Periódico Arteria: Edición 71

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Así es el mundo de Camilo Restrepo

Menos conocido en Colombia que en Los Ángeles (EE. UU.), este artista paisa realiza una gran exposición individual en Suramericana, de Medellín. Comprende un recorrido por obras anteriores y nuevas; instalaciones y dibujos que critican de una manera sarcástica la violencia y la sociedad. Pág. 4.

La obra de Doris Salcedo en la Plaza de Bolívar (Quebrantos), el proyecto ‘El testigo’, de Jesús A. Colorado, y la ‘Misa por la reconciliación de Colombia’, creada por el compositor Juan Pablo Carreño, entre otras acciones, han tenido la gestión y el apoyo de la directora de Patrimonio Cultural de la Universidad Nacional. Página 6.

Opiniones de quienes trabajando ‘trasescena’ pudieron apreciar en muchas ocasiones el evento, que se desarrolló de septiembre a noviembre, en la capital del país. Página 14.

Informaciones, opiniones y todo
que
Distribucióngratuita. 25.000EjemplaresImpresos ISSN:1794-9653
ser humano es la única especie que disfruta de su suicidio en una fiesta pagana: entre más se queme la carne, más goza”. Óscar
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Año 14 # 71. Noviembre 2019 - Enero 2020 Un proyecto de gracias a los artistas, equipo de trabajo, aliados y público asistente que hicieron posible el 45 salón nacional de artistas En asocio con
lo
necesita saber sobre el arte en Colombia.
“El
Roldán-Alzate.
www.periodicoarteria.com
Diego Guerrero /ARTERIA Cortesía del 45SNA María Belén Sáez de Ibarra, con ‘Blanco’. Diego Guerrero /ARTERIA Cortesía Germán Arrubla El artista visual Germán Arrubla nos cuenta desde Margate (Reino Unido) cómo es la propuesta con la que el colombobritánico opta por el famoso Premio Turner. Página 3.
María Belén Sáez de Ibarra, personaje del año para el Periódico ARTERIA
Óscar Murillo mira a los migrantes
Lo que gustó a los que vieron el Salón Nacional de Artistas

EDITORIAL

Cercanos al cierre del 2019, es hora de echar un vistazo a lo que fue un año que se pensaba, podría ser uno de los más importantes del arte en el país. Con eventos como la celebración de 15 ediciones de Artbo, el crecimiento de Barcú, la expansión de la Feria del Millón, la versión 45 del Salón Nacional de Artistas, que regresó a Bogotá; una nueva versión del Premio Luis Caballero, la segunda Bienal Juntos Aparte en Cúcuta y un nuevo Salón BAT de Arte Popular, era normal pensar que este iba a ser un buen año para el arte.

En lo individual fue un año en el que colombianos se destacaron en el exterior. Doris Salcedo ganó el premio Nomura, el más cuantioso en el mundo; Óscar Muñoz, el premio Montblanc al Patronato de las Artes por la creación de Lugar a Dudas en Cali; y Óscar Murillo fue, nominado al Turner Prize (de él hablamos en esta edición). También parece que para los jóvenes crecen los espacios colectivos donde mostrarse –tema que también trabajamos en esta entrega–; en tanto que las ferias se mantienen en firme.

Una ciudad como Medellín sigue “dando la pelea” y muchos de los de allí continúan jalando para mostrar que tienen que decir al país, presentamos en esta edición las exposiciones ‘Fortuna’ y ‘Alias’. Lo de Cúcuta, es casi milagroso, con una Bienal que propone un arte contemporáneo comprometido con el momento (así parezca una redundancia) desde una frontera tan compleja como la de Venezuela. En este número también le hablamos sobre ella.

Así que, a primera vista, podría decirse que fue un año activo y prolífico, resultado de muchos esfuerzos. Sin embargo, en su gran mayoría, son aislados, aunque no por eso son menos importantes. Montar una feria, un salón, un premio, organizar al sector de San Felipe, en Bogotá, como la primera ‘Área de desarrollo naranja (ADN)’, o abrir y mantener exposiciones

Por: Nelly Peñaranda

colectivas con decenas de artistas no es, para nada, fácil.

Aún con todo, queda una sensación de que actividades de esta índole deberían tener un impacto más importante en la vida de los ciudadanos y del mismo sector. Sin duda, hay eventos importantes, galeristas que se expanden y artistas relevantes que continúan en ascenso, así como otros a quienes vemos crecer.

Por lo que, habiendo llegado a este momento, quizá lo que podría seguir es realizar propuestas en grande. Desde el sector podrían surgir políticas sobre el arte y la cultura para proponer al Estado y a la sociedad en general. Hay tantos temas que se podrían abordar que, incluso eso amerita una evaluación como sector en sí mismo. Este sector, del que se puede decir que cuenta con personas altamente preparadas (muchísimas de ellas con posgrados), podría proponer soluciones a cosas básicas, buscar cómo crear mayores oportunidades en lo económico, por ejemplo, y vislumbrar una ruta hacia la construcción de un sistema que se integre a la dinámica socioeconómica del país y en distintos aspectos del flujo creativo y expositivo.

Desde el Periódico Arteria reiteramos nuestro compromiso para ser un espacio para la circulación y generación de contenido alrededor de la cultura y las artes, y para la difusión racional de esas ideas.

Los invitamos a mantenerse informados a través de nuestra página web y redes sociales, ARTERIA continuará sus ediciones impresas en 2020, momento en que celebramos 15 años de circulación ininterrumpida y a que continúen siguiéndonos en www.periodicoarteria. com y en nuestras redes sociales. A todos, gracias por continuar con nosotros y les deseamos una feliz Navidad y un próximo año acorde con sus sueños.

NOTICIAS

Directora Nelly Peñaranda R. nelly.penaranda@periodicoarteria.com

Editor Diego Guerrero editor@periodicoarteria.com

Consejo Editorial

Juan Fernando Herrán, Humberto Junca Casas José Ignacio Roca, María Belén Sáez de Ibarra Luisa Ungar.

Periodistas Laura Guzmán Díaz periodista3@periodicoarteria.com David Guzmán periodista2@periodicoarteria.com

Colaboran en esta edición Germán Arrubla Guillermo Vanegas Diseño Fabián Cárdenas

Suscripciones $60.000 cinco ejemplares

Contactos periodicoarter@periodicoarteria.com www.facebook.com/arteriap twitter: @arteria_ #YoleoArteria Instagram: @periodicoarteria

Las opiniones consignadas en los artículos en la presente edición son responsabilidad de cada uno de los autores y no necesariamente expresan el punto de vista del Periódico ARTERIA.

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Bienal de San Pablo se muestra en el Museo de Antioquia

Hasta el 26 de enero, el Museo de Antioquia presentará ‘Afinidades afectivas’, muestra que hace parte de la 33 Bienal de San Pablo (Brasil), que viajará para presentarse en varias ciudades. Fue curada por Jacopo Crivelli Visconti y presenta obras de Sofía Borges, Sara Ramo, Bruno Dunley, Ana Prata, Vânia Mignone, Feliciano Centurión, Bruno Moreschi, Katrín Sigurdardottir, Antonio Balleter Moreno, Benjamín Palencia, Maria Laet, Mauro Restiffe, Matt Mullican y Oliver Laric.

El Planetario de Bogotá celebra 50 años de existencia

El Planetario de Bogotá, fundado el 22 de diciembre de 1969, celebra 50 años con una jornada de Planetario abierto, el 14 de diciembre. Este día el Planetario organizará actividades gratuitas, de 10 a.m. a 10 p.m. En el domo del Planetario se presentarán funciones especiales, incluyendo cuatro proyecciones en formato fulldome sobre arqueología y astronomía maya y conciertos musicales y video. Habrá una demostración con drones a cargo de profesionales y se dispondrán los telescopios que habitualmente están en las vitrinas para observar las estrellas.

‘Coloquio de tecnología ancestral’ presenta tres publicaciones

La ‘Línea de arte, ciencia y tecnología’, del Idartes, realizó el ‘Coloquio de tecnologías y ancestralidad’, en la Biblioteca Luis Ángel Arango y el Museo de Arte Miguel Urrutia. Durante este evento Bárbara Santos, Pablo Mora Calderón y Gilles Charalambos lanzaron una publicación cada uno, producto de sus investigaciones. Santos, artista, viajó a la Amazonía a entrevistar indígenas y publicó Curación como tecnología; Pablo Mora Calderón, antropólogo y cineasta, indagó sobre las representaciones que se tiene de los indígenas en la ciudad en Máquinas de visión y espíritu de indios; y Charalambos, artista, viajó alrededor del mundo, indagando la forma de representación del rayo en las culturas ancestrales y publicó Bajo el signo del rayo.

Abren tres muestras más del X Premio Luis Caballero

El 7 de noviembre La Decanatura (colectivo artístico compuesto por Elkin Calderón y Diego Piñeros) presentó su propuesta como finalista al décimo Premio Luis Caballero, titulada ‘De la mula al avión’, en el Monumento a los Héroes. Esta propuesta podrá ser visitada hasta el 8 de diciembre. Carlos Bonil presentará ‘Suelo turboso’, en El Parqueadero, del Banco de la República, y Delcy Morelos mostrará ‘Moradas’ en la Galería Santa Fe. Estas dos propuestas abren el 28 de noviembre y cierran el 24 de enero del 2020.

Murió el pintor barranquillero Ángel Loochkartt

El Periódico Arteria es una publicación de Colombian Art Crafts SAS y Fundación Arteria.

En la clínica Marly de Bogotá murió el 8 de noviembre Ángel Loochkartt, reconocido pintor expresionista colombiano, a los 86 años. Loochkartt nació en Barranquilla, el 19 de mayo de 1933, estudió en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad del Atlántico, se especializó en pintura y grabado en la Academia de Bellas Artes de Roma y expuso sus obras en Europa con diferentes galerías. También ejerció la docencia en la Universidad Nacional. Loochkartt obtuvo reconocimientos como el Primer Premio del Salón Nacional de Artistas de 1986 y el Premio Vida y Obra 2011 de la Secretaría de Cultura de Barranquilla.

2 ARTERIA Ed. 71 Noviembre 2019 - Febrero 2020
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El argentino Feliciano Centurión presenta sus obras en ‘Afinidades afectivas’, en el Museo de Antioquia. Cortesía Fundación Bienal de San Pablo (Brasil).
ARTERIA cuida el medio ambiente. El papel utilizado para la impresión de este periódico es 100 % reciclable.
Programa apoyado por el Ministerio de Cultura Programa Nacional de Concertación Cultural

Este es el Murillo que participa en el Turner Prize

Un acercamiento al artista colombobritánico nominado al premio más importante del Reino Unido.

En 2014, Óscar Murillo me invitó a la inauguración de la Bienal de Arte de Cartagena. Recorrimos la mayoría de las obras mientras compartía sus opiniones: yo tenía gran interés en auscultar el modo en que asume o se aproxima a las obras un artista colombiano con un ‘exilio’ migratorio tan extendido, pero era también una manera de conocerle mejor y entender cómo procesa y opera en sus propias prácticas.

Era la primera vez que presentaba su trabajo en Colombia. Su obra rompía con muchos de los patrones de factura impecable de la mayoría de propuestas participantes, permeadas, casi siempre, por lugares comunes localmente establecidos: coordenadas y discursos con variaciones de lo ya visto.

Murillo suele desconcertar en parte porque, acaso sin proponérselo, desmonta de alguna manera la institucionalidad mediante gestos y acciones: al usar soportes precarios como hojas de periódico en blanco para pintar con finos óleos o con el uso de masa de maíz con la que ancla sus pinturas en medio del descuido y lejos de algún marco teórico con largos anclajes locales.

Para esa bienal, eligió una casa casi en ruinas en cuyos espacios proyectó videos de comunidades negras marginales de la ciudad, sus fiestas, música y ambientando su trabajo en proceso con proyecciones encontradas en las periferias. Acostumbrados como estábamos a los modelos imperantes en nuestro medio, dictaminados por los grupos dominantes del país, muchas personas me manifestaban que Murillo le había quedado ‘debiendo’ a la Bienal.

En 2015, María Belén Sáez de Ibarra hizo posible otra exhibición suya en el Museo de Arte de la Universidad Nacional de Colombia, que nombró ‘Condiciones aún por titular’. Allí conocimos otra faceta donde aparecieron nuevos significantes para nosotros: se expandió el color negro sobre varias superficies de lienzo y empleó elementos autobiográficos de su Paila (Valle) natal, como overoles de trabajo, documentos de su madre y una pintura encontrada en Bogotá, lo que formó un cuerpo complejo de trabajo.

En ese momento, hizo una transición desde lo marginal y precario al frío ámbito de lo aséptico: el tratamiento e instalación de las telas negras remitían a la atmosfera de los anfiteatros, sobre todo cuando reposaban sobre mesas metálicas que remiten a lugares de higiene o autopsia.

La propuesta para el Premio Turner

Cuatro meses atrás, recibí un mensaje de Óscar comentándome su nominación al Turner Prize. La noche de gala fue memorable. La madre de Óscar me dijo: “Óscar ya

ganó no importe lo que pase el 3 de diciembre… él ya es un triunfador”.

La instalación picto-escultórica que presentó ostenta una presencia desbordante: Óscar involucró el mar de Margate (Inglaterra) en su obra, al igual que la ciudad y el tren que nos llevó desde Londres, el mismo que transportó sus ‘años viejos’. Ellos son una serie de personajes como los que se queman el 31 de diciembre en los pueblos de Colombia con rostros de políticos odiados, aunque algunos de los suyos van vestidos con uniformes de Colombina y Riopaila Valle que, tiempo atrás, habían participado en Collision of Intent, en el centro de arte The Shed, en Nueva York.).

‘Desde que empezó su búsqueda se ha sumergido en su propia fuente, en sus raíces, en su propia historia, pero perteneciendo a ambas orillas: a la del depredador y a la del depredado”.

A estos muñecos-personajes les compró tiquetes para viajar desde Londres, y ocuparon puestos entre los pasajeros. Desde la Estación de Margate fueron llevados en sillas con ruedas hasta tomar posesión de unas bancas de iglesia en el edificio del Contemporary Turner Prize. Allí los dispuso en los asientos, colocados al lado contrario del paredón principal de la sala y frente a un gran ventanal

cubierto por una inmensa cortina negra que tapa la vista del horizonte, dejando una pequeña abertura por donde se cuela un rayo de luz tan potente que enceguece.

“Tienes que venir a ver qué hay detrás de esa luz para entender: es el mar el que llega a través de ese intenso reflejo”, me dijo. En este momento, me vino a la mente la parte final de un poema de Jorge Luis Borges: “… Pero en algún recodo de tu encierro puede haber una luz, una hendidura y detrás de la grieta, está Dios que acecha”.

Entonces estos ‘viajeros’ parecen cobrar vida y sus identidades relucen porque sus rostros no son seriados: tienen una personalidad en esos ojos de vidrio, tez negra o mestiza, y vestuario de gente de pueblo. Están de espaldas al culto, al atril, al altar y su vista se pierde en una espera eterna, en la abertura por donde la luz que llega anuncia un mundo perdido, un paisaje ideal que se ha dejado atrás.

Esperan sentados algo que inevitablemente no va a pasar… Recordé a Carlos Castaneda en su obra El viaje a Ixtlán. “Creo que, por un instante, vi la soledad humana como una ola gigantesca congelada frente a mí, detenida por el muro invisible de una metáfora”.

Algunos de estos personajes ostentan una especie de close-up tridimensional en sus vientres, donde se ven entrañas que con-

tienen masas de maíz y arcilla horneadas, presentes en obras anteriores. Su corazón está en el horizonte, al otro lado de la grieta, pero su mente está aquí, entre dos mundos: el ideal o soñado y el real, que está detrás, y que Óscar presenta con un muro de fondo con cortinas que, a pesar de estar recogidas y prensadas, cubren casi toda la superficie de la pared y la sala, y que sólo en la mitad, antes de juntarse, dejan ver un claro que nos enseña un cuadro del siglo XIX, donde unos inmigrantes acaban de llegar a tierra recién bajados de la embarcación.

Las cortinas develan superficies de agua, logradas con un expresionismo tal que de cerca parecen abstracciones de color marino y de lejos un mar amenazante, que tiende a inundar la sala. Por no estar contenido por ningún marco, ellos flotan sin nada que los contenga y el espectador se siente debajo o dentro de ese mar.

Óscar Murillo habita en una frontera: de un lado está su hogar y sus raíces colombianas y del otro está el enorme peso de una cultura que a lo largo de su historia ha sido depredadora de muchas otras. Es por ello que podemos deleitarnos con los valiosos tesoros del Museo Británico: los Asirios, el Partenón romano, la Piedra de Roseta, los Budas de China e India, estatuas de México, de África…

Siento que una parte suya, inconscientemente, ha asumido un modus operandi similar y desde que empezó su búsqueda se ha sumergido en su propia fuente, en sus raíces, en su propia historia, pero perteneciendo a ambas orillas: a la del depredador y a la del depredado. Un mundo que, aunque en estado puro –“natural” o inocente– por un lado, es también exótico para ‘su otro yo inglés’ y, por ende, extrae de esa fuente y se alimenta. Así un hecho totalmente colombiano, aunque algo remoto, se vuelven en él un estilo y una propuesta racionalizada por su ser británico.

*Artista plástico.

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En sus vientres algunos muñecos tienen masa de maíz y arcilla horneada, que son comunes en la obra de Murillo. Estos ‘años viejos’, creados por Murillo, viajaron en tren desde Londres a Margate (Inglaterra). Fotos: cortesía de Germán Arrubla

‘Alias’, historia de muerte y balas perdidas

Suramericana, en Medellín, dedica toda su sala a Camilo Restrepo que, probablemente, es más conocido en Los Ángeles (EE. UU.) que en su ciudad natal. Hablamos con él y con Steve Turner, su galerista.

Hace un tiempo, un amigo del artista Camilo Restrepo (Medellín, 1973), le dijo “Vos por qué no exponés en Colombia. Es que nadie te conoce”. Y era verdad. A pesar de que lleva varios años exponiendo en Estados Unidos con Steve Turner, dueño de una de las galerías importantes en ese país, en Colombia y en su ciudad, las apariciones de Restrepo han sido esporádicas (aunque siempre llamativas).

Tal vez, porque no empezó estudiando arte y sus contactos en ese mundo, como él dice, no eran muchos. Lo curioso es que ha participado en eventos como ‘Imagen regional 4’, en el Banco de la República, Photofest, el Salón Regional de Artistas (dos veces), el Salón Nacional de Artistas (otras dos) y en el Premio Luis Caballero 2011.

Últimamente ha ganado relevancia con obras que, para quien las ha visto, tienen una marca inconfundible. El punto es que, finalmente, tiene una gran exposición en la galería de Suramericana (hasta el 15 de enero), tal vez la más importante de Medellín, con obras de distintas épocas. También le han dedicado un libro muy bien editado.

Curada por Conrado Uribe, muestra un recorrido por piezas como Bowling for Medellín 4, con dibujos que parecen comics abigarrados, que son referencias a su adolescencia, cuando alias ‘Popeye’ comandaba la banda de sicarios de Pablo Escobar, que destrozaba la ciudad, la sociedad y daba al traste con muchas esperanzas.

De hecho, ‘Alias’ es el nombre de esta amplia exposición que deja ver sus distintas formas de afrontar el arte. A la inauguración llegó Turner, quien cuenta cómo se encontró en el 2013 con Restrepo. “Estaba interesado en viajar a Colombia, entonces le escribí a diferentes curadores con conexiones en el país y pregunté a quién debía visitar.

“Uno me dijo: ‘No tienes que ir precisamente a Colombia para conocer a un buen artista. Justo hay uno en este momento en Los Ángeles. Eso fue cuando Camilo estaba, probablemente, en el último mes de sus estudios de Maestría, en Bellas Artes en el Instituto de las Artes de California”.

Hicieron cita por Skype y, luego de hora y media de conversación, lo invitó para una individual en su galería. Fue una decisión veloz, que el galerista explica: “En Los Ángeles he visitado más de mil artistas y creo que cuando vi a Camilo representaba algo distinto desde el público. Tenía una voz distinta, un resultado distinto”.

La individual, dice el galerista fue pequeña, pero “la gente lo admiró y fue un gran éxito. Algunos dijeron: “Este es algún artista loco o un genio loco o un trabajo loco y raro”. La gente notó eso y cuando tienes una galería, no necesitas más que unas pocas personas que admiren lo que estás haciendo y en esa ocasión hubo grandes admiradores”, cuenta Steve Turner.

De su obra destaca que “se separa de muchos trabajos latinoamericanos, colombianos e internacionales. Es sólo el contexto del propio Camilo. Eso me parece bastante distintivo y es lo que busco en un artista. Busco artistas que puedan tener una gran individual y una buena carrera. Camilo es un gran artista en este momento y en esta época”, dice el galerista.

Finalmente, luego de un proyecto especial en Miami y estar en ferias de exponer en Turín (Italia), Bruselas, Madrid, Ciudad de México y Londres, y de cinco individuales y

otras tantas colectivas en la galería de Turner, puede exponer en Medellín.

Una oficina de balas perdidas

Cuando alguien ve las obras que muestran dibujos caricaturescos de grandes asesinos o de tragedias, con un criminal sobre otro, una bomba junto a un titular de periódico, todo revuelto en un mundo traído de los cabellos (¿acaso no ha sido así Colombia?), no se puede evitar en pensar en que hay algo de un extraño humor ahí.

Al fin y al cabo narra lo que vivió de chico: casi secuestrado, bombas, muertos en las calles por sicarios en moto… ¿quién de Medellín de su edad no lo vivió? “La cuestión es esta –dice Turner: la violencia que Camilo comenta y que sufrió, para mí, son grandes momentos de violencia, como la guerra civil estadounidense, la Segunda Guerra Mundial o el Holocausto, entonces no me parece que su narrativa esté separada de una más grande al respecto de la violencia, criminalidad, victimización y trauma psicológico.

“Cuando piensas en Estados Unidos y la violencia en contra de sus comunidades indígenas o la comunidad negra o los inmigrantes hay un contexto para la narrativa de Camilo, para que esta case en una más amplia. Su uso de la caricatura es brillante y clásico,

como Honoré Daumier o Goya, y se ajusta a la historia del arte usando elementos cómicos para contar una historia horrible”.

Su más reciente pieza está llena de sarcasmo. Es un gran letrero iluminado, amarillo que reza: “Oficina de balas perdidas”, en inglés y español. “Una de las intenciones que tenía Conrado era mostrar esa diversidad en el trabajo que estoy proponiendo. Muchas veces se puede hablar de lo mismo con cinco mil soldados y un hipopótamo de una herencia exótica y nefasta (obra Bloque de búsqueda), que con un dibujo que me toma tres meses hacerlo.

“Lo de la tenencia de armas por de civiles y que la defensa no sea de una entidad que tiene una regulación del Estado, como la Policía o el Ejército, sino que las ciudades se conviertan en un western, donde cada uno se defiende como puede… ese pensamiento de derecha que dice que lo que está pasando aquí es porque no tenemos suficientes armas, es una falacia total. Entonces, era ese problema de la bala perdida, donde hay una historia muy fuerte de confrontaciones. Por ejemplo en la ‘Operación Orión’ (hecha en el 2002 en la Comuna 13 de Medellín), donde mucha gente murió por balas que no estaban destinadas a ellos, o por eventos más exóticos, como disparar al aire cuando se ‘coronaba’ un cargamento en los ochenta y la gente moría por esas balas”.

La pregunta era cómo hablar de estas balas perdidas y al ver las oficinas de objetos perdidos en EE. UU. y España pensó: “Esto del objeto perdido y de la bala perdida me pareció que tenían una relación muy fuerte y muy absurda a la vez, porque las balas perdidas no se encuentran. Generalmente, se encuentran cuando la bala mató o hirió a alguien. Entonces el letrero de balas perdidas podría ser reemplazado por otro que dijera “morgue”. Este es un letrero que está con el cable por fuera (ver portada). Entonces es movible y permite que habite muchos lugares, y eso hace que esa oficina de balas perdidas se vuelva cualquier parte donde cae una persona por una bala que no fue dirigida hacia él. Es un letrero que se puede trastear para la escena del crimen. La oficina de balas perdidas no es una oficina que está en un edificio. Está en la escena del crimen.

4 ARTERIA Ed. 71 Noviembre 2019 - Febrero 2020
UTOPÍAS EVOLUTIVAS Ulla-Mari Lindström EVOLUTIONARY UTOPIAS Sede Nacional Uniandinos Calle 92 Nº 16-11 www.uniandinos.org.co Galería Espacio Alterno Noviembre-diciembre de 2019 Curadoría:Germán Bernal Caicedo
Camilo Restrepo y el galerista Steve Turner, con una pieza hecha a partir de la viviencia del artista paisa en su adolescencia. /ARTERIA

PERSONAJE DEL AÑO

María Belén Sáez de Ibarra: fuerza y constancia

reconoce

¿Qué tienen en común Doris Salcedo, Miguel Ángel Rojas, Clemencia Echeverri, Jesús Abad Colorado, el compositor de música contemporánea Juan Pablo Carreño, Óscar Murillo, la Bienal de Shanghái y el contramonumento fragmentos? La respuesta es: María Belén Sáez de Ibarra.

Ella, actual cabeza de la Dirección de Patrimonio Cultural en la Universidad Nacional de Colombia (tiene a cargo el auditorio León de Greiff, el Claustro de San Agustín y el Museo de Arte), está detrás de muchos de los proyectos más destacados en el arte colombiano en la última década y en el último año.

Su acción ha sido fundamental en las obras de Salcedo en la Plaza de Bolívar, al apoyarla en su producción, lo mismo que para Fragmentos. Estuvo detrás de la organización de ‘El testigo’, de Colorado, sin duda, la exposición individual más visitada del último año en Colombia, que pasa el millón de visitantes; fue invitada como cocuradora de la Bienal de Shanghái de este año, a donde llevó obras de Miguel Ángel Rojas y Clemencia Echeverri y este semestre organizó la ‘Misa por la reconciliación’, escrita por Juan Pablo Carreño, estrenada en la Catedral Primada.

Y, para ser justos, como una especie de colofón, fue la primera curadora que invitó a una individual a Óscar Murillo, luego de que empezó a ser reconocido (y controvertido aunque su obra nadie la había visto ampliamente en el país). Hoy, Murillo está nominado al Turner Prize, el más renombrado de los que se entregan en Gran Bretaña. Sin duda su influencia en el arte y la cultura de este país es grande y, por eso, en ARTERIA creemos que su obra merece ser destacada y, ella misma, como personaje del 2019.

María Belén habla en plural: “Nosotros hacemos o nosotros tenemos”, en vez de “yo hago, yo tengo”. “Nosotros somos los artistas con los que trabajamos y el grupo (de la Universidad Nacional). Uno no trabaja solo nunca. Cuando uno se junta hace máquina. Uno coopera y apoya lo que los otros pueden y quieren hacer”.

Lo dice sentada en su casa, con cara de cansada, recién venida de Bojayá, donde estuvo en uno de los actos de la recepción de los cuerpos de las personas muertas en la masacre del 2002. Porque María Belén ve en el arte (y la cultura) una forma de activismo social y sabe que hacer presencia es importante, aunque, para ser justos, no es de la que se exhibe. Es práctica y cree más en los hechos: “Uno sabe que desde la práctica cultural hay un activismo muy importante. Usted ve la ‘Misa por la reconciliación de Colombia’, eso es activismo cultural; apoyar los procesos comunitarios”, dice.

Así que trabaja en proyectos que en Bogotá no se conocen como los que realizan en apoyo de la educación en comunidades indígenas de Cauca, Nariño y Putumayo.

‘Nadie puede solo’

No se crea por lo anterior, que María Belén Sáez de Ibarra es una mujer suave. En el fondo, nadie puede ser demasiado suave si quiere vencer obstáculos y ella lo sabe. Reconoce que tiene su carácter y prefiere que le sobre y no que le falte. Pero de ahí a que el ego la domine hay mucha diferencia. Ella asegura que se mete con procesos que tienen vida propia y que por eso ven la vida, a pesar de las dificultades. “Lo primero es saberse desprender del ego y de la necesidad de reconocimiento. Luego, hay que dar lo mejor de cada uno. Nadie puede solo”.

Está claro que lo que apoya son trabajos que tienen que ver con la parte más dura de la realidad colombiana, con las injusticias que unos cometen contra otros. “En todos los proyectos hay una relación con la vida, que es sagrada. En una sociedad materializada, mostramos los sujetos desposeídos de derechos. Son cosas reunidas en el territorio colombiano, pero que van más allá. Hay también una memoria de la guerra. El proyecto de Juan Pablo Carreño es una pieza de memoria que recoge ‘El Salado’, ‘El Aro’ y ‘Bojayá’ (lugares de masacres). Lo más reciente de Heiner Goebbels (expuesto actualmente en la Universidad Nacional) es también muy espiritual, tiene que ver con mostrar otra forma de conocimiento, de cómo se ve la vida humana en otras culturas”, dice.

Y lo dice convencida en que aun las obras que sean más abstractas en estos temas,

cobran sentido, pues si bien “el arte es el mundo de lo simbólico, los artistas trascienden lo simbólico”. Por eso, en este momento de escépticos afirma: “Yo no descreo del arte. Cada vez más, creo en la capacidad que tiene de transformar una sociedad, de curarla”.

No es un secreto: en Colombia el sector del arte es difícil y tal vez porque en el medio el ego pesa, porque las oportunidades son pocas, los logros de los demás no solo no se celebran, en general, sino que en muchas ocasiones se miran con recelo, no los logros, sino la personas. Algo así le pasó a Óscar Murillo, criticado por muchos cuando apenas había expuesto una obra en Cartagena. Entonces María Belén lo invitó a exponer en el Museo de la Universidad Nacional.

“A mí me gusta llevar la contraria –dice espontáneamente y con una sonrisa acaso un poco retadora–. Nosotros tenemos un discurso y es que en el arte se juega haciendo arte. Había un recelo contra él y me parecía interesante que se viera. ¡Dejemos que muestre a ver de qué está hecho!”, dice sobre esa exposición. Y lo invitó “sabiendo que su obra tiene una pulsión de mostrar una parte de la sociedad colombiana que no queremos ver. Él tiene una claridad política y se la juega”.

Ella también sabe que su trabajo puede resultar molesto: “Creo que son proyectos honestos y entonces molesta que seamos independientes, que no vendamos las convicciones. Creo que la independencia molesta. Hemos tenido dificultades: conseguir plata, el más mínimo permiso es una lucha. Colombia es difícil: el uno pendiente del otro, no dejar hacer. Es normal en un país tan desigual. Por ejemplo, ‘Fragmentos’ es una ‘papa caliente’”.

Y ella tiene su mirada sobre ese tema de las muchas ‘papas calientes’ que hay en este país. “A los colombianos no les gusta reconocerse a sí mismos. Rechazan los trabajos con el conflicto, prefieren ignorar lo que sucede. Mire Bojayá: qué vergüenza lo que pasó y lo que puede volver a pasar. Es una vergüenza que no empiece la transformación social… la pobreza a que la gente está condenada en los territorios…”.

Lo que sí reconoce (aunque después de alguna insistencia) es que tiene buen ojo para los proyectos. “Creo que hay que estar bien acompañado... Todo lo que estudiamos es válido si lo que tú conoces y eres está en juego, está en juego la vida propia y la comprensión. Estamos abocados a una vida pública y política, en el espacio público, no en el muro (redes) ni en la casa. Los proyectos tienen que ser suficientemente ambiciosos, con envergadura. La fortaleza de un proyecto llega en su capacidad de generar impactos”, dice.

Entonces, resulta ineludible preguntarle por cómo ve lo que en Colombia se llama ‘Sector del arte’. Antes, aclara que ella ve las artes como uno solo, que no separa entre plásticas y visuales, y teatro o música, por ejemplo. Pero sin negar que artistas comprometidos, con referencia al sector de las artes plásticas y visuales dice: “Hay poco compromiso con debates grandes. Es muy obediente, cómodo y burocratizado; pobre en discurso y con programas difusos que no permiten hacer un programa a largo plazo”.

Por eso cree que hay que trabajar en política para las artes, generar una discusión fuerte, “aparte de las becas de 15 millones que no le sirven a nadie”. ¿Dura? Sí. Una década de su trabajo lo demuestra.

6 ARTERIA Ed. 71 Noviembre 2019 - Febrero 2020
ARTERIA
el trabajo de una persona cuyo labor ha sido determinante en el arte y la cultura del país.
Varios de los proyectos más impactantes del arte en Colombia en los últimos años han pasado por las manos de María Belén Sáez de Ibarra. Diego Guerrero /ARTERIA

Cómo la ‘autoflagelación’ ha salvado al artista Edwin Jimeno

Después de ver el trabajo de Luis Caballero, dije: ‘Yo no puedo ser dibujante, lo siento mucho, es una responsabilidad demasiado alta en el arte colombiano como para salir yo con un mamarracho y hacerme llamar dibujante’. Después vi la obra de Alejandro Obregón y tampoco me pareció muy ético llamarme pintor, pero cuando vi que María Teresa Hincapié y Alfonso Suárez ganaron el Salón Nacional de Artistas (1990 y 1994, respectivamente) me di cuenta de que por ahí era la cosa”, recuerda el artista Edwin Jimeno (1974), quien se dedica a la performance desde hace 22 años.

Como una forma de rendirle homenaje a su trayectoria, el Museo Bolivariano de Arte Contemporáneo, en Santa Marta, presenta hasta el 28 de enero la muestra retrospectiva ‘Introspectum’, con cerca de 20 acciones de Jimeno entre 1997 y 2019, y que según cuenta la curadora Estefanía Doria, busca acercar al público a este artista multifacético.

“Quería hablar del Edwin político, al que le interesan temas como el medioambiente y que está comprometido con el dolor del pueblo”, dice Doria sobre la exposición que no solo ofrece una revisión de la carrera de Jimeno, sino que pretende brindar una “experiencia sensorial”, en la que por ejemplo se combina performance y ‘arte postal’.

La muestra incluye Nicho humano, su primera obra, con la que entró al Salón Regional de Artistas de 1997, antes de su grado como licenciado en artes plásticas en la Universidad del Magdalena (2000). En ella se mostraba cubierto de barro, sentado y quieto, mientras su cabeza reposaba en una de sus rodillas, simulando ser una escultura.

“Estaba desnudo, fue una forma de recordar mi infancia. A nosotros en la costa, cuando nos daba varicela de niños, las mamás y las abuelas nos metían en una ponchera, nos lavaban las poluciones y nos ponían alcanfor con polvo de yuca. Fue una acción que recordaba ese momento”, explica Jimeno.

El curador Néstor Martínez Celis, quien le dio clases a Jimeno en esa época, recuerda

que tiempo después (en el 2001) fue una sorpresa ver que el artista obtuvo el segundo premio en el 38 Salón Nacional de Artistas, con la obra Nacimiento. En ella estuvo durante tres horas diarias en posición fetal dentro de un nido que él mismo tejió. Con esa propuesta había ganado primera mención en el noveno Salón Regional realizado en Sincelejo, en 1999.

“Ha marcado un hito en el Caribe, porque ha presentado acciones muy atractivas y elementos de significación muy importantes. Tiene gran disciplina, un dominio corporal, y una educación mental que hace que el público se identifique con sus acciones”, dice Martínez.

Aunque a Jimeno se le fueron abriendo las puertas del arte desde temprano, tuvo que enfrentarse a su familia, pues no creían que podría llegar a vivir del arte. “Fui el primero al que mi papá le dio una cachetada. Tras ganar el Salón me dijo: ‘gánate tu plata, retírate y ponte a estudiar’. Contesté que ya había llegado allí y que no había vuelta atrás. Al año siguiente gané la Bienal del Fuego”

Allí, el samario ganó con el registro fotográfico de una performance en la que se fumó

un cigarrillo hasta la mitad y luego lo apagó sobre sus muñecas, como una forma de imitar el estigma de Cristo. Con la plata de los premios, compró una casa a su familia.

Edwin practica el flagelamiento y somete su cuerpo a dolores y pruebas de resistencia, tal como lo hacía Gunter Brus, explica Martínez y agrega: “Esto le resulta atractivo al público, porque en medio de esa entereza que demuestra, se ve frágil. No es atlético o musculoso, a veces se ve enfermo y uno piensa que no va a resistir; lo que lleva a que la gente se pregunte: ‘¿Cómo lo hace?’”.

El artista no recurre al dolor para demostrar su fuerza, sino para sanar, dice. “Beuys decía que su primera performance fue su nacimiento y yo reconfirmo estas palabras, porque considero que mi primera performance fue mi nacimiento. Mamá tuvo cinco hijos. Soy el mayor y el único que no fue recibido por una partera, sino en un hospital. No quería nacer, desprenderme del vientre y tuvieron que sacarme con unas cucharas metálicas. Me arrancaron de mi lugar y la llegada a este mundo fue dolorosa”, relata Jimeno.

Ante la vulnerabilidad en la obra del artista samario, Doria señala que con la

curaduría quiso mostrar “la otra cara de la moneda. Siempre se habla de esa vulnerabilidad en su obra, pero me interesaba ver a alguien que resiste, que se convierte a sí mismo en un manifiesto y que deja clara una postura sobre la política, sobre la sexualidad, sobre su misma existencia, sobre ser del Caribe”.

Un referente para la ‘performance’

“Cuando le preguntamos al público de Montería cuáles obras mantienen en grato recuerdo, siempre hablan de la performance de Edwin Jimeno”, cuenta Cristo Hoyos, curador del Museo Zenú de Arte Contemporáneo, en donde el samario presentó en 2006 la obra Nacimiento. Ese año, habían invitado a María Teresa Hincapié para que fuera la primera artista de performance en realizar una acción con ellos. “Ella no pudo asistir porque se enfermó, pero me dijo: ‘te voy a recomendar a alguien que puede reemplazarme’. Así que lo llamamos y fue extraordinario. Yo nunca me lo imaginé de ese nivel, lo veía solo como un joven ganador, pero me conmovió”.

Pedro Román, quien hizo su tesis de maestría en historia del arte sobre Jimeno, destaca “el compromiso que tiene con temas que son de interés en el país, como los ‘falsos positivos’, las relaciones de poder, los abusos en la guerra, incluso las relaciones íntimas homosexuales entre los grupos uniformados, sin importar si son de la guerra, paramilitares o del Ejército”.

Ese dolor que el artista ha vivido y del que ha buscado desprenderse con sus obras ha generado incomodidad, hasta el punto que ha sido amenazado en varias ocasiones. “El año pasado recibí unas y hace unos diez años me pusieron un arma en la cabeza por tener el cabello largo para hacer una acción. Poco me ha gustado hablar de ello, pero creo que es hora de que la gente sepa que no todo es color de rosa y empelotarte, sangrar y cortarte. Es tomar una postura política. Llega el momento en que dices ‘voy por acá o me salgo’. Ya llegó el momento y yo ya he tomado mi decisión”, concluye Jimeno.

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El Museo Bolivariano de Arte Contemporáneo presenta ‘Introspectum’, retrospectiva de 22 años de carrera del ‘performer’ samario.
Edwin Jimeno ha usado la ‘performance’ para sanar y para manifestarse frente a lo que ocurre en el país. ‘Nicho humano’, primera ‘performance’ de Jimeno. Jairo Cáceres /Cortesía del artista Cortesía del artista

Un salón de arte joven, en Cúcuta

En su tercera edición, el Salón de Arte Joven del Museo de la Memoria de Cúcuta, que se realizó del 8 al 15 de noviembre, mostró la creación local de los artistas emergentes, en donde predominó la pintura y el dibujo, y hubo más espacio para las técnicas mixtas, la fotografía, la imagen digital y la ilustración.

Concursos impulsan la carrera de los nuevos

Arrancar no es fácil para nadie y para empezar a hacerse un camino en el mundo del arte, muchas veces, los artistas deben valerse de las convocatorias y becas para obtener recursos para producir sus obras y darse a conocer.

Para Marcela Betancourt, directora cultural del Club El Nogal, “en Colombia, el apoyo a los artistas jóvenes es poco y no es común encontrar convocatorias o concursos de reconocimiento nacional dirigidos a artistas plásticos. Por eso, desde el Salón de Arte Joven del Nogal buscamos darles un impulso para que arranquen su profesión con un reconocimiento”.

Este evento, cuya décima edición fue del 23 de septiembre al 14 de noviembre, en el Club El Nogal, en Bogotá, estuvo dirigido a artistas desde los 18 hasta los 30 años, que estuvieran cursando un programa universitario de artes en cualquier parte del país o que fueran egresados. La inauguración, donde se anunció como ganador a Felipe Lozano, tuvo un lleno total.

Lozano se graduó en el 2017 de la Facultad de Artes ASAB de la Universidad Distrital, y recibió 10 millones de pesos por Los jóvenes mártires, secuencia de cinco retratos en óleo sobre lienzo, adquirida por El Nogal.

El segundo lugar fue para Sebastián Zea Quintero, por Serie del hombre y el juego (tinta sobre papel), que consiste en siluetas en un contexto de la guerra, y el tercero, por votación del público, fue para Angie

“El primer puesto lo entregamos por unanimidad: no es normal que los artistas contemporáneos usen pintura sobre tela y nos pareció importante rescatar la técnica y reivindicar el oficio del pintor. Así mismo, nos llamaron la atención la expresión de los rostros y la manera cómo estos comunican la desazón de la juventud”, dice Carlos Guerrero, jurado del certamen junto a Javier Gil y Nelly Peñaranda.

Lozano cuenta que la obra surgió de haber retratado a sus amigos en momentos vulnerables. “Me di cuenta de que hay cosas que marcan a esa generación de jóvenes mártires, nacidos en los 90 y es el miedo al futuro incierto y al fracaso”.

Sobre el uso de la pintura, Lozano dice que

con esta técnica surgen reflexiones que no se dan con otras. “Hay cosas que solo puedo resolver con la pintura, que son más emocionales. Creo que hoy hay menos artistas dedicados a ella porque para su desarrollo se requiere un espacio y un tiempo que, con los ritmos de ahora, no se tiene”.

Espacio para los artistas ‘emergentes’

Por tercera vez, la Fundación Gilberto Alzate Avendaño (FUGA), en Bogotá, realizó su Salón de Arte Joven, el cual exhibió trabajos de 25 artistas del 16 al 29 de octubre y desde el 7 de noviembre hasta el 20 de noviembre.

“En estos 49 años, la FUGA se ha caracterizado por ser el lugar de los artistas emergentes, donde han empezado su trabajo. Por eso se creó el Salón de Arte Joven, dirigido a menores de 35 años, como una forma de seguirle apostando a su trabajo y de dar a conocer nuevos lenguajes”, dice Katherine Padilla, subdirectora artística y cultural de la FUGA.

Este año se presentaron 80 participantes. El jurado, compuesto por Karen Aune, Luis Fernando Cruz y David Andrés Ayala, escogió 25. En esta edición, se vio, sobre todo, videoarte y fotografía, así como obras que mezclan diferentes medios, y performance, como CNI DE O (Cuerpo No Identificado de O)(sic), de Isabella Sánchez, que consistió en un procedimiento forense cuyo fin fue esclarecer las causas de muerte de la señorita O, quien murió, supuestamente, de asfixia por inmersión. La acción fue un guiño a la

“Hay una masa de artistas que han encontrado en el arte un modelo de ciudad que el establecimiento no está brindando”, dice Alex Brahim, curador del Museo de la Memoria de Cúcuta, sobre este evento que reunió cincuenta artistas, entre los 14 y los 30 años.

El curador destaca que en las obras de este evento resaltaron temas como la identidad, las miradas al paisaje y la reivindicación a la mujer.

historia de ‘Ofelia’, personaje de Hamlet, y una metáfora al recuerdo de las mujeres que han sido encontradas en los diferentes ríos de Colombia.

Obras como Portal III, de Jonathan Chaparro llamaron la atención. Al entrar a un pequeño cuarto oscuro, cada espectador se encontró con un tocador, una silla y un espejo que reflejaba débilmente la escenografía del cuarto de los abuelos de Chaparro.

“Hice la pieza a partir de una investigación relacionada con la fotografía y quise llevarla a una instancia más instalativa. Construí una imagen de tres metros por unos 50 centímetros de alto, que se ubica detrás del tocador y de un velo que está en un espacio falso. Mi intención era generar un diálogo con la casa vieja de la Fundación Gilberto Alzate Avendaño”, dice Chaparro.

El artista se postuló al Salón porque brinda visibilidad y por el estímulo monetario que le permite seguir trabajando, según dice.

Para Padilla parte de la intención con este premio es “que los artistas se sigan proyectando y se conviertan en referentes. El estímulo de 32 millones para el ganador y los 16 millones que se lleva el segundo son para que cada uno potencie su desarrollo creativo. Una de las debilidades del sector es que es difícil que los artistas tengan seguridad económica que les permita concentrarse en su obra, así que la intención del premio es que puedan recapitalizar lo que invirtieron y seguirse proyectando”.

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Natalia Vega con la obra Remembranza, óleo sobre lienzo.
El décimo Salón de Arte Joven del Club El Nogal, el tercer Premio Salón de Arte Joven de la Fundación Gilberto Alzate Avendaño y la tercera edición del Salón de Arte Joven del Museo de la Memoria de Cúcuta dan oportunidades a los artistas que empiezan su carrera.
‘Cuerpos contenidos entre sí’, obra de Jazmín Rojas. Laura Ardila /Cortesía de la FUGA Cortesía del artista Felipe Lozano ganó el primer puesto del Salón de Arte Joven del Club El Nogal por la obra ‘Los jóvenes mártires’, secuencia de cinco retratos en óleo sobre lienzo. Lugares del arte amigables con los perros

La constante práctica de la minería deja sus huellas en el arte

Medio centenar de artistas exponen en ‘Fortuna’, en el Museo Universitario de la Universidad de Antioquia y en la Casa Museo Pedro Nel Gómez.

Araíz de su interés en temas ecológicos, hace tres años, el curador Óscar Roldán-Alzate inició una investigación sobre cómo el arte ha abordado el tema de la extracción minera. Esta partió de preguntas que giraban en torno a la necesidad de expresión del dolor y del miedo de los artistas contemporáneos frente a la minería.

“En el proceso, me di cuenta de que eso no siempre fue así. Para Pedro Nel Gómez (1899) la minería no conllevaba miedo, sino codicia, y en su obra se ve la guerra que genera controlar esos recursos que todos queremos”, dice Roldán-Alzate, director del Museo Universitario de la Universidad de Antioquia (Muua), en Medellín.

Los primeros resultados de la investigación se mostraron en la exposición ‘Fortuna. Diálogos: extracción, economía y cultura’, que se presentó en el Espacio ArtNexus, en Bogotá, del 3 de mayo al 8 de junio de este año, y que incluyó el trabajo de 18 artistas.

Ahora, esta muestra estará hasta el 30 de abril de 2020, en el Muua y la Casa Museo Pedro Nel Gómez, en Medellín, con una “hipótesis más completa y un desarrollo más amplio de una triada conceptual de extracción, economía y cultura”, dice el curador.

En la exposición hay obras de 50 artistas colombianos, como Fredy Alzate, Adriana Arenas, Fernando Arias, Pilar Aparicio, Gabriel Botero, Antonio Caro, Pedro Nel Gómez, Lina Mazenett, Mario Opazo, Óscar Murillo y Raquel Ramírez.

“Hay un desfase en el relato que nos han contado, porque nos han dicho que de cazadores-recolectores pasamos a ser cultivadores-pastores y se les pasó decirnos que fuimos mineros. Los cazadores-recolectores se quedaron en territorios donde había yacimientos y eso no nos lo contaron”, señala Roldán-Alzate.

La muestra exhibe un panorama amplio de la extracción, a través de artistas de los siglos XIX, XX y XXI que no solo hicieron creaciones artísticas, sino también antropológicas y etnográficas. También hay escultura, pintura, instalaciones, cerámica y video (algunas hacen parte de la colección del Museo).

“La minería es indispensable, la humanidad la requiere. Acá tenemos una plataforma discursiva que nos dispone en un espacio de reflexión donde la minería no es una cosa horrible. Igualmente, la exposición sí señala y denuncia cosas”, manifiesta el curador.

Por ejemplo, mientras se presentan dibujos como El espíritu creador del pueblo antioqueño, de Pedro Nel Gómez, que muestra las virtudes de la extracción, el público se puede encontrar con la intervención In Gold We Trust, de Miguel Ángel Rojas, que muestra el afán desmedido por obtener oro; y Nada dorado permanece, de Óscar Murillo, enfocada en el abuso laboral.

La obra de Murillo, ubicada en la sala patrimonial del Museo de la Universidad de An-

tioquia, resulta impactante pues a primera vista se ve una maraña de tela y prendas de vestir que, al mirarla con atención, devela una especie de gusano que consume los cuerpos de los trabajadores.

‘Fortuna’ no se trata solo de dar un panorama colombiano. Al contrario, el espectador se puede identificar con el desarrollo de estas prácticas en Latinoamérica, tal como lo hace la obra Mapa mudo, de Mario Opazo, intervención en un muro del Museo, que aborda problemáticas derivadas de la minería en los lugares donde se lleva a cabo.

“Remite a Latinoamérica y a parte de los países que, como el nuestro, dentro de sus dinámicas económicas, la salida que han tenido es echar mano de sus recursos naturales. La exhibición cumple con los preceptos de ‘glocalidad’, en tanto que son artistas locales pero el resultado es universal. La exposición podría estar en cualquier lado y sería igual de fuerte”, opina Roldán-Alzate.

Esto se logra transmitir a través de obras como Sustracción, de Carlos Castro, hecha

‘La intervención de los pájaros o el gabinete del vuelo’, obra de Jorge Marín.

en una de las paredes del Muua, que remite a un grabado del siglo XVII el cual muestra la mina del Potosí, en Bolivia, en la que se ve a los hombres trabajar como hormigas.

“Hay muchos artistas trabajando sobre economía, naturaleza y cultura. Si los reúnes, empiezas un diálogo que lleva a una ‘novela’ con caminos que cualquiera puede recorrer. Si te paras sobre Latinoamérica o en Colombia te vas a dar cuenta de que los artistas en este país siempre han tenido una relación con la extracción”, dice el curador.

“A Pedro Nel la minería lo marcó desde su nacimiento, porque nació en Anorí (Antioquia) en donde la extracción de oro artesanal era el sustento de las barequeras que iban al río. Su papá era propietario de minas. Por eso en sus obras plasmó los barequeros, las bateas, los rostros nostálgicos y la industrialización de las minas”, cuenta Paola López, coordinadora de colecciones de la Casa Museo Pedro Nel Gómez, que fue la casa del artista.

A mitad del siglo XX, la gente no se preguntaba si habría dificultades tan complicadas con el crecimiento de la población, “aunque en el 72 el Club de Roma estaba prendiendo las alarmas y decía que el desarrollo sostenible era la única salida. El ser humano es la única especie disfrutando de su suicidio en una fiesta pagana donde entre más brille y se queme la carne, más goza”, dice el curador.

Agrega que los museos deben hablar de las problemáticas y los conflictos. “En la muestra, también hay una lectura de denuncia: este es su espejo. Mírese. Usted verá si se ve como una calavera o una criatura bella”.

*Con invitación del Museo Universitario de la Universidad de Antioquia.

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La instalación ‘Cartografía de la contienda’, de Lina Mazenett y David Quiroga, se exhibe en la Casa Museo Pedro Nel Gómez, como parte de la muestra ‘Fortuna’. /ARTERIA

‘El Paseante’, de Nadín Ospina, conmemora (y cuestiona) 200 años de la Independencia

Inspirado en los retablos quimbayas, el artista bogotano Nadín Ospina creó una escultura inflable de ocho metros de alto, la cual fue instalada en el vestíbulo de la Biblioteca Nacional de Colombia. Esta escultura es la más reciente de las versiones de El paseante, proyecto que ha viajado por Cuba, Italia, Holanda, Estados Unidos y Colombia, desde que lo hizo por primera ocasión en 1997.

La pieza hace parte de la exposición ‘200 años después: Nadín Ospina y la pervivencia de lo indígena’, la cual conmemora el bicentenario de la independencia.

Los retablos quimbayas son representaciones de figuras humanas, con anatomías geométricas y simples. Sus rostros son inexpresivos y están hechos a partir de hendiduras para la boca y los ojos, y una protuberancia para la nariz. Ospina, conocido por tener una obra basada en figuras precolombinas que cruza con íconos del mundo contemporáneo, ha incorporado este tipo de imagen en varias de sus obras.

“Desde pequeño he sentido fascinación por el tema precolombino, por su formalidad. Luego, en el desarrollo de mi obra artística, descubrí una identidad en el entorno latinoamericano y en el colombiano en particular. Me identifiqué con la realidad compleja del país, que invoca, con nostalgia, el arte de nuestros antepasados, pero que al mismo tiempo destruye, menosprecia y asesina a las comunidades contemporáneas supervivientes”, explica Ospina. Es imposible dejar de pensar, con esta respuesta, en los ataques de los cuales están siendo víctimas las comunidades indígenas colombianas, cuyos integrantes han sido asesinados en muchos casos.

La figura está inflada en el vestíbulo de la Biblioteca, un espacio con murales gigantes, del suelo al techo y junto a las escaleras que llevan al segundo piso, lo que hace inevitable que sea apreciada.

El hecho de que la pieza sea inflable tiene un carácter irónico, según Ospina, porque en vez de ser una representación o una reproducción en metal, piedra o cerámica de una pieza precolombina, es una obra hueca, lo que para él representa el vacío de la simbología que el gobierno y algunas instituciones usan para exaltar el patriotismo. “Discursos vacíos de contenido frente a la problemática real del presente de las comunidades indígenas”, añade el artista.

De todos modos, a Ospina el arte precolombino no deja de parecerle enigmático. “En muchos lugares por fuera de Colombia,

e incluso algunos adentro del país, muchas personas no saben de qué se trata. Quién es ese ser tan extraño con esa configuración anatómica tan rara. Ahí es donde comienza una interacción muy interesante de hacerse preguntas: ¿esto de dónde es? ¿Por qué es así? ¿Por qué el color? Comunica cosas de esa riqueza cultural, pero no de una manera directa y elemental, sino que es una forma problemática que genera muchas preguntas”, dice Ospina.

Para el artista, El paseante más que una escultura es una intervención, pues argumenta que se lleva a cabo un proceso puntual en el que el inflable se activa y se dispone en distintos lugares por varios días. Para el artista, esta característica le da un carácter activo a la obra, al llevar esa idea compleja del arte precolombino, insertada en la contemporaneidad.

El inflable está dispuesto junto a representaciones e imágenes indígenas obtenidas o realizadas por la Comisión Corográfica (realizada entre 1850 y 1862), la cual reunió a varios dibujantes, quienes trazaron y pintaron caminos y montañas de Colombia en mapas, y retrataron a los indígenas del país y sus costumbres.

La exposición presenta también documentos de las colecciones y fondos de la Biblio-

teca Nacional de Colombia, divididos en siete categorías: ‘El poder del lenguaje’, ‘La fuerza política’, ‘Los dos grandes tesoros’, ‘Los investigadores’, ‘La Vorágine’, ‘La mirada colonizadora’ y ‘Jorge Isaacs viajero’.

“Esta es una exposición muy dialógica, en la que mi obra forma parte de un contexto y un conjunto de piezas que están invocando la presencia de las comunidades indígenas que hay en este momento histórico”, explica el artista.

Los viajes de ‘El paseante’

La obra que se exhibe en la Biblioteca Nacional nació de un boceto modelado tridimensionalmente en arcilla y yeso, el cual fue recreado en un programa de diseño para computador. Este fue enviado a empresas que se encargan de fabricar inflables para parques infantiles y publicidad, quienes elaboran el objeto en un proceso que Ospina describe como “industrial”: una máquina corta diferentes piezas de una trama de tela, las cuales son cosidas luego para hacer la forma del inflable. Luego se conecta a un motor que lo mantiene inflado.

La primera versión fue mostrada en Medellín, como la imagen del Festival de Arte de esa ciudad, en 1997. Luego de eso, ha estado en parques públicos de Bogotá,

hizo parte de la Bienal de la Habana, en el 2000; estuvo en la Bienal de Venecia un año después, y luego pasó por Holanda y Estados Unidos.

“En Medellín, la obra estuvo en varias comunas y había personas que tenían el temor de que dañaran la obra, pero por el contrario, algunos habitantes de la calle decidieron adoptarla y la cuidaban. En la Habana, una cubana me preguntaba si esa pieza volaba o podría desplazarse por el mar y rápidamente me di cuenta de que su intención era convertirla en una balsa gigante. Ella se sintió muy frustrada cuando le comenté que iba a necesitar un cable muy largo para ir hasta la Florida (EE. UU.).

“En Holanda un vendaval destrozó un Paseante y un cuidador del museo casi muere porque en el momento en que el temporal se desató, él intentó soltar el Paseante del lugar donde estaba anclado, pero quedó atrapado por una de las cuerdas del inflable y lo arrastró por varios metros. El hombre logró liberarse y la pieza salió volando, y fue destrozada totalmente. Pérdida total”, cuenta el artista.

‘200 años después: Nadín Ospina y la perviviencia de lo indígena’ se podrá visitar en la Biblioteca Nacional de Colombia hasta febrero de 2020. La entrada es gratuita.

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Un inflable de ocho metros de altura, en la Biblioteca Nacional, es parte de la exposición ‘200 años después’, que presenta, además, iconografía y piezas indígenas de la colección de esa biblioteca.
Nadín Ospina presenta ‘El paseante’ en el vestíbulo central de la Biblioteca Nacional. La obra ha recorrido distintos lugares del mundo. Elvia Ospina /Cortesía Biblioteca Nacional de Colombia

Profesores se renuevan en sus territorios

El diplomado ‘Espejos y cartografías’, realizado en Cúcuta, Riohacha, Sincelejo, Villavicencio, Quibdó Buenaventura y Florencia, llevó a estudiantes y profesores a intercambiar visiones sobre pedagogía y arte.

Este año, por tercera vez, el Área de Artes Visuales del Ministerio de Cultura, con el apoyo de la Fundación Arteria, realizaron el tercer ciclo de los diplomados ‘Espejos y Cartografías’, en Cúcuta, Riohacha, Sincelejo, Villavicencio, Buenaventura, Quibdó y Florencia.

Esta iniciativa gratuita, que en 2017 se realizó en Pereira; y en 2018, en Santa Marta, Ocaña, Neiva, Manizales, Tunja, Leticia, Pereira y Popayán, busca formar en arte a formadores (docentes de instituciones públicas o privadas y artistas plásticos o que vienen de las artes escénicas) de esas zonas, para que incrementen sus conocimientos y tengan nuevas herramientas para enseñarles a sus estudiantes.

En cada zona, 30 estudiantes recibieron 120 horas presenciales de clase en cinco módulos: fotografía, dibujo, paisaje, cuerpo y pedagogía, en donde desarrollaron ejercicios desde la premisa de cómo se ven ellos en su región y cómo reconocen los lugares que habitan.

Guillermo Santos, quien hizo parte del módulo de fotografía en Florencia y en Riohacha cuenta que en su caso más que enseñarles a los estudiantes a tomar fotos, buscó hacer una reflexión sobre el papel de la fotografía, actualmente, en medio de la tecnología. “Puse a los estudiantes a hacer un recorrido sobre los elementos esenciales, como la formación de la imagen con la luz. Para eso, el diálogo con la ubicación y el entorno eran importantes”, cuenta Santos.

Así mismo, el intercambio entre docentes y estudiantes es uno de los objetivos del diplomado, de ahí que se buscara que los profesores provinieran de distintas zonas del país.

Para el artista bogotano Manuel Santana, quien dictó clases de dibujo en Florencia, Sincelejo y Buenaventura, “desplazarse a otras regiones es otra manera de conocer el país que uno desconoce, porque se tienen otras realidades y la pedagogía tiene que ver más con una necesidad de vida. Me pareció importante constatar el valor que los estudiantes le dan a la educación artística y que la ven como una forma de relacionarse con el mundo”.

Uno de los estudiantes de Riohacha, Eusebio Siosi Rosado, quien se graduó del diplomado

el 9 de noviembre, cuenta que él se inscribió a esta iniciativa (mandó su hoja de vida y una carta en la que expresó las razones por las que quiso participar) porque “pienso que es importante estar siempre en formación. Siempre hay cosas nuevas que uno comparte en estos espacios y hay un proceso de retroalimentación con los demás compañeros”.

Siosi, quien es artista visual, suele dar talleres de formación en instituciones culturales, como los centros culturales del Banco de la República, y formar parte de algunos proyectos de concertación del Ministerio de Cultura y de proyectos de formación dirigidos a públicos vulnerables, a niños en los colegios, a jóvenes y adultos.

“Siempre me ha gustado trabajar procesos de exploración con nuevos soportes y eso es

gracias a todos estos talleres que uno recibe, que multiplica y adapta al territorio. Yo hago parte de la etnia Wayú y cuando voy a estas comunidades tomo temas como el tejido wayú y la simbología para hacer talleres que fortalezcan el lenguaje en el arte y en la cosmovisión wayú”, dice Siosi.

Una oportunidad para crear comunidad

La artista Angélica Teuta (Medellín), quien dictó clases en Riohacha y Sincelejo, cuenta que para su clase “uno de los requisitos es poner a estos agentes del arte en una actualización contemporánea. En este punto, yo tengo un interés de revisar el tema del paisaje desde la historia de Colombia y lo que hago es mirar cómo se ve el paisaje desde la época del barroco, pasando por las vanguardias y cómo se ve actualmente. Entonces lo hago por medio de la pintura y desarrollo una revisión de cómo se mira ese paisaje desde diferentes perspectivas”.

Teuta explica que esto lo hizo desde cuatro ejes: el paisaje como escenario o telón, el paisaje como documento, el paisaje como expresión y el paisaje como testimonio. “Se dio una retroalimentación donde ellos me hicieron consciente de muchos aspectos en el paisaje, como su variedad; hablar de paisaje es muy diferente en Sincelejo, pues allí la cultura costeña está fuertemente arraigada;

y en Riohacha, la conexión con lo wayú es súper fuerte y es más bien un paisaje desértico”, manifiesta Teuta.

De esta experiencia, Teuta destaca que con los diplomados ha tenido la oportunidad de “hacer colectividad entre los artistas, pues suelen estar muy ensimismados y acostumbrados a que todo sale del yo y eso me lleva a cuestionarme por qué el mundo del arte no es muy colectivo.

“Lo que más me interesa de ‘Espejos y Cartografías’ es hacer estas redes, entender que en estas zonas también hay artistas. Yo enseño porque ellos también me enseñan un montón de sus territorios y quedé con muchas ganas de hacer proyectos con ellos. Además, me gusta la disposición del programa que no es solo teórico, sino que propone el quehacer”, dice Teuta.

Santana manifiesta lo mismo: “Uno en estos sectores se da cuenta de que hay una alta necesidad de los encuentros, debido a que los artistas pueden desarrollar sus procesos de una forma solitaria y conocer lo que otro hace enriquece mucho la experiencia, ese es uno de los valores del diplomado”.

Por ejemplo, el artista bumangués Nicolás Cadavid, quien dio clases de dibujo en Villavicencio y en Cúcuta, señala que una de las cosas más interesantes y que más le gustó fue enseñarles tanto a estudiantes que contaban con formación en artes como a aquellos que no, ya que “algunos nunca habían dibujado y le tenían miedo al dibujo. Para mí fue satisfactorio ver que estos estudiantes que al principio se quejaban, al final demostraron con los resultados que el asunto del dibujo no pasa necesariamente por una condición técnica, sino que se trata más de una forma de diálogo”.

¿Y cómo ponen en práctica los estudiantes lo aprendido? Según Siosa, el mayor aprendizaje es que para el desarrollo de sus propias clases pudo aprender que no es necesario tener materiales específicos para crear. “Uno puede usar cualquier material que encuentre en el territorio y no es necesario tener mucha plata para eso, porque hay elementos como la tierra donde uno puede dibujar o puede usar el cuerpo como una herramienta de comunicación, en el caso de la performance”.

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Los objetos cotidianos fueron vitales para los estudiantes. En ‘Espejos y cartografías’ los participantes pudieron interactuar con su entorno y el paisaje de sus ciudades. Daniela Salcedo /Cortesía Franklin Medina /Cortesía

La bienal de Cúcuta aborda las fronteras y la migración

Es el mediodía de un miércoles y desde el puente internacional Simón Bolívar, del lado de Cúcuta, hay una fila de automóviles hasta donde la vista alcanza, avanzando lentamente y levantando el polvo a su paso. Ningún vehículo cruza el puente, pues está obstaculizado por un ya famoso contenedor atravesado en la vía, pintado de amarillo, azul y rojo.

Entre el polvero, en los costados de la via, se ven jóvenes venezolanos con la piel tostada por el sol, corriendo a las ventanas de los carros, ofreciendo sus servicios a los pasajeros para cargar su equipaje hasta el otro lado del puente, a San Antonio del Táchira, en territorio venezolano. Los locales los llaman los ‘carretilleros’.

De los vehículos que llegan hasta donde empieza el puente descienden los pasajeros cargados de alimentos y productos de aseo, en todo tipo de condiciones. Se ven señoras de edad mayor en sillas de ruedas que llevan paquetes de botellas de gaseosa sobre su regazo; niños y adultos que cargan al hombro costales tan grandes como ellos.

El puente Simón Bolívar pasa sobre el río Táchira, que también es la frontera entre Cúcuta y San Antonio, y es la principal ruta de acceso entre Colombia y Venezuela. En el 2015 Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, ordenó cerrar la frontera con Colombia, en el marco de una crisis diplomática entre ambos países.

Como se sabe, por la situación económica que vive Venezuela, muchas personas han decidido migrar a otros países en busca de oportunidades, y Cúcuta es una de las principales puertas de salida de los migrantes hacia el resto del continente. Esta emergencia social da origen a fenómenos de clandestinidad como el contrabando de combustible, medicamentos y todo tipo de productos, y a la trata de personas en la frontera.

A lo largo de la historia, artistas han trabajado en torno a la problemática de la migración, denunciando los vejámenes a los que son sometidos los migrantes, contando sus historias o las de sus familias en sus viajes o cuestionando la misma noción de frontera, las divisiones administrativas del territorio o los modelos económicos.

Un ejemplo es el documental creado por el artista chino Ai Wei Wei, Human Flow, en el que registra las condiciones de vida de migrantes de Afganistán, Iraq y Bangladesh, entre otros países que intentan entrar a Europa desde África y Medio Oriente, para escapar del conflicto. Otro ejemplo, sobre el caso de la frontera colombovenezolana, es el mural que hizo la mexicana Teresa Margolles con fotografías de mujeres carretilleras paradas en el puente Simón Bolívar, titulado Carretilleras sobre el Puente Internacional Simón Bolívar. Esta intervención se expone desde el 11 de

octubre, sobre la Avenida Panamericana de Cúcuta, cerca del Tennis Club.

Ambas obras fueron presentadas durante Juntos Aparte, bienal de arte que se realiza en Cúcuta y aborda por segunda ocasión la problemática que se vive en las fronteras de Colombia y Venezuela y otras partes del mundo, desde una perspectiva artística y pedagógica.

“Juntos Aparte fue creada entendiendo a la región de Cúcuta y la frontera como una referencia en el mundo, no sólo por la crisis humanitaria que vive, sino por ser frontera, un lugar de transformación y una alternativa de desarrollo de pensamiento. La bienal es un escenario para la construcción de ciudadanía a través de la convivencia y el debate con otros”, declara Alex Brahim, el director del proyecto.

Juntos Aparte abrió por primera vez en 2017 y fue ideada por los hermanos Álex Brahim y Luis Miguel Brahim, fallecido en enero de este año. Ellos consideraban que el mundo se encuentra en un momento que amerita hablar sobre las fronteras y los inmigrantes,

y Cúcuta es un lugar óptimo para tener esa conversación dada la crisis humanitaria causada por el cierre y la reapertura de la frontera entre Cúcuta y San Antonio del Táchira.

“Nos presentamos a Bienal Sur 2017, junto a más de 2.500 propuestas de 78 países, analizadas por un jurado compuesto por Hans Ulrich Obrist, Néstor García Canclini, Gilles Lipovetsky, Andrés Duprat y Ticio Escobar. Ellos eligieron 36 propuestas, entre ellas la de Cúcuta, y de esas propuestas de 2017 avalan e invitan solo a permanecer para siempre la nuestra”, explica Álex Brahím, a referirse a que durante la inauguración de la primera versión de Juntos Aparte, el director de Bienal Sur, Aníbal Jozami, anunció que Cúcuta sería una sede permanente de la bienal.

“La mejor forma de agradecerles, es decirles que no creo que se pueda concebir ninguna edición futura de Bienal Sur sin que los proyectos de ellos y todo lo que tenga que ver con Cúcuta tengan un lugar predominante porque esta ciudad se ha ganado el derecho a ser una de las sedes principales de Bienal Sur”, dijo Jozami.

Para este año, en su segunda edición, la bienal Juntos Aparte reúne obras de más de 70 artistas, organizadas en cinco exposiciones, un ciclo audiovisual, cinco talleres, cuatro intervenciones, cuatro conferencias y un conversatorio. Todos con entrada gratuita.

‘El puente está quebrado’, en el Centro Cultural Quinta Teresa, es una muestra sobre relatos y visiones de la frontera colombo-venezolana, representada a través de la producción artística colombiana y venezolana de este siglo, con obras como la de Andrés Duplat y el colectivo Calentado Producciones, quienes documentan en fotografía y video la crisis humanitaria en la frontera desde el 2015.

Dentro de esta misma exposición, Amparo

Cárdenas presentó el resultado y el registro en video de un proceso titulado ‘Tierra prometida’, el cual realizó en 2010 y que involucró a alfareros colombianos del municipio de Juan Frío, en Norte de Santander, y alfareras de Lomas Bajas, en Venezuela.

El proyecto consistió en crear una vasija de más de un metro de alto con arcilla venezolana y moldeada en Lomas Bajas. Luego fue traída a Colombia en una procesión por el puente Simón Bolívar y cocinada en un horno en Juan Frío. Cárdenas explica que mientras en Lomas Bajas, la alfarería es un oficio femenino y decorativo, en Juan Frío tiene un propósito estructural a través de la fabricación de tejas y ladrillos y es ejercida mayoritariamente por los hombres.

“Para mí lo verdaderamente valioso de todo el proyecto fueron las relaciones y las experiencias que vivimos los involucrados. La obra no es esa vasija que usted ve ahí. La verdadera experiencia estética está en los sucesos que atravesamos con los alfareros y alfareras, quienes viniendo de tradiciones distintas, se unieron por un propósito común”, añade Cárdenas

‘Entre toche y guayaba madura’ presenta en la Biblioteca Pública Julio Pérez Forero obras como la del rumano Ciprian Homorodean, quien denuncia con humor e ironía la falta de oportunidades laborales para los migrantes, en su obra ‘Quiero trabajar’: una serie de folletos dispuestos en una de las esquinas de la sala en los que el rumano se ofrece para desarrollar todo tipo de labores, como jardinero, técnico de computadores, detective privado, o médium.

A pocas calles de la biblioteca está la siguiente muestra, ‘Sigan bailando (despierte al vecino)’ en la Casa Museo Torre del Reloj, que incluye un mural creado por el colectivo basado en España PSJM, titulado ‘Inmigración colombiana en Venezuela e inmigración venezolana en Colombia de 1970 a 2018’. En el muro pintaron una gráfica de la migración de colombianos a Venezuela comparada con la de migrantes venezolanos a Colombia, en el período comprendido entre 1970 a 2018, realizada a partir de los tres colores de las banderas de ambos países.

A poca distancia también, en el Museo Norte de Santander y ciudad de Cúcuta se muestra ‘es_ta_do_na_ción’, una exposición sobre organizaciones políticas y su colapso en la contemporaneidad. Incluye obras como el registro del performance ideado por la Israelí Yael Bartana, realizado en el 2016. Bartana le comisionó a un joven hombre reemplazar una bandera de Israel, situada en la piedra de Andrómeda, en la frontera marítima entre las ciudades de Tel Aviv y Jaffa, por un árbol de olivo. Este gesto poético hace referencia a la ocupación de Palestina por Israel, basado en la importancia cultural que tiene el árbol de olivo tanto para palestinos como israelitas.

*Con invitación de la Bienal Juntos Aparte.

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Juntos Aparte muestra obras de más de 70 artistas sobre los problemas que viven migrantes en el mundo. Pintura de la serie ‘Ausencias presentes’, del colombiano Mauricio Sánchez, también conocido como ‘Masán’. /ARTERIA ‘Made in Cúcuta’ es una obra hecha por Samir Quintero, que alude al contrabando de gasolina en Cúcuta.

El 45SNA según los que estaban en ‘el revés de la trama’

Muchas de las personas que hicieron posible que se realizara el 45 Salón Nacional de Artistas (45SNA), pero que por estar en ‘el revés de la trama’, no figuraron, tuvieron, sin embargo, la posibilidad de recorrer los diez espacios en los que se llevó a cabo este evento en Bogotá, desde el 14 de septiembre hasta el 4 de noviembre de este año.

Paula Londoño, productora general del 45SNA, cuenta que en su caso y en el de su equipo, vieron las obras a medida que iban desarrollando el montaje. “Así fue como visitamos el Salón, mientras íbamos construyendo esos pequeños mundos por el centro (de Bogotá). Pero en nuestro caso conocer las obras era ir más allá de lo que mostraba cada una: saber de dónde vienen, cómo llegan, quién está pendiente de ellas, todos los detalles”.

En su opinión, una de las obras más importantes y que más le gustó fue The Tristan Chord, de Pedro Gómez-Egaña: un esqueleto de dinosaurio de papel que colgaba del techo del Museo de Arte Moderno de Bogotá y que todos los días a cierta hora bajaba lentamente hasta tocar el suelo. “Verlo subir y montar fue emocionante, lo disfruté mucho”, dice Londoño.

Por su parte, a Andrea Pérez, quien hizo parte del equipo de comunicaciones y estuvo a cargo de las redes sociales del 45SNA, lo que más le gustó fueron las performances del bogotano Alejandro Díaz Penagos (Los trigales) y la artista brasilera Jota Mombaça (Así desaparecemos). “Me mostraron que el arte puede llegar a dar unos mensajes específicos a través de la performatividad (sic) y allí radicó mi enamoramiento con el Salón. Además, las artes vivas atrajeron una audiencia diferente que la que suele ir al Salón Nacional”, manifiesta Pérez.

En este punto coincide Yuli Rivera, guía del Salón en las distintas curadurías, quien destaca que se les dio espacio a actividades que no se centraron en el objeto artístico. “A veces, la performance es un arte menor que se deja atrás en otros escenarios y fue muy interesante ver cómo al público le llamó la atención, aunque fuera muy extraño para ellos”, comenta.

“Performances como la de ‘La Dany’ Castaño sintonizaron un evento tradicional con la

época que estamos viviendo culturalmente en el país, más allá del glamur y el elitismo, ese aspecto de ‘clase’ al que se liga el arte en Colombia”, señala Andrea Pérez.

Londoño, Rivera, la mediadora Alejandra Castaño, así como el guía John Éder Sacantiva, coinciden en que una de las curadurías que creen va a ser recordada es ‘La fábula de Aracne’, que se exhibió en el Museo de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Rivera, quien estuvo la mayoría del tiempo en este espacio, dice que “fue desde esta curaduría que el director artístico Alejandro Martín desarrolló todo el concepto de ‘el revés de la trama’. Creo que al público le gustó tanto por la monumentalidad de las obras, porque el espacio era propicio para estas y porque cada una tenía una presencia muy fuerte y no era un ‘revuelto’ de muchas cosas como se vio en otras curadurías”.

Entre las obras que se presentaron allí, destacan La espalda de mi superficie, de Delcy Morelos, y Ensayos sobre la fe, de Juliana Góngora. “Una de las que más me llamó la atención fue la de Juliana Góngora, porque me puso a analizar cómo lo hizo y cómo logró esos detalles en los que se evidencian el amor por la obra”, comenta Castaño.

‘Instancias’ es otra de las curadurías que el equipo cree que va a tener relevancia en el futuro, pues según Pérez, “tengo entendido que es la primera curaduría web que se desarrolla en toda la historia del Salón Nacional”. “Es una curaduría por Internet, puedes ver que hay muchas cosas sucediendo allí al mismo tiempo. Como guía percibí que eso le gustó mucho a la gente”, dice Sacantiva sobre esta curaduría, a la que todavía se puede acceder en la página del 45 Salón Nacional de Artistas.

Una oportunidad para salir del museo

Aparte de las obras que se exhibieron, el equipo dice que algo que tuvo bastante relevancia fueron los procesos pedagógicos que se desarrollaron a lo largo de todo el 45SNA, como parte del apartado ‘Antes del amanecer’, por María Buenaventura. “Siento que las actividades planteadas allí fueron muy novedosas y reflejaron el amor que tienen los artistas por la pedagogía”, dice Rivera.

«Tras ver las clases de House of Tupamaras (grupo) o el taller de producción de ‘El Carry’, del Parche Artist Residency (colectivo), me parece que ese lado disidente es muy impor-

que ha medido la temperatura del arte en Colombia», indica Pérez.

Para la comunicadora y para Sacantiva, quien hizo sobre todo presencia como guía en el Museo de Arte Miguel Urrutia y en la Universidad Jorge Tadeo Lozano, dentro de lo más llamativo estuvieron los recorridos realizados por los murales que se pintaron en el Salón.

“Me encantaron los recorridos por los murales de ‘Contrainformación’, así como el mural hecho por Lucas Ospina y ‘Power Paola’, porque fue una obra que generó un diálogo. Además, fue dinámica y estuvo en constante transformación”, resalta Pérez.

Sobre esto, Rivera comenta que esta fue una de las cosas que más apreció, porque “los murales permitieron que el espectador se saliera de esos espacios de exposición y que interactuaran con el arte más allá del museo”. Además de estas actividades del 45SNA, los laboratorios que se desarrollaron como parte de la curaduría ‘Mitopía’ (se llevó a cabo en LIA, Laboratorio Interdisciplinario para las Artes), también fueron vitales dentro del evento, según Pérez.

Allí, varios colectivos realizaron residencias artísticas y usaron el espacio como un centro de operaciones, en donde se generaron discusiones, acciones y contenidos editoriales, musicales y radiales, así como una crítica al formato expositivo tradicional a través de la configuración de distintas experiencias. «Más que el espacio en sí, lo más valioso en LIA fueron las interrelaciones e intercambios que se dieron allí», opina Sacantiva.

Por último, el equipo destacó, dentro de lo que más les gustó, el ejercicio de María Buenaventura de escuchar el río, así como Los ecos de la chicha, de la curaduría ‘Espacios de interferencia’; las obras del artista Luto presentes en ‘Arquitecturas narrativas’; El aparato del progreso, de Eblis Álvarez y Mateo Rivano, exhibido en ‘Universos desdoblados’; Quimeras, de Wilson Díaz, instalación con acetatos de vinilo, pinturas en acuarela sobre papel y óleo sobre tela (vale decir, ya presentada en distintos eventos); el trabajo de Éricka Flórez, Mi negrito, y Hombres de chocolate, de Carmenza Banguera; Pulpo, de Yoshua Okón; Comunicaciones y competencias, de Néstor Gutiérrez, y El olor de la guayaba, de John Nomesqui.

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Mediadores, productores y comunicadores que estuvieron detrás de la realización del Salón Nacional de Artistas hablaron de lo que les llamó la atención.
tante en un evento ‘La Dany’ Castaño se presentó en Espacio Odeón y en la Cinemateca con un espectáculo que mezcló objetos usados e historias improvisadas. ‘Los trigales’, de Alejandro Díaz Penagos. Cortesía del 45SNA Adrián Gaitán elaboró la obra ‘Moebius Machine’ con colchones viejos y malla de construcción. Cortesía del 45SNA Cortesía del 45SNA

70 años de la producción artística de David Manzur se ven en el Mambo

Museo de Arte Moderno de Bogotá presenta ‘El oficio de la pintura’. La exposición tiene pinturas, dibujos y videos de uno de los artistas más prolíficos.

Asus noventa años, David Manzur no se da por satisfecho con su carrera como artista. A pesar de los reconocimientos que ha recibido, el más reciente la Orden de Boyacá, que recibió en noviembre de este año, Manzur se mantiene concentrado en seguir creando: “Me reto a ser y a buscar y a explorar, y a no sentirme cómodo con las cosas que llegan con el tiempo. Nada de eso. Yo tengo que estar ganándomela a diario”, explica el artista.

Con una muestra de casi 70 obras, principalmente pinturas y dibujos, y un video, el Museo de Arte Moderno de Bogotá (Mambo) rinde un homenaje a David Manzur por sus 70 años de obra artística. Manzur se presenta nuevamente en el Mambo, luego de mostrar allí ‘Ciudades oxidadas’, en 2011, y ‘Un pez en mi estancia’, en el 2001.

“La exposición no está concebida como una retrospectiva, a pesar de que es la muestra más comprensiva del trabajo de Manzur, pues todos los pasos de su carrera de 70 años están adecuadamente representados. Por el contrario, el núcleo de la exhibición es su producción más reciente, la cual demuestra ser el acmé de toda su trayectoria”, explica Eugenio Viola, curador general del Mambo y de la exposición, sobre el enfoque que dio a la muestra.

Si bien la exhibición presenta obras de todos los periodos de creación del artista, estas no están dispuestas en orden cronológico o por temáticas. Viola propuso, más bien, organizar la exposición en torno al barroco, tendencia que el curador identificó como el hilo conductor de la obra, encontrándolo presente a lo largo de toda la producción de Manzur.

Las obras nuevas

En el segundo piso del museo se exhiben las nuevas series de pinturas que Manzur creó para esta exposición. Viola explica que la intención del museo es volver sobre su propósito como institución enfocada en el arte moderno para presentar nuevas perspectivas sobre el arte histórico colombiano, como es el caso con David Manzur.

Una de las series nuevas es un políptico de cinco elementos, expuestos en una sala aparte, alusivos a la tragedia de Bojayá. “Yo soy un tipo con una carga grande en la memoria. A medida que pasa el tiempo, la memoria va dejando una huella en las imágenes y, en cierta forma, las desdibuja o las transforma. Esas imágenes transformadas son las que estoy usando últimamente en mi obra. El fuerte de la exposición está en una obra en donde uno no puede ser ajeno a los problemas que lo rodean.

“Todos los artistas, en cierta manera, reflejamos estas cosas que nos rodean y que contribuyen a la historia y a los horrores del país. La explosión del cilindro en Bojayá es algo que Colombia no puede olvidar. Yo voy a presentar un políptico que me importa muchísimo como reflejo de ese fenómeno, en el cual me remonto a una obra flamenca que me impresionó desde niño: un crucifijo del artista Rogier van der Weyden. A partir de su obra arranco hasta llegar a las paredes vacías, heridas por la explosión del cilindro”, explica Manzur sobre sus nuevas obras.

Aunque nunca satisfecho con su obra, Manzur reconoce que los logros, fruto de la investigación artística a la que ha dedicado su vida, y su gusto por la historia del arte le han permitido despojarse de lo innecesario, para hablar solamente en términos de lo preciso visualmente, en el espacio de un cuadro.

La ‘quadrería’

El muro del costado norte del segundo piso está pintado de rojo cardenal, emulando una quadreria italiana. Este es un término acuñado en Italia en el siglo XVII para referirse a las primeras colecciones de nobles

y burgueses, donde las obras se disponían según sus dimensiones y sus colores, más que por escuela, cronología o jerarquía. Hoy, en Italia se pueden ver ejemplos de quadrerias como el Palacio Pitti, en Florencia, o el Palacio Rossi Poggi Marsili, en Boloña. Este tipo de espacios de exhibición tienen un estilo barroco.

“Como el hilo conductor de la muestra es el barroco, decidí yuxtaponer trabajos nuevos y antiguos de Manzur y proponer un diálogo entre su obra y la de Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos, quien es el artista más emblemático del barroco colonial. Quiero agradecer al Museo Colonial por aceptar prestarnos sus obras. Sólo el 3 por ciento de la obra de Vásquez de Arce y Ceballos no es religiosa”.

En este muro presenta una instalación de pinturas con trabajos de los ochenta, setenta y sesenta, alternados con obras del periodo colonial y del siglo XIX.

‘El gabinete de dibujo’

También en el segundo piso, el museo dispuso una sala para mostrar arte moderno en un espacio que llamó ‘El gabinete de dibujo’.

Algunos de estos dibujos son estudios del proceso para obras finales, pero se muestran como obras en sí mismas, dada su calidad. Viola destaca en esta sala cómo Manzur usa el dibujo como método de investigación, comparando su proceso epistemológico con el de maestros del renacimiento. “Creo que el arte siempre es contemporáneo, cuando el artista lo hace y a través de la visión contemporánea de los espectadores”, añade Viola.

La ‘performance’ inédita de Manzur

En el segundo piso, en un televisor de plasma, el museo mostrará, por primera vez, el video de una performance que hizo Manzur sobre el pintor Francisco de Zurbarán. Viola destaca de este registro la calidad pictórica y la compara con los filmes de Pier Paolo Pasolini, en cuanto a la sensibilidad que tenía el director por su trabajo como pintor y su educación en historia del arte.

“Zurbarán siempre ha sido un personaje que resume para mí el siglo XVII español. Me interesé por él principalmente por ese aspecto quizás teatral. Entonces hice con un grupo de trabajo una serie de ensayos cinematográficos sobre el espíritu que tenía la España del siglo XVII, relacionado con la llamada escolástica o mística, que era inherente a la mentalidad de enseñanza que había en ese entonces”, dice Manzur, que estuvo internado durante la Guerra Civil española, de 1936 a 1939, estudiando dibujo en el Colegio Claret, de Las Palmas (España), donde conoció la obra de Zurbarán.

El muro de la colección del Mambo

En el primer piso, hay un muro para disponer temporalmente piezas de su colección. Para ‘El oficio de la pintura’, el Mambo colgará las pinturas del artista que tiene en su colección.

‘La pintura se toma el Mambo’

Bajo el eslogan ‘La pintura se toma el Mambo’, además de la exposición de Manzur, el museo muestra pinturas del artista colombiano Julián Burgos, en el sótano, esculturas de Verónica Lehner, en el primer piso y a las afueras del museo y pinturas de la colección en una muestra titulada ‘Variaciones infinitas’, sobre abstracción geométrica en la colección del Mambo, en el último piso.

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El
David Manzur ha llevado su trabajo a un nivel de detalle que es casi obsesivo. Cortesía La exposición muestra fotos de distintas etapas. Cortesía

BOGOTÁ

Ojo Rojo Fábrica Visual Colectivo Is This Tomorrow: ‘Is This Tomorrow?’

Hasta febrero 27

La muestra presenta fotografías, textos y materiales de archivo de la época de la Guerra Fría en Latinoamérica. El eje de la muestra es el archivo, que los artistas usan para explorar los efectos y legados de estos conflictos políticos e ideológicos en América del Sur. Fotografías históricas, desclasificadas y creadas se mezclan con crónicas, dibujos, monumentos y relatos para formar esta exposición.

BOGOTÁ

Museo del Oro ‘Museo del Oro: 80 años de historias compartidas’ Hasta octubre 10 de 2020

Esta muestra celebra la adquisición del Poporo Quimbaya por parte del museo, hecho que dio inicio a una colección arqueológica de orfebrería prehispánica, la más grande en el mundo, y la semilla de una red de museos a lo largo del país.

BOGOTÁ Espacio Fundación Art Nexus-Estudios

Las Nieves Exposición colectiva: ‘Un largo recorrido. Arte cubano contemporáneo’

Hasta diciembre 20

Se presentan obras de artistas formados en Cuba a partir de mediados de los setenta, en el marco de reformas educativas e institucionales que promovieron el desarrollo de un movimiento artístico contemporáneo a nivel latinoamericano. La muestra incluye más de 90 obras realizadas a partir de 1980, en diferentes técnicas que dan cuenta de las prácticas artísticas de varias generaciones de la isla. La exposición fue curada por Francine Birbragher y Celia Sredni de Birbragher.

ARMENIA

Alianza Francesa de Armenia

Laura Hernández: ‘Caerse de la cama’

Hasta noviembre 25

Teresa Cruz: ‘Habitantes de la calle, paisaje espontáneo’

Hasta diciembre 6

‘Caerse de la cama’ muestra dibujos, esculturas, videos e instalación. Laura Hernández aborda temas como el cuerpo, la enfermedad y el fracaso, a partir de su experiencia personal como paciente que enfrenta un dolor crónico desde hace varios años. El proyecto se presenta en el primer piso de la Alianza Francesa de Armenia.

‘Habitantes de la calle, paisaje espontáneo’ aborda el fenómeno de la reacción de la naturaleza ante procesos urbanizadores y lo trata a través de pinturas, collage, video e instalación.

MEDELLÍN

Museo de Arte Moderno de Medellín (Mamm)

Exposición colectiva: ‘El círculo que faltaba’

Sebastián Múnera: ‘Delito y ornamento: falsa libertad, falsa captura’

Lucrecia Dalt: ‘Multiples of Stupor’ Hasta febrero 2

‘El círculo que faltaba’ presenta en las salas ‘a’ y ‘b’ 67 obras, creadas por 26 artistas en torno a cadáveres, en particular, de figuras políticas latinoamericanas, para explorar las repercusiones que causaron sus decesos. En ‘Delito y ornamento’, Sebastián Múnera aborda con sus obras el hecho de que en el terreno del antiguo zoológico de Pablo Escobar funciona hoy la cárcel El Pesebre. Lucrecia Dalt presenta una instalación sonora, pensada para que los espectadores experimenten sonidos distintos a medida que se mueven.

BOGOTÁ

Museo Santa Clara Matías Quintero: ‘Sol invicto’ Noviembre 28-febrero 23

Sol Invicto es una instalación creada para el espacio del museo, compuesta por piezas escultóricas emplazadas para establecer relaciones con la antigua iglesia clarisa. La obra de Matías Quintero explora la práctica del tejo como elemento cultural popular y simbólico.

CALI Centro Cultural Colombo Americano Abdu Eljaiek: ‘Go West!’ Noviembre 21-enero 31

‘Go West!’ muestra 33 fotografías realizadas en 1974 por el fotógrafo colombiano Abdu Eljaiek en el recorrido por Washington, Nueva York, San Francisco, Arizona, Utah y Nuevo México. La exposición fue curada por Santiago Rueda.

BOGOTÁ

Flora ars+natura

Luis Fernando Ramírez: ‘Coro de quejas de los barrios San Felipe y Juan XXIII’ Margaret Mariño: ‘Las obsesiones no se negocian’ Exposición colectiva: ‘Puesta en público de procesos del programa Amazonas’

Hasta diciembre 15

Siguiendo el protocolo de los artistas Tellervo Kalleinen y Oliver Kochta, Luis Fernando Ramírez dirigió un coro de vecinos del barrio donde está ubicado Flora ars+natura (San Felipe) acompañados por la Banda Pelanga Ligera, para cantar las quejas y reclamos de los habitantes del sector y registrarlo en video. ‘Las obsesiones no se negocian’ es un proyecto audiovisual de Margaret Mariño, en el que aborda temas como los actos obsesivos y los sistemas de control. Se mostrarán performances de Elisa Triana, Antón Ceballos, Maria Daniela Rojas, Alfonso Venegas y Jenny Toro, participantes del laboratorio de investigación en torno al cuerpo, dirigido por María José Arjona.

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Cortesía de la Alianza Francesa de Armenia Cortesía del colectivo Is This Tomorrow Project Cortesía del Museo de Arte Moderno de Medellín Cortesía del artista Cortesía del Centro Cultural Colombo Americano Cali Cortesía del Museo del Oro Cortesía de Art Nexus Cortesía de Flora
ars+natura
Lugares de arte amigables con los perros

IBAGUÉ

Museo de Arte de Tolima ‘Goya, en Ibagué’ Hasta febrero 16

Esta muestra presenta una selección del legado gráfico de Francisco de Goya, con cerca de 70 grabados realizados a finales del siglo XVIII en España, que se reunieron de colecciones de Sevilla, Madrid y Ciudad de México. Esta exposición fue curada por Darío Ortiz.

Food of War: la relación entre la comida y los conflictos

Museo

ROLDANILLO

Museo Rayo

Exposición colectiva: ‘Nueve pintores contemporáneos cubanos’ Javier Caraballo: ‘Javier Caraballo’ Ómar Rayo: ‘Humor gráfico, dibujos, pinturas y grabados’ y ‘Oxímoron visual, pinturas e intaglios’ Básica TV: ‘Obra huésped’ Exposición colectiva: ‘Jardines de esculturas’ Exposición colectiva: ‘Las transformaciones del paisaje’ Desde enero 18

‘Nueve pintores contemporáneos cubanos’ muestra 19 pinturas en gran formato, creadas por nueve artistas cubanos. Javier Caraballo presenta un óleo sobre lienzo de gran formato en las cuales retrata escenas de intriga. El museo exhibe dibujos, pinturas, grabados, intaglios de Ómar Rayo. ‘Básica TV’ presenta un video de un minuto y medio. Los jardines de esculturas muestran obras de Édgar Negret, Eduardo Ramírez Villamizar, Carlos Rojas, Ana Mercedes Hoyos, Lydia Azout, Antonio Caro, John Castles, Clever Machado, Claudia Hakim, Pablo Bartelsman, Jaime Gutiérrez Lega, Manuel Hernández, Bernardo Salcedo, Juan Peláez, Miguel Castillo, Hugo Zapata, Pepe Toledo, Mario Vélez y Ómar Rayo.

El colectivo ‘Food of War’, fundado en el 2010 por los artistas colombianos radicados en Londres Hernán Barros y Ómar Castañeda, presenta en el Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá (MAC)‘¿Paz en las mesas?’, que aborda la relación entre la comida y los conflictos humanos, con el contexto colombiano para esta exposición.

“Estos conflictos no son solo políticos, se extienden de lo familiar a lo social y abarcan lo colectivo y lo individual, retratan los conflictos de creencias, de dogmas, de identidad personal, de narrativas contradictorias, son el tejido de la vida humana”, explica Gabriella Sonabend, artista y escritora británica, y cocuradora de la exposición junto a Barros y Castañeda.

Una de las obras es el video de Esteban Peña, titulado Sal, que muestra seis manos unidas hechas de sal. Está inspirado en una foto de las manos del expresidente Juan Manuel Santos, el presidente cubano Raúl Castro e Iván Márquez, miembro de las disidencias de las Farc, cuando firmaron los Acuerdos de la Habana, en Cartagena, en 2016.

BOGOTÁ

Maleza Proyectos

Camilo Parra: ‘Vista previa’ Noviembre 29-enero 15

‘Vista Previa’ presenta piezas inspiradas en el cuarzo, el paisaje y el tiempo. Muestra también instalaciones con animaciones e impresiones fotográficas intervenidas.

BOGOTÁ

NC-arte Cristián Salineros: ‘Órdenes sistémicos’ Noviembre 23-enero 31

El artista chileno Cristián Salineros presenta una instalación escultórica de gran formato que aborda temas como las políticas sobre el espacio, relacionando el cuerpo con la arquitectura y planteando las relaciones que se construyen desde la experiencia misma de las formas y el rol del espectador como activador.

“Durante cuatro minutos, el artista usa sus manos para borrar la imagen histórica, recordando a la audiencia la fragilidad de la paz, la naturaleza indefinida de la política y el dolor y la amargura que quedan después de la destrucción de una promesa”, explica Sonabend.

Por otro lado, el venezolano Juan Cabello representa la crisis que vive Venezuela con fotos de estantes vacíos que incorpora en sus collages, junto a imágenes de exuberancia de plantas y vegetales. Según la curadora, la abundancia y vistosidad de las plantas aluden a la exoticidad asociada a los países latinoamericanos y contrastan con las imágenes de las despensas vacías.

“La idea de que los venezolanos, de alguna manera, han provocado esta crisis hace eco de las aterradoras palabras de los líderes fascistas anteriores y refleja los sentimientos de las personas xenófobas de todo el mundo. La pieza destaca lo difícil que puede ser conciliar una realidad enormemente compleja con proyecciones externas de lo que es y representa un país. Habla de un poder para marcar las narrativas de los demás, mientras

Así luce

que, convenientemente, hace la vista gorda. ¿Cómo traer esto a la mesa en busca de una solución?”, dice Sonabend.

Otra pieza llamativa es la serie de fotos que tomó el artista Germán Arrubla al cerebro de Gaitán. Sonabend explica que después del asesinato del caudillo, en 1948, su hija mandó a conservar el cerebro y el corazón de Gaitán en formaldehído, con la esperanza de ponerlos al servicio de la ciencia. Pero, por errores en la conservación, se secaron y quedaron olvidados en el Museo Gaitán, donde Arrubla los fotografió.

La curadora compara la apariencia de los órganos de Gaitán con la del chocolate y reflexiona sobre los restos materiales y su decaimiento, en comparación con la magnitud de la importancia que tuvo Gaitán en la historia del país. “En esto se convierte en un gran líder, después de un peculiar acto de amor de una hija que espera que el futuro pueda aprender del pasado, un pasado ahora congelado e indescifrable”, añade Sonabend.

Para el colectivo, el conflicto colombiano está relacionado con la distribución inapropiada de recursos naturales como los cultivos, el agua y la tierra. La comida resulta un aspecto relevante, si consideramos la falta de apoyo a cultivadores locales, la presencia y el control de largas extensiones de tierra por parte de grupos armados y los programas de erradicación de cultivos ilícitos con agentes que afectan el suelo y los cultivos circundantes, a largo plazo. ‘Food of War’ estará abierta hasta el 29 de febrero.

17 ARTERIA Ed. 71 Noviembre 2019 - Febrero 2020
Camilo Parra /Cortesía de Maleza Proyectos Cortesía del Museo Rayo Cortesía de Cristián Salineros Catalina Garzón /Cortesía Museo de Arte de Tolima
El
de Arte Contemporáneo de Bogotá muestra una exposición itinerante por varios países, concebida por dos artistas colombianos en el exterior. Son 26 obras de 25 creadores.
el cerebro de Jorge Eliécer Gaitán. Cortesía de Germán Arrubla

Sección conducida por Humberto Junca Casas.

Eduard Moreno

Artista plástico

Pocas veces se les pregunta a las personas que trabajan en el mundo del arte sobre su formación, sus maestros, sus compañeros de clase o su relación y posición frente a las instituciones educativas, como si los artistas hubiesen aprendido solos y sus reacciones frente a estos edificios de poder fueran algo circunstancial. Aquí se demuestra lo contrario.

Humberto Junca: ¿Recuerda alguna experiencia educativa, tanto dentro como fuera del salón de clase, que haya sido fundamental para usted?

Eduard Moreno: La experiencia que más me marcó en mi infancia tuvo que ver con mi casa, con la influencia de mis padres, Misael Moreno y Berta Sánchez. Mi papá viene del campo, de Boyacá. Llegó muy joven a Bogotá huyendo de la violencia y la pobreza. Aquí se enamoró de mi mamá, que venía del Huila buscando un mejor futuro. Por eso mi niñez fue marcada por la precariedad. Recuerdo mucho cómo armaron, poco a poco, mi barrio, Palermo Sur, lugar que potenció de una manera tremenda mis sentidos.

Al comienzo no tenía alcantarillado y por todo lado había barro, lodo y arcilla. Con esos materiales los adultos construyeron el barrio y con esos mismos materiales jugábamos los niños. Recuerdo que en octubre salían cucarroncitos por todos lados y las charcas se llenaban de renacuajos. Los niños nos poníamos a atraparlos, a pescarlos. Así mismo, llegaban los camiones del recebo que arrojaban por las calles los bloques partidos de las ladrilleras aledañas, obedeciendo órdenes de los presidentes de las juntas de acción comunal que trataban de pavimentar con ellos las calles enfangadas. Era muy chévere tener ese material a mano.

Tuve una niñez linda, pero también peligrosa. Muchos amigos de escuela, La Concentración Barrio Palermo Sur, murieron o desaparecieron por la violencia y la pobreza. Por eso fue muy importante para mí ver a mi papá luchando para salir adelante. Siempre quiso tener una industria y su sueño de progreso y modernidad me marcó un montón.

A estas alturas, debe tener unas cuarenta máquinas de coser sin funcionar, pero mientras yo iba creciendo vi cómo consolidó su fábrica, vi cómo él y mi mamá invertían todos sus días trabajando por ese sueño. Lo primero que hizo mi papá al llegar a Bogotá fue volverse vendedor en San Victorino. Ese lugar fue el centro de sus negocios. Incluso cuando estudiaba en la universidad, yo todavía cargaba paquetes para después vender en San Victorino. Ahora lo veo como un espacio muy especial y siento que es un privilegio haber crecido en él. Allí entendí la importancia del tiempo, del trabajo y de la emancipación, la idea de que uno puede trabajar por sí mismo sin ser un subordinado en una fábrica o una empresa.

H.J.: ¿Recuerda alguna clase o profesor que haya sido importante en el colegio?

E.M: Hay una experiencia inolvidable que

le debo a Eduardo Calderón. Era profesor de español en el colegio Restrepo Millán. Él se dio cuenta de que yo falsificaba los exámenes. Yo repetía todo y colocaba una nota diferente, cambiando respuestas, falsificando la letra y la firma del profesor. Allá tenían una forma muy curiosa de calificar. Primero entregaban los exámenes calificados y cuando se tenían todos, los volvían a pedir para copiar las notas.

En ese momento los falsificaba. Me sentía muy feliz falsificando, hasta que este señor se dio cuenta, me buscó y me dijo: “Sé que usted falsifica exámenes y calificaciones, por eso le propongo que se aprenda de verdad los temas que estamos tratando o lo hago expulsar. Quiero que aprenda qué significa la letra, la palabra que usted está falsificando. Quiero que piense qué significa que creamos en algo o no creamos, que respetemos una norma o no la respetemos. Puede seguir falsificando y engañando a los demás, porque a usted le queda fácil. Pero engañarse uno mismo, eso sí que es peligroso y trae sus consecuencias”.

Recuerdo mucho ese regaño, quizás porque el arte está muy vinculado a todo eso: la copia, la reproducción, el uso de un signo que reemplaza lo real, el engaño. Desde aquel día ese profesor me empezó a enseñar muchas cosas de caligrafía y de grafología.

Gracias a él entendí que así como podía imitar un pájaro a través del dibujo, también podía imitar el temperamento de un artista. Por eso, tiempo después, en la universidad terminé haciendo copias de dibujos de Luis Caballero y de Santiago Cárdenas. De hecho, una persona me pagó por hacerle dos ‘Santiagos Cárdenas’. Eso fue buenísimo. Copiar es bueno, es chévere. En aquel momento, para mí el arte consistía en copiar lo más parecido al modelo. Y siempre pensé que haciendo eso iba a vender bien mis pinturas e iba a llevar dinero a casa lo más rápido posible.

Mientras estudiaba en la Nacional me iba para Galerías (sector de Bogotá) a ver los bodegones y los paisajes en todas esas vitrinas y pensaba: aquí es donde está mi futuro. Pero, poco a poco, esos modelos capitalistas y funcionalistas calcados de mi padre empezaron a quebrarse al ir estudiando y comprender otro tipo de relaciones y de maneras de entender el arte, mucho más vivas, más complejas. Eso, por supuesto, me generó una crisis tremenda. Yo estudié en la Nacional de 1994 a 2001.

H.J.: ¿A quién recuerda en la Universidad Nacional?

E.M.: A la maestra Stella Muñoz. Ella me dio dibujo y pintura y tenía una visión muy particular de la enseñanza, pues nos dijo que

era imposible compartir conocimiento sin reconocer el mundo de los afectos, sin reconocer nuestros miedos y nuestros deseos, sin reconocer lo que pasa con nuestra pareja o los problemas que tenemos en la casa. Así empecé a elaborar un lugar de pensamiento vinculando la creatividad, la enseñanza y los afectos. Estudiar con Santiago Cárdenas fue fundamental. También tuve clase con Gustavo Zalamea. Lo recuerdo mucho porque sacrificó parte de su trabajo artístico por la pedagogía. Hacía énfasis en que el artista es un pedagogo.

En ‘Taller Ciudad’ nos habló de sus postales y de sus proyectos con Bogotá y nos puso a buscar imágenes urbanas, a hacer collages e intervenciones en lugares públicos. Al enfrentarme con estas nuevas formas de pensar el arte, tuve claro que tenía mucho miedo de salir de la universidad y jugármela como un verdadero artista. El lugar más cómodo para mí era ser un pintor comercial. Luego rompí tanto ese esquema que no volví a vender un carajo. Se me fue la mano, creo.

H.J.: También ha sido docente. Cuénteme sobre eso.

E.M.: El maestro Rolf Abderhalden tenía organizado un convenio con la Secretaría de Educación donde algunos estudiantes de arte a punto de graduarnos podíamos hacer

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Eduard Moreno posa junto a su obra en la exposición ‘Nudo ciego’, realizada en Espacio El Dorado, en el 2015. Diego Guerrero /ARTERIA

Celebraciones

Noventa años de controversia en el MoMa

La

El 7 de noviembre de 1929, es decir, a dos meses del ‘Viernes Negro’ que dio inicio a ‘La gran depresión’, que diera inicio a la Segunda Guerra Mundial, abrió sus puertas el Museo de Arte Moderno de Nueva York.

En principio se trataba de una entidad interesada en promover el arte cuyo nombre indica pero, también desde sus inicios no ha dejado de contar con lo más saludable que ha aportado la cultura occidental al pensamiento de la especie: la permanente posibilidad de la controversia.

Esta situación, en realidad, la ha engrandecido, posicionado y caracterizado. Sobre todo porque revela un estado siempre deseable: nada mejor que un ente cultural de alcance global esté sometido a la veeduría externa para que sus integrantes comprendan mejor su devenir. O a una serie de debates consecutivos que les permitan revisitar su enfoque. O a polémicas intermitentes que aviven su presencia en la esfera pública. Como en otros museos de talante similar, sin enfrentar la crítica pertinaz este museo no sería lo que es.

El recuento de sus logros y debates podría comenzar, por ejemplo, con lo problemático que resultó desde el comienzo mismo de su operación el haber incluido un concepto tan omniabarcador como el de “moderno” en su denominación. En una reciente conferencia del director de Museos y Exposiciones de la Fundación Juan March, Manuel Fontán del Junco, se recordaba que algunas intelectuales remarcaron la contradicción evidente allí. Entre ellas citaba a Gertrude Stein cuando comentaba que “o es museo o es moderno, (pero) las dos cosas juntas no se puede.” (1)

Ahora bien, en una extraña actitud que de por sí daría para varios artículos, hay que recordar que para comenzar su actividad, una vez los miembros de su junta directiva de

Eduard Moreno

una práctica extracurricular en colegios públicos. Así resulté dictando clase en dos colegios en Usme, una experiencia maravillosa.

Esa localidad es la que más papel de desecho recibe en Bogotá. En un momento nos sacaron del colegio y terminamos haciendo el taller en la iglesia de Nuestra Señora de Los Huérfanos. Esa iglesia fue muy importante en el Bogotazo, pues albergó a niños del sector para protegerlos de la violencia y de ahí su nombre. Años después, se robaron el cuadro que entronizaba esa iglesia, el de La Virgen de Los Huérfanos.

Mientras estaba ahí, enseñando a hacer papel, mataron en la ‘L’, dentro del ‘Bronx’, a

base se reunieron en Manhattan para firmar el manifiesto-invitación a suscribirse a la iniciativa titulado ‘The Museum of Modern Art. A New Institution for New York’, decidieron postular, entre otros, el propósito de “realizar una serie de exposiciones durante los siguientes dos años, que permita incluir una representación lo más completa posible de los grandes maestros modernos –europeos y (norte)americanos(2)– desde Cézanne hasta nuestros días”.(3) Para subrayar luego la necesidad de contar con “la cooperación de artistas, propietarios, dealers […] con quienes creemos que podemos obtener –para nuestras exposiciones– pinturas, esculturas, dibujos o litografías de primer orden”. Es decir que, a pesar de contar dentro de sus directivas con la presencia del hombre más rico de su momento, este museo ¡operó originalmente a punta de donativos! Traduciéndolo a nuestros días: hasta el MoMA era precario.

‘Regaron sangre en su lobby y crearon la obra ‘And babies?’, donde transcribían la respuesta de un soldado estadounidense cuando se le preguntó por la matanza de Mi Lay’.

Años más tarde, su curador en jefe, Alfred Barr, tomó una serie de decisiones que lo pusieron en entredicho ante la masculina, blanca y millonaria junta directiva del emprendimiento: creó un organismo multidepartamental, que enfatizaría su actividad en el estudio más que en el acopio –su colección permanente se consolidó dos décadas más tarde–, de todo aquello que pudiera connotarse como manifestación cultural de la época. Así, organizó una estructura que incluiría departamentos de curaduría para pintura y escultura, dibujo, impresos y libros ilustrados, fotografía, cine, y arquitectura y diseño.

De igual manera, organizó varias exposiciones con las que afianzó su trayectoria,

destacándolo ante el arte europeo de vanguardia como el faro del traspaso de la alta cultura visual que se dio entre París y Nueva York. Originalmente inauguró con Cézanne, Gauguin, Seurat, Van Gogh, en 1929 y siete años más tarde asentó su arquitectura conceptual –esquema visual hegeliano superexitoso mediante– con las enormes (y siempre eurocentristas) Cubism and Abstract Art y Fantastic Art, Dada, Surrealism, en 1936. Con esto se granjeó la previsible molestia de las capas más conservadoras de los eternamente conservatizados Estados Unidos.

Poco después, organizó la exposición del artista primitivo y fabricante de chanclas, Morris Hirschhfield, un desastre expositivo que condujo a su despido y al inicio de una tensa relación con la entidad y a que entre los varios CEO que reemplazaron a los miembros fundadores (entre ellos, un nefando Steven Clark), se empezara a sospechar de su gestión.

Mientras esto se daba, el museo comenzó a ser acusado de no darle cabida a los representantes de la escuela de Nueva York dentro de su programa de trabajo. De ahí que Ad Reinhardt coordinara una serie de manifestaciones en el museo y repartiera aquellos famosos volantes donde reclamaba “how modern is the museum of modern art?”, llevando a que la entidad virara su orientación y en 1944, comenzara a enmendar la plana comprando She Wolf, de Jackson Pollock (manifestarse sirve).

Durante la Guerra fría, el museo comenzó a ser objeto de duros señalamientos por su abierta promoción del arte que promovía desde sus salas como respuesta ideologizada ante cualquier tipo de manifestación artística relacionada con el realismo socialista y sus derivados.

Así mismo, durante la guerra de Vietnam se dió una de las manifestaciones más memorables de su existencia: los miembros de Guerrilla Art Action Group organizaron

varios eventos para exigir la renuncia de la familia Rockefeller de la junta directiva, puesto que estaba directamente relacionada con la producción de armas para el ejército estadounidense. Como era de esperarse, dicha petición no se cumplió y el grupo incrementó la fuerza de sus requerimientos.

Por ejemplo, regaron sangre en su lobby y crearon la obra And babies?, donde transcribían la respuesta de un soldado estadounidense cuando se le preguntó por el alcance de la matanza de Mi Lay. Inicialmente, el museo apoyó la distribución del afiche, pero, en una clara muestra de censura postacuerdo típica de la instituciones culturales de ese país, decidió cortar todo vínculo con el proyecto. Por supuesto, el interés por la imagen de violencia gráfica, literalmente, estalló.

En 1974, el artista Tony Shafrazi grafiteó el Guernica –que para ese momento estaba bajo la custodia del museo– con la frase “Kill all lies”, como protesta por la absolución que le dio el presidente Richard Nixon a uno de los participantes en la misma masacre.

Qué cantidad de cosas interesantes han sucedido allí. Ya quiero perfeccionar mi inglés para dar muchas visitas guiadas ahí.

Notas:

1.- Manuel Fontán del Junco, “Alfred H. Barr: el hombre que le inventó un museo al arte moderno”. Disponible en: https://www.march.es/ actos/101858/

2.- Paréntesis del autor.

3.- Lizzie Bliss, W. Murray Crane, Frank Crowninshield, Cornelius Sullivan, Paul Sachs, John Rockefeller, The Museum of Modern Art. A New Institution for New York. Disponible en: https://www.march.es/plugins/visor/visorFLOW. aspx?p0=4_39567&p1=1&l=1#page=15

* Psicólogo, curador, crítico y docente universitario, sorprendido de la conversión masiva de iniciativas de arte contemporáneo que antes eran increíbles a emprendimientos anaranjados.

la mamá de cinco de los niños del taller. Ella era expendedora de drogas. La manera como tratamos de elaborar el duelo fue pintar entre todos un cuadro de aquella mamá como Virgen, acompañada de sus cinco hijos, vestidos con el uniforme del colegio, tal como venían al taller. Lo bonito es que ahora esa pintura está ahí, en la iglesia, entronizán-

dola, reemplazando a la que se robaron. Por otro lado, como en el taller reciclábamos el papel blanco de las oficinas, siempre sobraba el papel carbón y empecé a acumularlo. De ahí salió un grueso de mi trabajo que tiene que ver con la idea del archivo. Todo el papel carbón de los ministerios y oficinas públicas y privadas del centro terminaba en Mártires. Así me encontré cientos de archivos bien curiosos. Eran casi unos “Wikileaks” precarios, bien locos. Luego de terminar mis talleres en esa iglesia, que duraron de 2002 al 2005, fui profesor de cátedra de dibujo y pintura, más o menos siete años en la Tadeo y fui docente en la Academia de Artes Guerrero.

H.J.: ¿Se puede enseñar a ser artista?

E.M.: Sí. Camnitzer empieza un discurso elaborando la epistemología de otros cono-

cimientos. Afirma que la ciencia es conductual, que es informativa, que es un proceso de construcción y que el arte es un poquito más que la ciencia porque es eso mismo más todo lo otro. Concluye que todas las disciplinas deberían ser “eso más todo lo otro”. Es decir, el arte no debe pertenecer exclusivamente a los artistas. Me parece fabuloso.

Para él cualquiera puede ser artista. ¿Pero cómo provocar una pedagogía del arte para los otros, para científicos, para sociólogos, para contadores? ¿Cómo hacerlo cuando los artistas pensamos que sólo nosotros podemos hablar de arte, hacer arte, enseñar arte, aprender arte? Por supuesto, todo artista es un pedagogo. Lo que pasa es que no hemos querido asumir ese lugar abiertamente, nos da flojera. Preferimos nuestro pedestalito de artista y, ojalá, capitalista.

19 ARTERIA Ed. 71 Noviembre 2019 - Febrero 2020
En el Museo Santa Clara, Eduard Moreno presenta ‘Provocarse el archivo’, nominada al Premio Luis Caballero. historia del Museo de Arte Moderno de Nueva York ha tenido dinero, benefectores, sangre y contradicciones.
Cortesía

Galerías

BOGOTÁ

Alonso Garcés Galería

Luis Caballero: ‘El gran telón’ Hasta diciembre 20

En esta ocasión, la galería vuelve a exhibir la obra ‘El gran telón’ de Luis Caballero, de 4,70 por 5,80 metros, creada en 1990. Esta es acompañada por piezas de artistas como el venezolano Pedro Tagliafico.

BOGOTÁ

Galería La Escalera

Exposición colectiva: ‘Arte con sentido de vida’

Noviembre 25-diciembre 13

La galería celebra diez años con una muestra, curada por Patricia Ortega, que le rinde homenaje al legado del maestro Armando Villegas, a través de 17 obras que incluyen pintura, escultura, fotografía, música, artes escénicas y audiovisuales.

BOGOTÁ

Rincón Projects

Juan Pérez Anaya: ‘3 de enero, 2936’ Hasta diciembre 13

En esta exhibición se exponen dibujos, pinturas, instalaciones y esculturas hechas con piedra, tela y madera, sobre las relaciones entre imagen, objetos y espacio.

BOGOTÁ

Galería La Cometa

Alejandro Tobón: ‘Fósiles en movimiento y avistamientos temporales’

Hasta diciembre 2

El artista, a quien le interesa explorar con sus propuestas el valor de la tierra y su distribución, exhibe cinco ensambles hechos con materiales reutilizables como madera, hierro y polímeros.

BOGOTÁ

Espacio El Dorado

Rosa Navarro: ‘9 caligramas’ Hasta enero

Exposición colectiva:

‘Levantar la liebre’

Paula Amador y Edward Salazar: ‘Estéticas del espacio’ Hasta enero 25

Rosa Navarro muestra una serie de fotografías tomadas en los 80, que giran en torno al lenguaje. En ‘Levantar la liebre’, los artistas Verónica Puche, Francisca Jiménez, Sebastián Bright, Pablo Gómez, Leonardo Caro y Alejandra Parra exponen fotografías. El grupo de investigación ‘Estéticas del espacio’, de la Facultad de Diseño Gráfico de la Universidad Santo Tomás, conformado por Paula Amador y Edward Salazar, exhibe los resultados de su investigación sobre los procesos de diseño y decoración de los apartamentos bogotanos.

BOGOTÁ

Galería Baobab

Jeison Sierra: ‘Nuevo proyecto’

Noviembre 21-diciembre 13

Con su nueva muestra, que presenta paisajes creados con pintura y técnica mixta sobre lienzo, el artista antioqueño busca generar conciencia sobre la explotación del oro en Colombia.

MEDELLÍN

Galería La Cometa

Exposición colectiva: ‘Paripé’

Hasta diciembre 20

Esta exposición reúne acuarelas de Alejandro Sánchez, letreros hechos con vidrio y neón de Camilo Matiz, piezas en bronce de Dagoberto Rodríguez, fotografías de Eduardo Soriano, así como obras de Edward Rico, Edwin Monsalve, Fidel Suárez y Jerónimo Villa.

BOGOTÁ

Liberia Central Contemporánea

Jorge Julián Aristizábal: ‘Progresiones’

Hasta diciembre 4

Esta muestra está compuesta por dibujos e instalaciones construidas con flores artificiales, figuras de animales hechos en plástico, espejos y madera, con los que el artista busca emular la naturaleza.

MEDELLÍN

Galería Duque Arango

Darío Ortiz: ‘Contrapunto’ Hasta enero 31

Esta exposición, compuesta por 23 pinturas al óleo, hace parte de una muestra itinerante que comenzó en la séptima edición de la Bienal de Beijing y que se ha presentado en varios museos de México, Estados Unidos y Colombia.

BOGOTÁ

Galería Espacio Alterno Uniandinos

Ulla-Mari Lindström: ‘Utopías evolutivas’

Noviembre 7-diciembre 13

En esta muestra, curada por Germán Bernal, la artista finlandesa presenta ocho fotografías y un video relacionados con los cambios climáticos, que pretenden dejar en el espectador algunas preguntas sobre la evolución, las especies que sobrevivirán al cambio climático y nuevas formas de vida.

MEDELLÍN

La Balsa Arte

Exposición colectiva: ‘El implacable derretimiento del tiempo’

Noviembre 21-febrero 7

Esta muestra, curada por Patricia Gómez Jaramillo, reúne más de 20 fotografías de los artistas Pablo Mora, Ana María Velásquez, Camila Mora, Camila Botero, Caroline Peña Bray, Juan Caicedo, Margarita Besosa, Matt Jacob, Nicola Lo Calzo y Ramón Laserna.

20 ARTERIA Ed. 71 Noviembre 2019 - Febrero 2020
Cortesía del espacio Cortesía del artistav Pablo Gómez /Cortesía del espacio Alejandra Álvarez Bernal /Cortesía del espacio Cortesía del espacio. Cortesía del espacio Cortesía del espacio Lugares de arte amigables con los perros Cortesía del espacio Cortesía del espacio Cortesía del espacio Cortesía del espacio

BOGOTÁ

Beatriz Esguerra Arte

Mario Arroyave:

‘Disecciones del infinito’

Noviembre 23-diciembre 20

El artista, cuyo trabajo gira en torno a los lenguajes de la fotografía, creó para esta exposición más de 20 obras en dos formatos: 120 x 180 cm. y 120 x 60 cm. Las piezas parten de una idea del físico y matemático alemán Max Planck, sobre el origen de la materia.

MEDELLÍN

Galería Policroma

Elizabeth Builes: ‘De oscuro nacimiento’ Noviembre 28-enero 24

La artista expone una serie de obras con las que ganó en el 2018 una de las becas de la convocatoria ‘Creación ilustrar o dibujar las memorias y los patrimonios culturales de Medellín’. Muestra 29 dibujos en técnica mixta que giran alrededor del término ‘de oscuro nacimiento’, encontrado en diferentes folios del Archivo Histórico de Medellín, para referirse a los negros y mulatos durante La Colonia.

Una plataforma que combina arte, ciencia y tecnología

Idartes y el programa distrital Crea desarrollan el Laboratorio Biónico-biológico, en el que jóvenes que gustan del arte, la ciencia y la naturaleza experimentan y crean con medios digitales.

COTA Galería Estuario Exposición colectiva:

‘Adelante río Bogotá’ Hasta diciembre 2

Los participantes del laboratorio, 30 jóvenes entre los 10 y 16 años, se reúnen en el Parque Nacional (Bogotá), donde desarrollan, principalmente, tres actividades: recorren y registran lo que encuentran en el parque; experimentan con los medios digitales disponibles y, a partir de conceptos científicos, crean propuestas artísticas que surgen de los conocimientos adquiridos en el laboratorio.

microscopios a partir de dispositivos móviles y lentes, y han modificado las cámaras que vienen integradas a los computadores portátiles para tomar fotografías y grabar sonidos en el Parque Nacional.

BOGOTÁ

Galería El Museo Exposición colectiva: ‘Maestros’ Fernando Botero: ‘Dibujos sobre tela’ Guillermo Wiedemann: ‘Óleos y acuarelas’ Noviembre 30-enero 25 Exposición colectiva; ‘Lenguajes en papel’ Febrero 1-marzo 7

En ‘Maestros’ se exponen obras de Carlos Rojas, Débora Arango, Eduardo Ramírez Villamizar, Luis Caballero, Enrique Grau, Beatriz González, Alejandro Obregón y Bernardo Salcedo, entre otros. En ‘Lenguajes en papel’, se exhiben obras de artistas como Alejandro García, Fredy Saúl Serrano, Catalina Ortiz, Camilo Bojacá, Gonzalo García, Gonzalo Fuenmayor, Simón Ortega, María Cristina Cortés, José Horacio Martínez y Gabriel Silva Además, se presentan muestras individuales de Fernando Botero (‘Dibujos sobre lienzo’) y Guillermo Wiedemann (‘Óleos y acuarelas’).

Cerca de 150 obras, entre fotografías, esculturas y pinturas, resumen las acciones artísticas que Jaime Ríos, Manuel Cortés y Soraya Cristo realizaron durante 26 años para contribuir a la recuperación del río Bogotá. También participan Karina Torres, Camilo Rodríguez, Jorge La Rotta, John Dave Rojas, Andrés Cepeda, Sergio Alvear, Ricardo Forero, Alejandro Alvear Santamaría, Manuel Cortés Guzmán, Paula Kecan, Miguel Ángel Poveda y Elizabeth Bulla. La muestra se presenta en el Centro Comercial Terracota.

BOGOTÁ

Desborde Galería Exposición colectiva: ‘De-colón-bianidad’ Hasta enero 31

En el marco de la tercera edición del Festival Arte y Decolonialidad en Bogotá, esta galería y El Kruce Proyectos invitaron a Nadia Granados, Edinson Quiñones, Alexander Ríos, Carol Sabbadini, Emilio Tarazona, Andrés Felipe Uribe Cárdenas, Fernando Arias, entre otros, a explorar el concepto de decolonialidad a través de sus obras.

“La transición entre arte y ciencia, considero yo, se da a través de la imaginación y eso permite que la ciencias y las artes tengan estructuras de creación. Por eso tenemos varios proyectos, sobre todo de laboratorio. Nos interesa mucho este formato y lo concebimos como un proyecto de creación colectiva”, explica Andrés García La Rota, coordinador de la línea Arte, Ciencia y Tecnología, de Idartes.

Los jóvenes construyen un archivo de animales y plantas que imaginan a partir de los especímenes reales que encuentran en el parque y, si bien los registros son ficticios, se hacen con estándares científicos. Al punto que los participantes del laboratorio han subido su archivo a omeka.org, una página web para publicar colecciones digitales, la cual, según explica García La Rota, tiene unos protocolos internacionales, llamados Dublin Core: “Los niños están haciendo una archivística imaginaria y fantástica, pero dentro de una página profesional que es visitada por la Biblioteca Central de París, entre otros”, añade García La Rota.

En las sesiones del laboratorio, los participantes han realizado experimentos como fabricar sondas aéreas con globos de helio amarrados a un hilo y micrófonos parabólicos para hacer paisajes sonoros del parque, desde distintas alturas, junto al artista de México Arcángelo Constantini. También,

“El programa tiene una fase de levantamiento de información, otra de clasificación y otra de creación. Las fases se concatenan entre sí de manera no cronológica. Uno puede tenerlas en cualquier orden o retomarlas en cualquier momento. Iniciamos con la fase del reconocimiento del parque, donde nos acompañaron unos mamos de la Sierra Nevada de Santa Marta y unos dibujantes botánicos, para dibujar con los niños y finalizaremos con la exposición de resultados”, explica García La Rota.

Como clausura del laboratorio se realizará una actividad de fabricación de objetos digitales o físicos, como videojuegos, impresión 3D y realidad aumentada/mixta. El laboratorio tiene 15 sesiones en total y los resultados se exhibirán el 30 de noviembre, en el Teatro Al Parque, en el Parque Nacional, en medio de experiencias tipo feria de arte y ciencia, con carpas, escenario y música.

La línea de Arte, Ciencia y Tecnología del Idartes existe desde el 2016, creada en esa administración distrital, pero sus orígenes se remontan al 2005, con una experiencia privada que se llamó Experimenta Colombia. “Después logramos que esa experiencia pasara a lo público, con un laboratorio que tenemos en comodato con el Banco de la República, que se llama Plataforma Bogotá. En esta alcaldía logramos captar recursos para fortalecer Plataforma Bogotá y generar política pública sobre arte, ciencia y tecnología. Tanto así que ya tenemos la emisora CK Web, la cual concebimos como un espacio de laboratorio para experiencias visuales y sonoras en la red”, añade García La Rota.

21 ARTERIA Ed. 71 Noviembre 2019 - Febrero 2020
Cortesía del espacio Juanita Carrasco /Cortesía del espacio Cortesía del artista Cortesía del espacio Cortesía del espacio y de El Kruce Proyectos Los participantes del laboratorio aprenden sobre ciencia, programación, microscopía y arte a través de experimentos. Cortesía de la Línea de Arte, Ciencia y Tecnología del Idartes

Trece ‘guerreros’ unidos para los 30 años de la Academia de Artes Guerrero

Tres meses de tutorías y de mesas de trabajo fueron necesarias para que el artista plástico, tutor y curador Franklin Aguirre pudiera crear una exposición que incluyera las diversas perspectivas de trece artistas que participan en la muestra ’13 guerreros’, que celebra los más de 30 años de la Academia de Artes Guerrero (en Bogotá).

Ante la dificultad de trazar una línea curatorial que integrara las distintas propuestas, entre otras cosas por la brecha generacional de los participantes, Aguirre decidió trabajar con cada uno de ellos sobre el proyecto.

El título de la exposición, parte de un juego de palabras ideado por Aguirre que hace referencia no solo al nombre del fundador de la academia, Carlos Guerrero, sino también a la fuerza y a la determinación que debe tener un artista.

“Este grupo de artistas permite leer en los subtextos de sus narrativas y sus soluciones formales el interés de la academia por rescatar los oficios clásicos de las artes visuales, la necesidad de plantear un discurso coherente y vigente, la interdisciplinariedad vivida en los corredores donde los estudiantes dialogan con creadores de otras artes y la llegada inminente de los nuevos medios a las artes plásticas y visuales de hoy”, explica Aguirre sobre las obras que se verán en la muestra y que dan cuenta de los procesos de la Academia de Artes Guerrero.

Carlos Guerrero dio vía libre a Aguirre para que decidiera como curador quiénes eran los estudiantes adecuados para la muestra. Jean Barbato, Mauricio Combariza, Carlos Conde, Emmanuel Laverde, Jorge Magyaroff, Esteban Mantilla, Iván Mora, Jairo Palchucán, Paula Romero, Valentina Ruiz, Pedro Uribe, Nataly Yopasá y Laura Zossi son los artistas que participan en la exposición. La muestra se presenta desde el 23 de

titulada Inmigrante, compuesta por 234 péndulos de vidrio de diferentes tamaños colgados del techo, que forman un estrecho corredor por donde el espectador debe pasar. Esto hace que, a veces, el que camina toque los péndulos, que tienen puntas agudas en su parte inferior. Esta obra busca plantear metáforas para la condición de un migrante en un territorio extraño.

Jorge Magyaroff presenta un juego de mesa titulado The Ultimate Collector, a través del cual hace analogías con dinámicas del mercado del arte. Esteban Mantilla muestra una instalación creada a partir de pinturas en las que exalta la creación y tiende conexiones entre medios tradicionales y nuevos a través de íconos religiosos y populares.

noviembre, en

ubicada en el barrio San

de

Estos artistas fueron preseleccionados por la academia a partir de una base de datos de los egresados.

“Hablamos sobre las temáticas que abordaban, y establecíamos si eran pertinentes o no. Si ya ha pasado el tiempo y se habían dado respuestas frente a esos contenidos y a partir de esto se establecieron prioridades, se ratificaron algunas de las problemáticas o se revisaron para ser actualizadas”, explica el curador.

Y agrega: “Luego, después de entender cuáles problemáticas son las adecuadas para abordar, se buscan lenguajes adecuados para poner en el espacio esas problemáticas, basados en el trabajo que los ha hecho visibles o que les dio esa categoría de artistas destacados en la selección”.

Aguirre sostiene que las artes en Colom-

bia y la pedagogía artística están en crisis, debido a que los procesos neoliberales del mercado han hecho que los artistas sean considerados más un cliente que una persona en formación. “Entonces se debilitan y se flexibilizan en exceso estas concesiones para que los artistas se mantengan pagando una matrícula. Por lo tanto, las exigencias no son las mismas y el artista suele ser domésticado y sus temáticas dan cuenta no solo del perfil de la universidad en la que estudió, sino el deber ser y lo políticamente correcto”, añade el curador.

Entonces Aguirre invitó a los artistas a que consideraran que no estaban haciendo parte de una muestra que debía ser controlada a partir de parámetros políticamente correctos, sino que tenían que liberarse de esas cargas y pensar que estaban exponiendo en una galería de muy alto nivel.

Carlos Conde muestra la instalación

Paula Romero exhibe una serie de dibujos que hacen parte de un objeto escultórico que es accionado por el espectador. Al activarse, los dibujos se mueven sobre un eje, lo que genera el efecto visual de una animación, en la cual se ven animales y plantas, los cuales son destruidos con el avance de la civilización. Esta obra denuncia la desaparición de ecosistemas y especies por la codicia humana.

Al hablar de cómo en tan corto tiempo puede generar respuestas de los participantes, el curador explica: “Yo siempre llevo a los artistas en mis procesos pedagógicos hacia la detección de afecciones y afectaciones. Afecciones en términos negativos y afectaciones en términos positivos.

“Fenómenos de la vida o estímulos que generen en ellos un fenómeno comportamental o el descubrimiento de una situación que de otra forma no habrían descubierto”, concluye Aguirre sobre su proceso curatorial”, culmina.

22 ARTERIA Ed. 71 Noviembre 2019 - Febrero 2020
LGM Galería, Felipe Bogotá. Así, ‘A la mar’ es una escultura hecha por Laura Zossi, inspirada en el agua como símbolo de la vida y el riesgo. /Cortesía de la artista La obra ‘Dioses caídos’, de la artista Paula Romero, genera el efecto de una animación.
Una exposición reúne artistas con distintas edades y diferentes perspectivas, con la curaduría de Franklin Aguirre, en LGM Galería, de Bogotá. WWW.OCHOINFINITO.COM ochoinfinito_ ochoinfinitomobiliariario OPTICAL SEDUCTION Nueva Colección Platos Arte Carlos Alarcón para OCHOINFINITO Mobiliario, Cojínes, Manteles y Platos Lanzamiento en Feria Buró 12 al 19 Dic. 2019 STAND 103 - PABELLÓN 1 Instituto Pedagógico Nacional Calle 127 con 9, Bogotá D.C. SHOWROOM: MUTUO CASA TALLER, CITA PREVIA, CEL 300 4286510
/Cortesía de la artista

GUÍA NACIONAL

BOGOTÁ

GALERÍA ESPACIO ALTERNOASOCIACIÓN DE EGRESADOS DE LA UNIVERSIDAD DE LOS ANDES

Calle 92 # 16-11

Tel: (1) 6162211 Ext. 107 ó 135 www.uniandinos.org.co Hasta diciembre 13 ‘Utopías evolutivas’: Ulla-Mari Lindstrom.

GUERRERO ESPACIO GALERÍA / ACADEMIA DE ARTES GUERRERO

Calle 45 # 18A-25

Tel: (1) 3298150 www.guerreroespaciogaleria.com www.artesguerrero.edu.co Hasta noviembre 30 ‘Ella se lo buscó, seguro algo habrá hecho’: Lina García.

GALERÍA NEEBEX

Calle 75 # 22-30 Tel: (1) 3227646 www.neebexgallery.com Hasta diciembre 5 ‘Genérico’: Lina Alba. Desde diciembre 12 ‘Lugares comunes’: Proyecto Faenza.

GALERÍA EL MUSEO

Calle 81 # 11-41 Tel: (1) 7447588 www.galeriaelmuseo.com Hasta enero 25 de 2020 ‘Maestros’: Fernando Botero, Carlos Rojas, Débora Arango, Eduardo Ramírez Villamizar, Luis Caballero, Enrique Grau, Beatriz González, Alejandro Obregón y Bernardo Salcedo, entre otros.

‘Dibujos sobre tela’: Fernando Botero. ‘Óleos y acuarelas’: Guillermo Wiedemann. Desde febrero primero de 2020 ‘Lenguajes en papel’: Exposición colectiva.

MUSEO COLONIAL

Carrera 6 # 9-77 Tel: (1) 3424100 www.museocolonial.gov.co

LA BALSA ARTE

Carrera 9 # 73-44 Local 2B Edificio Calle 73 Tel: (1) 3122327 www.labalsaarte.com Hasta febrero de 2020 ‘Artistas de La Balsa’: Isidoro Adatto, Margarita Besosa, Julián Burgos, Rodrigo Callejas, Bilal Chahal, Miguel Cárdenas, Priscilla González, Ramón Laserna, Nicola Lo Calzo, Jorge Marín, Radenko Milak, Pablo Mora, Juan Osorno, Diana Restrepo, César del Valle y Ana María Velásquez.

BIBLIOTECA NACIONAL DE COLOMBIA

Carrera 24 # 5-60 Tel: (1) 3816464 www.bibliotecanacional.gov.co Hasta febrero de 2020 ‘Nadín Ospina y la pervivencia de lo indígena’ y ‘Leo Matiz: Motivos tropicales’. Hasta enero de 2020 ‘Sube el telón: Beatriz González y el teatro Santander’.

NC-ARTE

Carrera 5 # 26B-76 Tel: (1) 2821474 / 2820973 www.nc-arte.org Hasta enero 31 de 2020 ‘Órdenes sitémicos’: Cristián Salineros.

MUSEO DE ARTE MODERNO DE BOGOTÁ

Calle 24 # 6-00 Tel: (1) 2860466 www.mambogota.com

MUSEO SANTA CLARA Carrera 8 # 8-91 Tel: (1) 3424100 Ext 1613 www.museocolonial.gov.co Hasta febrero 23 de 2020 ‘Sol invicto’: Matías Quintero.

LAMAZONE

Carrera 3A # 63-58 Tel: (1) 3479629 www.lamazone.com

SAN JERÓNIMO, ANTIOQUIA

OTRA ZONA GALERÍA DE ARTE

San Jerónimo, vereda Llanos de San Juan Tel: 320 8921835 www.otrazonagaleria.com Hasta enero de 2020 ‘Territorio QR’: Alejandro Cardona. Desde enero de 2020 ‘¡Hijueputa, la aguapanela!’: Exposición colectiva.

MEDELLÍN

LOKKUS ARTE CONTEMPORÁNEO

Carrera 36 # 10A-35 Edificio Doble Elle Tel: (4) 2996999 www.lokkus.com Hasta enero 17 de 2020 ‘Grabado’: José Antonio Suárez Londoño.

LA BALSA ARTE

Carrera 10 # 40-37 Tel: (4) 4795505 www.labalsaarte.com Hasta febrero 7 de 2020 ‘El implacable derretimiento del tiempo’: Pablo Mora, Ana Velásquez, Camila Mora, Camila Botero, Caroline Peña Bray, Juan Caicedo, Margarita Besosa, Matt Jacob, Nicola Lo Calzo y Ramón Laserna.

BARRANQUILLA

MUSEO DE ARTE MODERNO DE BARRANQUILLA

Carrera 56 # 74-22 Tel: (5) 3690101 / 3609952 www.mambq.org

MONTERÍA

MUSEO ZENÚ DE ARTE CONTEMPORÁNEO (MUZAC) Calle 29 # 7-75 Tel: (4) 7823870 / 3157446402

SANTA MARTA

MUSEO BOLIVARIANO

DE ARTE CONTEMPOERÁNEO

Avenida del Libertador

Quinta de San Pedro Alejandrino Tel: (5) 4331021 / 4332994 www.museobolivariano.org.co Hasta enero 28 de 2020. ‘Introspectum: Edwin Jimeno’.

PEREIRA

MUSEO DE ARTE DE PEREIRA

Avenida Las Américas # 19-88 Tel: (6) 3172828 www.museopereira.org Hasta febrero 29 de 2020. ‘El lugar del espejismo’: Fredy Clavijo. ‘La ideología y el paisaje’: Léster Rodríguez.

‘Set’: Juan David Laserna ‘Cíber era’: Exposición colectiva

ROLDANILLO, VALLE

MUSEO RAYO

Calle 8 # 8-53 Tel: (2) 2298623-2297290 www.museorayo.co Desde enero 18 de 2020

‘Nueve pintores contemporáneos cubanos’, ‘Javier Caraballo’, ‘Humor gráfico, dibujos, pinturas y grabados’ y ‘Oxímoron visual, pinturas e intaglios’: Ómar Rayo.

‘Obra huésped’: Básica TV. ‘Las transformaciones del paisaje’: Exposición colectiva ‘Jardines de esculturas’: Édgar Negret, Eduardo Ramírez Villamizar, Carlos Rojas, Ana Mercedes Hoyos, Lydia Azout, Antonio Caro, John Castles, Clever Machado, Claudia Hakim, Pablo Bartelsman, Jaime Gutiérrez Lega, Manuel Hernández, Bernardo Salcedo, Juan Peláez, Miguel Castillo, Hugo Zapata, Pepe Toledo, Mario Velez y Ómar Rayo.

23 ARTERIA Ed. 71 Noviembre 2019 - Febrero 2020

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