Bicentenario cartagena de Indias 1811 - 2011
Cartagena Preg贸n de la libertad
tomo i
1811-2011
Cartagena de Indias
Bicentenario
Cartagena
la libertad
Preg贸n de
TOMO I
Revista SEMANA Director Alejandro Santos
Editor general
José Fernando Hoyos E. Jefe de redacción Mauricio Sáenz Asesores históricos Fabio Zambrano Jorge Cote Producción e investigación gráfica Yira Plaza O’Byrne Investigación Fabio Andrés Prieto
Alcaldía Mayor de Cartagena de Indias Alcaldesa Judith Pinedo Instituto de Patrimonio y Cultura Irina Junieles Asesores editoriales Rafael Vergara Adolfo Meisel Moisés Álvarez Javier Ortiz Cassiani Miembros de la Comisión Asesora del Bicentenario de la Independencia de Cartagena de Indias
Director creativo Hernán Sansone Diseño y diagramación Leidy Sánchez Diana Velásquez Ilustraciones Emerson Barona Javier de la Torre Corrección de estilo Hernán Miranda T. Editor de fotografía León Darío Peláez Fotografía Juan Carlos Sierra Guillermo Torres Daniel Reina Andrés Rozo Catalina Jiménez Gerente general Elena Mesa Zuleta Gerente de circulación Iván Jaramillo Director de producción Orlando González Archivo Semana Javier Cruz Angélica Peña Carlos R. Rocha Yolanda Parra Preprensa Semana Impresión Printer Colombiana S.A.
Agradecimientos Personas: Daniel Castro, Mauricio Tovar, María Victoria de Robayo. Instituciones: Museo Nacional de Colombia, Casa Museo Quinta de Bolívar, Museo de la Independencia - Casa del Florero, Archivo General de la Nación, Biblioteca Nacional de Colombia, Biblioteca Luis Ángel Arango, Museos de la Universidad Nacional de Colombia, Museo Militar de Colombia, Fototeca de Cartagena. © Publicaciones Semana S. A. Todos los derechos reservados. Publicaciones Semana Calle 93B n.º 13-47 PBX: (57-1) 646 8400 Bogotá, D.C. - Colombia
Noviembre de 2011
Sumario
Christophe Colomb. Michel Lequenne, 1991.
Presentación ..................................................................................6 Cronología ....................................................................................8 Cartagena de Indias… una ciudad ............................................ 10 Cartagena, entre ciudad bisagra y ‘T’........................................ 14 Provincia de indígenas................................................................ 16 La puerta de América ....................................................................18 América comercial ......................................................................20 La trata, negocio de salvajes ......................................................22 Cómo llegaron los esclavizados .............................................. 25 La lucha por la libertad..............................................................26 Con mucho valor ........................................................................28 El eterno rival .............................................................................30 La hacienda en el Caribe.............................................................. 32 Las murallas.................................................................................. 34 En la mira de piratas y corsarios.................................................36 Piratas del Caribe......................................................................... 38 Los enemigos de España .............................................................. 39 Rezar, vigilar, pecar.....................................................................40 La Inquisición en Cartagena.......................................................42 Una ciudad multirracial.............................................................44 Una casa, muchas vidas................................................................46 La vivienda.....................................................................................48 Rebeldes aborígenes....................................................................50 Europa y la Independencia.......................................................... 52 La prensa, motor de la gesta........................................................ 54 Periódicos cartageneros y del Caribe ...................................... 57 Revolución de Haití, ecos en el Caribe..................................... 58 La República de Cartagena......................................................... 60 Pedro Romero, el lancero de Getsemaní..................................62 La Independencia absoluta.........................................................64 Igualdad y libertad . ....................................................................66 El poder del pueblo......................................................................68 Santa Marta, la realista...............................................................70 Un ejército de todos los colores...............................................72
La verdadera Independencia H
ace 200 años, el pueblo cartagenero, apoyado por los Lanceros de Getsemaní al mando del mulato Pedro Romero, se dirigió hasta la Plaza de la Aduana para exigirle a la Junta de Gobierno la declaratoria de Independencia absoluta de España, en oposición a la voluntad mayoritaria de sus miembros que preferían aplazar la decisión y mantenerse leales al rey. Los miembros de la Junta tuvieron que atender el clamor popular y decretar la Independencia el 11 de noviembre de 1811. Fue la primera provincia de la Nueva Granada en hacerlo. Después, esta proclama quedaría institucionalizada el 14 de junio de 1812, cuando fue expedida la Constitución Política del Estado de Cartagena de Indias,
un documento excepcional, profundo, democrático y vanguardista, que aún hoy, casi dos siglos después, mantiene una vigencia increíble. La lucha ejemplar de mestizos, mulatos, zambos y negros reunidos en Getsemaní, y después de todos los habitantes de la ciudad, que dieron sus vidas incluso en el brutal sitio que impusieron las tropas españolas comandadas por Pablo Morillo en 1815, ha sido ejemplo desde entonces de múltiples luchas populares para lograr, ya no la independencia, sino la libertad, la igualdad y la dignidad. Esta gran edición especial del Bicentenario de la Independencia de Cartagena, realizada por la Alcaldía Distrital y la revista SEMANA,
es un esfuerzo por reconstruir en forma ágil los principales aspectos de la historia de la ciudad y sus gentes y los momentos que hicieron de esta un crisol de la memoria del pasado colonial, de las vicisitudes de la Independencia y de la consolidación republicana. Desde su nacimiento Cartagena tuvo que hacerles frente a las adversidades del lugar escogido para su fundación. Después, en 1552, el poblado fue consumido por un voraz incendio que dio origen a la traza actual y a la particularidad de las casas. Y cuando se convirtió en puerto de referencia para el comercio con España, fue asolada por piratas y corsarios. De hecho, Cartagena tuvo que enfrentar las dos más poderosas expediciones armadas que emprendieron en América los imperios de Inglaterra, con Edward Vernon, y de España, con Pablo Morillo. Durante los largos años de las guerras de la Independencia, Cartagena pagó el precio más alto sobre cualquier otra ciudad o provincia de la Nueva Granada. El Corralito nunca dudó del ideario republicano, consignado claramente en la Constitución de 1812. Se enfrentó a otras ciudades por imponerlos. Y después, con la reconquista, murió la tercera parte de
su población y la ciudad y su comercio quedaron destruidos. Casi un siglo le costó recuperarse y volver a la senda del progreso. Mientras que en el ideario nacional se tiene a la Batalla de Boyacá como hito de derrota de los españoles, se desconoce que solo cuando las tropas realistas salieron de Cartagena en 1821 no había ni libertad ni seguridad de independencia para la República. Solo hasta finales del siglo XX la Historia empezó a reconocer el aporte que Cartagena, con sus negros, mulatos y zambos, tuvo en la separación definitiva de España y la construcción de Colombia. Al conmemorar el Bicentenario este año, es importante recuperar a quienes hicieron posible ese sueño de independencia, a los protagonistas de los sucesos del 11 de noviembre de 1811, a los miles de mártires y a los creadores de su Constitución, cuando un puñado de visionarios, impulsados por el pueblo, consignaron: “La Constitución de Cartagena os declara a todos iguales delante de la ley, tenéis los mismos derechos, las mismas cargas, los mismos deberes que los blancos”. Una de tantas deudas que hoy, 200 años después, apenas se están saldando.
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Cartagena de Indias… una ciudad Cartagena se empezó a construir en medio de la informalidad. Su fundador, Pedro de Heredia, le dio un carácter provisional y siempre estuvo en busca de un lugar mejor. Solo desde el último cuarto del siglo XVI la ciudad cambió sus construcciones rudimentarias por otras hechas en materiales nobles. Por Alberto Samudio Trallero*
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ran parte del desorden que se vive hoy en Cartagena proviene de su fundación. Para algunos historiadores, Cartagena nació cuando los españoles simplemente ocuparon la aldea indígena llamada por sus moradores Karmairí, y le cambiaron el nombre por Karamarí y luego por Calamar o Calamarí, puesto que los caribes no conocían el fonema ‘L’. Según el historiador Miguel Camacho Sánchez, la palabra Karmairí se descompone en Kar: importante, mai: territorio o país y ri: agua, por lo cual su significado es territorio litoral importante y no cangrejo como sostuvo el cronista Pedro Simón. Pedro de Heredia ocupó esa aldea el 20 de enero de 1533, después de desembarcar seis días antes acompañado de su hueste de 150 hombres y 22 caballos, en las costas del actual barrio de Castillogrande. Se trataba de la bahía que había sido explorada por expediciones españolas entre 1499 y 1501 * Arquitecto especialista en restauración de monumentos
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al mando de los hermanos Luis y Cristóbal Guerra, Alonso de Ojeda y Rodrigo de Bastidas sucesivamente. Había sido llamada Cartagena probablemente por el geógrafo Juan de la Cosa, integrante de la expedición de Bastidas, por su parecido geográfico con la de Cartagena de Levante en España. Al llegar, Heredia y sus hombres encontraron los bohíos abandonados. Quedaron allí a la espera de noticias que traerían dos carabelas enviadas por Heredia a explorar las costas con el fin de hallar un mejor sitio para fundar, porque el encontrado a orillas de la bahía de Cartagena carecía de agua corriente y pastos para el ganado. Esto dio pie para que algunos cronistas como Juan de Castellanos y Fray Pedro Simón, fijaran como fecha de la fundación de Cartagena el 20 de enero de 1533. Teoría reforzada porque eligieron como patrón de la ciudad a San Sebastián, que se conmemoraba ese día. Luego de asentarse, Heredia y parte de sus hombres, ante la necesidad de encontrar
Vista panóramica de Cartagena. Generoso Jaspe, óleo sobre tela,1894. Museo Nacional de Colombia.
Cartagena, pregón de la libertad la ciudad amurallada
mejores tierras, iniciaron una expedición hacia la zona de Turbaco. Allí fueron sorprendidos por los yurbacos que, sin intentar ningún tipo de contacto, los atacaron con flechas y lanzas. Razones sobraban para esta actitud. El encuentro que los yurbacos habían tenido antes con la hueste de Alonso de Ojeda en 1509 había significado para los nativos el saqueo, o, como los españoles lo llamaban en esa época, el “rescate” de una gran cantidad de oro y la captura de 100 de sus mujeres y niños. Heredia y sus hombres respondieron con fuego de sus arcabuces. La confrontación se convirtió en una verdadera plano de la Ciudad
Archivo particular
Aspecto de Cartagena, de su traza, sus murallas y sus alrededores, según un mapa elaborado en Londres en 1721.
masacre para los yurbacos. Su pueblo fue quemado y los sobrevivientes tuvieron que huir. De esta manera Heredia “pacificaba” un territorio que durante más de veinte años no había podido ser dominado por los españoles. No obstante, Heredia en una carta de fecha desconocida informó al emperador Carlos V de su traslado a Zamba (Galerazamba), donde encontró una de la carabelas despachadas por él, y de las numerosas vicisitudes –de las que sacó no poco provecho económico– que le ocurrieron mientras buscaba el sitio apto para establecer la capital de su gobernación. Exploró numerosos pueblos de indígenas, hasta llegar al actual emplazamiento de Barranquilla junto al río Magdalena, sin encontrar uno que le satisficiera en comparación con las ventajas que le ofrecía la abrigada bahía de Cartagena. Entonces decidió, como él mismo dijo: “Porque el invierno se entra, recogerse en Calamar, que es el puerto de Cartagena donde primero estábamos para rehacernos allí de caballos y gente y salir, el verano, a hacer pueblo de asiento”. Basado en este testimonio el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo dice que la fundación definitiva de Cartagena tuvo lugar el primero de junio. Sin embargo, Enrique Marco Dorta cree que, a juzgar por el testimonio del propio Heredia, el establecimiento en Calamari se hizo definitivo por lo menos dos meses después de aquel 20 de enero, cuando no encontró otro lugar mejor. María del Carmen Gómez Pérez, cuya tesis doctoral, ‘Cartagena de Indias en el siglo XVI’, es bien conocida, asegura que aquel primero de junio no hubo ninguna formalidad de las acostumbradas por los fundadores. No trazaron calles ni repartieron solares. Así pues, desde la fecha misma de su fundación comenzó la informalidad en Cartagena de Indias. Los mismos bohíos que habían habitado los indígenas del pueblo de Calamar formaron el primitivo núcleo de la ciudad. Cuatro
Pedro Fernández de Busto Fue nombrado gobernador de la Capitanía General de Cartagena mediante Cédula Real del 29 de julio de 1574, y estuvo en el cargo hasta 1586. Al momento de su designación ocupaba ese mismo cargo en la provincia de Popayán, y llegó a Cartagena a finales de 1574, cuando en la ciudad vivían 400 familias y estaba en pleno crecimiento con nuevas construcciones que empleaban generalmente mano de obra esclava. El nuevo gobernador dio un gran impulso al desarrollo urbano y procuró darle mayor orden al crecimiento de la ciudad, consciente de la mayor importancia que iba adquiriendo con el tráfico regular de flotas por el puerto. Una de las principales obras públicas que impulsó fue la Casa de la Aduana, importante por ser allí donde se registraban y pasaban todas las mercancías del puerto, y por ser el lugar en el cual concentraban las transacciones en los días de mercado. También promovió la compra y mejora de la casa del tesorero Alonso de Saavedra, para utilizarla como la primera sede del Cabildo, la construcción de una nueva catedral en piedra, así como una primera fortificación junto al muelle y el puerto, que serían destruidas en el ataque del corsario Francis Drake en 1586. En un informe de 1577, el gobernador Fernández resumía así sus trabajos en la ciudad: “En tantos años, les he hecho casas de cantería y calles tan principales como las hay en España e Iglesia Catedral suntuosa y monasterios de frailes y hospitales principales y les he fortificado en muelle y puerto y les traigo ahora el agua tres leguas de aquí, que será obra romana importantísima, con lo cual dejaré esta ciudad de manera que sea el tercer pueblo de todas las Indias…”. Ville de Cartagene dans l’Amérique Mériodionale. Jacques Bellin, Le petit atlas maritime, París, 1764. Biblioteca Luis Ángel Arango.
Vista panorámica de Cartagena en 1894. Gracias a sus murallas, la ciudad, durante el siglo XIX conservó su aire colonial.
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años después de llegado Heredia, aún no se había celebrado la fundación definitiva y se seguía en busca de una mejor localización. Los primeros pasos dirigidos a dotar a Cartagena de un plan de ordenamiento urbano fueron dados por Juan de Vadillo, juez de residencia de Heredia y gobernador interino entre 1535 y 1537, a quien se instruyó para que lograra que los vecinos gastaran la décima parte de lo que hubieran adquirido en edificios y plantas. Vadillo comenzó en 1536 a construir un modesto templo de paja y cañas (bahareque) que serviría de catedral en la que hoy es la calle del Coliseo, y trazó las calles y plazas al estilo hispano, cuyo modelo parece haber sido el utilizado por Nicolás de Ovando en la nueva villa de Santo Domingo (República Dominicana), considerado por los expertos en urbanismo indiano como semirregular. No deja de ser curioso que en el juicio de residencia que se El corralito ilustrado
Primer registro gráfico de la ciudad, 1570. Exposición de cartografía regional .Banco de la República.
Primer registo gráfico de Cartagena realizado en 1570.
instruyó a Vadillo, se le acusara de haber trazado una calle recta en Cartagena “contrariando la costumbre”, cuando una de las características del modelo de la ciudad indiana, establecidas por Ovando en Santo Domingo, fueron sus calles rectas y generalmente continuas. La calle recta, trazada por Vadillo en Cartagena fue precisamente la denominada con su apellido, que hoy se escribe Badillo. Allí construyó su residencia para dar ejemplo a sus conciudadanos y demostrar su voluntad de no cambiar el emplazamiento de la ciudad. Sin embargo, cuando recibió una carta de la metrópoli que le exigía techar el templo, se excusó diciendo que el asentamiento en este lugar era provisional, porque ya se sabía que la falta de agua dulce corriente y de sabanas para tener buen suministro de carne, hacían que se siguiera buscando uno mejor. Todavía en octubre de 1537 los oficiales de Cartagena, tesorero, contador y veedor, se dirigían al rey para manifestarle que no les sorprendía que el licenciado Vadillo pensara en mudar el pueblo por la falta de agua, pero que eso se
podía subsanar con un acueducto que trajera las aguas del arroyo de Matute en Turbaco, pues no había en toda la gobernación otro asiento ni puerto como el de Cartagena. Su localización era, además, privilegiada, por ser cabeza de puente para penetrar a un país que se consideraba opulento y se conectaba con otras ricas colonias ibéricas en América como la Nueva España y el Perú, famoso por la plata y el oro que proporcionaba a la metrópoli. El hallazgo y saqueo de las sepulturas zenúes durante una incursión de Heredia y los suyos produjo tanta riqueza a la ciudad que entre los españoles se decía: “Pobre el Perú si se descubre el Sinú”. En aquella época se dio en llamar a la ciudad, no se sabe por qué motivo, la Nueva Lombardía, según los documentos inéditos para la Historia de Colombia, de Juan Friede, pero el nombre no pegó. Como se podía llegar en barco hasta muy cerca de las ricas sepulturas, no faltaron los comerciantes codiciosos que llevaban embarcaciones repletas de comidas y otras mercancías a las que ganaban por lo menos un 1.000 por ciento. La violación y el saqueo de las tumbas fueron terribles. María del Carmen Gómez llegó a averiguar que Heredia vendía los derechos de saqueo a determinadas tumbas a los miembros de sus huestes y hasta el rey quiso participar, decretando que debía pagársele la mitad de lo que se descubriera. La enorme inyección de riqueza proveniente del Zenú, incrementó rápidamente el censo local, pues gentes resueltas a enriquecerse a como diere lugar, poblaron con presteza a Cartagena. Finalmente, la ciudad conservaría su emplazamiento. A lo largo de las nuevas rasantes se fueron alineando las casas de bahareque, idénticas a las que todavía se ven en los pueblos de la costa Caribe. Pero el asiento de la ciudad, bajo, arenoso y rodeado de ciénagas y caños, encerrado por la vegetación exuberante que amenazaba con tragarse el caserío, planteaba al Cabildo permanentes problemas de saneamiento. En los primeros días de 1552 un violento incendio consumió fácilmente el material de bahareque de las paredes y las palmas de las
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Santa Marta. Fundada por Rodrigo de Bastidas el 29 de julio de 1525, es la primera ciudad española en Suramérica. Con el apoyo de los indígenas de la región, los 300 conquistadores de la expedición construyeron las primeras chozas para alojarse. Esta ciudad se convirtió en el puerto y la capital la Gobernación de Santa Marta, que abarcaba los territorios que iban desde el Cabo de la Vela en la península de La Guajira, hasta la desembocadura del río Magdalena, y de allí partieron las campañas de conquista del interior. A partir de 1543 Santa Marta fue atacada y saqueada varias veces por piratas ingleses, franceses y holandeses, lo que hizo que los principales comerciantes se trasladaran a Cartagena.
Foto: Juan Pablo Gutiérrez.
Santa Marta. Acuarela de Edward Walhouse Mark / Colección permanente de artes plásticas de la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República.
otras fundaciones
Cartagena, pregón de la libertad Muchas urbes
La existencia de varios puertos marítimos y fluviales hizo que naciera una fuerte competencia entre ellos.
provincia de ciudades RIOHACHA RRI RIOH I OH O H AACHA ACC HHAA
CCiudades iudades V illas Villas Pa r r o q u i a s Parroquias
SANTA S A NT SA N TA MARTA M A RT MA R TA TA
1 16 62 29 9 1629
Soledad SSo o llee da dad
16 640 40 1640
((Año A ñ o de Añ Año d e ffundación) u n da un d a ci c i ón ón) ón)
1545 1545 15 5
1525 15 1525 25
Barranquilla BBa a rrrr an anqu q u ilil la qu la
VALLEDUPAR VA A LLL EDD UUPPAR PAARR
1550 15 1550 0
CARTAGENA CA A RT R TAGG ENA ENA EN
1533 15 1 533 33
Tenerife TTe e nnee rife riri fe fe
1543 15 1 543 43
M AR MAR CARIBE CARIBE
TTolú To o lúú
1535 1 15 53 35 5 Lorica LLo o rrii ca ca
1740 17 1 74 40 0 Ciénaga Oro CCi i éénn agg a de de O roo
17 1 776 76 1776
Carmen Bolívar CCa a rm m en e n ddee BBo o llíí va var
1 17 776 76 1776
Magangué M a ggaa ng n g uuéé SSincelejo Si Sinc i nc n c eell eejj o Ma
1 17 7 774 74 4 1774
C ro Co r zaa l Corozal
17 1 77 75 5 1775
161 16 10 0 1610
E Banco BBan a n ccoo an Mompós Mom Mo M o mp m pós p óss El
1 15 537 37 1537
17 1 747 747 47 1747
Ta ma Ta m a lame l a me la m e qquu e Tamalameque
154 15 44 4 1544
Montería Mo M o nntt er e r ííaa
17 1 7 777 77 77 1777
SSimití Si im mii ttíí
1537 15 1 53 37 7
Reconocimiento real En 1574 el rey Felipe II le otorgó a Cartagena el título de Ciudad, y la autorizó a usar un escudo de armas. Al año siguiente le sumó el título de “muy noble y muy leal”. ciudad”. En otras palabras, los Regidores y Justicias, miembros del Cabildo (equivalente al actual Concejo Distrital), habían repartido, tan desordenada como abusivamente, los solares que habían ocupado, hasta el espacio destinado originalmente a una plaza. Ello hace pensar que la plaza primitiva pudo haber estado ligada, como era costumbre, a la primera catedral, en la manzana comprendida entre las actuales calles del Coliseo y Román. En el último cuarto del siglo XVI, el ordenamiento urbano se orientó hacia
Valledupar: Con el objetivo de tener una población en la ruta entre Santa Marta y el Río Grande de la Magdalena, los españoles la crearon en las tierras de la tribu chimila. El capitán Hernando de Santana declaró su fundación definitiva el 6 de enero de 1550, con el nombre de ‘Ciudad de los Reyes del Valle de Upar’, en reconocimiento al cacique de ese nombre, jefe de la tribu que habitaba la región.
Catedral de Riohacha La Guajira. Foto por Juan Pablo Gutiérrez. Revista Semana
techumbres, y destruyó totalmente la ciudad. No se salvó ni siquiera la primitiva catedral, situada como estaba en el corazón del poblado. La reconstrucción se inició de inmediato. Es de interés destacar el gran desorden que había en el reparto de las estancias o haciendas para ganadería y solares para casas, denunciado por el licenciado Melchor Pérez de Arteaga en 1561. Este había visitado a Cartagena el año anterior en su calidad de oidor de la Real Audiencia, para preparar un censo que permitiera reglamentar el salario de los indígenas sobrevivientes de la conquista. Según los informes recibidos por Pérez de Arteaga, aquel desorden era atribuido a Regidores y Justicias de la ciudad que habían repartido entre ellos los mencionados solares, al ocupar las calles, ejidos y baldíos, lo que causaba gran incomodidad y menoscabo de sus edificios y plazas. Y lo que fue peor, “estrechando las calles sin dejar plaza a la dicha
construir una ciudad típicamente hispana para reemplazar los viejos bohíos caribes. Se ordenó limpiar y desmontar los solares no edificados y en enero de 1574 se dieron 30 días de plazo para sustituir los techos pajizos por entejados o se procedería a demoler. En enero de 1577 se dio la orden de edificar en los solares abandonados de Getsemaní, so pena de ser confiscados. Uno de los gobernadores que más contribuyó a transformar a Cartagena fue Pedro Fernández de Busto, cuya administración se caracterizó por un gran impulso a las obras públicas. La ciudad fue cambiando de aspecto y parecía surgir de las aguas. Un vecino declaraba en 1582 que las casas eran de piedra, teja y azotea y que la ciudad estaba tan ennoblecida que daba alegría verla; que eran tantos los edificios con torres, azoteas, chapiteles y almenas, que desde el mar parecía de 3.000 o 4.000 vecinos. Hacia 1625, según fray Pedro Simón, los edificios de la parte principal de la ciudad, en las inmediaciones de la Plaza Mayor (hoy Parque de Bolívar) y de la Plaza de la Mar (hoy de la Aduana), aunque habían tenido sus principios humildes, se habían ennoblecido con los nuevos materiales que se fueron encontrando: arcilla para ladrillos y tejas, arena dulce o lavada, piedra caliza para sillares o bloques para levantar edificaciones duraderas y para fabricar la cal para morteros y pinturas. La ciudad se convirtió hacia finales del siglo XVI en el digno antemural del Nuevo Reino y puerto obligado de la Armada de Galeones, mediante la cual se ejercía el intercambio comercial con la metrópoli. Esta última condición la volvió blanco favorito de piratas y corsarios, causa del cerco de muralla que la ciñe y de las costosas fortificaciones construidas para su defensa, que la transformaron en la que muchos consideran como la más bella ciudad española en América.
Riohacha: Esta ciudad fue fundada por un grupo de habitantes de la Isla de Cubagua (en el Caribe venezolano) que migraron hacia las orillas del río de La Hacha (hoy río Ranchería), Llegaron del Cabo de la Vela, adonde habían arribado en 1538, en busca de perlas y para protegerse de los piratas ingleses y franceses. Entre finales de 1544 y mediados de 1545 la población quedó establecida con el nombre de ‘Nuestra Señora Santa María de los Remedios del Río de El Hacha’. En 1597 recibió el título de Ciudad Autónoma mediante Cédula Real, por lo cual mantuvo cierta independencia de Cartagena y Santa Marta.
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La trata, negocio de salvajes
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Fig I.
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Fig iiI.
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Fig iI. B
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Fig iv.
Barco negrero
A los buques portugueses los acompañaba la fama del mal trato a los esclavizados. Cuando se aproximaban al puerto los precedía el olor nauseabundo resultante del hacinamiento en los navíos.
Casi desde la conquista de la Nueva Granada estuvo presente la trata. Hay registros de la presencia de esclavizados en la traumática fundación de Santa María la Antigua del Darién, y después, en la de Santa Marta, donde Rodrigo de Bastidas introdujo esclavos. Posteriormente Pedro de Heredia consiguió en 1532 un permiso para introducir 100 esclavos. Que según los cronistas solo llegaron a Cartagena a finales de 1533. Esto sugiere que incluso mucho antes de la crisis demográfica indígena por la guerra, el trabajo forzado, las epidemias y los malos tratos, ya había esclavizados africanos en la Nueva Granada. Y después, con la dinámica de
Estructura barco negrero. Museo Casa del Florero.
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on el pasar del tiempo la trata de esclavizados pasó de ser un sucio negocio de blancos europeos a ser considerado como uno de los más grandes crímenes de lesa humanidad de la historia y símbolo de todas las violencias. Este brutal comercio, que duró más de cuatro siglos, afectó a más de doce millones de personas e involucró a tres continentes. Parte de este contingente de esclavizados empezó a llegar a la Nueva Granada a partir del siglo XVI. Con la esclavitud se inició la denigración cultural de África y del negro, la construcción de la teoría racista y su organización jurídica con el Código Negro. El juego de compra y venta de hombres y mujeres capturadas y secuestradas de África significó riqueza y ganancias para Europa, en especial para Inglaterra, Holanda, Portugal, Francia y España, mientras que para África desató pobreza y desolación. Los vendedores de carne europeos utilizaron el secuestro, la caza y el fraude; promovieron conflictos y la avaricia entre los gobernantes de las distintas tribus, culturas y reinos africanos para que tomaran y vendieran a otros de su misma raza. La trata en América se originó con la instrucción que los reyes católicos le dieron al gobernador de La Española, Nicolás de Ovando el 16 de septiembre de 1501, para permitirle entrada de esclavos negros “que hayan nacido en poder de cristianos” a la isla. Con esta aprobación, varios pueblos de África iniciaron un proceso violento y prolongado de dispersión por América, lo que se conocería después como la diáspora.
Imagen del interior de un barco negrero. América Imaginaria. Miguel Rojas Mix, Editorial Lumen, 1992.
La esclavitud, uno de los negocios más lucrativos durante la Colonia, produjo la diáspora forzosa de millones de africanos hacia América. Aquí, a pesar de soportar condiciones de vida inhumana, desarrollaron una cultura basada en la de sus ancestros.
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Cartagena, pregón de la libertad Interior de un barco Negrero
Los esclavizados atravesaban el Atlántico encadenados y sin la posibilidad de recibir la luz del sol o la brisa marina.
producción de la colonia, se requirió de una manera sistemática y progresiva la presencia de la fuerza de trabajo esclavizada, sustentada en parte por la creencia de que el trabajo de un negro era igual al de tres indígenas sumados. Se calcula que el 20 por ciento de los esclavizados murieron durante la captura en África y la travesía hacia América. El viaje, en algunos casos, duraba hasta tres meses en un trayecto triangular que tocaba tres continentes: África, Europa y América. En las bodegas de los barcos eran encadenados de seis en seis, asegurados con cadenas y argollas en el cuello; y de dos en dos con grillos en los pies. A este sistema de embarque se le conoció con el nombre de armazón. Con este mecanismo quedaban inmovilizados y sin la posibilidad de ver la luz del sol. Generalmente, en barcos pequeños se acuñaron hasta 600 esclavizados, por encima de su capacidad real. Estas personas, reducidas a la inmovilidad debido al peligro de amotinamiento o suicidio, recibían comida cada 24 horas: harina de maíz, de mijo y agua. Las condiciones inhumanas han hecho que algunos historiadores hayan tipificado a estas embarcaciones como “campos de concentración flotantes”.
Un negocio muy rentable La trata produjo grandes ganancias para los inversionistas, entre quienes participaron miembros de las realezas inglesa, holandesa, francesa y portuguesa del siglo XVI y XVII. Cartagena fue el único puerto de permisión para la Nueva Granada, es decir, con exclusividad para el desembarco, venta y reparto de las cargazones africanas entre 1595 y 1615. Esto hizo que se convirtiera en una de las ciudades comerciales más importantes del Imperio español, sobre todo durante el siglo XVII. Del execrable negocio de seres humanos se desprendieron no solo las más significativas ganancias, sino que le dieron a Cartagena el título de principal puerto negrero. En algunos momentos, los esclavizados no solo partían de Cartagena al interior de la Nueva Granada y al virreinato del Perú, sino que eran reexportados a las islas del Caribe y las Antillas. Debido a
esta condición, en el puerto convivían portugueses, franceses y holandeses, entre otros. Alguno de ellos eran asentistas y factores, es decir, contratistas e intermediarios del negocio de la trata. Pedro Clavel estimó que durante esta época en Cartagena se hablaban más de setenta lenguas africanas. De ellas, en la actualidad, solo subsiste la de San Basilio de Palenque. La trata de esclavos tuvo dos etapas en Cartagena. La primera, conocida como la de las licencias, se extendió entre 1510 y 1595, y se caracterizó por el otorgamiento de permisos para introducir esclavizados individual o colectivamente. La segunda tuvo que ver con la aparición y consolidación de grandes establecimientos para atender la creciente demanda de la mano de obra esclavizada. Al comienzo la actividad estuvo en manos de los portugueses y más tarde, a partir de la intervención directa de Holanda, Francia e Inglaterra, estos países comenzaron a participar en la trata. Para ello crearon factorías en África y América y establecieron compañías negreras bien organizadas que le permitieron controlar estrictamente el lucrativo comercio a partir de 1595. Crearon al efecto compañías como Cacheu de Portugal, Guinea de Francia y Mar del Sur de Inglaterra, que obtuvieron una rentabilidad de entre el 700 y el 800 por ciento de lo invertido. Las personas esclavizadas que arribaron a Cartagena provenían de diferentes culturas y lugares como los ríos de Guinea, Sierra Leona, el antiguo Reino del Congo, la Costa Centro Occidental y el occidente del río Volta. Durante los primeros años salieron de la Isla de Cabo Verde y de Ríos de Guinea. De estos lugares llegaron a Cartagena miembros de las tribus yolofos, fulos, congos, carabalís, monicongos, hazicos, angolas, araras, popos, minas, fantis, ashantis, entre otros. Estas tribus, familias y naciones africanas trajeron, a falta de un equipaje material, todo un dispositivo cultural y simbólico que hoy, reelaborado en el nuevo contexto, se convirtió en elemento fundamental del patrimonio cultural de la Nación colombiana.
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La lucha por la libertad
Los palenques y cimarrones comenzaron la larga lucha de los esclavizados por su libertad, que comenzó Benkos Biohó y terminó en 1852, cuando fue abolida la esclavitud.
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La economía en los palenques
Ejecución de Benkos Biojó
La Corona española fue ambivalente frente a los cimarrones, pues unas veces usaba la represión militar y otras la negociación.
La provincia de Cartagena tenía cerranías que beneficiaban el asentamiento de cimarrones. Por ello no es casual que los núcleos palenqueros más importantes estuvieran ubicados en las serranías de Luruaco, en los Montes de María y en las serranías de San Lucas. La lucha de las autoridades para evitar la fuga de esclavizados comenzó incluso desde la propia Conquista. Desde 1533 Pedro de Heredia le solicitó al rey, Carlos I, medidas para atraer a los negros huidos y alzados por los montes. Fue de tal magnitud el flujo del cimarronaje que a los siete años de haber sido fundada Cartagena, desde Madrid se estaba legislando contra sus protagonistas. Si bien durante el siglo XVI el cimarronaje fue un fenómeno recurrente, lo cierto es que el primero que registra la historia en la provincia de Cartagena fue el de la Matuna, poblado por varias decenas de cimarrones provenientes de Cartagena en 1601, dirigidos por Benkos Biohó, conocido también como Domingo Biojó. Desde este año y hasta 1693 se desarrolló lo que algunos han denominado como la guerra de los Cien Años de los cimarrones de la provincia de Cartagena. Al igual que los demás dirigentes cimarrones de América del siglo XVII, Benkos había nacido en África. Después de huir de Cartagena, donde llegó esclavizado en 1596, fundó
Para sostenerse, los cimarrones realizaban incursiones en las haciendas para robar y en los caminos para asaltar. También cultivaban plátano, cacao, palma y caña de azúcar, que vendían a comerciantes blancos. De igual manera producían y contrabandeaban tabaco y aguardiente; criaban ganado; explotaban la cera y la miel y cazaban animales. En la provincia de Antioquia era común que los cimarrones y los negros libres trabajaran como mineros independientes y como jornaleros en las minas y laboreos de oro en los ríos.
Archivo particular.
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a lucha de los esclavizados por recuperar su libertad comenzó al mismo tiempo con la esclavitud en el siglo XVI, y culminó cuando fue abolida el primero de enero de 1852. Por eso, 200 años antes de que la élite cartagenera y neogranadina decidiera luchar por la independencia, los afrocolombianos ya habían construido los primeros espacios de libertad por diferentes caminos, entre los que sobresalió el cimarronaje. Una de las constantes históricas señala que “donde hubo esclavos hubo cimarrones”. ‘Cimarrón’ es un indigenismo de origen antillano proveniente de la palabra simaran que podía traducirse como flecha escapada del arco. Este concepto se aplicó a los indígenas y posteriormente a los africanos esclavizados que lograban escapar. A pesar de la amplitud del concepto de cimarrón, en su acepción más simple está ligado a la acción de fuga, huida, libertad y rebeldía. A su vez, palenque fue el nombre que la sociedad aplicó al poblado fortificado, erigido por los cimarrones para refugiarse y defenderse. En la Nueva Granada, las primeras manifestaciones del cimarronaje se presentaron desde 1531 en la provincia de Santa Marta, cuando un grupo de indios y negros que huían de la esclavización se refugió en la región de la Ramada incendiaron la ciudad. Después, los procesos de cimarronaje desembocaron en la aparición de los palenques de Santa Cruz de Masinga, San Antonio de Guachaca, Tapia, Guaimaral, Ganbanga y Magdalena. De este palenque provenían los cimarrones que formaron el de San Miguel en los Montes de María, del que nacería el actual Palenque de San Basilio, poblamiento alternativo al modelo propuesto por los españoles. Para ello requirieron del control de un territorio, el cual estaba ubicado en lugares geográficamente inaccesibles para las autoridades y en inhóspitas áreas apartadas.
el palenque de la Matuna, cerca de donde hoy está la población de Pasacaballos. Fue tal la magnitud de su lucha por la libertad de los esclavizados que, ante la imposibilidad de someterlo, la Corona tuvo la necesidad de firmar el primer acuerdo de paz con los cimarrones. Acuerdos que se seguirían dando hasta 1713. Jamás pudieron doblegarlo, ni siquiera cuando lo capturaron y descuartizaron en las puertas de Cartagena, el 16 de marzo de 1621. En 1634 el gobernador Francisco de Murgas tuvo que enfrentarse a los cimarrones de los Montes de María, ubicados en los palenques del Limón, Polín y Sanaguare, habían entrado en acción. Las acciones se centraron hacia el primero, en el que había más de 500 personas, por la astucia de su capitana, La
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El pacto de paz de 1605 Benkos Biohó repelió con éxito los ataques españoles, por lo que sus cimarrones se convirtieron en una amenaza para la ciudad. Esa circunstancia, unida a la esperanza de libertad que encarnaba para los esclavos, convencieron al gobernador de Cartagena, don Gerónimo de Suazo y Casasola, de la conveniencia de firmar con él un acuerdo de paz en julio de 1605. En el pacto las autoridades reconocieron el pueblo libre liderado por Biohó, se comprometieron a no atacarlo, les dio permiso para entrar y salir de la ciudad armados y le permitió a Biohó vestirse como español. En contraprestación, los cimarrones juraron respetar a las autoridades coloniales, cesar sus ataques y a no aceptar en su pueblo a ningún cimarrón más.
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negra Leonor y por los problemas que estaba causando. Limón, según Murgas, hostigaban, saqueaban y quemaban las estancias; tomaban caminos y, sobre todo, que mataron cincuenta españoles y arrasaron casi por completo un pueblo de indígenas. La estructura de este palenque, su composición social, sus jerarquías y su mundo se conocen por el voluminoso informe que Murgas envió al rey en 1634. Después del relativo éxito del gobernador Murgas contra los palenques del Limón, Polín y Sanaguare, sus sucesores tendrían que enfrentarse a nuevas rebeliones. A finales del siglo XVII, el objetivo por destruir en los Montes de María fue el palenque de San Miguel, al mando de Domingo Criollo. Si bien la respuesta de las autoridades y los vecinos al cimarronaje fue militar, también a veces acudieron a la vía pacífica, que consistía en comprar paz con libertad. Estos acuerdos se iniciaron con el reconocimiento incómodo de libertad que hizo en 1619 el gobernador de Zuaso a Benkos Biohó y a su palenque hasta donde las circunstancias lo permitieron, es decir hasta 1621, cuando le dieron muerte. En 1690 Baltasar de la Fuente, sacerdote de Turbaco, basado en una petición de Domingo Criollo, solicitó al Consejo de Indias indulto para 600 palenqueros de San Miguel y un espacio para asentarse y vivir en libertad, a cambio de que ellos se comprometieran a no ejercer ningún hecho de violencia en la región y en contra de algún español. Sin embargo los palenques y reductos de cimarrones de la serranía de Luruaco correrían con menos suerte. Los vecinos de Cartagena temían que estos palenques se unieran con los de los Montes de María y pidieron que fueran perseguidos y exterminados. Mientras discutían el asunto en el cabildo, llegó noticia
de robos y desmanes cometidos por los cimarrones de un nuevo palenque llamado Tabacal, en la serranía de Luruaco. Eso fue suficiente. Además el tabacal quedaba demasiado cerca de Cartagena como para tolerarlo. Pronto decidieron que había que arrasarlos.
Poder negro El cronista fray Pedro Simón escribió que “en 1599 comenzó un alzamiento de negros, (…) había entre ellos uno que se llamaba Domingo Biohó, tan brioso, valiente y atrevido, que tuvo alientos para huirse de casa de su amo y llevar consigo a otros cuatro negros, a su mujer y tres negras…”. Los cimarrones de Tabacal resistieron y contraatacaron, lo que sirvió de pretexto a las autoridades españolas para emprender contra ellos una gran arremetida militar. Los palenques fueron destruidos y 126 cimarrones que lo componían fueron capturados entre mayo y junio de 1693. Domingo Padilla, fundador y capitán de Tabacal fue pasado por las armas y luego colgado y descuartizado. Su cabeza, colocada en una lanza, fue expuesta por varios días en la plaza principal. Igual suerte corrieron 13 cimarrones más, considerados por las autoridades como ‘caudillos segundones de Padilla’. Según el gobernador “ese día ha sido el más feliz de la ciudad”. Tanto, que en la catedral se descubrió el
santísimo Sacramento y se cantó el Tedeum laudamus, en medio de aplausos de los vecinos blancos que observaban las cabezas clavadas en lanzas. Al igual que cuando ajusticiaron a Benkos en 1621, ahora con la muerte de Domingo Padilla, el gobernador de turno aseguraba que “la ciudad ha quedado quieta y los negros de la servidumbre horrorizados, sin que se haya presentado ninguna fuga después de la develación de Tabacal”. Pero como los palenques de los Montes de María no fueron exterminados y ante la imposibilidad de ser sometidos por la vía militar, la Corona ensayó por última vez su fórmula de paz por libertad, y los reconoció mediante un convenio celebrado el 25 de diciembre de 1713 con los cimarrones de San Miguel, en el que sirvió como garante el obispo de Cartagena, fray Antonio María Cassiani. En el primer acuerdo de paz firmado entre los palenqueros de la Matuna y la Corona también había quedado establecida la prohibición de no aceptar en este palenque un cimarrón más. Con este tratado, los cimarrones de los Montes de María y los de San Miguel fueron ubicados en un nuevo lugar y legitimados como sitio o feligresía de San Basilio de Palenque. Esto sucedió 92 años después de la desaparición de Benkos, el gran precursor de la libertad de los esclavizados. Representación de un palenque del siglo XVII
Desde el siglo XVI hasta la independencia, surgieron numerosos palenques donde los esclavizados fugitivos organizaban espacios de libertad.
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Bicentenario
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Con mucho valor Traídos a la fuerza desde África, los esclavizados llegaron con sus costumbres y culturas para enriquecer la identidad caribeña colombiana.
Los estudios sobre la historia de la música consideran que, al contrario de la tradición europea que privilegia la melodía, en las culturas africanas el ritmo tiene una mayor importancia, incluso protagónica. Por ello no es casual que tengan tanta relevancia los instrumentos de percusión como el tambor y la marimba. Esta herencia se puede encontrar en unas de esas expresiones musicales características de Colombia: la cumbia. Esta surgió en el contexto de la esclavitud en Cartagena y era uno de los ingredientes fundamentales con que se manifestaban los esclavizados en las fiestas de la Virgen de La Candelaria. El bullerengue, por su parte, está relacionado con la vida del palenque, pues está presente en todas sus celebraciones religiosas y sus momentos de descanso y con ese término se denomina la bulla, confusión, música desorganizada, ruido y gentío que participan en los bailes cantados que tienen un alto contenido estilístico-musical africano en la región del Caribe colombiano. Algunos investigadores creen que en su origen fue una danza o un ritual de la maternidad o de la pubertad, pero fue cambiando hasta tomar un carácter de fiesta, lo cual explicaría por qué generalmente el bullerengue es cantado solo por mujeres. En la actualidad estos ritmos están entre los más representativos del país ante el mundo, que se maravilla al escuchar a las cantaoras como Petrona Martínez o Totó la Momposina, quienes acompañadas de los tambores (el alegre y el llamador), las tamboras y las maracas, reviven las tradiciones africanas que enriquecieron la cultura nacional.
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Champán en el río Magdalena. Ramón Torres Méndez, litografía en color, 1878. Museo Nacional de Colombia.
Raíces africanas
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partir del siglo XVI, producto de la trata negrera y de la diáspora, más de doce millones de personas fueron trasladadas de África hacia América como esclavizados. Un número significativo llegó a la Nueva Granada por el puerto de Cartagena. Provenían de diferentes culturas y espacios geográficos como los ríos de Guinea, Sierra Leona, el antiguo Reino del Congo, la Costa Centro Occidental, el occidente del río Volta, Cabo Verde y Ríos de Guinea. De estos disímiles lugares echaron raíces yolofos, fulos, congos, carabalí, monicongos, hazicos, angolas, araras, popós, minas, fantis, ashantis, entre otros. Recientemente Adriana Maya, a partir del estudio de los reinos de Mali, Benín y Congo en el África occidental, encontró múltiples relaciones entre estos lugares africanos con la historia de Colombia. En este sentido advierte la presencia en el país de mandingas, bambaras, fulupos, ararás,
popós, lucumíes, carabalíes, monicongos, anzicos, vilis, ambundus y angolas. Según Maya, con estos nombres fueron registrados los esclavizados que arribaron al puerto de Cartagena de Indias. Todos ellos trajeron de África sus destrezas laborales, que aplicaron en su trabajo en América. Para la explotación de las minas de oro en Antioquia y el Pacífico fueron usados esclavizados procedentes de zonas auríferas como Bambuko, Buré y Akan. Para trabajar en las haciendas fueron preferidos los esclavizados arrancados del África Occidental y de la región del Congo-Angola, donde había una larga experiencia en estas actividades. Los yolofos, bantúes, los ewes, akane, popós e ibos trajeron conocimientos relativos al cultivo de cereales, cacahuates, algodón y plátano; a la cría de ganado, cerdos y aves de corral; a la pesca fluvial y marítima, y a la metalurgia del hierro, cobre y oro.
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de sol a sol
Fueron múltiples las labores en las que el aporte de la mano de obra africana fue definitivo, como la boga por el río Magdalena.
La herencia afro también está presente en los palenques, dado que en Venezuela en la llamada música costeña. Tal ha sido estos se llamaban cumbé o cumbe. su influencia que aunque la clase alta la La élite colonial miraba con recelo la consideró en las primeras décadas del música de los palenques y en general de la siglo XX una expresión del vulgo, logró inventiva afrocolombiana porque tales exentrar a sus clubes presiones culturales y se convirtió eran consideradas Rebeldes elemento de lascivas, pecamiLos recuerdos ancestrales que en identidad y de la nosas e incitadoras los esclavizados conservaron personalidad coal mal. Por ello lombiana. Algunas expidieron normas en sus creencias, canciones, de ellas son la para controlar las toques de tambor, técnicas cumbia, el bullemanifestaciones laborales y culinarias rengue, el chandé, culturales africanas entre los esclavos, alimentaron sus luchas por la el mapalé, la gaita, el porro, los cantos especialmente libertad y la igualdad. de vaquería, los cuando presentacantos de zafra, los ban un contenido cantos de lumbalú y el vallenato. En su ritual. Aunque en Cartagena, por ejemplo, momento también lo fue el merecumbé y los tambores se vendían públicamente, actualmente la champeta. en algunos casos se prohibía tocarlos. Así Así como las manifestaciones musicales mismo los bailes africanos eran condenaafrocolombianas se han convertido en dos y prohibidos por la Iglesia, los bundes elementos de identidad nacional, a nivel –como se conocían estos bailes–, eran de nuestro continente se da un fenómeno bastante comunes. similar. El jazz, hoy por hoy, es consideDe la cotidianidad de los palenques, rado la única música verdaderamente unilas rochelas, los pueblos de negros y de versal, la salsa, la samba, el reggae, el rap, el los sectores apartados y marginales surmerengue y el reguetón, manifestaciones gieron músicas, bailes y danzas. Dentro de ese mundo cultural afrocolombiano es musicales impregnadas de africanidad y afrodescendencia, se han convertido en un importante señalar, por ejemplo, el Caringrediente fundamental de la identidad y naval de Barranquilla, sus congos, bailes el ethos del ser latinoamericano. de garabato, marimondas y cumbiambas. reconocimiento Tardío
En la música y el baile también se puede apreciar la influencia africana. En este sentido los palenques, además de nichos de libertad, fueron el espacio en el que cultivaron esas expresiones culturales, con el tambor como el elemento articulador del lenguaje musical de pueblos tan disímiles. La marimba es otro de los instrumentos africanos que influyen en Colombia hasta el día de hoy. La palabra contiene el lexema imba que en algunos lenguajes bantú se refiere a un sonido musical. Además, en el Caribe colombiano se sigue usando una variedad con resonador que se denomina marímbula. Según el musicólogo Egberto Bermúdez, las palabras de procedencia africana que sirven para denominar simultáneamente contextos y géneros musicales también son una muestra de la presencia negra en la cultura nacional, como la palabra cumbia, que designa un género musical y un baile. Es probable que se refiera a la música cantada
Emancipación de los esclavos decretada por Bolívar. Museo Nacional de Colombia.
Aunque la libertad de los esclavos se dio en 1852, tuvo que pasar casi siglo y medio para que el país reconociera el aporte que los afrocolombianos han realizado a la identidad nacional.
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El eterno rival
Ubicada a la orilla del río Magdalena, la villa de Mompox, centro comercial e intelectual de la Nueva Granada, fue protagonista de la Independencia y eterno adversario de Cartagena. Por Wilmer Rodríguez Villafora*
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l desorden político que se vivió en la Península a partir de 1808 no solo generó conflictos entre España y sus colonias, sino que también acentuó las disputas que había entre villas y ciudades en los virreinatos. En la Nueva Granda, los enfrentamientos entre Mompox y Cartagena, incubados en la larga paz colonial terminaron por resolverse finalmente en el campo de batalla. Mompox era una villa ‘a cal y canto’ fundada por Pedro de Heredia en 1537, tras arrebatarle ese territorio al cacique Mompox, de los indios malibúes. Localizada en el centro de una llanura semiacuática, no solo permitió el florecimiento de actividades agropecuarias, sino que desde allí se empezó a controlar gran parte de la boga del río Magdalena, y por lo tanto, de las comunicaciones y el comercio con el interior. Además, debido a la confluencia en la depresión momposina del río Cauca,
los servicios portuarios de Mompox también se extendieron a la rica provincia minera de Antioquia. A esto se le sumaba su cercanía a la serranía de San Lucas, lugar donde se encontraba una amplia explotación de minería de oro, la mayoría ilegal. Aparte de ser un puerto fluvial importante y centro de comercio minero, Mompox controlaba la ruta de contrabando que desde allí se dirigía a La Guajira por el llamado camino de Jerusalén. Así, por ser un centro de prósperas haciendas ganaderas, albergar un puerto de gran actividad y controlar el comercio legal e ilegal, esta villa se fue convirtiendo en un centro de poder que pronto
entró en competencia con la capital de la provincia, Cartagena. Según el censo de 1780, Mompox era la tercera ciudad más grande del virreinato con 7.093 almas después de Santafé que contaba con 24.000 habitantes y de Cartagena que tenía 13.387. El censo mostraba, de manera similar al resto de las villas y ciudades del virreinato, que la mayoría de la población estaba conformada por “libres de todos los colores”. Muchos de ellos eran artesanos, pulperos, bogas y milicianos. Los blancos, grupo menos numeroso que concentraba el poder económico y político de la villa, estaba conformada por la aristocracia de los marquesados de Santa Coa y Torre Hoyos, la élite cabildante, grandes comerciantes, y blancos pobres descendientes de los españoles ‘de última hora’, venidos en el transcurso del siglo, dedicados al pequeño comercio. En el seno de esta élite blanca surgió una clase ilustrada. Gracias al apoyo de comerciantes, como don Pedro Antonio Pinillos –español de origen y gran mecenas de las ciencias–, surgieron la primera universidad del Caribe colombiano y la Sociedad de Amigos del País que se dedicó a realizar actividades intelectuales para mejorar la economía y la cultura de Mompox. Precisamente, muchos de los personajes que participaron en estos proyectos encabezaron un movimiento para independizarse de Cartagena y formar su propia provincia. Y lo lograron, aunque fugazmente, cuando en 1774 Carlos III aceptó crear la provincia
* Historiador de la Universidad de Cartagena
una villa rica
Durante más de tres siglos Mompox era el centro de la boga por el río Magdalena. Era también centro de una activa economía ganadera y de comercio de contrabando. Iglesia de Santa Bárbara en Mompox. Edward Walhouse Mark. 1845. Colección permanente de artes plásticas del Banco de la República Biblioteca Luis Ángel Arango.
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Los ‘bandos’ y el pueblo
Cuando se supo que el rey había sido apresado por los invasores franceses, la élite momposina reunida en el cabildo, convocó a sus habitantes para mantener la lealtad al rey Fernando VII. Para lograr el propósito, los cabildantes promulgaron bandos y pregones para rechazar al agresor galo aunque luego, con el paso de las semanas y las noticias, terminarían reivindicando autonomía e independencia. El respaldo al rey no solo se expresó en los bandos. El cabildo organizó una recolección de dinero y joyas para apoyar a la resistencia. En los donativos a la causa participaron tanto la pomposa élite, como los humildes pulperos. El mariscal de campo don Antonio Narváez y la Torre, donó 500 pesos y 300 más por cada año durante la guerra. El cuerpo eclesiástico –en cabeza del señor vicario Juan Fernández de Sotomayor– entregó 480 pesos. Don Pantaleón de Germán Ribón, su consorte y hermanas, aportaron 1.500 pesos y su espada puño de oro y hebillas de igual metal de su propio uso marcadas con sus iniciales P.G.R.Y el acaudalado regidor jubilado don Pedro Martínez de Pinillos dio la máxima muestra de amor por la nación con 22.500 pesos. Los representantes del gremio de pulperos, José Luis Muñoz y Luis Gonzaga Galván aportaron 300 pesos. A causa de estos donativos, la villa tuvo roces con el poder en Santafé. El virrey,
independencia de Mompox El 25 de julio de 1810, el cabildo de Mompox aceptó la creación de una Junta Provincial de Cartagena de la cual haría parte; sin embargo, al enterarse de lo sucedido el 20 de julio en Santafé, varios cabildantes de Mompox consideraron que la soberanía regresaba a los pueblos. Por ello, el 6 de agosto, en una especie de cabildo abierto liderado por Pantaleón Germán de Ribón y Vicente Celedonio Gutiérrez de Piñeres, Mompox reasumió su soberanía y proclamó la “independencia absoluta de España y de toda extranjera dominación”, al tiempo que reconocía la autoridad de la Junta Provisional de Santafé, obteniendo así autonomía de Cartagena. En medio de una gran tensión entre las dos ciudades, el cabildo de Mompox solicitó el 8 de octubre a la Junta de Cartagena, cambiar su estatus de villa a provincia, lo que desencadenaría en una guerra entre las dos ciudades, que fue ganada por la capital.
aunque alabó esas muestras de fidelidad, consideró que esos actos, al no ser autorizados por él, vulneraban la unidad del virreinato.La villa momposina respondió con altivez que no necesitaba de su venia. Dos años después, al tiempo que en España los conflictos políticos llegaban a su punto más álgido, Mompox lanzó el primer grito de independencia el 6 de agosto de 1810, en el que rompió los lazos jerárquicos, sobre todo con Cartagena, y buscó ser reconocida como provincia autónoma en el centralista Congreso General en Santafé del mismo año. El
a orillas del magdalena
Durante la Colonia Mompox fue el principal puerto sobre el río Magdalena.
listas, conocida como la Patria Boba, sino en la confrontación con los realistas. En 1812, las tropas momposinas lograron doblegar a los samarios, pero ellos en un contraataque las hicieron retroceder hasta acorralarlas en la ciudad. De manera valerosa soportaron el embate. A finales de 1812, la villa contó con el apoyo de Simón Bolívar, quien derrotó a algunas tropas realistas cercanas a la región. En contraprestación, la ciudad lo apoyó con pertrechos y tropas para iniciar en diciembre de ese año la llamada Campaña Admirable. Luego de dos años de tensa paz, la ciudad fue retomada por la fuerzas realistas provenientes de Santa Marta el 29 de abril de 1815. Muchos de los patriotas fueron capturados, y los que lograron huir, engrosaron las filas de las guerrillas patriotas que luchaban contra
Mompox en el Magdalena. Edward Walhouse Mark. 1845. Colección permanente de artes plásticas del Banco de la República. Biblioteca Luis Ángel Arango.
de Mompox, con su ciudad como capital, lo que solo duró hasta 1777, cuando revocó su decisión por las gestiones de los cartageneros. Estos y otros conflictos exacerbaron la rivalidad entre las dos ciudades,que estallaron violentamente con la crisis del imperio de 1808. En esta ocasión Mompox volvería a reivindicar sus pretensiones autonómicas.
los realistas. La villa gobierno cartagenero fue punto estratégiconsideró el acto Simón Bolívar y Mompox co para el bloqueo momposino como Gracias al apoyo de 400 de Cartagena, por una sublevación a momposinos que se unieron a su la principal vía de su autoridad y, con comunicación con el la excusa de que ejército, el Libertador pudo dar el río MagMompox había inicio a la ‘Campaña Admirable’ con interior: dalena. Cinco años declarado la Indepenla cual recuperó Caracas el 6 de después Mompox dencia Absoluta de la Junta de Regencia agosto de 1813. En reconocimiento volvería a verse invoen conflictos de España, envió un a este apoyo Bolívar exclamó una lucrada bélicos. Esta vez, en ejército comandado frase de agradecimiento similar a la el contexto de la guepor Antonio José de Ayos, para someter que también le daría a Cartagena: rra por expulsar a los españoles. El 19 de a la ciudad. El enfren“Si a Caracas debo la vida, a junio de 1820 la ciutamiento bélico Mompox debo la gloria”. dad fue tomada por entre cartageneros y José María Córdoba, momposinos se inició lo que puso fin al dominio español en la villa. el 21 de enero de 1811. Hora después, la villa La lucha momposina por la autonomía fue tomada por las tropas de Ayos, lo que dio inicio a una represión indiscriminada en contra en el ordenamiento político virreinal fue expresión del sentimiento generalizado en la de los líderes del movimiento autonomista. Nueva Granada contra el centralismo admiDerrotada y bajo el mando de Cartagena, Mompox empezó a participar como aliada en nistrativo que España había impuesto desde el siglo XVI y que ya, al comenzar el XIX, la lucha de esta ciudad contra los realistas de mostraba sus limitaciones. Estos sentimienSanta Marta. Desde ese momento, Mompox tos autonómicos se constituyeron en las entraría a participar de manera activa no solo semillas del federalismo de 1863. en la guerra civil entre centralistas y federa-
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La hacienda en el Caribe Con sus vacas, cultivos, esclavizados y demás trabajadores, la hacienda caribeña estuvo lejos de ser una plantación, pero se convirtió en una de las principales unidades económicas, sociales y culturales del área.
Por Vladimir Daza*
El cultivo del cacao se convirtió en la base de grandes fortunas, especialmente en Venezuela. Fue presisamente en esas plantaciones donde apareció la expresión de ‘gran cacao’, nombre dado a los grandes plantadores bastante ricos. La familia de Simón Bolivar fue una de las grandes cultivadoras de este fruto.
Estancia de San Antonio. Archivo General de la Nación.
Sembradíos de cacao en el valle de El Guapo. Historia de Venezuela en imágenes, Rafael Strauss y otros, Fundación Polar, Editora El Nacional, 2000.
fuente de riqueza
E
n el Gran Caribe, que va desde el sur de Estados Unidos hasta el norte del Brasil, predominó hasta el siglo XIX la plantación, gran unidad económica intensiva en capital y en mano de obra, cuyo producto se destinaba de manera preferente a los mercados europeos. La creciente demanda de azúcar en los mercados europeos desde el siglo XVI hizo de las islas del Caribe un lugar ideal para el establecimiento de la plantación. Como la población nativa fue exterminada en los primeros años de la conquista española, pronto se pasó a la mano de obra de los esclavizados africanos. Un 40 por ciento de ellos, unos 1,4 millones de personas, * Historiador y profesor de la Universidad de Caldas
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Trabajos forzados El 23 por ciento de los 9.612 esclavizados que había en la provincia de Cartagena en 1777 estaban dedicados a las labores agrícolas. estaban sometidas al trabajo forzado en las plantaciones caribeñas. Pero no solo plantaban caña. Al azúcar le siguieron el tabaco, el cacao y luego el algodón. Y al finalizar el siglo XIX, el banano, el henequén y otros productos. A comienzos del siglo XVIII, las islas del Caribe francés e inglés eran las mayores pro-
Cartagena, pregón de la libertad Plano de la estancia San Antonio, ubicada en la gobernación de Cartagena, que data del año 1775. El sello real le otorgaba validez al documento.
Múltiples labores Los esclavizados manejaban la fragua de hierro, cobre y oro; trabajaban en las minas, cuidaban el ganado, montaban a caballo y cultivaban el millo, plátano, caña de azúcar y arroz. No es casual, por ejemplo, que Diego de Pared, en su Noticia Historial de la Provincia de Cartagena de 1772, escribiera que en el poblado de María, “la feligresía está distribuida en haciendas”. Algo similar sucedía en San Antero, situado en el Partido de Tolú, donde su feligresía de libres estaba repartida en haciendas. No se olvida Peredo de anotar, por ejemplo, que en Santa Ana
Finca en tierra caliente. Le tour du monde, Librairie Hachette et C, 1879.
ductoras de azúcar del mundo. Sin embargo, la independencia de Haití en 1804 produjo un profundo remezón debido a la destrucción de las instalaciones azucareras. Esto provocó un desplazamiento de las plantaciones hacia Cuba y Puerto Rico, así como al sur de Estados Unidos y volvió a darles primacía a las plantaciones brasileñas. La plantación no solo fue isleña, también existían versiones continentales, como la de Brasil, Centroamérica y Venezuela. La presencia de la plantación fue una determinante importante para formar los patrones fundamentales de la cultura caribeña. Sin embargo, en el Caribe neogranadino no existió la plantación. Las razones son varias. Una de ellas se encuentra en la calidad de los suelos, más adecuados para la ganadería extensiva que para la agricultura. Otra causa fue la atracción que ejercía la minería de oro en el interior de la Nueva Granada. Además se le suma las características geográficas de la llanura caribe, que ofrecía refugio para los indios insumisos y los esclavizados que luchaban por su libertad. La provincia de Cartagena, y en menor grado la de Santa Marta, vio surgir palenques y rochelas, donde los negros fugitivos, los indios y algunos blancos encontraban refugio. La posibilidad de huir a la frontera agraria, donde podían asentarse
abastecían a los mercados de las provincias costeras de carnes y menestras. No se trataba de haciendas ganaderas de producción intensiva. La ganadería, de hecho, se practicaba en grandes extensiones, y por sus llanuras pastaban miles de reses cimarronas, unas ochenta mil según el informe del ingeniero militar Antonio de Arévalo hacia 1770. Durante el siglo XVIII, luego de guerrear contra los chimilas, expulsarlos de sus tierras y de las orillas del río Magdalena, el mundo rural del Caribe con sus haciendas se había extendido a la provincia de Santa Marta.
LEGADO COLONIAL
Entrado el siglo XIX, el paisaje y la cultura de las haciendas del Caribe colombiano guardó muchas de las características de las haciendas coloniales. Esta litografía muestra cómo en 1879 la ganadería seguía siendo extensiva.
como pobladores libres sin las coerciones de la sociedad mayor española, impidió que se desarrollara la plantación. Un caribe de haciendas
En nuestro caribe colonial, las haciendas eran el centro de la vida económica del mundo rural. Estas, a diferencia de la plantación orientada a los mercados europeos,
hay “221 esclavos que cultivan varias haciendas”. Toda esta gente que vivía en poblados cerca de las mismas, trabajaban en ellas como libres, los llamados concertados, que recibían un salario. Y también había muchos esclavos que hacían diferentes oficios, eran vaqueros, acompañaban al ganado a los bebederos, y se encargaban de emprender largas jornadas hasta Cartagena de Indias con el ganado. En un mapa del siglo XVIII se puede ver claramente cómo las haciendas se encontraban estrechamente unidas a villas y parroquias con el fin de controlar la poca mano de obra. Las formas de sujeción laboral
Trabajadores En las grandes haciendas de las provincias de Santa Marta y Cartagena convivían trabajadores libres con esclavos. El hacendado estableció una relación paternalista con los primeros, a quienes brindaban pagos y bienes, mientras los esclavos eran tratados con mayor dureza. Todas las normas de conducta eran impuestas por el hacendado, que generalmente residía en Cartagena y solo visitaba sus tierras por cortas temporadas. También encabezaba algunas actividades y celebraciones como bautizos, matrimonios y festividades religiosas, acompañadas por bailes como el bunde. Un ejemplo de hacendado fue don Manuel Escobar, uno de los más ricos propietarios, quien tenía cuatro haciendas y 182 esclavos dedicados a cuidar el ganado y producir melaza para el aguardiente.
Quinta de San Pedro Alejandrino. Acuarela de Edward Walhouse Mark, Colección permanente de artes plásticas de la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República.
La estancia caribeña
además de la de los concertados evolucionarían durante el siglo XIX y hasta los años cincuenta del siglo XX hacia el matriculado y el avanzado. Los contrastes entre el valor de la mano de obra esclavizada y las demás inversiones en estas haciendas eran mayúsculos. En los inventarios de Santa Bárbara de Las Cabezas, la hacienda emblemática de Julián de Trespalacios, por ejemplo, la esclava Simona fue evaluada en 250 pesos, igual que a Eusevia y a las 131 “bacas mansas paridas” a tres pesos cada una para un total de 393 pesos. Para hacer una arqueología del comportamiento de nuestros “empresarios agrarios”, vale la pena recordar que una hacienda se formaba a través de las llamadas composiciones reales: es decir legalizaciones; “entre las realizadas en el Caribe entre 1699 y 1800, el 77 por ciento perteneció a 14 adjudicaciones en la provincia de Santa Marta, lo cual significó que las familias Díaz Granados, Madariaga, Hoyos, Mier y Trespalacios, estas tres últimas emparentadas entre sí, recibieran 51.000 hectáreas”, de las más fértiles. Hay cálculos que señalan que solo 13 familias de las provincias del caribe recibieron en composiciones 130.000 hectáreas de tierra. Así, en vez de la plantación tuvimos haciendas, las unidades económicas que contribuyeron de manera significativa a forjar nuestra cultura caribeña. La trashumancia de ganados, la cría extensiva en las sabanas y playones, según las estaciones de lluvias y temporadas secas se practicaron hasta el siglo XX.
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Bicentenario
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En la mira de piratas y corsarios Durante tres siglos Cartagena, la joya de la Corona, fue deseada no solo por imperios, sino por toda clase de aventureros.
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Archivo particular.
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El botín no compensó los gastos de quienes penas una década después de su habían financiado la operación, entre quienes fundación, Cartagena padeció el se contaba la reina Isabel I. Nunca lograron primero de muchos ataques de apresar la flota que transportaba la plata a piratas. En 1544 el francés Roberto Baal salas arcas del rey español, y por ello lo que queó la ciudad. Los 450 asaltantes lo robaron lograron saquear en las ciudades no dejó de ser todo, hasta los ornamentos y campanas de un abrebocas para los ambiciosos propósitos. la iglesia. Al parecer, un marinero español, Drake no consiguió riquezas, pero el ataque le agraviado por su superior, traicionó la ciudad granjeó ser nombrado sir por la soberana. y guió a los asaltantes. El asalto de Drake sirvió para iniciar en En 1549 y en 1560 hubo varios asaltos, el último de los cuales fue perpetrado por Martín serio la fortificación de la ciudad. Después de la toma llegó al Cote, quien arribó puerto Juan Bautista con siete navíos. El héroe de Cartagena Antonelli, el primero Esta vez los 250 vecinos de la ciudad, Sancho Ximeno defendió el castillo de una larga lista de militares ya prevenidos pues de San Luis de Bocachica con solo ingenieros responsables de Cote venía de asaltar 68 hombres frente a casi 3.000 diseñar y construir las a Santa Marta, se defendieron con dardos atacantes del barón de Pointis. Fue defensas de la ciudad. envenenados que traicionado por sus subalternos, la El asalto de Pointis les dieron algunos mayoría de ellos esclavos, quienes indígenas y con un En medio de la pequeño grupo de entregaron sus armas y abrieron sucesión dinástica arcabuceros y unas española de fines del las puertas a los franceses. pocas unidades de siglo XVII, Francia caballería. Pero fuedecidió presionar a ron derrotados muy pronto y Cote incendió la España atacando las plazas más importantes ciudad, no solo para vengarse por la resistencia del imperio en América mediante expediciosino porque el botín le pareció muy poco. nes corsarias. Una de ellas arribó a CartageEl contrabandista de esclavos John Hawkins na el 13 de abril de 1697, comandada por y su primo Francis Drake realizaron varias el almirante francés Jean-Bernard Desjeans, expediciones de contrabando entre 1564 y barón de Pointis. 1568. Este último año arribaron a Cartagena Este corsario llegó a Cartagena al mando con el pretexto de vender unos esclavos, pero de una flota de 28 naves, dotada de 500 lo que querían era desembarcar y apoderarse de la ciudad. Cuando las autoridades no se lo Sir Francis Drake permitieron, plantaron un bloqueo naval por ocho días, al cabo de los cuales alzaron velas Nacido en Inglaterra en 1543, este marino fue y partieron hacia México. Pero cuando regresacorsario, explorador, traficante de esclavos, político y ron, no se pusieron con trucos. En 1585, al vicealmirante de la marina real inglesa. Aprendió los comenzar la guerra entre España e Inglaterra, secretos de la navegación de la mano de su primo, John Drake se dirigió al Caribe al mando de una Hawkins y participó en 1588 en la derrota de la Grande gran flota de 22 navíos y 2.300 hombres. En y Felicísima Armada invencible que Felipe II organizó febrero de 1586 Drake y su teniente Martin para invadir a Inglaterra. Fue el primer inglés en darle la Frobisher ocuparon la ciudad durante un mes vuelta a la tierra como parte de su misión de acosar a y la dejaron en ruinas. los españoles en todo el orbe. Al regresar en su nave, el Si para Cartagena este asalto significó un Golden Hind en 1581, fue armado caballero por Isabel desastre, para los piratas también, pues gran I de Inglaterra, en recompensa por sus servicios a la parte de la tropa de Drake murió por las Corona. Murió en Portobelo (Panamá), en 1596. fiebres, y por las heridas sufridas en el asalto.
cañones y 4.000 hombres como tropa de desembarco, además de 1.200 bucaneros. Luego de bombardear la ciudad 1.700 soldados desembarcaron en Tierrabomba, junto con los bucaneros. Atacaron y tomaron el castillo de San Luis de Bocachica, defendida por el célebre Sancho Ximeno. Uno a uno fueron cayendo los fuertes, incluso el castillo de San Felipe, cuyos defensores quedaron cobijados con la sospecha de acuerdos con los asaltantes. Luego de un intenso bombardeo a la Puerta de la Media Luna, el primero de mayo se adueñaron de
Sir Francis Drake. Historia de Venezuela en imágenes, Rafael Strauss y otros, Fundación Polar, Editora El Nacional, 2000.
Cartagena, pregón de la libertad
versión inglesa
En 1741 el pintor Isaac Basire esta versión de esta litografía titulada “A View of Cartagena with the several dispositions of the British Fleet under the Command of Admiral Vernon”.
recreación francesa
Esta litografía ilustró ‘La toma de Cartagena’ del barón de Pointis en 1697.
Uno de los numerosos conflictos armados entre Inglaterra y España fue la Guerra de la Oreja de Jenkins sucedida entre 1739 y 1748. Este conflicto se desató en noviembre de 1739 cuando el almirante Edward Vernon atacó a Portobelo con éxito. Alentada por la opinión pública inglesa, la armada inglesa organizó una expedición conformada por 181 buques y 27.600 hombres que zarpó de Port Royal, Jamaica, y arribó en marzo de 1741 a Cartagena. Convencido de que se trataba de un triunfo fácil, Vernon mandó a fundir medallas conmemorativas con la leyenda: ‘El orgullo de España humillado por el almirante Vernon’. Y en la otra cara rezaba: ‘El almirante Vernon tomando la villa de Cartagena’. Luego de doblegar las defensas de San Felipe, Bocachica y Bocagrande, Vernon emprendió el asalto de San Felipe de Barajas El ataque a este fuerte, defendido por Blas de Lezo, obligó a los ingleses a adentrarse en tierra, donde adquirieron la malaria. En el primer asalto sufrieron más de mil bajas. Otro ataque, en la noche del 19 de abril, concluyó con los alrededores del fuerte tapizados de cadáveres de los agresores. Una carga de la infantería española puso en desbandada a los sobrevivientes. El 20 de mayo de 1741 zarpó de la bahía la última nave inglesa, cuando las bajas llegaban a 8.000 muertos y unos 7.500 heridos.
La toma de Cartagena por Pontis 1697, según grabado francés. Biblioteca Luis Ángel Arango.
Getsemaní, donde ofrecieron al gobernador una propuesta de capitulación. De manera sospechosa el gobernador aceptó y desistió del auxilio militar que ofrecía Mompox. El 6 de mayo, con la misma pompa usada por las autoridades españolas que abandonaron la ciudad, entró Pointis. Más tarde, el funcionario fue enjuiciado, y se demostró que había sido sobornado por el francés. Este almirante se alzó con un botín calculado entre ocho y nueve millones de pesos oro, que incluía un famoso sepulcro de plata labrada y maciza, adornado con campanillas de oro, que pesaba 8.000 onzas, usado en las ceremonias de Semana Santa. Finalmente, el primero de junio de 1697 la flota francesa levó anclas, con la tropa diezmada por una epidemia de disentería. Pero los males de la ciudad no concluyeron allí. Los piratas, burlados en la repartija del botín por el almirante, regresaron a la ciudad y la saquearon hasta acumular un botín de dos millones de pesos oro. La ciudad quedó destruida, su comercio fuertemente afectado, y en 1700 el gobernador preso, con detención domiciliaria, con la pena de permanecer engrillado. Sin embargo, el juez pesquisador enviado por la corona, lo encontró sin los grilletes y al primer intento de trasladarlo a una prisión, el exgobernador Diego de los Ríos se fugó y terminó sus días en la comodidad que le ofreció Jamaica. Para algunos estudiosos de estos sucesos, la ciudad nunca se pudo sobreponer del golpe que recibió y fue una causa de la declinación cartagenera.
Medallas acuñadas en Inglaterra para conmemorar el esperado triunfo de Vernon. En: Cartagena de Indias. Puerto y plaza fuerte.
Asalto de Edward Vernon
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Bicentenario
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Rezar, vigilar, pecar En la mentalidad religiosa del pueblo cartagenero convivió la fe católica con prácticas religiosas de indígenas y africanos. Por Edgar José Gutiérrez Sierra*
* Filósofo, historiador y docente de la Universidad de Cartagena
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de monjes y sacerdotes, pudieron conservar más fácilmente parte de sus creencias y transmitirlas oralmente a sus descendientes, pues muchas veces fueron vistos solo como animales de trabajo. Así, la religión católica se convirtió en el eje de la sociedad colonial. Espacios como las iglesias y los conventos fueron importantes como
Fiesta del Corpus Christi Desde la segunda mitad del siglo XVI el Corpus Christi se convirtió en la principal fiesta religiosa del pueblo católico, y en Cartagena se celebraba con la presencia del gobernador, el obispo, el clero y varios sectores de la sociedad, quienes elaboraban altares y representaban escenas bíblicas.
puntos de encuentro y centro de celebraciones. De hecho, algunas de las principales distracciones del mundo colonial eran las ceremonias y fiestas religiosas, las procesiones, devociones y ritos sacramentales (matrimonios y bautizos), apropiadas por la población, que alimentó así la religiosidad popular. La Iglesia procuró vigilar y controlar las costumbres y prácticas de los cartageneros, e incluso de los extranjeros que la visitaban, a través de instrumentos como la Inquisición, establecida en la ciudad en 1610. No obstante, el pueblo encontró otras formas de manifestar su religiosidad al margen de estos controles oficiales, permeando incluso algunos ritos institucionales. Cabildos y santería
Los “cabildos de nación”, como se llamó a algunas comunidades negras, existieron en Cartagena desde el siglo XVII y participaron particularmente en las fiestas de la Virgen de La Candelaria. Conservaron parte de sus tradiciones que se expresaron en los entierros, la música (en la que el tambor fue su principal símbolo), las danzas, lloros y otras compañías. La antropóloga Nina de Friedemann afirma que “los cabildos de negros, que en primer momento fueron enfermerías en Cartagena de Indias, se convirtieron en ámbitos de resistencia a la sociedad dominante y en refugios de africanía”. En 1693 existían los cabildos Arará y Mina, y el padrón de 1777 registró cabildos de negros en el barrio de Santo Toribio (hoy San Diego). Se trataba de los negros carabalíes (de la calle del Cabo y de los Siete Infantes), negros luangos (de la calle Quero), negros araráes y jojóes, (en la calle San Pedro mártir), negros minas (en la calle del Santísimo) y negros lucumíes y chaláes (en la calle de los Siete Infantes). Ante la hegemonía del mundo católico cristiano, las prácticas religiosas de los esclavos y negros libertos fueron muy importantes como forma de resistencia cultural. Retrato de San Pedro Claver en la capilla adyacente donde falleció el santo (colección del Convento de San Pedro Claver en Cartagena). Fotografía de Andrés Rozo y Catalina Jiménez.
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a confluencia de los cultos y las tradiciones cristianas, indígenas y africanas en la Cartagena colonial, desembocó en una religión popular llena de sincretismo. Esta especie de mestizaje místico y cultural se inició en la Conquista y aún hoy subsiste en los habitantes de la ciudad. La conquista y colonización de la costa Caribe colombiana, como otros procesos a lo largo del continente, empuñaron la espada y la cruz. Aparte de controlar a los indígenas y sus territorios y saquear sus “entierros” o tesoros, los españoles llevaron a cabo un proceso evangelizador para “formar” y adoctrinar a los indígenas en las creencias y ritos católicos. Este proceso, que desconoció y suplantó todo el universo religioso precolombino, desempeñó un papel fundamental como medio de dominación. Sin embargo, frente al asedio de los sacerdotes, monjes y misioneros cristianos, los indígenas pusieron en práctica estrategias de resistencia para conservar parte de sus creencias y prácticas: se internaron en las selvas o subieron a las cimas de las montañas para allí continuar sus ritos; o abrazaron las doctrinas cristianas, para muchas veces mimetizar entre sus ceremonias y costumbres los ritos autóctonos y tradicionales. El carácter excluyente del cristianismo conquistador, que persiguió, denigró, satanizó y trató de exterminar las “idolatrías” o divinidades aborígenes, así como sus lugares sagrados, interrumpió bruscamente los procesos de transmisión de la memoria sagrada de los indígenas y logró asegurar su hegemonía. Realizaron parte importante de esta tarea órdenes religiosas como los dominicos, franciscanos, agustinos y jesuitas, quienes, en ocasiones, denunciaron abusos de los encomenderos contra los indígenas. Este escenario se enriqueció con la temprana llegada de los esclavizados traídos de África, que aportaron a esta compleja sociedad colonial también sus religiones, creencias, ritos y prácticas espirituales. Aunque los esclavos también recibieron enseñanzas
El esclavo de los Esclavos
El monje jesuita san Pedro Claver, dedicó parte de su vida a recibir a los esclavos negros en el puerto de Cartagena para atenderlos, cuidarlos y evangelizarlos.
Cartagena, pregón de la libertad
una ciudad de iglesias y conventos
Parte interior del Convento de Santo Domingo. Biblioteca Nacional de Colombia.
Durante el periodo colonial uno de los principales centros de difusión de la fe católica eran los conventos. En la actualidad, muchos de ellos conservan su valor arquitectónico, aunque cumplen otros propósitos. Los más conocidos son: • Convento e iglesia de Santo Domingo (imagen): Fue el primer convento de la ciudad, construido en 1549. Inicialmente fue llamado San José. Tras el incendio de 1552, fue reconstruido. Estuvo a cargo de los padres dominicos, quienes se dedicaron a evangelizar a los indígenas. • Convento e iglesia de San Pedro Claver: Fue construido en 1580 por los jesuitas bajo el nombre de San Ignacio de Loyola, pero fue reconstruido en el siglo XVII y dedicado al monje Pedro Claver (1580-1654), quien vivió allí y luego fue canonizado por los cuidados y protección que brindó a los esclavos. • Convento de La Candelaria o de La Popa: Fue construido en 1607 por los padres agustinos. Según la leyenda, fray Alonso de la Cruz Paredes recibió un mensaje de la Virgen cuando estaba en el desierto de Ráquira, para que fundara un convento en la cima del cerro más alto de Cartagena. Allí se celebra la fiesta de la Virgen de La Candelaria. • Convento de San Diego: Fue fundado en 1608 por fray Sebastián de Humilias, quien recolectó entre los feligreses el dinero para comprar la casa y construir la iglesia y el claustro, donde se atendían a las personas más pobres.
La participación en cabildos negros cartageneros de algunos esclavizados que antes habían estado en Cuba y habían formado parte de los cabildos, hizo que este fenómeno tuviera similitudes con el de la isla. Esto se pudo ver en la tradición de danzas africanas (los cabildos de negros originaron las danzas del Congo y el Torito, muy representativas del Carnaval de Barranquilla), de universo religioso a semejanza de la regla de Ocha, o lo que popularmente se le llama la santería cubana. Los escritos del padre jesuita Alonso Sandoval (1576-1652), compañero del beatificado san Pedro Claver, son una fuente importante. En su obra De instauranda Aethiopum salute, describió la diversidad de los grupos o etnias africanas –mandingas, araráes, minas, carabalíes, congos, popóes, iolofos, berbesíes,
fulos, etcétera–, su multiplicidad religiosa, de ritos e idolatrías, y sus “muchos ministros que con hechizos y brebajes acaban cuanto quieren”. El apego de los africanos a sus lenguas, además de facilitar la conservación de algunas tradiciones, hizo más difícil el oficio doctrinal de los españoles. Aun así, el culto a los antepasados fue interrumpido durante la esclavitud, aunque se sostuvo precariamente su reverencia a los ancestros o “…estatuas de sus antepasados… también adoran nóminas supersticiosas, muy labradas, que les han dado o vendido sus infernales ministros, persuadiéndolos que trayéndolas consigo a la guerra no recibirían daño alguno…”. Muchas de las prácticas religiosas fueron perseguidas, tal y como se ha podido determinar a través de las reprimendas y amonestaciones, en especial las inquisitoriales y aquellas
Los bundes En 1781 el obispo de Cartagena pidió que en las vísperas de las fiestas religiosas se prohibieran los bundes, unos bailes nocturnos en los que “indios, mestizos, mulatos, negros y zambos” se reunían a tomar, bailar y cantar “versos lascivos”, porque al día siguiente no asistían a misa. hechas por el clero en general. Poco a poco, estas se entremezclaron con los elementos religiosos indígenas y con la religiosidad popular de los españoles. Quedaba así la fe católica impregnada de augurios, magia y “brujerías”. Teniendo en cuenta lo anterior, la historiadora Cristina Navarrete se pregunta: “¿Es posible que negros y mulatos construyeran una religiosidad peculiar y propia en la Cartagena del siglo XVII? Hay elementos para juzgarlo así, sin embargo, no es prudente situarla en la categoría de religión estructurada, como el vudú haitiano o las religiones afrobrasileñas y afrocubanas (candomblé, santería, ñañiguismo)”. Es posible que los cabildos de negros fueran los espacios compensatorios de sus creencias, ya que en los desfiles de carnaval portaban figurillas de sus ancestros. La religiosidad popular asumió el sincretismo indígena, europeo y africano, lo cual se evidenció en manifestaciones cotidianas de su vida: bailes, entierros, rezos, cantos, etcétera. La supervivencia de esta mentalidad durante el proceso de independencia, es uno de los factores que explica la reacción contra la Inquisición, odiada por los sectores populares que la veían como un órgano para reprimirlos. Por eso sus instalaciones fueron saqueadas e incendiadas en la gesta independentista.
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La Inquisición en Cartagena En un ciudad donde la práctica de actividades heréticas era la regla, el Tribunal de la Inquisición se encargó de vigilar los principios de la Iglesia y de buscar y juzgar a quienes los transgredieran. Por Fabio Andrés Prieto*
Condenados Se estima que el Tribunal de Cartagena condenó a 767 personas, de las cuales tan solo cinco fueron “relajadas al brazo secular”, es decir, entregadas a las autoridades civiles para que fueran quemadas en la hoguera. En el edicto se detallaban los tipos de herejías, con sus ritos y ceremonias, que debían ser denunciadas por todos los creyentes: los judaizantes (judíos bautizados, pero fieles a sus creencias), los musulmanes, los protestantes, los practicantes de brujerías, hechicerías o ritos diabólicos, los blasfemos y adivinos, los religiosos que sedujeran a las mujeres (delito llamado ‘solicitación’) o que estuvieran casados, los bígamos, los amancebados y las prostitutas. Además, se prohibió comerciar y leer los libros prohibidos en los índices elaborados por la Iglesia y la Inquisición y también se condenó a quienes desconocieran las normas del Tribunal, como, esconder herejes, hablar mal del Santo Oficio y no respetar el secreto de los procesos. * Historiador
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Fotos: Cincuenta años de Inquisición en el Tribunal de Cartagena de Indias. Ana María Splendiani y otros. Centro Editorial Javeriano, 1997.
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l 30 de noviembre de 1610 todas las autoridades civiles y militares de Cartagena, encabezadas por el gobernador y capitán general Diego Fernández de Velasco, el clero, los comerciantes y la población de la ciudad, se reunieron frente a la catedral para escuchar la lectura del Edicto de Fe que daba apertura oficial al Tribunal de la Santa Inquisición en Cartagena. El acto estuvo a cargo de los dos inquisidores nombrados en España: Pedro Mateo de Salcedo y Juan de Mañozca. Su objetivo era reprimir las herejías, mantener la unidad y la pureza de la fe católica; y vigilar y juzgar una serie de prácticas, costumbres, ideas y delitos contra la religión oficial.
Los métodos de tortura Los principales métodos de tortura usados por la Inquisición, fueron: • El tormento del fuego: Consistía en untar grasa en los pies del acusado y acercarlos al fuego para que se fritaran. • La cuerda o polea: Se amarraban las extremidades de los presos, y con una polea que estaba en el techo, lo iban izando y le estiraban el cuerpo, dejándolo caer a veces. • Rueda de Santa Catalina: Era amarrar al reo a una rueda y le partían los huesos a golpes. • La bota: Se amarraban dos palos a una pierna del preso, y se le introducían cuñas hasta llegar al hueso. • El Potro: Así llamaban a la mesa que tenía en el centro varias barras de metal o de madera, donde se hacía la tortura. Por cada extremo se ataba al reo de pies y manos, y mediante un torno se tiraban las extremidades en dirección contraria. • El jarro de agua: Consistía en obligar al acusado a ingerir, a través de un embudo, entre cinco y diez litros de agua. • El cordel: Se usaba un cordel de cuero o una cuerda delgada, que se ponía alrededor del cuello, los tobillos o las muñecas, y se iba apretando gradualmente. • Las tres últimas formas de tortura, fueron las más usadas en el Tribunal de Cartagena.
Cartagena, pregón de la libertad cuando la Junta de Gobierno suspendió las funciones del Tribunal y ordenó a los inquisidores entregar sus archivos al obispo, y el dinero a la Real Hacienda. Ese día el edificio fue saqueado por el pueblo y gran parte de sus archivos quemados. En 1814 Fernando VII restableció la Inquisición, y con la reconquista de Morillo sus cárceles se usaron para encerrar y ejecutar patriotas. No obstante, la expulsión definitiva de los españoles en 1821 significó también el final del Tribunal, que en un poco más de 200 años celebró 12 Autos de Fe generales, e investigó y procesó, solo en el siglo XVII, a más de 850 personas.
Palacio de la Inquisición Para que funcionaran como sede del Tribunal del Santo Oficio, en 1610 la Corona alquiló tres casas sobre dos costados de la Plaza Mayor de la ciudad. Estas fueron demolidas en 1630 para construir un edificio más grande. En 1741 el palacio del Santo Oficio fue afectado por el bombardeo de Vernon a la ciudad, por lo que fue necesario derribarlo e iniciar su reconstrucción que finalizó en 1770. Esta casa fue la sede de los tribunales y las cárceles del Santo Oficio, que eran escasas e incómodas para los presos. En estas celdas secretas también se torturaba y muchas personas murieron allí como consecuencia del martirio, o simplemente a la espera de recibir su condena. En la actualidad en el edificio funciona un museo, y es la sede de la Academia de Historia y del Archivo Histórico de la ciudad.
Fachada del Palacio de la Inquisición. Biblioteca Nacional de Colombia.
El primer Auto de Fe, gran ceremonia pública en la que se dictaban los veredictos, El Santo Oficio de la Inquisición fue fue realizado en Cartagena en 1614. De creado en 1233 por el papa Gregorio IX, allí en adelante los delitos más comunes para combatir a los herejes de Languefueron la blasfemia, el judaísmo, la bigamia doc, cátaros que se ubicaron en el sur de y la brujería. En el caso de los judeizantes, Francia. En España fue adoptada por los en el primer proceso de esa naturaleza 13 reyes católicos en 1480, no solo como inscomerciantes portugueses fueron condenatrumento de defensa de la fe católica sino dos en 1626 por reunirse a practicar como arma para consolidar la unificalos ritos hebreos. ción política en la península. La mayoría de las personas El Santo Oficio actuaba en juzgadas por el Tribunal el más estricto secreto. En fueron neogranadinos, muchas ocasiones los poseguidos por españoles y sibles herejes no sabían portugueses. También que se había abierto se realizaron procesos un expediente en su a un gran número contra y solo se ende negros, tanto de teraban cuando eran Cartagena como de apresados. Según el las islas del Caribe. tipo de delito podían Sin embargo, muchas existir diferentes veces los esclavos no castigos. Los más eran apresados por fuertes comprendían el Tribunal pues sus la confiscación de bieamos, al considerarlos nes, el pago de multas, una mercancía bastante el destierro, la galera costosa, los ocultaban. (la obligación de remar Cuando aumentó el número en los barcos del rey), los de libertos crecieron los casos azotes, la prisión o la hoguera por blasfemia y brujería, debido a que se aplicaba cuando el hereje que muchos de ellos rehusaba arrepenempezaron a practitirse. Este fue el Escudo de la Inquisición car públicamente sus modelo seguido en La rama de olivo representaba el ritos ancestrales. América, en donde Entre las prácticas su primer tribunal se perdón de los arrepentidos y la más perseguidas por constituyó en 1570 espada el castigo a los herejes. los inquisidores estaen Lima. Al año siLa leyenda en latín rezaba ‘álzate ban los cultos diabóguiente se establecía licos, las hechicerías, otro en México. La oh Dios a defender tu causa’. las supersticiones Inquisición estaba adivinatorias y la prohibida para los predicción del futuro que en algunos casos indígenas, quienes no podían ser perseguiestaban acompañadas de la antropofagia. Al dos ni juzgados por el Santo Oficio. juzgar estos delitos, la Inquisición daba prioridad a que los herejes se arrepintieran de su El Tribunal de Cartagena pacto diabólico y volvieran a aceptar la ley de El 25 de febrero de 1610, el rey Felipe Dios, y dejaba en segundo plano la condena III creó el Tribunal del Santo Oficio en por asesinatos, exhumación de los muertos y Cartagena. Se escogió esta ciudad porque demás delitos relacionados. Si el reo confeera uno de los sitios por donde ingresaban saba y abrazaba la fe católica la pena era de más extranjeros al continente, y se esperaba pocos años de prisión. que la Inquisición proporcionara un mayor En el siglo XVIII se presentaron menos control y evitaría la entrada de personas o procesos y se concentraron contra hebreos, libros “infectados de herejía”. protestantes y comerciantes de libros prohiLa labor inquisitorial se desarrolló en un mundo marcado por la religión católica bidos. El descenso estuvo relacionado con el aumento de la llegada de comerciantes extranen donde todos los espacios de la vida jeros protestantes o judíos que dominaban pública y privada, estaba regida por los lineamientos de la Iglesia. Por eso, además gran parte de las actividades económicas de la ciudad. Aunque, en teoría, todos ellos debían de los delitos contra la fe, la Inquisición se perseguidos, la Inquisición no podía erraditambién juzgó delitos civiles como el car al sector social base de la prosperidad ecodesacato a las autoridades, el amancebanómica de Cartagena. La tolerancia con estos miento o la bigamia. El éxito del tribunal extranjeros volvió más abierta y cosmopolita también dependía de la colaboración de la a la sociedad cartagenera y causó la pérdida de gente mediante las denuncias. En algunos prestigio y de autoridad del Tribunal. casos estas no estaban basadas solo en la El final de la Inquisición llegó con los convicción religiosa, sino en la venganza, eventos del 11 de noviembre de 1811, la rivalidad o la envidia. Antecedentes del Tribunal de Cartagena
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Bicentenario
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El censo de 1777 acabó con el mito de que Cartagena era una ciudad de blancos. Por Adolfo Meisel Roca*
Mercado en Cartagena. Le tour du monde, Librairie Hachette et C, 1879.
Fiestas y mercado en Cartagena La sociedad cartagenera fue el producto de muchas mezclas raciales, donde confluyeron elementos, prácticas y costumbres españolas, africanas e indígenas. Esto se evidenció en las diferentes fiestas que se presentaban en la ciudad, fueran religiosas (procesiones, misas y sermones), públicas (celebraciones por la ‘Jura’ del rey o la llegada de un funcionario importante) o populares (teatro, bailes callejeros, corridas de toros, juegos de boliche y de suerte). La variada expresión cultural de las bases populares, en especial los bailes y fandangos, fue considerada muchas veces como nociva por funcionarios de la Corona y de la Iglesia, y por ello intentaron prohibirlas o limitarlas mediante las Leyes Castellanas. Otro espacio de sociabilidad era el mercado. En la ciudad existían varios, en los cuales se encontraba toda clase de productos como alimentos, telas, calzado, especias, productos de la tierra, mantas, utensilios, etcétera. Las tiendas y pulperías eran controladas por las autoridades, las que fijaban precios máximos a los víveres, otorgaban las licencias de funcionamiento y cobraban un impuesto anual. Allí se reunían todos los miembros de la sociedad; sin embargo, era con la llegada de la ‘Armada de galeones’ cuando todos iban al puerto y se organizaba una feria para intercambiar las mercancías por el oro sellado o en polvo, la plata y otras piedras. A estas ferias arribaban personas de todo el virreinato, de la audiencia de Quito y del Perú.
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n 1777, Cartagena de Indias era la segunda ciudad más poblada del Virreinato de la Nueva Granada, pero la primera por el tamaño de su economía. Su población estaba compuesta en su mayor parte por personas blancas y negras, así como de una gran variedad de mezclas. Eso es lo que se desprende del censo de 1777 que recopiló la información básica sobre los habitantes del puerto, incluidos su edad, género, ocupación, raza, nombre, apellido y lugar de residencia. Este censo, que ofrece una inigualable radiografía de la vida cartagenera, permite recorrer a Cartagena calle a calle, plaza a plaza, para encontrar en los grandes caserones de dos pisos los núcleos familiares y los numerosos criados que tenían las grandes familias de comerciantes y los burócratas más influyentes. También aparecen las pequeñas casas de una planta de muchas familias de negros libres o de blancos pobres. Cartagena estaba poblada en 1777 por dos islas: la que albergaba lo que hoy es el centro histórico, que estaba completamente amurallada en ese momento, y Getsemaní, que tenía muralla del lado que daba para la isla de Manga y la tierra firme, así como del que colindaba con la bahía, que hoy no existe porque fue demolida a comienzos del siglo XX. En los alrededores inmediatos no había ningún poblamiento, pues los españoles no lo permitían por razones militares. La excepción era el caserío del Lazareto, que estaba al pie del Castillo de San Felipe, en el lugar donde hoy día están las oficinas del periódico El Universal. La Cartagena de finales del siglo XVIII estaba compuesta por cuatro barrios donde hoy queda el centro histórico y el arrabal de Getsemaní, en el que vivían muchos negros libres, mulatos y blancos pobres. Las planillas corresponden a tres barrios, (San Sebastián, Santo Toribio y La Merced) y las de Getsemaní. Para el de Santa Catalina no se han encontrado nunca los originales del censo en el Archivo General de la Nación. Sin embargo, la información disponible se refiere * Economista, historiador, gerente del Banco de la República de Cartagena.
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Mestiza en Cartagena de Indias. Antonio Rodríguez Valencia, grabado en cobre, ca 1799. Museo Nacional de Colombia.
Una ciudad multirracial
mestiza de cartagena de indias
El orden soñado por España implicaba la separación de las etnias de blancos, negros e indios.
al 76,5 por ciento de la población de la ciudad en esa época, por lo cual la representatividad estadística del análisis es muy alta. ¿Cuánta gente vivía en Cartagena en 1777? Los resultados muestran que eran 13.690 habitantes. Se debe ponderar el impacto de los pequeños números de la población, pues ello tenía consecuencias sociológicas: todo el mundo se conocía directamente o de oídas. Además, la élite era muy reducida. Si seguimos al historiador francés Fernand Braudel, esta podría ser un 3 por ciento del total de habitantes. En ese caso, en Cartagena estaríamos hablando de un grupo de unas 411 personas. Como el tamaño de las familias era de unas cinco personas en promedio, los jefes de hogar serían unos 82 hombres, que dominaban los negocios, la administración pública y la riqueza. Las redes familiares, de amistad y de negocios en ese reducido número de personas eran muy compactas. De acuerdo con el censo, había solo 88 indígenas, es decir el 0,6 por ciento de la población, ya que el grueso estaba compuesta por blancos y negros, así como por los múltiples matices de coloración y mezcla en que se clasificaban los descendientes de los anteriores. La historiografía tradicional cartagenera ha realzado la participación y las actividades de la población blanca, pero recientemente se ha enfatizado
Mujer principal de Cartagena de Indias. Antonio Rodríguez Valencia, grabado en cobre, ca 1796. Museo Nacional de Colombia.
Mulato de Cartagena de Indias. Anónimo, grabado en cobre, ca 1796. Museo Nacional de Colombia.
Hombre principal de Cartagena. Anónimo, grabado en cobre, ca 1796. Museo Nacional de Colombia.
Cartagena, pregón de la libertad
hombre principal de cartagena de indias
La ciudad debía estar habitada por los blancos, quienes constituían el estamento social más importante de ella.
mulato de cartagena de indias
La presencia de esclavizados e indios en la ciudad produjo la disolución de las etnias y la presencia de los libres de todos los colores.
Cuando se analiza el censo de 1777 por la importancia de la africana en la demografía género se encuentra un patrón demográfico colonial. Un historiador afirmó que “casi no muy singular: la preponderancia de las mujeres había blancos en Cartagena a fines del siglo XVIII”, entre los habitantes de Cartagena. En efecto, en aunque en el censo el 31,2 por ciento de las ese año la razón de sexo era de 0,85 por ciento. personas se clasificaron como tal. En el caso de los libres de todos los colores, el Un análisis desde las ciencias sociales a grupo más numeroso, la razón de sexos era de partir de información relativamente confiable, como este censo, debe alejarse de las anteriores 0,74 por ciento. Mientras había 3.867 mujeres simplificaciones sin asidero empírico y mostrar libres, solo había 2.878 hombres libres, un la dualidad de esa identidad afro-hispánica. Por desbalance muy significativo. También se observaba un desbalanejemplo, se puede ce de sexos para los utilizar la clasificación De todas las razas esclavos. Solo en el racial que tenían los A fines del siglo XVIII los caso de los blancos la tres barrios disponicartageneros se clasificaban más razón era equilibrada. bles y hacer algunos ¿Por qué se presentasupuestos para el o menos por partes iguales entre esta situación? El análisis de Getsemaní blancos, negros y mulatos. Por ello ba análisis de la pirámide para poder dividir la se puede afirmar que la mayoría era de edades da algunas población cartagenera de 1777 en afrodescendiente y al mismo tiempo pistas. El cambio en la razón de sexos se blancos, negros y mudescendiente de españoles. presenta al entrar latos. Hicimos esos a la fuerza laboral. cálculos con la colega Ello indica que la inmigración de mujeres del María Aguilera, en un artículo publicado en campo a trabajar en la ciudad debía ser la causa 1997. El resultado fue que a fines del siglo de la mayor presencia de mujeres libres. En el XVIII los cartageneros se clasificaban más o caso de los esclavos, posiblemente los jóvenes menos en partes iguales entre blancos, negros eran llevados a trabajar a las haciendas una vez y mulatos. Por ello uno puede afirmar que en alcanzaban la madurez física. 1777 la mayoría de los cartageneros eran afro Otro aspecto que el censo permite analidescendientes y, simultáneamente, eran en su zar es la estructura productiva de la ciudad, mayoría descendientes de españoles.
mujer principal de cartagena de indias
El orden moral se basaba en la separación étnica y se esperaba que la familia estuviese constituida por hombres y mujeres de la misma raza.
de suma importancia pues ayuda a vislumbrar algunas de las razones para el dramático declive de la ciudad después de la independencia. Para la población entre 15 y 64 años la información sobre ocupaciones indica que las dos primeras eran la de artesano y la de militar, en ese orden. Como se sabe, Cartagena era el principal bastión militar de España en la costa norte de Suramérica. Por esa razón, tenía una impresionante infraestructura defensiva: castillos, murallas, baluartes, fuertes, baterías, así como una tropa numerosa. Para financiar ese gasto recibía un subsidio, o situado, del resto del virreinato y de Quito. Al analizar el tipo de artesanos de Cartagena en 1777, llama la atención que casi en su totalidad se dedicaban a abastecer las necesidades locales de carpinteros, sastres, zapateros, albañiles, barberos, entre otros. Ninguno parecía producir algún bien exportable. Esto contrasta con lo que sucedía en poblaciones como Socorro, San Gil, o Barichara, que producían telas, sombreros, alpargatas, bocadillos y otros bienes que circulaban por el virreinato. Los artesanos de Cartagena dependían del próspero mercado local que estimulaba el aparato militar de la ciudad y esa dependencia resultaría desastrosa cuando esa función de Cartagena desapareció con la independencia.
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cartagena
Antonio de Arébalo, 1788. Biblioteca Luis Ángel Arango.
Bicentenario
El darién
La resistencia indígena y el clima tropical húmedo llevaron al fracaso todos los intentos de dominación española.
Rebeldes aborígenes Mucho antes del Movimiento Comunero, la valentía y resistencia de culturas indígenas wayuu y cuna lograron contener el poderío militar del Imperio español. Por José Polo Acuña*
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as reformas borbónicas de Carlos III, cuyo principal objetivo fue retomar el control territorial y poblacional de las colonias españolas en ultramar, estimularon fuertes resentimientos en amplios niveles de la sociedad. Algunos de ellos se generaron por la presión militar y religiosa sobre grupos de negros e indígenas que dominaban extensas áreas de la geografía imperial y que gozaban de una autonomía manifiesta. En la Nueva Granada la historia se ha centrado en la rebelión de los comuneros de 1781, pero ha descuidado otras acciones por considerarlas aisladas y muy locales, como el alzamiento armado de la comunidad wayuu de 1769, el primero de gran envergadura en el virreinato de la Nueva Granada, que inauguró el retroceso definitivo de las pretensiones españolas de controlar el territorio y a la po* Doctor en Historia, director del Programa de Historia de la Universidad de Cartagena
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blación nativa de La Guajira; y el movimiento armado de los nativos del Darién en 1785. Tanto en La Guajira como en el Darién la dominación imperial española fue precaria o inexistente. En la península de La Guajira el control de las autoridades y de los hacendados llegaba hasta el río Ranchería o Calancala. Desde allí, hacia el norte, los clanes nativos controlaban el territorio, es decir, más del 60 por cierto de la península estaba fuera del alcance colonial. Solo dos poblaciones eran ‘enclaves’ ibéricos: Riohacha y Sinamaica. Por su parte, los nativos cuna dominaron el área recorrida por el río Darién hasta su desembocadura en el Golfo de Urabá durante buena parte de la segunda mitad del siglo XVIII. Estos indígenas llegaron al Darién desplazados del Atrato medio por los emberá del Chocó y se posesionaron del territorio que alguna vez fue de los nativos cueva, afectados trágicamente por la Conquista. Tanto La Guajira como el Darién fueron zonas de contrabando y acecho
de Inglaterra, Francia y Holanda, que vieron en los wayuu y en los cuna la oportunidad de intervenir económica y políticamente de manera directa e indirecta en estos territorios. La guerra de España con Inglaterra en la década de 1760 había dado la oportunidad a las autoridades españolas de redoblar esfuerzos para contener a los ingleses en La Guajira, así como emplear sus fuerzas de manera ofensiva contra los indígenas. De esta manera, se incrementaron las entradas militares y de misiones religiosas capuchinas al territorio étnico, así como el abuso de hacendados riohacheros que no escatimaron esfuerzos en explotar y engañar a los wayuu, además de despojarlos de sus tierras. En ocasiones, autoridades y hacendados entraban conjuntamente a las rancherías nativas para esclavizar a niños, mujeres y hombres para llevarlos a sus haciendas o casas en Riohacha. Frente a estos abusos, jefes wayuu de más de treinta clanes se reunieron para idear una
Cartagena, pregón de la libertad
La frontera del darién
En este territorio confluyeron los intereses imperiales ingleses, la resistencia cuna y los fracasos españoles por controlarlo.
Indígenas del Darién. Historia General de Cartagena. Eduardo Lemaitre, El Ancora Editores, volumen 4, 2011.
estrategia de defensa. Al final, decidieron alzarse en armas el primero de mayo de 1769. La estrategia consistió en que los nativos de las zonas aledañas al río Ranchería se alzarían, mientras los ubicados en el norte los ayudarían con armas y municiones. Más de sesenta lugares, entre pueblos, villas, haciendas, iglesias y hatos fueron incendiados y la ciudad de Riohacha prácticamente rodeada por todos los flancos. Ante la gravedad del hecho, las autoridades militares de Cartagena enviaron al coronel Joseph Benito Encio, veterano del Regimiento del Fijo, con unos quinientos hombres, más otros trescientos que se sumaron en Santa Marta, Valledupar y la misma Riohacha. El desconocimiento del terreno, la presión nativa y sobre todo su organización militar sirvieron de disuasión a Encio para no desembarcar y no llevar a cabo la misión. Durante año y medio los wayuu controlaron la península de La Guajira, hasta que a finales de 1772 se encomendó al brigadier Antonio de Arévalo ‘pacificar’ la zona. Al contrario de lo que podría pensarse, Arévalo, que conocía muy bien la inferioridad militar de las fuerzas acantonadas en La Guajira, optó por negociar una tregua con los alzados en armas: soltó los presos que tenían en las cárceles de Riohacha y Cartagena, devolvió las cabezas de ganado que los hacendados habían quitado a los indígenas y pagó indemnizaciones por los agravios que los nativos habían recibido. En el Darién, al igual que en La Guajira, desde la década de 1760 se inició una ofensiva militar que terminó transitoriamente con la construcción del fuerte Yaviza, operación dirigida y ejecutada por Antonio de Arévalo. Luego se fueron erigiendo los fuertes de Chapigana, Cana y el real de Santa María. Durante la siguiente década las autoridades españolas lograron establecer cierto equilibrio y paz con los cuna, hasta que el 19 de abril de 1775 los nativos asaltaron el centro minero de Pásiga, en la región del alto Bayano, donde dieron de baja a 400 de las 450 personas que allí había.
A raíz de este incidente, el gobernador de Panamá, Pedro Carbonell y Pinto, hizo construir en la desembocadura del río Tuira el fuerte de San Carlos de Bocachica. Se llegó a establecer que detrás de este ataque estuvieron contrabandistas y oficiales ingleses provenientes de Jamaica. Tres años más tarde, el jefe cuna Bernardo Estola se alió con los ingleses para recibir armas y municiones para atacar territorios del actual Kuna Yala, del Darién del Norte y gran parte del Darién del Sur. Estola se proclamó jefe supremo de toda esta área, y el gobernador de Jamaica le envió una felicitación entusiasta por sus victorias. Las relaciones con los cuna se complicaron aún más a partir de 1779, cuando España declaró formalmente la guerra a Inglaterra. Dos años después, en 1782, los cuna cometieron una masacre en la que perecieron militares, colonos y misioneros. Las autoridades, en cabeza del arzobispo virrey Caballero y Góngora, llamaron a veteranos militares para
La fragilidad del Imperio Las rebeliones de los wayuu y los cuna mostraron que el Imperio no era invencible, tal y como se vería en la independencia.
lucha por el territorio El levantamiento wayuu fue liderado por el Capitancito, jefe del pueblo del Rincón, a quien según los relatos de los habitantes de Riohacha, los demás nativos lo miraban “como a su redentor, porque fue el que levantó la voz en la sublevación y el que los acaudilló y sostuvo la guerra que hicieron”. Él, junto a otros líderes como Juan Jacinto, de Bahía Honda, no solo se vengaron por los abusos de las autoridades españolas, los misioneros y colonos (tales como asesinatos, robos de ganado, capturas de indígenas para esclavizarlos), sino que plantearon un desafío a las políticas de la Corona española sobre el control del territorio y la reducción de los nativos, e hicieron respetar su territorio.
tomar cartas en el asunto. Uno de ellos fue Antonio de Arévalo, quien propuso un plan para atenazar a los cuna desde varios flancos, algo similar a lo que había propuesto para La Guajira en 1775. El proyecto incluyó fundar cuatro poblaciones fortificadas a lo largo del arco de San Blas, hasta el Golfo de Urabá, que poblarían con vecinos del interior de Panamá, colonos de las Canarias y excolonos norteamericanos. En toda esta área se erigieron los fuertes de Mandinga, Concepción, Caledonia y Caimán. La primera expedición salió de Cartagena en 1785, con tres divisiones al mando de Antonio de Arévalo, quien desembarcó el 4 de febrero en Caimán. La segunda salió a mediados de este último mes y llegó a la boca del río Mandinga, donde fueron recibidos por la fusilería de los cuna. La última expedición también salió de Cartagena en el mes de julio y llegó en agosto a Calidonia y a Carolina del Darién. Este último punto fue atacado ferozmente por los indígenas, lo que hizo que las autoridades españolas enviaran una misión de castigo que destruyó cosechas, canoas y otros medios de vida de los indígenas. Las fuerzas cunas se agotaron y se propició un acercamiento con los españoles y la firma del tratado de paz en Turbaco el 21 de julio de 1787.
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Bicentenario
cartagena
Europa y la Independencia La crisis del Imperio español de 1808, generada por la invasión francesa, fue el detonante de las independencias de los pueblos americanos. Por León Trujillo Vélez*
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ras casi un siglo de escaso crecimiento y dificultades administrativas en sus colonias, la dinastía de los Borbones buscó restaurar política, económica y militarmente su imperio. Exponente de un despotismo ilustrado y reformista, desarrolló una política para centralizar el Estado en la Corona y reestructurar las colonias, como la creación en 1717 del virreinato de la Nueva Granada, suprimido en 1723 y reinstaurado en 1739. Carlos III fue el máximo exponente de esta dinastía y el mayor reformador del Estado español. A su muerte, en 1788, dejó un imperio fortalecido, pero el mundo estaba cambiando de manera muy rápida y no en el sentido de los intereses españoles. El reformismo borbónico, denominado también como la segunda conquista de América, fue fundamentalmente una toma burocrática que buscaba controlar más la economía de sus posesiones. Las reformas vinieron acompañadas de oleadas de españoles peninsulares que llegaron en tropel, unos como burócratas y otros como comerciantes. El nuevo inmigrante que desembarcó en puertos americanos recibió el despectivo apodo de gachupines o chapetones. Para muchos españoles americanos, la oleada migratoria de peninsulares era vista como una verdadera invasión. Comenzó a aparecer el sentimiento de que los americanos eran diferentes a los * Presidente de la Academia de Historia de Cartagena de Indias.
españoles. Sin quererlo el reformismo Borbón, en 1797 en el cabo de San Vicente. Además calificado por algunos como demasiado amen 1801, Francia, dirigida por Napoleón Bobicioso y tardío, sentó las bases ideológicas y naparte, presionó a Godoy para que España sentimentales del futuro proceso independendeclarara la guerra e invadiera a Portugal, tista de las colonias españolas aliada de Inglaterra, en lo que se llamó ‘La Guerra de las Naranjas’. La sucesión de Carlos III fue desafortunada. En 1805 Napoleón, quien el año anterior Su hijo, Carlos IV, mostró una total mediocrise había proclamado emperador, volvió a redad y un equivocado manejo del concepto de currir a España para despotismo ilustrado. atacar a Inglaterra. Negó a los criollos la Juntas de Gobierno La marina españoposibilidad de participar en los altos cargos Ante el vacío de poder en España la, dirigida por el almirante administrativos de y el intento de José Bonaparte por inepto Villaneuve, junto a la América, y agobió con conseguir el apoyo de los criollos, francesa fueron arraimpuestos al comercio y la industria, que los cabildos americanos siguieron el sadas por la armada en la batapor esa época estaba ejemplo de los pueblos españoles, británica lla de Trafalgar. Para en plena expansión. y formaron sus propias Juntas de España la derrota En 1792 Carlos IV nombró ministro al Gobierno que juraron fidelidad al rey significó perder la hegemonía marítima siniestro Manuel Gocautivo, Fernando VII. en el Atlántico y, doy, quien recomendó además, no impidió que España se aliara la expansión francesa. En menos de dos con otras potencias europeas para luchar contra años Napoleón venció a los ejércitos enemiFrancia. La desafortunada idea culminó con la gos en Austerlitz, Jena, Wagram y Friedland, invasión de los ejércitos republicanos franceses y mediante el tratado de Fonteneblau al territorio español hasta Bilbao, y la firma del ocupó Portugal. tratado de paz de Basilea en 1795. El pueblo español, inconforme con el Un años más tarde, Godoy firmó con los gobierno de Carlos IV y sus descalabros franceses el tratado de San Idelfonso, en el que España se alió con Francia para combatir internacionales, pidieron la sucesión para su a Inglaterra. El tratado solo causó infortunios hijo Fernando el Deseado. Para presionar el traspaso de poder, Fernando instigó el 18 a España ya que la marina inglesa la derrotó
Grabado de la época que muestra al pueblo de Aranjuez, España, celebrando la abdicación de Carlos IV a favor de su hijo Fernando VII. La Independencia de Colombia 1780-1830. Universidad del Rosario, 2010.
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ABDICACIÓN DE CARLOS IV
El 19 de marzo de 1808 el pueblo de Aranjuez festeja la abdicación del rey a favor del principe deseado, Fernando VII.
Carlos IV
La Independencia de Colombia 1780-1830. Universidad del Rosario, 2010.
Rey de España entre 1788 y 1808. Encomendó gran parte de la tarea de gobierno a su ministro Manuel Godoy. Tras firmar la paz con Francia en 1795, concretó una alianza militar con los revolucionarios franceses mediante el Tratado de San Ildefonso (1796), para hacer frente al creciente poderío naval de Inglaterra y de paso proteger sus posesiones en América. Sin embargo Carlos IV no pudo enfrentar el poderío inglés y su armada sufrió una apabullante derrota en la batalla de Trafalgar. España perdió casi toda su flota y sus puertos fueron bloqueados. La imposibilidad de que los cargamentos de plata de Nueva España y Perú, o el oro y ‘frutos’ de la Nueva Granada pudieran atracar en sus puertos causó una crisis económica de grandes proporciones. A inicios del siglo XIX Carlos IV era gobernante de un imperio en decadencia.
Batalla de Trafalgar En ella participaron del lado español, algunos personajes que luego se enfrentarían en la guerra americana: Pablo Morillo, José Prudencio Padilla y Antonio Villavicencio. más de veinte juntas provinciales autónomas bajo el lema ‘Dios, Patria y Rey’, las cuales pretendían conservar los derechos de Fernando VII y resistir al invasor. De todas las juntas, la de Sevilla trató de ser reconocida por los reinos de América y mandó emisarios como Antonio Vacaro, que llegó a Cartagena. El 23 de agosto de 1808 esta reconoció la autoridad del rey mas no la de la junta. El 25 de septiembre de 1808, ante la necesidad de unificar esfuerzos, fue acogida la propuesta del conde de Florida Blanca para constituir una junta central en Aranjuez. Al poco tiempo fue trasladada a Sevilla donde funcionó hasta 1810. Para legitimar su autoridad concedió a los reinos de ultramar, que para la época habían emulado el movimiento juntista, la representación de un miembro por cada virreinato y gobernación. Serían solo nueve en total. La propuesta generó el descontento general de los españoles americanos, que la consideraron irrisoria. En España, los triunfos de la resistencia obligaron a Napoleón a trasladarse a la península con 150.000 veteranos, quienes vencieron “a todos los ejércitos que les pusieron en frente”. Fue “la peor pesadilla de las desgracias” para España. Debido a la derrota de los ejércitos juntistas en la batalla de Ocaña el 19 de noviembre de 1809, donde murieron 25.000 españoles, la resistencia española cambió de táctica: emprendieron la estrategia de ‘guerra de guerrillas’, y el poder de la junta central fue cedido al ‘Consejo de Regencia’, conformado por cinco miembros, quienes desde Cádiz, Isla de León, único bastión español, convocaron
el 14 de febrero de 1810 unas ‘Cortes’, cuya función sería redactar una nueva constitución para el imperio. En ese mismo año, el Consejo de Regencia decidió enviar a comisionados regios a América para contrarrestar la acción y la propaganda del gobierno napoleónico en las colonias y para informar la convocatoria de las ‘Cortes’. Escogió a Antonio de Villavicencio para la audiencia de Santafé y a Carlos de Montúfar para la de Quito. Los enviados regios llegaron primero a Caracas y allí participaron en forma activa en el primer movimiento autonomista de América española, que se inició en 19 de abril de 1810. Luego pasaron a Cartagena, donde trajeron las noticias de España y de Venezuela, lo que provocó la convocatoria de una sesión abierta del cabildo el 22 de mayo de 1810 liderado por José María García de Toledo. Se inició así un periodo autonómico, en el que la experiencia de las juntas autónomas se replicaría por todas las ciudades importantes de las colonias españolas en América. La crisis del Imperio español desatada fue la oportunidad de los americanos para reformar el molesto sistema colonial de acuerdo con sus intereses, pero la intransigencia primero de las Cortes de Cádiz y luego de Fernando VIII, llevaron a que estas reformas se transformaran en una independencia absoluta. El rey de España Fernando VII en un grabado de la época. La Independencia de Colombia 1780-1830. Pablo Rodríguez Jiménez, Universidad del Rosario, 2010.
de marzo de 1808 un motín desde Aranjuez contra su padre que finalizó con la destitución de Godoy y la abdicación de Carlos IV. Esta intriga familiar fue aprovechada por Napoleón para movilizar 36.000 soldados franceses a Madrid. Con la excusa de ayudar a buscar una solución a la intriga de la familia real española, invitó a Bayona (Francia), al renunciado Carlos IV, a su esposa, a su exministro Godoy, y al nuevo rey Fernando VII, quien partió a la cita el primero de mayo de 1808. Al día siguiente el pueblo madrileño, cansado de la ocupación francesa, se levantó y fue aplastado por el ejército francés en forma sangrienta. Este acontecimiento marcaría el inicio de la ‘guerra de independencia’ en España contra el invasor que para la época tenía 110.000 hombres, a los cuales se añadirían 50.000 más. En Bayona, Fernando VII abdicó a favor de su padre Carlos, pero producto de un previo acuerdo, este cedió su corona a Napoleón, quien a su vez nombró, en junio de 1808, rey de España a su hermano José Bonaparte. Un mes después de la insurrección de Madrid, se constituyeron en las provincias
The battle of Trafalgar, Joseph Mallord William Turner, 1806-1808. National Maritine Museum.
Cartagena, pregón de la libertad
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A este rey español le correspondió vivir uno de los periodos más dramáticos de la historia española.
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Bicentenario
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La prensa, motor de la gesta El semanario ‘El Argos Americano’ apareció en 1810 y se convirtió en un escenario de divulgación de ideas y de debate en torno a la necesidad de la independencia. Por María Teresa Ripoll* Biblioteca Luis Ángel Arango.
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José Fernández de Madrid. La Independencia de Colombia 1780-1830. Pablo Rodríguez Jiménez, Universidad del Rosario, 2010.
a cadena de acontecimientos asombrosos que ocurrieron a ambos lados del Atlántico entre 1808 y 1810 no solo cambiaron la suerte del Imperio español y las de sus colonias, sino que le darían fuerza a uno de los mayores motores de la independencia: la prensa. La Corona controló de manera absoluta a la imprenta durante la Colonia, pero a finales del siglo XVIII comenzó una mayor circulación de papeles y textos impresos. Desde 1790 circulaban en la capital de la Nueva Granada el Papel Periódico de Santa Fe de Bogotá, El Semanario del Nuevo Reino de Granada, y unos años más tarde, La Bagatela y El Diario Político. Estas publicaciones sirvieron para que los ilustrados neogranadinos revaloraran la realidad americana y adoptaran nuevas nociones políticas. Siguiendo esa tendencia, en septiembre de 1810 comenzó a ser publicado en Cartagena El Argos Americano. Su contenido se
José Fernández de Madrid
Nació el 19 de febrero de 1789 en Cartagena. Además de ser cofundador del ‘Argos Americano’ fue uno de los que redactó la Constitución de Cartagena de 1812. * Profesora de la Universidad Tecnológica de Bolívar, Cartagena
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prensa cartagenera
‘El Argos Americano’ fue el semanario más importate de Cartagena de inicios del siglo XIX. Allí se publicaban notas sobre los asuntos políticos, económicos de Cartagena y el imperio español en general. También sus páginas estaban dedicadas a la literatura.
distinguió por las intenciones abiertamente políticas de sus editores y por ser el mejor vehículo de difusión de las ideas del grupo que dominaba la política de la ciudad en esos años de crisis. Los gestores y redactores de El Argos fueron José Fernández de Madrid y Manuel Rodríguez Torices, recién graduados del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, quienes en ese momento tenían 21 y 22 años, respectivamente. En el momento de comenzar esa publicación, los dos hacían parte del Cabildo. De este semanario, editado en la imprenta del Consulado de Comercio, se conservan los primeros cincuenta números, publicados entre septiembre de 1810 y agosto de 1811, meses que precedieron a la declaración de independencia de Cartagena. En sus páginas se puede detectar la evolución del pensamiento político de los editores. Para entonces, habían transcurrido dos años desde el inicio de la crisis suscitada por la ausencia del rey, pues Napoleón tenía acorralados a los españoles, que se refugiaron en Cádiz y la isla de León, únicos sitios libres de la ocupación francesa. El Consejo de Regencia propuso convocar a las Cortes generales y promulgar una constitución. En Caracas, Santafé y Cartagena se hablaba de redactar constituciones propias. Fue entonces una decisión aplomada publicar un periódico en Cartagena, principal plaza fuerte en el caribe sur y segunda ciudad en importancia del Virreinato. Se consideraba un imperativo estar alertas, como El Argos de la fábula, con cien ojos vigilantes del rumbo
de los acontecimientos. Así lo ameritaba el momento lleno de expectativas acerca de la posibilidad de relacionarse de una nueva manera con la metrópoli, que no tardarían en ser defraudadas. El Argos Americano aparecía los lunes con cuatro páginas impresas en doble columna. Reproducía constantemente, en una o más entregas, artículos tomados de otros medios procedentes de Jamaica, Caracas, México, Quito, España, Londres, Filadelfia, Boston y Norfolk; el objetivo principal era “fixar la opinión pública mediante una veraz información que compense el desconocimiento de nuestros intereses y derechos en que nos mantenía el antiguo gobierno”. El semanario se vendía en una tienda de
Cartagena, pregón de la libertad noticias que llegan a cartagena
Noticias de viva voz
El 28 de mayo de 1808 Vicente de Obando y Obando publicó ‘Colección de Proclamas y papeles interesantes que han venido de España’. Un texto de 28 páginas en el que se difundían los principales documentos sobre los acontecimientos políticos ocurridos en la Peninsula Ibérica.
Colección de proclamas y papeles interesantes que han venido de España. Archivo digital Biblioteca Nacional.
propiedad de Antonio Angulo y dentro de su contenido, llevaba una sección comercial que registraba la llegada y partida de barcos en el puerto y la clase de carga que tenían. Al seguir las páginas de El Argos se puede ver la modificación que sufría el pensamiento de estos ilustrados a medida que se radicaliza la crisis política de la monarquía. Permite percibir cuáles eran las cuestiones que más preocupaban a sus redactores y a la élite de la ciudad, como son la representación americana ante el gobierno español; la conveniencia de un sistema de gobierno sobre otro (inclinándose por el federalismo); el manejo económico que el Imperio les daba a las colonias y la necesidad de ejercer una pedagogía política en la comunidad que precisara y debatiera ciertas nociones como autonomía, independencia, sufragio popular y soberanía. Sus escritos también son la crónica de la desilusión y la frustración que se apoderan de esta élite ilustrada, al no ver colmadas sus carácter alguno público, sin misión, sin título y sin expectativas de alcanzar una mayor repreconsentimiento ni conocimiento previo de los pueblos sentación política. Al leerlas, se asiste a una que se dicen representar, y por consiguiente sin su resignificación de nociones como libertad, confianza, nombrados por disposición de la Regencia autonomía, independencia y soberanía. que había sido desconocida en Santafé, en Caracas, En este semanario vale la pena resaltar las cartas enviadas por un colaborador anónimo en Buenos Ayres, en Chile y en otras provincias, para representar diez y seis millones de hombres que firma con una ‘P’, que escribe motivalibres, que según la base adoptada en España do por las preocupaciones que le suscidebían tener tres cientos taba el momento veinte a lo menos, y que vivían. Estas Corta vida quando una sola ciudad misivas muestran Desde su aparición el 17 de de ésta, como Cádiz, la importancia que tuvo el debate de la septiembre de 1810 hasta su cierre, cuyo vecindario no llega cien mil habitantes, justa representación el 23 de marzo de 1812, ‘El Argos atiene nada menos que política en la legitiAmericano’ publicó 78 números. quatro diputados en las mación de la causa Cortes, es lo más ilegal, independentista. lo más injusto, lo más degradante y ofensivo que Por el respeto que les merece a los editores puede darse (…)”. y por la erudición de su argumentación es En una siguiente carta, el señor ‘P’ toma posible que se tratara de uno de los muchos distancia del pensamiento del Argos al mosabogados ilustrados que habitaban la ciudad trar su prevención ante la idea de formar una en 1811. En mayo de ese año apareció la constitución propia, por no ser de la incumprimera carta del señor ‘P’ en la que examibencia de la Junta, y se anticipa a recomendar na y enjuicia la naturaleza de los gobiernos al gobierno mantener la posición moderada interinos que se suceden en la península que le había distinguido hasta ahora: “(…) desde que el rey fue hecho cautivo. En ella Este (gobierno) me parece no debe variar el sistema aporta argumentos que deslegitiman el caconciliador, prudente y moderado que ha seguido hasta rácter representativo de las Cortes de Cádiz, aquí, y que tanto lo ha distinguido. Aunque todo lo por haber sido elegidos sus diputados en un bueno es útil, no todo lo útil es bueno, como observa país en guerra subyugado por el enemigo, y Cicerón (…) Por otra parte, una constitución, en segundo lugar porque la representación según el Abate Sieyes y todos los publicistas, supone otorgada a América no solo es ilegal sino precisamente un poder antecedente para constituir, “(…) un verdadero insulto hecho a estos pueblos el cual no lo han recibido hasta ahora de los pueblos libres (…)”. Se refería ‘P’ a la decisión de las los representantes de esta provincia que componen la Cortes sobre el número de delegados ameactual Junta de Gobierno (…)”. ricanos admitidos, desproporcionada a las La respuesta de los editores no se hizo cifras de población: “Veinte y nueve diputados esperar, al tiempo que le reclamaban a ‘P’ por (americanos), muchos de ellos desconocidos y sin
A mediados de 1808 los criollos empezaron a enterarse de lo que ocurría en España y el vacío de poder resultante de la invasión francesa. Las noticias oficiales sobre estos y otros acontecimientos tardaron y muchas veces llegaron de oídas, algunas de ellas procedentes de Quito, otras de Caracas, unas más de Cuba y otras de España. Algunas veces llegaban en boca de los marinos de los navíos franceses e ingleses que comerciaban en el caribe. Así, el puerto de Cartagena podía recibir noticias más frescas que Santafé, donde muchas veces llegaban tergiversadas o contradictorias. Algunas veces, estas noticias entraban en contradicción con las que procedían de Caracas y Quito, que llegaban por el camino real y que eran transmitidas de boca en boca por los arrieros y viajeros transeúntes de estas rutas. No todas eran fidedignas, como la que anunció la derrota de Napoleón, que motivó una gran fiesta en la capital, seguida de una enorme tristeza al llegar la versión real, que era al contrario. Esa virtual incomunicación impidió que el virrey y las élites pudieran tener claridad sobre lo que pasaba en la península en los aciagos años de 1808 a 1811. El virrey Amar y Borbón y la Audiencia de Santafé habían ordenado cerrar la frontera a todo papel francés o español que hiciera dudar o balancear la opinión pública a favor del ‘tirano corso’, es decir, Napoleón Bonaparte. En Cartagena fueron decomisados la Constitución española formada en Bayona, una proclama del emperador de los franceses sobre las cosas de España; así como otros anuncios de José Bonaparte, del Consejo o Junta de Madrid, entre otras. A su vez, el fiscal le comunicaba al virrey que adelantaba su misión secreta con tanto éxito que no solo sospechaba de varios americanos neogranadinos sino que tenía seguridad de que algunos de ellos eran afrancesados. La medida del virrey se tornó impopular y atizó el conflicto entre los americanos y el gobierno. Los conciliábulos secretos, la proliferación de pasquines y anónimos contra el virrey y el gobernador provincial circularon entonces en forma alarmante. Desde el cabildo, los criollos iniciaron una guerra de palabras a través de Representaciones y otros papeles impresos contra el virrey, sus ministros y los oidores de la Audiencia. El señalamiento más frecuente era el de afrancesados, “hechuras del infame Godoy”. Cabe anotar, que el uso de la expresión fue empleada indistintamente como arma política por españoles y criollos para señalarse mutuamente.
deslegitimar el gobierno de las Juntas. El Argos Americano reafirmó su convencimiento de la absoluta necesidad de formar cuanto antes una carta constitucional que permitiese consolidar su autonomía, la que al parecer estaba ya en proceso de elaboración: “(…) la perfección de un estado y su aptitud para llenar los fines propuestos por la sociedad debe depender de la constitución, ninguna cosa hay de mayor importancia para una nación que elegir aquella que sea mejor y más acomodada a sus
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cartagena
“Nos hallamos en una crisis peligrosa, en que nada conviene tanto como uniformar las ideas. No hay conductor más seguro para comunicarlas y fijar la opinión pública, que los papeles periódicos” Argos Americano, n.º 1
Manuel RodrÍguez Torices Prócer cartagenero. En sus años de estudiante de Derecho en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, participó en las tertulias literarias santafereñas, como la del ‘Buen Gusto’ de doña Manuela Sanz de Santamaría y ayudó a Francisco José de Caldas a redactar el Semanario del Nuevo Reino de Granada. Estas experiencias le sirvieron para fundar con José Fernández Madrid el semanario El Argos Americano en su natal Cartagena. Su pensamiento transitó de un sentimiento autonomista a abogar por una independencia absoluta de España. En octubre de 1816 fue fusilado en Bogotá junto con Camilo Torres. Su cuerpo fue mutilado y su cabeza exhibida en la entrada de la ciudad.
Colombia tuvimos las primeras constituciones mucho antes de tener una República. Las voces que hacían eco al redactor de El Argos Americano para pedir una constitución fueron cada vez más frecuentes. Una representación firmada por los vecinos de la ciudad, fechada el 19 de junio de 1811, pide al síndico procurador general que incite al Cabildo y a la Junta para que, sin pérdida de tiempo, forme una constitución provincial que separe los poderes ejecutivo y judicial y admita al pueblo a sus sesiones a fin de que se reanime el espíritu público y se aumente la confianza del pueblo en sus representantes. También piden que cese el reconocimiento a las Cortes de Cádiz por haber faltado a su promesa. La posición política de El Argos Americano ya no era moderada sino abiertamente proindependentista. En uno de los últimos números que se conserva de 1811, una columna titulada ‘Tibieza’, previene contra quienes aún dudan de la causa justa que promueven, identificando la existencia de dos clases de tibios, los antiamericanos, descritos como los de la
Revolución en las imprentas
En la segunda mitad del siglo XVIII la compañía Laurent Anisson inventó la prensa de un solo golpe. Su nuevo diseño produjo una revolución en el mundo editorial.
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Manuel Rodríguez Torices. Galería de notabilidades colombianas, José Joaquín Pérez, formada por José Joaquín Herrera Pérez, 1800. Libros raros y manuscritos. Biblioteca Luis Ángel Arango.
circunstancias; (…) La Constitución es la única que puede refrenar las pasiones humanas, es la égide de la libertad individual, y el más firme apoyo de los estados. Constitución necesitamos si queremos afianzar nuestra libertad: constitución esperamos de un gobierno ilustrado a quien el pueblo ha conferido todas las facultades necesarias para cimentar su felicidad sobre las bases más duraderas. Y si la Suprema Junta por un exceso de delicadeza no se considera, a pesar de lo dicho, con poder para hacerla, debe convocar para el efecto una asamblea constituyente pues así lo exije el bien público”. La preocupación por tener constituciones tempranas ha sido notable en los colombianos. Mientras México y las naciones del Cono Sur harían las suyas años después de extenuantes procesos de liberación, en
Museo Nacional de Colombia.
Bicentenario
intentona golpista del 4 de febrero, y los tibios moderados, que tal vez alude a quienes piensan como el señor ‘P’: “son aquellos que procuran desacreditar nuestro gobierno: los que con afectada compasión nos pronostican los mayores desastres (…) los que debían su representación y preponderancia al despotismo del gobierno antiguo y se han visto de repente nivelados con el resto de sus conciudadanos; los que habían recibido o esperaban títulos, cruces y distinciones de la Corte de España”. Tres meses más tarde, el 11 de noviembre de 1811, se firmará el Acta de Independencia absoluta y se imprimirá en la misma imprenta del Argos. Sus editores, José Fernández de Madrid y Manuel Rodríguez Torices tuvieron un importante protagonismo en los sucesos políticos de los años siguientes. Fueron firmantes del Acta de Independencia en 1811. En septiembre de 1814, cuando el Congreso de las Provincias Unidas encargó del ejecutivo a tres ciudadanos, uno de los elegidos fue Manuel Rodríguez Torices, para entonces presidente del Estado de Cartagena. A la llegada de las fuerzas de Morillo a Santafé, en 1816, José Fernández de Madrid, quien había reemplazado a Camilo Torres en la Presidencia, se encaminó con Rodríguez Torices a Popayán con el objeto de embarcarse hacia el exilio por Buenaventura. Antes de lograrlo fueron tomados prisioneros, junto con Camilo Torres y Pedro Felipe Valencia, y trasladados a Santafé en donde fueron condenados a la horca y la decapitación. A Fernández de Madrid le fue conmutada la pena por el destierro, por lo que emigró a La Habana en 1816. Regresó a la Nueva Granada en 1825. Cinco años más tarde murió de tuberculosis en Londres, en donde ocupaba el cargo de ministro plenipotenciario ante el gobierno británico. Rodríguez Torices no pudo escapar a su destino: fue conducido al patíbulo en la plaza mayor de Santafé, junto con Camilo Torres, el 5 de octubre de 1816. Su cabeza fue puesta en la picota como símbolo de escarmiento. Tenía tan solo 28 años.
Biblioteca Lui s Ángel Ara ngo. e de 1983. , 4 de octubr El Universal
Periódicos cartageneros y del Caribe Durante el siglo XX hubo una constante producción de publicaciones en Cartagena, y aunque la mayoría ya no circulan, siguen siendo un referente para el periodismo del Caribe y del país.
Biblioteca
Luis Ánge
l Arango.
de la empresa editorial de Dionisio Vélez Torres, El Mercurio contó con modernas y finas máquinas para su edición, llegando a ser considerado el mejor editado del país. No obstante duró poco, pues cerró el 2 de febrero de 1934. El Universal: Periódico fundado por Domingo López Escuariaza y Eduardo Ferrer el 8 de marzo de 1948. Ha contado con la colaboración de escritores como Gabriel García Márquez, Héctor Rojas Herazo y Jorge Artel. En 1977 la sociedad Editora Cartagena Ltda. compró el periódico a López Escuariaza y tres años más tarde, en asocio con Vanguardia Liberal de Santander, crearon la sociedad Editora del Mar S.A, la actual propietaria. En esta nueva etapa se inició un proceso de renovación de sus máquinas y sistemas de impresión. Este diario es un importante punto de referencia en la opinión y la información de la costa Caribe colombiana, siendo líder en circulación en Cartagena, Bolívar, Córdoba y Sucre. El Heraldo: Este periódico barranquillero fue fundado el 28 de octubre de 1933 por Luis Eduardo Manotas, Alberto Pumarejo y Juan Fernández Ortega, para defender los principios liberales en la costa Caribe. En la actualidad es el periódico de mayor circulación en toda la costa, por lo cual tiene gran influencia en la región. de 1931.
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órgano de difusión de Rafael Núñez y del movimiento regenerador. Fue fundado el 3 de junio de 1877 por el general Antonio Araújo León y tuvo como redactor al cubano Pablo Fideaut. Por allí pasaron plumas tan importantes como Rafael Uribe Uribe, José Fernando de la Vega y Rafael Núñez. En 1928 tuvo que ser trasladado a Barranquilla por problemas económicos, donde se editó en formato tabloide hasta su cierre en 1930. Diario de la Costa: Salió a la luz pública el primero de diciembre de 1916, bajo la dirección del reconocido periodista Gabriel Eduardo O’Byrne, quien había escrito en todos los periódicos de la época y dirigió El Porvenir, cuando Rafael Nuñez era editorialista. O’Byrne dirigió el periódico hasta su muerte en 1921. Gracias al trabajo y apoyo de Gustavo Macía del Castillo y Tomas Mackay, se continuó publicando. En mayo de 1921, Carlos Escallón Miranda compró el periódico y asumió la dirección del mismo. Por su rigor, inteligencia y trabajo periodístico fue una de las escuelas de periodistas cartageneros hasta la década de 1980. El Mercurio: Este periódico empezó a circular el 15 de junio de 1927, bajo la dirección de Benjamín Moreno. De tendencia conservadora, agrupó a los intelectuales más representativos de Cartagena en su redacción, sus páginas jurídicas y en las literarias. En estas últimas escribieron Antonio del Real, Jorge Artel, Francisco C. Royo, Rafael Redondo y muchos más. Gracias al apoyo
. Biblioteca Nacional
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l Porvenir: Fue el principal
El Porvenir, 1898
, El Mercurio
por José Joaquín Herrera Pérez, 1800. Libros raros y manuscritos. Biblioteca Luis Ángel Arango.
Cartagena, pregón de la libertad
de Colombia.
Bicentenario
cartagena
La República de Cartagena Los sueños de libertad, igualdad y autonomía se materializaron en la República de Cartagena, un sueño que se truncó con la reconquista española. Por Adelaida Sourdís Nájera*
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criollos deponían a la autoridad constituida spaña había sido invadida por por la metrópoli, escogían a su sucesor y se Napoleón Bonaparte desde 1808 y salían con la suya. Montes fue deportado este había instalado en el trono a su a La Habana días después. Dos meses más hermano José. Un Consejo de Regencia constarde, el 14 de agosto de 1810, se organizó la tituido espontáneamente se había abrogado ‘Suprema Junta Provincial de Cartagena de la soberanía y el gobierno en nombre del rey Indias’, compuesta por el cabildo en su totaprisionero para salvar el imperio. En marzo de lidad y delegados de los cabildos sufragáneos 1810 llegó a Cartagena don Antonio Villavide Mompox, Tolú, San Benito Abad y Simití. cencio, enviado por la Regencia con el fin de lograr que los americanos la reconocieran y ju- García de Toledo fue elegido presidente de la misma por un periodo de cuatro meses. Esta raran fidelidad a Fernando VII. El 22 de mayo se reunió el cabildo y decidió jurar por el rey al transferencia de la legitimidad al cabildo fue el camino más frecuente que se siguió en los mismo tiempo constituir un gobierno autónoinicios de la independencia, y no era otra cosa mo colegiado, integrado por el gobernador de sino el renacer de la política tradicional. la provincia, el español don Francisco Montes, Desde este momento se dividieron los crioquien lo presidiría y dos regidores. llos en dos facciones que respondían a diversas La formación de un gobierno autónomo maneras de concebir la independencia y el prendió en Cartagena el debate sobre cuál manejo del Estado. La primera, llamada de los debía ser el sustento que legitimara el ejercicio Aristócratas o Regendel poder. Unos tistas, era partidaria creían que esa figura La primera Junta de Gobierno de continuar bajo la debía seguir siendo tutela del Consejo de el rey Fernando VII. El comisario regio Antonio Regencia pero con Sin embargo otro Villavicencio ordenó al gobernador un gobierno autónosector de la sociedad Francisco Montes convocar un mo formado por los consideraba que el hijos de Cartagena. pueblo era la fuente Cabildo Abierto para el 22 de integrada por de esa legitimidad mayo de 1810, y allí se formó un Estaba los terratenientes y y que por lo tanto triunvirato o Junta de Gobierno, los grandes comerdebía ser parte activa ciantes adinerados en la conformación con Montes y dos miembros del y su principal expodel nuevo gobierno. cabildo: Antonio de Narváez y nente era el citado Estas discusiones Tomás Andrés Torres. Toledo. La segunda desembocarían en estaba acaudillada el nacimiento de la por los hermanos Gabriel y Germán Gutiérrez primera República en Cartagena. de Piñeres, oriundos de una acaudalada familia El primer intento de instaurar un gobierde Mompox. Eran partidarios fervientes no autónomo en Cartagena pronto hizo del republicanismo democrático de Estados crisis. Montes no se avino a gobernar con Unidos y de las ideas libertarias e igualitarias los regidores y José María García de Toledo, de la revolución francesa, por lo que conquisdirigente de los criollos que buscaban el potaron el apoyo de las clases populares, con las der, fraguó un golpe de Estado el 14 de junio que mantenían una alianza tan estrecha que de 1810, y logró que el cabildo depusiera al asustaba a los regentistas. gobernador y lo arrestara. En su lugar fue Uno de los primeros actos de la Junta fue nombrado el teniente de rey, don Blas de organizar el gobierno. Decretó que “el gobernaSoria. Por primera vez en nuestra historia los dor, sus coadministradores, los jueces y demás autorida* Historiadora, miembro de la Academia Colombiana de Historia des de la plaza, continuarían ejerciendo sus funciones
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Guillermo Gutiérrez de Piñeres
con sus mismas atribuciones… reservándose a sí la Suprema Junta las que respecto a todas ellas, y de la provincia ejercían las antiguas autoridades que existían en Santafé, y han caducado por las notorias ocurrencias de aquella ciudad”. Dividió la administración en cinco secciones: Guerra, Hacienda, Justicia, Policía y Administración. nace la Primera República
No obstante la repartición de los asuntos públicos, la Junta concentraba el ejercicio del poder y seguía reconociendo al Consejo de Regencia, de acuerdo con los aristócratas que no querían una separación total. Temían, entre otras cosas, que pardos y negros libertos organizaran una revolución como la de Haití y no estaban dispuestos a renunciar a sus prerrogativas de clase. Los Piñeres y la facción radical rechazaban esta posición, conocedores como eran del poder soterrado de muchos realistas, que en una ocasión trataron de derrocar a la Junta al sublevar al Regimiento Fijo. En estas circunstancias, el 19 de junio de 1811 presentaron al síndico procurador de la ciudad un preciso petitorio firmado por Miguel Díaz Granados, Germán Gutiérrez de Piñeres, Manuel Rodríguez Torices, José Fernández de Madrid y 479 individuos más, en el que solicitaban expedir una constitución que estableciera la división de poderes y desconociera el gobierno de la península. Para presionar a la Junta, se valieron de los estamentos populares dirigidos por Pedro Romero y Joaquín Solano que acudieron en tumulto a la sede de la Junta y protagonizaron tremenda asonada, el 11 de noviembre de 1811. La
Miguel Díaz Granados. Galería de notabilidades colombianas. José Joaquín Pérez, 1800. Libros raros y manuscritos. Biblioteca Luis Ángel Arango.
Germán Gutiérrez de Piñeres. Biblioteca Luis Ángel Arango.
Guillermo Gutiérrez de Piñeres. Biblioteca Luis Ángel Arango.
Cartagena, pregón de la libertad
Germán Gutiérrez de Piñeres
ejército al coronel Simón Bolívar, exiliado de Venezuela. A finales de 1814 fue llamado a presidir el gobierno en Santafé, luego de que esta ciudad fue ocupada por las tropas cartageneras y venezolanas al mando de Bolívar al terminar las guerras entre federalistas y centralistas. La participación de Cartagena en esta guerra civil
Antonio Villavicencio
Antonio Villavicencio. La Independencia de Colombia 1780-1830. Universidad del Rosario, 2010.
Junta, entonces, se vio obligada a declarar la independencia absoluta de España y crear el ‘Estado libre, soberano e independiente’ de Cartagena de Indias. Al tiempo que se daban estos acontecimientos en la Nueva Granada comenzaba la guerra civil entre federalistas y centralistas y al poco tiempo después Bolívar declaraba la Guerra a Muerte a los españoles. Ambos acontecimientos perturbaron la evolución de la primera república cartagenera. El gobierno se constituyó bajo la dirección de dos jóvenes de especiales dotes: Manuel Rodríguez Torices, abogado y periodista egresado del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario de Santafé, como presidente, y Gabriel Gutiérrez de Piñeres, comerciante y regidor perpetuo de la ciudad, como vicepresidente. Torices gobernó bajo los principios liberales de una constitución decretada en 1812, que democratizó el poder, garantizó las libertades individuales y buscó la protección y eventual libertad de los esclavos. El joven presidente decretó medidas como expedir patentes de corso a marinos que reportaran ganancias al Estado, imponer tributos sobre tierras y rentas, incautar bienes y alhajas de los realistas expulsados y otorgar préstamos de particulares y mantener el papel moneda creado por la Junta, pero los resultados fueron un fracaso. Reordenó la división territorial y elevó a la categoría de villas, con cabildos y alcaldes, a las poblaciones de Barranquilla, Corozal, Lorica, El Carmen, Mahates, Chinú, Magangué y Soledad. Le tocó enfrentarse en guerra con la realista Santa Marta que amenazaba la seguridad del Estado y recibió en el
Este prócer ecuatoriano participó en la batalla de Trafalgar como integrante de la Marina española. Nombrado comisario regio en representación del Consejo de Regencia para la Nueva Granada, viajó a Cartagena donde el 14 de junio de 1810 nombró al teniente Blas de Soria en reemplazo del detenido gobernador Francisco Montes. Cuando estaba en Honda, en viaje hacia Santafé, se enteró de los sucesos del 20 de julio y del desconocimiento del Consejo de Regencia, por lo que a su llegada a la capital suspendió sus funciones y se unió a la causa patriota. En 1813 participó en la ‘Campaña del Sur’ a órdenes de Antonio Nariño. En 1814 fue nombrado gobernador de la provincia de Tunja, y al año siguiente participó en el gobierno del triunvirato. Fue capturado por la reconquista española cuando era gobernador de Mariquita. Murió fusilado el 6 de junio de 1816.
Miguel Díaz Granados
se constituiría en una razón de su debilidad para enfrentar la reconquista española. Reconquista y fin de la República
El general Pablo Morillo comenzó la reconquista de Nueva Granada cuando invadió la república de Cartagena por tres frentes que coparon toda la provincia. Simultáneamente la escuadra rodeó la ciudad por mar y la sitió por completo. Los españoles y los defensores de la ciudad se trenzaron en una lucha sin cuartel que sacrificó un tercio de la población de la provincia y la mitad de los habitantes de la ciudad, liquidó la clase dirigente, destruyó la economía y dejó un saldo de desolación y miseria. El 5 de diciembre de 1815, al caer la tarde, muchos de los defensores de Cartagena, agotados por el hambre y la mortandad decidieron evacuar la ciudad antes que rendirse. Nunca se sabrá cuántos murieron en el intento. Cartagena, impotente, presenció el sacrificio de sus dirigentes. El 24 de febrero de 1816 fueron fusilados José María García de Toledo, Antonio José de Ayos, Manuel del Castillo, Pantaleón de Germán Ribón, Santiago Stuart, Manuel de Anguiano, Martín Amador, Miguel Díaz Granados y el santafereño José María Portocarrero. El presidente Torices fue fusilado, ahorcado y descuartizado su cadáver, en Bogotá, en la plaza de mercado –hoy Plaza de Bolívar– el 5 de octubre de 1816. Moría la Primera República.
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Pedro Romero, el lancero de Getsemaní Sin los artesanos pardos y mulatos, la independencia de Cartagena no hubiera sido posible. Por Alex O’Byrne Hoyos*
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imaginario popular
En la Calle de la Sierpe del barrio Getsemaní se encuentra esta versión libre del retrato de Pedro Romero, de quien no se conoce ninguna imagen.
n el recuento de los hechos relacionados con la proclama de la independencia en Cartagena suele desconocerse la participación de un gran número de pardos y mulatos que se armaron para enfrentar al grupo que monopolizaba los más importantes cargos de la administración local y exigir una mayor participación política. Atrás quedaba la sumisión que había caracterizado a las gentes de todos los colores y castas, y en adelante buscarían libertad e igualdad ante las élites sin importar las consecuencias. Pero, ¿qué había detrás de la participación de los grupos populares en los sucesos de 1810 y 1811? ¿A qué obedecía el enfrentamiento de pardos y mulatos con los comerciantes peninsulares? Las tensiones entre la élite cartagenera y los sectores populares no aparecieron en el proceso independentista. Las fisuras venían de tiempo atrás y se expresaban, por ejemplo, en los constantes reclamos de los esclavos contra sus amos por el maltrato del cual eran víctimas. Sin embargo, estas circunstancias comunes a toda la sociedad colonial en el siglo XVIII no explican la participación de las clases populares urbanas en los hechos del 11 de noviembre. Tampoco es posible aducir que la multitud solo siguió las directrices de la élite criolla. La explicación se encuentra en un conjunto de causas donde las más relevantes son las de tipo económico. Durante la primera década del siglo XIX la economía de la ciudad sufrió una fuerte crisis económica. El cierre del puerto al comercio con las embarcaciones extranjeras hizo que subieran los precios de los artículos de subsistencia y vestuario, que en su mayoría eran importadas, y que se redujeran los ingresos fiscales por impuestos de aduana. A esto se * Historiador
Cartagena, pregón de la libertad
Dedaleros. Grabado José Ammom, siglo XVI. En: Revista Credencial Historia, edición 87.
le sumó la suspensión de las La vida de un artesano trasferencias del situado fiscal que eran los principales ingresos de Muchos artesanos pardos tenían sus talleres fala ciudad. Para paliar la crisis el miliares, en los que empleaban aprendices. En algunos gobernador Francisco de Montes casos, estos eran hijos de esclavos que llegaban para redujo la inversión en los gastos ser formados en uno o varios oficios bajo la supervisión militares. La medida afectó a la de un maestro. España amplió las oportunidades de los población parda y mulata que artesanos al introducir en América varias ordenanzas devengaba de la construcción de que contemplaban, entre otros aspectos, que se trajeran edificios y fortalezas castrenses y maestros extranjeros especializados en artes y oficios paal importante grupo de militares ra enseñar las artes manuales, a su vez traducir tratados de la ciudad. Sin la posibilidad de y manuales elaborados en otras naciones. Con esto se comprar sus alimentos y demás buscaba incentivar que se elaboraran artículos diversos en artículos, el artesanado urbano América. Pardos y mulatos, libres de todos los colores e expresó la mayor inconformidad incluso esclavos, estos últimos inducidos por sus propietacontra el gobernador. Era tan alta rios, fueron aprendices de varios de estos maestros. que este temía un levantamiento El método para empezar la instrucción de un aprenpopular en su contra. Sus temores diz era relativamente sencillo. Solo una carta bastaba pronto se harían realidad. para formalizar una especie de contrato entre el padre Al inconformismo de los artesadel aprendiz o el dueño del esclavo, y el maestro. De nos se le sumó el de la élite criolla esta forma, el aprendiz pasaba a instruirse en el taller cuando, luego de la formación del del maestro, incluso vivía en su casa y trabajaba para gobierno autónomo, él se negó él sin recibir pago alguno. a compartir el gobierno con los Convertido en artesano contaba con reconocimiento cabildantes Antonio de Narváez y en la sociedad. Con el incremento de las inversiones en la la Torre y Tomás de Andrés Torres. construcción y reparación de obras militares a largo del siglo XVIII, los artesanos vivieron una prosperidad económica Los cabildantes, exasperados por la intransique les aseguró el ascenso social. En el censo de 1777, que 241 individuos pardos, del barrio de Santo Toribio, dentro gencia de Montes y aprovechando el desconde una muestra de 1.080, llegaran a obtener el título de don o doña, era algo nada despreciable si se tiene en cuenta tento popular fraguaron el derrocamiento del que dicho tratamiento era privilegio de los blancos españoles y criollos que integraban la cúspide de la sociedad. gobernador. A varias personas se les responsabilizó de organizar la población de los barrios conocido con el nombre de Lanceros de Get- quienes fueron encerrados en el cuartel del pardos y mulatos de Getsemaní, la Catedral batallón de patriotas pardos, dirigido por Pedro semaní, y el batallón de patriotas voluntarios y Santo Toribio. Pedro Romero y Juan José Romero. Ni aun el respeto del que disfrutaba el blancos. Pedro Romero quedó a cargo del Solano alinearon a los artesanos del Arrabal alcalde García de Toledo entre el pueblo pudo batallón de patriotas pardos. de Getsemaní. José María García de Toledo, impedir estos actos espontáneos de insubordiPara legitimar el nuevo orden la Junta alcalde de primer voto de la ciudad, sabía que promulgó una serie de medidas que buscaban nación. Al final la Junta Suprema de Gobierno Romero era un apoyo en ese momento crucial de Cartagena cobijó con un indulto general a eliminar la tensión entre los sectores sociales por la influencia que ejercía sobre los sectores cartageneros. No obstante, los hechos ocurri- todos los militares comprometidos en el golpe. populares en el puerto. dos a inicios de 1811 A su vez a los comerciantes involucrados en el El mulato Pedro complot se les permitió ir Santa Marta. Todos demostraron que ni Romero había Pueblo de artesanos estos hechos mostraron la debilidad de los el establecimiento nacido en MatanEl protagonismo de los grupos miembros de la élite criolla de la ciudad y conde la Junta ni sus zas, Cuba, y llegó populares en la independencia dujo a que disminuyera la autoridad de la cual medidas habían sercomo fundidor a la gozaba García de Toledo entre el pueblo. vido para solucionar ciudad para servir de Cartagena se debe a que, La insubordinación de los sectores polas contradicciones en la maestranza de a diferencia de otras ciudades pulares se repetiría el 11 de noviembre de sociales. El 4 de la armada. Cuando neogranadinas, el pueblo 1811 cuando los pardos negros y mulatos del febrero de 1811 un García de Toledo le batallón de Lanceros de Getsemaní obligaron grupo de comercontó a Romero la urbano era bastante grande y ciantes y oficiales del por las armas a la declaración absoluta de intención de separar económicamente importante. ejército intentó apre- independencia de Cartagena. En ese entonces, del cargo de goberPedro Romero dirigió al batallón Lanceros de sar a los criollos de nador a Montes, este Getsemaní y asaltó el almacén de armas de la Junta Suprema de Gobierno de Cartagena, reaccionó con incredulidad. Le parecía una la ciudad, ubicado en la Plaza de la Aduana. para remitirlos presos a Cádiz, y restablecer medida extraña y muy difícil de realizar. Muy Armados, entraron a donde sesionaba la Junta el gobierno real. Una vez conocida la noticia, pronto cambió de parecer, se convenció del de Gobierno de Cartagena y se enfrenaron la reacción de la multitud no se hizo esperar. proyecto y empezó a cooperar. con los que se oponían a la declaratoria de De forma violenta los habitantes populares, Por un testigo anónimo se sabe que el 14 independencia absoluta. En medio de improde junio de 1810 un número muy crecido de armados con lanzas, sables, machetes y hachas, intentaron capturar a los comerciantes y perios y actitudes amenazantes aprobaron habitantes armados se reunió en los alredela declaración, solicitaron el destierro de los militares españoles implicados en el complot. dores del palacio de gobierno a respaldar al Los actos de violencia cometidos por negros, implicados en actos contrarrevolucionarios cabildo en su decisión de destituir a Montes. zambos, pardos y mulatos, dejaron en evidencia y convocaron una convención constituyente Los militares del Regimiento Fijo de Carpara los primeros días de 1812. La multitud su poder. Por su propia decisión se dieron a la tagena intentaron socorrer al gobernador, tarea de patrullar la ciudad en busca de posibles festejó hasta el cansancio. Al año siguiente fue pero la multitud lo impidió. aprobada la Constitución del Estado de Cartasospechosos. Entre estos se encontraron dos Una vez destituido Montes, el cabildo creó gena, que aseguró varias de las reivindicaciones de los más importantes comerciantes de la la Junta Suprema de Gobierno de Cartagena, el batallón de patriotas voluntarios de pardos, ciudad, Juan de Francisco Martín y Juan Incera, de los sectores populares.
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Bicentenario
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La independencia absoluta
El Acta de de Cartagena introdujo tempranamente la libertad y el derecho del pueblo a gobernarse a sí mismo.
Por Carlos Villamizar Duarte*
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Acta de Independencia. Museo del Florero.
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De esta manera, el intento de establecer l 11 de noviembre de 1811 un grupo una Junta en México en septiembre de 1808 de cartageneros prominentes estampó sus firmas al pie de un documen- fue abortado por un golpe de Estado dirigido por españoles peninsulares. De forma similar, to que declaraba a la Provincia de Cartagena los primeros ensayos de establecer Juntas en de Indias como “Estado libre y absolutamente la América Meridional en 1809, que tuvieron independiente”, e invalidaba cualquier tipo de lugar en las ciudades de Chuquisaca (actuallazos “con la corona y gobiernos de España”. Este mente Sucre), La Paz y Quito fueron reprimidocumento fue conocido como el Acta de dos violentamente por autoridades españolas. Independencia de Cartagena de Indias. La represión de estas iniciativas fue uno de Comparada con el desarrollo de la crisis monárquica en otros dominios americanos, la los factores del distanciamiento entre la élite criolla y los españoles europeos. Declaración de Independencia de Cartagena Los proyectos para formar juntas en Amériaparece como un texto bastante radical. Forca se reactivaron a principios de 1810 cuando ma parte de la respuesta más autonomista que se dio en la actual área colombo venezo- al Nuevo Mundo llegaron noticias de la caída de casi todo el territorio peninsular en poder lana y en el cono sur, en contraste con la resde Napoleón, con la puesta mucho más única excepción de realista de México y Quito, la autónoma Cádiz. Para muchos Perú. No obstante, La primera Junta de Gobierno miembros de las élila “independencia abautónoma de Hispanoamérica se tes criollas, la derrota soluta” de Cartagena estuvo precedida de instaló el 10 de agosto de 1809 final de la España parecía una fuertes manifestacioen Quito. Reemplazó al presidente europea posibilidad cada vez nes de adhesión a la de la Real Audiencia, el conde más cercana, y por lo monarquía española de los criollos que Ruiz de Castilla, quien recuperó su tanto la necesidad de en opciones consideraban la abdiposición el 24 de octubre gracias pensar de autogobierno cada cación de Fernando al apoyo de las tropas virreinales vez más necesaria. VII a favor de José Bonaparte un acto El 19 de abril de Perú y Santafé. ilegítimo. de 1810 grupos de notables de Caracas lograron establecer una Junta Suprema de GoLas juntas americanas bierno en la que defendieron al mismo tiempo Las ‘Juntas’, novedosos organismos los principios de fidelidad a Fernando VII y de gobierno diseñados por los españoles la “soberanía interina” del pueblo. La puesta en en la península para gobernar en nommarcha exitosa de esta junta influyó en que se bre del rey depuesto, hicieron pensar instalaran órganos de gobierno similares en el a varios americanos notables que crear territorio de la Nueva Granada, caracterizados estos organismos era un acto de apoyo y legitimación del reinado de Fernando VII. por su fidelidad al rey cautivo, pero así mismo por el reclamo de soberanía popular. Sin embargo, los primeros intentos de establecer juntas en los dominios americanos se encontraron con resistencias por La ruta de Cartagena parte de los “españoles europeos” residentes Estas transformaciones políticas influyeron en América. muy pronto en Cartagena, cuyas comunicaciones con Caracas –así como con el resto del litoral caribe– eran mucho más fáciles * Historiador del Centro de Estudios en Historia (Cehis), Universidad Externado de Colombia que con el interior neogranadino. El 22 de
Acta de independencia de cartagena
En 1873 empezó a circular esta imagen alegórica a la firma del Acta de autor desconocido.
mayo de 1810 se produjo la primera de las modificaciones en el gobierno de la provincia de Cartagena, lo que dio inicio a una agitada y compleja serie de disputas políticas que llevarían en el transcurso de un año y medio a la declaración de independencia absoluta. Pocas semanas después comenzó a lo largo de la Nueva Granada la proclamación de Juntas de Gobierno en gran cantidad de ciudades, incluida la más conocida de ellas, la Suprema Junta de Santafé, proclamada el 20 de julio de 1810. Cartagena se sumó de forma más explícita a este movimiento el 13 de agosto del mismo año, cuando el cabildo de la ciudad dio por cesadas sus funciones y
Acta de Independencia del Socorro La noche del 9 de julio de 1810 las tropas del corregidor José Valdés asesinaron a unos pobladores, lo cual desató una revuelta en el pueblo. Unos ocho hombres, guiados por José Lorenzo Plata y Miguel Tadeo Gómez, rodearon al corregidor y sus tropas hasta forzarlas a rendirse el día 10 de julio. El corregidor Valdés, el teniente coronel Antonio Fominaya y el alférez Mariano Ruiz Monroy fueron apresados y llevados a la plaza, donde el pueblo gritaba: “Viva la religión, viva Fernando VII, viva la justa causa de la nación”. Los miembros del Cabildo redactaron un memorial para el virrey, en el que desconocían su autoridad y luego, junto a otras seis personas, constituyeron la Junta de Gobierno. Al día siguiente redactaron el Acta de Independencia, en la que señalaban los abusos del corregidor y la restitución de los derechos al pueblo del Socorro, reconocían al rey como el legítimo soberano y se preparaban para “defender la Patria de las medidas hostiles que tomará el señor virrey de Santafé contra nosotros…”.
firma del acta de independencia de Venezuela
se incorporó a la ‘Suprema Junta Provincial Gubernativa’ que se formó ese día. Estas Juntas de Gobierno mantuvieron, en términos generales la proclamación de fidelidad a Fernando VII, y la noción de que el pueblo, en la situación extraordinaria provocada por la invasión francesa, reasumía la soberanía. ¿Cómo cambió esta situación y por qué fue Cartagena uno de los primeros lugares donde se produjo esta transformación? La respuesta más simple puede formularse de la siguiente manera: la fidelidad americana a Fernando VII empezó a resquebrajarse por la incapacidad de las juntas peninsulares para ofrecer un nuevo ordenamiento político que fuera satisfactorio para los súbditos americanos. Las desigualdades en el trato hacia los españoles americanos con respecto al que se daba a los españoles europeos se dieron en múltiples campos. Uno de ellos fue la declaratoria de las Juntas de Gobierno americanas establecidas en 1810 como ilegítimas y sediciosas, a pesar de
Firma del Acta de Independencia de Venezuela. Historia de Venezuela en imágenes, Rafael Strauss K y otros. Fundación Polar, Editora El Nacional, 2000.
Pintado en 1876 por Martín Tovar y Tovar, este boceto se convirtió en la imagen mas representativa de la firma del acta.
independentistas españoles respecto a los dominios americanos. En palabras del acta cartagenera “no teniendo nada que esperar de la nación española, supuesto que el gobierno más ilustrado que puede tener desconoce nuestros derechos (…) el deseo de nuestra propia conservación, y de proveer a nuestra subsistencia política, nos obliga a poner en uso los derechos imprescriptibles que recobramos con las renuncias de Bayona, y la facultad que tiene todo pueblo de separarse de un gobierno que lo hace desgraciado”. El Acta de Independencia se destaca como un documento extremadamente precoz cuando se lo compara con el trasfondo de la crisis monárquica, y de hecho fue considerada por muchos de sus contemporáneos como inadecuada. Sin embargo, el severo juicio realizado 200 años atrás puede constituir para nosotros una prueba del carácter visionario de los próceres cartageneros, motivo de justificado orgullo.
El Acta de Caracas (1811)
que estas se habían constituido siguiendo los mismos principios de las que en un primer momento habían surgido en la Península Ibérica. Estas medidas agraviaron profundamente a varios sectores criollos y provocaron la formación progresiva de partidos radicales. Nuevamente los sucesos ocurridos en Caracas –que el 5 de julio de 1811 proclamó la ‘independencia’ de Venezuela respecto de España–, generaron reacciones en su entorno caribe. No se trata de que la independencia de Cartagena haya sido una imitación de la de Venezuela, pero sin duda fue influida por esta experiencia previa, como se ve al comparar ambos documentos, en los que son centrales los temas de la iniquidad de los gobiernos
El 2 de marzo de 1811 sesionó el primer Congreso de Venezuela. Allí, personajes como Francisco de Miranda, Fernando Peñalver y Juan Roscio, entre otros, abogaron por la independencia de España, contra la opresión de sus representantes coloniales. El debate concluyó con la declaración de independencia el día 5 de julio. El Acta declaró: “Nosotros, a nombre y con la voluntad y la autoridad que tenemos del virtuoso pueblo de Venezuela, declaramos solemnemente al mundo que sus Provincias Unidas son (…) Estados libres, soberanos e independientes y que están absueltos de toda sumisión y dependencia de la Corona de España o de los que se dicen o dijeran sus apoderados o representantes…”.
Bicentenario
cartagena
El poder del pueblo El 14 de junio de 1812 quedaron plasmados los sueños de libertad, igualdad y fraternidad con la firma de la Constitución de Cartagena.
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ntre 1810 y 1812 Cartagena era un hervidero político. En esos dos años la ciudad se había enfrentado por las armas a Santa Marta y a Mompox. Además sus líderes vivían la presión de los sectores populares que exigían participar más en la política. En medio de esa coyuntura y con el propósito de legalizar la independencia de España y de calmar el descontento popular, en enero de 1812 se instaló en la ciudad una Convención Constituyente conformada por 34 representantes de las cinco provincias cartageneras: 15 por Cartagena, seis de Mompox, seis por San Benito Abad, seis de Tolú y uno de Simití. De esos constituyentes, 11 habían firmado el Acta de Independencia.
Luego de cinco meses de deliberaciones, el 14 de junio los diputados promulgaron la Constitución del Estado de Cartagena, un acuerdo que rebasó los límites raciales y económicos preexistentes y permitió avanzar políticamente para derrotar la arbitrariedad y el despotismo, lo monárquico y lo aristocrático. Al recordar los profundos conflictos existentes entre los participantes, al analizar sus nombres y posiciones, se constata que, por encima de la estratificación racista de rígidos límites y claras diferencias económicas, las normas aprobadas expresaron el espíritu democrático de libertad, la igualdad y el respeto a la divergencia ideológica. En la asamblea, momposinos y cartageneros, antiguos enemigos que dos años atrás se habían enfrentado a muerte, dejaron a un lado sus diferencias. Los sectores populares representados, entre otros, por Pedro Romero y Cecilio Rojas, compartieron espacio con las élites tradicionales cartageneras. También hubo lugar para militares como Manuel de Anguiano; sacerdotes como Manuel Benito Revollo y fray Joseph de Torres, y los
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Constitución de 1812. Biblioteca Luis Ángel Arango.
El imperio de la ley La Constitución de Cartagena garantizó que nadie podía “ser llamado a juicio, acusado, preso, arrestado, arraigado ni confinado, sino en los casos y bajo las formas prescriptas por la Constitución o la ley”.
Cartagena, pregón de la libertad diseñó controles entre poderes y normas penales para combatir los delitos y la corrupción. La Carta integró el poder Ejecutivo con un presidente gobernador asociado a dos consejeros, solución de equilibrio de intereses y un freno similar al que se le impuso al gobernador Montes el 22 de mayo de 1810. Le fijó funciones políticas, económicas, militares, de relaciones internacionales y todo aquello que no fuera legislativo, contencioso o judicial. Los consejeros eran consultivos y representaban la pluralidad. En materias graves eran resolutivos y la firma de ellos debía acompañar la del presidente. Su papel era ejercer un control constitucional de los actos del Ejecutivo con la obligación de informar al poder judicial (Senado conservador), si se percataban de algún acto que subvirtiera el orden constitucional. En cuanto a la relación Iglesia-Estado, tema bastante espinoso en la época, la Carta eliminó la Inquisición. Determinó que “La religión del Estado naciente es la católica, apostólica y romana, la única verdadera”, pero reconoció el carácter cosmopolita de la ciudad puerto al afirmar: “Ningún extranjero será molestado por el mero motivo de sus creencias”. Ante la ignorancia y la superstición generalizadas, los constituyentes entendieron que “la educación pública es el puntal en el logro de felicidad”. Y afirmaron con claridad “que es la que mejor iguala a todos los ciudadanos, les inculca y hace amable sus deberes, aumenta su propiedad individual y la riqueza del Estado, suaviza las costumbres y en gran manera las mejora y previene los delitos”. Con el objetivo de difundir la enseñanza de las primeras letras ordenó destinar fondos para educar, además de la doctrina cristiana, los derechos y deberes de los ciudadanos, así como enseñar a leer, escribir, dibujar y los primeros elementos de geometría. Encargó a la Sociedad Patriótica de Amigos del País, integrada entre otros por los constituyentes Rodríguez Torices, Fernández de Madrid, Ignacio Cavero, Germán y Gabriel Gutiérrez de Piñeres, Josep H. Arrazola y Ugarte, fundar escuelas para ambos sexos con el patrocinio del gobierno. En fin, la Constitución quería imponer un modelo social donde los principios liberales y republicanos fueran el norte de la nueva nación con el pueblo como protagonista. Sobre él caía la responsabilidad del funcionamiento del nuevo orden, pues como señala la Carta “El pueblo que ama y respeta la Constitución es invencible, pacífico y feliz”. Infortunadamente la mayoría de estos ideales fueron truncados con la Reconquista, y gracias a los vaivenes de la República, tuvieron que esperar casi dos siglos para ser cumplidos. Museo Nacional de Colombia.
comerciantes y hacendados como Juan de Dios Amador, Manuel Gnecco de Riveros, Luis José de Echegaray y José María García de Toledo. Liderados por el abogado y periodista Manuel Rodríguez Torices, de 24 años, presidente gobernador del estado de Cartagena de Indias, el primero de agosto fue sancionada la Carta Magna dirigida “a todos los habitantes del Estado, de cualquier clase o condición que sean”. El acuerdo constituyente impidió que la vehemencia y el caudillismo exaltado de unos y otros, alimentara la anarquía y la inestabilidad. Los temas discutidos y aprobados muestran lo complejo que era ajustar las estructuras coloniales con las nuevas soñadas, y transitar de la monarquía a la república, del despotismo a la libertad, de lo ideal a lo real. Ya no era el rey quien tenía el poder soberano, sino el pueblo, al que se le delegaban las responsabilidades de elegir y ser elegido: “El Supremo Legislador y Árbitro del Universo (…) que ha dignado devolvernos el derecho a existir, mantenernos y gobernarnos nosotros mismos (…) de formar una Constitución de Gobierno Civil para nosotros y nuestra posteridad”. Pero eso no era suficiente. Para garantizar la paz y la seguridad, la Constitución estipuló la necesidad de organizar un cuerpo político que “se forma por la voluntaria asociación de individuos (…) pacto social en que la totalidad del pueblo estipula con el ciudadano, y cada ciudadano con la totalidad del pueblo, que todo será gobernado por ciertas leyes para el bien común”. El aforismo es diáfano: “Entrando en sociedad el Hombre deja de ser un pequeño todo y consiente en hacerse parte de un todo político”. Luego de 300 años de colonialismo quedaban institucionalizados los derechos ciudadanos y la separación de los poderes, con unos férreos controles al despotismo. En el largo tránsito hacia la igualdad, la Constitución hizo un gran avance con respecto al pasado, a pesar de restringir el derecho a
Institución demócratica La Carta integró el poder Ejecutivo con un presidente gobernador asociado a dos consejeros, solución de equilibrio de intereses y un freno al poder excesivo del primero elegir y ser elegido al “hombre, libre, vecino, padre cabeza de familia con casa, con renta o trabajo”. Y para impedir la difusión de un terrible mal inhabilitó a “los que hayan vendido o comprado votos”. Frente a la postergada libertad de los esclavizados, se ¡prohibió el tráfico! No se eliminó la esclavitud, pues los comerciantes temían que se repitiera la cacería de blancos que ocurrió en Haití cuando se decretó su libertad. Se amparó el respeto al derecho de propiedad. Crujió eso si el “maderamen”, ante la novedosa propuesta de crear un fondo de manumisión y que se obligara al gobierno “a cuidar que las leyes defiendan a los esclavos de la arbitrariedad de sus dueños exigiéndoless que sean tratados con humanidad, a castigarlos sin crueldad y contribuirles a todo lo necesario”. La Carta Magna fijó como objetivo dar al ciudadano paz, seguridad y felicidad. Identificó los derechos naturales y los deberes y, entre otras, protegió el derecho de reunión y la libertad de imprenta, condenó la tortura, la retroactividad de la ley y la violación de correspondencia. Con precisión de relojero
La Constitución de Cundinamarca El 4 de abril de 1811 el Colegio Electoral Constituyente del Estado de Cundinamarca promulgó una Constitución que estableció un sistema de monarquía constitucional con división del poder público en tres ramas, reconoció la autoridad de Fernando VII y lo nombró jefe del gobierno. Sin embargo, como el rey se encontraba preso, creó una Representación Nacional (conformado por el presidente y vicepresidente, un Senado de Censura, dos consejeros del poder Ejecutivo, los tribunales del poder judicial y los miembros del poder Legislativo), que actuaría en su nombre hasta que retomara el trono. Llegado ese momento el rey debía jurar la Constitución, en caso contrario se consideraba que este renunciaba a la Corona y perdía su autoridad. La Carta consagró como derechos del hombre y del ciudadano, “la igualdad y libertad legales, la seguridad y la propiedad”. Estableció el derecho al voto para los varones libres de cada parroquia, mayores de 25 años, padres o cabezas de familia, que vivieran de sus rentas y no hubieran sido condenados. El catolicismo fue declarado la religión oficial del Estado y fue prohibido practicar otros cultos. Además, convocó un Congreso Nacional con la participación de los representantes de todas las provincias del virreinato. Este acto fue considerado el primer intento por establecer un gobierno de alcance nacional.
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Bicentenario
cartagena
La bahía de santa marta
A diferencia de Cartagena, las élites, y buena parte de su población en general, incluidos los indígenas, consideraban que permanecer unidos a España les traería más beneficios.
Santa Marta, la realista
Puerto de Santa Marta. Acuarela de Edward Walhouse Mark. Colección permanente de artes plásticas de la Biblioteca Luis Ángel Arango.
Mientras Cartagena abrazó la causa de la independencia, otras ciudades defendieron al rey. Por Joaquín Viloria de la Hoz*
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or qué varias provincias defendieron los intereses de la monarquía, como Panamá, Maracaibo, Santa Marta, Riohacha y Pasto, así como las islas de Cuba y Puerto Rico. Según algunos historiadores, Pasto y Santa Marta “optaron por el realismo simplemente porque sus rivales vecinas, como Quito y Cartagena trataron, por medio de la fuerza, de imponerles sus ideas republicanas”. Esta explicación, puede ayudar a entender algunas lealtades de las provincias caribeñas. Otra explicación debe buscarse en las relaciones entre las élites criollas, los gobernantes coloniales y las autoridades de los comunes en Cartagena y Santa Marta cuando nacieron las primeras juntas de gobierno. Así, por ejemplo, a partir de 1809 el Cabildo de Cartagena se enfrentó al virrey de la Nueva Granada porque prohibió a sus * Investigador del Centro de Estudios Económicos Regionales del Banco de la República
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comerciantes hacer negocios con británicos y norteamericanos. En Santa Marta, ocurría un caso opuesto: los indios de Mamatoco tenían una querella por límites territoriales contra el coronel José Munive, miembro de la Junta y partidario de un gobierno más independiente, mientras el oficial realista J. Martínez Aparicio intercedió a favor de los indígenas. En el caso de Riohacha, la ciudad nació y creció con mucha autonomía. Es probable que el miedo a perder esta autonomía hiciera a los riohacheros más monarquistas. No han faltado las explicaciones de corte racista, aunque sus autores no lo hagan explícito. Según esta corriente, los negros y mulatos fueron defensores de la independencia, mientras los indios y zambos fueron tildados de ignorantes y sumisos, fácilmente manipulados por los realistas. Según esta explicación simplista, Cartagena fue republicana por sus afrodescendientes, mientras Santa Marta fue monarquista por su población indígena y zamba. Estos argu-
mentos se caen por su propio peso: el zambo José Padilla (hijo de negro con india wayuu) fue uno de los grandes héroes de la independencia, mientras el mulato Narciso Crespo fue el héroe de los realistas de Santa Marta. Así mismo, están los paeces del Cauca como “indios patriotas” y los mulatos y negros del Patía como férreos opositores a la Independencia. Según el historiador S. Saether, las Juntas de Cartagena y Santa Marta no entraron en grandes contradicciones durante el segundo semestre de 1810: las dos ciudades fueron leales al Consejo de Regencia de Cádiz, al igual que Riohacha, lo que las distanció de la Junta de Santafé. En diciembre de 1810 las relaciones empezaron a cambiar entre estas dos ciudades: la Junta de Cartagena estableció un impuesto a las ventas de 12 por ciento para los productos importados de Santa Marta. También a finales de 1810 Chiriguaná declaró su independencia
Los franceses en Cartagena Durante la primera etapa de la independencia de Cartagena (1810-1815) los franceses participaron de manera importante en los ejércitos patriotas. Se dice que en la ciudad amurallada había unos seiscientos galos que apoyaron la independencia. Su principal labor era participar en las acciones marítimas y los más destacados fueron Pedro Labatur, corsario y aventurero y Luis Chatillon, quienes participaron en las tomas a Santa Marta.
Cartagena, pregón de la libertad que no cometieran sus soldados”, pues tomaron prisioneros incluso a personas cercanas a la causa de la independencia. El pillaje y las humillaciones a que sometió Labatut a los habitantes de Santa Marta fue un ingrediente más para que esta comarca se declarara partidaria del rey de España. Durante la ocupación, el Cabildo de Valledupar proclamó la Independencia el 4 de febrero de 1813. Santa Marta también firmó su Acta de independencia el 11 de febrero de 1813, aunque el documento original desapareció y solo se conoce la versión del Semanario La Gaceta Mercantil, publicado en 1850. En marzo de 1813, los indios de Mamatoco y Bonda, encabezados por el cacique Antonio Núñez, expulsaron
Razón tienen los historiadores al afirmar que si no hubiera sido por el apoyo de los indígenas a las autoridades de Santa Marta, esta no hubiera sido uno de los bastiones más importantes del realismo en la Nueva Granada. Entre 1812 y 1822 los indígenas fueron la piedra en el zapato de los planes patriotas. La lucha se inició a finales de 1812 cuando Cartagena decidió someter a Santa Marta. En marzo de 1813 los indios de San José de Ciénaga derrotaron a Labatur y un mes despues evitaron un intento de invasión por parte de Cartagena. Fueron tan importantes los servicios que los indígenas prestaron a la causa realista que cuando Pablo Morillo llegó a la ciudad, condecoró al cacique de Mamatoco don Antonio Núñez por su extraordinario valor. Con el avance de las tropas patriotas en 1820, los indígenas volvieron a defender a Santa Marta, pero esta vez no resultaron victoriosos. En noviembre de 1820 la resistencia indígena de San Juan de Ciénaga fue arrasada y masacrada por los patriotas. Los sobrevivientes huyeron a los bosques de la región, donde conformaron guerrillas antirrepublicanas. En enero de 1823 fue la última toma de Santa Marta realizada por los indígenas, pero rápidamente contenida. De allí en adelante, los indígenas capturados por los patriotas eran obligados a enlistarse en los ejércitos del Libertador en el Perú.
de Tamalameque, mientras los pueblos ribereños de Guaimaro, Remolino y Sitio Nuevo solicitaron la protección de la Junta de Cartagena, que se la brindó. Los samarios consideraron hostiles estas actitudes. En 1812, Santa Marta recuperó el control de la ribera oriental del río Magdalena, desde Sitio Nuevo hasta Puerto Real. Cartagena se fue quedando aislada, al estar rodeada de gobiernos monárquicos en Santa Marta, Ayapel y Panamá. También en Venezuela las fuerzas realistas derrotaron a los patriotas en julio de 1812. Esta situación puso en alerta a los cartageneros, quienes en el mismo año nombraron dictador de su ciudad a Manuel Rodríguez Torices. Varios patriotas venezolanos fueron recibidos como refugiados en la ciudad, entre quienes se encontraba Simón Bolívar. Con la llegada de los militares venezolanos a Cartagena y la ayuda cubana a Santa Marta, creció la intensidad del conflicto entre las dos provincias. A finales de 1812, Bolívar emprendió la campaña del Bajo Magdalena, con la toma de Tenerife, Mompox, Tamalameque y Puerto Real. Estos rápidos enfrentamientos serían el preámbulo de la Campaña Admirable. Por su parte, el coronel francés Pierre Labatut se apoderó de Sitio Nuevo, Guaimaro y Cerro de San Antonio, para luego continuar hacia Ciénaga. El 6 de enero de 1813 las tropas de este último, al servicio del gobierno de Cartagena, entraron triunfantes a Santa Marta. Según Restrepo Tirado, “no hubo excesos
Cartagena. La fuga fue planeada y financiada por la heroína samaria Lorenza García Munive, llamada por Tisnés “conspiradora y libertadora de presos”. En 1815, el jefe expedicionario español Pablo Morillo llegó a Santa Marta en julio de ese año, condecoró al cacique de Mamatoco Antonio Núñez, y le concedió a su hijo el derecho hereditario del cacicazgo. Durante el periodo de la reconquista española (1813-1820), los indígenas de Santa Marta hicieron sentir su poder ante la élite local. Así, por ejemplo, arrestaron arbitrariamente a varios miembros de las familias tradicionales, bajo la sospecha de haber colaborado con Labatut. En 1814 no aceptaron al nuevo gobernador y en
Batalla del Cantón de la Ciénaga 10 de noviembre de 1820. Fernando Luis Sarmiento Castillo, óleo sobre lienzo. Fundación BAT.
Los indígenas realistas
a Labatut y su tropa, quienes en la retirada se llevaron preso al coronel Munive, acusado de organizar el levantamiento indígena. En mayo del mismo año, el gobierno de Cartagena ordenó incursionar de nuevo sobre Santa Marta, al mando del coronel francés Luis Chantillón, operación que se convirtió en un desastre militar para los patriotas. En este combate los realistas fueron dirigidos por el coronel mulato Narciso Vicente Crespo. De nuevo, toda la provincia volvía a poder de los realistas, desde Santa Marta, Riohacha y Valledupar, hasta Sitio Nuevo y El Banco. Esta situación fue aprovechada por Francisco Montalvo, capitán general de la Nueva Granada, quien ejerció desde Santa Marta su nuevo cargo a partir de mayo de 1813. Con el dominio sobre todo el territorio, el gobernador español encarceló en la isla-fortaleza Santa Ana del Morro a más de veinte patriotas. Allí estaban muchos de los samarios que en los siguientes diez años apoyarían la independencia: S. Pérez Mazenet, V. Díaz Granados, M. Dávila, J. Munive, R. Zúñiga y B. y E. García, J. Linero, J. Sales, F. Mozo, M. Barranco y el negro Luque. En febrero de 1814 los patriotas se fugaron de El Morro y se refugiaron en
batalla del cánton de ciénaga
Con motivo de la celebración del bicentenario de la Independencia de Colombia, el artista colombiano Fernando Luis Sarmiento Castillo, pintó la batalla del Cantón de la Ciénaga ocurrida el 10 de noviembre de 1820.
1817 pidieron la rebaja de sus contribuciones, lo que les fue concedido por el rey en un 25 por ciento. Hacia 1815 algunos samarios empezaban a preguntarse para qué les había servido tanta lealtad al rey, si la ciudad estaba en total abandono. Según Restrepo Tirado, “el estado de miseria en que se hallaba Santa Marta, sin haber conseguido compensación alguna de sus sacrificios a favor de la monarquía, fueron motivo de que se aumentaran los adeptos a la causa de la independencia”. La batalla definitiva se dio en Ciénaga el 10 de noviembre de 1820, y fue una de las más sangrientas de la independencia, pues se contabilizaron cerca de mil muertos, en su mayoría indígenas cienagueros. El 11 de noviembre de 1820 entraron victoriosas las tropas libertadoras a Santa Marta. En esta ocasión, ni los indígenas de Mamatoco opusieron resistencia. Por fin Santa Marta estaba libre, pero en ruinas.
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Un ejército de todos los colores Aunque se les exigía ser ‘blancos’ y de condición ‘honrada’, cuando algún visitador pasaba por la ciudad y revistaba a la guarnición anotaba: ‘Esta tropa es de un color común muy tostado’. Por Juan Marchena F.*
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artillerías veteranas, encargadas de las más l seguir los sucesos que desembode trescientas piezas de fuego de todos los caron en la declaración de indecalibres instaladas sobre las fortificaciones. pendencia de la ciudad y provincia Aparte de esta guarnición veterana, desde de Cartagena en noviembre de 1811, llama mediados del siglo XVIII los vecinos de la la atención que todos los vecinos, desde los ciudad estaban comprendidos y alistados pertenecientes a las más encumbradas famien diversas unidades de milicias urbanas y lias hasta los más humildes moradores de los disciplinadas, que sumaban no menos de tres barrios de Getsemaní, San Diego, o aun de las islas de Tierra Bomba o Barú, participaron efectivos, encuadradas en el Regimiento de Milicias Disciplinadas de Blancos, el Batallón muy activamente en estos movimientos. No de Pardos Libres de la ciudad y las Compañías se trató de una revolución llevada a cabo por de Artillerías de Milicias, entre otras varias las élites, precisamente, sino que ciudadanos de toda condición social fueron protagonistas unidades de menor tamaño pero de mucha representación social, como el Escuadrón de unos hechos que hoy, 200 años después, de Lanceros de es necesario rescatar Getsemaní. Confordel olvido. Y, muy ‘Americanización’ del ejército maban otro continimportante, como En los ejércitos del rey en América gente militarizado los dicen los documenmarineros y trabajatos textualmente, el 34 por ciento de los oficiales dores del arsenal de la fueron gentes “de eran americanos para 1740, y este armada, encargados todos los colores” las número aumentó al 60 por ciento en de las tripulaciones que salieron a la calle y ocuparon las 1800. En cuanto a las tropas se pasó y del apresto de los navíos del rey en el plazas en reclamo y de un 68 por ciento de americanos apostadero. Y aún exigencia de libertad. Hay que buscar las en el periodo 1740-1759, al 80 por debe contarse entre esta guarnición al Rerazones que explican ciento entre 1780 y 1800. gimiento de Infantería la participación de de Milicias “de todos los todo un “pueblo” en colores”, así llamado porque en él se alistaban la estructura militar establecida en Cartagena blancos, pardos, mestizos, zambos e incluso a lo largo de la Colonia. indígenas, en los pueblos de la provincia, desde Cartagena de Indias a fines del siglo XVIII Sabanalarga hasta Tolú o Lorica y desde Coroe inicios del XIX era una muy importante zal hasta Turbaco. plaza comercial y militar en el Caribe. Estaba La alta oficialidad militar congregada en dotada de un poderoso anillo de fortificaciotorno al gobernador (un destacado marino, nes que protegían a la ciudad y a su bahía de cualquier peligro de agresión exterior; fuertes, Francisco Montes) y su Estado Mayor de la Plaza, estaba conformada por militares nacidos castillos y baterías sobre las cuales montaba en España, pero que llevaban un buen número guardia una numerosa guarnición militar. El de años residiendo en la ciudad, con excepción Regimiento Fijo de Cartagena era una de las unidades militares más importantes del conti- del gobernador que acababa de llegar. Los ofinente por su número y equipamiento, y desde ciales del Fijo y de la artillería eran, sin embargo, en su mayor parte naturales de Cartagena, luego, la más poderosa del Virreinato, con hijos de militares que habían sido destinados más de mil soldados y doscientos oficiales a a la ciudad a principios del siglo que habían sueldo de Su Majestad. También se hallaban emparentado con las principales familias de la acantonadas en la ciudad las compañías de élite local dedicadas en su mayoría al comercio, (Del Castillo, Baloco, Herrera, Bossa, Llamas, * Universidad Pablo de Olavide. Sevilla
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Hoyos, Urueta, Albornoz, Picazo, Subiría, Ternera, Iraola, Torices, Piñeres, etcétera.). La oficialidad de las Milicias de Blancos estaba constituida, según se especificaba en sus reglamentos, por lo más granado de la sociedad local, pues se cumplía lo mandado en las ordenanzas de que “se escogerán los coroneles entre las personas más ilustres de la ciudad, y los grados de capitán recaerán en las personas de mayor distinción, y así sucesivamente hasta la clase de cadetes”. Por su parte la oficialidad del Batallón de Pardos constituía un caso especial: estaba integrada por lo más selecto de la autodenominada “clase mulata”, que eran los dueños de los talleres artesanales y muchos medianos comerciantes o dueños de embarcaciones de la ciudad y puerto, o altos empleados del Arsenal (los Medrano, Romero, Caballero, o un joven marino mulato recién llegado de España condecorado en Trafalgar llamado José Prudencio Padilla) en ocasiones con mayor grado de riqueza que muchos miembros del sector blanco, y que además, por lazos de parentesco, compadrazgo o clientelismo, dominaban con su prestigio a la mayor parte de la población libre de color en los barrios de la ciudad, incluidos los esclavos de los que algunos de ellos eran propietarios, que si bien no eran ya muy abundantes en esas fechas, representaban un número no desdeñable de los habitantes de la ciudad. La oficialidad que mandaba los lanceros de Getsemaní venía a representar la creme
Uniforme del batallón de pardos libres de Cartagena, fines del siglo XVIII. Archivo General de Indias, Sevilla.
Bicentenario
BATALLóN DE PARDOS LIBRES DE CARTAGENA. FINES DEL Siglo XVIII
Cartagena, pregón de la libertad gama muy relativa, pardos, mulatos, cuarterones y zambos, con oficios y dedicaciones múltiples, algunos con uniforme y otros no. De modo que, si un observador se acercaba a una de las revistas y paradas que la guarnición al completo de Cartagena pasaba ante las autoridades una vez al mes en los playones de San Lázaro, deduciría fácilmente que, por un lado, el vecindario masculino de la ciudad se hallaba allí casi en su totalidad (con excepción de los niños y los mayores de 60 años) mostrando todo el espectro social, económico y étnico que lo conformaba: si los uniformes de los Lanceros de Getsemaní brillaban al sol era porque sus capitanes los habían pagado de su peculio para demostrar el prestigio social y poder económico que poseían. Si las compañías de pardos estaban en su mayor parte descalzos y cada uno vestido a su mejor manera, era porque nadie se había encargado de reponer el primer uniforme que, veinte años atrás, les había entregado la maestranza real. Si la compañía del comercio del Regimiento de Milicias Blancas sí lucía engalanada, era porque en ella se alistaba lo más granado del gremio mercantil, sus hijos y sus dependientes. En otras palabras, la parada era el momento en el que cada cual mostraba quién era, qué poder tenía y qué representaba. Por eso, el barón de Humboldt afirmaba, cuando conoció alguna de estas revistas en las plazas de las ciudades coloniales, que “no es el espíritu militar
COMPAÑíAS DE ARTILLERíA DE MILICIAS DE PARDOS Y MORENOS. FINES DEL Siglo XVIII
lo que ha hecho florecer y multiplicar a las milicias en las colonias españolas, sino la vanidad de los grupos de comerciantes que usan su uniforme incluso en sus tiendas, y se aplican el término de coronel o capitán que repiten sin cesar en su conversación familiar, por lo que todos han sido capaces de realizar los esfuerzos de fortuna más extraordinarios”. Pero por otro lado, esta persona que observaba la revista en el playón de San Lázaro, deduciría muy fácilmente que el abismo que separaba a los oficiales de su soldados era inmenso: una distancia insalvable en lo étnico (sobre todo), pero también en lo social, lo cultural y, desde luego, en lo político. Si la élite blanca cartagenera podía usar (y usaba) todo este aparato militar para mantener un statu quo que garantizara su indiscutida supremacía social, la élite mulata lo utilizaba para mostrar su indiscutible control sobre los sectores populares pardos y negros, en una especie de confrontación aún silenciosa pero evidente en procura de acceder a un reconocimiento social que los primeros les negaban, y a un marco de representación política en las instituciones de la ciudad al que consideraban tenía todo el derecho por su número e importancia. Junto a ellos, la tropa del rey, en el Fijo y la Artillería, aparecían formadas también en el playón de un modo quizá más disciplinado, pero en su interior la tropa no podía sino entenderse como parte de los vecinos comunes de la ciudad, mal pagados y atendidos, mientras
Uniforme del regimiento fijo de Cartagena. Fines del siglo XVIII. Archivo General de Indias, Sevilla.
Uniforme de las compañías de artillería de milicias de pardos y morenos, fines del siglo XVIII. Archivo General de Indias, Sevilla.
Uniforme del regimento de todos los colores de Mompox, fines del siglo XVIII. Archivo General de Indias, Sevilla.
de este poderosísimo grupo de mulatos. La tropa, es decir, los soldados del rey y los milicianos, constituían un sector completamente aparte de esta oficialidad. En el batallón Fijo y en la Artillería, los soldados veteranos cartageneros a sueldo habían sentado plaza en esta unidad desde muchos años atrás. Su edad media era superior a los 35 años y tenían a sus espaldas tres y cuatro reenganches consecutivos, porque la administración colonial hacía tiempo que se había desengañado sobre la posibilidad de que los soldados veteranos del rey fueran nacidos en la península, y la recluta se efectuaba entre los vecinos de la ciudad. Nadie en España quería ir a “servir” a Indias porque los sueldos eran bajos y atrasados, y solo los “locales”, a quienes se les toleraba una “segunda dedicación” (tenían otro oficio, desempeñándose como artesanos o empleados cuando no estaban de guardia) aceptaban engancharse de soldados. Aunque se les exigía ser “blancos” y de condición “honrada”, cuando algún visitador pasaba por la ciudad y revistaba a la guarnición, anotaba: “Esta tropa es de un color común muy tostado”. La tropa de las Milicias estaba conformada por los vecinos de la ciudad, transformados en improvisados soldados de ejercicios dominicales a la salida de la misa. Se hallaban agrupados por barrios, calles y plazas, y mostraban el extraordinario universo multiétnico cartagenero: blancos en una
REGIMIENTO DE TODOS LOS COLORES DE MOMPOX. FINES DEL Siglo XVIII
REGIMIENTO FIJO DE CARTAGENA. FINES DEL Siglo XVIIi
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cartagena
Uniforme del regimiento de milicias de blancos de Cartagena, fines del siglo XVIII. Archivo General de Indias, Sevilla.
Uniforme de las compañías de artillería veterana. Fines del siglo XVIII. Archivo General de Indias, Sevilla.
guerra contra Francia, pero de ninguna expesus oficiales, miembros de la élite blanca, los riencia en mando político y poco conocedor despreciaban por su baja condición social y de lo que se cocía en la ciudad. apenas se relacionaban con ellos. Por encima Villavicencio mantuvo varias reuniones de todos ellos, el Estado Mayor de la plaza, con el patriciado cartagenero y pudo comoficiales peninsulares, con muchos años de probar su estado de agitación frente a las servicio y mayor edad, se sentían encima de un nuevas disposiciones de la metrópoli en lo barril de pólvora. referente a impedir Cuando en 1810 la cualquier tipo de crisis de la monarautonomía comerquía española hizo Los costos del ejército cial. Agitación que finalmente eclosión El sostenimiento del ejército también sintió en y el Consejo de Reconsumía casi todos los recursos los dirigentes de los gencia, instalado en grupos de mulatos y Cádiz, quiso imponer de Cartagena. En el total de los pardos, aunque por nuevas cortapisas a gastos de 1795, los salarios de otros motivos: ellos una pretendida aulas tropas veteranas ascendían al le manifestaron que tonomía comercial y política del grupo de 35 por ciento del total, los de las en la presente copoder cartagenero, milicias al 9,94 por ciento y los de yuntura, al controlar a una la gran masa todas estas fuerzas, los oficiales al 3,84 por ciento de vecinos negros que en la práctica y pardos libres de eran todos los vecila ciudad, sería inadmisible un gobierno nos de la ciudad, entraron en conflicto tanto local que no considerara sus intereses y entre sí como con las autoridades españolas. su fuerza política. Villavicencio optó por ¿Cuál fue el comportamiento de esta instalar, ambiguamente, una bien sui generis enorme guarnición militar en el momento en junta provincial de defensa, al estilo de la de que los intereses de una desmadejada y lejana Cádiz, denominada de “Vigilancia, observación monarquía chocaron con los de todos estos y defensa”, subordinada a una Junta Superior sectores? En mayo de 1810 llegó a Cartagena de Seguridad Pública que había de crearse Antonio de Villavicencio, comisionado del también en Santafé. Consejo de Regencia. Fue recibido por el goEl 22 de mayo, y en sesión de cabildo bernador y también marino jefe de escuadra, abierto, la tal junta fue aprobada en CarFrancisco Montes, recién nombrado para el tagena, y se reconoció la autoridad del cargo en 1809 por sus méritos navales en la
REGIMIENTO DE MILICIAS DE BLANCOS DE CARTAGENA. FINES DEL Siglo XVIII
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Ejército de todos Cuando la guerra de independencia comenzó, la actitud de los criollos era que las armas reflejaran el orden social colonial, donde los blancos ocupaban las jerarquías superiores de los ejércitos. Las dinámicas de la guerra se encargaron de desmontar esta ingenua presunción. El decreto de guerra a muerte emitido por Bolívar en junio de 1813 buscó revertir la adscripción masiva de americanos no blancos a las armas del rey. Cuando se logró conformar un ejército libertador bien estructurado en 1819, la participación de las diferentes castas raciales era significativa. Fue numerosa la participación de negros, mulatos y los llamados ‘pardos’ en las filas, y muchos de ellos ocuparon altos cargos de armas, como José Prudencio Padilla en la marina y Juan José Rondón en la caballería. Esto no significó una efectiva integración social, pues las tensiones socio raciales fueron parte de las herencias coloniales.
Consejo de regencia, el objetivo principal de Villavicencio. Al poco tiempo de creada la Junta de Cartagena entró en crisis porque el gobernador Montes se negó a mantenerla, por lo que entró en conflicto con el cabildo y con el consulado de comerciantes de la ciudad. Entonces el comisionado Villavicencio y el electo para las cortes gaditanas por el cabildo de Cartagena, José María García de Toledo, abogado, miembro del consulado y una de las personas más ricas e influyentes de la ciudad, decidieron destituir a Montes por no “acomodarse a las críticas circunstancias” que atravesaba el gobierno de la ciudad y pretender seguir gobernando con mando absoluto, a fin de “no exponer a este fiel pueblo a una revolución y preservarlo de mil desastres”. Al mando del coronel español Blas de Soria, el Regimiento Fijo tomó la ciudad, arrestaron a Montes y lo enviaron en un navío rumbo a La Habana. Villavicencio restauró el triunvirato, puso a Blas de Soria como nuevo gobernador y comunicó a la Regencia lo actuado. Mientras tanto, los grupos de poder representados por la élite de mulatos y pardos, convencidos de que ni el patriciado blanco, ni la Regencia, ni las Cortes de Cádiz les otorgarían cualquier tipo de representación ciudadana y política en las nuevas instituciones que se fueran creando, decidieron pasar a la acción: tomaron la ciudad y exigieron a la Junta de patricios la independencia irrestricta y absoluta de Cartagena y de toda la provincia de la monarquía española y de cualquier otra autoridad o jurisdicción que desconociera su autonomía. Los milicianos pardos y mulatos, los vecinos de los barrios, los Lanceros de Getsemaní con sus líderes y capitanes, al frente, obligaron a la firma. De esta manera un ejército “de todos los colores” constituido a lo largo del siglo XVIII para defender al rey con sus vidas, aprovechó la crisis del Imperio e hizo algo que era impensable no solo para los españoles sino para la élite criolla y blanca de la ciudad: imponer en letra libertad, autonomía y derechos políticos.