n133-134 elpoemaseminal [mayo-julio09]
idea vilariño (1920-2009)/ jep: 70 años/ jorge enrique adoum (1926-2009)
atisbos M MU URRIIÓ Ó IID DEEAA VVIILLAARRIIÑ ÑO O,, U UN NAA D DEE LLAASS M MÁÁXXIIM MAASS VVO OCCEESS PPO OÉÉTTIICCAASS D DEE AAM MÉÉRRIICCAA LLAATTIIN NAA Montevideo, 28 de abril. La muerte de Idea Vilariño, este martes a los 88 años, implica la pérdida de una de las principales poetas uruguayas, que integró la emblemática generación del 45, aunque quedan al descubierto las raíces de su poesía. “La poesía de Idea era como un árbol crecido al revés, con las raíces al aire. Ese árbol seguirá estando”, manifestó el escritor uruguayo Eduardo Galeano, al comentar la muerte de la poeta. “Idea Vilariño es una de las voces poéticas más importantes no sólo de Uruguay, sino de América Latina”, había dicho el escritor Mario Benedetti –actualmente hospitalizado– en mayo de 2005, cuando fue distinguida con el título de Ciudadana Ilustre de Montevideo. “Es una poeta que tiene algo de misterio y de soledad, pero también muy expresiva en su cuota de amor [...] Yo la quiero mucho, hemos sido compañeros muchos años en varias empresas”, agregó el escritor uruguayo, de 88 años. Idea Vilariño —quien nunca se casó ni tuvo hijos— falleció en la madrugada del martes en un sanatorio privado, tras haber sido intervenida, informaron fuentes del centro asistencial Casmu. Vilariño había sido internada dos días atrás y no pudo superar una cirugía por una oclusión intestinal y arterial, indicaron las fuentes. Traductora y docente Nacida en Montevideo el 18 de agosto de 1920 en el núcleo de una familia de poetas, Idea Vilariño fue poeta, ensayista y crítica literaria. Integró la generación del 45 junto a autores como Juan Carlos Onetti, Mario Benedetti, Sarandy Cabrera, Carlos Martínez Moreno, Ángel Rama, Carlos Real de Azúa y Mario Arregui. La generación del 45, que surgió en el contexto de un incipiente proceso de deterioro económico, social y político de Uruguay, con perspectivas intelectuales diversas, fue uno de los movimientos más creativos de la literatura de ese país, impregnado de un culto al rigor, cierta autosuficiencia y el cuestionamiento a enfoques normalmente aceptados. Autora, entre muchas otras, de obras como La suplicante (1945), Cielo cielo (1947), Paraíso perdido (1949), Nocturnos (1955) y Poemas de amor (1957), Vilariño era además traductora, compositora —había estudiado piano y violín— y docente. Sus traducciones ganaron importante reconocimiento, como su versión de La tierra purpúrea, de William Henry Hudson, o sus traducciones de Shakespeare que han sido representadas en teatros de Montevideo. Como compositora se pueden mencionar dos canciones de la música popular uruguaya: “A una paloma” (musicalizada por Daniel Viglietti) y “Canción y el poema” (con música de Alfredo Zitarrosa). Fue