Carlos Monsiváis, "Así te ves mejor... crucificado"

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Domingo 15 de octubre de 2006

2/M EL IMPARCIAL-Hermosillo, Sonora, México

“Así te ves mejor... crucificado” Por Carlos Monsiváis

E

n “El libro de Dios”, Alfredo R. Placencia (1873-1930), un cura de provincia y de parroquias rurales abandonadas, escribe algunos de los poemas religiosos más extraordinarios de la literatura mexicana. Uno de ellos, “Ciego Dios” es en especial notable:

Así te ves mejor, crucificado, bien quisieras herir, pero no puedes. Quien acertó a ponerte en ese estado no hizo cosa mejor. Que así te quedes.

La poesía religiosa en lengua española es un género con grandes practicantes: De Santa Teresa y San Juan de la Cruz a Francisco González León, Placencia y Pellicer, del ecuatoriano César Dávila Andrade al nicaragüense Ernesto Cardenal, del puertorriqueño Luis Palés Matos al cubano José Lezama Lima

Si se indaga en la “teología específica” que orienta poemas de intenciones místicas, en el de Placencia se transparenta la adopción de Jesucristo por sus criaturas, ese ir a fondo del o la creyente que ve en el sacrificio en la cruz el nacimiento doble de la religión y de su fe personal. En esa vertiente se encuentran varios textos de Carlos Pellicer (1897-1977), entre ellos uno de sus “Sonetos Postreros” (mayo de 1952):

Cervantes Ortiz (Oaxaca, 1962), estudió Letras, Medicina y Teología, ha publicado antologías, entre ellas Lo sagrado y lo divino. Grandes poemas religiosos del siglo XX (2002), poemarios y ensayos de “teología poética”. Es un lector infatigable y agudo y le debo a este libro varios descubrimientos, entre ellos Clara Silva, la venezolana Ida Gramcko, el ecuatoriano Fernando Cazón Vera y el nicaragüense Horacio Peña. Sobre todo, el libro de Cervantes Ortiz tiene el mérito de integrar en un panorama a poetas diversos y opuestos y resolver la contradicción desplegando “el cuerpo a cuerpo” de los escritores y el Misterio o Lo Sagrado o como se le quiera nombrar a lo inexplicable, al enigma o la revelación que la poesía no resuelve sino consigna. En la búsqueda o la negación o el encuentro con Dios se localiza la antes llamada “inspiración” y ahora “técnica”, término también impreciso como demuestra esta antología. Cervantes Ortiz establece su mapa autoral: “...las mutaciones que experimentó América Latina a lo largo del siglo XX, manifestadas sobre todo por la creciente descatolización, responden también a las características peculiares que han tenido la modernidad y su influjo. Tal vez el progresivo debilitamiento de la religión mayoritaria comenzó a hacerse palpable antes de imponerse la pluralidad religiosa actual, mediante la expresión literaria de las primeras décadas del siglo, en las que se forjó un conjunto valiosísimo de autores que ignoraron por completo las restricciones clericales”. La muerte y la resurrección de Dios. La fe que sale de las iglesias. La intuición de lo sagrado. La lucha toda la noche con el ángel. El descreer como método de la humildad interpretativo. En alguno de estos temas se ubica el trabajo del brasileño Murilio Mendes (19011975) y su “Iglesia mujer”:

Haz que tenga piedad de Ti, Dios mío. Huérfano de mi amor callas y esperas. En cuántas y andrajosas primaveras me viste arder buscando un atavío. La poesía religiosa en lengua española es un género con grandes practicantes, de los poetas medievales y Santa Teresa y San Juan de la Cruz a Francisco González León, Placencia y Pellicer, del ecuatoriano César Dávila Andrade al nicaragüense Ernesto Cardenal, del puertorriqueño Luis Palés Matos al cubano José Lezama Lima. Con el tiempo y, si se quiere, en el ámbito de “la posmodernidad”, los que profesan una fe específica, y los que no la compartimos, hemos aprendido a leer, y muy gozosamente, estos testimonios de la trascendencia que se vive desde la convicción y la estética. Los poetas lo saben: Si no ejercen su fe a través del rigor literario, se vuelven oportunistas de su creencia, como tantos de los escribas guadalupanos incluidos en las antologías-orfanatorios de Joaquín Antonio Peñalosa. Hay también poetas que, sin profesar la fe cristiana o más concretamente católica, son ateos o agnósticos o, si se quiere, personas desinteresadas por el nombre del casillero devocional o extradevocional que les corresponde. De ambas especies poéticas da cuenta un libro excelente, El salmo fugitivo. Una antología de poesía religiosa latinoamericana del siglo XX (Editorial Aldvs, México, 2006. Selección y prólogo de Leopoldo Cervantes Ortiz). En El salmo fugitivo, el criterio selectivo me parece impecable: No se elige a los escritores por su fe desbordada, asunto que es de suponerse tomará Dios en cuenta, sino por la originalidad de su registro de lo espiritual, por la belleza formal, por la incorporación de lo divino a lo cotidiano, en seguimiento de la frase (y de la actitud) de Santa Teresa: “Entre los pucheros anda el Señor”. Así, Clara Silva (Uruguay, 1905-1976):

La iglesia llena de curvas avanza [hacia mí, Enlazándome con ternura [—pero quiere asfixiarme. Con un brazo me indica el seno [y el paraíso. Con otro brazo me convoca [al infierno... O con el cubano José Lezama Lima (1901-1976): Deípara, paridora de Dios. Suave la giba del engaño para ser tuvo que aislar el trago del ave, el ave de la flor, no el ser del querer.

Te pregunto, Señor Te pregunto, Señor, ¿es ésta la hora o debo esperar que tu victoria nazca de mi muerte? No soy como tus santos, tus esposas, Teresa, Clara, Catalina, que el Ángel sostiene en vilo sobre la oscuridad de la tierra, mientras tu aliento tempranamente los madura.

También hay otra vertiente en esos años, la de los cristianos ortodoxos como la cubana Dulce María Loaynaz o los mexicanos Concha Urquiza (1910-1945) y Manuel Ponce (1913-1994). Urquiza es excepcional es su afán de recuperar la mística en la época de la militancia socialista. Así, en Sonetos de los Cantares:

Silva no es una seguidora humilde, sino un ser humano amparado en la melancolía, la tristeza y “el cuerpo de mi sombra”, y capaz de exclamar:

y el escándalo que hago con tu nombre para oírme. y tu amor que revivo en mí cada mañana, masticando tu cuerpo como un perro su hueso.

Aunque tan sierva de tu amor [me siento que hasta la muerte anhelo confesarte, bien sé que como Pedro he de negarte no tres veces, Señor, tres veces ciento.

El salmo fugitivo es una valiosa aproximación a un tema ignorado o descuidado por las iglesias, para empezar. * Carlos Monsiváis es escritor. Autor, entre otros libros, de “Aires de familia” (Anagrama, 2000).

Thomas Eakis. “La crucifixión” (1880)

Falta rigor en la Bienal E

s una sorpresa desagradable consultar la página electrónica del Instituto Sonorense de Cultura y así enterarse de que se amplía el plazo para participar en la V Bienal de Artes Plásticas 2006. Irresponsablemente, en la página no se indica razón alguna que justifique tal medida. La institución cuenta con todos los canales adecuados para hacerlo: Radio, televisión, la misma Internet con sus páginas y revista digital; medios que, por cierto, debieron haberse utilizado oportunamente y con eficacia para la difusión que garantizara la respuesta deseada de la convocatoria. La V Bienal ha empezado premiando a la falta de rigor y profesionalismo de los concursantes que han dejado todo para lo último; y no sólo eso, la prórroga es “generosa”: 13 días. Se especulará si se pretende dedicar ese plazo al trabajo que se pospuso durante dos años; y se especulará con justa razón, pues el escueto aviso del

ISC da pie a ello, basta leer título y subtítulo de la nota: “Prórroga en la V Bienal de Artes Plásticas 2006 / El plazo se extiende hasta el jueves 19 de octubre... Se destinará la cantidad de 100 mil pesos para tres premios de adquisición...” (los puntos suspensivos son de la propia redacción del ISC); y es todo, pues tampoco el cuerpo del texto nos brinda explicación alguna; sin embargo, de inmediato se nos recuerda, eso sí, el volumen en metálico del premio. Aún situándolo en el contexto nacional, el monto resulta generoso, de eso no cabe la menor duda, pero sería ingenuo pensar que esto hará por su sola mención (y a esta hora) las veces de una campaña de difusión exitosa. El simple hecho de recordarnos lo abultado de la bolsa en juego no justifica la falta de formalidad en el cumplimiento de la convocatoria. La cuantiosa inversión del Gobierno estatal, por el contrario, requiere ser respaldada con

responsabilidad, con el trabajo disciplinado indispensable para otorgar dicho premio con justicia, entendiendo que la misma será resultado de una labor profesional y no de última hora; porque de no ser así, es muy probable que los anunciados 100 mil premien a los talentos creadores de las mejores obras del cuarto para las doce. Alguien dirá que no hay por qué sorprendernos, pues prorrogar y posponer se han vuelto una práctica común en materia cultural en Sonora. Usted puede comprobarlo en www.isc.gob.mx, en donde las cabezas se pintan solas: “...se posponen actividades de Eliseo Alberto” (Oct 6, 2006), “Cambios en el programa de la Feria del Libro Hermosillo 2006” (Oct 2, 2006), “Se cancela 2 pa 3” (Sep 21, 2006), “Artes Visuales por Sonora 2006...prórroga” (Ago 15, 2006) “Se pospone el taller Formación de novelistas” (Ago 7, 2006), etcétera. Evidentemente, la costumbre de posponer se ha afianzado en últi-

mas fechas, pero la nota de alerta ya se advertía –en una manera que raya en lo hilarante– a fines del 2005: “Prórroga para la Bienal Regional de Escultura en Pequeño Formato” (Nov 18, 2005); caso extraordinario en que 17 días después del cierre del plazo según su propia convocatoria (que lo fijaba originalmente el 1 de noviembre) se anunciaba la ampliación hasta el 16 de diciembre. Al parecer fueron sumamente concienzudos: Requirieron de 17 días de análisis silencioso, para anunciar que decidían agregar un mes más antes de la fecha de cierre original. Saúl Esparza Octubre 10 de 2006


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