LA ESTAFETA PERDIDA. 25 AÑOS DE UN PROYECTO SECUESTRADO: EL PRESBITERIO JUAN CALVINO Leopoldo Cervantes-Ortiz 21-24 de febrero, 2014 La división de la iglesia es una imposibilidad ontológica. Corresponde a la realidad del pecado humano, no del propósito de Dios.1 EMILIO CASTRO 1. Preámbulo Ahora que se han cumplido 25 años de los inicios del proyecto eclesial denominado Presbiterio Juan Calvino y, sobre todo, luego de ver cómo una nueva generación de dirigentes se ha apropiado de dicho aniversario, llama la atención la manera en que, una vez más, en el desarrollo de alguna instancia de la Iglesia Nacional Presbiteriana de México (INPM) vuelven a repetirse situaciones que falsean la historia, los ideales y los proyectos específicos de determinados actores. El presente texto no es más que un complemento de los resúmenes que quien escribe estas líneas ha ensayado: en abril de 1991, un ―perfil ideológico e histórico‖; febrero de 2000, una periodización de su desarrollo; y el más reciente, de enero de 2012 (www.facebook.com/notes/leopoldo-cervantes-ortiz/breverecuento-de-los-or%C3%ADgenes-y-desarrollo-del-presbiterio-juan-calvino/10152266908457174), escrito al calor de lo sucedido el año anterior, cuando la directiva en funciones, integrada por los señores Ananíes Laguna Coyoc, Edwin Ignacio Herrera y Juan José Maldonado, traicionó los acuerdos que acerca de los ministerios femeninos se habían tomado legalmente, y se sometió a los dictados de las fuerzas más reaccionarias que aún controlan a la INPM y actuaron ilegalmente, primero, para mantener una representación que ya no tenían, y segundo, para imponer una situación de represión, abuso y usurpación de funciones que desembocó en la excomunión de siete pastores. De ninguna manera sería sano dejar pasar esta fecha para poner sobre la mesa los antecedentes y entretelones de la celebración secuestrada por los presentes actores, pues parecería que quienes participamos de la vida presbiterial en su momento asentimos o estamos de acuerdo con ellos, pero al no ser así, es una obligación ética y espiritual denunciar sus excesos y reduccionismos, desconectados en lo esencial, porque ninguno de ellos estuvo presente, de la visión que le dio origen al Presbiterio. Al secuestrar la celebración de este aniversario, algo que han hecho durante cuatro años consecutivos, únicamente siguen subrayando el carácter espurio de su tarea y de su representación. En esta nueva oportunidad es muy necesario hacer una reflexión eclesiológica capaz de exhibir y desenmascarar a quienes hoy se arrogan una función que están muy lejos de tener, puesto que en modo alguno estas personas dan continuidad al proyecto original debido a su desconocimiento y a la ausencia de convicciones firmes derivadas de un escaso apego al ideario con que surgió dicho Presbiterio. Incluso resulta penosa la manera en que manipulan la figura del presbítero Abel Clemente Vázquez, animador y fundador del mismo, y quien predicó el pasado 16 de febrero del año en curso en la Iglesia Nazaret, para sus cuestionables fines que consisten en hacer creer que ellos son los depositarios de las propuestas iniciales del proyecto eclesial. De más estaría esperar alguna explicación que ni en su momento la hubo, enredados como estuvieron en la búsqueda de acomodo para salir bien librados. Lamentablemente, la situación actual de salud del presbítero Clemente, quien inspiró el surgimiento del presbiterio que llevaría el nombre del reformador franco-ginebrino, no le permite percibir, al parecer, el grado de deshonestidad histórica, intelectual y espiritual con que se está utilizando su nombre para propósitos que se alejan diametralmente de las intenciones con que se inició dicho cuerpo eclesiástico. Más allá de que, en aras de esta celebración espuria se está violentando la realidad histórica y teológica que ese movimiento representó, resulta urgente rescatar las líneas generales de pensamiento que orientaron su existencia, la cual llegó a una situación límite cuando en octubre de 2011 la directiva en turno dio marcha atrás en los objetivos y el perfil que debió seguirlo caracterizando. Acaso el progresivo ingreso de nuevos miembros que, lejos de profundizar en los orígenes y metas del Presbiterio, decidieron, al acceder a los puestos directivos, encaminarlo por senderos muy distintos a los iniciales. También hay que destacar la creciente laxitud con que fue se fue examinando a nuevos integrantes, pues en algunos casos se ordenaron pastores sin la suficiente 1
Cit. por Zwinglio Mota Dias, en Discussão sobre a Igreja. Ed. revisada y ampliada. São Paulo, Fonte Editorial, 2013, p. 159.