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El imaginario colectivo mexicano
“Mi trabajo siempre ha sido un diálogo con la historia del arte universal desde estos contextos de la cultura popular, porque son los contextos los que siempre determinan fundamentalmente las obras. Entonces es difícil hacer a un lado toda esta experiencia de la ruta, que es la calle, la autopista, los letreros, el mismo tequila... Viene como anillo al dedo el hecho de que estas cosas, que ves por todas partes en este país, pueden ser tomadas y reconfiguradas para darles otra lectura.
Y es precisamente lo que desarrollé para la botella, el cómo poder llevar todos esos procesos que permanecen escondidos, que no están a la vista, y hacerlos visibles en este momento para que la experiencia sea una completa.
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Para los mexicanos el tequila es parte de del imaginario colectivo, y es el embajador por excelencia, así lo vemos por fuera. Es difícil disociar la bebida de la construcción identitaria de México. Es un proceso muy complejo al mismo tiempo porque representa la unión de dos mundos, ya que la técnica para destilarlo es completamente europea, pero la piña es mexicana, por lo que podemos hablar de un mestizaje.
Cuando visité el pueblo de Tequila, vi en la carretera los camiones de redilas que tienen una estructura geométrica muy balanceada, colores y estructuras perfectas y quise encontrar una conexión con las antiguas culturas mesoamericanas. Así que decidí tomar todo esto y, al ver este tipo de camiones que llevaban las piñas a la destilería, desarrollé un trabajo que hablara abiertamente desde la abstracción, de la forma y del color. Esas formas geométricas tienen antecedentes prehispánicos y las podemos ver no solo en los camiones, sino en los textiles, la cerámica; son formas que no son ajenas.
Quise que fuera un proyecto muy redondo, quería que cuando vieran la botella en el anaquel, vieran festividad y color, que es como se ve a México cuando se va por la calle”, nos dijo el artista en entrevista. c