróticos, muy apreciados por los parisinos. Gracias a la Exposición Internacional de 1862 en Londres y la de 1876, 1878, 1889 en París, el arte oriental tuvo un éxito sin precedentes, en este periodo se formaron importantes colecciones de xilografías y cerámicas, también se fundaron revistas como “Le Japon Artistique” de Samuel Bing y muchos artistas tomaron el arte y los grabados japoneses como modelo, convirtiéndose así en un trámite en la evolución del gusto y de la composición de una nueva pintura emergente, el Impresionismo. Del arte oriental quedaron asom-
Trazado Artístico La exposición nos llevará a revivir el mundo de las cortesanas, jóvenes que encarnaron los ideales de belleza de estos años y de los lugares de placer. Volveremos a ver la sensualidad y las hermosuras monumentales transmitidas por los antiguos maestros como Hokusai, Kunioshi, Kunisada, Hiroshige, Eizan. En la exaltación de la delicadeza gráfica encontraremos la explosión de las fuerzas que nos llevarán a un universo de psicología femenina a través de los pequeños placeres de la «ciudad sin noche». Una parte de la exposición, autorizada sólo a mayores de 18 años, será dedicada a estampas eróticas, donde su delicado lenguaje, narran en manera explicita las variaciones de un antiguo juego.
La otra vertiente de la exposición está dedicada al samurai: guerrero tribal arquetipo de un héroe solitario, despiadado en el campo de batalla y esteta en tiempo de paz. La historia y el mito de esta previligiada casta de guerreros nobiliarios será visitada a través de extraordinarias imágines, donde su universo de sentimientos y pasiones nos llevará a un mundo ya perdido entre historia y leyenda.
La nueva tecnica llegó a Japón alrededor del 1860 obra del fotografo francés Roche, quien había abierto un estudio en Nagasaki. Y en tan sólo diez años, ya habían surgido más de cien estudios fotográficos gestionados por profesionales japoneses entre los cuales destaca Shimooka Renjo que aprendió la técnica de un americano. En el 1877 en Yokohama, el italiano Felice Beato abrió un taller fotográfico, lo que le hizo comvertirse en un profesional de reconocida fama y fue su comienzo narrando con estas imágenes la influencia de la cultura occidental en Japón y las transformaciones causadas por esta. Es el mismo Felice Beato el autor de muchas fotografíaas expuestas en la exposición “ Geisha y Samurai. Amor y guerra en el antiguo Japón” que provienen de una colección privada. Es evidente
en las fotografías los ritos cotidianos de los samurais, de las geishas, de los vendedores ambulantes y de los mercaderes. Las fotografías redecoradas con colores en añil tenían inspiración en el arte pictórico en cuanto a los personajes, las tintas y las composiciones se refiere. En esta época estas imágenes se vendían como souvenir. Las fotos se pegaban entre cartones y se encuadernaban en volumenes, con elegantes tapas de filtro o de laca todo muy decorado que luego se guardaban en cajas de cartón o de madera. El precio por un album de 100 copias era de más de 200 dólares en el 1877. El estudio de estas representaciones, nos ofrece la clave de lectura para poner en evidencia la relación existente entre la cultura occidental y la japonesa.