"Rafting en el Manso" | Suplemento Voy Diario Río Negro | 09-nov-2014

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Andrés Calla

G E N E R A L R O C A , D O M I N G O 9 D E N OV I E M B R E D E 2 0 1 4

Rafting en el Manso Crónica de una aventura de 15 km a puro vértigo para atravesar los rápidos y llegar a Chile. Páginas 2 y 3

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RÍO NEGRO

DOMINGO 9 DE NOVIEMBRE DE 2014 Fotos: Andrés Calla

CH O L RI

E

BA

A remarla. En el grupo había argentinos, chilenos y estadounidenses. Desde Bariloche hay que hacer unos 110 km hasta llegar a la estancia donde se sube a la balsa.

Experiencia límite

ANDRÉS CALLA

Seis de la mañana y suena el despertador. Hoy toca levantarse bastante más temprano que de costumbre. Está un poco fresco, pero el pronóstico anuncia un g ran día y no puede ser para menos: voy a vivir una de las mejores experiencias que tiene la Capital Nacional del Turismo Aventura. Cerca de las ocho y media ya estoy en “El Galpón” de Extremo Sur. Algo así como la juguetería perfecta de cualquier amante de los depor tes de este estilo. Balsas, remos, chalecos salvavidas, trajes de neoprene, kayaks de río, de travesía, cortos, largos y de todos los colores le dan vida a este lugar donde también funcionan sus oficinas comerciales. Los guías van llegando y puedo ver el detrás de escena del día a día y el lado B de una actividad turística que no siempre se muestra. Ser guía no es ser solamente ese tipo canchero siempre bronceado que tan simpático le cae a todas las mujeres y que despierta la envidia de más de uno pensando: “¡mirá el trabajo que tiene éste!” Ser guía también es hacer una labor administrativa, estar

Cara a cara con el río: subimos a la balsa, enderezamos el rumbo y partimos hacia la frontera...”

El Manso da la chance de zambullirse y disfrutar del río de otra forma.

siempre con una sonrisa, ser simpático con todos y todas sin importar si estás cansado o no, inflar y cargar balsas, sacar fotos, estar atento a que nada salga mal, repetir una y otra vez la flora y fauna del lugar, tomar mucho mate y remarla (literal) todos los días en el medio de un paisaje hermoso y único. Nueve y veinte pasa a buscarnos

la camioneta y somos nueve personas en total: seis pasajeros de Argentina, Chile y EE .U U., el chofer Hugo y los guías Chasky y Bauer. Tenemos poco más de 100 km hasta bordear el río y para llegar agarramos la Ruta 40 rumbo al sur, dejando atrás los lagos Gutiérrez, Mascardi y Guillelmo. A 70 km al sur de Bariloche lle-

gamos a Villegas donde tras cruzar el río del mismo nombre dejamos la 40. El ripio de la Ruta 83 nos da la bienvenida y dificulta un poco el ida y vuelta del mate pero la ronda continúa sin mayores problemas. De a poco el paisaje va cambiando y se vuelve cada vez más verde: nos estamos adentrando en los Andes y vemos el cerro Bastión a

nuestra derecha. Ya siendo las once, bordeamos el río Manso y llegamos a la Estancia de John donde el desayuno nos está esperando. Nos equipamos en uno de los viejos galpones de madera y ya con el casco, salvavidas, traje y botas de neoprene, estamos listos para la aventura. Una hora después nos encontramos cara a cara con el río. Los guías ultiman detalles mientras nosotros ajustamos un poco más fuerte el casco y el chaleco salvavidas. El río corre fuerte, rápido y silencioso. Escuchamos las charlas de seguridad y procedimientos en el agua mientras el resto del equipo mira con atención. Ahora sí está todo listo. Nos subimos a la balsa, enderezamos el rumbo y partimos hacia la frontera. Tenemos


DOMINGO 9 DE NOVIEMBRE DE 2014

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RÍO NEGRO

Flores patagónicas

El paisaje a pasos de Chile. La excursión es para mayores de 14 años con salida a las 9 y regreso a las 18.

Cascos, parte del equipo necesario.

Crónica de un día de rafting en el Manso, con punto de partida en una estancia a orillas del río para disfrutar de 15 kilómetros de puro vértigo. Una experiencia que transita por tantas sensaciones como obstáculos naturales hasta dejar atrás los rápidos y pisar suelo chileno.

PARA HOY MÍNIMA

MÁXIMA

23°

Soleado. Lunes: 3° y 20°, nublado. tiempopatagonico.com

por delante 15 km de puro “¡AAAAH!” (¡agua, adrenalina, aventura y agite hidráulico!)

Desde la balsa todo se ve diferente. No sólo sobre el agua sino también desde adentro: en varias secciones uno puede zambullirse y sentir toda la fuerza del río manteniéndose a flote nada más que con el chaleco salvavidas. El Manso tiene su propio pulso y el rafting me lo hace sentir, pero por sobre todas las cosas, me lo hace respetar. Pienso en lo ambiguo y lo rápido que se puede pasar de la calma al caos y del caos a la calma: sin dudas ese es uno de los puntos fuertes de una experiencia que transita por tantas sensaciones como obstáculos naturales posibles.

A dejarse llevar por el río, flotando con el chaleco salvavidas.

$ 1.490 por persona: incluye traslado, guía, equipos, traje de neoprene y desayuno. No cubre el almuerzo.

Dos horas después ya quedaron atrás los rápidos: el Cajón de Terciopelo, Agujero de Ozono, Picapiedras, Gritá y Doblá, el Tobogancito, Garganta Profunda, Éxtasis, Huevo Revuelto, Colmillo y el Internacional. Una vez en suelo chileno nos está esperando Hugo con la camioneta y la ropa seca así que atinamos a cambiarnos mientras los guías separan y guardan el equipo. A nuestro alrededor todo es verde y estamos en el medio de la cordillera. Las altas montañas nos hacen mirar para arriba tratando de guardar cada detalle en el cajoncito de los recuerdos. Hay algunas construcciones de madera, me acerco hasta una

Un hito limítrofe entre la Argentina y Chile en el jardín de esta casa.

que tiene una bandera chilena flameando y me encuentro con un detalle muy particular: ¡esta casa tiene en el medio de su jardín el hito que separa los dos países! Suena la bocina y con todo en su lugar emprendemos el regreso. Volvemos a la Estancia de John por un nuevo camino que recorre una antigua senda de arrieros y al llegar nos encontramos con un sabroso asado patagónico acompañado por unas ricas ensaladas. ¿Podía ser mejor el día? Sí, faltaba todavía el postre: una antigua receta familiar de una torta que aún

hoy se sigue respetando de generación en generación y al pie de la letra. El reloj marca las cuatro y es hora de volver. El termo está listo para unos futuros mates, se cierra la puerta de la camioneta y partimos hacia Bariloche. Pasamos los primeros kilómetros y el sol sigue bastante alto pero de a poco empieza a teñir el paisaje con los cálidos tonos del atardecer. Así nos despedimos de una tarde intensa en el Manso, un río que de manso no tiene nada. Más datos: www.extremosur.com


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