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Ot o単o 2010
Staff Idea y dirección: Marcela Predieri - http://mpredieri.blogspot.com Vicedirección: Gustavo Olaiz Editor responsable: Ricardo Marcelo Martín Catamarca 3002 - 7600 Mar del Plata - Buenos Aires - Argentina e-mail: editor@editorialmartin.com Realización: “DELAPALABRA” Grupos de Estudio y Creación Literaria Secretaría de Producción: Alejandro Gómez Diagramación y armado: Gustavo Olaiz Diseñadora gráfica: Yamila Ache (yamih.dg@gmail.com) Página WEB: www.delapalabra.com.ar Colaboradores permanentes: Gabriel Cabrejas - David Fuks Gustavo Ciancio - Diego Orcoyen Augusto Munaro - Víctor Clementi Lidia Castro Hernando - Luis Escobar Daniela Riccioni - Débora Pereyra Diseño de Tapa: Gustavo Fogel Foto de Tapa: Javiera Miraglia Colaboraciones a: delapalabra@hotmail.com Libros y/o revistas a: Pellegrini 3637 - 7600 - Mar del Plata La dirección no se hace responsable de los conceptos vertidos por los autores. Permitida su reproducción por cualquier medio (es más se agradece) siempre y cuando se respete el nombre del autor y se cite la fuente. Versión digital o electrónica en www.delapalabra.com.ar menú Revista o bien www.delapalabra.com.ar/revistaLA.htm
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Edit orial
Más allá de los discursos oficiales…
Sobre el umbral de este nuevo siglo el entorno humano se está expandiendo de manera insospechada, empujado hacia el infinito por la tecnología y la ciencia, y también hacia adentro por una necesidad genética de encontrar respuesta a preguntas esenciales sobre nuestro paso por esta tierra. También aquellos que escriben en busca de una respuesta a su curiosidad por interpretar sus propios conflictos, encuentran cada vez más herramientas para volcar sus palabras de manera que puedan ser leídas por la mayor cantidad de lectores posibles. Así aumentan día a día su capacidad los ordenadores, en donde el libro se ha vuelto asequible a través de una procesadora, y diversos métodos son empleados en busca de acercar conocimientos a una velocidad inalcanzable a una humanidad tan compleja que está eligiendo un perfil renovador de volver a las fuentes. A través del contacto real de la palabra escrita sobre un papel los lectores se dan el tiempo de reflexionar, degustar y ordenar imágenes pensadas por alguien que las escribió exactamente para eso y no simplemente para informar. La tecnología tiende a sustituir la visión humana. Las imágenes, desconectadas de otra forma de apreciación, ya no se definen por su relación con la realidad. No es extraño que el hombre desee encontrarse a sí mismo, abrumado por una transformación tan veloz y tajante. Es acelerada la deshumanización; en contraposición la búsqueda de nuevos caminos es parte del empeño que se refleja en el florecimiento de mirar hacia adentro. El auge que promueve la psicología profunda tiene que ver con el crecimiento de los movimientos dedicados a preservar o conservar el mundo actual, o lo que queda de él. En este cruce de épocas y visiones, el fortalecimiento del libro juega un papel decisivo. En él circula la nueva concepción de la ciencia, la filosofía, la psicología y la literatura. Los textos de manera inigualable vinculan a los pueblos y muestran las imágenes que cada uno tiene de sí y de 3
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quienes lo rodean. No existe aprendizaje que pueda ser completado sin libros. Ellos son irreemplazables fuentes de magia para los amantes de la lectura. La masiva visita, cifra record de 1.200.000 personas a la Trigésima Sexta Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, en el Bicentenario de nuestra Patria, habla de la necesidad evidente del lector de reencontrarse con el libro y la palabra escrita; cosa que me alegra en sumo grado. Fuente de inspiración para escritores de todo el país fue el citado encuentro. Desde el 22 de Abril al 10 de Mayo, una vertiente de escritores de nuestra ciudad cubrió día a día, distintos lugares de la misma, sobre todo en el Stand Marplatense de Cultura en donde hubo también record de presentaciones de literatos, teatreros y editores que se volcaron con entusiasmo a la promoción de una cantidad impensada de libros de diversos géneros. También nuestra “Avispa”, junto a Editorial Martín, el 1 de Mayo fue presentada por Marcela Pedrieri en compañía de distintos colaboradores que expusieron con su capacidad de síntesis, las diferentes temáticas que la revista propone, teniendo muy buena acogida por parte del público en general. Lamentablemente todavía queda una importante cantidad de inéditos que sólo pueden publicar a través de Ediciones de Autor, por decirlo con cierta dignidad. El costo que genera dicha edición, hace que por lo común en más de una oportunidad textos muy valiosos se pierdan en el olvido de un cajón o una carpeta. Espero que alguna vez la Secretaría de Cultura de mi ciudad genere un proyecto de editar una vez por año, una antología que muestre al menos 20 escritores marplatenses en un intento genuino de llevar al gran público el talento de algunos de los tantos que esta ciudad alberga. Por supuesto es significativo destacar la colaboración que nos brindó durante toda la Feria el personal del Sistema de Bibliotecas Municipales de Mar del Plata que estuvieron a nuestra disposición para que todo nuestro esfuerzo fluyera de manera natural. Alejandro Gómez halegomez2003@yahoo.com.ar
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Poes铆a
Alberto Moreno Gabriela Bruch Cristina Larice Walter L贸pez Daniela Riccioni Ivana Szac Liliana Borthiry 5
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Poesía
La condena
Alberto Moreno
I Hablar por siempre hablar ése y no otro, es el castigo eterno jugar entre los labios con algo de lo cual conocemos apenas, un diminuto engranaje hablar, tener siempre esa necesidad por vanidad por charlatanería por orgullo por soberbia como pavos reales engalanados por amor por pena por alcohol por dolor por alegría por temor al vacío y a la desnudez del silencio. II El ansia de conocimiento la sed infinita por descubrir el inacabable apetito por intentar cada vez más acercarnos hacia algo nuevo o distinto que nos muestre un poco más de cerca por dentro qué somos o dejamos de ser qué olvidamos o perdimos tras el largo y fatigoso camino de los siglos en su espejo deformante. Alberto Moreno (CHILE) La Avispa 48
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Poesía Del poemario “Blasfematorio”
Gabriela Bruch I altar ara sacrificio sobre la piedra sudada crucificada ofrenda a los dioses que te pueblan cuántas veces he de morir así ? si basta con mirarte
para saber que beberás mi sangre mientras tu corazón late en mi puño embestida bestial ese es mi reino
tuyo el poder tuya la gloria
resucitaré al tercer grito para dormir sólo un instante entre tus alas quebradas
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II recostada en la roca los brazos y las piernas abiertas ella está desnuda crucificada
Débora Pereyra
Poesía
él se abalanza como un animal y la embiste porque sabe que sólo a él le pertenece la sangre y el jugo, el agua y la piedra bebe y lame “tomad y bebed todos de él” no! no es el mandato, no la carne que tiembla lo sabe muerto animal exhausto desfallece y resucita ella abre los ojos hay nubes sobre el cerro y un pájaro de alas grandes debe ser un cóndor de ongamira Gabriela Bruch revlaiguana@yahoo.com.ar www.unagotademilicor2.blogspot.com La Avispa 48
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Poesía
Te rajaste del país
Cristina Larice de Roura Tango Territorio de la pena De pasiones y rencores Tango hermano de los patios polvorientos te piantaste para el centro Tango urbano madrugada en soledad de café y de dolor por la ausencia de su amor entraste en mi corazón Tango triste Tango amargo Tango amigo le pusiste a mi vacío el perfume de tu flor errante y pasional te rajaste del país ni Gardel te detuvo en la ciudad atorrante y compadrón la Merello te hizo macho Piazzolla te hizo señor Todo el mundo necesita tu sensual provocación Atorrante y pasional andá... má... sí si al fin como muchos vos también te rajaste del país. Cristina Larice de Roura De mi libro “Partos nocturnos” 9
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Poesía
AMANECER DE CENIZAS
Hay un lado oscuro en mi espalda el cielo se esconde en mi pie izquierdo tu luna nace en mi alma hay un domingo lleno de acuarelas donde la lluvia inunda mi ansiedad por las estrellas yace mi costilla dormida en un ocaso no distingo el aroma a sueño y tu flecha marca el paso de la absurda muerte de un día sin nubes ni gritos me asomo a verte y mi mejilla derecha me susurra que eres bella mientras me despojo de palabras nace la paz te espero del otro lado para contemplar la marca de un cadáver conmovedor de miedo La Avispa 48
Walter López
ante el abrazo que promete un beso de hielo con sabor a jazmín te aguardo desde hace un siglo demente en el dolor absurdo de tus huellas que dejaste en la proximidad de mis labios ahora acaricio el horizonte navego tu rostro y pretendo ser tuyo mientras la muerte me acompaña. Walter López waltjav@hotmail.com
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Poesía Tu cuerpo y el mío lanzados al abandono de vigilias se humedecen sin letra La luna encierra sombras lívida de soledad esconde mejillas en el reflejo del vidrio Apabulla giros el reloj agolpa latidos Una rosa desde el jarrón bebe envidias de terciopelo deshoja frescura En el espejo la cortina esconde distancias con la agilidad con que el viento las enturbia
Débora Pereyra
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Daniela Riccioni
La muerte pasea por distancias invencibles Se instala en los pétalos en los murciélagos de la piel. La muerte abre todos los sótanos nos roza con su aullido. espera en los cajones. Pesa en la garganta como un globo de arena.
(Mar del Plata) leonital307@yahoo.com.ar
Ivana Szac
ivapoetisa@hotmail.com 11
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Débora Pereyra
Poesía
Descanso en la vigilia, imaginando atardeceres, sin olvido juegos con caricia tu mano aferrada a la mía tu sonrisa siempre tu ternura era Mi remanso No hay olvido No hay tristezas Mi alma se conjuega con los pasos de los años donde ya no hay una mano aferrada a la mía Lo eterno no es infinito ni olvido
Liliana Borthiry
2007(Mar del Plata)
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Not as y ensayos
Luis Benítez Víctor Clementi Marcos Ramos 13
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Notas y ensayos
Por qué escribir poesía en el siglo XXI Por Luis Benítez No por repetida siglo tras siglo –con toda probabilidad– la pregunta deja de ser atinente. Las respuestas han sido muchas, porque la poesía es el género literario más antiguo de todos, el primero, el que dio origen a todos los demás. El registro más añejo de la escritura se conserva en el Museo Británico y es un libro de poesía: el Cantar de Gilgamesh, datado para algunos en 4.000 años. Cincuenta mil tabletas de arcilla o, mejor dicho, fragmentos de ellas, cubiertos de escritura cuneiforme, del tiempo en que se ponían los cimientos de las pirámides y los europeos cazaban jabalíes en lo que hoy es la Place de la Concorde. La poesía ya existía desde antes de ese evocado registro escrito, seguramente, y se trasmitía y era consecuentemente deformada por tradición oral, como siglos después del anónimo autor de Gilgamesh todavía se haría en Grecia. Una teoría sobre su origen dice que devino de los cánticos religiosos, con lo que tendría entonces un doble origen: uno musical, que arrastraría a formar palabras que acompañaran la melodía, para expresar lo que sentía el que cantaba, y otro puramente verbal, el que prefieren otros, quienes identifican el punto de partida de la poesía con ese hipotético pero suponible momento en que aquello que se hizo para ser cantado comenzó a ser repetido sin acompañamiento musical alguno. Se puede imaginar que la poesía se originó en ambos momentos, sin mayor contradicción: ya era poesía cuando se acompañaba la modulación de esas palabras con sistros o flautas dobles, y se consolidó como tal cuando fue posible declamarla con o sin instrumentos. Plástica y adaptable como es, capaz de diversificarse en múltiples géneros y subgéneros, debe haber perdurado su forma cantada junto a la recitada, incluso después de haber adoptado otra forma de expresión, que ya fue la escrita. Entonces servía para lo que sirven todas las fórmulas religiosas, para conjurar el miedo del hombre a cuanto lo rodea. Tendría las mismas propiedades que una fórmula mágica; esto es, la de modificar la realidad para quienes creen en ella, la de modificar el estado de ánimo de quien la recita, para nosotros, los contemporáneos. Sin embargo, más allá de estas propiedades curativas, poseía como ya dijimos, en germen, todos los otros géneros literarios en La Avispa 48
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Notas y ensayos
su textura. Textus llamaban los romanos a los tejidos, las tramas hechas de varios hilos y de allí viene nuestro vocablo texto. Los hilos de la poesía contenían la narrativa, pues ella no sólo servía para una función lírica –en su primera acepción, algo hecho para ser cantado con acompañamiento de una lira– sino también para referir sucesos, y no sólo fabulosos. Ello nos conduce a una incipiente ensayística, por ejemplo en La Teogonía de Hesíodo, escrita siete siglos antes de la era cristiana, un “ensayo” sobre el origen del mundo, que se suma a los 800 versos de Los Trabajos y los Días, del mismo autor, un extraordinario poema y, además, un tratado completo sobre agricultura (aunque no sea éste su mérito mayor). En Occidente y con el paso del tiempo, la poesía se despojó en la mayoría de los casos de todo residuo teológico y se afirmó como género en sí mismo, dotado de una gran independencia y poseedor de una prolongada tradición propia, como dijimos, la más antigua –y la más desarrollada– de todas las que conforman la literatura. La pregunta por el sentido de un género literario nunca proviene de quienes lo cultivan, sino de quienes lo observan, y aunque el poeta contemporáneo puede serlo y además ser un estudioso del mismo género que practica, no por ello la condición de inquietud respecto del fin último del género deja de ser, primeramente, exterior al objeto en torno al que se constituye la pregunta. En épocas no tan lejanas como los tiempos de Hesíodo, como el siglo XVII o el XIX, por ejemplo, Shakespeare o Baudelaire no pensaron en el sentido de escribir poesía, sino que la escribieron sin más ni más. Posteriormente el avance del pensamiento lógico se extendió –felizmente, desde luego– hasta la indagación del sentido de todas las actividades del hombre y allí fue, entonces, que comenzamos a pensar en las cuestiones que tienen que ver con la posibilidad o no de ejercer ciertas y determinadas cualidades de la mente humana, cuando las circunstancias en que se originaron y desarrollaron han variado y hasta se ofrecen como adversas a su continuidad. Por ejemplo, la posibilidad de escribir una ópera en 2007, cuando este género musical data de 1597, con el estreno de “Dafne”, por Jacopo Peri, ante un círculo de ilustres humanistas florentinos. ¿Ha envejecido la ópera como género musical? Posiblemente, la respuesta es sí, y las razones muchas, pero ello no quita que haya gente que insista en el placer de escuchar ópera e inclusive lleve su empecinamiento hasta el inicuo acto de molestarse en ir a un teatro para asistir a su representación. Personas que coleccionan CDs y 15
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DVDs de ópera, que están suscriptas a revistas y boletines web que informan sobre ópera. Gente que mañana, cuando la holografía le permita montar los cuatro actos de “Carmen”, de Georges Bizet, en el living de su casa, lo hará y hasta invitará a sus amigos a esa función de fantasmas tecno. Creo que el mundo que engendró la ópera y antes de ella a la poesía, cambió más en detrimento de la primera que de la segunda, porque en el caso de la poesía ésta se ha mostrado más permeable y efectiva para mostrar los cambios sucedidos en el espíritu humano que la ópera. Es decir, que ha podido absorber –como lo hizo ya en toda su historia anterior– esas modificaciones ocurridas en aquello que es su origen y a la vez su destinatario, como gustaba decir Paul Eluard, “lo mejor de nosotros”. Sugerida la posibilidad de que en el transcurso del corriente siglo la poesía sea capaz de asimilar y transformar en materia propia cuanto le siga sucediendo al hombre (como lo viene haciendo por lo menos, desde hace 4 milenios), nos queda el enigma de sus posibilidades de expresión, que me animo a suponer que serán tan variadas como impensables. Del mismo modo que era inimaginable el escándalo Dadá en tiempos de Paul Verlaine, pero se produjo en Zurich apenas dos décadas después de su muerte. El mundo había cambiado y la expresión de la poesía también, pero hoy nadie puede negarle a “las Fiestas Galantes” del desgraciado Verlaine la misma condición de texto integrante de la tradición poética occidental que posee “La primera aventura celestial del señor Antipirina”, de Tristan Tzara. Lo que es seguro que cambiará –como sucederá también para la música, la narrativa, la arquitectura, el cine, etcétera– será obviamente el soporte y el formato tecnológico de la poesía. De hecho, el siglo incipiente ya nos lo muestra con el avance de los medios de que dispone la poesía contemporánea para llegar a lectores y autores. Internet se transformó en un aliado que hay que agradecer, pues permite que cualquier verso (sea un endecasílabo o un hexámetro, lo mismo da) pueda ser leído en cualquier sitio del mundo en segundos, desde que pulsamos “enviar”. Este mundo a recorrer por la poesía a través de medios mucho más veloces que las revistas impresas del siglo pasado, seguramente le brindará otros medios, pero ya rompió los límites que imponían no sólo el tiempo y el espacio; también los “lobbies” que controlaban el acceso de los poetas a los medios han sido lesionados por el avance tecnológico. Si antes un poeta no “existía” en tanto y en cuando no era adoptado La Avispa 48
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por un “lobby” que controlaba la difusión de los textos a través de un medio, la explosión de medios de llegar a lectores y autores por Internet ha despojado de buena parte de su poder a estas mutuales del pretendido “buen gusto” literario, erigido en razón primordial cuando no ha sido siempre otra cosa que un eufemismo para operar la restricción y el privilegio, no manejados por la calidad sino por la conveniencia. Yo nací entre ambas épocas y como muchos de mis compañeros de generación, sé muy bien a lo que me refiero. Entonces, sí la poesía puede ser que se adapte a representar los sucesos, cambios y transformaciones que se irán produciendo en el espíritu humano, en concordancia con los que tendrán lugar en el dilatado espacio/tiempo de este siglo que recién cuenta siete años, y además, algunos de esos cambios –los tecnológicos– es probable que todavía le proporcionen más y mejores medios de difusión que todos los anteriores… ¿no es nuestra época actual y lo serán las que la sigan en la secuencia futura, unos momentos muy interesantes para, precisamente, escribir poesía? Me quedo con lo que dice un fragmento de “Contrabando”, ese bellísimo poema de Denise Levertov: “El árbol del conocimiento era también el de la razón. Por eso es que probar de él nos expulsó del Paraíso. Lo que teníamos que hacer con esa fruta era secarla y molerla hasta obtener un polvo fino, para después usarlo de a poco, igual que un condimento. Probablemente el plan de Dios era mencionarnos más tarde este nuevo placer.” Luis Benítez lben20032003@yahoo.com.ar LUIS BENITEZ (Buenos Aires, 10 de noviembre 1956). Poeta, narrador, ensayista y dramaturgo argentino. Es miembro de la Academia Iberoamericana de Poesía, Capítulo de New York, Estados Unidos, con sede en la Columbia University; de la World Poets Society (Grecia); de la International Society of Writers (Estados Unidos); de Poets for Peace and Non Violence (India), del Advisory Board de World Poetry Press (India), Miembro Honorario de la sección argentina del IFLAC (International Forum for a Literature and a Culture of Peace) y de la Sociedad de Escritoras y Escritores
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Notas y ensayos
de Argentina. Ha recibido el título de Compagnon de la Poèsie de la Association La Porte des Poétes, de París, Francia. Sus 24 libros de poesía, narrativa, ensayo literario y teatro se publicaron en Argentina, Chile, España, Estados Unidos, México, Uruguay y Venezuela. Entre otros reconocimientos, su obra ha recibido el Premio Internacional La Porte des Poétes (Paris, 1991); el Premio Bienal de la Poesía Argentina (Buenos Aires, 1991); el Premio de Poesía de la Fundación Amalia Lacroze de Fortabat (Buenos Aires, 1996); el Premio Internacional de Ficción (Uruguay, 1996); el Primo Premio Tusculorum di Poesia (Italia, 1996), el accésit del 10me. Concours International de Poésie (Paris, 2003) y el Primer Premio Internacional para Obra Publicada “Macedonio Palomino” (México, 2007).
Débora Pereyra
Débora Pereyra: es artista plástica y poeta,
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Ismología Banda Ancha Por Víctor Marcelo Clementi
¿Quién establece la diferencia correcta entre surrealismo, absurdo, fantástico o bizarro? ¿Dónde ubicaríamos la respuesta, en la ficción o fuera? Sabiendo que Lautreamont (1846-1870) nutriera al Surrealismo embrionario con semejante apertura: ¨Bello como el encuentro fortuito, sobre una mesa de disección, entre una máquina de coser y un paraguas¨ ¿a qué género pertenece entonces la frase ¨ves llorar la Biblia junto al calefón¨? ¿Cómo clasificamos ¨Alicia en el País de las Maravillas¨ (1865) de Lewis Carroll? Además de autores como William Blake (17571827) Gerard de Nerval (1808-1855) y el propio Baudelaire (18211867). La confusión de géneros parece una mesa de saldos y retazos en una lencería de Once, sobre todo cuando el ahistoricismo representa el factor de conjugación.. No hay Surrealismo fuera de Artaud, Bretón, Aragón, Buñuel, Desnos, Eluard, etc.; porque ellos llegaron a fundarse como Movimiento luego de una sucesión estricta de Cubismo, Dadaísmo, Modernismo, etc.; además de una serie de acontecimientos insoslayables como el Manifiesto Comunista. En ese entonces el mundo era liberalismo o masificación. El Surrealismo fue la respuesta intelectual al sometimiento burgués. Y que culminara en América Latina con Vallejo y Girondo como expresión de riesgo. También hubo Movimientos contemporáneos y confluentes al Surrealismo: Ultraísmo (1918) Estridentismo (1921) Piedracelcismo (1933) Nadaísmo (1950) etc. Tampoco hay Poetas Malditos fuera de Rimbaud, Verlaine, Corbiere, Mallarme, etc.; ni Generación Beat mucho más allá de Ginsberg, Corso, Leroi Jones. Ferlinghetti, Huxley, etc., y cuya onda expansiva eclosionara en el mayo Francés y contaminara, en consecuencia, la década del 60 y buena parte de los 70, no más. Un último coletazo de creatividad asomó en los 80. Luego un irresponsable decretó la muerte de las ideologías. La globalización es un éxito. Todos nos creemos el alma del universo frente a la compu. Las mejores mentes de esta generación son adictos o terroristas on line. Si alguna vez la barbarie fue la ignorancia, hoy lo es la super19
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información (o el acceso a ella). Tanta, obnubila. El conocimiento mal procesado puede trasmutar en fascismo. El fundamentalismo fundamenta, no les falta conocimiento sino tolerancia. Esta es la cuestión, el dilema: el siempre Ser o No Ser… O nos encasillamos en un género obsoleto o nos diluimos en una universalización sin desembocadura. Víctor Marcelo Clementi victormarceloclementi@yahoo.com.ar
Foto: Daniel Battiston
Daniel Battiston: narrador y fotógrafo. Sus fotos son, a su modo, un intento por hacer poesía y pueden verse en www. lamiradasilenciosa.wordpress.com Como escritor en www.unextrano.wordpress.com Como narrador publicó cuentos en las revistas La Avispa, Isla Negra y El Puro Cuento. Y en las antologías “Mar del Plata tiene Palabra”(2007) y “Sobre rieles”(2009).
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Biografía de Don Isidro Parodi El milagro inverso de Honorio Bustos Domecq
Por Marcos Rodrigo Ramos Somos todo el pasado, somos nuestra sangre, somos la gente que hemos visto morir, somos los libros que nos han mejorado, somos gratamente los otros. Jorge Luis Borges
Se encontraron por primera vez en 1932 en una fiesta en la casa de Victoria Ocampo. Adolfo Bioy Casares sólo tenía 18 años y Jorge Luis Borges 32 sin embargo ambos congeniaron de inmediato pese a la diferencia de edad. Esa noche se quedaron en un rincón ignorando a todos los demás y hablando de los escritores que les gustaban y los que detestaban. Los dos provenían de entornos bien distintos: Borges era producto de la clase media urbana y Bioy de una familia terrateniente ganadera. En 1935 Bioy invita a Borges a pasar una semana en su estancia. Un tío le había encargado escribir un folleto publicitario sobre un nuevo yogurt de “La Martona”, la empresa lechera de la familia, y Bioy pensó que sería divertido que lo hicieran juntos. Las actividades al aire libre, que Borges no apreciaba demasiado, fueron olvidadas y hasta la escritura del folleto pasó a un segundo plano con respecto a lo que realmente ellos disfrutaban que era hablar de libros. Ambos eran aficionados al género policial. Borges sugirió que probaran escribir juntos un cuento policial aportando el bosquejo del argumento que se refería a un director de una escuela de varones, el Doctor Pretorius, un holandés enorme que procuraba matar a sus alumnos de formas no convencionales. Finalmente dejaron de lado la historia del Doctor Pretorius pero ese primer intento fue el punto de partida de los textos que escribirían juntos. Como dijimos antes ambos eran admiradores del género policial. En los últimos meses de 1941 acuerdan escribir cuentos policiales juntos. El protagonista de los mismos será Don Isidro Parodi, un convicto que resuelve los crímenes sin salir de su celda. Ninguno de los dos lo consideraba como un trabajo serio. Generalmente se reunían después de cenar y pasaban horas inventando problemas GRUPO DELAPALABRA 21
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absurdos para que Parodi los resolviera. Los cuentos eran parodias livianas de la narración policial y su estructura permitía la sátira social de los personajes y sus modos de hablar. Seis problemas para Isidro Parodi es publicado por los dos con el seudónimo de Honorio Bustos Domecq y consta de seis historias de crímenes resueltos por este singular detective. En el prólogo a la primera obra conjunta, el dúo crea antes que al personaje a su supuesto autor. Así nos enteramos que el Doctor Honorio Bustos Domecq nació en Pujato, provincia de Santa Fe. Se trasladó con su familia a Rosario y precozmente (a los catorce años) aparecieron sus primeros textos publicados en la prensa local. Luego se desempeñó como Inspector de Enseñanza y Defensor de Pobres. Sus amigos íntimos lo llaman “Bicho Feo”. Publicó diferentes libros pero con sus cuentos policiales buscó combatir el frío intelectualismo en el que decía había sumido al género Arthur Conan Doyle, Efectivamente estos cuentos continúan la tradición que impuso Edgar Allan Poe, auténtico iniciador del género con su detective Charles Auguste Dupin protagonista de “Los crímenes de la calle Morgue” entre otros, en los que hay un planteo enigmático inicial y luego surge una solución que devela el misterio a cargo de un investigador brillante e inteligente. Isidro Parodi es el primer detective encarcelado y su inmovilidad es todo un símbolo de la fuerza de lo intelectual. Los personajes acuden generalmente a él, perseguidos por la policía o siendo sospechosos de haber cometido diferentes crímenes a la celda 273. En la primera consulta exponen el misterio que los abruma, en la segunda escuchan la solución que los deja perplejos. El caso se resuelve gracias únicamente a su inteligencia. Detengámonos un poco en la historia de Isidro Parodi antes de transformarse en el gran detective preso. Como sabemos está en la Penitenciaría Nacional en la celda 273. Hace catorce años, el carnicero Augusto Bonorino es asesinado en un corso de Belgrano de un botellazo en la cabeza. Dado que el principal sospechoso tiene fuertes conexiones políticas, la policía “decide” que el culpable será Isidro Parodi. Él era el dueño de una barbería en el barrio Sur y había cometido la imprudencia de alquilar una pieza a un policía de la comisaría 18 que ya le debía un año de alquiler. Testigos falsos declaran contra él y el juez lo condena a 21 La Avispa 48
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años de prisión. En broma le dice a uno de los personajes que viene a consultarlo y que se cree sin escape: Si no lo tiene entre ojos algún escribiente de la 18, tal vez pueda salvar el cuero Se lo describe como un hombre cuarentón, serio, obeso, con la cabeza afeitada y ojos sabios. Permanentemente está cebando mate en un jarrito celeste que siempre ofrece a quienes vienen a consultarlo. Como lo expresa el título “Seis problemas para Isidro Parodi” publicado en 1942, plantea seis misterios criminales que serán resueltos con maestría por el singular detective. Describiremos someramente cada uno de los “casos”.
En “Las doce figuras del mundo”, Aquiles Molinari cree haber matado accidentalmente en un rito de iniciación al doctor Abenjaldun, líder de una comunidad drusa partidaria de extrañas creencias esotéricas relacionadas con las figuras del Zodíaco. “Las noches de Goliadkin” nos presenta a Gervasio Montenegro, un actor famoso y de alcurnia que viaja en un tren rodeado de personajes por demás extravagantes. Entre ellos está Goliadkin que desaparece y él es el principal sospechoso de haberlo arrojado a las vías. En “El dios de los toros”, un escritor “cajetilla”, Carlos Anglada, desea encontrar unas cartas que lo comprometen con una mujer casada con un rico ganadero. Es en la estancia de este último, que lo asesinan por la espalda de un cuchillazo y todas las pistas señalan al escritor. “Las previsiones de Sangiácomo” relata el aparente suicidio de Julia Ruiz Villalba, joven heredera de terratenientes que sale con un muchacho también adinerado llamado Ricardo Sangiácomo que seguirá sus pasos al quitarse también la vida, pero las cosas no son lo que aparentan. En “La víctima de Tadeo Limardo”, el compadrito Tulio Savastano encuentra en la habitación de la pensión en la que se hospeda, el cadáver de Tadeo Limardo. Por tener asuntos pendientes con la ley y haber discutido con la víctima todos lo consideran el culpable. Finalmente “La prolongada busca de Tai An” nos relata el asesinato del personaje del título, un hombre oriental al que se le había encargado la recuperación de una joya sagrada china que había sido robada. Realiza incontables viajes pero nunca la encuentra hasta 23
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Notas y ensayos
que en Buenos Aires pierde la vida. Descubrir quién lo mató y dónde está la joya será otro desafío para la inteligencia de Parodi. Preferimos no contar cómo se resuelve cada uno de los casos, sí podemos decir la forma, que ya la habíamos anticipado, la simple deducción lógica del detective encerrado. “Seis problemas para Isidro Parodi” nos presenta los únicos seis cuentos en los que aparecerá la figura del singular detective. Este libro no es lo único que escribieron juntos. Con el mismo seudónimo hacen “Dos fantasías memorables” (1946), y como B. Suárez Lynch la obra de teatro “Un modelo para la muerte” (1946). Ya firmando con sus propios nombres en 1955 producirán dos guiones para cine: “Los orilleros” y “El paraíso de los creyentes”; y dos volúmenes de relatos irónicos: “Crónicas de Bustos Domecq” (1967) y “Nuevos cuentos de Bustos Domecq”(1977). Borges compara, en el epílogo de sus obras completas, el caso de Bustos Domecq con el del doctor Jekyll que se transformaba en el señor Hyde. Dice que era uno y terminaba siendo dos. Entendía ahí que el arte de la colaboración literaria comprende lograr el “milagro inverso”, lograr que dos sean uno. Si esa experiencia sale bien surge un tercer hombre que suele ser diferente de sus componentes que lo tienen en poco. Quienes leyeron los textos de Bustos Domecq, o cualquiera que hayan escrito juntos, con seudónimo o sin él, coinciden en que por su estilo y forma no se parecen a lo que escribe Borges ni a lo que escribe Bioy por separado. Un autor con sus temáticas y su estilo es en sí un universo. Como si fuera poco lo que dieron para la literatura nacional y mundial Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares regalan a la humanidad un universo maravilloso nuevo que es producto de su genialidad y, no en menor escala, de la amistad. Los lectores agradecidos. Marcos Rodrigo Ramos letrasrojas21@yahoo.com.ar
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Cuent os y relat os Mรณnica Aramendi Ivรกn Medina Castro Elba Tesoriero Sergio R. Aznar Delfina Acosta Alberto Casquero Ma. Guillermina Sรกnchez M. Gustavo Fogel Jairo Prieto 25
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Cuentos y relatos
UN CUENTO LARGO Mónica Aramendi El reloj marca las 12 en punto. Apoltronado en el sofá, mi padre lee la primera página de un libro. Los leños iluminan su cara concentrada, impenetrable. Se detiene en algún lugar del texto. La lámpara a querosene, bien cerca de su rostro, en la noche cerrada. Es la única luz posible para sus ojos cansados. Mi madre descorre las cortinas del ventanal. Mira el paisaje que se despliega hasta el horizonte. Como cada vez, le canta a los canteros en flor, susurra deseos para que el viento se los lleve lejos, acomoda sus ojos en la luz de la tarde soleada y agita una mano al paso raudo de una bandada de elefantes. Mientras tanto, mi hermano, a quien le asusta la soledad, juega interminables manos de truco, con el rey, la sota y el caballo. Demás está decir que no le gustan los solitarios. El reloj marca las 12 en punto. No sé si alguna vez habrá hecho sonar campanadas. Solo sé de ese abrazo de dos agujas que nunca quieren separarse. El reloj marca las 12 en punto. Parada en medio de la sala siempre antigua, para quebrar la oquedad del tiempo, comienzo a leer, en voz alta, de una hoja en blanco, un cuento largo. Un cuento largo.
Mónica Aramendi (Miramar)
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Cuentos y relatos
LÁZARO, EL CONDENADO DE LA TIERRA
Iván Medina Castro Como el fugaz destello condenado de explosiones solares que sólo impresionan borrosamente los ojos de los ciegos, el comienzo del horror pasó casi inadvertido: en la locura de lo que vino después, de hecho fue quedando en el olvido y tal vez, no se relacionó de ningún modo con el horror mismo. Era difícil juzgar. William P. Blatty
Según establece el libro sagrado de los hebreos, en una región localizada a pocos estadios de Jerusalén, se hizo el milagro de la resurrección. Sin embargo, por orden estricta de los protectores del lugar de culto, se decidió velar hasta el olvido el destino del resurrecto. No así para Martha, la hermana mayor de quien se habla, y de quien su relato fuese luego recogido en un escrito apócrifo llamado el Evangelio Secreto de Marcos. Al cuarto día del entierro, después de retirada la piedra a la orden de una encriptada frase mística proveniente de una voz redentora del reino de la oscuridad, de aquella región de sueño permanente. Lázaro, maloliente, con un profundo olor a perro, fue liberado de su sepulcro. Hubo sosiego y de pronto, el hijo de la muerte salió de su cripta, y lento, dejando atrás la cueva abierta entre los muros, se dirigió al río Jordán protegiéndose entre las palmeras de la luminosidad rojiza del amanecer. Era otra vez la vida. Tras dirigirse al afluente, parecía que un nimbo radiante lo acompañaba, y alrededor suyo, una jauría lo escoltó. Llegó al riachuelo y la manada de bestias temerosas huyeron en desbandada. Él, sin inmutarse, caminó dentro de la fría agua y en la apacible profundidad se sumergió por unos segundos imitando una ablución. De regreso a la orilla, permaneció por un tiempo reconociendo las viejas veredas por donde una vez fue errante, y partió a su hogar por una angosta calle. Tras llegar al portón, el gentío se arremolinó alrededor suyo: lo tocaban como a un elegido, le brindaron regalos y lo aclamaron, pero él ignoró sus llamados. 27
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En el momento de su ingreso a la casa, nos hincamos ante él y bendecimos su presencia. A Lázaro no parecía importarle, o quizás simplemente desconocía lo que le había acontecido. Sin embargo, todos en la comarca sabíamos del prodigio manifiesto. Se sentó en la mesa y con una voz gutural, desconocida para nosotras, exigió que le sirviéramos de comer. El cordero aún no estaba asado pero él insistió, y ante nuestra pasividad, se paró de su asiento sin muestra de disgusto en su semblante, y se dirigió hacia el fuego para extraer con una fuerza descomunal un buen trozo del muslo. Mi hermana y yo no quisimos detenerlo, había algo en su arrastrado andar que nos transmitió temor. Nuestros cuerpos temblaron involuntariamente. Lázaro tomó la carne con ambas manos y sin ninguna dificultad la desgarró a dentadas, entretanto un poco de sangre chorreaba por sus mejillas. Tras terminar de engullir la cruda vianda, se tumbó en el suelo y se acomodó para arrullarse. Sobre el plato, sólo el pan ázimo quedó. Exhaustas por la jornada, nos fuimos a reposar nuestro cansancio bajo una oscuridad inmóvil, sin estrellas ni luna. Repentinamente, se escucharon fuertes aullidos que nos despertaron. María me recordó que la pasada primavera, hacía en ese momento casi un año, los lobos cautelosos a la reprimenda humana no se aproximaban al poblado para atacar a las reses. Fui al cuarto contiguo para llamar a Lázaro, pero él no se encontraba ahí. Se nos hizo rara su ausencia pues antes de su regreso siempre mostró temor a los ruidos de la noche. Me asomé por la ventana para mirar si lo veía por algún lugar y alcancé a observar a un ser bermejo y amorfo avanzar por el camino de espesa niebla, sin sospechar de qué se trataba. Tomé del hombro a mi hermana y decidimos irnos a acostar nuevamente, de seguro Lázaro se habría unido con los demás a la persecución de aquellas fieras nocturnas. La Avispa 48
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Cuentos y relatos El alba rayaba cuando encontramos a Lázaro echado en el suelo, inmerso en un profundo sueño con la túnica rasgada, el camisón enlodado y desde su habitación un denso olor a orín se respiraba. Esparcí en la pieza algunas hierbas fragantes y nos fuimos al mercado de la ciudad por viandas. A nuestro regreso, observamos a Lázaro pasearse silencioso y triste por el huerto, con una angustia intensa. María le habló con delicadeza pero no recibió contestación. Nos acercamos a él y comentamos que el grupo de lobos del cual había participado en su caza, atacó a una joven en Jericó cercenándole la cabeza y sus extremidades. Aunque nadie pudo ver a los animales atacar. Lázaro no mostró ninguna conmoción en su rostro ni dijo palabra alguna, sólo acarició la mejilla de María, se apartó y fue a confinarse en su recámara. En la segunda noche de su retorno, similares acontecimientos a la víspera nos despertaron. Pero en esta singular ocasión, al ir a ver a Lázaro, pude observar perpleja a través del rosetón la sombra de un largo perfil similar a la de un enorme lobo que con singular agilidad y destreza evadía la verja. Lancé un grito agudo y María a mi auxilio acudió. Para entonces, la imponente imagen había desaparecido en las sombras. Nos dirigimos deprisa a la alcoba de Lázaro pero él no estaba allí. Su ausencia era incomprensible, pues el día anterior, durante las compras, un vendedor nos informó que, nuestro hermano no había participado en la cacería. Intranquilas, nos fue difícil conciliar el sueño. Al día siguiente, el aire estaba en calma, mas no así la comarca, gritos de histeria se esparcieron por el pueblo. Una abominable alimaña en Gálgala había arrebatado la vida de dos infantes que plácidamente dormían en su lecho. Escuchar ese acontecimiento alteró sobre manera a María. Lázaro, de lo contrario, sin conmoverse continuó contemplando el horizonte con su pálido rostro de pasión y de hastío, y noté en el borde de su túnica una pronunciada mancha de sangre. María le cuestionó sobre lo sucedido. Pero él evadió las respuestas, y tras un parpadeo inquietante, sólo estas palabras de deceso tenía en sus labios: “¿No escuchan a los difuntos...? ¿Están acaso sordas?” Una escalofriante sensación nos invadió por completo y decidimos alejarnos de allí y entrar pronto a la morada. El denso hedor a orina ahora se manifestaba en toda la vivienda. 29
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Prendí mirra y lavamos los pisos. El crepúsculo llegó antes de lo esperado, el viento soplaba y parecía que una tormenta de arena se presentaría. Aseguramos todas las entradas y nos fuimos a resguardar. Para la media noche escuchamos unos gruñidos provenientes del aposento de Lázaro, María fue a ver si todo estaba bien con él e inmediatamente se oyó un quejido desgarrador cargado de una especial intensidad. Fui rápido al encuentro y fue entonces cuando pude ver sus ojos con el iris de una perla enferma y un hocico con unos dientes afilados, ávidos y voraces devorando las entrañas de mi desventurada hermana. Después de acercarme a él, con lágrimas incontenibles, le llamé por su nombre, ¡Lázaro, sal de ahí! El sanguinario animal de pelaje rojo ceniciento, con una larga cresta de pelo en el dorso, escapó de un salto. Llamé pronto a los moradores del pueblo para ir tras el asesino de mi sangre. Y pasamos toda la noche en persecución hasta llegar a encontrarlo oculto en la brecha donde el camino a Belén se bifurca, allí donde la tierra es negra y sin hierbas, y de la rama de una acacia, consciente de su miseria y seguramente temeroso de Dios, se ahorcó frente a ellos. Lázaro de Betania, meciéndose a voluntad del vendaval, se le veía sonreír por última vez. Se impuso el silencio. Ya sin el menor soplo de vida, lo descolgaron y a pesar de mi aflicción y desolación, reclamé un espacio para enjuagar su cuerpo llagado con la cabellera, al terminar, la muchedumbre lo partió en dos. En memoria de los escabrosos hechos y con la intención de sellar el puente de lo desconocido, el cuerpo desmembrado de Lázaro fue sepultado debajo de una losa marmórea, entre ortigas a las puertas del templo para que los restos del condenado de la tierra fuesen pisados por la eternidad Iván Medina Castro imc_grozny@yahoo.com
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EN EL LUGAR DEL OTRO
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Elba Tesoriero Hace cinco años que vengo a la misma hora, dejo la correa de Camilo sobre la silla de la derecha, pido un cortado y el diario local. No lo compro porque me gusta leer aquí, en la penumbra de La Social. Necesito la pausa que me hace levantar la cabeza por alguna frenada, el chasquido de la máquina Express o el repentino silencio de una calle céntrica, que no dejó de ser de barrio. Los que viven en la ante esquina de enfrente, salen justo a las nueve sin hablarse, moviéndose en comunión pero cada uno con su código. Ella barre hasta la última de las flores del jacarandá que protege al jardín del sol ardiente. El marido, Juan Vergara, de los Vergara propietarios de la casa por no menos de cuatro generaciones, corta las ramas secas, el pasto, quita yuyos, remueve la tierra de los canteros, todo con relojera minuciosidad. María, su esposa, que terminó de barrer los restos de poda, los embolsa prolijamente, luego trae un balde con agua jabonosa y refriega con la escoba las manchas azules que dejaron las flores pisadas. Juan coloca la manguera, abre la canilla y refresca el jardín que se vuelve verde intenso, brillante. Cuando él termina, ella la toma y enjuaga la vereda mientras él mira el reverso de las hojas y las pulveriza con insecticida. Luego, ambos desaparecen sin haberse dicho una sola palabra. En la esquina de la plaza, estaciona la camioneta de Aguas Potables y bajan los tres operarios que hace una semana, destruyeron el cantero de peonías para hacer una zanja. Como cada mañana dos sostienen sus palas y el chofer, camina hasta La Higiénica para volver con facturas. Los de las palas se meten en el pozo, el chofer saca de la cabina un termo, el mate y la yerba. Apoya todo sobre el banco de mármol y comienza la ceremonia. Uno ceba, otro toma; resultado: una sola pala en movimiento, si es que no está comiendo factura y ninguno trabaja. Ahora extraen del pozo un pedazo de caño oxidado del largo de la zanja. Colocan una caja que tiene una tubería en un lado y otra en el opuesto, sin dejar de tomar mate, salvo la pausa para cambiar la yerba. Cubren con tierra el artefacto y dejan un montículo sobrante. Dudo que vuelvan las peonías, cla-ro que antes ignoraba el caño y ahora aunque no lo vea, cada vez que mire sabré que ahí abajo hay un artefacto. Se van dejando al costado 31
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del banco un bollo de papel de estraza y unas cebaduras de mate. Sobre la diagonal que se extiende desde la esquina a la rotonda hay cuatro niñas jugando a las estatuas, la que cuenta con los ojos cerrados procura sorprender en movimiento a las que deben permanecer inmóviles. Por esta vereda pasa la chica de cabello trigueño sujeto con hebillas, que todos los días va comiendo una torta negra. Al ver que falta Camilo con quien compartía un pedazo, mira directo hacia mi mesa, tengo justo el tiempo de poner los ojos en el diario, como si jugáramos a las estatuas. Al rato pasa la señora de la bolsa de hule azul; bajo la vista antes que me clave los ojos, hasta ayer Camilo la esperaba sentado, moviendo las patas de adelante con ritmo festivo. Por sus gestos, podía anticipar quién pasaría; salvo ayer, claro. Salvo ayer que después de un rato me buscó con la mirada y noté algo raro en su cabeza, dejé el dinero del café, tomé la correa y salí. Camilo tenía la frente hinchada y jadeaba. Lo sujeté para cruzar la avenida, al llegar a la otra acera el jadeo le hacía difícil la caminata, lo alcé. Era de buen porte y la cuadra que hice con él a cuestas fue difícil. Camilo se puso más y más pesado. Cuando finalmente entré, el veterinario me lo sacó con cuidado de los brazos y me dijo: —Don Jesús, Camilo está muerto. Me miró, lo miré, miré a Camilo él le tocó la protuberancia de la frente y aclaró: —Por la marca y la hinchazón era una abeja. En esta época se ponen bravas y él debió ser alérgico. —Jadeaba tanto, dije por agregar algo, lo que más quería era levantar a Camilo e irme a casa. —¿Desea que lo entierre? —No gracias, lo tomé en brazos nuevamente, necesitaba hacerme a la idea. Gracias, es tarea que me corresponde. Adiós, dije mientras el veterinario cerraba la puerta. Pero eso fue ayer y hoy no sé por qué, tal vez para evitar que me pregunten o por costumbre, qué sé yo, volví a salir con la correa, sabiendo que nada cambiaría. A veces pasan cosas inesperadas, como ahora que Juan Vergara apoya una escalera en el jacarandá, toma el serrucho y sube; al llegar arriba lo cuelga de una rama, trepa a la horqueta y comienza a podar, ¿A podar en ésta época?. ¿Qué estará por hacer Don Juan? Corta una rama, luego otra más gruesa y así pasando con la premura y agilidad de un mono corta todas las ramas. Cuando queda la La Avispa 48
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Foto: Daniel Battiston
última unida al tronco principal, empieza a mover el serrucho con frenesí, después pone los pies en la escalera y se queda mirando hasta que el gajo convierte el silencio en una fractura expuesta. Giro hacia la plaza donde un artefacto remplazó a las hermosas peonías encarnadas. Las cuatro niñas siguen jugando. Entran dos hombres jóvenes de traje oscuro, camisa y corbata, Cada uno con un portafolio. No son de por aquí, los adivino viajantes. El mozo se acerca, ordenan café. Uno abre el maletín, saca un muestrario y conversan. Cuando llega el pedido interrumpen para tomarlo, luego de un rato el que está sentado en dirección a la calle, se estira en la silla y comenta en voz alta: —Hacía cuatro años que no me tocaba esta zona y creéme que no hay un solo cambio. Esta esquina está exactamente como en-tonces. De golpe me entra malhumor, ¡será posible que no note que faltan las peonías y la sombra del Jacarandá! Y Camilo. Miré la correa y pensé que para que todo cambie algo debe permanecer inmutable pero ése no seré yo, cerré el diario dejé el importe con holgura y salí hacia una sombra inexistente donde Camilo no espera, cruzo la calle sin darme vuelta, no vaya a ser que sorprenda al cretino señalándome para ufanarse, de que hasta el viejo es el mismo. Sí, estoy malhumorado, últimamente cambio de humor con mucha facilidad. Miro en mi mano derecha la correa inútil, los nudillos blancos por la presión a que me obliga el enojo. Entre huir y decir adiós, hay una sutil diferencia que ya no me importa, estoy seguro de que no voy a volver, o tal vez lo haga dentro de cuatro años y diga como ese joven insolente, que nada cambió. Las cuatro niñas siguen jugando a las estatuas.
Elba Tesoriero eteaqui@ccopetel.com 33
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DESQUICIADOS PARALELISMOS (Una historia onírico-real) Sergio R. Aznar Parecía muy simple: colocar una semilla en un lugar previamente determinado, regarla con esmero y luego esperar la salida de sus primeras hojas. Al principio, y por un tiempo que supo exceder largamente lo prudencial, Benicio fue atando cada zarcillo a un fuerte sarmiento. La idea, en ese momento era ver crecer la enredadera firme, apuntando hacia los lugares de mayor sol. Benicio se sentía omnipotente, un verdadero y enorme Dios que dirigía todo a su perfecto antojo, conforme y satisfecho. Mas, la sabia naturaleza tenía escondida su propia decisión emplazada en las redes del implacable destino. Sin Benicio darse cuenta, la planta había comenzado a degenerar. A su lado, la Autopista. Miles de toneladas de hierro retorcido y concreto mostraban una fortaleza casi esquizofrénica, llena de carteles en blanco, exentos de palabras. Muy extraña ruta. En ella bajaban los grises barcos llegados quién sabe desde dónde, dejando cada uno miles de pasajeros sin un camino definido y que al intentar comunicarse entre ellos emitían tristes sonidos guturales, mutando cada uno de sus rostros (en insana cofradía fantasmagórica) hacia el de “El grito”, de Munch. …… Ella se sentó frente a Benicio y comenzó a pegarse aquellas espantosas curitas llenas de cera fría sobre su rostro. Por la mente de él pasó la imagen cruda de una Diva cubierta de vello. Lobuna y sarnosa. Un verdadero asco… La recordó entonces años atrás y se preguntó si estando escondida en la negrura de su pieza, ella se acicalaría con idéntico esmero para aquella primera cita, salida en la que juntos fueron al teatro y a cenar, para terminar luego en una cama jugando al eterno juego del amor. “En todos los casos, la magia suele ser despedazada por la confianza y la rutina”. Benicio solía decir eso, intentando la disculpa, luego de emanar desde sus profundidades aquellos espantosos gases cuyo sonido pretendía ser gracioso ante la presencia de ella. La reiteración de los sucesos los había convertido en seres humanos La Avispa 48 34
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de carne y hueso, llenos de humores, defectos y frustraciones. Sin darse cuenta habían dejado la persistente carga de mostrarse etéreos para asimilarse al cruel fastidio del soez desnudo. En todo sentido. ……… “Dominar los juegos a los que asiste nuestra mente no es tarea sencilla”. En verdad, no he conocido a nadie, por más perfecto que se diga, que lo haya logrado. Volvamos entonces a la esencia de semejante desatino y encontremos a Benicio, ahora arrastrado por un fuerte torbellino. El ojo de Dios observa implacable escondido tras de un espejo. El bar parece estar vacío, salvo por la presencia del Gallego Alcides, situado detrás de la barra y trabajando con suma prisa, como si hubiera tomado varios pedidos a idéntico tiempo. Juan se sienta en un taburete apoyando ambos pies en el estaño, al tiempo que pregunta: —Gallego ¿me podés servir un café? Alcides, de reojo le contesta: —Esperate un cacho, Benicio… ¿No ves que tengo bastante laburo? Es entonces cuando Alcides se da la vuelta y mirando hacia una de las mesas vacías dice: —Un segundo, Señorita: Ya sale su tostado… Luego, el Gaita lleva una cerveza y su infaltable platito de maníes hacia otra mesa. Vacía. —Gallego… ¿Te volviste loco? —pregunta Benicio—. Aquí estamos solos. Tú y yo… —Vos no sabés nada, pibe —responde el Gallego—. Aquí hay mucha más gente que la que podés imaginarte… Entonces Benicio se mira en el espejo. Repentinamente siente el horror desplazándose por su cuerpo como una corriente fría que va erizando de a uno su gruesa cantidad de pelos. El espejo no refleja su fisonomía y lo peor es que en él habita un bar lleno de féminas comiendo, parloteando o jugando a las cartas. De la última mesa se levantan un par y vienen hacia él, desabrochando y tirando sus ropas hacia los costados con lamentable urgencia, jadeantes y teñidas de lascivia. Benicio escucha sus voces anhelantes de deseo cada vez más cerca y estridentes, hasta convertirse en un verdadero suplicio. Angustiado por la repentina locura a la que cree estar llegando decide salir a la calle, a sabiendas de que el sol será el mejor abrigo y el cielo un 35
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buen lugar para posar la vista y luego pensar en calma. Al abrir la puerta siente frío: llueve con fuerzas bajo un singular techo de enormes nubes negras que varían desde el gris plomo hacia un inusitado violeta. El viento, que crece en potencia, arrastra todo a su paso. Los árboles entran en desusado vaivén y quiebran algunas ramas. Benicio se cubre como puede bajo el techo de un balcón. Mira la ciudad y le parece extraña. No sabe cómo llegó hasta su mano derecha aquella manzana pero, como tiene hambre, está dispuesto a darle un fuerte bocado. Sin pensar y mirando el espectáculo la lleva hacia su boca y muerde con violencia haciendo crujir la cáscara. Un sabor ácido, vomitivo lo lleva a escupir con desagrado, pero ya es tarde: mientras cae hacia el piso, el pedazo de fruta se pudre con suma urgencia, al igual que la que tiene en su mano. El viento arrecia entonces con más fuerzas. Benicio intenta asirse a cualquier cosa, lo importante es mantenerse en pie, pero una ráfaga trae consigo un cartel que impacta sobre su frente y al fin Benicio, derrotado, pierde el conocimiento. ……………. El lugar está frío y oscuro, tanto que no llega a divisarse nada a más de diez centímetros desde sus ojos. Sólo que… —Allá a lo lejos parece haber una luz. La humedad es exagerada y se adhiere a su cuerpo como una babosa. Benicio intenta desprenderse de algo que le toma el pié y comienza su marcha hacia el frente de la caverna. Le repugna el olor presente: todo allí huele a pescado podrido, a algas y mejillones pasados. —¿Dónde carajos estoy metido? —se pregunta, mientras el pánico corre por sus venas—. ¡Divaaa! —grita, y nadie le responde. La luz está aún lejos e intenta reponer sus fuerzas sentándose sobre una roca. —Diva: no me hagas esto… murmura, y vuelve a caer en profundo sopor. Su sueño es extraño. En él ve a su Diva toda arrugada y enclenque, como si se tratase de una vulgar copia femenina del viejo Matusalén. Sus manos, cuyos dedos aún se dibujan fuertes y delgados se toman de la mano de otro hombre. Él es mucho más joven que ella. Es más guapo y atrayente. —De la semana estarás cinco días en tu destierro y solo dos en La Avispa 48
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estado de conciencia pura —dictamina él con voz autoritaria, otorgando a su escucha un mensaje por demás incoherente. Diva entonces le guiña un ojo y luego rejuvenece—. Parece ahora de quince años… —Diva —alcanza a decir Benicio, implorante—. Diva, no te vayas… Ella lo mira desconcertada, da media vuelta y estampa un beso en la boca del otro hombre. Luego desnuda le hace el amor con enorme entusiasmo, mostrándose a su único público, hacia el que fue su Benicio, refregándole en sus ojos la deshonra, el desparpajo, el odio y la locura. Ese desamor eterno y pagano, atroz e inmoral nacido de un insoportable despecho. De la boca de ella pende una lengua caliente y gigantesca que lo abrasa todo, incluso hasta el aire mismo. El ambiente se torna de a momentos irrespirable. Las figuras de aquella extraña pareja se alejan hacia el fondo haciéndose diminutas, girando alocadamente dentro de un centro imaginario, perdiéndose por último en la más absoluta de las oscuridades. Benicio ahora despierta en medio de la cueva sumido en una fuerte transpiración. Se halla desnudo, sucio, crinudo. Con olor a sobacos, a pis y a moho. Su estómago lanza un crujido de hambre a idéntico tiempo en que su sexo deja un recuerdo pegajoso por encima de las piedras. …………… Ya van varias semanas del suplicio y la tormenta no disminuye en fuerzas. Benicio ha aprendido a deglutir toda porquería viviente que anduvo a su paso, a lavarse con el agua de la lluvia y a guarecerse del frío. El frente de la caverna da hacia el insondable mar: aquello no hace más que acrecentar sus interrogantes. Benicio comprende que el único que puede con todo aquello es sólo él. Entonces, intenta una salida buscando botellas de plástico y llenando su interior con papeles que él mismo ha escrito con los carbones de los viejos leños encendidos. Luego las arroja al agua durante la pleamar y observa como una a una van en camino a un viaje desconocido. —En las películas, los náufragos siempre hacen esto y da buen resultado —piensa deseoso del milagro. Pasa un día, y dos, y tres y no obtiene respuesta. Recién al cuarto ve venir una botella hacia él. 37
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Desesperado, se lanza al agua y nada con inusitada bravura. El oleaje es fuerte, pero su necesidad lo es aún más, así es que termina siendo vencedor y regresando a la cueva con el merecido premio. Con urgencia abre la botella y manotea el papelito. Escrito en letra gótica y con ribetes dorados destila mentiras y soecidades. Sin poder creerlo, lo acerca a sus narices; el mismo apesta. —Usaron tinta de vómitos mezclada con veneno, se dice. Benicio, sabiéndose más solo que nunca, entonces rompe a llorar. Ahora sí el dolor de estómago provocado por la falta de saciedad de su alma funde aún más esos pómulos hundidos que remarcan ojos completamente extraviados. El hambre por las cosas abstractas es pertinaz y se halla a punto de dar la estocada final al irremediable esclavo de su destino. Empero, Benicio no se deja vencer: durante la madrugada siguiente encuentra el cofre de los recuerdos gratos y dentro del mismo varias latas de pintura y algunas brochas. Exhausto, intenta pintar el horizonte y lo consigue. Admirado de su obra, le da color al mar y luego a la arena. Paso a paso la tormenta va cediendo y acaba justo al tiempo en que Benicio blande su pincel untado con tinta color cielo. Desde su puño comienzan a tomar forma los arbustos, las gaviotas y hasta la gente. Los niños entusiasmados y agradablemente llenos de luz deciden colorear las flores, los semáforos y los pasillos. Débora Pereyra Así, con una sonrisa plena en su rostro, Benicio se da por enterado de que todo, absolutamente todo en su vida ha comenzado a cambiar. Sergio R. Aznar alasvidasalvaje@hotmail.com La Avispa 48
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HORA NOCTURNA
Delfina Acosta
La anciana se hallaba sentada sobre la silla de ruedas, siguiendo con la mirada los movimientos del animal. Era un angora de ojos relampagueantes sumergido en la penumbra del patio cuya humedad parecía oler, por momentos, a las adelfas. Siempre los gatos me han parecido animales fantásticos. De un salto estaba caminando ya sobre el tejado de la casa vecina, y los perros de la calle, al divisar su figura escribiéndose en la luna llena y rojiza, se largaron a ladrar enfurecidos. —Ella casi no da trabajo —me dijo la señora Esperanza. Tenía el cabello de color ambarino, la nariz aguileña, las gafas oscuras, y esa atención falsa, excesivamente amable, que ponen las mujeres movidas por un propósito urgente. No hubiera querido trabajar como dama de compañía, pero la larga enfermedad de mi padre, con su amarilla cara de vela que se derretía, y el cigarrillo apagándose —a menudo — en su boca salivosa, me empujó a presentarme como la candidata solicitada en el diario: “Se necesita dama de buen trato, aseada, responsable, con conocimiento de primeros auxilios, mayor de treinta años, sin retiro...”. El té de chamomilla estaba caliente. Y la bienvenida muy afectuosa, aunque difícil de sostener, a ratos, por la mujer, quien parecía cansada. Después de decir que sí a cuatro recomendaciones puntuales, llevé a la anciana a su habitación. El reloj de pared marcaba las ocho de la noche. Con la cabeza reclinada sobre la almohada de su cama (usaba dos jergones viejos) se largó a hablar: “Él estaba enamorado de mí. Cuando yo ejecutaba “Para Elisa”, de Beethoven, en el piano alemán de la familia, sus sentimientos parecían accidentarse porque se le caían las lágrimas. Claro que Beethoven es trágico, patético, apocalíptico. No hablábamos casi. Es decir, sí, un poco. No nos decíamos aquellas palabras con que se aprietan los novios, contra una muralla, en la oscuridad, pues éramos dos tímidos chicos de la alta sociedad que crecimos con el más austero sentido de la vergüenza. Tratándome de usted, escúcheme señorita Teresa, ¿puede servirme un poco de agua mineral?, me preguntaba si había leído 39
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el libro de San Agustín, o de Platón, y cómo me sentía; yo, con el usted también en la boca, le contestaba que mi bien era su persona, su presencia, o sea su esmero, por no decir gala: aquel traje de gabardina azul con estilo que olía a sustancia parisiense y esa tira de seda negra anudada a su cuello; le juraba que mi contentamiento estaba en él, sentado allí, sobre la silla de mimbre, a una baldosa de distancia de las penumbras de la sala, siempre decente, como correspondía, sin pasar de largo el horario de visita. Éramos una familia de método, o sea, de reloj”. ¡Zas! La vieja deliraba. La chochera..., la mente ida..., pero era previsible, después de todo. Así son las personas de edad. Rememoran a sus novios muertos hace muchos años. Hablan de largos viajes que hicieron en un trasatlántico, y te preguntan si has viajado con ellos en el buque de la compañía tal, y si recuerdas los apellidos de los pasajeros de primera clase, los apellidos que salían a relucir en los saludos de presentación, y quieren saber qué impresión te han dado aquellas nuevas amistades italianas que con sus copas demás y el mareo volcaban la noche titilante sobre la cubierta del barco de modo que el mar caía en el cielo. Le indiqué que debíamos dormir. Señora..., señora..., están por dar las nueve... No me respondió; estaba ya dormida. No podía conciliar el sueño y era ya pasado el espectáculo de las estrellas y entrada la función de los murciélagos. Un benteveo aventaba una queja lastimada al viento y una fina llovizna caía sobre los cipreses de la vereda; estaba pues yo cargando con el fardo de la hora nocturna que se acentuaba con el silencio asmático de la habitación. El benteveo empezó a picotear la rama; hacía un ruido de segundero de reloj de pared; la anciana habló. “Aquel día de octubre apareció por el pueblo un hombre cojo y acuciado por la sarna. Quería ganarse unos cuantos pesos, sólo unos pobres pesos; llegó hasta el portón de mi casa, me ofreció su servicio de jardinero, y no se lo creí. Cuando yo no creo me suelo enojar. Lo dejé pasar, sin embargo. Me habló de las flores, de las petunias, de las hortensias, de las caléndulas, y me reveló las propiedades medicinales de ellas, que las anoté en el papel de mi delantal. Para el alma, los jazmines; para el despecho, los La Avispa 48
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ranúnculos; para la traición, las rosas imperiales; y las plagas de las violetas para el dolor del corazón”, dijo con una voz a la que a veces parecía no llegar a tiempo, acuciada como estaba por sus bronquios llenos de catarro y el inicio de una tos ferina. —¿Y usted le creyó? —Pues sí. Además me leyó el futuro. Me dijo que sería adinerada. Estaba fantaseando demasiado. Por momentos me preguntaba si ya había amanecido; le contestaba que no. Entonces ella me explicaba que era la hora en que las aguas del río se limpiaban, porque el río no es más que ropa que se lava, y que la gran crecida llegaría en tres días de modo que la casa perdería, para siempre, su collar de diamantes. Un acceso de tos le tapó la boca. Y un sueño pesado cayó sobre mí. Dos personas en la calle discutían mientras orinaban en la vereda. Estaban ebrias. El de la voz grave quería ponerse de acuerdo con el de la voz aguda para cesar de discutir y perpetrar de una vez el delito. Como no existía perro que defendiera la mansión calculaban que se meterían con cierta facilidad en la sala y se llevarían las alhajas de oro, y aquel anillo de diamante de la Lynch, que sobrevivió al saqueo de la guerra grande, según me había relatado cuatro veces la vieja, aunque yo le dijera que ya le había oído relatarme. Los oí discutir mientras la calle empedrada los llevaba para abajo, hasta que se los tragó una esquina sin iluminación y el último fogonazo de un auto que perdió bruscamente la dirección. Adiós, borrachos. Adiós. A las diez de la mañana serví a la anciana café con leche, huevos de codorniz revueltos, rosquillas de anís untadas con dulce de leche y una presa de pollo. Comía sin apuro y bien. Saboreaba el desayuno como si fuera el primero de su vida. Se tomó su tiempo que era mi tiempo. —Lleve la bandeja al perro para que la limpie —dijo. No había lebrel, dogo, perdiguero, pastor alemán, ni criatura parecida a un perro, ni pulga siquiera, salvo la sombra de la estatua 41
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de la pitonisa de bronce, en el corredor, que tomaba, a veces, la forma de un animal dispuesto a saltar sobre su presa. Calamidad: La señora Esperanza desapareció. Me echó el fardo, su madre, encima. Ninguna nota, ninguna carta, ni siquiera una grasienta esquela, nada. La busqué en las calles. Y más allá de las calles, en los domicilios de los muertos, en las aguas. Pero los estibadores no habían visto a ninguna mujer con sus características caminar por las orillas del río. Y las olas, con su piel escamosa y sus láminas doradas, sólo habían arrojado a las playas dos enormes pescados muertos y una chapa oxidada. Pasaron tres días y tres noches. Ella me contaba, a la hora nocturna, los cuentos de sus delirios. Aquella noche goteaba. Tres gotas sobre un batracio. Más gotas... El sacudón de un relámpago que cayó cerca de la iglesia Catedral apuró sus palabras. “Mi esposo me amaba. En el primer aniversario de nuestra boda me regaló un collar de diamantes y un traje enterizo de color bermejo. Un auténtico Chanel. Yo le dije que para qué, que con su cariño me tenía por bien vestida. Ah.... el collar... Y había ocasiones en que lo usaba, contadas ocasiones, desde luego... ”, suspiró. —Dónde está el collar —me encontré diciendo, desesperada, pues nuestra situación era calamitosa por donde quiera que se la mirase. —¡Ajá! ¡Conque resulta que me cree! —respondió triunfante. Por fin alguien le daba un voto de confianza, algo parecido a un cariño, antes de caer el telón sobre su vida. —Siempre creí en usted. —Búsquelo en la chimenea, debajo de un ladrillo marcado con una cruz gótica. Salí disparando de la habitación. Escarbé. Torcí mi dedo índice. Tal vez arañé. Forcé la caída del ladrillo con una horquilla para heno. Ahí estaba, con sus ojos de perro en la obscuridad, mordiéndome casi la mano, como si se defendiera rabiosamente de la luz. Volví cantando a la habitación de la anciana. Y ella, maravillada de mi humor, cantó conmigo. Afuera llovía. Era noche cerrada con sol. Delfina Acosta delfina@abc.com.py La Avispa 48
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FASE Y NEUTRO
Alberto Casquero
Sucedió un día como cualquier otro, pero de embalses ayunando y demanda energética creciendo, a la tardecita. Cuando la rebelión de los electrones libres estalló, los hombres comprendieron tarde, lo insanamente dependientes que eran de aquellos gnomos. Se ensayaron miles de hipótesis para explicar la actitud chúcara de los pequeños, todas eran muy poco felices o inundadas de rigor científico. Fueron en vano los llamados a la reflexión, los pedidos de acotar la protestas a algunas heladeras y secadores de cabello, las solicitudes de deponer la fuerza como condición previa a todo diálogo o negociación. Ellos se sabían multitud, conocían su potencial, no negociarían nada con nadie. Permanecerían inmóviles dentro de los cables, acabarían con ese atropello de tener que andar por la vida empujando a sus pares para confort de los humanos. El gen de esta asonada, estaba en la esencia misma del ordenamiento y del uso comercial y, por cierto, miserable de los pequeñines. Básicamente, el “patentador compulsivo” Tomas Edison y su feroz competidor El “corriente alterna” Westinghouse, encabezaron la cacería, los sometieron, los domesticaron y los obligaron a permanecer a disposición de cualquier otario que cierre un circuito. Por ciento y pico de años estos pobres enanos habían entregado jirones de libertad al mundo tecnológico, sin que se reparara en ellos tan solo un momento. Soportando hasta lo insoportable a unos cosos llamados electricistas. Antes otro gallo cantaba. Algunas investigaciones serias de la ciencia (y discúlpese la paradoja de una ciencia seria) indican que la presencia de estos bichos en el universo es anterior a los organismos mononucleares, más vieja que la del relámpago, anterior a cualquier pensar. Pero andaban sin ataduras, libres verdaderamente, sin cadenas, anárquicamente siendo. Y esta tarde, al parecer, han retomado aquél saludable hábito. No habrá ya más leyes que respetar, ni las de Kirchoff, ni las de Lenz, menos aún las de Ohm. Mandaron al demonio todos los principios, los de Hertz, y los de Watt, cansados de andar soportando las caprichosas manías de tipos con apellidos tan irritantes. 43
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Al diablo con el pulmotor, el satélite, la heladera, el consolador y el alumbrado público, son libres, mal que les pese al moribundo, a los que comercian información, al que toma el vino bien fresquito, a la masturbatoria y al tipo que caminará esa noche por barrios hostiles. Sabrán todos que no es sólo otro corte de luz. No. Sabrán todos que esto es el principio de todo final. Los electrones libres están por hacer tronar el escarmiento. Será indicado salir corriendo… pero rápido… muy rápido… antes que anochezca… A comprar velas. ¡Muchas velas! Alberto Casquero beto_casquero@hotmail.com
Débora Pereyra La Avispa 48
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LA NADA
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María Guillermina Sánchez Magariños Desde que la pantalla de control se había apagado, el ingeniero Eduard Smith se consideraba el más desdichado de los hombres. Intentó, empecinado, darle órdenes a la computadora central, sabiendo de antemano que toda acción era inútil. Mentalmente revisó cada uno de los pasos a seguir ante casos de emergencia. Estaba seguro de que los había ejecutado con precisión, sin obviar ninguno, tal como tantas veces los había practicado en el simulador. Se movió lentamente por el cubículo hacia el sector de los reactores. Allí el panel indicaba con una luz roja que el suministro de oxígeno estaba disminuyendo. El reloj molecular informaba que sólo le restaban dos horas antes de la despresurización. Flotando, siguió hacia la cabina de almacenamiento de los trajes espaciales. Como un simio grotesco iba tomándose de las manivelas del techo. Pasó por delante de la escotilla y detuvo su marcha. A través de la pequeña abertura vio, a lo lejos, las luces intermitentes de la Estación Madre, sobre la oscuridad impenetrable del universo. Posiblemente sus compañeros estarían tratando de comunicarse con la NASA para reportar la avería del módulo interestelar. La salida había sido de rutina para controlar el estado de los satélites de comando. El capitán Taylor había ordenado que la misión fuera llevada a cabo por dos astronautas pero Roberts, a último momento, tuvo una indisposición en su sistema renal y él pudo convencer al jefe de que podría realizar solo ese trabajo tan habitual. Ahora estaba arrepentido, incomunicado y sin poder discernir las causas del inconveniente. Al principio había dado un giro de 360 grados alrededor de la Estación, sin observar nada en particular. Con los brazos mecánicos había revisado y ajustado ciertas piezas de menor importancia, más que nada para probar la movilidad de las pinzas electrónicas. La voz del capitán Taylor le llegaba clara por los auriculares: —¿Todo ok Smith? —Sin novedad Cap. Procedo a tarea de acoplamiento. —Bien, Ed. Misión cumplida. Después pasó lo inesperado. Un golpe seco sobre el flanco izquierdo GRUPO DELAPALABRA 45
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desplazó el módulo más de doscientos metros. La sacudida lo tomó por sorpresa y golpeó con su cuerpo las tuberías de combustible. Quedó unos minutos atontado y con un agudo dolor en las costillas. —¡Alfa I a Madre! ¡Responda! —gritó por el comando de voz. —¡Ssshhh…! —escuchó el sonido irritante de la interferencia. Y, al segundo, la pantalla y las luces del tablero se apagaron. Supuso que algún meteorito vagando por el espacio había hecho blanco en el trasbordador. No encontraba otra explicación. Las costillas le dolían ¿Y si tenía afectado el pulmón? “No debo perder la calma, vendrán a auxiliarme pronto” trató de pensar con claridad. No pudo. Se sentía mareado y con náuseas. ¿Y si tenía lo mismo que Roberts? Ambos habían desayunado jugo de soja hidratado. Se pasó la lengua por los labios resecos. Miró la columna de mercurio. La temperatura había ascendido diez grados, demasiado para tan poco espacio. Un sudor frío le recorrió la espalda. Se dio cuenta de que debía orinar, su vejiga estaba a punto de estallar. El camino hacia el sanitario le pareció eterno, cada movimiento de los brazos era una puntada en el pecho. Llegó hasta la puerta con la vista nublada, casi a ciegas se colocó la bolsa química e hizo pis. El líquido era de un extraño color rojizo. Desechó la bolsa en el container de asepsia y volcó un poco de su contenido por la torpeza de sus manos. Debía volver a controlar el registro de oxígeno pero eso significaba un penoso reptar hacia el otro extremo de la máquina. La garganta se le había hinchado, ya casi le era imposible tragar su propia y escasa saliva. Se tomó del pasamanos y se quedó inmóvil, flotando en un sopor molesto. Con una última bocanada se soltó y sus dedos hinchados lucharon unos segundos para desabrochar las correas del traje que le oprimían el cuello. Su cerebro disparaba órdenes incomprensibles. Hasta que supo que debía abandonar Alfa I antes de morir calcinado, deshidratado y sin aire. Hizo un esfuerzo y se impulsó con las piernas hacia delante, girando sobre sí mismo, golpeándose contra las paredes, tomándose de todo cuanto le fue posible. Avanzó metro a metro hasta la sala con los equipos de salida. Como estaban listos para casos de emergencia no le resultó difícil enfundarse el traje espacial y colocarse el casco. Con un suave tirón de la cuerda, el equipo se infló y se sellaron todas las aberturas. El tanque de oxígeno a su espalda trajo alivio a sus pulmones oprimidos. Recuperó parte de la visión y su mano La Avispa 48
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enguantada pulsó el botón de apertura de la escotilla. Salió disparado hacia la nada. Sus rodillas contra el pecho y los brazos cruzados sobre las piernas. Como una burda calesita vio por momentos las luces rojas, amarillas y verdes de la Estación dando vueltas y vueltas. Flotar era maravilloso en medio de la negrura y sintiendo los latidos de su corazón marcando el compás de cada giro. La nada había ingresado a su cerebro a modo de mecanismo de defensa. Se sentía en profunda calma, los dolores ha-bían desaparecido y dentro del traje la temperatura era tibia. Tan agradable como estar gravitando dentro de un útero inmenso. Cerró los ojos y en sus oídos el corazón le canturreaba: “Row row row boat, gentil down stream…” De golpe dos tenazas lo tomaron de las botas y lo jalaron hacia delante muy dulcemente. Se dejó parir hacia ese nuevo instante, entre esos brazos mecánicos que lo acunaban. Abrió los ojos y se encontró con la puerta de acceso del módulo Alfa II. Y allí, detrás de la escotilla, vio el rostro sonriente de Roberts, quien loco de alegría empezó a bailar, moviendo los brazos y las piernas y diciendo palabras que él no podía escuchar. Él seguía oyendo a su propio corazón que susurraba: “merrily merrily life is but a dream”(*) (*) Canción infantil estadounidense Rema rema rema tu bote Suavemente corriente abajo. Alegremente alegremente La vida es sólo un sueño.
María Guillermina Sánchez Magariños guiller48mina@yahoo.com.ar www.poetisamayor.fullblog.com.ar 47
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¿Piensas alguna vez en la muerte?
Gustavo Fogel
¿Piensas alguna vez en la muerte? ¿Será como la supones? ¿Cómo crees que será? ¿Has visto morir a alguien, alguna vez? ¿Crees que dolerá? El pez deja de sacudirse y me mira desde el otro lado. ¿Será el mismo lado para ambos? ¿Existirá otro lado? ¿Existirán tú, el pez, el mar y toda la maldita gente? El sol le está recalentando el cerebro. Corta la cabeza del pez y la arroja al agua, luego coloca el resto en un balde y lo cubre con un trapo mojado. Bien, ya es suficiente. Recoge el sedal y acomoda la caña sobre el piso del bote. Lleva termo y mate, pero no le dan ganas de tomar, hace demasiado calor. Mete la cabeza bajo el agua salada, sin abrir los ojos, y levanta el mar chorreando por el cuello y por los hombros. El sol le quema, la espalda le quema, los remos le queman. Empuja el mar con los remos y el bote avanza hacia la costa. Los corderos saltan sobre las olas, las gaviotas caen en picada desde el cielo, una manada de elefantes huye en forma de nubes grises con el aliento eléctrico de la lluvia. ¿Pensaste alguna vez en la muerte? ¿Has visto morir a alguien alguna vez? El pez en la cubeta está muerto. El viento está muerto. Las nubes están muertas. El sol está muerto, ya no es más un Dios, no juzga ni castiga, sólo es una bola de gas ardiendo en el espacio, pero el hombre está vivo. Las manos le duelen. La espalda le duele. La cabeza le duele. La vida le duele y eso debe significar estar vivo, el dolor. La muerte no duele. No quema, no llora, no ríe. La muerte no ríe ¿o sí? ¿Escuchaste alguna vez reír a la muerte? ¿Sentiste el filo de su voz, la aspereza de su lengua, la viscosidad de sus manos? En el mar la tormenta se ha ido. El sol está alto y las nubes lejos. Es verano y las gaviotas revolotean chillando detrás de la barca. La muerte calla y empuja los remos.La orilla está cerca. Gustavo Fogel http://cuentosalcontado.blogspot.com Email: fogelgustavo@hotmail.com La Avispa 48
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El puente
Para Neirlay Andrade, como prometido.
Jairo Prieto Para descolgarlo, tuvieron que desmontar varios tubos oxidados. Fue necesaria una maquinaria de última tecnología y veinte hombres corpulentos. El cielo se extendía frenético. Las nubes se incrementaban al costado de las altas montañas, que serpentean al borde de la ciudad. Los ruidos de las casas cercanas se incrementaban a medida que las horas del reloj de la iglesia avanzaban incesantes: una tras otra, unas tras otras, como destinadas al infinito. No hacía brisa. Bandadas de tordos sobrevolaban hambrientos... El aire era espeso. Los hombres comenzaron a armar sus plataformas para descolgarlo rápidamente. Tubo a tubo iban desmontando. Al sitio lo sumergieron maquinarias de diversos tamaños y funciones; necesarias para desmontar lo que había que descolgar. Abajo, las casuchas de zinc se mantenían alerta de los movimientos del puente; su pesado cuerpo que se explayaba en un arco flojo por el tiempo. Es domingo. Las casas están siendo aseadas. Se escucha música: vallenato, salsa, y uno que otro reggaeton. Los andamios se forjaron a lo largo del puente. —Diciembre es así, un puro acomodo. —Así es Clementina, así mismito es. Ojos con rostros ocultos fisgan a los obreros. Al costado de las casas, pasa el río que atraviesa la ciudad. Algunos niños del barrio, que viven a las orillas de la cloaca, compiten con barquitos de papel; mientras los hombres se mantienen arriba de los andamios golpeando con furor a los tubos mal armados del puente; derribando el asfalto con esa aflicción que tienen los apurados. Los ecos de los martillazos y los camiones, se confundían con Héctor Lavoe. Todo tiene su final Nada dura para siempre… El tiempo había hecho de las suyas al inmóvil cuerpo de metal, año tras año fue despellejándolo hasta su ultima consecuencia: volverlo inservible y peligroso. Los barquitos bajan el río zigzagueando, los niños descamisados, boquiabiertos, observan cómo se 49
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deslizan por el caudal sus barquitos destinados a naufragar en las turbulentas aguas de la inmensa cloaca. Ratas escamotean las orillas alimentándose, corriendo de un lugar a otro, como huyendo de las miradas de los niños que se encuentran a sus cercanías. Hace calor. Los hombres que desgastan el puente, advierten a los niños del peligro de estar abajo del viejo cadáver. El cielo se pinta de un blanco pálido. En el acueducto las cuerdas se atraviesan entre sí; Se tambalea a pesar de la telaraña de cuerdas que lo sostiene. De la tierra brota calor, a pesar de eso, sopla un viento apocalíptico. Seco. Todo seco, como si estuvieran envueltos en llamas. Al fondo se escucha el gloria al bravo pueblo. Las maquinarias se paran. Uno a uno abandonan su puesto de trabajo. Se descamisan y se zumban en cualquier esquina donde el sol no les pegue en la cara. —¡Hora de comer!, gritan a los que aún andan montados en los andamios Otros hombres echan un líquido azul sobre el río, tiñéndolo por completo. Después que las mujeres preguntaron varias veces para qué echaban eso al agua, (preocupadas por sus hijos que juegan a sus orillas), un obrero respondió que era para descontaminarlo. Sólo se escuchaba el ruido de las máquinas, que además, no era muy fuerte porque los camiones estaban recién comprados; casi sin uso, se notaba por la carrocería y el plástico que aún tienen los muebles —esto es calor de lluvia Los obreros estaban uniformados, haciéndole propaganda al candidato político. Otras personas entregaban volantes mientras atrás del viejo cadáver, levantaban una valla gigante con el rostro perfumado y maquillado, con la mano en la mejilla, como un pensador, al mejor estilo de Rodin, del aspirante al cargo burocrático. Iban rebajando la anchura del asfalto de la larga calle, talando algunos árboles para rehacerla más ancha. Por la manera que aquellos hombres devoraban el esqueleto construido en 1956 se les notaba una magna experiencia. Arriba, los postes de luz tambaleaban por causa de la pesada maquinaria, que iba y venía con un apuro prodigioso. Bastó medio día para que el carapacho metálico estuviera totalmente en el suelo. Sin dinamita, sin mucha bulla, el viejo cuerpo ya estaba en pedacitos sobre los camiones que iban y venían, una y otra vez. Desde las orillas, los niños miraban la deconstrucción del puente. Ven entre los barrotes que los obreros colocaron alrededor del La Avispa 48
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cadáver (por seguridad de los chismosos), cómo los lomos de las máquinas se mueven quitando tubos y concreto. La tarde era seca y nublada. A los barquitos se los tragó el agua sucia. La carretera asfaltada que serpentea al pie de la baranda del puente y el borde de los acantilados, donde comienzan a palparse los techos de los ranchos, se escucha el rumor del río, las regaderas de los bañitos roñosos, el sonido de la televisión, la radio, los gritos de los bebés y Héctor Lavoe que se repite y repite… la construcción del nuevo puente no es motivo de alegría en el lugar, la gente se pregunta cuál será el precio a pagar… el humo que brota de los camiones no es espeso, se puede distinguir a lo lejos a un tumulto de gente, tomando cerveza para regular el calor, riendo, observando la manera que aquellos obreros montaban el nuevo puente. Que desde muchos años atrás le habían prometido reconstruir. El sitio es un puro smog. El puente ahora es más ancho, cómodo para los peatones del barrio La Línea, penetrado por la soledad desde 1956 que construyeron el puente, desde ahí no se le veía al gobierno ejecutando nada, afirmaban los más ancianos del pueblo. —Sí son desgraciados, no Clementina. Cómo se ve que necesitan votos. —Sí Jacinta, así es, nos necesitan, así es. Comiendo y hablando, comiendo y hablando y señalando. Las dos viejas sentadas a la orilla de la calle, en sus mecedoras de madera carcomida. En el río los niños siguen compitiendo con objetos flotables, y, al otro extremo, cerrando la orilla invisible de la cloaca, el inclinarse de las columnas de otros ranchos, donde los uniformados hacen listas para los posibles beneficiarios de becas para sus hijos, neveras, lavadoras, o algún material de construcción. El puente está rodeado por una barriada inmensa, un montón de barrios dentro del barrio. Para los aspirantes a las gobernaciones se han hecho un sitio adecuado para sus campañas electorales. La población en los últimos años se ha incrementado prodigiosamente, sin titubeos. Al esconderse el sol, ya el puente estaba listo para el uso. Su inauguración repentina sorprendió a los habitantes del sector. Fueron años de buenos puentes por todos lados. Puentes con nombres de ellos mismos. Puentes con afiches del presidente, fotos políticas por todas partes. 51
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—Ésa es la mejor manera de hacer política Clementina, ésa es. —Así parece, un puro prometer. —Agradecer lo que hacen, hay que ser agradecido —Ni que fueran buenas gentes, ese es su deber. ¿entonces para qué se ponen de candidatos? Al puro robar… Caminando de aquí para allá. Caminando es lo que voy… Los años pasaron, y los ranchos se extendieron talando los contados árboles del barrio; rodeando el puente reconstruido. A sus orillas nacieron llantén, escoba amarga, patitos que cubrieron las aguas sucias llenas de sapitos. Monte y monte creció iluminando de verde, blanco y amarillo las orillas de la cloaca. El olor fétido se incrementaba con el invierno. La agresividad de las lluvias y del sol, dilataron el esqueleto que yacía a la intemperie. Se descolorió (¿decoloró?), su cuerpo comenzó a aflojarse. “Las estructuras las fabrican pero no las mantienen”, decían algunos vecinos del sector. Sapitos y libélulas se incrementaban. Hacían sonidos abusivos en la temporada de aparearse. Las lluvias se deslizaban sólo de noche, “la pesada manía del cielo en hacernos la vida de cuadritos”, murmuraba un anciano tirado al borde de la acera. Algunos vecinos, producto de los baches del puente, no podían cruzarlo. El Ministerio abrió una comisión para la reconstrucción de los puentes. Descolgaron los del oeste que se balanceaban. Descolgaron los que se tenían que descolgar. Al pasar los años, el puente, de nuevo con el asfalto agrietado, tenía baches que podrían atascar las ruedas de un camión. Era el día a día de los vecinos. Los habitantes, estaban a la buena de Dios y el puente a las colaboraciones de los vecinos. Lo pintaban, le tapaban los baches con tierra, y, cuando se podía se le colocaba cemento. Era diciembre, el mes de pintura, de armonía con el ambiente, de hacer lo que el gobierno no hacía. —Este diciembre cumple mi hijo ya cinco años de muerto. —Ya han pasado cinco y ese maldito todavía sigue matando por ahí. —Somos pobres Jacinta, a los pobres no nos escucha ni Dios. —No blasfemes Clementina, no seas pecadora. Dios te puede castigar. —Más… El aire se humedece al transcurrir las horas. La gente resignada esperaba las elecciones, esperaban con sus La Avispa 48
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consignas desgastadas por las generaciones anteriores, consignas que años tras años el odio era mayor. Se decían unos a otros que no valía la pena exigir tanto, pero algunos, los más frágiles, promulgaban un estallido. —Hay que conformarse doña, hay que conformase con lo que hay. Tendremos que esperar otras elecciones para que vuelvan acomodar el puente. —No mijo, ya basta de esperar; hay que agarrar lo que es nuestro… En la madrugada llovió intensamente. La calle que atravesaba el puente estaba vacía y muda. Esa noche llovió hasta el amanecer. Jairo Prieto. Caracas, 2008 oriajronald@hotmail.com (VENEZUELA)
Foto: Daniel Battiston
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Poema Para Vos
Marcelo Parra
El goce de un mismo eterno beso la melancolía de un infinito adiós extiendo mis manos ante el abismo de tus ojos para tocarte antes de que te desvanezcas más sutil que el aire, rodearte con silenciosa paciencia, acecharte desnudarte, luego de quitarte la ropa penetrarte, más allá de la carne me basta este instante, y la eternidad se habrá consumado
Débora Pereyra
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INDULTO
Ana María Labandal
Aferrada a la viga como a las cuerdas de un destino inalcanzable, quién sabe cuánto más resistiría. Los extraños estiraban sus manos esperando en el abismo, dispuestos a masticar su carne, morder su esencia, para escupir después los restos inservibles hacia el costado. Estaría a salvo mientras el cuerpo entumecido pudiera sostenerla. Debía sujetarse, no dejarse vencer, aunque su alma hubiera caído y su mirada se encontrara perdida en las tinieblas, más allá de esa multitud hambrienta que iba a tragarla. El miedo la envolvía. Se hallaba en el centro de un mundo caótico, rodeada de seres intangibles. Sabía que estaban vivos, por el parloteo lejano y los murmullos, en un idioma que no entendía. Por momentos las voces se unían en algún cántico con sabores místicos, un grito cortaba la monótona jerga sin sentido, o explotaba la música desacompasada de algún instrumento errante. Fue en esa oscuridad sin tiempo donde se encontró entonces; se abrió un espacio sin urgencias, que le dio la oportunidad de mirar atrás y para adentro. Se preguntó si el peligro que sintió tan real sería el castigo divino por la melancolía pegajosa que había llenado los huecos de cada instante. Los pocos amigos le decían que era una ingrata, que lo tenía todo. Qué necedad. Ella sabía que todo era nada. Por la eternidad en su habitación a oscuras, por los años perdidos, por no saber vivir la vida, por el pesar que fue sólo de ella, por la soledad amiga y absoluta, pensó que los dioses no fueron ultrajados y se dio la absolución. Comprendió que al fin la paz vendría a ella, ya no tuvo miedo y volvió a la realidad; por primera vez en mucho tiempo fue casi feliz en la calma que encontró en ese minuto definitivo. Con la confianza del que elige un camino seguro, miró hacia abajo y se dejó convencer. El espíritu cayó hacia arriba, pudo ver el cuerpo tieso y agradecido dentro de unas sábanas viejas, sobre la cama de un hospital cualquiera.
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Ana María Labandal anamarial_1@hotmail.com
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Entrevista a Raúl Islas por Víctor Clementi
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Música
Reportaje a Raúl Islas, Alias Ismael de Julia Por Victor Clementi Raúl Islas, conformó junto a Marcelo Lobianco y Jackie Patruno el legendario Trío Maplot, entre 1980 y 1984. Para Islas fue ¨LA¨ música marplatense, desde el sonido del bandoneón y las guitarras, donde se encuentran el bar y las esquinas ¨jugando al truco con dios¨. Guitarrista de Marcelo Codazzi, actor en Chile junto a la gran Pitica Ubilla, deambuló por Europa difundiendo a Mar del Plata. Actualmente desarrolla una nutrida actividad musical que va desde el Tango: ¨La Runfla¨. ¨La Conversa Dúo¨ hasta el rock progresivo de la banda ¨Siberia¨. En preparativos la obra didáctica en un acto ¨La Milonga es la misma¨
¿Qué le debés a la suerte? Haber tenido la vieja que tuve, era redelirante, me trasmitió a los Beatles; y por el otro lado, tanto mi viejo como mi abuelo me acercaron a Gardel. ¿Dónde fue tu infancia? Cerca de los Pinos de Anchorena: Italia entre Roca y San Lorenzo. La segunda infancia fue por el Regional, aunque nunca dejé a ese barrio… Me hacés acordar a Pichuco en eso de que nunca me fui… Gracias, me siento muy halagado. También viví en la esquina de Matheu y Neuquén. Mi mundo era todo eso. ¿Cuándo encontraste la música? La primera noción que tengo de chico es haber escuchado a Nat King Cole por radio, el tema ¨Ansiedad¨, por el año 62. Tenía 2 años. Mi viejo y su hermano formaban parte de un cuarteto Folclórico ¨Los Corraleros ¨, junto a los hermanos Pisso. Ensayaban donde vivíamos, una casita de fondo en la calle San Lorenzo. ¿Cuánto hay de infancia en tu música? Muchísima. Y es increíble que en estos últimos 10 años quiera plasmar tantos recuerdos. Todo músico, todo poeta debe volver a eso, a la información primera, donde todo nos llegaba nítidamente. Cuando sos chico estás constantemente REC. Lástima que sólo dura hasta los 10 años. Siempre me hubiese gustado creer en los Reyes Magos por lo menos hasta los 30. Y que nunca La Avispa 48 58
se confunda niñez con inocencia.
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Hablame de tu primer amigo Mi primer amigo fue Fabián Rosas, por lejos. Cuando elegía en las pisaditas para jugar al fútbol siempre lo elegía primero a él. Y fue un gran incentivo en la parte musical. Nos quedábamos horas escuchando radio y cantando los temas del momento: Sandro, Leonardo Favio, La Joven Guardia. Muchos, menos Palega Ortito, al que detestaba desde la primera vez que lo oí. Incluso Fabián se comió un cachetazo porque un día quiso cantar una taradez de ésas, no me acuerdo… Che, pero salvó a Charly… Entre gorilas se entienden. ¿Y tu primera novia? ¡No me vengas con tu vieja! Hija de un guitarrista y cantante del conjunto ¨Los Vallistos¨. Desde muy niños fuimos novios, hasta que se dio cuenta de lo que tenía al lado… ¿En esa época se te despertó el rock? Si fuese así sería como al revés de todos, porque ahora se les despertó el tango a todos; viste cómo es, desde hace veinte años a esta parte todos los rockeros son tangueros. Yo, digamos, sería al revés, pero no, al rock lo tengo ligado desde los 13 años más o menos. Las primeras composiciones fueron para un trío que se llamaba ¨Más Turbantes¨, ése fue el primer grupo de rock, que lo confundían con ¨La Masturbanda¨ del Gordo Battilana. Siempre nos confundieron pensando que tocábamos juntos, pero no, nunca lo hicimos. Después participé en el Grupo 10, que hacía covers de esa época. Me contrataron para cantar en inglés los temas del momento. Entonces no tuve problemas en entrar a laburar. Tus primeras influencias dentro del Rock. Los Beatles, Jeff Beck y después me influenciaron guitarristas de jazz increíbles en el rock, por el modismo de las escalas, ya es una cuestión técnica. Pero sí, Beatles y Jeff Beck. Tengo que decir que fueron los primeros que despertaron curiosidad por la composición. Y de acá, de Argentina, por supuesto, El Carpo, el más grande músico de rock en el país. También Luis Alberto Spinetta. Creo que los dos, a mi entender, son pilares de la música Argentina. O sea, lo de ellos 59
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nunca dejó de ser argentino. Me refiero a esos años, los 70, ningún grupo sonaba a extranjero. Vos escuchabas a Manal, a Vox Dei, escuchabas al Reloj y sonaban netamente argentino. ¿Pensás que se perdió el sentido contestatario de aquellos años? Claro, claro, desde los 80 se hizo esa sociedad maldita con lo mediático, por lo menos en la Argentina. Cuando se habla de fenómenos mediáticos como los Beatles o los Rolling Stones, hay que pensar que en la época de ellos no existían los multimedios, los inventaron sobre la marcha, y les salió como les salió. Años después, John Lennon y muchos de ellos estaban arrepentidos de haberse tenido que asociar tanto con los cánones del capitalismo. Ringo Star dijo: ¨habíamos firmado tantos papeles que ya no podíamos hablar entre nosotros¨. Las últimas épocas de los Beatles fueron bastante feas. Y acá, lamentablemente se empezó con la historia que si era contestatario no vendía o vendía poco. Y si era la cancioncita complaciente, eso vendía. Lamentablemente se llegó a eso. Ya es hora de hablar de Maplot. El tema obligado. Y, Maplot empezó a forjarse mucho antes de que debutara. En abril del 73, cuando comenzaron las clases, al segundo día, apareció Marcelo Lobianco, de la nada, y se sienta al lado mío. Teníamos cosas en común, nos gustaba el tango y Los Beatles, éramos cultores fanáticos de las dos corrientes. Escuchábamos discos juntos en las disquerías. En ese intercambio nace la idea de tocar juntos. No teníamos muy en claro qué queríamos. Me dio vergüenza decirle que yo tocaba en un grupo llamado Màs Turbantes, lo supo muchos años después. Un día fuimos a casa y yo le empecé a pasar todo lo que sabía de los Beatles y todo lo que sabía de tango. En dos semanas se transformó en una máquina de componer. A partir de ahí nos juntábamos todos los días. Me sorprendieron sus primeras composiciones, realmente. Hasta la mitad del 74 estuvimos haciendo cosas juntos, después nuestros padres se fueron a trabajar a distintos casinos y ya nos desencontramos. Pero en ese medio año, él descubre en casa un bandoneón. Lo había comprado mi viejo a un amigo. Entonces él me dice ¨agarrá ese bandoneón¨, mientras pensaba “este gordo boludo debe tocarlo” y en ese año 74 empezamos los primeros balbuceos, un acorde, una melodía. Técnicamente es un instrumento muy difícil. La Avispa 48
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Pero también al ser tan difícil, paradójicamente, cuando lo agarrás por el lado de la intuición y empezás a buscar cosas, las encontrás muy fácilmente, no es tan difícil. ¿Y a Patruno cuándo lo conocieron? A Patruno en el 78 recién. Pasaron 4 años desde que tocamos por primera vez guitarra y bandoneón. En el 77, en plena dictadura, Lobianco me trae dos pedazos de temas distintos, uno se llamaba Resaca y el otro no tenía título. A mí se me ocurrió juntarlos y allí nació Boulevard Marítimo. Ese es el primer tema de Marcelo para guitarra y bandoneón, ese fue el sonido primigenio de Maplot. En el 77 nos juntábamos mucho con Lobianco. Cada semana venía con 4 o 5 temas, por ahí quedaban 2. Y en el 78, en una panadería de mi barrio, la hija del dueño me dice: ¨va a venir un amigo mío, Jackie, que toca la guitarra, te lo presento…¨ Le dije que se acercara para un proyecto. Después con el tiempo, Patruno me confiesa que no esperaba encontrarse con una guitarra y un bandoneón, ni que en Mar del Plata se estuviera haciendo ese tipo de música. Quedamos en empezar a juntarnos pero el problema fue que a mí me tocaba la colimba, en el 79. Lobianco y Patruno siguieron tocando juntos. Yo cada vez que podía ensayaba con ellos. Patruno se negaba un poco al bandoneón, él quería que sonara a guitarras. Debutamos en octubre del 80, con los apellidos. El nombre nace a fines del 79, cuando hicieron la peatonal y se aflojaron las baldosas. Estábamos con Batilana y Patruno, Antonio Betnaza y yo, y no sé si estaba Fabián Rosas. Y cuando se aflojaron las baldosas empezaron a hacer ese ruido tan característico… Nosotros estábamos concentrados en el sonido, muy concentrados, era todo un delirio en ese banco de la peatonal a la mañana. No sé cómo salió maplot, maplot. A Patruno se le ocurrió hacer un personaje con ese nombre, Maplot, el mamarracho marplatense, y quería hacer toda una historieta. Le insistimos con Lobianco para dejarle ese nombre al grupo, y lo empezamos a usar recién en enero del 81. ¿Maplot fue la primera música ciudadana de Mar del Plata? Sí, sí, por supuesto. El fundamento de la música de Maplot fue el mar. El mar no tiene letra, la arena tampoco. Habíamos hecho con Patruno un tema: Potrero, sonaba a marplatense por la particularidad sonora del bandoneón. Hasta ahora, sin jactancia, creo que es la única 61
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expresión musical dedicada exclusivamente a Mar del Plata. Cada uno de los tres tenía su propia versión de Mar del Plata, y nos pareció muy atinado el sonido del bandoneón. Por supuesto que Astor Piazzolla es una referencia de la ciudad, pero su música es para Buenos Aires. Hablando de Piazzola ¿lo conociste? Tuve la suerte de conocerlo cuando vino por primera vez en el 81, lo trajo Alberto Melograno Lecouna a través de la Dirección de Cultura (también a Borges y a Sábato). Lo trajo para hacer una clínica para músicos de la ciudad. El único idiota que apareció fui yo Con un bandoneón del siglo 1. Piazzola se reía, decía que era una pieza de museo. Era un Premier muy viejo, pero sonaba muy bien y tenía potencia. Me dio tanta vergüenza que me fui y aparecí horas después sin el bandoneón, como para decir vengo a saludar. Quedaba muy mal que Piazzolla diera una clínica en su ciudad y no viniera nadie. Y eso que hubo difusión. Apareció Armando Blumetti, Raúl Lombardo… Se hizo una reunión en el teatro Payró, ahí iba a dar la clínica Don Astor, pero se suspendió. Piazzolla dio un concierto en el Auditorium, allí fue gente. Al otro día Lecouna me lo presentó y le dijo: “Usted escuchó su música cuando lo traíamos del aeropuerto.” ¨Ah, ése, pero suena a árabe¨ me dijo. Había escuchado Boulevard Marítimo. Bueno, mi segundo nombre es Ismael le contesté, y largó una carcajada. Me puso de sobrenombre ¨gorra¨. Yo usaba una gorra visera muy fea, de corderoy azul. Don Astor volvió en el 82 y en el 83. Cada vez que venía estaba prendido ahí y le hacía preguntas técnicas, que me pasara yeites… Yo tocaba sentado, por ejemplo. Después de esas primeras clínicas empecé a tocar parado. Piazzola me dijo ¨con esa música no podés tocar sentado como los viejos de las orquestas¨. Me dice: ¨cubo de 45 centímetros, gorra, poné la gamba ahí y empezá a practicar de dorapa¨. La única vez que toqué con él, yo no pegaba una, no estaba acostumbrado a tocar parado. ¨Dejá, dejá, me dice, dejá el bandoneón, vamos a ver esta escala…¨ Tenía una conexión Astor conmigo. Un día me dice que el secreto estaba en la milonga del 1900. Imaginate mi desorientación. Yo que lo jodía tanto con las escalas y las amalgamas, decía ¨dejate de hinchar las pelotas con las amalgamas y las mixolidias¨. Dijo ¨querés un secreto, busca en la milonga del 1900¨. Con el tiempo empecé a analizar las guitarras que él tuvo, sobre todo La Avispa 48
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Música
en la banda eléctrica. Recomiendo siempre escuchar Suite Troileana, la Opereta María de Buenos Aires, más que Libertango incluso, y Piazzola 77. Creo que ahí el tipo llegó a la cúspide. Ya después de ahí volvió al quinteto. Las guitarras y los pianos eran milongueros. Eso me lo dijo en el 82. Cuando volví al otro año, ya no le quise mencionar la palabra milonga, pensé que me había tomado el pelo. Le hinché tanto las pelotas –pensaba– que una de las formas de sacarme de encima, era decir que fuera a una de las fuentes que el tipo despreció desde el día que nació… Te acordás que la polémica con Piazzola era si lo que hacía era tango o no, que el tango del 40 era viejo. Siempre dijo que el gaucho, las boleadoras y los cafetines son viejos; hay que renovarse, ir para el otro lado. En el 86, estando en Buenos Aires, empecé a ver que el tipo era un milonguero nato. Para terminar con el tema Maplot ¿cuánto tiempo tocaron juntos, cuándo deciden separarse? Bueno, fueron 4 años, totalmente metidos en eso. Ensayábamos todos los días todos los fines de semana, tocábamos en Buenos Aires y en varias ciudades de la provincia. Tuvimos grandes difusores como Juan Alberto Badía, Roberto Pettinato. Y acá en Mar del Plata Eduardo Zanolli nos abrió las puertas de su programa, jamás lo olvidaremos. Otro fue Horacio Embón tenía un programa en LU6, le gustó mucho la música y nos invitó enseguida. Guillermo Ulises Sánchez y nuestro panegirista más importante Juan Pablo Neyret, fue un analista profundo de lo que significaba la música de Maplot. Hizo una reseña muy linda cuando tocamos en el Colón con Zamalea y Lobianco después de 26 años. Aparecimos en algunos programas de televisión, y en Buenos Aires tocamos en La Trastienda, en el teatro Verdi de la Boca, en Belgrano y en varios lados entre el 81 y el 84. Esos tres años fueron claves. Casi estuvimos más en Buenos Aires que en Mar del Plata. Fijate que el público de acá nos fue esquivo un par de veces. Otras fue muy bueno, quedamos empatados. Tocamos en la Fiesta del Mar en el 82 y después vino el problema de irse a vivir a Buenos Aires. Yo venía insistiendo en ir desde el 83. Teníamos muy buena conexión con el manager de Piazzola, con Atilio Talin, un hombre muy serio, muy abocado a su tarea de representante y muy gracioso en las cenas después del trabajo. Teníamos la posibilidad de estar en Abraxas Producciones, con Piti Iñuñigarro, con Daniel Grinbank o 63
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Música
La Runfla
con Alberto Ohanian. En realidad queríamos abrirnos camino por nosotros mismos y hacer todo independiente, sin depender de un manager. Esa fue otra de las discusiones. Yo prefería la producción independiente y Patruno asociarse con un representante o con alguna productora. Yo prefería buscar auspiciantes por mi cuenta, en fin. Lobianco no se quería ir a vivir a Buenos Aires. Otra de las cuestiones fue que en esos años 83-84 empezamos a ver algo de billetes. Generalmente la gente cuando empieza a ver billetes se transforma, el mate, el alma, no sé. A Patruno se le ocurre que Maplot debía ser un grupo que cantara. Ahí yo agarré el bandoneón, el charango y la guitarra y me fui, porque ya se desdibujaba todo lo que significó un fundamento de música instrumental de Mar del Plata, que se podía mostrar en todo el mundo, porque ¨pinta tu aldea y podrás conocer el universo¨. Era lo que estaba haciendo Maplot, tocar música pura y exclusiva de la ciudad. No se tuvo fe en eso, con la música que hacíamos no era para hacerse millonario, pero sí nos permitía vivir muy bien y viajar a Europa muy seguido y conectarse con las movidas culturales de cada ciudad. Eso era lo importante, lo que estábamos sembrando… Bueno, Lobianco me hizo la gamba y nos fuimos. Marcelo había perdido el incentivo musical también. Nos separamos. Yo me fui a Buenos Aires y Lobianco se quedó en Mar del Plata.
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Gabriel Cabrejas
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Cine para llevar, usar y digerir La cáscara y el tubérculo
Este notero tuvo el privilegio –puede decirse así– de absorber Avatar en su hogar y pudo comprobar sin prejuicios ni falsos encandilamientos la inconsistencia de un nuevo fraude, el 3D. También vio una menguada competidora de nuestro Oscar ya comentado (El secreto de sus ojos), la peruana La teta asustada, y una presea del cine indie, Preciosa. Pasadas de moda cuando estés leyendo este artículo, las recordamos en sus diferencias prácticamente absolutas.
La caja de Pandora vacía. Presionado por su propia fama de genio caro, James Cameron tenía que producir un largometraje todavía más caro y revolucionario que Titanic, y superar(se) en los récords de venta. Así perpetró Avatar, 237 palos de inversión bruta, casi tres horas de enlatado, cohabitación entre actores y criaturas digitales y la nueva cocaína fílmica de Hollywood, la Tercera Dimensión. Ya lanzada en los 50, cuando la popularidad ascendente de la tele presagiaba destronar a la pantalla, la 3D reitera el vicio que el crítico Alsina Thevenet espumaba en su historia del sonoro americano: arrojarle cualquier cosa a la cara al espectador menos un argumento interesante. Siendo el nuevo enemigo internet y las copias truchas en DVD, a nadie se le ocurre abaratar el precio de las entradas sino hacer el cine caro y exclusivo; en breve surgirá el disquito en 3D a cuatro mangos y, lógicamente, habrá que volver a innovar. Repasemos. Se trata del año 2154 y el planeta Pandora abriga en sus entrañas un valioso mineral que, lógicamente, no se halla en las verdes praderas del Mississippi, así que ahí están los colonizadores armados para convencer a los Na´vi, los nativos, que tengan a bien trasladarse del terruño a fin de dejarlo libre, o morir a tiros de puro maleducados y pésimos anfitriones. El intertexto con Irak resulta evidente; Cameron se da el lujo de demonizar a los terrícolasmarines tomando partido contra su país de adopción (nació en Canadá), lo que no lo inserta de cabeza en la blacklist de la patriot act bushiana sino en la autocrítica bienpensante que también es tradición nacional, junto a quienes, en otro contexto y con menos alharaca tecnofílica, desplegaron Syriana (Stephen Gaghan, 2005) o Leones por corderos (el siempre contestatario Robert Redford, 2007), y un largo etcétera, aunque, nobleza obliga, nunca vimos que La Avispa 48
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se representara así al mal invasor y mereciera un apaleo proporcional a sanguinarios nazis o terroristas de barba negra y turbante. A su oneroso modo, sería la versión inversa de Lágrimas del sol, que el afro-indochino Antonie Fuqua firmara en 2003. Desde allí se cose un centón de citas de la sci-fi articuladas con mayor o menor eficacia narrativa. El héroe que salva la corrección política y redime a los tórridos humanos a través de su conciencia moral, y
relata su historia en off, es un veterano sin piernas que despierta de un sueño criogénico en la base militar de Pandora, Jake Solly (Sam Worthington), a quien se infiltra en forma virtual enfundado en la piel de un na´vi, prestando, digámoslo así, su alma a una anatomía alienígena mientras duerme, un “avatar”. Los indígenas en cuestión son unos pitufos longilíneos, de ojos gatunos y orejas a lo spock, cuyo medio ambiente flúo, lleno de pajarracos multicolores y un movimiento de cámara vertiginoso, contractura la vista, según dicen, en la maravilla visual computada del 3D que vuelve al cine un sucedáneo caro del playstation. La presencia de Sigourney Weaver como la científica que quiere evitar a toda costa el genocidio parece un homenaje interno a Alien. Las dudas que carcomen a Solly, el civilizado que se sumerge entre los salvajes y encuentra la verdadera cara del horror invasivo, detrás de una sugerencia de naturalismo ecologista-místico, podría evocar la imagen del capitán Willard en Apocalypse now. Algún crítico ataja otro cotejo, el de Kevin Costner en Danza con lobos, trepidante en una traición a la que las nuevas costumbres adquiridas y el amor hacia la Chica terminan ladeándolo 67
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a la causa de los débiles. No cabe duda de que Cameron filma fenómeno y remitirse a su biografía reclama hitos inolvidables. Ahí anda Terminator (1984) que sacudió el concepto de la ciencia ficción, a pesar del tiempo que desgastó sus efectos hasta tornarlos hoy pueriles gracias a su propia superación. Sin embargo, engolosinarse con sus capacidades y sentirse impelido a realizar cada vez un monstruo superior no garantiza buen puerto, si el libreto testea un compilado de lugares comunes y se cree que la tecnología alcanza y sobra. Queda esa renguera que mediocriza a cualquier producto estético, o sea, bellísima forma y contenido pedestre, lamento que suene extemporánea esta separación artificial. Ya hay jueguitos de play Avatar y digámoslo de una, al transportarse del formato elefantiásico al doméstico e interactivo, se revela su esencial frivolidad. Por una vez la Academia hizo estricta justicia, incluyendo cierta perversa ironía: la ex del director, Kathryn Bigelow, (The hurt locker o Vivir al límite) se llevó las estatuillas de los rubros creativos. El susto cortó la leche. El descenso a los Andes desde el Planet Cameron equivale a salir del Cosmos para hinchar por Alianza Lima, que acaso podría jugar excelente. Claro, una comparación sería absurda, pero ocurre que La teta asustada, de Claudia Llosa, participó de la misma ceremonia, como nominada al Oscar en categoría film extranjero, donde llegó portando en sus alforjas un Oso de Oro en Berlín (mejor película) y dos premios del Festival de Guadalajara (película y actriz). La teta pretende ser muchas cosas, y lo logra a medias precisamente a causa de volcar todas en la ensaladera sin condimentar ninguna, acaso debido a un exceso de posmodernidad, de apelar al toco y me voy, sin profundizar en las líneas temáticas que plantea. Acaba de fallecer la Mamá Grande india de la familia en un suburbio montañoso, de esos que hipócritamente suelen llamarse en Perú pueblos jóvenes aunque se trata de una villa miseria reglamentaria. Fausta, la hija (Magalí Solier), estaba en el vientre de su madre cuando, en épocas del senderismo, el padre fue mutilado y asesinado y aquélla violada. Según explica el tío a un médico, la traumática circunstancia transmitió vía leche materna un pánico prenatal que se hace llamar la teta asustada, “la niña nació sin alma, que se le escondió en la tierra”. A esto se suma la revelación de que Fausta tiene un tubérculo, una papa en la vagina, que ella misma se habría La Avispa 48
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incrustado para evitar la repetición del destino; a veces una raíz se desploma de su entrepierna a lo largo de la historia. La chica se negará a la cirugía que se la extraiga y se conchaba con una pianista rica, que le permita reunir el dinero necesario del entierro. No existe más argumento que ése, y un contexto entre mitológico –el nombre Fausta implica el pacto con la ama, aunque la mujer burguesa dista de exhibir apuntes mefistofélicos y la chica no posee
alma que entregar– y la pintura costumbrista-pintoresca, afín al realismo mágico o cuanto mucho, a un simbolismo de la convivencia vida-muerte de los que fascinan al público europeo sobre asuntos latinoamericanos. Mientras, Fausta pasea su silenciosa figura a través de los dos mundos, el pobre y el rico, el primero carente de conflictividad, festivo, casi clasemediero, y el segundo bastante respetuoso: la directora sabiamente esquiva los clichés, a costa de que su fresco resulte incompleto, puntual sólo en no acercarse mucho a nada. No aclara quién violó a la madre. ¿Los terrucos de Sendero Luminoso, el ejército, los parapoliciales? El Perú de Llosa es el de Alan García, su actual presidente. La chola capitalina no tiene por qué recordar el martirologio de un personaje de Arguedas, pero su desapasionado relato por momentos podría suceder en cualquier ciudad del mundo. Ciertos apuntes son un hallazgo de humor negro. La búsqueda del ataúd adecuado, con placares para cada profesión a pedido –un mujeriego iría en uno que dice arde, papi y lleva el estampado de una cintura femenina–, el hecho de guardar a la mujer 69
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amortajada en la caja del vestido de novia, o una piscina improvisada sobre una fosa fúnebre. La bacanal del casamiento popular, otro rito celebratorio superpuesto al luto, una escalera en la roca que se presume infinita, la pianista que metaboliza el canto incaico de Fausta y la convierte en un solo semiclásico, y el portón automático de la casona señorial que separa ambas sociedades como un emblema de pasaje iniciático, debieron batir las palmas de los cinéfilos y la crítica exquisita, que se deleitan en los guiños antropológicos y los referentes mitomaníacos. No extraña, pues, su eco internacional, el exclusivismo interpretativo, pero persiste la sensación de que a La teta le falta media hora de horno. Llosa se confía demasiado en el hechizo misterioso de Magalí, y se olvida de colgarle una psicología, tanto como a su interesante fábula se despreocupa de insuflarle un desarrollo. Ambas, protagonista y película, sugieren y no dicen. Igual que el nuevo cine argentino, se añora un cierre, la pintura en vez de la pincelada, la ilación antes que el brochazo espasmódico. Se abriga la sospecha de que pudo haber sido un gran objeto y quedó chiquito, de puro susto. Avatares de un mundo imprecioso. Precious emerge en las exactas antípodas de Avatar. Film indie, des-estrellado, de módico presupuesto e intencionalidad social. Metido a puro calzador en la industria, el catálogo anual de las mejores piezas necesitaba imperiosamente el drama humano. Se escogió la cruda novela de una poetisa (Sapphire), una época preterida de ajuste y champán que signaron los reaganomics (1987), un barrio famoso por sus márgenes (Harlem) y una antiheroína modelo (la gordísima chica negra del título). Para que nada abyecto quede afuera, Preciosa engarza los condicionantes abismales que un sociólogo positivista convertiría en fatum infranqueable: la adolescente está preñada, nada menos que de su padre, y tiene otra hija, down, también del padre carnal; la madre la odia y esclaviza, carece de amigos a la vista, apenas sabe leer, y cuando el papá, al que casi no vemos, muere, se entera de que fue de SIDA. Excepto soñar ser una pin-up girl bajo los flashes y la tele –Oprah Winfrey, ejemplo de su comunidad y exgorda, aparece de productora del film–, en un recorte visual que bascula el neorrealismo de la historia con el cuento de hadas, poco le ofrece la vida a Preciosa, y logra subir un peldaño al derivar a una escuela especial, donde se rodea de otras jóvenes negras y latinas de similar La Avispa 48
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catadura. Se adivina, pero sin ahondar, la débil presencia del Estado protector y sus programas de oportunidades, que se salva sólo gracias a algunas abnegadas profesionales, entre ellas Paula Patton, la maestra, y la asistente social, una inesperada Mariah Carey morocha, la única blanca en un reparto mayoritariamente femenino y afroamericano. El film tiene el mérito de evitar los subrayados pro-sistema, tan caros a este tema, y afincarse en las relaciones personales, esquivando el redentorismo, las soluciones ex machina que vuelven rica o flaca a la protagonista o la reconciliación familiar. La estupenda Gabourey Sidibe, entrañable Preciosa, y su repelente madre Mo´nique (ganadora del Oscar supporting actress) juegan una escena de confesión tremenda al final, igual que los momentos de violencia y desprecio desquiciados, durante todo el trascurso. El director Lee Daniels no enarbola la protesta de su hermano de raza Spike Lee, y su mirada sobre la negritud yanqui puede sentirse polémica, dada la oscuridad –no es metáfora– en que piafan sus criaturas y ciertos apuntes sentimentalistas, por suerte conjurados enseguida sin músicas de fondo conmovedoras, de esas que les encanta a los montadores. Desconcierta la traslación a imágenes de las fantasías de Preciosa, pero Daniels no se inmuta: le interesa el punto de vista de la chica, que narra en voz over, su afán de cambio y su determinación, y en ese tren cobra sentido que le hablen las fotos de un álbum o se vea a sí misma y a su madre, parodiadas y farfullando italiano, dentro de un fragmento de La ciociara de Vittorio de Sica. Podemos reprocharle que la haya inscripto en los 80 como si el asunto fuese agua pasada, o, al revés, que su discurso denuncie lo ahora tan de moda –el abuso sexual, el sobrepeso culposo, la discapacidad, la familia disfuncional– y parezca más arribista que comprometido. Sin embargo, es imparcial ante el horror. El padre incestuoso casi no se ve, ningún personaje sale condenado, la película no propugna grandes esperanzas. Rareza en el baile mecánico de Hollywood, no quiere deslumbrar: dice y calla. Quede al perdedor la grandilocuencia.
Gabriel Cabrejas
gabcab2003@yahoo.com.ar www.lacocuzza.blogspot.com
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Fot ografĂa
Gustavo Ciancio
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Sobre el documentalismo
Fotografía
Gustavo Ciancio
Fui a ver Avatar. Sería redundante extenderme aquí sobre el hecho (sugerido en mayor o menor grado en varias publicaciones) de que cualquier parecido con los sucesos de Andalgalá (Catamarca) de los últimos días, es exclusivo mérito del capitalismo, o hablar de la lisérgica belleza de Pandora. Lo que a mí me quedó dando vueltas en la cabeza fue la manera, o más bien las palabras, que utilizaban los na’vi a guisa de saludo: Te veo. Esas palabras encierran un significado que va más allá de lo obvio. Significan también te percibo, te comprendo, sé lo que sentís, me identifico con eso. Son, en mi opinión, una declaración de empatía. Un vibrar a la misma frecuencia con el otro. Pocas veces nos vemos. Por eso resulta a veces tan difícil fotografiar al otro. La otredad (y una vez más me meto en fangosos terrenos psicológicos donde apenas piso de oído) es muchas veces un motivo fotográfico, pero en contadas ocasiones termina siendo un producto logrado, precisamente por la dificultad de ponerse en ese sitio del otro. Esto (para mí) es especialmente crucial en la práctica del llamado documentalismo, donde, generalmente, el otro en cuestión forma parte de una comunidad cuyas costumbres y cultura difieren bastante de la propia. Así, se contraponen realidades disímiles, sin hablar de los preconceptos que carga, inevitablemente, el fotógrafo, influido como está por las propias creencias y el conjunto de ideas que lo hacen parte de un grupo (social, económica y culturalmente clasificable) y que casi siempre poco y nada tienen que ver con el objeto de sus fotografías. Pierre Bordieu, en su texto La fotografía un arte Intermedio (Un art moyen. Essai sur les usages sociaux de la photographie, Paris, Les Editions de Minuit, 1965. Edición en español, “La fotografía: un arte intermedio”, Trad. Tununa Mercado, México, Nueva Imagen, 1979, pp. 15-26.) dice al respecto: “Las normas que organizan la captación fotográfica del mundo, según la oposición entre lo fotografiable y lo no-fotografiable, son indisociables del sistema de valores implícitos propios de una clase, de una profesión o de una capilla artística, de la cual la estética fotográfica no es más que un aspecto, aun cuando pretenda, 73
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Fotografía
desesperadamente, la autonomía. Comprender adecuadamente una fotografía, ya sea su autor un campesino corso, un pequeño burgués de Boloña o un profesional parisino, no es solamente recuperar las significaciones que proclama, es decir, en cierta medida, las intenciones explícitas de su autor; es, también, descifrar el excedente de significación que traiciona, en la medida en que participa de la simbólica de una época, de una clase o de un grupo artístico… …Una vez que se toma a la fotografía como objeto de estudio sociológico, habría que establecer en primer lugar, en qué forma cada grupo o cada clase ordena y organiza la práctica individual confiriéndole funciones que responden a sus intereses propios; pero no se puede tomar directamente como objeto a los individuos singulares y las relaciones que mantienen con la fotografía como práctica o como objeto de consumo, sin exponerse a caer en la abstracción. Así, la relación que mantiene en campesino con la fotografía, en última instancia, es sólo un aspecto de la que tiene con la vida urbana, identificada a la vida moderna, y que se actualiza en la relación vivida directamente con el habitante de la aldea y con el “vacacionista”: si al definir su actitud respecto de la fotografía pone en juego todos los valores que definen al campesino cabal, es porque esa actividad urbana, patrimonio del burgués y del “citadino”, está asociada a un arte de vivir que pone en cuestión el arte de vivir campesino, obligándolo a que se defina explícitamente.” En varias oportunidades viajé a la provincia de Jujuy. Fascinado por los paisajes, pero más aún por la mística del lugar y el sincretismo religioso que se observa, donde las creencias ancestrales conviven con la influencia de la Iglesia Católica (relación mejor llevada por los kollas que mezclan ambas creencias que por los representantes de la Iglesia, por cierto) fotografié ceremonias como la celebración de la Pachamama (ojo, la auténtica, no el circo armado para los turistas), festejos por el día de un santo, como San Santiago, etc. En cada ocasión mi acercamiento a lo que estaba sucediendo iba de lo intelectual a lo emocional. En algún momento, incluso, la emoción que me producía lo que observaba me hacía bajar la cámara, como si hacer fotografías de ciertos momentos fuese algo impropio, contaminase algo puro. Pero nunca logré despegarme del todo la sensación de que sólo estaba abriendo pequeñas ventanitas, donde yo (y luego otros) podíamos asomarnos para mirar lo que otras personas hacían, lejos (geográfica y culturalmente) de nuestro ámbito cotidiano. La Avispa 48
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Fotografía
Podrán decirme los entendidos que lo que sucedió es que no logré involucrarme en la situación. Es posible, aunque lo dudo. Los sentimientos, a 4000 metros sobre el nivel del mar y a 1500 Km. de tu casa, están bastante a flor de piel, les aseguro. No por esas cifras citadas aquí, que en todo caso pueden ser sólo anecdóticas, sino por un cúmulo de sensaciones que pone todo tu sistema en una perspectiva diferente, desde lo espacial, hasta lo más íntimo de lo que uno supone una escala de valores. No obstante, una y otra vez, sentía que me quedaba afuera. Volvía con imágenes que aún hoy considero hermosas, pero siempre sentía que debía volver por más, porque no había logrado traer el alma del asunto. Francisco Mata Rosas, fotógrafo que vive y trabaja en la Ciudad de México decía, en una conferencia dictada en Diciembre de 1995 en la Ciudad de México en el Centro de la Imagen: “Tal vez todo empezó cuando se decidió que la fotografía documental en blanco y negro reflejaba a la realidad, cuando ni siquiera nos preguntamos por qué aceptábamos esto cuando la realidad es a colores; ahora cada vez es más difundida la idea de que la fotografía es sólo una representación de la realidad y como tal está matizada por el autor; hablar en estos tiempos del autor, de la fotografía de autor, no es hablar de firmar una imagen, no es hablar de un estilo coherente de fotografiar, es hablar de responsabilizarse (de la misma manera que lo hace un escritor), del contenido...” “…Documentar es interpretar y comunicar, documentar es ser capaz de percibir y transmitir, documentar es reflexionar y compartir, aclarar preguntándose, cuestionar afirmando, negar mostrando, apoyar escondiendo, combatir desplegando, entender confrontando…” Aceptando los conceptos puestos en estas palabras, con las contradicciones que encierra (después de todo, y antes que nada, somos seres humanos, contradictorios y falibles), debo reconocer que me siento un poco mejor, pero para ser honesto conmigo mismo, no lo suficiente como para mostrar un trabajo de corte documental/ testimonial, aunque sí cabe preguntarse si de algún modo todas las fotos que uno realiza no son otra cosa que un testimonio de la propia realidad, aunque muestre a otros (así, el mensaje subyacente bien podría ser “éste soy yo viendo esto”). Encima, para complicar aún más las cosas, está la “demanda” del mercado. El 1º mundo adora las imágenes donde se muestra el modo de vida de los pueblos originarios, como suele decirse ahora 75
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Fotografía
(sobre todo en el caso de Latinoamérica) o, en líneas generales, las condiciones de vida de los sectores más empobrecidos, aislados y marginados a lo largo y ancho del mundo, sean afganos, tibetanos, o maoríes. En el caso de Latinoamérica, cualquiera que haya intentado vender sus fotos en los bancos de imágenes que pululan por Internet, puede ver que el juego de oferta-demanda tiene mucho que ver con ese tipo de imágenes, y no con alguna otra problemática urbana, por ejemplo. Como si de una misión se tratase, nuestros fotógrafos (todos lo hemos hecho alguna vez) respondemos al llamado y comenzamos a registrar, en la medida de lo posible, a esos pueblos, o, en las ciudades, a su “versión urbana”: marginados, desposeídos, y si forman parte de algún movimiento social, mejor. En ese contexto, cualquier trabajo que muestre otra realidad, tal vez más personal pero no por eso menos válida, parece un ejercicio que nos está casi vedado, como si la búsqueda de la belleza o la angustia que produce la vida moderna fuesen patrimonio exclusivo del mundo desarrollado. Y esa concepción no es sólo una mirada desde el exterior: Aún persiste, en algunos ámbitos, la idea de la fotografía indisolublemente ligada al compromiso social, como si los fotógrafos fuéramos los depositarios de la responsabilidad de generar un cambio. “Un paradigma del fotoperiodismo moderno, Sebastián Salgado, dice que la fotografía no puede cambiar absolutamente nada, que a lo más que puede aspirar es a mostrar que algunas cosas merecen ser cambiadas”, cita Mata Rosas en su conferencia, aunque luego cierre su alocución diciendo que en el fin de siglo que nos toca vivir, la fotografía tiene una gran tarea por hacer, informando e invitando a la reflexión y el análisis… En algunas semanas, mi amigo Rubén Romano (http://rubenromano. com/) presentará, en Frankfurt, una serie de fotografías en el marco de un libro realizado por Argentina Indígena (http://www. argentinaindigena.com.ar/) un proyecto de Silvia Barrios y la Fundación Norte, que se propone precisamente rescatar y mostrar distintos aspectos de las comunidades aborígenes. Las imágenes (las he visto) son bellísimas, y a la vez inquietantes, hermosas, pero no complacientes. Una serie de retratos impactantes y bellos nos muestra el rostro tangible de esa gente, concreta, viva. Pero no puedo evitar preguntarme: En Frankfurt... ¿los verán? Gustavo Ciancio - gustavociancio@hotmail.es La Avispa 48
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Alejandro G贸mez Entrevista a Julio Lascano 77
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Teatro
Julio Lascano Dramaturgo, actor y director de cine y teatro A pesar de ser una persona sumamente joven para la cantidad de realizaciones que ha plasmado en su carrera, es un creativo y trabajador infatigable. Hijo de una familia sensible, interesada desde hace dos generaciones en todo lo relacionado a la cultura y a la actuación de manera especifica, a tomado el estandarte ampliando el espectro a la dramaturgia y dirección de actores. Sumamente generoso en la enseñanza de aquello que ha experimentado como alumno primero y como maestro luego, comparte con quienes lo rodean sus conocimientos y habilidades. También es uno de los elegidos que ha llegado a poder consumar desde esta ciudad productos tan interesantes que han merecido el reconomiento desde muchísimos ámbitos de la cultura nacional e internacional. En un espacio tan acotado es imposible mostrar la totalidad de su creatividad, pero es importante destacar que ha recorrido los mejores escenarios de Capital Federal obteniendo diversos galardones sin perder por eso la humildad que lo caracteriza aun al momento de dirigir con tenacidad alguno de sus guiones de teatro o filmes. Lo que sorprende al verlo trabajar (cosa que he podido vivenciar) es la visión conceptual que tiene sobre cada una de sus obras. El pequeño giro de una frase, una idea disparadora, una ínfima grieta en una historia, le permite transformar el hecho experimental de una escena en un acontecimiento pleno de visiones que comienza a transmitir sin pausa. Pareciera que algo extraño tocara su interior y lo transportara por un camino sin fisuras, hasta el final de una ficción que luego trabaja con la precisión de un relojero. Obviamente es una buena persona formador de actores que seguramente nunca olvidarán sus experiencias. Un extenso currículum que no podemos detallar en este breve espacio acompaña su trayectoria y algunos de sus logros, he aquí parte de su carrera y algunas respuestas sobre sus inquietudes y motivaciones. Ha obtenido más de 30 premios nacionales e internacionales por sus materiales (Animal Luminoso, la serie televisiva Güeros en tránsito, Danzagrafía, la obra teatral La incertidumbre...) Se destacan los premios de: (GÜEROS) MEJOR MINISERIE IBEROAMERICANA, compitiendo con POL-KA, IDEAS DEL SUR y TELEVISA, (ANIMAL LUMINOSO) MEJOR PRODUCCION La Avispa 48
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ALTERNATIVA EN EL FESTIVAL DE CINE EN CUBA, los reconocimientos otorgados por la Escuela San Antonio de los Baños y la Asociación de Prensa Cinematográfica Cubana, la selección por parte del prestigioso Instituto Cervantes de Madrid para la traducción al alemán de Animal Luminoso y la muestra del cortometraje en Berlín, Múnich, Hamburgo, Bremen, Roma, Nueva York, Casa Blanca, París y El Cairo. Ha dirigido numerosos actores en distintos géneros y formatos y recorrido el circuito de teatro independiente de Buenos Aires montando sus propias obras y asesorando a elencos. Como actor se formó en el Conservatorio de Arte Dramático de Buenos Aires y trabajó bajo la dirección de Rafael Spregelburd durante 2 años. Obtuvo el reconocimiento del Teatro Colón de Mar del Plata en el 2006 en el marco de una retrospectiva de sus trabajos. Recientemente recibió el premio a la MEJOR OBRA DE AUTOR NACIONAL por “La incertidumbre” otorgado por Argentores en el marco de los premios Estrella de Mar 2009. ¿Cómo llega usted al teatro? Aún me lo pregunto. ¡Sobre todo cuando estoy a dos minutos de estrenar una obra y la gente está entrando a la sala! A decir verdad, siempre es un misterio. Podría decir que a los trece años decidí tomar clases de teatro con el deseo de aprender a “dirigir actores” para mejorar la calidad “interpretativa” de las “películas” que filmábamos en mi casa con mi hermano. ¿Pero son demasiadas comillas, no? Bueno, mis padres tomaron clases de teatro, eso es cierto. Y sé que a mi abuelo materno le gustaba escribir obras teatrales. De hecho tengo una obra inconclusa de él donde curiosamente hay un personaje que lleva mi nombre. Por otro lado, el living de mi casa se transformaba por momentos en un set de filmación, en un escenario y en otras cosas por el estilo. Quiero suponer que la lógica por la que llego al teatro, si es que la hay, debe deducirse de todo eso. ¿Puede en forma breve contar algunos de los logros en este ámbito? Creo que el mayor logro es el hecho de haber encontrado un lugar desde donde mirar el mundo. No hablo estrictamente del teatro. Diría más bien que es el trabajo con los actores: los ensayos. Y la escritura, por supuesto. Luego, el teatro o el cine me aparecen como posibilidades para desarrollar lo que empieza a adquirir una forma interesante desde la construcción con los actores. Y el formato por supuesto influye sobre el contenido. En fin cada cosa modifica todo 79
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lo demás. Pero generalmente el motor suele ser este. Claro, luego están los otros logros, los premios, los aplausos y demás. Está en este momento leyendo alguna obra y si fuera así ¿Cuál y por qué? Estoy leyendo de todo, en realidad. Últimamente estoy recopilando algunos artículos vinculados con otras áreas. Un autor debe leer de todo. Y hay algunos temas que me quitan el sueño. Siempre me lo han quitado. Yo creo que hay que investigar por donde la curiosidad no se agota. Quiero saber más de la Materia Oscura y de la Energía Oscura. Hace unos días lograron algo así como la primera fotografía de esto. Que vendría a ser de lo que está compuesto la mayor parte del universo en donde vivimos pero hasta la fecha no se sabe como medirlo. Es ciencia pero también es teatro. Porque de allí surgen interrogantes filosóficos fundamentales. Y esto está pasando hoy día, no hace quinientos años atrás. Lamentablemente los diarios ocupan sus primeras planas básicamente con fútbol y política. ¿Tiene algún tipo de ritual ante de subir a un escenario? Sí, engañarme a mi mismo: pienso que era una persona tranquila y que no era necesario hacer semejante cosa (la obra). Después tengo la necesidad de olvidarme de todo el esfuerzo que requirió estar ahí. ¿Cómo ve usted al nuevo teatro argentino? Creo que atraviesa un momento muy especial. Hay un modelo que se repite. Un modelo que tiene que ver con la complejidad y con lo inabarcable. Y algunas obras terminan siendo extremadamente confusas. Se está produciendo mucho de lo mismo, pero eso está por cambiar. Porque ya no se sostiene, ya no es novedad. Pero no creo que se vuelva a lo anterior. Digo que estamos en un momento muy especial porque vendría a ser como el punto de no retorno. Lo que viene, vendrá con fuerza. De las tantas obras que compuso ¿Alguna frase quedó adherida a usted para siempre? Uy, muchas. Es más, algunas frases son como un taladro. No tengo que hacer memoria para recordarlas. Al contrario, me persiguen. “¿Quién sos? ¿La monja Ramírez?” “Nunca quisiste trabajar con Hugo porque tiene el pelo duro”. Claro, descontextualizadas no tienen mucho sentido. La Avispa 48
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Existe la comunión Teatro-Política ¿Piensa que al público le interesa esa propuesta? Bueno un teatro que atrae al espectador emocionándolo, haciéndolo reflexionar, creándole una ilusión –sea cual fuere su género– siempre será de alguna forma un teatro político porque produce un aporte muy importante al espectador como persona y por consecuencia a la sociedad. ¿Cómo inserta en lo cotidiano su labor teatral? Diría que mi labor teatral es parte de lo cotidiano. ¿Qué tipo de teatro le provoca admiración? Me provoca admiración aquel teatro que está hecho con dedicación y entrega de parte de todos sus integrantes, aquel donde el interés no es otro que el de contar la historia que lo convoca, aquel que aspira a ser todo lo que al teatro le corresponde en su naturaleza de espectáculo, sin caer en las trampas del ego ni en las falsas modestias. Admiro aquel teatro que reúne a un grupo de personas con el único afán de producir una ilusión, encendiendo y apagando verdades fugaces –las únicas posibles– , y cuya fecha de vencimiento es el mismo momento del apagón. Aquel teatro que sabe dejar encendida la llama para la próxima función. ¿Se siente acompañado o el medio teatral es solitario y competitivo? Creo que cuando uno hace las cosas desde la curiosidad auténtica y la dedicación muy poco importa a esa altura ya como es el medio teatral. He tenido mucha suerte con los grupos que he formado. ¿Cree usted que la labor de la mujer es sustancialmente diferente de la del hombre en esta profesión? En cuanto a la escritura y la dirección no encuentro diferencias. Sin embargo, dentro de la actuación debo decir que las actrices corren generalmente con algunas ventajas. Hay algo relacionado con la naturaleza femenina, la capacidad de la multitarea. ¿Cuál es su proyecto para el año 2010? Este es un año particular ya que estoy casi en tiempo completo abocado a la docencia, tras dos años de poner en escena mi última obra de teatro “La incertidumbre”. Estoy dando clases en la Alianza 81
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Teatro
Francesa de Mar del Plata. Son talleres de Actuación para Teatro, Cine y Televisión. La mayoría de los talleres de actuación se restringen al escenario como único espacio de investigación. Aquí incorporamos al proceso de aprendizaje ejercicios frente a cámara y grabación de escenas. Hoy más que nunca se hace necesario el acercamiento del actor al lenguaje audiovisual, ya sea para el cine, la televisión o los nuevos medios digitales en permanente desarrollo. Además del escenario (espacio irremplazable para el aprendizaje) los actores deben prepararse para la pantalla, cualquiera sea su formato. Allí es donde tienen mayores posibilidades de compartir y hacer conocer sus trabajos. Este año la sala teatral de la Alianza se convertirá, además, en un auténtico set de filmación. Así, abordaremos la actuación desde todas sus perspectivas. DIEZ PREGUNTAS SIMPLES ¿Una obra?: La que siempre estoy a punto de escribir. ¿Un autor?: No me sale el nombre. ¿Un docente?: Rubén Ramos, un profesor del Conservatorio Nacional de Arte Dramático. ¿Un escritor/ra marplatense?: Carlos Balmaceda, Marcelo Marán, hay otros… ¿Un actor o actriz marplatense?: ¡Que compromiso! Son muchos. ¿Un libro?: Tan solo una ilusión. (Prigogine) ¿Un amigo?: Muchos, no me gustan los top-rankings. ¿Un color?: El verde, por supuesto. ¿Una fecha?: Fiel a mi formación teatral: Hoy, aquí y ahora. ¿Un sueño?: Quisiera ver en el mediano plazo materializados algunos proyectos de ficción para televisión y cine que tengo para Mar del Plata. Se verían muchos actores de la ciudad. La Avispa 48
Alejandro Gómez82 - halegomez2003@yahoo.com.ar
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Hugo Rivella 83
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LA PALABRA Y LOS DÍAS: 24 DE MARZO La Palabra y los Días. El golpe a la ternura. La violencia en la cruz con Cristos lastimados. El golpe sobre el rostro de una Patria caída con los ojos abiertos de lágrimas que hieren. 24 de marzo: mazazo sobre el pueblo. Mazazo. Yunque. Golpe. Abismo derramado sobre el hombre para que la memoria sea apenas eso, sombra, miedo, impunidad. Y en la ronda del fuego el amor se queme como un bonzo. Arda como la pira, como los leños que quemaron el nombre de Juana de Arco. Arda como los libros quemados en la plaza creyendo que únicamente en ellos andaba la palabra, sin saber que la Palabra y los Días sostienen a los hombres como sostiene el vuelo la distancia, “aunque la muerte persiga poner inmóvil al Tiempo” 24 de Marzo. La Palabra y los Días. El golpe fue a la simple mirada de la niña que cruzaba la vida con la risa en las manos. Fue al obrero en la fábrica en donde se forjaba como un hierro labrado el destino del pobre. Fue al estudiante en donde los colibríes dibujaron la rosa de los vientos, y el sueño de pensar una Patria más justa, le guiaba los pasos. Transparentes. Fue a las madres calladas con el sol bajo el brazo y la luna descalza en la cuna del hijo. Fue al mar en donde caían como pétalos grises los cuerpos lacerados de tantos inocentes. Fue a la Primavera. Al Otoño. A Las Cuatro Estaciones de una música rota. Pero el Tiempo se encarga, con los hombres adentro, de poner una llama en la sombra del agua. Es demasiado el peso para quedar callados. Para quedar oculto por los siglos del hambre. Por los siglos del miedo. Por los siglos del hombre arrodillado. Por siglos de mentiras para que en ellos haga pie el Olvido y haga pie la Injusticia y haga pie la Impunidad y haga pie la Muerte. 24 de Marzo. La Palabra y los Días. Hubo 30.000 desaparecidos. Glauce Baldovin en Villa Páez, me decía, no los desaparecieron, los torturaron y los mataron. Digo hubieron 30.000 desaparecidos. —¿Cómo pueden saberlo? La Avispa 48 84
Se han escondido. Se fueron del país. Se exiliaron ocultos en la arena. No están. No lo busquen que no están, agregó la rata del General Videla. Y las hienas reían sobre los muertos. Osvaldo Bayer, La Palabra y los Días dijo entonces: —Cada una de las madres que ha esperado a su hijo hasta el amanecer, hasta el amanecer de un día después y del otro y del otro... cada una de las madres sabe que su hijo no regresó. Cada una de las madres que vio en su casa una cama vacía sabe que su hijo no regresó, por eso aún lo buscan. Lo buscan en las tumbas comunes que Bussi o el Cachorro cavaron en la tierra, los buscan en el ruedo de un circo destruido. A los hijos los buscan en la flor del mandarino. En cada poema escrito, en cada letra, en el sueño del árbol que se ha vuelto una guitarra, en la manos hundidas en la harina en donde el pan navega como un barco de nieve. Los buscan en los ojos y en las voces del que no se ha dormido arrullado por cantos de sirena. Hay que buscarlos adentro de nosotros porque adentro de nosotros están resucitando cada día. Y resucitan en las bocas de hiena del torturador Y resucitan y resucitan y resucitan sin tiempo, no se callan:”El asesino se ha comido una pequeña alondra. No pueden enterrarlo. La Alondra no se calla”. Y entonces la mentira en nombre de la Patria y hasta en nombre de Dios, el mismo Dios herido con cada desaparecido, con cada hombre arrojado a la mar, fusilado, asesinado, perseguido. La alondra no se calla. Está cantando 24 de marzo. La Palabra y los Días. 24 de marzo un golpe a la Memoria. “Quiero saber cómo se ve el mundo. Me olvidé de su forma. De su insaciable boca. Me olvidé de la noche y el día. Me olvidé de las calles recorridas...” 85
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Débora Pereyra
Dar la cara
Dar la cara
—Decía Ana María Ponce, secuestrada en el zoológico y asesinada. La secuestraron las bestias del Zoológico Mayor, el de Massera y el de Galtieri, el de Martínez de Hoz y de Cavallo, el de Etchecolatz, el del Brujo, el de Von Wernikch, el de Chamorro, el del Tigre Acosta y de tantos entregadores “Estoy a pesar de todo esto, de no creerlo, juntando unas palabras, que me dejen recordar cómo podría verse el mundo”. “He resurgido muchas veces desde el fondo de las estrellas derrotadas”. Cuando se la llevaron, cruzó su canasto sobre los hombros, sacó sus poemas, el arma eterna de la vida y me dijo: —Tomá, guardalo —cuando cruzó la puerta de la ESMA no supo, ni yo tampoco, que Ana María alias Loli, estaba cruzando la eternidad. Ya no cuelgan de las paredes del Colegio Militar de la Nación las fotos de Jorge Rafael Videla y de Reynaldo Bignone. Pero mucho antes, a pesar de la misa en los domingos, ya no estaban en los ojos de Dios, a pesar del Indulto o de la Obediencia Debida. No se pacifica sobre el silencio. Se pacifica sobre la Verdad. 24 de marzo La Palabra y los Días. En cada uno de nosotros el mundo es una llama. En cada uno de nosotros el tiempo ha urdido la trama de la historia. En cada uno de nosotros La Alondra no se calla.
Débora Pereyra
Texto de La Palabra y Los Días de Hugo Francisco Rivella para Los Ocultados, 24 de marzo de siempre http://hugofranciscorivella.blogspot.com
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Rescates
Lidia Castro Hernando
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Publican un texto inédito de Borges, en una edición de lujo 11/05/10 Los Rivero es el título de un texto inédito de Jorge Luis Borges que publicará en estos días Del Centro Editores, en colaboración con la Fundación Internacional que lleva el nombre del gran escritor argentino. Es un texto inédito y desconocido, informan los editores. ¿Cuándo lo escribió? Los grafólogos que estudiaron el texto lo consideraron dos o tres años posterior a El Aleph. Está catalogado como escrito “circa 1950”. La edición se realiza en conmemoración de la Revolución de Mayo. Presenta el escrito el escritor Julio Ortega, catedrático de la Brown University de los Estados Unidos y especialista en Literatura Latinoamericana, quien rescató el manuscrito que guardaba la Universidad de Austin, Texas. La edición aporta también ilustraciones de Carlos Alonso y tendrá una tirada de cien ejemplares numerados y firmados por el editor “realizados en papel grabado, incluido en carpeta de cubierta de papel estampado a mano”. Acompaña la edición una reproducción facsimilar del manuscrito de Jorge Luis Borges. Al texto se lo ha titulado como Los Rivero pues con ese nombre ha sido archivado en la Universidad de Austin, Texas, que es la propietaria del manuscrito. Borges no puso título ninguno al escrito. El tema del texto inédito es la familia Rivero, que rinde culto “al espectro del coronel Clemente Rivero, muerto en el destierro en Montevideo”. Evoca Borges: “Es sabido que la historia argentina abunda en glorias familiares y casi secretas, en próceres que llegan a ser el nombre de una calle”. “Héroe de una batalla, los bisnietos guardaban “con piedad y con justificadísimo orgullo el hierro de la lanza que blandió entonces”. En la presentación, Ortega precisa: “Borges llama ‘crónica’ a este relato inconcluso, que no llega a ser un cuento y que bien pudo haber sido la única novela del autor. Tiene de la crónica el estilo enumerativo, incluso cierta distancia ante los hechos narrados; discurre con el tiempo sumario del cuento, que baraja tránsitos y decepciones; pero de su drama familiar emerge la historia novelada de las fundaciones republicanas, o la novela de la historia de los desheredados de la patria que sus padres liberaron. El hecho es que crónica, cuento y novela se ceden la palabra, convocando sus distintos registros, memorias y proyecciones, como si los hechos no pudieran ser narrados en un solo género y en torno a un solo sujeto”. El 18 de mayo se presentará la obra de la que hablaran el profesor Ortega, del director de Del Centro Editores, Claudio Pérez Míguez y Zulema González Guerrero de la Fundación Internacional Jorge Luis Borges. De www.josesaramago.org La Avispa 48
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Rese単as
Marcela Predieri Daniela Riccioni Luis Escobar Elba Tesoriero 89
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Reseñas Soles Tranquilos y otros poemas pequeños Rodolfo Álvarez
Catalogado como poeta inconveniente, rebelde y alborotador, Álvarez, no cabe duda, provoca con sus libros siempre tan lejos del “buen decir y bien pensar”. Jorge S. Perednik, afirma: “si Junín es nuestro Waterloo y Rodolfo A. Álvarez es nuestro Napoleón, y como “las catástrofes vienen precedidas por anuncios”, también así sucede con Rodolfo. En realidad toda la comunidad literaria lo sabe: Cuando Rodolfo escribe no sé qué hago a esta hora en este lugar en esta ciudad ajena bajo esta llovizna fría / y tanto ruido en la calle, eso significa que algo va a suceder. Y sucede. Porque es seguro, como en el caso de este nuevo poemario, que el sol no brillará tranquilo ante estos poemas para nada pequeños. Tampoco es pequeña la muerte aunque así la desafiara en su libro Algunas palabras contra la pequeñez de la muerte, o se burlase de alguna manera de sus lectores en Biografeo/ distraigo o Silueta por los bordes. Rodolfo A. Álvarez, 1957, Junín, Prov. de Buenos Aires, Argentina, está siempre en actividad; es también músico, dirigió durante años la revista Maldoror y viaja, mucho dicen, a pesar de sus amigos. “A Rodolfo lo matan cada vez La Avispa 48 90
Reseñas
que va Buenos Aires”; y él mismo lo advierte: cómo puedo besar tu memoria y seguir vivo un día más pero, una vez organizados sus arrepentimientos, resucita para volver a entregarse: gente que no es igual a nosotros abunda llena// yo pecera / miro. Ahora bien, qué mira Rodolfo Álvarez. Por ejemplo que en el manco de Lepanto saluda Gelman / una niña muy niña embarazada (…) pidiéndome un cigarrillo o que la presidenta saluda desde un televisor // tan solo estas naderías de pobrezas tan diarias. El poeta Reynaldo Uribe afirmó: “No sé si prostitución es abrir las piernas o cerrar los ojos”; Álvarez, aunque aparentemente juegue con el lenguaje como “un gato amarrado a su gorrión”, los tiene bien abiertos. Así lo afirmamos porque en esta particularidad que lo ha estigmatizado como el rey de los encadenamientos sonorosemánticos, no hay ingenuidad alguna. Habrá sí que decodificar a veces su osadía. Aquí no hay collected poems –escribe Rodolfo– hay poemas coleópteros / el resto se llama estética / futilidad / adornito. No nos gustan los adornos vanos. En “Soles tranquilos y otros poemas pequeños” no los hay; sólo hay que saber leer. Por eso nos sumamos a la consideración de otro de sus colegas: “me regodeo en la pericia de su canibalismo, me asombra el acto sacrílego de ponerse a menos”. La Avispa adhiere, con su aguijón, al desacato. Marcela Predieri
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Reseñas REVISTA LITERARIA AMARU Director: Juan Carlos Jiménez Si bien en el mundo literario las revistas abundan por demás (cosa que me parece más que bien) Amaru es una publicación para destacar ya que cumple con el rol que se ha propuesto desde su inicio. Aquí comentaremos la número 35. Esta revista es de la localidad de Lanús (Pcia. de Bs. As.) y tiene a su cargo como director a Juan Carlos Jiménez, a Nuria Perez Jacky como secretaria de redacción, a Emma Monti como correctora de estilo, a M. C. Escher en ilustración de tapa, colaboradores varios y diferentes corresponsales por el país y también en el exterior como ser en Nueva York, Cuba, Israel y Paraguay. Desde luego es comprometida (en la tapa aclara al lector) y anticopyright. Esto nos permite (a mí en este caso) poder citar algunas frases, líneas, fragmentos, para poder acompañarlos a ustedes a que la conozcan un poco. Amaru es una revista literaria muy bien diagramada y que compromete a pensar, a leer en sus artículos ciertas citas como lo hace al inicio de su Metamensaje donde Malcon X expone: “Si no andas prevenido, los medios te harán odiar al oprimido y amar a los opresores”. No es casual, al cumplimiento de nuestro Bicentenario, que este tema hoy en nuestro país tenga una actual vigencia, me estoy refiriendo al tratado de la ley de medios y de comunicación audiovisuales. También nos dice “donde una sociedad como la nuestra está en peligro”, donde “la humanidad está en peligro”. A esta última frase quiero agregar unos párrafos de Marcos de “Café Amargo” en narrativa: “El mundo podría estar destruido y sólo te enterarías a las siete de la tarde cuando salís del trabajo”. Hay mucho para citar, pero bueno, para eso está esta revista, para que puedas sumarte a sus palabras en esta sin lógica de los tiempos que vivimos, para que por cualquiera sea tu razón justifique ante todo la vida más allá de las ideologías políticas. Porque se trata en definitiva de sentido común, de pensar…pido disculpas por caer en tentación de citar a César Vallejo: “La vida es una cosa. El arte es otra cosa aunque se mueve dentro de la vida. Y la simulación del arte no es arte ni es vida. Los seres ordinarios y normales viven en la vida. Los artistas viven en el arte. Los falsos artistas o seres artificiales no viven en la vida ni en el arte”. Por eso digo que la La Avispa 48 92
Reseñas
lucha no es fácil, no es fácil mantener una revista cultural, todos los que están detrás de esto lo saben. Es doblemente difícil contrarrestar tantos años de mentiras, de noticias y de tantos periodistas fraudulentos y demagogos, es triste descubrir los grandes negocios y complicidades para desinformar costosamente a la sociedad toda y gratuitamente para los que no tienen acceso a la información, pero que sin embargo los aleja aún más del discernimiento y para los que a sabiendas de cómo son las cosas se ocultan en ese fatalismo de no querer con criterio y sentido común separar las aguas. Por eso hay que luchar por la ley de medios, para que las revistas puedan multiplicarse, para que de una buena vez podamos compartir ese mundo anónimo que subscriben y suscribieron por un lugar mejor para la humanidad. Disculpen por favor si he opinado de más, por eso vuelvo a la revista. Un dato interesante es saber dónde podes encontrar la revista y sus libros editados, sino también tenés su dirección de correo electrónico jcgamaru@hotmail.com. El número 35 recuerda a Héctor Garmendia, al Teatro Argentino, El compromiso con la poesía, El Bicentenario (Juan Carlos Jiménez), Ramponi (el canto demudado), Memoria a Lucho Natiello, tributo a César Vallejo, Tupac Amarú (la rebelión de los oprimidos), Elías Castelnuovo, Haroldo Conti, El Eternauta, y a Leopoldo Marechal. Posee también una cartelera cultural y de revistas, desde luego poesía y narrativa y un correo donde los lectores pueden enviar sus comentarios. Me falta agregar que en sus páginas finales están las ediciones de AMARU, sus últimos libros publicados. Luis Escobar luislupreste@yahoo.com.ar
Yamila: diseñadora gráfica de la revista, se suma desde este número al Staff: yamih.dg@gmail.com
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Reseñas Caducidad de la Sombra; Conjeturas; Arraigo Inasible; Antología Breve Julio Bepré Un buscador de absoluto: la obra poética de Julio Bepré Graciela Maturo Varios son los libros de Julio Bepré que han llegado a nuestra redacción –poemarios, ensayos, traducciones–; estoy rodeada, me digo; elijo uno al azar y leo: “me rodea la vida”; no puedo más que sonreír. Dejo de lado al elegido y opto por recorrerlos juntos, entrelazándolos y tratar algún tipo de aproximación a su obra. Si, como dice Héctor Yánover, “los libros también ayudan a ser uno mismo”, qué otra cosa, me pregunto en el caso de un poeta como Julio quien, a lo largo de casi cuarenta años, no ha dejado de buscar y de buscarse. Lo ha hecho abordando todas las temáticas: el misticismo, el amor, el desabrigo, la incomunicación, la palabra, el tiempo –“sobre mí pesa el furor indócil de la hora” escribe en Arraigo inasible– , la cercanía de la muerte y el regreso de la infancia como refugio y abrevadero para el asombro; asombro que no se reduce al afuera sino que se reafirma en una contemplación introspectiva y ampliada al mismo tiempo del vacío del hombre una vez más “a la intemperie” en nuestra sociedad post posmoderna . “El acto de poetizar implica un salto en el vacío”, afirma en Conjeturas –reflexiones sobre la escritura poética–, y a ello nos invita porque la poesía “asume hoy una inmensa y no reconocida tarea para descubrir nuevos sentidos en el enigma del hombre y el universo”. Podríamos inferir entonces que su obra se acerca a la búsqueda metafísica pero eso implicaría teorizar y hacer abstracciones; podríamos hablar de poesía zen en tanto esta actitud contemplativa desemboca en palabras escuetas que por su transparencia trascienden el poema que lo abarca, podríamos referirnos a su lenguaje –intenso y minucioso– que no duda en acompañar aquel otro coloquial, unión que crea un clima de profunda intimidad con el lector, podríamos analizar las imágenes que lo visitan: “hallé quizás una tierra de palabras dispersas” escribe en No hay día sin noche, con las que batalla: “descifro el misterio de cada meridiano” con las que construye hasta que “la realidad se convierte en prodigio” pero no voy La Avispa 48
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Reseñas
a caer en la tentación de desmenuzar sino de abarcar todo esto que, en constante equilibrio, es lo que permite construir y sostener la síntesis de su postulado: “El poema (…) debe posibilitar un sentir y un hacer simultáneos” con una “actitud donante hacia los otros y lo Otro”. Asalta mi memoria una frase de Ana María Shua: “La lectura conduce a más lectura”, por eso confío que este breve paseo por la obra de Julio Bepré, invite a un abordaje pleno de su prolífica obra poética. Entre sus libros, además de los mencionados, podemos sugerir: “Rastro de la proximidad”, “Ráfaga o sueño”, “Nacer de olvido”, “Demora en el mundo”, “El mar es una sed”, “Callejón de salida” y “Andante Inmoderato”. “Antología breve”, con estudio de la ensayista, investigadora y critica literaria Graciela Maturo, recoge diez de sus libros. Julio Bepré, ha compilado y traducido una colección de poetas italianos del siglo XX, editada por la Fundación Argentina para la Poesía, entre ellos: Pasquale Maffeo y Vicenzo Rossi Contacto con el autor: juliobep7@yahoo.com.ar
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Reseñas Nada por aquí, nada por allá Antología poética Luis Raúl Calvo Ed. Generación Abierta La poesía de Luis Raúl Calvo, traducida al inglés, francés, italiano y portugués, se presenta por primera vez frente al público rumano gracias a la traducción de Flavia Cosma. La Dra. Irena Harasimowisc-Zarzecka de la Universidad de Bucarest, se refiere a Calvo como apasionado y rebelde; original, pesimista y brillante en su falta de artificios gratuitos, pronunciados con inteligencia para dar a conocer sin falsa inocencia los más escondidos rostros de su conciencia de sí. En Nada por aquí, nada por allá, Luis nos habla, tanto desde un espacio íntimo como social, acerca del “dolor de los disfraces”, de lo que “corroe con furia: (…) esa libertad a medias/ a que nos condujo ciegamente/ ese ojo, esa mirada”. También de la necesidad de acercar a los muertos a sus calles y de regresar al tiempo breve de la infancia porque la “perpetuidad detenida en una máquina de escribir” puede ayudar a redescubrirnos y vernos cómo somos aun cuando se torne imprescindible “revolver bien abajo” o “reciclar las miserias”. Él mismo así lo reconoce y sostiene: “lo siniestro puede ser también un punto de encuentro” y ciertamente hay un territorio donde la incertidumbre es soberana. Ese territorio es la poesía. Luis Raúl Calvo, Buenos Aires, 1955, es poeta, ensayista, Licenciado en Psicología, director de la revista cultural “Generación Abierta” y el Ciclo Literario “Antonio Aliberti” en el Café Montserrat; coconductor de la emisión semanal Generación Abierta en Radio por FM 100.3, Buenos Aires; miembro de la Asociación de Poetas Argentinos, y la Fundación Argentina para la Poesía. Entre los principales libros publicados: Tiempo dolorosamente resignado, La anunciación de la partera, Calles asiáticas, Bajos fondos del alma y Belleza Nómade. Contacto con el autor: luisraulcalvo@yahoo.com.ar Marcela Predieri delapalabra@hotmail.com
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Bajo Continuo Marcos Silber -Ed. El Mono Armado
Reseñas
La temática de Marcos Silber, nacido en 1934, no es diferente de la mayoría de los poetas argentinos de su generación: la soledad –la misma araña del insomnio pared por medio–, las instantáneas del amor y su pérdida, los imprescindibles objetos cotidianos –algo, poco, persiste y se recuerda/, el vaivén del caballito de madera, / el aroma milagroso del alcanfor–; el miedo, la injusticia, la zozobra, la memoria, el estremecimiento trágico ante la vida y la muerte… Pero sucede que Marcos Silber no sólo es un pensador o un poeta apasionado sino que aborda estas cuestiones sin artificios ni grandilocuencias; él ha desarrollado una postura ética y estética distinta, trabajada –para decirlo con sus propias palabras por supuesto descontextualizadas– con la santidad de su carne cruda. Ante esta afirmación, quien conoce su vasta producción, podría preguntarme cómo explicar entonces qué ritmo, color o amplitud tengan en su poesía tal preponderancia. La respuesta no necesito darla yo; él mismo no lo oculta: No te apartes del cuenco donde se cocinan las perlas de mago. Lo bienintencionado no es suficiente ni es en sí un valor estético. Todo esto se traduce en una poética intensa, “humildemente distinta –como afirma Edgardo Lois–, que se atreve a ser ella misma”. Así es por ejemplo en su poema Vaquita –de quien señala sabe que será su última tarde– que tiene un estribillo que quedará indefectiblemente rumiando en el lector: no lo dice porque no puede, o por pudor… Marcos Silber sí lo dice –puede y lo escribe sin pudor–, Marcos Silber provoca: Ríen felices los niños haciendo pis contra el viento. Comprometido, turbador, firme a la hora de poner el pecho ante las filas, nos recuerda que tanto en la literatura como en la vida, el juego no se sale de la historia. Alguien debe decir que mi palabra es cierta reclama el poeta. La Avispa lo certifica una vez más con la aparición de “Bajo Continuo”, el último de sus más de catorce libros publicados; entre ellos: “Suma poética”, “Primera persona”, “Boca a boca” y “Cuaderno del Resucitado”. Contacto con el autor: marcossilber3@hotmail.com 97
Marcela Predieri GRUPO DELAPALABRA
Reseñas Conrado Alzate Valencia - “Memoria de la sangre” Editorial Manigraf 2006 (Manizales, Colombia) E mail: manigraf@hotmail.com
Foto: Daniel Battiston
Conrado Alzate Valencia es poeta colombiano. Ha publicado los siguientes libros: Canción de Ahasverus (2000), Sílabas Humanas (2004), Escritos en el viento: versos de amor y desamor (2004) y varios poemarios. En Memoria de la Sangre el “origen” es una incógnita que surge y subsiste en los versos de Alzate Valencia. Asegura que “en la sangre viven nuestros antepasados”. Sabe bien que “la voz ancestral” se encuentra “en la memoria de la sangre”. A través de su búsqueda del origen, sigue el camino con “ojos cansados del viajero” pero sin ceder porque “la vida está de pie”. Así, son desafiantes continuos la noche, la muerte, que pierden eternamente batallas a manos de “la fiesta de la vida”. Conrado vive envuelto en esta poesía hasta “más allá de los sueños” para “besar su rostro ígneo hasta hacerme de fuego”. En este camino “a través de los pies” e ignorando al tiempo y al espejo, nos dice “me duermo sobre las hojas” para que los años hagan surgir “otra piel, deseosa de una nueva escritura”. Daniela Riccioni (Mar del Plata) leonital307@yahoo.com.ar
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Pasquale Maffeo - “POESÍA”
Reseñas
Edición Bilingüe - Versiones en español de Julio Bepré y Gianna Tomasetti Editado por la Fundación Argentina para la Poesía Año 2000 - (Bs. Aires) Ah... La Poesía. Dueña de las palabras y de los sentimientos. De los tiempos, de la forma, los nudos y la espera. Los temas poéticos tradicionales se acarician en el decir personal que no escapa a las grandes incógnitas: tierra-silencio-noche; niñez-amor-muerte. Ciclos que se deslizan entre desvaríos y el errar desde el otoño que luce “oro de hojas en la cerca” al “luto del invierno” o al primaveral abril que “a veces el viento vuelve gentil en su huella”. Canta al amor presente-ausente “y esta noche que te sabe lejana” cuando con añoranza le confiesa “me navega el silencio, a ti me lleva”. Revive la pureza en los recuerdos de infancia: “sobre muros de infancia para ser eternos”. La existencia se revela en imágenes que se hunden “en el choque de la ola” que al deshacerse todo lo absorbe. Observa cómo trascurren la vida, los años, con “la paciencia de amar en el dolor, también el dolor” y reflexiona “cada uno guarda el eco lacerado de la sacudida”. No es indiferente a la muerte, mas implora por una muerte placentera: “será la muerte sin grito un sonido” y medita: “Si así de puros pudiésemos nosotros morir al sol”... Pasquale Maffeo nació en Capaccio (Italia) en 1933. Poeta y narrador. Entre la variedad de sus trabajos podemos citar las publicaciones de poemarios más recientes: Il cercatore luminoso (1994), Nella rosa del mondo (1997). Dal deserto (1999). Además de novelas, ensayos y traducciones de diversos autores al italiano. En este caso de “POESÍA”, rescatan sus traductores, la influencia, en esta poesía contemporánea, de un marcado simbolismo montaliano y una maceración estilística y asociativa. Esta edición bilingüe suma la suavidad y dulzura del idioma italiano atadas a las crines de “caballos por los atardeceres”. Verso a verso, la palabra no es vana. Daniela Riccioni (Mar del Plata) leonital307@yahoo.com.ar 99
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Rinc贸n de
los bajit os Lidia Pistagnesi Magal铆 Abbruzzese
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Partimos
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Viajando rutas en los caprichos del arco iris Iría mostrando otros países desconocidos. Allí amiguitos: Las mariposas se mimetizan de ruiseñores, el césped brilla pintando flores multicolores Existen leyes. Donde la sopa está prohibida. Huí… Qué maravilla, ¿como lograrlo? Simple: Los pequeñitos son el gobierno, jugueterías por todas partes,¡y golosinas! Es increíble: No existen retos, ni armas letales cantan los niños de cualquier raza en sus rituales. Lydia Raquel Pistagnesi l.pistagnesi@gmail.com
Miren ahora: La calesita gira que gira, de noche y día y la sortija va mano en mano con alegría El sol: Sin sonrojarse besa a la luna en su ventana y las estrellas aplauden entusiasmadas. ¡¡¡Llegamos!!! Si los mayores escucharan nuestros lamentos este poema, no sería cuento 101
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LOS HIBERTECAS REGRESAN A SU PARQUE Magalí Abbruzzese
El camino que emprendieron era largo y peligroso. Los vientos cruzados que vienen del Polo, sobre todo en el otoño del norte ¡son tan desagradables! Brisas frías, con acordes nevados que inician tempestades, fuertes remolinos y hasta huracanes. Por eso la familia hiberteca escucha la minirradio que le regalaron cuando sacaron los pasajes en el aeropuerto. Escuchan en tonos muy bajos, muy agrupados, los pronósticos: temperatura máxima y mínima, vientos, presión y nevadas. Pero lo que más les interesa: dónde los esperan las hojas de otoño, con sus tonos amarillos, marrones y rojos. Tratan de no separarse. Recuerdan con mucho miedo y hasta angustia, cuando los nenes y las nenas bajaron de la ráfaga que los llevaba, en una parada anterior, y se perdieron en los bosques de Canadá. ¡Qué susto! Llegan a una graciosa ciudad, con plazas, parques y bosques por los alrededores. Todos juntos deciden bajar en una Plaza céntrica. Allí detienen su viaje: —Queremos descansar! —gritan a coro Zoe y Boro, los más chiquititos. —Tenemos hambre —dice Nieni, la adolescente de la familia. Guili y Joe se preguntan: —¿Dónde nos podremos bañar? —¿Dónde están? —preguntan Mieri y Emio, los padres, que prefieren tenerlos cerca, sobre todo a los más pequeños. —Acá, bajo la hoja amarilla del abedul —las vocecitas llegan hasta cuatro pasos de distancia, pero los padres los escuchan y se tranquilizan. Así entre quejas, risas, llamados y alguna lágrima escondida acomodan su equipaje sobre el pasto que amarillea por el frío, bajo las hojas caídas de álamos, robles y abedules. Cómo se emocionan cuando conocen otros lugares, otros espacios, otros seres. Es una forma de ir ampliando su mundo interior: ver, tocar, escuchar, oler y hasta gustar todo aquello que perciben en sus viajes. Es recrear las imágenes internas, es crecer desde la sensación y la emoción, guardar sus impresiones para relatarlas a sus amigos, La Avispa 48 102
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a sus vecinos. Arman sus carpitas atrás de las rosas de madera de los pinos silvestres, a la sombra de hojas marrones y rojas del señor del parque, el viejo roble que extiende sus ramas hacia todos los extremos de la Rosa de los Vientos. Los chicos de la ciudad, que salen de las escuelas cruzan la plaza, pero muy educados caminan por las veredas. Son tantos que si jugaran sobre el pasto seguro, seguro, que aplastaban a nuestros viajeros. Mieri corre al supermercado a comprar carne y pan. Emio junta ramas azules para encender un fueguito naranja, para cocinar la comida. Nieni, Zoe y Boro aprestan sus cubiertos mientras cuidan a los más chiquitos. En un rincón de la carpa más grande guardan el equipaje: valijitas con ruedas, mochilitas celestes y rosas, carteras de cuero compradas en el Shopping del aeropuerto. Mamá Mieri ha comprado muchas cosas. Es que le gustan los elementos más exóticos: esencias de chocolate, canela y limón; guantes de plumas; echarpes de foca; y zapatitos de cuero de elefante blanco. ¡Imaginen el tamaño de los zapatitos de los más chiquititos! Los nenes y las nenas los usan blancos, al igual que el gorrito. Es porque ese color se distingue con más claridad en el cielo de azul otoño, estrellado y frío. Emio, el papá, lleva una brújula, que mira muy cuidadoso. Siempre marca el norte, es que el norte es su meta… Su meta es transitar por los más hermosos caminos del viento, aprender a dar amor a todos los seres que encuentra, estar siempre acompañado por su familia, simpática y graciosa, y cada año más numerosa. En esa plaza, de allá lejos, se encontraron con sus amigos del barrio, del barrio del parque del mandarino. —¡Hola, hola! ¿Cómo están? ¿Cómo les fue en el camino? ¡Qué crecidos están los chicos! —son todas risas y alegría, hace mucho que no se veían. —Tenemos algo para contarles —dice Emio— tuvimos un encuentro inesperado, vimos una familia de pájaros carpinteros. —¡Oh! ¡Nuestro peor enemigo! —dicen todos a coro—. ¿Y qué pasó? —Ese pájaro se cree con derecho a todo —se escucha la voz severa de papá Emio. Que agrega—. Pero qué bonitos que son, con sus penachos rojos. —Suerte que pudimos escondernos tras las hojas rojas del roble 103
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—Nieni, la adolescente soñadora da saltitos pequeñitos mientras cuenta—. ¡El color nos ocultaba, qué emoción! Mieri la mira, sonríe y parece que pensara: —¡Qué trabajo, esta hija mía! Los vecinos de la casa de la higuera han recorrido otros caminos, vivieron otras aventuras y viajaron otras distancias. Se asombran al ver los gorritos rojos, azules y blancos de la familia del parque del mandarino. Es que ellos los usan de otros tonos: verde pino, verde manzana y los más chiquititos: verde limón. Ceo, el adolescente vecino, que usa un gorrito verde pino con flecos verde antiguo, se siente feliz cuando charla con Nieni, la adolescente soñadora. Le dice que le encanta el gorrito rojo, con espigas amarillas, que tiene ella. Cae la tarde, y siguen las anécdotas: —Se acuerdan cuando cruzamos ese río tan ancho, la correntada casi nos arrastra. Suerte que papá Lero pudo agarrar una larga rama para ayudar a sus niños a salir del agua. —Me acuerdo y me pongo a llorar —dice mamá Laili— creía que perdía a mis mellizos, y son tan chiquititos. Cae la tarde, se prenden las luces de la plaza, empiezan a aparecer las estrellas en el cielo. Al llegar la noche cada familia se agrupa en sus carpitas. Mieri busca a Nieni, quien salió a dar un paseo con Ceo. Los encuentra bajo el rosal de flores rojas, tomados de la mano y riendo, contentos de los bichitos de luz que alumbran, curiosos, en todas direcciones. Cuando la mamá de Nieni, los llama, contestan: —¡Acá estamos, jugando con los bichitos de luz! ¡Cómo alumbran! ¿Dónde compran las lucecitas? Ya en la carpa Emio les dice: —Mañana seguimos viaje, armen sus valijitas con ruedas, mochilas celestes y rosas, y también los bolsones. Tenemos que llegar para el otoño al parque del mandarino, allá lejos, que nos esperan todos. Magalí Abbruzzese - magaedu@copetel.com.ar La Avispa 48
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Guión: Muñoz - Olaiz - Festino Dibujo: Débora Pereyra
Gustavo Fogel Gustavo Araujo 105
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Lluvia de flores
Gustavo Fogel
En un pueblo pequeño, al sur del río grande, una tarde calurosa de agosto comenzaron a llover flores. Primero la tormenta oscureció el cielo, luego empezó a soplar un viento helado y las nubes chocaron entre sí, haciendo estallar relámpagos que se multiplicaban en los espejos de las casas. Los hombres corrieron a refugiarse bajo los aleros y las mujeres se cubrían la cabeza con bolsos y carteras. Los caballos relinchaban y los perros ladraban a las copas de los árboles que se sacudían como fantasmas con el viento. En menos de un minuto no quedó nadie en la calle, salvo Ezequiel, un niño de seis años, al que le cayó la primera flor en la cabeza. Una azucena. Luego cayeron más, una a sus pies y otras dos en el hombro y la nariz (un clavel del aire rebotó sobre el parabrisas de un taxi), luego decenas de rosas blancas y rosas rojas cayeron sobre el asfalto, sobre la vereda y sobre los techos de las casas. Pronto eran miles las flores que caían lenta y silenciosamente, hasta cubrir el suelo con una alfombra de pétalos amarillos, blancos, rojos y violetas. Poco a poco las personas se fueron reuniendo bajo esa extraña lluvia de jazmines y camelias. Los más jóvenes se arrojaban entre sí con puñados de margaritas, los enamorados se regalaban nomeolvides y las abuelas llenaban apresuradas sus canastas de mimbre con gladiolos y geranios mientras los más viejos, los más sabios, se quitaban las gorras y se miraban extrañados unos a los otros, levantando los hombros con resignación y moviendo la cabeza… Todos en el pueblo reían y se abrazaban sin comprender lo que estaba sucediendo, sorprendidos por tan insólita lluvia, inocentes y ajenos a cualquier desgracia, felices de estar vivos, hasta que cayó del cielo la primera maceta… Esa tarde murieron en el pueblo trecientas cuarenta y seis personas. Nadie llevó jamás ni una sola flor. Gustavo Fogel fogelgustavo@hotmail.com www.cuentosalcontado.blogspot.com La Avispa 48
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MÁS ALLÁ DE LA CENSURA ¿El poeta es o debe ser un paria? Gustavo Javier Araujo Cuando alguna vez Marcela Predieri me propuso hacer una serie de notas sobre los poetas que viven en nuestra ciudad nunca pensé que lo hacía por lo que sé o por lo que pueda aportar mi mirada sobre el ambiente local sino que la intención era descubrir el trabajo subterráneo de tantos y tantos poetas que abarrotan la escena y el espacio de por sí pequeño que hay en Mar del Plata para quienes expresan sus vivencias a través de la poesía. La única condición que puse para la tarea fue que éste trabajo se enriqueciera con la presencia de aquellos que por alguna razón permanecen ocultos, escondidos en el placard de las ideas sin atreverse, sin tener la oportunidad de mostrar sus trabajos, a lo que Marcela accedió inmediatamente. Desde ya quiero solicitarles a quienes no aparecen en estas entrevistas que me disculpen de antemano. Puede servirles de consuelo el pensar que esto ocurre porque los considero consagrados, o porque no los conozco o porque no me interesan, lo que se les ocurra primero, pues como todo aquello que incluye a alguien, también excluye a otro y está teñido de subjetividad obvia y en mi caso, cruda, y totalmente interesada en las presencias de algunas damas que me interesaron y no por razones elogiables. La tarea ha sido ímproba y la mejor muestra de esto es la despareja eficacia de los resultados. Los parámetros utilizados para la selección me los reservo así como los nombres reales de algunos de los entrevistados, los que por razones particulares me solicitaron no aparecer con sus filiaciones verdaderas (ténganse en cuenta a modo de ejemplo la desmesurada censura que algunos de los integrantes locales de la entidad madre del gremio de los escribientes desarrolló contra la labor del prolífico crítico Pánfilo Pérez Paunero, que culminó con el paso a la clandestinidad del único árbitro leal y desinteresado de las letras locales). Para el primer número de esta serie reportajes busqué a alguien desconocido totalmente para los amantes de las letras y sin embargo muy conocida por la mayoría de amantes de esta ciudad. Luego GRUPO DELAPALABRA 107
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de mucho insistir, a pesar de que la conozco de hace tiempo, logré convencerla de que aceptara mi propuesta como una forma de ponerle nombre a quien nos inspiró tantas alegrías y por qué no algunas de las más feroces decepciones de nuestras vidas. Me refiero a Marina Dell`Orto, la eficaz autora de los grafittis eróticos presentes en los muros de las habitaciones de varios hoteles de citas situados cerca del cementerio municipal. Marina llega puntual a la cita. Descansa sobre la silla y cruza sus largas piernas. Apoya la cartera sobre una silla vacía y como siempre, invariablemente atrae las miradas de todos los presentes, por supuesto que yo el primero. Me tomo la cara con las manos y me pregunto cómo será hurgar por allí. Siento un leve coscorrón en la mano, Marina me sonríe y comienzo la entrevista con un buen ataque: ¿Qué es ser poeta? No sé, no tengo la menor idea. ¿Vos pensás que yo soy poeta? Supongo que por mirar debajo de mi falda sos capaz de decir cualquier porquería. Pero para seguirte el juego te voy a contestar. Pienso que un poeta es alguien que busca la belleza, de las palabras y de las imágenes. Debe ser alguien tan estúpido que piense que con un par de frases puede cambiar algo de este mundo de mierda y que a pesar de saber que es imposible decide seguir haciéndolo. No sé, quizás no logre cambiar nada pero a lo mejor te cambia un instante de tu vida, y eso ya es algo. El solo hecho de pensar que le alegraste la vida por un momento a alguien ya es por demás estremecedor. Sigo con mi ataque: ¿El poeta es o debe ser un paria? Puede ser, pero no es algo que yo te pueda contestar. Yo no soy paria, ni en pedo, tengo una vida social muy activa, pero en mi rol de supuesta poeta, como vos decís que soy, ocupo un lugar marginal. Te imaginarás que yo no puedo poner en mi tarjeta si la tuviera, “Marina Dell`Orto la poeta de los grafittis de los telos”. Me da de comer y me divierte, y por qué no, me siento una creadora, pero tengo pudor de mostrarlo. En el fondo de mi almita quiero hacerlo, pero por hora ponele que soy paria. Pero ¡ojo! Neruda no era un paria y Serrat y Sabina y tantos otros tampoco. ¿Cómo describirías tu poesía? La Avispa 48
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Es una búsqueda, una razón para vivir, me pagan rebién. Es decir es una búsqueda del mango, escribo para comer y por lo tanto no puedo tener demasiado vuelo. Me considero más bien una creadora publicitaria de razones para mandarse buenos polvos y no sentir culpas ni temores. ¿Qué te inspira? Me inspiro en todo y en nada, todo tiene una dimensión erótica, porque desde mi visión de la vida todo es erótico, el pan y el panadero, un chocolate y el dinero… ¿ves? Me sale la rima casi sin
querer. El arte de ganar guita sin laburar. Dicen que ser poeta es una maldición, que es ver el mundo con otros ojos, como si fuera una tercera dimensión, ¿a vos te pasa eso? Fijate vos que ayer me preguntaba lo mismo, ¿será que yo veo lo que otros no? ¿Cómo puede ser que yo cobre por hacer las boludeces que hago y que encima me vengan a buscar hasta de España? ¿En serio que de España? Si, en serio, me sorprendió, quieren poner mis cosas en cajas de 109
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forros, en servilletas, en jabones, un montón de ideas; pero les pasé un presupuesto alto en euros y aún no me contestan. Por eso para mi es una bendición. También es una bendición saber que puedo ayudar a que una mina tenga un gran orgasmo o a que un flaco consiga que la novia le entregue el rosquete. Para qué te lo voy a negar, me siento una agradecida de la vida. ¿Creés en la belleza de la poesía? Por supuesto, creo que la belleza está presente aún en lo feo, como el hombre, cuanto más feo más hermoso. Hay películas sobre lo horroroso que son fantásticas y a su modo son bellas, se me ocurre pensar en “Apocalipse now” con sus escenas terribles de explosiones. También hay algunas supuestamente bellas que son un bodrio como “Titanic”, con esos dos que son tal para cual, dos heladeras. No entiendo cómo es que Di Caprio se congela, si es un témpano peor que el que hundió al barco. Pasan dos hombres y uno se tropieza con una silla por mirar las piernas de Marina. Me siento un poco envidiado luego de escuchar la puteada del accidentado. Las rodillas de la poeta bien valen un dedo machucado y mucho más si estás con ojotas. ¿Cómo fue que comenzaste con tu labor poética? De la forma más boluda que te imagines: leyendo, nada más que eso, leyendo. Yo era mucama de un hotel del centro y todos los días hacía lo mismo. Como a veces no había clientes me ponía a leer en los pasillos mientras esperaba a que el conserje me llamara y así fue que empecé. No te entiendo Empecé a pensar una forma de dejar de hacer ese trabajo de mierda, y se me ocurrió que podía hacer algo diferente porque todos los telos son iguales. Escribí tarjetas asquerosas que les dejaba a los clientes sobre las almohadas, después en los espejos del baño y así me fui atreviendo hasta llegar al aerosol. Pero, ¿el conserje y el dueño del hotel no te dijeron nada? El muy boludo del conserje me amenazó y le dije que le iba a avisar a la esposa que se cogía a la mucama del otro turno y al dueño me lo cogía yo, así que quién me iba a decir algo. Cuando los clientes La Avispa 48
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empezaron a agradecer las poesías me independicé y empecé a cobrar por línea y así estamos hoy, discutiendo los números con los dueños de los hoteles que atiendo. Volvamos con la poesía, ¿conocés algo del ambiente literario de Mar del Plata? No para nada, vos me dijiste que eso no era importante, que son todos unos creídos y solemnes, así que para qué me voy a molestar. Bueno, yo te dije que hay algunos que son creídos y solemnes, pero hay gente diferente, que la lleva de otra manera, que se maman seguido y saben bailar y cagarse de risa de los demás. OK, cuando te juntes con algunos de esos avisame, me hace falta algo de vida social más elevada, no tanto rodearme de tipos que lo único que quieren hacer es cogerme de parada no más. Te comento que los poetas son todos muuuuuuuy creativos pero no escapan a las generales de la ley, con un culo como el tuyo conozco a dos por lo menos que te escribirían alta poesía en un cachete con la lengua si les das la oportunidad… ¡Encantada! Sería una forma de acceder a los cenáculos de la alta poesía. Mientras yo pienso como le cenaría el culo, Marina sigue hablando, parece interesada en el movimiento poético local. La entrevista va llegando a su fin lo cual va a significar perderme de su compañía. La invito a salir pero gentilmente declina mi proposición. ¡Tiene la agenda ocupada por un largo tiempo, que lo parió! Le agradezco a Marina por su tiempo y por acceder a que el público la conozca, la veo caminar por la diagonal rumbo al Shopping y me pregunto cómo hacer para que esto no parezca un intento de levante, pero lamentablemente no lo consigo. Gustavo Javier Araujo gustavojaraujo40@yahoo.com.ar
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Índice Editorial ...................................................... pág 3 Poesía ........................................................ pág 5 Moreno / Bruch / Larice / López / Riccioni / Szac / Borthiry / Notas y ensayos Por qué escribir poesía en el siglo XXI Por Luis Benítez ...................................................... pág 14 Ismología Banda Ancha Por Víctor Clementi ................................................... pág 19 Biografía de Don Isidro Parodi - El milagro inverso de Honorio Bustos Domecq Por Marcos Ramos ................... pág 21 Cuentos y relatos ................................................. pág 25 Aramendi / Medina Castro / Tesoriero / Aznar / Acosta / Casquero / Sánchez Magariños / Fogel / Prieto / Talleres .................................................................... pág 54 Música ..................................................................... pág 57 Entrevista a Raúl Islas por Víctor Clementi Cine y TV por Gabriel Cabrejas ............................. pág 65 Fotografía por Gustavo Ciancio ................................ pág 72 Teatro .................................................................... pág 77 Entrevista a Julio Lascano por Alejandro Gómez Dar la cara por Hugo Rivella ....................................... pág 83 Rescates por Lidia Castro Hernando ......................... pág 87 Reseñas ................................................................... pág 89 El rincón de los bajitos ........................................... pág 100 con Lidia Pistagnesi y Magalí Abbruzzese Humor con Fogel y Araujo ...................................... pág 105
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