Suplemento Voy Diario Río Negro | Artículo 14 | 7-feb-2014

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Volver a los orĂ­genes en Talampaya

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RÍO NEGRO

VIERNES 7 DE FEBRERO DE 2014

Volver a los o

Una nueva provincia en nuestro recorrido de sur a norte por la R JIMENA SÁNCHEZ

TE RECOMENDAMOS

lavidadeviaje@gmail.com

Cuando llegamos a Villa Unión (nuestra primera parada en suelo riojano después de pedalear 118 kilómetros) tenemos la suerte de conocer a Carlos Páez, un hombre de unos 40 años encargado de las cabañas “El Paraíso del Bermejo”. Ni bien empezamos a charlar con él en la plaza del pueblo nos damos cuenta de que es un buen tipo, de esas personas que vale la pena cruzarse. Desde el momento uno nos llama “amigos” y nos dice que en sus cabañas hay lugar para nosotros. Aprovechamos para contarle las ganas que tenemos de conocer el Cañón de Talampaya, pero que ir en dos ruedas sería un error por varios motivos: nos llevaría dos días completos ir y volver, y recorrerlo con nuestras bicicletas no se puede ya que al ser un Parque Nacional se debe visitar sí o sí con un guía. Nos responde que quizás pueda hacer algo. A la tarde, nos llaman del Ente de Turismo de Villa Unión y nos dicen que en sus oficinas nos esperan dos pases libres. ¡Felicidad! Al día siguiente y bien temprano, la combi nos espera para viajar a los orígenes.

En La Rioja. “¡Ya vamos por ocho provincias recorridas en bicicleta!”

FORMAS Y COLORES No hay nadie que no se sienta pequeño ante su majestuosidad y mística. Su inmensidad es absoluta y su belleza incomparable. Mirando lo que pasa alrededor y escuchando el crujido de los pies al caminar, uno entra en una especie de trance donde es imposible no pensar que este rincón de La Rioja pertenece ni más ni menos que al período Triásico de la era Mesozoica, hace 225 millones de años atrás. Empieza nuestro recorrido por el cañón del tiempo. La primera estación nos demuestra que esta tierra no fue solamente habitada por reptiles sino también por humanos. Tiempo atrás, se cree que toda esta zona era mucho más húmeda, lo que permitía que las primeras comunidades se asentaran por la presencia de agua y vegetación. Ellos expresaban su realidad cotidiana con dibujos de choiques, personas, huellas, animales en piedras y hasta se ven morteros gigantes donde molían maíz y algarrobo. Nuestras cabezas siguen mirando hacia arriba: es que la altura de las paredes del cañón impide que

• Descansar en el “Complejo Paraíso del Bermejo”, ubicado a 2 cuadras de la plaza de Villa Unión | www.elparaisodelbermejo.com.ar • Almorzar en el restaurante de la estación de servicio que está a una cuadra de la plaza (muy buenos precios y ricos platos). • Acampar en Parque Nacional Talampaya, una de las áreas de acampe más cuidadas y lindas que vimos hasta ahora. Tiene quinchos techados con mesas y bancos de madera, fogones con parrillas y sectores designados para 11 carpas. • Recorrer el cañón en mountain bike contratando la excursión en el Parque. • Salir del circuito clásico y recorrer laguna Brava, cerro El Toro, Quebrada de la Troya, Aicuña y El Cardón (ideales para conocer en verano) con Aldo, uno de los guías más buena onda que conocimos en La Rioja | aldo_guiadeturismo@hotmail.com | 380-154503479

En el medio “El Tótem” y a la derecha “La Torre”.

La altura de las paredes impide hacer otra cosa que mirar hacia arriba.

hagamos otra cosa. A medida que vamos avanzando nos sentimos cada vez más y más chiquitos porque todo lo que nos rodea supera los 150 metros. Nos dicen que en la próxima estación vamos a recorrer un jardín y nos resulta extraño porque hasta ahora vemos aridez extrema y mucha arenilla roja. Después de unos pocos kilómetros, llegamos a un pequeño bosque en el medio del g ran cañón. En el centro, hay un algarrobo blanco de cientos de años y alrededor plantas de un color bien verde que contrastan con el paisaje. Acá nos cuentan que “Talampaya” significa “río seco del Tala”, siendo éste último un árbol muy común en gran parte de América. A unos pocos pasos vemos que el

cañón se hunde en una geoforma parecida a un tubo, su altura es inmensa y da la sensación de que toca el cielo. Se lo conoce como “La Chimenea” y allí se puede oír el eco de Talampaya: hay que estar ahí para sorprenderse del sonido perfecto que se escucha al gritar una palabra. Esta es una singularidad que se da en La Rioja y se cree que en ninguna otra parte del mundo. La tierra hace de las suyas, mejor dicho el agua y el viento que erosionan de manera mág ica las rocas. Nos trasladamos con la imaginación a Barcelona al ver las agujas de su catedral gótica frente a nosotros en la cara sur del cañón,y también distinguimos una cabeza de cóndor y un rey mago sentado en su ca-


RÍO NEGRO

VIERNES 7 DE FEBRERO DE 2014

orígenes en Talampaya

Ruta 40 nos traslada a millones de años atrás. Un Parque Nacional para disfrutar con mirada 360° Fotos: Andrés Calla

A

LA

J RIO

El tramo final del paseo por “Los cajones de Shimpa”, de unos 6 km de extensión.

mello. Observamos un monje, una torre, un tótem: más geoformas rodeadas de piedras erosionadas de más de 40 metros de altura. Avanzamos unos metros, encontramos una tortuga, una especie de botellón de piedra: nos cuentan que acá se encontraron numerosos restos fósiles que no han sido descubiertos en otros rincones del globo. Desde el lugar donde estamos y gracias a que el día se despejó por completo, se puede ver el Nevado de Famatina con sus 6250 metros, a cumbre extra andina más elevada del planeta fuera de Asia. Sin dudas hay que tener una mirada 360 para no perderse nada en el Cañón de Talampaya. LOS CAJONES DE SHIMPA Muchos años atrás habitaba por esta zona un cura que siempre llevaba una “simba” en la cabeza (lo que hoy sería una especie de pañuelo). La deformación del nombre llevó a que este lugar se bautice como “Shimpa”. El camino está cubierto de mu-

Somos Andrés y Jimena, una pareja que decidió recorrer la Argentina de sur a norte en bicicleta. Podés seguir nuestras aventuras en lavidadeviaje.com. / lavidadeviaje

chísima arena roja. Nuestros pies se hunden con cada paso, los ojos miran el suelo y se distraen con las rocas que parecen estar derretidas por el sol como consecuencia de sus formas y colores. La luz se esconde detrás de una nube y el calor pega en las alturas. Una fría brisa levanta un poco de polvo. El Cañón de Shimpa es muy angosto y tiene una extensión de seis kilómetros, pero nosotros sólo recorremos uno. De este lado, el cañón no supera los siete metros de ancho y los paredones rondan los 80 metros de altura. Unas piedras blancas sobre el suelo nos advierten que llegamos

al fin de este paseo y emprendemos la caminata de regreso. Sorprendidos, pensativos, atónitos con lo que nos regaló Talampaya y sintiéndonos un punto muy chiquito en este gigantesco mundo que tiene tanto para mostrarnos.

Los colores y el cielo de Talampaya tienen vida propia.

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