Cuaderno de Viaje: Serrabone-Compostela.
He llegado hasta los altos del Monte de O Cebreiro, cerca ya del Finisterre español desde la lejana Francia, buscando el recuerdo y el último aliento de Bernard de Bonna Serra, maestro de la obra escultórica de San Miguel de Cuixà y de la tribuna de Santa María de Serrabone. Partió de este lugar al día siguiente de que fuera consagrada la nueva iglesia del priorato agustino. Ha sido en los restos de Serrabone, a donde llegué incitado por un grupo de arqueólogos amigos, lugar abandonado y maravilloso, en el que llegó hasta mis manos este pequeño documento. Narra la peregrinación a Compostela de un pequeño grupo de canteros ocitanos. El relato acaba en este lugar.
En el Hospital de O Cebreiro escribe Bernard sus últimas líneas, ha caído enfermo y es cuidado por sus compañeros en la hospedería de Santa María. Han pasado muchos años. Las pallozas dan un perfil romántico a la aldea. La España de hoy, año de 1835, es todavía más peligrosa que aquella otra que recorrieron Bernard y sus acompañantes. Bernard era el único del grupo que sabía escribir. Al morir él, ya nadie escribió, a partir de este lugar solo hay dibujos, destacando el pórtico de las Platerías de la Catedral Compostelana.
Estos legajos que hoy vuelven a hacer el Camino de Santiago me han conducido hasta este lugar inh贸spito, para rememorar aquel otro viaje de aquellos valientes canteros. Acodado a los muros del antiguo cementerio leo el diario de aquella peregrinaci贸n.
Carnet de route: Serrabone-Compostela.
Bernard de Bonna Serra Gaullet
“El día tercero de los idus de marzo del año de la Encarnación de MCLI, el obispo de Elne, Artal II consagra la ampliación del Priorato agustino de Santa María de Serrabone. Al acabar la celebración el señor obispo se dirige a nosotros y nos entrega una credencial que había de facilitarnos el viaje hasta Santiago de Compostela. En San Miguel de Cuixà el abad Gaufred también nos había proporcionado un salvoconducto para recorrer el Camino de las Estrellas que también es el Camino benedictino. Iré acompañado de tres aprendices jóvenes, para agradecer al Apóstol el haber finalizado, con bien, tanto las obras en Cuixà como estas que hoy se consagran en Serrabone. Tenemos preparado todo para partir, nada nos ata a este lugar.
Salimos de madrugada en dirección a Foix, nuestro objetivo es llegar hasta Auloron, para allí unirnos a otros grupos de peregrinos, que sin duda procedentes de Toulouse y del sur de Europa peregrinan a Compostela. Dos acémilas transportan nuestras pertenencias y nos ayudan cuando lo necesitamos. Caminamos de sol a sol, pernoctando en Foix, Saint-Girons, Sainte-Gaudens, Tarbes, Pau y, por fin, Auloron. Aquí descansamos varios días y nos unimos a otros grupos de peregrinos. Es Auloron sede obispal y cuenta con una buena catedral en la que admiramos y apuntamos sus esculturas.
Un puente en buena sillería sirve pata cruzar el caudaloso Aspe. Pronto llegamos a Urdos, lugar de descanso antes de subir el Portus Asperi y entrar en tierras aragonesas. Esta noche descansamos en el buen Hospital de Santa Cristina. Siguiendo el curso del río Aragón llegamos a Jaca, sede obispal y antigua capital del reino. Cuenta la ciudad con un buen mercado semanal, con su vara jaquesa esculpida en el pórtico meridional de la catedral. Ahora mientras descansamos, Gaull buen dibujante perfila con lápiz el capitel del Sacrificio de Isaac, que cuenta con un buen desnudo. Proseguimos nuestra marcha para cruzar por un vado el Aragón, que viene crecido con el deshielo. Nuestra siguiente parada será Tiermas.
Sangüesa, Monreal, Eunate, nos llevan a Puente la Reina, ya en tierras navarras. Conocida por el puente que construyera la reina Doña Mayor sobre el río Arga. En este lugar confluyen la mayoría de las calzadas que viniendo de Francia llevan a Santiago. Desde Puente la Reina nos dirigimos a Estella, lugar en el que descansaremos. Se asientan en la ciudad dos barrios de francos, San Miguel y San Juan. Gaull dibuja a los canteros que se afanan levantando un edificio que parece un palacio.
Saliendo de Estella pasamos por los Arcos donde cruzamos el río Odrón por un puente de madera. Seguimos por Torres, Cuevas y llegamos a Logroño después de cruzar el río Ebro por un buen puente de piedra, mandado construir por el rey Alfonso. Después nos encontramos con Nájera hoy castellana, al igual que Logroño, allí se levantó un Hospital de peregrinos junto al Monasterio de Santa María la Real. En éste con buena comida nos reponemos del esfuerzo realizado hasta ahora.
El Camino de Nájera a Redecilla fue restaurado por Santo Domingo, santo constructor. Edificó el puente sobre el río Oja y el Hospital de peregrinos, que el mismo atendía. En Redecilla, villa pequeña, admiramos la pila bautismal, de la que tanto nos habían hablado los peregrinos que se encaminaban de vuelta a sus casas. Este tramo del Camino fue restaurado y custodiado por Juan de Ortega, que construye un pequeño puente en Belorado. Pasado el río descansamos y Gaull dibuja pausadamente la pila de Redecilla.
Luego viene Auca, que fue sede episcopal hasta su traslado a Burgos. AquĂ se han asentado muchos francos, adquiriendo la villa el nombre de Villafranca de Auca. Este tramo de Camino fue recuperado por San Juan de Ortega. Estos montes son temidos, por lo que nos agrupamos con varios grupos de peregrinos, llegando al santuario de San Juan de Ortega que cuenta con un buen hospital de peregrinos. Luego viene Ataporca y Burgos, ciudad rica y con impresionante catedral con arcos de medio punto. Cuenta con numerosos hospitales y mesones, en los que se muestra la riqueza, tanto en la comida como en el modo de comer.
Habiendo descansado en Burgos, partimos hacia Tardajos, Furnellos y Castrosorecia, villa de sirga peregrinal que crece al amparo del Camino y de su fuerte castillo. De mañana iniciamos el camino cruzando el río Odrilla por un pequeño puente de piedra, superando el alto de Mostelares, llegamos al Puente Fitero, por el que cruzamos el Pisorga, cuya construcción se debe al rey Alfonso, protector del Camino y de la orden benedictina de Cluny. A su lado el Hospital de San Nicolás acoge al peregrino.
Caminando por tierras ricas en trigo y vino, pero sin arbolado llegamos a Frumesta, lugar donde la reina Doña Mayor impulsó la construcción del Monasterio de San Martín con su Hospital. En su iglesia Gaull dibuja el capitel del ábside, donde se representa la expulsión de Adán y Eva del Paraiso, con un desnudo muy parecido al de Jaca.
Saliendo de Frumesta llegamos a Oveco y Arconada con su gran Hospital de San Facundo, Primitivo y Cristóbal, que mandó construir don Gómez, conde de Karrionus. Luego viene Karrionus, villa próspera y rica en todo tipo de productos. Karrionus descansa junto a sus murallas con la iglesia de Santa María acodada a ella y numerosos hospitales.
Se levanta ahora la iglesia de Santiago que ha de tener una buena obra escultórica. Gaull decide contribuir con su trabajo a la realización de esta construcción, haciendo un alto en el Camino. Al otro lado de las murallas y tras cruzar el río por el puente de piedra avistamos el monasterio de San Zoilo, lugar en donde descansan los restos de los mártires Zoilo y Félix. Continuamos jornada hasta la Abadía de Santa María de Benevívere de la comunidad de los agustinos. Con la carta de Artal II logramos descansar y reponer fuerzas durante varios días.
Llegamos a Sanctus Facundus, lugar en el que reverdecieron las lanzas de los guerreros victoriosos de Carlomagno. El Monasterio de San Facundo y Primitivo fue impulsado por el rey Alfonso, venerando en el lugar los cuerpos de los santos m谩rtires. Pasado Sanctus Facundus cruzamos Cal莽ada, Burgo Ranero y avistamos Manxilla con sus murallas y su gran puente sobre el Esla. Entre Le贸n y Mansilla se cruza el Porma por un gran puente de piedra, donde surge un burgo nuevo. Luego viene Le贸n lugar en donde se asienta la corte real y donde se venera el cuerpo de Isidoro, santo sevillano. Cuenta con numerosas iglesias y hospitales y con una buena catedral.
Cruzando el río Bernesga abandonamos León, llegamos primero a Orbega y luego viene Osturga. Esta Ciudad Antigua aparece defendida por unas murallas antiguas y con una catedral en construcción. Luego está Raphanellus, con su pequeño Hospital, en el que descansamos. Estas tierras ásperas son ricas en oro y plata. Hoy afrontamos el puerto del Monte Irago con su Hospital y albergue para peregrinos, fundado por Gaucelmo. En sus límites un gran montículo de piedras parece señalar el fin de un territorio.
Desde lo alto descendemos con rapidez por El Acebo, Siccamolina y Pons ferratus, por donde se cruza el Sil. Tiene Pons ferratus varios Hospitales y albergues para peregrinos. Tengo calentura y me cuesta escribir estas líneas. Tres días después llegamos a Villa Franca. El viaje es lento, apenas puedo andar y paso mucho tiempo encima de la acémila. No podemos continuar y descansamos en el hospital de Santiago. Todavía tenemos que afrontar el Puertus monti Frebraurii. ¡Que lejos queda Santiago!
Al salir de Villa Franca, la sirga se empina, mientras en lo alto el castillo de Castrum Sarracenicum vigila nuestra subida, acompañados por otros muchos peregrinos. Llegados a Frebraurii, descanso en el Hospital. Tengo fiebre. Mis amigos me acompañan. Casi no puedo escribir estas líneas. Je n’arriverai jamais à Saint-Jacques .”
Desde lo alto de O Cebreiro yo, el escritor Prosper Mérimée, impulsor de la recuperación de las ruinas del cenobio de Serrabone, llegaré a Compostela por ti, Bernard.
FIN