Arquetipos Entrega 2

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Grupo 10 Laura Sofía Marín (44) Arquetipos en Arquitectura Fabio Restrepo Octubre 29, 2014 “¡Que pueda yo tener un compañero, un semejante con el cual hablar, con el cual vivir!” (Defoe 2004, 191)

La necesidad humana por hablar con un semejante pareciera ser innata a nuestra naturaleza, debido entre muchas otras razones a que es tan solo hablando que conseguimos que nuestros pensamientos e ideas se conviertan en parte de la realidad tangible en la que vivimos. Es en el intercambio verbal con el otro donde procesamos las ideas y las traemos “aquí”, junto a nosotros. Tal y como lo sugiere Stephen Hawking1, pareciera ser que es a través de conversaciones sostenidas a lo largo del tiempo que hemos conseguido nuestro mayores éxitos como especie. La forma en que se conocen Robinson y Viernes en el libro de Defoe es similar a la que es narrada en el libro de Tournier. Sin embargo, a medida que las cavilaciones de los dos Robinson los conducen a diferentes reflexiones acerca de sí mismos y de su posición como amo y/o compañero del “salvaje”, se van transformando las maneras en que ven y asumen el mundo, propiciando así cambios en la relación que establecen con ese otro habitante de su remota isla. Cada Robinson ha buscado durante su larga y solitaria estadía en la isla compañía. Para ambos, lo que más han anhelado de esta compañía es la posibilidad de entablar un diálogo con un alguien. Robinson de Defoe enseña al papagayo Polly a repetir palabras que, aunque carentes de sentido, son sonidos “humanizados” que logran que Robinson se sienta a salvo de la soledad en la que vive en la isla. Por su lado, el Robinson de Tournier mantiene con Speranza, la isla, una perpetua conversación carente de respuestas sonora pero llena de mensajes transmitidos a través de distintos pasajes en la biblia. Tanto el Robinson de Defoe como el de Tournier plantean inicialmente una relación de aparente superioridad frente a Viernes, mientras que este a su vez entiende y asume dicha posición. Defoe narra el primer encuentro entre el “salvaje” y Robinson de la siguiente manera: 1 “For millions of years, mankind lived just like the animals. Then something happened which unleashed the power of our imagination. We learned to talk and we learned to listen. Speech has allowed the communication of ideas, enabling human beings to work together to build the impossible. Mankind's greatest achievements have come about by talking, and its greatest failures by not talking.”


“Entonces, dejándose caer de rodillas, besó el suelo y apoyó en él su cabeza, y tomando mi pie lo puso sobre ella, lo que sin duda significaba su voluntad de hacerse mi esclavo por toda la vida.” (Defoe 2004, 206) Para Defoe es claro que Viernes, agradecido con Robinson por haber salvado su vida, está dispuesto no sólo a volverse su sirviente, si no su eterno esclavo poniendo su vida y su destino en manos del “hombre blanco”. Una situación semejante se presenta en el caso del Robinson de Tournier, quien describe el evento haciendo énfasis en las diferencias físicas que son evidentes a primera vista: “…un hombre negro y desnudo, trastornado por el pánico, inclinaba su frente hasta el suelo y su mano tanteaba para colocar sobre su nuca el pie de un hombre blanco y barbudo, completamente armado, vestido con pieles de cabra, la cabeza cubierta con un gorro de piel y curtido por tres milenios de civilización occidental.” (Tournier 1992, 72) Es luego de este encuentro inicial en donde empiezan a surgir diferencias entre el libro de Tournier y el libro de Defoe en la relación de Viernes y Robinson. Para empezar, el Robinson de Tournier no salva a Viernes a propósito. Fue solo una cuestión de suerte, porque el disparo que mató al perseguidor iba dirigido en realidad hacia Viernes mismo. Este disparo había sido detonado con la intención de encontrar en los visitantes de la isla aliados, no de salvar a la próxima víctima del ritual caníbal. Por otro lado, el Robinson de Defoe tenía claro desde el principio que jamás se aliaría con los caníbales que buscaban apresar a el pobre salvaje fugitivo ya que él veía en el salvaje a “… el criado, o tal vez el compañero y ayudante que necesitaba…” (Defoe 2004, 205). Además, las creencias cristianas tan fuertemente implantadas y reforzadas por las penurias que había vivido, no le permitían a Robinson pensar en compartir su vida con alguien que comete un crimen del “diablo”. A medida que se desarrollan las historias es notable cómo en ambos casos es imperativo para los dos Robinson convertir al cristianismo al recién llegado, a quien consideran a la vez primitivo, salvaje y hereje. Para ambos personajes es inaudita la práctica del canibalismo, sin que ninguno de los dos busque entender, o llegue siquiera preguntarse si esta tenía un significado o una razón de ser. El Robinson de Defoe logra que Viernes entienda que esto es una acción diabólica, algo que a partir de ese momento ha de ser considerado como tabú. Viernes, quien crecio y fue educado en una cultura donde el canibalismo no es más que una ceremonia de guerra, da la espalda a sus raíces y a través de la lógica y los argumentos que expone Robinson “entra en razón” fácilmente y cambia sus tradiciones para empezar a satanizarlas él mismo. Por el contrario, en Tournier, Robinson obliga a Viernes a seguir unas prácticas que para el recién llegado son tan absurdas y sin sentido que le ocasionan risas.


Risa que enfurece a su “amo”, quien en respuesta golpea a Viernes hasta el punto de hacerlo repetir “… con la voz entrecortada por los sollozos, las palabras que le murmura...” (Tournier 1992, 75). Es notable la diferencia en la forma en la que cada uno de los dos Viernes asume este nuevo sistema de creencias; así, uno se sumerge en él y lo adopta como propio, mientras que el otro, extrañado por el comportamiento de Robinson, apenas si se siente afectado por los largos discursos de su amo. Aquí vale la pena preguntarse si lo que cualquiera de los dos Robinson buscaba era en realidad un interlocutor, cuya opinión se aprecia y valora, o tan solo un receptor pasivo de sus ideas y opiniones. Es por esto que es interesante notar como aunque la situación inicial de los dos Viernes es similar, en el libro de Defoe la relación amo/esclavo permanece estancada, mientras que en Tournier evoluciona hasta el punto en que Robinson llega a considerar a Viernes como su más preciado compañero y amigo. La relación que describe Defoe presenta posibilidad alguna de cambio ya que Robinson no es un ser que reflexione acerca de sí mismo o del mundo que lo rodea; sus pensamientos y las anotaciones en su diario son meramente descriptivas y hacen referencia puntual a un cotidiano dedicado a “dominar” la isla y toda la naturaleza que allí se encuentra. Este deseo de dominación es el resultado lógico de alguien que se sabe superior a todo aquello que lo rodea y que no tiene la necesidad de cuestionarse su posición en el mundo o las relaciones con los seres/objetos a su alrededor. Por el contrario el Robinson de Tournier empieza un dialogo consigo mismo desde el instante en que encuentra tinta y papel en la isla. Por medio de la escritura “…le parecía… que volvía a entrar en el mundo del espíritu mediante este acto sagrado: escribir” (Tournier 1992, 22). A través de todo el libro este Robinson atraviesa una metamorfosis y un desarrollo que lo lleva a pensar y a asumir su relación con Viernes y su entorno de una manera muy diferente a aquella que planteó al momento de conocerlos. Tournier crea dentro de la narración un espacio para Viernes, el cual aunque está ligado a los pensamientos que Robinson tiene sobre sí mismo, le permite a Viernes tener una personalidad propia aparte a la esperada por ser esclavo de su amo. Robinson se cuestiona la posición que asume Viernes con la isla, lo mira y medita sobre la forma, tan diferente a la propia, con la asume el mundo que lo rodea. “Él es recibido y aceptado por los animales como uno de los suyos. No les debe nada y puede ejercer sobre ellos sin maldad todos los derechos que le confieren su fuerza física y su ingenio, que son claramente superiores. Trato de convencerme de que de este modo revela la bestialidad de su naturaleza.” (Tournier 1992, 86) Este tipo de cavilaciones no se cruzarían jamás por los pensamientos del Robinson de Defoe, quien ve en Viernes solo un trabajador, un ser inferior que


puede que lo acompañe pero que no le aporta nuevo nada a su cotidiano. Por el contario el Viernes de Tournier comienza a ganar en complejidad ante los ojos de Robinson, el cual termina viendo en el araucano un ser que tiene una posición diferente a la suya en el mundo, para terminar por comprender que diferente no significa necesariamente inferior. El Robinson de Tournier “…había superado en sus relaciones con Viernes aquel nivel de mezquinas alternativas” (Tournier 1992, 96) producidas por la relación amo/esclavo, y una vez esta fue transformada Robinson paso a encontrar un compañero en Viernes. Desde esta nueva condición como compañero, Robinson observa el actuar de Viernes detenidamente y por esto “…observaba también la reacción que producía en sí mismo, porque estaba produciendo una metamorfosis que le trastornaba.” (Tournier 1992, 96). Esta metamorfosis le dio a Robinson la posibilidad de apreciar el mundo desde una perspectiva diferente; tan solo al escuchar a Viernes fue que se dio cuenta de la gran riqueza que Speranza ofrecía y que se estaba perdiendo al tener una visión tan cerrada. La isla “… no es más una tierra agreste que hay que hacer fructificar, ni Viernes es un salvaje al que debo amonestar” (Tournier 1992, 110). Sus cavilaciones lo llevan a entender que detrás de la isla administrada y detrás del araucano ignorante se escondían verdaderas riquezas, dignas de contemplación y enseñanzas. ¿Porque es a través de Viernes que el Robinson de Tournier logra superar miedos y vacíos? ¿Qué sucede con el Robinson de Defoe? ¿Sera que la certeza de sí mismo era lo que lo hacía incapaz de sentir dichos miedos? ¿Sera tal vez que fue la permanente reflexión acerca de sí mismo y sobre lo que lo rodea que hace que Robinson de Tournier se transforme? Refiriéndonos a la posición propuesta por Stephen Hawking, encuentro lógico pensar que fue tan solo gracias a que el Robinson de Tournier se permite realmente oír a Viernes que consigue ampliar sus horizontes, logrando una visión de mundo más completa y menos arrogante.

Bibliografía Defoe, Daniel. Robinson Crusoe. Barcelona: Random House Mondadori , 2004. Hawking, Stephen, citado por Whiteman, Stephen “On being a discussant”, en Issues of Identity in Music Education: Narratives and Practices, editado por Thompson, Linda K. y Campbell, Mark Robin. 2010 Tournier, Michael. Viernes o los limbos del pacífico. Alfaguara, 1992.


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