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Las artes del cuerpo en Colombia
Cuerpo y sociedad La historia social y política de Colombia en la segunda mitad del siglo XX inicia con una nueva guerra que trajo como resultado más de 400.000 muertos y el éxodo de al rededor 1’500.000 campesinos a las zonas urbanas, sumándosele un proceso de industrialización y modernidad que fue generando la urgente necesidad de replantear las estructuras sociales del país. Estos cincuenta años conmocionados por diferentes y a la ves comunes formas de violencia arrojan fundamentalmente tres ciclos de guerra continuada; en un primer lugar la violencia bipartidista iniciando con la muerte del caudillo popular Jorge Eliécer Gaitán y los acontecimientos del bogotazo y finalizando supuestamente con la muerte del ultimo líder del bandolerismo Efraín Gonzáles. Igualmente la década de los sesentas, no fue mas alentadora: el estatismo de una supuesta post-guerra, la recuperación del poder de los antiguos monopolio familiares consolidando el frente nacional y sobre todo el empobrecimiento resultante de un Estado ineficaz y el acondicionamiento económico político centralizado, engendra un segundo ciclo que tiene sus inicios en 1959 con el surgimiento del Movimiento Obrero Estudiantil y Campesino, que se crea tras el coletazo de posturas encontradas en el primer mundo entre el capitalismo tardío y la utopías comunistas en lo que fue denominado como la guerra fría, extendiéndose en toda la campaña revolucionaria de lo que hasta hoy conocemos como grupos guerrilleros y un tercer ciclo que parte desde la consolidación de los carteles de la droga que harán alianzas indiscriminadamente con cualquier bando político. Precisamente de este proceso continuado de deterioro social, que ligeramente acabamos de describir, es de donde se alimentan muchas de de los planteamientos de las artes del cuerpo en Colombia. A continuación reseñaremos algunas producciones de características performáticas que ponen en evidencia una sociedad resquebrajada tanto política como culturalmente, alimentándose de las historias de abuelos y padres sobre las brutales modalidades de torturas y vivenciando un presente no menos demencial, resistiéndose de diversas maneras a la marginación en el arte y a su antigua condición como divertimento de las clases altas y haciendo de su producción plástica un activador socio cultural.
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Movimientos como el Nadaismo comenzaron a descentralizar la cultura de la capital y a incluir la clase media dentro de las dinámicas de producción artística. Paulatinamente nuevos grupos de jóvenes de este estrato se insertarían en los circuitos artísticos, “Ciudad solar” durante los sesentas en Cali o “EL sindicato” en los setentas en Barranquilla, pero solo un fenómeno socio económico de características mayúsculas, en la década de los ochentas, basada en el narcotráfico crearía una nueva categoría de productores y consumidores de arte, arquitectura y decoración. Esta nueva clase emergente posibilita el surgimiento de nuevos artistas (provenientes muchos de clases bajas), su introducción tanto a las academias como a las galerías y el acceso a la tecnología y a la información que mantendría en una elite a la cultura comenzó por vez primera a ceder. En contra parte de estos “beneficios”, el país inicia otro de los períodos más sangrientos de la historia: bombas de alto poder se activan en las ciudades, se articulan nuevos prototipos de asesinos, la guerrilla se involucra con el narcotráfico en la administración de cultivos ilícitos, genocidios y masacres de carácter barbárico, abusos extralimitados de poder, secuestros individuales y masivos, torturas y toda una amalgama de expresiones violentas. La gran cantidad de dinero circulante y su fácil adquisición, deforman los valores éticos del individuo promedio; el afán de enriquecimiento conlleva, no sólo al atropello del otro, sino al abuso del cuerpo propio; nacen los sicarios cuya cuna fueron los barrios periféricos de las grandes ciudades, jóvenes de estratos bajos que emprenden misiones suicidas, perdiendo así el valor simbólico de la vida y convirtiendo su cuerpo en un aparato detonador entre el asesino intelectual y la víctima potencial; nacen también las denominadas “mulas” que camuflados como turistas hacen de su organismo una caja contenedora de sustancias ilegales. En los noventas el conflicto del país entra en metástasis, los diferentes bandos disputan rapazmente el poder tanto político como económico; y entre narcos, guerrilla, grupos de autodefensa patrocinados por la ultraderecha y el narcotráfico, delincuentes comunes y la corrupta clase política, se encuentran los artistas del cuerpo, incorporando a sus discursos el estado social, sin quedarse al margen del conflicto, pero a la vez luchando contra una amenazante politización del arte.
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Dentro del temario “cuerpo y sociedad” proponemos cuatro factores claves que abordan los artistas del cuerpo en Colombia. En primer lugar está el cuerpo torturado, amputado, vuelto instrumento atemorizador o trofeo de guerra. Estas expresiones violentas se han practicado a lo largo de nuestra historia y ha ido articulando toda una estética de la imagen sangrienta que finalmente creó en el individuo una indolencia aterradora ante el sufrimiento y la muerte. Trabajos como las acciones de Rosemberg Sandoval desde inicios de los ochentas en Cali, ubican el cuerpo entre lo descarnadamente mortal y lo desesperadamente vivo. Una búsqueda expresionista que toma las vísceras, la sangre y el dolor de las llagas abiertas para atropellar visualmente a quien espera lo bello, lo armónico y lo sintético en la sobriedad del museo, encontrándose con un artista lacerado a quien le interesa dejar lo verdaderamente orgánico al descubierto. Raúl Naranjo, por su parte, sofistica la tortura a través de maquinas hacedoras de dolor, creadas por, a partir y contra el mismo. En sus performanceinstalaciones condensa en una acción, al sado y al masoquista, a la victima y al victimario, a la conciencia mecánica y al desbordamiento del instinto depredador, aludiendo al distanciamiento a través de lo simbólico y a lo vivencial a través del dolor que el artista experimenta en cada intervención, logrando diseminar diversos componentes de las masacres como lo son: la violación sexual, la humillación moral, la maquinación perversa y dejando en el espectador una sensación de asco-deseo a través de la exhibición de una carne-cosa: su cuerpo. En segunda instancia, están los trabajos de los artistas que abordan lo social dentro de la ciudad misma; cuerpos flagelados por la persecución, la intolerancia o simplemente por la crisis estatal, desplazados, prostitutas, indigentes, delincuentes, mulas, travestís, son algunos de los prototipos de estudio de este temario que hemos denominado: “cuerpo y sociedad”. El colectivo Casa Guillermo de Bogotá toca el tema del éxodo del campesino a la ciudad, comprendido como la miseria que ha generado las políticas globalizadas y las falacias de industrialización a indígenas y campesinos en el país y que han desatado desempleo, miseria y hambre en nuestras ciudades, en donde se cuece la errada idea de encontrar refugio en el primer
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mundo. En la acción “Desplazados” este grupo de jóvenes emprende un éxodo simbólico de Buga a Cali (durante el segundo festival de performance en1998), instalándose en un coliseo, donde se celebra el evento y transformándolo en un albergue temporal para experimentar en carne propia el sentimiento de no intimidad, de no esperanza, de no futuro social; hacinados literalmente en una carpa, improvisan en este limitado espacio todas las estancias físicas de un hogar , involucrando al espectador en la cotidiana agonía del desplazado colombiano. Esta acción es retomado dos años mas tarde, en una agresiva intervención urbana, a través de afiches, volantes, paginas de Internet y la presencia azarosa en embajadas y aeropuertos de los integrantes de Casa Guillermo, quienes portan maletas negras con la inscripción: ¿Porqué no se ha ido para Miami? Otros artistas tratan el tema de la indigencia señalándola como efecto y no como causa del malestar social. En la obra “Osito” de Wilson Díaz (1993), el artista se viste de oso de felpa y ayudado con somníferos duerme 24 horas entre pordioseros, delincuentes y demás habitantes de la noche en las calles de Bogotá. Alejandra Gutiérrez con su obra: “De estacionaria a ambulante” aborda la problemática que surge tras la evacuación de los vendedores estacionarios y el afán, por parte del gobierno, de recuperar el espacio público. Silvia Ibarra durante la celebración del día de la mujer, en 1993, organizada por y para mujeres en el Teatro Jorge Eliécer Gaitán, trae a un travestí consigo, lo cual ocasiona escándalo entre las organizadoras, y no solo la expulsión de la artista sino también de su invitado sorpresa. Fabio Melecio Palacios con su performance-instalación “No todo es igual, no todo tiene la misma significación” toma la apariencia física, articulada fotográficamente, de cuatro jóvenes quienes reúnen todas las características visuales que tiene un maleante, drogadicto o delincuente, sobreponiendo a través de un audio, insinuaciones deshonrosas para finalizar con la llegada, o encarnación de los jóvenes fotografiados ante un público prejuiciado que se estrella éticamente con una función de rap que los cuatro jóvenes vienen a presentarles. Toda esta serie de artistas del cuerpo introducen a sus discursos estereotipos marginales, discriminaciones raciales, culturales, económicas o de tradición en una sociedad que antagónicamente está compuesta por diversos niveles de mestizaje.
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Por otro lado deseamos mencionar artistas que se ubican en el centro del conflicto mismo y asumen un papel protagónico dentro de éste, como es el caso de Yuri Forero quien hace de sus intervenciones silenciosos estadios de luto, irradiando al público presente, una gran queja pacífica pero cargada de toda una estructura simbólica dentro del hermetismo enajenante de la sala de exposiciones. Fernando Pertuz, en un gesto vital, irrumpe agresivamente la tranquilidad del otro, llevándolo a acciones colectivas en busca de un activismo renovador; en su performance “Lavadora Social en Vía de Extinción”, se vale de una máquina que es accionada por los asistentes, para purificar a través de su cuerpo desnudo, el estado social contemporáneo; en otra de sus obras provee al publico de hilo y agujas para reconstruir a través de fragmentos de tela, la bandera nacional, alternando la acción con su cuerpo investido de soldado víctima de la guerra que lleva consigo las firmas de cualquiera de los transeúntes que quiera unirse a su pronunciamiento político. Cuando las posturas artísticas comienzan a tomar este matiz tan abiertamente político, rozan la delgada línea que separa el arte como elevado lenguaje humano y como instrumento de poder; es precisamente esta amenazante politización del arte la que deseamos abordar también dentro del capítulo “Cuerpo y sociedad” y en donde queremos mencionar algunos ejemplos de cómo campañas políticas adoptan expresiones, de algún modo, parecidas a las artes del cuerpo, y de cómo algunos trabajos se han iniciado dentro de una estética manipulada. En los ochenta la utilización de la imagen mediática comienza tener un papel influyente en todos los niveles sociales; la publicidad, la televisión, el video, se vuelven instrumentos determinantes para campañas políticas, los canales públicos comienzan a generar espacios obligatorios para las intervenciones de todos los candidatos políticos; recordemos uno de los primeros actos capaces de motivar a los televidentes cómo fue el gesto valeroso de la representante del partido Meta-político Regina Betancourt de Liska, al rasgar un cheque con el que pretendían sobornarla para el retiro de su candidatura en 1982, este momento fue el culmen de una serie de acciones que involucraban objetos-emblemas combinados con la creación de un personaje mitad bruja, mitad ama de casa, mitad caudillo, mitad víctima, abriendo camino a un nuevo fenómeno en donde la imagen física toma relevancia, valiéndose de todo un orden de símbolos externos para su fijación en las masas. De alguna manera se da ya, una nueva categoría al cuerpo, a la presencia y al reconocimiento de nuevas manifestaciones de la acción, siendo utilizada por los partidos políticos más tradicionales.
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Si sumamos esto a la institucionalización de eventos que pretendían inicialmente utilizar espacios no convencionales para su desarrollo como es el caso del “Festival de Performance de Cali” , en donde sus dos primeras versiones, la de 1997 y la de 1998, se realizaron en un local comercial abandonado o un coliseo de colegio y sus tres siguientes, 1999, 2001 y 2003, terminaron por ser absorbidas dentro de la programación anual de un museo, o las obras de gran envergadura que trataron de vincular a la empresa privada y pública con la financiación de acciones como “Ciudad Blanca” o “Mecenas 2000” de la artista caleña Liliana Villegas y que finalmente cayeron en la frívola satisfacción del cliente, tendríamos como resultado la sombra infalible del poder sobre las artes del cuerpo. Para finalizar este primer capítulo resta decir que el arte es un bien de la sociedad y que en ella han quedado trozos del cuerpo de una gran lista de artistas, recordándonos dolorosamente la guerra, impunidad, el desgarramiento social y la envolvente telaraña de conflictos mal resueltos.
Colectivo Casa Guillermo Acción espontánea, realizada durante el cuarto festival de performance Cali. 2001 Cortesía: Helena producciones.
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Raúl Naranjo Máquina pedestal Actos de fabulación Museo de arte moderno de Medellín 2000 Esta maquina pedestal invierte de manera aguda la violencia ejercida sobre la mujer desde varios niveles simbólicos, la humillación, el menosprecio, la ejercion ideológica, son varias de las formas de sometimiento femenino en las culturas predominantemente patriarcales. Cortesía: proyecto Pentágono
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Raúl Naranjo La penetración violenta 1997 “Las masacres de campesinos siempre van acompañadas de violación sexual múltiple: son violadas las mujeres en el corral de los cerdos antes de ser asesinadas. Somos flacos de memoria, pero ocurre todo el tiempo y nuestro silencio es cómplice de todos esos actos...” Cortesía: catálogos Salones Nacionales
Grupo Casa Guillermo Fragilidad Hospital del pueblo. Arbelaez, Cundinamarca. 1998 Este grupo es creado en 1998, bajo el referente del pintor Guillermo Wiedemann, quien donó su residencia en Bogotá a la facultad de Artes de la Universidad de los Andes; tras la necesidad de crear espacios alternos para la difusión del arte joven dentro de la ciudad de Bogotá; fue integrado originalmente por 5 artistas jóvenes, algunos aún eran estudiantes, otros recién egresados de la Universidad de los Andes. Cortesía: artista
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Wilson Díaz Fallas de origen Primer premio XXXVII Salón Nacional de Artistas Corferias, Bogotá 1997 Acción-instalación compuesta por objetos, plantas de coca y amapola, video y accionistas circulantes rotulados con una camiseta como desechables. cortesia catalogos salones nacionales
Alejandra Gutierrez Buses Cali. 2001 Esta acción urbana, registrada a través de una cámara oculta, se basaba en crear historias al rededor de problemáticas sociopolíticas “de moda” para conmover a los pasajeros de los buses intermunicipales. A medida que las acciones se repetían la artista alcanzaba diferentes niveles de eficacia y dominio escénico, pasando de ser una vida de la guerra a una francesa en apuros tercermundistas o de una enferma desahuciada a una exconvicta en rehabilitación. Cortesía: la artista
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Regina 11 Regina Betancourt de Liska Intervención televisiva. 1985 Directora del Partido Metapolítico del Pueblo cortesía: Alejandra Gutiérrez
Fernando Pertuz Símbolo patrio Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá. 2000 Cortesía: artista
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Yuri Forero El duelo Actos de fabulación Museo de arte moderno de Medellín. 2000 Definido como un ritual social, esta propuesta aborda el problema de los monocultivos y su reemplazo paulatino por la coca, al igual que el desconocimiento histórico de nuestra cultura pre-occidental para lo cual escogió el icono de una moneda de 20 pesos, un póporo, simbolizando cohesión, origen, formas emblemáticas que salen de circulación como la moneda en sí. La acción se compone de tres partes: la primera el público tomando café; la segunda el espectáculo donde el artista canta una estrofa del himno nacional y camina entre las líneas de azúcar dispuestas en el piso que simbolizan una siembra y la tercera es la mimesis con los asistentes dando pésames y consuelos. cortesia. catálogo proyecto Pentágono
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Alfonso Suárez 100 % frágil XXXVI Salón Nacional Bogotá. 1996 Un guacal, una soga, una funda de algodón, cubren el cuerpo frágil del artista que se presenta como producto transportable o como individuo secuestrado. Cortesía: el artista
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Fabio Melecio Palacios No todo es igual, no todo tiene la misma significaci贸n Pradera. 2002 Cortes铆a: artista
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Jaime Garzón Dioselina Tibaná Noticiero Q.U.A.C.K. 1996 La presencia de este periodista se multiplicó en diversas apariencias de tipologías propias de la cultura colombiana, originando a través de sus intervenciones televisivas una crítica aguda a la inequidad social y la corrupción de la clase política. Su brutal asesinato en 1999 lo llevó a encarnar su último papel, mártir de la opinión libre nacional. Cortesía: “La gaceta” periódico el País
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Grupo Nomada
Gloria Posada
Rastros en el vacío Primer premio
Ser ángel por un día
XXXVII Salón Nacional de Artistas. Bogotá. 1997 El grupo lo integran Máximo Aponte, Beatriz Jiménez y Rafael Mora. En esta propuesta la acción no recae sobre el cuerpo de los artistas si no sobre la relación con el público que interrogan continuamente, convirtiendo la obra en un evento social comunicativo.
Plaza de Bolívar Bogotá. 1995 Cien niños trabajadores provenientes de los barrios periféricos de Bogotá son investidos de ángeles durante veinticuatro horas. Cortesía: catálogo Salones Nacionales.
Cortesía: catálogos Salones Nacionales
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Alejandra Gutiérrez De estacionaria a ambulante Almacenes Carrefour Cali. 2000 En un punto neutro del conflicto entre el vendedor ambulante y la recuperación del espacio público por parte del gobierno, se ubica la acción de crear y vender objetos que resumen esta problemática y que a la vez ambula entre exposiciones del arte parasitando subversivamente el protocolo del evento. Cortesía: artista
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Juan Carlos Figueroa Desaparecido Cali .1993
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Grupo A-clon Entes Plásticos Medellín 1995 Este grupo fue consolidado en 1994 por diez estudiantes de la Universidad de Antioquia en Medellín. Guiados por un principio de integración corporal, experimentando diversos tipos de relaciones y desarrollando búsquedas a través de la producción colectiva, sobre la interrelación humana y los atrofiados procesos de comunicación actuales, asumiéndose a la vez como una molécula social. En esta obra los cuerpos de los integrantes se muestran como pedazos de carne empacados en plástico y colgados en ganchos, abordando temas como la clonación y el hombre objetetualizado por el consumismo. Cortesía: Wilson Díaz
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Juan Carlos Figueroa Harri Aeropuerto de ParĂs. 1993 CortesĂa: el artista
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Wilson Díaz Polanco Osito Bogotá. 1993 Acción urbana realizada durante el primer festiva de la acción organizado por el grupo P.F. en el teatro Jorge Eliécer Gaitán. Cortesía: el artista
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