Periódico Arteria : Edición 69

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De polo a polo: artistas colombianos crean en la Anatártida y al Ártico

Mientras el artista Juan Cuadros, de Medellín, que vive en Bogotá, hacía su resdiencia Antártida, el creador cartagenero Oswaldo Maciá, que vive en Europa, realizaba una obra en el Circulo Polar Ártico. Cuadros, dedicado a las artes visuales, hizo parte del

‘Proyecto colombiano arte en la Antártida’, y Maciá, especializado en instalaciones sonoras y olfativas, fue invitado por la Oficina de Arte Contemporáneo de Noruega para hacer una obra en el archipiélago de Svalbard. Ambos cuentan sus fascinantes y poco co-

Prácticamente una excepeción, en momentos en que los salones han sido reemplazados por ferias y bienales de corte internacional, incluidas las que se realizan en el país, el Salón Nacional de Artistas viene a Bogotá para mostrar su validez. Página 14.

munes experiencias de hacer arte en condicones extremas, en los polos del mundo. El primero en un texto personal, y el segundo en una historia escrita por el periodista colombiano radicado en Nueva York David Felipe Suárez. Pags. 12 y 13.

Incomprendida, cuestionada, difícil de vender, la performance parece dejar de ser una forma de arte casi marginal para convertirse en infatable en eventos en Colombia y en el exterior. Damos una mirada a cómo está y para dónde podría ir. Páginas 8 y 9.

25.000EjemplaresImpresos ISSN:1794-9653
Periódico
Año 14 # 69. Agosto - Septiembre 2019
Informaciones, opiniones y todo lo que necesita saber sobre el arte en Colombia. Distribucióngratuita.
“Es necesario hablar de lo que está pasando. Todo artista es político”. Edwin Jimeno, artista colombiano.
Edición anterior descargable en PDF en www.periodicoarteria.com
/Cortesía: Oswaldo Maciá /Cortesía: Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá Andrea Triana /Cortesía Salón Nacional de Artistas /Cortesía: Juan Cuadros
La ‘performance’, lejos de desaparecer, adquiere cada vez más preponderancia
El Salón Nacional de Artistas llega con el reto de ser digno de los tiempos que corren

EDITORIAL

Empieza el segundo semestre del año y se espera que sea bastante movido en lo que tiene que ver con las artes plásticas y viusales.

En pocas semanas será el Salón Nacional de Artistas que, en su versión 45 regresa a Bogotá, para mostrar en qué va el arte en Colombia, desde el punto de vista de varios curadores, reunidos alrededor de un proyecto de país. El Salón es un evento poco común pues debe diferenciarse de otros como las ferias o los premios y que, por su caracter nacional, se esperaría que fuera muestra –por lo menos en buena parte– de lo que sucede actualmente.

Todo un reto si se tiene en cuenta, por una parte, la complejidad de Colombia, la diferencia entre las regiones y de pensamientos (cosa que debería ser aprovechada), y, por otra, que salones como los de Cali, Medellín y Pereira han tenido aportes reconocidos, en general, por las personas del sector.

Casi al mismo tiempo del inicio del Salón, llega la semana de ferias en Bogotá, que este año se adelantó a septiembre. Artbo, Barcú, la Feria del Millón, como las que se han sostenido desde sus inicios, presentarán el arte desde otra óptica, con una buena parte de sus intención enfocada en aspectos comerciales.

Sin duda estos eventos mueven el arte y la cultura de la ciudad y el país. Muchos se unen a esta ‘fiesta del arte’ que convoca, también a coleccionistas, galerías y artistas del exterior, conocedores de que Colombia ha sabido sostenerse en un circuito internacional de ferias bastante competido.

Hay que sumar que a finales de este año y comienzos del 2020 se llevará a cabo el

Premio Luis Caballero, que con un carácter totalmente diferente a los eventos mencionados presentará propuesta individuales, desligadas –por lo menos en apariencia– de la influencia del mercado y de los curadores. Serán obras de artistas maduros que solo tendrán que preocuparse porque su obra responda a su forma de ver el arte.

Lo anterior da para pensar que este segundo semestre será amplio en creatividad y propuestas, pues han coincidido eventos con objetivos muy distintos, en los que el arte es abordado desde diversas perspectivas que han sabido mantenerse.

Esperamos que sea señal de buenos tiempos para quienes desde los diferentes roles del arte siguen persistiendo y aportando a una sociedad compleja y a veces, contradictoria.

Una prueba de esta potencia –y, a la vez de nuestras contradicciones– es que un país que no tiene representación en la Bienal de Venecia, donde países de todo el mundo se enorgullecen de mostrar a sus artistas, cuente con dos creadores colombianos, trabajando en simultáneo, uno en el Polo Sur y otro en el Polo Norte, distanciados por la edad, el espacio e intereses.

Son poquísimos los artistas que tiene la oportunidad de crear en esos lugares del mundo por lo que, encontrar a dos colombianos desarrollando su investigación al mismo tiempo, es una muestra de la fuerza, no solo de ellos individualmente sino, queremos pensar, como colectivo. Hay que reconocer –en ese mar de contradicciones– que la estancia en el Polo Sur hace parte de un programa apoyado por el Estado colombiano, lo que creemos que es un gran acierto.

NOTICIAS

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Inauguran ‘Huaca’, de Germán Botero, en Buenos Aires

El 14 de junio se inauguró la escultura Huaca, del colombiano Germán Botero, en el Parque de la Memoria y Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado, en Buenos Aires. El monumento mide ocho por seis metros, está construido en granito y mármol, en negro y rojo, y una corriente de agua pasa por él. “La obra se agarra a la tierra y tiene cavidades que bajan. Tiene una altura de 50 centímetros y fue pensada para que la gente se pueda sentar en ella”, dice Botero y agrega: “El entierro, para los prehispánicos, era el segundo nacimiento y mucho más importante que el nacimiento biológico. Yo me apoyé en esa relación de los indígenas entre la vida y la muerte”. Puesta a orillas del Río de la Plata resulta un lugar para la contemplanción. “Yo quería esa relación del horizonte del río con el horizonte de la obra. El río es muy significativo en la memoria para los argentinos”. Huaca es la novena escultura instalada en el Parque de la Memoria. La obra fue escogida en un concurso internacional que organizó el gobierno de Buenos Aires, desde 1999, para seleccionar piezas escultóricas que acompañen al Monumento a las Víctimas, ubicado en el parque.

Luis Carlos Tovar ganó el Prix Elysée

El artista y educador bogotano Luis Carlos Tovar ganó la tercera edición del Prix Elysée por su proyecto ‘El jardín de mi padre (prueba de vida)’. El proyecto está inspirado en una fotografía que revelaba la supervivencia del padre de Tovar durante su secuestro por las Farc, en 1980, foto que el artista nunca ha visto. A partir de los libros que su padre leyó en su cautiverio y las mariposas color turquesa que guardó entre sus páginas, Tovar intenta acercarse a la experiencia de su padre, sabiendo que no la podrá emular completamente.

Iván Argote exhibe esculturas en Londres

Hasta el 6 de octubre se podrán ver en el Regent’s Park, de Londres, tres esculturas de Iván Argote, que consisten en tres puentes hechos en acero y concreto, con poemas inscritos en cemento, que se pueden leer a medida que se avanza por las estructuras. Argote expone junto a 22 artistas de diversas nacionalidades, seleccionados por Clare Lilley, directora de programas del Parque de Esculturas Yorkshire, en una convocatoria abierta para las galerías.

Premio para la Biblioteca Nacional

La Biblioteca Nacional fue reconocida con el ‘Premio de Humanidades Digitales Hispánicas’ por su proyecto digital ‘Remixencias 2091’, que contiene 14 relatos de ciencia ficción inspirados en los textos del cronista José María Cordovez Moure. El proceso se desarrolló durante los talleres de escritura creativa convocados por la Biblioteca Nacional en 2016, dirigidos por el escritor Juan Álvarez, que dieron como resultado los cuentos escritos por jóvenes que imaginaron la Bogotá del año 2091. La entrega del premio se realizará en la ciudad española de Toledo, en octubre de este año.

Patricia Corredor instala escultura en el parque de Chicago

La artista bogotana Patricia Corredor, radicada en Estados Unidos, exhibe una escultura de un pájaro en el parque Lakeview, como parte de The Chicago Sculpture Exhibit (exhibición de esculturas de Chicago). Esta pieza se muestra junto a otras 23 obras de arte que serán instaladas este verano en el espacio público. La mayoría de las esculturas son creadas por artistas locales de esa ciudad y fueron seleccionadas por un jurado, en una convocatoria anual. Esta plataforma sirve, además, como vitrina para los artistas, que exhiben en este y otros parques de esa ciudad.

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Monumento conmemorativo creado por el escultor Germán Botero para el Parque de la Memoria (Buenos Aires).
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Cortesía: Germán Botero
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Un paseo por la Bienal de Venecia 2019

Una mirada al evento que reune varios de los artistas y tendencias más importantes del momento.

La Bienal de Venecia, el evento macro que se proyecta sobre seis meses en esa ciudad italiana, no solo incluye exhibiciones de artes visuales sino que involucra en su calendario arquitectura, cine, danza, música, teatro y el archivo histórico. Las exposiciones atraen durante el semestre el mayor número de visitantes y se espera que sean un termómetro global para ejemplificar la situación del arte contemporáneo.

Los problemas y conflictos sociales están lejos de solucionarse y, por el contrario, parecen agudizarse cada día más. A las migraciones habría que sumarles el calentamiento global, el brote de populismos en la política y el ascenso de la extrema derecha en distintas regiones, además de las noticias falsas. El arte, como es de esperarse, no es indiferente a estas situaciones y muchos artistas han hecho de estos episodios y fenómenos insumos argumentales para proponer sus trabajos.

Sabemos que el arte no ofrece soluciones ni da respuestas contundentes a los problemas vigentes. A cambio, interroga, formula inquietudes y cuestiona los estatus. Su misión es preguntarse, dudar y hacer señalamientos. Esperamos que sea solidario, compasivo y también fuerte, valiente, implacable y no autocensurado. Dada la gran problemática de las desigualdades y los desplazamientos, el arte se ocupa de los estudios culturales y no deja de ser antropológico.

El curador de la bienal, norteamericano residente en Londres Ralph Rugogg, tituló la bienal: ‘Usted puede estar viviendo tiempos interesantes’, y apoya su texto sobre el verdadero propósito del arte, el concepto de obra abierta de Umberto Eco, las restricciones o muros que separan y los diálogos interculturales. La tesis sobre lo interesante estaba ilustrada en las dos exhibiciones: ‘Proposición A’, en el Arsenal, y ‘Proposición B,’ en los Jardines, repartiendo los artistas con obras en ambos recintos.

Eran veintidós europeos, dieciseis asiáticos, doce norteamericanos, cinco de África e igual suma para el Medio Oriente. Cuatro de Latinoamérica: Teresa Margolles y Ga-

briel Rico de México; Tomás Sarraceno, de Argentina, y Jill Mulleady de Uruguay. Margolles recibió una de las menciones por sus dos obras impactantes y conmovedoras que denuncian el clima de violencia y muerte en ciudad Juárez.

El jurado estuvo compuesto por cuatro mujeres y un hombre: Stephanie Rosenthal, de Alemania; Dafne Aya, turca-holandesa que trabaja en Moscú; Sunjung Kim, coreana que preside la bienal de Gwangju, y el afrodescendiente norteamericano Hanza Walker.

Adjudicaron premios de esta manera: León de Oro para el pabellón de Lituania, una ópera-performance a trece voces de las artistas Lina Lapelyte, Vaiva Grainyzte y Rugile Bardzdziukaite. Mención especial para Bélgica por su pabellón con los artistas Jos de Geuyter y Harald Thys. León de Oro para el artista afronorteamericano Artur Jara, quien trabaja a partir de imágenes de Internet, grabaciones caseras, material de cámaras de vigilancia, noticieros e imágenes de archivo, argumentando cómo el racismo se difunde. León de Plata a la mejor artista joven para Haris Epaminonda, de Chipre, cuya instalación se inspira en el libro del escritor argentino Adolfo Bioy Casares La

invención de Morel. Además de Margolles recibió mención el artista nigeriano residente en Bélgica Otobong Nkanga, por sus dibujos sobre papel y una pieza escultórica en mármol y cristal de murano. Finalmente, el León de Oro para la trayectoria artística recayó en el norteamericano Jimmie Durham, veterano creador nacido en 1940 y residente en Berlín. Él es, además, performer poeta y ensayista.

La participación latinoamericana era discreta. En el Arsenal, Argentina ofrecía obras de Mariana Tellería, Chile llevó trabajos de Voluspa Jarpa, México mostró la propuesta de Pablo Vargas Lugo y Perú envió los telones de Christian Bendayán. Por su parte, en los pabellones nacionales de los Jardines estaban Brasil, con Bárbara Wagner y Benjamín de Burca; Uruguay, con Yamandú Canosa, y Venezuela con Natalie Rocha Capiello, Ricardo García, Gabriel López y Nelson Rangelosky. Expandidas por la ciudad, las representaciones de Cuba con Alejandro Campins, Arianna Contino, Alex Hernández y Eugenio Tibaldi; Guatemala, con Elsie Wunderlich y Marco Manzo; Haití, con Jean Ulrick Désert, y República Dominicana con nueve participantes: Darío Ortega,

Ezequiel Tavera, Hulda Guzmán, Julio Valdéz, Miguel Ramírez, Rita Bestrecchi, Nicola Pica, Marraffa y Casciotti.

Colombia, una vez más, no participa oficialmente, lo que demuestra de los ministerios de Cultura y de Relaciones Exteriores. Ya por la ineficacia del segundo se perdió el derecho al pabellón ubicado en los jardines y al cual concurrieron importantes artistas en los años 60 y 70. Se recuerda como un hito la presencia de Édgar Negret, que recibió el Premio David Write, el galardón más importante de escultura de su época. No concurrir a la cita de Venecia equivale a un marginamiento cultural de primer orden: es como no entrar en la ONU o en la OEA. Este evento no solo visibiliza al país sino que da cuenta de su actividad creativa. Ese cometido está en manos de los dos ministerios antes mencionados.

Pero los artistas nacionales y Colombia como país, siempre se filtran por los resquicios. El único artista nuestro presente en la bienal fue el pintor Darío Ortiz, invitado para dialogar con tres artistas de San Marino al pabellón de este pequeño lugar, junto a diez creadores de Asia y América Latina. En el pabellón central de los jardines donde se exhibía la ‘Proposición B’ encontré la obra del artista tailandés Apichatpong Weerasethakul, quien vino a Colombia en el 2017, y tomó dos de las fotografías que estaban expuestas y que se referían a lugares de nuestro país: una titulada Calarcá y otra Nuquí. La primera registraba un paisaje y la segunda un torso en primer plano, todo picado de mosquitos. También en Venecia haciendo parte de una colectiva pero no dentro de la bienal se podían ver trabajos de Federico Uribe.

Exhibiciones paralelas de la Bienal en museos y palacios enriquecen la oferta: Jannis Kounellis, en la Fundación Prada; Arp, donde Peggy Guggenheim; Baselizt en la Academia; Arshile Gorki en el Museo de Arte Moderno, etc. Venecia, con una avalancha de barcos gigantes y una turba de turismo, es como un parque temático, pero su belleza desafía cualquier atropello y esperamos que la ciudad de Vivaldi, Byron, Proust, Goethe, Turner, Wagner, Fortuny, Matisse y Stravinsky permanezca flotando y resistiendo.

*Crítico, curador del Museo Rayo.

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Lituania ganó el León de Oro para mejor pabellón en la Bienal de Venecia, con su obra ‘Sun&Sea (Marina)’. Andrea Avezzù /Cortesía: Bienal de Venecia

Pieter Vermeersch, obsesionado por el color

El artista belga pintó en colores todas las paredes de la galería bogotana NC-arte, una propuesta que, dice, no solo tiene

Desde su infancia, el artista belga Pieter Vermeersch (Kortrijk, 1973) estuvo rodeado de arte: su abuelo, su papá, su mamá, sus tíos, sus tías y sus hermanos eran artistas. Pese a ello, curiosamente, durante su adolescencia nunca le interesó convertirse en artista, sino en arquitecto.

Si bien se había decidido, en el último momento cambió de opinión. Estaba seguro de que ese no era el camino que quería seguir. “Cuando tenía 15 años, empecé a tener visiones de que mi vida no sería nada más que el arte. Sentí una energía y una convicción enorme. Lo tenía tan claro como el agua y dije: eso es”, recuerda Vermeersch.

Desde entonces, su carrera artística, que describe como un árbol, se fue guiando por chispazos no planeados. Y, a medida que avanzaba, Vermeersch dice que dejaba caer una rama como símbolo de cada exploración artística en la que se embarcaba.

Ahora, mientras mira su más reciente exposición (que lleva su nombre) en la galería NCarte, en Bogotá, el artista belga señala que ya no le quedan más ramas desde hace tres años: la última se convirtió en una reflexión sobre el color, en la que intervienen el tiempo y el espacio, en la que sigue trabajando.

Como parte de ese proyecto, curado por la española Claudia Segura, el artista usó la galería como si fuera un lienzo gigante en el que los elementos arquitectónicos y la luz definen la disposición de los colores primarios con los que pintó los muros. Por ejemplo, dejó en blanco las sombras que se producen en el espacio debido a la existencia de varias columnas.

“Yo veo un recorrido en forma de constelación, que parte de una división del lugar que hice sobre los planos de la galería antes de llegar a Colombia. Logré una arquitectura que no es clásica y que me dio la posibilidad de manipular el espacio, crearlo y definirlo”, explica Vermeersch.

Al recorrer la galería, los muros –que están pintados en colores degradados– y los espacios en blanco aparecen y desaparecen uno detrás de otro, según cómo el espectador se mueva. De alguna manera recuerdan esos papeles degradados que venden en papelerías especializadas en dibujo y arquitectura.

Además, hay un punto central desde el que, si se gira 360 grados, se pueden ver todos los muros pintados al mismo tiempo pero sin los espacios en blanco que funcionan como sombras. Es decir: toda la galería a color.

Vermeersch aclara que no es necesario que el espectador encuentre dicho punto, pues esto significaría imponer un sistema que vedaría la experiencia que se tiene frente a la obra.

En el desarrollo de su carrera, el belga, quien vive y trabaja desde hace dos años en Italia, siempre ha utilizado el tiempo y el espacio.

“Es una especie de obsesión. Amo trabajar con elementos fundamentales y eso me lleva a utilizar colores primarios. Por eso, utilizo el color para transformarlo en esa noción de tiempo”.

Por ese motivo, los muros están pintados así: “En uno de sus extremos es blanco y a

medida que vamos caminando hacia el otro extremo, se va convirtiendo gradualmente en amarillo, azul o rojo; es el tiempo que pasa, pero que está cristalizado en color”, explica Vermeersch.

El pintor compara esta escena con la visión que entrega una cámara Polaroid antes de develar su imagen definitiva. Según el artista, es justo en ese momento que el tiempo se suspende.

Claudia Segura dice del artista: “La producción de Vermeesch revela un análisis sobre el gesto y el movimiento. En otras palabras, una especie de intento de atrapar la luz a través de la pintura, una pintura que jamás podemos determinar y que, como el tiempo, es eternamente cambiante”.

Para lograr cuidadosamente la transición de los tonos, que cambian milímetro a milímetro, Vermeersch mezcló 80 colores en su taller y durante cinco días pintó junto a su equipo todos los muros y otros levantados en NC-arte.

En contraste, para quitarle montonía a la instalación para ese sitio específico, Vermeersch

quiso incluir elementos que crearan una dualidad entre lo que está finalizado y lo que no, motivo por cual dejó a la vista la madera interna con que fueron levantados algunos muros dentro de la galería, decisión que deja ver sus imperfecciones.

A esta idea se suma el hecho de que en aquellos muros que no están pintados o finalizados, se encuentren colgadas algunas pinturas terminadas. “Es una dinámica que se vuelve esencial”, considera el artista, cuyo trabajo hace parte de colecciones como la de la Fundación Louis Vuitton.

La fascinación por el tiempo también llevó a Vermeersch a trabajar con piedras (ónix rojo de la Toscana –centro de Italia–) y convertirlas en pequeños cuadros en los que también hay pintura y barro.

“Cada vez me sentía más atraído por el mármol y sobre todo por la formación que la naturaleza ha hecho con estas piedras. Me di cuenta de que tenían mucho que ver con mi trabajo y con esta relación de tiempo-espacio. Es el tiempo cristalizado por la materia”, señala.

La exposición, abierta hasta el 28 de septiembre, devela la percepción de Vermeersch sobre el color. “Es un misterio. Llega un momento en el que la lengua no es capaz de decir lo que queremos decir. Si pregunto ¿qué es rojo?, algunos dirán que es un adjetivo, pero, ¿realmente qué es? No hay respuesta. Entonces, entramos en un mundo abstracto lleno de la experiencia”, concluye el belga.

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que ver con el color, sino, también con el tiempo.
Pieter Vermeersch convirtió a NC-arte en un ‘lienzo’ para su propuesta de pintura. Algunas paredes de la galería soportan pinturas. El artista deja sin pintar espacios donde hay sombras producidas por las columnas. Diego Guerrero /ARTERIA

¡Regresa a Bogotá, después de 13 años, el salón nacional de artistas! Descubra cuál será el revés de la trama a través de un recorrido por varios espacios culturales del centro de la ciudad.

9 curadurías, más de 150 artistas nacionales e internacionales, proyectos digitales, acciones performáticas, publicaciones, conciertos, arte urbano, talleres y conferencias, harán parte de los contenidos de este evento de arte contemporáneo. ¡Siga la trama!

Sedes del 45SNA Museo de Arte Moderno de Bogotá - MAMBO • Museo de Artes Visuales de la Universidad Jorge Tadeo Lozano • Cinemateca Distrital • Centro Colombo Americano (sede centro) • Laboratorio Interdisciplinario de las Artes - LIA • Galería Santa Fe • El Parqueadero, MAMU del Banco de la República • Facultad de Artes - ASAB • Espacio Odéon • Pastas El Gallo

Entrada libre

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14
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revés de la trama
salón nacional de artistas
de septiembre al 4 de noviembre de 2019 bogotá, colombia
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¿Qué pasa cuando alguien gana un Luis Caballero?

Ganadores del premio para artistas de edad mediana cuentan su experiencia.

Cuando gané el Premio Luis Caballero, fue polémico. Era uno de los artistas menos opcionados frente a la trayectoria de los otros, en su mayoría reconocidos. Conté con la suerte de que los jurados miraron la obra. Eso me abrió muchas puertas”, recuerda Fabio Melecio, ganador de la sexta edición, en 2011.

De Barbacoas (Nariño), vio en el premio una oportunidad de impulsar su carrera. “Quería saber qué podría ocurrir con una persona provinciana que no tenía tanto conocimiento del arte, pero dispuesta a recibir críticas”, dice. Melecio ha sido el único afrocolombiano ganador del Premio.

BMR (Bamba, martillo y refilón), resaltaba la labor de los corteros de caña de azúcar El mayor reto fue la estructura circular de la otrora Galería Santa Fe, que funcionaba en el Planetario de Bogotá, y saber si el cielorraso soportaría el peso de 581 machetes y afiladores, colgados para mostrar la amenaza a la que se enfrentaban los corteros.

“Tenía fe en que lo iba a ganar, pero cuando sucedió fue una sorpresa y generó una exigencia sobre mí. ¿Qué iba a pasar con este tipo y qué obra iría a mostrarnos al ser el ganador? Fue un asunto conflictivo frente a mi creación, al ser un artista joven que se ganó el premio colombiano más importante del arte contemporáneo”, recuerda Melecio.

Según cuenta, el premio fue como una catapulta para incursionar en el arte contemporáneo afro. “Me dio un estatus que se ha mantenido hasta ahora e hizo que mi nombre se conociera”, dice. Pese a ello, tras la emoción del momento, sintió que “fue una cosa que no trascendió y que se quedó en el ámbito local. Uno esperaría que los espacios artísticos y las galerías llamen, pero no pasó”.

Para él, eso se debe a la falta de difusión. Opina que el premio podría ser conocido en el ámbito global, “para que instituciones como la Tate, el Guggenheim, el Moma se den cuenta de qué pasa acá, así como nosotros nos enteramos de sus exposiciones”.

En contraposición, reconoce que el premio da validación internacional frente a eventos como una bienal de arte. “Para mí, fue un plus para obtener una residencia en Senegal, que unía el arte colombiano y el africano”.

Madurar artísticamente

El bogotano Fernando Uhía (1967) ansiaba tener 35 años para participar en la cuarta edición del premio (2006). “Quería realizar una obra grande para la cual nunca tuve dinero. No estaba pensando en ganar, sino

en hacer la obra Masa crítica”, cuenta. De hecho, la instalación de más de 30 grabadoras, que cuestionaba la noción de crítica de arte mediante el sonido, dejó de existir antes de que se anunciara el ganador, pues Uhía vendió la mitad de los aparatos porque necesitaba dinero.

“Me enteré de que había ganado mientras jugaba billar con un amigo. Pensé: ‘¿Cómo así? Si en Colombia no entienden esa obra’.

Ahí empezó el terror y la búsqueda durante una semana de las grabadoras que había vendido, pero no me las devolvieron. Fui a un San Andresito y en un almacén vi una caja del modelo que necesitaba. Le pregunté al dueño si tenía 15, pero me dijo que había comprado todas las existencias y las había enviado para Vichada y Vaupés. No lo podía creer… pero (algo más increíble) él me hizo el favor de traerlas devuelta”, recuerda.

La resonancia de la obra permitió que la presentara en la Bienal de la Habana, en Medellín y Montería. “Después, no pasó nada de nada. Luego de cuatro meses, la gente no se acordaba”, dice Uhía, quien intentó que Masa crítica fuera adquirida por una institución como el Banco de la República o por alguna colección privada. “No les interesó. Creo que Colombia está en los años 40 en términos de recepción del público. Quieren productos lujosos, que sean ‘VIP’. Tal vez es un problema del mundo. Las bienales muestran arte de vanguardia y las ferias cosas pequeñas para comprar. Es muy difícil que una obra así se venda y tenga un impacto desde acá”, critica.

Frente a su impacto, cree que “No tenemos ni músculo critico ni la cabeza para entender que tenemos el potencial de estar en un mercado más grande simbólicamente y económicamente. Es un referente acá, pero por fuera no dice nada”.

Pese a ello, Uhía invita a participar, pues es la oportunidad de tener un proyecto grande con apoyo estatal. “Chévere que participen para mostrar que pueden hacer algo de calidad, con todo el sentido semántico, digital y lingüístico; cosa que no pasa en las ferias”.

Seguridad artística

Luis Roldán (Cali, 1955) ganó en el 2001 con Qué estoy haciendo aquí, más de 500 dibujos que contaban la historia de un mico llevado de Brasil a Escocia, en 1829, en un barco de carga y que, al acabar con sus raciones terminó alimentándose de cucarachas.

“Estaba viviendo en Nueva York y me pareció interesante seguir con mi participación en Colombia. Además, tenía un proyecto de dibujo en el que quería hacer énfasis y que se ajustaba muy bien a la Galería Santa Fe”, recuerda Roldán, desde Nueva York.

Cuando ganó, el caleño ya era reconocido. “Fuera de la validación de cómo trabajo, no me cambió el mundo. Un premio es un paso en el reconocimiento de tu trabajo, pero no va a cambiar tu carrera”, expresa.

Al caleño le preocupa que desde que el premio se abrió a otros espacios, algunos artistas pueden estar en desventaja. “El

Así será la décima edición

El X Premio Luis Caballero presentará obras de: Gabriel Zea: ‘Monumento al tornillo desconocido’. Monumento a los Héroes. 5 de septiembre al 9 de octubre; María Elvira Escallón: ‘Iluminaciones’. Museo de Arte Moderno de Bogotá.14 de septiembre al 10 de noviembre; Eduard Moreno: ‘Provocarse el archivo’. Museo Santa Clara. 19 de septiembre al 10 de noviembre; La Decanatura (Elkin Calderón y Diego Piñeros): ‘De la mula al avión’. Monumento a los Héroes. 7 de noviembre al 8 de diciembre; Delcy Morelos: ‘Moradas’. Galería Santa Fe. 28 de noviembre al 24 de enero; Carlos Bonil: ‘Suelo turboso’. El Parqueadero, Museo de Arte Miguel Urrutia. 28 de noviembre al 24 de enero; María Buenaventura: ‘Alguna vez comimos maíz y pescado’. Galería Santa Fe. 13 de febrero al 12 de abril; Edwin Sánchez: ‘Torcido’. Galería Santa Fe. 13 de febrero al 12 de abril.

planetario no era ideal, pero era igual para todos. En este momento, si te equivocas de espacio, te toca luchar contra la corriente”, advierte Roldán.

Distanciarse del medio del arte

Víctor Laignelet (Barranquilla, 1955) ganó la primera edición del Premio. Era 1996 y el artista de 42 años se había distanciado de las galerías. Le había interesado disponer de un lugar específico para desarrollar una narrativa en donde la arquitectura era vital y por eso participó, pero, paradójicamente, al salir triunfante, se alejó más del medio del arte.

Su problema fue con la idea de concurso, “que pone a los artistas a competir. Esto no sirve sino para halagar el ego de uno a costa de la envidia de los demás. ¿Qué tiene eso que ver con el arte? una distorsión de la que no tomé conciencia sino al ganármelo”, explica. Este malestar, sumado a lo que describe como la irrupción de la mafia en el mercado del arte y al desacuerdo con las galerías, hicieron que se retirara del medio.

“Me sirvió para cuestionar el sentido de la autoría, la rapacidad descarnada en el medio del arte por nichos de existencia o mera subsistencia, en medio de las circunstancias de un país sumido en la corrupción, la bancarrota, el imperio de las mafias, los paramilitares y las guerrillas. Consideré que debía retirarme y reinventarme”, dice Laignelet.

Pese a esto, cree que es bueno que el premio siga existiendo. Aclara que el premio debe ser “participar y no poner a competir a los artistas como reinas de belleza o deportistas. Una buena bolsa de trabajo y un espacio es suficiente para la finalidad del arte, pero claro ¡pierde espectáculo! El supuesto aliciente de quién lo va a ganar o no es inútil para el arte, indigno para los artistas y desvía la atención de lo importante que son las propuestas en sí mismas en tanto experiencia sensible y poética y todo lo demás que el arte pueda ser”, aclara.

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Luis Roldán ganó en el año 2001 el Premio Luis Caballero con la obra ‘¿Qué estoy haciendo aquí?’. Foto: Óscar Monsalve /Cortesía del artista.

El arte del Caribe se manifiesta en el cuerpo

La bienal ‘Contemporánea Acción y Contexto 2019’ revisa la obra de dos artistas caribeños.

Año 2002: Edwin Jimeno es artista del cuerpo. Vive en Cartagena y es profesor de la Institución Universitaria Bellas Artes (Unibac). Como parte de su trabajo artístico, un día decide llevar a cabo el performance Sanación. Se dibuja en el pecho la forma de un corazón real, más grande de lo normal, y dos líneas que simulan heridas abiertas. Al terminar, sin anestesia, empieza a suturarlo con una aguja y una pinza y coge siete puntos como símbolo de reparación de las víctimas de la violencia en Colombia.

Al terminar el acto, Jimeno se encierra en una habitación y no puede hacer más que llorar, pero no lo hace por el dolor físico, sino por el recuerdo de haber sido abusado sexualmente cuando era niño.

Año 2019: en una entrevista telefónica, Jimeno recuerda que su performance le ayudó a reparar el dolor que tenía. “Sentí que en ese momento hubo una descarga en mi cuerpo. Ahora, puedo hablar de ello sin vergüenza y sin miedo, porque aprendí que el arte puede sanarte de alguna manera el alma y el cuerpo”.

El artista samario (1974) repitió este mismo acto –que a lo largo de los años había revivido mediante fotografías– el 18 de julio, en el Museo de Arte Moderno de Barranquilla (Mamb), como parte de ‘Contemporánea Acción y Contexto 2019’. Es un proyecto de esta institución, creado a finales de los 90, cuyo propósito es revisar el surgimiento de nuevas propuestas artísticas innovadoras.

Jimeno no tiene miedo de volver a realizar esta acción, pues es una forma de recordar que en el país se matan a los líderes sociales, sigue habiendo casos de falsos positivos, de limpieza social, violencia sexual y abuso a niños. “Trato de reparar todo ese dolor al llevar la carga sobre mí”, dice.

Para el samario, “es necesario hablar de lo que está pasando. Todo artista es político y el que no, es un zapatero, pues somos ojos del pueblo y debemos ver lo que está sucediendo y decirlo”, manifiesta.

Precisamente, la edición de este año de ‘Contemporánea’, curada por Néstor Martínez Celis y que se podrá ver hasta el 29 de agosto en el Mamb, resalta propuestas de artistas emergentes y jóvenes maestros.

Al lanzar la atarraya, como dice Martínez, escogieron a Jimeno y al cartagenero Dayro Carrasquilla debido a que ambos artistas creen que lo contextual es condición indispensable para la activación de prácticas artísticas más inclinadas a intervenir las problemáticas sociales y acontecimientos políticos en las comunidades populares.

Carrasquilla (1982) vive hace 20 años en Nelson Mandela, en Cartagena, un barrio popular que surgió en 1994 con la llegada de desplazados que huían de la violencia desde distintas zonas del país. Aunque cuenta que durante un tiempo hubo negación y rechazo hacia el contexto al que pertenece, con el arte –dice Carrasquilla– “traté de comprender la manera cómo nosotros nos asumimos como individuos de este territorio que ha sido estigmatizado”.

A través de su trabajo documental, este artista revela la importancia del barrio como lugar donde sucede la vida, se evidencia la

injusticia, el padecimiento, la inequidad y en donde se moviliza la resistencia de la comunidad para luchar por la supervivencia, la reconstrucción de la memoria y la transformación de la realidad.

Para el cartagenero, la activación de procesos con la comunidad y para la comunidad son indispensables, pues considera que el arte no puede distanciarse de las problemáticas sociales. Esto se evidencia en obras como Recetario Nelson Mandela resiste en verde, que nació de la ausencia de un puesto de salud en el barrio.

“Miré cuáles son las enfermedades en Nelson Mandela y cuáles las plantas sembradas. Hicimos un recetario a partir de los saberes ancestrales, construimos memoria. Se hizo un solo libro que todos pueden consultar, pero la idea es que se imprima uno por vivienda”, cuenta Carrasquilla.

Bogotá y el Caribe, esos desconocidos

Esa relevancia que se le da al contexto social es lo que está caracterizando al arte del Caribe actualmente, según Martínez. “Hay muchos artistas que no están transitando caminos esteticistas formalistas o alejados de la complejidad del vivir, de la existencia de estas comunidades del Caribe”, dice.

Carrasquilla apoya esta idea. “Yo siento que, para nosotros, en el Caribe, el contenido es importante y está relacionado con estas vivencias del territorio. La gran mayoría de

los artistas, incluidos los nuevos, tienen un enfoque contestatario y hacen una crítica reflexiva frente a los problemas que está viviendo la región”.

Para Jimeno, en el país muchas veces esas obras se quedan en catálogos y no se dan a conocer en el resto de Colombia, por lo cual resulta un poco difícil difundir el arte que se está realizando allí.

Javier Mejía, curador independiente, está de acuerdo: “Muy pocos curadores importantes tienen claro que está ocurriendo acá. Yo me dedico al estudio del Caribe y a ver qué pasa con artistas emergentes y muchos de ellos, que tienen obras sólidas, no figuran en exposiciones nacionales y en eventos importantes”, dice .

Esa falta de interés desde la región Andina del país ha hecho que se genere una distancia que no permite que ambas zonas mantengan un diálogo artístico permanente. “Hoy siento que estamos más alejados. A muchos artistas no les interesa exponer en el Salón Nacional de Artistas, sino en la Bienal de la Habana”, comenta Martínez.

De acuerdo con Mejía, esa falta de interés se da porque se sienten marginados. “Interesa más lo que pasa en Miami que en Bogotá, porque es una escena más dinámica”. Pero, según Martínez , esto se debe también a que “como han dicho algunos estudiosos de la cultura del Caribe, estamos más identificados con Cuba, República Dominicana o Puerto Rico, que, con Bogotá, Nariño o Putumayo, porque estamos muy integrados a la Cuenca del Caribe”.

Ante esto, Álvaro Barrios, curador y miembro fundacional del Mamb, dice que no cree que “necesariamente, la escena del Caribe esté alejada. Lo que sí ocurre es que los espacios que dependen de la institucionalidad oficial y del gobierno nacional pueden verse afectados u olvidados, por razones propias del funcionamiento centralista del Estado”. Añade que los artistas caribeños con proyección cada vez están más relacionados en redes nacionales e internacionales que ayudan a que sus obras circulen en espacios importantes, sin apoyo gubernamental.

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La obra ‘Entre dientes’, de Dayro Carrasquilla, recurre a la estética del ‘bling bling’ para hablar del temor a denunciar que tienen las víctimas de abuso y vulneración de derechos. Fotografías: Crédito: /Cortesía Mamb. Edwin Jimeno. ‘Las espinas se llevan por dentro’. Edwin Jimeno. ‘Ofrenda a los caídos’. /Cortesía

La ‘performance’ gana espacio en el arte contemporáneo

Lo que era en principio una práctica no canónica para el medio del arte se ha convertido ahora en tendencia. Opiniones acerca de esta disciplina y su importancia en el contexto actual.

En un encuentro con Marina Abramović tuve la oportunidad de decirle que pensaba que ella había conseguido hacer algo increíble: que todos los artistas quisieran hacer performance, incluso aquellos que vienen de otros medios. Todas estas personas pueden hacerlo, gracias a ese camino que ella recorrió. Hay que pensar que, durante décadas, Abramović no pudo vivir comercialmente de su trabajo porque las fotografías y el video no se vendían. Luego, hay quienes han seguido la estela de Marina, como el ejemplo fantástico en Colombia de María José Arjona”, dice Efraín Bernal, galerista colombiano y director de Bernal Espacio.

Como él, son muchos los que identifican a la artista serbia como la que logró que colegas suyos dirigieran su mirada a la performance y se dieran cuenta de que era posible vivir de este arte que solo necesita del cuerpo para existir.

En Colombia existe el caso de artistas como Miguel Ángel Cárdenas (1934-2015), Raúl Marroquín (1948) y Jonier Marín (1946), que incorporaron la acción dentro de su obra y fueron reconocidos por su trabajo, pero por fuera del país, pues para los 70 no

había muchos espacios abiertos a la idea de exhibir performance en Colombia. En Europa consiguieron mostrar su obra, pero como explicaba Bernal, no había casi demanda en el mercado del arte para el video y la fotografía.

No obstante, la performance en Colombia no es ni reciente, ni importado, como diría Marylin León en un artículo publicado por la ‘Colección Credencial Historia’, en 2016, titulado ‘Ni reciente, ni importado: Historia de la performance en Colombia’.

León explica en su texto que la primera performance en Colombia fue realizada el 16 de septiembre de 1959, cuando Alfonso Quijano, Francisco Cardona, Rodolfo Velázquez y Otto Sabogal irrumpieron con pitos en el Museo Nacional, durante el Salón Nacional, a descolgar sus lienzos, los cuales hacían parte de la muestra, en la sección de obras rechazadas. Sin embargo, no sería hasta finales de los 60 que esta práctica fue validada en el medio con experimentos hechos desde el teatro para involucrar al público.

Después, por falta de mercado, cuenta León, artistas como Cárdenas, Marroquín y Marín buscaron suerte en otros países y hacia 1975, se hablaba en Colombia de arte conceptual como algo nuevo y foráneo, haciendo caso omiso de lo que habían hecho otros antes en el país. Luego el Salón Atenas de Publicidad integró la performance en el

circuito artístico. En 1990, María Teresa Hincapié ganó el Salón Nacional de Artistas con la obra Una cosa es una cosa, y llevó la práctica a un auge de exposición.

Muestra de ello es el propio Salón Nacional de Artistas, pues luego del premio de Hincapié, se premió la performance en los cuatros salones siguientes, hasta 1998. Durante esos años surgieron nuevos referentes: artistas con propuestas distintas como María José Arjona, María Evelia Marmolejo, Nadia Granados y Fernando Pertuz, y proyectos como el de Helena Producciones, en Cali.

Actualmente, la performance es ampliamente utilizada. Esa es una de las cosas que resalta Bernal, quien representa a artistas considerados referentes de la performance en el mundo, como Abramović y Francesca Woodman, entre otros.

“Como la performance está vinculada a la autobiografía, a la historia personal del que lo ejecuta, es muy contemporáneo hoy en día. La performance es para mí un ‘selfie’ en movimiento, porque nos exhibimos públicamente a través de la fotografía, de los selfies, pero también nos interesa como nunca la historia de los artistas: lo que les rodea, les nutre, de lo que viven. La autobiografía siempre estará presente en lo que los artistas hacen”, manifiesta Bernal.

El artista Edwin Jimeno considera que en Colombia la performance se ha nutrido de las distintas situaciones sociales y políticas. “Siento que somos diferentes al resto del mundo y cada artista es diferente del otro porque estamos viviendo unos conflictos que no todos los países tienen. Por ejemplo, en el Caribe no he visto a alguien que trabaje con risa, sino dolor y resistencia política”.

En el país existen iniciativas como PerfoArtNet, creada por Fernando Pertuz en el 2007. Cuando abrió la primera convocatoria de esta bienal que ha enseñado a las personas a transmitir sus acciones en vivo y en directo, el artista dejó claro que podían participar personas de todo el mundo, fueran artistas o no.

Desde su concepción, la performance ha sido un medio al que han recurrido artistas de otras prácticas e incluso, personas que no son artistas. PerfoArtNet nació a causa de la falta de espacios de difusión y conservación de la performance: “Se había estado haciendo el Festival de Performance de Cali, pero hubo una pausa y quisimos hacer algo en Bogotá. Fue más por la necesidad que hay porque no hay espacios que hagan una investigación y una memoria de eso”.

Aunque solo las acciones seleccionadas participan de las exposiciones de la bienal, todas las obras recibidas pasan a un archivo de acciones, llamado ‘Performance Arte Sociedad’. Este archivo es un esfuerzo por hacer memoria de las acciones que las personas registran en cualquier parte del mundo, a partir de los registros fotográficos y de video de esos actos efímeros, los cuales no solo se limitan a acciones artísticas.

El activismo, entendido como un pensamiento y una actitud activa frente a los devenires de la existencia, ha sido uno de los conceptos que le ha permitido a Pertuz recopilar las acciones que reciben y trascender los límites que han encontrado en el campo artístico para expresiones transgresoras

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‘Where goes the white when melts the snow’ (‘A dónde va el blanco cuando derrite la nieve’), performance realizado por Kristen Heshusius en el Museo de Arte Contemporáneo de Bogota, en el 2014. /Cortesía Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá

Más allá del concepto, el éxito de la performance radica en el interés que despierta en los espectadores. “No en vano la retrospectiva de Abramović en el Moma, en el 2010, fue visitada por más de 800.000 personas”, según destaca Bernal, quien agrega que “eso es un hito en la historia de cualquier exposición de arte contemporáneo. Tanto el videoarte como la performance están posicionándose en esta década que está por concluir y, sin duda, pontificarán en la próxima como los nuevos medios que van a marcar mucho el arte contemporáneo, como hoy lo hace la fotografía”

Eugenio Viola, curador del Museo de Arte Moderno de Bogotá, y Edwin Jimeno, están de acuerdo con Bernal en cuanto a que la performance va en aumento. “Mundialmente, no solo en Europa, estamos presenciando un incremento de la práctica. Pareciera que la gente y la escena artística necesitan desesperadamente de esta práctica”, dice Viola.

Lo mismo sucede nacionalmente, según Jimeno, quien afirma que en distintos lugares ha encontrado a gente deseosa de trabajar con el cuerpo. “La gente empieza a sentir la necesidad y creo que falta algo en el ámbito nacional: una cátedra sobre el cuerpo que muy pocas escuelas tienen”, dice

Viola destaca como los dos últimos Leones de Oro de los pabellones internacionales de la Bienal de Venecia fueron para trabajos de este tipo: en el 2017, Faust de Anne Imhof obtuvo el León de Oro para el Pabellón de Alemania, mientras que este año el pabellón Lituano lo ganó Sun & Sea (Marina), de Rugilė Barzdžiukaitė, Vaiva Grainytė, y Lina Lapelytė.

“Este año, y por primera vez, la exposición principal de la Bienal estuvo acompañada por un programa paralelo de performance. Esto sin mencionar el florecimiento de diferentes festivales de performance por el mundo. Todos son signos de cómo ésta práctica artística entró definitivamente en lo mainstream”, explica el curador del Mambo.

A pesar del aumento de popularidad, la performance ha encontrado retos en el mercado. Todavía hay muchos artistas que no pueden vivir de esta práctica. Para Jimeno, “la performance es como la ‘Cenicienta’ del arte y pagan muy poco. ¿De qué podemos vivir? Para subsistir, tengo que ser docente y me gasto lo que gano en hacer performance”.

Al preguntar a Viola por cuál es el principal sustento de los artistas de performance en Europa contesta que ahora, como en los 70, suelen enseñar. Sin embargo, la performance se puede vender a través de los restos o residuos que quedan de la acción, o con fotos

y videos. No obstante, el mercado se está adaptando y han surgido nuevos intercambios comerciales a partir de esta práctica.

Bernal explica que algunas alternativas a la fotografía y video para los artistas son la comisión de una performance, por parte de una institución o que un artista se acerque a un privado para que lo patrocine. Otra opción es crear acciones que puedan ser ejecutadas por otras personas y vender los derechos de reproducción de la obra o también pagar a un artista para interpretar una performance que ya hizo alguien más, como pasó cuando María José Arjona (quien actualmente coordina el laboratorio Amazonas, de Flora ars+natura, dedicado al cuerpo) participó en la retrospectiva de Abramović y el museo le pagó a Arjona por llevar a cabo una de las acciones pasadas de la artista serbia.

Aunque esto se ha venido haciendo de forma tímida, artistas como el británico-germano

Tino Seghal comenzaron a vender sus acciones, desde hace una década, mediante acuerdos verbales en presencia de un abogado y sin contratos escritos de por medio, para que sean reinterpretadas por otros.

En cada transacción, el artista entrega instrucciones de qué se puede hacer y deja claro que no debe existir ningún registro fotográfico o en video. Instituciones como la Tate, de Londres y el Guggenheim, de Nueva York, poseen obras suyas. El artista les explicó a los encargados de la negociación y a los curadores cómo producir la pieza y les permitió ‘prestarla’ o venderla.

Sin embargo, el mercado no es el único reto. En Colombia existe un déficit en educación del cuerpo en los programas de las instituciones educativas, como denuncia Edwin Jimeno. “En las escuelas falta un módulo de cuerpo, he oído que muy pocas lo tienen en el país. En Bogotá, algunos tienen esa

posibilidad de tenerlo, pero no es el caso de todas las universidades. Acá, en el Atlántico creo que no existe en el pregrado, pero sí una maestría de cuerpo. Si no despiertas esa investigación temprano es muy difícil llegar a la maestría. Se necesita formación”.

Sea como sea, lo que los expertos recetan y anticipan es más performance. Desde esta perspectiva se podría ver como estratégica la elección de Eugenio Viola, quien ha sido curador de monografías y de exhibiciones dedicadas al trabajo de Regina José Galindo, Herman Nitsch, Marina Abramović, Teresa Margolles y Orlan, entre otros artistas.

Así mismo, se podría considerar que lo hecho por Gustavo Ortiz en la dirección del Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá ha sido adelantado a su tiempo. En 2010, creó la el proyecto ‘Sunday Matinee’, (domingo en la mañana) que consistía en transmitir vía streaming performances desde países como Holanda, Venezuela y Argentina.

“Así, empezamos a darle visibilidad al performance en Colombia e incluimos esas manifestaciones en nuestra programación de exposiciones. Luego, vino Abel Azcona, quien hizo su primera retrospectiva internacional en el MAC”, cuenta Ortiz

Como parte de ese trabajo, la curadora Caridad Botella hizo el proyecto ‘El archivo del cuerpo’, que analizó cómo el museo puede coleccionar performance . “Hablaba de alternativas, como el video y la fotografía. También planteaba que hay muchos artistas que han entregado un libreto para que otros puedan reactivar sus performance. No tener al artista no es impedimento”, explica Ortiz.

Por el momento, al MAC le interesa seguir construyendo su archivo dedicado al cuerpo, pero sin pasar por procesos de comercialización que, según dice Ortiz, van en contra de la esencia de la performance

“La performance nació dentro del movimiento ‘Fluxus’ para luchar contra el comercio excesivo del arte. Entonces, comprar un performance no sería lo más ético, porque si el artista es la misma obra de arte, este no puede ser vendido”, señala Ortiz, quien además considera que en el futuro “siempre se necesitará un tipo de arte que rompa la estructura de consumo”.

Lo que alguna vez fue contracultura, actualmente es una práctica ampliamente aceptada en el mundo del arte, que incluso, se ha acoplado al mercado y se ha vuelto taquillera. Sin embargo, habrá que ver cómo se equilibra la vocación de los artistas con la capacidad que tengan de cobrar por su trabajo.

PIETER

julio

28 de septiembre

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VERMEERSCH 2019 6 de
-
L unes a Viernes 10:00a.m. a 6:00p.m. S ábado Cra. 5 # 26b-76, Bogotá www.nc-arte.org 10:00a.m. a 2:00p.m.
María José Arjona. Exposición ‘Hay que saberse infinito’ (2018). Foto: Lisa Palomino. /Cortesía Museo de Arte Moderno de Bogotá

Una universidad de papel para Medellín

Desde 1992, Enrique Rodríguez se dedica a promulgar el arte por el arte y por el papel a través de la Universidade do Papel.

En enero de 2015, a 4.800 metros de altura, el chileno Enrique Rodríguez escalaba el Himalaya, en el reino de Bután, cuando sufrió un infarto. Consiguió regresar con vida de la montaña, pero con complicaciones cardiacas que lo llevaron a una cirugía de corazón, de alto riesgo.

Luego de sobrevivir a estos dos impases, Rodríguez volvió sobre la que había sido su vida y decidió replantear lo que sería de ella después de esta “situación límite”, como la describe. Así surgió la Universidade do Papel, de la necesidad “urgente” de hacer un trabajo social para acercar a las personas al arte, donde el papel fuera protagonista.

Rodríguez es arquitecto e ingeniero industrial de la Universidad Pontificia Católica de Chile y vive en San Pablo (Brasil), desde 1992, donde fundó la primera sede de la Universidade do Papel. Su trabajo se origina del papel, por la pasión que siente por el material y por las técnicas ancestrales que existen para trabajarlo. Dentro del ámbito de la arquitectura, es el creador de una técnica que él denomina arquitectura de papel, la cual involucra sobreponer papel para generar figuras tridimensionales, que además juegan con la luz por la traslucidez del material.

La Universidad procura llevar el universo del arte del papel para todo tipo de público. Ningún participante precisa cumplir ningún tipo de prerrequisito de educación artística o sobre arquitectura, solo tener la voluntad de crear, entender y entablar un contacto con el arte.

La dinámica consiste, inicialmente, en un encuentro entre amantes del arte y/o el papel, en el cual hablan y comparten su conocimiento y experiencia, se presentan y explican por qué están allí. Después le dan inicio a la experiencia artística como tal. Hay contenido teórico y práctico. Las personas pasan un día trabajando en el taller y se llevan las obras que crearon.

Sobre el proceso, Rodríguez explica que “para cada persona puede ser diferente, por lo cual les mostramos diversas posibilidades y diferentes caminos que pueden llegar a distintos resultados. El objetivo está mucho más enfocado en el proceso que en los resultados. Procuramos ofrecer una experiencia completa, en que las personas tengan contacto con la música, el arte, a través de todos los sentidos con que percibimos los humanos. Procuramos estimular todos los sentidos a través de las experiencias artísticas”.

La Universidad nació hace cuatro años, en agosto del 2015, en San Pablo. En estos años de actividades han descubierto el poder de atracción que el papel ejerce sobre las personas. Hasta diciembre de 2018, habían pasado por la Universidad, según registros, más de 19.000 personas.

“Eso muestra el alcance que el papel puede llegar a tener, partiendo por los niños en diversos proyectos sociales que apoyamos, pasando por una gran masa de público joven, estudiantes de colegio y universitarios, artistas plásticos, diseñadores, arquitectos,

profesionales jóvenes de las áreas más diversas, hasta personas mayores que utilizan el papel como una herramienta terapéutica.

“También están las industrias y empresas a las cuales llevamos nuestras actividades como una forma de descompresión laboral, así como diversas fundaciones con personas discapacitadas y cárceles, donde hacemos un trabajo intenso con la población masculina de alto riesgo. Es resumen, el papel es un material democrático que une personas de todas las edades, clase sociales y diferentes grados de escolaridad”, dice.

La sede de la Universidade está en la región de Bajo Augusta, cerca de la avenida Paulista, uno de los puntos neurálgicos de San Pablo. Queda en una antigua fábrica de radios que data de 1927, con más de 500 metros cuadrados, donde se origina lo que Rodríguez llama una “fantástica fábrica de papel”.

“Bajo este mismo concepto estético y arquitectónico fue creada nuestra primera sede fuera de Brasil, localizada en Santiago de Chile e inaugurada en junio de este año”. La

Universidade do Papel está próxima a abrir una sede en Medellín, donde ya llevaron dos actividades artísticas en junio y julio de este año, junto a Socialab Colombia (sus socios operacionales en el país), la Caja de Compensación familiar de Antioquia (Comfama) y PapelCard SAS (empresa del sector de la comunicación gráfica publicitaria).

Se encuentran en el proceso de fundar la primera plataforma en Colombia en La Bodega (un espacio de Comfama, en Medellín), con empresas y entidades de Antioquia como aliadas. Ya tienen previstas actividades para este año y comienzos de 2020, entre los cuales se destaca el evento ‘Planeta Ilustración’, que se realizará el día sábado 26 de octubre en La Bodega, actividad con la que inaugurarán la sede en Colombia.

Rodríguez destaca que la ubicación de La Bodega, en el barrio El Perpetuo Socorro, va de acuerdo a los objetivos de la Universidade do Papel, que es hacer parte de un distrito creativo que esté en proceso de revitalización. “Por eso nos resulta tan atractivo y desafiante la invitación de Comfama para estar juntos en esta nueva etapa que diversas entidades impulsan en El Perpetuo Socorro”.

El propósito de Rodríguez es llevar el proyecto a la mayor cantidad de personas. Su objetivo es crear una red latinoamericana de intercambio artístico y cultural a través del papel: juntar la industria, entidades sociales, artistas y a la gente. Por eso piensa en seguir hacia México y, después, cruzar a Europa, “sobre todo en la región del este y norte europeo, donde se tiene un gran aprecio y se valoriza mucho el arte en papel”, culmina el gestor.

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Los asistentes a los talleres crean obras en papel. Enrique Rodríguez dirige la Universidade do Papel. La sede de la Universidade en San Pablo está situada en una antigua fábrica de radios que data de 1927. /Cortesía: Universidade do Papel

Un galerista entre dos aguas

Efraín Bernal, nacido en Medellín y afincado en Madrid, traerá a Bogotá con su galería itinerante Espacio Bernal obras de Marina Abramovic’, Tacita Dean, Olafur Eliasson, Francesca Woodman, Óscar Muñoz, Thomas Ruff, José Antonio Suárez, Miroslav Tichý e Isidoro Valcárcel Medina.

Cuando Efraín Bernal promediaba los 20 años de edad, empezó a darse cuenta de que quería dedicar su vida a la cultura. Por entonces, estudiaba periodismo en la Universidad de Antioquia y, con el tiempo, entendió que Medellín era pequeña para su sueño. Empezó a encaminarse por el mundo de las artes plásticas, se fue para Madrid y, hoy, con algo más de 50 años, promueve su visión del arte a través de creadores consagrados internacionalmente por medio de su galería de arte itinerante, Bernal Espacio. Con ella presentará la primera exposición en Colombia a partir del próximo 22 de agosto, ‘(In)visible: el umbral de lo sublime’, en un espacio de exhibición en el norte de Bogotá.

La exposición presentará dibujos, fotografías y videos de diez artistas del circuito internacional, la mayoría de los cuales no se han visto en el país y, menos, juntos: la famosa Marina Abramović, la videoartista británica Tacita Dean, el danés Olafur Eliasson, la fotógrafa Francesca Woodman (1958-1981), el artista colombiano Óscar Muñoz, el fotógrafo alemán Thomas Ruff, el dibujante colombiano José Antonio Suárez, el fotógrafo checo (1926-2011) Miroslav Tichý, el español Isidoro Valcárcel Medina y el fotógrafo japonés Hiroshi Sugimoto.

Pero para que artistas de esta talla creyeran en sus habilidades como galerista tuvieron que pasar muchas cosas, aciertos y desaciertos. El primer gran acierto en Madrid fue emplearse como asistente de la mítica galerista Soledad Lorenzo, en el 2001. Bernal siempre agradece lo que aprendió trabajando con ella. Especialmente –dice– las enseñanzas que le dejó en cuanto a superar la mentalidad de funcionario y hacerse responsable de las circunstancias y todo lo relacionado con la gestión de una galería.

De ella admira su “premonición”, que entiende como “la capacidad de prever las cosas que pueden suceder antes de que pasen y tener palpitaciones sobre las circunstancias que puedan alterar un proceso determinado”.

En lo personal, cree que sus mayores aciertos han sido mantenerse fiel a sí mismo y no sentirse menos ni más que nadie, además de haber mantenido una relación existencial con el arte durante todos estos años. Y ojo: ser fiel a sí mismo implica, para él, solo vender obras que él mismo compraría. Otro de sus principios es que solo expone obras de artistas que considera consagrados o “galácticos”, en sus palabras. Pero, a veces, unas cosas traen otras y por eso reconoce que sus fijaciones por la fotografía, el videoarte y los autorretratos han sesgado su criterio y le impiden vibrar con facilidad ante otros

soportes. Un resultado de mantenerse fiel a él. Luego de la galería de Lorenzo, Bernal se convirtió en director de la galería de La Fábrica, en uno de los centros culturales más importantes de Madrid, que organiza eventos como PhotoEspaña. Llegó allí en el 2005 y la dirigió siete años tras lo cual se lanzó a fundar la galería con su propio nombre.

Exponiendo en Bogotá

Tras haber desarrollado su carrera fuera de Colombia, exponer en Bogotá por primera vez en casi veinte años de carrera lo llena de alegría, ilusión y satisfacción y espera que la exposición sea recibida con el mismo entusiasmo con el que la están haciendo. Que combine artistas europeos y del país refleja la dualidad de su vida: un joven que nació en Colombia, conoció la cultura aquí, pero que se desarrolló profesionalmente en Europa.

En Medellín, comenzó a estudiar comunicación social en la Universidad Bolivariana y terminó en la Universidad de Antioquia. En esa ciudad veía cine-arte en la cinemateca del Subterráneo, que quedaba ubicada justo al lado de la galería de Suramericana y frente a la antigua sede del Museo de Arte Moderno de Medellín. Era un espacio de cultura único en esa ciudad. Pero fue un viaje que hizo en el 87 a París y, luego, a Madrid, lo que marcó su acercamiento a las artes visuales, visitando museos. A su regreso, terminó sus estudios y en 1990 viajó a Bogotá donde

trabajó en Arte en Colombia. Allí comenzó a desarrollar cierto gusto y criterio en torno al arte, al lado de Celia de Birbragher (directora de la revista) y la editora Ivonne Pini. Con el tiempo, sintió que no tenía suficiente formación para seguir con lo que hacía y en el 94 se fue a México para hacer un doctorado de tres años en Historia del Arte, en la Universidad Autónoma de México. Su tesis fue sobre el autorretrato en el arte contemporáneo. Luego volvió a Bogotá, pero, animado por su entonces esposa, decidió irse a Madrid y empezó a trabajar con Lorenzo.

“Fue una oportunidad maravillosa la que tuve trabajando con ella. Estar en una galería que en esos años fue un referente tan importante para el galerismo español y con la posibilidad de traer a muchos artistas internacionales a sus exposiciones a Madrid y también de ver a una persona como Soledad, con la inteligencia y capacidad de venta, el control sobre los gastos, la premonición y que sabía cómo tratar a la gente fue la mejor escuela que yo he tenido nunca”, dice Bernal.

El paso a La Fábrica representó estar en un referente de gestión cultural en España, donde trabajaban 70 personas y con un comité de dirección al que debía asistir cada semana. Fue como cumplir un sueño. “Varios queremos trabajar en gestión cultural, pero no todos podemos estar en una empresa grande, porque no existen tantas”, dice.

Desarrolló un programa donde solo presentaban artistas contemporáneos que trabajaran con fotografía o videoarte. Este programa fue pionero en España, en cuanto a especializar una galería de arte, porque si bien había galerías que habían incursionado en el campo de la fotografía, ninguna trabajaba únicamente con artistas contemporáneos que usaran estas técnicas. Conforme a su filosofía, solo trabajaba con los “galácticos” y se planteó trabajar que los artistas quisieran exponer con La Fábrica desde un único argumento: el programa expositivo.

Durante siete años en La Fábrica se expusieron obras de Marina Abramović, Paul Graham, Rineke Dijkstra y Marijke van Warmerdam, entre otros. “También presentamos el trabajo del colombiano Óscar Muñoz en una muestra individual, en septiembre del 2011. Fue la primera exposición de su obra en una galería europea”.

Su buen nombre llevó a que lo invitara a participar del programa de televisión Atención Obras, en TVE y tras salir de La Fábrica abrió su espacio itinerante. No le ha ido nada mal: pocos se pueden dar el lujo de decir que han expuesto a artistas de la talla de Abramović, o de hacer una exposición conjunta con el famoso sudafricano William Kentdrige y colombianos como Óscar Muñoz y José Antonio Suárez, entre otros artistas.

Y en este punto reaparece en Colombia, el país del que no se desliga. Con ‘(In)visible: el umbral de lo sublime’ plantea una colectiva con obras de artistas importantes en la escena internacional, que permite reflexionar sobre lo que hay entre lo visible y lo invisible.

“Una selección de piezas que refutan, juegan, interpelan y reflexionan sobre la estabilidad de las imágenes. Una serie de obras que exaltan estética y teóricamente elementos como el desenfoque, lo borroso, la borradura, la mancha, la bruma, el marco, el pixel, lo efímero e, incluso la negación visual. Y que, en última instancia, genera reflexiones sobre nuestro entorno, la experiencia y la realidad, desde y más allá de lo que nos es manifiesto”, dice Bernal.

La exposición estará abierta desde el 22 de agosto hasta el 21 de septiembre, en un espacio de exposición en la calle 80 # 12 - 55.

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Efraín Bernal creó en Madrid la galería Bernal Espacio. En agosto mostrará su primera exposición en Bogotá. Foto: Fabrizzio Morales-Angulo /Cortesía: Efraín Bernal Una de nueve fotografías de la ‘performance’ ‘Coming and Going’, de Marina Abramovic’. Cortesía Bernal Espacio Galería.

Buscando el abismo al final del mundo

Reflexiones de un colombiano luego de una residencia artística en la Antártida.

El artista Juan Cuadros (Medellín, 1989) estuvo en la Antártida entre diciembre del 2018 y marzo de este año dentro del ‘Proyecto Colombiano Arte en la Antártida’, a cargo de la artista Natalia López ‘La Reina’. Este proyecto hace parte del Programa Antártico Colombiano y el viaje estuvo amparado bajo la Quinta Expedición Colombiana a la Antártida Almirante Campos, con el apoyo de la Comisión Colombiana del Océano y la Armada Nacional de Colombia. Todo en cooperación internacional con el Instituto Antártico Ecuatoriano y la Armada del Ecuador, además de una beca de circulación internacional del programa de estímulos del Ministerio de Cultura, y una beca de circulación internacional del programa de estímulos del Iinstituto Distrital de las Artes (Idartes). Cuadros nos cuenta cómo vivió esta experiencia única.

“¿Qué hay después del fin? ¿Dónde es el principio del final? ¿Qué hay del hombre en el fin del mundo? ¿Cómo se dibujan los mapas del nuevo mundo? Estas son preguntas que me hacía en un principio, asombrado ante la idea de conocer el continente antártico.

Me interesa a través de la observación de las estrellas, mapear las constelaciones y comprender cómo los sistemas de navegación nos permiten girar por la tierra, cómo la idea de buscar lo desconocido y perderse nos permite encontrarnos con la forma esférica de la tierra que, a su vez, nos señala el sistema cíclico de la vida y cómo todo se mueve infinitamente: las corrientes de aire que recorren la tierra enfriando el planeta, recogiendo el calor y activando las corrientes marinas, y, así mismo, la lluvia. De esta manera, un soplo en la Antártida puede ser un huracán en América Central, y un leve viento puede ser la sequía de un desierto. Todo esta conectado: la lluvia, el viento, la temperatura… y así quiero observar situaciones simples de la vida cotidiana y generar textos que den cuenta de la experiencia de lo vivido en la Antártida.

Más allá del extremo sur de la Patagonia, después del fin de la última isla que pudiera llamarse América, luego del silencio y la fuerza del Mar de Drake, con olas de hasta 15 metros de altura, se dibuja la Antártida, fría y distante, blanca, perdida entre las nubes, esperando por el viento, aguantando el frío que estalla las rocas, esperando a la orilla de la playa como un elefante marino, marcando su territorio como un lobo de mar.

Para llegar crucé el continente entero, desde Colombia, pasando por Ecuador, Perú, Bolivia, Argentina y el sur de Chile. Volé hasta la isla King George y, desde ahí, hasta la isla Greenwich, donde queda la base Pevima, de

Ecuador, el país que me acogió como artista invitado por cooperación internacional.

Un mundo perfecto

Más o menos todo va bien pero mi cuerpo no. La temperatura es tan baja, mi cuerpo se hace tan pesado que descender por una escalera de gato desde un buque de guerra a un bote de goma es un drama que termina cuando bajas del bote y, de una, tus zapatos se mojan con el agua más fría que vayas a sentir. Avanzar 200 metros del borde del agua a la base es una odisea.

El cuerpo no entiende obsesiones, tampoco que estoy en otra latitud. La fiebre sube y así baja la temperatura. Esta nevando en toda la isla y el viento está a más de 40 nudos afuera. No se ve absolutamente nada y, cada vez más, sube la gruesa capa de nieve. No sé si sentir pánico, porque es el día en que conozco la nieve, y me pregunto si esta es un pedazo de nube que cae a la tierra o si es que la tierra, por un momento, va a las nubes.

En el infinito horizonte donde el blanco cada vez es más blanco y en la inmensidad del glaciar nos deslizamos por la nieve antes de que se convirtiera en hielo sólido, intentando encontrar el final del horizonte, el precipicio del mundo. Con nuestros trajes anaranjados dibujamos líneas que marcan nuestros recorridos por el glaciar y así intentamos marcar las rutas que mostrarán nuestro camino de regreso a la base, que es nuestra casa.

Muy lentamente, aprendí a entender el viento frío en mi cara, en mis ojos; a amar el dolor en las manos, a resignarme a que siempre mis botas estarían mojadas y frías, y que la sal del mar intentaría de cualquier manera meterse dentro de mi cámara. Esta aventura, aunque está cerca de ser un sueño, no es tan breve como uno se pudiera imaginar. Además, hay que vivir bajo un estilo de vida militar –son militares quienes llegan hasta allí– en el lugar más inhóspito del planeta (los humanos no pueden vivir ahí y no

están en condiciones de adaptarse al clima del lugar). Antártica es un terreno salvaje y prístino donde solo los más fuertes, los más adaptables, los más tranquilos sobreviven.

Alejado de las comunicaciones con la tierra, todo se acerca a una experiencia lunar. Intento entonces enfrentarme al paisaje antártico, que por momentos, con mis ojos y mi cara congelados, me hace añorar mi casa. Aunque, sin duda, pisar el suelo antártico es la experiencia más renovadora, más poderosa que he vivido. En este continente no ha habido guerras. Cuando uno nace en Colombia, especialmente en Medellín, y entiende el peso de estar en un lugar, que es un santuario prístino, sin rastros del hombre, todo cobra otro sentido.

Planteo entonces al humano como una entidad animal y me reconozco como otra especie. Es en este paisaje perdido en otro planeta que puedo reconocer mi condición animal. La única cosa que nos pone a los humanos por encima es el capitalismo. Pero cómo apelar al capitalismo en un lugar que no es un país, donde el dinero no tiene valor. No hay nada que el viento no se lleve y no se rompa ante su fuerza; no hay nada que no se rinda ante la fuerza y el frío del mar.

Mis ojos nunca habían visto tanta belleza junta, entendida como el equilibrio de los elementos en la imagen. El planeta sin humanos es perfecto. Tenemos una obsesión por poseerlo todo. El sonido de mi propia pulsión es lo único que puedo oír cuando realmente estoy solo y no poseo nada. Toda esta aventura cambia de sentido y una pregunta que intentaba buscar el fin del mundo, el extremo polar de la tierra, se amplía y

se replantea en la búsqueda del sentido de dónde es arriba y dónde es abajo... cuáles son las reales preocupaciones del hombre.

Al final, todo lo que se enmarca en una bandera, es geopolítica. Ir al fin del mundo a comprender que las fronteras no están en los bordes de los países sino en la condición del hombre condenado a gravitar la tierra, sin poder conquistar el universo por sí solo, sin mediaciones que impliquen millonarias inversiones. De alguna manera, mi presencia en Antártida es una avanzada que permite que unos países sobre otros demuestren su dominio sobre el territorio antártico. Y, en medio, está la investigación la ciencia y el arte. En jaque: cada vez que avanzamos, también avanzan las banderas y su geopolítica de la apropiación y la división.

Cuando uno viaja tan lejos a una residencia, no sabe qué esperar o cuál será el resultado. Estar en una residencia también puede ser una forma de autosabotearse, de ‘resetearse’ y comprender el proceso y cómo lo que hago construye el mundo. A partir de esta experiencia mis intereses como artista han cambiado, y así, habito la pregunta por el sentido de la producción de imágenes: pienso que cada vez que muestro una imagen, de alguna manera, estoy ayudando al aumento del deseo por poseer este espacio.

Al final, después de todas mis divagaciones, lo único que hay claro es un montón de imágenes del paisaje que capturé en búsqueda del equilibrio desorientado del arriba: en ellas no hay humanos y mi presencia es ajena al lugar. Todo es perfecto cuando no hay banderas, cuando los humanos también somos animales”.

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La residencia para artistas colombianos permite estar una temporada en el verano antártico. Juan Cuadros, durante su estadía en la Antártida. Foto: Juan Cuadros /Cortesía

Un regalo de un colombiano para Svalbard

El artista cartagenero Oswaldo Maciá fue comisionado para un homenaje a un archipiélago del Ártico.

Una pieza compuesta por tres movimientos acústicos y notas olfatorias con rosas de los 39 países a los que pertenece la región (archipiélago) de Svalbard, en el Ártico, fue creada por el artista cartagenero Oswaldo Maciá, especialista en arte sonoro.

Suena a locura, pero no para la Oficina de Arte Contemporáneo de Noruega (OCA) y la Fundación Ártica que comisionaron al colombiano para realizar una pieza en homenaje a ese lugar perdido en el norte del orbe. La obra fue realizada con el apoyo de Ricardo Moya, famoso perfumista senior de la International Flavors & Frances (IFF), corporación estadounidense que produce sabores, fragancias y activos cosméticos que comercializa a nivel mundial. Lo que realizó el colombiano fue una escultura temporal que duró un día (el 22 de marzo), en la mina abandonada de Vinkelstasjonen y que tituló ‘Un regalo para Svalbard’.

¿Conoce usted Svalbard?

Se podría decir que Svalbard es uno de los lugares más inhóspitos. Queda arriba de Noruega, por encima de Groenlandia. Es considerado como una zona desértica porque llueve menos que en el Sahara. No es una nación, sino que hace parte de 39 estados que en 1920 firmaron el tratado de Spitsbergen, en el que declararon la isla territorio internacional, bajo la administración de Noruega.

Desde 1984, se preparan para el Apocalipsis con la Bóveda de Semillas -Global Seed Vault-, terminada en 2008. Un proyecto diseñado para recopilar más de cinco millones de semillas y soportar cualquier amenaza, incluso, terremotos, inversión magnética del campo terrestre y bombas atómicas.

La temperatura puede bajar hasta menos 46 grados centígrados, lo que hace la vida en espacios públicos casi una odisea ártica. Aún así, en ese lugar ‘idílico’ viven 2.500 habitantes, 3.000 osos y más de 20 especies de mamíferos. Esto obliga a andar armados en caso de que sean atacados por un animal.

Bajo estas condiciones, Maciá y ocho personas empacaron equipos de sonido, mate-

riales de instalación, sensores, botas, chaquetas y protección térmica para instalar la escultura. Por supuesto, no faltó el apoyo de guardias con rifle en mano por si llegaba un animal peligroso. En términos de Katya García-Anton, directora de OCA, el proceso se dividió en cuatro partes: escenario, migración, fábula y ecuación.

Una mina paraoír abejas de Chocó

La que fue la mina de carbón de Vinkelstatsjonen es en forma de T. Sus alrededores están cubiertos de nieve y para llegar hay que ir en buses-orugas, con tracción especial para moverse sobre la nieve. Una inmensa estructura metálica de extracción de carbón se esconde en la mina. “La Fundación Ártica, en apoyo de la alcaldía, programaron buses para llevar a las personas que estuvieran interesadas y en un día recibimos casi 1.500 personas”, cuenta Maciá. Esto equivalía al 60 por ciento de las almas del lugar.

El equipo de sonido para crear el escenario fue casi invisible y el dispositivo olfatorio fue una esfera con una bombilla y en su interior partículas del tamaño de lentejas que emanaban los aromas. Lo más visible de la composición fue una serie de monotipos adheridos a la fachada que daba alguna pista de lo que había adentro. La composición acústica de la escultura estuvo dividida en tres movimientos. El primero ofreció los sonidos de las tundras (esos lugares de las

zonas heladas, con escasísima vegetación). Son sonidos que sirven para transportar el público a otro lugar. El segundo movimiento incluyó el sonido de abejas euglosinas de Chocó, encargadas de polinizar las flores en esta región de Colombia. Los zumbidos se mezclaban con los de chicharras, cigarras, grillos y murciélagos.

Al final, mientras los insectos desaparecían, unos golpes y movimientos metálicos se apoderaban de la mina, regresando el sonido natural de ambiente del lugar de exhibición. En términos de García-Anton, este tipo de obras evidencian “la mirada microscópica existente en la migración o la polinización de los insectos, hasta las decisiones macropolíticas que afectan nuestras vidas y los hábitats donde estas se desarrollan”.

Migración y polinización

La predicción y estudio de los vientos sirve para entender las formaciones de nubes, transformaciones climáticas, calentamiento global, tornados y humedad, entre otros. Uno de los acontecimientos más grandes del mundo corresponde a los cambios climáticos, producto de los modificación drástica en la temperatura de las corrientes de viento que viajan de un continente a otro e interfieren en la precipitación de lluvias.

Los cambios atmosféricos disminuyen o aumentan la presión de los vientos del Pacífico

ocasionando sequías o inundaciones, afectando los cultivos. Para Maciá es imposible pensar los territorios de manera aislada, por lo que el viento es una parte fundamental para la transmisión de información biológica, como la polinización. La migración de abejas está afectada por el viento, y la polinización de las plantas está sujetas a la participación de insectos, que calibran su radio de acción según las corrientes de aire.

The Economist ha venido publicando artículos dedicados al impacto de las abejas en la economía y cómo se puede llegar a afectar el equilibrio del ecosistema. En su artículo titulado ‘El declive de las abejas’ mencionan las catástrofes que puede ocasionar la falta de polinización, “erosionando el suelo y aumentando el número de enfermedades”.

Las fábulas del viento

Según Maciá, “los vientos son fenómenos que atraviesan la superficie del planeta. Hacer un estudio sobre la acusmática de los vientos es como hacer una coral que hace que se expanda la mente y se piense un poco más global. Es también una respuesta a los nacionalismos, de moda en la actualidad”.

Por eso creó la serie ‘Fábulas del viento’ en el 2017 como una idea para entender la migración de los vientos que cruzan por los desiertos. Desde entonces el artista colombiano ha grabado en Chihuahua, Bisti/De-Na-Zin Wilderness en el condado de San Juan (EE. UU.) y en el Parque Nacional y reserva Grandes Dunas de Arena, en Colorado (EE. UU.).

Desde esta perspectiva, el escultor colombiano realizó dos visitas a Longyearbyen. (el mayor asentamiento del archipiélago) en las que estuvo más de un mes yendo a diario a buscar las condiciones para grabar el flujo de los vientos en sus afueras, y recopilando información sobre el carácter internacional del lugar.

En palabras suyas, “los elementos de la escultura crean escenarios donde la percepción pone a prueba los límites del conocimiento”. Así, interpreta problemas contemporáneos y busca activar otros sentidos como la escucha y el olfato, para ahondar en formas de interpretación fuera del lenguaje.

*Periodista. Vive en Nueva York.

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Oswaldo Maciá graba sonidos del viento en las afueras de Longyearbyen, en el Circulo Polar Ártico. /Cortesía: Oswaldo Maciá

El Salón Nacional de Artistas vuelve a Bogotá

Luego de 13 años de visitar otras ciudades, este evento, creado en 1940 y que sigue vigente, realizará su edición número 45 en el centro de la capital del país.

El sentido del 45 Salón Nacional es ‘El revés de la trama’, que quiere ser un subtítulo, porque el Salón se propone como una invitación a distintos curadores, artistas y equipos curatoriales para que cada uno proponga su proyecto. Encontramos la idea de la trama, construida por unas relaciones y unas redes. Y, la idea del revés: lo que está detrás, lo que no se ve o lo que está sin estar”, explica Alejandro Martín, director artístico de esta edición del evento, sobre el nombre del mismo.

Con siete propuestas curatoriales, entre el 14 de septiembre y el 4 de noviembre, se presentará el trabajo de más de cien artistas en exposiciones, acciones, performances, residencias, conversatorios y recorridos. “Para mí era importante configurar un equipo que se planteara muchas relaciones diferentes y una manera de trabajar distinta. En ese sentido, quería que el Salón no sucediera solo en las sedes ni que fuera solo exhibiciones de obras puestas en el espacio, sino que existieran muchas dimensiones”, explica Martín.

Este año, la página web del Salón también será permeada por la curaduría. Además, se involucrarán publicaciones, espacios independientes y colectivos. Para Martín, esta edición supuso un reto por ser en Bogotá, “porque, finalmente, es la capital, pero el ‘ecosistema artístico’ ha cambiado muchísimo. Artbo se ha posicionado internacionalmente como la institución artística colombiana y, aunque han hecho muy bien, las ferias son todas prácticamente iguales y su manera de mostrar el arte, para mí, es algo que debemos pensar”.

Para José Horacio Martínez, cocurador de la edición 41, en Cali –que suele ser reconocida como una de las más exitosas– considera que, pese a que el Salón sigue siendo importante, la cercanía a circuitos internacionales reconocidos de eventos como Artbo, Barcú y la Feria del Millón “restan importancia al evento que fue antes el más relevante de las artes plásticas de nuestro país”.

Pese a ello, ‘la vara’ del Salón Nacional sigue siendo alta, así como las expectativas de los artistas, críticos y curadores de arte. El curador independiente Javier Mejía, que trabaja en el Caribe, “espera que sea diverso, con una mirada completa a los artistas de las regiones”. Martín explica que para el desarrollo de esta edición los curadores hicieron una revisión de los Salones Regionales: “El Salón funciona muchas veces como un péndulo. En esa dinámica, esta edición no propone un cambio radical, sino que recoge cosas que se han hecho en las anteriores versiones”.

Wilfrid Massamba, director de la galería African Diáspora, ubicada en Bogotá, espe-

cializada en arte hecho por artistas afrodescendientes, manifiesta que espera “encontrar muchos artistas afrocolombianos, para que sea más diverso, pues en otras regiones de Colombia es difícil desarrollar el arte, la pintura, la fotografía…”. Ante esta dificultad, Steven Guberek, director de la galería bogotana SGR, dice que espera que “al ser en Bogotá, sea mucho más abierto de lo que fue el Salón Nacional en Pereira –el cual le pareció excelente– que tuvo un resultado curatorial interesante, y no que presente una visión centralizada del arte”. Martínez añade que ediciones como las de Medellín y Cali dejaron una profunda huella, y por eso, el reto es superar aquellos trazos.

En ese sentido Martín dice: “Esta iniciativa de los distintos proyectos la armé viendo las cosas más interesantes de salones como el de Pereira o las exposiciones curadas en Medellín”. Destaca que también tendrá un componente internacional (que ha venido apareciendo desde Medellín): “lo interesante es que en las exposiciones se pueden ver distintas señales de cosas que están pasando en el arte, así como propuestas de lo que

debería ser el arte en el futuro, pero no solo en Colombia, sino en el mundo”. Respecto a la validez del Salón en el momento actual, todos coinciden en que es importante que el Salón siga existiendo, pues es una forma de que los artistas que allí participan sean reconocidos. “Si no existiera, ¿dónde se generarían esos espacios?”, pregunta Javier Mejía.

Martín trae a colación una frase de la artista Beatriz González: “‘Qué cambien el Salón como quieran, pero que no dejen de hacerlo’. Con la debilidad de instituciones que tenemos acá es impresionante que siga de pie. Pero, también es algo raro, pues solo los países muy aislados mantienen un salón nacional como evento principal del arte”.

Y es cierto, la mayoría de países han mutado a bienales de arte, con una fuerte presencia de arte internacional. “Si hablas con alguien de afuera sobre el Salón Nacional, la mayoría no entiende y hay que decirles que es la bienal colombiana. Pero, no es igual, porque sigue siendo una exposición nacional, principalmente, que obedece a una historia”, concluye Martín.

Lo que trama el Salón Nacional

Estas son las curadurías que se presentarán en la edición 45 del Salón Nacional de Artistas.

‘Universos desdoblados’

Esta curaduría de La Usurpadora (María Isabel Rueda y Mario A. Llanos) se pregunta por la noción de tiempo y de poder. La exposición, en el Museo de Arte Moderno de Bogotá, propone al visitante versiones disímiles e irónicas de la existencia, que atraviesan el chamanismo y el afrofuturismo.

‘Contrainformación’

A través de dos exposiciones y un recorrido por relieves del centro de la ciudad, en esta curaduría de TransHisTor(ia) (Camilo Ordóñez y María Sol Barón) se revisan y proponen contrarrelatos a la manera cómo se narra el pasado y sus efectos en el presente. Galería Santa Fe y Sala de exposiciones de la Facultad de Artes ASAB.

‘Instancias’

Esta curaduría digital, hecha por Ana María Montenegro, plantea una plataforma expositiva-interactiva, en www.45sna.com.

‘Lenguajes de la injuria’

Luisa Ungar fue invitada a deconstruir la figura del Salón. ‘Lenguajes de la injuria’ se nutre de prácticas ‘performativas’ (sic) y de las huellas que estas dejan. Acciones en la Cinemateca Distrital y Espacio Odeón.

‘Mitopía, el revés de la trama’

A través de conciertos, ferias de publicaciones, talleres, charlas, intervenciones espaciales, los colectivos generan una propuesta construida a muchas voces y regida bajo la filosofía del ‘hazlo tú mismo’ y del ‘hagámoslo juntos’. Curaduría de Adriana M. Pineda. Acciones en L.I.A.

‘Llamitas al viento’

La curaduría de Manuel Kalmanovitz pretende celebrar el feliz encuentro de lo extraordinario en la vida ordinaria, a través de una exposición que retoma elementos de proyectos editoriales, en un diálogo entre dibujos, fotos e impresos. Muestras en El Parqueadero y el Museo de Arte Miguel Urrutia.

‘Lógicas y materialidades de la trama’ Alejandro Martín plantea dos exposiciones: ‘La fábula de Aracne y Arquitecturas narrativas’. Una parte de la fábula narrada en Las Metamorfosis, de Ovidio y referenciada en el cuadro de Velásquez Las hilanderas (ca. 1657), que inspira la exploración del sentido de realidad. La segunda toma como punto de partida la comparación entre un cómic y la ciudad moderna. Museo de Arte de la Universidad Jorge Tadeo Lozano y Centro Colombo Americano.

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Rat Trap, de Bogotá, hace parte de la curaduría ‘Mitopía, el revés de la trama’, desarrollada por Adriana Pineda. RRD. Curaduría ‘Mitopía, el revés de la trama’. Jessica MItrani, (fragmento). Fotos: cortesía del Salón Nacional de Artistas.

Una revisión de los ‘Apuntes gráficos’ de Beatriz González

ArtNexus presenta cerca de 90 obras de la artista colombiana, realizadas con medios mecánicos o digitales como grabado, litografía, serigrafía e impresión digital, desde los setenta hasta ahora.

Pese a que en los más de 50 años de carrera artística de Beatriz González (1938) el público ha podido ver todas las facetas de su trabajo que incluye pintura, dibujo, escultura y gráfica, hasta el momento no se había presentado una exposición retrospectiva dedicada exclusivamente a su obra gráfica.

En el Espacio ArtNexus en Bogotá se inauguró la muestra ‘Beatriz González: apuntes gráficos’, la cual permite acercarse a la riqueza y a la continuidad de la producción gráfica de la artista y conocer cómo, desde los inicios de su carrera, ha tenido un gusto particular por la gráfica y la producción de obra múltiple.

Todos sus trabajos se basan en imágenes impresas y según cuenta Francine Birbragher-Rozencwaig, curadora de la muestra, “todo comenzó con una tarea en clase del profesor Antonio Roda en la Universidad de Los Andes. Debía hacer un cuadro en un mes y faltando días para cumplirse el plazo de la entrega vio un afiche de un detalle de la

Rendición de Breda (1634-35) de Velázquez y decidió pintarlo”.

El cuadro fue bien recibido por su profesor, Antonio Roda, y por la crítica de arte Marta Traba. En ese momento, González se dio cuenta que no podía trabajar del natural sino de material impreso y su obra se convirtió en la “búsqueda del original a partir de la copia”, y desde entonces trabaja a partir de modelos dados, no de modelos vivos.

El público puede ver, hasta el 17 de agosto, una selección de cerca de 90 obras representativas de cada una de las etapas de su carrera provenientes, en su mayoría, de la colección personal de la artista, las cuales son expuestas junto con los facsímiles de los recortes de revistas y periódicos que inspiraron las imágenes representadas en sus obras.

Una de las piezas más destacadas de la muestra, considerada su primera obra explícitamente política, es Decoración de interiores (1981), una cortina impresa en serigrafía en la que aparece el presidente Turbay en un

evento social compartiendo alegremente mientras el país enfrenta graves problemas a nivel social, político y económico.

En otra obra, titulada Plumario Colombiano (1983), González representa varios candidatos presidenciales, incluyendo a Carlos Lleras, Julio César Turbay y Belisario Betancur, coronados con tocados de plumas durante sus campañas políticas en las zonas selváticas del país. Esta pieza critica la falta de compromiso de estos líderes con los pueblos indígenas, a quienes solo los recuerdan en época de elecciones.

Cabe destacar que algunas obras incluidas en la muestra no habían sido expuestas, como es el caso de De: Para: (1970). “Algo que probablemente no se ha visto anteriormente, son los dibujos preparatorios que hacen parte del proceso de producción de la obra gráfica. Es el caso, por ejemplo, de los bocetos para Los reveses de la realeza (1974), Ya llego la fecha I y II (1979) y Túmulo funerario para soldados bachilleres (1986)”, destaca la curadora.

El lado humano de los combatientes

En el 2016, después de intentar por meses entrar en contacto con las Farc desde Bogotá, el fotógrafo británico Malcolm Linton fue una semana a la Habana, donde ocurrían los diálogos de paz. Se presentó amte los negociadores guerrilleros que pudo y explicó su proyecto: un libro con fotografías de guerrilleros rasos para mostrar su cotidianidad y cómo esta cambiaba durante el proceso.

Regresó a Colombia sin respuesta. Pero, luego de un mes, recibió un correo que decía que consentían que visitara un campamento. Llegó a la selva con la documentalista Emily Wright, a una escuela de entrenamiento para combatientes escogidos como futuros líderes, pocos días antes de que el gobierno y las Farc firmaran la paz. Allí hablaron con casi todos los 80 guerrilleros que la habitaban, autorizados por el comandante regional, quien además invitó a los ‘rasos’ a que conversaran con ellos. Estuvieron tres semanas en el campamento.

Linton sostiene que deshumanizar la contraparte es un elemento básico del conflicto, porque cierra la puerta a la empatía, fomenta el odio y legitima la brutalidad. Por eso quería mostrar el lado humano de personas que, en su momento, entraron a la guerrilla

El resultado es un libro con 70 fotografías en blanco y negro con fotos de la vida diaria de hombres y mujeres. Está lejos de ser una descripción de la guerra o de las Farc de entonces, como él mismo dice, pues no era ese su objetivo, “ni es una defensa de su ideología o sus acciones”. Simplemente, muestra lo que vio. Por eso aclara que ninguna de las fotos fue posada o construida y que, incluso, bajaba la cámara cuando alguien parecía reaccionar ante ella.

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‘Decoración de interiores’ es una de las cerca de 90 obras representativas de las etapas de la carrera de Beatriz González seleccionadas para la exposición. Portada de ‘Metamorfosis: Guerrilleros en busca de la paz’, de Malcolm Linton. Villegas Editores. Diego Guerrero /Arteria /ARTERIA

Odeón

BOGOTÁ Espacio

Beatriz Santiago Muñoz: ‘Rodarán cabezas’ Santiago Díaz Escamilla: ‘El espacio entre las cosas’ Hasta agosto 24

La puertorriqueña Beatriz Santiago Muñoz presenta un proyecto inédito que consiste en una propuesta de cine expandido: una instalación en la que el espacio se usa como estudio de edición y el filme se construye allí mismo. La pieza reúne imágenes tomadas en Puerto Rico y en las Islas Salomón, dos lugares que se encuentran casi en las antípodas, pero que tienen en común una historia de colonización, ocupación militar y resistencia. El bogotano Santiago Díaz Escamilla presenta una videoinstalación en la que explora la relación entre el sol y el centro de la tierra, hecha apartir de imágenes de viajes a zonas volcánicas. Esta exposición hace parte del Programa de Artista Emergente del Espacio Odeón.

BOGOTÁ

A Seis Manos

Katherin Santamaría: ‘Cataclismo’ Hasta agosto 10

‘Cataclismo’ muestra tres libros, 11 cuadros con ilustraciones y fotografías, y 67 separadores. Las obras surgen de una reflexión de la artista Katherin Santamaría acerca del medio ambiente y la inconsciencia humana por la contaminación y el consumismo.

BOGOTÁ

Biblioteca Luis Ángel Arango

Patricia Londoño Vega y Karim León Vargas: ‘Un mundo de mariposas’ Hasta diciembre primero

Esta exposición reúne imágenes sobre las mariposas, provenientes de las colecciones del Banco de la República: la BLAA (Bogotá), la Colección Filatélica (Medellín) y la Colección de Arte (Bogotá). La selección se complementa con obras de otras bibliotecas nacionales y extranjeras.

BOGOTÁ

OjoRojo Fábrica Visual

Carlos Villalón: ‘Coca: la guerra perdida’ Hasta agosto 24

La exhibición muestra 45 fotografías a color en varios formatos, del libro homónimo Coca La Guerra Perdida en el cual se explora la coca como planta sagrada e insumo de la cocaína. Curadas por Fabio Cuttica, las imágenes retratan a los pobladores del río Igara Paraná, los Murui Muinai, en la amazonía Colombiana, desde donde la planta comienza su viaje de transformación hasta Nueva York, pasando antes por Bolivia, Chile, Ecuador, Perú y México.

El Museo presenta 15 obras en técnica mixta con diferentes temas, de diez artistas: Martha Caycedo, Jordi Rollán, Emilia Castañeda, Josep Cruañas, Pepa Poch, Francesc Artigau, Lluís Ribas, María Navarro, Yula Ivanovna y Andreu Aguilar. El Cercle Artístic es una Institución histórica y referente cultural de Barcelona (España), fundada en el año 1881. Posteriormente, en el año 1916, el rey Alfonso XIII le concedió el título de Reial Cercle Artístic.

PEREIRA

Museo de Arte de Pereira Santiago Rueda: ‘Una línea de polvo. Arte y drogas en América Latina’ Sofía Gaviria: ‘Cartografías de la espera’ Exposición colectiva: ‘Murmurio’ Sociedad Colombiana de Arquitectos: ‘Bienal de arquitectura y urbanismo’ Hasta octubre 20

‘Una línea de polvo’ presenta los resultados de la investigación del

sobre el tema de las sustancias psicoactivas desde las artes visuales. La muestra incluye obras en distintas técnicas de 56 artistas. ‘Cartografías de la espera’ muestra fotografías de la artista pereirana Sofía Gaviria. Este proyecto nació a partir de la imagen de unos hombres trepados en el muro que separa a Marruecos de España, quienes esperaron ocho horas subidos para entrar a España. ‘Murmurio’ presenta obras de 32 artistas que abordan la sociedad y la política de Colombia, en distintos formatos. La XXVI Bienal Colombiana de Arquitectura y Urbanismo 2018 presenta trabajos cuya calidad contribuye a preservar y mejorar los valores urbanos, históricos, ambientales, sociales y culturales del medio en el cual han sido realizados.

MEDELLÍN

Alianza Francesa Medellín Draison Murillo:

‘La libertad del dibujante’ Clara Inés Velásquez: ‘Cosmogonía de un tapiz’ Hasta agosto 17

‘La libertad del dibujante’ muestra 9 dibujos a lápiz con técnica mixta sobre papel de la serie ‘Pelea, crimen y castigo’. La exposición fue curada por Saúl Álvarez. ‘Cosmogonía de un tapiz’ propone un recorrido por el dibujo, el ensamble y la costura. La muestra fue curada por Alberto Hugo.

El artista peruano, conocido como Entes, presenta esculturas y pinturas que hace usando Strappo, una técnica para extraer imágenes de murales, que usa para llevar al MAC grafitis de muros urbanos. El colectivo Studio 101 presenta collages, proyecciones y fotografías que invitan a pensar en otros mundos posibles.

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Créditos fotográficos: Cortesía MAC Cortesía del espacio SANTA MARTA Museo Bolivariano de Arte Contemporáneo Reial Cercle Artistic: ‘De Barcelona a Santa Marta’ Agosto 14-octubre 2 Cortesía: Archivo Reial Cercle Artístic.
Medellín
Museo
Contemporáneo de
descolonizado’ Studio
ficcionales
agosto
Créditos fotográficos: Cortesía Alianza Francesa de
BOGOTÁ
de Arte
Bogotá (MAC) Entes: ‘Manifiesto
101: ‘Variantes
sobre una sola oscilación’ Hasta
24
/Cortesía Espacio El Dorado curador Santiago Rueda Lugares de arte amigables con los perros Katherin Santamaría /Cortesía del espacio (Detalle) Cortesía: Biblioteca Luis Ángel Arango (Detalle) Créditos fotográficos: Carlos Villalón / Cortesía OjoRojo Fábrica Visual (Detalle)

MEDELLÍN

La obra de este artista estadounidense se verá por primera vez en Colombia en las salas A, B y Sala de fundiciones. La muestra organizada por el MAMM y Dia Art Foundation es una experiencia fenomenológica en la que la obra debe ser encontrada por los espectadores, más que vista.

Adriana

Delia Gugat: ‘Obra huésped’ Ómar Rayo: ‘Humor gráfico, pinturas, dibujos e intaglios’ Hasta septiembre 13

Karen Lamassonne exhibe su obra gráfica y acuarelas que muestran un recorrido por los lugares habitados y vividos. Adriana Marmorek expone obras sobre ser mujer, sus sentimientos, pérdidas y sufrimiento. El museo presenta ‘Humor gráfico, dibujos, pinturas e Intaglios’ de Ómar Rayo. En los jardines de esculturas del museo se ven obras de artistas como Negret, Ramírez Villamizar, Hoyos, Hernández, Azout, Caro, Castles, Hakim, Gutiérrez Lega, Machado, Bartelsman, Miguel Castillo, Hugo Zapata, Pepe Toledo, Mario Vélez y Ómar Rayo

BOGOTÁ

Museo Nacional de Colombia

Exposición colectiva: ‘1819, un año significativo’ Hasta agosto 18

Esta exposición, conmemorativa del Bicentenario de la Independencia, agrupa memorias de personas que vivieron ese año. Treinta personajes dan a conocer sus perspectivas sobre 1819. La exhibición muestra textos y objetos que evocan a cada grupo social al cual pertenecen dichos testimonios.

BOGOTÁ

Museo de Arte Moderno de Bogotá (Mambo)

Erwin Kraus: ‘El sosiego de la montaña colombiana’ Hasta agosto 3

Ícaro Zorbar: ‘Extrañando al fantasma’

Ana María Millán: ‘Elevación’

Alexandre Dang: ‘Flores solares en movimiento’

Hasta septiembre primero Lydia Azout: ‘Estructuras del vacío’ Hasta septiembre 15

El bogotano de ascendencia alemana Erwin Kraus exhibe fotografías de parajes en montañas colombianas. Zorbar muestra nueve instalaciones que abordan la naturaleza artificial de lo técnico y el rasgo humano implícito en la máquina. Millán muestra una animación 3D y retratos en acuarelas, resultados de un juego de rol. El francés Dang instaló en las ventanas del museo flores mecánicas que se mueven con la luz del sol. Azout presenta sus esculturas transitables a la entrada del Mambo.

MEDELLÍN

Centro Colombo Americano

Su Tomesen: ‘Street Vendors’ Agosto 6 al 25

Su Tomasen /Cortesía del espacio

El holandés presenta una videoinstalación creada a partir de imágenes de la vida cotidiana de comerciantes informales de América, Europa, Asia y África que Tomesen lleva registrando desde hace seis años. Las imágenes retratan a estos personajes y las composiciones repetitivas que se pueden ver en sus puestos de trabajo.

IBAGUÉ

Museo de Arte del Tolima – MAT Raúl Álvarez: ‘Esculturas’ Hasta septiembre 30

Álvarez es un escultor de láminas de metal, sobre todo de hierro oxidado o pintado, aunque también tiene trabajos en acero inoxidable. Son una excepción algunas piezas en las que combina la lámina de hierro con la lámina de acero. En las esculturas de Álvarez el espacio es importante, destaca el vacío, que forma parte importante del todo escultórico.

BOGOTÁ

Museo Santa Clara Viviana Arce: ‘El púlpito como campo de batalla’ Julio 25-septiembre primero

Esta muestra surge a partir de investigaciones de la historiadora Viviana Arce, quien reflexiona sobre las posturas que asumieron los sacerdotes ante el proceso de Independencia, ocurrido entre 1808 y 1819. A través de un montaje contemporáneo, los públicos podrán apreciar 22 piezas pertenecientes al patrimonio colonial e interactuar con piezas sonoras desarrolladas especialmente para la exposición.

MONTERÍA

Museo Zenú de Arte Contemporáneo Bernardo Salcedo: ‘Hectáreas y púas’ Agosto 8 al 26

Esta muestra, curada por Cristo Hoyos, está dedicada al artista Bernardo Salcedo (19392007) y, principalmente, a la pieza Hectárea de heno, creada en los setenta y considerada una de las primeras instalaciones del arte conceptual colombiano. Fue presentada en la Bienal Coltejer 1970. Complementan esta exposición obras como Primera Lección, Frases de Cajón y una serie de reflexiones, textos y respuestas que han incidido en el quehacer del artista y sus claridades sobre el arte y el medio.

BUCARAMANGA

Museo de Arte Moderno de Bucaramanga

Exposición colectiva: ‘DE LOCALSalón de Artes Visuales’ Hasta agosto 31

Walter Gómez Céspedes curó esta exposición con la intención de generar un diálogo entre la colección del museo y las obras escogidas para esta tercera versión de la convocatoria. Obras de 35 artistas conforman esta exposición, cuya convocatoria tuvo tema y técnica libre, por lo que hay obras en diversos soportes.

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Cortesía: Museo Rayo Cortesía: Museo Nacional de Colombia ROLDANILLO Museo Rayo Karen Lamassonne: ‘Acuarelas’ Marmorek: ‘Videos, fotografías y objetos’ /ARTERIA Créditos fotográficos: Margareth Bonilla. (Detalle) Cortesía: Museo Santa Clara. (Detalle) Fotografía: Rafael Moure/Archivo Hernán Díaz. 1975 /Cortesía del espacio (Detalle) Créditos fotográficos: Archivo MAMB Museo de Arte Moderno de Medellín (Mamm) Dan Flavin: ‘Espacio y luz’ Hasta octubre 6 Fotos: Bill Jacobson Studio, Nueva York /Cortesía Dia Art Foundation, Nueva York.

Sección conducida por Humberto Junca Casas.

Alberto Lezaca

Artista plástico

Humberto Junca: ¿Recuerda alguna experiencia educativa tanto fuera como dentro del salón de clase, que haya sido fundamental para usted?

Alberto Lezaca: Mi mamá, Zahyra De Paz, fue durante mucho tiempo dibujante de arquitectura. Ella tenía su estudio en casa y allí, junto a su equipo, desarrollaba proyectos para diferentes compañías. En ese estudio, como con ocho años, me enfrenté a procesos como el dibujo o la maquetación. En ese momento, la década del ochenta, los planos se hacían sobre pergamino, a punta de rapidógrafos, plumillas y reglas paralelas.

Todo el trabajo era manual y se necesitaba de una destreza suprema. Mi mamá trabajaba sobre mesas de dibujo con una cantidad de herramientas que, creo, siguen siendo sofisticadas y dibujaba de una manera muy precisa, pues cualquier error ocasionaba la pérdida de la plancha completa. Era un proceso muy delicado y a mí me parecían esos dibujos muy bellos, muy complejos.

H.J.: Por eso algunas de sus piezas parecen citas arquitectónicas.

A.L.: Claro. Atestiguar aquel proceso me marcó mucho. Siempre he visto los planos arquitectónicos como dibujos, no como algo funcional. Incluso, las maquetas me resultaban muy interesantes porque tenían una escala de juguete. Por supuesto, no podía ni tocarlas. Creo que al tener esa distancia, mi relación con las maquetas y mi interés por lo espacial se potenció. De niño me ponía a pensar ¿por qué vivimos en un objeto como este edificio? y, ¿por qué estando dentro de este gran objeto, no nos damos cuenta de él?

H.J.: ¿Quiso estudiar arquitectura?

A.L.: Nunca pensé ser arquitecto. Quizás porque tuve otra experiencia importante anterior, que le debo a mi abuelo materno, Alfonso De Paz. Él era médico y pintor aficionado. Cuando yo tenía unos 6 años me propuso darme clases de pintura y durante unas vacaciones fui a su casa a pintar al óleo. Él me enseñó a preparar los lienzos, a bocetar y a aplicar el pigmento. Creo que esa libertad, esa expresividad que encontré en la pintura me acercó más a las artes.

H.J.: Cuénteme del colegio.

A.L: Hice la primaria y gran parte del bachillerato en el Refous y terminé en el Juan Ramón Jiménez. Obviamente, las clases relacionadas con arte eran las que más disfrutaba. En el Refous despertó mi interés por la música gracias a una clase que dictaba el rector, Roland Jeangros. Él reunía varios

cursos en el ‘Gran salón de matemáticas’ y se sentaba frente a un equipo de sonido a poner música. Nunca habló, nunca dijo nada. Simplemente se sentaba a ponernos música. Ni siquiera presentaba a los intérpretes o las piezas que tocaban. Después me enteré que allí había escuchado a Debussy, a Satie, a Mozart. Esas clases duraban dos horas, una vez por semana. Eran muy extrañas.

H.J.: ¿Se podía dibujar o escribir mientras?

A.L.: No. El Refous era un colegio muy estricto, con una disciplina muy fuerte y en esas clases no se podía hacer nada. Uno se tenía que sentar en silencio y escuchar. De niño no entendía muy bien qué estaba pasando. Más aún porque, como le dije, Jeangros nunca pronunció palabra en esa clase. Cuando terminé el bachillerato no sabía si estudiar artes o música, porque además, en los últimos años del colegio, hice parte de un grupo, con Manuel Kalmanovitz, en la guitarra; Manuel Romero, en la voz; mi hermano, en el bajo, y yo, en la batería.

Creo que ese grupo no tuvo nombre, pero sí había como una regla cuando ensayábamos y era que no queríamos tocar de la misma manera en que lo hacía todo el mundo y por eso ni el bajo, ni la guitarra tenían que estar siguiendo a la batería, ni la voz tenía que estar pendiente de los demás. Nunca llegamos a componer canciones porque cada vez lo que pasaba era distinto, el ánimo era diferente y no teníamos la obligación de

que sonara igual al ensayo anterior. Todos estábamos en el colegio, con excepción de Manuel Romero, que ya estaba en la universidad. Eso debió ser en 1988.

H.J.: ¿Qué música escuchaba entonces?

A.L.: Me gustaba mucho Sonic Youth. Por un lado tenían un sonido cómo cercano al punk, pero, al mismo tiempo, eran muy extraños. Tenían algo de estructura, pero, a la vez, tocaban con mucha libertad. Me gustaba mucho su primer LP ‘Confussion Is Sex’. Lo mandé grabar en las casetas de la 19. Era chévere ir allá: si uno no tenía dinero suficiente para comprar el disco, se podía mandar grabar en casete, y ya.

H.J.: ¿Cómo conoció las casetas de la 19?

A.L.: Con Eduardo Martínez, el hermano de Germán Martínez, nos tocó la misma ruta de colegio y, al ser vecinos y estudiar en el mismo lugar, nos hicimos muy amigos. Yo tendría unos 12 años cuando empezamos a ir a las casetas de la 19. Fue una experiencia muy interesante. Allá se reunía toda la escena del rock de Bogotá.

H.J.: ¿En qué año ingresó a la universidad?

A.L.: Entré a Los Andes en 1991 a estudiar artes. Y pese a que los primeros semestres me fue muy bien, no me sentí a gusto, pues encontré una escuela que todavía estaba muy amarrada a lo tradicional. Por supuesto

me interesaba la pintura, pero, además, ya sabía que existía la música y el video experimental, gracias a unos VHS que también conseguí en la 19, y yo ya quería empezar a mezclar categorías. Pero la escuela de Los Andes era muy convencional para eso. Las clases de pintura eran de pintura y un escultor, por ejemplo, no hablaba de pintura porque sentía que se estaba metiendo donde no era. Y ni siquiera habían clases de video. Entonces, me retiré de la universidad y con una amiga de la carrera, María Posse a quien le decían ‘La Toti’, y su novio ‘El Mono’, montamos un bar en Teusaquillo llamado Vértigo Campo Elías.

Pero, después del primer fin de semana, no nos entendimos y me llevé mis cosas para armar otro bar, que abrí mes y medio después, y que se llamó TVG, acrónimo de “televisión gore”. En ese entonces montar un bar no era tan complicado. Empecé a buscar un lugar y encontré un local que había sido de un grupo de teatro. Era como una bodega con un escenario, así que el espacio estaba casi listo. Pedí prestado algo de dinero, compré un equipo de sonido grande y ya. Como le decía, a mí me costó mucho trabajo entender las dinámicas del colegio y con la universidad me pasó lo mismo. No entendía porqué las cosas no se podían cruzar. Por eso pensé TVG como un lugar donde la gente pudiera tocar y experimentar, mezclar géneros y sonidos. En la inauguración tocó Hora Local, y luego grupos como Estados Alterados y Nueve.

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Pocas veces se les pregunta a las personas que trabajan en el mundo del arte sobre su formación, sus maestros, sus compañeros de clase o su relación y posición frente a las instituciones educativas, como si los artistas hubiesen aprendido solos y sus reacciones frente a estos edificios de poder fueran algo circunstancial. Aquí se demuestra lo contrario. Desde que estudiaba en la universidad, Alberto Lezaca ha mezclado técnicas y géneros, y se ha dedicado a la experimentación en electrónica para hacer arte. /Cortesía

Este último era un proyecto raro, medio atmosférico, el guitarrista tenía un tiple eléctrico que pasaba por unas distorsiones. Al darle espacio a estos grupos para tocar, quería crear una escena diferente, que no fuera ni metal ni punk, sino otra cosa. TVG duró casi año y medio. Pasado ese tiempo, yo ya estaba un poco agotado de estar viviendo dentro de un bar y lo cerré.

H.J.: ¿Aprendió algo siendo dueño del bar?

A.L.: Que siempre se necesita de un espacio, un lugar que permita ver o escuchar lo que la gente está haciendo. Sin lugar, sin escenario, sin espacio, sin “escena”, no hay nada. Y está claro que esa “escena” no está únicamente formada por las personas que hacen arte o música. También está ahí el público o quienes hacen una revista o los que hacen un programa de radio o quienes consiguen los espacios y organizan eventos, exposiciones o festivales.

H.J.: ¿Qué hizo después de TVG?

A.L.: Cuando cerré el bar decidí ponerme a hacer música, en parte impulsado por dos grupos: Throbbing Gristle y Front 242. Esas bandas fueron claves para mí. Throbbing Gristle tenía como esa cosa electrónica, ruidosa, experimental, casi anarquista. Y Front 242 proponía una cosa también agresiva, pero más organizada, secuencial, estructurada. Así, comencé a investigar qué tipo de instrumentos y aparatos usaban, y con un dinero que había ahorrado me compré mi primer sintetizador, una caja de ritmos y un computador Amiga 500. Trabajar con ese computador fue fundamental en mi formación como artista. Antes de que existiera Unilago, había unas tiendas de computadores sobre la calle 116, abajo de la 15. Me fui para allá y pregunté por un computador con el que pudiera hacer música, video y animación. La gente me miró muy raro. Recuerdo que algunos me decían “los computadores no son para hacer eso”.

No tenía idea de computadores, pero cuando me mostraron lo que el Amiga 500 podía hacer, me rompió la cabeza. Era exactamente lo que estaba buscando. Entonces, me aislé del mundo para estudiar en profundidad en qué consistía la síntesis de sonido. Como los programas que conseguí eran de segunda o tercera mano, me llegaban sin instrucciones y por eso me tocaba, a punta de prueba y error, desarmar paso a paso todo un sistema para poderlo entender.

Lo mismo ocurrió con el uso de los sintetizadores. Ese proceso de tener que abrir algo que en principio me llegaba cerrado, sin manuales, ni tutores, fue una escuela formativa fundamental. Años después, en 1995, junto a Camila Corredor, editamos en CD, en nuestro propio sello, Signo Autómata, el primer larga duración de nuestro grupo, al que llamamos Mala Muerte.

Aquel disco recogía todo el trabajo de cuatro años, incluyendo un par de demos que habíamos sacado en casete. Curiosamente, en ese momento muchas personas que entraron conmigo a Los Andes se estaban graduando, pero no me sentí mal. Yo estaba orgulloso de haber hecho aquel disco. Tenía claro que si quería ser artista tenía que encontrar mi camino y en eso estaba. Duré casi cinco o seis años haciendo música, tocando, metido en esa escena de la música electrónica y experimental underground. Incluso ayudé a grabar a otros artistas. Hasta que el techno se volvió popular, se volvió comercial. Por eso comencé a tomar distancia y, curiosamente, por aquel entonces, el pénsum de Los Andes cambió.

Alguien me llamó y me dijo que habían hecho toda un área de medios electrónicos. Así, en 1997 regresé a la universidad, muy entusiasmado. Sin embargo, me encontré con que los profesores del área eran muy jóvenes y, si bien tenían conocimientos instrumentales, no tenían ni la experiencia ni la profundidad plástica y conceptual que

podía tener un profesor de pintura. Esas clases eran terriblemente técnicas y superficiales. Reaccioné escribiendo una carta al comité curricular donde decía que no quería seguir atrapado en esa sola línea de medios electrónicos y que quería tomar las mejores clases de cada una de las áreas del pregrado, incluyendo ‘Plásticas y proyectos’, y que al final vieran cómo me graduaban. Afortunadamente la Universidad accedió. Gracias a eso vi clases de video, de pintura y grabado.

El interés que tuve desde un principio por mezclar todo dio frutos. A mí los límites me molestan. Cada vez que veo un límite, me pregunto si lo podemos saltar, si lo podemos romper y cómo. No entiendo porqué proteger, arrinconar ciertas prácticas artísticas. Lo artístico debe estar abierto, desprotegido, debe cruzarse y actuar con todo lo demás.

H.J.: ¿Qué clases recuerda de su segunda temporada en Los Andes?

A.L.: La clase con Danilo Dueñas fue muy importante. Llegaba con unos textos escritos, como reflexiones, cosas que venía pensando y los leía en clase. Eran ideas muy sofisticadas y complejas, y muy personales. Las clases se extendían en el tiempo, porque después resultábamos en la casa de alguien hablando sobre lo tratado. Y lo que me sucedió es que algunas de esas ideas las entendí meses después, trabajando en mi estudio. Él me ayudó a aclarar muchas dudas. Pero su estrategia no era aclararlo todo. Su pedagogía no estaba basada en la explicación. No sé bien cómo decirlo, pero mucha de la información que nos daba estaba encriptada, como en una especie de núcleo que se abría en el momento en que uno estaba trabajando. Como que a través de pensar y trabajar uno llegaba a entender qué dijo. Nunca me había sucedido algo así. Y fue revelador.

H.J.: ¿Qué hizo usted de tesis?

A.L.: Una instalación interactiva en la que había video, pintura, sonido, fotografía y escultura. Con la decisión de moverme por la carrera a mi antojo, abrí un espacio en que, por ejemplo, en las clases de pintura entregaba instalaciones donde, además de pintura había video y fotografía. Agradezco mucho a la universidad que me haya dejado actuar así y está claro que desde ese momento estoy haciendo lo que me gusta: el encuentro de diferentes lenguajes y medios.

H.J.: ¿Cómo llegó a la docencia?

A.L.: Comencé a dar clases en la Nacional, en 2002, gracias a una exposición en Espacio Vacío, por invitación de Jaime Iregui, quien fue mi jurado de tesis. En aquel momento estaba trabajando con edición de sonido y video en tiempo real. Recuerdo que él estaba muy preocupado porque eran las tres de la tarde del día de la inauguración y yo no había llegado ni llevado nada, pero era porque esa muestra tenía más que ver con un concierto o una performance sonora, que con una exhibición. Aparecí con un AKAI MPC 2000 que es un sampler con caja de ritmos; un computador, unos videoproyectores, un sistema de sonido alquilado, y monté todo eso.

Esa exposición se llamó ‘Nogram’, nombre del colectivo que tuve durante mucho tiempo con Camila Corredor. A raíz de esa exhibición, de esa pieza que fuimos mezclando con Camila, en vivo y que no se sabía si era un concierto o videoarte o qué, me invitaron a dar clase de arte sonoro en la Escuela de Cine y Televisión de la Nacional. En esa Escuela hay una línea de arte y nuevas tecnologías y siempre he estado ahí.

H.J.: ¿Qué ha aprendido siendo profesor?

A.L.: Que el arte es imposible de enseñar. Lo único que uno puede hacer es crear un espacio de duda donde se cuestione tanto lo que la academia propone, como lo que los estudiantes esperan encontrar en ella. Si todo eso está en duda hay posibilidad de transmitir algo. Por otro lado, he aprendido que todas las personas tienen algo interesante qué decir. A mí no me preocupa tener estudiantes supuestamente poco creativos, o no tan diestros. Siempre trato de brindarle a todos el mismo tiempo y el mismo espacio, enfocándome en eso valioso, en eso interesante que tiene cada uno. Si uno logra encontrar esa virtud, esa potencia y la amplifica y fortalece, el resultado es sorprendente.

19 ARTERIA Ed. 69 Agosto - Septiembre 2019 SAN DIEGO •Septiembre 7 CHAPINERO •Agosto 17 TODOS LOS SABADOS •Entre septiembre 14 a noviembre 4 SABADO •Septiembre 21 www.periodicoarteria.com Un programa de: ¡Prográmese para las actividades de ArteCircuitos en agosto y septiembre! @arteria_ @periodicoarteria arteriap Mayor información:
‘Origen del ruido’. ‘Reconstrucción de Merzbau’. /Cortesía /Cortesía

Galerías

BOGOTÁ

Aurora

Espacio para el Arte y el Diseño Aníbal Vallejo y Fidel Álvarez: ‘Construcciones abstractas’ y ‘Aflora’ Agosto 22-septiembre 27

En su exposición el artista busca valerse de la transgresión de medios y lenguajes. Desde 2013 ha desplazado sus intereses nuevamente hacia la abstracción y el minimalismo, que son referentes de esta muestra. ‘Aflora’ se compone del más reciente trabajo realizado por el artista mediante pintura sobre papel de facturas, con el cual reflexiona sobre realidades sociales, la economía formal e informal. Presenta cerca de 18 pinturas en pequeño, mediano y gran formato.

BOGOTÁ

La Balsa Arte

Jorge Marín: ‘Sobre héroes y monumentos’

Hasta agosto 22

Esta muestra, conformada por libros intervenidos, pinturas en técnica mixta, telas estampadas y papel moneda, habla de la historia de Colombia, tema recurrente en la obra del artista antioqueño. A través de la sátira, esta exposición, curada por Ana Patricia Gómez, explora las representaciones de los próceres y notables del país.

BOGOTÁ

Crispeta Galería

Mario Orbes: ‘Efectos espaciales’

Hasta septiembre 24

Proyecto ‘Bogotá’

Hasta agosto 16

Presenta una serie de ocho piezas de pintura instaladas en el espacio, elaboradas por el artista, quien, tras una indagación del espacio público y social de la localidad de San Cristóbal (Bogotá) se detuvo en la observación de los usos de la pintura en las fachadas y espacios sociales de la ciudad. La muestra es curada por Ricardo Aponte. El proyecto ‘Bogotá’ reúne trabajos de arte, música, literatura, diseño y gastronomía, bajo la premisa de presentar a la capital como base creadora y de inspiración artística.

BOGOTÁ

Galería Nueveochenta Arte Contemporáneo

John Castles y Jordi Teixidor: ‘Los límites del vacío’ Agosto 24-septiembre 25

La exhibición es una propuesta antológica y temática, que pone en relación dos cuerpos de obra distintos. Ambos artistas confluyen en la investigación del límite como fundamento para poder concebir, aproximar y trabajar el vacío.

BOGOTÁ

Galería La Cometa

Antonio Puri: ‘Visiones en concreto’ y Audino Díaz: ‘Naturaleza oculta’ Hasta septiembre 6

El trabajo del artista, nacido en India, pretende mostrar la materialización de la búsqueda de identidad frente al universo. Trata de abordar el entendimiento de la existencia física y el infinito que habita en el interior.

Está compuesta por pintura, escultura e instalación, que muestran el estrecho lazo del artista con la arquitectura y, en particular, con el trabajo desarrollado por Le Corbusier. La obra del artista venezolano Audino Díaz consiste en rescatar a la naturaleza de una prisión cultural, gracias a la exposición y la réplica de la dimensión primaria de los objetos.

BOGOTÁ

Guerrero Espacio Galería Exposición colectiva: ‘Accidentes formales’ Hasta agosto 17

Con esculturas, fotografía digital y análoga, videos y dibujos, ‘Accidentes formales’ analiza cómo, a partir de la experimentación con la materia, la investigación y la reflexión sobre el entorno surgen accidentes que se consolidan en una propuesta artística. Artistas como Juliana Saavedra, Dayanna Forero, Sergio Calderón, Mariana Villafrade, Sebastian Cabrales y Juan Diego Saldaña dialogan con la ciudad, la inmediatez y la fragilidad que encuentran en su cotidianidad.

BOGOTÁ

Galería Espacio Alterno Uniandinos

Mónica Llorente y Mateo Zúñiga: ‘Encuentros entre sombras y flores’ Hasta agosto 30

Expone los trabajos en pintura de estos artistas, quienes ganaron una residencia artística del capítulo de arte de Uniandinos, cuyo propósito es impulsar las carreras artísticas de los egresados de la Universidad de los Andes. Durante dos meses, ambos artistas tomaron un taller para finalizar su proyecto y compartir e intercambiar con otros artistas que trabajan en esta institución.

BOGOTÁ

Galería El Museo Exposición colectiva: ‘Del objeto al sujeto: de la tradición escultórica a la contemporaneidad’ Hasta septiembre 9

Participan más de cincuenta artistas colombianos y del exterior, y cuenta con Sebastián Dávila (Bogotá, 1981) como artista invitado a la sala de proyectos. Presenta diversos enfoques de la escultura y del objeto escultórico, como la pluralidad de materiales tradicionales (piedra, cerámica y madera) y experimentales (concreto, parafina, ladrillo y plástico, entre otros). Además de los acercamientos clásicos a la escultura, también se exhiben propuestas contemporáneas, que incluyen ensamblajes ready-made y el uso de objetos encontrados que referencian distintos ejes temáticos.

BOGOTÁ

Rincón Projects

Camila Salame: ‘Yo ya no soy yo, ni mi casa es ya mi casa’ Hasta septiembre 6

La artista bogotana usa medios y materias poco convencionales, a través de los cuales busca crear relaciones semánticas y poéticas que evocan distintas narrativas.

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Cortesía: Aurora Cortesía del espacio Cortesía: La Balsa Foto: Luisa Melo /Cortesía Uniandinos Cortesía del espacio Foto: Cortesía del espacio Cortesía: Galería El Museo Foto: Mario Orbes /Cortesía del espacio Lugares de arte amigables con los perros Cortesía: La Cometa

BOGOTÁ

Tipia LAB

Exposición colectiva: ‘Fotografía alternativa –Imágenes hechas a mano’ Hasta septiembre 5

Las piezas de esta muestra fueron desarrolladas durante talleres sobre procesos fotográficos de los siglos XIX y XX. Está compuesta por 54 piezas fotográficas realizadas en papel y en vidrio. Con cita previa.

BOGOTÁ

Montealegre

Galería de Arte

Silvana Pabón y Ángelo

Dulay: ‘Mundos externos’ Septiembre 12 al 28

En esta muestra, ambos artistas presentan trabajos que buscan el análisis introspectivo del ser humano. Mientras que Ángelo Dulay plantea el problema psicológico que produce el cambio de niño a adulto, Silvana Pabón se enfoca en la expresión de los ojos, pues considera que son la esencia de cada ser humano y la revelación de la verdad y el alma.

BOGOTÁ

BOGOTÁ

Sketch

Mateo Zúñiga: ‘Miraflores’ Hasta septiembre 5

El artista crea imágenes basadas en tendencias posmodernistas y de posguerra, con un enfoque multidisciplinario. La obra parte de la observación y creación de espacios, atmósferas e instantes.

Beatriz Esguerra Arte Exposición colectiva: ‘Sobre el papel’ Julio 27-agosto 23

Esta exposición explora la presencia y el rol del papel en el arte, un elemento tradicional y multifacético. Son 60 piezas bidimensionales en distintas técnicas y de varios tamaños, que trabajan una amplia gama de tipos de papel. Exponen artistas como Carlos Alarcón, Pablo Arrázola, Teresa Currea, Santiago Uribe-Holguín, Adriana Cuellar, Ana María Lozano, María Lucía Peña y Lorenza Rodríguez.

MEDELLÍN

La Balsa Arte

César del Valle Cardona: ‘Diurno’

Junio 27-agosto 9

El artista hace seguimiento a la inquietud de explorar la línea y el plano como estructurantes del espacio, el cual, en su trabajo, es concebido como un contenedor susceptible de ser intervenido por planos ideales abiertos a la percepción del espectador. La obra parece sintetizar la idea de Kandinsky esbozada en ‘Punto y línea sobre el plano’, aproximándose a la reducción de los elementos a su expresión mínima posible.

CARTAGENA

Galería Santo Domingo D’Arte

Pierre Daguet: ‘¡Vive, Pierre Daguet! Legado y memoria’ Hasta agosto 30

En esta muestra, curada por Luis Carlos Martínez y José Gregorio Puello, se exhiben paisajes de distintas épocas, bocetos, desnudos femeninos, documentos y momentos.

Son 22 piezas artísticas, entre ellos óleos, archivos fotográficos, catálogos del restaurante Capilla del Mar y dibujos sobre papel.

BOGOTÁ

La Galería

Carlos Castro: ‘Mythstories’

Agosto 8 al 30

El artista exhibe dos de sus más recientes proyectos. ‘Mythstories’ reúne mitos acerca de hechos que han afectado a Colombia recientemente, pero que han sido ignorados en el relato histórico. Estas imágenes son representadas por medio de gobelinos bordados de gran formato. ‘El dolor que creamos’ es una reflexión acerca del dolor físico y emocional, tomando como referencia imágenes de vitrales y grabados medievales.

BOGOTÁ

Galería Espacio El Dorado Exposición colectiva: ‘Estados de la mirada’ Hasta septiembre 5

A través del trabajo de artistas como Ever Astudillo, Leonel Castañeda Galeano, María José Chica, María Leguízamo y Ana Claudia Múnera se estudian las distintas edades de la imagen, clasificadas como captura fotográfica, imagen precinemática, imagen en movimiento e imagen posdigital.

MEDELLÍN

Galería Duque Arango

Tomás Ochoa: ‘Memento’ Hasta agosto 24

En las obras que presenta la exposición, el artista aborda temas como el cambio simbólico y la presencia de los otros desde un imaginario social, histórico y antropológico.

La muestra revisa imaginarios, apropiaciones de imágenes y narrativas con referencias a la identidad latinoamericana.

CARTAGENA

Galería Nohra Haime

Adam Straus: ‘Visiones extrapolares’

Hasta septiembre 10

El artista norteamericano, radicado en Riverhead, Nueva York, enseña una pintura que describe como conceptual, social y medioambiental, que gira en torno a temas como la guerra, el genocidio, el terrorismo y la migración de los pueblos. A través de su humor negro y una observación irónica sobre cómo los seres humanos han alterado el paisaje natural, su objetivo es transportar al espectador a mundos postapocalípticos.

SAN JERÓNIMO

Otra Zona Galería de Arte Exposición colectiva: ‘Al cuadrado’ Hasta agosto 31

Con obras de los artistas colombianos Sol Pulido, Carlos Salas Silva, Nadín Ospina e Isaías Arcila, La exposición presenta diez pinturas curadas por Douglas Gaviria.

TABIO

Adrián Ibáñez Galería Exposición colectiva: ‘Civitas’ Hasta octubre 6

La muestra exhibe obras en pintura, videoinstalación, dibujo y escultura de 21 artistas nacionales y extranjeros que revisan conceptos como urbano, ciudadano, territorio, sociedad, nosotros, público, privado y Estado.

21 ARTERIA Ed. 69 Agosto - Septiembre 2019
Foto: Tomas Ochoa /Cortesía del espacio Cortesía: La Balsa Créditos fotográficos: Cortesía Espacio El Dorado Fotografía: Silvana Pabón /Cortesía del espacio Foto: Carlos Castro /Cortesía del espacio. (Detalle) Cortesía: Tipia LAB Foto: Cortesía del espacio Cortesía: Galería Nohra Haime. Foto: Pablo Arrázola /Cortesía del espacio Cortesía: Otra Zona Galería de Arte Foto: José Gregorio Puello /Cortesía del espacio Cortesía: Adrián Ibáñez Galería

¡Mucho ‘kitsch’!

Sobre cómo Clement Greenberg ayudó a cimentar un imperio intentando derrocar a uno previo.

Guillermo Vanegas*

Hace 110 años nació en Nueva York el crítico de arte Clement Greenberg, quien, hace ocho décadas publicó Vanguardia y kitsch, artículo con el confirmó su paso definitivo del análisis de la literatura occidental al examen del arte producido en su hemisferio (o, más exactamente, en su país; o, más exactamente, en su ciudad; o, más exactamente, en la calle 10 de ese conglomerado urbano). Al mismo tiempo, se posicionó como la voz cantante (y la más ruidosa), respecto al estudio de los cambios visuales que vivió el arte occidental una vez comenzó la relocalización de su eje más visible hacia ese lugar.

Como buen heredero de un vanguardismo que vio crecer a la distancia de un océano, este crítico hizo una apuesta que ganó (y perdió). Le plantó cara a la tradición europea, principalmente a París, y obtuvo rédito. Sin embargo, no hay que olvidar que a su victoria hay que añadir algo más que eso que, en nuestras tierras, suele llamarse “buen ojo crítico”: el triunfo militar del país del que era ciudadano en una guerra de dimensiones apocalípticas.

En breve, la geopolítica estadounidense le dio la infraestructura al neoyorkino para confirmar su aserto principal: a partir de ese momento, ninguna historia del arte moderno podría dejar de escribirse sin mirar lo que estaba pasando en una ciudad entronizada como la “capital del mundo libre (pero capitalista)”.

Como bien dijo el crítico francés Serge Guilbaut en 1983, “según salieron las cosas, la guerra hizo más por la cultura moderna en los Estados Unidos que todos los esfuerzos de Partisan Review juntos”. (1) Paradójica-

mente, ésa era una revista marxista, y sin embargo, el problema no radicaba allí, toda vez que la intelectualidad estadounidense aún poseía un fuerte influjo del pensamiento de izquierdas para el momento en que Greenberg publicó su ensayo allí. De hecho, el lío tiene que ver más con los efectos a mediano plazo de sus argumentaciones, pues terminó haciéndole el juego a un proceso posteriormente reconocido como una enorme campaña de relaciones públicas a nivel cultural estimulada por el Departamento de Estado de los Estados Unidos, donde la lucha por la obtención de hegemonía a varios niveles era prioritaria. En ese sentido, Greenberg perdió: habló de la libertad creativa a nombre de un grupo de artistas cuya trayectoria pretendía defender, ignorando que su postura terminó siendo instrumentalizada a favor del régimen imperante.

Es que estaba enojado. Desde su perspectiva, era imposible entender cómo la cultura en que había nacido podría producir “simultáneamente dos cosas tan diferentes como un poema de T.S. Eliot y una canción de Tin Pan Alley, o una pintura de Braque y una cubierta del Saturday Evening Post” (2) Algo así como si alguien se preocupara porque en la alta cultura colombiana cohabitan el Museo de Arte Moderno de Bogotá con la Galería Santa Fe. Su pelea era la traducción del debate que se instaló tras la ‘Primera revolución industrial’ entre cultura popular y aristocracia intelectual; entre idealismo y pragmatismo.

Lo que más se recuerda de su defensa del modelo de vida espiritual superior encarnado en el vanguardismo es la –para algunos, desafortunada– frase del “cordón umbilical de oro”, con la que pretendió ilustrar una vocación mendicante teñida de soberbia (como todas las vocaciones mendicantes).

Convocatorias

IX Convocatoria Nuevos Talentos en el Arte

La Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia, con el apoyo del Museo de Antioquia, abre una convocatoria para artistas plásticos y/o fotógrafos entre los 18 y los 40 años de edad, residentes en Antioquia. Los participantes podrán presentar únicamente una propuesta para cada espacio: salas de exposiciones, La Vitrina y el Hall de la imagen, y solo podrá quedar ganador en una de las tres. Los participantes podrán quedar ganadores en La Vitrina y ser finalistas en la convocatoria para las salas de exposición y el Hall de la imagen pero, en ningún caso, podrán ser ganadores en los tres espacios. No podrán participar en la convocatoria los empleados de la Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia, ni los ganadores de las convocatorias pasadas. Convocatoria abierta hasta agosto 30. Consulte las bases del concurso en www.

nuevostalentosenelarte.com/bases-de-laconvocatoria/

Convocatoria Concurso Internacional de Escultura 2019 Museo Franklin Rawson, Argentina

El Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson y Caleras San Juan S.A. invita a artistas de cualquier nacionalidad, mayores de 18 años, a presentar propuestas para la proyección, adquisición y emplazamiento de una escultura para el frente del edificio del Museo. Se conformará un jurado que seleccionará los proyectos más destacados, del cual se elegirá el proyecto ganador. La propuesta seleccionado deberá ser construido por el artista o grupo de artistas, debiendo el presupuesto de la ejecución del mismo contemplar la totalidad de los materiales, honorarios y todas las demás situaciones implicadas en el desarrollo del proyecto. El traslado de la obra ganadora y la instalación de la misma será responsabilidad

Apelando a un análisis de las condiciones de producción del arte de su tiempo, incluso hoy nada despreciable para todas aquellas personas interesadas en integrar el factor económico al examen de la producción creativa, Greenberg sostenía que:

“Ninguna cultura puede desarrollarse sin una base social, sin una fuente de ingresos estable. Y en el caso de la vanguardia, esos ingresos los proporcionaba una élite dentro de la clase dirigente de esa sociedad de la que se suponía apartada, pero a la que siempre permaneció unida por un cordón umbilical de oro. La paradoja es real. Y ahora esa élite se está retirando rápidamente. Y como la vanguardia constituye la única cultura viva de que disponemos hoy, la supervivencia de esa cultura en general está amenazada a corto plazo.” (3)

Acercándose demasiado al Ortega y Gasset que en 1925 promovió la distinción entre espectador inteligente (aquel que se atrevía frente al arte moderno como si se expusiera a una propuesta visual por él desconocida y, a cambio, obtenía satisfacción estética) y espectador borracho (quien somete su contemplación a criterios ajenos para entender experiencias que no comprende ni puede, ni quiere manejar), Greenberg prevenía contra el hecho de que no solo las grandes masas habían abandonado al arte de avanzada sino que “la clase dirigente” había descuidado a los artistas de su tiempo.

Lo cual, era cierto, pero no necesariamente equivalente: con excepción de Pablo Picasso o Salvador Dalí, los artistas más adelantados de la época odiaban a plebe y elites por igual. Debido a que necesitaban el dinero de estos últimos, (a excepción de Pablo Picasso o Salvador Dalí) siempre lo recibían

a regañadientes. No obstante, Greenberg –optimista pero pobre– ya sabía ‘por qué palo trepaba el mico’ y no dudaba en expresar con insistencia su optimismo sobre el dinero de los acaudalados.

Y para demostrarlo apuntaba al kitsch como bestia negra. Según él, el problema con ese estilo de procedencia industrial eran sus capacidades de adaptación y parasitismo. Sobre todo porque lograba unos niveles de expansión que todo producto de alta cultura envidia (ría siempre): “El kitsch es el epítome de todo lo que hay de espurio en la vida de nuestro tiempo [pero] la condición previa del kitsch, condición sin la cual sería imposible, es la accesibilidad a una tradición cultural plenamente madura, de cuyos descubrimientos, adquisiciones y autoconciencia perfeccionada se aprovecha el kitsch para sus propios fines”. (4)

Con este breve escrito, Clement Greenberg reforzó el eterno debate por la propiedad de la cultura, solo que ahora incluyó en esa fórmula la variable de la sostenibilidad económica del artista. Solo por eso vale la pena volver a él. O para ajustar campañas de crowdfunding.

Notas

1.- Serge Guilbaut, De cómo Nueva York robó la idea de arte moderno, Madrid: Editorial Tirant lo Blanch, 2007, p. 77.

2.- Clement Greenberg, “Vanguardia y kitsch”, en Arte y cultura: Ensayos Críticos. Ed. Paidós España, 2002.’’

3.- Ibíd.

4.- Ibíd.

* Psicólogo, curador, crítico y docente universitario, cada vez más empeñado en reconocer los éxitos de quienes le rodean.

del Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson. Concurso abierto hasta agosto 30. Más información en http://www.museofranklinrawson.org/

Bienal de Performance PerfoArtNet 2020

PerfoArtNet invita a todas las personas a presentar sus propuestas de a la Bienal de Peformance PerfoArtNet 2020, la cual incluirá charlas, talleres, reseñas, intervención urbana y performance transmitido en directo. Requerimientos formales: Diligenciar formulario y enviar su material el mismo día; 2. Enviar tres fotos, en alta resolución, de un trabajo anterior; 3. Enviar el trabajo que inscribió para la Bienal 2020 y el trabajo anterior vía wetransfer. Asunto: Convocatoria 2020. Los videos deben estar a una resolución mínima de 1980x1080 y en formato Mp4. Las fotos en JPEG, en alta Resolución. El material entrará a formar parte del archivo Mundial de Performance. PAS - Per-

formance Arte y Sociedad. PerfoArtNet enseña a transmitir por internet. Convocatoria abierta hasta septiembre 17. Formulario en https://www.perfoartnet. org/

Convocatoria Bienal Internacional De Fotografía Contemporánea Pilar Citoler 2019

La Universidad de Córdoba, en Argentina, invita a cualquier artista visual contemporáneo con independencia de su nacionalidad a la Bienal, teniendo en cuenta que el ‘X Premio bienal internacional de fotografía contemporánea Pilar Citoler 2019’, será otorgado considerando de modo especial su trayectoria artística, proyección internacional e inserción en el discurso de la fotografía contemporánea. Los interesados pueden mandar sus propuestas hasta octubre 20. Las propuestas deben ser enviadas a premiopilarcitoler@uco.es

22 ARTERIA Ed. 69 Agosto - Septiembre 2019
Celebraciones

GUÍA NACIONAL

BOGOTÁ

GUERRERO ESPACIO GALERÍA ACADEMIA DE ARTES GUERRERO

Calle 45 # 18A-25 Tel: (1) 3298150 guerreroespaciogaleria.com www.artesguerrero.edu.co Hasta agosto 17 ‘Accidentes formales’: Juliana Saavedra, Margarita Castro, Dayanna Forero, Sergio Calderón, Mariana Villafrade, Sebastián Cabrales, Juan Diego Saldaña, Valentina Parra, Paola Casallas, Juan David Fajardo, Ángela Lozano, y Michell Cifuentes.

CRISPETA GALERÍA

Carrera 9A # 61-84 Tel: (1) 5417587 www.crispetagaleria.com Agosto primero al 16 ‘Bogotá’: exposición colectiva Septiembre 5 al 24 ‘Efectos espaciales’: Mario Orbes.

GALERÍA DE ARTE MONTEALEGRE

Calle 100 # 17A-12 Tel: (1) 6917007 / 6917006 www.montealegregaleriadearte.com.co Septiembre 12 al 28 ‘Mundos externos’: Silvana Pabón y Ángelo Dulay.

GALERÍA ESPACIO ALTERNO UNIANDINOS

Calle 92 # 16-11

Tel: (1) 6162211 Ext 107 ó 135 www.uniandinos.org.co

Hasta agosto 30 ‘Encuentros entre sombras y flores’: Mónica Llorente y Mateo Zúñiga.

GALERÍA EL MUSEO

Calle 81 # 11-41 Tel: (1) 7447588 www.galeriaelmuseo.com Hasta septiembre 9 ‘Del objeto al sujeto: de la tradición escultórica a la contemporaneidad’.

GALERíA NEEBEX

Calle 75 # 22-30

Tel: (1) 3227646 www.neebexgallery.com

LA BALSA ARTE

Carrera 9 # 73-44 Local 2B Edificio Calle 73 Tel: (1) 3122327 www.labalsaarte.com Hasta agosto 22 ‘Sobre héroes y monumentos’: Jorge Marín.

MUSEO SANTA CLARA

Carrera 8 # 8-91 Tel: (1) 3424100 ext 1613 www.museocolonial.gov.co Hasta septiembre primero ‘El púlpito como campo de batalla’.

MUSEO COLONIAL

Carrera 6 # 9-77 Tel: (1) 3424100 www.museocolonial.gov.co ‘Tradición en la revolución: de la Colonia a la República’.

NC-ARTE

Carrera 5 # 26B-76 Tel: (1) 2821474 / 2820973 www.nc-arte.org Hasta septiembre 28 ‘Pieter Vermeersch’.

TIPIA LAB

Carrera 22 # 72-12 Int 2 Tel: 3186397691 www.tipialab.com Hasta septiembre 5 (cita previa) ‘Fotografía alternativa - Imágenes hechas a mano’: Mario Nieto y Katalina Fuentes. Artistas invitados: Leonardo Guayan, Ana Vallejo, Miguel Winograd, Ricardo Peña, Diego Santacruz, Gregorio Mariño, Ximena Veloza, Andrés Vergara, Natalia Marín, Gabriel Zapata, Omar Ruíz, Gabriela Vega, Germán La Rotta, Ricardo Monsalve, Liliana Rojas, Jhonatan Alfonso, José Gil, y Pablo Ospina.

BARRANQUILLA MONTERIA

MUSEO DE ARTE MODERNO DE BARRANQUILLA

Carrera 56 # 74-22

Tel: (5) 3690101 / 3609952 www.mambq.org Hasta agosto 29 ‘Contemporánea. Acción y contexto’: Edwin Jimeno y Dayro Carrasquilla.

CARTAGENA

GALERÍA SANTO DOMINGO D’ARTE

Carrera 3 # 33-81 Centro Histórico, Interior 4 Tel: (5) 3108159 / 3116668152 Facebook @santodearte Hasta agosto 30 ‘¡Vive, Pierre Daguet! Legado y memoria’.

SAN JERÓNIMO, ANTIOQUIA

OTRA ZONA GALERÍA DE ARTE San Jerónimo, Vereda Llanos de San Juan Tel: 320 8921835 normanbotero@gmail.com Hasta agosto 31 ‘Al cuadrado’: Sol Pulido, Carlos Salas Silva, Nadín Ospina, Isaías Arcila.

MEDELLIN

LA BALSA ARTE

Calle 10 # 40-37 Tel: (4) 4795505 www.labalsaarte.com Hasta agosto 9 ‘Diurno’: César del Valle Cardona.

GALERÍA DUQUE ARANGO

Carrera 37 # 10A-34 Tel: (4) 43524065 www.galeríaduquearango.com Hasta agosto 24 ‘Memento’: Tomás Ochoa.

MUSEO ZENÚ ARTE CONTEMPORANEO (MUZAC)

Calle 29 # 7-75

Tel: (4) 7823870 / 3157446402 Agosto 8 al 22 ‘Hectáreas y púas’: Bernardo Salcedo.

PEREIRA

MUSEO DE ARTE DE PEREIRA

Avenida Las Américas # 19-88 Tel: (6) 3212903 / 3172828 www.museoartepereira.org Hasta octubre 20

‘Una línea de polvo. Arte y drogas en América Latina’: Santiago Rueda. ‘Cartografías de la espera’: Sofía Gaviria.

‘Murmurio’: Exposición colectiva. ‘Bienal de arquitectura y urbanismo’: Sociedad Colombiana de Arquitectos.

ROLDANILLO, VALLE

MUSEO RAYO

Calle 8 # 8-53

Tel: (2) 2297290 / 2298623 www.museorayo.co Hasta septiembre 13

‘Acuarelas’: Karen Lamassonne. ‘Videos, fotografías y objetos’: Adriana Marmorek.

‘Obra huésped’, Delia Gugat. ‘Humor gráfico, pinturas, dibujos e intaglios’ de Omar Rayo.

SANTA MARTA

MUSEO BOLIVARIANO DE ARTE CONTEMPORÁNEO

Av. del libertador, Quinta de San Pedro Alejandrino

Tel: (5) 4332994 / 4331021 www.museobolivariano.org.co Agosto 14 a octubre 2 ‘De Barcelona a Santa Marta’: Artistas del Reial Cercle.

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