Colecciรณn Delapalabra
INVIERTA UN HIJO
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Marcela Predieri
INVIERTA UN HIJO
Colecciรณn Delapalabra
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Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723 de Propiedad Intelectual. Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio o método, sin autorización de la autora. mail: delapalabra@hotmail.com
IMPRESO EN ARGENTINA – 2011 EDITORIAL MARTIN editor@editorialmartin.com ISBN: 978-987-543-472-1 Se terminó de imprimir en los talleres gráficos de Editoiral Martin sitos en calle Catamarca 3002 de la ciudad de Mar del Plata, en octubre de 2011.
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Nota de la Autora Cuando el editor me habló de la reedición de Invierta Un Hijo, mi reacción inmediata fue negarme. Ya no soy la misma, no escribo igual; tendría que corregir todo el poemario, respondí. Días después comentábamos acerca de unas notas de Marina Tsvietaieva realizadas en 1926: «¿Por qué sus versos ahora son tan diferentes?» le preguntaban- «Porque ha pasado el tiempo. La cronología es la llave de la comprensión. El tiempo, como es sabido, no nos hace bonitos, más que en la infancia. Y nadie que me haya conocido a los veinte años me dirá, ahora: «¡Qué bonita te has puesto!» Ahora puedo tener las facciones más definidas, puedo ser más expresiva, original (...) Lo mismo sucede con los versos. La frescura, la espontaneidad, la accesibilidad, la beauté du diable del rostro poético ceden su lugar a los rasgos esenciales. (…) Sin embargo no existe un acto independiente, existe un conjunto: el primer acto y todos los que le siguen. El momento presente es la suma de los anteriores y el origen de los futuros.» Esto mismo podría decirse respecto a tu obra, me dijo y puse manos a la obra con el firme propósito de corregir sólo erratas pasadas por alto en la primera edición y algunas pocas cuestiones formales para poder dejar intacta esa frescura original. Abrí el viejo archivo y leí el primer verso: «Un ángel llora su amargura serena con un niño muerto entre los brazos» ¿Cómo iba a dejar «amargura serena»? De inmediato lo taché. «Un ángel llora con un niño muerto entre los brazos», espero que lo acepte me dije. Entonces vi lo que no había visto veinte años antes: El ángel no llevaba en brazos al niño como diciendo miren lo que han hecho sino que lloraba acurrucado entre los brazos de ese niño. Ahí estaba la imagen y por supuesto el verso que debía haber escrito: «El ángel llora entre los brazos de un niño muerto.» Ahí quedaba plasmada toda su impotencia. Y la mía; imposible retocar el libro sin reescribirlo por completo. Ricardo Martín no aceptó, quería la versión original, la escrita antes de cumplir treinta años. Es ésta, en la que sí pude incluir algunas 5
enmiendas efectuadas con anterioridad para su publicación en revistas o antologías, y las adaptaciones para las performances realizadas en los auditorios de Radio Mar del Plata y Diario Clarín en 1992 y 2002 respectivamente. Queda asimismo el nuevo primer verso como testimonio de la cirugía a la que este poemario debería haberse sometido. Pero no hubiera sido el mismo. Con respecto a si este libro se refiere al conflicto de Malvinas, la respuesta es: También. Siempre me obsesionó el tema de la guerra. Desde muy niña, mientras mis amigas del barrio hacían sus casitas con muñecas yo me encerraba a ver «Combate». Tenía dieciocho años cuando pedí a un amigo que me dejara un mechón de cabello como conjuro para que volviera del Beagle. El día que regresé de mi Luna de Miel, fue el 2 de abril de 1982; la realidad me abofeteaba. Sí, este poemario fue gestado durante esos años pero habla de todas las guerras. El título surge de un afiche popular durante la Guerra de Vietnan: «La guerra es un buen negocio, invierta un hijo». Juan, el único nombre que aparece en el poemario, sí existió; cumplía con el servicio militar cuando Polonia fue invadida en 1939 y como su escuadrón fue diezmado pasó a formar parte de la Royal Air Force hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial; con él conversaba cada vez que podía aunque era difícil arrancarle las palabras. Cuando yo lo atormentaba a preguntas, bajando los ojos y con un «La guerra es una cosa muy mala», me esquivaba. A su memoria quiero dedicar esta edición. La última línea: «Tal vez deba callar» fue la única añadida después de un largo período de silencio al que me obligó el estallido de la Guerra del Golfo. Hoy siento que el futuro inmediato vuelve a estar representado aquí. MP
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Prólogo a la primera edición Curioso proceder el de la literatura, que en una época exalta lo que en otras aborrece. El tema de la guerra, tanto para su elogio como para su rechazo, fue abundantemente empleado: hacen su elogio Homero, Cneo Nevio, Virgilio y todos sus numerosos imitadores. Julio César, en De Bello Gallico, ya la concibe como un pro-blema técnico y un recurso civilizador, donde participa más el afán de los hombres que la voluntad de los dioses. Señaladamente, su rechazo es más próximo a nuestro tiempo: el conde Tolstoi reniega abundantemente de aquella actividad que tan provechosa resultó para sus violentos antepasados. Con la posible sola excepción de Marinetti, en la modernidad se impuso la postura del rechazo de la guerra, aquella que fue el tema máximo y fundamental de la Edad Heroica. Marcela Predieri intenta la continuidad de esta concepción, solidaria con los principios cristianos, ya en la posmodernidad. Sin embargo, su criterio de rechazo no es solo ético y filosófico, como sucede en el precedente Tolstoi, sino que hace hincapié en un precepto difundido, como es el de la preservación de la vida. Pier Paolo Passolini, si bien era partidario de la violencia en la política, era partidario de la paz en la literatura. Él recoge en el guión de su Medea un argumento que ya está presente —aunque con variado enfoque— en Eurípides, en Séneca y en Jean Anouilh: la diferencia de criterios para un mismo punto entre hombres y mujeres. Medea, la mujer, obedece a una ley distinta que la ley que rige e impulsa los actos, pareceres e invenciones de los hombres. Se nos dice que es la ley de la sangre, la ley del cuerpo que, por supuesto, tiende siempre a su conservación, así como para su preservación las instituciones, fantásticas, masculinas construcciones, no dudan en sacrificarlo. Como vida y literatura son paradójicas, esta noción sobre las mujeres la han expresado por lo menos cuatro hombres y han elegido 7
para encarnarla a una maga que primero descuartiza a su hermano por amor de Jasón y luego hierve en un caldero a sus hijos por odio de Jasón. El tratamiento que Predieri da a su tema y a este criterio abundará entonces en referencias a lo orgánico y a la destrucción de sus partes, al desmembramiento, la mutilación. El sujeto que narra —porque este extenso poema de Predieri utiliza lo narrativo, aunque sin continui-dad, como un recurso más de su arsenal— varía también, es por así decirlo, desmembrado en otras posibilidades de lo mismo. Con anterioridad a nuestra época, se entendía por poema una composición en verso de prolongado aliento y extensión, que tratan-do un tema como eje central, era la medida ideal —originalmente—-para dar cuenta de lo épico y después de lo epopéyico. Con el tiempo este concepto de los poemas fue sustituido por el de las poesías, com-posiciones cortas, tal vez porque éstas predominaron sobre aquéllos. Hoy poemas y poesías son, como tantas otras cosas para lo contem-poráneo, lo mismo. Sorprendentemente para nuestras costumbres actuales y locales, Predieri encara la realización de un poema. Thomas Stearns Eliot dice que no existe facilidad de factura en el verso libre para el hombre laborioso. Predieri es una poeta laboriosa. Al renegar de la antigua exactitud métrica, el verso libre ha ne-cesitado, para reforzar sus ritmos y evitar el monótono, del abundan-te empleo de juegos tipográficos, corno rápidamente los reactualizan Mallarmé y Guillaume Apollinaire. El uso de las sangrías, los blan-cos y separaciones, las barras y la unión o desunión artificial de las palabras, también la buscada cacofonía, en la poesía moderna obedecen a esta obligación no exenta de nostalgia, tal vez en algunos inconsciente. Predieri, creo, es de aquellas que saben por qué y para qué. Luis Benitez Bs. As. 1991
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Invierta un hijo
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Un ángel llora entre los brazos de un niño muerto Sobre el pesebre de humo seca su angustia la garganta de Dios Es día de gritos mudos en la campana hermética de corazones yertos Los vientos entrelazan almas en ronda suben bajan Flotan alas No hay victoriosos ni vencidos Infierno Cielo una misma cruz germinada en el Hongo del Dolor Se han perdido los rumbos en vahídos y un idiota besa vientre al suelo los pétalos intactos de su sangre
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Se confunden los olores el sudor que aventuró heroísmos en las alturas de la noche Lágrimas como lentes aguzan los ojos y es certera la metralla porque la eternidad se elevó en niños de lodo y disparos
Tres soldados acorralan una gallina para el banquete de la quietud refrescan con plumas la aspereza de sus llagas Hay tanto dolor en el acalambrado gatillar sobre los muertos Yo no creo en fantasmas Disparo al centro del alma Por si acaso Sé que moriré como se resiste a morir esta guerra con una granada entre los dientes recordando el campo de mi padre y el sabor de las uvas tempranas como un equilibrista a la borda de la Parca sobre el océano de las tumbas 12
E iré cayendo muerte a muerte cada noche que una sombra de enigma se abra entre las grietas de la selva
Porque «¡Disparen!» fue la voz del sargento No hubo duda El miedo apretaba las gargantas Fue un quejido leve el llanto de un niño que esperaba el pecho de su madre «¡Son niños! ¡Diablos! ¡Era un niño!» Y corrimos Lo dejó caer el ángel ojos pájaro Nuestros cuerpos a través de todas las madres hundieron palmo a puño en las heridas No hizo falta llorar Toda la música del universo fue un grito ahogado a los abismos
Estábamos solos El hambre nos desmembraba frente a los escombros 13
abría sus vísceras como fauces gigantescas devoraba hombres hasta que quebró un perro mudo su mudez El prejuicio es un sabor inexistente cuando las costillas arden como sables en la espalda Comimos y se hincharon los estómagos con los aullidos bailando desde adentro
Ahora escapa la luna a su tibieza se refracta en pómulos brillantes de betún y hueso Suspira la noche en el silencio Los latidos son pesadas botas de escuadrón resbalando por el pecho Más sordo que un timbal abigarrado de melancolía tan ciego como el bastón con el que guío miedos enredados en cada jirón del uniforme la maleza y del hombre sus pedazos
No conozco el rostro del verdugo 14
lo ajusticio porque existe un hacedor de verdugos bajo el antifaz de la bandera De ahí la lucha interna Ver entre las franjas del emblema nuestra cárcel y la otra la de Ellos resguardados entre champagne y banderitas victorias codos brazos pertrechos pisoteando
«¡Disparen!» es la orden No existe rango cuando el odio aprieta las gargantas no hay silencio si una mina nos usurpa al compañero ¡Victoria! Fue una victoria Lloremos
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Soy yo y seré yo pichón encerrado en jaula de pino bandera a colores entre las rejas del horror ¡Es buen negocio el negocio de la muerte! Sin calidad de paño miles de ataúdes cubrir de gloria Y son miles los kilómetros de patriótica tela Manto ultraje Son millones los billetes Infinita la mezquindad
Nos sentimos invierno amparando nuestros huesos para la emboscada final La escuadra herida de muerte ante nosotros Entre las filas abre boquetes la distancia
Cada uno reliquia el medallón de un compañero el de aquél que estalló en el refugio 16
que emprendió la avanzada que alzó nuestro cansancio que murió Pesan sus cruces al bolsillo Los espectros encadenan al miedo su miedo ese miedo que nos torna más sagaces
Una línea de fuego despeina los anhelos «Algún error» gemía el novato con el esternón alzado en lápida «Debe haber algún error» Borra el caos ese instante de infantil lucidez Alucinación presentida Conciencia inútil Retomar en cada pizarra al muro de los muertos Entre los otros sin pasos a cada paso buscamos nuestro nombre
Horror Aún quedan espacios vacíos más acá del universo La ausencia de la luna es el mejor de los regazos 17
Nada más será Sólo humedad de tierra y un beso de sangre que destempla los cuchillos
Es que hay lujuria en el rictus de las quijadas ruinoso rodar roto en los torrentes sombras precursoras de buitres y como una cachetada el sarcástico pincel de una mariposa
¡Cubran con un manto la fosforescencia de los huesos! Es un pobre afiche en movimiento Calaveras que desfilan sin tráqueas el gemir ineficaz de yardas sin ruido un fracaso con gusto áspero como cientos de lenguas reptando solas por las grietas de la tierra
Y aún más cachorros abandonados 18
cintillos sin dueño que recorren las falanges Acá en esta hoguera miserable de sulfuros donde no existe censura para trucar historias un príncipe inútil jamás podrá calzar a Cenicienta Fardos negros de plástico amontonan húmeros rótulas clavículas Rompecabezas del Dante «Aún faltan piezas» llora el niño Escápulas fémures y la foto de mis padres
Reza el reglamento: «No embolsar caliente» «Es un dogma culinario» sentencia la mujer del General «No embolsar caliente» cuando las trincheras aún están tibias por el latir de la sangre mientras el llanto sale las botas del amigo hasta que ya no se huela sudor a nuestra espalda 19
Me asfixia esta guerra etiquetada de incoherencia Infiltradas de perfume las hembras generales creen que del estiércol florece el arco iris
Hoy al arribo siete rostros afeitados Novatos imbéciles de uniformes impecables seducidos voluntarios para el frente Frente ingenua Y yo al pie mirándolos lamiendo profético sus heridas arropando terrores cansado de este nido de serpientes del derrumbe astral de cada bomba de tantas palomas muertas de nuevas frentes del aullido agonizante que transforma en caos los susurros expirados
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Quiero ver a la vida ahuyentarse de la muerte No más envíos La portezuela del avión se me antoja una llaga que sangra verde oliva
Es necesario seguir Seguir el vuelo de metrallas con brazos que anidan las cabezas Seguir el rumbo de aguas rojas y cuerpos entroncados Seguir con miedo al himno que pesa como herrumbre a nuestros pasos Y ya no continuar
El delirio de una brizna con curvas de mujer trepa mis sienes Municiones como senos al pecho la tersura del acero La sangre semen escapando agotadas nuestras fuerzas
Tras palpar los huesos beso el rojo de manos desvariadas Azota una granada el ángel 21
Otro ataúd enterrará esta ilusión Yo también siento que algún error descuelga el infinito
Es más allá del canto de la piedra Aquí donde es blanca cuna el estómago de un muerto Ayer fui lagartija asoleando mediodías Ajeno era el rostro de los pinos anónimo el caos y el pastar de las ovejas
Luto encabritado Dolor de ser uno y sin porqué en una nueva plantación de tinta sobre la foja de las bajas Hay un precepto solitario en un puño que se cierra sobre el tronar de los cañones o el silencio de emboscadas Ayer lo vi Ese rostro que vestía de enemigo no era un rostro Ayer lo vi casi humano casi niño 22
casi y desmesuradamente solo enfermo aterrado soñando bastones de azúcar como yo Como yo bárbaro asesino bestial que corre lanzado sin piedad a un mismo abrazo de fuego que nos mata y nos acuna
Hoy sobrevivo más allá de los acordes bajos de una acústica vacía Sobrevivimos ellos y nosotros Nos horadan los tímpanos los aullidos de la peste Mortal arrebato arrebatando mortales Una sinfonía somnolienta sobre el pentagrama del poniente con blancas calaveras de silencio ¡Maldigan al hombre! Soy un gorjeo que agoniza en la marcha de los pájaros 23
Hay indulgencia en los ojos del sargento Él también está cansado El humo de su cigarro crea hologramas de espectros Amigos espectros que agujan cadáveres sobre el tapiz de la muerte Penetra el humus la sangre Penetran el cielo las miradas Allí donde aquel pájaro enhebraba semillas en los antes jardines los antes huertos los antes cielos hay un reloj destrozado con los brazos apuntando al infinito ese espacio esposado hermano de lo eterno profano y paradójico como los misiles las gotas de lluvia las plegarias
Se acurruca un trozo de hierba 24
Junto a mi corazón ensangrentado Miro a lo lejos tan cerca abrirse las mandíbulas desencajadas de Mefisto y otro ojo abierto redondo y brillantemente inútil rodar por la ladera
Soy la profecía viviente de una cruz sin nombre la boca en trino de un pájaro de lodo Como un bostezo hastiado de tanto esperar la muerte daré la vida sin un porqué a las fauces de la tierra
Estalla la cordura como pústula infecta en el raciocinio del Cuerpo Mayor Bajas los cadáveres Los números almas 25
Limpiar el monte es rociar de plaga el verde natural del paraíso Revientan risotadas las copas chocan por un nuevo objetivo-banderita «Te destrozaré» gritan los niños mientras arrancan las cabezas a sus soldados de plomo Incendian fuertes patean tanques Las cortinas encienden de rojo los mentones y no hay madre que ponga fin al caos cuartel Los Generales se retiran exhaustos resoplando hazañas de cartón
Pronto las palas cubrirán de polvo el polvo de los huesos ¿Quién burlará una lágrima en los ojos de este juego?
Ayer un compañero desertó en plena lucha No a esta guerra de mentiras y verdades de laberintos y asechanzas de colinas tomadas o bases destruidas No a la guerra de dioses y banderas tropas y aeroplanos 26
tierras de nadie o tierras del error Era su guerra de rocíos tempranos y sudores nocturnos de cantos de cigarra y oídos sordos de llanto de niños Él cubrió con su vientre una granada los brazos extendidos en santa inmolación «Debo cuidar la simiente» arrullaba abierta su garganta al nido de las vísceras «Regar las semillas» lloraba con el llanto Y alumbrando una explosión la espalda en un hueco de corolas vistió de sangre los ocasos
Ayer un compañero escapó a las nubes Yo no puedo irme de la muerte De la mano me lleva moribunda Y me voy en ella hacia adentro cargando restos de sal por el llanto de las olas resplandeciendo en la última bengala 27
que un grito lanzó al cielo abrigando miembros helados en esta zambullida más allá de las mareas Y los navíos fueron
Me pierdo en mí mismo en este laberinto de congojas donde extraño la ajena en el desafinado acorde de los gemidos de la derrota en el silencio de pasos sin dueño en este rompecabezas que no quiero componer con mi parte de pésame ¿Correr? ¿Hacia adónde? Los féretros se apilan como torre de cubos en manos de malabarista Es tanto el llanto como los corazones púrpura en camas de hospital como la fiebre y el terror como las confesiones de haber asesinado en los oídos del presbítero Hay extrema unción en los extremos de su mano
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He de huir abrir las alas El fin de la guerra nos dejará cachorros huérfanos en este nido con olor a cuartel y sudor de batalla con sabor a miedos y betún resbalando por las sienes con dolor de llagas nuevas y viejas caras esfumando la memoria Pero amamos ese olor sabor dolor lo reconocemos a ciegas como un niño recién parido al pecho de su madre La guerra nos alimenta con su calostro Y nos inmuniza
A mi costado la humedad de la tierra tiembla Sobre un rostro negro en hoz que desgaja una a una sus cejas
Hay mil ojos en los ojos de la noche en los ojos de la jungla en los ojos del aire 29
Y no hay ojos solo velo y sombras Un arco de horizonte se ha tragado los gritos truena en rodada estampida contra el frío rodar por las muñecas
Metrallan los dientes el beso de metrallas el aire está cargado de siluetas y los espectros acarician con viento los cabellos Si a mi costado la humedad de la tierra tiembla el sol enceguece espejismos de mujer
Hay curvas emboscadas en el aliento de mi hermano traición en ese cerdo a medio degollar contra los setos hay traición en Ella si nos guiña el ojo En la tercera cerilla hay olvido no traición Por eso gimo tiemblo resquebrajo vomito rezo 30
me penetro sudo odio me sobrepongo y salgo ¡Abandonen las trincheras!
El silencio me cuela los tímpanos El frío estático adorna de cristales los cascos corroídos
Es el alba un sol creciente hará renacer el hedor de la carne y yo pateo la furia de la fruta en el despunte Su madurez me recuerda el sexo de las moscas Por eso Quita oh Dios apócrifo mi hambruna de cuerpos calcinados por el mediodía Escupitajos dolientes trepan los infiernos Es tan fácil para el hombre masticar escalofríos ¡Que las larvas se ahoguen en el lodo! 31
La angustia pende boca abajo en el pendular del campanario cada vez más cerca de nuestras soledades que corren a estrellarse contra los aullidos Alas cartilaginosas como un delta de lava florecen en ramilletes de terror De nuestras manos crispadas escapan las rejas como escapa el sol ante los cuerpos desnudos o el pudor de la paja como el llanto en luto de la boca del hambre como el gorjeo de una alondra ante la muerte de una estrella La angustia pende boca abajo sus alas hasta rozarnos Por eso gritá conmigo Gritá hasta que no haya oídos sin voltear a mis espaldas gritá hasta el cielo y gritá hasta las grietas gritá insultos lágrimas sangre nombres de nadie nombres poderosos En nombre del pecado y en nombre de la guerra en nombre del mar que muere en nombre del hombre que ríe 32
Por el nombre de Dios por nombre Diablo Al nombre del llanto y de la cruz sin nombre Gritá hasta detener la rotación del universo
Más allá de la noche del alma la tierra aprisiona soldados bajo lápidas en línea una vidente llora en los ojos de los vivos y germinan empuñaduras en cruz sobre el horizonte Hoy caerá la última bomba como lágrima de Dios para vomitar del suelo a sus espectros Las mujeres se persignan Yo tengo una esquirla clavada sobre la ceja izquierda Tal vez por eso alucino a mi madre pariendo pariendo pariendo genocidio de mi sangre en el vino espeso de la hiel pariendo hasta emborracharme de amargura pariendo 33
una y otra vez fetos con rostro de enemigo
Ayer vi a un anciano de ojos grises buscando a tientas el lugar de su ciudad Nada sabe aún de guerras que cambian geografías nada sabe y bendice su ceguera Sólo trastos y abismos a sus pies Una grieta que desploma desayunos hasta la úlcera ardiente del centro de la Tierra quema vivos los bostezos matinales desnuda sus bocas de leche tibia blasfema sed tapia de escombros sus ojos Él acariciaba espaldas de blanco polvo y sus mortajas no concebía infiel a su olfato el olor a relámpagos de azufre a boca de mujer vomitando inmundicias 34
a ríos plenos de pájaros en llamas Buscaba en su memoria algún atisbo que hilvanara con hilos de luto la masacre otro tapiz de huesos para sus ojos sin voz De arena y miel la boca se le infecta ¿Acaso la fiebre aterrada de la primera desnudez? Intersticios de almas cuelan sus costillas arrasadas un cráter enorme abandonado por la tierra Sarcástica ternura Beso de fuego Pero hay otra boca helada de llamas que funde el iris del sol La nombro muerte Yo he enterrado esa desesperación incesante de volver sin mí perdido entre los gritos de la guerra harto de gorriones anidando calaveras de este crimen de paz herido de los senos sin vida de banquetes y cuervos hastiados de carroña La voracidad del hombre traga niños con balas en el pecho 35
por eso he enterrado esta desesperación incesante de volver sin mí
Sobre un viejo aparador la estampa de una sonrisa con banda de luto Unas nomeolvides lloran estúpidas su mensaje y ahí la madre con la falaz obstinación de forjar presente otra Vigilia
Esa Pascua dos ratas batallaban un trozo de pan batallaban dos ratas los hombres Era punzante el asco y era punzante la hambruna Son punzantes los ojos que alumbran hiel tras las hogueras Las entrañas de un caserío vomitan coágulos de horror vomitan medallas los pechos generales vomita un enjambre de tumbas la tierra Vomito yo
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Un sudario de sangre jala las máscaras de esta comedia absurda Gritan que tienen alas las escápulas de un muerto Con inocencia de aleteos febriles copula una libélula El morir es siempre virgen Frágil doncella del horror vejada
No sé por qué seguir la huella hundirme en este hoyo de ratas En cuña los ojos la lengua sedienta La guerra hace hombres así nos exige beber sangre «¡Emboscada!» es siempre el grito tras un «Dejame vivir» frente a la mano que tiembla Era mi hermano quien colgaba como una res Pero la maleza se traga a los caídos La guerra hace hombres así con el gesto ridículo y humano de cavar una tumba al enemigo
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Hay algo de inmoral en este infierno en las sombras ojerosas de un atisbo atrincherado Languidecen caricias Hay vestigios de lujuria amurallados en la crueldad Cómo si no penetrar indignas de vida las gargantas los surcos vislumbrados de la memoria nuestra adolescencia furtiva La guerra hace hombres así de plegarias promiscuas «Hazme gozar Señor de la impúdica desnudez de un cuerpo sin sangre» Y encascados los niños aprendimos a gozarlo
¿Cómo fui enterrado en esta galera con remos como cuellos de dragón en llamas? Un blues de estertores agónicos empareda el aire cuchillas de labios paren maldiciones Vamos por un desfiladero incrustado de cicatrices La sangre incinera héroes Gesta cadáveres el ombligo del monte 38
El llanto siempre acordona el doblez fetal Me retraigo Seré en los labios de tu sexo profundo ahuecado hambriento de furia el anticipo de la muerte
El viento silba entre los poros de la carroña Talla exilios demenciales la nostalgia el primer capullo en los manzanos aquel ternero que chupaba las tetas de su madre De cartón son los puntales de la blasfemia Y el escabro una cintura leve que duerme en el bolsillo Una migración estridente de pájaros desflora nuestras sienes ¿Debo recordar que estoy hablando de la guerra que un circo macabro tiende su carpa de humo que las naciones aplauden que el hongo crece para cobijar espectros que estúpida flamea la victoria? Tal vez alguno evoque la alegoría de un rasguño 39
Sí Debo recordar que estoy hablando de esta guerra
Porque soy mi resto desnudo de mí un espectro que vaga entre ripio de falanges un par de manos náufragas abrasadas por la sed La acequia emerge infecta de serpientes se jacta de mis llagas llora lágrimas de orín hacia el abismo Yo sólo puedo cruzar crespones como látigos y soy harto falaz en esta mímica
De mi cuello cuelga un proyectil la bala con que maté mi primer hombre cuando hundí árticas mis manos en sus vísceras calientes Como un tatuaje rígido llevo esos ojos estacados en el alma Un proyectil cuelga de mi cuello horca ineficaz 40
Esos ojos siguen quemando al sol que quema
Nadie araña el tejido de la siembra De ecos impensados se ilumina el horizonte empuñaduras de mujer mínimos tactos El aire ha mutado en un bostezo y no hay anverso en la estampa de las horas La tregua es un crepúsculo cincelado en la trama de la bruma
Hay un estilita penando columnas de humo exhalación profunda Besan las orugas cráneos en ceniza Un tanque ha comenzado a roer la fronda Como a un jardín en motas de sangre la fornica Casta vestal en velo de hogueras Sabor a espuma de sol entre los labios Me encuentro en el oráculo de una efigie tramada en luto 41
Bajo los párpados la memoria destrenza sus aguas lenguas de dulzura anidan en mis muslos Terror de estar vivo y huésped en un banquete satánico apostado azul hacia el ocio del cielo en cadalso de este lazo con alma de mujer Un torbellino ciego devasta las orillas aja las horas del presagio el presagio mudo y es el polvo paso que madruga las semillas Hoy el cuervo acelera los retornos
Soy gemelo a mí mismo en otra muerte un salto al infinito vacío de Sus ojos Aprisionado en la plegaria es instinto el vértigo La guerra zurce prolija nuestras llagas Sirvienta muda y ciega de sollozos
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Un gallo empecina su canto al germinar el alba Sol verdugo afiebrado de sentencias Sólo la noche hembra madre del destierro nos devuelve al seno del cansancio El gallo empecina su canto contra el estallido que alumbra las mortajas Caemos sin barandas hacia el sueño perenne de la luna
Estoy desfigurado de mi ser trizado idólatra en cuchillas de sangre devorando océanos Fangosa mi alma los codos las rodillas En llanto carcomida mi niñez «Y será entonces rechinar de dientes»
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repetía mi madre apocalíptica «Y será entonces…» Sin saber que hoy Nada más
Yo estúpido samaritano espejo en los ojos de aquellas madres que recibían a sus muertos cólera añeja desde el tiempo inmemorial de un telegrama Yo brutal abierto con llanto de navajas vi bajar de los trenes en guirnaldas cuerpos enhebrados Fue cuando subí Era septiembre en casa de mi padre Ya no asustaba a las vecinas que en los ataúdes sembraran crisantemos Fue cuando bajé huí del holocausto como animal sediento 44
a su propio abrevadero Era septiembre en casa de mi padre Y las mujeres cargaron sus semillas
Enmarañado el cabello de una mujer acaricia la maleza Los ojos abiertos en un abanico estático hacia el horizonte sus palmas hundidas feroces en el cuerpo de un niño Muerta completamente desnuda de piel y llanto Del delirio belleza en fuga ciega de Dios con una mueca en beso cayendo de sus labios La guerra es un aletear tristísimo de lluvias
Oigo el grito lobo de los hombres un desconsuelo a piano en acordes de impaciencia Recuerden He enterrado esa desesperación incesante de volver sin mí Es la noche petrificada de la espera la burla del incesto con los hijos de la patria 45
Penetran proyectiles las carnes polvorientas y al pie nosotros trotando trampas de trincheras hacia la nada lamiendo miedo como una llama que rumia el abrasador sol del mediodía
Y seguir seguir seguir Seguir de ojos de labios de terrores Seguir angustias entierros aporías Y ya no continuar tras este huracán de rosas y de lágrimas entre plegarias que suman brisa al viento del desastre mientras hierven las tinieblas y cruzan los azotes en la cara Yo sabía del aroma a azahar en los naranjos Espinas y eternidad No habrá nunca juicio más brutal que lo invisible grito sin refugio imprudente y doloroso 46
tempestad más fría Estoy en cópula con las llaves del infierno
Mirame He muerto No hay magia ni límite ni eternidad Mirame Estoy abrevando mi sangre entre la hierba ya sin ojos sin ansias sin cadenas Y he visto el rostro de Dios llorando sangre «Dame Señor un poco de tus náuseas un poco de tu llanto o tu vergüenza El dolor es lo único que importa pero ya no adolezco estoy seco de horror Los astros saben de mi burla hacia lo eterno
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Soy un pájaro lleno de silencios Perdida clarividente en noche de mil años mi lengua blasfema vértigos Desgraciada obsesión por la hojarasca Pero el tiempo cauteriza el hedor de la carne como un poema que lima sus aristas La congoja fosforece Cabellera poblada de hostias el vuelo de las aves Profética congoja de pañuelos blandos
Me despedazo entre ramilletes de larvas Ardiendo los ángeles han huido como lemmings hacia el acantilado
Pero no temas No es morir presentir la muerte y desconfiá si en llanto canto «Yo abrevaba entre la hierba»
Besá a la araña infiel que te deja agonizante entre sus garras 48
reseco de alaridos ronco de aire amurallado
Hablale a la vieja prostituta impúdica enramada Guerra de mortales eclipses estrella de estallidos fuga atroz de lobos hambrientos horca destronada acechanza y vértigo migración de ojos en despojo eco de pieles calcinadas Es llanto en grava la erosión del asco
¡Humillala! con el rocío sobre tu frente yerta Huiré por fin de ser esquivo de la maleza acerada del espanto Más cerca hoy los ojos Hastiadas hostias en visión ígnea hacia lo eterno No hay salvífico aliento entre la carne 49
Tan gimiente el silencio de la roca como disfraz en sangre gestación extirpada seco torrente confinado al dolor solo Este viento helado aguza los desgarros Se desmiembran los hombres al otro lado de las playas Mortajas errantes exequias malditas embalsamadores de valor Hay una bestia en mí insaciable de coágulos y exilios una urgencia agazapada el monólogo de párpados en sueño Basural de mi sed morada oculta Una cópula aburrida con los signos Esta trinchera no parirá mi redención Ajeno de inocencia he tatuado fetos en vientres de mujer Otra vez entre cuchillas lamo los senos de la Parca reúno las grietas de este abismo Conocedora de gulas y de fiebre 50
la calamidad del aullido decapita fantasmas Una lira en la memoria recita tulipanes No existe bálsamo donde dar fuga a los despojos confines herrumbrados del pánico Encumbrada violación que anchas manos rasguñan insensatas Telón de escupitajos hacia el rostro de Dios
Uñas en carrusel agitan la flaccidez de la tregua trastocan estirpes En el campamento latitud desmesurada cobardes capotes en puja celebran estrategias Comarca de cegueras procesión sonámbula En la boca del lirio es irrepetible cada respirar
Porque he buceado en la tragedia indómita de mis miedos 51
y fui guardián vislumbre guerrera más que fragua amordazada exhumé raptos encumbrados y errancias de ternura retuve andares irredentos junto a reliquias disecadas por eso ahora soy risa maniatada epiléptico devenir incendio efímero a la certeza y hablo como muelle partido en dos mutismos lila atávica en promiscuos atolladeros donde se hamacan manadas funerarias
Desde las ruinas caigo de mí hacia el centro mismo de la exégesis La tierra mestiza sobreviviente bajo botas y sangre maga descalza entre arrebatos de rocío en soliloquio eterno con la ignominia de la cruz indómita batalla y zozobra 52
índiga
Voy Hermana Tierra a sitiar desesperado las lindes de tu cuerpo porque primitivo acribillado de aporías como negro cordero manco desfilo y venio al extravío de la fragua
El ángel que lloraba entre los brazos del niño vientre al suelo confunde olores Hogueras profetiza la humedad apisonando un ciego sol en luto Cuando repte derrumbes clamando más allá de la sorda acústica del trueno sentiré el aliento de la linde moribunda y no sé si pueda recordar
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Terror acalambrado morires infinitos almas en esporas reencarnando aullidos Un campo de lilas diminutas aquel vientre en flor y sangre Acá el chirrido de una nube rasga el aire enloquecido
Caigo enigmas corro arrasado entre acordes de violín Costillas taladas al espanto Como un huracán niño sediento de leche y vida escapa el silencio hacia otros ojos indómito verdugo que asesinará el seno de su madre ¿Acaso yo ése que camina cubierto de gloria y láudano mezquino lujurioso de emboscadas? Herida de muerte está mi compasión con el cansancio de quien acaricia bastones de azúcar sabiendo no nuestra la congoja 54
Hoy lamo el sabor inútil de los manzanos de la niñez los cuentos al pecho de mi padre que olía a quietud cosquillas de estrellas que hago añicos Porque duele la ausencia destemplo ausencias
La escuadra repta muda su lamento un blues trepidante al estallido de las sienes Acá tan cerca de estos abortos de hombre infiltrados de medallas «cuando se ven santos marchar» marchar pertrechos verde marchar marchar terrores sangre encolumnada en llanto marchar marcho Marcho y lloro verdes pertrechos en llanto ¡Oh Santo! ¡Santo! 55
El verde hiede a emboscadas Sangran las flores se acumulan pertrechos y terror una pústula que se agiganta en nuestros dientes Aquella mujer aun desvaría entre mis muslos descuelga océanos Y yo ajeno de liras y ser uno encabrito guijarros que ruedan por mis mejillas Ya no tengo rostro En la garganta ni sal Revivo ¡Maldigan calaveras! Otro pájaro agoniza en el nido astral de mi indulgencia ¿Sabés Juan si terminara esta guerra adónde iríamos huérfanos de lucha?
Parda profecía revienta Estallan en secreto laberintos y pájaros de lodo 56
Recuerden El arco de horizonte se ha tragado los gritos Y ya no hay guerra sólo atisbos desnudos en féretros de pluma Por eso me emborracho del llanto de los fuertes Mi madre parturienta envuelta en sangre y misiles ¡paría calaveras! grité Y conste que he enterrado esa desesperación incesante de volver sin mí Soy uno más Corazón color fuego jacinto y azufre
Recuerdo el galope de la gran espada contra el gris brumoso de las grietas Su eco resuena en las gargantas Un corazón de hierro estúpido Estúpido hoy que me arden los párpados teñidos de rojo contra el iris azul del Supremo
Ahora mientras fuman vapores sendos ojos 57
los de Juan los míos los de todos los soldados muertos una redecilla sueña se eleva con aroma a azahar y un jugo verde pastoso cuela las grietas y horada tumbas cala mi asco y el asco de las damas de caridad tomando el té se instala ahí justo delante y un poco más abajo de la inserción de la lengua El asco decía y los azahares No sé cómo poemar azahar y muerte Punzo mi grito como la cigarra su canto atrincherado Punzar la piel Láudano inútil Sin embargo reímos con alma y dientes de boj
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Cree el sargento haber torneado bien nuestras volutas Escucha las risas hombre imbécil Carcajadas desgranan la tierra removida Leo tumbas
Por fin he podido desentrañar mi pesadilla infante ¿Te acordás mamá? El esqueleto me llevaba en sus brazos riendo suelto riendo enorme su suelta mandíbula enorme riendo devoradora Y yo despertaba en llanto dentro de su boca ¡Cúbranse! Cúbranse las almas Un blues tan triste sangra la luna perfume argenta y pólvora La memoria es un arlequín encabritado en volteretas Puede expandir los tiempos hasta deformarlos desengarzar zafiros 59
devolver a la colada hirviente tres cañones junto al hombre de hojalata al rojo crepitar las cadenas a los mineros su sudor y ya no recordar en fuga incesante para qué he venido el nombre de esta guerra o mi propio nombre Ni siquiera soy poeta
«El oficio de testigo siempre me produjo horror» Por eso sumo mi música al gemir de las esquirlas en el vientre Avanzo desnudo con la visión de la muerte como coraza Eso dijeron Pero los ojos en tránsito quiebran las piernas de mi odio Solo siento piedad y avanzo No No estoy desnudo Tengo el abrigo de la escuadra y su alimento 60
Me alimento de ella a ella alimento Soy la escuadra yo y Juan y todos los que fueron De sus presencias me embriago Su recuerdo sabe a vino caliente en las gargantas fiebre mano caricia madre que arropa esas hilachas que aún conservamos de niñez
Ahora en un fogón que agoniza brasas traemos historias Hay ojos pardos y sonrisas blancas hay llantos de niño y caricaturas del espanto hay puños cerrados y bocas tan abiertas Estoy desposado con la guerra con esta guerra Por eso la comprendo y permanezco en ella como en un capullo de aguas en sueño 61
Ella me ha preĂąado de infinito
Tal vez deba callar
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9 789875 434721