Orgullosamente
Homenaje a Martha Bracho y Manuela Garín
Dos fuerzas vitales en arte y ciencia
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H e r m o si l l o, S o n o r a O c t u b re d e 2012 Ej e m p la r G r a t u i t o
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La danza es mi vida. La universidad mi casa.
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Me entusiasmó el desafío de juntar las Ciencias y las Humanidades en una Escuela de Altos Estudios, que enseñara matemáticas, física y letras, los tres pilares imprescindibles de la ciencia y la cultura w
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DIRECTORIO Rector Dr. Heriberto Grijalva Monteverde
Secretaria General Administrativa
M.E. Rosa Elena Trujillo Llanes
Secretario General Académico Dr. Enrique Velázquez Contreras
Vicerrectora Unidad Regional Centro Dra. Guadalupe García de León Peñúñuri
Director de Vinculación y Difusión
M.D.O. Manuel Ignacio Guerra Robles
Jefe del Departamento de Publicaciones Raúl Acevedo Savín
Coordinador de la publicación Lic. Ariel Silva Encinas
Editora
M.H.M. Elisa Macías Madrid
Diseño Editorial
Leonel López Peraza
Editorial
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on la valiosa colaboración de un acreditado grupo de maestros e investigadores de nuestra Alma Mater sale a la luz esta publicación como un homenaje a dos mujeres extraordinarias que sobresalen por su labor en la cimentación de nuestra Casa de Estudios. Martha Bracho alcanzó metas en toda una vida dedicada a la Academia de Danza, de la que fue su primera directora, en 1954. Artista, formadora de generaciones y difusora, forjó a través de la combinación de técnica y disciplina, la profesionalización de la danza. Con ello, el desarrollo del fenómeno estético en Sonora dio a esta expresión artística un lenguaje específico y formó los públicos para comunicarse. Toda esta labor le valió el reconocimiento de sectores de la sociedad sonorense, y en 1993 nuestra universidad le otorgó el título de Profesora Emérita. Por su parte, Manuela Garín fue la primera directora y artífice de la Escuela de Altos Estudios, que abrió sus puertas en 1964. La creación de una escuela que uniera las ciencias y las humanidades dio a nuestra institución un nuevo perfil. Su pasión por las matemáticas y su experiencia como maestra de la UNAM y otras instituciones, transmitió entre estudiantes y profesores una nueva forma de relacionarse y un gusto por la ciencia. Manuela Garín fue pionera de las matemáticas en México, gran promotora y entusiasta formadora de estudiantes y profesores, méritos que le fueron reconocidos con la distinción de Profesora Emérita por la Facultad de Ingeniería de la UNAM, en 1979. Nuestra institución, a su vez, le rindió un homenaje en 1991. Mujeres protagonistas de su época, Manuela, una de las primeras egresadas de la carrera de matemáticas en nuestro país cumple íntegramente la misión de promover la enseñanza de las matemáticas en distintas entidades de la república. Martha, bailarina brillante dejó los escenarios nacionales para dedicar su vida a la enseñanza en nuestra universidad. En este setenta aniversario, con una mirada introspectiva acerca de la vida universitaria, en el marco del programa Orgullosamente Universitarios y Universitarias reconocemos el legado de hombres y mujeres que dejaron huella entre los estudiantes. Su labor ha contribuido a delinear el rostro de la institución como protagonistas que son, en la construcción de nuestra identidad universitaria. Pioneras, fundadoras, y afortunadamente aún disfrutando de esta vida, Martha Bracho y Manuela Garín son dos fuerzas vitales en el arte y la ciencia.
Ilustraciones Cheyk
Fotografía
Archivos de la Dirección de Comunicación, Museo Regional y AHUSON
El tabloide Homenaje a Martha Bracho y Manuela Garín, dos fuerzas vitales en arte y ciencia es parte del programa institucional Orgullosamente Universitarios (as), que realiza esta publicación especial en el marco del 70 aniversario de la institución. Colaboración de personal del Museo Regional y Depto. de Publicaciones de la Uni-Son. Tiraje 2000 ejemplares
Colaboradores: Mtro. Luis Enrique García, Dr. José Raúl Rodríguez Jiménez, Dra. Laura Elena Urquidi Treviño, Dr. Marcelino Barboza Flores, Mtro. Jesús Ibarra Carmelo, Mtro. Marco Antonio Valencia Arvizu, Dr. Arturo Valencia Ramos, Dr. Francisco González Gaxiola.
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Martha Bracho, la maestra Luis Enrique García*
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l 2 de febrero de 1954 abrieron sus puertas dos Academias: la de Arte Dramático y la de Danza, ambas por cuenta y riesgo de la Universidad de Sonora. De esta manera, el Alma Mater completaba el círculo tradicional de la enseñanza de las artes, iniciado ya en el organismo universitario, desde años atrás, con dos Academias: la de Música y la de Artes Plásticas. Así, el abanico de la enseñanza artística se abría para bien de la gente que buscaba en estas actividades otra oportunidad de vida y de ocupación. Con estas inclusiones –danza y teatro-, la institución subía otro peldaño en su natural cometido: continuar en la atención y cultivo de los elementos integrantes, esenciales de la cultura universal. Para hacerse cargo de la organización, docencia y dirección de la Academia de Danza de nuestra Alma Mater, el entonces rector Ing. Norberto Aguirre Palancares logró la contratación de una bailarina que brillaba en la capital del país. Una bailarina y coreógrafa de éxito que pertenecía al cuerpo de la Academia de la Danza Mexicana y otros grupos de prestigio. Martha Bracho, su nombre. Llegó a Sonora bajo las luces de un curriculum difícilmente alcanzable. Vino contratada por tres meses, pero aquí se quedó, aquí tomó nueva casa desde entonces hasta los días presentes. A manera de resumen, se proporcionan los siguientes datos que, sin ser todos, dan constancia de la calidad profesional de la maestra Bracho: 1932. Inicia sus estudios de danza desde muy pequeña en la ciudad de México, dirigida por Carlos Mérida. 1937. Se gradúa como profesora de Danza. Título otorgado por el Conservatorio Nacional de Música. 1938-48. Funda y dirige una academia de danza particular. 1939. Debuta profesionalmente en el Teatro Virginia Fábregas con el Gru-
po de Danzas Clásicas y Modernas, de Ana Sokolow. 1940. Es miembro y fundadora del grupo ‘La Paloma Azul’, dirigido por Ana Sokolow. Realiza estudios de ballet con Serga Uger y de danza española con Mariquita Flores. 1942. Ingresa al Grupo de Danza Española de María Antinea. 1943-44. Es bailarina solista en las temporadas de Ópera Nacional e Internacional en el Palacio de Bellas Artes. 1946. Es miembro del espectáculo de Danza Española, de Miguel Molina. Teatro Iris. 1948. Participa en la temporada de Danzas Folklóricas Argentinas, de Joaquín Pérez Fernández. Teatro Iris. 1948. Participa en la Temporada de Ópera Nacional en el Palacio de Bellas Artes. 1948 Ingresa a la Academia de la Danza Mexicana y tiene como maestros a las hermanas Campobello, Ana Sokolow, Xavier Francis, José Limón, Niní Theilade, Marcelo Torreblanca, Sage Fuller… 1949. Se inicia como coreógrafa en la temporada de Ballet Mexicano de la Academia de la Danza. Palacio de Bellas Artes. 1950. Toma cursos de especialización coreográfica con José Limón, Doris Humphrey y Lucas Hoving.
1951. Participa como bailarina y coreógrafa en la primera y segunda temporadas del Ballet Mexicano de la Academia de la Danza Mexicana. 1952. Recibe beca para realizar estudios en el Connecticut College, New London: danza contemporánea, coreografía y anotación de la danza. 1952 Actúa como bailarina y coreógrafa en la temporada del Ballet Mexicano. Palacio de Bellas Artes y participa en numerosas giras a distintas ciudades del país. 1953. Participa en los Conciertos de Danza, presentados por Guillermo Keys en el Teatro de los Insurgentes. Estas medidas de calidad dancística vinieron inscritas en el pliego de presentación de la recién llegada a la Universidad de Sonora en aquel febrero. En principio, en calidad de comisionada por el Instituto Nacional de Bellas Artes para realizar un trabajo exploratorio; había sido enviada para dictaminar la viabilidad de fundar, aquí, una Academia de Danza, atendiendo a la petición del rector Aguirre Palancares. Su contrato fue solamente para cubrir el período que restaba del ciclo escolar 1953-1954, es decir de febrero a junio, de acuerdo con los planes escolares de aquella época. A partir de aquel momento, el contrato por tres meses se fue ampliando,
y fue tan amplio su vuelo que la maestra se quedaría aquí ininterrumpidamente. Martha Bracho ha cumplido en la Universidad de Sonora más de cincuenta años de labor constante. No sólo ha seguido viviendo en la ciudad de Hermosillo sino que de algún modo continúa conectada con la Universidad de Sonora. A modo de síntesis, y sólo para dar fe de los primeros pasos de la Academia, sirvan los siguientes datos: en 1955, en los albores del segundo año de haberse iniciado las actividades escolares, la Academia puso a la consideración pública los resultados de esa etapa de capacitación. El evento, que tuvo en lugar en el antiguo cine Sonora, se complementó con la participación de maestros y alumnos de las otras Academias de arte ya citadas: 1.- Demostración de Técnica Moderna de Danza por alumnas de primero y segundo año. 2.- Concierto de piano y orquesta en Re menor, de Mozart. Pianistas: Josefina Bustamante, Sra. Emma del Razo de Pavlovich, y Sra. Josefina Soria de Rodríguez. Academia de Música. Maestra Emiliana de Zubeldia. 3.- Actuación de la soprano Lilia Quiroz Martínez, alumna de la Academia de Música. 4.- Fantasía (cuatro sonatas de Scarlatti). Coreografía, Martha Bracho. Diseño de vestuario, Prof. Higinio Blat, director de la Academia de Artes Plásticas Unison. Realización, Gilda Camou. Del numeroso alumnado de la Academia de Danza, comenzaron a destacar discípulas que tiempo después, algunas de ellas, llevaron sus conocimientos a la docencia y a la creación de coreografías, bien en la propia escuela, bien en escuelas propias o de rango particular. Con el riesgo de omitir nombres, la lista de participantes distinguidas comenzó a tomar cuerpo. Eran los primeros años: Ana
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Universitariosun escenario: tablones montados sobre tambos de petróleo y, al frente del flamante foro, los espectadores improvisaron a su …improvisaron vez el lunetario: las mujeres se acomodaron en sillas, taburetes y bancos sacados de las casas; inmediatamente atrás, una formación de hombres estrictamente de pie; y allá, en la retaguardia… los de a caballo, los que así, desde sus cabalgaduras presenciaron la función con los ojos llenos de nuevos azoros…
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María Rocha, Martha Licona, Margarita Chávez, Matilde Suárez, Rosa María García, Lourdes Miranda, Norma Yolanda Ruiz, Beatriz Juvera, Ofelia Méndez, Margarita Oropeza, Teresita Alessi, Margott Encinas, Guadalupe Bernal, María Elena Riesgo, Rosa María Irízar… En seguida, Juvera y Suárez serán las primeras en montar coreografías y, con el tiempo, en establecer sus propios centros de estudio abiertos para el público de la ciudad. Como bailarina de primer nivel, Martha Bracho dio repetidas muestras de su calidad y versatilidad. Las funciones que como bailarina solista y coreógrafa presentó en el mes de abril de 1956, tanto en la ciudad de Hermosillo como en Ciudad Obregón son un testimonio: ‘Las muerte del cisne’ Música de Saint Saens ‘La muñeca danzante’ Nadia Boulanger ‘La gallina’ (del ballet ‘Los pájaros’) Ottorino Respighi ‘Sensemayá’ Silvestre Revueltas ‘Tercera sonata’ (Fantasía’) Domenico Scarlatti ‘Lagarteranas’ Jacinto Guerrero ‘Farruca’ (de ‘El sombrero de tres picos’) Manuel de Falla ‘Las bodas’ Luis Alfonso Jiménez
Nombres y fechas pueden escapar a la memoria e inclusive al escurridizo o incompleto documento. De cualquier modo, las funciones públicas presentadas por la Academia se sucedieron con puntualidad y entusiasmo. En el año de 1957 se montó el primer gran ballet, de corte no sólo nacionalista sino de base argumental sonorense: ‘Idilio yaqui’, con música del maestro Luis Sandi y coreografía de Martha. Por su conjunción de elementos, por su interpretación, por la aceptación del público de Hermosillo –cada vez más numeroso-, ‘Idilio’ se convirtió en importante divisa coreográfica del Estado y en su momento ganó público y espacios en distintos ámbitos. Aquel comienzo y lo que los años trajeron, representó, por supuesto, un trabajo largo, tenaz, difícil a la vez que positivo y satisfactorio. Los frutos, además de los artísticos y formativos de tantas generaciones, se pueden condensar en valiosas metas alcanzadas por la maestra y la Academia: darle al ejercicio dancístico de nuestro medio, la personalidad de actividad formal y profesional; darle la estructura de un lenguaje específico; formar un público capaz de entender, gozar y calificar adecuadamente las producciones llevadas a los escenarios; desempeñar una constante labor de difusión universitaria llevando la danza a distintas zonas geográficas; e inculcar, en cada aspirante o estudioso de la materia, la necesidad de adquirir una sólida técnica, una férrea disciplina si el propósito es alcanzar los objetivos marcados por la calidad y la trascendencia. Aplausos, premios, felicitaciones corren en un largo camino a través de aquellos años de fervor y entrega. Para apoyar lo dicho: Año de 1965, período que marca un interesante plan de viajes del Grupo, nombre con el que se identificó a sus integrantes: El Organismo de Promoción Internacional de Cultura (OPIC) extendió invitación para una serie de presentaciones en la capital del país, así como en el centro y sur del territorio nacional. Abigael Bohórquez, poeta sonorense y director de la sala de la OPIC, arraigado entonces en el Distrito Federal, dio la bienvenida al grupo: “… Su labor ha sido incuestionablemente heroica. Años y años de luchas, de sinsabores, de descubrimientos, de pequeños dramas la han llevado a conocer primeramente Sonora. Creo que debe querer a Sonora. Como han de quererse las cosas que se conquistan con lágrimas. Por Martha Bracho tenemos danza en nuestra casa remota. Por ella y por su tesón, por su carácter inflexible, por su talento, por su amor a la danza, por su incansable brazo, por su corazón, Martha logra ahora ver maduros parte de sus sueños. Ha consolidado un grupo de danzarinas. Sale de *Maestro de Tiempo Completo de la Licenciatura en Artes, Opción Teatro.
Sonora y su gira corresponde al plan de futuras presentaciones en el extranjero…” Con la OPIC, el Grupo cumplió su compromiso en el Distrito Federal con presentaciones en el Teatro de la Paz y en el Auditorio Nacional; en Guadalajara, en el Teatro Degollado; en Oaxaca, en el Teatro Macedonio Alcalá; En Tlaxcala, en el teatro Xicoténcatl… En el mes de julio de 1966, la Academia y la Orquesta Sinfónica del Noroeste, dirigida por el maestro Luis Ximénez Caballero iniciaron gira conjunta: el día 5 partieron de la ciudad de Nogales (Plaza de Toros), de allí hacia Hermosillo, Guaymas (en la carpa del Circo Tihany), Ciudad Obregón, Navojoa, Los Mochis, Guasave (la arena de box es el recinto y, por supuesto, el ring con sus luces a plomo el escenario), finalizando el viaje en Culiacán y Mazatlán. Experiencias y premios continuaron: triunfador de la Zona Noroeste en el Concurso Nacional de Danza 1966, el Grupo se presentó en el Teatro del Bosque (México, D. F.) el 10 de septiembre, para cumplir con la fase nacional. El programa: Divertiment (Sonatas de Scarlatti); Variaciones, de Ravel; Huapango, de Moncayo; Caminante (Xtabay), de Guty Cárdenas; y el Bolero, de Ravel. Se obtuvo el premio nacional a la mejor coreografía . El IV Concurso Nacional de Danza fue convocado en 1970 por el Instituto Nacional de Bellas Artes. El grupo de la Academia volvió triunfar en la fase regional y representó al noroeste en la ciudad de México. El programa: ‘Bach en ritmo de jazz’, ‘Los pájaros’, ‘Idilio yaqui’, ‘La visita’ y ‘Boda en Guanacaste’. En la función ofrecida el 14 de marzo, el Grupo ganó nuevamente el primer lugar en el apartado de mejor coreografía; por otra parte, como conjunto, mereció el tercer lugar nacional. Con la técnica de danza folklórica mexicana, el grupo fue invitado para presentarse en el área de la Bahía de San Francisco, California. Se llevaron a cabo tres viajes con bailes representativos de los estados de Michoacán, Jalisco, Guerrero, Veracruz, Yucatán, Tamaulipas y Oaxaca. El primer viaje, en noviembre del 72, se repitió en 1975 y 1976, alentados los viajes por Vincent P. Rascón, maestro de San Mateo College y generoso amigo y maestro honorario de la Academia de Artes Plásticas de la Universidad de Sonora . Las giras de estos años tocaron la ciudad de San Francisco (Casa Hispana), San Mateo, Cañada, Skyline. Pescadero, Red Wood y Half Moon Bay. A propósito de motivos nacionales, Martha Bracho montó para el fin de cursos del año 82 ‘Siempre habrá una esperanza’, ballet con música de Moncayo. Tres años después fue presentado en la ciudad de México y enseguida en San Luis Potosí, con motivo del Festival de la Primavera Potosina. La ejecución fue distinguida con reconocimiento para los bailarines del Grupo María Luisa García y Juan García de la Cruz. Con estas y otras giras la Academia y su Grupo cumplieron una vasta dimensión en el terreno de la difusión de la danza en distintas disciplinas. Para concluir con un sabor evocador de la tierra sonorense, a continuación se comparte una anécdota originada en la visita que el Grupo le hizo a la población de Óputo, hoy Villa Juárez. El relato es de Matilde Suárez: “…improvisaron un escenario: tablones montados sobre tambos de petróleo y, al frente del flamante foro, los espectadores improvisaron a su vez el lunetario: las mujeres se acomodaron en sillas, taburetes y bancos sacados de las casas; inmediatamente atrás, una formación de hombres estrictamente de pie; y allá, en la retaguardia… los de a caballo, los que así, desde sus cabalgaduras presenciaron la función con los ojos llenos de nuevos azoros…”
Estos son, en apresuradas líneas, algunos de los muchos sucesos y vivencias del nacimiento y desarrollo de la Academia de Danza de la Universidad de Sonora. Méritos y esfuerzos compartidos con su guía y fundadora: la maestra Martha Bracho. Una vida de esfuerzo y de logros. Una vida digna, una vida en la que hoy y en la que esté por venir, el nombre de Martha Bracho será el punto de partida al hablar de la danza universitaria, de la danza de nuestra región, de la danza como una manera de expresión metódica y como una forma de realización del ser humano.
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Larga vida dedicada a la enseñanza de las matemáticas José Raúl Rodríguez Jiménez* Laura Elena Urquidi Treviño**
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magine que estamos en el año de 1964, en la Universidad de Sonora. Con el apoyo del gobierno estatal y con el respaldo de la sociedad, la universidad está desarrollando varios proyectos para su fortalecimiento y diversificación, entre los que destacan la institucionalización de la investigación, sobre todo en ciencia y tecnología, la difusión de la cultura y la ampliación de su oferta educativa. De entre todos los proyectos que mantiene la UNISON, uno de ellos es de especial importancia; se trata de la Escuela de Altos Estudios (EAE), que alberga las licenciaturas en Matemáticas, Física y Letras. Inaugurada en marzo de 1964, la escuela tiene como propósitos generales: preparar personal capacitado para ejercer la docencia en los niveles de enseñanza media y superior; y formar investigadores en los campos de las ciencias y las humanidades. Pero para cumplir con estos propósitos la EAE debe salvar uno de los principales obstáculos; la integración de su planta académica. Este es un asunto delicado puesto que la entidad carece del personal capacitado en estos campos. De cara a esta situación la UNISON se apoya en las instituciones de educación superior del centro del país, las cuales tienen ya una cierta tradición en los campos de las ciencias y las humanidades. Una de estas instituciones, la UNAM, comisiona a una de sus académicas para se haga cargo de la dirección de la recientemente fundada EAE. Se trata de la Mtra. Manuela Garín Pinillos. A su llegada, en la segunda mitad de 1964, la Mtra. Garín Pinillos encuentra un proyecto educativo con serias limitaciones sobre todo en lo que respecta a los planes y programas de estudio, así como deficiencias en la planta académica. Pero a su favor, también percibe un ambiente institucional favorable, con funcionarios convencidos de
la necesidad de abrir nuevos campos de conocimiento en la institución. La Mtra. Garín rememora una de las primeras conversaciones que sostuvo con el Dr. Moisés Canale Rodríguez, rector de la UNISON en ese año. Yo le decía al rector, el Dr. Canale, muy linda persona… me entusiasmaría, estaría feliz de echar a andar esa escuela, pero mi familia ¿qué hago con ella?— Tráigasela pa´Sonora, yo le consigo trabajo a todos.— Bueno, yo encantada de la vida, no discutamos más, pero está la carrera de Letras, y de letras no sé nada. —No se preocupe, para eso está el secretario de la Escuela (Gómez, 2008: 79).
Una vez resueltos los detalles laborales de su estancia en la UNISON, la Mtra. Garín Pinillos se hace cargo de la dirección de la escuela. Dos asuntos concentran su atención. El primero consiste en el diseño de los planes y programas de estudio para las tres licenciaturas, una actividad que requiere dedicación y esfuerzo puesto que se debe tener un conocimiento amplio y profundo sobre las disciplinas, pero también sobre su organización con fines de enseñanza. El segundo problema que debe resolver es la integración de la planta académica. Al
respecto la profesora Garín echa mano de los escasos profesores existentes en la localidad, sobre todo maestros de la Escuela de Ingeniería de la propia UNISON, que tienen conocimientos básicos en física y matemáticas. Pero también se apoya en académicos externos, con experiencia en docencia e investigación. Durante su gestión arriban a la escuela jóvenes profesores recientemente egresados de las licenciaturas en Física y Matemáticas de la UNAM, pero también profesores experimentados. Destacan aquí los esposos Carmen Varea y Román Álvarez (sobrino éste último de la profesora Garín) y Sergio Figueroa para las carreras en Física y Matemáticas. En la licenciatura en Letras son incorporados los doctores Emma Susana Speratti Piñeiro y Germán Viveros Maldonado, ambos con posgrado en letras y con fuertes antecedentes en investigación. Además de los trabajos consignados, la Mtra. Garín Pinillos realiza otras actividades académicas, entre las que sobresalen la organización del IX Congreso Nacional de la Sociedad Matemática Mexicana, el cual tuvo como sede la UNISON y contó con las principales figuras de la disciplina. Al final de su gestión, en 1966, la profesora Garín Pinillos había logrado ordenar académicamente la EAE: se contaba con planes de estudio debidamente san-
cionados, una planta académica que operaba satisfactoriamente y, quizá su mayor mérito, había mostrado que las ciencias y las humanidades resultaban imprescindibles en la entidad. Pero quién es esta señora que durante un par de años colaboró con la UNISON en la edificación de la EAE. Semblanza de la Mtra. Manuela Garín Pinillos
Próxima a cumplir 100 años de edad (en 2014), es una mujer plena, de fina agudeza intelectual y que goza de buena salud. Su larga vida registra una amplia gama de vivencias, que van de los conflictos políticos a las migraciones, los estudios, la familia y su inagotable pasión por las matemáticas. Nacida en España en enero de 1914 y registrada en Cuba, la Mtra. Garín Pinillos vive sus primeros años en esa isla; su padre había sido contratado en Cuba para laborar en una empresa minera. Con el ascenso de la dictadura ejercida por Gerardo Machado, la familia emigra a la ciudad de México en 1932. Una vez instalados en la capital del país, la joven Manuela ingresa al Colegio Motolinía para concluir sus estudios de secundaria, luego se inscribe en la Escuela Nacional Preparatoria. Ahí tiene como profesores a las figuras más importantes de las
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ciencias en México, en especial a Carlos Graef Fernández y Alfonso Nápoles Gándara, que la inducen a estudiar matemáticas. Apoyada por estos profesores, pero además porque las matemáticas le resultan muy sencillas, Manuela Garín se inclina por esta área e ingresa a estudiar en la UNAM, en 1933. De niña mi papá me enseñó tres cosas: leer, escribir y matemáticas, e hizo que las disfrutara mucho (Nuemann y Saavedra, 1997:7). El que me inclinó a que yo entrara [a matemáticas] fue Alfonso Nápoles Gándara, que fue mi maestro en la preparatoria (Guzmán, 2008:78).
Concluye sus estudios satisfactoriamente, incluso toma cursos de física e ingeniería, e inicia una prolongada y fructífera trayectoria profesional en el campo de las matemáticas. Entre 1947 y 1951 trabaja como profesora en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey; en 1951 es profesora de matemáticas en la Escuela Nacional Preparatoria y de las Facultades de Ciencias e Ingeniería de la UNAM; en 1954 se incorpora como investigadora en el Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional. Entre los años de 1963 y 1966 contribuye al fortalecimiento de dos universidades públicas estatales; la Autónoma de Yucatán, en donde participa en la formación de profesores para la licenciatura en Matemáticas, y la UNISON con la dirección de la EAE. A su regreso a la capital del país, en 1967, se reincorpora a sus actividades académicas en la UNAM y participa en la reforma de los libros de textos de matemáticas para la educación básica y media. En 1979 se retira temporalmente de la academia y regresa en 1982. Finalmente, en 1979 la UNAM le reconoce su destacada trayectoria y la distingue como Profesora Emérita por la Facultad de Ingeniería. Todos estos méritos no habrían sido posibles sin la constancia, esfuerzo y dedicación de la Mtra. Garín Pinillos, pero además sin su pasión por las matemáticas, sobre todo en su faceta de enseñanza. Para ella, las matemáticas son imprescindibles para formar ciudadanos íntegros y pensantes. Yo tengo la convicción de que a la gente que sepa razonar como se razona en matemáticas, no la puedes hacer tonta. Entonces, un chico que sepa matemáticas, le cuento una historia y se da cuenta en dónde está la falsedad….Puedes estudiar e ir adquiriendo conocimientos e instrucción. Pero la matemática es la que te da esa formación y esa arma para que tú puedas desarrollarte. Por eso me gustó enseñar (Guzmán, 2008:77).
Y vaya que la profesora dedicó gran parte de su vida a la enseñanza de las matemáticas. Pero también existen otras facetas que complementan su vida. Una de ellas es la familia. Junto con el Ing. Raúl Álvarez y sus dos hijos, Tania y Raúl, formaron una sólida familia con claros valores sociales que incluía los paseos, el compartir responsabilidades profesionales -por ejemplo, el Ing. Álvarez acompañó a la Mtra. Garín en sus estancias académicas en las universidades de Yucatán y Sonora- y la orientación y apoyo a sus hijos. La otra faceta de la profesora, tiene tintes políticos y de justicia social forjada desde sus tempranos años en Cuba, en donde presenció las injusticias sociales de un gobierno autoritario. Pero quizá el hecho que marcó dramáticamente su vida fue el movimiento estudiantil de 1968. Su hijo Raúl fue integrante del Consejo Nacional de Huelga y luego encarcelado en el tristemente célebre Palacio Negro de Lecumberri. Junto con otras madres, la Mtra. Garín asistía puntualmente los días de visita a dar ánimos a sus hijos. Incluso ella fue llamada por el Secretario de Gobernación para entablar pláticas para la liberación de varios de los presos políticos, entre ellos su propio hijo. Como se puede ver, la Mtra. Manuela Garín Pinillos es una mujer plena en todos los sentidos. Y nuestra universidad eligió acertadamente a quien contribuyó a institucionalizar las ciencias y las humanidades en Sonora.
Referencias Gómez, Claudia (2008). “Ecos del pasado … luces del presente. Manuela Garín”, en Miscelánea Matemática, Revista de Divulgación de la Sociedad Matemática Mexicana, No. 47, 2008, pp. 67-85 Saavedra, Patricia y Neumann, Max (1997). “Manuela Garín. Una pionera de las matemáticas en México”, en Carta Informativa, Sociedad Matemática Mexicana No. 12, primavera de 1997, pp. 7-9
*Maestro de Tiempo Completo del Depto. de Sociología y Administración. Doctorado en Educación, Programa Interinstitucional en Educación, Universidad de Aguascalientes, SNI, Nivel I **Maestra de Tiempo Completo del Depto. de Psicología y Ciencias de la Comunicación. Doctorado en Educación, Programa Interinstitucional en Educación, Universidad de Aguascalientes, SNI, Nivel I
Pionera de las matemáticas en México •
Como alumna vivió la construcción de la carrera de Matemáticas de la UNAM
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Como investigadora en Matemáticas Aplicadas se incorporó al Instituto de Geofísica de la UNAM
Promotora y Gran Maestra •
Fundó la escuela de Matemáticas en la Universidad de Yucatán y la de Altos Estudios en la Universidad de Sonora.
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Participó en la organización de Congresos de la Sociedad Matemática Mexicana y en varias de sus juntas directivas
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Profesora Emérita por la UNAM por su dedicación a las carreras de matemáticas del Tecnológico de Monterrey y la Facultad de Ingeniería de la UNAM así como por su incansable labor con maestros en servicio para ayudarlos en los cambios de programa de la escuela primaria.
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... De niña mi papá me enseñó tres cosas: leer, escribir y matemáticas, e hizo que las disfrutara mucho ... El que me inclinó a que yo entrara [a matemáticas] fue Alfonso Nápoles Gándara, que fue mi maestro en la preparatoria...
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Universidad, ciencia y cultura Marcelino Barboza Flores
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n las últimas décadas las universidades en México han logrado evidentes avances en la mayoría de las disciplinas relacionadas con las áreas científicas y humanísticas. Los científicos universitarios destacan por los altos índices de productividad científica logrados mediante la generación de conocimiento original, contribuyendo de manera significativa al desarrollo mundial de la ciencia y la tecnología. Las artes y las humanidades gozan también de prestigio mundial por la calidad de sus creaciones artísticas de reconocido impacto en la literatura, historia, poesía y las artes plásticas. Sin temor a equivocarnos podríamos asegurar que la mayoría de científicos y artistas practicantes se han formado en ambientes universitarios, espacios que proveen los elementos fundamentales requeridos en la formación educativa. La característica esencial de los actores científicos y humanistas es el nivel de excelencia académica disciplinaria requerido y la disímil naturaleza de sus objetivos inherentes: el objetivo del científico es conocer la naturaleza; en cambio el del artista es lograr la emoción estética. En la praxis el científico produce un conocimiento aproximado a la realidad y requiere de la experiencia acumulada para construir un modelo o ley cada vez más cercano a la realidad; mientras que el artista al terminar su obra finaliza la actividad creativa que dio origen a la misma y ésta perdura inmutable en el tiempo. ¿Por qué es importante para la sociedad formar científicos y humanistas en nuestras universidades? La justificación o respuesta reside en el hecho de que los científicos y humanistas son elementos esenciales para la creación de la cultura en la sociedad. El diccionario de la Real Academia de la lengua define cultura como un “Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico”. Es en las universidades donde se puede lograr crear y transmitir la gran diversidad de conocimientos científicos y humanísticos que pueden eventualmente coadyuvar a desarrollar esa capacidad de “juicio crítico”. Como sociedad hemos dado evidencia indubitable de nuestra escasez de cultura e incapacidad de juicio crítico; toleramos la intervención de intereses ideológicos partidistas en la destrucción de una incipiente democracia mexicana, somos inmutables ante resoluciones del sistema judicial mexicano que constituyen verdaderos delitos, soportamos que millones de mexicanos vivan en niveles de pobreza extremas ignorados y marginados; entre otras aberraciones. Es evidente que la universidad actual cumple con sus objetivos de formar, mediante la educación tradicional, científicos y humanistas de muy alto nivel; sin embargo carentes estos de una sólida formación cultural universal, siendo incapaces de desarrollar una participación social crítica y constructiva en áreas indispensables para la estabilidad y progreso social. La ausencia de un esquema de educación universal en nuestras universidades, explica el resultado fallido de personajes de alto nivel académico en el poder público. Parece ser, que por el hecho de devenir en posiciones de poder y carácter público, automáticamente dejan de exhibir y expresar todo su talento académico, pierden la capacidad de “juicio crítico” y diseñan programas de desarrollo económico, social y cultural, característicos de personajes con perfiles de analfabetas científicos y humanísticos; y lo peor es que los plantean, defienden y llevan a cabo en nuestras narices sin llenarnos de asombro: los empresarios mexicanos son tan incapaces, que el sistema financiero nacional debe de estar a cargo de empresas extranjeras; es imposible que haya ingenieros, científicos y empresarios nacionales capaces de desarrollar la industria del petróleo y derivados; por supuesto es demasiado pedir que los recursos minerales y forestales sean explotados por mexicanos, para eso están los brutales depredadores canadienses y sus protectores en el sector público. Este tipo de analfabetas es muy especial: posee una inteligencia y talento por arriba de lo normal, tiene la acreditación o título
de una prestigiada institución universitaria con reconocimiento internacional; sin embargo carece de cultura, ha olvidado en Yale o Harvard su capacidad de “juicio crítico”. Es tarea de las universidades, primero desarrollar los programas de educación y cultura que propicien la formación de técnicos y profesionistas íntegros y universales, dotados de sólida formación científica y humanística, de mentalidad crítica, con el objeto de que resistan la seducción de las mieles del sistema ideológico y político al que se incorporen. Es obligación de las universidades innovar inteligentemente sus programas para incorporar altos niveles de educación y cultura en la formación universitaria. Por otro lado la universidad debe de contribuir al desarrollo de la cultura compartiendo adecuadamente con la sociedad la cultura científica y humanística generada en nuestras instituciones de educación superior, contribuyendo así a la abolición del analfabetismo científico y humanístico que impera en la sociedad, que impide hacernos auténticamente humanos. El cultivo de la ciencia y las humanidades contribuyen a desarrollar nuestra propia humanidad y la de especie humana en su totalidad.
*Investigador de Tiempo Completo del Centro de Investigación en Física (CIFUS), Doctor en Física Atómica y Nuclear por la Universidad de Nueva York, Miembro del SNI, Nivel 3
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El impacto de las ciencias en las humanidades Jesús Ibarra Carmelo*
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or largo tiempo el ámbito del saber y el hacer de las humanidades se han visto favorecidos con la instrumentalidad que le aportan las ciencias exactas y naturales. No obstante, en el trayecto de la historia ha habido profundos distanciamientos y decantamientos entre ellas. El descubrimiento del método científico representa el principal elemento para ordenar y sistematizar las disciplinas humanas en el campo del arte, la filosofía y las ciencias sociales, pero al igual, el punto de discordia. Las invenciones científicas consiguieron organizar la vida humana con el uso de la tecnología, las técnicas y el orden del progreso en las sociedades modernas, inventando el sistema fabril, el comercio mundial, los sistemas jurídicos y políticos. Las humanidades, por su parte, experimentaron un gran resquemor hacia la prisión reticular que significaba comprender, asumir y proyectar las actividades humanísticas, por el rasero del método científico. Consideraban una vida fútil la promovida por el proyecto de la modernidad.
La primera ruptura del orden moderno Las crisis económicas europeas de principios del siglo XX y sus secuelas autoritarias en el fascismo y nazismo, y por otro lado la crisis norteamericana de 1929, permitieron atar los cabos a la resistencia humanista con respecto al conocimiento científico y sus promesas de orden progresista de la sociedad, la economía y la política. Las ciencias habían desarrollado ideas de la posibilidad de un orden de los fenómenos naturales, establecidos en regularidades de acontecimientos y estabilidades de comportamientos. Junto a ello, la factibilidad de encontrar y perfeccionar la organización estructural de especies, la centralidad de los movimientos rotativos, así como una febril confianza en aquellos procedimientos matemáticos que los representaban y asentaban la intervención humana sobre su desarrollo. La noción de crisis que puso en alerta a las humanidades sobre la organización más compleja de la vida humana que la establecida en el marco del conocimiento científico, corresponde a las épocas de mayores desastres del orden moderno. Estas ideas, no obstante, habían venido incubándose en la economía, la filosofía, la historia, la sociología y las artes, y fueron dando lugar a perspectivas de comprensión que buscaban sacudirse de las herencias del método científico, como fue la crítica de Marx a la economía, el nihilismo de Nietzsche, la crítica de la racionalidad moderna de Weber, la fenomenología de Hussserl y la hermenéutica filosófica de Heidegger. Sin embargo, las perspectivas de comprensión humanistas que surgieron a partir de estas rupturas con el orden moderno evolucionado, desde la aplicación del método científico y la experiencia de su instrumentalidad, no tuvieron los alcances esperados como para dar pie a una nueva organización de la sociedad. Cada perspectiva focalizaba sus estudios en espacios estrechos de interpretación, comprensión y alternativa de desarrollo humano. La fenomenología y los enfoques de estudios de mundos de vida sirvieron de moldes para la complejidad de instrumentalidades a la mano, puestos a la vista, en épocas y en regiones establecidas. La hermenéutica, la semiótica y la deconstrucción desarrollaron sistemas interpretativos en entornos de poca amplitud temporal y espacial de los lazos humanos. La etnometodología propuso narraciones temporales y de lazos adscritos a localidades pequeñas. La teoría crítica remontó la búsqueda de las contradicciones del lenguaje instrumental y propuso el regreso a la mímesis como medio de emancipación humana. La investigación empírica tomó fuerza en la postguerra, en el campo de las humanidades, no para intervenir sobre los problemas sociales sino para sopesar la aplicación de recursos públicos en algunos sectores sociales, luego de la configuración de los modelos de Estado Benefactor. Algunos otros estudios elaborados desde las perspectivas del pensamiento crítico como los estudios de la personalidad autoritaria demandaban la legitimidad humanista. (Adorno 2001)
La reingeniería y el redespliegue de la industria A partir de la invención de Henry Ford, la organización científica del trabajo surgida de la cadena de montaje en los automóviles y aplicada posteriormente a otras ramas industriales, mantuvo la esperanza de la posibilidad de la instrumentalidad del mundo moderno bajo la guía de la aplicación de las ciencias. Paralelamente se buscaba avanzar en la comprensión de la complejidad humana bajo la orientación comprensiva de la analítica del lenguaje. Esto se haría a través de la estructuración lógica formal de los significados lingüísticos, que delineaba las formas correctas de organización de las acciones colectivas en razón de sus intercambios de entendimiento por medio de la lengua. La recepción de modelos complejos sobre las dinámicas inestables Con el uso de la tecnología de la información las ciencias aventajaron procedimientos de manipulación de datos que revolucionaron profundamente las posibilidades de formulación y despeje de problemas de representación. René Thom consigue elaborar una teoría del caos al contemplar, en un modelo matemático, algunas características de los problemas que se salen de un estándar y una regularidad de acontecimientos. Posteriormente Herman Haken (1978) introduce el concepto de sinergia para comprender complejidades que la física cuántica no había podido resolver, como es la consideración de disonancias en nuevas composiciones armónicas y texturas termodinámicas. Las humanidades, renuentes a los procedimientos estandarizados en las ciencias modernas recepcionaron con júbilo estos procedimientos de organización de los saberes y la estructuración de plexos desordenados de la complejidad. Con las aportaciones de René Thom (1985) se construyeron modelos de comprensión de turbulencias críticas de la sociedad y la cultura. Con las propuestas de Haken se consiguió comprender las múltiples posibilidades de dispersión de fuerzas de los grupos culturales y alianzas políticas, así como la cooperación interprofesional y educativa o las audiencias controversiales. Ha resultado emblemático el uso de los conceptos de autorreferencia que dio Niklas Luhmann, que fueron desarrollados por los biólogos chilenos Humberto Maturana (1977) (1995) y Francisco Varela (1974) al representar las aperturas de diferencias organizacionales de las neuronas cerebrales y al abrir posibilidades de interrelación para accionar ante problemáticas novedosas. Luhmann (1993) pudo comprender la estructuración de subgrupos y subsistemas de la composición de la sociedad en realidades complejas como en los riesgos y en las situaciones críticas. Por su parte Ilya Prigogine (1991) al estudiar las dinámicas inestables en el comportamiento de alianzas entrópicas de la materia, ha desarrollado la teoría de la disipación, en un pensamiento provocativo, tendiente a detectar la fenomenología del devenir, como tendencias irreversibles, considerando elementos de procesos en modelos de atractores, horizontes temporales y caos. La adopción de estos conceptos ha ayudado a Zygmunt Bauman (2005) a exponer las consecuencias humanas de la globalización que contribuyen a consumar la sociedad amenazada y la fragilidad. Bibliografía: Adorno, T. (2001) Epistemología y ciencias sociales, Cátedra, Madrid. Bauman, Z. (2005) Modernidad líquida, Fondo de Cultura Económica, Argentina Haken, H. (1978) Sinergetics, An Introduction, Springler, Berlin. Luhmann, N. (1993) Sistemas sociales. Lineamientos para una teoría general, Anthropos, Barcelona Maturana, H. y Francisco Varela 1995 De máquinas y seres vivos. “Autopoiesis”: la organización de lo vivo, 3ª. edición, Editorial Universitaria, col. “El Mundo de las Ciencias”, Santiago de Chile Maturna, H. (1997). La objetividad; un argumento para obligar, Dolmen, Santiago. Prigogine, I. (1991) Entre el tiempo y la eternidad, Alianza Editorial, Madrid Thom, R. (1985): Parábolas y Catástrofes, Tusquets, Barcelona Varela, F. Humberto Maturana y R. Uribe (1974) “Autopoiesis: Organization of Living Systems, its Characterization and a Model”, Journal Byosystems, núm. 5, pp. 187-196. *Maestro del Departamento de Sociología, Maestría en Historia Regional por la UAS.
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M
anuela Garín Pinillos de Álvarez llegó a Sonora en 1964 para hacerse cargo de la dirección de la Escuela de Altos Estudios. En ese tiempo yo casi terminaba mis estudios de Preparatoria en la Universidad de Sonora, donde la Maestra había dictado una plática para promover las carreras de la recién creada Escuela de Altos Estudios. Uno de mis compañeros de licenciatura, Oscar Mario Rodríguez Sánchez, me comenta que con esta charla Manuela Garín lo convenció de estudiar matemáticas. Desafortunadamente yo no me enteré de esa plática, y fue por medio de José Martínez Rocha, condiscípulo de preparatoria, que supe de la existencia de la Escuela, él me invitó a conocerla, ya que pretendía estudiar Física, como su amigo y coterráneo de Magdalena, Luis Felipe del Castillo, quien ya cursaba la licenciatura en Física. Ingresé a la Licenciatura en Matemáticas en septiembre de 1965. Los cursos eran anuales y los primeros dos años eran comunes para Física y Matemáticas. La propia Maestra Manuela Garín nos impartía la clase de Geometría Moderna, que luego fue asignada al matemático Jorge Burges, a su arribo a Hermosillo; la de Geometría Analítica era ofrecida por el Ing. Hugo Pennock, pero por algunos problemas surgidos en este curso, la Maestra Garín lo tomó a su cargo. Así, en los primeros meses del año escolar tuvimos a la Maestra como profesora en los dos cursos de geometría. Cabe aquí señalar que para venir a Hermosillo con la encomienda de echar a andar la Escuela de Altos Estudios, Manuela Garín había dejado a su familia en la Ciudad de México: su esposo Raúl Álvarez, su hija Tania y su hijo Raúl, entonces ya casado; que dejaba su trabajo en el Instituto de Geofísica de la UNAM y venía comisionada por el Rector, Dr. Ignacio Chávez; que aquí estuvo viviendo en casa del doctor Jesús Tamayo, en la Colonia Centenario, a dos cuadras de la Universidad; que ella había diseñado este plan de estudios anual y lo había presentado para su aprobación ante el Consejo Universitario, y que se dedicó a convencer a jóvenes matemáticos y físicos destacados, recién egresados de la UNAM, para que vinieran a Sonora a impartir clases y hacer investigación en la escuela recién creada. Los primeros en llegar fueron su sobrino político Román Álvarez y su esposa Carmen Barea, quienes se hicieron cargo del Laboratorio de Física y de la clase de Física, respectivamente, desde septiembre. Después llegó Jorge Burges, ya mencionado. Es importante recordar que, en esa época, salir del Distrito Federal y marchar a la lejana Sonora era como ir al destierro, o al menos así lo veía la gente del Distrito Federal. Como el grupo de estudiantes de Física y Matemáticas era pequeño, alrededor de una docena, la Maestra Garín tuvo la oportunidad de conocernos personalmente a través de las clases que nos impartía. Nosotros la veíamos con mucho respeto, y nos
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Manuela Garín de Álvarez: Pionera, matemática, maestra y gestora. Marco Antonio Valencia Arvizu inspiraba mucha tranquilidad y confianza. A principios de noviembre, al término de una de esas clases, me dijo que quería hablar conmigo, y pasé a verla a la dirección. Me comentó que acababa de llegar una convocatoria de la Sociedad Matemática Mexicana, la Sociedad Mexicana de Física y la Escuela Superior de Física y Matemáticas del IPN para participar en el Segundo Concurso Nacional de Física y Matemáticas, que ella pensaba que yo podía tener un buen desempeño en ese concurso y que si estaba dispuesto a participar, ella se encargaría de hacer los trámites para mi admisión y las gestiones de recursos para viáticos. Había dos pequeños inconvenientes: el período de inscripciones estaba por concluir y el concurso se realizaría al mes siguiente. Le pedí que me diera tiempo para decidir, pues tenía que solicitar la venia de mis padres, entonces acababa de cumplir 18 años. Ese mismo día hablé a Cananea con ellos, obtuve su aprobación, y comuniqué a la Maestra Garín que estaba dispuesto a participar. Para ganar tiempo, ella habló directamente a la Escuela Superior de Física y Matemáticas para solicitar la inscripción, a reserva de enviar de inmediato por vía aérea los documentos necesarios; también comentó con el Rector Dr. Moisés Canale Rodríguez la situación y obtuvo la aprobación para los viáticos. Ya inscrito, aparte de las materias que cursaba, me dediqué a revisar todas la matemáticas que eran tema del concurso, y como no había estudiado hasta entonces Cálculo Integral, que formaba parte del temario, el Ingeniero Sergio Figueroa, entonces profesor de Cálculo, se encargó de darme, en tiempos extras, una visión general y básica de éste. Así, en la noche del 10 de diciembre de 1965, en un modesto autobús, partí a la Ciudad de México, sólo, sin asesores ni acompañantes. La Maestra Garín había tenido el cuidado de reservarme una habitación en el Hotel Roosevelt, bueno, tradicional
y sin lujos, seguro y bien situado, en la Colonia Hipódromo. Ahí me instalé el 12 de diciembre, el mero día de la Virgen de Guadalupe, así que me tocó conocer el fervor de la gente que ese día acudía a la Basílica. Me preparé para acudir al concurso el lunes en la mañana. Al llegar y registrarme, tuve que aclarar que solamente iba a participar en Matemáticas. Transcurrieron los días y fui pasando la primera y la segunda eliminatorias, hasta llegar al examen final, oral, donde tuve la fortuna de quedar en el primer lugar. Este logro no hubiera sido posible sin la visión y la gestión de la Maestra Manuela Garín. Regresé a Hermosillo en autobús, acudí a la Universidad de Sonora para informar al Rector de los resultados de mi participación, pero era ya período vacacional y no se encontraba, sólo estaba el Secretario General, Profr. Rosalío Moreno, en amena charla con algunos directores; le comenté el motivo de mi presencia y dejé una nota por escrito para el Rector, informando de mi regreso y el resultado de mi participación. Como algo anecdótico, recuerdo que en esos días estuvo lloviendo mucho en Sonora, que pernocté en Hermosillo, y que mi camino a Cananea se vio interrumpido en Magdalena, donde tuve que quedarme a dormir pues se habían roto varios puentes en el tramo Ímuris-Cananea y estaba interrumpido el tránsito; hasta el día siguiente en la mañana pude tomar un tren en Nogales, y después de más de seis horas de zarandeo y de un intenso frío, pues el tren era más de carga que de pasajeros, llegué el día 23 de diciembre por la tarde a mi casa, después de dos semanas de intensas emociones, a reunirme con mi familia. Regresé a principios de enero a Hermosillo a continuar mis clases, y el día cinco, muy temprano llegó al domicilio donde me asistía el fotógrafo de la Universidad, Guillermo Moreno Egurrola, con órdenes
del Rector de tomarme unas fotografías. Al día siguiente apareció en la primera página de los periódicos la noticia de la obtención del primer lugar en el Concurso Nacional de Matemáticas. Con esto, el Rector Canale justificaba nuevamente la existencia de la Escuela de Altos estudios, que era entonces criticada por algunos sectores como innecesaria y costosa; la Maestra Manola, como le decían de cariño sus allegados, había promovido esta oportunidad a través de mi persona. Del 30 de enero al 4 de febrero se realizó en la Universidad de Sonora el IX Congreso Nacional de Matemáticas, del cual la Maestra fue organizadora, junto con el Ingeniero Arturo Delgado, director de la Escuela de Ingeniería Civil. Este Congreso sirvió para dar a conocer la nueva Escuela de Altos Estudios y para interesar a matemáticos jóvenes a que vinieran a trabajar aquí. Por otra parte, la entrega de premios del Segundo Concurso Nacional fue el día 7 de marzo de ese año de 1966, en la Ciudad de México. En esta ocasión, la Universidad me pagó el viaje en avión, y me acompañó mi padre. La Maestra Manola estuvo presente en la ceremonia de entrega de premios, nos llevó a conocer el flamante Departamento de Matemáticas del CINVESTAV, recientemente creado, y nos invitó a mi padre y a mí a cenar a su casa. Vivía en un edificio, en un área céntrica de la ciudad, en un departamento cómodo, pero sin lujos. Ahí estuvieron su hijo Raúl y un amigo de éste, Gilberto. La charla estuvo amena; giró sobre el Concurso, la Escuela de Altos Estudios, la Universidad de Sonora, la familia y necesariamente derivó hacia la UNAM. Entre otras cosas, nos platicaron del tipo de “novatadas” que se hacían en la Facultad de Ciencias, sin agresiones físicas, pero de mucha diversión para quienes las realizaban, explotando la ignorancia matemática de los recién ingresados. Siempre he agradecido a la Maestra Manola el habernos invitado a su casa, donde nos atendió como ama de casa. Como epílogo de este relato, señalaré que la Maestra Manuela Garín se regresó a la ciudad de México, a su familia y su trabajo, a mediados de 1966, y llegó para hacerse cargo de la dirección de Altos Estudios el Dr. Oscar Valdivia Gutiérrez, peruano recién doctorado en el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del IPN. A él yo lo había conocido en la visita que hicimos en marzo al CINVESTAV; para entonces ya estaba el plan de que viniera a Sonora a hacerse cargo de la dirección de la Escuela tan pronto presentara su examen doctoral; en esto, como siempre, la Maestra Manola tuvo mucho qué ver.
* Maestro de Tiempo Completo de la Licenciatura en Matemáticas. Rector de la Universidad de Sonora en el período 1989-1993.
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Los días de Martha Bracho Arturo Valencia Ramos*.
Y
a había caído la noche después de aquella tarde de viento y lluvia cuando la diminuta figura de Martha Bracho aparecía en el escenario del Palacio de las Bellas Artes. Era apenas enero, habían transcurrido tan solo 19 días de ese 2008, cuando el frío invernal de la Ciudad de México dejaba caer una cortina suave de lluvia que tocaba apenas el pavimento para perderse escurridiza por las avenidas de la Alameda Central. Mis pasos desde Reforma hacia el edificio iniciado durante el porfiriato en 1904 y concluido en 1934 durante la presidencia de Abelardo L. Rodríguez, cambiaban de ritmo según el viento y la lluvia. Un extraño ulular mecía los árboles y hacía que el transitar de los vehículos se perdiera en los planos distantes del sonido. En un automóvil, esa noche, la bailarina y coreógrafa se dirigía a recibir el Premio Nacional José Limón en su vigésima primera edición, como pionera de la danza en México. Cerraba así un largo recorrido que había iniciado en aquellos treintas cuando la SEP le otorgaba un título en la Danza Cultural, justo tres años después de que se inaugurara este recinto donde ahora, este sábado, ella era homenajeada. De aquí partió un día de 1954 cuando apenas iniciado el año fue requerida para fundar la enseñanza de la danza en la Universidad de Sonora que desde entonces la abrigaría y sería su casa. El pudor idiosincrático de los hermosillenses, sobre todo el de los padres de las incipientes bailarinas, sería desplazado por las coreografías que a mitad del siglo XX comenzaron a hacer presencia en los sectores de una sociedad que definía a cuentagotas su sentido de modernidad. La maestra Martha Bracho ya es coreógrafa cuando se incorpora a dirigir la Academia de Danza de la Universidad que a partir de los años cincuenta sistematiza la educación artística: aunque Francisco Castillo Blanco propone la creación de una escuela de artes plásticas en 1948, es hasta 1950 cuando se abren las inscripciones para ingresar a la Escuela Libre de Pintura y Dibujo que dirige el valenciano Higinio Blat; desde ese mismo año, la maestra navarra, Emiliana de Zubeldía, quien llegó de España para quedarse, imparte conferencias sobre música y después funda la Academia; en 1954 inicia sus trabajos la de Arte Dramático dirigida por el profesor Alberto Estrella. Ese era el núcleo que desde el espacio social universitario fundaba la nueva enseñanza artística y el ethos de un discurso estético que se extiende hasta nuestro días. Esta menuda mujer a quien el lunes 13 de diciembre de 1993, el Rector, Jorge Luis Ibarra Mendívil, le otorga el título de Maestra Emérita había introducido una forma nueva de practicar la danza en Sonora. Creaba con ello un público en cuyos repertorios discursivos se colocaron las ideas de la danza moderna y contemporánea, no como entidades alejadas de una difusión artística aún ceñida a la vida cotidiana de provincia, sino como elementos emergentes que posibilitaban diferentes perspectivas de observación hacia estas formas de las artes escénicas. El lunes 2 de febrero de 2004 al conmemorar el cincuenta aniversario de la Academia de Danza, nuevamente la Universidad de Sonora le rinde un homenaje. Ahora esta diminuta figura bajaba del vehículo que la había traido desde su hotel del Paseo de la Reforma para cruzar apenas tocando con sus pasos el piso húmedo de la explanda frente al Palacio para vivir una de sus consagraciones. Yo la veía ondular con delicadeza como pájaro elusivo que evade los espejos de agua dejados por la tenue brisa del invierno, cuando la tarde dejó de ser y fue penetrando lentamente hacia la noche. En algún momento se fundió con la multitud para un tiempo después volver a surgir al centro del escenario. Adentro las pléyades danzarían, así, literalmente, para premiar a lo mejor de sus estrellas entre las que figuraba Martha Bracho, esta mujer que a mediados del siglo pasado decidió probar la intimidad vírgen del desierto sonorense y entregarle lo mejor de todos sus días y lo que ha significado su pasión: la danza.
* Maestro de Tiempo Completo del Departamento de Bellas Artes de la Universidad de Sonora. Doctor en Historia.
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Entrevista
M
atilde Suárez, bailarina, coreógrafa y profesora de los talleres de danza de la Uni-Son desde hace 40 años. Beatriz Juvera, bailarina, coreógrafa y profesora de los talleres y de la licenciatura en Danza, fundadora y directora del grupo Trutzka de danza contemporánea, que en la década de los años setenta fue parteaguas en el desarrollo de esta actividad artística en Sonora. Ma. Luisa García, profesora y coreógrafa de los talleres de danza. Las tres, fueron discípulas de la maestra Bracho en diferentes momentos. En entrevista radiofónica con Elisa Macías en el programa de radio Transversales. Saber sin Frontera, que transmite Radio Universidad vertieron sendas anécdotas y experiencias dentro de la academia dirigida por Martha Bracho.
Una anécdota
Matty Suárez: “Yo fui alumna de ella desde el primer día de clases, en 1954, soy de la primera generación de alumnas. Cuando ella llegó aquí tuvo que trabajar mucho para que nos vistiéramos con las mallas y el payasito, ya que no estábamos acostumbradas, pero ella fue firme en este requisito, aunque a la vez alegre y amable.” “Una anécdota de lo que ocurría durante los primeros años, es que los estudiantes de la Universidad subían y escalaban el edificio del museo, con la curiosidad de ver a las alumnas en mallas..” “Cuando fui su alumna enfrenté muchas cosas nuevas para mí…recuerdo que, como la profesora veía que algunos padres no lo permitían, me dijo que pidiera permiso a los míos para interpretar un personaje en el que yo vestiría con mallas color carne. Mi papá aceptó y desde entonces y durante toda la vida tuve el apoyo de mis padres y también desde entonces se abrieron las posibilidades para continuar en el rumbo que seguí, la danza y su enseñanza. La profesora fue mi maestra y amiga por muchos años.”
Beatriz Juvera: “Yo conocí el paraíso, donde quería vivir, cuando asistí a un festival en el Cine Sonora, al que fui a ver a mi hermana, que, igual que Matty Suárez tomaba clases con la profesora Bracho, ahí vi bailar a Matty con mallas color carne... yo estaba en sexto grado y se me hizo largo el tiempo para entrar a la secundaria de la Universidad, donde daban la materia de técnica académica de la danza, que era obligatoria para las mujeres.” “El primer día que yo vine al museo a tomar una clase con la profesora, al verla en la puerta, vestida con un payasito verde y mallas, pensé: ¿qué es esto? ¡qué vestuario tan hermoso! Su cuerpo se dibujaba a través del color de las mallas. En realidad yo nunca había visto un cuerpo de mujer de cerca, ni siquiera a mi mamá. Ya en clase, la experiencia de tomarnos de la barra y hacer flexiones, que además tenían nombres extrañísimos, y que nosotros no sabíamos que eran palabras en francés. ¡ Pensé que estaba en el paraíso …! Creo que quienes tuvimos el privilegio de tomar clases con la maestra y pertenecer al grupo de danza vivimos el paraíso terrenal….!” Ma. Luisa García: “La primera vez que vi a la maestra Bracho fue porque mi hermana me llevó con ella a su clase. Yo tenía menos de cuatro años y desde entonces quise estar ahí. Inicié las clases a los seis años y formé parte del grupo de danza a los dieciocho, al lado de Matty Suárez y Beatriz Juvera. Me gustaba quedarme después de mi ensayo a seguir viendo ya que la profesora era un gran personaje dando clase. Ella todo lo hacía con el ejemplo, daba a cada movimiento el nombre correspondiente así como la instrucción precisa de lo que las alumnas debíamos practicar. Luego, lo hacía al tiempo que nosotras, y nos corregía en su momento. Tocaba el tambor y hacía ‘piruets triples’, algo que yo nunca había visto y que para mí era una maravilla. Me gustaba ver la clase de la maestra porque integraba varias cosas: el ejemplo, la vocación y el hecho de ser bailarina.”
Además de la técnica y el amor a la danza, lo que dejó en ellas la profesora Bracho. Matty Suárez: “A mi la profesora me dejó la enseñanza de cómo dar una clase sin tener que tratar mal al Por haber llevado a cabo una obra académica creativa y de alumno o alumna que reconocido mérito, en 1993 se le entregó la distinción de se equivoca. Aprendí Profesora Emérita que una clase tiene qué ser feliz pues es cierto que no todos los alumnos van a ser bailarines o bailarinas, pero sí les puedes formar el gusto por la danza y que, con ello, se conviertan en público asiduo y amante de la danza.”
Beatriz Juvera: “ La profesora Bracho fue mi madre en la danza y en general en mi profesión. Yo fui maestra desde 1970 en la Universidad de Sonora. En ese tiempo ella fue muy dura conmigo pero con esa dureza que tienen los padres con los hijos, y que después una se los agradece toda la vida. Mi separación del grupo de danza fue muy dolorosa. De igual manera que ocurre con los padres, se presentó en nosotros la lucha generacional, para mí, el “desahije” fue muy duro pero me hizo fuerte y me creó un mayor compromiso con la profesora y con la universidad.” “En ese tiempo había una extensión entre la educación en casa y la instrucción en la escuela, sobre todo en materias de arte, lo se porque tuve también el privilegio de tener como maestra a Emiliana de Zubeldía. Las clases eran parte muy importante de nuestra formación y la confianza tal que, si yo pedía permiso para ir a alguna parte y mis padres sabían que iba Martha Bracho, no había ningún problema en mi casa…”
Ma. Luisa García: “Un recuerdo muy valioso para mí tiene qué ver con la coreografía Siempre habrá una esperanza, que primero interpretaron Juan García de la Cruz y Alice Hoeffer. A mi me parecía hermosa en técnica y contenido, y sobre todo con una gracia muy especial de la bailarina, que desplegaba la semilla que ella representaba… en verdad me encantaba verla.” “Un día me llamó la profesora para decirme que quería que yo bailara esa coreografía, en ese momento me llené de pánico y le dije que yo no tenía la gracia de Alice, y entonces ella me explicó que cada quien tiene su propia personalidad y que es el esfuerzo lo que permite lograr algo grande.” “Esa comprensión por la personalidad de cada quien me abrió un panorama muy diferente para ver el mundo y a las alumnas a quienes yo daba clases…lo que pasó después es que junto con Juan (García de la Cruz) participé en el Concurso Nacional de Danza, donde obtuvimos un primer lugar al desempeño y eso confirmó lo que la profesora me había dicho: que cada quien, haciendo su máximo esfuerzo, logra algo. Esa para mi fue una enseñanza.” Tres aciertos en la labor de Martha Bracho:
• Construcción de una imagen de la danza como vía concreta para transmitir un sentido o una imagen del mundo mediato e inmediato. • Conformación real de un público objetivo, capaz de sentir y valorar sus realizaciones. • Convicción de que sólo la práctica y la disciplina constantes posibilitan su proyección y trascendencia. Aldo Siles
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La Escuela de Altos Estudios de la Universidad de Sonora en la década de los sesenta Francisco González Gaxiola*
A
media noche lechuzas y búhos descendían al añoso tamarindo junto a la biblioteca, se posaban en las encorvadas ramas y, satisfechos, contemplaban la entrada que un conato de mezquita se abría al peristilo claustro interior. Los búhos, sinónimo de libros, todo lo saben, todo lo iluminan, y retratados en escudos y estampas, ululan profecías: lo que antes fuera ya no lo será. De día la comparecencia de aves agoreras era inusual; eran otros los parroquianos vespertinos encerrados en las aulas: recitaban fórmulas, derivaban poemas y medían infinitos. Hoy en día muchos aún suspiran por la tranquilidad que se vivió en la Universidad durante los primeros treinta años de su vida. Por esos años se cernía una paz propedéutica que enseñaba a soportar las tórridas tardes caniculares de Hermosillo. La Rosales y la mentalidad no eran tan amplias, misceláneos los autos en los aniversarios de la Patria, los días de fiesta y de guardar. Ser delgado era la norma; alguien con sobrepeso era objeto de ternura. Concursos para reina estudiantil, bailes de agricultura de toda la noche hasta la hora nona. Frecuentes los cielos de agosto descolgaban sus nubes salpicando de verdor los centros de Sonora. Los ríos corrían; los arroyos, ahítos de su angosto cauce, se desbordaban y las calles confundían su frontera con la acera. En el campus, desde la Reforma hasta la Rosales eran cinco o seis los edificios perfilados. Pasando el jardín del estudiante, lo demás antes y después de la Reforma corría la continuación del yérmico desierto. Pero al sopor endémico de cuatro lustros en el campus y muchos de la atmósfera norteña arremetieron ciencia, filosofía y literatura una mañana del ’64 al árido contexto esperanzado de conciencia, reflexión y exploración. Altos Estudios proyectó un destello de luz en un objetivo que orientaba las embarcaciones de la ruda práctica y la cotidiana labor de la pragmática. En el despertar de mentes expectantes, Altos Estudios ansió derramarse de vigilia, pero el intento se vio truncado de impotencia. En el ‘67 fugaz emergió de los muchachos un trajinar nuevo, ingenuo, carente aún de ostentosa ideología pero imbuido de idealismo y valentía. En el ’67, antes de invadir la autonomía, generales que mandaban a soldados pronunciaron una imprecación al universo y hollaron la ciencia y la cultura. Por esos años la vida transcurría lenta, las conversaciones interminables de corros mixtos no cobraban fin en lo inmediato y en las paralelas, los estudiantes de un pasillo se dedicaban con las alumnas del otro a planear juntos su respectivo germen y destinos. Las autoridades eran honorables, el policía honesto y recto, las secretarias eran eficientes, una bibliotecaria para dos turnos, un conserje solamente para dos pasillos, aulas, cubículos y oficinas, y un turno sólo por la tarde para inquisitivos estudiantes. Los maestros, nobles
Lugar de encuentro, de largo aliento, las cafeterías implican la cita, la construcción de lo colectivo, alimentan el instinto de socialización. La tradición las marca como punto de fragua de ideas liberales. Al calor de una taza de la perfumada bebida, en alguna época sus seguidores fueron perseguidos responsabilizando al estímulo que en ellos provocaba su degustación. Hoy día, los Caffenio, el moderno concepto en cafeterías, aquí y allá promueven sus propias historias. La que leerán ahora es sobre el origen de uno de estos espacios, la Cafetería de Altos Estudios, que en la Uni-Son dio pie por algunos años a la fraterna confrontación, en corto, de las ideas y el conocimiento entre sus estudiantes y profesores, y algunos otros de escuelas aledañas. “Fui la directora, y tuve que hacer los planes de estudio y presentarlos al Consejo Universitario, un trabajazo. Pero estuve muy contenta, vivía cerca de la universidad y las clases eran en la tarde. La escuelita que me dieron era una secundaria que había habido allí, me dieron ese edificio y lo organizamos muy bien. Yo le dije: oiga doctor -al rector- pero yo quiero poner una cafetería, porque yo a media mañana necesito ir a tomar un café con una dona porque si nó, se me acaba la batería, me dice, pero señora, aquí los directores de las escuelas no quieren tener cafeterías. -yo me comprometo a que mi cafetería va a ser con mucho orden, doctor- y entonces esa escuelita tenía un salón donde organicé mi cafetería, ahí puse la puerta por fuera para que pudieran entrar y salir libremente. Estuve muy contenta ahí, entonces se daba: física, matemáticas y letras…” Manuela Garín Entrevista con Claudia Gómez Wulschner
guías, curiosos y constantes los alumnos, común el viernes social y fraternal, los juegos de dominó, la pesadilla: cerrarían Altos Estudios por su grave economía cuando tomaban al individuo por prorrata; no era aún común fumar la mariguana, en todo caso cerveza o bacanora, el sueño de todos era por la profesión salir de la pobreza, encontrar trabajo y compañera. Manuela Garín, Oscar Valdivia, Germán Viveros, demiurgos, apuntalaron los castillos de la escuela, los arquitrabes poderosos, los cimientos sementales. Taumaturgos, Enrique Valle Flores, Josefina De Ávila Cervantes, Eduardo Hinojosa Márquez. El diálogo del análisis y la razón en los pasillos, en las aulas y cafeterías habría de fructificar las mentes abiertas y acuciosas y en la acción de sus alumnos. Los fenómenos, los números y las letras muy trenzados terminaban confluyendo metamorfosis y progresos, alguna expectativa iconoclasta y la investigación en calma germinaba. La sociedad lo daba todo a la universidad, recíproca la universidad correspondía. Enseñanzas áulicas, conferencias argumentadas, teatros dramáticos y de comedia en las escalinatas del museo y biblioteca, Como lo anunciaran los búhos, Altos Estudios, escuela o departamento, fue antes diferente a lo que sería después para mayor gloria de la Universidad en la que diseminó su semilla y su progenie. * Maestro de Tiempo Completo del Depto. de Letras y Lingüística. Doctor en Lengua y Literatura Hispánica por la Universidad del Estado de Michigan